#2 Revelación Completa-Kindle Alexander

Kindle Alexander Revelación completa
1
Serie Chicos buenos 2
Kindle Alexander
Revelación
completa
2
Nota a los lectores

Nuestras traducciones están hechas para quienes disfrutan del placer de
la lectura. Adoramos muchos autores pero lamentablemente no podemos
acceder a ellos porque no son traducidos en nuestro idioma.
No pretendemos ser o sustituir el original, ni desvalorizar el trabajo de los

autores, ni el de ninguna editorial. Apreciamos la creatividad y el tiempo
que les llevó desarrollar una historia para fascinarnos y por eso queremos
que más personas las conozcan y disfruten de ellas.
Ningún colaborador del foro recibe una retribución por este libro más
que un Gracias y se prohíbe a todos los miembros el uso de este con fines
lucrativos.
Queremos seguir comprando libros en papel porque nada reemplaza el

olor, la textura y la emoción de abrir un libro nuevo así que encomiamos
a todos a seguir comprando a esos autores que tanto amamos.
¡A disfrutar de la lectura!

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Por favor, respeta nuestro trabajo y cuídanos así
podremos hacerte llegar muchos más.
3
Dedicatoria
Este libro está dedicado a Perry, te echo de
menos... todos los días.
David, no basta con que sea para siempre...

Autumn y Amanda, me hacen tan orgullosa.
¡Kim, realmente, realmente amo a nuestros

chicos! Gracias por
empujar cuando estoy siendo obstinada. Siempre
apreciaré nuestra
amistad.
Aidan y Keagan, me mantienen cuerda.
Julie, Angie, Kim, Teri, Beth, Madi,

Melanie, Kylie, Renee, Em, Tee, Magda, VR, decir
que ha sido una
aventura es un eufemismo... pero no me lo habría
perdido por
el mundo. <3
Y como siempre, a nuestra la increíble familia de

facebook y todos nuestros maravillosos amigos,
gracias desde el fondo de nuestros corazones. Sin su
apoyo y estímulo no estaríamos aquí.
Kindle, estás siempre en nuestros

corazones.
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Sinopsis
El Ayudante del Alguacil de los Estados Unidos, Mitch Knox,
captura fugitivos para ganarse la vida. Su actitud tranquila, fría y serena,
y su buena apariencia devastadoramente atractiva le otorgan una
merecida reputación de chico malo, tanto dentro como fuera del campo.
Mientras está en una misión, se desahoga en un notorio club nocturno
de Dallas. Resolver el caso que lo ha atormentado durante meses toma
un segundo lugar para descubrir todo sobre el hermoso y tímido rubio
sentado solo en el bar.
El Patrullero Estatal de Texas Cody Turner está subiendo de rango,

en camino a su sueño de ser un Ranger de Texas. Mientras está de
vacaciones obligatorias de dos semanas, planea relajarse y ayudar en la
granja de su familia. Mitch es la última distracción que necesita Cody,
pero la tatuada tentación que entra al bar y le roba la gorra de béisbol es
demasiado difícil de ignorar.
A medida que el caso de Mitch atrae la atención de todo el país,

¿cómo convencerá al sexy patrullero estatal que darle la oportunidad no
pondrá en peligro el plan de su vida... especialmente cuando el mal que
está rastreando lleva el odio directamente a su puerta, amenazando más
que solo sus carreras?
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Capítulo 1
La inclinación de la silla de cuero extragrande de Mitch Knox le
quedaba perfectamente. Este nivel de comodidad había requerido años
de ajuste y perfeccionamiento del equilibrio, pero había invertido tiempo
y orgullo. Se sentó en ángulo, con los pies enfundados en Doc Marten1
apoyados firmemente contra las carpetas de archivos en su escritorio.
Perdido en sus pensamientos, la frente de Mitch se frunció

mientras se mordía una uña. Sus ojos permanecieron fijos en el
funcionamiento interno de la oficina del Servicio de Alguaciles de Estados
Unidos de Camp Beauregard, Louisiana. Como de costumbre, no estaba
realmente prestando atención a nada que sucediera fuera de la puerta de
su oficina. Lo que ocupaba su mente era un caso en el que había logrado
obtener poco más que un interés pasajero de sus asesores principales y
definitivamente cero dólares para ayudar a financiar una investigación.
Hombre, eso lo frustraba muchísimo.
La persistente duda que plagaba sus pensamientos surgió de

nuevo. ¿Por qué no había podido seguir adelante con este caso en todos
estos meses? Claramente, había perdido por completo su toque. Tal vez
la edad tenía algo que ver con eso. Acababa de cumplir treinta y tres.
Cerca de la mediana edad, o infierno, podía calificar para la mediana edad
en comparación con las expectativas de vida en este país. Lo bueno es
que su familia vivía hasta la vejez, o él realmente estaría triste por este
último cumpleaños.
1Dr. Martens es una marca británica de calzado, mejor conocida como Doctor Martens,
Doc Martens, Docs o DMs. El calzado se distingue por su exclusiva suspensión
neumática, caracterizadas por amortiguación de aire, desarrolladas por el doctor
alemán Klaus Martens.
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El agudo timbre de su anticuado teléfono de oficina interrumpió

sus pensamientos, volviendo su atención al ahora. Como el identificador
de llamadas aún no existía en la oficina local, Mitch se veía obligado a
responder llamadas a ciegas. Retrocedió ante la idea, pero levantó el
teléfono de todos modos.
—Ayudante del Alguacil Knox aquí.
—Habla el Director Skinner. —La voz sonaba tensa en el otro

extremo, lo cual era la norma, teniendo en cuenta cuánto había estado
molestando a su superior sobre el caso Colton Michaels.
—Sí, señor, espere. —Mitch extendió la mano sobre su escritorio,

extendiendo un brazo lo más que pudo a través de su pequeña oficina
para cerrar la puerta. El movimiento efectivamente ahogó todo el ruido
proveniente de la gran agrupación de cubículos justo fuera. Mitch se
había dejado caer en su asiento cuando la puerta se cerró de golpe—.
¿Dígame?
—Estás ignorando tu correo electrónico nuevamente. Se te solicita

una orden federal para transportar a Carlos Chávez de Dallas a
Washington mañana por la mañana.
—Está bien —dijo Mitch distraídamente, levantando los pies en su

escritorio mientras extendía la mano para mirar su correo electrónico.
Buscó los mensajes entrantes, volviendo antes del almuerzo porque
aunque nunca admitiría las palabras en voz alta, no había revisado su
correo electrónico desde que había llegado esta mañana. Necesitaba
moverse.
Mitch sostuvo el receptor entre la oreja y el hombro mientras

acercaba el teclado a su regazo. Respondió el mensaje rápidamente,
haciéndoles saber que estaba en camino y se tomó un segundo para
imprimir los detalles antes de enviar el mensaje a su asistente.
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—Mitch, ¿me estás ignorando de nuevo? Te dije en tu última

evaluación de desempeño, hay una jerarquía en todo esto. Cuando me
ignoras a mí, a tu jefe, y luego al oficial superior de rango que también te
ha estado enviando correos electrónicos esta tarde, eso no es un buen
augurio —regañó el director Skinner.
—¿Disculpa, qué dijiste? —Mitch hizo una pausa, sabiendo muy

bien que no era hora de bromas, pero le encantaba molestar a sus
superiores. Como que vivía para estos momentos. Esperó hasta que
finalmente escuchó el suspiro exasperado al otro lado del teléfono.
¡Punto! Logró el resultado deseado y sonrió, probablemente por

primera vez ese día.
—No te preocupes, ya respondí al mensaje. Tendré que hacer

algunas llamadas y luego tomaré el primer vuelo. Estaré allí esta noche,
listo para el arresto de la mañana.
—Entonces, ¿por qué sigues hablando por teléfono? —preguntó

Skinner en un intento muy tonto de humor.
—Ja-ja. Te sigo diciendo que me dejes los chistes a mí. Adiós. —No
perdió un segundo antes de terminar una llamada y comenzar otra. Le
marcó a Ellen, su asistente, y apretó el botón del altavoz.
—Sí, su majestad —respondió ella.
—¿Qué pasa con todos ustedes bromistas hoy? Este es un asunto

serio de agentes de la ley. ¡No es hora de jugar! —regañó Mitch, ladeando
la cabeza hacia un lado. Las persianas de la ventana de su oficina
estaban levantadas, y si se doblaba un poco más, podría verla en su
cubículo. Ella lo miraba directamente a él—. Te envié un correo
electrónico. Necesito organizar un viaje a Dallas lo antes posible. Una vez
8
que obtenga los detalles, ¿los reenviarás a la dirección de correo

electrónico dentro del mensaje que envié?
—Sí, señor —dijo Ellen con una sonrisa brillante. Era joven, bonita
y extremadamente capaz. Y desde el primer día, siempre había usado el
“señor” con él, pero a partir de su último cumpleaños, la palabra parecía
tener un significado completamente nuevo.
—¿Qué te he dicho sobre eso? —preguntó, irritado.
—Me dijiste que aún no tienes la edad suficiente para ser un señor.
—Hizo comillas con los dedos a la palabra señor—. Pero lo eres.
Habían pasado por esto antes. Él nunca podría vencerla en este

juego, pero eso no le impidió participar.
—No tienes que decirlo —dijo Mitch secamente.
—Porque mis padres siempre me enseñaron a ser respetuosa con

mis mayores. —Hizo una demostración de poner los ojos en blanco. Ella
siempre tenía la misma respuesta, claramente muy orgullosa de su
intento de humor. Ella rio y Mitch se esforzó por ocultar su sonrisa, no
queriendo estimularla.
—Necesitas mejores bromas. —Él se rió un poco cuando se inclinó

en el escritorio para finalizar la llamada. Eso no la detuvo. Debería haber
sabido que no lo haría cuando abrió la puerta de su oficina y asomó la
cabeza.
—¿Por qué? ¡Cuando esa todavía funciona tan bien! —La puerta se
cerró rápidamente, y él la ignoró por completo mientras empacaba su
computadora portátil y tomaba su teléfono celular del cargador. Cuando
llegó a los ascensores, su celular vibró con un correo electrónico entrante.
Ellen era una cuidadora, incluso en su estado actual de convertirse en
un dolor en su trasero.
9
Ella ya había arreglado su vuelo, salía en una hora y media. Justo

el tiempo suficiente para tomar el kit que tenía siempre listo y llegar al
aeropuerto.
10
Capítulo 2
Mitch llegó al aeropuerto como siempre lo hacía, en una carrera.
Una hora y media después del horario de salida, durante el tráfico de la
hora pico, incluso en Pineville, Louisiana, claramente no había tiempo
suficiente para llegar desde su oficina a su departamento y luego al
aeropuerto. Debería haberlo sabido mejor.
Se echó la lona sobre el hombro mientras deslizaba su tarjeta de

crédito en el quiosco más cercano y luego presionaba continuar cuando
su nombre apareció en la pantalla. Siguió los pasos en la pantalla y
agarró su tarjeta de embarque antes de dirigirse directamente a la
seguridad de la TSA2. Gracias a Dios que podía pasar la línea y regresar
a la terminal. Le entregó su credencial a un empleado que lo conocía
demasiado bien y pasó fácilmente el primer punto de control antes de
pasar al siguiente.
Mitch abrió el maletín de su computadora portátil y deslizó el bolso

sobre la cinta transportadora antes de sacar su clip extra de un
compartimento especial dentro de la bolsa. Desenfundó su Glock
estándar que siempre había atado dentro de la cintura de sus vaqueros
y los colocó dentro de una bandeja. Le gustaba la sorpresa de los chicos
de la parte de atrás cuando vieron el arma a través del monitor del
escáner. Pensó que estaba cumpliendo con su deber cívico al darles la
sacudida que necesitaban para volver a concentrarse en sus tediosos
trabajos.
2
Transportation Security Administration. La Administración de Seguridad en el
Transporte es una agencia del Departamento de Seguridad Nacional de los Estados
Unidos que gestiona sistemas de seguridad en los aeropuertos, Metros y ferrocarriles
norteamericanos.
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Durante todo el tiempo que el escáner trabajaba, desnudó los

cordones de sus botas hasta que le resbalaron. Desde este punto, tendría
que cargarlos mientras corría hacia la puerta.
—Hola, Mitch. Entra, con las manos en alto, por favor —dijo Velma,
una agente de la TSA.
—Hey, Velma, ¿me vas a acariciar esta vez? —preguntó, de pie con
las manos en el aire mientras la máquina tomaba la imagen de su cuerpo.
—Solo si tengo suerte. Sabes que me gustan todos esos músculos

grandes en mis hombres. Hacen un verdadero hombre —bromeó. Un
agente masculino de la TSA estaba detrás de ella y gruñó en su dirección.
—Está limpio —dijo el tipo.
—Supongo que no era mi día —dijo, riéndose mientras él sonreía y

pasaba junto a ella.
—Llego tarde o te dejaría ponerme las manos encima —bromeó

Mitch, agarrando su equipo, esperando que el agente detrás del escritorio
pasara su pistola por el sistema de su computadora. Él le guiñó un ojo
mientras ella se abanicaba.
—Oh, señor, Mitch Knox, eres un bromista pedazo de hombre. ¡Si

fuera diez años más joven! —Velma no medía más de metro cincuenta y
dos en comparación con su metro noventa y cinco, pero él apostaba
dinero a que ella podía darle pelea.
Tal vez incluso superarlo cuando las cosas se volvieran sucias.
—Vete, Mitch. Se supone que Velma es una profesional —dijo el

agente desde detrás del escritorio. Eso hizo que Mitch se riera mientras
ella le sacaba el dedo a su compañero de trabajo.
12
—Los veo luego. —Mitch se fue corriendo hacia su puerta. Cuando

esuchó la última llamada de su vuelo, Mitch se paró al final de la línea
corta y recordó que quería llamar a Colt Michaels antes de irse. Durante
los últimos ocho meses, desarrolló un fuerte vínculo con Colt y su esposo,
Jace Montgomery.
Los amigos civiles eran nuevos para Mitch. Los había conocido a
ambos por su padre. Colt había sido el mariscal de campo de los New
York Panthers, un equipo de fútbol profesional donde su papá ocupaba
el puesto de médico del equipo. Colt fue un caso especial para su padre,
atrayendo a Mitch a su mundo cuando Colt resultó herido en un
sospechoso accidente. La conclusión a la que llegaron todos después de
una investigación intensiva fue que Jace, y no Colt, había sido el objetivo
de lo que parecía un golpe fallido.
El resultado final, quienquiera que fuera esta persona o personas

que hubieran lanzado el auto fuera de la carretera, no habían querido
que Jace saliera ileso de ese accidente. Para Mitch, eso solo había sido el
comienzo, ya que vinculaba a varias otras víctimas en todo Estados
Unidos con el mismo tipo de crímenes: incidentes misteriosos que
parecían ser accidentes a primera vista. La mayoría de ellos no habían
tenido tanta suerte como Colt.
Mitch golpeó la rampa hacia el avión y marcó el número de teléfono

móvil de Colt. Jace respondió al segundo timbre y Mitch sonrió.
Regularmente se metía con Colt, coqueteando descaradamente con Jace
desde el principio.
Tanto es así, que llamó a Colt primero a propósito. El tipo era muy
protector con respecto a Jace.
—Hola, amigo, voy camino a Dallas —dijo Mitch.
13
—¿Eso significa que tienes una nueva pista sobre el caso? ¿Has
descubierto quién lo hizo? —Jace preguntó con esperanza en su voz, que
era más o menos como Jace sonaba siempre. Tenía que ser el animador
interno del chico. Mitch odiaba no poder darle la respuesta que quería.
No le gustaría nada más que decirles a Jace y Colt que su culpable había
sido detenido.
—Estamos más cerca —dijo Mitch, y esas palabras le costaron por

la mentira que era. Nunca había compartido con nadie que el gobierno
federal no se había interesado en su caso o en los otros vinculados con
el mismo MO.
El silencio de Jace decía mucho. Abordó el vuelo, asintiendo con la

cabeza a la azafata que pronunció un caluroso hola. Eso era lo mejor de
trabajar en una pequeña oficina de campo: conocía personalmente a
todos dentro del aeropuerto, así como a todo el personal de vuelo. Levantó
una mano hacia ella, sintió que el piloto le daba palmaditas en la espalda,
pero mantuvo la conversación mientras iba con sus maletas por el
pequeño pasillo.
—Prometo que estoy haciendo todo lo que puedo hacer. Lo

resolveré.
—¿Ha sucedido algo más? —preguntó Jace. Mitch escuchó

mientras Jace hablaba lejos del teléfono, probablemente informando a
Colt. Debían estar juntos. Demonios, siempre estaban juntos. Estaban
nauseabundamente enamorados el uno del otro y Mitch sonrió ante ese
pensamiento. Colt y Jace eran algo así como la pareja perfecta.
—Sabes que no puedo darte detalles. —Mitch usó su excusa

habitual, que técnicamente era una mentira ya que el gobierno no había
tomado el caso. Podía decirles cualquier cosa que descubriera por su
cuenta. Simplemente no había mucho que contar.
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—Hey, hombre, ignora a Jace. Vienes hacia aquí, ¿verdad? —

preguntó Colt, ahora en el teléfono en lugar de Jace.
—Sí, solo por un día. Podría tener tiempo para un bocado rápido si
las cosas terminan tan rápido como planeo. ¿Van a estar en la ciudad?
—preguntó Mitch, anclando el teléfono en su hombro mientras levantaba
su bolsa de lona a un compartimento superior en la parte trasera del
avión.
—Estaremos aquí. Llámanos y haznos saber si deseas cenar.

Realmente nos gustaría verte —agregó Colt.
—Suena como un plan. Oye, tengo que colgar. Estoy en el avión. —

No tuvo tiempo para bromear: los motores estaban arrancando,
ahogando todo. Mitch terminó la llamada y se sentó en la última fila. Las
azafatas ya estaban poniéndose el cinturón. El rugido de los motores
creció cuando el avión comenzó a descender por la pista.
15
Capítulo 3
Cody Turner rodó los músculos tensos de sus hombros y se terminó
el Red Bull que había recogido camino a la oficina de campo del
Departamento de Seguridad Pública de Texas en el condado de Travis.
Normalmente a estas alturas, habría completado su papeleo, entregado
su coche patrulla y estaría saliendo para disfrutar de sus días libres. Si
bien ya había completado dos de esas tres cosas, la última se había
retrasado irritantemente por la reunión obligatoria en la oficina del jefe.
Después de trabajar nueve turnos nocturnos seguidos y después un
turno de día, el tiempo libre era muy necesario.
Intentó calmar su actitud ligeramente malhumorada y pospuso el

cansancio. Además, todo lo irritable que estaba pasando era culpa suya.
No debería haber tomado todos esos turnos adicionales. Había trabajado
dobles consecutivos en los últimos días, pero no estaba en su naturaleza
no echar una mano cuando era necesario.
La esposa de un compañero dio a luz inesperadamente, ¿cómo

podría no haber tomado esos turnos para ayudar al hombre? Igual que
los tres turnos a principios de semana para aliviar a otro oficial enfermo.
Era justo el tipo de cosas que hacía.
El problema en el plan llegó con esta reunión. Era viernes por la

tarde. Tenía dos noches libres programadas, antes de trabajar un turno
de domingo por la noche y luego el comienzo oficial de su tiempo de
vacaciones para usarlo o perderlo. Serían dos semanas completas libres.
Ignoraba el hecho que su hermano había reclamado la mayor parte de
ese tiempo para ayudar en la granja familiar, porque al final, pensó que
se tomaría un descanso de parte de la monotonía de la vida cotidiana
16
como patrullero estatal de carretera. Él volvería a trabajar más fuerte por

eso al final.
Cody caminó por los largos pasillos, doblando varias esquinas

hasta que llegó a la oficina del jefe que ocupaba una gran parte del resto
del edificio.
—Oficial Turner, el jefe Hicks lo está esperando —dijo un joven

vestido con uniforme completo en el escritorio frente a la oficina. El chico
nunca levantó la vista. Cody estaba un poco impresionado de cómo sabía
quién estaba delante de él. Como Cody tenía planes después del trabajo
para ir a ver a un caballo al norte de Dallas para su hermano, se había
puesto su ropa de viaje: vaqueros, botas de trabajo y una camiseta.
Ahora, mientras estaba allí parado, se preguntó si debería haberse
quedado vestido con su uniforme.
—¿Puedo entrar? —preguntó Cody, dudando antes de dar la vuelta

al escritorio para abrir la puerta sin previo aviso. Había sido patrullero
durante cuatro años, asignado a este lugar todo el tiempo, pero solo había
estado en la oficina del jefe tres veces, una vez, cuando fue contratado,
otra cuando lo entrevistaron para la patrulla, y ahora. Toda esta escena
era un poco intimidante, y de repente se preocupó sobre qué podría haber
hecho mal para haber sido llamado así.
—Seguro. Él te está esperando.
—¿Puedo tirar esto? —preguntó Cody y finalmente el chico levantó

la vista, un ceño prominente en su rostro.
—Sí, debes. Seguro que te disfrazaste, ¿no? —dijo con más actitud
de la que realmente era necesaria. Sacó el de basura de debajo de su
escritorio para que Cody tirara el recipiente vacío. Las palabras del
ayudante hicieron que los nervios con los que había estado luchando
17
emergieran con toda su fuerza cuando llamó a la puerta parcialmente

cerrada y asomó la cabeza.
—¿Puedo entrar, señor?
—Seguro. Gracias por llegar a tiempo —lo saludó el Jefe Hicks. Se

levantó y, con paso largo, dio un paso adelante y se encontró con Cody
en medio de su oficina con un firme apretón de manos. Eran de la misma
altura, excepto por tres o cuatro centímetros. Con poco más metro
noventa y cinco, Cody se había ganado el apodo de Grandullón en el
recinto. El jefe tuvo que levantar un poco la vista para mirarlo a los ojos.
—Toma asiento, Turner.
El jefe le indicó que se sentara directamente en la silla frente a su

escritorio antes de cerrar la puerta y volver a su asiento. Movió algunos
documentos hasta que encontró un archivo. Cody se recostó y observó
cómo ponía la carpeta a la parte superior de la pila, su nombre
garabateado en el frente.
—Turner, sé que ha sido una larga espera, y me disculpo por eso.

Es solo que cuanto más alto vayas, más burocracia tenemos que superar,
pero si aún estás interesado, nos gustaría ofrecerte el puesto en la
Patrulla Montada3.
El jefe lo miró directamente. Cody digirió las palabras y no pudo

contener la sonrisa que se extendió por sus labios. La descarga de
adrenalina en ese anuncio hizo más por aliviar su cansancio que el Red
Bull recientemente tomado.
—Simplemente asumí que el puesto había sido ocupado —

respondió Cody, sentándose más derecho y sonriendo de oreja a oreja.
3 Es un área de la Policía que patrulla a caballo.
18
—No, es solo un proceso lento cuando cada mano tiene que firmar
documentos antes que podamos actuar. ¿Supongo que la sonrisa
significa que todavía quieres el trabajo? —El jefe lo miró de cerca.
—Absolutamente —respondió Cody.
—Bien. Después de todo este papeleo, probablemente habría

insistido en que aceptaras el trabajo, lo quisieras o no. —El jefe colocó la
carpeta sobre el escritorio para que Cody la viera.
—La Patrulla Montada se considera una promoción. Tu calificación

salarial aumenta y tu horario cambiará. Durante el entrenamiento,
recibirás días libres, pero después de ese período, tu antigüedad en la
división comenzará en la zona cero. Igual que aquí, trabajarás de noche,
fines de semana y probablemente vacaciones al principio —explicó el jefe.
—Está bien. Haré lo que sea. Se supone que debo irme de

vacaciones a partir del lunes. También puedo cambiar eso —ofreció Cody.
—No, Recursos Humanos requiere que uses ese tiempo para fines
de responsabilidad legal. Está en este papeleo. Tu fecha oficial de inicio
es el veintisiete. Tienes habilidades sólidas de equitación, por lo que han
decidido entrenarte en el sitio. Lee esto. Echa un vistazo a la calificación
salarial. Si estás de acuerdo con todo, firma la parte inferior del
formulario. Sin embargo, déjame decirte que si no estás de acuerdo,
deberán hacerse cambios y eso podría llevar algún tiempo —afirmó el jefe.
—¿Seguirá a cargo de ese departamento también? —preguntó

Cody, mirando la carta frente a él. Dios mío, el aumento salarial sería de
varios cientos de dólares más al mes. ¡Joder! Cody lo levantó para revisar
la descripción del trabajo y todo parecía estar en orden. Cuando volvió a
levantar la vista, se dio cuenta que el jefe había estado hablando y no
tenía idea sobre qué.
19
—Tus objetivos en la agencia son claros. Tienes una educación

sólida. Creo que esta nueva posición se verá bien en tu currículum
cuando solicites convertirte en un Ranger de Texas —finalizó el jefe,
sonriéndole expectante.
—Gracias, señor —dijo Cody, esperando que eso cubriera todo lo

que se había perdido en la conversación.
—En la parte posterior del paquete, verás la información de tu

montura. Ha estado esperando a su oficial. Pensé que te gustaría el
nombre. Creo que te queda bien. Turner, también eres el patrullero más
joven en ser contratado para este puesto, pero creo que tienes la madurez
y el sentido para cuidar de ti y tu animal —continuó el jefe. Cody buscó
en el papeleo hasta que vio la información sobre su caballo. Leyó los
detalles y sonrió aún más. Su caballo, un castrado, se llamaba Ranger.
—¿Está en Waco? Me dirijo hacia ese lado ahora mismo. ¿Puedo

pasar y verlo? —preguntó Cody, asegurándose que la dirección del
establo figurara en el papel.
—No puedo ver el problema. Haré una llamada telefónica y les haré
saber que vas a pasar por ahí. Creo que hay algunos documentos allí que
necesitas completar —dijo el jefe—. Si estás de acuerdo con todo, firma
donde se encuentran las pestañas en las primeras tres páginas para que
puedan procesarlo.
—Sí, señor. Gracias. —La cara de Cody comenzó a dolerle por la

sonrisa que no pudo reprimir mientras garabateaba su nombre en la
oferta oficial.
—¡Excelente! Permíteme conseguir una copia de esto para ti, y no

tomaré más de tu tiempo, excepto para decir que los informes llegarán a
tu correo electrónico antes de tu fecha de inicio. Felicidades. —El jefe
20
rodeó el escritorio y volvió a estrecharle la mano antes de abandonar la

oficina, dejando a Cody solo.
Volvió a sentarse, entrelazó los dedos y sonrió ante sus manos

unidas. Después de tres meses sin una palabra, ahora era parte de la
división de élite de la Patrulla Montada. Suspiró profundamente mientras
sacaba su placa del bolsillo trasero, mirando el metal plateado. Estaba
sucediendo. Todo el trabajo y el tiempo que había dedicado a hacer que
estas cosas sucedieran estaban dando sus frutos.
Cuando escuchó al jefe en la puerta, deslizó la placa de nuevo en

el bolsillo de sus pantalones vaqueros y distraídamente extendió la mano
para tocar el teléfono dentro del bolsillo delantero de la camisa cuando
se levantó. Definitivamente llamaría a su hermana mayor Sheila y la
haría tomar un descanso de su agitado horario. ¡Necesitaban celebrar!
***
Mitch se revolvió en el asiento de su avión, tratando de hacer más

espacio. Sus largas piernas estaban apretadas, empujadas contra el
asiento frente a él, y no importaba cuánto lo intentara, su gran cuerpo
simplemente no encajaba bien en esos asientos compactos. Gracias a
Dios que estaba solo en esta fila. Eso era lo único que hacía soportable
este vuelo.
Apenas estaban en el aire con las luces del cinturón de seguridad

apagadas antes que bajara la pequeña bandeja sobre sus muslos y
abriera su computadora portátil. La conversación con Jace pesó sobre él,
agregando presión a su corazón ya cargado.
Desde que Mitch podía recordar, ser Alguacil de Estados Unidos

era el único trabajo que siempre había deseado.
21
Siempre le había encantado la idea de sacar a los malos de la calle.

No fue hasta que llegó a la división de equipos especiales que finalmente
sintió que había logrado sus objetivos en la vida. Y vaya, había hecho
todo lo posible para representar su insignia.
En los últimos años, la burocracia y la preocupación por la

corrección política en todo el país realmente comenzaron a limitar sus
habilidades para hacer su trabajo de manera eficiente. Sus mayores
nunca querían pisar los pies de nadie, creando un Departamento de
Justicia que era poco más que un tablero de ajedrez de movimientos y
contra ataques.
Mitch se había cansado de todo. Incluso había considerado un

cambio de carrera en los últimos meses después de la falta de apoyo del
gobierno para encontrar a la persona responsable de la larga lista de
crímenes de odio que había identificado. Múltiples muertes de civiles
deberían haber sido suficientes para financiar un grupo de trabajo para
investigar.
En cambio, todo un grupo de personas estaban siendo atacadas, y

sus supervisores desechaban sus esfuerzos, jugando con la vida de estas
personas.
Mitch cerró los ojos, esperando controlar su irritación. Como

castigo por sus pensamientos, Mitch encendió su computadora e inició
sesión en el sistema de correo electrónico del departamento para ver qué
más se había perdido hoy.
Observó la bandeja de entrada mientras se cargaban cientos de

mensajes nuevos. La mayoría eran bromas estúpidas y molestas enviadas
de persona a persona en su oficina.
Escaneó nombres, vio solicitudes de reunión, registros de

almuerzos del departamento, invitaciones de baby shower de la
22
compañía, casi todo completamente inútil hasta que vio un correo

electrónico de su madre y su padre. Sonrió, sabiendo que el mensaje era
solo de su madre, pero el correo electrónico llegaba con sus dos nombres.
La nota demasiado larga lo actualizaba sobre toda su familia. Mitch

dejó de leer a la mitad y miró el final. Su padre enviaba su amor, y la
última línea era clara: Mitch necesitaba sacar tiempo para volver a casa.
Ese siempre era su forma de despedirse. Mitch respondió.
Hola mamá,
Gracias por la actualización. Me dirijo a Dallas ahora mismo. Dejaré

que Jace y Colt sepan que dijiste hola. Estaba pensando en tomarme unos
días libres en Acción de Gracias. Diles a todos que dije hola.
Con amor,
Tu hijo favorito.
Sonriendo ante la última línea, como siempre hacía, presionó

enviar y le envió el mensaje a su madre. Con suerte, eso la tranquilizaría
un poco, y él hizo una nota mental de pedir el Día de Acción de Gracias.
—Maldita sea, derramaste la bebida en mis pantalones. —Las

palabras de enojo resonaron en la cabina, llamando la atención de Mitch.
—Señor, lo siento. La turbulencia... —La azafata comenzó a

explicarse, y Mitch pudo oír el estrés en su voz.
—¡Mierda! Eres una perra incompetente. —Mitch miró a su

alrededor, rezando para que un Alguacil de vuelo estuviera en el avión.
Todos los ojos parecían estar en la azafata, mientras Mitch

escaneaba las filas, buscando a alguien que pudiera intervenir. Nadie se
puso de pie. ¡Genial!
23
—Señor, por favor cálmese. —Otra azafata se dirigió hacia el

enojado pasajero. Ella trató de calmar la situación con sus intentos de
limpiar el derrame. Mitch se levantó más en su asiento, observando al
tipo.
La ira que irradiaba de él no se disipó. Mitch colocó su

computadora portátil en el bolsillo del asiento frente a él antes de
empujarse a través de la fila. Tal vez si tuviera suerte, podría calmar la
situación sin más incidentes.
Lástima que el pasajero no tenía idea del plan de Mitch.
El hombre empujó las manos de la joven azafata fuera del camino,

enviando la toalla y la botella de agua que ella sostenía volando a través
de la cabina, derramando el contenido por todas partes. Maldición.
—Si viene conmigo, podemos limpiarle. —Mitch tuvo que

concedérselo; ella se esforzó por ganar el control. El hombre salió
corriendo de su asiento. La ira contorsionó su rostro, y Mitch vio que
estaba claramente bajo la influencia, eliminando cualquier esperanza que
esto terminara bien.
El pasajero empujó torpemente a la azafata a un lado mientras

salía al pasillo. Se enojó más cuando trató de pararse sin balancearse. El
esfuerzo lo hizo tropezar y caer hacia atrás.
—Señor, vuelva a su asiento —ordenó Mitch, caminando por el

pasillo, tratando de no chocar contra las cabezas de los pasajeros que
estaban viendo el espectáculo.
—Jódete. Esta perra arruinó mi traje. —El hombre enojado golpeó

a un espectador que simplemente había tratado de ayudarlo a
mantenerse en pie. ¡Maldita sea! Tendría que hacer un arresto por ese
movimiento. Suspirando, Mitch hizo lo suyo y no perdió el tiempo al
24
someter al pasajero con el agarre más doloroso que se le ocurrió mientras

se sentaba a horcajadas sobre el tipo, esposándolo mientras le leía sus
derechos.
Para cuando puso de pie al tipo, estallaron vítores. Eso enfureció

al borracho. Luchó por liberarse, amenazando con demandar a todos en
el avión, alegando que sus derechos civiles habían sido violados. Mitch
apretó más fuerte, empujó al tipo hasta que se paró frente a él, pero el
veneno nunca se detuvo.
Con un sólido tirón en la muñeca, el chico tropezó hacia atrás,

aterrizando contra su pecho y Mitch siseó en su oído.
—Cállate, o Dios me ayude, lo haré por ti. —La amenaza era vacía.
Mitch no pondría en peligro el arresto o su trabajo cerrando por la fuerza
la boca del tipo, sin importar cuánto quisiera hacer eso.
—Gracias —dijo el capitán. Mitch se quedó allí, agitando

torpemente la mano, mientras el pasajero se balanceaba sobre sus pies
y decidía que arrastrarse podría ser una mejor opción que la agresión
directa.
—Simplemente haciendo lo que debía hacerse. —El intercambio no

tardó más que un segundo, y empujó al tipo a su fila de asientos.
—¿Puedes mover el maletín de mi laptop, por favor? —Le dirigió

una sonrisa a la azafata que permanecía cerca para ayudar.
—Sí, señor —dijo mientras tomaba la computadora portátil y el

maletín y los guardaba los contenedores de arriba.
—Hombre, lo siento. Se me fue de las manos —se quejó su detenido

mientras todavía estaban en el pasillo.
—Cállate y siéntate. —Mitch no estaba de humor para excusas.
25
—Soy un subdirector. No puedo tener esto en mi registro. No

puedes hacerme esto. —El hombre comenzó a sudar, y su tono se hizo
más fuerte cuando se enfrentó a Mitch.
—Cállate y siéntate —repitió Mitch. Es curioso cómo todos siempre

tenían una razón de por qué deberían ser excusados de su
comportamiento de mierda.
—Simplemente bebí demasiado —intentó de nuevo. Mitch lo

empujó sobre los asientos, apenas atrapando su cabeza antes que se
estrellara contra la ventana. La acción no había detenido el flujo de
excusas del tipo cuando Mitch lo ayudó a situarlo en el asiento—. ¿Por
qué me estás haciendo esto? Tengo derechos, ¿sabes? —Mitch dejó un
asiento entre ellos y se sentó, mirando al frente. Con un profundo
suspiro, se dio cuenta que sería un vuelo muy largo.
26
Capítulo 4
Cody salió de la carretera del condado por el largo camino de grava
hacia la granja de su familia en Kylie’s Corner, Texas. Redujo la velocidad
de su camioneta, navegando por el sendero que habían creado a lo largo
de toda su vida. Un grito agudo llenó la cabina de la camioneta y rompió
su línea de pensamiento, sorprendiéndolo. Sonrió ante el tono de llamada
que le había asignado a su hermana, luego buscó su teléfono para
responder antes que el segundo chillido pudiera perforar sus tímpanos.
—Tengo noticias —dijo Cody, contestando el teléfono.
—Bueno, más te vale. Traté de ignorar tu llamada anterior, pero

luego me preocupé. Estaba en una reunión importante. ¡Mejor que sea
bueno, pequeño Cody Turner!
—Soy más alto que tú por veinte centímetros —bromeó, ignorando

su queja. Sheila consideraba que cada reunión era importante.
—Eso no significa nada en el departamento de experiencia de vida.

Además, te cambié los pañales y te llevé a mis citas. Todavía eres un niño
pequeño para mí. Ahora, ¿qué es tan importante un viernes por la noche,
ya que claramente no estás herido? —Si bien su tono podría ser
desagradable para algunos, él lo encontró entrañable, y Sheila siempre
era la primera persona a la que llamaba para todo.
—¡Conseguí el trabajo! —exclamó.
—¿Qué trabajo? ¿Qué significa eso? —preguntó, muy confundida.
—El trabajo de la Patrulla Montada. La que solicité hace meses,

¿recuerdas?
27
—¡No, no lo hiciste! ¡De ninguna manera! ¡Felicidades, bebé!

¿Cuándo te enteraste? —Él sabía que estaría emocionada.
—Hace solo unos minutos. Me llamaron a la oficina del jefe y él me

lo dijo. Es como un gran aumento, y tienen una montura esperándome
en Waco. Puedo pasar y verlo en mi camino —dijo Cody cuando la casa
principal apareció a la vista.
—Oh, Cody, estoy muy orgullosa de ti. Felicidades. Has trabajado

duro para eso. Te lo mereces —alabó.
—Bueno, no sé sobre eso, pero sí sé que estoy bastante

emocionado. Estoy cerca de la casa. Mason estará enojado que llegue tan
tarde. Debería irme —dijo Cody.
—Sí, es cierto. Este es tu fin de semana para ir a Dallas. Recuerda,

los chicos te harán perder la concentración. Fóllatelos y vete. —Sheila se
echó a reír.
—No tendré esta conversación contigo. Uno pensaría que ya lo

habrías descubierto —dijo Cody, tomando un sendero lateral hacia el
granero.
—Es solo sexo, Cody. Yo misma lo he hecho mil veces —confesó

Sheila, pero no estaba de humor para escuchar sobre la vida amorosa de
su hermana.
—Bien, demasiada información, estoy colgando ahora. —Cody bajó

el teléfono cuando la oyó gritar su despedida.
—¡Mantente seguro allá arriba! Y estoy orgullosa de ti, Cody. ¡Buen

trabajo! —Desconectó la llamada un poco asustado de escuchar toda esa
conversación sobre sexo, pero aún increíblemente feliz. Ella había sido
su principal apoyo en su carrera.
28
Acercó su camioneta al lado de la de Mason y salió. Mason, su

hermano mayor, dirigía la granja familiar. Hacía casi todo por su cuenta.
Su padre se había convertido en un oficial de policía en los años ochenta
para ayudar a mantener a la familia durante la gran redada petrolera de
Texas. Había mantenido ese trabajo, eventualmente se convirtió en el jefe
de policía en su ciudad, dejando que Mason intentara manejar las cosas
cuando tuviera la edad suficiente. Mason había hecho un buen trabajo
construyendo el lugar de nuevo, haciendo que la granja fuera viable y
sostenible.
Cuando Cody caminó alrededor de la cama de la camioneta, Mason

estaba saliendo por la puerta del granero, con su teléfono celular pegado
a la oreja y una chequera en la otra mano. Chester, el labrador de Cody,
llegó a la vuelta de la esquina, corriendo directamente hacia él. Cody se
arrodilló, se preparó y dejó que Chester saltara sobre él y lo lamiera como
un loco. Le dio un buen masaje y la golosina que trajo mientras Mason
se acercaba.
—Llegas tarde —dijo Mason, la sonrisa se extendió por su rostro.

Cody se levantó, imaginando que Mason había estado hablando con
Sheila cuando salió. Mason extendió la mano, que Cody sacudió y lo
envolvió en un abrazo gigante de oso. Eran de estatura similar y Mason
le dio un buen golpe fraternal en la espalda—. Felicidades, hombre. Sé
cuánto querías ese trabajo.
Chester estaba justo allí entre ellos, saltando para entrar en acción.
Hombre, extrañaba a ese perro.
—Fue una especie de shock. No lo esperaba en absoluto. —La

sonrisa de Cody era tan grande como la de su hermano—. Pensé que le
habían dado el trabajo a otra persona.
—Oh, vamos. Te criaste a lomos de un caballo. Te tuve allí conmigo

cuando tenías solo unos años —dijo Mason—. Nadie monta mejor que tú.
29
Además de eso, eres rudo en tu trabajo. Estoy realmente emocionado por

ti, hombre.
—Escuché que mi hijo tiene buenas noticias. —La mamá de Cody

gritó desde el porche delantero—. Será mejor que vengas aquí y
compartas lo que está pasando contigo —gritó. Ambos la miraron. Era un
poco pequeña, pero después de criar a cinco hijos tenía una voz que
retumbaba en el pasto. Cody la saludó con la mano y se volvió hacia su
hermano.
—Debería ir a hablar con ella porque de lo contrario caminará

hasta aquí —comentó.
—Aquí está la chequera. Escribí la dirección de la granja en el

reverso. Los llamé anoche y puedes pasar esta noche o mañana. Tendré
el móvil conmigo, hazme saber lo que piensas de ella —dijo Mason.
—Todo bien. ¿Estás seguro que quieres que escriba un cheque sin
que la mires primero? —Preguntó Cody, caminando de regreso a su
camioneta.
—Como acabo de decir, conoces a los caballos mejor que cualquiera

de nosotros. Si tú la consideras aceptable, yo también lo haré —repitió
Mason, dándole una palmada en la espalda—. Estoy orgulloso de ti, Cody.
¡Chester, ven aquí, chico!
Cody se inclinó y acarició nuevamente al perro antes conducir su

camioneta hasta la casa principal donde estaba su madre. Ella salía del
porche, protegiéndose los ojos del resplandor del sol de la tarde cuando
él salía de la camioneta. Su sonrisa era tan grande como la de Mason.
—Sheila llamó, me dijo que tenías buenas noticias y que necesitaba

estar aquí. —Su madre fue hasta su camioneta.
30
—Hola, mamá. —Cody se inclinó para besarle la mejilla—. Me

acabo de reunir con mi jefe. Obtuve ese trabajo de la Patrulla Montada
que solicité hace tantos meses.
—¿En serio? Pensé que habían elegido a alguien más —dijo ella,
radiante.
—Eso pensé. El jefe dijo que esas cosas llevan tiempo. —Cody se
inclinó nuevamente para tomar su abrazo.
—Estoy muy orgullosa de ti, hijo. Ninguno de mis hijos es tan

centrado como tú. Se mete algo en la cabeza y todo te sale bien. Me haces
sentir orgullosa —dijo de nuevo con otro beso en la mejilla.
—Tengo que irme, mamá. Volveré a tiempo para el almuerzo del

domingo. Tengo que trabajar el domingo por la noche.
—¿No irás a la iglesia el domingo por la mañana? —preguntó ella.
—Probablemente no, pero ya veremos. Te quiero. —Cody volvió a

subir a la cabina de su camioneta, encendió el motor y bajó la ventanilla.
—Cuídate allá arriba en Dallas. Esas personas no son tan fáciles

de tratar como nosotros aquí abajo. ¿Te dije que tu papá está allá arriba
con tu hermano? Decidieron ir a esa conferencia policial. Lo bueno es que
tienes tu habitación reservada; les costó mucho encontrar un hotel. Creo
que tuvieron que ir muy al sur, creo que a Grand Prairie para finalmente
encontrar un lugar donde quedarse —dijo, protegiéndose los ojos
nuevamente mientras lo miraba.
—Te quiero. Gracias, mamá. —Cody puso la camioneta en reversa.

Ella saludó con la mano mientras él se alejaba. Cody se detuvo en la
entrada principal del camino y buscó en la carpeta de información que el
jefe le había dado. Encontró la dirección de los establos en Waco donde
31
estaba Ranger. Había querido que esa fuera su primera parada, pero miró
la hora y cambió de opinión.
El Museo del Salón de la Fama de los Rangers de Texas también

estaba en Waco. Definitivamente quería detenerse allí, y ya había tráfico
de hora punta, con muchos kilómetros por recorrer para llegar a Waco.
Estaría en el museo esta noche y pasaría por el establo por la mañana.
Con la decisión tomada, sacó su gorra de béisbol de los Rangers de Texas
del asiento del pasajero y se la deslizó fácilmente en la cabeza, retiró las
gafas de sol de la visera y salió a la carretera. Tenía algo que celebrar.
***
Cinco horas más tarde, un borracho arrestado, y todos los

documentos requeridos por el DPD4 completados, Mitch se paró frente a
su sexto hotel. Todas las preguntas resultaron en la misma temida
respuesta, repetida con el mismo tono profundo de Texas, rematada con
una sonrisa comprensiva y un encogimiento de hombros del personal
detrás de la recepción: no hay habitaciones disponibles. Mitch estaba
cansado y de mal humor, definitivamente harto de la cortés hospitalidad
Texana que lo dejaba sin cama. Para colmo, no había comido desde el
almuerzo. Eso claramente significaba que estaba cerca de la inanición, y
ahora refugiarse por la noche en su auto alquilado parecía ser una seria
posibilidad.
Para empeorar las cosas, el último establecimiento lo rechazó

incluso antes que entrara al vestíbulo. ¿Qué demonios? Esto era Dallas
por el amor de Dios, nunca había tenido problemas para encontrar un
lugar decente donde quedarse... nunca. Quién podría haber anticipado
que la Asociación Internacional de Policías había elegido a Dallas, Texas,
para su conferencia anual, y aparentemente también lo había hecho
Geekfest, el mismo fin de semana. ¿Qué había en Dallas que pudiera
4
Departamento de Policía de Dallas.
32
entretener a todos estos oficiales y técnicos al mismo tiempo? Mitch se

paró en los escalones de entrada del hotel Omni, esperando que le
devolvieran el auto. Debido a esa tontería en el vuelo, tenía horas de
retraso, su estómago ahora había comenzado a hacer ruidos molestos y
su paciencia se había agotado.
De la nada, seis hombres fornidos tropezaron con los escalones

donde estaba parado. Ruidosos, tambaleantes y claramente borrachos.
Uno perdió el equilibrio y cayó en picado, echando a tierra efectivamente
a todos los hombres de su grupo en un intento por salvarse de la caída.
Mitch dio un paso hacia atrás, observando toda la escena en cámara lenta
frente a él. Ahh... ahora comenzó a tener sentido por qué Dallas era el
lugar para tantos turistas y convenciones en octubre: un clima agradable
y muchos bares a poca distancia de los hoteles los atraerían como moscas
a la miel.
Mitch palmeó su teléfono, luego marcó la única otra opción que

tenía. Colt contestó al tercer timbre.
—¿Hola? —La voz de Colt era grave y gruesa. Claramente había

estado durmiendo.
—Por favor, dime que no te has convertido en un viejo hombre

casado que ya estás dormido a las diez de la noche —bromeó Mitch.
—Son las once cuarenta y cinco, ¿y qué pasa? —preguntó Colt.
—¿Quién es? —Mitch escuchó la voz apagada de Jace al otro lado

de la llamada. Claramente los había despertado a ambos. Maldición.
—Mitch, cariño —dijo Colt a Jace.
—¿Todo está bien? —Los dos preguntaron al unísono.
33
—Escucha, aparentemente hay algunas conferencias en el centro.

Llegué tarde al hotel y me dejaron sin habitación. Necesito un lugar
donde pasar la noche. —Mitch observó cómo su auto se detenía frente a
él. La bola de boliche humana y sus hombres finalmente llamaron la
atención suficiente, y varios miembros del personal del hotel se
apresuraron a ayudarlos.
—Tenemos una habitación extra. ¿Necesitas que vaya a buscarte?

—preguntó Colt. Mitch tuvo que recorrer el camino largo alrededor de los
hombres que llevaban adentro para llegar al valet. Tomó sus llaves, le
entregó al chico un billete de diez dólares y estaba en el auto conduciendo
hacia el norte de Dallas, donde Colt y Jace vivían mientras Colt le
transmitía la conversación a Jace.
—Tengo un coche de alquiler. Me dirijo allí ahora. Enciende la luz

y, por el amor de Dios, asegúrense de ponerse algo de ropa. No quiero ver
nada que te haga querer patearme el trasero —se rió Mitch.
—¡Así es! Todavía te debo una paliza —comenzó Colt, pero hubo
algún tipo de conmoción en el otro extremo de la línea, entonces oyó la
voz de Jace.
—Ignóralo. Te enviaré un mensaje de texto con la nueva dirección.

Llama si te pierdes, te estaremos esperando —respondió Jace.
—Tengo tu dirección en mi teléfono. Ya me está dando las

instrucciones. Voy en camino. —Mitch finalizó la llamada mientras
recorría Pearl Street para llegar a la autopista North Dallas Tollway
directamente a la nueva casa Michaels-Montgomery.
34
Capítulo 5
Mitch condujo por las calles tranquilas del barrio Preston Hollow,
asombrado por el tamaño de las casas.
Esta parte de Dallas apestaba a dinero, pero no tenía idea que

lugares como este estuvieran escondidos dentro de los límites de la
ciudad.
La luz de la luna guió su camino cuando comenzó a reducir la

velocidad para leer mejor las direcciones en los buzones.
Cuando encontró su destino, se detuvo, sus cejas se alzaron

mientras conducía a través de una puerta de seguridad en un camino
circular hacia una de las casas más hermosas que había visto.
No muy seguro de qué hacer, Mitch estacionó el coche en medio del

camino de entrada y tomó sus maletas del asiento trasero. Colt abrió la
puerta principal antes que llegara a la mitad del camino de piedra.
—Hey, hombre, me alegra que nos hayas llamado. Deberías haber

planeado quedarte aquí para empezar —dijo Colt, abriendo la puerta para
que Mitch entrara.
—Gracias por invitarme. —Mitch estaba de pie en el vestíbulo,

admirando los altos techos abovedados, el gran candelabro y la escalera
curva.
—Adelante —dijo Colt, atrayendo a Mitch más adentro de la casa.
—¿Quién hubiera pensado que tantos policías podrían dejar su

puesto para ir de fiesta en la gran D? Bonito lugar, hombre. No sabía que
los animadores pagaran tan bien —bromeó Mitch, sonriendo a Colt. Jace
35
se había convertido en el principal sostén de su pequeña familia desde el

retiro de Colt de la NFL, algo que Colt había tomado increíblemente bien.
—Sí, yo tampoco. Deberías ver el regalo de bodas que Jace me

compró. Es un Shelby Mustang GT500 de 1967. Lo he estacionado en el
garaje en un lugar especial de honor —anunció Colt, dándole una
palmada en la espalda a Mitch mientras se jactaba.
—Joder, hombre, terminé en el negocio equivocado por lo que

parece. —Mitch le sonrió a Colt.
—Sí, tú y yo. Pasé todos esos años siendo golpeado en la cabeza

para ganar dinero. ¿Quién hubiera pensado que la entrada era un
gimnasio de animadores? Jace lo ha hecho muy bien. Mi vecino, unas
pocas casas más allá, resulta ser el presidente Bush. Todavía no nos ha
invitado a cenar, pero estoy seguro que es solo cuestión de tiempo. —Eso
hizo reír a Mitch.
—Bueno, podrías haber tenido una oportunidad si no hubieras

jugado para Nueva York. Ningún fanático incondicional de Dallas se
codearía con un Panther de Nueva York —agregó Jace en voz alta
mientras bajaba las escaleras—. Es bueno verte, Mitch.
—Me alegro de verte, amigo. —Por los viejos tiempos, Mitch esperó
a que Jace llegara al último escalón y lo agarró antes de darle un fuerte
abrazo. Jace emitió un sonido complacido y Mitch no pudo resistir el
impulso de mover las cejas hacia Colt.
—Jace, ¿realmente tienes que alentarlo? —preguntó Colt cuando

Jace se apartó del abrazo. Mitch no pudo evitar reírse cuando Colt se
acercó y deslizó un brazo alrededor de su esposo, acercándolo a su
costado. Incluso después de todo este tiempo, Colt sentía la necesidad de
irradiar su posesividad. La sonrisa que Jace le dio a su amante hizo que
el ceño de Colt se ensanchara—. Eres demasiado guapo para que Mitch
36
se quede aquí. Creo que necesita dormir en su auto esta noche. El clima
es agradable esta época del año. Será como un campamento.
—No, él no dormirá en su auto. Vamos, Mitch. Acabo de cambiar

las sábanas en la habitación de invitados. ¿Has comido algo? —preguntó
Jace, señalando a Colt para que agarrara el bolso en la puerta principal.
Mitch dejó que Colt cargara la bolsa mientras subía por la parte trasera
mientras Jace los conducía a la habitación.
Nunca dejaba de sorprender a Mitch cómo Jace y Colt encajan tan

bien juntos. Tenían una facilidad en ellos. La forma en que Colt miraba
a Jace como si fuera lo único que importaba en todo el mundo, y la forma
en que Jace siempre sabía exactamente cómo manejar a su hombre.
Como siempre, cuando pasaba tiempo con ellos, Mitch sintió una
punzada de algo tirando de su corazón. Algo que no podía identificar
cuando los miraba. ¿Estaba celoso? Joder, sí, lo estaba, y eso sacudió
mentalmente su cerebro hiperactivo, aplacando rápidamente la
sensación.
—¿Sigues siendo vegano? —preguntó Mitch, cambiando el tema en

su cabeza. Y eso recibió una risita de Colt.
—Por supuesto, ¿tienes hambre? —preguntó Jace mientras subían

las escaleras.
—Tomé una hamburguesa en el camino.
—Consigo tocino para el desayuno —agregó Colt, como si eso

demostrara que todavía estaba a cargo de su propia comida. Uh, sí, claro.
Mitch tuvo que sonreír ante ese pensamiento porque tenía experiencia de
primera mano viendo a Jace preocuparse por los hábitos alimenticios de
Colt. De ninguna manera el chico comía demasiada carne. La única carne
que Colt recibía era el gran corte de carne de primera que Jace le
introducía todas las noches, tipo con suerte.
37
—Aquí, esta es tu habitación. —Jace se detuvo en la primera puerta

de arriba. Encendió las luces, iluminando una habitación grande y
hermosa con una enorme cama king-size y un televisor de pantalla plana
de cincuenta pulgadas. Esto era mucho mejor que cualquier hotel en el
área del aeropuerto de Dallas.
—Quédate todo el tiempo que necesites —ofreció Jace mientras

Colt tiraba la bolsa de lona sobre la cama. Mitch giró en un círculo lento.
Esta habitación de invitados estaba decorada mejor que toda su casa.
—Hay un baño por aquí —dijo Colt, caminando hacia la puerta de

conexión y encendiendo el interruptor de la luz—. Siéntete como en casa.
Jace se va temprano por la mañana. ¿Necesito levantarte a una hora
determinada mañana? —preguntó Colt.
—No, lo tengo, estoy bien. Por cierto, este lugar es genial. Parece
que esta noche dormiré como un rey. Realmente lamento haberlos
despertado.
—El control remoto está en el cajón. El código del Wi-Fi está en la

parte posterior —dijo Colt mientras sacaba a Jace de la habitación, sin
esperar a que Mitch respondiera.
—Haznos saber si necesitas algo. —Jace habló mientras era

arrastrado fuera.
—O no —gritó Colt, y Mitch se echó a reír. Agarró su computadora

portátil y se sentó a la cabecera de la cama, levantando los pies mientras
la encendía y sacaba el control remoto del cajón. Su instinto le dijo que
Dallas se había convertido en el lugar más seguro del planeta. ¿Qué tipo
malo en su sano juicio aparecería aquí este fin de semana? ¿Y por qué
nadie lo había descubierto antes? En unas pocas pulsaciones de teclas,
inició sesión en su computadora para verificar el estado del caso.
38
***
—Sí que se va temprano. —Mitch se apoyó contra el marco de la

puerta de la cocina, mirando a Colt agregar tocino a la sartén.
—Trabaja duro todos los días, pero los fines de semana son grandes
horas de gimnasia porque los chicos están fuera en la escuela todo el día
—dijo Colt, moviendo el tocino, bajando la temperatura del quemador.
Obviamente tenía mucho cuidado al cocinar el tocino a la perfección.
—Entonces, ¿estás diciendo que chicas y chicos adolescentes se

levantan de la cama al amanecer para ir a entrenar? No lo creo. —Mitch
sacudió la cabeza, tomó la taza de café que Colt le entregó y luego se
sirvió.
—Eso es lo que yo pensaba también, pero lo hacen. Él suele estar

allí hasta altas horas de la noche. Da todo a esos chicos. Cualquier cosa
que necesiten, él está allí ayudándolos. Deberías ver su gimnasio. Es
realmente increíble. —Colt sonaba orgulloso y volvió a revisar la freidora
hasta que estuvo satisfecho que todo estaba cocinándose
perfectamente—. Agregué cuatro piezas para ti.
—¿De verdad? ¿Entonces eso significa que el resto es para ti? Tiene
que haber al menos veinte o más rebanadas en ese paquete.
Mitch se echó a reír cuando Colt le lanzó una sonrisa emocionada,

luego volvió a girar las tiras de manera experta.
—Jace vigila de cerca todo lo que como. No ha dejado de ser una

combinación de mamá osa y Florence Nightingale. Tengo que conseguir
lo que pueda —dijo Colt, sacando un cartón de huevos del refrigerador,
tomándose su tiempo para romper cuidadosamente cada uno sobre un
tazón.
39
—Parece que les va bastante bien. —Mitch se llevó la taza

humeante a los labios y tomó un trago de la deliciosa bebida caliente.
—Creo que sí. Estoy tomando algunos actos de radiodifusión y

conferencias públicas, pero mi objetivo principal es esforzarme por ser
todo lo que necesita —respondió Colt, tirando la última cáscara de huevo
en el cubo de basura antes de batir los huevos, y luego verterlos en la ya
caliente sartén.
—Eso es todo lo que cualquiera podría pedir, o al menos, así lo veo

yo. Jace tiene suerte de tenerte, Colt. No trato de cambiar de tema, pero
estaba pensando que si el día resulta como creo que será, esta misión
será una gran pérdida de tiempo. Entonces tal vez podamos salir. Tal vez
cenar, bailar, ese tipo de cosas. Van a clubes, ¿verdad? Si no, cenar está
bien. —Mitch observó a Colt colocar las tiras de tocino cocidas sobre una
toalla de papel.
—No, voy a cualquier parte. No he tenido ganas de beber desde que

volví con Jace. A veces vamos a un club cerca del centro. —Colt tomó dos
platos del gabinete dividiendo los huevos revueltos por igual, pero solo
agregó cuatro pedazos de tocino al plato antes de entregárselo a Mitch.
—Genial. Debería saber algo con seguridad en las próximas dos

horas, pero apuesto a que me iré esta noche. Tengo la sensación que
nuestro hombre no se presentará, a pesar que todavía no lo han llamado.
—No hay problema. Llamaré a Jace y se lo haré saber. No hemos

bailado en mucho tiempo. A Jace le encanta bailar, y me encanta verlo
sacudir su trasero —dijo Colt y le guiñó un ojo antes de meterse unas
rodajas más de tocino en la boca—. Oh, Dios mío. Tocino. Viene de Dios.
Mitch se rió del éxtasis en la cara de Colt, luego señaló el montón

de tocino en el plato de su amigo.
40
—Realmente no planeas compartir, ¿verdad?
—¡Diablos, no! Te di una habitación para dormir, pero trazo la línea

en mi tocino. Si todavía tienes hambre, hay una gran variedad de
productos de yogurt en el refrigerador. A Jace lo vuelven loco todos los
sabores. Sírvete —ofreció Colt, sin disminuir su consumo de tocino.
—Está bien. Esto servirá —agregó Mitch, comiendo una gran parte
de los huevos revueltos.
—Sí, así es como me siento sobre el yogur también.
***
—Jódete. A la mierda este equipo y a la mierda este estado. —Mitch

fulminó con la mirada a Brody Masters, jefe de la oficina de campo de
Dallas y amigo desde hace mucho tiempo. Tal como había supuesto,
Carlos Chávez no se presentó a pesar que su fuente más confiable les
había dicho que estaría allí hoy. Los malditos informantes apestaban, y
esto se estaba convirtiendo en nada más que una gran y mala broma
mientras todos flexionaban sus músculos, tratando de esconderse para
no convertirse en el chivo expiatorio. Lo que Mitch no podía entender era
por qué demonios se habían molestado en llamarlo. Se habría sentido
feliz de permanecer escondido en esa grandiosa habitación, durmiendo
un poco.
—Puedo ver por qué te sientes así —comenzó Brody, pero Mitch no
estaba listo para escuchar más sobre el tema.
—No, jódete. Tengo un caso que requiere atención seria, y tus

jodidos chicos ni siquiera pueden darse cuenta que hay una conferencia
de policías en la ciudad. Me tomó alrededor de un minuto saber que
estaban aquí y otro minuto más para darme cuenta que ningún fugitivo
sería lo suficientemente tonto como para mostrar su rostro en una ciudad
41
llena de agentes de la ley, lo que me imposibilita hacer el arresto. —Mitch

se paseó por el fondo de la oficina, dejando que el veneno saliera de sus
labios. De hecho, la mayor parte de la frustración que había estado
sintiendo durante bastante tiempo estaba siendo alimentada, lo que
empeoraba todo.
—Mitch. —Brody comenzó de nuevo, pero lo interrumpió.
—No, el maldito hotel Omni probablemente ha estado destellando

“Bienvenidos a Dallas, Conferencia Internacional de la Aplicación de la
Ley” en el costado de su edificio durante la última semana. El puto
American Airlines Center ha publicado pancartas durante las últimas dos
semanas. El barista de Starbucks en la planta baja me contó esa pequeña
información cuando entré en el edificio. —Mitch hizo un gesto con las
manos mientras hablaba, completamente alterado—. Y mientras estamos
en eso, ¿por qué ninguno de tus hombres ha podido identificar a Chávez
por sí mismos? ¿Por qué me necesitan en tu oficina de campo? Tiene que
haber dos docenas de Alguaciles alojados aquí. El FBI ha estado
trabajando en este caso durante tres putos años. —Mitch se adelantó y
abrió la carpeta de archivos en el escritorio que los separaba. Sabía la
respuesta. Chávez era un astuto hijo de puta.
Podía convertirse en cualquiera y no tenía problemas para pagarle

a la gente para hacerse pasar por él.
Mitch solo conocía al tipo porque hace quince años, mucho antes
de haber conseguido un trabajo con el Servicio, había estado de fiesta en
México y se había topado con el auto del tipo.
—¿Has terminado? —preguntó Brody, sin mirar las páginas y

páginas que Mitch pasaba sin ninguna foto de Chávez.
—¡No! Porque me di cuenta de por qué le quitas las armas a tu

personal en la recepción. Porque sabes que habría tenido que dispararle
42
a alguien por todo esto. Ahora, ya terminé. —Mitch se dejó caer con fuerza
en el asiento frente a su amigo—. No puedo creer que te hayas convertido
en administrador. ¿Ese traje y corbata no te quita la voluntad de vivir?
—No, en absoluto. Y puedo ver que no sentiste la necesidad de

vestirte hoy. ¡Espera! Creo que en realidad compramos esa camiseta
juntos en el concierto de Grateful Dead en el setenta y ocho. —Brody se
recostó en su silla de cuero negro, con una sonrisa presumida en las
comisuras de sus labios.
—Ja. Ja. Ni siquiera había nacido en el setenta y ocho. Eres un

hombre viejo si incluso recuerdas eso —bromeó Mitch, pasando las
palmas de las manos sobre su camiseta—. Y no hay nada malo con mi
camiseta.
—Soy un hombre viejo. Cumpliré cuarenta y cinco este año. No eres

tan joven, ya sabes. Demasiado viejo para perseguir todo lo que camina.
—La sonrisa presumida de Brody volvió.
—Habla por ti, y no persigo todo lo que camina. —Pero su amigo lo

tenía ahí. Brody tenía razón, no se estaba volviendo más joven y fue una
admisión de hombre a hombre. Nunca lo admitiría ante nadie, pero en
cierto nivel, envidiaba lo que Brody y su esposa tenían. Veía esa misma
conexión en Colt y Jace, pero era un concepto tan extraño para él.
El trabajo de Mitch exigía toda su atención, y la mayoría de los

chicos con los que dormía no podían soportar las horas que trabajaba. Y
ciertamente no tenía relaciones a largo plazo, no tenía tiempo para eso.
Tal vez por esa razón había aceptado el hecho que permanecería soltero.
Honestamente, culpaba a Jace y Colt por esa pequeña sensación
persistente en su corazón que insistía en que algo faltaba. ¿Era un
solitario? Demonios, no lo sabía. Colt y Jace lo hicieron parecer fácil, pero
él lo sabía mejor. No tenía tiempo de lidiar con todos los problemas,
43
preguntas y equipaje, sin mencionar el trabajo que una relación traería.

Su trabajo era primero, fin de la historia. No era algo malo.
—Escucha, Margie y yo queremos llevarte a cenar esta noche. Ella

preguntó por ti no hace ni dos días. —La voz de Brody lo sacó de sus
pensamientos.
—De ninguna manera te dejaré salirte con la tuya tan fácilmente.

¿Te dije que ni siquiera pude conseguir una habitación anoche? Me quedo
con amigos. Así que los llevo a cenar por aceptarme en su casa a
medianoche. Demonios, debería haberte llamado y despertarte anoche.
Le habría servido bien a tu culo arrepentido —declaró Mitch.
—¿Te vas a quedar con Colt Michaels? —preguntó Brody,

enderezando los papeles que Mitch había empujado por todo su
escritorio. Mitch frunció el ceño ante el cambio en el tono de Brody.
Parecía un poco curioso y como si su estado de ánimo se elevara.
—Sí, ¿cómo lo supiste? —preguntó cuidadosamente.
—Mi hijo me ha estado acosando por obtener su autógrafo. Quiere

que su tío Mitch lo ayude. —Brody lo miró con una gran sonrisa tonta en
la cara.
—Oh, Dios mío. ¿Acabas de hacer chantaje con tu hijo? —Mitch

sacudió la cabeza e intentó no sonreír.
—Sabes que eres su tío favorito —se rió Brody, yendo a matar.
—No lo soy. Solo he visto al chico una vez. Y obtendré el autógrafo

si te callas. —Mitch se pasó las manos por los vaqueros gastados y se
levantó—. Voy a usar una sala de conferencias durante las próximas
horas.
44
—Seguro. Por lo que vale, lamento todo esto —dijo Brody,

extendiendo una mano hacia Mitch.
—Sí, gracioso, no te creo —respondió Mitch con una sonrisa y

estrechó la mano ofrecida.
—No dejes que eso te impida hacer lo correcto para tu sobrino —

replicó Brody. Mitch lanzó otra carcajada cuando abrió la puerta. Las
cabezas se volvieron en el equipo de fin de semana. Debió haber hablado
más fuerte en la oficina de lo que se dio cuenta. Mitch los ignoró a todos
y regresó a la habitación que había usado como oficina en muchas
ocasiones a lo largo de los años.
Horas después, Mitch se recostó en la silla de la sala de

conferencias, con toda su atención enfocada en la pantalla de la
computadora frente a él. Su compañero de juego en línea y hacker de
seguridad de la NSA, Aaron Stuart, había elaborado discretamente un
informe de todos los grupos de odio conocidos en el país. En algún lugar
al investigar cuatro asesinatos y tres intentos de asesinato, vinculados a
través de la orientación sexual de la víctima, había reducido a los
sospechosos a ciudadanos de los Estados Unidos. Como los
homosexuales eran los únicos objetivos conocidos hasta ahora, tenían
que ser impulsados por el odio homofóbico.
Para lo que Mitch no estaba preparado era para la extensa lista de

grupos documentados que se oponían a la homosexualidad. Había miles
y miles de nombres listados. Con el concepto de no dejar piedra sin
remover, se tomó el tiempo de revisar a cada posible sospechoso,
reduciendo las posibilidades. La edad, la capacidad financiera y los
antecedentes eran calificaciones clave de quién iba o salía de la lista.
Había una mejor oportunidad de encontrar una aguja en un pajar,

pero en este momento estaba desesperado.
45
Con un profundo suspiro, Mitch se apartó del escritorio y se

levantó, estirando sus largas extremidades. Se pasó los dedos por el pelo
muy corto, luego por la barbilla, agitado mientras pensaba en todo lo que
había hecho fuera del reloj y con su propio dinero para construir este
caso.
Había ido a la ciudad natal de cada víctima y entrevistó a tantos

amigos y familiares como pudo encontrar. Investigó las escenas del
crimen, obtuvo todos los informes policiales e hizo todo lo que sabía
hacer, tratando de descubrir cómo se unían estos casos. Pidió favores a
su compañero, Kreed Sinacola, quien había repasado toda la información
que podía. También había usado a Aaron Stuart para recopilar
información que no podía obtener fácilmente por su cuenta. Entre el
instinto de Kreed y las increíbles habilidades de hacker de Aaron, este
caso debería haber sido más fácil, pero no fue así, probando que la
persona detrás de estos actos estaba muy bien entrenada y bien
financiada.
Si hubiera podido encontrar algo sustancial, estaba seguro que su

director habría tomado algunas medidas para que se notase este caso,
pero necesitaba ayuda. Quien estaba detrás de esto era demasiado
inteligente.
Había demasiados métodos diferentes de ataque, incluso si los

casos subyacentes gritaban similitudes.
La pregunta del millón de dólares apareció nuevamente. ¿Qué

estaba pasando por alto Mitch? Una y otra vez, se hacía esa pregunta. Y
cada vez, mentalmente marcaba los hechos, con la esperanza de
identificar el elemento perdido. Todas las víctimas eran hombres
homosexuales, pero ninguno tenía contacto entre sí. No frecuentaban los
mismos círculos sociales, ni estaban en las mismas áreas del país. El
46
único otro denominador común era que todos estos hombres estaban
fuera: aceptaban quiénes eran.
Fue por insistencia de Aaron que agregaron notorios grupos de odio

a la mezcla. Mitch no veía la relación.
Para él, esta era una operación de un solo hombre. Los grupos
habrían filtrado la información por ahora. Alguien habría estado
hablando o presumiendo, de ninguna manera podrían haber ocultado
todo esto.
Ahora, la desesperación hizo que Mitch intentara algo. Si pudiera

reducir los grupos, luego investigar su jerarquía, tal vez podría encontrar
una pista. Por lo que había leído hasta ahora, ninguno de esos grupos
estaba tan bien organizado, y quienquiera que haya hecho esto era
meticuloso. Mitch aprendió hace años que el odio engendra odio, y esos
grupos siempre tenían demasiadas luchas internas para dominar este
tipo de crímenes sin que alguien se enojara en el proceso y revelara sus
secretos.
Mitch recuperó sus descarriados pensamientos y se sentó para

continuar aislando a los grupos. Quién sabía cuánto tiempo había pasado
cuando su teléfono vibró en su escritorio, llamando su atención. Miró el
nombre de Colt en el identificador de llamadas. Alcanzó el teléfono para
abrir el mensaje.
Jace está libre esta noche. Estamos listos para ir si tú lo estás.

Háznoslo saber.
Mitch respondió el mensaje.
Bien. Te avisaré si algo cambia. Tu chico animador invita, ¿verdad?
Colt respondió de inmediato.
47
¿Qué? Dijiste algo sobre una cena de agradecimiento... agradéceme

por sacarte de las calles.
Sí, eso fue antes que viera dónde vives y el coche que conduces. Soy
un servidor público del USMS. Gano una miseria.
No estoy demasiado contento con tu obsesión por mi chico. Creo que

necesito patearte el trasero. ¡Finalmente!
Había tenido que esperar casi veinticuatro horas para que Colt
fuera allí esta vez.
Adelante, idiota. Te veré en la casa más tarde. Elige un restaurante

de parrilla.
Respondió Mitch, sonriendo ante sus bromas. Comenzó a empacar

su trabajo. Necesitaba hacer tiempo para un entrenamiento rápido, y
podía acceder a casi cualquier gimnasio en cualquier lugar, parte del
paquete de beneficios de los Alguaciles. También tenía que hacer algunas
compras, lo que odiaba, pero no había traído nada decente para usar.
48
Capítulo 6
El sonido de la voz del presentador de noticias hizo que Cody mirara
la televisión de pantalla grande. Se sentó en su espaciosa habitación en
el hotel Embassy Suites en la zona alta de Dallas. Escuchó a medias
mientras el periodista hablaba sobre las conferencias de la aplicación de
la ley y el Geekfest que se celebrarán aquí en la ciudad este fin de semana.
Desde la perspectiva de Cody, dejando a un lado el intenso tráfico, no
podría haber elegido un mejor momento para visitar la ciudad.
La conferencia ni siquiera se le había pasado por la cabeza en el

momento en que hizo sus reservas, pero por el lado positivo, el hotel que
había elegido estaba invadido por hombres guapos y eso no podía ser algo
malo. Honestamente, había trabajado en el gimnasio del hotel durante
aproximadamente una hora después de registrarse, y había tantos chicos
calientes levantando hierro que tuvo que concentrarse para no mirar.
Demonios, Cody incluso había considerado bajar a la hora del

cóctel gratuito que ofrecía el hotel, pero finalmente decidió no hacerlo.
Realmente quería ver qué ofrecía este club nocturno, JR’s. Después de
todo, el club era la razón principal por la que había venido hasta Dallas
en primer lugar.
Desde hace un tiempo, se le ocurrió la idea de hacer este viaje y

visitar el famoso lugar.
Cualquier club gay en Dallas que había hecho su reputación hasta

Austin tenía que ser experimentado de primera mano. Había sido una
coincidencia afortunada que él pudiera ayudar a Mason yendo a Anna,
Texas, y revisar ese caballo. Incluso había dejado que Mason creyera que
había hecho todo este viaje solo para él, ya que Mason no pudo encontrar
el momento para viajar. Cody había justificado esa pequeña mentira
49
piadosa porque eso era exactamente lo que los hermanos se hacían el

uno al otro. Pero a decir verdad, había tenido esta reserva durante
aproximadamente un mes, justo después de haber obtenido su horario y
notado que tenía el viernes y sábado libres. ¿Cuándo había sucedido eso?
Escoger el caballo para Mason había sido fácil. Ella era

exactamente lo que le habían enviado a Mason en fotos.
Cody había pasado un par de horas con ella a la hora del almuerzo,
pero supo de inmediato que la comprarían. Incluso había negociado un
trato un poco mejor para comprarla.
En cuanto a su nueva montura, Ranger, pasó horas con él

temprano esta mañana. Realmente no podría haber pedido nada mejor.
Era una mezcla de pura sangre de cinco años de edad y tenía alrededor
de diecisiete manos de alto. A Cody le gustaban los caballos grandes
porque sostenían su gran cuerpo un poco más fácil.
Después que Cody completó la documentación requerida por el

departamento, cargaron a Ranger y Cody lo llevó a dar un paseo. Era
realmente un animal perfecto, uno que disfrutaría ayudando a cuidar.
Había tenido suerte con ese caballo.
Anoche, se había quedado en Waco después de varias horas de

recorrer el Museo del Salón de la Fama de los Rangers de Texas.
Tenía que haber mirado todo lo que podía encontrar, y gastó unos
cien dólares en la tienda de regalos comprando libros para él y recuerdos
para sus sobrinas y sobrinos. Le encantaba ese lugar, y la parada le había
dado un renovado vigor de querer ser uno de esos hombres algún día.
Cody se obligó a detener su energía nerviosa mientras reflexionaba

sobre este viaje. Había pasado la última hora preparándose, afeitándose,
depilando y debatiendo sobre qué colonia usar. Cuando salió del baño,
50
se había parado frente al armario, mirando las opciones de ropa que

había traído. Cuando no pudo tomar una decisión, se sentó en la silla
porque estaba estresado. Tenía una manera de hacerse eso a sí mismo.
Tomó algún tiempo justificar que no importaba mucho lo que

usara. No esperaba una conexión esta noche. Realmente no era un tipo
de chico de una noche, pero se había cortado y recortado allí solo en caso
que algo se presentara como una opción. Demonios, con toda honestidad,
no sabía exactamente qué esperaba de ese club. Nunca antes se había
presentado, pero quería pasar un buen rato, disfrutar de unos tragos,
celebrar su nuevo trabajo y desahogarse. También quería verse bien.
Bueno, eso sonaba razonable, y una cosa que Cody sabía con
certeza es que no se divertiría sentado solo en esta habitación,
preocupándose por su ropa. ¡Al diablo! Se levantó, cruzó la habitación,
sacó sus Wranglers favoritos de su bolsa de lona y se los puso. Decisión
tomada. No tardó mucho en terminar de vestirse. Listo para irse, se
guardó la billetera en el bolsillo trasero de sus vaqueros, agarró su
teléfono celular y las llaves de su camioneta antes de colocarse su querida
gorra de béisbol de los Rangers de Texas en la cabeza. Eso seguramente
le daría algo de confianza que parecía estar fallando en ese momento.
***
Mitch se sentó frente a Colt y Jace en el restaurante Dish en Cedar

Springs. Aparentemente, el lugar era una parada antes de ir a JR’s, el
club al que habían mencionado que querían llevar a Mitch. El restaurante
estaba abarrotado. El área del bar conducía directamente al restaurante,
y no había mucho espacio que los diferenciara. Los niveles de ruido eran
moderados, y no había absolutamente ninguna privacidad. También
parecía estar más lleno de clientes habituales que de las legiones de
oficiales que llenaban la ciudad. Mitch no creía que este restaurante de
51
fusión de comida casera sureña fuera realmente una gran atracción para
el hombre viril que vestía un uniforme.
En lo que a él respectaba, no podría haber estado más entretenido.

Jace y Colt eran divertidos. Solo decidir sobre un lugar para comer creó
un debate de una hora. Ambos estaban tan centrados en el otro que
ninguno cedería. Jace insistió en un restaurante de carne para Colt,
mientras que Colt insistió en comida saludable para Jace.
El debate continuó tanto tiempo que Mitch finalmente tuvo que

sacarlos por la puerta, y se separó de ellos para obtener un poco de paz
y tranquilidad. No estaba seguro de cuándo decidieron este lugar, pero
terminaron aquí donde aparentemente venían habitualmente.
La posesividad que Colt mostraba hacia Jace no solo se extendía a

Mitch. La dejaba salir para que el mundo la viera y en realidad era
bastante divertido. Colt mantuvo a Jace cerca de él. Él se mantuvo
atento, incluso corrigió a la camarera cuando ella repitió la orden de Jace
incorrectamente. Todos estos eran atributos nuevos para el hombre que
había visto liderar el equipo de fútbol favorito de su padre en
campeonatos consecutivos y el mismo chico fiestero que había estado
implicado en tantos comportamientos escandalosos de lo que incluso
podía comenzar a recordar.
—Hablé con tu papá la otra noche —dijo Colt. Su brazo libre cubría
el respaldo de la silla de Jace, frotando pequeños círculos en el costado
del brazo de este.
—¿En serio? —preguntó Mitch. Había renunciado a la cerveza, no

queriendo beber alcohol frente a Colt, sin importar cuánto insistiera en
que el alcohol no lo molestaba. Mitch entendía la batalla cotidiana que
Colt enfrentaba.
52
—Si. Parece estar bien. Me pidió que te dijera que deberías ir a

verlos más seguido —dijo Colt, con una sonrisa en los labios.
—Sí, recibí ese correo electrónico ayer —respondió Mitch

secamente—. ¿Cómo está tu viejo? ¿Alguna vez has aclarado las cosas
con él?
—Todavía no hemos hablado. Es mejor así; tomó su decisión —dijo

Colt, y Jace asintió.
—Disculpa, no quiero molestarte, pero ¿puedo tener tu autógrafo?

—Un joven, de no más de diecisiete o dieciocho años, se adelantó y miró
directamente a Colt. Había una clara adulación en sus ojos. Le tendió un
Sharpie negro.
—Claro —dijo Colt, desenvolviéndose de Jace—. ¿Dónde quieres

que firme?
—Aquí. —El joven levantó su camisa en medio del restaurante,

dejando al descubierto la piel bronceada y una apretada sección media—
. ¿Puedes firmar aquí? —El chico sonrió, señalando su estómago plano.
Colt hizo una pausa y miró a Jace, que parecía estar disfrutando
este momento.
—¿Él es tu novio? —El joven asintió hacia Jace—. Te vi en la

televisión, pero decían que habían terminado.
—Adelante —Jace instó a Colt a firmar.
—Es mi esposo, no mi novio. ¿Solo quieres que firme mi nombre?

—preguntó Colt, aún incierto.
—Sí. —Se mordió el labio inferior e hizo que los músculos de su

estómago se ondularan, lo que hizo que Mitch se riera en su té helado.
53
Sin duda el niño estaba tratando de impresionar. Cuando Colt firmó, el

chico miró a Mitch, y eso fue todo lo que hizo falta para que el héroe del
fútbol fuera olvidado. Miró a Mitch de arriba abajo lentamente, dejando
que su mirada permaneciera en los labios de Mitch, antes de lanzarle un
beso.
—Te destrozaría, chico —se quejó Mitch, segundos antes que el

gerente se acercara a ellos.
—¡Kenneth, compórtate! Deja a estas personas en paz. Vuelve al

bar con tus amigos —lo regañó, alejando al chico—. Lamento que los haya
molestado. —Le dio al chico una mirada exasperada, pero dirigió una
sonrisa cariñosa hacia Colt y Jace—. Me alegra que hayan vuelto esta
noche —dijo, estrechándole la mano a Colt y luego a Jace.
—Terrick, este es nuestro amigo Mitch. Mitch, este es Terrick. Es

copropietario del restaurante —explicó Jace.
—Lamento el comportamiento de Kenneth. Es un buen chico, solo

un poco coqueto. Inofensivo, te lo aseguro.
Terrick apretó la mano de Mitch a modo de saludo.
—No es un problema —aseguró Mitch al hombre. Segundos

después, Kenneth regresó, se plantó justo al lado de Mitch, deslizando
una servilleta con su número de teléfono escrito en grandes letras
moradas frente a él.
—Llámame esta noche. Te daré tan duro —dijo y se fue antes que
Terrick pudiera ahuyentarlo.
—¡Ese chico! —Terrick parecía frustrado y sacudió la cabeza, antes

de comenzar a perseguirlo. En cuestión de minutos, Mitch vio cómo
Kenneth y su grupo de amigos eran escoltados desde el restaurante. Sin
54
embargo, las palabras de despedida del chico fueron muy claras para
Mitch.
—¡Llámame, guapo!
Mitch solo observó cómo se desarrollaba la escena frente a él, y la

sonrisa nunca abandonó sus labios. Se había tomado la vida tan en serio
últimamente que no lo había pasado tan bien en mucho tiempo. Y tuvo
que admitir que el hecho que un chico le hiciera proposiciones sexuales
lo dejó sintiéndose bien. Tan bien, de hecho, que ni siquiera le molestó
que Colt se burlara como el infierno el resto de la comida. ¿El único
problema? Mitch ya no se acostaba con jovencitos. Le gustaban sus
hombres grandes, gruesos y musculosos, y ahora su mente estaba
completamente ocupada con el sexo.
55
Capítulo 7
Mitch redujo la velocidad al pasar por las puertas del bar de dos
pisos que Jace le había recomendado. Era tarde, y Jace y Colt decidieron
caminar las pocas cuadras desde el restaurante hasta el club. Mitch
conducía, queriendo tener su coche de alquiler cerca, en caso que la
noche terminara con suerte. Los hoteles claramente no eran una opción
este fin de semana, pero el asiento delantero del automóvil podría
funcionar igual de bien, si fuera necesario.
Por el aspecto del lugar, JR’s estaba lleno. Chicos por todas partes.
Cubrían las aceras, bailaban a lo largo del balcón y la gran ventana del
piso al techo iluminada lo suficiente para mostrar el lugar lleno de
hombres. La música alta, golpeando ruidosamente, incluso en la calle.
Justo el tipo de lugar que estaba buscando. Mitch condujo otros quince
metros antes de encontrar un espacio de estacionamiento libre. Perfecto.
Mitch, que nunca descansaba en la formalidad, bajó el espejo

retrovisor y revisó sus dientes, pasándose una mano por el pelo muy
corto. Le gustaba mantenerlo corto cuando estaba fuera de servicio. Su
barba recién recortada era un poco más pesada que una sombra de las
cinco en punto. Miró hacia abajo para asegurarse que el cuello de la
camisa estuviera bien. Se desabrochó un par de botones, dejando que se
le notara el pecho musculoso, antes de salir del auto. Esperaba que eso
hiciera el truco. Cerró de golpe la puerta del coche y tomó el llavero,
bloqueando el coche con la llave mientras observaba la escena a su
alrededor. Por lo que podía ver, parecía que todo tipo de hombre estaba
en el lugar: mayores, jóvenes, no parecía importar, lo que le convenía.
A Mitch le habían dicho que se daba aires, algunos lo llamaban

arrogancia. Sea lo que fuera, estaba absolutamente seguro que lo usaría
56
esta noche mientras evitaba a la multitud que esperaba la entrada justo

fuera de la puerta principal. Solo hizo un breve contacto visual con el
gorila cuando el chico dio un paso atrás y le dio un silbido. Los hombros
y los bíceps de Mitch eran más grandes que los del gorila y eso decía
mucho. El portero le sonrió y le dio acceso inmediato.
Sintió los ojos en él, así que echó un rápido vistazo por encima del
hombro al pasar por la puerta.
El gorila miró su trasero. Ladeó la cabeza hacia un lado, atrayendo

los ojos del chico hacia los suyos y le dirigió una sonrisa de verdad. Sus
hoyuelos llamaban la atención, por lo que los usaba para su ventaja. El
portero le devolvió la sonrisa. Mitch dejó que su mirada permaneciera,
luego le guiñó un ojo al tipo antes de dirigirse al bar. Tal vez podría
esperar lo suficiente para que el chico saliera del turno. El gorila era
exactamente su tipo de hombre. Quién sabía qué pasaría, pero
necesitaba mantener abiertas sus opciones.
Mitch rodó los hombros, soltando toda la energía acumulada que

aún conservaba con respecto al anterior caso estúpidamente fallido. No
iba a dejar que nada de eso arruinara su noche. Manteniendo la sonrisa
natural en su rostro, buscó a Jace y Colt, pero probablemente todavía
estaban en camino.
Qué gran lugar resultó ser. Mitch se sentía libre aquí. Cada persona
en esta sala lo aceptaba por lo que era como persona. Eso siempre
aliviaba su corazón, especialmente con el trabajo que tenía. Se detuvo
junto a la barra, colocó un billete de veinte en la parte superior y pidió
uno doble y una cerveza. Siempre vigilaba tomar alcohol alrededor de
Colt, pero si Colt podía manejar un lugar como este, seguramente sabía
controlarse. Con esos buenos pensamientos, Mitch se volvió hacia la
pista de baile. Necesitaba asegurarse de contarle a su papá lo bien que
Colt lo estaba haciendo.
57
—Hey, sexy. —Mitch escuchó sobre su hombro. Se giró para ver al

cantinero apuntando hacia abajo un vaso lleno y su cerveza antes de
tomar el dinero y pasar al siguiente. Mitch tomó el trago y luego la
cerveza, observando el mar de cuerpos en la pista de baile retorciéndose
con la música.
En momentos como estos, le encantaba el hecho que no era

inseguro. No tenía inhibiciones, y estaba seguro que no era del tipo tímido
ni se avergonzaba fácilmente. No era algo malo, y en noches como estas,
realmente valía la pena cuando salió del bar, pavoneándose hacia la pista
de baile.
Su aspecto oscuro y su cuerpo musculoso solían acercar a hombres

y mujeres por igual. Había trabajado duro en su cuerpo y tenía que
admitir que le encantaba ser un poco exhibicionista. No pasaron más de
un par de minutos antes que su nueva camisa fuera completamente
desabrochada y retirada, arrojada a un lugar desconocido. La tinta que
decoraba su cuerpo hizo el resto, lo que le valió más que unas pocas
miradas de agradecimiento.
Los hombres de JR’s estaban ansiosos por conocerlo, y él los aceptó

a todos. Era su propio pequeño juego, una especie de juego previo,
enfocando y persiguiendo lo que quería. Arrastrar el proceso hasta
encontrar la persona con la que pretendía tener relaciones sexuales era
una emoción que siempre había disfrutado. A Mitch le encantaba la caza,
probablemente por eso eligió su profesión actual.
Bailó por la pista, con los cuerpos presionados contra él, y le

encantaron las manos que le recorrían el pecho, el culo y la polla. Sí, su
parte favorita. Creó anticipación a medida que crecía con las caricias
intencionales y los apretones.
¿El único problema? La cultura civil recién iluminada hizo que

muchos hombres homosexuales desarrollaran una conciencia.
58
Mitch recordó un momento en que cualquiera de estos tipos

estarían listos para ser escogidos. El sexo en los baños había sido una
forma de vida. Ya no era tanto así. Escogería uno, y solo uno, para la
noche. Lástima, porque había algunos tipos guapos frotándose sobre él.
Unos treinta minutos después, necesitaba un descanso. El

zumbido del trago doble y la cerveza estaba desapareciendo. Necesitaba
refrescarse. Mitch se abrió paso desde el medio de la pista de baile,
mostrando esos hoyuelos mientras llamaba la atención de cada hombre
por el que pasaba.
Estaba tan genuinamente feliz de estar aquí y no atascado en su

propia cabeza como lo había estado desde que conoció a Colt y Jace. Solo
entonces recordó que ya deberían estar allí. Mitch hizo una búsqueda
rápida y los encontró bailando en el exterior de la multitud. Estaban
envueltos uno alrededor del otro, moviéndose más lento que el ritmo de
la música, completamente perdidos el uno en el otro. Eran sexys. La leve
punzada de celos por la intimidad que compartían no pasó desapercibida.
Quizás algún día podría encontrar lo que tenían, pero por el

momento, Mitch volvió a mirar a la pista de baile, no podía molestarse
cuando había tantas otras opciones.
La barra estaba desafortunadamente apilada. Mitch se abrió paso

hacia un lado, encontró un agujero y se deslizó dentro. Levantó una mano
para llamar la atención del cantinero. Gritó su orden, recibió un
asentimiento y sacó otros veinte mientras esperaba. Echó un vistazo a la
habitación antes de volverse hacia el camarero que estaba siendo
arrastrado en demasiadas direcciones diferentes. Esto iba a tomar un
tiempo. No fue hasta que miró hacia el banco de mesas a su izquierda
que lo vio. El tipo se sentaba en la esquina oscura de la barra, con una
gorra de béisbol bajada sobre su cabeza, y por alguna razón, la forma en
que llevaba esa gorra llamó la atención de Mitch.
59
Mitch pasó de mirarlo por encima del hombro a girar a la derecha

hacia él. ¿Por qué no lo había notado antes? El Señor Gorra era todo un
vaquero, con zapatos un poco mejor que botas de trabajo, vaqueros
ajustados y desgastados, y una camiseta blanca con algún tipo de diseño.
La camiseta estaba bien estirada sobre un pecho bastante impresionante.
El bulto de sus brazos era obvio, haciendo que los vaqueros de Mitch se
apretaran mucho más.
Sí, no le importaría conocer a este tipo.
El chico se sentó allí en una mesa alta, mirando alrededor de Mitch,

mirando hacia la pista de baile, como si estuviera tratando de permanecer
invisible. Mitch observó cómo los largos dedos rodeaban la botella de
cerveza frente a él y se la llevaban a los labios.
¡Mierda! Esos labios eran una tentación que necesitaba probar.

Mitch estaba hechizado. No podía apartar los ojos del tipo.
Cuando el Señor Gorra inclinó su cabeza hacia atrás para beber su

cerveza, Mitch gimió en voz alta mientras observaba cómo la manzana de
Adán se movía de arriba abajo con cada trago. La polla de Mitch notó
demasiado el movimiento, y tuvo que agacharse para ajustarse. Por sus
acciones, Mitch supuso que el tipo debía estar recién salido o
completamente incómodo con su sexualidad.
¿Cuánto tiempo había pasado desde que Mitch estuvo allí,

haciendo lo mismo? Bueno, esa respuesta era clara.
¡Nunca! Comenzó a explorar su sexualidad a una edad muy

temprana, y si la verdad fuera dicha, la exploró cada oportunidad que
tuvo. Él era quien era... siempre. Y su familia siempre lo había aceptado.
60
Cuanto más tiempo pasaba a comiéndose con los ojos a este tipo,
más lo deseaba. Mitch extendió la mano, tirando su gorra de béisbol hacia
atrás, no hacia afuera, sino hacia arriba de su cabeza.
—No puedo verte si te escondes debajo de esa gorra —gritó Mitch,

mostrando al hombre su mejor sonrisa. El camarero colocó sus bebidas
en la barra y, después de un minuto, le arrebató los veinte de la mano
con un fuerte resoplido.
A Mitch no le importó una mierda lo que hizo el cantinero. Estaba

cautivado por una cara asombrosamente hermosa y ruda. Una que no
estaba preparado para ver.
El tipo era un poco mayor de lo que Mitch había pensado

originalmente, y era jodidamente hermoso. Mierda, esos labios carnosos
y la mandíbula fuerte cubierta con el rastrojo de un día hicieron que
Mitch tuviera todo tipo de comportamiento lascivo. Brillantes ojos azules
enmarcados con pestañas gruesas se dispararon hacia los suyos. El
pánico brilló en sus profundidades. El tipo levantó su gorra, se pasó la
mano por el cabello rubio claro y arenoso y volvió a colocarse la gorra
sobre la cabeza.
Cuando lo hizo, Mitch notó un tatuaje en la parte superior de su

pecho que se asomaba por debajo del material de algodón de su camisa,
y quería ver más. A Mitch siempre le habían gustado los rubios grandes
con ojos azules y tatuajes. ¿Había muerto y había ido al cielo?
—No puedo decidir si quiero ser visto —dijo finalmente el tipo y

miró hacia abajo. Ya no estaba haciendo contacto visual, y era difícil
saberlo con esta iluminación, pero Mitch podría haber jurado que vio un
sonrojo. ¿Un sonrojo? ¿Cuánto tiempo había pasado desde que había
visto uno de esos? Mitch le retiró la gorra completamente y levantó la
cara del chico colocando su dedo debajo de la barbilla.
61
—Justo como pensé. Te queda bien. —Fue un sonrojo. Maldición.

Eso era muy caliente, y su polla se sacudió en aprobación.
—¿Huh?
—¿Cuántos años tienes? —preguntó Mitch, mirando arriba y abajo

por el gran cuerpo del Señor Gorra. Tenía muslos gruesos y musculosos
que hacían que los vaqueros que usaba se apretaran en los lugares
correctos, mostrando un paquete muy agradable.
—¿Puedo recuperar mi gorra, por favor? —preguntó el tipo, pero no

se movió de debajo del agarre que Mitch tenía en su barbilla. Modales y
buena apariencia... deseaba a este tipo, mucho.
—Tal vez, si respondes la pregunta —bromeó Mitch, dándole una

sonrisa y un guiño.
El chico tragó saliva y sus ojos se movieron hacia los labios de

Mitch. Buena señal.
—Tengo veintiséis —respondió. Mitch asintió y metió la banda de

la gorra del rubio en la parte posterior de su cintura, antes de levantar
un par de dedos hacia el cantinero. Mitch aún no estaba listo para
renunciar a la gorra. Pensó que la mantendría por un tiempo más, un
seguro para que el tipo no se esfumara.
Mitch observó mientras el cantinero trabajaba y le entregaba su

bebida al caliente chico de campo. ¿Cómo había pasado este hermoso
chico por debajo del radar? Y una mejor pregunta, ¿por qué no estaba en
la pista de baile?
—Bebe esto —dijo Mitch, empujando el chupito en la mano del

chico. El cantinero colocó dos bebidas más frente a él. Ausentemente sacó
otros veinte de su bolsillo, sin siquiera prestar atención al cambio que le
ofrecía.
62
—¿Qué es? —preguntó el tipo.
—¿Importa? —lo desafió Mitch—. Bébelo. Y éste también.
Mitch se tragó el suyo de un trago. El tipo hizo lo mismo y luego

bebió el otro, antes de golpear el vaso contra la madera pulida. Era coraje
líquido. Mitch tomó su cerveza, alentando al chico a beber la suya, y lo
hizo. Mitch volvió a colocar las dos botellas vacías en la barra antes de
agarrar la mano del tipo y levantarlo.
—Vamos a bailar —informó Mitch al Señor Gorra, ignorando la lista

de objeciones y excusas que arrojó. Fue un trato forzado ya que el tipo
luchó contra él en cada paso que dio, pero Mitch no estaba aceptando un
no por respuesta. Le llevó un minuto llegar al borde de la pista de baile.
No era un gran bebedor, por lo que el chupito ya había comenzado a
hacer efecto.
Cuando el chico finalmente se liberó de su agarre, se dio la vuelta.

Era más alto de lo que Mitch se había dado cuenta, tal vez más que su
metro noventa y cinco. Mitch no podía dejar que se fuera, eso no estaba
en su plan. Extendió la mano, enganchando un brazo alrededor de la
cintura del chico antes que pudiera salir corriendo.
El movimiento cogió a Gorra con la guardia baja y el toque se

convirtió en uno de cuerpo completo cuando Mitch lo empujó con el peso
de su cuerpo hacia el centro de la pista de baile.
—Es más fácil cuando simplemente te lanzas. Ya sabes, como una

tirita. Siempre es mejor si solo lo liberas. Estás aquí por una razón.
Acepta eso. —Esas palabras no fueron susurradas. La música hizo
imposible no gritarlas, pero detuvo las luchas del chico. Mitch no lo dejó
ir. En cambio, le dio la vuelta para que estuvieran cara a cara en la pista
de baile.
63
Mitch lo mantuvo cerca, presionando la parte delantera de su

cuerpo contra el pecho del chico. Sus brazos sostenían a Gorra enjaulado,
y maldita sea, era caliente, mucho más hermoso de lo que Mitch se había
dado cuenta por primera vez. Olía a fresco, limpio, como la lluvia ligera y
calmante que cae después de una tormenta de verano, mezclada con un
toque de hojas perennes recién cortadas.
Se inclinó e inhaló. Maldición, a Mitch le encantaba el olor a lluvia.
—Eres jodidamente caliente —gritó Mitch, y pudo sentir que el

joven lucía un bulto bastante impresionante en sus vaqueros. Y Mitch
también—. Ahora muévete. Tenemos un pequeño camino por recorrer
antes que alivie lo que está sucediendo en esos Levi’s. —Mitch sonrió
mientras veía que los profundos ojos azules se abrían ante esa
declaración. Movió sus caderas frotando su erección de un lado a otro a
través del hombre más joven. Su sonrisa se ensanchó, entre otras cosas.
—Son Wranglers, y me gustan tus hoyuelos. No he salido a bailar

en mucho tiempo, gracias por no aceptar un no por respuesta. —El tipo
todavía no se había movido, pero tampoco se había ido.
—Bien, me gusta que los jóvenes calientes de veintiséis años bailen

conmigo, y para que lo sepas, estoy acostumbrado a conseguir lo que
quiero —ronroneó Mitch y pasó la mano por el pecho del chico al lado de
sus caderas, instándolo a moverse. Mitch vio el momento en que el Señor
Gorra cedió y se echó a reír. Probablemente el alcohol también había
ayudado.
El chico se hizo cargo del movimiento por sí mismo.
Tenía una hermosa sonrisa y pareció relajarse en el balanceo.
Aliviado porque Ojos Azules no fuera a salir corriendo, Mitch movió

ambas manos hacia adelante, deslizándolas debajo de la camisa del chico
64
y levantó la camiseta hacia arriba y sobre su cabeza. No estaba

decepcionado. La piel del tipo era un poco más blanca que la de Mitch,
pero construido precisamente como lo había imaginado. Pecho ancho,
pectorales gruesos y bien definidos espolvoreados con cabello rubio claro,
abdominales perfectamente marcados y un tentador rastro de vello rubio
que desaparecía en vaqueros ajustados y desgastados.
Sonrió ante la impresionante obra de arte que decoraba el cuerpo

duro del chico. Siempre le habían gustado los tatuajes, pero los tatuajes
eran solo una guinda de un pastel ya atractivo. Le gustaría explorar cada
línea entintada con su lengua. Sí, el Señor Gorra era lo que necesitaba.
***
¿En qué estaba pensando? Desde el momento en que Cody entró

en este club, entendió la magia del lugar, experimentó con asombro la
energía que atraía a masivas multitudes y se sintió mejor por haber
estado allí.
Pero cuanto más tiempo se quedó, más se sentía un poco por

encima de su cabeza. Era solo un pueblerino comparado con estos
mecenas sofisticados. Sus propias inseguridades lo tenían pegado a los
confines del club a propósito.
Chicos como él no eran vistos en lugares como estos, pero

maldición, había querido pasar un buen rato esta noche. Y el legado de
este club debería haber sido el lugar para que eso sucediera.
En el momento en que ese tipo entró por las puertas delanteras,

Cody se recostó y solo lo miró. Era alto, moreno y extremadamente guapo
con toda esa fuerza y una sonrisa asesina. Cuando había venido al bar y
se centró en Cody, lanzando esos ojos ámbar en su dirección, Cody se
endureció en grados dolorosos. Le tomó todo mantenerse indiferente
porque ese mismo hombre que actualmente frotaba alrededor del setenta
65
y cinco por ciento de su cuerpo contra Cody era su sueño húmedo.

Alguien que podría hacerle perder la cabeza y, posiblemente su moral,
solo con probarlo.
Cody había pedido su segunda cerveza de la noche, solo para

refrescarse, cuando vio cómo se quitaba la camisa. Todos esos músculos
bien acondicionados, cubiertos con algunos de los mejores tatuajes que
jamás había visto, comenzaron a moverse y flexionarse con la música.
Ahora, mientras bailaba, Cody sopesó la decisión de pedirle a este

tipo que viniera a su habitación por unas horas porque lo que sucedía en
Dallas se quedaba en Dallas. El problema con ese plan tenía que ver con
cuán completamente esta ciudad estaba llena de oficiales. Su propio
padre y su hermano estaban en algún lugar de la ciudad divirtiéndose en
nombre de la unidad y el apoyo de la insignia, lo que sea que eso
significara.
Cody nunca había ocultado quién era como persona; simplemente

nunca había frotado su orientación sexual en la cara de sus compañeros.
Había aprendido a temprana edad la importancia de mantener su vida
privada fuera del servicio.
Cosas como exhibiciones públicas no le sucedían realmente. Era

relajado, tolerante y prácticamente desapegado por los estándares de la
mayoría de las personas. Sus amigos eran los chicos con los que creció,
su vida amorosa estaba separada de ellos y se quedaba en los confines
del centro de Austin.
Se había vuelto valiente esta noche, aparentemente demasiado

cómodo en su mundo, y se había aventurado a salir. Lo que no había
esperado era que el chico más guapo de la habitación lo notara. ¿Cuándo
había sucedido eso antes? Nunca.
66
—Soy Mitch. Dime tu nombre —dijo el tipo contra su oreja. Las

palabras y el cálido aliento bailaron sobre su piel como una tierna caricia.
Cody cerró los ojos y dejó que el sentimiento se asentara.
Dejó ir sus inhibiciones y dejó que la fantasía echara raíces. Su

boca realmente se hizo agua ante la perspectiva de bajar los vaqueros
oscuros e investigar cada centímetro de esa carne tentadora para sí
mismo.
Este Mitch era muy caliente.
Le tomó un tiempo a Cody identificar a Mitch como agente de la

ley, lo cual era extraño. Era bastante bueno para detectar quién era
quién. Mitch tenía el pelo corto, pero no la actitud. Como Cody provenía
de una larga línea de oficiales, sabía reconocer la vibra de “soy un tipo
muy rudo, solo pregúntame”, y Mitch no lo exponía al mundo, pero el
hecho que era un tipo rudo irradiaba por todos los poros de su cuerpo.
Comenzó una canción lenta, y brazos largos y fornidos envolvieron

a Cody, atrayéndolo contra un pecho sólido y un cuerpo duro. Cody se
balanceó con la música mientras la gruesa y sólida polla de Mitch se
frotaba contra la suya. La mano de Mitch serpenteó por su espalda,
presionando su cabeza contra su hombro. Cerró los ojos, se envolvió
alrededor de Mitch y se concentró en respirar pesadamente mientras el
aroma picante de la colonia de Mitch aliviaba sus nervios.
La sala comenzó a girar. Definitivamente había bebido demasiado.

Era tan excitante estar envuelto en los brazos de alguien mientras la
canción sonaba a su alrededor. Bajo el peso de una atracción tan
poderosa, se dejó ir, solo sintiendo el momento.
—Decirme tu nombre no te matará. —Mitch echó la cabeza hacia

atrás para que estuvieran cara a cara—. ¿Me escuchaste decir que me
67
llamo Mitch? Realmente me gustaría oírte usarlo cuando te folle más

tarde.
Mitch no alejó la mirada mientras hablaba. Esos ojos perfectos

sostuvieron los suyos, desafiándolo a rechazar la sugerencia. Cody no
pudo responder, porque en este momento, realmente quería aceptar su
oferta. Su trasero se apretó, su corazón tronó en su pecho, y sus rodillas
amenazaron con ceder ante la idea que Mitch lo follara fuerte y rápido.
Le encantaba lo seguro y directo que actuaba Mitch, y su polla se

sacudió en acuerdo. Encajaban bien juntos.
A Cody le gustaba la idea de tener a alguien que pudiera igualarlo

movimiento por movimiento. Y estaba dispuesto a apostar que Mitch no
se contendría en la cama. Podría darle a Cody exactamente lo que había
venido a buscar esta noche, incluso si no hubiera sabido lo que era hasta
este momento.
—¿Eres de por aquí? —preguntó Mitch. Cody sacudió la cabeza,

tratando de borrar la imagen de su mente. Había decidido desde el
principio que no iba a responder ninguna pregunta. Permaneció en
silencio, dejando que la voz profunda y rica de Mitch lo calmara.
—Vamos, cuéntame algo sobre ti. Sé que eres un agente de la ley

—dijo Mitch contra su oído, y claramente sabía lo que estaba haciendo.
El cuerpo de Cody reaccionó a todo lo que hizo. Mitch tuvo que haber
estado fuera durante muchos años, porque estaba demasiado cómodo y
seguro de sí mismo como para no haberlo estado.
Esta vez, cuando Cody no respondió, Mitch arqueó las caderas,

frotando contra su dolorida erección, y el calor lo consumió. La presión
de las manos extendidas de Mitch en la parte baja de su espalda lo obligó
a devolver el empuje. Era como un jodido perro en celo, y tan fuera de su
alcance. La sonrisa que se extendió por la cara de Mitch le hizo saber que
68
estaba en problemas. Solo le tomó otro movimiento de caderas antes de

igualar a Mitch, jalándolo justo allí en la pista de baile. Maldición, se
sintió bien. Demasiado jodidamente bien.
Algo interrumpió la sensación erótica de las hábiles caderas de

Mitch.
—Hola, amigo, ya nos vamos —gritó un hombre en su dirección.

Mitch ladeó la cabeza y Cody siguió la mirada. Sus ojos se posaron en
uno de los hombres más guapos que había visto, además de, por
supuesto, el que actualmente lo tenía envuelto en sus brazos. El tipo le
sonrió a Mitch, levantó una mano y se hizo aún más guapo que antes.
Maldición, Mitch viajaba en círculos finos.
Entonces el conocimiento apareció.
—Eres Colt Michaels. —Cody casi gritó las palabras. Las

expresiones que cruzaban su rostro tenían que ser cómicas.
—Vamos, los acompañamos fuera —gritó Mitch, agarrando la mano

de Cody con fuerza, tirando de él hacia la puerta. Apenas despejaron la
entrada principal antes que toda la adoración juvenil de héroes de Cody
subiera a la cima.
Cody soltó el fuerte agarre que Mitch tenía sobre él y extendió una
mano hacia Colt.
—Soy un gran fan. Parece que he seguido tu carrera toda mi vida.

Soy de la misma zona en la que creciste. —Él estrechó la mano de Colt.
—Gracias. ¿Eres del centro de Texas? —preguntó Colt.
—Sí, señor. Soy de Kylie’s Corner. Es un pequeño pueblo en las

afueras de Buda, donde creciste. Ahora vivo en Austin.
69
—Esa área siempre se siente como el hogar. Este es mi esposo.

Jace, este es... —Colt vaciló.
—Soy Cody. Es un placer conocerte —dijo, extendiendo una mano

hacia Jace, bombeándolo con la misma cantidad de vigor que a Colt.
—Hola, Cody. —Jace sonrió con esa sonrisa cálida y supersexy que
había usado con Mitch unos minutos antes, y se encontró un poco
embelesado.
—Cody, fue un placer conocerte. Tenemos que caminar un par de

cuadras para regresar a nuestro auto. Mitch, dejaré la puerta de la
lavandería abierta para ti. Tal vez deje una camiseta ahí abajo para que
no te resfríes —bromeó Colt. Por primera vez desde que salieron, todo se
asentó en Cody. Supo porque Mitch le parecía tan familiar. Recordó los
detalles del accidente y la investigación de Colt Michaels.
Había seguido de cerca ese caso, especialmente una vez que se

enteró que Colt se había declarado gay. Las piezas del rompecabezas
comenzaron a caer en su lugar, y la mirada de Cody se disparó hacia
Mitch. El tipo que ya estaba tan lejos de su liga tenía que ser Mitch Knox,
el Comisario que ayudó a Colt en Hawai. ¡Maldición! Esta noche seguía
mejorando y mejorando.
Mitch le guiñó un ojo a Cody.
—Entendido —dijo Mitch, mirando a Cody, pero hablando con Colt.
—Buenas noches —respondió Jace. Por el rabillo del ojo, vio a Jace
alejando a Colt para que dejara de mirarlos.
—Eres un Ayudante del Alguacil, ¿no es así? —preguntó Cody,

esperando que Colt y Jace estuvieran fuera del alcance del oído.
70
—Veo que seguiste el caso. —Mitch le dedicó una sonrisa arrogante

y llena de dientes antes de devolverle a Cody su gorra. Cody miró la gorra
en sus manos, esa era la razón por la que había seguido a Mitch a la pista
de baile. Volvió a ponerse la gorra en la cabeza. El movimiento fue más
un gesto simbólico, diseñado para crear espacio entre ellos. Si eso incluso
tenía sentido. Lo que sea, para Cody tenía mucho sentido. Cambió los
pensamientos en su cabeza una vez que las barreras invisibles se
establecieron firmemente entre ellos.
Para Cody, el incidente de Colt Michaels había cambiado su vida,

lo hizo considerar las cosas de manera diferente. El caso de Colt
definitivamente había reafirmado sus convicciones de por vida de querer
marcar la diferencia en el odio de este mundo. Aunque Mitch era la cosa
más sexy que Cody podría haber visto, y tenía una fuerte y poderosa
atracción por el tipo, lo que estaban haciendo esta noche estaba mal. En
este punto, Cody no podía arriesgar su reputación y follar con un
suboficial de alto perfil de los Estados Unidos seguro que no parecía una
buena idea.
Maldición, ¿cómo había dejado que esta noche se saliera tanto de

control? Seguramente, los aspirantes a Ranger de Texas no se sentaban
en bares gay esperando que el primer tipo los escogiera. Había sido una
mala decisión venir esta noche.
71
Capítulo 8
Mitch dio un paso atrás y luchó contra la sensación de enojo.
Estaba celoso. ¿Qué? No, seguramente no estaba...
¿Verdad? Mierda ¡Estaba celoso! Había estado bailando con este

Cody durante un par de horas, comprado al menos cincuenta dólares de
alcohol tratando de relajarlo, y Colt sacó más de él en dos minutos de lo
que había conseguido hasta ahora.
Mitch hizo un gran esfuerzo por ignorar mentalmente estos

sentimientos. En esencia, las partes fundamentales de la personalidad
de Mitch eran lo opuesto a los celos, lo que sea que eso significara. Él no
hacía esa cosa de monstruo de ojos verdes, nunca. Mientras observaba
todo este intercambio frente a él, Mitch hizo algo que nunca hizo. Se
obligó a actuar razonablemente.
A través de su propio diálogo interno, siguió el deslizamiento de la

mano de Cody dentro del bolsillo delantero de sus vaqueros, y su primer
pensamiento borró todos los demás que flotaban en su cabeza. Cody
intentaba acomodarse la erección. Mitch siempre encontraba ese
movimiento sexy, perdió el foco mientras veía cómo el bulto se definía
más a medida que el material se extendía sobre esa impresionante polla.
Su boca en realidad se hizo agua. Mitch ya había sentido la evidencia que
mostraba que Cody no era un hombre pequeño. Esta noche había
golpeado lo suficiente contra él como para saber que su pene era grande
y estaba a cargo, pero ver la prueba tan claramente delineada en los
pantalones vaqueros de Cody lo volvió loco. Le tomó un segundo, pero se
puso en marcha cuando vio que sacaba las llaves del auto.
—¿A dónde vas? —preguntó Mitch. Algo le dijo que esto era un
adiós, no una invitación para regresar a su hotel.
72
—Gracias por el baile y las bebidas —comenzó Cody y dio un paso

atrás. El movimiento fue definitivamente diseñado para poner distancia
literal y figurativa entre ellos. El pánico pareció mostrarse en la cara de
Cody cuando dijo las palabras en voz alta. ¿Por qué? Eso no tenía sentido.
Mitch estaba seguro que el chico había estado tan interesado en él como
Mitch con él.
—¿Por qué luces asustado? No voy a atacarte. —Mitch fue al grano.

No había mucho tiempo para hacer nada más que enfrentar esto antes
que Cody saliera corriendo. Ciertamente no podía correr tras el chico,
¿verdad?
—No estoy asustado. —Cody se mordió el labio. En ese momento,

Mitch se preguntó si Cody había hecho esos movimientos sutiles a
propósito. Tímidos rubores y atractivas mordeduras de labios... sexo
andante, y la polla de Mitch le rogó que hiciera esto bien.
—No puedes irte ahora. Bebiste demasiado. Mi auto está justo ahí.
Date tiempo para estar sobrio —razonó Mitch. ¿De dónde habían salido
esas palabras? En realidad, ¿de dónde venía todo esto? Cody había
participado en su coqueteo esta noche, pero estaba claramente
incómodo, y Mitch nunca se involucraba con tipos en conflicto. Eso
apestaba a drama y, ¿quién tenía tiempo para eso?
De acuerdo, Mitch estaba discutiendo seriamente consigo mismo.

¿Cuándo había sucedido eso?
En realidad, todo esto probablemente provenía del físico de Cody.

Estaba construido como una casa de ladrillos. Con toda probabilidad, esa
cantidad de calor revolvía el cerebro de Mitch. Pero, maldición, encajarían
bien esta noche. Chicos como Cody no venían todos los días. Le tomaría
mucho a Mitch agotarlo. Pero había algo diferente en Cody. Demonios, lo
sintió en el momento en que sus ojos se conectaron. Quería follarlo, sin
73
duda, pero ahora también quería saber su historia. Necesitaba conocer a

Cody y no solo físicamente.
¡Mierda! No, no quería saber más sobre Cody. Eso era tonto.
Toda esta batalla interna que libraba lo irritó y frunció el ceño.

Sería mejor para él dejar que Cody se fuera. Todavía tenía tiempo de
encontrar a alguien más para follar esta noche. Los tipos puritanos que
aún estaban en el armario tomaban demasiado tiempo y paciencia. Le
gustaba que el sexo fuera mutuamente duro, rápido y agresivo. Múltiples
veces, sin condiciones. Demonios, ¿qué eran algunas marcas de mordisco
en nombre de pasarlo bien?
Sorprendiéndose incluso a sí mismo y, en su mayormente yendo

en contra de sus pensamientos internos actuales, Mitch extendió la mano
y agarró las llaves del auto de Cody, arrebatándoselas, luego comenzó a
caminar hacia su auto. Colocó las llaves en el bolsillo delantero de sus
pantalones. Cody tendría que seguirlo para recuperarlas. No importaba
cuánto quería, Mitch nunca miró por encima del hombro para ver cómo
había reaccionado Cody ante eso.
—Oye, no puedes simplemente tomar las llaves de mi camioneta —

gritó Cody, y por lo que Mitch pudo decir, no se había movido de donde
había estado parado. Sin embargo lo haría, Mitch estaba seguro.
—Parece que lo hice —respondió Mitch—. Me lo agradecerás más

tarde. —Hizo clic en el llavero de su propio auto, abriendo las puertas y
guiándose a su coche de alquiler por el destello de las luces traseras,
porque en este momento, ni siquiera podía recordar cómo se veía el auto.
Todavía estaba a unos cuantos coches de distancia cuando

escuchó los pasos apresurados de Cody acercándose a él. Se preparó para
un golpe, porque demonios, habría abordado a quien tomara sus llaves,
pero Cody no lo hizo.
74
—Devuélvemelas —dijo Cody detrás de él.
—Date tiempo para estar sobrio, entonces puedes salir corriendo.

Claramente eres un agente de la ley. No sería bueno para ti si te detienen
por conducir ebrio —explicó Mitch, rodeando el maletero de su coche,
aún sin mirar a Cody—. ¿Qué eres, un oficial de policía?
—No, trabajo para el DPS5 de Texas —respondió Cody, de pie cerca

del maletero, pero sin acercarse.
Mitch abrió la puerta del conductor y, antes de sentarse, miró hacia

atrás. Mitch pudo ver la desconfianza en los ojos de Cody, que no estaba
seguro de qué hacer a continuación.
—Hmm... ¿eso significa que eres un sexy patrullero de caballería

estatal? —preguntó Mitch, descansando ambos brazos en el techo del
auto.
—Me acaban de asignar al servicio montado, pero realmente quiero

ser un Ranger de Texas. Solo tengo otro año antes de poder hacer la
prueba —dijo Cody en probablemente el intercambio más honesto y
profundo que habían compartido esta noche. Mitch sonrió al pecho
ensanchado que acompañaba esas palabras.
—¿Ejército o Texas? —preguntó Mitch.
—Texas —respondió Cody como si esa fuera la única opción lógica.

No lo era, y era muy difícil convertirse en un Ranger de Texas.
—Bien. Entra —dijo Mitch, señalando al lado del pasajero.
—¿Bien por qué? —gritó Cody pero no se movió de su lugar.
5Department of Public Safety: En los Estados Unidos, un Departamento de Seguridad

Pública es una agencia gubernamental estatal o local que a menudo tiene una amplia
cartera de responsabilidades.
75
—Eso significa que no estabas mintiendo sobre tu edad, y eres

mayor de lo que originalmente pensé que eras.
Mitch agachó la cabeza dentro del auto y cerró la puerta. Hizo un

alarde de asegurarse que el automóvil estuviera desbloqueado y luego
encendió el automóvil. “Crawling” de Linkin Park sonó en la radio, y él
estiró la mano para bajar el volumen. Cuando Cody aún no había llegado
al auto, Mitch miró al espejo retrovisor y esperó. Seguramente Cody no
se iría. Mitch se echó a reír ante la idea. Si Cody supiera lo que era bueno
para él, llamaría a un cerrajero, porque si entraba a este auto, Mitch
planeaba hacer todo lo necesario para golpear el culo de ese ardiente
policía de Texas esta noche.
***
No debería entrar a ese auto. Todo lo que gritaba en su cabeza lo

dejaba claro, debía darse la vuelta, alejarse y llamar a la AAA6 para
arrancar su camioneta. Lección aprendida. Necesitaba quedarse en su
pequeña parte aislada del mundo y no aventurarse más en la gran ciudad
hasta que le crecieran un conjunto más grande de bolas metafóricas.
Cody se quitó la gorra, se pasó una mano por la cara y luego

comenzó a sonarse los nudillos, un mal hábito del que nunca se había
desprendido. Pero la acción le ayudaba a enfocarse, y necesitaba aclarar
su cabeza. Mitch sabía exactamente lo que estaba haciendo, y el tipo
pareció dejar de empujarlo. Además, llevaría horas traer a alguien aquí
para encender su camioneta.
¡Jodida vida!
Con una exagerada rabieta, Cody se acercó al costado del auto y

abrió la puerta.
6 Asociación Americana de Automóviles.
76
—Dame mis llaves —resopló, inclinándose, mirando a Mitch.
—Entra, cierra la puerta. Hace frío fuera —dijo Mitch mientras sus
ojos permanecían enfocados en el parabrisas delantero. Ni siquiera se
había molestado en mirar en su dirección.
—No hace frío aquí fuera. Dame mis llaves —exigió, inclinándose
más esta vez, con la cabeza dentro del coche. Mitch no dijo nada mientras
se volvía lentamente hacia Cody y le daba un escalofrío falso. En el
momento en que sus ojos se encontraron, el pie de Cody se deslizó de la
acera y cayó un poco.
—Sube al maldito auto. No te voy a morder. Bueno, no a menos

que lo pidas amablemente —se rió Mitch mientras Cody se agarraba a la
puerta para mantenerse en pie—. Mira, si en serio eso lo que te detiene,
amigo, eres de mi talla, tal vez un poco más grande. Sabes a qué me
dedico y cada persona en ese bar te vio conmigo. Estás a salvo. Entra en
el coche.
—No es eso —comenzó Cody.
—Explícamelo en el auto —sugirió Mitch. Por unos momentos,

volvieron a estar en un punto muerto. Finalmente, Cody se rindió y se
arrastró dentro del auto con un resoplido. Ambos miraron por el
parabrisas hasta que Cody finalmente cerró la puerta del lado del
pasajero.
—Mira, no hay monstruos que den miedo aquí —bromeó Mitch en

un tono burlón. Cody apretó la mandíbula y continuó mirando
atentamente hacia adelante. El silencio no debió haber sido agradable
para Mitch porque dejó el volante, giró completamente en su asiento y lo
miró directamente. El corazón de Cody tronó en su pecho. Sin lugar a
dudas, había una poderosa atracción entre ellos. Bueno, al menos desde
77
el lado de Cody, y cuanto más tiempo Mitch lo miraba, más se agitaba su

cuerpo, empujándolo a poner fin a su agonía.
—Entonces, un policía de patrulla que quiere ser Ranger, ¿verdad?

—preguntó Mitch, y Cody lo miró dándole a Mitch lo que esperaba que
fuera su mejor mirada de “en serio estás preguntando eso”. Eso provocó
una risa de Mitch, y él se inclinó más cerca. El olor de Mitch lo rodeaba,
y maldita sea, ese hombre olía increíble. Su traidora polla se hinchó
contra sus vaqueros.
—Un tipo guapo como tú debió estar en ese club por una razón —
dijo Mitch, levantando lentamente una mano y deslizando los nudillos
por el costado de la mejilla de Cody. Cody trató de alejarse, pero Mitch lo
detuvo, agarrándole la barbilla. Su cerebro le rogó a su boca que hablara,
exigiendo que le devolvieran las llaves de su auto, pero su polla parecía
controlar todo lo que había hecho desde que se metió dentro del auto.
Demonios, su polla lo había controlado desde el momento en que había
visto a Mitch entrar en ese estúpido bar. Cody Turner no pensaba con su
polla, pensaba con su cerebro.
Mitch se inclinó aún más, acercándose a la cara de Cody. Sus ojos

se posaron en los labios perfectamente formados de Mitch, y la sonrisa
que siguió dejó en claro que Mitch sabía el poder que tenía. Sus ojos se
dispararon hacia la profunda mirada ámbar de Mitch.
—¿Por qué estás aquí esta noche, Cody?
—Estoy celebrando —se oyó decir, perdido, completamente

paralizado por los ojos de Mitch. Su respuesta debió sorprenderlo. Cody
bajó la mirada hacia la sonrisa sexy de Mitch. Y maldita sea si esa sonrisa
no fue hasta su polla.
—¿Qué estás celebrando? —Mitch se acercó más. El movimiento

pareció absorber el oxígeno del automóvil, y todo lo que pudo hacer fue
78
respirar a Mitch. Estaba perdiendo el poco control que tenía. Podía sentir
la conexión y la tensión sexual chisporroteando en el aire a su alrededor.
No había quince centímetros separando sus caras, y él agradeció el calor
del aliento de Mitch en su piel. Cody permaneció en silencio por un
momento, tratando de ordenar sus pensamientos. Había tantas cosas
corriendo por su cabeza.
—Mi nueva asignación, lo que me acerca a mi objetivo. —Su cerebro

estaba revuelto.
—¿Como Ranger? —La voz ronca de Mitch bajó una octava más
mientras descendía, acercándose a los labios de Cody.
—Sí. —Cody levantó la cara. Quería… no, necesitaba sentir los

labios de Mitch sobre los suyos.
—Eso es caliente. —Mitch selló sus labios. Cody dio la bienvenida

al beso y dejó que Mitch tomara la iniciativa.
***
Cuando Cody se relajó y se abrió para él, no necesitaba más

invitación. No hubo momentos incómodos. Se ajustaron desde la primera
presión de sus labios.
Mitch deslizó su lengua por la comisura de los labios de Cody y

empujó. La lengua de Cody la encontró y rozó contra la suya, acariciando
y girando sin dudarlo. Maldición, el chico podía besar y follar si Mitch no
quería más. El beso se profundizó rápidamente, volviéndose ferviente a
medida que los sonidos primarios irradiaban de Cody. Al mismo tiempo,
los dedos recorrieron el cabello de Mitch y el rostro. Todo el encuentro
complació a Mitch, saber que su beso excitaba tanto a Cody.
Cody se movió instintivamente, dándole a Mitch un mejor acceso

para profundizar, y aprovechó la oferta al máximo. Las manos de Cody
79
se movieron por sí mismas, rozando cada centímetro de su piel desnuda.

Mitch pasó con entusiasmo la palma de su mano sobre el grueso pecho
de Cody, deteniéndose para rodar su pezón entre dos dedos antes de
deslizarse hacia su estómago bien definido y explorar cada hinchazón y
ondulación debajo de su palma.
Sin dudarlo, se inclinó para masajear la erección dura de Cody

atrapada detrás de unos vaqueros suaves y desgastados. Él gimió cuando
ese bulto duro se espesó contra su palma. Maldición, su chico era grande,
tal como le gustaban. A Mitch le gustaba estar abajo tanto como le
gustaba estar arriba. Demonios, tomaría sexo de cualquier forma que
pudiera conseguir. Pero esta noche, él quería estar profundamente hasta
las bolas en este vaquero de Texas.
Masajeó la polla de Cody al mismo ritmo que creó con su lengua.

Juró que continuaría hasta que Cody suplicara que lo follara. Incluso
mientras se decía que se tomara el tiempo de convencer a Cody, Mitch
hizo un movimiento para acelerar las cosas. Necesitaba estar más cerca.
Quería sentir ese cuerpo duro debajo del suyo.
—Maldita consola —siseó Mitch, rompiendo la danza de labios

cuando el costado de un portavasos se alojó en sus costillas. Se levantó,
esforzándose más por meterse en el asiento del pasajero con Cody. Sus
ojos hicieron contacto, y la necesidad reflejada en la mirada de Cody lo
dejó sin aliento.
—Tengo una habitación —susurró Cody. Mitch se quedó sin aliento

y vio a Cody recostarse en el asiento. Joder, esa cosa sexy de ojos
entrecerrados que Cody hacía lo volvía totalmente loco.
—¿Está cerca? —Mitch jadeó, parcialmente acostado sobre Cody,

acercándose lo más que podía. Si no podía seguir besando al chico,
ciertamente necesitaba tocarlo. La mano de Mitch estaba de vuelta,
masajeando la polla dura de Cody. No quería perder el impulso que
80
habían despertado, y colocó un simple beso en los labios de Cody,

esperando su respuesta.
—Joder, eso se siente bien —susurró Cody contra la boca de Mitch,

como si aún no hubiera tenido esa revelación.
Mitch sopesó el riesgo de hacerle una mamada a Cody allí mismo

en este mismo lugar. La idea de deslizar la longitud caliente de Cody en
su boca y provocar la raja del chico con la lengua hizo que se le hiciera
agua la boca. Sí, si los atrapaban, lo arrestarían, pero su trabajo era
razonablemente seguro. El de Cody, por otro lado, podría no serlo. ¿Y por
qué eso le importaba?
—¿Tu habitación está cerca? —volvió a preguntar Mitch,

aumentando el ritmo de su mano.
—Está en el centro —respondió Cody sin aliento, apenas abriendo

los ojos—. Hay un garaje de estacionamiento un poco más abajo en ese
camino, podríamos ir allí. Está mucho más cerca. —Quizás Cody quería
esto tanto como él.
Dios, eso esperaba. Mitch aplastó su boca contra la de Cody. Usó

su lengua para follar la boca de Cody como planeaba follarse su culo. Los
labios de Cody eran cálidos y suaves, moviéndose contra los suyos. El
ligero rastro de barba rozó su mejilla y lo hizo gemir.
Este tipo encendía todos sus interruptores. El beso era una mezcla
frenética de dientes y lenguas, ardiente y completamente explosivo. Iba a
volar su carga en sus vaqueros si no frenaba las cosas. ¡Maldición!
No había perdido el control de esa manera desde la secundaria.

Cuando Mitch comenzó a alejarse para llevarlos a un lugar un poco más
privado, Cody se aferró bruscamente al cuello de Mitch y cubrió su palma
sobre la mano de Mitch, obligándolo a masajear más fuerte hasta que
81
finalmente guió la mano de Mitch dentro de sus vaqueros. En el momento

en que Mitch hizo contacto piel con piel, apretó. Un gruñido profundo
vino de Cody que rivalizaba con todo lo que Mitch había escuchado, y fue
jodidamente sexy como el infierno.
Trabajó esa polla dura en su mano. Todavía con ganas de probarlo,

su mente volvió a la idea de una mamada, luego los dientes de Cody se
hundieron en su hombro. ¡Hijo de puta, eso es una mierda caliente! Al
diablo con el estacionamiento, necesitaba a Cody desnudo, tendido solo
para él, preferiblemente sobre una cama California king. Ambos eran
tipos grandes, y ya no estaba interesado en un rapidito en un coche
alquiler. Quería la noche entera para explorar todas las fantasías de
Cody, y para hacer eso, necesitaba llevarlos a algún lugar con una cama...
y rápido.
Se retiró para decirle a Cody que necesitaban ir a su habitación de

hotel, que un garaje de estacionamiento simplemente no funcionaría.
Pero las palabras se congelaron en su garganta, todo el pensamiento se
desvaneció cuando vio la cabeza de Cody colocada hacia atrás contra el
reposacabezas, sus labios hinchados y ligeramente abiertos aún
brillantes por sus besos.
Cody levantó las caderas hacia la mano de Mitch. Maldita sea si

Cody no era jodidamente intoxicante. Mitch no recordaba haber tenido a
alguien tan completamente excitado antes. Ver a Cody retorcerse bajo su
toque podría ser la cosa más caliente que jamás hubiera visto.
De la nada, una sirena de niebla interrumpió el increíble momento.

Cody se lanzó hacia adelante, golpeando a Mitch en la cabeza. Las
estrellas llenaron su visión cuando la segunda sirena de niebla sonó
ruidosamente en el auto.
—Mierda. —Mitch buscó a tientas el teléfono, buscando en el

bolsillo delantero ante el tercer sonido de la bocina. La posición era
82
incómoda. El volante lo mantuvo empujado hacia los lados mientras

luchaba por erguirse en el asiento del conductor. Cuando le lanzó una
mirada de disculpa a Cody, vio que había perdido esa mirada sensual y
acolarada. La confusión y el pánico ahora eran las expresiones más
dominantes en su hermoso rostro.
—No te muevas —exigió Mitch, levantando un dedo. Era poco más

de la una de la mañana.
No podía ser una buena llamada telefónica, el tono lo dejaba claro,

así que tenía que responder. Esperó a que Cody asintiera con la cabeza
antes de aceptar la llamada.
—Mitch Knox.
—Por favor espere, señor. Estoy conectando a las personas que

llaman. Esto no debería tomar más de un minuto para que todas las
partes estén en línea —dijo una mujer en el otro extremo de la línea en
un tono profesional, y de repente, ya no estaba. Mitch se quedó con nada
más que silencio y muchas preguntas. ¿Todas las personas en línea?
¿Qué demonios había significado eso? Evidentemente no era el único
siendo interrumpido esta noche.
Mitch arqueó la ceja y volvió a levantar el dedo hacia Cody, que

parecía estar listo para salir corriendo. Se quitó el teléfono de la oreja por
un momento.
—Saldré del auto para atender esta llamada. No te muevas. Esto

no ha terminado entre nosotros. Prométemelo. —Mitch pensó que podría
haber obtenido esa promesa poco entusiasta cuando se encendió una luz
roja en su teléfono inteligente, llamando su atención sobre el informe de
noticias de última hora. Mitch puso el teléfono en altavoz e hizo clic en el
ícono parpadeante mientras salía del auto. Su corazón inmediatamente
comenzó a acelerarse. La imagen del líder republicano mayoritario Seth
83
Greyson apareció en su pantalla con un titular que decía: “Hijo de

Greyson secuestrado”.
—¡Mierda! —¿No era el hijo mayor de Greyson abiertamente gay?

Su cuerpo inmediatamente se puso en alerta, la tensión anuló su
excitación por completo cuando su cerebro se aceleró.
Mitch escaneó rápidamente el artículo, acumulando los detalles

ofrecidos por la prensa. Apenas pasó los primeros párrafos antes de
escuchar a las otras partes conectarse a la línea. A medida que se
presentaba a todos los miembros de la llamada, escaneaba los puntos
más altos a través del resto del artículo. Desafortunadamente, esta podría
ser la apertura que necesitaba para avanzar en su caso.
—Ayudante del Alguacil Knox, ¿está presente? —preguntó la

mujer.
—Sí, lo estoy —dijo, apagó el modo altavoz y acercando el teléfono

a su oído.
—Adelante, Director Skinner —dijo la mujer. Hubo un clic cuando

se desconectó de la llamada.
—Nos ha surgido una situación. Una que, desafortunadamente,

teníamos algún conocimiento. El hijo del senador Greyson fue atacado
hace dos noches. Había una nota de rescate, pero eso parecía ser falso
para despistarnos. Elliot Greyson fue encontrado en las últimas horas, a
unos mil kilómetros de su casa. Estamos seguros que lo habían dejado
allí por muerto. Actualmente está de regreso en DC, en estado crítico, no
se espera que sobreviva. Los hechos tal como los conocemos: el chico
esquivó al Servicio Secreto, estamos asumiendo que a propósito. El FBI
está por todo esto, pero el caso se ajusta a los patrones del que el Alguacil
Knox ha reunido. Como resultado, a partir de este momento en adelante,
habrá reasignación. Ayudante del Alguacil Knox, lo estamos emparejando
84
con el Agente Tyler Connors, el actual agente principal del FBI que
investiga este crimen. ¿Tiene alguna pregunta?
—¿Cuándo me reporto? —preguntó Mitch.
Escuchó la puerta del auto abrirse detrás de él. Trató de escuchar

y concentrarse en la conversación telefónica mientras veía a Cody salir
del auto. Mitch lo inmovilizó con la mirada, deseando que se quedara allí.
—Knox, informarás al Director Carpenter a primera hora de la

mañana.
—Llámame cuando vayas camino al aeropuerto —el director

Carpenter habló por primera vez. Después de esas directivas, la llamada
finalizó tan rápido como había comenzado. Mitch usó la marcación rápida
para llamar a Ellen mientras intentaba vigilar a Cody.
—Espera, ya casi termino —dijo Mitch. Mientras el teléfono sonaba,

la mirada de Mitch se dirigió lentamente a los labios de Cody.
Eran gruesos y llenos, hinchados y rojos por su beso, y le gustó

eso. Como si Cody leyera sus pensamientos, un ligero rubor cruzó sus
mejillas mientras miraba hacia abajo. Cuando lo hizo, esas pestañas
largas y sexy rozaron su mejilla.
La erección de Mitch volvió con toda su fuerza.
Cody era la cosa más sexy que había visto. Apostó a que el sonrojo
aparecía regularmente en situaciones incómodas. Entonces supo que
Cody era una tentación que quería perseguir.
¿Qué le pasaba? Mitch acababa de obtener el golpe de suerte que

necesitaba sobre el caso por el que había luchado con uñas y dientes, y
todo lo que podía pensar ahora era que esperaba no poder conseguir un
vuelo hasta la mañana siguiente.
85
—Sí, señor —escuchó la voz somnolienta de Ellen en la línea.
—Se supone que debes organizarme un vuelo, no dormir. Tengo

que salir de Dallas lo antes posible. Necesito estar en DC por la mañana.
¿Puedes levantar tu linda cabeza y hacer que eso suceda? —preguntó
Mitch.
—¿Piensas que soy linda? Bromeo, estoy despierta y trabajando

ahora. —Ellen dio un profundo bostezo al teléfono—. ¿Por qué no pueden
organizar su caso durante las horas normales de trabajo?
—El deber llama, princesa —dijo mientras estaba allí observando a

Cody mirarlo con el auto todavía entre ellos—. Además, es por eso que
ganas dinero.
—Claaaro. Necesitamos hablar sobre ese aumento en mi próxima

evaluación, señor —dijo Ellen.
—¿Qué te he dicho acerca de llamarme así? —sonrió y golpeó los

nudillos en el capó del auto cuando Cody miró hacia otro lado. Quería
esos ojos sobre él, no lejos. Eso significaba arrepentimiento, y no quería
que hubiera nada de eso.
—Me dijiste que aún no tienes la edad suficiente para ser un señor
—respondió ella al instante.
—No estoy respondiendo a eso.
—Pero mis padres siempre me enseñaron a ser respetuosa con mis

mayores —dijeron al unísono.
—Una vez más, necesitas mejores bromas —se rió entre dientes,
dándole a Cody el guiño de Ellen.
86
—Mitch, ¿qué tan cerca del aeropuerto estás? Debe haber algo
sucediendo en Dallas. Los vuelos están reservados por completo. Puedo
sacarte a las tres y media de esta mañana en American Airlines. ¿Puedes
hacerlo?
Mitch miró su teléfono. Era cerca de las dos. Levantó los ojos de
nuevo, tratando de averiguar si tenía tiempo para un polvo rápido.
¡Maldición! ¡Jodida mierda! Todavía no había probado al Señor Gorra.
Mitch odiaba absolutamente irse así. Juró en ese momento que
definitivamente regresaría para terminar lo que comenzó.
Cuando volviera, tendría que comenzar desde el principio. Cody no

se abriría a él fácilmente, pero una sonrisa se extendió por sus labios.
Daría la bienvenida a la persecución que Cody parecía intentar darle.
—Reserva ese. —Mitch desconectó la llamada mientras rodeaba el

capó.
***
Desde el momento en que el tono de llamada impregnó su cerebro,

todo lo que había dentro de Cody le dijo que esta noche se estaba
apagando. Había pasado de tambalearse al borde a caer de bruces en
cuestión de segundos.
Las emociones que lo recorrían le dieron un caso grave de latigazo

cervical. Su enfoque normal, muy estable y excesivamente razonable de
la vida se había desvanecido, en su lugar había un tipo que rogó que lo
tomaran en asiento delantero de un automóvil que estaba estacionado en
una sección concurrida de una calle principal... ¿En qué diablos estaba
pensando?
Cody se rió por dentro, burlándose de sí mismo. Él conocía su

problema, y se encontraba al otro lado del automóvil, con sexys hoyuelos
87
y un enorme pecho con intrincadas obras de arte. Había perdido la

cabeza, hecho cosas que nunca antes había considerado.
El asunto Colt Michaels/Ayudante del Alguacil debería haberlo

enviado a hacer las maletas. Había leído todo sobre Mitch Knox mientras
seguía la recuperación de Colt. Tenía treinta y pocos, era razonablemente
joven para su trabajo, y un completo tipo duro. Cody incluso había
aspirado a ser como el tipo cuando se convirtiera en Ranger. Recordando
ahora, tenía que haber visto la foto de Mitch en ese entonces. ¿Cómo
podría no haberlo reconocido esta noche? Supuso que el atuendo casual
ahora era pícaro y sensual y esa maldita actitud arrogante lo había
echado a perder.
Ahora entendía completamente cómo Mitch se había sentido tan

cómodo con Colt cuando el resto del país se había centrado en la
sexualidad de Colt. ¿Por qué no se le había ocurrido ese pensamiento?
Realmente necesitaba trabajar en sus habilidades de investigación.
Sin saber qué hacer, miró hacia abajo y comenzó a patear las rocas
a sus pies. Se sentía como un idiota parado allí tratando de no escuchar
la llamada telefónica de Mitch. Quizás debería irse.
Nudillos golpeando el capó del coche hicieron que levantara la

vista. Este Mitch Knox que escuchaba hablando por teléfono no era el
que acababa de intentar follar en el auto. Incluso cuando bromeaba con
quien hablaba, su tono era diferente.
La mirada de Mitch lo inmovilizó, lo mantuvo en su lugar, por lo

que observó mientras Mitch apoyaba los brazos en la parte superior del
automóvil, el teléfono acunado en la palma de su mano mientras hablaba.
Los ojos de Mitch transmitieron el mensaje claramente: Cody no debía
abandonar el lugar.
88
Cody esperó para ver si sus llaves, junto con su voluntad, le serían
devueltas. Sin nada más que demostrar que todavía podía pensar por su
cuenta, buscó en el asiento trasero del auto para agarrar su gorra de
béisbol donde Mitch la había dejado antes.
Casualmente se la colocó sobre la cabeza. Se deslizó fácilmente en

su lugar. Cuando regresó, Mitch se había movido de su lugar en la puerta
del conductor y rodeando el capó, siguiendo los movimientos de Cody
mientras se acercaba. La mirada depredadora que le dio Mitch hizo que
su corazón golpeara en su pecho y nuevamente lo inmovilizara donde
estaba parado. Mitch se quedó en la acera, ganando altura sobre Cody
mientras lo apoyaba contra el auto, deslizándose entre sus piernas
separadas. ¿Cómo podía Mitch tener tanto control sobre él?
89
Capítulo 9
Mitch hizo un inventario rápido de todo lo que sabía sobre Cody.
No sabía mucho, pero lo que sabía, se lo debía a Colt y eso le provocó una
punzada de celos. Cuando había dado la vuelta al auto, solo había
planeado decir adiós, tratar de organizar un encuentro futuro, pero en
cambio, había sido astuto. Tomó una foto de Cody con su teléfono,
esperando que el disparo fuera lo suficientemente bueno desde el ángulo
en que sostenía el teléfono contra su costado.
Tomar a Cody por sorpresa había sido un verdadero placer. El tipo

actuó sorprendido cuando lo empujó contra el auto y se inclinó,
fusionando sus bocas nuevamente. Mitch tampoco estaba seguro de
dónde provenía eso, pero más tarde, cuando Cody pensara en esta noche,
quería ser el recordado, no Colt Michaels. Y eso lo hizo moler las caderas
contra la excitación de Cody mientras inclinaba la cabeza para
profundizar el beso.
Cody no se resistió a encontrarse con él en cada molienda de sus

caderas.
—Tengo que irme, pero necesito que nos volvamos a ver —dijo
Mitch, apartándose de su boca y arrastrando los labios por el cuello de
Cody.
Nunca detuvo el ritmo constante de sus caderas o la exploración

que sus manos estaban tomando mientras vagaban por el pecho de Cody
y se deslizaban entre sus muslos. Una vez que agarró la polla de Cody,
sus propias caderas se movieron hacia adelante. Mitch no tenía idea de
la reacción de Cody hasta que el pequeño gemido escapó, obligando a
Mitch a levantar la cabeza.
90
Cody era extraordinariamente guapo, su cuerpo musculoso en

exhibición mientras se recostaba contra el auto, la gorra de béisbol se
desprendió de su cabeza una vez más. Sus ojos estaban cerrados y una
franja de pestañas revoloteaba contra su mejilla. Su boca se abrió
parcialmente cuando Mitch aumentó el movimiento de su mano.
—¿Cómo te encuentro después? —preguntó Mitch. Podía localizar

a Cody por su cuenta, pero quería que Cody se lo dijera. Cuando no hubo
respuesta, lo agarró con más fuerza, haciendo que los ojos de Cody se
abrieran y se concentraran en él—. Dime. ¿Cómo te encuentro?
—Chicos, necesitan una habitación —oyó decir a alguien desde la

carretera. El rayo de una linterna los atravesó. Él movió su cuerpo para
cubrir su mano. La cabeza de Cody se levantó y empujó el pecho de Mitch.
No se movió, solo se presionó más cerca.
—Sí, oficial —respondió Mitch, sin apartar nunca la vista de Cody.

Se quedaron allí juntos, mirándose el uno al otro hasta que Cody se
agachó, agarró su mano, detuvo su movimiento y se alejó de su toque.
—Necesito mis llaves —dijo Cody, inclinándose para recoger su

gorra que había caído en la acera. Se dio cuenta que Cody había sido
sorprendido por el oficial y ahora trataba de ocultar su cara sonrojada y
manos temblorosas.
—Están en tu bolsillo. —Mitch le guiñó un ojo. Las había colocado

allí antes. Tal vez esa era una buena señal que Cody había estado tan
metido en lo que estaban haciendo que ni siquiera se había dado cuenta.
La mano de Cody fue de inmediato al bolsillo delantero de sus

vaqueros, la mezclilla estirada sobre su polla todavía obviamente
hinchada. Mitch sintió su dolor.
91
—¿Cuándo las pusiste allí? No sentí que hicieras eso. —Cody

parecía aturdido mientras daba unos pasos hacia atrás.
—Es una de mis muchas habilidades. Te veré de nuevo, lo sabes,

¿verdad? —gritó Mitch y se mantuvo firme. Cody no dijo nada más. Se
volvió y dejó a Mitch allí mirándolo. Maldición, ese vaquero tenía un buen
culo.
Mitch golpeó sus nudillos en el capó del automóvil por segunda vez
cuando la linterna escaneó su automóvil nuevamente. Dio la vuelta al
auto y se dejó caer en el asiento delantero, ajustándose su enfurecido
pene antes de arrancar el auto. Su teléfono volvió a sonar. El director
Carpenter estaría emocionado, sin duda. Demonios, Mitch también
debería estarlo. Sacudió la cabeza, tratando de despejar la bruma
inducida por la lujuria antes de contestar su teléfono.
Sacó el coche de alquiler del camino, escaneó rápidamente el espejo

lateral mientras salía a la calle y contestó su teléfono, todo al mismo
tiempo. No importa cuán duro haya estado presionando en este caso para
que alguien le prestara atención, ahora que la administración estaba
involucrada, todo iría como debería.
—¿Knox? Hola, Knox, ¿estás ahí? —Mierda, bueno, aparentemente

no era tan bueno para realizar demasiadas tareas a la vez. Había olvidado
saludar.
—Sí, señor —respondió mientras presionaba el freno, deteniéndose

frente a una luz roja. Se agachó para ajustarse nuevamente, obligando a
su mente a volver al trabajo que tenía entre manos, no a la polla del
patrullero sexy que acababa de tener en la mano—. ¿Entonces el chico
Greyson lo logró?
—Por ahora. Estaba inconsciente cuando lo encontraron, y ahora

está en cirugía. Será un juego de espera y un largo camino hacia la
92
recuperación para el chico si lo logra. Todos los ojos están puestos en

esto, Knox. Parece que tienes la atención que necesitabas, pero ahora es
el momento de entrar y trabajar en ello —dijo el director Skinner.
Mitch escuchó la preocupación en la voz del director. Cuanto más

alto estabas en la agencia, más corrían todos en los mismos círculos. Era
muy posible que el Director Carpenter conociera al chico Greyson.
—Acabo de colgar con el Director Carpenter. Está abierto a todo lo

que necesites. Él tiene tus archivos del caso ahora.
—Necesitaremos acceso inmediato a la familia —comenzó Mitch

distraídamente—. Sé que estoy asignado con el Agente Connors, pero me
gustaría tener acceso oficial a Aaron Stuart. Deben dejarlo trabajar
conmigo.
—Te tengo acceso a la familia. Simplemente no puedo garantizar el

acceso completo de Stuart. Es incontrolable, Knox.
Mitch presionó el acelerador cuando la luz cambió a verde, girando

hacia Oak Lawn.
—Eso es una mierda —comenzó Mitch, pero el director intervino.
—Stuart está en libertad condicional por el último truco que hizo,

Knox. Debería haber sido despedido. No se sabe qué sucederá si lo
dejamos libre en nuestro sistema.
—Yo soy incontrolable...—Mitch guardó silencio. Aaron Stuart se

destacaba en el mundo de la tecnología y los hackers. Probablemente ya
tenía acceso completo—. Mira, voy camino al aeropuerto. Tengo que
consultar con el director Carpenter.
—Llega tan rápido como puedas. —Las últimas palabras que dijo
el director Skinner lo hicieron sonreír.
93
—Sí, señor. —Mitch finalizó la llamada cuando llegó a la siguiente

luz roja. Buscó el número del Director Carpenter en su lista de contactos.
Mientras esperaba que se conectara, surgió un último pensamiento
perdido. Levantó su galería de fotos para ver si había conseguido una foto
decente de Cody. No necesitaba la imagen, podía encontrar a Cody
fácilmente con la información que tenía, pero con la imagen, habría
dejado que las computadoras se encargaran del trabajo pesado. Además,
ahora tenía algo para su colección de imágenes mentales.
De alguna manera, se las arregló para obtener una toma decente,

y después de un minuto más de mirar la caliente imagen, deslizó su dedo
por la pantalla, empujando a Cody lejos de su mente. Tenía que
concentrarse en el caso. Chicos como Cody no sucedían todos los días.
Estaba seguro que llegaría su día, pero no hoy. Él centró sus
pensamientos en el asunto en cuestión. Necesitaba concentrarse
completamente en el caso.
El chico Greyson sería el número ocho. La octava víctima atacada

en los últimos nueve meses. Tres todavía estaban vivos, los otros no
tuvieron tanta suerte. Su mente se aceleró cuando la magnitud de la
situación se asentó.
94
Capítulo 10
Ocho horas después, Mitch hundió el pulgar y el índice en sus ojos
cerrados mientras escuchaba el diálogo a su alrededor. Su nuevo
compañero ya lo estaba enojando. Parloteando sin parar sobre
procedimientos, reglamentaciones y protocolos. Y decir que esto apestaba
como un hijo de puta sería un serio eufemismo.
¿El mayor problema en este momento? Connors no se callaría la

boca. Era el problema estándar del FBI. Traje de corte limpio, afeitado y
recién planchado, enamorado de sí mismo, y definitivamente el hombre
más inteligente del planeta, solo pregúntenle. Mitch había aprendido
hace mucho tiempo que no podías razonar con gente brillante. Ante ese
pensamiento, Mitch puso los ojos en blanco.
Irritantemente, una vez que dejabas el balbuceo sin fin, Connors

tenía un agudo instinto, casi un sexto sentido y una notable tasa de éxito
cuando se trataba de los casos en los que trabajaba. Mitch no lo conocía
bien, o nada en absoluto, pero había oído hablar de su reputación. Al
hombre no se le escapaba nada.
Mitch necesitaba ese tipo de agente en esta investigación, sin

importar cuánto hablara sobre sus hallazgos actuales sobre el caso
Greyson. No podía imaginar cómo reaccionaría una vez que supiera los
detalles de los otros incidentes relacionados con este.
Cuando Connors repitió su última oración por tercera vez, solo de

una manera diferente, Mitch hizo una demostración muy dramática de
poner los ojos en blanco y dejar caer la cabeza hacia atrás, dando un
largo y exagerado bostezo. No pareció perturbar a Connors o al Director
Carpenter.
95
Todo lo que Mitch pudo hacer fue mirar al cielo y rezar por
paciencia o por una buena botella de tequila. La oración fue un gesto
simbólico más que cualquier otra cosa, porque ya estaba atrapado en el
infierno. Aparentemente, esta pequeña sala de conferencias sería su base
de operaciones durante las próximas semanas, sin importar las semanas
que llevara resolver este caso. La decoración apestaba a gobierno.
Cromado, negro y con mobiliario contemporáneo.
La oficina no era mucho más grande que un cubículo de gran

tamaño, y el olor estéril lo hizo querer vomitar.
La habitación era rígida, tediosa y ostentosa, como Connors, que

ahora estaba de pie, dibujando en una pizarra, describiendo los detalles
de los casos que conocía hasta ahora.
Mitch miró a través de la habitación y el director Carpenter parecía

intrigado. Oh, diablos. No pudo evitar el segundo bostezo que soltó.
—¿Te estoy aburriendo, Ayudante del Alguacil Knox? —preguntó

Connors en su forma perfectamente correcta de decir todo.
—Ya sabes, un poco —respondió Mitch con sinceridad, dejando

caer los pies al suelo, listo para su cuarta o quinta taza de café en las
últimas horas. A medio paso cambió de opinión—. Voy a ver si puedo
contactar con la familia Greyson un poco antes. Connors, puedes seguir
repitiendo esto o puedes dejar tu pequeño marcador rojo y meter tu
trasero en el auto y seguir adelante en este caso conmigo.
Mitch sonrió ante los ojos abiertos y el silencio que lo saludó.

Bueno, ya sabes, en realidad había dejado a Connors sin palabras. Sin
embargo, su triunfo fue efímero cuando la ceja del director Carpenter
cayó. Honestamente no había querido esa falta de respeto. ¿Cuál era el
viejo dicho? Tiempos desesperados requieren medidas desesperadas.
96
Eran tiempos desesperados, y él necesitaba urgentemente un poco de

silencio.
—Vale, vale, mira —comenzó Mitch, tratando de recoger un poco

de decoro mientras divagaba para apaciguar a estos dos—. Puedes seguir
contándome en el camino hacia allí, pero realmente necesitamos que este
espectáculo salga a la carretera. —Mitch consideró esa disculpa a medias
mientras se inclinaba hacia la puerta. Ya había decidido que el chico
maravilla del FBI podría ser un prodigio, pero quería a Aaron en este caso,
incluso si se trataba de un movimiento incógnito no autorizado.
Mitch estaba dispuesto a asumir la culpa solo para resolver este

caso más rápido. Las llamadas, los videos de vigilancia de la ciudad,
incluso la identificación y el seguimiento de vehículos simplemente
proporcionando huellas de neumáticos definitivamente estaban dentro
de la casa. Mitch solo tenía que deshacerse del agente del FBI antes de
hacer contacto.
—No he terminado —comenzó Connors, pero comenzó a

apresurarse, recogiendo sus cosas.
—Si vienes conmigo, lo estás haciendo —respondió Mitch mientras

bajaba la tapa de su computadora portátil y la metía al azar en su bolso.
—Ayudante del Alguacil Knox, esta es quizás la forma en que los

Alguaciles manejan las cosas, pero aquí, en la Oficina Federal de
Investigaciones, hay un código de ética y normas de conducta
profesional... —dijo el Director Carpenter, claramente muy molesto.
Mitch suspiró. No quería cabrear a los superiores, pero no tenía tiempo
para hacer una tontería interdepartamental.
—Señor, el sendero se está enfriando y quiero estar en Kentucky

esta noche. Estoy seguro que Connors hablará hasta que el avión
aterrice, poniéndome al día sobre todo lo que sabe. Los mantendremos
97
informados en cada paso del camino. —Mitch se dirigió al Director

Carpenter con su actitud normal y directa. Él era el chico nuevo en la
mezcla; podía entender eso. Pero necesitaba establecer sus reglas básicas
para que todos tuvieran un campo de juego justo. Ciertamente no estaba
pidiendo permiso ni participaría en la conferencia de una hora que
Connors claramente quería. Tomó la falta de respuesta de Carpenter
como una autorización para dirigirse a la puerta.
Un disgustado resoplido se escuchó detrás de él. No estaba seguro

exactamente cuál de ellos hizo el ruido, y ciertamente no le preocupaba.
El informe inicial de la escena del crimen detallaba la explosión de

un automóvil, algo que estaba destinado a matar al chico, pero de alguna
manera había logrado alejarse varios metros del vehículo antes de la
detonación. Para Mitch, esa equivocación fue el primer golpe de suerte
real que había visto en todos estos casos. Eso dejaba al chico capaz de
dar una identificación visual si podía superar las heridas que tenía por
la golpiza que tuvo lugar antes que lo dejaran por muerto.
Mitch salió de las oficinas y se dirigió al banco de ascensores.

Presionó el botón y sacó su teléfono para enviarle un mensaje de texto a
Kreed Sinacola, su compañero en Louisiana. Desde el principio, Kreed y
él habían hecho clic y el hombre había ayudado a Mitch en la
investigación fuera de horario que había hecho en estos casos.
Kreed, un ex SEAL de la Marina, experto en bombas y un gran

amigo, conocía muy bien el funcionamiento interno de dispositivos
explosivos. Rápidamente le envió el mensaje a Kreed, rezando para que
estuviera en casa este fin de semana y pudiera llegar a Kentucky antes
que Connors y él. A su nuevo compañero parecía gustarle el control, y
Mitch quería que Kreed tuviera tanto tiempo como pudiera para
investigar ese auto antes que Connors comenzara a microgestionar.
98
El ascensor se abrió de golpe y Mitch nunca levantó la vista

mientras escribía. Por el olor de la colonia barata, se dio cuenta que
Connors había decidido seguirlo después de todo.
—Llamaré y veré si podemos adelantar la cita —dijo Connors,

deslizándose dentro del elevador mientras Mitch mantenía la puerta
abierta con el pie.
—No, vamos a sorprenderlos —sugirió Mitch, presionando enviar

en su teléfono. Mantuvo sus ojos fijos en la pantalla, Kreed siempre
respondía de inmediato.
—Es posible que desees cambiarte de ropa antes de reunirte con el

senador —dijo Connors con naturalidad.
Mitch podía sentir sus ojos sobre él.
—Esto es todo lo que tengo. Dejé todo en Dallas cuando me

convocaron —explicó, mirando a Connors por el rabillo del ojo.
—Me pregunté acerca de esa camiseta de “Protección de testigos no

me conoce” que llevas puesta. Conozco una tienda de trajes de hombres.
Está cerca —le informó Connors. Eso hizo que Mitch ignorara el sonido
que indicaba un mensaje de texto entrante y miró directamente al tipo.
—¿No te gusta mi camisa? Se la compré a un vendedor ambulante

cuando entraba. ¿Tiene jugo de burrito encima? —preguntó Mitch,
mirando hacia abajo para ver si tenía una mancha o algo así.
—Es inapropiada. Además de eso, no nos hacemos tatuajes por

aquí... —Connors comenzó, claramente en una buena racha.
—Espera un segundo. En primer lugar, no soy del FBI y no hago

eso. —Mitch hizo un gesto salvaje hacia el traje que llevaba Connors—.
Segundo, esto es lo que usaré. Así que acostúmbrate, chico elegante. —
99
Mitch se recostó contra la pared del ascensor con espejo, ignorando a

Connors una vez más, y abrió el mensaje de Kreed. Genial, todavía estaba
en el Campamento Beauregard esta semana y podía salir pronto. Llegó
con un enorme me debes mucho, pero lo que sea. Pagaría ese precio
felizmente.
—¿No podías detenerte a recoger tus cosas? —preguntó Connors

como si de repente se le hubiera ocurrido la idea.
—No. —Mitch suspiró y miró al frente.
—Ella debió haber sido especial —dijo Connors, saliendo del

ascensor. Mitch tomó las palabras como un intento de charla ligera. El
agente falló miserablemente.
—Algo así. Digamos que él fue difícil de dejar. —Mitch le guiñó un

ojo a Connors, sonriendo mientras paseaba junto al ahora inusualmente
silencioso agente y se dirigía hacia una puerta lateral del edificio. En
realidad se rió de la expresión de asombro en su rostro cuando miró hacia
atrás—. Yo conduciré.
—No sabes el camino —dijo finalmente Connors cuando lo alcanzó

en el estacionamiento.
—Espero que seas un buen navegador —replicó Mitch.
—¿Siempre eres tan idiota? —murmuró Connors.
—Bastante —respondió, deslizándose dentro del automóvil

estacionado en el lugar más cercano. Mitch inició el encendido y dejó la
palanca de cambios en reversa antes que Connors se abrochara el
cinturón de seguridad.
100
Capítulo 11
Cody condujo el largo tramo de la Interestatal 35 con la ventanilla
bajada de su gran F250 negro cuatro por cuatro. Tenía la gorra de béisbol
de los Texas Rangers volteada hacia atrás y sus gafas de sol Ray-Ban
encaramadas en el puente de su nariz que filtraban el brillante sol de
Texas. Blake Shelton cantaba una melodía en la radio.
El viaje de regreso a Austin no había sido malo, a pesar que el

tráfico se mantuvo pesado casi todo el camino de regreso a casa.
Probablemente porque la mente de Cody se mantuvo completamente
enfocada en Mitch Knox. Ahora que había terminado la noche, estaba
increíblemente contento de haberse ido. JR’s resultó ser exactamente lo
que todos decían. Fantástico.
En todos los niveles, Mitch era exactamente lo que atraía a Cody

de un hombre. Era agresivo, construido como un camión Mack y tenía
ambición. Sin mencionar que era supercaliente, uno de los hombres más
guapos que Cody había visto en persona, pero también era sensato,
sarcástico como el infierno y muy bueno en su trabajo. Basado en su
apariencia y actitud, antes de descubrir la identidad del hombre, habría
pensado que Mitch era más como un motociclista en lugar del
condecorado Ayudante del Alguacil de los EE. UU. que resultó ser.
Ahora, todas estas horas después, Cody sabía que probablemente

habría tenido sexo con Mitch anoche. La decisión habría llegado después
de una larga lucha interna para justificar sus acciones, porque tenía una
batalla interna con casi todo lo que tenía que ver con sus necesidades
sexuales casuales, pero no había dudas en su mente, habría superado
eso para una noche si se le daba la oportunidad.
101
Sospechaba que el encuentro sexual habría sacudido su mundo,

pero lo que más lo intrigó fue esa llamada telefónica que había recibido
Mitch. Esa llamada había detenido todo y sonaba oficial. Durante esos
pocos segundos que había estado parado afuera del auto, escuchando la
conversación, Mitch pasó de ser el coqueteo persistente y excesivo a un
Alguacil formal y de tono duro. Le hizo darse cuenta que Mitch era
realmente rudo en su trabajo, y eso era todo lo que Cody siempre quiso
ser.
Cuando se desvió de la carretera, tomando los caminos de regreso

a la granja de su familia, deseó haber tenido las bolas para pedir el
número de teléfono de Mitch. En ese momento, culpó de su falta de coraje
a no ser lo suficientemente sofisticado como para jugar el juego de una
noche. Dar números de teléfono significaba involucrarse, y no veía a
Mitch como material de relación. Había visto a Mitch lo suficiente la
noche anterior como para saber que había venido a buscar sexo. Cody
puso fácilmente a Mitch en la categoría de ser el tipo que tiene un chico
en cada puerto. Pero ahora, mientras lamentaba su oportunidad perdida,
reconoció que el miedo lo había detenido. Sentía una atracción poderosa
y fuerte por el tipo, y le tomaría mucho tiempo superar el atractivo que
tenía Mitch. También sabía que tenía que mejorar su juego y volver a sus
prioridades.
Era un hombre gay de veintiséis años que había elegido su carrera.

Necesitaba dejar de perder el tiempo tratando de convertir a fiesteros en
monógamos y comenzar a buscar algo más alcanzable.
Alguien que encajara mejor y entendiera su vida.
Pensó que esa era la lección que necesitaba aprender de la noche

anterior. Eventualmente, conocería a algunos hombres profesionales en
la aplicación de la ley. Necesitaba estar abierto a ellos, no huir como solía
hacerlo.
102
Se había encerrado demasiado, tratando de equilibrar los

estereotipos, protegerse y mantener los objetivos en su profesión.
Con esos pensamientos, tomó el largo camino de tierra hasta la

casa de sus padres. Se preguntó qué pensaría Mitch sobre los servicios
semanales de la iglesia y el almuerzo con su familia. Es muy probable
que alguien tan rudo como Mitch Knox se hubiera separado de su familia
hace mucho tiempo. No podía ver a Mitch sentado dentro de una iglesia,
ni siquiera en la Iglesia a la que todos asistían. Incluso se rió ante ese
pensamiento. No, no pudo ver a Mitch sentado en el banco de su familia,
justo al frente, escuchando un sermón. Se preguntó qué pensaría Mitch
sobre su padre y su hermano mayor, Mason, como diáconos de esa
iglesia. Ese pensamiento lo hizo reír a carcajadas mientras se detenía en
la casa.
Como sospechaba, todos sus hermanos y hermanas estaban

estacionados al frente. Lo que no había esperado era la pancarta gigante
que cruzaba el porche delantero que decía muy claramente: ¡Felicidades,
Cody! Eso lo hizo sonreír. Se había dado toda la noche y todo este viaje
de regreso pensando en Mitch, pero se había afligido por esa oportunidad
perdida el tiempo suficiente. Tenía gente aquí que lo quería, y en palabras
de su hermana mayor, necesitaba avanzar, y el pasado definitivamente
estaba detrás de él.
Cuando estacionó su camioneta, la sonrisa permaneció en su

rostro cuando su sobrina mayor, Sarah, que tenía siete años, se lanzó
fuera del porche, corriendo hacia su camioneta. El resto de la prole la
siguió. Su cuñada atrapó al más joven, Talon, mientras el pequeño
intentaba correr detrás de los demás por los escalones del porche
delantero. Seguramente se habría caído ya que el pequeño aún no
caminaba. Cody había decidido hace mucho tiempo que sus hermanos
eran un grupo de cría.
103
—¡Tío Cody! ¡Felicidades! —gritó Sarah, abrazándolo con fuerza

antes que él hubiera salido de la camioneta. Tucker, que tenía seis años,
estaba del otro lado, imitando el agarre de Sarah. Cuando Kylie, de cuatro
años, finalmente lo alcanzó, extendió sus pequeños brazos, listos para
que él la levantara. Lo hizo y recibió un gran beso húmedo en los labios.
Los adoraba a todos, sin duda, pero Kylie tenía un lugar especial en su
corazón.
—Tío Cody, no fuiste conmigo a la iglesia esta mañana —dijo

mientras él se inclinaba abrazando a Sarah y luego dándole unas
palmaditas en la cabeza a Tucker. Tanner finalmente había recorrido la
distancia. Tenía poco más de dos y medio, y Cody lo levantó, colocándolo
en la otra cadera.
—Nana hizo tu pastel favorito para el almuerzo del domingo —

declaró Tucker mientras el grupo se dirigía hacia el porche delantero.
Para entonces, el resto de su familia estaba afuera esperándolo.
—Shhh, se suponía que era una sorpresa —susurró Sarah.
—Felicidades, hijo. —Su madre alabó nuevamente cuando le

entregó a Tanner a su hermano, porque en ese momento, Kylie tenía un
apretón mortal en su camisa. Su madre medía un metro cincuenta y
ocho, así que tuvo que inclinarse para mantener a Kylie en sus brazos y
abrazarla.
—Gracias por todo esto —dijo, aceptando su beso.
—Estamos muy orgullosos de ti, hijo. —Su padre fue el siguiente,

dándole un fuerte abrazo, pero su pequeño sobrino, Talon, quería
participar en la acción. Se maniobró desde los brazos de su cuñada para
tener el mismo control mortal sobre Cody que Kylie. Las felicitaciones
continuaron de parte de todos sus hermanos y hermanas mientras él
104
entraba. Incluso su perro, Chester, estaba allí, listo para saludarlo

también.
—¿Ha sido bueno? —Cody le preguntó a Kylie quién estaba

finalmente lista para soltarse, una vez que se arrodilló para acariciar a
Chester.
—No, hizo popó en el comedor. Mamá se enojó con él —corrigió.
—No, no me enojé con él. Me enojé contigo, señorita. Se suponía

que debías llevarlo fuera antes de acostarte —la regañó.
—Tío Cody, no lo llevé fuera. Los coyotes están de vuelta y mamá

no me dejaba llevarme la pistola BB7 conmigo para protegernos —
intervino Tucker. Tucker era el hermano mayor de Kylie.
—Pero él se escapó de todos modos —dijo Kylie a su hermano. Eso

fue todo lo que se necesitó para comenzar una pelea, y su hermana hizo
todo lo posible para detenerlos antes que las cosas se salieran de control.
—¿Tenemos regalos? —preguntó Sarah.
—Sí, en el asiento delantero de la camioneta. —Cody se rió cuando

Sarah salió corriendo por la puerta en un instante.
—Cuéntales sobre la Patrulla Montada —sugirió Mason.
—Puedes decirnos mientras comemos. Hemos estado celebrando el

almuerzo —dijo su madre desde la puerta que separaba el comedor y la
cocina.
7
Las pistolas BB son pistolas de aire diseñadas para disparar proyectiles de bolas
metálicas llamadas BB, tienen un diámetro de aproximadamente 4.6 mm (0.180
pulgadas).
105
—Lamento llegar tarde, mamá —se disculpó Cody, moviéndose con

el grupo hacia la mesa.
—Mamá hizo tu pastel favorito —agregó Justin, su hermano,

dándole una palmada en el hombro—. Suertudo.
La gran mesa familiar, que se expandía con cada nieto nacido,

estaba puesta, y su madre comenzó a cargar la mesa con la gran comida
que había cocinado en su nombre. Otra pancarta, mucho más pequeña
que la del frente, colgaba también en esa habitación. Incluso lo llevaron
a su lugar para la cena de esta semana, el lugar principal en el centro de
la mesa. Kylie dejó en claro que se iba a sentar a su lado. Sarah volvió a
entrar en la habitación con sus bolsas de golosinas.
—Todos tenemos gorras de béisbol de los Texas Rangers como las

del tío Cody —declaró Sarah. Ella las entregó y comenzaron a ponérselas.
—Sin gorras en la mesa —dijo su padre.
—Que se pongan sus gorras hoy. Estamos celebrando —razonó su

madre, llevando su cena favorita. Los niños chillaron de alegría cuando
encontraron las insignias pequeñas de sheriff que tenían Dallas escrito
en el frente.
—Los vas a malcriar —regañó su hermana Sheila.
—Para eso están los tíos. —Y eso le valió una gran sonrisa de Kylie,
quien luego decidió que debía comer la cena en su regazo, no en su silla—
. Conocí a Colt Michaels cuando estaba en Dallas.
—¡De ninguna manera! ¿Dónde? —preguntó Mason.
—Estaba saliendo de un bar. —Cody recogió su servilleta y la colocó

sobre su pierna libre.
106
—¿Le hiciste firmar tu gorra? —quiso saber Travis con entusiasmo.
—No, quería hacerlo, pero realmente no era el momento adecuado.
—Cuéntanos sobre el trabajo —intentó su hermano nuevamente.
—No antes de dar las gracias —dijo su padre mientras su madre

tomaba asiento a su lado. Esa era la señal para inclinar la cabeza. Toda
la sala quedó en silencio cuando su padre comenzó la bendición.
107
Capítulo 12
Mitch se sentó en silencio, mirando al senador Greyson y su esposa
en una habitación privada al lado de Elliot en un hospital secreto al oeste
de la ciudad. Dejó que Connors hablara por ellos. Aparentemente, esta
era la segunda reunión de Connors con la familia desde el incidente. La
Sra. Greyson lucía exactamente cómo esperaría que se viera una madre
agotada y preocupada. El senador Greyson solo parecía enojado. Por otra
parte, Greyson siempre parecía enojado, lo que dificultaba leer su
lenguaje corporal.
Honestamente, por lo que Mitch podía ver, los Greyson tenían

respuestas bastante estándar a la situación. La familia no tenía idea de
lo que sucedió o quién querría lastimar a su hijo. Excepto que el senador
Greyson lo dejó en claro, creía que todos los demócratas de la nación
podrían considerarse sospechosos.
Con la excepción del último comentario, todas las demás familias

que había entrevistado dijeron exactamente lo mismo.
Cuando una víctima había sobrevivido, eran como Colt: heridos de

gravedad con muy pocos recuerdos del accidente.
Sin pistas.
Sin embargo, hubo claras diferencias en el caso Greyson en

comparación con los demás. Elliot Greyson era la víctima más joven, no
tenía carrera y no era de alto perfil. Su padre era quien tenía esa
distinción. La única similitud en este momento era que dos de los casos
involucraban una bomba. El juez de la corte del condado Bennett había
muerto en un accidente de una bomba.
108
Mitch comenzó a morderse la uña, dejando que Connors

continuara con las preguntas sin sentido hasta que finalmente lo
desconectó por completo y miró alrededor de la habitación, observando
el Servicio Secreto un poco más cerca. El presidente había ordenado
doble personal para esta familia. A Mitch le habían contado que el chico
salió de prisa de una cafetería, esquivando su equipo de seguridad.
Aparentemente, esta historia había sido respaldada por el personal

de la tienda.
Según la familia, Elliot era un buen joven. Un estudiante de honor

durante todos sus años de secundaria y llevó esa misma ética a la
universidad. Era inteligente, educado, trabajaba duro y era fácil llevarse
bien con él. Definitivamente no alguien que se ajustara al molde de un
rebelde.
Un agente del Servicio Secreto permaneció en la habitación durante

el interrogatorio. Dos estaban parados junto a la puerta que no se les
había permitido cerrar. Mitch asumió que el movimiento era toda esa
postura departamental. La mierda de “somos mejores que tú” que parecía
prevalecer entre las divisiones, especialmente aquí en Washington DC.
Después de unos minutos más de nada, Mitch había terminado.

No encontrarían respuestas aquí. La familia no sabía nada. Ahora tenían
que pasar a la siguiente tarea en cuestión. Necesitaban llegar a Kentucky
antes que la evidencia tuviera demasiado tiempo para ser manipulada.
Sin saber exactamente cómo apresurar la palabrería de Connors,

Mitch se levantó abruptamente, silenciando efectivamente a todos y
haciendo que todos los ojos miraran en su dirección.
—Estaré fuera en el pasillo —anunció Mitch, luego salió de la

habitación, sin esperar una respuesta. Escuchó a Connors divagando
109
una excusa por su falta de modales, y puso los ojos en blanco. Mitch
apuntó a los dos guardias en la puerta.
—¿Alguno de ustedes estuvo en este caso la noche en que

secuestraron al chico? —Cuando tuvo la apariencia que estaba siendo
claramente estúpido, modificó su oración—. ¿Me refiero a la noche en que
se escapó?
—No, señor. El agente especial Hanson estuvo con la familia esa

noche —dijo el menos feo.
—¿Y él está cerca? —preguntó Mitch.
—Estuvo aquí antes. Lo relevamos —respondió el más feo.
—Por supuesto que sí. —Mitch se pasó una mano por la cara
mientras se dirigía al ascensor. Luego lo pensó mejor y pasó por alto el
elevador para bajar las escaleras hasta el vestíbulo y salir por las puertas
principales, dejando que la luz del sol aliviara su frustración. Deslizando
sus gafas de sol en su lugar, se sentó en el banco del parque más cercano
y digitó el mensaje que necesitaba enviar en privado. Este era para Aaron.
Conoció a Aaron hace años en línea, jugando State of Decay. Al

final resultó que el trabajo de Aaron era ser parte de la división de
inteligencia de la NSA. Tenía la autorización de nivel de seguridad más
alta que cualquiera podría tener, pero como Mitch había aprendido, sus
habilidades no requerían autorización. Era un hacker de principio a fin.
Su único propósito en la NSA era piratear los sistemas del gobierno. Algo
que hacía fácilmente todos los días y luego ayudaba a arreglar las áreas
débiles. En otras palabras, Aaron era rudo y un gran aliado para tener
de su lado, incluso si nadie más lo pensaba.
Hey, ¿estás ocupado?, Mitch envió un mensaje de texto.
En Dallas en la Geekfest, respondió Aaron.
110
Por supuesto. No sé por qué no pensé en eso. Acabo de regresar de

allí. No había habitaciones disponibles, respondió Mitch.
Ha sido genial. ¿Qué pasa?
Necesito un favor. Estoy en una asignación y necesito descubrir la

identidad de alguien. ¿Tienes tiempo?
Claro, ¿qué tienes para seguir la pista?
Tengo una foto, no tiene la mejor calidad. Se llama Cody. Vive en

algún lugar del centro de Texas y es un patrullero del estado de Texas. Lo
acaban de asignar en la Patrulla Montada para el capitolio estatal. Mitch
adjuntó la foto que tenía y sintió más de lo que escuchó a Connors
acechándolo. Lo ignoró a propósito cuando terminó de escribir y esperó
a que Aaron respondiera.
—En serio, ¿qué fue eso? Nunca dejas una entrevista —preguntó
Connors mientras se paraba directamente frente a Mitch.
—Era una estupidez y una pérdida de tiempo. Además, alguien está

mintiendo —dijo Mitch, sin levantar la vista. En cambio, abrió el mensaje
de respuesta de Aaron.
¿Cuándo necesitas la información?
Cuando puedas, pero hoy sería bueno. Respondió Mitch

rápidamente.
—Es una suposición descabellada considerar que alguien en esa

habitación miente. Se perfilan exactamente como deberían, y esta no es
una conversación para tener públicamente. —Mitch levantó la vista
cuando Connors examinó el área buscando oídos curiosos. Su teléfono
vibró nuevamente, alertándolo de otro mensaje.
111
No debería tomar mucho tiempo. Cuando regrese a mi habitación, te

enviaré un mensaje, respondió Aaron.
Mitch se levantó, haciendo alarde de estirar su largo cuerpo y rodar

los hombros. Lo hizo todo solo para llegar un poco más lejos bajo la piel
de su compañero que continuó hablando. Señor, ¿alguna vez se callaba
este hombre? Metió su teléfono en el bolsillo trasero y se dirigió hacia el
auto. Gracias a Dios que había elegido conducir.
—¡Tienes que dejar de alejarte de mí a mitad de una frase! —declaró

Connors enfáticamente.
Mitch miró por encima del hombro y ladeó la cabeza hacia el coche
de alquiler.
—El camino al aeropuerto es por aquí —dijo antes de mover un

dedo hacia la media docena de cámaras en los postes de luz alrededor del
estacionamiento del hospital—. Es más privado en el automóvil. —No dijo
una palabra más, pero cuando tuvo el auto en reversa, Connors se estaba
abrochando el cinturón de seguridad. Dios debió haber mostrado
misericordia con él porque Connors no comenzó de nuevo hasta que
llegaron a la autopista. El mejor kilómetro de su vida.
112
Capítulo 13
—Ustedes viajan con estilo —dijo Mitch mientras abordaba el jet
privado de lujo de la Oficina Federal de Investigaciones.
—Ustedes, Ayudantes del Alguacil, parecen más lentos que el resto

de las agencias con las que he trabajado. ¿Necesitas lenguaje de señas?
Honestamente, este es un caso importante. Necesitamos respuestas para
obtener un trato preferencial, ¿o no lo escuchaste en la conferencia
telefónica que todos compartimos? —respondió Connors.
—Espera, ¿qué? ¿Fue una broma lo que acabo de escuchar? —

Mitch se detuvo y miró a su alrededor como si hubiera perdido algo.
—Corta la mierda —dijo Connors sobre su hombro cuando fueron

recibidos por una azafata. En todos los años que Mitch había trabajado
para el gobierno, nunca había volado en algo tan agradable. Por primera
vez en su larga carrera, cuestionó su decisión de unirse al USMS. Debería
haberse ido al FBI. Por otra parte, no podía caminar con un palo en el
culo todos los días para obtener beneficios como este.
Incluso más genial que lo del avión... despegaron en cuestión de

minutos. Mitch levantó la vista cuando comenzó el anuncio, y se dio
cuenta que Connors había estado hablando con él nuevamente.
Por primera vez hoy, consideró que podría escuchar al tipo, lo que
sería genial y podría salvar el caso, porque estaba muy cerca de poner
sus manos sobre Connors para que se callara.
—Anoche leí los archivos del caso que presentaste el mes pasado.
Has trabajado mucho en esto. No podía creer que nadie se interesara por
113
este caso. Es claramente serial —dijo Connors en voz baja mientras la

azafata hablaba y comenzaban su ascenso.
—Restricciones presupuestarias, luchas internas políticas, lo que

sea, lo escuché todo. —Mitch mantuvo su voz igualmente tranquila.
—¿Cómo te involucraste en el caso Michaels? —preguntó Connors,

mirando directamente a Mitch. Tuvo la impresión que Connors podría
haber pensado que Michaels y él estaban juntos en ese momento. Mitch
no pudo decidir si debería mentirle para divertirse un poco o simplemente
decir la verdad. La honestidad ganó al final.
—Un favor personal. Me topé con todo esto por accidente.
—Caballeros, en unos veinte minutos, estaremos volando hacia un

mal clima. Deberíamos estar por encima de las tormentas, pero el piloto
está preocupado por las turbulencias. Pide que mantengan ajustados los
cinturones de seguridad —dijo la azafata.
—¿Puedo usar mi computadora portátil? —le preguntó Connors.
—Sí, señor, pero si hay movimientos bruscos, asegúrese de

aferrarla a algo. Estaré atrás si necesita cualquier cosa —dijo con una
sonrisa. Connors era todo negocios, su computadora portátil estaba en
su regazo y abierta en segundos. Como se sentaron uno al lado del otro,
Mitch dejó su bolso. Si necesitaba información, la obtendría, pero conocía
muy bien estos casos. Pensó que podía responder cualquier pregunta que
le dispararan.
—Leí que has entrevistado a la familia y amigos de todas las

víctimas —dijo Connors, iniciando sesión.
—Sí. Cada vecino, compañero de trabajo, todos los testigos que

pude encontrar. —Mitch estiró las piernas y dejó el asiento lo más atrás
posible.
114
—¿Todo en tu tiempo libre? —Connors parecía impresionado. O

podría haber sido un shock. Mitch no tenía forma de saberlo.
—Sí, más o menos —respondió Mitch y cerró los ojos.
—¿Pero no viste ninguna conexión o teoría posible? —Ding, ding,

ding, Connors finalmente estaba en su página.
—Correcto.
—Hmmm —reflexionó Connors y se recostó en su asiento—. Yo

tampoco encontré ninguna. No hay patrones, nada en los perfiles, y cada
incidente se ejecuta con precisión. El chico Greyson que escapa del auto
es el primer error que he visto. Es tan grande que me pregunto si tu caso
está relacionado —dijo Connors. Mitch volvió la cabeza y miró a su
compañero—. ¿No tienes nada que agregar? —preguntó Connors.
—Lo hago. El chico Greyson se ajusta al perfil desde el punto de

vista que el responsable es un tipo bastante bueno. No dejó esa cafetería
por su propia voluntad, sin importar lo que diga el Servicio Secreto. Y
además, en algún momento, siempre habrá un error. Es por eso que seguí
cavando. Este es el único golpe de suerte que íbamos a tener; estas
personas son demasiado buenas.
—Entiendo eso, e incluso puedo estar de acuerdo, pero lo hicimos

bien en DC. No deberías haber salido de las reuniones —dijo Connors.
—Olvida la jodida reunión, hombre. Eso fue hace dos horas. Hay
una razón por la que no estoy en Washington. Ahora, concéntrate en lo
que es importante. Mantente enfocado en lo que lees en los archivos del
caso. Cuanto antes estés completamente en mi página, más rápido irá
esto. —Apretó los dientes, deteniendo el resto de las palabras que
amenazaban con derramarse. ¡Mierda! ¿Qué pasaba con estas personas?
115
Después de un minuto, comenzó a repetir en voz alta lo que recordaba de

los casos.
—Tenemos ocho delitos individuales. Cada uno diferente con la

excepción de Greyson y el juez Bennett. Ambos incluyeron bombas, creo
que diferentes estilos, pero aún así bombas. Un accidente
automovilístico. Una invasión de la casa. Un error de piloto. Una
intoxicación sanguínea. Un disparo. Un choque automovilístico. Dos
bombas. Absolutamente cero testigos, lo cual es increíblemente difícil de
creer. —Connors levantó un dedo para detener las palabras de Mitch.
—Pero claramente has golpeado el pavimento buscando. Me

concentré en el informe de Kreed Sinacola sobre el bombardeo del juez.
Es minucioso, pero esa bomba fue de cosecha propia. Fue hecha en
América por así decirlo. ¿Supongo que le pediste que fuera a Kentucky?
—preguntó Connors y Mitch frunció el ceño. Maldita sea, él era bueno.
—Eres más inteligente de lo que pareces.
—Se supone que somos un equipo. Necesito saber las decisiones

que estás tomando. El FBI tiene más que personal capacitado... —Mitch
interrumpió a Connors.
—Entonces también pueden echar un vistazo, y estoy

absolutamente seguro que ya lo han hecho. —Mitch ajustó su asiento,
poniéndose más cómodo en el sillón reclinable de cuero. No había
dormido más de un par de horas en el vuelo de Texas a Washington, y
estaba decidido a aprovechar su viaje de lujo a Kentucky para dormir un
poco.
—No trabajas bien con los demás. Está en tu archivo —respondió

Connors. Mitch no respondió porque realmente solo dependía de quiénes
eran esos otros.
116
—Hablemos de las posibilidades —continuó Connors.
—Es más que probable que sea una organización —respondió

Mitch. Cerró los ojos y relajó la cabeza contra el reposacabezas.
—Puedo estar en desacuerdo. Organización significa múltiples, y

nadie habla, y alguien siempre habla cuando está en una organización.
—Mitch había pensado lo mismo.
—Es más de una persona. Ninguna persona está tan capacitada

para llevar a cabo todos esos accidentes diferentes. Es un grupo, incluso
si es una unidad pequeña.
—Está bien, puedo ver eso. También están bien entrenados.

Militares, agentes de la ley... —Connors se detuvo.
—O YouTube. En serio, puedes aprender cualquier cosa en

internet. Y está motivado por el odio —agregó Mitch.
—No necesariamente. Podría ser psicosis, probablemente no, pero

he llamado a un analista de comportamiento, la Dra. York, para que
revise el caso. ¿Has oído sobre ella? —Mitch ignoró eso. Había aprendido
rápidamente con Connors a no involucrarse, continuaría hablando por
horas de nada más que teorías si Mitch alimentaba sus pensamientos.
—Hay un mensaje y un significado en estas muertes. Está

relacionado con el odio —dijo Mitch, aún sin mirar a Connors—. No
quieren reconocimiento ni fama; están prestando un servicio al mundo.
—Hay formas más grandes de hacer esa declaración, no mediante

casos aislados —respondió Connors.
—Las muertes individuales se esconden bajo el radar, al igual que

la distancia entre cada incidente ayuda a mantenerlo oculto. No escogen
117
a los hombres homosexuales de más alto perfil, sino lo suficientemente

altos como para ser noticia local por sus muertes.
—Colt Michaels es un hombre gay de alto perfil —replicó Connors,

y Mitch lentamente volvió la cabeza hacia el tipo.
—Pensé que leías los casos. Colt aún no estaba fuera. Fue a su
ahora esposo, Jace Montgomery, a quien apuntaron. Fue su auto
alquilado el que manipularon.
—El esposo no tiene sentido —argumentó Connors.
—Cada caso ha tenido a la víctima recientemente en las noticias

locales por alguna razón. Jace Montgomery había aparecido en la ESPN
antes que ocurriera el accidente. Tony Johnson acababa de vender su
compañía de software a Apple por una cantidad de dinero impía y salió
en todas las redes de noticias por cable. El juez Bennett acababa un juicio
por discriminación racial. Y sigue y sigue y sigue. No estaban
necesariamente en las noticias nacionales, pero cada uno apareció en las
noticias —explicó Mitch.
—No recuerdo haber leído eso en la información del caso —dijo

Connors, y Mitch pensó totalmente que estaba cubriendo su error.
—Está ahí, simplemente lo pasaste por alto —respondió Mitch.
—No paso cosas por alto. —Connors lo miró desafiante ahora.

Genial, el chico maravilla tenía un ego.
—Lo hiciste —se burló Mitch, encontrando su mirada y arqueando

una ceja. La esperada turbulencia golpeó en ese momento, sacudiendo el
avión. Otro gran golpe hizo que el Tyler Connors herméticamente cerrado
apenas salvara su portátil antes que la computadora golpeara el piso de
la cabina. Honestamente, Mitch estaba impresionado con los reflejos del
chico hasta que otro fuerte golpe sacudió a Mitch fuera de su asiento.
118
—Maldición —maldijo Connors, agarrando su portátil.
—Estamos teniendo un poco de turbulencias. Por favor,

permanezcan sentados, con los cinturones de seguridad abrochados —
anunció el piloto con bastante calma.
—Mierda, esto apesta —declaró Connors, y Mitch echó un buen

vistazo a su compañero temporal. Se estaba poniendo verde con todo el
balanceo que estaban teniendo. Mierda, tenía un lanzador en sus manos,
mareos en su máxima expresión. Tan rápido como pudo, agarró la
computadora portátil mientras buscaba la bolsa de vómito. Para crédito
de Connors, no arrojó nada hasta que abrió la bolsa, pero la agitación
nunca se detuvo.
Desafortunadamente para Connors, la turbulencia continuó

durante el resto del viaje. La violenta tormenta se extendió por el este de
Kentucky, lo que les hizo rodear el aeropuerto, esperando su turno para
aterrizar. Permaneció enfermo todo el tiempo, y finalmente confesó bajo
un manto de mal aliento de vómito, que a su cuerpo no le gustaba volar.
La compasión inicial de Mitch no tardó mucho en convertirse en
irritación. ¿Cómo podía Connors ser un agente del FBI y no poder viajar
en un avión? Mitch pasó la mitad de su vida volando de una tarea a otra.
Cuando aterrizaron, la amenaza del clima severo había terminado,

pero la lluvia caía con furia.
Viajar en un avión privado tenía una rutina de aterrizaje y salida

muy diferente a la de una aerolínea comercial, y Mitch ni siquiera tenía
su gorra para evitar empaparse. Todo lo que pudo hacer fue agacharse y
dejar que la lluvia lo golpeara hasta que se encontró con un paraguas
que llevaba un conductor.
Connors se movió más despacio, sin salir del avión hasta que Mitch
ya estaba apretado dentro del asiento del pasajero. Mitch no había
119
pensado en mencionarle al conductor que había dos de ellos. Observó

cómo Connors daba cada paso bajo la lluvia torrencial mientras el
conductor se apresuraba a sacar su paraguas mojado del asiento trasero.
Connors ya estaba al lado del auto, empapado y haciéndole gestos

hacia el asiento trasero.
Cuando Mitch descubrió que Connors planeaba ir a su puerta,

cerró rápidamente la puerta del auto antes que Connors pudiera abrirla
y dejar que la lluvia entrara. Después de un minuto que el tipo se
mantuvo firme, empapado y mirándolo, Mitch bajó la ventana
aproximadamente un centímetro.
—Tengo mareo por movimiento. Necesito el asiento delantero —

gritó Connors por encima de la fuerte lluvia. Mitch no viajaba en el
asiento trasero, pero también estaba cansado de ver al chico vomitar y
emitir ese pequeño gemido que hacía cada vez que algo salía. ¡Mierda!
Miró al conductor.
—¿Quién eres? ¿Para quién trabajas?
—Fui contratado para llevarlos a los dos al depósito de la policía y

donde sea que tengan que ir —respondió el conductor.
—Cambio de planes. Irás en el asiento trasero. Conduciré yo.
—No, hombre. Este es mi auto personal —comenzó a discutir el

conductor, pero Mitch no le dio otra opción cuando se acercó al conductor
para abrirle la puerta mientras se deslizaba por la consola central para
evitar volver a la lluvia torrencial.
—Estará bien. Soy un Ayudante del Alguacil. —Como si eso

significara algo para esta situación, pero empujó contra la cadera del
chico cuando Connors se sentó en el asiento del pasajero. En una serie
120
de palabras frustradas, el conductor se sentó en el asiento trasero y,

segundos después, Mitch se sentó al volante.
—No arruines mi auto —dijo el irritado conductor.
—¿A dónde voy? —preguntó Mitch, mirando hacia atrás en el

espejo retrovisor. Su teléfono comenzó una serie de vibraciones,
finalmente recibió suficiente señal para ponerse al día con todo lo que se
había perdido mientras estaba en el aire. Mitch los ignoró mientras
conducía. El conductor se inclinó hacia delante, señalando el centro del
tablero.
—La dirección está programada allí. Toca el volumen a la derecha.

Lo mantengo bajo. —Mitch se concentró en conducir, y Connors comenzó
a trabajar con el GPS.
—No, hombre, tu otra derecha —dijo el conductor cuando Connors

comenzó a presionar los botones equivocados—. Maldición, hombre,
volviste a recalcular el viaje.
—Él es del FBI, no ganan lo suficiente para pagar buenos autos

como estos —arrojó Mitch, riendo mientras Connors gruñía y apoyaba su
cabeza contra el reposacabezas, sosteniendo su estómago, claramente
todavía recuperándose.
—Solo te diré a dónde ir. Gire a la derecha en la entrada del

aeropuerto —dijo el conductor. Usando el respaldo del asiento de Mitch,
se adelantó y comenzó a modificar la dirección en el GPS. Mitch se echó
a reír de nuevo cuando captó la clara mirada de qué demonios que le
dirigió a Connors mientras se recostaba.
Afortunadamente, la lluvia cesó cuanto más salieron de la ciudad.

Mitch se detuvo en el depósito policial, justo al frente de la una valla
metálica, y estacionó. Salió, inspeccionó el patio y reconoció los pies de
121
Kreed que sobresalían de debajo de lo que parecía ser una cáscara

severamente quemada de un pequeño automóvil dentro del garaje de un
solo automóvil.
Mitch no volvió a mirar a Connors cuando pasó por los pasos de

mostrar su placa y entrar a las instalaciones. Por lo que Mitch pudo ver,
fue una escapada increíble del chico Greyson. Esa realidad endureció la
resolución de Mitch. Se agachó junto a las botas de Kreed, todo lo demás
olvidado.
Kreed se empujó fuera del coche destrozado, la suciedad y el hollín

cubrían su ropa. Mantuvo la misma mirada intensa de Mitch y no perdió
el tiempo en saludos.
—Es un vehículo IED bien construido. No se veía un detonador,

excepto que tenía que haber un disparador desde abajo y estaba
establecido para matar. Está conectado a una detonación remota. El
tamaño y la ubicación son estilos extranjeros. Vi esto en Irak y
Afganistán. No lo hacemos así en los Estados Unidos. Llenamos nuestra
mierda para que cualquiera la vea. Es un estilo completamente diferente
al de Bennett. Quien haya hecho esto está bien entrenado —dijo Kreed,
recogiendo un trapo e intentando limpiar la suciedad de sus manos.
—El chico salió del auto y se alejó lo suficiente como para que solo
una metralla lo golpeara —dijo Mitch, asimilando todo lo que Kreed le
dijo.
—Está diseñado para enviar piezas volando. Sería casi imposible

identificar quién estaba dentro una vez que explotara. —Kreed se puso
de pie y Mitch se quedó con él. Ambos se quedaron mirando el auto.
—¿Qué salió mal? Si fue diseñado para matarlo, entonces la

detonación no respondió a tiempo... ¿O pensaron que ya estaba muerto?
A veces me pregunto si les permitió vivir a propósito para contar la
122
historia. Pero fue golpeado gravemente. No hay ninguna razón para que
esté vivo en este momento —dijo Mitch, pensando en los escenarios a
medida que avanzaba.
—El tipo que hizo esto querría quedarse, ver la explosión —

respondió Kreed.
—Pero el chico tenía un perfil demasiado alto. Sabrían que

estaríamos mirando —dijo Connors detrás de él.
Mitch ni siquiera lo había escuchado caminar y no tenía idea de

cuánto había escuchado.
—Entonces tal vez es un trabajo interno. Tal vez esto esté

relacionado con la agencia —agregó Kreed, ignorando a Connors por
completo y mirando a Mitch. A través de toda la discusión que habían
tenido sobre este caso, Mitch nunca había aceptado realmente que este
podría ser un juego político, y mucho menos un activo de la agencia
volviéndose corrupto. Mientras dejaba resonar la posibilidad, Connors
intervino.
—Ni siquiera en el radar. Es mejor que tengas todos tus patos en

fila antes de comenzar a señalar con el dedo a uno de ellos. —Mitch
escuchó y conocía a Kreed demasiado bien. No jugaba bien entre las
divisiones, algo que tenían en común. En lugar de disparar un
comentario astuto como sabía que su amigo quería hacer, Kreed extendió
su mano grasienta y sucia a Connors, presentándose. Perdido en sus
pensamientos, Connors mordió el anzuelo y estrechó la mano de Kreed,
casi inmediatamente dándose cuenta de su error.
—Kreed Sinacola, encantado de conocerte. —Su amigo finalmente

soltó la mano de Connors. Todo lo que Connors podía hacer era pararse
allí mirando su mano manchada de aceite y hollín.
123
—¿De verdad? —preguntó Connors, aún mirando su mano.
—En el caso del juez, podría haber sobrevivido si no hubiera sido

un golpe directo. Este de aquí debería haber matado a cualquiera que
estuviera dentro del alcance. Este auto fue colocado en ese campo por
una razón —continuó Kreed, mirándolo fijamente. Connors se alejó,
buscando algo para limpiar su mano—. No puedo ver cómo no está
organizado por varias personas. Están demasiado bien entrenados y
diversos. Tienen experiencia internacional. Probablemente exmilitar de
los Estados Unidos. Si no, entonces algún tipo de entrenamiento técnico
especial. Estas personas están enojadas por algo. Está la National United
Association. Sé con certeza que los exmilitares se conectan a ese grupo.
—Sí, pero no son violentos —intervino Connors, alejando la mano

de su cuerpo. Mitch intentó no reírse del agente con la ropa arrugada,
mojada y ahora sucia. Eso tenía que estar matándolo.
—Es solo cuestión de tiempo hasta que se forme un grupo de

disidentes. Tienes la Liga de la Libertad, el Partido de la Nueva
Resistencia, Keywest United, cada uno de ellos atrae a exmilitares, y
están repletos de policías despedidos. Y no puedo ver cómo puedes
descartar a un agente trabajando desde adentro. —Kreed aparentemente
había estado aquí un tiempo, su mente yendo a mil.
—En este punto, no podemos descartar nada —dijo Mitch antes

que Connors pudiera hablar—. Voy a escribir esto en un informe oficial.
Haré que Ellen te lo envíe en las próximas horas.
—¿Cuál es tu plan de ataque? —preguntó Kreed, volviendo su

atención a Mitch.
—Quizás alguien vio algo. Tuvieron que conducir por la ciudad para
salir a ese campo —razonó Mitch—. El automóvil fue robado del
propietario del campo en el que explotó. Informó que el automóvil fue
124
robado unos treinta minutos antes de escuchar la explosión al otro lado

de su propiedad. Eso fue alrededor de la medianoche, ¿verdad? —Mitch
le preguntó a Connors.
—Correcto. La policía local ha elaborado una lista de posibles

personas de interés —respondió Connors.
—Aaron Stuart ha reunido una lista de grupos de odio organizados

más específicos para mí. Lo recibí tarde el viernes por la noche. Ha
retirado a todos los miembros registrados que estaban relacionados con
el ejército y el gobierno. Se quedó con grupos que tenían membresías de
menos de cien personas. Mi instinto me dice que son cuatro o cinco
personas como máximo, probablemente fuera del radar. Está planeado,
ejecutado y nunca lo mencionaron, pero alguien tiene que liderar la
manada. No quieren fama de esto. Lo están haciendo por una razón
diferente. Podemos entrevistar, pero ya no están aquí. Te lo garantizo —
dijo Mitch cuando salieron de la caseta de estacionamiento.
—Por primera vez, estoy de acuerdo contigo, Knox, pero no me

gusta que Aaron Stuart esté involucrado. Necesitas discutir estas cosas
conmigo. Está bajo investigación... —Connors comenzó de nuevo, pero
Kreed lo interrumpió.
—Apuesto a que nunca jugó deportes de equipo cuando era niño.

—Kreed movió un pulgar en dirección a Connors mientras se dirigían
hacia los baños al costado del edificio.
—Mis pensamientos exactamente. —Mitch le dio a Kreed un golpe

con los nudillos mientras caminaban en sincronía.
—¿Sabes qué, Knox? He tenido suficiente de toda la falta de

respeto. Soy un graduado en Leyes de Harvard. Estoy a cargo de este
caso. Haré que alguien en mi equipo reduzca esto. Stuart está fuera.
Punto. Fin de la discusión. No me siento cómodo con él —gritó Connors
125
desde un par de pasos detrás de ellos. Mitch lo miró cuando abrió la

puerta del baño. Connors todavía sostenía su mano torpemente delante
de su cuerpo para evitar que la mugre tocara cualquier otra cosa.
—¿Cuál es su problema con Stuart? —Kreed inclinó su cabeza

hacia el agente del FBI.
—¿Quién podría saberlo realmente? Ya sabes cómo son los

federales. Todo lo que sé es lo que me dijo Stuart. Aparentemente estuvo
involucrado en alguna actividad cuestionable en la universidad. Se metió
sin autorización al sistema de seguridad del FBI como una broma de
fraternidad. Desde entonces, lo vigilan, pero contratan su trasero para
encontrar sus infracciones. Entonces es como darle un trabajo, pero
nunca perdonarlo por lo que ha hecho. —Mitch dejó que la puerta se
cerrara mientras Connors se acercaba.
—¿Entonces es tan rudo? —preguntó Kreed, lavándose las manos.
—Oh, sí, pero en este momento está usando su poder para el bien,
no para el mal. —Mitch levantó la vista y vio la mirada incrédula de Kreed
reflejada en el espejo, y le guiñó un ojo.
—¿Cómo lo conociste?
—En línea. Jugamos a State of Decay juntos a veces. Le doy una

patada en el trasero y luego manipula el sistema y hace trampa, pero aún
así gano —dijo Mitch, recostándose contra el lavabo junto a Kreed
mientras se secaba las manos.
Connors finalmente lo alcanzó y entró por la puerta.
—Me quedaría con él, Knox. Estos son algunos explosivos serios.
Necesitamos toda la ayuda que podamos conseguir. ¿Has estado en el
sitio? —preguntó Kreed.
126
—No. Nos dirigimos allí a continuación. —Miró a Connors y recibió

un asentimiento del tipo.
—Me gustaría verlo por mí mismo, ver si puedo recoger algo que
podría haberse pasado por alto. ¿Puedo engancharme contigo? —
preguntó Kreed.
—Muy bien, puedes viajar con nosotros. Pero necesito advertirte, el

federal se marea. Irás en la parte de atrás —aconsejó Mitch a Kreed—.
Oye, ¿me has traído una muda de ropa?
—Sí, acabo de traerte un poco de la mía. Están en mi baúl —Kreed

le arrojó las llaves y salió por la puerta mientras Connors pasaba el jabón
desengrasante sobre sus manos por tercera vez.
127
Capítulo 14
Mitch se quedó atrás, obligando a Connors a hacer lo mismo para
darle tiempo a Kreed de hacer lo suyo. Cada vez que Connors intentaba
hablar, Mitch lo silenciaba. Este era el segundo viaje del agente aquí en
las últimas veinticuatro horas. Connors tenía la información que Kreed
necesitaba, pero Mitch no quería manchar el instinto de Kreed, porque
no había nada más confiable que esas extrañas sensaciones que tenía su
compañero. Entonces se paró bajo el ardiente sol de Kentucky,
manteniendo una mano metafórica sobre la boca de Connors a pesar que
habían tenido esta conversación en el auto.
—¿Dónde se encontró su cuerpo? —gritó Kreed.
—Aproximadamente sesenta metros al este. —Mitch miró a

Connors para confirmarlo y asintió.
—Muéstrame —dijo Kreed. Afortunadamente, Connors

simplemente hizo lo que le pidieron sin un largo comentario.
—¿Quién limpió el sitio? —preguntó Kreed.
—Nuestros chicos —respondió Connors, volviendo hacia Mitch.
—¿Los lugareños o el ATF8 no lo intentaron? —preguntó Kreed,

mientras continuaba escaneando la tierra chamuscada.
—Tuvimos prioridad por el trabajo de Knox y el chico Greyson —

explicó Connors. Kreed sacudió la cabeza y lo miró. Mitch le dio su
mirada de no vale la pena.
8
Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos es una agencia federal de
seguridad de los Estados Unidos.
128
—Tenía las piernas atadas —anunció Kreed, siguiendo las huellas

visibles.
—Sus manos también. Se suponía que estaba en la cajuela del

automóvil, antes de la explosión —agregó Connor.
—¿Así que salió tirando del pestillo de seguridad? —interrogó

Kreed. Mitch observó a su amigo agacharse y pasar los dedos por el suelo,
luego se los llevó a la nariz.
—Probablemente, esa es nuestra mejor suposición. —Connors

finalmente habló de nuevo, manteniendo sus ojos en Kreed.
—Es seguro que fingió estar inconsciente —agregó Kreed.
—Es un chico inteligente —afirmó Mitch, siguiendo al lado de

Kreed, examinando las huellas dejadas por Elliot Greyson.
—¿No ha sido interrogado? —preguntó Kreed, mirando al suelo.
—No. Ha estado en coma desde que lo encontraron —agregó Mitch
—¿Los mismos agentes que están con él fueron quienes lo

perdieron? —preguntó Kreed.
—No a partir de esta noche —dijo Mitch, ya palmeando su

teléfono—. Son realmente buenos cuidadores.
—Será mejor que tengas una buena razón y algo sólido que lo
respalde cuando hagas esa llamada —advirtió Connors a Mitch. Lo
ignoró, pero tuvo la sensación que Connors finalmente estaba a bordo
con la posibilidad que el Servicio Secreto podría estar involucrado. En
este punto, no podían descartar nada. ¿Podría esto realmente ser un
trabajo interno? Un agente del Servicio Secreto tendría absolutamente la
129
capacidad y conocería la importancia de mantener las cosas en silencio.

Podían esconderse.
A mitad de la llamada, Mitch cambió de opinión y decidió esperar.

Por ahora, el chico tenía protección adicional y Mitch necesitaba pensar.
Connors tenía algunos puntos positivos sobre este problema interno del
departamento que ahora enfrentaban.
Necesitaba tiempo para procesar todo lo que habían descubierto.

Esta podría ser la primera pista real que tenía, y por alguna razón, el
caso empeoraba con cada nueva información encontrada.
Kreed dijo que había terminado su extremo, y Mitch los condujo de

regreso al estacionamiento donde estaba el coche de alquiler de Kreed y
su conductor se había quedado después de mucha persuasión por parte
de Mitch. Entre Mitch, Kreed y Connors, todos acordaron que no
actuarían hasta que pudieran profundizar un poco más. Como Connors
cedió, también lo hizo Mitch. Necesitaba pruebas antes de poder lanzar
piedras al Servicio Secreto.
***
Mitch se sentó al borde de la cama en la habitación del hotel y

esperó. Llamaron a la puerta de la habitación contigua, una que Mitch
no había abierto y ahora debatía si dejar cerrada. Kreed no había tenido
tiempo suficiente para hacer lo suyo, y no quería que Connors estuviera
divagando sobre cómo el FBI manejaba asuntos como estos.
Con el giro de los acontecimientos en las últimas horas, la paranoia

comenzó a profundizarse. Una vez que se les asignó una habitación,
Mitch inmediatamente pidió dos nuevas. Ahora solo estaba sentado en el
silencio extremo de la habitación del hotel, esperando.
130
Al segundo golpe, Mitch finalmente decidió dejar entrar a Connors,

pero se paró en la puerta contigua y se llevó un dedo a los labios. Eso
confundió un poco a Connors, pero finalmente entendió y asintió
rápidamente.
Se quedaron allí, mirándose el uno al otro.
—Necesitamos hacer más preguntas, hacer algo de trabajo pesado.

Quizás alguien vio algo. Tuvieron que llegar a la ciudad de alguna
manera.
Connors rompió el silencio, diciendo las palabras muy clara y

profesionalmente. Mitch hizo una nota mental que el agente apestaba
actuando de manera casual en situaciones complicadas.
Finalmente llegó el golpe que había estado esperando. Mitch

observó por la mirilla y allí estaba Kreed.
—Oye, hombre, gracias por venir —dijo Mitch.
—Buenos aposentos. El Servicio de Alguaciles no suele pagar por

el Hilton —bromeó Kreed y le entregó uno de los dos pequeños
dispositivos de mano a Mitch. Ambos comenzaron a escanear la
habitación. Connors retrocedió y observó antes de apartarse, dejándolos
pasar por su habitación con la misma diligencia que habían examinado
la primera. Ninguna parte permaneció intacta. Durante el barrido, Mitch
notó que Connors había desempacado por completo. Artículos de tocador
en su lugar correcto, cada cajón tenía calcetines cuidadosamente
doblados, ropa interior y camisetas.
Su traje estaba colgado correctamente en el armario. Kreed miró

detrás de la cama, movió el dispositivo sobre la imagen que colgaba sobre
la cabecera.
131
—Las habitaciones están limpias. —Kreed se dio la vuelta para

enfrentarlos, claramente pensando en la situación—. ¿Eran estas las
habitaciones originales?
—No, pedí dos diferentes.
—Creo que deberíamos informar a la policía local. Necesitan saber

que estamos aquí, y necesito obtener los informes que presentaron de
anoche —dijo Connors al azar mientras estaba de pie en medio de las dos
habitaciones.
—Necesito contactar con Aaron. Puede escanear nuestras

computadoras y reunir una lista de los agentes asignados a Greyson. Lo
hará en silencio. Nadie lo sabrá. —Mitch ignoró a Kreed, que seguía
mirando a Connors. Su compañero aún no había aprendido que Tyler
Connors no encajaba bien con la gente. Era resuelto y con un único
propósito. La conversación general no era su fuerza.
—Seguimos hablando de Stuart. Sabes que no me gusta. —

Connors dio un resoplido agravado. Kreed retrocedió, mirándolos a
ambos como si fuera un gran espectáculo. Mitch lo ignoró mientras
configuraba su computadora e inmediatamente encendió Skype.
—Entonces ve a ver a la policía, ve si tienen algo nuevo para seguir.

Ser visto fuera de casa. Si tienen un restaurante, ve allí. Queremos que
todos sepan que estamos haciendo muchas preguntas. Deja tu
computadora portátil encendida en tu habitación. Aaron puede acceder
de forma remota y ver qué dispositivos nos están rastreando, si hay
alguno, pero por si no lo has descubierto, Stuart se involucrará en este
caso. Acostúmbrate.
Mitch sofocó un bostezo. La energía acumulada comenzaba a

desvanecerse, dejando en su lugar el hecho que no había dormido en más
de veinticuatro horas.
132
—Garantízame que solo hará lo que hay que hacer. Mira cada
movimiento que hace. Hay información confidencial sobre esto. Regresaré
en un par de horas. Podemos comer algo en el restaurante juntos —dijo
Connors, llevando su computadora portátil a Mitch.
—De acuerdo —instaló las computadoras y esperó a que Connors

se fuera antes de llamar a Aaron. En el primer timbre, su rostro apareció
en la pantalla.
—¿Recibiste el mensaje de texto que te envié? —preguntó Aaron.
—Todavía no lo he mirado, pero lo haré. ¿Puedes revisar mi

computadora, ver si soy el único aquí? Puedo darte mi información de
acceso. —Mitch oyó a Kreed detrás de él, moviéndose. El sonido del
reposapiés del sillón reclinable subiendo y bajando.
—No es necesario —dijo Aaron, y Skype se desconectó.
—Así que ese es el famoso Aaron Stuart. ¿Es heterosexual o gay?

—preguntó Kreed. Mitch habría jurado que su amigo sonaba un poco
curioso.
—No lo sé. No lo conozco de esa manera. Siempre hay una mujer

jugando con él —comentó Mitch, algo distraído cuando su pantalla se
puso negra por un momento y luego volvió a funcionar, como siempre.
—Entonces es heterosexual —razonó Kreed y volvió a descansar en

el sillón reclinable.
—No necesariamente —dijo Mitch distraídamente y esperó,

mirando su pantalla. Su ratón se estaba volviendo loco.
Aaron había entrado fácilmente y estaba trabajando los archivos

del sistema. Probablemente mantuvo el ratón funcionando a propósito,
haciéndole saber a Mitch que estaba allí. Después de un segundo de
133
permanecer sentado, salió de su aturdimiento y sacó el teléfono del

bolsillo. Tenía algunas llamadas perdidas y mensajes de texto.
Escaneó las llamadas, ambas recibidas durante el turbulento viaje

en avión, una del director Skinner y otra de Kreed. Esperaría para llamar
a su director cuando no estuviera haciendo algo que podría estar mal
visto. El mensaje de texto entrante era de Aaron.
Abrió el mensaje para recibir una nueva foto de Cody. Maldición, el

chico era hermoso, exactamente como lo recordaba. Esto tenía que ser
una imagen profesional. Llevaba un uniforme de los Patrulleros del
Estado de Texas y tenía una mirada seria en su rostro. El ángulo de la
imagen acentuaba perfectamente los brillantes ojos azules de Cody. Tenía
los labios carnosos y llenos, y Mitch sabía por experiencia que eran
totalmente besables. Su polla se fue a media asta al recordar lo suaves y
sexys que eran. Iba a tener una erección completa si no dejaba de mirarlo
boquiabierto. Estaba seguro que no estaba de humor para explicarle a
Kreed por qué tenía una erección con él sentado allí mismo en la
habitación.
Le dio a Cody una última mirada y pasó a la información que había

solicitado.
Cody Turner
Fecha de nacimiento: 23 de junio de 1988
26 años
Altura: metro noventa y cinco
Dirección: 10410 Main Street Apt 9B, Austin, TX 78722
Teléfono: 512.555.6001
134
Correo electrónico: texasranger1987@mail.com
Empleado por el DPS como oficial de patrulla de carreteras durante

cuatro años.
Sin antecedentes penales de ningún tipo. Se ve limpio. Puedo cavar

más profundo si quieres.
A.
Para cuando llegó al final del mensaje, la cara de Aaron volvió a

aparecer en la pantalla de su computadora portátil. Aaron había
reiniciado Skype. Mitch no tenía idea de cómo hacía cosas así, pero lo
hacía todo el tiempo.
—No puedo ver ninguna evidencia de dispositivos en esta máquina.

Está detectando al Departamento de Justicia en Louisiana, pero no
adjunta nada más.
—¿Puedes revisar otra máquina? La tengo aquí conmigo. ¿Que

necesito hacer? —Mitch miró la otra computadora. La pantalla se había
quedado en blanco, por lo que pasó un dedo sobre el ratón.
—¿Está ahí en la habitación contigo? —preguntó Aaron.
—Sí, no puedo ver si tiene instalado Skype.
—No lo necesito, espera —dijo Aaron, y se fue de nuevo. La

computadora portátil a su lado nunca cambió como la suya.
—¿Cómo de alto es? —La voz de Kreed lo sobresaltó.
—¿Quien? —respondió Mitch, sus ojos volvieron a la foto de Cody.

Maldición, el chico era caliente.
135
—El tipo de la computadora. ¿Cómo es que nunca lo había visto

antes? —preguntó Kreed.
—Te resistes a la tecnología. Eso es lo mío en este dúo dinámico

que estamos pasando, y me aguanto. Este es el tipo que conocí en Dallas.
—Levantó su teléfono inteligente para mostrarle a Kreed, y para crédito
de su amigo, miró a Cody, pero sus ojos volvieron inmediatamente a la
pantalla de la computadora de Mitch.
—Preséntame —solicitó Kreed.
—Jódete. Es mío. —Mitch presionó la barra en el costado del

teléfono para que la imagen de Cody volviera a aparecer cuando la
pantalla se oscureció.
—No, tonto, él no... el friki informático. —Kreed inclinó la cabeza

hacia la computadora portátil.
—Saben, puedo escuchar todo lo que dicen. —La voz de Aaron lo

tomó por sorpresa, causando que Kreed y él miraran su pantalla oscura
y luego a la pantalla oscura de Connors.
—¿Cómo lo hace? —La ceja de Kreed se levantó.
—No lo sé. Debería haberte advertido. —Mantuvo sus ojos en su

computadora portátil, esperando que Aaron hiciera algo más.
—¿Así que él puede ver todo lo que haces? —sondeó Kreed. Mitch
miró a Kreed y puso los ojos en blanco.
Su amigo simplemente no iba a renunciar.
—Eso sería escuchar, no ver. —Se escuchó una voz detrás de la

pantalla oscura justo antes que Skype volviera a encenderse y apareciera
la cara de Aaron—. No eres mi tipo, Ayudante del Alguacil Sinacola.
136
—Soy del tipo de todos. —Kreed obviamente se ofendió al ser

derribado.
—En tus sueños —respondió Aaron, y Mitch tuvo que reír porque
Kreed en realidad estaba haciendo pucheros mientras se recostaba en la
silla.
—¿Qué encontraste? —Mitch finalmente dejó de reír lo suficiente

como para preguntar.
—También se ve bastante limpia. La Oficina tiene una manera de

entrar allí, pero nada anormal —dijo Aaron, todo negocios nuevamente.
—Bien, gracias. Necesito otro favor —dijo Mitch.
—Se están acumulando —respondió Aaron, sonriéndole.
—Lo que sea…—Comenzó a hablar pero Kreed lo interrumpió.
—¿Es ese el tipo que se hizo cargo de tu personaje?
—Eso es jodidamente correcto. Te dije la última vez que te hiciste

cargo de mi Marcus y dejaste que los zombis se lo comieran que te estaba
pateando el trasero. —Mitch habló con Aaron, ignorando a Kreed.
—¿Entonces ese es el tipo? Muy genial. Estuvo enojado por eso

durante semanas —dijo Kreed.
—Knox no juega limpio —respondió Aaron.
—Por limpio, quiere decir que le estaba pateando el trasero.

Necesito otro favor, ya que me debes un millón de ellos por esa mierda.
Necesito una lista con información de antecedentes de cada miembro del
Servicio Secreto asignado al Senador Greyson y su familia. Si puedes
encontrar horarios exactos, te lo agradecería —dijo Mitch, sintiendo la
137
pérdida de Marcus nuevamente. Había jugado tan bien para llegar tan
lejos en el juego.
—Claro, ¿para cuándo? —preguntó Aaron.
—¿Mañana? —cuestionó Mitch, esperando que fuera pronto—. Y

esto tiene que permanecer secreto.
—¿Eso es todo?
—Sí, más o menos. —Estuvo de acuerdo Mitch.
—Está bien, me quedaré en estas computadoras, veré si alguien

intenta entrar esta semana, pero luego me voy por unos días. —Los ojos
de Aaron estaban bajos, trabajando en algo, incluso mientras mantenía
la conversación.
—¿Estás desconectado, como en unas vacaciones? —Mitch sonaba

incrédulo.
—Iré a los Cayos. Mi hermano se va a casar, soy padrino y toda esa

mierda —respondió Aaron.
—Gracias por hacer esto antes de irte. Lo marcaré en la larga lista

que todavía me debes.
—No es un problema. —Y luego Aaron se fue. Skype se cerró.
—Él es caliente. No puedo creer que no nos hayas presentado. ¿Por

qué no me has organizado una cita con él? —preguntó Kreed.
—Una lista de razones. Primero, estoy bastante seguro que es

heterosexual. En segundo lugar, realmente no puedo ver cómo eres su
tipo, y, en tercer lugar, él es un geek informático realmente inteligente.
Estás ladrando al árbol equivocado, Sinacola. —Mitch bajó su
computadora portátil en otro bostezo.
138
—Hmm... Esas suenan como excusas. Voy a salir. Llámame si me

necesitas. Si no, estaré en contacto tan pronto llegue a Louisiana —dijo
Kreed, levantándose de la silla y estirando su largo cuerpo. En tamaño,
Kreed hacía juego con Mitch. Sin embargo, ciertamente vencía a Kreed
en el recuento de tatuajes.
—Gracias, hombre. —Mitch se puso de pie, manteniendo su

teléfono en la mano izquierda mientras sacudía la derecha de Kreed—.
¿Entonces tu instinto dice que alguien de adentro está involucrado?
—Posiblemente. Tal vez solo alimentando información. Todavía no

son lo suficientemente grandes como para tocarte, pero parece que
obtuviste tu primer golpe de suerte de una manera bastante grande.
Ahora, averigua quién es —dijo Kreed, abriendo la puerta—. Hasta luego.
Mitch cerró la puerta detrás de él antes de volver a colocar el

portátil de Connors en su habitación y cerrar esa puerta también. Tenía
que hacer una llamada telefónica.
139
Capítulo 15
Cody condujo con la ventanilla bajada de su patrulla, disfrutando
del calor del sol de la tarde de octubre. Condujo el largo tramo del camino
rural, navegando fácilmente por las curvas y los cambios de velocidad
como un hombre que había recorrido estos caminos durante la mayor
parte de su vida, lo que técnicamente era completamente cierto. La única
diferencia hoy era que después del final de este turno, tendría dos
semanas de vacaciones, luego cambiaría su Dodge Charger por un
caballo llamado Ranger.
Cody sonrió con orgullo al ser seleccionado para la nueva

asignación. Esta noche, entregaría sus llaves y limpiaría su escritorio,
luego se iría por dos semanas de descanso y relajación.
Cuando el camino llegó a su fin, Cody disminuyó la velocidad y

asintió a un jardinero regando las flores fuera de la antigua guardería de
la ciudad. Salió del camino, algo escondido detrás de un grupo de árboles.
Pensó que pasaría las siguientes horas vigilando a los conductores a los
que les encantaba pasar esta intersección antes de regresar a la oficina.
Hoy, había escuchado a las mujeres en la sede susurrar sobre una

pequeña fiesta en honor a su nueva misión. Estaba seguro que la
celebración incluiría parte del pastel de chocolate casero de Darlene.
Primero el pastel de su madre y ahora el de Darlene, dos de sus

postres favoritos, todo en el mismo día. Cody no estaba seguro que la vida
fuera mejor que eso.
Mientras Cody se instalaba, su teléfono móvil lo tomó por sorpresa.

Era muy temprano en la noche para que lo volvieran a llamar de la
oficina, además lo harían a través del despacho y su familia nunca lo
140
interrumpía mientras estaba de servicio. Cody sacó el teléfono del bolsillo

delantero. No reconoció el número y en la identificación aparecía Estados
Unidos. Ahora, eso era completamente extraño. Con un deslizamiento de
su dedo, contestó el teléfono.
—Patrullero Estatal Turner —dijo, por si acaso era una llamada

oficial.
—Incluso tu voz es sexy como el infierno —dijo Mitch Knox al otro

lado de la línea—. ¿Te atrapé en un mal momento?
Hubo una pausa. Algo sobre su corazón latiendo en su pecho y su

cerebro entumecido tenía a Cody sin palabras. Mitch había estado en su
mente más o menos desde que lo había dejado anoche en JR’s.
Se había sorprendido unas dos docenas de veces soñando despierto

con el tipo. Esa voz oscura, profunda y rica dio una taimada risa durante
su silencio.
—¿Cómo conseguiste este número? —preguntó Cody débilmente,

tratando de decir algo para llenar el silencio.
—Te dije que te encontraría —respondió Mitch con un toque de

arrogancia en su tono.
—No recuerdo que dijeras eso. —En ese momento, Cody golpeó su
frente contra el volante. ¿Era realmente lo mejor que tenía? Había algo
en Mitch que arruinaba sus procesos de pensamiento cada vez que
hablaba con él.
—Veamos... Cody Turner. Veintiséis años. Nuestros cumpleaños

son cercanos, el tuyo es el veintitrés de junio, el mío es el dieciocho. Tu
dirección es 10410 Main Street, Apt 9B. ¿Quieres el número de tu
seguridad social? —preguntó Mitch.
141
—No, es suficiente —respondió Cody, y luego no salió nada más;

volvieron al silencio. No podía pensar en nada que decir... otra vez.
Escuchó la risa de Mitch y sintió el calor subiendo por sus mejillas.
¡Maldita sea! Debió sonar como un completo idiota.
—Seguro tienes una forma de ser increíblemente reservado. Está

bien. Hablo lo suficiente por los dos. ¿Estás trabajando ahora mismo? —
preguntó Mitch, completando su silencio.
—Sí, señor —respondió, mirando como un automóvil pasaba por

su lado en la carretera a gran velocidad. Los dejó ir. ¿Acabo de decir
señor?
—¿Por qué todos me llaman señor en estos días? ¿Cuándo sales?

—preguntó Mitch, el humor desapareció, dejando solo la voz baja y
profunda que envió escalofríos por su columna vertebral. Cody cerró los
ojos y su polla se animó, apretando sus pantalones.
—En unas pocas horas —murmuró Cody.
—Bien, yo también. ¿Puedo llamarte esta noche? ¿Después de las

diez en punto? —cuestionó Mitch.
—Mmmm, ¿diez? Sí, creo que sí... quiero decir, no. Creo que tengo
algo más tarde —tartamudeó Cody, sorprendido por la pregunta,
tratando de aclarar su cabeza. No tenía idea de cuánto duraría la fiesta
en la sede. Y dado que su cerebro dejó de funcionar, prácticamente no
pudo encontrar ninguna respuesta. Le tomó un minuto darse cuenta que
Mitch se había quedado en silencio. Cody trató de explicarse—. Escuché
algo sobre una especie de fiesta para mí esta noche en la estación. Por el
nuevo trabajo que obtuve —dudó Cody, tratando de llenar el espacio
muerto.
142
—Bueno, envíame un mensaje cuando hayas terminado. Yo

también debería estar libre. ¿Alguna vez usaste Skype? —preguntó Mitch.
—No lo he usado antes, pero está en mi computadora —respondió

Cody.
—Muy bien, este es mi número de teléfono. Guárdalo, ¿de acuerdo?
—Vale. Fue bueno saber de ti. —Las palabras salieron de la boca

de Cody antes que pudiera detenerse, y esta vez se golpeó la cabeza lo
suficientemente fuerte como para que realmente le doliera. ¿Quién decía
estúpidas mierdas como esa?
—Apuesto que sí —gruñó Mitch y volvió a reírse. La llamada se

desconectó. Cody fue más lento para bajar la mano. Estaba jadeando solo
por el sonido de la voz de Mitch. Su corazón se había acelerado, y estaba
sudando por esa llamada telefónica. Nunca había esperado escuchar esa
voz de nuevo.
¿Le enviaría un mensaje de texto a Mitch más tarde?

Absolutamente no. Por la forma en que manejó esta llamada y el sonrojo
en su rostro, demostró lo que ya sospechaba, Mitch Knox estaba muy
lejos de su alcance. Cody era un chico de campo. Mitch era sexy y
sofisticado. Llevaba esa actitud de jódete. Sin mencionar que Cody no
parecía tener una mente propia cuando Mitch estaba cerca de él.
Aparentemente eso también incluía el teléfono. Maldición, solo pensar en
esa voz y recordando su tiempo juntos en ese auto... No había forma que
él lo llamara. No podía permitirse esta distracción. Mitch lo afectaba
demasiado.
Después de diez minutos de mirar por la ventana, Cody se dio

cuenta que lo estaba haciendo de nuevo. Se estaba poniendo duro solo
pensando en Mitch. Maldición, realmente tenía que controlarse.
Simplemente no podía permitirse el problema que imaginaba que Mitch
143
le traería a su vida. Lo que tenía que hacer era concentrarse en su trabajo

y su futuro, nada más.
En ese pensamiento, Cody se ajustó los pantalones, levantó su

pistola de radar y fingió rastrear la velocidad de los autos mientras su
mente permanecía enfocada en las mejores maneras en que podía olvidar
a Mitch.
144
Capítulo 16
Mitch se recostó, su teléfono aún descansaba en la palma de su
mano. Se quedó mirando la foto que había puesto encima del número.
¿Por qué su mente estaba constantemente enfocada en Cody Turner?
¿Especialmente cuando obtuvo el primer visto bueno real en un caso, en
el que no solo trabajó, sino que vivió durante los últimos meses?
No podía responder esas preguntas, excepto para decir que Cody

Turner lo intrigaba.
La vibración del teléfono lo hizo apartar esos pensamientos. La cara

de Colt Michael apareció en su pantalla. Él respondió con un
deslizamiento del dedo.
—Hey.
—Papá Montgomery está preocupado. Dice que deberías haber

estado en casa hace horas —dijo Colt en su tono burlón habitual.
—Me encanta pensar que Jace está pensando en mí. Me pone todo
cálido y agitado —respondió Mitch, riendo en su voz—. Oye, déjame
hablar con él, así puedo asegurarle que estoy bien.
—Como el infierno hablarás con él. Tu mierda está en el porche

delantero, Knox. No necesitas tocar el timbre —golpeó Colt de regreso.
—No, no lo están, Colt. Deja de ser tan melodramático. —La voz de

Jace al otro lado de la línea lo hizo sonreír.
—Él hace eso de “déjame hablar con Jace” a propósito, cariño. Él

sabe que me vuelve loco —refunfuñó Colt, pero Jace se puso al teléfono
y se hizo cargo de la llamada.
145
—No hay prisa por que vuelvas, solo queríamos asegurarnos que
todo estuviera bien —dijo Jace en su tono siempre razonable. El hombre
era relajado y sensato, lo que probablemente era la razón por la que le
gustaba tanto a Mitch.
—Me llamaron anoche. Me fui antes de las cuatro de esta mañana.

No quería despertarlos. ¿Pueden guardar mis cosas por un tiempo?
Volveré pronto, estoy seguro.
—Claro, o te lo puedo enviar —ofreció Jace.
—Estoy seguro que pasará aproximadamente una semana antes

que regrese.
—¿Es el caso? —preguntó Jace esperanzado.
—No puedo hablar de eso, lo sabes —respondió Mitch.
—Estoy usando tu gorra —gritó Colt en el fondo. Esa era la única

cosa que cruzaba cada línea. Todo era diversión y juegos hasta que su
amada gorra de béisbol que había tenido durante muchos años y le
quedaba perfectamente se veía amenazada.
—Jace, haz que se la quite y pregúntale sobre las dieciséis a veinte

piezas de tocino que comió —dijo Mitch, sintiéndose completamente
justificado de haber sacado las grandes armas.
—¿Dieciséis trozos de tocino? —preguntó Jace, claramente no

hablaba con él.
—Apestas, hombre. Ni siquiera llevaba tu estúpida gorra —gritó

Colt en el fondo.
—Jace, protege mi gorra. Los veré pronto, chicos. —Todo lo que

pudo escuchar fue a Colt obteniendo los datos nutricionales negativos
146
sobre el tocino, y se rió mientras colgaba. Eso era exactamente lo que

necesitaba para distraerse de cierto joven rubio caliente.
***
Cody se sentía realmente bien. La última llamada acaba de

finalizar, lo que significa que era cerca de la una y media de la mañana.
Eso implicaba que había estado en su lugar de reunión habitual durante
un par de horas. Había terminado aquí después de la celebración en la
sede de DPS, y desde que había llegado, bebió hasta estar bastante
borracho.
Su celebración de bienvenida a la nueva división había durado más

de lo que había previsto. No había ido al club gay local donde solía pasar
el rato. Tampoco había llamado a su último novio, que generalmente
siempre estaba despierto para pasar un buen rato a pesar que se habían
separado hace un par de meses. En cambio, fue a The Barn, un bar
debajo de su apartamento en el centro de Austin. Lo conocían por su
nombre allí, y no tardaba mucho en llegar a casa. Un viaje de nueve pisos
en el ascensor era todo lo que tenía que hacer.
Lo único que necesitaba que no había sucedido esta noche era

sexo. Hombre, había necesitado una buena follada, pero casi toda su
concentración ahora se centraba en no llamar o enviar mensajes de texto
a Mitch.
Después de un par de copas, decidió que habría sido más simple si

hubiera borrado el número de Mitch de su teléfono, pero por alguna
razón, eso no parecía ser una opción. Después de un tiempo considerable
y algunas cervezas más, razonó que si borraba el número, podría no saber
si Mitch volvía a llamar y podría responder inesperadamente. Entonces,
al menos si guardaba el número, podría ignorar la llamada.
Sí, eso era...
147
—¿Tienes mi cuenta? —gritó Cody desde su extremo del bar.
—Sí, ¿la cierro ya? —preguntó el cantinero.
— Sí, date una propina apropiada. No me hagas pensar esta noche

—dijo Cody, riéndose de su broma que nadie más parecía pensar que era
gracioso. Eso estuvo bien; se rió lo suficiente por los pocos rezagados que
aún permanecían en el lugar.
148
Capítulo 17
¿Qué diablos? Mitch se sentía como un chico de escuela esperando
saber de su primer enamoramiento. Maldición, eso era muy diferente a
él, pero los recuerdos de ese vaquero caliente en el asiento delantero
continuaron haciendo apariciones repetidas en su mente toda la noche.
Mitch había pasado las últimas horas repasando cada detalle del
caso con Connors. En su nuevo estado de ánimo extático, incluso se
había abstenido de los comentarios inteligentes que normalmente le
habría hecho a su tenso compañero por cosas como... su vestuario menos
deseable, o sus hábitos alimenticios, porque en serio, ¿quiénes todavía
cortan su hamburguesa con cuchillo y tenedor en estos tiempos? Pero no
había dicho una palabra. Mitch tenía otras cosas más importantes para
ocupar sus pensamientos.
Habían ido al restaurante local, haciendo preguntas obvias y

estúpidas mientras terminaban la tarta de merengue de chocolate hecha
en casa, y se aseguraron que la gente del pueblo se fuera hablando de los
dos agentes del gobierno en la ciudad.
A pesar que Mitch no había dormido, forzó una reunión en línea

entre Connors y Aaron, y Connors permaneció escéptico hasta que Aaron
les presentó la lista de los agentes asignados a la familia Greyson. No le
había llevado ni dos horas reunir esa información, y la lista era larga.
Pasaron las siguientes horas revisando la lista, diseccionando a cada
persona y la posibilidad de su participación.
En lo que ahora consideraba un movimiento lamentable, Mitch

había dejado su teléfono celular a mano todo el tiempo que habían
cenado, durante su reunión improvisada con Aaron, a través de su
149
ducha, y mientras se ponía los pantalones de pijama de Bob Esponja que

Kreed le prestó. Cody no llamó. ¿Por qué no había llamado?
Había pensado que Cody estaba interesado en él. Al menos la noche

anterior lo había estado. Mitch acababa de apagar todos esos nervios de
Cody como si acabara de salir o algo así. Mitch estaba razonablemente
seguro que Cody y él habrían terminado haciendo el acto si se hubiera
quedado en la ciudad. Pero en ese pensamiento, anoche podría haber
sido una conexión para Cody. En realidad, también debería haber sido
una conexión para Mitch, pero demonios, no podía dejarlo pasar.
Si Mitch era honesto consigo mismo, Cody se había ido anoche con
toda su información. Sabía exactamente quién era y cómo comunicarse
con él, y sin embargo, Mitch había sido el primero en hacer el primer
movimiento.
En realidad, él había sido quien hizo todos los movimientos, ese

pensamiento causó un ceño fruncido mientras se cepillaba los dientes y
se pasaba un peine por el pelo corto. ¿Por qué estaba tan obsesionado
con ese tímido chico de campo?
—A la mierda. Lo llamaré de nuevo. Lo llamaré hasta que me diga

que pare. A la mierda con eso, aún podría llamarlo incluso entonces —
dijo en voz alta, asegurándose que la puerta que separaba las
habitaciones de Connors y él estaba completamente cerrada y bloqueada.
Mitch rodó sus gruesos hombros, agarró su teléfono, buscó entre los
números y llamó. Se sentó en el borde de la cama y esperó. Eran las dos
y cuarto de la mañana. Lo que sea. Cody debería haber llamado como
dijo que haría. Si despertaba el culo de Cody, bueno, eso era culpa suya.
—Hola —respondió Cody en voz baja y grave. Debería estar

durmiendo como Mitch realmente debería estarlo.
150
—No llamaste. —Mitch dejó que su frustración saliera de su boca

con esa obvia declaración. Joder, ¿ya lo había estropeado llamándolo así?
Ese era un movimiento de chicas. Intentó cubrir el tono que acababa de
usar—. ¿Estás en tu casa? ¿Sabes quién llama? —¿Qué pasaba con él
esta noche? Bajó la cabeza a su mano. ¿Qué tenía este tipo que lo tenía
hecho un manojo de nervios?
—Sí —dijo Cody, suponía que eso respondía ambas preguntas. El

sí salió ligeramente arrastrado, no completamente, pero lo suficiente
como para que él hiciera la siguiente pregunta.
—¿Has estado bebiendo? —Mitch jugueteó con la sábana superior

de su cama, frotando la suave tela entre sus dedos.
—Algo —respondió Cody.
—¿Estás en casa? —Mitch preguntó de nuevo.
—Sí —dijo Cody. La palabra salió en al menos tres sílabas.
—¿Estás solo? —No es que fuera asunto suyo, y el tipo tenía todo
el derecho de decírselo, pero tenía que preguntar.
—Sí —respondió Cody. Pero maldita sea, ¿qué pasaba con las
respuestas de una palabra? Cody lo iba a hacer trabajar en cualquier tipo
de conversación. Demonios, ¿por qué sus interacciones deberían ser
diferentes ahora? Cody lo había hecho trabajar en cada cosa desde el
momento en que se acercó a él en el bar.
—Dijiste que llamarías. ¿Por qué no lo hiciste? ¿Está todo bien? —

interrogó Mitch. Esperaba que saliera más preocupado que beligerante.
—¿Qué quieres de mí? —preguntó Cody. ¿De dónde había venido

eso? Mitch se quitó el teléfono de la oreja y miró la pantalla iluminada,
confundido. ¿Se imaginó todo lo ardiente y pesado durante su pequeño
151
encuentro en el pequeño auto alquilado o qué? Porque esa pregunta no

respondía nada a lo que Mitch pedía, y no tenía idea de cómo responderle
a Cody.
De acuerdo, tal vez lo que pedía no era tan tonto como pensaba.
¿Qué demonios quería él? No estaba exactamente seguro de saberlo.
¿Sexo? Claro, quién no quería sexo, pero no era solo eso. La noche en el
auto con Cody todavía ardía en su mente. La forma en que olía, la forma
en que sus labios se movían contra los de Mitch cuando se besaban, la
forma en que el cuerpo firme de Cody se ajustaba perfectamente contra
el suyo. No había podido sacar ninguna parte de Cody Turner de su
cabeza, y esos pensamientos lo estaban volviendo loco. Entonces, en
lugar de decir todo eso, dijo:
—¿Estás en la cama?
Eso no le devolvió a Mitch nada más que silencio. Entonces tomó

la falta de respuesta por un sí y sonrió para sí mismo. Se imaginó el gran
cuerpo de Cody estirado sobre la cama, una polla impresionante apenas
cubierta por una sábana delgada, su cabello rubio despeinado por el
sueño. Joder, qué imagen. Claramente, tenía una imaginación muy
activa.
—Mmm... el tipo fuerte y silencioso, ¿eh? Me gusta eso. —Bromeó

Mitch, tratando de obtener una reacción—. ¿Cody? ¿Sigues conmigo? —
Él todavía estaba allí. Mitch podía escuchar la respiración uniforme en el
otro extremo de la línea.
—Sí. —Una sílaba no arrastrada. Mitch sonrió.
—Bien. Ahora responde mi pregunta. ¿Estás en la cama? —Se

deslizó hacia el centro de su cama y descansó contra la cabecera.
—Sí. —Fue todo lo que volvió a recibir.
152
—Joder, Cody, no estás haciendo esto fácil. Me vas a hacer trabajar

en esto, ¿no? —Mitch estaba empezando a pensar que había cometido un
error al llamar a Cody. Tal vez estaba más interesado, o probablemente
se había convertido en una adolescente de repente.
—¿Trabajar en qué? —Cody sonaba confundido.
—Me estoy confesando aquí. ¿Obtuve señales cruzadas o algo así?

Pensé que habíamos conectado, ¿me equivoqué? Quiero conocerte mejor.
No puedo sacarte de mi maldita cabeza... yo... —Mitch se detuvo.
Apestaba ser rechazado.
—Yo... yo también he estado pensando en ti —dijo Cody en voz baja.

Eso hizo que Mitch se animara, una sonrisa triunfante curvando las
comisuras de sus labios. ¡No había chicas adolescentes aquí!
—¿De verdad? Cuando piensas en mí, ¿en qué piensas? —Deslizó

las rodillas hacia arriba para colocar los pies firmemente sobre el colchón,
ansioso por escuchar lo que Cody tenía que decir, y casi se echó a reír al
ver a Bob Esponja sonriendo en su pijama y mirándolo fijamente. Estaba
tratando de ser sexy y aquí estaba con el conjunto de pantalones de
pijama más tonto posible. Qué bueno que Cody no podía verlo—. En serio,
quiero saber.
—Solo, ya sabes... cosas. —Cody vaciló. Podía escuchar la

precaución en sus palabras. El sonido de la voz ronca de Cody lo hizo
pensar en cosas también. Sí, pensar en cosas realmente buenas que
hicieron que su polla se hinchara y llenara esos malditos pantalones de
dibujos animados que llevaba.
—Cosas, ¿eh? ¿Qué tipo de cosas? —Quería saber si Cody había

estado pensando en él tanto como él había estado pensando en Cody.
Mitch empujó su mano dentro de la cintura de ese pijama de colores
brillantes y agarró su polla—. ¿Quieres saber en qué pienso yo, Cody? —
153
Siguió adelante, sin esperar una respuesta. No sabía cómo reaccionaría

Cody, pero tenía que intentarlo. Su polla se había vuelto tan jodidamente
dura, y necesitaba la liberación. Si pudiera lograr que el tímido chico de
campo se uniera a su plan, entonces tal vez podría quedarse dormido sin
una erección.
¡Maldito infierno! Los estúpidos pantalones eran demasiado

restrictivos, por lo que hizo un trabajo rápido en empujarlos más allá de
sus caderas para poder agarrarse mejor. Mitch pasó el pulgar hacia
adelante y hacia atrás sobre la sensible y goteante cabeza de su polla
mientras continuaba hablando.
—Pienso en cómo sabían tus labios contra los míos cuando me

besaste con esa dulce boca. La forma en que tus dientes rozaron mi piel.
Maldición, eso fue jodidamente caliente, Cody Turner. Pero lo que más
pienso es en cuánto quería probar esa dura polla tuya. Tragarte entero,
una y otra vez, y sentir que te dejas ir conmigo. Luego devoraría todo
mientras tu carga caliente baja por mi garganta. Y debes saber que lo
habría hecho si no hubiéramos sido interrumpidos. —La voz de Mitch
bajó—. Eso es lo que pienso, Cody, y estoy tan jodidamente duro por ti
en este momento, mi polla está goteando. —Juró que escuchó el aliento
de Cody seguido de un suave gemido. Sí, su noche podría resultar mejor
de lo que originalmente pensó—. ¿Te hubiera gustado eso, Patrullero
Estatal Turner?
***
Cody no pudo evitar deslizar su mano dentro de sus calzoncillos y

enrollar sus dedos alrededor de su dolorida polla mientras escuchaba la
cadencia de la voz profunda y sexy de Mitch. ¡Joder! ¿Había gemido en
voz alta? ¡Mierda! No sabía si estaba avergonzado o excitado por sus
acciones. Nunca se había tocado mientras tenía a alguien al otro lado del
154
teléfono. Ni siquiera estaba seguro de cómo funcionaba esto, él era virgen

en el sexo telefónico y todo eso.
Su mente borracha fácilmente racionalizó que él nunca tenía que

decírselo a nadie. Pero Dios, la imagen de los labios de Mitch estirados
alrededor de su polla lo tenía colgando de cada palabra y necesitando
encontrar su propia liberación.
—Sí —susurró mientras empujaba lentamente sus caderas con

fuerza y cerraba los ojos.
—¿Te estás tocando, Cody? —Los ojos de Cody se abrieron de golpe,

su mano se detuvo en su polla. ¿Cómo lo había sabido Mitch? ¿Qué se
suponía que tenía que decir?
Definitivamente se estaba tocando a sí mismo, pero no sabía si

realmente podría decirle esas palabras a Mitch. Joder, deseaba ser más
audaz. No estaba seguro de cuánto tiempo había pasado cuando escuchó
la voz ronca de Mitch nuevamente.
—Me estoy tocando, y se siente increíble. Estoy fingiendo que es tu

mano acariciándome, Cody. Tu mano me hace sentir tan bien —dijo
Mitch, arrastrando la última palabra, haciéndola sonar traviesa. Solo
saber que Mitch se masturbaba en el otro extremo de la línea, tenía a su
polla sacudiéndose aún más en su mano.
—Mitch, umm... yo...—tartamudeó, buscando palabras.
—Quiero que te toques, para mí, Cody. Dios, desearía poder ver ese
sexy sonrojo tuyo. —Las palabras de Mitch cortaron su hilo de
pensamiento—. Déjame oírte darte placer. —Podía oír el susurro de las
mantas y el cambio de respiración de Mitch—. Joder, se siente tan bien,
Cody. Solo tócate —gruñó Mitch.
155
Maldición, Cody estaba tan excitado en este momento, que no

podía recordar haber estado tan caliente por el sonido de la voz de
alguien. Su polla estaba tan dura como una maldita piedra y goteaba en
la punta.
—Yo... lo estoy haciendo —logró decir Cody. La admisión fue

incómoda y estimulante, todo al mismo tiempo.
—Bien. ¿Te estás acariciando por mí, Cody?
—Sí —respiró, su mano mantenía un ritmo lento y constante. Y se

sentía increíble, no solo su mano sobre su polla, sino también poder ser
tan abierto.
—Cierra los ojos y piensa en deslizar tu polla entre mis labios y en

lo profundo de mi garganta. Quiero probarte tan jodidamente mucho. Lo
he hecho desde el momento en que te vi. Es todo en lo que pienso.
—¡Oh, Dios, sí! —Él cerró los ojos y apretó más fuerte.
—Quiero que juegues con tus pelotas, Cody, y finjas que soy yo
sosteniéndolas en mi palma mientras me follas la garganta. —Cody se
acarició más rápido y más duro, agregando un pequeño giro de su
muñeca en el lugar correcto. Con su mano libre, hizo exactamente lo que
Mitch le pidió, deslizó la palma de la mano hacia las bolas y comenzó a
tirar y jugar con el sensible saco.
Se imaginó sus manos yendo hacia la parte posterior de la cabeza

de Mitch y forzando su polla más profundamente en su garganta. La
imagen lo tenía mordiéndose el labio, sacando sangre, tratando de
mantenerse lo más callado posible. Su orgasmo creció tan rápido que no
sabía cuánto tiempo más podría aguantar. Él iba a explotar
absolutamente.
—Cody, puedo oírte respirar, ¿se siente bien?
156
—¡Joder sí! Mitch, sigue hablando. Estoy cerca. —Él aceleró el

ritmo, arqueando su cuerpo mientras empujaba contra su puño. Un
ligero brillo de sudor cubrió su piel mientras se esforzaba por contener
su liberación. Llegó al punto de no retorno, pero no le importó, estaba
tan excitado por este hombre.
—Quiero escucharte decir mi nombre cuando te vengas. Solo para

que sepas quién te hizo sentir así.
La orden de Mitch fue directa a sus bolas, apretándolas contra su

cuerpo. Jesucristo. Se iba a correr.
—Estoy tan jodidamente cerca —gimió.
—Córrete para mí, Cody —ordenó Mitch.
—¡Mitch! Joder, sí... —Su polla se sacudió en su agarre, disparando

cintas cremosas de calor líquido sobre su pecho y estómago mientras caía
por el borde.
—Tan bueno, Cody... tan jodidamente bueno —jadeó Mitch.

Sonaba sin aliento, y por alguna razón, eso hizo que Cody sonriera.
Acarició su polla sensible por última vez, escuchando la respiración
pesada en el otro extremo de la línea. Ambos permanecieron en silencio
por un momento. Realmente no sabía exactamente qué decir.
¿Qué le dices a alguien con quien acababas de masturbarte por

teléfono? Mitch rompió el silencio.
—Gritaste mi nombre. Supongo que no tengo que preguntar si

también fue bueno para ti. —Mitch se rió entre dientes, su voz más ronca
que antes y ligeramente letárgica.
—Sí, fue realmente bueno. Nunca antes había hecho algo así, con
nadie —confesó Cody.
157
—¿Entonces lo haces tú solo? —Mitch le estaba tomando el pelo,

pero sus mejillas se calentaron de todos modos.
—Sí, yo, ummm... ¡No! ¡Mi… mierda! —tartamudeó. Realmente

podía sentir el calor en su rostro ahora. Se había avergonzado a sí mismo.
—Mmm... me encantaría mirar. Apuesto a que eres un espectáculo

cuando te corres —ronroneó Mitch. Maldición, esa voz estaba poniendo
a Cody duro de nuevo.
—¿Quieres verme? —Su estómago se apretó con entusiasmo ante

la idea. Nunca había sido exhibicionista, pero tampoco era un mojigato.
Para ser sincero, le encantaría ver correrse a Mitch también.
—¡Apuesto a que estás jodidamente caliente! Si te gustó lo que

hicimos esta noche, solo espera a que te conecte por Skype, Cody Turner
—dijo Mitch, y las palabras enviaron un escalofrío por todo su cuerpo y
se arraigaron en su mente saciada y nublada por el alcohol. Se
preocuparía por lo que eso significaba en la mañana—. Hasta la próxima,
Cody Turner... —susurró Mitch, y Cody sonrió mientras se quedaba
dormido.
158
Capítulo 18
El lunes por la mañana, el vuelo desde Kentucky no había estado
tan lleno de acontecimientos como el vuelo hacia allí. Mientras recorrían
kilómetros en el aire, volviendo a Washington DC, Mitch observó cómo
Connors cambiaba del tipo razonable, casi tranquilo en el que finalmente
se había convertido en Kentucky, al estresado y hablador loco que Mitch
había conocido. Decir que Connors había vuelto a ser molesto era
quedarse corto.
Eso hizo que Mitch suspirara y frotara sus dedos contra sus sienes,
tratando de librarse del dolor de cabeza que había tenido durante la
mayor parte de la mañana. Sus objetivos eran simples: estaba decidido a
sentarse con todos los agentes del Servicio Secreto asignados a Greyson
y hablar con cada uno individualmente. Su plan consistía en profundizar
en sus antecedentes, pero se preparó para la batalla cuesta arriba que se
surgiría una vez que golpeara los muros de la burocracia y las rivalidades
interdepartamentales. Tan bien entrenados en discreción, dudaba que
fuera capaz de hacer que cometieran un estúpido error verbal.
El avión aterrizó, sacudiendo a Mitch de sus pensamientos. Abrió

los ojos para ver que habían aterrizado en la misma pista de aterrizaje
privada de la que habían partido. Los sonidos de sus teléfonos
comenzaron casi inmediatamente después del aterrizaje. Mitch ignoró el
suyo. Se había dado cuenta esta mañana que si miraba su teléfono,
pensaría en Cody y la llamada telefónica que habían compartido anoche.
Mitch suspiró... justo entonces, con solo ese pensamiento, volvió a
ponerse duro. Forzó su mente a regresar al presente, se desabrochó el
cinturón de seguridad y se levantó, estirando su cuerpo antes de dirigirse
a la parte delantera del avión en busca de su bolsa de lona y su
computadora portátil.
159
Connors había dejado su bolso con él. No se había molestado en

quitarse el abrigo del traje. Cuando salió, se veía tan fuerte y calmado
como cuando abordó el vuelo. Debió haberlo matado estar tan arrugado
ayer en Kentucky. Mitch sonrió ante la idea.
—¿Cómo haces eso? —preguntó Mitch, agarrando las gafas de sol

que se había puesto en la parte superior de su camiseta. El brillo del sol
lo cegó cuando caminó hacia la escalera.
—¿Cómo hago qué? —preguntó Connors mientras contestaba su

teléfono—. ¿Qué pasó? —Se hizo el silencio cuando Connors se detuvo
abruptamente en el último escalón. Mitch se vio obligado a detenerse o
chocar directamente con Connors desde atrás. Justo cuando Mitch se
preparó para empujar al tipo fuera del último paso, lo escuchó decir—:
¿Están seguros que es una fractura? —Mitch tuvo la impresión que esto
era más personal que profesional por la profunda preocupación que
escuchó en el tono del hombre—. ¿En qué hospital estás?
Mitch extendió la mano y movió a Connors, no el empujón que

pretendía originalmente, sino uno ligero.
Se dirigió hacia el automóvil que aparentemente había reemplazado

el vehículo asignado por la compañía. Para su sorpresa, el conductor salió
y se arrastró en el asiento trasero mientras Mitch se acercaba.
—¿Está listo con la dirección de la Oficina? —preguntó Mitch

mientras tomaba el asiento del conductor ahora libre, moviendo un dedo
hacia el GPS en el tablero.
—Sí, conozco el camino, pero pensé que sería mejor así. Escuché
que serían dos personalidades tipo A. Supuse que ninguno de ustedes
tomaría el asiento trasero. Además, las noticias se propagan rápidamente
en nuestros círculos —agregó el chico encogiéndose de hombros.
160
—No soy como él —dijo Mitch, sacando el pulgar por la ventana

lateral en dirección a Connors.
El chico asintió lentamente.
—Claro que no.
—Caroline, estoy en camino —dijo Connors mientras se deslizaba

dentro del auto. Se volvió hacia Mitch, cubriendo una mano sobre el
teléfono, y dijo en voz baja—: Necesito que me dejen en St. Mary's. Mi hijo
será operado. Sé un chico grande. Estaremos ahí pronto. —dijo Connors
al teléfono. El conductor se levantó entre los asientos y reprogramó el
GPS—. Sí, tendrás una cicatriz como yo. Sé valiente, estaré allí en unos
minutos. Besa a tu madre por mí.
Mitch no hizo nada más que mirar a Connors. El tipo le había

balbuceado más palabras en las últimas veinticuatro horas que Kreed en
los últimos diez años, ¿pero no había mencionado algo tan importante
como el hecho que tenía un hijo?
—¿Qué? Ponte en marcha. Mi hijo se someterá a una cirugía —

ordenó Connors, haciendo un movimiento hacia adelante con el dedo,
tratando que se moviera.
—¿Tienes familia?
—Ya lo he programado —dijo el conductor y se recostó. El GPS

calculó su ruta, pero Mitch no se molestó en moverse a pesar que estaba
seguro que no era difícil salir del aeropuerto.
—¿Necesito conducir? —Connors sonaba impaciente.
Mitch levantó la ceja al agente del FBI.
161
—Eso es algo que un compañero le dice a otro compañero. No te

has callado desde que te conocí, ¿y acabo de descubrir que tienes una
familia?
—¿Y qué? No me hablaste de la tuya, y con todo ese “joder sí” que
atravesó las paredes anoche, seguro que no estabas hablando con tu
director. —Punto para Connors. Eso efectivamente hizo callar a Mitch.
Maldición, había pensado que había estado callado anoche.
Cuando comenzó la voz del GPS, Mitch puso el auto en marcha y

salió del aeropuerto.
—Escuchaste todo eso, ¿verdad? ¿Y cómo sabes que no estaba

hablando con mi director? —Mitch dijo, tratando de obtener una reacción
cuando encendió la luz intermitente y se incorporó al tráfico.
—Mi cama estaba contra la misma pared que la tuya. Además, sí

te conté sobre mi familia. Me ignorabas.
—Si escuchara todo lo que dices, sería un lunático. ¿Tienes una de

esas sirenas para la parte superior del auto? El GPS dice veinte minutos.
Apuesto a que puedo llegar en siete —le preguntó Mitch al conductor
cuando sus ojos se encontraron en el espejo retrovisor.
—Solo llévanos allí vivos —advirtió Connors al mismo tiempo que

el conductor comenzaba a abrocharse el cinturón.
—No, señor, somos un servicio de automóvil privado. Soy el dueño

de este auto —dijo el conductor, sonando un poco nervioso. Mitch volvió
a mirar por el espejo retrovisor y juró que vio sudor en la frente del chico.
—Pero el gobierno es responsable, ¿verdad? Significa que tienen

que asumir la responsabilidad si me estrello. —Mitch apretó el acelerador
y se echó a reír cuando los neumáticos chirriaron mientras tomaba la vía
hacia la autopista. Los llevó al hospital en unos quince minutos y se
162
detuvo en la rotonda del hospital para dejarlo salir—. Estaré arriba en un

minuto.
Eso detuvo a Connors en seco. Inmediatamente giró sobre sus pies

y asomó la cabeza por la ventanilla del auto.
—No, vuelve a la oficina.
—No, hombre, tu hijo va a ser operado. Incluso los compañeros

temporales deberían estar allí el uno para el otro.
Mitch volvió a mirar al conductor.
—¿Puedes esperar?
—No. Realmente, no. Mi esposa ya está muy angustiada. Solo

vuelve a la oficina.
—La distraeré. Puedo ser encantador —dijo Mitch con arrogancia,

más como una broma, pero le dio la sonrisa sexy que solía atraer a los
chicos. Mitch podía ver que Connors estaba claramente frustrado porque
quería entrar a ese hospital.
—No. Por favor, a ella no le gusta el caos. Eso es un caos completo.

—Connors señaló los tatuajes expuestos de Mitch antes de usar su dedo
para rodear todo el exterior de Mitch. Eso detuvo a Mitch en seco. El
conductor, que había salido para hacerse cargo de la conducción, dio un
“oh mierda” y volvió al asiento trasero, cerrando la puerta.
—Mira —comenzó Connors—. Ella tiene Trastorno Obsesivo

Compulsivo. Tiene un doctorado en contabilidad y está muy molesta. Así
que ahora no es el momento. Me tengo que ir. —Connors se dio la vuelta,
cerró la puerta de golpe y se dirigió al mostrador de información mientras
Mitch se quedaba allí mirando. No estaba seguro de cómo se sentía sobre
ese encuentro.
163
¿Estaba ofendido porque no lo encontraran apropiado? De

acuerdo, no, ni siquiera un poquito. Eso no era noticia. Había tomado la
decisión hace mucho tiempo de no ser parte del común. En lugar de
conducir, Mitch salió, rodeó el auto y se sentó en el asiento del pasajero.
El conductor permaneció sentado en la parte de atrás.
—Puedo conducir, pero conoces el camino. —Mitch miró por la

ventana delantera.
—He sido conductor del Agente Connors por años. Él siempre es

así. No se ofenda —dijo el conductor desde el asiento trasero.
—No hay problema. Es mejor así de todos modos. Necesito que me

identifiquen, y me den acceso al edificio. Todo eso llevará algún tiempo.
Además, duraría unos cinco minutos en esa sala de espera antes de
volverme loco y volver loco a todos a mi alrededor.
—Te imaginé de ese tipo. No te quedas quieto. Será interesante ver

cómo encajas por allí —dijo el conductor después de ponerse al volante.
Mitch solo lo miró. Sí, se había preguntado lo mismo. ¿Cómo encajaría
con un grupo de tipos con palos en el culo? No pudo evitar reírse ante
esa imagen—. Me han asignado por el tiempo que pases aquí. Me reí a
carcajadas hace unos minutos cuando te vi bajar del avión. Llegaste ayer,
¿verdad? —preguntó el conductor mientras ponía el auto en marcha y
navegaba por el estacionamiento del hospital.
—SÍ. —Mitch arqueó la frente, esperando más explicaciones.
—Solo espera hasta hoy. Todos hacen que el Agente Connors

parezca normal. —Eso hizo reír a Mitch.
—He estado con el programa de Ayudante de Alguacil durante

años, he trabajado con la Oficina antes —informó Mitch al hombre.
—No así. Soy Derrick, por cierto —se presentó el conductor.
164
—Soy Mitch. —Se dieron la mano torpemente mientras Derrick

conducía por la ciudad.
—¿Ves? Nadie usa su primer nombre por aquí. Todos usan su

título. Es un placer conocerte. Buena suerte. Aquí está mi tarjeta.
Llámame, te estaré esperando —dijo, acercándose a la entrada principal
del edificio del FBI.
—Gracias, hombre. —Mitch tomó la tarjeta, salió y comenzó a

alcanzar la bolsa de Kreed.
El conductor sacudió la cabeza.
—No, puedo guardar tus maletas hasta que te vayas a tu

habitación, no querrás llevarla allí.
Mitch asintió, tomó su maletín con la computadora portátil y miró

hacia el enorme edificio, antes de comenzar a caminar hacia las puertas
de entrada. Había mucha más actividad de la que había visto ayer cuando
llegó y, luego, el director Carpenter lo había estado esperando abajo.
Ignorando el hecho que él era el único en vaqueros y camiseta, entró al
edificio por las puertas delanteras, solo para ser detenido de inmediato
por la seguridad del FBI.
165
Capítulo 19
Cody se despertó a media mañana y sintió un fuerte dolor de
cabeza. Abrió un ojo, luego lentamente logró abrir el otro, su teléfono
estaba sobre la almohada a su lado. Maldición, le dolía la cabeza. El dolor
de cabeza no se comparaba con la boca como el algodón que le secaba la
garganta y la lengua. Trató de reunir suficiente saliva para ayudar a la
situación. No funcionó. Miró alrededor de su oscura habitación. El
brillante sol de Texas intentaba asomarse a través de sus cortinas
oscuras. Gracias a Dios Sheila había insistido en usar cortinas negras
cuando había decorado su apartamento.
Rodó lentamente a su lado y se empujó hacia donde estaba sentado

al borde de la cama, finalmente pudo colocar sus pies en el suelo.
Sintiéndose un poco nauseabundo, se pasó la mano por el estómago. Sus
dedos rozaron algo crujiente. ¿Qué demonios? Miró hacia abajo y vio que
los restos de semen se desprendían de su vientre. Levantó la vista y notó
un calcetín seco y doblado sobre su mesita de noche. Eso lo confundió
por un minuto hasta que los recuerdos de la noche anterior regresaron.
Mitch, la llamada telefónica y masturbarse no habían sido un sueño.
¡Joder! Se dejó caer sobre la cama. Su cabeza y su estómago rechazaron
de inmediato el movimiento brusco, y sintió que podía vomitar realmente.
Ir desde su habitación a la pequeña cocina sucedió de manera

insoportablemente lenta. Excavó en uno de los cinco gabinetes hasta que
encontró Advil. Luego, abrió la nevera y agarró un Dr. Pepper. Tomó la
bebida con gas en un par de tragos, su cadera descansando contra el
mostrador, esperando que la medicina entrara en acción.
Raramente bebía tanto alcohol. Por lo general, lo reservaba para

juegos de playoffs o despedidas de soltero de sus amigos. Nunca eran el
166
resultado de la necesidad de evitar pensar en un hombre. Cody miró

hacia abajo y volvió a ver la evidencia de la actividad extracurricular de
anoche. ¿Qué había hecho?
Cerró los ojos con fuerza cuando fragmentos de la llamada

telefónica surgieron a través de sus borrosos recuerdos.
Rezó para no haberse avergonzado demasiado. Recordaba estar

dormido, apenas oyendo sonar el teléfono y se sorprendió que Mitch
estuviera al otro lado. ¿Fue una llamada sexual? Probablemente. ¿Le
importaba? No... Sí, ¡tenía que importarle! ¿Qué le pasaba? Le habían
asignado un nuevo trabajo debido a su firme dedicación. La nueva
promoción fue un honor y otro trampolín en su futuro para convertirse
en un Ranger de Texas.
Se ganaría esa reputación de Silver Star, alguien que podía pensar

y tomar la decisión correcta cuando era necesario. Actuar como una
adolescente hormonal sobre el nuevo chico atractivo en la escuela
secundaria no estaba en ninguna parte de esa asignación que acababa
de describir. Además, Mitch le asustaba. Era todo en lo que Cody podía
pensar y eso no estaba bien.
Independientemente de cómo había actuado durante las últimas

cuarenta y ocho horas, Cody estaba decidido a dejar a Mitch a un lado y
ser el hombre en el que estaba destinado a convertirse, o al menos morir
en el intento. Y bajo el estado actual de su cuerpo, eso podría ser más
temprano que tarde. Acciones imprudentes e inmaduras no tenían lugar
en su futuro. Su edad ya era suficientemente para el DPS, no quería
parecer imprudente e irresponsable en un momento tan importante de
su vida.
Además, los chicos con los que solía salir eran lindos, normales y
un poco pijos. Generalmente tenían trabajos de oficina, y se les podía
167
hablar de relaciones. Definitivamente no tenían hoyuelos, tatuajes, culos

sexys o cuerpos duros que pudieran dominarlo.
Su hermana mayor, Sheila, siempre había sido su consejera de

carrera. Ella lo mantuvo enfocado, y él sabía la verdadera razón por la
que lo hacía, pero su mensaje seguía siendo correcto. Ella le advirtió que
los tipos equivocados podrían ser una distracción peligrosa y hacer que
perdiera el enfoque en sus objetivos. Mitch caía en ambas categorías. No
más juegos. Cody necesitaba sacar a ese hombre de su vida y volver a
meter la cabeza en el juego.
Esforzándose, se apartó del mostrador y se enderezó. Ignoró el

martillo neumático que le golpeaba el cráneo y deseó que su estómago y
su cuerpo cooperaran. Cogió su teléfono de la cama, fue al baño y llamó
a Mason primero.
—Hola —respondió su hermano.
—Voy tarde, pero estoy en camino. —Cody oía el viento que

soplaba. No tenía idea de lo que estaba pasando con el clima, pero habían
planeado pastorear hoy. Moverlos de un pasto a otro.
—Tenemos esto, hombre. Acabamos de ensillar. —Mason sonaba

relajado como de costumbre, incluso con todo el trabajo del que asumió
en la granja.
—No, necesito el ejercicio y el descanso mental. ¿Te diriges al pasto

de atrás? —preguntó Cody, abriendo el agua caliente en la ducha.
—Si. Llama a Jorge antes de llegar aquí. Él te ensillará el caballo.

Ven por el lado este. Los estamos trasladando al oeste —dijo Mason.
—Vale. —Cody colgó el teléfono y se metió en el chorro de la ducha,

con la esperanza que le lavara la resaca tan fácilmente como el semen
seco de su primer intento de sexo telefónico.
168
Capítulo 20
—¿Estás jodidamente bromeando? —preguntó Mitch mientras la
seguridad del FBI no solo lo detenía, sino que lo escoltaba con fuerza casi
física a una habitación trasera. Incluso sacaron armas cuando el grupo
de ocho a diez agentes lo trasladó a través de las instalaciones. Si no
estuviera tan enojado, Mitch podría haber jurado que estaba en una
nueva versión de Twilight Zone de Stepford Wives, excepto que las
mujeres increíblemente bien educadas y hermosas fueron reemplazadas
por el Sr. Smith de The Matrix.
—Señor, debe mantener la calma mientras verificamos sus

credenciales —ordenó el Sr. Smith número uno, lo que molestó aún más
a Mitch. Para agregar insulto a la lesión, ¿por qué demonios todos lo
llamaban señor?
—No soy “señor” para ti, Smith. Soy el Alguacil Mitch Knox, estoy
aquí por orden del director Carpenter. Ya tomaste mi maldita arma, ¿por
qué coño iba a entrar aquí? —Se detuvo fuera de la habitación y juró que
había estado en prisiones que eran más agradables. Dio su mejor acto de
rectitud y todo lo que obtuvo a cambio de esa expresión de indignación
fue un pequeño empujón desde atrás.
Mitch se dio la vuelta, luchando, preparado para enfrentarse a

todos, solo para que le cerraran la puerta en la cara.
Dos Smith estaban parados justo dentro de la puerta. Ambos

mantuvieron sus ojos en él, y Mitch pateó la puerta en un estallido. La
sonrisa que recibió a cambio lo hizo jurar que cuando saliera, patearía el
trasero de ese tipo.
169
—¿Tratan a todos los invitados de esta manera? —gritó Mitch,

luchando contra la necesidad de golpear algo. En cambio, comenzó a
pasearse. Malditos imbéciles del FBI.
—Solo los que entran por las puertas delanteras con armas —dijo
el arrogante Smith, arqueando una ceja.
—Les dije idiotas, el hijo del Agente Tyler Connors tuvo un

accidente. Me han asignado trabajar en un caso con él —respondió Mitch
con los dientes apretados.
—Y tan pronto como se verifique eso, lo llevaremos directamente a

la oficina del Director Carpenter, donde puede explicar la importancia de
las credenciales cuando venga armado. —Ahora Mitch realmente quería
golpear al bastardo condescendiente. Se dio cuenta que pensaban que
estaba absolutamente loco. No solo lo habían relevado de sus armas, sino
también de su insignia. Estúpidos hijos de puta. Y todo lo que Mitch pudo
hacer fue pararse directamente frente a ellos, adoptar su postura y
fruncir el ceño como ellos. Le daba placer ver que era más alto y tenía
más volumen que el idiota condescendiente.
Estudió al idiota frente a él como bajo un microscopio. El FBI

proyectaba una persona fría, tranquila y serena. Nunca los había visto
romper esa fachada, y siempre seguían las reglas. No se les daba rienda
suelta al trabajo que tenía su agencia. Todos tenían el mismo vestuario
del Sr. Smith, que tenía que ser difícil de manejar. ¿Cómo podían las
tiendas de trajes de hombre de Washington DC tener tantos trajes
oscuros, camisas blancas y corbatas azules? ¿Qué sucedía cuando una
escasez hacía que uno de ellos llevara una corbata roja? Supuso que
seguramente se produciría una histeria colectiva.
En ese momento, Mitch formuló un plan. Durante este trabajo,

enloquecería la vida de estos hombres. Primero Connors no le permitía
conocer a su familia, y ahora había sido detenido, todo por su aspecto.
170
Su ceño fruncido se volvió más feroz y sus manos se apretaron en puños

mientras estaban apretadas en sus brazos cruzados. Sostuvo la mirada
del arrogante que no estaba cediendo ni un centímetro.
Los minutos pasaron. Él conocía la rutina. No creyeron una

palabra de lo que dijo, pero no se movió. Se estaba metiendo debajo de
su piel. Podía ver la marca en la mandíbula del egoísta. Mitch tenía años
de entrenamiento en interrogatorios. Era parte del equipo especial en el
Servicio de Alguacil. Smith Arrogante no molestó más a Mitch. En
realidad se estaba alejando. Mitch estaba llegando a él, así que dio un
paso más cerca. Tan cerca como pudo sin tocar al chico.
—¿Bronceado en spray o cama de bronceado? —preguntó Mitch,

manteniendo su postura—. La piel natural nunca tiene ese tono naranja.
—Supuso que golpeó de cerca, porque en el momento siguiente, Mitch
fue hacia atrás. El chico estaba sobre él. No necesariamente lanzando
golpes, pero los empujones en el pecho eran significantes.
—Mantén la boca cerrada —advirtió Smith Arrogante.
—¿O qué? —El pecho de Mitch lo empujó. Si era necesario, podía

con este tipo, sin problema. El pobre chico Smith en la puerta hizo todo
lo posible por separarlos. No estaba funcionando.
—O te la cerraré por ti.
—Me gustaría verte intentarlo, falso bronceado. —Mitch dejó que

los golpes ocurrieran. Nunca puso sus manos sobre el tipo, pero dio lo
mejor que pudo en los intentos de bloquear los golpes. Era un experto en
detener un puñetazo y, en el proceso, darle un codazo rápido al intestino.
Además, sabía cómo iba a funcionar esto, y no debería haber incitado al
tipo, pero cuando los otros agentes lo estaban apartando, encontraron su
tercera arma.
171
La que pasaron por alto en el cacheo. Los estúpidos podrían haber

estado muertos si hubiera sido un mal tipo.
—¡Déjenlo ir! —Una voz retumbante rompió la pelea. La reconoció

como la del Director Carpenter. Y cuando Mitch se dio cuenta que ni
Arrogante Smith, ni ningún agente frente a él iba tras su tercera arma,
su comportamiento cambió. Sonrió y le lanzó un beso al altanero que
comenzó la pelea mientras empujaba al grupo.
—Él es el Ayudante del Alguacil Knox, está aquí por invitación mía
y será tratado como un invitado y colega durante el tiempo que esté aquí
—indicó el director Carpenter. Mitch no pudo ver la expresión facial del
director porque inmediatamente fue y se paró directamente detrás del
hombre y procedió a sacar ambos dedos medios a todos los Smith frente
a él.
—Déjalo ya, Knox. Sé exactamente lo que estás haciendo —ladró el

director, sin mirar a Mitch—. Todos en esta sala, de hecho todos en este
edificio entero, mejor que se lleven bien. Ninguna tontería. —Su voz
resonó en la habitación, por lo demás silenciosa. El director Carpenter
dio un paso atrás antes de darse la vuelta y salir directamente del área
de la prisión.
—¿Qué pasa con mis armas y placa? —preguntó Mitch, siguiendo

al director.
—Las tendrás más tarde. Quiero un resumen de lo que

encontraste. Connors llamó. No vi la llamada, así que no tuve la
oportunidad de hacerle saber a nadie que llegabas solo. Solo estaban
siguiendo el protocolo para cualquiera que entrara a este edificio armado
—dijo el director, guiándolo por un laberinto de pasillos hasta que
llegaron al elevador trasero que había usado ayer. Mitch supuso que
estaban cerca del centro del edificio—. No me tomé el tiempo para
mostrártelo ayer. Las oficinas administrativas están en el cuarto piso.
172
Tendrás acceso a todo el edificio. Mi secretaria, lo siento, asistente, tiene

tus tarjetas de acceso e identificación. Por lo general, aquí ponemos
empeño en lo que usamos, no en eso. —Señaló la camiseta que Mitch
llevaba puesta: No me acurruco... pero te abrazaré mientras te follo—.
Tendrás que encontrar una chaqueta para usar. Es parte del código de
vestimenta.
El director caminó directamente hacia el ascensor que se acababa

de abrir, evitando a todas las personas que esperaban su llegada.
Aparentemente, sabían que este no era para ellos. Miró al grupo mientras
nadie más entraba al elevador con ellos y las puertas se cerraron.
—Mi jefe, el director Young, se sentará en nuestra sesión

informativa. Connors tiene aproximadamente una hora para presentarse.
Veremos si llega a tiempo para la reunión. —Mitch sabía que el Director
Young era de alto rango en el FBI. El senador Greyson seguramente lo
llamaría directamente, queriendo respuestas.
Lo siguió mientras salía del elevador y se abrió paso entre los pocos
cubículos en el frente de la oficina. Como en todas partes en este edificio,
las oficinas eran estériles y frías. No importa cuántas personas pasaron,
nadie dijo una palabra ni se molestó en mirarlo.
¿Cuál era el problema de esta gente?
—Estas son mis oficinas. —El director señaló un banco de oficinas

en la esquina. Una mujer mayor, vestida con un severo traje formal de
negocios se sentó al frente, su único reconocimiento de su llegada fue
alzar la mirada.
—Gladys, conoce al Ayudante del Alguacil Knox. —Ella asintió y

logró mirarlo, pero eso fue todo lo que consiguió.
—Es un placer conocerte —dijo, tratando de ser amable.
173
—Aquí está tu código. Permite el acceso a todos los pisos de este

edificio. Si lo olvidas, informa al departamento de seguridad en el primer
piso. Ellos te ayudarán. Por favor memoriza el número y devuélveme este
papel antes de salir del edificio hoy —dijo, entregándole una hoja de papel
con instrucciones sobre cómo manejar el teclado en el elevador junto con
el número de cuatro dígitos.
—Esta es tu insignia. Se te pedirá que la presentes cada vez que

ingreses al edificio. Como llevas un arma, deberás tenerla registrada y
realizar los procedimientos formales cada vez que ingreses —dijo con
firmeza.
—Sí, señora —intentó de nuevo. Quién sabía si Gladys aquí sería

su asistente durante la duración de su asignación.
—Esta es la política de la Oficina sobre el código de vestimenta.

Entiendo que esta es una situación delicada, pero mientras estés en este
edificio, tendrás que cubrirte los tatuajes y no usar ropa vulgar u
obscena. —Ella miró su camiseta, luego levantó sus cejas perfectamente
arqueadas cuando sus ojos se encontraron con los de él—. El director
Young no cede ante esa violación. Y lo que llevas puesto en este momento,
Ayudante del Alguacil Knox, es completamente inapropiado para la
mayoría de las situaciones.
Se puso de pie y fue hacia una puerta detrás de ella. Varias

chaquetas y corbatas colgaban en el armario. Mitch no dijo nada. Él
entendía que la mayoría de las agencias desaprobaban las palabrotas en
las camisetas y no permitían que sus agentes se tatuaran, pero nunca en
todos sus años trabajando para el Servicio de Alguaciles le habían pedido
que los cubriera.
—Supongo que es de tu talla —dijo, sacando una chaqueta del

armario. No extendió la mano y tomó la chaqueta del traje porque ya
podía sentir la tela succionando su voluntad de vivir.
174
—Toma la chaqueta, Knox. No es una opción mientras estás en esta

parte del edificio —ordenó el director Carpenter mientras se alejaba del
escritorio en dirección a la parte trasera del edificio. De mala gana tomó
la chaqueta, se puso la tela restrictiva mientras lo seguía. El director
Carpenter golpeó sus nudillos en una gran puerta de roble y entró
directamente a lo que Mitch asumió que era la oficina del tipo grande.
Mitch miró a su alrededor y, para su sorpresa, la oficina era más grande
que todo su departamento en Pineville, Louisiana. Puede que abarcara
todo el lado del cuarto piso del edificio del FBI.
El director Young, el perro más grande del FBI, se sentaba detrás

de su escritorio ultra limpio, indicándoles que siguieran mientras
terminaba una llamada telefónica. Había también una pequeña mesa de
conferencias con capacidad para ocho personas. Directamente al lado
una sala de estar. Dos largos sofás y varias sillas tapizadas a juego
alrededor de una gran mesa de café. Nuevamente, por enésima vez en los
últimos dos días, la opulencia de cómo funcionaba esta oficina lo
abrumaba.
Mitch siguió el ejemplo del director Carpenter y se sentó frente al

escritorio.
—Lo siento por eso. Era el agente Connors —dijo el Director Young
mientras estaba de pie y extendía una mano sobre su escritorio. Era más
bajo de lo que Mitch había imaginado. Se puso de pie para estrechar la
mano del hombre.
—Encantado de conocerlo, Ayudante del Alguacil Knox. Gracias

por asumir este caso. El director Skinner está esperando en la otra línea
para ser convocado. —Marcó un par de números en el teléfono—. Tom,
¿estás ahí?
—Sí, estoy aquí —reconoció el director Skinner.
175
—El Director Carpenter y el Ayudante del Alguacil Knox también

están aquí. El agente especial Tyler Connors ha tenido una emergencia
familiar. Debería estar disponible más tarde esta noche. Knox y Connors
acaban de regresar de Kentucky, por lo que entiendo.
—Sí, señor —respondió Mitch y tiró de la incómoda chaqueta que

le habían dado.
—El senador Greyson no estaba contento con el interrogatorio que

recibió —comenzó el director Young, su tono cambió y se volvió un poco
más duro.
—Knox, necesitamos que juegues un poco más diplomáticamente

cuando trates con miembros del Congreso —dijo el Director Skinner.
—Señor, no soy indolente con la difícil situación del senador, pero

la reunión y el interrogatorio fueron una mierda. Las cosas deberían ser
equitativas, incluso si estás en el Congreso —dijo Mitch. Podía escuchar
a su propio director suspirar, pero el Director Carpenter fue el primero
en responder.
—¿Y qué es exactamente lo que no es equitativo para ti?
—Me temo que nada. Connors siente que deberíamos caminar

despacio aquí, y probablemente tenga razón. Él entiende claramente esta
Oficina más que yo. —Mitch hizo un gesto salvaje con la mano, agitando
la mano por la habitación y luego estiró la chaqueta del traje que se había
visto obligado a usar.
—Solo habla, Knox —presionó el Director Skinner.
—Mi instinto me dice que no necesitamos perder nuestro tiempo

en Kentucky. Nuestra primera pista viable fue aquí, y nadie quiere verla.
Miren, el chico Greyson es un buen estudiante. Es educado y se porta
bien. Él está en una universidad de la Ivy League, quiere su propia
176
carrera política algún día, y es abiertamente gay, pero aún respetuoso de

los puntos de vista políticos de su padre sobre el asunto. Ahora, de
repente, en cuestión de unos minutos, se convierte en este rebelde
inmanejable y esquiva su equipo de seguridad y luego es secuestrado. No
tiene dieciséis años. Es un estudiante de segundo año en la universidad
sin antecedentes. Eso me dice que alguien de dentro ayudó con este
“accidente”. —Mitch levantó sus dos dedos, haciendo comillas en el aire,
haciendo hincapié en la palabra accidente.
—Esa fue mi conclusión inicial también. He visto al chico varias

veces, conozco a la familia —agregó el Director Skinner, respaldando a
Mitch. Le sorprendió un poco, pero dado que ya había ido en contra de lo
que él, Connors y Kreed habían decidido y estaba señalando con el dedo
sin prueba, necesitaba a Skinner de su lado.
—Pedí algunos favores y obtuve una lista completa de los detalles

de seguridad de los Greyson durante los últimos seis meses. Cavamos un
poco más profundo y no hay nada obvio —dijo Mitch, sentándose hacia
adelante en el asiento.
—¿Su información es confiable? —cuestionó el director Young.
—Sí, señor, así que estamos en esta fase de espera. El chico tiene
que despertarse, o necesitamos tiempo para descubrir quién en el interior
tenía motivos. —Mitch se recostó, dejó que el peso de esa información se
asentara y luego se pasó la mano por el pelo mientras pensaba en qué
más debía decir—. Mi preocupación, y lo que me hace entrar en esto con
nada más que mi instinto para continuar, es que si ese chico se despierta
y la persona o personas responsables de esto están allí con él, entonces
podríamos perder la oportunidad de hacerlo hablar. El miedo lo callará,
y de todas las víctimas, él es el único que podría guiarnos en una
dirección sólida. —Mitch se pasó la mano por el rastrojo de su barbilla.
Podía sentirse impaciente con el silencio en la habitación.
177
—Entonces cambiamos la seguridad —dijo el director Skinner

razonablemente.
—Greyson está en contra. —El director Carpenter miró

directamente a Mitch—. Pensamos que debió haber un cambio cuando
ocurrió el accidente.
—No está pensando con claridad. Yo me encargaré de eso —declaró

el director Young.
—Me gustaría que cada agente del Servicio Secreto asignado a los
Greyson se quedara en la ciudad para que puedan ser entrevistados. —
Mitch decidió decir eso ya que estaba en racha.
—De acuerdo —dijo el Director Young mientras levantaba el

teléfono, marcando un número mientras el Director Skinner permanecía
en el altavoz. Después de un segundo, el teléfono fue contestado y Young
se volvió informal y cordial nuevamente.
—Don, soy Hank, ¿qué tan ocupado estás en este momento? —

preguntó el director Young. Entonces su primer nombre era Hank.
¿Quién lo iba a saber? Y Don tenía que ser Don Smethsad, el jefe de
Seguridad Nacional.
—Espera, estoy en camino. —El Director Young desconectó la

llamada—. Iré a hablar con Don. Miren si podemos encontrar una
solución fácil para todo esto. Carpenter, ven conmigo. Knox, se te
mostrará la instalación. Si todo va bien con Smethsad, comenzaremos
entrevistas con el Servicio Secreto mañana. —El director Young se puso
de pie, hablando con todos a la vez.
—Manténganme actualizado, caballeros —instruyó el Director

Skinner, antes de desconectar la llamada.
178
—Knox, dile todo al agente Connors cuando vuelvas a hablar con

él. —Young asintió y se dirigió hacia la puerta.
—Sí, señor —dijo y se puso de pie.
—Llamaremos al presidente de camino a Seguridad Nacional —dijo

el director Young a Carpenter mientras los hombres salían por la puerta.
Mitch se encontró de pie solo en la oficina, todavía con la estúpida
chaqueta de traje sin idea de a dónde ir.
—Ayudante del Alguacil Knox, venga conmigo. —Se giró para

saludar a la persona con la primera voz agradable que había escuchado
desde que llegó allí. Una mujer joven estaba parada en la puerta, y él le
dirigió una lenta sonrisa. Era bonita y vestía adecuadamente según el
código de vestimenta, aunque esa falda podría ser un poco corta...
—¿Tienes mis armas e insignia? —preguntó mientras llegaba a la

puerta.
—Sí, señor, están abajo. Le mostraré los alrededores. Le hice una

copia de la información de su código para que pueda devolvérsela a
Gladys. Ella es muy anticuada —dijo, volviendo a la oficina del Director
Carpenter. Gracias a Dios Gladys no estaba cerca, así que dejó el papel
que ella le había dado en su escritorio y siguió a su nuevo guía turístico
mientras se dirigían hacia el elevador nuevamente.
—Puede dejar la chaqueta ahora, Ayudante del Alguacil Knox —

dijo cuando las puertas del ascensor se abrieron y entraron—. Sabe, ha
causado un gran revuelo aquí esta tarde —agregó, con un tono muy
amable cuando salieron del ascensor un piso más abajo. Ella lo
acompañó hasta el final de un largo pasillo. Todos los ojos los miraban
al pasar. Ella no pareció darse cuenta, pero Mitch sí—. Soy Anne, por
cierto. Conozco a Ellen —dijo ella, y eso hizo que él le diera una de sus
179
verdaderas sonrisas mientras se quitaba la chaqueta y la ponía sobre un

brazo.
—Oh, genial, eso es maravilloso —bromeó.
—Ellen dijo que mantenerte en línea es un trabajo de tiempo

completo. —Mientras hablaba, su acento sureño se hizo un poco más
pronunciado.
—¿De dónde eres? —preguntó, su suposición sería Texas o

Louisiana.
—Comencé en Texas, pero aterricé en Carolina del Norte. Mi padre

era militar —respondió Anne, dándole la primera sonrisa genuina que
había recibido desde su llegada a DC.
—El tipo que estoy viendo es de Texas. Podía escuchar ese acento
en tu voz —dijo casualmente y luego se detuvo mentalmente. ¿Por qué
había dicho eso? ¿Qué le habría hecho decir que estaba viendo a Cody?
Había tenido una sesión de besos y sexo telefónico con el chico. Eso
ciertamente no constituía una relación.
¿Lo hacía?
—Era de esperarse. Todos los buenos están tomados o son gays.

Tú eres ambos —dijo Anne, riéndose de su pequeña broma.
Todavía estaba atrapado en el posible desliz freudiano con respecto

a Cody.
—Aquí estamos. Esta será tu oficina mientras estés aquí, pero creo
que estuviste aquí ayer. —Encendió un interruptor, iluminando la
pequeña y fea habitación vacía. Curioso, la habitación no había mejorado
mágicamente desde que había estado aquí la última vez—. La oficina del
180
agente Connors está justo al lado. La puerta de su compañero habitual

está a la derecha. —Hizo un gesto hacia la puerta abierta. Miró hacia
donde ella señalaba y, desde su ángulo, pudo ver a alguien trabajando
diligentemente, vestido tan severamente como Connors—. Vamos, te
presentaré. Agente Paul Brown, quiero que conozca al Ayudante del
Alguacil Knox, compañero temporal de Connors —le presentó Anne.
Brown miró a Knox, luego volvió a bajar a su computadora solo

para mirarlo de nuevo con los ojos muy abiertos.
—Oh, Dios mío, eso es gracioso —dijo Brown, riendo mientras se

recostaba en su asiento.
—Lo sé, ¿verdad? —dijo Anne, apoyada contra la jamba de la

puerta, con la misma gran sonrisa en su rostro.
—Saben, podría acomplejarme aquí —dijo Mitch, mirándolos a

ambos.
—No, no eres tú, hombre, es mi compañero. ¿No has notado lo

obsesivo compulsivo que es? Solo espera a que conozcas a su familia —
se rió Brown.
—Ya me han informado que no tendré ese honor. Traté de ir al

hospital con él, pero no me dejó. —Mitch se encogió de hombros.
—¿Qué pasó? —El comportamiento de Brown cambió

instantáneamente, y ya estaba alcanzando su celular.
—Su hijo se rompió un hueso. Necesitaba una operación, estará

bien. Eso es todo lo que sé.
—Espero que esté bien. —Anne sonaba preocupada.
181
—Iré ahora. Knox, fue un placer conocerte. —Brown estaba de pie

y fuera de su oficina, dándole la mano al pasar.
—Han sido compañeros durante casi tres semanas. El agente

Connors es uno de los mejores en el campo, pero es un poco intenso. El
agente Brown es el único que trabaja razonablemente bien con él —dijo,
apagando la luz de la oficina y cerrando la puerta—. Las puertas se
bloquean detrás de ti. Ese código que te dieron anteriormente te permitirá
acceder. Simplemente introdúcelo en el teclado de la puerta. Ahora
déjame llevarte a la cafetería y a la sala de ejercicios. Entonces
conseguiremos tus armas.
Mitch la siguió, tratando de memorizar su camino. Se detuvieron

en el segundo piso.
La siguió mientras ella hablaba de los aspectos más destacados de

cada oficina en el camino. La cafetería se parecía más a un comedor en
un centro comercial. Tenía todo lo que podías desear. Un poco más abajo
había una sala de ejercicios.
—La oficina requiere que cada agente haga cuarenta y cinco

minutos de actividad diaria. Deslizan sus insignias aquí. El director
Young es muy exigente al respecto. Como estamos abiertos veinticuatro/
siete, cada agente debe cumplir con la regla a menos que estén en el
campo —le advirtió Anne mientras abría la puerta—. Por lo tanto, toda la
instalación está repleta de hombres y mujeres en formación.
—¿Durante las horas de oficina? —No podía creerlo.
—Absolutamente —asintió ella.
—Maldición. Tenemos los mismos criterios de aptitud física, pero

no nos pagan para hacer ejercicio, eso es absolutamente seguro. —De
acuerdo, tenía que admitir que solo había una pequeña punzada de celos
182
por la configuración del FBI, pero todo esto no compensaría tener que
usar los malditos trajes.
—Entiendo que esta oficina funciona de manera diferente a la

mayoría de las agencias federales. Verás que el Director Young maneja el
barco ajustadamente. Estaré disponible como tu asistente —dijo,
navegando eficientemente por el lugar, ahora de una manera diferente.
Bajaron las escaleras hasta la zona de seguridad.
—Estamos aquí para recoger las armas y la insignia del Ayudante

del Alguacil Knox. —Ella sonrió dulcemente.
—Claro. —Arrogante Smith, al que se había enfrentado mientras

estaba detenido, se sentaba detrás del escritorio. Esa sonrisa todavía
estaba allí en esa cara engreída, y maldita sea si el tipo no se movía
lentamente a propósito solo para irritarlo. Mitch levantó la ceja y sonrió
de vuelta. El agente probablemente todavía estaba enojado por lo de
antes. Mantuvieron contacto visual y Mitch no retrocedió.
—Está bien, chicos, el concurso de medición de pollas ha

terminado oficialmente. Sean buenos —los regañó ella, y eso hizo que
ambos la miraran al mismo tiempo. Las sonrisas en sus rostros ahora
apuntaban a ella, y ella se las devolvió y ni siquiera pestañeó en el
proceso—. Ayudante del Alguacil Knox, quiero que conozca a mi esposo,
el agente Roger Covington. Y de ahora en adelante, él está aquí para
cualquier cosa que necesites —dijo, sonriendo y asintiendo con la cabeza
a su marido. Mitch se echó a reír cuando el chico miró a su bella esposa
y cedió, luego levantó una ceja en su dirección. Decidió que podría
terminar gustándole este tipo después de todo.
—Política, ya sabes...—dijo el agente Covington, entregándole a

Mitch su pistola, quien la tomó e inmediatamente puso el seguro. Deslizó
el arma en la funda de la pretina en la parte posterior de sus vaqueros.
183
Hizo lo mismo con la segunda la puso en la funda atada a su cinturón al

costado de sus vaqueros.
—Seguro —comenzó Mitch, preparándose para hablar un poco de

basura sobre la palmadita en la espalda que recibió, pero Anne habló
antes que tuviera la oportunidad.
—Roger siempre quiso un tatuaje —dijo Anne, mirando cómo le

entregaban los artículos finales a Mitch: su billetera, el maletín de la
computadora y su placa. Revisó su billetera e insignia antes de meterlas
en su bolsillo trasero.
—Oh, es cierto. Ustedes no pueden tener tatuajes. Qué mal. —Él

se encogió de hombros.
—Eres como un pulgar dolorido —se quejó Roger, pero estaba

inspeccionando claramente el brazo que Mitch tenía tatuado en un
setenta por ciento.
—Mejor que ser un Sr. Smith —respondió Mitch.
—Sí, escucha, The Matrix y el año mil novecientos noventa y nueve

llamaron y quieren que les devuelvan el chiste —se rió Roger.
Era patético, pero Mitch también se rió.
—Entonces, ¿tengo un lugar para quedarme esta noche? —Mitch

le preguntó a Anne.
—Sí, esa información está en el cuarto piso, y me temo que tendrás

que volver a ponértela. —Señaló la chaqueta del traje que había colocado
sobre el escritorio mientras enfundaba sus armas. Todo lo que pudo
hacer fue mirar hacia arriba y poner los ojos en blanco. ¿Estaba
absolutamente seguro que resolver este caso valía todo esto?
184
Capítulo 21
Mitch se enteró que el Director Young había tenido éxito en cambiar
el equipo del Servicio Secreto para la familia Greyson. Connors llamó: no
volvería hasta mañana. Para matar el tiempo, Mitch se instaló en su
nueva oficina y logró ir al gimnasio de allí. Mientras estaba en él, en
realidad había trabajado más duro de lo que lo había hecho en años.
Corrió dieciséis kilómetros en la cinta de correr, levantó pesas más
pesadas de lo que había levantado antes, y había hecho el entrenamiento
usando pantalones cortos y una camiseta apretada que encontró en el
casillero de Connors después de abrir la cerradura.
Mitch se aseguró de saludar con la cabeza a cualquiera que se

acercara a él. Luego decidió superarlos en todos los niveles. Esta noche
le dolería el cuerpo, no había duda, pero esperaba haber ganado algunos
puntos en este grupo de hombres excesivamente perfectos.
Un Mitch empapado en sudor decidió ducharse en el vestuario de

la oficina antes de dirigirse a su hogar temporal. Después de su ducha,
fue en busca de su conductor, quien lo llevó a un lugar de alquiler de
automóviles donde Mitch alquiló un pequeño SUV. Desde allí fue en
busca de comida y ropa. Mientras buscaba algo para ponerse, se decidió
por Spencer’s y eligió cuidadosamente las camisetas con las frases más
molestas que pudo encontrar, pero decidió tomar una chaqueta de cuero
para ayudar a esconderlas cuando fuera necesario. Además, era octubre
en Washington DC. Las noches eran frías incluso si los días eran
relativamente cálidos.
Mitch fue a su hotel, manteniendo su mente tan ocupada como

podía. La habitación era una suite, e instaló una oficina en la sala de
estar. Por capricho, imprimió una imagen de cada víctima que había sido
185
brutalizada por estos crímenes. Grabó cada imagen sobre su escritorio y

miró fijamente cada una de ellas.
En lo que no se había permitido pensar desde que llegó esta

mañana fue en Cody Turner. No entendía por qué actuaba así. Nunca
antes había perseguido a nadie. En realidad, nunca pensaba en nadie.
Una buena follada dura y los enviaba fuera de su camino. Pero Cody,
maldición, deseaba a ese vaquero, y sabía que si lo tenía una vez, no lo
enviaría lejos. Si tenía relaciones sexuales con Cody, todo cambiaría para
él. Demonios, ¿a quién estaba engañando? Ya había cambiado todo para
él.
Mitch se pasó las manos por el pelo corto. Cody claramente no

estaba tan interesado como él. Pero había algo más allí para Mitch. Algo
más que la intensa atracción que sentía por el chico. En realidad tenía
mariposas en el estómago cuando pensaba en ese caliente patrullero. No
podía esperar para volver a hablar con él. Necesitaba saber cómo fue su
día y si había disfrutado la noche anterior tanto como Mitch. Quería
conocer las cosas favoritas de Cody y escuchar acerca de su vida
creciendo en una granja.
Mientras miraba las fotos de estos hombres, muchos de los cuales

habían perdido la vida, el corazón de Mitch se hundió. Tuvo una
sensación punzante en la boca del estómago. Hombres estaban siendo
victimizados. Los hombres homosexuales no estaban seguros con este
psicópata todavía suelto, y eso incluía a Cody. La vehemencia agarró su
cuerpo a un nivel que nunca antes había experimentado.
No hubo más juegos. No más adivinanzas y no más andarse con

cautela por este estúpido juego políticamente correcto. La precisión y la
brutalidad de los actos le aseguraron que el sospechoso estaba muy bien
entrenado. Alguien que había estado en batalla. Tal vez alguien que podía
186
pagar generosamente para llevar a cabo este tipo de trabajos contra su

enemigo. Todo en nombre de la justicia, la rectitud o la moral.
Las tripas de Mitch se retorcieron. Levantó de nuevo la breve lista

de grupos de odio y la estudió durante varios largos minutos antes de
alejarse del escritorio, completamente frustrado. Las respuestas no
estaban en ese informe.
Sabía desde el principio que la respuesta era obvia, pero todavía no

la veía.
En lugar de dejar que la ira se manifestara hasta arrojar su

computadora portátil a través de la habitación como quería, levantó su
celular y pasó el dedo por la pantalla. Pensó con seguridad que Cody lo
habría llamado hoy. Al menos respondido al mensaje de texto que envió
anoche, pero no. Cogió su computadora portátil, todavía colgando de su
teléfono mientras se dirigía a su cama. Encendió la televisión, bajó el
volumen al ruido de fondo y se sentó allí mirando la televisión.
Concéntrate, Mitch. No puedes acechar al tipo. Si está interesado,

llamará. Además, todo esto era culpa de Colt y Jace de todos modos. Solo
verlos juntos y ver el amor que compartían le hizo querer ese tipo de
conexión. Colt y Jace sabían lo que es tener a alguien especial
esperándolos en casa.
Alguien que los echaba de menos si estaban lejos o Jace riéndose

de las bromas cursis de Colt. Compartían secretos y se acurrucaban en
el sofá para jugar videojuegos entre ellos. Alguien con quien compartir la
cama en noches largas y frías.
Demonios, él apostaba que incluso se despertaban abrazados cada

mañana. Tenía toda la cabeza atorada deseando una relación y luego
apareció el maldito Cody Turner en su línea de visión. ¿Por qué algo de
esto le importaba? No le había importado antes. Se sentó contra la
187
cabecera y ubicó resueltamente la computadora en su regazo. No podía

sentarse esperando y soñando, no cuando tenía trabajo que hacer.
***
Cody entró por la puerta principal de su apartamento y fue rodeado

de completa oscuridad. Había dejado el lugar bien cerrado, las cortinas
completamente cerradas y las luces apagadas cuando se había ido esta
mañana. Encendió el interruptor, luego fue a la cocina y arrojó sus llaves
hacia el mostrador. La brillante luz que inmediatamente lo cegó, y
escuchó sus llaves caer del mostrador al suelo. Maldición, ni siquiera
tenía el ingenio suficiente para tirar sus llaves en un mostrador como lo
hacía cada vez que entraba por esta puerta.
El reloj del horno marcaba las diez. Había cenado esta noche en la
casa de su cuñada. Los chicos estaban tan sucios por el duro día de
trabajo que ella los había hecho comer en el porche trasero. Él lo
entendía. Su madre siempre los había obligado a hacer ese tipo de cosas
también.
Tenía casi un trastorno obsesivo sobre su propia limpieza. Así que

se desnudó en la entrada de azulejos, dejando su ropa y zapatos sucios
justo donde cayeron mientras se dirigía al baño. No tocó nada más que
las perillas del grifo y permaneció pacientemente en un lugar hasta que
el agua se calentó. Dio un paso bajo la corriente caliente y permitió que
el agua hiciera su trabajo. Después de unos minutos, un calor constante
comenzó a calmar y aflojar los nudos que quedaban de un duro día de
trabajo. Cerró los ojos y se relajó contra el azulejo.
Hoy había sido una revelación. Había descubierto rápidamente que

todos esos entrenamientos diarios no lo habían preparado para un día
completo de trabajo manual. Y cualquiera que fuera su problema para
guiar a su caballo, tenía que resolverse rápidamente. Había sido criado
sobre un caballo. Iría a la patrulla montada principalmente debido a sus
188
habilidades de manejo, por lo que no podía estar cometiendo errores

estúpidos como lo había hecho hoy. Hubo tantos que sus propios
hermanos se rieron y le dieron un infierno por sus oxidadas habilidades
sobre una silla.
Al comienzo del día, había culpado su actuación a todo el alcohol

que había bebido la noche anterior, pero a medida que los efectos de la
resaca desaparecieron, se vio obligado a lidiar con la verdad. Y
desafortunadamente, la evidencia de esa verdad se quedó directamente
frente a él en este momento. Ignorando la erección que lucía, sumergió
su rostro en el agua caliente.
Sus problemas hoy no eran a causa de sus oxidadas habilidades o

la resaca palpitante, su problema estaba relacionado con Mitch Knox.
No importa cuánto lo intentara. No podía concentrarse en nada

más que en él. ¿Cómo había llegado a estar tan fuera de control en tan
poco tiempo?
Cogió el champú y se lavó el cabello antes de restregarse el cuerpo.

Continuó ignorando su polla. A medida que pasaban los segundos, el
dolor solo empeoró, pero no iba a ceder. Después de limpiarse, giró el
grifo y el agua se heló. ¡Mierda! Dio un salto hacia atrás y lo cerró,
completamente frustrado cuando salió de la ducha.
¿Por qué estaba actuando así? Y como había hecho todo el día,
comenzó a pensar en Mitch nuevamente. Se secó y luego pasó la toalla
sobre su espejo cubierto de niebla. Podía ver la evidencia de un sonrojo
subiéndole por el cuello y las mejillas al recordar la llamada telefónica de
la noche anterior. Mitch lo había hecho correrse fácilmente. Había estado
dormido y borracho cuando llamó. A fin de cuentas, debería haberle
llevado mucho, mucho más tiempo llegar al orgasmo. Luego debió
quedarse dormido, porque cuando despertó, encontró que su teléfono
todavía estaba sobre la almohada al lado de su cabeza.
189
¿Qué tan vergonzoso era eso? ¿Realmente se había quedado

dormido con Mitch todavía en la línea?
Cody arrojó la toalla sobre la barra de la ducha para que se secara.

Mientras se cepillaba los dientes y se pasaba un peine por el pelo corto,
notó que su piel enrojecida empeoraba por los indicios de quemaduras
solares en sus mejillas y nariz. También le quemaban los brazos y el
cuello.
Al igual que estaba haciendo con su polla, ignoró la quemadura

solar. El dormitorio aún estaba oscuro, y pasó por alto la ropa interior y
fue a la cama, dejando caer su cuerpo exhausto sobre el colchón. Las
sábanas se sentían frías contra su piel recién bañada. Se acurrucó,
frotándose las piernas para crear algo de calor. Su mano golpeó su
teléfono celular. Esa era otra cosa que había hecho hoy. Había olvidado
su teléfono cuando salió esta mañana. Nunca olvidaba su teléfono.
Revisó las llamadas perdidas. Todo normal. No se había perdido

nada demasiado importante. Luego fue directamente a sus mensajes de
texto. Tenía dos. Los abrió y sus ojos se detuvieron sobre el número de
Mitch. ¿Mitch le había enviado un mensaje de texto? En lugar de abrir
primero el de su familia, tocó la pantalla y leyó las pocas palabras que
Mitch le había enviado. La hora del mensaje era a las cinco y cincuenta
y ocho de esta mañana. Bien, cerca de las siete, hora del este. Su corazón
dio un vuelco mientras leía las palabras.
Disfruté lo de anoche. Me corrí un par de veces antes que te quedaras

dormido. Tu voz es increíble. Llámame hoy cuando tengas una
oportunidad.
Dejó caer el teléfono, miró el techo oscuro y cerró los ojos. Se

permitió recordar los pocos detalles que recordaba vívidamente de la
noche anterior. Sus ojos se abrieron de golpe cuando su mano se movió
190
hacia su polla dura como una roca y sus caderas se arquearon

automáticamente por el toque.
—¡No, no! —Levantó el teléfono y volvió a leer el mensaje. Fue hace

quince horas. Seguramente ya que no había respondido, Mitch captaría
la indirecta y seguiría adelante, ¿verdad? Cody miró hacia el techo y luego
otra vez al teléfono. Ya eran las diez y media de la noche, las once y media
en Washington. Ah, demonios, necesitaba ser un hombre y terminar con
esto. No podía dejar a Mitch en el limbo. Cody se decidió por un mensaje
de texto.
No creo que sea una buena idea.
Le tomó un segundo hasta que finalmente presionó enviar. Allí,

había respondido.
Técnicamente debería haber llamado, pero Mitch se metía

demasiado en su cabeza. Él eligió la salida del cobarde enviando un
mensaje. Mientras continuaba acostado allí, razonó todo nuevamente y
reafirmó su decisión de mantenerse firme y detener todo este sinsentido.
Tenía veintiséis años. Tenía un cierto plazo establecido para su vida.
Tenía objetivos. Ninguno de esos objetivos incluía que su corazón fuera
pisoteado por un jugador que disfrutaba del sexo y los dejaba tirados
como Mitch Knox probablemente hacía. Distracciones como esas eran
malas si quería lograr sus sueños.
¿Qué no es una buena idea?
Ese mensaje de respuesta lo hizo fruncir el ceño. Pensó que había

sido bastante claro.
Nosotros, no somos una buena idea, explicó Cody rápidamente. No

había confusión en esas palabras. Segundos después, su teléfono vibró y
abrió el mensaje.
191
¿Hay un “nosotros”? ¿Nos elevaste a ti y a mí en un nosotros, como

una pareja? Bien, eso hizo que Cody se sintiera como un idiota. ¿Había
entendido mal las intenciones de Mitch? No, no lo había hecho, ¿verdad?
Oh, hombre.
No, no estoy diciendo que somos una pareja, solo digo que
probablemente no deberíamos hacer esto. Cody tecleó de nuevo.
Podría estar bien decir “nosotros”. Me gusta la idea, no me opongo a

ella de ninguna manera. Sin embargo, probablemente deberíamos pasar
más tiempo conociéndonos. Creo que esa es la forma más natural de
hacerlo. ¿Pero no te gusta enviar mensajes de texto?
Mitch le devolvió el mensaje. Cody miró el teléfono, leyó las

palabras y luego las volvió a leer. ¿Qué? ¿Cómo había llegado Mitch a la
conclusión que no le gustaba enviar mensajes de texto? Y entonces el
teléfono comenzó a sonar en su mano. Mirando hacia la pantalla, su
estómago se retorció y su corazón se aceleró. Mitch. Él no necesitaba
esto, no ahora. Dejó sonar el teléfono cuatro veces antes de decidirse a
contestar.
—¿Hola? —Salió más como una incertidumbre que como un

saludo.
—¿No te gusta enviar mensajes de texto? —La voz suave y profunda

de Mitch hizo que su cuerpo se tensara y su polla prestara aún más
atención. Joder, estaba en serios problemas aquí. ¿Por qué le había
enviado un mensaje de texto a Mitch esta noche?
—No, enviar mensajes de texto está bien. —Se las arregló para decir
Cody, a pesar que su boca estaba seca y su voz era un poco temblorosa.
Mitch tenía una forma de ponerlo así, todo caliente y nervioso.
192
—Bien. En general, enviar mensajes de texto también es más fácil

para mí, especialmente cuando estoy trabajando. ¿Qué hay de esta cosa
de nosotros? Estoy confundido acerca de eso —dijo Mitch.
—No quise decir “nosotros” de esa forma —dijo Cody, un poco sin
palabras.
—¿Qué quisiste decir entonces? —Mitch sonaba confundido y Cody

no sabía cómo explicarlo. Por eso había elegido enviar el mensaje. Los
mensajes eran mucho más fáciles que una conversación. ¿Y cómo hacía
que Mitch entendiera lo que quería decir? ¿Cómo le decía a Mitch que
estaba demasiado fuera de su liga? No jugaba ese tipo de juegos. Mitch
era demasiado caliente y demasiado seductor... Cody era más un tipo de
relaciones.
Todo eso sonaba demasiado patético y cerró los ojos, pasándose la

palma de la mano por la cara. ¿Por qué le había enviado un mensaje a
Mitch en primer lugar? La voz de Mitch lo tomó por sorpresa.
—¿Estás ahí? ¿Te he perdido?
—No, estoy aquí —respondió finalmente Cody.
—¿Qué estás haciendo ahora? —preguntó Mitch. Cody se congeló.

Ciertamente no podía decir que estaba acostado en la cama, ¿verdad?
Sí, eso definitivamente sería una mala idea.
—¿Es esa una pregunta difícil también? —Mitch se echó a reír esta
vez, y Cody lanzó un gemido interno—. Eso sonó caliente. ¿Qué estás
haciendo que estás haciendo sonidos así? Realmente me gustaría ver.
La voz de Mitch había bajado una octava o dos más. Cody suspiró
y se incorporó en la cama, descansando contra la cabecera, ya que no
podía encontrar el valor para decirle a Mitch que dejara de llamarlo.
193
—Estaba pensando en irme a la cama. Sabes, como irme a dormir,

y luego vi tu mensaje —respondió Cody con sinceridad.
—¿Acabas de recibir mi mensaje de esta mañana? —Mitch sonaba

sorprendido.
—Dejé mi teléfono en casa hoy. Ha sido ese tipo de día. Lo olvidé

esta mañana cuando salí por la puerta. —Cruzó las piernas por los
tobillos y se cubrió la cintura con la sábana reprendiéndose en silencio.
Su estúpido corazón se estaba conectando durante su llamada de ruptura
y eso era lo que más lo asustaba, el miedo a un corazón roto.
—Me preguntaba por qué no me respondiste. Mi ego estaba un poco

herido por eso. Pero ahora estoy bien. Entonces, ¿qué hiciste en tu día
libre? —cuestionó Mitch.
—Moví ganado. Mi familia tiene una granja en Austin.
—Me imaginé algo así. Te ves como un vaquero. ¿Tienes una

computadora portátil?
—Sí —respondió Cody con cansancio.
—¿Puedes conseguirla? Te llamaré por Skype —dijo Mitch—. Dime

tu dirección de correo electrónico de nuevo.
Cody hizo una pausa y se obligó a detener esto antes que

comenzara. Abrió la boca para decir las palabras que había tratado de
usar en el primer mensaje, pero no salieron. En cambio, recitó su
dirección de correo electrónico.
—Dame un minuto.
Dejó el teléfono en la cama, fue a la sala de estar, agarró la

computadora portátil y regresó a su habitación.
194
Se miró en el espejo de la cómoda para asegurarse que su cabello

no apuntara en todas direcciones y debatió ponerse unos pantalones
cortos deportivos. En su lugar, optó por acurrucarse en la cama,
cubriendo todo debajo de la cintura.
Abrió su computadora portátil y volvió a ponerse el teléfono en la

oreja.
—Bien, abrí el programa, ¿qué hago ahora?
Después de un momento, la foto de perfil de Mitch llenó la pantalla.

Oh, maldita sea, el tipo era más caliente de lo que recordaba. La
necesidad se estrelló contra su cuerpo instantáneamente, causando que
su polla empujara contra la sábana. Gracias a Dios que Mitch no podía
ver eso.
¿Qué demonios le pasaba? Era una jodida contradicción. Acababa

de relajarse en esta cama y decidido terminar con este enamoramiento
estúpido e intenso, y ahora estaba respondiendo a la llamada de Mitch
por Skype. El lado racional de su cerebro finalmente apareció.
Claramente deseaba a Mitch. Eso era obvio. Simplemente no quería
desearlo.
Cuando la llamada se conectó y se inició el video, todo lo que Cody

pudo hacer fue mirar la pantalla: Mitch, igual que él estaba reclinado
contra la cabecera con su computadora portátil en su regazo y sin
camisa. Maldición, el hombre estaba tan jodidamente bueno, con todo
ese pecho tatuado y abultado. Una cruz detallada adornaba su músculo
pectoral izquierdo y las palabras “Sólo Dios puede juzgarme” con tinta
negra en su clavícula se destacaban como un faro contra su piel verde
oliva. Los hoyuelos del hombre aparecieron, grandes y tentadores. Todo
lo que Cody podía pensar era en presionar sus labios contra uno de ellos.
Joder.
195
—Puedes colgar el teléfono ahora —se rió Mitch. Cody bajó

lentamente el teléfono y mantuvo los ojos en la pantalla con la boca
cerrada. Como había pensado cientos de veces desde que conoció a Mitch,
estaba tan loco por él. Cody cerró los ojos al pensarlo y se pasó una mano
por la cara y el cabello todavía húmedo—. Estábamos hablando de lo que
hiciste hoy. ¿Tu familia tiene una granja en Texas? ¿Es lo suficientemente
grande como para correr ganado? —preguntó Mitch.
Cody asintió. Había perdido la cuenta de la cantidad de tierra que

aún poseían. En los últimos diez años, el área donde vivían había
comenzado a crecer. Supuso que tal vez todavía tenían entre seis y
ochocientos acres, pero quién sabía con certeza con su cerebro tan
confuso.
—¿Creciste allí?
—Lo hice .—Cody finalmente dijo algo. Estaba orgulloso de sí

mismo.
—Yo crecí en Nueva York. Soy un yanqui, supongo —sonrió Mitch.

Esos malditos hoyuelos habían vuelto—. ¿Aún vives en casa?
—Tengo un lugar en Austin —respondió Cody.
—Así es. Creo que me lo dijiste anoche. Vives solo.
—Correcto. —Cody no podía apartar los ojos de Mitch. ¿Cómo

demonios había despertado el interés de un tipo como Mitch?
—Te diré algo... Seguro que te ves bien en esa cabecera. Esa es una
cabecera, ¿no? ¿Estás en la cama? —La sonrisa se extendió aún más en
la cara de Mitch.
196
—Si. Estoy sentado en la cama ¿Tú estás en la cama? —Al ver esa
sonrisa en el rostro de Mitch y admitir que estaba en la cama, su cuerpo
se tensó aún más.
—Tu voz se hizo más baja. Lo entiendo. Me siento igual. Y sí, yo

también estoy en la cama —dijo Mitch, y Cody observó cómo Mitch
descansaba las manos detrás de la cabeza. Los músculos de su pecho se
flexionaron mientras se acomodaba.
¡Mierda! Su polla se hinchaba con cada movimiento que hacía

Mitch.
—Esto, entre nosotros. No es un buen momento para mí —dijo

Cody finalmente.
—¿Es eso lo que estabas tratando de decir en tu mensaje? —La

cara de Mitch se suavizó mientras lo miraba.
—Sí, yo... no puedo...
Mitch lo interrumpió antes que pudiera terminar su oración.
—Estoy de acuerdo. También es un momento terrible para mí, pero

parece que no puedo sacarte de mi cabeza.
Además del hecho que ese era exactamente el problema que tenía
Cody sobre Mitch, nadie le había dicho algo así antes. No tenía idea de
cómo responder a esas palabras. Todo lo que pudo hacer fue mirar la
pantalla. Su corazón se aceleró aún más, su respiración ligeramente
jadeante, y se concentró en el pecho de Mitch, leyendo una vez más las
palabras “Solo Dios puede juzgarme” tatuadas en su pecho. Ya podía
decir que ese era el lema de Mitch para toda la vida. El tipo era perfecto,
y quería observarlo todo, así que dejó que su mirada se deslizara más
abajo, hasta donde la pantalla permitía.
197
—Ah, me estás matando, hombre. Y es eso justo ahí. Esa cosa que
haces. Es esa distancia que manejas, pero cuando te abres y te permites
sentir, eres caliente como el infierno —dijo Mitch, inclinando su rostro
hacia la cámara web mientras hablaba.
—¿Qué? —Cody no estaba seguro de haberlo entendido. Mitch hizo

una pausa, claramente pensando antes de volver a hablar.
—Me estás diciendo que no me deseas, pero me follas con los ojos
todo al mismo tiempo. Eso es caliente. Eres jodidamente guapo, Cody.
Anoche me corrí como si estuvieras aquí jodiéndome. Cerré los ojos y,
maldita sea, podía imaginar la expresión de tu cara al correrte. —Mitch
se movió para que su rostro llenara completamente la pantalla—. Déjame
verte, déjame observarte.
Cody se sentó allí librando una batalla interna. El problema que le

impedía cerrar la pantalla era que, en el fondo, Cody estaba demasiado
atraído por Mitch. Lo deseaba de la peor manera, más de lo que había
deseado a cualquier otro hombre antes. Tal vez debería rendirse y hacer
lo que su cuerpo e instinto le rogaban que hiciera.
—Empuja la sábana hacia abajo, muéstrame qué hay debajo.

Necesito verte, Cody. —La voz de Mitch envió escalofríos por su cuerpo.
Maldición, no podía hablar. No podía apartar los ojos de la mirada de
Mitch. Sus ojos eran del tono ámbar más perfecto que había visto en su
vida, persuasivos y provocadores. Su cuerpo se calentó bajo su
escrutinio. Cody se encontró obedeciendo la orden y lentamente comenzó
a empujar la sábana hacia abajo. Maldita sea, quería darle a Mitch Knox
exactamente lo que pedía.
***
Mitch sabía desde el momento en que recibió el mensaje de Cody

que este era un paso fundamental para conocer a Cody Turner. Se hizo
198
el tonto, actuó como si no entendiera lo que Cody intentó hacerle

entender. Demonios, sabía exactamente a qué se refería el tipo, porque
generalmente él era el que daba las malditas excusas. Pero había algo tan
inocente y dulce en este vaquero caliente que lo hizo romper el protocolo.
Incluso había provocado al chico por apresurarlos a una relación, pero
simplemente no había manera de describir lo emocionado que estaba que
Cody se acercara a él. Enviarle mensajes, incluso si era para decirle que
retrocediera.
Código dictado por el hombre: si no estás interesado, nunca

respondas. Incluso si fue quince horas después, Cody respondió. Eso
significaba que estaba dentro, sin importar lo que hubiera dicho.
—Empújala hacia abajo. Quiero ver todo de ti. —Mitch observó

cómo la sábana se deslizaba por el cuerpo de Cody, revelando un
estómago plano y un rastro de vello rubio oscuro que hizo que a Mitch se
le hiciera agua la boca ante la promesa de lo que estaba por venir. Esa
promesa lo hizo alcanzar su propia polla.
Mitch vio vacilación en la forma en que Cody lo miraba.
—Eso es, no te asustes ahora, vaquero. Adelante, muéstrame.

Maldición, estoy tan jodidamente duro, Cody. Me calientas tan
jodidamente solo pensando en cómo se ve tu polla. —Sus ojos
permanecieron enfocados en la pantalla cuando la perfecta polla de Cody
apareció a la vista—. Tan hermoso, sabía que lo serías —gruñó.
—¿Si? —Cody parecía un ciervo encandilado por los faros.
—Oh, sí. Mira lo que me has hecho. —Empujó la computadora

portátil más allá de su polla dolorida, abrió las piernas y ubicó la
computadora en la cama entre ellos. Dobló las rodillas, ajustó la pantalla
y apoyó los pies a cada lado de la computadora. Por la respiración de
Cody, sabía exactamente qué visión tenía de él. Joder, su polla ya estaba
199
goteando solo de saber que Cody lo miraba—. ¿Ves lo duro que me pones,
Cody Turner? —Se echó hacia atrás, sus dedos rodearon su polla y
comenzó a acariciarse lentamente—. Joder, esto se siente tan bien.
—Mierda, eso es tan caliente... yo... nunca he hecho algo así antes.
—Mitch podía escuchar el nerviosismo en la voz de Cody, pero no había
huido y eso era algo bueno.
—¿Quieres decir que nunca antes has hecho algo tan sexy? —Le
guiñó un ojo a Cody y dio a su propia polla unos largos y lentos tirones
para beneficio de Cody, por supuesto.
—No, supongo que no. —Una sonrisa tímida iluminó la cara de

Cody.
—Bien, entonces seré tu primero. Voy a reventar tu cereza de sexo

en línea. —Él movió las cejas y le lanzó una sonrisa—. ¿Quieres eso,
Patrullero Turner?
—Sí... sí, lo hago. —Los sexys ojos azules de Cody se clavaron en

los suyos.
—Entonces tócate por mí y no retengas nada. —Fue el turno de

Mitch de gemir cuando Cody envolvió su gran puño alrededor de esa polla
rojiza e hinchada y comenzó a acariciarse.
—Mmm... eso es. Me encanta verte, Cody. Tan hermoso. Necesito

probar esa hermosa polla —murmuró Mitch.
—Oh, Dios... —La mano de Cody aceleró, y su respiración se hizo

más profunda, pero sus ojos se quedaron en Mitch, y de repente él estaba
fuera de escena. Mitch podía escuchar sus gemidos y podía ver parte de
la cabecera, pero Cody no estaba allí.
200
—Umm... ¿Cody? Oye, no puedo verte, ¿a dónde fuiste? —Habló

tan fuerte como pudo sin gritar.
Escuchó un crujido de las cobijas cuando la imagen en la pantalla

se movió, y luego la hermosa sonrisa de Cody se enfocó.
—Oh, mierda, lo siento, me moví un poco y la computadora se

deslizó. No tengo experiencia en esto. —Mitch se dio cuenta que Cody
estaba ajustando la computadora. Debió haberla puesto en la mesita de
noche porque ahora podía ver todo el gran cuerpo perfecto de Cody
cuando se tumbó en la cama y la mano volvió a su polla.
—Eso está mucho mejor, puedo ver todo y me gusta. ¿Te gusta
pajearte para mí? —Cody volvió la cabeza hacia la cámara y asintió.
—Sí —dijo Cody sin aliento.
—Eso es cariño, folla tu puño y finge que es mi trasero en el que

estás empujando. —Mitch se llevó dos dedos a la boca y los chupó,
mojándolos. Dejó de acariciarse la polla lo suficiente como para
agacharse, abrir las mejillas de su culo y meterse los dedos en el culo.
Los metió y sacó lentamente, observando cómo Cody se follaba el puño,
sus caderas empujando con fuerza en la palma de su mano. Los ojos
entrecerrados de Cody captaron cada movimiento que hizo.
—Oh, Dios, Mitch. Es tan caliente —gimió Cody.
Mitch mantuvo los dedos en su culo y tiró lentamente de su polla

con la otra mano. Miró la pantalla. Joder, la mirada en los ojos de Cody
fue suficiente para forzar su orgasmo en su cuerpo. Se levantó con fuerza
en su áspera palma, sus ojos atraídos por la mano de Cody, acariciando
esa gran polla.
—Joder, Cody... voy a correrme. —Retiró los dedos del culo y apretó
la sábana, extendiendo las piernas mientras se acariciaba más rápido.
201
Luchó para evitar que sus ojos se cerraran de golpe por todo el placer que
recorría su cuerpo. Y sobre todo porque estaba seguro que no quería
perderse la vista de Cody corriéndose. Había aguantado todo el tiempo
que pudo—. Córrete para mí, Cody —rugió Mitch cuando los primeros
chorros de semen salieron de su polla y salpicaron contra su pecho.
Sobrevivió su orgasmo con los dientes apretados. Sus ojos permanecieron
pegados a Cody, mirándolo esforzarse por liberarse mientras Mitch
vaciaba lo último de su semilla.
—Aghh... ¡sí! —Mitch observó con asombro cómo Cody tropezaba

en el borde. Los ojos estaban bien cerrados, su cabeza echada hacia atrás
contra la almohada. Sus labios carnosos se separaron ligeramente
mientras murmuraba incoherentemente.
El gran cuerpo de Cody se sacudió cuando se arqueó de la cama, y

los músculos de su estómago se contrajeron en espasmos cuando esa
polla perfecta le pintó el pecho y el estómago con cintas gruesas. Cody
era jodidamente hermoso cuando se corría.
—Hijo de puta, eso fue bueno —jadeó Mitch. No podía moverse, así
que se quedó allí mirando a Cody y recuperando el aliento. Después de
unos minutos, Cody volvió la cabeza hacia Mitch, y los brillantes ojos
azules se abrieron, capturando su atención—. Hermoso, jodidamente
hermoso —susurró Mitch, y eso le valió una sonrisa genuina. Extendió la
mano y agarró su camisa, deslizándola sobre su pecho, limpiándose
antes de reposicionar la computadora sobre su estómago—. Maldición,
Cody, no sé qué decir, excepto que reventar tu cereza de sexo en línea
fue... tan jodidamente caliente.
Cody se rió de eso y rodó a su lado, totalmente frente a Mitch.
—Realmente lo disfruté. Así que debes hacer esto mucho, ¿eh?
202
—No, no lo hago. Quiero decir, lo hice, pero solo una o dos veces
solo jugando en un sitio de cámara web. Nunca nada como esto. Esto fue
jodidamente intenso. —No pudo explicarle a Cody. Demonios, ni siquiera
podía explicarse esto a sí mismo. Mitch sentía algo por este tipo, y la
emoción realmente lo asustaba. Nunca había estado tan confundido con
sus sentimientos sobre nadie.
—Tendría que estar de acuerdo contigo, perder tu cereza en línea

es una experiencia muy intensa —se rió Cody—. Tal vez la próxima vez
no esté tan nervioso.
—¿Entonces ya estás planeando una próxima vez? Sólo déjame

saber cuándo. Mejor aún, ¿por qué no vuelas aquí a DC y pasas algún
tiempo conmigo? Sé que tienes algunos días de vacaciones.
La mirada en el rostro de Cody cambió como si realmente estuviera

considerando la oferta.
—Realmente quiero verte, Cody —agregó sinceramente.
—No estoy seguro... —Había dudas en la voz de Cody, y Mitch sabía

lo que eso significaba, así que lo detuvo a mitad de la oración.
—Shh... está bien. No tienes que responderme ahora. Piénsalo bien

—arrojó Mitch antes que Cody pudiera decir que no.
—Lo haré —murmuró Cody. Mitch vio que sus ojos se cerraban
lentamente—. Debería irme. Estoy agotado.
—Prométeme que realmente pensarás en esto, Cody, y me enviarás

un mensaje por la mañana.
—Lo prometo. Buenas noches. Gracias por esta noche —dijo Cody
y levantó una mano para cerrar Skype.
203
—Buenas noches —susurró Mitch. Cody no había cerrado el

programa correctamente; todavía estaba en la pantalla de Mitch mientras
se quedaba dormido.
No podía quitarle los ojos de encima ni obligarse a cerrar el

programa. Cody roncaba y todo lo que Mitch podía hacer era mirar al
hombre tranquilamente dormido, hermoso y todavía desnudo que yacía
allí para que él se llenara visualmente. Y lo hizo, observando a Cody
durante mucho tiempo. Dejó que su imaginación hiperactiva se volviera
loca con visiones de ellos durmiendo envueltos en los brazos del otro.
Cody sería tan jodidamente sexy en persona.
Probablemente el más caliente que haya tenido, pero necesitaba

concentrarse, poner toda su energía mental en resolver este caso.
Mientras miraba a Cody, un bostezo finalmente se liberó. Tenía que

sacar a Cody Turner de su mente, y solo había una forma de hacerlo. Le
escribió a Cody un mensaje por Skype y también le envió un mensaje de
texto para que no lo olvidara.
Ven a DC por un día o dos. Tengo muchas cosas que hacer, estaré
ocupado, pero te deseo como no he deseado otra cosa en mi vida. No pelees
conmigo en esto. Solo ven, tienes tiempo libre. Compraré tu boleto.
204
Capítulo 22
Mitch examinó las camisetas que había comprado el día anterior,
tratando de decidir cuál podría ser la menos ofensiva del grupo. No le
importaba lo que pensara el director sobre su elección de ropa, pero
Gladys, esa era una historia totalmente diferente. Su malvado ojo recorría
todo el piso.
A pesar que solo había dormido unas pocas horas, no más de siete
en los últimos días, se sintió vivo, vigorizado y listo para comenzar.
Estaba seguro que podía convencer a Cody para que viniera a DC por un
par de días. Tan seguro que, de hecho, abandonó su búsqueda en el
armario y dejó la ropa colgada para buscar su teléfono celular.
Envió un mensaje rápido a su asistente en Louisiana pidiéndole

que reservara un vuelo abierto en los próximos días desde Austin a DC y
lo cargara en su tarjeta de crédito personal. No tenía idea de cuánto le
costaría eso, ya que no había tenido que pagar un vuelo en los últimos
seis años, pero cualquiera que fuera el costo, valdría la pena, de eso,
estaba seguro.
Mitch eligió la camiseta que tenía una pantalla impresa en el frente

que decía: No soy gay, pero veinte dólares son veinte dólares.
Y sonrió, mirándose en el espejo. Guardaría para mañana la que

decía: Te voy a dar tan duro.
Con suerte, estaría recogiendo a Cody del aeropuerto usando eso.
Mitch optó por la funda del hombro. Había comprado la chaqueta,

pero por alguna razón agregar la funda del brazo a la camiseta, parecía
ideal para empujar a su compañero temporal.
205
Y honestamente, sabía que no debería. El hijo de Connors resultó

herido. Dado de alta del hospital anoche, pero aún así estaría
incapacitado por un tiempo. Debería ser considerado, pero lo que sea.
Estaba de tan buen humor, y le encantaba mandar a la mierda a la gente
cuando estaba teniendo un buen día.
Mitch se miró en el espejo una vez más y soltó una carcajada. Se

veía perfectamente ridículo. Agarró su chaqueta y su computadora
mientras salía por la puerta. Eran poco antes de las seis de la mañana y
Starbucks estaba justo abajo. Un café y un muffin de arándanos sería
absolutamente increíble.
—Hola —dijo Mitch, subiendo al elevador. Maldición, no había

prestado atención, y ahora estaba subiendo, en lugar de bajar.
—Buenos días —respondió la mujer. Acababa de llegar de lo que

parecía una muy larga pero buena noche. Su vestido arrugado, su
maquillaje manchado y su cabello aún parcialmente recogido, bueno,
suponía que así lo llamarían algunos.
—¿Buena noche? —preguntó, levantando la ceja.
—Ya sabes. Gané un buen dinero, eso es seguro. —Ella le guiñó un

ojo—. Nadie da propinas como los fanáticos religiosos.
—Es más que probable que sea dinero para mantener la boca
cerrada, no una propina —se rió Mitch.
—Estoy aquí por el resto de la semana. Habitación ocho-cero-uno.

Ven a verme —dijo ella, mientras se abría la puerta del ascensor. Ella
avanzó, luego se apoyó contra el marco del elevador, mitad adentro y
mitad afuera—. Ni siquiera tienes que darme propina, guapo.
Estaba absolutamente seguro que estaba destinado a ser una pose

sexy y ciertamente podría haberlo sido sin la máscara de pestañas
206
corriendo por su mejilla y su lápiz labial manchado en su rostro. Ella

sofocó un bostezo y enderezó su postura. Él asintió y guiñó un ojo, sin
mencionar que eso nunca iba a suceder. Ella salió, aún mirándolo.
—Me encanta la camiseta. Es el lema de mi vida —le guiñó un ojo

nuevamente. Se preguntó si ella sabía que cerró ambos ojos cuando le
guiñó. Gracias a Dios, la puerta del ascensor se cerró justo cuando ella
dejó caer su tarjeta llave en el suelo del pasillo y se inclinó para
recuperarla. Habría tenido una oportunidad completa de lo que estaba
sucediendo debajo de esa micro mini-falda y nadie quería ver eso tan
temprano en la mañana, especialmente antes del desayuno.
***
Interrogar al Servicio Secreto apestaba. Mitch se pasó una mano

por la cara y escuchó mientras el cuarto agente repetía exactamente lo
mismo que los demás. Se mordió la uña y se pasó los dedos por la
barbilla. Las tácticas de interrogación de poli bueno y poli malo no
funcionaban en esta multitud. Mitch se sentó en una habitación con los
directores superiores de ambos departamentos, junto con el asesor legal
de cada uno. Todo era increíblemente ridículo.
Al parecer, las cosas no habían ido tan bien ayer en la reunión del
Director Young con Don. Ahora estaban sentados en un edificio neutral,
no en la sede del FBI. Les habían dado pautas muy estrictas sobre lo que
podía pasar. No hace falta decir que la diversión inicial de la camiseta de
“veinte dólares son veinte dólares” ya había desaparecido, así que Mitch
ahora se sentaba con la chaqueta cerrada, una taza de café frío frente a
él, y dejando que Connors hablara.
Aparentemente, el tipo no se había dado cuenta que todas las

preguntas eran respondidas de la misma manera: definitivamente fueron
previamente versadas y ensayadas. Si alguna pregunta se consideraba
inapropiada, los abogados intervenían, deteniendo el flujo.
207
Mitch se echó hacia atrás en su silla y se levantó. Cuando vio que

todos los ojos estaban sobre él, se dio cuenta que había vuelto a meter la
pata. Bueno, ahora no podía hacer nada al respecto, así que comenzó a
irse a mitad de la pregunta. Connors le dirigió una seria mirada de vete
al infierno y Mitch se dio por vencido, intentando mantener la situación
en calma.
—Me tomaré un descanso para ir al baño, por favor continúen —

dijo, señalando con la mano hacia la mesa de la sala de conferencias
donde todos estaban sentados.
Salió y se dirigió directamente a los ascensores. Necesitaba sol, a

pesar que se había abierto un frente frío. Apretó el botón con el pulgar y
luego volvió a presionar el botón por si acaso.
Hace solo unos días, estaba tan aliviado que alguien tomara este
caso. Mitch sabía que las cosas finalmente resultarían. Este era el FBI,
por el amor de Dios. No importa cuánta basura dijera, Mitch tenía respeto
absoluto por esta división. Estos agentes eran rudos. Bueno, al menos en
el campo lo eran. Aquí en DC, jugaban a bandas políticas. La política
corporativa contra la política de lo apropiado en su máxima expresión.
Todas las cosas que Mitch odiaba.
El ascensor se abrió, concediéndole acceso a la libertad. Se abrió

paso en la caja demasiado llena y escuchó a una pequeña mujer a su
lado decir algo acerca que este ascensor era el único que funcionaba hoy.
Se detuvieron en cada piso mientras bajaban, retrasando su fuga,

pero afortunadamente después de la segunda parada, nadie subió.
Cuando llegó al vestíbulo del rascacielos, su teléfono inmediatamente
comenzó a vibrar. Finalmente tenía señal. Lo sacó de su bolsillo delantero
mientras golpeaba las puertas, inspeccionando el área.
Se detuvo a unos pasos de una fuente de agua.
208
Mitch examinó las llamadas y luego los mensajes, eligiendo primero

el de Ellen. El mensaje comenzaba con ella tratando de ser divertida y
luego terminaba con su declaración que quería fotos del chico en el que
estaba dispuesto a gastar mil dólares por un par de días juntos.
¿Mil dólares? ¿Por un maldito boleto de avión?
Mitch siempre había pensado que ganaba un dinero decente.

Bueno, más o menos, su salario no era tan bueno, pero no tenía que
pagar mucho. Sus beneficios eran asombrosos. Le pagaban el
alojamiento, subsidio de automóvil, seguro de salud... suma todo eso y lo
hacía bien por sí mismo, ¿pero mil dólares por un boleto? Pensó en eso
por un minuto y decidió que pagaría lo que fuera necesario para poder
sostener al vaquero en sus brazos nuevamente.
En lugar de permitirse pensar demasiado en esto, envió el mensaje

de Ellen con los arreglos directamente a Cody. Con quien técnicamente
ni siquiera había hablado hoy, aunque Cody prometió enviarle un
mensaje cuando se levantara.
Maldición. Mil dólares en un tipo que continúa rechazándote. Mitch

Knox, ¿qué demonios te pasa?
¡No! Deja de pensar demasiado. Cody lo vale.
Envió una nota rápida a Cody.
Te adjunto las especificaciones del vuelo del que hablamos anoche.

No sé los detalles exactos, mi asistente hizo los arreglos, pero creo que
puedes salir mañana o al día siguiente, incluso hoy si quieres y regresar
cuando quieras. Ella puede establecer tus fechas si quieres que lo haga.
No pelees conmigo sobre esto. Ha sido un día bastante malo para haber
empezado tan bien. Realmente quiero verte. M.
209
Se sentó y se recostó en los escalones, dejando que el sol le golpeara

la cara. Su teléfono sonó y la imagen de Cody apareció en su pantalla.
—No pagaste tanto dinero para que vaya allí —dijo Cody tan pronto
como contestó el teléfono.
—Sí, lo hice. Te dije que lo haría. ¿Has mirado tu horario? —

preguntó Mitch, ignorando la parte del dinero y se levantó para alejarse
de las personas después de adivinar a dónde podría conducir esta
conversación.
—Te gastaste mil dólares para que yo pueda ir allí y follarte, dar la
vuelta y volver a casa. Estás loco.
—No estoy loco. Gasté el dinero porque quiero pasar tiempo

contigo. No tengo mucho tiempo libre, pero me gustaría pasar esas horas
contigo —dijo Mitch cuidadosamente. Y quería decir cada palabra.
Realmente quería pasar tiempo con Cody y saber todo sobre él. Pero
también estaba orgulloso de sí mismo por no decir que no podía esperar
a enterrarse hasta las bolas en el sexy culo de Cody.
—Solo para follarme. —Cody ignoró todo lo que acababa de decir y

todavía sonaba incrédulo.
—O podrías follarme tú. —Mitch hizo una pausa. Maldición,

también quería eso. Quería que Cody lo follara tan jodidamente mal—.
¿Supongo que no fuiste a casa de tu hermano hoy porque hablas tan
fuerte sobre sexo?
—Mierda, hombre, me estás matando —dijo Cody ardientemente, y

Mitch se detuvo en seco.
¿Qué había hecho ahora? Pensó en todo lo que había dicho.

Confundido, finalmente preguntó:
210
—¿Dije algo malo?
—Prestaste suficiente atención para recordar mis planes de hoy. —

Mitch sonrió ante la respuesta de Cody.
—Lo hice. Te lo dije, quiero saber qué es lo que estoy sintiendo, por
qué estoy tan lejos de mi elemento cuando se trata de ti. ¿Cuándo vienes?
—preguntó Mitch.
—No lo sé. No pensé que hablaras en serio. Tendré que resolver

algunas cosas. —Mitch sonrió abiertamente. Eso definitivamente sonaba
como un sí para él.
—Está bien, más pronto es mejor que más tarde para mí. —Mitch
reanudó su paseo al frente de la fuente de agua.
—No tengo sexo por Skype. No hago cosas así —respondió Cody, y
Mitch entrecerró los ojos para seguir ese tren de pensamiento. Su chico
podría ser realmente sorpresivo a veces.
—Lo sé, dijiste eso varias veces anoche, mientras estábamos

teniendo sexo por Skype. Y para mi desilusión, te mantuviste fuera de la
vista en los momentos más importantes. Tendremos que mejorar para
mantenerlo en ángulo hacia la cámara. Aunque me encantó verte. Eres
muy caliente. Ya me he masturbado solo de pensar en la expresión de tu
cara cuando te corriste. Me encantó todo lo que hicimos. Solo desearía
que hubieras estado en mi cama para poder sentirte temblar y oler tu
liberación —dijo Mitch, muy orgulloso de esas palabras. Quería romance
con Cody, y esperaba que eso sacara un poco de magia.
Cody no respondió.
—Si vienes mañana, haré que alguien te recoja. Y por favor,

envíame un mensaje esta vez, déjame saber algo. Me cuesta mucho tener
noticias tuyas. Me vuelve loco estar cuestionándome las cosas. —
211
¿Realmente acababa de decir eso? El silencio que siguió le hizo saber que
lo había hecho. Maldición, eso había sonado necesitado, pero no sabía
cómo salir de eso ahora. Podría intentarlo con ingenio.
—Probablemente sea viernes antes que pueda llegar allí —dijo

Cody.
—Está bien, solo déjame saber los detalles. Tengo que volver a
entrar. Toda esa investigación necesita un investigador. —Patético, no
ingenioso en absoluto.
—No deberías haber gastado tanto dinero en mí —murmuró Cody

suavemente.
—Olvida lo del dinero. Espero verte pronto. Adiós. —Desconectó la

llamada y volvió a entrar, mucho más feliz que cuando se había ido.
212
Capítulo 23
—Hermanito, ¿estás seguro que sabes lo que estás haciendo? —
preguntó Sheila. Cody se dio cuenta en ese momento que no debería
haberle contado sus planes de salir de la ciudad. Simplemente sentía que
alguien debería saber que se iba por unos días.
—Soy casi treinta centímetros más alto que tú, y estaré fuera solo
un fin de semana. No es gran cosa —dijo sonriendo. Esperaba que llegara
a través de su voz mientras intentaba no preocuparse. Caminó por el
estacionamiento del aeropuerto.
—Hmm... eres más alto, te concedo eso. Pero no estoy segura que
esto sea solo un fin de semana, Cody. Te tomó una eternidad hacer esos
planes para ir a Dallas y eso está a tres horas de distancia. Y lograr que
hables conmigo es una batalla. ¿Por qué los chicos son así?
—No sé, hermana. —Él se rió de su aleatoriedad, ella siempre era

así.
—Sabes que los Turner son un grupo fértil, y cuando caemos,

caemos con fuerza. Tienes que mantenerte fuerte —aconsejó ella.
—Soy gay. No hay posibilidad de bebés —se rió de nuevo,

esquivando a una mujer que enviaba mensajes sin prestar atención a
dónde iba.
—Sabes a lo que me refiero. Washington está muy lejos de Texas

—dijo un poco más en seria.
—Él no vive allí. Solo está trabajando en este momento. Vive como
en Louisiana —respondió Cody.
213
—Todavía es un largo viaje, y Louisiana tiene más bosques que

Texas. No es seguro para ti ir allí —disparó ella de vuelta.
—Hermana, vas a hacer que lo diga, ¿verdad? Solo iré a... —Acercó
la boca a su teléfono y deslizó su bolsa sobre su hombro mientras
revisaba el tablero de vuelo en la terminal.
¡A follarlo hasta la inconsciencia! Simplemente no podía decir las

palabras a su hermana, incluso tan cercanos como eran.
A decir verdad, Cody quería este tiempo con Mitch, solo para estar
con él, sin embargo, eso podía funcionar. Demonios, probablemente
volvería a casa y nunca volvería a hablar con el tipo, pero al menos lo
había intentado.
—Podrías encontrarlo fácilmente aquí, si estás hablando de sexo.

Hay un chico en mi oficina del que he querido hablarte —dijo ella,
rompiendo su línea de pensamiento—. Es tan lindo. Creo que también es
tu tipo. Está en nuestro departamento de contabilidad. Mucha
conversación estimulante —se rió. Ella nunca había sido demasiado
aficionada a los chicos con los que él había salido. Burlándose de él y de
ellos constantemente.
—No, estoy bien. Ni siquiera puedo imaginar lo que crees tú que es

realmente mi tipo de persona —dijo, haciendo cola en control de
seguridad.
—Te mandaré una foto suya —dijo.
—¡No! Me tengo que ir. Estoy pasando por seguridad —dijo—. Te

quiero.
—Cody, por favor sé cuidadoso y mantente a salvo. Sé que eres un

tipo grande y puedes cuidarte, pero ese es un lugar nuevo y... sí.
214
Prométeme que estarás a salvo —dijo Sheila con toda honestidad. Sabía
que estaba preocupada.
—Lo haré, lo prometo. Me tengo que ir. —Terminó la llamada antes

que ella pudiera decir algo más. Cody tenía su licencia de conducir y su
tarjeta de embarque en una mano y todavía tenía su bolsa de lona colgada
sobre su hombro izquierdo. Había llamado a Mitch antes y le había dejado
un mensaje de voz informándole sobre el retraso por culpa del clima.
En este punto, Cody se negó a dejar que su lado analítico o negativo

le impidiera abordar este vuelo. Casi había dejado que el retraso del clima
fuera una señal de Dios que no debía ir, pero también luchó contra eso.
Mientras se abría camino a través de control de seguridad, guardó su
teléfono en su bolsillo delantero y comenzó a caminar hacia su puerta.
Cuanto más se adentraba en este aeropuerto, menos posibilidades tenía
de abandonar este fin de semana.
Además, tenía que mantener su perspectiva. Todo este fin de

semana realmente significaba una fiesta de sexo con un súper guapo
Alguacil de los Estados Unidos, mientras pasaba la mayor parte del día
solo. Realmente no era muy diferente de lo que hacía aquí en casa.
Bueno, excepto que estaría en Washington DC, y su cerebro no pensaba
correctamente cerca de Mitch.
Había algo en él que seguía impulsando a Cody a hacer cosas

completamente fuera de lugar, como tener sexo por teléfono y por
webcam. Cuando habían tenido sexo por video, se había corrido tan
fuerte que se le curvaron los dedos de los pies, y juró que lo habían
escuchado en la calle Sexta cuando llegó al orgasmo.
Cuando abordó, Cody metió su bolso en el compartimento superior,

rechazando la ayuda de la azafata a su lado. La asistente de Mitch se
había puesto en contacto con él hoy y le hizo saber que había hecho
algunas maniobras y que Cody había sido ascendido a primera clase.
215
Tenía un asiento de pasillo lo suficientemente grande como para

meter su gran cuerpo. Él sonrió y acababa de ponerse cómodo cuando su
teléfono vibró. Se inclinó hacia adelante y sacó su teléfono del bolsillo,
luego deslizó un dedo por la pantalla y abrió el mensaje.
Mitch le había enviado un selfie dando un pulgar hacia arriba. Su

sonrisa se extendía de oreja a oreja, acentuando su belleza. El mensaje
era corto y dulce.
Bien, debería poder recogerte yo mismo.
Eso hizo que su corazón latiera con fuerza. Estaba emocionado y

nervioso por volver a ver a Mitch.
—Es guapo —dijo la mujer mayor sentada a su lado. Él la miró,

sonriendo.
—Gracias. —Volvió a mirar la imagen, y su estómago dio un vuelco

ante la idea de besar esos labios sonrientes en unas pocas horas—. Sí, lo
es, ¿verdad?
—Sí, mucho. —La mujer se quitó el suéter y lo colocó sobre su

regazo.
—Esta es mi primera vez en primera clase —admitió.
—Oh, es una gran experiencia. Nunca querrás volar de otra manera

—dijo, palmeando su pierna cuando la voz de la azafata llegó a través del
altavoz. Apagó el teléfono, se puso el cinturón de seguridad y, de hecho,
tuvo el mejor vuelo de su vida.
***
Mitch estaba de pie en reclamo de equipaje, con las manos metidas

en el bolsillo de sus vaqueros, su rodilla rebotaba erráticamente y sus
216
ojos estaban pegados a las puertas esperando que Cody entrara. La

actualización que había estado esperando acababa de llegar. El avión
había aterrizado. No debería pasar mucho tiempo ahora.
Mierda, si tan solo no fuera un manojo de nervios. Comprobó su

aliento; estaba bien, pero decidió meterse un chicle de canela en la boca
por si acaso.
Se había comprado una camisa de vestir, la que llevaba puesta

ahora, una camisa de manga larga con botones que no había abrochado.
No quería parecer que estaba intentándolo demasiado, pero aun así
quería impresionar a Cody.
Los primeros pocos pasajeros entraron por la puerta. Mitch se puso

de puntillas tratando de ver si Cody estaba en el primer grupo en entrar
antes que la puerta se cerrara de nuevo. Los siguientes llegaron, y él se
puso de pie nuevamente, esta vez viendo una cabeza rubia que se elevaba
sobre el resto de los pasajeros que se dirigían al área. Su corazón se
aceleró, su estómago hizo volteretas. Cody estaba realmente aquí.
Observó cómo Cody mantenía la puerta abierta para varias mujeres

y luego algunos hombres. Nunca se impacientó, solo asintió hasta que
alguien lo liberó del servicio de la puerta. Era un caballero sureño.
Maldita sea, eso hizo que Mitch lo deseara aún más de lo que ya lo hacía.
Mitch observó desde la esquina de la habitación cómo Cody miraba a su
alrededor hasta que sus ojos se conectaron y su corazón se detuvo. En
realidad sintió que se detenía antes de comenzar a latir de nuevo. Podía
sentir que su sonrisa se hacía más grande. Cody lo miró desde el otro
lado de la habitación con una gran sonrisa iluminando su rostro también.
Cody era más grande de lo que recordaba, más guapo también. Se

abrieron paso entre la multitud, los ojos de Mitch nunca dejaron de
mirarlo, hasta que se detuvieron en medio de la habitación, uno frente al
otro, la cinta transportadora cerca.
217
La máquina arrancó, y Cody fue golpeado un poco por la espalda

cuando otros pasajeros agarraron sus maletas, obligándolo a dar un paso
más cerca de Mitch. Estaban un poco incómodos al principio. Mitch no
estaba necesariamente seguro de qué hacer, así que después de una
pausa de un segundo, extendió la mano, colocando suavemente las
manos sobre los musculosos antebrazos de Cody y le dio un simple beso
en la mejilla.
—Me alegra que estés aquí. —Mitch sostuvo los ojos de Cody con
los suyos, siendo honesto con cada palabra que decía. Estaba tan
agradecido que Cody no hubiera cambiado de opinión. Mitch no se perdió
el color instantáneo que se deslizaba sobre la cara de Cody o cómo su
sonrisa parecía iluminarse—. ¿Trajiste algún otro equipaje?
—No, solo el equipaje de mano. —Cody bajó la vista hacia la bolsa

que colgaba de su brazo mientras respondía. A Mitch le encantaba que
tuvieran la misma altura y constitución. Todo lo que pudo hacer fue solo
mirar. Cody olía increíble y se veía muy bien con esos vaqueros ajustados,
botas vaqueras y una camisa a rayas grises y negras debajo de una
chaqueta de cuero negra.
Mitch no podía esperar para sacarlo de esos apretados Wranglers.

Finalmente logró controlar sus pensamientos carnales y extendió una
mano hacia la puerta, haciendo salir al vaquero del área de reclamo de
equipaje. Dejó que Cody fuera delante de él hacia una puerta de salida.
Cuando Cody se dirigió hacia la puerta equivocada, Mitch lo usó como
una excusa para tocarlo y extendió la mano hacia el brazo de Cody,
evitando que él fuera más lejos.
Maldición, le gustaba la sensación de los músculos de Cody

flexionándose debajo de su mano.
—No, estacioné por ese lado —dijo Mitch y deslizó su mano hacia
abajo para unir sus dedos con los de Cody. Cody fue un poco más
218
vacilante para envolver sus dedos alrededor de los de Mitch. No estaba

seguro de lo que eso significaba, pero después de un minuto, Cody cedió.
Mitch caminó uno o dos pasos delante de él, guiándolo por la puerta
mientras la mantenía abierta. El movimiento fue incómodo y Mitch se vio
obligado a soltar su mano.
—Aparqué en el primer nivel, en el garaje. —Mitch señaló en la

dirección cuando llegó detrás de Cody. Mitch tomó la correa de la bolsa
de lona del brazo de Cody y la dejó caer sobre su propio hombro, luego
volvió a entrelazar sus dedos.
El aire de la tarde era vivo y frío contra su piel, y amaba el calor y

la sensación de la mano de Cody en la suya. En este momento, todo era
jodidamente perfecto.
—Venga.
Sacó a Cody por el paso de peatones y los hizo trotar los últimos
pasos mientras sacaba las llaves de su bolsillo. Como todos los SUV
blancos parecían casi iguales para él, presionó el botón de bloqueo en el
llavero e hizo sonar la bocina para encontrarlo.
También presionó el botón del maletero y levantó la puerta trasera,

dejando caer la bolsa de Cody dentro. Maldición, realmente quería
sostener la puerta del pasajero para Cody, pero desafortunadamente,
tenían un ajuste demasiado apretado para permitir eso. Recordó haber
visto a Colt saltar hacia adelante para abrir la puerta de Jace más veces
de las que podía contar. Se podía ver cómo Jace amaba ese movimiento
por la expresión de su rostro. Quería ese momento para él y para Cody y
volvió a mirar para ver cómo moverse un poco más fácilmente. El
momento de indecisión hizo que Cody tomara el asunto en sus propias
manos. Soltó el agarre que Mitch tenía en su mano y fue hacia la puerta
del pasajero.
219
—¿Tienes hambre? —preguntó Mitch y golpeó el mando del coche

otra vez, asegurándose que todas las puertas estaban abiertas. Se deslizó
dentro del lado del conductor, encendiendo el control remoto sin llave
mientras miraba a Cody—. Estoy muy contento que estés aquí.
—Dijiste eso antes —dijo Cody con una gran sonrisa—. Y sí. Tengo
hambre. Estaba demasiado nervioso para comer antes.
—¿Por qué estabas nervioso? —preguntó Mitch, colocando el Tahoe

en reversa y saliendo del estrecho lugar de estacionamiento—. Oh, es
cierto, el clima era malo.
—No fue eso. Estaba tratando de no acobardarme —confesó Cody,

y eso hizo que Mitch lo mirara, dividiendo su atención entre la carretera
y Cody. Había dudas en la cara de Cody y preguntas en esos ojos azules.
Mitch no estaba seguro que le gustara eso y se acercó y le tomó la mano.
—Dime por qué te echarías atrás —cuestionó Mitch. Habían tocado

esto un poco anoche cuando hablaron, y él sabía lo difícil que fue
perseguir a Cody para llegar tan lejos en el juego. Cody necesitaba
explicar esto para entender mejor a qué se enfrentaba.
—Realmente no lo sé. Trabajé duro para llegar a donde estoy. Tengo

casi un año antes de poder postularme a los Rangers. Necesito
mantenerme enfocado —dijo Cody mientras se giraba para mirar por la
ventanilla.
—Sigues diciendo cosas como esas, pero ¿cómo te afecta

convertirte en un Ranger de Texas el hecho de venir aquí? —preguntó
Mitch, realmente confundido. Había pensado que este podría ser el
problema de Cody, pero no podía entender cómo salir con Mitch influía
en el proceso de solicitud de ser Ranger de Texas.
220
—Eres un Alguacil de los Estados Unidos. —Como si eso

respondiera la pregunta. No lo hacía.
—Bueno, lo soy, sí, y ahora me has confundido aún más. —Mitch

miró a Cody, que no respondió de inmediato—. ¿Cómo es que ser un
Alguacil influye en tus planes de trabajo? Quiero decir, he ayudado a los
Rangers cuando lo necesitan. He hecho un par de arrestos
internacionales con uno de ellos, pero no creo que él tenga ningún poder
o autoridad. No entiendo el problema.
—No sé, es solo que... no importa —dijo Cody después de un

minuto más de silencio, dejándole saber a Mitch que había algo más que
la situación laboral.
—No, dímelo. Realmente quiero saber —presionó Mitch. Necesitaba

saber qué estaba pasando en esa bonita cabeza rubia de Cody.
—Ahora no.
—¿Vale, cuándo? —insistió Mitch.
—Solo que no ahora. ¿Dónde vamos a comer? —preguntó Cody,

cambiando de tema. Entonces Mitch dejó ir el tema y lo archivó para una
discusión posterior. Pero Mitch necesitaba esa respuesta antes que Cody
se fuera este fin de semana. Si tenía que asegurarle a Cody que sería
discreto, lo haría.
—Podemos ir a casi cualquier lugar por aquí, o hay un bonito

restaurante de parrilla en el hotel. Cualquiera de los dos está bien para
mí —dijo Mitch, observando las señales en el centro de DC, asegurándose
de dar todos los giros correctos.
—El restaurante en el hotel suena bien, si estoy bien vestido.
221
—Sí. Podemos dejar tu bolso en la habitación y luego bajar las

escaleras para comer. —Mitch observó a Cody recostarse en el asiento y
relajarse.
222
Capítulo 24
Un valet abrió la puerta de Cody cuando llegaron al hotel. Otro
saludó a Mitch y tomó sus llaves después de una breve conversación que
Cody no pudo escuchar. Observó cómo Mitch cerraba la puerta trasera,
le entregaba dinero al valet y salía del asiento del conductor, dejando la
puerta abierta. Cody se tomó un momento para asegurarse que su camisa
estaba metida y enderezó el pliegue de sus vaqueros mientras se dirigía
hacia la parte trasera del vehículo. Cuando ya casi estaba allí, se pasó
las manos por el pelo corto, asegurándose que nada sobresaliera o
estuviera fuera de lugar.
Mitch había llegado primero, nuevamente agarrando su bolsa de

lona y arrojando la correa larga sobre su hombro antes de volver a tomar
su mano. Ahora, esto era algo nuevo para Cody. Estaba totalmente fuera,
no se escondía, pero tampoco hacía alarde de su sexualidad. Nunca se
tomó de la mano con ningún chico. Ciertamente nunca había sido besado
en público por un chico, incluso en la mejilla.
En tantos niveles, todo sobre este fin de semana era nuevo para él.
Intentó con todas sus fuerzas seguir la corriente. No ser la torcedura en
la cadena. Washington DC, era definitivamente más liberal que Texas, y
rezó para no sobresalir como un pulgar dolorido.
Curiosamente, a Mitch no le importó en absoluto. Esto le parecía

muy natural. Mitch mantuvo el ritmo, dejando que Cody atravesara las
puertas primero a pesar que Mitch abrió el camino.
—Ese es el restaurante. Los ascensores están por aquí —dijo Mitch,

dirigiéndose al vestíbulo principal del hotel. La barra del restaurante no
parecía demasiado abarrotada. El vestíbulo frente a los ascensores, por
otro lado, lo estaba. Aparentemente, un matrimonio había reservado
223
salones de baile en dos pisos para la recepción, y la boda en sí acababa

de terminar. Hubo una espera mientras todos los invitados se filtraban a
la siguiente ubicación, y Mitch se puso en línea hacia la parte posterior
del grupo antes de girarse para mirar a Cody. Se pararon casi cara a cara,
y esa pequeña sonrisa tonta que mostraba esos dos hoyuelos perfectos
se extendió por su rostro.
Dios, esa sonrisa derritió Cody. Todo sobre Mitch lo excitaba. Su

polla comenzó a engordar en sus vaqueros ajustados. Cuando se agachó
para adaptarse, esperaba que el movimiento no fuera demasiado obvio
para las personas que lo rodeaban. Cody le devolvió la sonrisa,
centrándose en el labio inferior de Mitch.
—Mira lo que llevo puesto —dijo Mitch con entusiasmo. Cody

levantó los ojos para ver un brillo travieso en la mirada de Mitch. Cody
tardó un segundo en darse cuenta que Mitch se estaba desabotonando
la camisa. Eso lo confundió, y apartó sus ojos de esos labios perfectos y
esa mirada ardiente para ver a Mitch hacer un rápido trabajo con los
botones de la camisa. Ejecutó un movimiento de Superman y le mostró a
Cody la camiseta debajo del botón.
Cody se echó a reír mientras leía las palabras: Te voy a dar tan duro
escritas en grandes letras blancas en la camisa gris oscuro de Mitch.
Sacudió la cabeza, sonriendo ante la sonrisa en el rostro de Mitch
—Me preguntaba qué te gusta. Ya sabes, siempre podríamos llamar

al servicio de habitaciones. —Los ojos de Cody estaban de vuelta en los
de Mitch.
—Oh, diablos —murmuró Mitch, mirando a su alrededor. Cody

siguió su mirada para ver una serie de caras mirándolos con curiosidad.
Mitch no perdió el tiempo alejando a Cody de la multitud. Mitch
permaneció dos pasos delante de él todo el camino, hasta que doblaron
por un pasillo y se metieron en una habitación. Cody solo tuvo segundos
224
para ver que los baños de la piscina estaban cerca antes de ser empujado
hacia atrás y Mitch estaba sobre él. Ese gran cuerpo presionándolo
bruscamente contra la pared.
No hubo una dulce invitación en esos labios, Mitch se le acercó con

un beso abrasador, tomando lo que quería. Su lengua sondeó y rozó la
de Cody, y éste respondió a Mitch golpe por golpe. Sus bocas se
fusionaron cuando Mitch aplastó todo su cuerpo contra el de Cody.
¡Joder, eso era caliente! Envolvió sus brazos alrededor de Mitch,
apretándolo más fuerte, amando la sensación de sus pollas presionadas
una contra la otra. Mitch no dejó dudas que estaba tan duro como Cody
mientras se apoyaba en la erección dura de éste.
Fue solo la necesidad de respirar lo que los había liberado. Cuando

Cody tomó aire, Mitch se aferró a su cuello y chupó con fuerza. Estaba
seguro que dejaría una marca.
—No tan duro —susurró Cody mientras giraba el cuello hacia

Mitch. Lo hacía mucho con Mitch. Decir una cosa, pero sus acciones
contaban otra historia.
—Te irás a casa marcado —susurró Mitch antes de deslizar su

lengua dentro del oído de Cody. Sus caderas rodaron hacia Mitch por su
propia cuenta. Maldición, le gustaba ese movimiento de lengua en el oído.
Sus manos acariciaron la espalda de Mitch y subieron por sus hombros
con una de ellas en la parte posterior del cuello de Mitch, manteniéndolo
allí junto a su oído—. Te deseo como no he deseado nada en mi vida —
suspiró. Su cálido aliento acarició el rastro húmedo que acababa de hacer
con su lengua. Cody se estremeció bajo el asalto.
—Vamos arriba —respondió Cody, volviéndose para tomar los

labios de Mitch una vez más. El beso se profundizó de inmediato, y
pasaron varios minutos mientras Mitch sacudía por completo su mundo.
225
Cody se sintió privado de algo cuando Mitch se apartó. Utilizó la

fuerza en sus manos para atraer a Mitch hacia abajo. La insistente
resistencia de Mitch provocó que Cody finalmente abriera los ojos.
—No tenemos que apresurar esto. —La cara de Mitch estaba tan
cerca que el dulce aliento de canela que acababa de probar ahora llenaba
sus pulmones. Amaba esa sensación.
—Por eso estoy aquí, ¿no? —Para Cody tenía mucho sentido, pero
observó cómo la mirada llena de lujuria de Mitch se volvía pensativa.
—No es la única razón —respondió Mitch y empujó contra la pared,

liberándose del agarre de Cody.
—¿No lo es? —Eso lo hizo querer a Mitch de vuelta en sus brazos.

Extendió la mano para intentar tirar de Mitch contra él, pero Mitch
sacudió la cabeza.
—Eres malditamente sexy, lo acepto. —Mitch dio un paso atrás—.

Pero el sexo no es la única razón por la que estás aquí, así que detén esa
línea de pensamiento. Quiero que vuelvas al restaurante. Dejaré esto en
mi habitación. Si subes conmigo, no saldremos de la habitación y lo
sabes. Buenas intenciones o no. —Mitch se volvió y lo dejó allí mismo.
Cuando Cody se recuperó y se pasó los dedos por la cara y por el pelo
para controlar su excitación, escuchó la voz de Mitch a cierta distancia.
—¡Muévete, vaquero! —dijo Mitch. Cody asomó la cabeza a la vuelta

de la esquina y Mitch se detuvo al final del pasillo—. Y no entres allí a
masturbarte. Espera por mí —murmuró Mitch en voz alta. Cody pudo
sentir el calor instantáneo en sus mejillas y rápidamente miró a su
alrededor para ver quién podría haberlo oído—. La piscina está cerrada
en esta época del año. El restaurante es por ahí. —Mitch hizo un gesto
con la mano derecha y luego se fue en la misma dirección, dejando a Cody
con la cara roja y una erección gigante.
226
—Joder —dijo Cody con un largo gemido. Debatió sobre hacerse

una paja por un minuto, solo porque estaba dolorosamente duro. Podía
liberarse fácilmente, especialmente si la piscina estaba cerrada, pero al
final, estuvo de acuerdo con Mitch. Esperaría. Anticipar lo que haría
Mitch a continuación se había convertido casi en un hábito para él. Uno
que descubrió que no quería romper.
***
Mitch hizo lo mejor que pudo para agasajar con vino a Cody. No
era un experto en romance o seducción por ningún tramo de la
imaginación, pero quería ambas cosas para Cody. Así que los había
mantenido en el restaurante durante unas horas ordenando lentamente,
cubriendo a Cody con alcohol e insistiendo en pagar la cuenta. Un Cody
relajado era algo mágico. Cuanto más tiempo se sentaban en esa cabina
de gran tamaño, más se relajaba Cody y más aprendía él.
En realidad tenían antecedentes muy similares. Los padres de

Cody todavía estaban vivos y casados. Tenía varios hermanos y
hermanas, y al igual que los hermanos de Mitch, eran un grupo fértil. La
familia de Cody era un poco más grande, y tenía una hermana de la que
hablaba mucho: la mayor del grupo y más orientada profesionalmente
que los demás. Mitch pensó que ella tenía una fuerte influencia en su
vida.
Ambos eran los más jóvenes de sus familias, aunque Mitch era siete
años mayor que Cody. Había dejado caer esa información con cuidado.
No estaba seguro de cómo se sentiría Cody acerca de su estado casi
anciano. Había muchas diferencias entre mediados de los años veinte y
principios de los treinta, pero afortunadamente, no había parpadeado ni
había comenzado a llamarlo señor o abuelo como habría hecho él si la
situación hubiera sido lo opuesto.
227
La mayor diferencia en la historia de su vida era que Cody veía y

hablaba con su familia casi todos los días.
Mitch no había visto a sus padres desde la boda de Jace y Colt en

Dallas, y le fue difícil recordar la última vez que había visto a sus
hermanos o sus hijos. Pero suficiente de esas divagaciones, era hora de
llegar a la parte de diversión y juegos de la noche.
—¿Estás listo para subir? —preguntó Mitch, terminando su Coors.

La mirada de Cody se intensificó, apareció ese rubor sexy y asintió. Mitch
levantó la mano en busca de la camarera, y ambos buscaron en sus
bolsillos traseros sus billeteras.
—Yo pago, eres mi invitado —dijo Mitch, abriendo su billetera y

hojeando las tarjetas hasta que encontró su American Express.
—Necesito pagar esto. Ese vuelo... —Mitch interrumpió a Cody.
—Suficiente sobre el vuelo. Este es mi fin de semana. Cuando vaya

a Texas, puedes pagar. —Puso la tarjeta sobre la mesa mientras
esperaban a que la camarera trajera la cuenta.
—Cuando vengas a Texas, puedes quedarte en mi casa —dijo Cody.

Vació su Bud Light y dejó la botella vacía sobre la mesa.
—¿Ves? Así pagarás —dijo Mitch casualmente, como si realmente

estuvieran haciendo planes para el futuro. Esperaba que eso se
mantuviera durante todo el fin de semana. Hasta ahora, encajaban bien.
Washington DC era un lugar amigable para los homosexuales.
Habían sido fácilmente aceptados en el restaurante. Incluso vio a

chicos en el bar observando a Cody. Le enorgullecía que Cody solo
pareciera tener ojos para él. Esperaba que eso también perdurara.
—No es lo mismo —argumentó Cody.
228
—Puedo cargar eso a su habitación. Solo necesito la firma y número

de habitación —dijo la camarera.
—No, aquí. —Le entregó su tarjeta de crédito queriendo comprar la

comida de Cody, no ponerla en la cuenta del FBI. Un minuto después,
agregó la propina y firmó su nombre en la parte inferior del recibo.
Recogió su tarjeta y recibo, metiéndolos dentro de la ranura del billete de
un dólar de su billetera para tratar con ello más tarde.
—Gracias —asintió a la camarera, antes de salir de la cabina—.

¿Qué estabas diciendo? —preguntó, esperando que Cody se pusiera de
pie.
—¿Quién sabe? Supongo que no vale la pena discutir —respondió

Cody, dándole una sonrisa que le prendió fuego a su polla. Maldición,
Cody encendía su mierda.
—Vamos, por aquí. —Mitch extendió un brazo. Por primera vez,

entendía por qué Colt hacía todos esos gestos aparentemente románticos
para Jace. Colt no lo hacía para que Jace se sintiera bien. Dudaba que
Colt se diera cuenta de esa parte.
Sacudió el mundo de Mitch poner su mano en la parte baja de la

espalda de Cody y guiarlo fuera del restaurante.
Este era un trato de ambas partes. Tuvo una vista increíblemente

gratificante del trasero de Cody mientras caminaba frente a él y todos en
este lugar sabían que Cody había venido aquí con él.
—¿Esos ascensores? —preguntó. Cody se dio la vuelta de repente

mientras Mitch miraba su perfecto trasero de burbuja.
—¿Disculpa qué? —Mitch levantó la vista.
229
—¿Estabas mirándome el culo? —preguntó Cody, deteniéndose por

completo.
—Creo que probablemente me atraparás mirando mucho este fin

de semana. Adelante o atrás, no me importa. —Mitch se rió de su
pequeña broma y bajó la vista al paquete de Cody que juró se expandió
bajo su mirada.
—Mierda, me estás matando. Vamos, Casanova —dijo Cody,

arrastrándolo por el vestíbulo.
230
Capítulo 25
Mitch mantuvo la puerta de la habitación del hotel abierta para
Cody. Solo entonces se le ocurrió que Mitch abría sus puertas a
propósito, dejándolo ir primero. Los ojos de Cody chocaron con los de
Mitch mientras sostenía la puerta con el pie y extendía un brazo. El gesto
era increíblemente entrañable, y no podía recordar haber estado en el
lado receptor hasta esta noche.
La incertidumbre a la que Cody se había aferrado se liberó cuando

entró completamente en la habitación. Las emociones que le inundaron
fueron fuertes y crearon su propio tipo de pánico. Más que una simple
necesidad física, esta profunda atracción por Mitch lo tenía fuera de
balance. Necesitaba un momento para calmarse, solo algo de espacio
para respirar. Cody podía fácilmente enamorarse de Mitch. Demonios,
sinceramente ya estaba enamorándose y eso lo asustaba mucho.
La intensidad de esos pensamientos lo hizo dar varios pasos

delante de Mitch. Encontró el dormitorio con su bolso en el extremo de la
cama, y se dirigió hacia allí. La bolsa podría ser suficiente distracción
para darle el minuto que necesitaba para aclarar su cabeza.
Se paró cerca a sus cosas y cerró los ojos. Sus manos

distraídamente abrieron la cremallera mientras le daba la espalda a la
puerta. Permitirse admitir finalmente sus sentimientos sobre Mitch había
sido casi un despertar espiritual. Su hermana tenía toda razón sobre la
distracción que podía ser el amor, pero el estar tan enfocado en su carrera
lo había convertido en un tipo increíblemente solitario.
Deja de ser un bebé, Cody, se castigó y comenzó a tirarse la camisa

por la cabeza.
231
—Vamos a tomar esto con calma —dijo Mitch, y Cody miró por
encima del hombro y vio a Mitch apoyado contra el marco de la puerta—
. Desempaca, te dejé un cajón libre. Y hay perchas en el armario. O no
tienes que hacer nada de eso, lo que quieras. Estaré en el baño —dijo,
desapareciendo por una puerta lateral que Cody había pasado por alto
cuando entró. ¿Cómo demonios no había visto esa puerta? Estaba
entrenado para observar su entorno. Se le escapó un suave gemido
cuando se sentó en el extremo de la cama. ¿En qué se había metido?
***
Mitch cerró los ojos mientras insertaba dos dedos lubricados

lentamente en su trasero, conjurando una imagen mental de Cody
mientras trabajaba. Debería haberle preguntado a Cody cómo le gustaba
el sexo. No debería simplemente asumir, pero pensó que había dejado
clara su posición cuando había abierto su camisa a Cody en los
ascensores al estilo Superman. Usualmente no se ponía abajo, pero en
todo lo que podía pensar desde su encuentro por Skype era en Cody
encima de él. Si Cody quería estar abajo, todavía estaría listo para más
tarde porque estaba completamente seguro que habría una segunda
ronda.
Abriéndose, masajeándose, para estar listo para Cody. Seguía

pensando en el gran cuerpo de Cody bombeando contra el suyo, y esa
imagen le puso las rodillas débiles y ya se tambaleaba sobre el borde. No
podía recordar haber estado tan cerca del clímax solo por prepararse,
pero en lugar de masturbarse como haría normalmente, se cubrió la polla
con la mano libre y abrió los ojos, apartando la imagen de Cody de su
mente. Estaba seguro que no quería disparar su carga en el piso del baño
antes de siquiera tocar a su vaquero.
Minutos después, Mitch se detuvo. Se lavó las manos y se cepilló

los dientes. Más temprano en una ronda de energía nerviosa esperando
232
a que llegara Cody, se había puesto ropa limpia y acicalado. Después de

un segundo más, pasó un cepillo sobre la parte superior de su cabeza
donde su cabello era más largo y luego se cepilló los dientes nuevamente.
Se quitó la ropa interior, volvió a ponerse los vaqueros, dejando el

botón abierto y, en el último minuto, volvió a ponerse la camiseta con
una sonrisa, por si Cody necesitaba un recordatorio.
Revisó su apariencia por última vez y salió de la habitación,

esperando no haber tardado demasiado.
***
Cody se sentó en el sofá de la sala de estar, sin saber qué hacer

mientras Mitch estaba en el baño. Tenía el brazo sobre el respaldo del
sofá y un pie cruzado sobre la rodilla. Encendió la televisión,
manteniendo el volumen bajo, pero su atención se concentró en la puerta
que separaba las dos habitaciones. Mitch estaba justo detrás de esa
puerta.
Cuando se abrió la puerta, Mitch salió luciendo ardiente como el

infierno. Llevaba esa camiseta, vaqueros desabrochados y los pies
descalzos. La camisa de manga larga con botones había ocultado el
grueso cuerpo de Mitch. Sus enormes brazos, uno con un intrincado
tatuaje tribal y el otro con una serpiente que se enroscaba alrededor de
sus bíceps y bajaba por su antebrazo, atrajeron la atención de Cody.
Había vislumbrado su cuerpo en el oscuro club, y lo había visto en Skype,
pero tener esto frente a él ahora, le picaban las manos por quitarle la
camiseta y explorar cada centímetro esa fornida y tatuada carne.
—¿Necesitas el baño? —preguntó Mitch. Cody había dejado sus

artículos en el tocador. Al menos debería cepillarse los dientes. Además,
si Mitch podía hacer las cosas bien, él también.
233
—Sí —dijo Cody, levantándose, estirando su cuerpo. Apagó el

televisor con el control remoto y se dirigió hacia Mitch, que no se apartó
de su camino.
—No tardes tanto como yo —dijo Mitch, acercando a Cody contra

él. Mitch no intentó besarlo, lo que podría haber sido un testimonio de
su aliento, pero sí colocó ambas manos en sus caderas y se movió hacia
adelante. Él igualó el movimiento. Solo entonces Mitch presionó un suave
beso en sus labios.
Cody se apartó y entró en la habitación. Si Mitch podía controlarse,

entonces él también podía.
—Vuelvo enseguida. —Agarró sus cosas y se dirigió al baño.
***
Mitch se desnudó por completo, arrojando su ropa sobre el

respaldo de una silla. Encendió la lámpara de la mesilla de noche y apagó
todas las demás luces de la suite. Había guardado una nueva caja de
condones y una botella de lubricante en la mesita de noche, así que los
puso a su alcance y se subió a la gran cama.
Se estiró sobre las mantas frías, luego decidió meterse debajo de la

colcha doblada.
Quería lucir caliente y sexy para Cody. Se recostó contra la

cabecera, se quedó allí un segundo antes de levantarse, dobló todas las
mantas y agarró solo la sábana, cubriéndose hasta la cintura. Se ancló
de nuevo contra la cabecera, esta vez colocando un brazo casualmente
detrás de su cabeza.
Justo cuando estaba a punto de reposicionarse nuevamente, la

puerta se abrió. Ahora estaba comprometido con la pose.
234
Mitch levantó la vista cuando Cody se acercó a la luz. Todavía

estaba vestido, y cuando sus ojos se posaron en Mitch, Cody pronunció
la palabra joder y automáticamente comenzó a tirar de la camiseta sobre
su cabeza mientras se quitaba las botas al mismo tiempo.
Mitch se acarició mientras observaba a Cody arrojar

apresuradamente la prenda sobre la silla y patear las botas hacia el final
de la cama. Justo cuando el patrullero sexy fue a desabotonarse los
vaqueros, Mitch se levantó de la cama.
—Espera, déjame hacer eso.
Mitch se arrodilló frente a Cody. La urgencia del fuerte gemido de

Cody llenó la habitación cuando Mitch alcanzó el botón de los vaqueros.
Trabajando rápidamente, desabrochó los Wrangler y tiró de la cremallera.
Levantó la vista, observando todas las crestas y depresiones en el pecho
y el estómago de Cody. Su mirada se demoró, antes de deslizarse por el
paquete de seis, siguiendo el rastro del tesoro rubio oscuro que
desaparecía en los vaqueros que intentaba quitarle.
—Necesito probarte, Cody. —Después de bajarle los vaqueros por

esos muslos gruesos y musculosos, presionó un beso contra la pistola
tatuada en la cadera de Cody, luego enterró la cara en la entrepierna
ligeramente cubierta por los boxers, inhalando el aroma limpio y
almizclado que era todo Cody Turner. Mitch frotó la cara contra el
material que le impedía probar la carne desnuda de Cody. El movimiento
hizo que la polla de Cody se alargara contra su mejilla.
—Joder, vaquero —jadeó, y su propia polla reaccionó con un tirón

cuando deslizó sus dedos en la cintura de los calzoncillos de Cody y tiró
de ellos, junto con la tela de mezclilla por las piernas. Cody puso sus
manos sobre los hombros de Mitch para mantener el equilibrio mientras
se quitaba los vaqueros y los pateaba a un lado.
235
Los dedos se deslizaron por su cuero cabelludo y apretaron el pelo

corto mientras miraba la polla perfectamente formada y sonrojada de
Cody. Envolvió sus dedos alrededor y lo acarició lentamente desde la base
hasta la punta. Mitch había visto su cuota de pollas, pero la de Cody
tenía que ser la más perfecta que había visto. Levantó la mirada para
encontrar a Cody observándolo con los ojos azules cubiertos de lujuria.
—Tu polla es tan jodidamente hermosa, Cody. Tan gruesa y

perfecta, y apuesto a que sabes tan delicioso como parece. —Mitch bajó
la cabeza, susurrando contra la piel de Cody mientras colocaba suaves
besos a lo largo de sus muslos.
Lamió el tatuaje que cubría el hueso de la cadera de Cody. La mano

de Mitch trabajó a Cody todo el tiempo, acariciándolo, mientras
mordisqueaba su camino hacia abajo y chupaba uno de los testículos en
su boca.
Cody amplió su postura cuando Mitch lamió y chupó el suave saco

entre las piernas del caliente patrullero. Los muslos de Cody temblaron
en respuesta a los labios de Mitch mientras se movía para probar su
polla. Se tomó su tiempo saboreando a Cody, explorando cada vena en
ese grueso eje antes de lamer la perfecta hendidura del vaquero. La
esencia de Cody estalló en su paladar. Le encantaba la acidez dulce y
salada de la excitación de Cody llenando sus sentidos.
Él chupó la cabeza acampanada de la polla de Cody, lamiendo el

líquido preseminal en la punta.
—Dios, cariño, sabes jodidamente delicioso. —Mitch dejó caer la

cabeza y devoró a Cody en un movimiento rápido, aflojando la mandíbula
mientras lo tragaba hasta el fondo de su garganta. Cody jadeó, y sus
dedos se tensaron en su cabello, su cuero cabelludo picó. Las caderas de
Cody empujaron hacia adelante conduciendo esa larga polla por su
garganta, cortando su aire. ¡Joder sí! Su garganta se contrajo alrededor
236
de la decadente invasión. Cody aceleró su ritmo, empujando

profundamente, y dejó que el vaquero caliente saqueara su boca.
Solo pasaron unos minutos antes que la polla de Cody se hinchara

contra su lengua. Él estaba cerca. Mitch sintió que las bolas de Cody se
apretaban contra su cuerpo. Pero dado que tenía otros planes en mente,
usó su mano y apretó la base con fuerza y luego se retiró a regañadientes
de la polla de Cody.
—No puedes correrte, todavía no... te quiero dentro de mí. —No le

importaba la desesperación en su voz. Mitch necesitaba a Cody dentro
suyo, cuanto antes mejor.
—¿Mitch? —El aliento entrecortado de Cody se enganchó en lo que

sonó como una pregunta y una súplica.
Se puso de pie y tomó la boca de Cody con la suya, respirando

pesadamente mientras hablaba.
—Fóllame, Cody, te quiero dentro de mí.
—Pensé que... —comenzó Cody, pero Mitch lo interrumpió.
—¿No prestaste atención a mi camiseta, Turner? Para un

patrullero, no eres muy observador, ¿verdad? —Mitch sonrió y observó
las comisuras de la boca de Cody levantarse mientras el hombre pensaba
en lo que acababa de decir.
—Lo hice, pero... ¿pero no quieres follarme? —La cabeza de Cody

se inclinó hacia un lado. Mitch se atrapó su labio inferior con los dientes
cuando esos brillantes ojos azules lo interrogaron.
—Luego. Ahora mismo, quiero esto en mí. —Agarró la polla de

Cody, apretando con fuerza, dando a conocer sus intenciones. Cody
gimió, y en menos de un instante, la boca del vaquero se fusionó con la
237
suya. El beso fue cualquier cosa menos suave. Sus lenguas se enredaron,
retorciéndose, mientras las manos de Cody se deslizaban alrededor de su
espalda y bajaban por su trasero, obligándolos a juntarse. Mitch se
balanceó en las caderas de Cody, su erección rozando bruscamente la de
Cody.
Ambos gimieron ante el contacto.
Cody lo empujó contra la pared, inmovilizándolo, sosteniendo

fácilmente a Mitch en su lugar mientras le atacaba la boca.
Cody separó sus labios y los enterró contra el costado de su cuello.

Mitch escuchó una inhalación profunda justo antes que su vaquero se
aferrara a su cuello. Cody chupó con fuerza la tierna piel y se estrelló
sensualmente contra su polla. El dulce dolor de Cody marcándolo viajó
directamente a las bolas de Mitch. Siseó ante el aguijón de los dientes de
Cody hundiéndose en su piel y la sensación de la excitación dura como
una roca empujó la suya.
—Sí, Dios, sí. —Quería a Cody dentro de él ahora. Levantó la cabeza

ofreciendo su cuello mientras empujaba sus caderas hacia adelante. Los
movimientos de Cody eran tan acalorados y frenéticos como los suyos.
—Quiero tu culo, Mitch —gruñó Cody contra su oreja—. Tan

jodidamente tanto.
La cálida palma de Cody se apretó alrededor de su dolorida polla,

y esos labios llenos y ansiosos tomaron los suyos nuevamente. Casi se
corrió por la áspera fricción que Cody desató en su polla. La cabeza de
Mitch giró por el febril beso, todo dientes y lenguas, labios, calor y
necesidad. Su estómago dio un vuelco y no pudo recordar un beso tan
apasionado como este. Mitch sintió como si Cody lo estuviera besando
con todo su cuerpo.
238
Pasaron minutos antes que Mitch saliera a la superficie lo

suficiente como para encontrar a Cody guiándolo hacia la cama. Se
detuvo cuando el borde del colchón golpeó la parte posterior de su rodilla.
Mitch envolvió sus brazos alrededor de Cody y cayó hacia atrás, tirando
al vaquero hacia abajo con él.
Mitch se deslizó hacia el centro de la cama, y Cody se arrastró sobre

su cuerpo, besándolo, mientras acomodaba ese gran cuerpo entre sus
piernas abiertas. Cody se recostó sobre sus talones, acariciando su
propia polla, mirándolo con curiosidad. Y maldita sea, Mitch disfrutó el
espectáculo.
—Me pones tan jodidamente caliente, Cody.
—¿Lo hago? —Cody sonrió, soltó su polla y bajó a su estómago.

Cody mantuvo sus ojos en Mitch mientras envolvía su mano alrededor de
la polla de Mitch y bajaba la cabeza, lamiéndolo como una piruleta antes
de rodear su punta con su lengua caliente.
—Ajá. —Mitch no podía apartar los ojos del hermoso rubio que
lamía juguetonamente su polla.
La cálida y húmeda boca de Cody lo envolvió hasta la raíz. ¡Santa

Madre de Dios! El vaquero evidentemente no tenía ningún tipo de reflejo
nauseoso. Mitch levantó las caderas y Cody tomó cada centímetro de él.
Se metió en la cálida boca de Cody, amando el calor húmedo que lo
rodeaba.
—Mierda, cariño, esa es una dulce boca que tienes. Maldición, creo
que me estoy enamorando, Cody Turner.
Cody soltó su polla y le sonrió.
—Bueno, si te gusta eso, Ayudante del Alguacil Knox, entonces esto

hará que pidas mi mano en matrimonio. Ahora date la vuelta. —Cody le
239
dio una palmadita en el muslo. Mitch obedeció y rodó sobre su

estómago—. Levanta tu culo para mí —exigió Cody y se movió hacia el
borde de la cama, sentándose sobre sus espinillas.
Cody se aferró a la cadera de Mitch cuando este se levantó a cuatro

patas. Abriendo las rodillas, le ofreció el culo a Cody. El caliente
patrullero deslizó sus manos por la espalda de Mitch y sobre la curva de
su trasero, antes de amasar los globos y extenderlo ampliamente.
—Eres malditamente caliente —retumbó Cody y enterró su rostro

entre las nalgas de Mitch. Su cálida lengua sondeando y lamiendo con
vigor en su área más sensible. Cody extendió la mano, rodeó con los
dedos el eje de Mitch y comenzó a acariciar. Mitch no pudo evitar
estremecerse cuando Cody endureció la lengua y comenzó a sondearlo
con un propósito.
Las caricias en su polla nunca se detuvieron. Mitch estaba en el

maldito cielo, y deseando que esto no terminara nunca.
Cody le dio unas largas lamidas antes que dedos gruesos giraran
en círculos y luego golpearan su entrada. La punta de uno de esos
tortuosos dedos apenas se deslizó dentro, robándole el aliento.
—Mmm... ya estás abierto para mí —ronroneó Cody. Mitch asintió

y balanceó las caderas hacia atrás, necesitando con urgencia que el
vaquero lo abriera, que le diera más.
—Me preparé para ti. Estoy listo... te necesito ahora —gimió

cuando los dedos de Cody presionaron dentro y comenzaron a abrirlo aún
más.
—¿Sin mí? —Cody se inclinó y presionó besos húmedos por su

columna vertebral.
240
—Ajá. —Todo en lo que podía pensar era en los grandes dedos

enterrados en él, extendiéndolo, y la ingle de Cody frotando la mejilla de
su culo y la parte posterior de sus muslos. La ligera pelusa que cubría su
pierna rozaba la suya y lo volvía absolutamente loco.
—Dios, Mitch, eso es muy caliente y todo, pero ¿por qué? —

cuestionó Cody, todavía inclinándose sobre él. Su aliento acarició su piel
sensible mientras pronunciaba las palabras, enviando un escalofrío a su
trasero. La atención y las sensaciones hacían que fuera increíblemente
difícil pensar—. ¿Cuándo? —preguntó Cody mientras doblaba los dedos.
Maldición, ese vaquero sabía exactamente lo que estaba haciendo.
—En el baño. No quería esperar —respondió Mitch con sinceridad.

Cody aceleró el ritmo, y él cabalgó esos dedos, presionando su trasero
hacia atrás mientras Cody empujaba hacia adentro y hacia afuera,
retorciendo los dedos, raspando ese delicioso nudo. Él casi soltó su carga
en ese momento.
—Estoy jodidamente casi allí, pero necesito correrme con tu polla

en mi trasero, no con tus dedos, vaquero —jadeó Mitch sin aliento.
—Exigente, ¿verdad? —Cody se rió entre dientes y retiró los dedos.

Mitch volvió la cabeza y miró por encima del hombro, observando a Cody
rodar el condón por su impresionante polla. El culo de Mitch se apretó
con anticipación, y su polla lloró de necesidad. Había esperado
demasiado por este momento.
Si tenía que admitirlo, estaba un poco nervioso por la

circunferencia de Cody, pero realmente quería estar abajo para su
vaquero. Se había ocupado de ello en el baño antes por esa misma razón.
Por el rabillo del ojo, vio a Cody alcanzar el lubricante que estaba a su
lado y rociar el líquido sobre su polla. Mitch se mordió el labio mientras
Cody se tomó a sí mismo en la mano, arrastrando la cabeza roma de su
polla arriba y abajo por su grieta.
241
—¿Es esto lo que quieres? —La polla de Cody presionó contra su

agujero, apenas entrando. Intentó retroceder y empalarse en el calor de
ese duro eje.
—No tan rápido, Ayudante del Alguacil —bromeó Cody, luego le dio
una palmada en el culo. ¡Mierda! Eso hizo que su polla se contrajera.
—Dios, Cody, deja de provocarme y fóllame. Duro —gimió él. No

podía esperar ni un segundo más, necesitaba que lo jodieran bien y
apropiadamente, y Cody era lo suficientemente grande como para darle
exactamente lo que ansiaba.
Cody se aferró a sus caderas, y en un movimiento sólido, se estrelló

contra él, enterrando su polla hasta la empuñadura en un solo empuje
suave. El culo de Mitch quemó. Se levantó mientras se adaptaba a la
repentina, pero bienvenida invasión. El dolor se transformó en dulce
placer cuando Cody comenzó a entrar y salir. Echó la cabeza hacia atrás
ante la sensación asombrosamente completa en su trasero.
—Tan apretado. Mitch... —pronunció Cody en un suspiro.

Retrocedió y volvió a empujar.
Las manos de Cody se apoderaron de sus caderas, empujando a

Mitch hacia adelante y luego tirándolo hacia atrás directamente sobre su
polla, balanceándose contra él con un propósito. Estaba seguro que
tendría hematomas en forma de dedos por la profundidad con la que se
hundían en su piel. Cody montó su trasero, duro y rápido, haciendo que
sonidos ininteligibles salieran de sus labios mientras el calor se extendía
por su columna vertebral.
Cody envolvió sus brazos alrededor de Mitch y levantó la parte

superior de su cuerpo, acercándolo fuertemente contra su pecho para
que ya no se balanceara sobre sus manos. Las rodillas de Mitch y el gran
vaquero sostenían todo su peso ahora.
242
—Tan jodidamente bueno. —Las respiraciones desiguales de Cody

le acariciaron la oreja. Se recostó sobre sus pantorrillas, arrastrando a
Mitch con él, empujando con fuerza y rápido hacia él. Todo lo que Mitch
pudo hacer fue esperar por el alucinante viaje.
Cody era el primer tipo que lo follaba así, y le encantaba la

sensación de todo ese poder y músculo manteniéndolo en su lugar. Mitch
presionó hacia atrás, perdiéndose en las sensaciones.
—Joder, sí... —siseó Mitch.
Cody deslizó su mano alrededor de su cuello, echó la cabeza hacia

atrás mientras sus caderas golpeaban salvajemente dentro y fuera de su
cuerpo. Sus gruñidos y gemidos llenaron la habitación.
—Bésame —jadeó Cody.
—Sí. —Mitch inclinó la cabeza. Cody mordisqueó, luego lamió la

comisura de sus labios, atrayéndolo. Esa boca caliente se movió sobre la
suya, y separó los labios cuando la lengua de Cody se hundió dentro y se
enredó con la suya. Sus dientes golpearon entre sí y Mitch perdió la
cabeza.
Un fuerte empujón hizo que la polla de Cody se deslizara sobre su

próstata, y casi se levantó de la cama en éxtasis.
Sus bolas se tensaron y se agitaron cuando el placer se extendió

desde su trasero y floreció en su ingle. Se balanceó contra Cody,
persiguiendo su orgasmo. Y no tomaría mucho tiempo con la forma en
que Cody seguía embistiendo contra ese dulce punto con cada giro de sus
caderas.
Cody envolvió su mano libre alrededor de la polla de Mitch y tiró

con movimientos rápidos e inestables.
243
—Córrete para mí, Mitch —susurró Cody roncamente contra su

oído. Lamió un rastro mojado por su cuello, luego hundió los dientes en
el hombro de Mitch. Su cuerpo se tensó ante la orden de Cody, su trasero
se apretó alrededor de la polla de Cody y la suya se sacudió en obediencia.
El intenso placer lo atravesó cuando vació sus bolas en el puño de Cody
en múltiples oleadas de mental aturdimiento. Gruesas cintas escaparon
del agarre de Cody y salpicaron en cálidos globos contra su estómago
mientras su corazón latía violentamente en su pecho y su cuerpo
temblaba por la liberación.
—Oh, Dios, sí... ¡Mitch! —Cody gimió y empujó. Mitch podía sentir
el calor del orgasmo de Cody llenando el condón mientras la polla de su
amante se retorcía ansiosamente en su trasero. Un último golpe en su
polla provocó un estremecimiento final en ambos.
Cayeron hacia adelante con el peso completo de Cody

derrumbándose sobre su espalda. Ninguno de los dos se movió, solo los
fuertes jadeos de Cody le llenaron la oreja, y Mitch pudo sentir el corazón
de Cody latiendo en perfecto ritmo con el suyo.
—Maldición —dijo finalmente Cody y lentamente comenzó a salir

de él. El culo de Mitch se contrajo, agarrándolo—. Joder, eso se siente
increíble —gimió Cody y se deslizó el resto del camino. Mitch no pudo
moverse. Era un montón de carne deshuesada, a la deriva en absoluta
felicidad. Por el rabillo del ojo, vio a Cody quitarse el condón de su pene
semi erecto y atar el extremo con un nudo antes de tirarlo al bote de
basura junto a la cama. Cody se arrastró hacia el centro del colchón,
besando la espalda y los hombros de Mitch mientras se acurrucaba cerca
de él.
—Listo para la segunda ronda cuando tú lo estés, Ayudante del

Alguacil —bostezó Cody.
244
Cuando Mitch finalmente reunió suficiente fuerza, se volvió hacia

Cody y le dedicó una sonrisa descarada mientras provocaba a su vaquero
con las palabras que su corazón quería que tomara en serio.
—Sí, esas palabras simplemente sellaron el trato. Creo que me he

enamorado de ti, vaquero Cody.
245
Capítulo 26
Cody se despertó con el sonido de la calefacción zumbando. El
pecho de Mitch estaba apretado contra su espalda, una pesada pierna
sobre su muslo, y la erección matutina del tipo apretada contra sus
nalgas. Habían estado dormidos solo por un par de horas.
La noche anterior había sido un frenesí de sexo, tanto para tomar

como para dar placer. Habían follado en la cama y luego en el sofá.
Pidieron comida, hablaron y volvieron a hacer el amor antes de
sumergirse en un baño caliente. Cody se durmió en los brazos de Mitch,
saciado, exhausto y feliz.
Después de anoche, la preocupación de Cody por sus sentimientos

hacia Mitch solo aumentó. Había pensado que venir aquí le ayudaría a
sacar a Mitch de su sistema. Pero por la necesidad que corría por su
cuerpo, dudaba que existiera esa posibilidad. Ahora en todo lo que podía
pensar era que no quería dejarlo ir.
Mitch había dicho bromeando que se había enamorado de él. Cody

sabía que no debería esperar que esas palabras fueran ciertas. No era
tonto; solo se lastimaría si esperaba algo más que este fin de semana.
Además, no podrían funcionar incluso si lo intentaran. Ambos

tenían trabajos que amaban, y Mitch vivía todo un estado lejos de él.
Sheila tenía razón en todo eso. Entonces Cody disfrutaría estos días y
luego regresaría a Texas y se enfocaría en su carrera. ¿No era eso lo que
le decía a Mitch? ¿Qué amaba su carrera por encima de todo?
—Deja de pensar tanto, vaquero. —El cálido aliento de Mitch se

esparció por su piel y le produjo escalofríos instantáneos.
246
—Buenos días, Ayudante del Alguacil, espero no haberte

despertado. —Cody sonrió y empujó su trasero contra la dureza matutina
de Mitch. Mitch gimió e inclinó las caderas hacia adelante, acercándolo.
La polla de Cody se hinchó de inmediato.
¿Cómo Mitch siempre leía tan bien su estado de ánimo? Más

importante aún, necesitaba escuchar las palabras de Mitch.
Lo que Mitch realmente quiso decir con “pensar demasiado” era

que ponía demasiada emoción en lo que habían hecho.
Cody se levantó, miró el despertador y lanzó un leve bostezo que

intentó ocultar.
—No lo hiciste. ¿Qué hora es? —preguntó Mitch, su voz todavía en

el modo ronco después del sexo.
—Son casi las cuatro —susurró Cody, acurrucándose contra

Mitch—. ¿A qué hora tienes que entrar?
—Creo que las diez es la hora oficial de inicio los fines de semana
—dijo Mitch, manteniendo un trabajo constante en acariciar sus dedos
arriba y abajo de la espalda de Cody.
—¿Dormiste bien? —preguntó Cody. Mitch levantó la cabeza y Cody

se volvió, arqueando el cuello para darle un beso suave.
—Lo hice. Creo que dormí mejor en las últimas dos horas que en
toda mi vida. Gracias a ti —respondió Mitch, frotándose contra él. La
punta húmeda de su polla presionó contra su trasero, deslizándose cerca
de su agujero.
—Eso se siente bien. —A Cody le encantaba la forma en que el

cuerpo de Mitch se ajustaba perfectamente al suyo. Y también le
247
encantaba la sensación de la erección de Mitch deslizándose hacia arriba

y hacia abajo por su grieta, resbaladiza con pre-eyaculación.
—¿Estás dolorido? —preguntó Mitch mientras le pasaba el pulgar

por el pezón, luego deslizaba la palma por su estómago y evitaba la polla
de Cody para ahuecar las bolas.
—Sí, pero de la mejor manera. —Cody se movió contra él, buscando

más de su toque. Estaba loco por el toque de Mitch—. Hazme el amor,
Mitch.
—No si estás dolorido. No quiero lastimarte. —Mitch chupó la piel

sensible debajo de la oreja y continuó acariciando su saco.
—Estaré bien, solo ve despacio. —Llegó a un brazo detrás de él y

acercó la boca de Mitch a la suya, dándole un beso profundo y
apasionado.
—¿Estás seguro, vaquero? —Mitch lamió juguetonamente la

comisura de sus labios.
—Estoy seguro, Knox... solo necesito sentirte. —Cody ya estaba a

medio camino y completamente dispuesto a aceptar un no por respuesta.
Se levantó sobre su codo y alcanzó el lubricante. Cody abrió la tapa,
vertiendo una cantidad generosa en los dedos y la palma de Mitch. Se
recostó de nuevo y deslizó su trasero hacia Mitch, gimiendo cuando los
dedos de Mitch encontraron su agujero.
Mitch lo masajeó suavemente. Llevó una rodilla a su pecho,

permitiendo que su amante tuviera mejor acceso. Mitch introdujo
cuidadosamente un largo dedo en él, seguido de otro, besando y
chupando su cuello mientras lo abría lentamente. Cody no podía pensar
en una mejor manera de comenzar la mañana.
248
—Mmm... tan cálido y apretado allí. ¿Estás seguro que no te duele

demasiado? —Los dedos de Mitch retorcieron y curvaron, y maldición, se
sintió bien.
—Seguro. No me vas a hacer daño. —Los dedos en su trasero

desaparecieron repentinamente. La cama se movió y escuchó a Mitch
abrir el paquete de condones. Y no pasaron tres segundos antes de sentir
la deliciosa quemadura de Mitch empujando dentro de su cuerpo. Mitch
se congeló tan pronto como esa cabeza roma rompió su entrada.
—¿Estás bien? —preguntó Mitch y presionó su boca contra el

cuello de Cody, chupando ligeramente. El hombre era tan tierno y
amoroso que Mitch llenaba su cuerpo y corazón de deseo. En las últimas
horas, había visto ambos lados de Mitch Knox: el salvaje y rudo que
buscaba placer con abandono, y luego este lado dulce y cariñoso. Cody
se había enamorado de ambos.
—Mmm-huh. Me encanta cómo te sientes dentro de mí —confesó

Cody, y quería decir cada palabra. Mitch lamió y mordisqueó su cuello,
retrocediendo y empujándolo un poco más con cada movimiento de sus
caderas. Mitch estaba siendo tan lento y tierno. Y con cada movimiento,
estaba robando el corazón de Cody como le robaba el aliento.
—Mmm... yo también, vaquero —gimió Mitch, sus empujes ahora

más decididos—. Se siente tan bien, Cody.
Cody se derritió contra Mitch y esos grandes brazos lo rodearon,

envolviéndolo en toda esa calidez masculina, algo de lo que dudaba
alguna vez tuviera suficiente. Su corazón tartamudeó. ¿Se suponía que
debía irse y volver a su vida después de tener esto? ¿Cómo se suponía
que debía alejarse de Mitch Knox?
No era solo por el sexo, aunque también era increíble, sino la

profunda conexión que compartían. Cody no podía sentir dónde
249
terminaba él y comenzaba Mitch. Incluso cuando no estaban juntos,

podía sentir el poderoso vínculo entre ellos. Ese vínculo los conectó desde
la primera noche que se conocieron, pero había estado demasiado
asustado y abrumado para actuar según sus sentimientos.
—Quiero hacerte sentir bien. —Mitch lo acarició más fuerte y más

rápido, manteniendo el ritmo de sus poderosos empujes. Folló la palma
de Mitch mientras su polla entraba y salía de su cuerpo. La mano libre
de Mitch encontró la suya, y unieron sus dedos, entrelazándolos
fuertemente. Sus movimientos se volvieron erráticos, cada empuje
frotaba implacablemente contra la glándula de Cody.
Cada latigazo de las caderas de Mitch chamuscaba su interior como

fuego líquido. Apoyó la cabeza contra el hombro de Mitch mientras caía
por el borde, hacia la combustión espontánea. Cody no luchó ni trató de
contenerse, dejó que Mitch lo consumiera. Y ese delicioso calor
acumulándose en la base de su columna vertebral se extendió por su
cuerpo e hirvió en sus venas hasta que brotó de él en largos y duros
chorros, cubriendo la mano de Mitch y las sábanas con su semilla.
—Cody. —El aliento de Mitch se enganchó en su oído, su cuerpo se

puso rígido detrás de él, y sintió cada espasmo del tembloroso cuerpo de
Mitch profundamente en su trasero—. Joder, eso fue... —Mitch jadeó en
la parte posterior de su cuello y besó su hombro.
—Lo sé —acordó Cody.
Después de unos segundos, la luz de la mesita de noche se

encendió. Mitch rodó de la cama y desapareció en el baño, regresando
con una toalla húmeda y tibia, que usó para limpiar cuidadosamente a
Cody, luego se arrastró de regreso a la cama después de tirar la toalla al
piso.
250
—Deberíamos tratar de dormir un poco más. No puedo ver que

hayas dormido mucho desde que estoy aquí —susurró Cody y empujó la
sábana hasta el final de la cama, mientras tiraba las mantas sobre sus
cuerpos.
—No lo he hecho, pero cada momento despierto ha valido estas

últimas horas contigo —dijo Mitch adormilado y besó la parte superior
de su cabeza.
—Tenía miedo que ese boleto de mil dólares le causara ansiedad a

mi presentación —bromeó Cody. Mitch buscó debajo de sus brazos y los
giró rápidamente para que Cody descansara en la curva de su brazo.
—Deja de decirlo así. —Mitch lo miró ahora—. Considero ese dinero

bien gastado. Quizás el mejor dinero que he gastado. Y pagarás cuando
vaya a Texas, vaquero. —Mitch se echó a reír y se inclinó para besarlo—
. Además, espero que después de esta noche pueda ver el caso con la
cabeza despejada. Has estado demasiado en mi mente últimamente. No
puedo pensar con claridad.
—El caso. No has hablado mucho al respecto, excepto para decir

que era el caso de Colt —dijo Cody, pasando una palma por la mejilla de
Mitch hasta que sus dedos se cruzaron con los finos pelos en la parte
posterior de su cuello.
—De hecho, comencé a referirme a él como el Caso Imposible del

Infierno. Puede que tenga que pasarlo por alto. —Mitch casi sonaba
derrotado.
—¿Qué significa eso? —preguntó Cody.
—Significa que los altos mandos del FBI apestan. No se trata de

resolver el caso tanto como no herir susceptibilidades de personas
importantes. No estoy hecho para esto. Hay mucha burocracia
251
involucrada. Debería dejarlo. Solo sé que me paso algo por alto, pero no
puedo entenderlo.
—¿Son las fotos de hombres pegados a la pared? ¿Los hombres que

han resultado heridos o asesinados en este caso? Lo noté antes, pero no
dije nada —dijo Cody.
—Sí —respondió Mitch después de un minuto y se inclinó para

colocar un simple beso en sus labios.
—¿Eran todos gays o solo Colt? —preguntó Cody y observó a Mitch

pelear consigo mismo sobre cuánto decir.
—Todos lo eran —dijo después de un largo minuto. La derrota

regresó, y Cody definitivamente entendió la empatía que Mitch sentía por
esos ocho hombres.
—No te rindas. Sigue adelante. Necesitan que los empujes, Mitch.

Si abandonas el caso, no tendrán a nadie tan devoto como tú. —Cody
cambió su posición, volteando a Mitch mientras lo levantaba y lo miraba
directamente a los ojos.
—No es eso. Simplemente creo que el caso necesita otro enfoque —

dijo Mitch, acariciando tiernamente la mejilla de Cody.
—No siempre funciona así, y debes saber que muchos oficiales

todavía rechazan a personas como tú y yo. No importamos por nuestro
estilo de vida. La mayoría de las personas no entienden la injusticia de
ser discriminados debido a quién eligen amar. Este caso es demasiado
importante, no solo para aquellos hombres en la pared, sino para los
hombres que los amaron, para sus familias, para toda nuestra
comunidad. Necesitan que tú y tu equipo sean tenaces. Empujen hasta
que obtengan respuestas y se haga justicia.
252
Después de unos segundos de mirar a Cody, Mitch entrecerró los

ojos y lo hizo girar.
—Eso suena como una experiencia personal, no solo una

observación. ¿Qué pasó?
Pasaron varios momentos más y Cody supo que su rostro tenía que
ser una nube de emoción. ¿Debería decirle algo a Mitch? Cada parte de
él se negaba. Fuera de su familia, nunca había dicho las palabras en voz
alta.
—Eso no puede ser bueno, Cody. Dime. ¿Es por eso que has sido
tan reacio a estar conmigo? ¿Te ha pasado algo?
Cody sacudió la cabeza.
—No a mí personalmente. Mierda, Mitch, no lo sé. Tal vez es parte

de la razón por la que me contengo en las relaciones. No lo había pensado
así —respondió Cody finalmente.
—Dime —alentó Mitch.
—Sucedió hace mucho tiempo. Tenía como seis o siete años. Mi

hermana mayor, Sheila, me estaba cuidando. Yo era su sombra en aquel
entonces; iba a todas partes con ella. Íbamos por la ciudad para ir a ver
a papá al trabajo. Siempre me gustó pasar el rato en la estación de policía.
Estábamos cerca de la estación, y pasamos junto a este tipo que estaba
siendo golpeado. Quiero decir que lo estaban matando. Incluso a los seis
años, recuerdo que lo patearon en la cabeza y uno usó una palanca de
neumáticos sobre él. Mi hermana saltó del auto gritando a papá. Él salió
corriendo, se dio cuenta de lo que estaba sucediendo y cruzó la calle. Él
detuvo esa pelea y derribó a esos tres tipos solo.
—Eso tuvo que ser difícil para un chico de tu edad. —Los ojos de
Mitch estaban llenos de compasión.
253
—No, espera, la cosa es que el tipo al que dieron la paliza, se

llamaba señor Spencer y era el gay de la ciudad. Todos lo conocían, pero
nadie realmente hablaba con él. No importa cuánto lo intentó mi padre,
no pudo lograr que el juez del condado tomara el caso en serio. Spencer
pasó meses en el hospital recuperándose, pero nunca estuvo del todo
bien después de salir. Lo golpearon tanto que terminó en la institución
mental, y los chicos que lo atacaron solo recibieron libertad condicional.
¿Dónde estaba la justicia? Mitch, nadie tendrá la compasión o la
convicción que tienes por esos tipos colgados en tu pared. Si te rindes,
podrían pasar años antes que alguien realmente vuelva a tomar esto en
serio. Las víctimas y sus familias merecen un cierre.
Mitch miró a Cody por un largo rato momento. Lentamente, Cody

vio que la chispa volvía a los ojos de Mitch.
—¿Esa es la forma en que haces tu trabajo? —preguntó Mitch, tal

vez sonriendo, pero era más una sonrisita de suficiencia.
—No te burles de mí —dijo Cody serio.
—No lo hago. Te tomas tu trabajo con seriedad; yo también. Solo

escondo ese lado de mí —respondió Mitch—. Me gusta eso de ti. Me gusta
que te preocupes por tu futuro, y por el hecho que creas que estoy
complicando tus objetivos. Significa que tienes impulso... Me gustan mis
hombres con un propósito en sus vidas —dijo Mitch y le sonrió de verdad.
Cody le devolvió la sonrisa y apoyó la cabeza en el pecho de Mitch—. Me
quedaré en el caso. Tienes razón, y perdí de vista los hechos. Gracias por
abrirte así. Necesitaba escuchar esas palabras.
—Es la verdadera razón por la que me metí en la policía. Recuerdo

haber pensado que si un Ranger de Texas hubiera visto esa pelea, habría
obtenido justicia. No sé si es cierto o no, pero desde entonces quise ser
ese hombre. —Le confesó a Mitch, quien besó la parte superior de su
cabeza.
254
—Cuando comencé con los Alguaciles, algunos tipos me

despreciaban porque era gay. Son la razón por la que me hice este tatuaje
en la clavícula y me pongo todas esas camisetas tontas. Nadie tiene
derecho a juzgar a nadie. —Pasó su mano sobre la espalda de Cody en
una tierna caricia—. ¿Puedes volver a dormir así? —preguntó Mitch.
—Creo que sí —respondió. En realidad, estaba bastante seguro que

podía pasar su vida durmiendo así.
—Bien, creo que yo también puedo —dijo Mitch y apagó la lámpara,

hundiendo la habitación en la oscuridad.
255
Capítulo 27
Mitch entró meneándose por las puertas delanteras del edificio
principal del FBI con las manos llenas de cajas de donuts de color blanco,
naranja y rosa, café y todo lo que había encontrado en el estante de
Dunkin’ Donuts.
Mostró su credencial de identificación con un poco de ayuda del

guardia de seguridad y le dio al tipo una bolsa de donuts.
—¿Qué te pasa, hombre?
—Me siento bien esta mañana. —Mitch se rió de las cejas

levantadas del guardia de seguridad.
—Uh huh —dijo mientras dejaba pasar a Mitch por la puerta.

Mantuvo ese puntal en su paso y llamó la atención de varios empleados
que había visto antes, todos lo miraban como si hubiera perdido la
cabeza, lo que no era realmente anormal.
Llegó al ascensor cuando se abrieron las puertas. Todo este día iba
cada vez mejor. Silbó una melodía mientras entraba en un ascensor
completamente desierto y consiguió una mirada completa en el espejo en
la parte de atrás.
Capturó la gran sonrisa en su rostro. Probablemente era más

grande que los brazos llenos de comida que llevaba. Ahora entendía las
cosas por aquí un poco mejor. Había estado de muy mal humor casi todos
los días que había entrado en este edificio. Lo que sea. Todos esos tipos
por ahí podrían apestar. Tal vez si uno de esos tipos se la hubiera
chupado tan bien como Cody la noche anterior, hubiera estado más
alegre. Y además, ese hombre deliciosamente sexy y ardiente como el
256
infierno estaba de vuelta en su habitación de hotel, durmiendo en su

cama, esperando que regresara.
Mitch tenía mucho por lo cual alegrarse.
La voz automatizada anunció el tercer piso, y las puertas del

ascensor se abrieron en un piso mucho más silencioso, pero aún estéril.
Mitch bordeó los cubículos y se dirigió hacia la parte de atrás. Eran poco
más de las diez, más o menos las diez y media, y sabía que Connors ya
estaría allí trabajando. No necesariamente esperándolo, definitivamente
avanzando a toda máquina, y estaba seguro que Connors estaría enojado.
No porque llegó tarde, sino porque no había tenido a nadie con

quien hablar durante la última media hora.
Excepto, cuando se acercó a su banco de oficinas, pudo escuchar

la voz del tipo. Mitch nunca consideró que Connors pudiera hablar en voz
alta solo para escucharse hablar. Brown dijo algo al mismo tiempo, así
como su asistente, Anne. Ah, todo el equipo había llegado. Cuando dobló
la esquina y entró en la sala de conferencias, todo se detuvo y todos los
ojos estaban puestos en él.
—¿Qué? —preguntó Mitch, dejando caer todas sus golosinas sobre

la mesa—. No sabía que ustedes estarían aquí. Podemos compartir esto
—dijo Mitch, mirando hacia arriba—. ¿Qué? —volvió a preguntar cuando
nadie habló.
—Creo que tuvo sexo anoche. —Mitch se volvió al oír la voz de

Aaron Stuart—. Para que conste, ya lo había adivinado al ver que llegabas
tarde. —Aaron le sonrió desde el monitor como si hubiera ganado un gran
premio.
—Tienes información privilegiada —dijo Mitch y se sentó,

agarrando la primera bolsa de donuts. No estaba seguro de qué sucedía
257
con este grupo o cómo Connors aceptó mágicamente la participación de

Aaron en el caso lo suficiente como para permitirle entrar a la reunión
sin que Mitch lo obligara, pero no los cuestionó. No quería hacer nada
para retrasar su progreso.
—Eres realmente un hombre muy guapo —dijo Anne, alcanzando

el café. Ella no perdió el tiempo llenando su taza.
—Es la comida. —Mitch empujó la bolsa que abrió hacia ella. Había
conseguido un poco de todo, pero estaba seguro que le habían dado una
especie de rosquilla de pastel de arándanos, y quería ese.
—No, son esos hoyuelos. ¿Quién hubiera sabido cuán efectivos

podrían ser? —dijo Anne y buscó en la bolsa antes de empujarla hacia
Brown.
—Para mí, nunca hubiera imaginado que tu cara se suavizaría.

Pensé que el ceño fruncido era permanente —lanzó Brown mientras
estiraba la mano y agarraba una bolsa, inspeccionando el contenido
antes de sacar un pastelito.
—El donut de arándanos es mío. —Mitch solo pensó que lanzaría

la bolsa por allí si alguien encontraba la cosa antes que él. Rindiéndose
a su curiosidad, finalmente miró la pantalla y preguntó—: ¿Por qué está
involucrado Aaron? Pensé que Connors enloquecería.
—Pedí el informe que te envió a principios de esta semana sobre

los miembros del Servicio Secreto —dijo Connors, ignorando toda la
conversación anterior con la cabeza aún atrapada en el informe.
—¿Cómo supiste sobre eso? —preguntó Mitch, mirando a Aaron

por la respuesta.
—Soy tu compañero, Knox. Necesitas decirme las cosas. Cuando

reúnes este tipo de información, necesito saberlo.
258
—Lo siento, amigo. —Stuart miró directamente a Mitch, luciendo

un caso extremo de cabello desgreñado—. Me envió un mensaje y pidió
el mismo informe. Crucé los cables.
—Por cierto, gracias por el regalo. Mi hijo es un gran fanático del

Capitán América —dijo Connors, levantando la vista por primera vez,
luciendo realmente agradecido. El problema era que Mitch no tenía idea
de qué estaba hablando el tipo. Mitch perdió lentamente la sonrisa
cuando Brown comenzó a reír. Fue entonces cuando se dio cuenta: Anne
debió haberle enviado algo al niño.
—No lees tus mensajes de texto, ¿verdad? —preguntó ella. Mitch la

miró. Aunque era tarde, rápidamente se volvió hacia Connors.
—De nada. Me alegré de hacerlo —dijo Mitch, finalmente tomando

crédito por el regalo que no había enviado.
—Oh, jódete —murmuró Connors, enterrando la cabeza en el

informe.
—¿Acaba de decir una palabrota? ¿Me dijo el correcto agente Tyler

Connors que, a ver, que me joda?
Brown se echó a reír, pero Connors se apartó de la mesa y los

donuts y comenzó a pasearse por la pequeña habitación. Brown
aprovechó la oportunidad para tomar la taza de café que quedaba entre
Mitch y Connors. Dio un saludo cuando el agente volvió a sentarse.
—¡No hay jodidas pistas! Todo este maldito caso está demasiado
limpio. He leído todos los informes que has hecho, Knox. Pensé que
habías pasado algo por alto. Revisé todos los informes de los
investigadores sobre cada accidente. Llamé a los amigos y los familiares
yo mismo. Están limpios. No hay errores ¡Ninguno! Ahora, he vuelto a
llamar a este tipo —dijo Connors, señalando con la mano hacia Aaron.
259
—Sin ofender —Mitch miró hacia la cámara web.
—Nada —respondió Aaron. Connors nunca detuvo su perorata.
—Revisé tus archivos sobre los delitos de odio sobre homosexuales

en el país durante los últimos dos años. Supongo que esa información
también vino de Stuart. —Mitch no respondió—. Llevaría años investigar
todos esos crímenes y encontrar los casos que se ajusten a estos
patrones.
Un duplicado de la pared de imágenes de Mitch también había sido

instalado en la pared de la sala de conferencias.
Connors se paró frente a ellos, mirándolos.
—Ningún superviviente sabe nada sobre quién los atacó, incluido

el chico Greyson.
—¿Qué? ¿Está despierto? —preguntó Mitch.
—En serio no miras tus mensajes. Fui allí anoche cuando no pude
encontrarte. No recuerda nada —explicó Connors.
—Mierda. Sinceramente, no esperaba nada diferente. —Mitch se

reclinó en su silla y miró a Connors. Ignoró la referencia del teléfono. Ni
siquiera había escuchado su teléfono sonar anoche, y ciertamente no
había revisado la cosa esta mañana.
—Diría que necesitamos expandir nuestro equipo táctico. Estamos

pasando algo por alto —dijo Connors, todavía mirando las imágenes como
si las respuestas estuvieran ocultas dentro de ellas. Mitch se puso de pie,
acercándose a Connors, mirando las fotos.
—¿Sabes cuántos millones de archivos de casos en el FBI nunca se

resuelven? —preguntó Connors ahora en una voz mucho más baja. Era
260
una voz de derrota. Mitch lo sabía bien. Había tenido su momento la

noche anterior con Cody. Mitch le dio una palmadita en el hombro a
Connors, luego se lo apretó en un gesto de comprensión.
—Lo entiendo. Juro que sí, pero eres lo mejor que tenemos. Nadie
es mejor que tú. Escucho esa mierda todo el tiempo —dijo Mitch en voz
baja, tratando de agregar compasión a su tono—. Ahora regresa a la mesa
y comencemos de nuevo.
—No tengo nada —Connors sacudió la cabeza, mirando

directamente a Mitch—. Ni una sola pista después de una semana sólida
de trabajo.
—¿Imagina entonces cómo me siento al trabajar en este caso

durante los últimos ocho meses? Venga. ¿Están ustedes aquí todo el día?
—preguntó Mitch a Brown y Anne.
—Sí —respondió Anne con un firme asentimiento.
—Stuart, ¿te quedas o te vas? —preguntó Mitch, sentando a

Connors de nuevo en su asiento.
—Me voy. Ya estoy en suficientes problemas por no estar en el

desayuno de bodas de mi hermano. Quiero decir, en serio, ¿quién
desayuna el día de su boda? Llama si me necesitas —le ofreció Stuart y
apagó la pantalla.
—Haré que Kreed regrese y se una a este equipo también. Lo

solicitaré oficialmente el lunes. Podemos hacer esto, chicos. Aquí hay
suficiente inteligencia y tenacidad para hacer este trabajo. Piensen como
asesinos en serie competentes y bien entrenados. Estos chicos nos
necesitan. —Mitch usó las palabras que Cody dijo antes mientras
señalaba la pared de la foto. Tomó asiento, vació el último café antes de
261
tomar un gran bocado del donut. Podían con esto—. Muy bien, chicos,
comencemos desde el principio.
262
Capítulo 28
—No, puedo recogerte —dijo Mitch al teléfono mientras corría
desnudo por la habitación del hotel para agarrar las botellas de cerveza
que quedaban en la sala de estar. Cody y él habían salido, pero habían
pasado la noche dentro, optando por un paquete de doce y la privacidad
de la habitación de hotel de Mitch para la segunda y última noche de
Cody en DC.
—Puedo conseguir un coche de alquiler —comenzó Kreed, pero

Mitch lo interrumpió, zambulléndose bajo las mantas que Cody mantenía
abiertas.
Habían apagado la calefacción y el aire acondicionado estaba bajo,

necesitando contacto humano para mantenerse calientes.
—No, no es un problema. Estaré allí de todos modos —trató de

explicar Mitch nuevamente.
—¿Por qué estarás en el aeropuerto? —Kreed sonaba confundido.
—Te lo diré después. Envíame un mensaje con tu información de

llegada. Adiós —Mitch colgó el teléfono, arrojándolo en algún lugar de la
mesita de noche. Cuando escuchó el golpe, se dio cuenta que debía haber
pasado la mesilla y el teléfono cayó al suelo. Inmediatamente descendió
sobre los perfectos y sonrientes labios de Cody. Cuando decidió que
necesitaba más de eso en lugar de la pausa para una cerveza, un fuerte
grito lo hizo mirar alrededor de la habitación para ver qué había sucedido.
—El tono de llamada de mi hermana. Pásame mi teléfono o ella

seguirá enviándome mensajes de texto. —Cody frunció el ceño, mirando
en dirección al teléfono, y como si fuera una orden, el grito volvió a
263
sonar—. Ella piensa que es graciosa —explicó Cody, extendiendo una

mano por el teléfono que no podía alcanzar.
Mitch se levantó, le dio a Cody el teléfono y se dio vuelta en la cama.

Hermanas gritando sonaba a drama, pero sonrió y besó la parte superior
de la cabeza de Cody mientras descansaba su espalda contra Mitch. Fue
curioso lo cómodos que se habían puesto. Ese rígido y tenso Cody que
había conocido por primera vez había desaparecido hace mucho tiempo,
excepto que a veces en público Mitch podía sentir que se alejaba. Cuando
Cody se volvía tímido, Mitch se negaba a dejarlo ir. Estaba aprendiendo
rápidamente cómo manejar a su hombre.
Tenían unas quince horas más, y estaba seguro que no quería que
Cody se cerrara a él ahora. Había estado intrigado con Cody Turner desde
la noche en que se conocieron, y ahora estaba simplemente cautivado
con el hombre.
—La habitación se vuelve muy fría —dijo Cody y Mitch lo envolvió

más fuerte en sus brazos, cubriéndolos mientras Cody trabajaba en su
teléfono. Otro grito llenó la fría habitación del hotel. Ese tenía a Mitch
sonriendo, y cometió el error de mirar el teléfono mientras la imagen de
un chico llenaba la pantalla. La sonrisa desapareció y la frente de Mitch
se frunció.
—¿Quién es ese? —preguntó. No debería haberlo hecho. Ni siquiera

debería haber mirado el teléfono, pero demasiado tarde.
—No estoy seguro —respondió Cody vagamente y el teléfono volvió

a gritar—. Maldición, ella puede ser un dolor en el culo.
Cody trabajó en su teléfono hasta que abrió un buzón de mensajes.

Los ojos de Mitch se quedaron pegados a la pantalla: no debería estar
husmeando, pero no podía evitar leer la serie de mensajes que Cody y su
264
hermana se enviaban de un lado a otro. Cody escribió un rápido: Es

suficiente. Estoy ocupado y te llamaré mañana.
Una vez que presionó enviar, comenzó a guardar el teléfono, pero

Mitch lo detuvo.
—¿Quién es Jonathan Klive Barlett, veintisiete años, metro setenta

y siete con hermosos ojos azules? —El mensaje volvió a gritar antes de
obtener su respuesta.
—Ella es un dolor en el culo —repitió Cody, ignorando el mensaje

entrante. Silenció su teléfono.
—Responde la pregunta —empujó Mitch. Realmente necesitaba

saber la respuesta. No creía que Cody tuviera novio, pero ¿alguna vez
había hecho esa pregunta? Tal vez no quería saber la respuesta después
de todo. Cody se giró en sus brazos, acostado sobre su pecho, luego arrojó
el teléfono sobre la mesa de noche y suspiró. Mitch levantó las mantas
alrededor de ellos.
—Alguien que mi hermana sugirió que conociera —respondió Cody,

sus penetrantes ojos azules estaban de vuelta en Mitch, justo donde
deberían estar. A él le gustaba eso.
—¿Vas a conocerlo? —preguntó Mitch. Por favor di que no... por

favor di que no. No quería que Cody se enganchara con este tipo Klive o
cualquier otro tipo para el caso.
—No lo sé. Probablemente no. Ella tiene un gusto terrible en los

hombres —dijo Cody y se encogió de hombros.
—¿Ese es el tipo de chicos con los que sueles salir? —Mitch asintió
hacia el teléfono.
265
—Sí, quiero decir, claro, a veces. Sí. Y generalmente prefiero salir

con chicos más que solo follar. Quiero decir que no es como una cita
seria, sino alguien con quien pasar el rato hasta que llegue el próximo.
Sinceramente, no he salido mucho, ya que me he centrado en mi carrera
—dijo Cody, alcanzando la botella de Bud Light en la mesita de noche—.
Apuesto a que eres un tipo de fóllalos y déjalos, ¿no?
—Deja de cambiar de tema. —La mirada de Mitch se mantuvo

enfocada en Cody.
—No sabía que estábamos hablando de un tema —respondió Cody

después de un largo trago—. ¿Es esta una especie de interrogatorio? —
preguntó Cody y se inclinó para besar a Mitch. Cody le mordió el labio y
lo besó un poco más largo. Cody sabía a cerveza y a macho sexy y
caliente, y eso agitó el cuerpo de Mitch.
¿A quién estaba engañando? Su cuerpo cobró vida en el momento

en que Cody entró en el reclamo de equipaje y no se había detenido desde
entonces.
—No, pero estoy bastante seguro que me gustaría ser el próximo

chico con el que salgas —gruñó Mitch, acercándolos para terminar
encima de Cody. Se acomodó entre sus piernas, ajustó su pene contra el
de Cody mientras miraba al vaquero—. Quiero decir, estoy absolutamente
seguro que quiero ese lugar.
Cody solo lo miró con la expresión más bella en su rostro, una que
hizo temblar a Mitch.
Se levantó de nuevo, pasando las mantas sobre ellos y anclado

sobre sus codos, sosteniendo la cabeza de Cody en su lugar.
—¿Qué piensas?
266
—Creo que no esperaba eso. Y Louisiana está muy lejos de Austin,

Texas.
—Puedo estar en cualquier lugar, casi en cualquier momento.

Tomo vuelos como la mayoría de la gente toma taxis —dijo Mitch y arqueó
las caderas, empujándose contra el vientre de Cody, inclinándose para
que sus pollas se frotaran sensualmente.
—Está bien —dijo Cody finalmente, y un gemido gutural escapó de

sus labios cuando sus ojos se cerraron—. Maldición, ya necesito correrme
de nuevo. Mierda, las cosas que me haces.
—¿Entonces tengo el lugar? —Mitch extendió la mano para coger

el lubricante y los condones, pero cambió de opinión. No había terminado
de darle a Cody una de sus mamadas magistrales. Lo había estado
guardando para la mañana. Un regalo de despedida, pero ahora parecía
un mejor momento—. Dilo, Cody, y te chuparé la polla.
¿Por qué estaba presionando esto? Ya había obtenido un sí básico,

porque realmente está bien podía ser un sólido sí.
Mitch se inclinó, lamió y luego mordió suavemente el endurecido

pezón de Cody. Hizo girar su lengua alrededor de la protuberancia erecta
y deslizó su mano más abajo, agarrando ambas pollas en su puño. Cody
gimió y Mitch perdió la cabeza allí junto con Cody. Este se retorció debajo
de él, todos esos músculos gruesos flexionándose contra los suyos. Mitch
bombeó varias veces, luego soltó su propia polla y se concentró solo en
Cody—. Dilo, vaquero... dime que estamos saliendo.
—Estamos saliendo —jadeó Cody.
Mitch besó un rastro por el estómago plano de Cody, acariciándolo

con un propósito. Lo tomó profundamente en su garganta en el primer
intento, y una cadena de maldiciones se desprendió de los labios de Cody.
267
Mitch podía sentir a Cody levantar la cabeza y ajustar las mantas para
mirarlo. La mirada en sus ojos se apoderó de su corazón. Estaba tan
perdido en el momento, tan perdido en este hombre.
268
Capítulo 29
—Me alegro de haber venido. —Cody miró a Mitch. El clima estaba
templado hoy. Le habían dicho en el desayuno que esto era algo inusual
en esta época del año. El sol había salido, la temperatura era cálida, y se
paseó de la mano con Mitch por el estacionamiento hacia el aeropuerto.
El sol brillaba tanto que entrecerró los ojos detrás de sus Ray Bans—.
Nunca he estado aquí antes. Es agradable. Todos son muy abiertos —dijo
Cody. Deseó poder sentirse tan apoyado en Texas.
—Sí, creo que esta área fue una de las primeras en legalizar el
matrimonio homosexual —dijo Mitch. Fácilmente mantuvo el ritmo de
Cody, paso a paso. Cody descubrió que le gustaban ese tipo de cosas
sobre Mitch; estaban perfectamente combinados de muchas maneras.
—En mi parte del mundo, tendrán que verse obligados a tratarnos

igual. No lo harán fácilmente —dijo Cody, entrando por la puerta que
Mitch sostenía para él y sonriendo mientras lo pasaba. Mitch había
mantenido esa rutina durante todo el fin de semana. Ahora que Cody
sabía cuánto Mitch trataba de complacerlo, esos pequeños actos lo
hacían sentir especial.
—El check-in es por aquí. —Mitch señaló hacia una fila de

mostradores. Los ojos de Cody tardaron un segundo en adaptarse a la
iluminación interior. Siguió a Mitch mientras se acercaban al escritorio.
Mientras Cody realizaba los procedimientos para obtener su tarjeta de
embarque, Mitch se quedó cerca, un poco anclado contra el mostrador,
solo observando todo lo que sucedía, pero sin decir mucho.
Cuando terminó, Mitch lo guió hacia la seguridad de la TSA, la fila

era larga y Mitch esperó con él.
269
—Desearía que te quedaras —dijo, el estribillo familiar que

comenzó más temprano hoy. Mitch quería que se quedara la semana.
Que terminara sus vacaciones con él en DC.
—Yo también quiero, pero no puedo. Gracias por lo del boleto. —

Cody esperaba cambiar de tema. Había considerado quedarse. La verdad
es que no tenía nada realmente importante que hacer, pero en su mente,
quedarse solo demostraba que estaba necesitado de alguna manera.
Había rechazado la oferta de Mitch a pesar que Mitch estaba empeñado
en tratar de mantenerlo aquí.
—Estás cambiando de tema —dijo Mitch.
—Y tú no aceptas muy bien un no por respuesta —replicó.
—Es cierto, pero si lo hubiera hecho, no estarías aquí —respondió

Mitch—. Estamos llegando al frente de la línea. Si te pones del otro lado
y decides que no puedes vivir sin mí esta semana, estaré aquí, esperando.
—Estaré bien. Soy un chico grande.
—Sí, lo eres. —Mitch sonrió ampliamente y le guiñó un ojo.
—Sabes a lo que me refiero. Estaré bien. —Cody se rió de él,

tratando de distanciarse mentalmente. Tenía tantas ganas de decirle a
Mitch que había cambiado de opinión, que quería pasar el resto de sus
vacaciones aquí con él. Pero los días adicionales solo harían mucho más
difícil decir adiós. Mitch tenía razón, la fila estaba llegando a su fin y
estaban en la parte delantera cuando él se movió al escritorio de
seguridad.
—Pero yo podría no estarlo —dijo Mitch en voz baja. Cody miró por
encima del hombro, sorprendido por las palabras. El hombre era tan
abierto con sus sentimientos. No ocultaba nada. Estaba completamente
cómodo con quién era y qué quería. Después de un segundo con Cody
270
solo mirándolo, Mitch se puso las gafas de sol en la cabeza y le dio esa
sonrisa con hoyuelos. Dios, lo tenía tan mal con este tipo.
—Señor, estamos esperando. Si no está listo, por favor, muévase —

dijo el guardia de seguridad a Cody.
—Estoy listo —dijo Cody y mostró su identificación junto con su

tarjeta de embarque. Un segundo después, asintió.
—Hola, Mitch —dijo el agente de la TSA. Cody observó cómo Mitch

le entregaba su placa. Se había alejado un par de pasos, pero aún podía
oír a Mitch hablar en voz baja con el tipo, y ambos miraron en su
dirección al mismo tiempo. Mitch se dirigió hacia Cody, aparentemente
había tenido acceso para pasar por el punto de control de seguridad y
comenzó a tirar de los contenedores y colocar sus cosas en los
transportadores.
—Pensé que esto era un adiós —dijo Cody, mirando a Mitch.
—Shhhh, me está haciendo un favor. Voy contigo a través de

seguridad —susurró Mitch, instando a Cody a moverse. Estaban
reteniendo la fila. Cody obedeció y se quitó las botas.
—Atraviesa la línea, coloca tus manos sobre tu cabeza. —Cody hizo

los movimientos de seguridad del aeropuerto. Mitch también lo hizo, y
salieron al otro lado. Mitch no había mentido; él era un profesional en
todo el asunto, nunca vacilaba donde Cody, con su falta de habilidades
para viajar, tenía que ser guiado a través de los procesos.
—Aquí. —Mitch hizo un gesto, la bolsa de Cody colgando sobre su

hombro—. Tu puerta está todo el camino hacia abajo. —Mitch señaló a
la derecha, nuevamente tomando su mano, caminando en una dirección
diferente a la que le había indicado—. Tengo que salir por aquí.
271
Justo a la derecha de seguridad había un pequeño salón con una

puerta al final. No era una zona abarrotada como el resto del aeropuerto,
pero tampoco estaban solos. Mitch dio varios pasos hacia la puerta antes
de detenerse y girarse, atrayendo a Cody contra él por un tirón de las
caderas.
—Gracias por venir —dijo Mitch, dejando caer la bolsa de Cody al

suelo.
—Ya dijiste eso y me lo pasé bien. Gracias —respondió Cody.
—Te voy a besar, vaquero. —Los ojos ambarinos de Mitch se

clavaron en su alma.
—Pero lo hicimos en el auto. Hay tanta gente. —Cody no pudo

mirar hacia otro lado.
—No puedo evitarlo. No estoy seguro de cuándo te volveré a ver. —

Mitch se acercó tanto que sus pechos se tocaron.
—La gente se va a sentir incómoda. —Cody fingió protestar, pero

Mitch ya estaba avanzando.
—Solo un pequeño beso —susurró Mitch y se inclinó, presionando

sus labios contra los de Cody con un golpe de su lengua. Cody no pudo
resistirse y se abrió un poco. Cuando la punta de su lengua se encontró
con la de Mitch, algo sucedió. Todo el ocupado aeropuerto se desvaneció,
y Cody se abrió por completo para el beso de Mitch. El beso fue
intensamente apasionado y lleno de promesas. Le quitó el aliento y
extendió la mano para capturar el corazón de Cody, justo allí, en la
terminal del aeropuerto. Este podría haber sido el mejor beso de
despedida del planeta.
La desesperación, más que la necesidad de respirar, hizo que Cody

se alejara. Se mordió el labio inferior y miró a Mitch.
272
—Mantén mi lugar para mí —dijo Mitch, y de nuevo esos ojos

fijaron a Cody donde estaba parado.
—Lo haré —prometió. Mitch se inclinó de nuevo y lo besó con un

suave roce de labios antes de alejarse de la pared.
—Probablemente tengas que correr hacia tu puerta. Es una

pequeña caminata. Recuerda, si cambias de opinión y quieres quedarte,
estoy a solo una llamada de distancia. —Mitch volvió a besar sus labios.
—Está bien —asintió Cody y se pasó una mano por la cara antes
de levantar su bolsa de lona a los pies de Mitch—. Vale. —Giró sobre sus
talones y salió a la izquierda.
—Camino equivocado —gritó Mitch. ¡Maldita sea! Había ido por el

camino equivocado. Se dio la vuelta para ver a Mitch parado allí, con una
gran sonrisa en su hermoso rostro. Cody saludó y se dirigió en la otra
dirección. Tenía quince minutos para averiguar dónde estaba y subir a
ese avión.
***
Mitch se sentó directamente frente a las puertas de llegadas del

aeropuerto donde había dejado a Cody. Encontró un banco y se echó
hacia atrás, dejando que el calor del sol calentara su piel. Se quedó así
durante unos treinta minutos. Mantuvo su teléfono en la mano y esperó
a ver si Cody cambiaba de opinión. Maldición, realmente esperaba que
Cody cambiara de opinión.
Trabajaría muchas horas a partir de ahora hasta que resolvieran

este caso, y se dio cuenta que Cody estaría completamente solo mientras
trabajaba, pero se había encariñado con la idea de volver a casa y tener
a Cody esperándolo. Y sí, también entendía lo tonto que sonaba, pero no
podía importarle menos.
273
Cuando pensó que había pasado suficiente tiempo y Cody no había

abandonado el vuelo, dejó que la decepción lo llenara a medida que la
esperanza se desvanecía. Miró su teléfono para mirar la hora. Era
mediodía y Kreed llegaba a la una y cuarto. Los dos se encontrarían en
la oficina con el resto del equipo a las dos y media. Mitch pensó en sus
opciones. Era hora de comer. Le encantaba la comida, pero comer con
todos los estúpidos sentimientos de pérdida revolviéndole el estómago no
parecía una buena idea.
En cambio, tomó su teléfono y le envió a Cody un mensaje que

recibiría una vez que aterrizara.
Deberías haberte quedado. Ya te extraño. Envíame un mensaje y

hazme saber que llegaste bien a casa. Este fin de semana fue el mejor que
he tenido en mucho tiempo, gracias.
Luego hizo algo que nunca hizo, llamó voluntariamente a su madre

solo para conversar. En el tercer timbre, recibió un sin aliento:
—¿Está todo bien, hijo?
Él hizo una mueca. Supuso que merecía ese tipo de saludo, pero
odiaba que cuando su madre veía su nombre en el teléfono, se
preocupara.
—Por supuesto que todo está bien. ¿No puedo simplemente llamar
y hablar con la mejor madre de todas? —Hubo una pausa por parte de
su madre, larga, y Mitch se echó a reír—. Mamá, estoy bien. Me di cuenta
que no he hablado contigo desde la boda de Jace y Colt. ¿Cómo estás? —
preguntó Mitch. Cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, mirando al
sol.
—Has conocido a alguien especial, ¿verdad, hijo? —Eso lo hizo

sentarse hacia adelante, mirando a su alrededor. ¿Cómo supo eso?
274
—No, en realidad no... quiero decir, tal vez. No lo sé. ¿Cómo lo

sabes? ¿Soy tan transparente? —Mitch tropezó con sus palabras
mientras bailaba alrededor del tema.
—Conozco a mis hijos. Todos son iguales. Vuelan del nido siendo
libres y luego se establecen aquí cuando es tiempo de familia —dijo—.
Además, siempre dije que obtuviste tus habilidades de investigación de
mi lado de la familia.
Su madre se rió mientras él absorbía sus palabras. Pensó cuánto

debería decir. Amaba a su familia, su madre era la mejor, pero
independientemente de cómo había actuado con Cody, era una persona
increíblemente privada.
—Mitch, ¿me colgaste? —preguntó.
—No, estoy aquí —respondió.
—Bueno, entonces, deja de pensar demasiado en esto. He

calentado mi té hace un momento y estoy sentada. Estoy sola hasta que
tu hermana llegue en aproximadamente una hora. Háblame de él.
—Mamá. No sé qué... —Mitch se detuvo y apoyó los codos sobre las

rodillas. ¿Se lo iba a decir? Suspiró y bajó la cabeza un momento.
Aparentemente sí—. Su nombre es Cody Turner. Es más joven que yo. No
mucho, pero lo suficiente como para decir que es más joven, tiene
veintiséis años. Vive en Texas. Trabaja para el DPS de Texas, es un
patrullero estatal.
—Oh, bien, ¿es amigo de Jace y Colt?
—No, pero lo conocí la última vez que estuve en Dallas. Vive en

Austin, pero estaba en la ciudad por negocios —dijo Mitch, mirando un
agujero en el pequeño parche de hierba a sus pies.
275
—¿Y has pasado tiempo con él? —preguntó ella. Estas eran
preguntas diseñadas para mantenerlo hablando.
Él conocía la táctica, había perfeccionado la habilidad, pero de

todos modos funcionaba en él.
—Este fin de semana voló hasta aquí. Estoy en DC y pasamos el fin

de semana juntos —confesó Mitch.
—¿Fue un buen fin de semana?
—Mucho —dijo, sonriendo—. Es guapo y divertido —agregó Mitch

y luego se fue apagando—. Él entiende mi trabajo. Eso es importante.
—¿Le has dicho cómo te sientes? —preguntó ella.
—No realmente. De hecho, no sé cómo me siento. Me tomaste

desprevenido con todo esto. Solo estaba llamando para saludar. Tiene
una gran familia como la nuestra. Sus padres todavía están casados.
Tiene irritantes hermanos y muchos sobrinos. Tenemos muchas
similitudes.
—Creo que es importante tener antecedentes similares —dijo—.

¿Cómo es?
—Es alto, un poco más alto que yo. Se ejercita bastante, creo. Tiene
el pelo rubio...
—¿Cuándo lo traerás a casa para conocer a la familia?
—No en mucho tiempo, mamá. Estoy tratando de mantenerlo

conmigo, no enviarlo lejos gritando —se rió—. Ahora, dime cómo te va.
—Cariño, todos estamos bien. Todos los nietos están creciendo

tanto. No reconocerás a ninguno. Tu papá está trabajando demasiado.
Siempre está fuera, pero le encanta. El equipo se está recuperando de la
276
ida de Colton. Es un momento emocionante. Vimos a Colt transmitir un

juego este fin de semana. Lo hizo muy bien. Tu padre lo llamó después.
Le gustó eso —dijo su madre, poniéndolo al día de manera eficiente.
—Eso está bien, mamá. Me alegra oírlo. Escucha, te quiero. Díselo

a papá también.
—Lo haré, Mitch, y necesitas decirle a ese hombre cómo te sientes.

Ciertamente no te estás haciendo más joven, hijo.
—¿Fue una broma? ¿Ellen te dijo que dijeras eso si llamaba? —

preguntó Mitch.
—Sabes, te dije que sacaste tu sentido del humor de mi lado de la

familia —dijo riendo.
—Te quiero, mamá. Adiós.
—Adiós, bebé —dijo ella, y él pudo escuchar la sonrisa en su voz.

Una conversación sobre volar del nido y volver a casa... ¡Espera! ¿Le
acaba de decir que era como sus hermanos? Seguramente no, ¿verdad?
Mitch se encogió al darse cuenta de la verdad. Quería que Cody

conociera a su familia.
277
Capítulo 30
—Gracias por recogerme, hombre —dijo Kreed mientras conducían
por la carretera hacia la sede del FBI.
—No hay problema. Planeaba dejarte entrar armado en el edificio

del FBI, pero decidí ahorrártelo esta vez. Me lo debes —bromeó Mitch,
manteniendo sus ojos en el camino.
—¿Qué significa eso? —Kreed sonaba completamente confundido.
—Me dejaron entrar por las puertas del edificio del FBI sin previo
aviso. Connors no estaba allí; Su hijo estaba en el hospital. Me detuvieron
por un rato. Tenía toda la actitud del FBI en mi cara tratando de
descubrir qué demonios me pasaba —Mitch puso los ojos en blanco
exageradamente. Habían trabajado lo suficiente con el FBI para que
Kreed supiera exactamente de qué estaba hablando.
—Oh demonios, apuesto a que fue épico. Lamento haberme perdido

eso —dijo Kreed, riendo a carcajadas.
—Te dejaría experimentar la misma bienvenida, pero he decidido

mantener mi diversión para mí ya que viniste hasta aquí para ayudar —
se rió Mitch.
—Eso es muy amable de tu parte, Knox. —No pudo evitar captar el

momento de entendimiento en la cara de Kreed—. ¿Qué sucede contigo?
¿Te estás muriendo o algo así?
—¿Qué? No, no pasa nada.
—Dime por qué ya estabas en el aeropuerto hoy —dijo Kreed,

mirándolo especulativamente.
278
—No, y deja de mirarme así. —Mitch enfocó sus ojos

completamente en la carretera e inclinó su cuerpo para que su brazo
derecho descansara sobre el volante. No quería explicarle nada a Kreed
en este momento.
—¿Qué te pasa, hombre? ¿Recogerme en el aeropuerto y no

elegirme para tu propia diversión? ¿Qué demonios? —Mitch se negó a
hablar, por lo que Kreed redujo las preguntas—. ¿Por qué estabas en el
aeropuerto? ¿A quién estabas despidiendo?
Mitch suspiró. Kreed finalmente se lo sacaría, así que Mitch se

rompió y habló.
—Conocí a alguien. Te mostré su foto —dijo Mitch casualmente.
—¿Y él voló aquí para estar contigo mientras estás en medio de un

gran descanso por el caso por el que has tenido problemas durante los
últimos nueve meses? —Sí, sabía que era exactamente a donde iría
Kreed.
—Jódete, hombre. No es asunto tuyo. No te diré nada más —

respondió Mitch.
—Ahh, es cierto, has estado mencionando esas tonterías sobre una

relación desde que conociste al jugador de fútbol y al animador. ¿Te vas
a establecer con alguien? —preguntó Kreed.
—¿No eres solo Mary jodida Sunshine? Y no me estoy estableciendo

una mierda. Me estás cabreando —respondió Mitch, negándose a mirar
a Kreed.
—Bien, entonces mi trabajo está hecho. Tengo hambre. Para en

Mickey D's allá arriba —dijo Kreed y señaló el cartel de McDonald's que
estaba adelante.
279
—Jódete. Puedes saludar mientras pasamos.
***
Cuatro horas después, Mitch, Connors, Brown y Kreed se sentaron

en la sala de conferencias, revisando toda la información del caso que
habían acumulado. El muro de fotos se había convertido en un laberinto
de información, una especie de rompecabezas. Habían sido minuciosos
con cada incidente individual. Mitch había hecho un buen trabajo
reuniendo y descubriendo hechos. Incluso dedicando todas esas horas
de su tiempo libre y teniendo todos estos ojos y mentes trabajando la
información, nada cambió excepto una cuenta creciente de víctimas.
—Entonces tenemos al chico Greyson. Esto es extraño —declaró

Kreed mientras dirigía esta ronda de discusión mientras todos se
sentaban a estudiar la pared.
—Correcto —estuvo de acuerdo Brown.
—Es diferente del resto —repitió Kreed. Mitch respondió

asintiendo, y Connors negó con la cabeza.
—Déjalo terminar —dijo Mitch, levantando una mano cuando

Connors comenzó a hablar.
—Es diferente, Connors, porque no está en el ojo público. —Kreed

siguió hablando mientras rodeaba la mesa.
—Esa es la teoría de Mitch, pero no estoy de acuerdo —argumentó

Connors.
—Espera, hombre, y deja que termine. Puedes hablar enseguida,

pero escucha por una vez —dijo Mitch, irritado. Kreed continuó sin
apartar los ojos del tablero.
280
—Sí, Greyson está en el ojo público por razones negativas. Su padre

es un duro republicano con un hijo gay. Lo entiendo. Pero estos otros son
hombres que aparecieron en las noticias por algún éxito reciente que
tuvieron. El chico Greyson no. Mi teoría es que cuando dejaron su plan
original de perseguir a hombres homosexuales publicitados, fue cuando
comenzaron a cometer errores. Si continúan yendo fuera de su objetivo
base, eso significa algo. Estos errores podrían seguir sucediendo con
todos los que apuntan. Además, sabemos que tienen que tener un gran
ego. Se han salido con la suya. O el chico podría no ser parte del gran
plan. Puede ser un mensaje.
—No sé —comenzó Brown.
—Por un minuto vamos a entrar en el juego qué pasaría si. —Kreed

volvió a hablar—. Se volvieron arrogantes y se salieron de su plan de
ataque original. El chico no estaba destinado a salir del auto que explotó.
Ese es el primer error que cometieron estos tipos, porque no fue un plan
bien ejecutado u organizado.
—Todos estamos de acuerdo contigo en eso —dijo Connors

secamente, claramente todavía no completamente a bordo, pero
participando.
—Fue secuestrado en una cafetería. Su agente del Servicio Secreto

estaba al frente. La verificación de antecedentes y el registro del chico
están limpios, además los videos de vigilancia muestran a su agente
sentado delante, esperando que el chico saliera. Las cámaras de
seguridad en la parte delantera y trasera de la tienda nunca lo mostraron
saliendo del edificio. Tenemos dos errores allí mismo. No puedes
desaparecer en el aire, y él pudo salir del auto antes de la detonación.
—Correcto, pero hemos entrevistado a todas las personas que

estaban en la cafetería en el momento del presunto secuestro. Seguimos
281
el rastro del recibo. También entrevistamos a todo el personal del lugar

—dijo Connors.
—¿Y qué encontraste de toda esa conversación? —preguntó Kreed.
—Elliot Greyson estuvo en la cafetería durante aproximadamente

una hora, estudiando. Fue al baño y nunca salió —respondió Connors.
—¿Y no hay ventanas? —preguntó Kreed. Mitch se recostó en la

silla y se concentró en la conversación. Había llegado tan lejos por su
cuenta, pero también había leído los informes de investigación sobre los
clientes y había ayudado a entrevistar a los empleados.
—Ni una —dijo Brown, mirando el informe frente a él—. Connors,

¿te cubriste las espaldas?
—Por supuesto que lo hice —replicó Connors.
—Uno no desaparece en el aire —dijo Kreed—. Aquí es donde creo

que nos concentramos. Alguien tuvo que ver algo. Tuvieron que sacarlo
del edificio. —Kreed miró a Mitch.
—Creo que esa fue la conclusión a la que llegamos. No hay cámaras

en esa parte de la tienda —dijo Mitch mientras se mordía la uña—. Y los
delincuentes tendrían que saber eso —agregó. Estaba a bordo con esto.
Ya habían recorrido este camino, un par de veces en realidad, pero era
todo lo que tenían después de la debacle de entrevistar al Servicio
Secreto—. El video de la cámara en la calle está demasiado granulado
para distinguir a todas las personas que entraron o salieron del edificio.
Alrededor del treinta por ciento de los recibos nocturnos no se
contabilizan —declaró Mitch, pensando en todo lo que habían
encontrado.
El teléfono de Mitch vibró en su cadera, y automáticamente lo tomó,

sonriendo cuando vio el mensaje de Cody. No quería perder el impulso
282
que tenía el equipo en este momento, por lo que se obligó a volver a

colocar el teléfono en su soporte. Llamaría a Cody cuando se tomaran un
descanso.
—¿Pusiste a tu chico de la computadora en ello? —preguntó Kreed

volviéndose hacia Mitch.
—Sí, no podría hacer mucho sin mejorar el video más allá del
reconocimiento. Perdió demasiada estabilidad o algo así. El equipo de
cámara en la cafetería no es genial.
—¿Y la basura? —cuestionó Kreed.
—Nos lo llevamos todo. Todo limpio, o relativamente limpio. —

Intervino Connors—. Todavía creo que es imposible reunir más de la
tienda. Fuimos minuciosos en nuestra investigación. Sabemos dónde
estás en este momento, Sinacola. Esa era la estrategia que teníamos.
—Entonces no está de más echar un segundo vistazo. —Kreed

rodeó la mesa y comenzó a juntar su computadora portátil y
documentos—. Vayamos allí ahora —le dijo Kreed a Mitch.
—O podríamos hacer esto de manera cortés, ya que hemos

irrumpido en su negocio bastante durante la última semana. —Tanto
Mitch como Kreed miraron a Connors. Por el rabillo del ojo, pudo ver que
Brown también estaba sorprendido.
—Vamos a dar un recorrido. Si es lento, entrevistaremos a quien

esté allí antes de hacer una solicitud formal para traer a los empleados
—ofreció Mitch.
Brown parecía estar a bordo, pero Connors negó con la cabeza.

Honestamente, Connors siempre era más lento en aceptar. Mitch dejó
caer los pies al suelo.
283
—¿Qué te preocupa, hombre? —Mitch lanzó la pregunta mientras

se levantaba.
—Nada, pero si ponemos a estas personas en la lista de

sospechosos, cambiará la forma en que nos responden —comenzó
Connors.
—Exactamente. Necesitamos cambiar las cosas. Por eso tenemos a

Brown y Kreed aquí a tiempo completo —dijo Mitch.
—Ni siquiera ha sido asignado oficialmente al caso —Connors

señaló a Kreed.
—Es por eso que solo estamos tomando una taza de café. —Mitch
sonrió abiertamente. Kreed fue el primero en salir por la puerta; Mitch lo
siguió.
—Esperaré si quieren que los lleve —dijo por encima del hombro.
—Nos encontraremos allí —gritó Brown. Connors y él todavía

estaban en la sala de conferencias.
—Es un jodido imbécil, hombre. ¿Estás seguro que no está

involucrado? —preguntó Kreed en la relativa privacidad de los
ascensores.
—Voy a decir que sí, pero quién sabe —dijo Mitch, pensando en la
posibilidad. Connors había luchado contra él en cada paso del camino a
través de este caso.
284
Capítulo 31
Los cuatro se quedaron fuera de la cafetería, mirando la nota en la
puerta. Estaban cerrados esta noche. Una de las noches más ocupadas
de la semana, y estaban cerrados. Eso le pareció extraño a Mitch.
—Cerrado por el día, rezando para que se haga justicia. —Brown

leyó la nota en voz alta.
—Huh, ¿qué demonios significa eso? —preguntó Kreed, mirando la

nota como si la respuesta saliera del papel—. ¿Te dijeron que estaban
cerrando?
—No son sospechosos. No tienen que mantenernos informados. Te

haría bien leer el manual de políticas y procedimientos —respondió
Connors de la manera habitual.
—Hombre, ¿cuál es tu maldito problema? —Kreed se volvió para

confrontar a Connors por su actitud, y Mitch se interpuso entre ellos.
—Volveremos por la mañana. No es gran cosa —calmó Mitch—. Es

tarde de todos modos.
—Eso es lo que he estado tratando de decir todo este tiempo. De

esta manera, podemos asegurarnos que el propietario esté disponible
para participar en las entrevistas —dijo Connors, asegurándose que su
traje todavía estaba colocado correctamente.
—¿De verdad? —Kreed miró a Mitch con una gran expresión de

Qué carajos en su rostro—. ¿Esto es con lo que has estado lidiando?
¿Cómo lo soportas?
285
—Las reglas y procedimientos están aquí para facilitar nuestro

trabajo —comenzó Connors. Hablaba como la mierda que les enseñaban
en el entrenamiento, ciertamente no como un profesional experimentado.
Mitch se dio la vuelta y miró a Connors.
—¿Estás jodidamente bromeando? Debería dejar que te patee el

trasero porque no eres capaz de leer el lenguaje corporal de las personas
y saber que eres muy molesto —comenzó a decir Mitch.
—Chicos, no aquí. Las cámaras están encendidas. Frente unido y

toda esa mierda —dijo Brown, sonriendo a ampliamente y haciéndoles
volver a sus autos.
Kreed cerró la puerta del pasajero, bajó la ventanilla y gritó a

Connors desde la seguridad del coche de alquiler de Mitch, que estaba
lejos de las cámaras del edificio.
—Es un imbécil.
—Eso es lo que pensé también, pero desde que he estado aquí, he

cambiado de opinión. Simplemente está navegando aguas políticas para
hacer su trabajo —respondió Brown, pasando junto a ellos hacia el auto
de Connors.
—No puedo creer que él consiga hacer algo —dijo Kreed.
—Lo hace. Cierra sus casos con tanta fuerza que nunca tienen una
oportunidad en la corte. He oído todo al respecto, solo sigue todas las
reglas para llevarlos allí. Tenemos suerte de tenerlo —gritó Brown a varios
metros de ellos. Mitch lamentablemente tendió a estar de acuerdo.
***
Con un deslizamiento de su dedo, Cody revisó toda su colección de

fotos del pasado fin de semana.
286
Había visitado museos y monumentos, incluso visitó la plantación

de George Washington en el monte Vernon el sábado. Había tomado
tantas fotos, incluso algunos selfies el sábado por la noche después que
Mitch saliera del trabajo. Tomaron uno en el taxi juntos, otro con Mitch
girando rápidamente para besarlo en la mejilla.
Mitch incluso había tomado una foto de su desayuno esta mañana

con el teléfono de Cody, solo para recordar lo que se estaba perdiendo al
no elegir quedarse más tiempo.
Cody hojeó algunas fotos más, pero volvió a las que estaban juntos.
¿Había cometido un error al no quedarse? Probablemente, pero había un
juego en esta cosa de las citas. Si se hubiera quedado, se habría
arriesgado a parecer desesperado, y ahora que estaba sentado solo en su
apartamento, se sentía bastante miserable. ¿Por qué Mitch no había
devuelto su mensaje esta noche cuando llegó a casa?
Toda la semana, Mitch le había respondido a los pocos minutos

después de enviarle un mensaje. Ahora que estaba de vuelta en casa, no
había nada. Tal vez Mitch había estado trabajando toda la noche... Y
Mitch tenía mala recepción en el edificio del FBI. Pero eran cerca de las
nueve de la noche, diez en DC. Seguramente ya estaría de vuelta en el
hotel.
¿Quizás Mitch estaba con su compañero? Tal vez todo esto había
sido una fiesta de follada como Cody había asumido originalmente. Tal
vez estaba siendo ignorado ahora. En realidad, estaba aproximadamente
noventa y nueve por ciento seguro que la falta de comunicación
significaba que había sido jugado sólidamente. Pero si eso era cierto, ¿por
qué Mitch se había referido a mantener su lugar una y otra vez? Tal vez
a Mitch le gustaba encadenar a los tipos, desgastar sus defensas. O tal
vez le gustaba tener la conexión mientras estaban allí y cuando se habían
ido... fuera de la vista, fuera de la mente.
287
Cody volvió a mirar las fotos de ellos juntos. Mitch era un tipo muy
guapo. Cody no estaba mal, pero Mitch llevaba todo al siguiente nivel. Su
cabello, ojos y tono de piel eran de tonos oscuros, lo que lo hacía la
descripción perfecta de alto, moreno y guapo. Sus labios eran llenos y se
volvían más llenos mientras se besaban, y maldita sea, podía besar. Esos
hoyuelos, sin embargo. Cody amaba esos hoyuelos. Amaba el sexo con
Mitch aún más de lo que amaba esos sexys hoyuelos. Mitch era el paquete
completo de inteligente, profesional y sexy como el infierno. Sabía eso
desde el principio y sabía que Mitch estaba fuera de su alcance. Cody
nunca debería haber ido a DC en primer lugar.
Hombres como Mitch no caían en tu regazo y se quedaban allí. La

desilusión y la decepción llenaron sus pensamientos. Cody entendía
cómo trabajaban tipos como Mitch. Les gustaba la persecución, pero no
les gustaba quedarse.
¿Cómo afectaría esto a su futuro? Los Alguaciles trabajaban con

los Rangers ocasionalmente. ¿Mitch estaría paseando dentro y fuera de
la escena por el resto de su vida? Mierda. Probablemente lo haría. La
forma en que Cody había aceptado tan fácilmente mantener el lugar... La
forma en que había tomado la dirección opuesta en el aeropuerto después
de ese último beso alucinante... Gracias a Dios que no se había quedado
toda la semana.
Tratando de aumentar un poco su ira para ayudar a eliminar el

dolor que le atravesaba el corazón, Cody dejó de mirar las fotos, apagó la
pantalla y puso el teléfono en el cargador.
Tomó una cerveza del refrigerador y sacó un filete del congelador,

dejándolo caer en el microondas en descongelación automática antes de
dirigirse al patio para encender la parrilla. Retiró la tapa de la botella de
cerveza y tomó un largo trago. Bistec y cerveza, la comida perfecta de eres
un jodido tonto. Supuso que las mujeres comían helados y chocolate.
288
Tenía un nuevo envase de helado de chocolate Blue Bell en el congelador.

Probablemente lo abriría cuando terminara y se pondría al día con
algunos episodios de The Walking Dead.
Girando las perillas de la parrilla, miró por encima de su balcón.

Vivía en un departamento del noveno piso. No demasiado alto, pero aún
así una vista perfecta del estacionamiento y el garaje. Si ladeaba la cabeza
y se doblaba hacia la derecha, podía ver la calle Sexta. Tenía una gran
vista del horizonte de Austin, una de las cosas que lo habían atraído de
este apartamento. Bueno, eso y el bar de abajo.
Definitivamente podía escuchar actividad en las calles de abajo. Tal

vez debería aventurarse allí esta noche. El clima era absolutamente
perfecto para salir. Los olores y los sonidos de la ciudad viajaban con la
ligera brisa. La ciudad cobraba vida a esta hora. Podía salir, tomar una
copa y alejar esta agria sensación antes de la mañana.
Decidió no hacerlo y se acercó al microondas cuando sonó. Fue a

la radio, la encendió y “Just a kiss” de Lady Antebellum llenó el espacio.
—Simplemente perfecto —suspiró Cody en voz alta. ¿Por qué todo

tenía que recordarle a Mitch? No fue hasta que tuvo el bistec en un plato,
perfectamente sazonado y listo para asar, que escuchó el sonido
estridente de su celular. Su corazón se estrelló en su pecho.
Probablemente era uno de sus hermanos, pero salió corriendo, luchando
por sostener todo con una mano para agarrar el teléfono. Había llegado
allí cuando el teléfono pasó al correo de voz.
—¡Maldita sea! —La botella de cerveza que apoyaba contra su

pecho con el antebrazo se deslizó hacia adelante, derramándose sobre el
plato mientras apretaba el botón para ver quién había llamado. Llegó un
mensaje con un pitido. Como uno de esos exagerados silbidos de los
trabajadores de construcción que lo hicieron fruncir el ceño. Eso era
nuevo.
289
Levantó su teléfono y abrió el mensaje. Era de Mitch.
Llámame cuando recibas esto. No importa la hora. Llano, simple y

al grano. Esas pocas palabras le levantaron el ánimo como nunca antes.
Sin dudarlo, llamó a Mitch inmediatamente mientras colocaba la

botella de cerveza en la mesita de noche.
—Intenté llamarte —respondió Mitch. Ningún hola, nada de eso.
—Estaba tratando de llegar al teléfono —dijo Cody, doblando la

esquina hacia la sala de estar para apagar la radio.
—¿Estás fuera? —preguntó Mitch, sonaba un poco a la defensiva.
—No, acabo de encender la radio en mi departamento. Estoy

cocinando un filete —respondió Cody, deteniéndose en medio de la sala
de estar.
—Apestó regresar al hotel y que no estuvieras aquí. Apesta aún

más ahora. Mi compañero se ha metido conmigo esta noche. El lugar está
lleno, algo está sucediendo en la ciudad, y su habitación no estará lista
hasta mañana —dijo Mitch, y hubo un claro gemido en su voz ronca.
—Bueno, es mejor que te deje entonces —dijo Cody, finalmente

avanzando cuando recordó el filete que sostenía. Se llevó el teléfono fuera
con él, levantó la tapa de la parrilla y dejó caer el filete sobre la rejilla.
—No, no lo creo en absoluto —respondió Mitch.
—¿Pusiste ese silbido en mi teléfono? —preguntó Cody, volviendo

a su habitación para tomar la cerveza de la mesita de noche y dirigirse
de regreso al balcón donde tenía un par de sillas de jardín instaladas.
Había mantenido su tono ligero y tranquilo para evaluar a Mitch. ¿Los
jugadores llamaban cuando estaban rechazando a la gente?
290
—Sí —se rió Mitch—. Te gustó eso, ¿eh?
—Sí, me sorprendió. Miré alrededor de la habitación

preguntándome qué demonios era eso. —Cody se recostó en la silla y
contempló la ciudad. Esa intensa felicidad que sintió en Washington
lentamente volvió a entrar.
—Quería que supieras lo que pienso de ti —dijo Mitch.
De acuerdo, bueno, eso seguro no sonaba como un tipo que estaba

tratando de deshacerse de él. Cody se pasó una mano por la cara y por
el cabello. Cuando estaba hablando con Mitch, era como si el universo se
alineara en la posición correcta.
—Te pones raro cuando digo cosas así. —La voz de Mitch sonaba
pensativa.
—No raro, solo pensativo. ¿Dónde está tu compañero ahora? —

Tuvo que cambiar de tema. Se levantó y se dirigió a revisar su bistec,
tratando de salir de debajo de toda esta emoción que lo atravesaba.
—En el dormitorio —respondió Mitch, su voz bajó más—. No

puedo... ya sabes. Él me puede escuchar.
—¿Sabe él que estuve allí? —preguntó Cody.
—Sí, lo descubrió bastante rápido. Estaba feliz, lo que

aparentemente es raro en mí. ¿Quién lo iba a decir? —dijo Mitch. Cody
se rió de eso—. Estaba en una reunión cuando enviaste el mensaje antes.
Ver a Connors y Kreed enfrentarse fue bastante divertido.
—¿Sí?
—Sí. Es como el aceite y el agua con esos dos —se rió Mitch.
291
—Pensé que ya no querías saber de mí —dijo Cody al azar.

Finalmente reunió los nervios y solo dijo las palabras. Los segundos
parecieron horas mientras esperaba que Mitch respondiera.
—¿Qué? No. Ni siquiera un poco. Quería un poco de privacidad

para hablar contigo. Trabajamos toda la tarde y luego tuve que ubicar a
Kreed. De hecho, te extraño como un loco —respondió Mitch. Sonaba
sincero. Las palabras tenían mucho sentido, y el nivel de alivio de Cody
se disparó por las nubes—. Estás callado de nuevo. Dime, ¿qué estás
haciendo? —preguntó Mitch después de un minuto completo de silencio.
Tomó su asiento en el patio y puso las piernas sobre la barandilla.
—Acabo de poner un filete a la parrilla —respondió Cody.
—Podrías agregar que me extrañas —sugirió Mitch, y Cody se calló

de nuevo—. Ahí está el silencio. Me gustó más cuando estuviste aquí, y
podía evaluar tu reacción. Maldición, te extraño, Cody. No quiero que eso
te asuste, pero lo hago. Fueron solo dos días, pero cuando llegué esta
noche, el hotel parecía solitario. Joder, mira lo que me estás haciendo.
Me tienes evaluando los sentimientos de una puta habitación de hotel.
—Yo también te extraño —confesó Cody.
—Suenas como si te doliera decir eso —se rió Mitch.
—¿Y el caso? ¿Crees que se está moviendo en una dirección

diferente? —cuestionó Cody, alejando la conversación de las cosas
sentimentales. No era bueno expresando sus sentimientos, por lo que
necesitaban hablar sobre algo diferente.
—Vamos hacia atrás de nuevo. Te lo dije, nos falta algo. Kreed nos
ayudará. A veces es un fastidio, pero es bueno en su trabajo. —Mitch dejó
escapar un bostezo en medio de su oración—. Estoy agotado, vaquero. Es
tarde aquí, y dormiré en el sofá-cama. Además, alguien me mantuvo
292
despierto todo el fin de semana. Demonios, cuando lo pienso, me

mantuviste despierto toda la semana, Cody Turner. —Mitch se rio de
nuevo.
—Me alegra que hayas llamado —respondió Cody.
—¿Qué vas a hacer mañana? —preguntó Mitch.
—Colgar tejas en el granero de mis padres —respondió Cody.
—Genial. Te llamaré mañana por la noche. Envíame un mensaje si

quieres, pero recuerda, tengo mala señal. Me podría llevar un poco de
tiempo responder.
—Está bien —dijo Cody, y hubo una pausa.
—Maldición, no quiero colgar este teléfono —susurró Mitch.
—Ve a dormir, te hablaré mañana —ofreció Cody.
—Muy bien, buenas noches —respondió Mitch.
—Adiós. —Cody terminó la llamada y contempló la noche. Mitch

había llamado y mejoró todo su mundo con solo el sonido de su voz. ¿Qué
diablos fue eso? Cody dejó que el olor a carne chisporroteante lo sacara
de sus pensamientos. Se levantó de un salto, dejando que la silla se
cerrara de golpe mientras levantaba la tapa de su parrilla e intentaba
salvar el bistec que había dejado sobre-cocinar.
293
Capítulo 32
—¿Qué demonios estás haciendo aquí? —exigió Mitch. Había
dejado su oficina por no menos de cinco minutos y regresó para ver a
Kreed sentado en la silla de su oficina. La computadora de Mitch fue
empujada hacia un lado, y Kreed tenía su computadora portátil colocada
justo en el centro del escritorio.
—También estamos juntos aquí. Al parecer, la Oficina tiene poco

espacio en este momento —dijo Kreed, escribiendo en su computadora.
—Esa mierda no significa que te hagas cargo de mi lugar —dijo

Mitch, colocando su café en el borde del escritorio.
Pensándolo bien, volvió a tomar el vaso de papel caliente y tomó

varios tragos. Necesitaba la energía líquida porque solo había dormido
unos veinte minutos la noche anterior en ese maldito e incómodo sofá.
—Seguro que puedo. Puedes sentarte allí. —Kreed señaló el otro

lado del escritorio.
—¡Y un demonio! —Mitch agarró el portátil de debajo de las manos

de Kreed y lo dejó sobre la silla frente al escritorio.
—¡Hey, hombre!
—Tienes cinco segundos antes que te saque de mi silla —advirtió

Mitch.
—Inténtalo —se burló Kreed, agarrándose a los lados de la silla—.

Esta silla es genial. El Servicio de Alguaciles necesita invertir en estas
cosas. Me niego a pararme de buena gana.
294
—Cuatro. —Mitch comenzó a rodear el escritorio hacia el respaldo

de la silla—. Tres —gruñó, y Kreed ancló sus pies al suelo—. Dos —Mitch
continuó la cuenta regresiva y agarró el respaldo de la silla.
—¡No es justo! Me diste tu cama llena de bultos, y apuesto a que

también estaba cubierta de mierda indeseable —protestó Kreed.
—Uno. —Mitch usó su fuerza bruta, arrojando a Kreed de la silla.

No dudó en saltar en el asiento vacante cuando Kreed aterrizó sobre
manos y rodillas, evitando la caída.
—Eres un asco, hombre. No puedo decir que nunca me hayas

tenido en esta posición, Knox —se rió Kreed.
—Lo que sea. La promesa de favores personales tampoco ayudará,

Sinacola —dijo con aire de suficiencia, alcanzando su café.
—Y pensé que te importaba. Demonios, ni siquiera me trajiste una

taza de café —respondió Kreed, poniéndose de pie—. Hablando de café,
¿no deberíamos ir a la cafetería?
—Connors estará aquí pronto —suministró Mitch, colocando su

computadora portátil frente a él.
—Oh, claro. ¿Y por qué tenemos que esperar? —cuestionó Kreed.
—Porque es mi compañero en este maldito caso. El café está a la

vuelta de la esquina. No, a la izquierda no a la derecha —gritó Mitch
cuando Kreed fue por el camino equivocado. Segundos después, regresó
con Brown pisándole los talones.
—Brown está de acuerdo, movámonos. Connors puede

encontrarnos allí —anunció Kreed.
295
—Muy bien, pero ustedes explicarán esto cuando Connors se ponga

como un basilisco. ¿Recibiste tu reasignación oficial? —preguntó Mitch,
buscando la chaqueta que había arrojado al perchero junto a la puerta.
—Un correo electrónico me estaba esperando cuando llegué esta

mañana —ofreció Kreed, dirigiéndose al ascensor.
Los tres llegaron al ascensor antes que las puertas se abrieran al

Director Young. Mitch pudo sentir el suspiro colectivo de Brown y Kreed.
—Iba a verte —dijo el director Young.
—Nos dirigimos hacia abajo —ofreció Mitch rápidamente.
—Yo también bajo —dijo, manteniendo la puerta abierta. Kreed

entró primero, Mitch lo siguió y Brown estaba trabajando a un ritmo
mucho más lento.
—Soy Kreed Sinacola. —Le tendió la mano al director, que a

regañadientes le ofreció la suya. No se presentó.
—Dado que el equipo se ha duplicado, esperamos resultados más

rápidos —dijo el director Young.
—Señor… —comenzó Brown, pero el director lo interrumpió.
—Necesito informes diarios a partir de ahora. Ha pasado más de

una semana y no tienen nada. Ahora tenemos que duplicar su equipo.
Nadie está contento. —El tono del director era agudo y claro. Mitch se
quedó callado, porque nadie quería escuchar lo que tenía que decir
después de tres días de revolotear por el departamento legal con las
entrevistas del Servicio Secreto.
El ascensor se abrió en el garaje del primer piso. El director no dijo

una palabra más ni miró en su dirección.
296
—Bueno, ¿no es un encanto? —murmuró Kreed, mientras se

alejaban a un ritmo más lento.
—No tienes ni idea —respondió Brown.
—Voto por Connors para que sea él quien le dé las actualizaciones

diarias —recomendó Mitch, finalmente bajando del elevador cuando las
puertas comenzaron a cerrarse.
—Lo secundo —dijo Brown.
—Es unánime entonces. Le sirve por llegar tarde —agregó Kreed,

en dirección al coche de alquiler de Mitch.
***
A las ocho de la mañana la cafetería estaba llena. De cada estación

de pedidos salían largas filas y de vez en cuando gritaban los nombres
con el café entregado al final del mostrador. El lugar funcionaba como
una máquina bien engrasada, y nadie tenía que esperar demasiado para
recibir un pedido.
Todo su plan de juego para la visita llegó a tres hombres que

estaban tomando café. Fue un plan brillante, no tardó mucho en
formularse y podría tener agujeros. Tendrían que esperar y ver. Mitch y
Kreed siguieron detrás de Brown, pero la atención de Kreed se mantuvo
enfocada en otra parte.
Mitch condujo a Kreed por el pasillo donde se vio por última vez a
Elliot Greyson. Entraron en el baño de hombres y echaron a todos. Kreed
sacó sus herramientas para barrer la habitación y ver si había quedado
algún micrófono. Ambos hicieron una búsqueda exhaustiva de rutas de
salida ocultas. Al igual que los informes originales, no había nada de malo
en la habitación. Elliot no podría haber salido de esta habitación sin
pasar por la puerta.
297
—Señores, tienen que salir. —Una voz vino del pasillo afuera de la
puerta cerrada del baño.
Mitch reconoció la voz, y usó sus códigos de mano para tratar de

hacerle saber a Kreed quién estaba en la puerta.
—Ayudante del Alguacil Knox —dijo el propietario. Maldición,

recordaba el nombre de Mitch. Para una reunión fortuita le pareció
extraño, pero algunas personas eran así. No había vinculado a ese tipo
como uno de ellos.
—Señor DeGeorge, quiero que conozca a mi compañero, Kreed

Sinacola. —Mitch se volvió hacia Kreed cuando abrió la puerta. Kreed
estaba parado justo en la puerta, bloqueando a los clientes que
esperaban para usar las instalaciones mientras Mitch hacía las
presentaciones.
—¿Ha sucedido algo más? —preguntó el Sr. DeGeorge, preocupado.
—No, señor, el Ayudante del Alguacil Sinacola es nuevo en el caso.

Mencionó que quería echar un vistazo a la escena, así que lo traje. —
Mitch echó otro vistazo alrededor del baño.
—Tengo algunas preguntas. ¿Está ocupado? —preguntó Kreed

mientras salía al pasillo.
—Es hora pico para nosotros —dijo DeGeorge, algo a la defensiva.
—No tomará mucho tiempo —anunció Kreed y se enderezó en toda

su altura, elevándose sobre el tipo.
—Está bien, supongo que estoy dispuesto a dedicar unos minutos

para ayudar. Espero que estén cerca de identificar a la escoria que hizo
esto. Los negocios están sufriendo con toda esta presencia policial —
respondió el Sr. DeGeorge. Era un hombre pequeño con una barba
298
canosa y siempre había parecido lo suficientemente agradable hasta este

momento. Les indicó que lo siguieran, y los condujo por el mismo pasillo,
pero en la dirección opuesta y un poco más adentro del edificio, hasta
que estuvieron casi en la puerta de atrás. El Sr. DeGeorge giró a la
derecha y los condujo hacia la pequeña oficina.
—¿Es esta la única puerta trasera del edificio? —preguntó Kreed al

dueño mientras miraba por la puerta.
—Sí, conduce al contenedor de basura y al callejón —dijo

DeGeorge.
—¿Puedo mirar? —preguntó Kreed
—Por supuesto, pero tus hombres recorrieron el área...
—Complázcame —respondió Kreed, no entrando en la oficina, pero

permaneciendo cerca de la puerta. El Sr. DeGeorge rodeó a Mitch hacia
la puerta de atrás. Ingresó un código de seguridad.
—¿Quién tiene este código? —interrogó Kreed. Mitch escuchó para

ver si una respuesta podía cambiar, pero hasta ahora todo era igual.
—Todos los empleados. El contenedor está fuera. —DeGeorge abrió

la puerta de atrás y Kreed salió primero y vio la cámara de seguridad
junto a la puerta.
—¿Quién controla la cámara de seguridad? —preguntó Kreed,

vigilando al dueño.
—Nosotros. Está configurada en la computadora que ustedes

confiscaron. ¿Alguna idea de cuándo podemos recuperarla? —Mitch y
Kreed ignoraron la pregunta del propietario. Kreed trepó por el costado
del contenedor y empujó la puerta de seguridad. Mitch lo observó de
cerca. La única forma en que Elliot podría haber pasado la valla habría
299
sido con ayuda. El alambre de púas no tenía ADN. Y la única otra salida
era por el callejón, entonces habría pasado por delante del agente del
Servicio Secreto asignado.
—¿El contenido del contenedor? —preguntó Kreed mirando a

Mitch.
—Todavía está bajo custodia del FBI —respondió Mitch.
Kreed saltó y se volvió hacia el señor DeGeorge.
—¿Esta es la única salida?
—Correcto. Y el agente que estaba en el callejón nunca vio a nadie

más —ofreció el Sr. DeGeorge.
—¿Nada extraño o anormal esa noche? —Kreed siguió sondeando.

Era implacable, razón por la cual Mitch quería a su amigo en este caso.
—Nadie notó nada hasta que cerramos y los agentes del Servicio
Secreto estaban golpeando las puertas.
El hombre miró al suelo y se limpió las manos en el delantal.
—Alguien está mintiendo —le dijo Kreed a Mitch.
—Espere un minuto —dijo el Sr. DeGeorge.
—No estamos hablando con usted —espetó Kreed, lanzando una

mirada intimidante hacia el hombre mientras comenzaba a caminar por
el callejón hacia la calle. Mitch lo siguió. Había pasado por estas cosas
con Kreed durante años.
Kreed tenía una habilidad innata para desarrollar una situación.

Su experiencia no tenía precedentes, y Mitch lo había llamado más veces
de las que podía contar para ver qué estaba pasando por alto.
300
Kreed caminó despacio, sin duda buscando algún agujero, o alguna

forma en que el techo podría haber sido utilizado.
Una vez que llegó a la calle y volvió sobre sus pasos hacia donde
habían comenzado, habían perdido al dueño. Se había desvanecido.
Kreed comenzó a empujar el contenedor hacia la pared.
—Ayúdame, quiero llegar allí —dijo Kreed. Mitch agarró un extremo

y ayudó a tirar el contenedor a la pared del fondo. Primero Kreed, luego
Mitch, se subieron al techo. La superficie era plana, con un toldo
sobresalido desde el frente que parecía en ángulo. Kreed caminó todo el
largo mientras Mitch fue hacia el toldo. Había visto esta área antes. En
realidad, lo habían limpiado para detectar huellas dactilares y ADN, pero
volvió a comprobarlo, tratando de encontrar algo que pudiera ayudarlos
con este caso.
—Está mintiendo —susurró Kreed y asustó a Mitch. Kreed tenía

esa forma de estar callado todo el puto tiempo. Mitch supuso que era de
todos esos años como Navy SEAL.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó Mitch.
—Instinto —Kreed se volvió hacia él y se encogió de hombros—.

¿Revisamos sus antecedentes?
—Leíste el informe. —Mitch se sentó en el techo y miró hacia el

edificio. ¿Qué estaban ignorando?
—No, me refiero a tu chico en línea. ¿Enviaste esto a través de él?

—Las cejas de Kreed se fruncieron y dejó escapar un largo suspiro
mientras se sentaba junto a Mitch.
—No sé, tal vez. Le envié muchas cosas —respondió Mitch con
sinceridad.
301
—Haz que indague. Ese hombre está ocultando algo, estoy seguro
de eso. —Kreed asintió hacia la cafetería.
—Podríamos traerlo para interrogarlo pero, hombre, no hay

absolutamente ningún tipo de policía bueno o policía malo aquí. ¿Puedes
ver a Connors jugando al policía malo? —Mitch se echó a reír ante la
idea—. No obtendríamos mucho más de él.
—No, y no necesitamos traerlo por el momento. —Kreed bajó la

voz—. Necesitas intervenir su oficina esta noche. Su casa hoy. —Mitch
puso los ojos en blanco. Por supuesto, él sería el que tenía que hacerlo—
. Y no te dejes atrapar —agregó Kreed.
—Nunca me atrapan, imbécil —siseó Mitch en voz baja.
—Deja de mirarme así. Sé que está escondiendo algo. Obtendremos

una dirección en esto, lo garantizo —dijo Kreed antes de levantarse y
pasear por el techo. Mitch fue más lento. Nunca había dudado en hacer
cosas como esta. Demonios, Aaron y él hicieron algo que les habría
ganado un tiempo en la cárcel si los hubieran atrapado, pero en esos
casos, había estado bastante seguro con qué estaba tratando. Sin
embargo, esta vez no, pero Kreed nunca lo había decepcionado antes.
Entonces, invasión de la privacidad, aquí iban.
302
Capítulo 33
Mitch tenía tres objetivos. Necesitaba acceso a las llamadas
entrantes y salientes de la cafetería en su teléfono celular. Necesitaba
intervenir el teléfono de DeGeorge, y necesitaba la información de la
computadora del hombre en el trabajo, así como en su casa. Gracias a
Dios, vivían en una época en la que la mayoría de esos objetivos se podían
lograr sin poner un pie fuera del edificio del FBI.
¿Su único problema? No quería involucrar al director para lograr

ninguno de esos objetivos. Tampoco tenía nada más que el instinto de
Kreed para continuar. Definitivamente no era suficiente para convencer
a nadie en este edificio de posiblemente quitarle las libertades civiles a
alguien.
Tenía dos opciones. Mitch había desarrollado algunas relaciones

bastante decentes con un juez federal que ahora se sentaba en la corte
de la FISA9. Sin permitirse pensar demasiado en esto, palmeó su teléfono
y envió un mensaje al juez, rezando por una aprobación en escuchas
telefónicas para la oficina, la tienda y la casa de DeGeorge.
Apuntó rápida y eficientemente la información que el juez podría

necesitar para reunir esto lo antes posible. Para su sorpresa, el juez
respondió de inmediato que le devolvería la aprobación en la próxima
hora. Mitch se dio una palmadita mental. Un obstáculo abajo, otro que
enfrentar.
Segundo, Mitch tenía que llamar a Anne a su plan secreto. Ella

tenía influencia. Ser la asistente administrativa de un hombre poderoso
le daba cierta autoridad alrededor del edificio. Anne era inteligente,
9 Foreign Intelligence Surveillance Act (FISA): Ley de Vigilancia de Inteligencia

Extranjera.
303
afilada como una tachuela y hermosa. En una segunda decisión muy

firme de no pensar demasiado, Mitch agarró la chaqueta de su traje y la
arrojó sobre su brazo, listo para ponérsela si era necesario. Entró en el
ascensor, apretó el botón del cuarto piso y deslizó su tarjeta para entrar
al piso de élite.
Cada ojo en la habitación detuvo lo que estaban haciendo para

mirar en su dirección mientras pasaba. Las miradas de desaprobación
seguían en sus caras. Después de todo este tiempo, en realidad se
acostumbró a las miradas e incluso se echó a reír porque la envidia tenía
que arrastrarse por sus culos al ver que él se salía con la suya y ellos no
podían.
Dobló la esquina y vio la puerta del director cerrada. Gracias a Dios

por los pequeños favores. Se detuvo frente al escritorio de Anne.
—Hola, Mitch —dijo Anne, sin levantar la vista de la pantalla de la

computadora mientras escribía.
—¿Cómo sabías que era yo? —Mitch estaba impresionado.
—Si dijera colonia, ¿me creerías? —preguntó ella, finalmente

volviendo su cara sonriente hacia la de él.
—¿Cuál es la verdadera razón? —preguntó con escepticismo.
—La habitación siempre se queda en silencio cuando entras. He

pensado que es porque eres un tipo tan guapo, pero hoy sospecho que es
por la falta de camisa y la chaqueta requerida. —Anne señaló su camisa
y su chaqueta colgando sobre su brazo.
—Es una camisa genial —defendió con tono simulado de sorpresa,

ignorando el comentario de la chaqueta. Estaba cansado de esa estúpida
regla.
304
—Chico Malo. ¿En serio, Mitch? Sabes que lo haces a propósito —

dijo, con toda la atención en él ahora mientras sostenía la risa en sus
ojos y una sonrisa creciente.
—Podría hacer eso, pero es divertido, y te hizo sonreír, así que

funciona —dijo y se dio cuenta que podría haber usado demasiada
dulzura.
—¿Qué deseas? —Anne suspiró.
—Te necesito por un minuto —respondió.
—Está bien, ¿qué pasa?
—No aquí —se inclinó y susurró, señalando hacia el ascensor—.

¿Puedes venir conmigo?
Ella asintió y se levantó. Él abrió el camino, sin hablar hasta que

llegaron al vestíbulo. Mitch no se detuvo hasta que llegó a la fuente de
agua donde se sentó. Anne hizo lo mismo, sentándose en el asiento justo
al lado del suyo.
—Necesito extrema confidencialidad. ¿Me la puedes dar? —

preguntó mientras ella se sentaba a su lado.
—Por supuesto —respondió ella.
—No, quiero decir que nadie lo puede saber. —No podía enfatizar
este punto lo suficiente.
—Muy bien, tienes mi palabra. Te dije el sábado que estaba allí

para ayudar a resolver esto.
—Contemplé llamar a mi oficina en Louisiana, pero es más grande

que eso. Necesitamos gente más cercana —confesó Mitch.
305
—¿Y sientes que el director no estaría de acuerdo con este plan? —

Ella lo miró y él le dedicó una sonrisa. No, él sabía que el director no
estaría de acuerdo con este plan.
—Prefiero decírtelo así. El director Young me dio carta blanca y

obtuve la aprobación judicial. —Mitch cambió las palabras para
adaptarse a su necesidad. Era una habilidad que había perfeccionado a
lo largo de los años.
—¿Y eso es para protegerme por hacer lo que quieres? —preguntó

Anne.
Mitch asintió y miró sus Doc Martens.
—Sí, quizás.
—Está bien, estoy dentro. No te lo he dicho, pero este caso me

interesa especialmente. Mi hermano es gay. Su vida no ha sido fácil.
Gente como tú, ayuda. Quiero ayudar, Mitch. ¿Que necesitas? —Ella lo
había sorprendido con eso.
—Necesito vigilancia completa sobre el Sr. DeGeorge, el dueño de

la cafetería de la que Elliot Greyson fue secuestrado —dijo Mitch con
sinceridad.
—El director Young tendría que encargar a nuestros agentes de

Tecnologías Informáticas... —Mitch la interrumpió.
—Estoy trabajando en una orden judicial ahora. Tienes que

conocer a algunos de esos tipos en el departamento de TI. Conoces a
todos. Ve abajo conmigo. No les mientas, solo insinúa la aprobación que
obtuve. Consígueme el equipo, lo configuraré, pero necesito que lo
monitoreen —dijo Mitch.
306
—Según tengo entendido, pueden intervenir su teléfono fácilmente

—ofreció Anne.
—Correcto, y puedo hacerlo yo mismo, pero necesito que la gente

monitoree la actividad, escuche veinticuatro siete, para revisarlo luego.
Quiero sus conversaciones, mensajes y todas las conversaciones. Quiero
todo —dijo Mitch.
—Está bien, ¿y también en la web? —preguntó Anne.
—Si, absolutamente. —Mitch asintió.
—Y nunca le dirás a mi esposo lo que observes, ¿correcto? —

preguntó inesperadamente.
—Absolutamente no. Honor de Explorador. —Sospechó lo que ella

estaba a punto de hacer y levantó los tres dedos, mostrándole una gran
sonrisa.
—Entonces vamos. —Anne estaba de pie, caminando de regreso al

edificio y en una nueva dirección. Ella lo llevó al elevador de carga trasero,
renunciando a los ascensores de empleados estándar en la parte
delantera. Pasó el viaje de dos minutos desabrochando uno de sus
botones superiores de la blusa, enrollando la cintura de su falda una vez
para acortar la longitud, y metió la mano dentro de su sujetador, luego
se detuvo cuando lo sorprendió mirándola, y le hizo un gesto para que se
girara. Mitch lo hizo, sin señalar que no tenía absolutamente ningún
interés en lo que estaba pasando. Cuando se abrieron las puertas, se
revolvió el pelo, y todo lo que Mitch pudo hacer fue mirarla porque había
logrado transformarse de una adecuada asistente administrativa a una
chica sexy número uno en veinte segundos—. Quita esa mirada de tu
cara. Lo estás haciendo evidente —susurró mientras daba un paseo
exagerado frente a él, como si estuviera dando un paseo por una pasarela
imaginaria.
307
Maldición si no había elegido a la persona adecuada para este

trabajo.
Mitch sonrió mientras la seguía. Por primera vez desde que

comenzó a trabajar aquí, no era el centro de atención cuando entraba a
una habitación. Anne dobló una esquina, Mitch la siguió y se detuvo en
seco. Estaba anclada al costado de una repisa cúbica, con los brazos
cruzados, empujando sus senos hacia arriba, y mantuvo una postura
amplia, mostrando una bonita vista de sus piernas de un kilómetro de
largo.
—Jordie, necesito ayuda con algo. ¿Puedes venir conmigo a la sala

de conferencias? —preguntó, su voz un poco baja. Ella tenía toda la
atención del chico.
Mitch se había acercado lo suficiente como para ver que Jordie era
el típico chico nerd informático del FBI. Buscó a tientas sus palabras y
finalmente gruñó:
—Claro.
Jordie no vio a Mitch cuando dobló la esquina de su cubículo y

siguió a Anne a una pequeña habitación.
Mitch los siguió y cerró la puerta cuando entraron. Era la primera

vez que Jordie miraba en su dirección. La mirada llena de lujuria se volvió
algo aterrada hasta que Anne se hizo cargo nuevamente.
—Jordie, este es el nuevo Alguacil que trabaja para el Director

Young, ¿recuerdas que te conté sobre él? —preguntó ella y cruzó las
piernas delante de él. Maldición, era buena.
—Encantado de conocerte —respondió Jordie, extendiendo una

mano, pero sus ojos seguían centrados en Anne.
308
—Están buscando a alguien para ayudar en la investigación.

Alguien que no diga una palabra, mantenga las cosas en secreto. Les dije
que conozco a la persona. Eres inteligente, confiable y sé que pondrás
todo de tu parte. Te he visto trabajar durante años, ¿qué dices? ¿Los
ayudarás? —preguntó y agitó sus pestañas un poco.
—¿Que necesito hacer? —preguntó, y por primera vez desde que

entraron en la habitación, Mitch sintió que el tipo tenía un cerebro en la
cabeza.
—Bueno, el Ayudante del Alguacil Knox conoce mejor los entresijos.

Sabes que él es quien el Director Young asignó personalmente para
manejar este caso. —Mitch la miró. Ella era inteligente como la mierda.
Ni una vez dijo que el director aprobaba esto, pero usó su nombre dos
veces y lo implicó por todas partes.
—Necesito monitorear la actividad de alguien a través de su celular

y en línea. Necesito equipos. Pondré las escuchas telefónicas en su oficina
yo mismo. Solo necesito monitorear el teléfono celular y en la web —dijo
Mitch rápidamente.
—¿Quién va a monitorearlo una vez que esté configurado? —

preguntó Jordie. Parecía emocionado ante la perspectiva. Finalmente,
algo que apartó los ojos de Jordie de los senos de Anne.
—Podríamos usar tu ayuda —ofreció Mitch.
—¿Eso es todo lo que necesitas? —preguntó Jordie, actuar así era

la cosa más fácil del mundo. Aaron probablemente habría dicho lo
mismo.
—Eso es todo, hombre. Veo que Anne me trajo a la persona

adecuada. —Eso hizo que Jordie se enderezara en su silla.
—¿Cómo quieres que funcione? —preguntó Jordie.
309
—Puedes hacerlo a través de mí. Mitch me dará todos los detalles

tal como los conoce. Tan pronto como los tenga, te los enviaré y así
comenzamos —explicó ella.
—Está bien, comenzaré tan pronto como me des luz verde. También
me mantendré en contacto contigo, Anne. ¿Lo sabe tu marido? —Había
desdén en su voz. Jordie debió haber estado enamorado de Anne por un
tiempo.
—Absolutamente no —respondió Anne, dirigiéndole al chico de la

computadora una gran sonrisa.
—Entonces hablaremos en código —instruyó Jordie.
—Eso sería genial, Jordie. —Anne se levantó, toda piernas y pechos

en la cara de Jordie—. ¡Muchas gracias! —Ella lo besó en la mejilla. Qué
bien que estaba de su lado.
310
Capítulo 34
Una vez que la orden llegó, Mitch expuso su plan a Connors y
Brown en una reunión privada a puerta cerrada. Mitch estaba preparado
para luchar hasta la muerte para asegurarse que Connors no
abandonara esa oficina y le contara a alguien su estrategia para abordar
el caso.
Connors lo tomó por sorpresa cuando declaró su total aceptación

de las escuchas telefónicas, e incluso le agradeció por tomar las medidas
para que un juez federal revisara el caso.
Connors dio un paso al frente y comenzó a pedir favores a la breve

lista de su personal de apoyo de confianza. Como agente principal, nadie
lo cuestionó cuando solicitó vigilancia en el lugar, durante todo el día,
tanto en la cafetería como en el monitoreo de las escuchas que planeaban
colocar.
—Se están moviendo. Deberían estar frente a la cafetería dentro de

una hora —dijo Connors mientras colgaba el teléfono.
Mitch en realidad extendió la mano sobre la mesa y chocó los cinco

con el tipo.
—Pensé que pelearías conmigo.
—Nos dijeron que usáramos los medios necesarios para cerrar este
caso. Cubriste nuestros traseros, y como ya no sabemos en quién confiar,
no es como si pudiéramos pedir permiso —razonó Connors, y Mitch se
preguntó en ese momento si los extraterrestres se habían apoderado del
cuerpo de su compañero temporal.
311
—Mejor pedir perdón, que pedir permiso de todos modos —agregó

Kreed. Mitch se inclinó y chocaron los puños. Ese había sido el lema de
ambos durante los años que habían trabajado juntos.
—¿Entonces entrarán a la oficina esta noche? —preguntó Brown.
—Sí. Él será la distracción. —Mitch enganchó su pulgar hacia

Kreed.
—Puedo causar un poco de caos —afirmó Kreed con confianza—.

Pondré el dispositivo debajo de la barra mientras Knox trabaja en la
oficina. Connors, tú y Brown estarán vigilando para verificar que todo
funcione.
—Tendré una camioneta de vigilancia a una manzana. Pueden

captar ambas señales según sea necesario.
—Jordie también está pirateando la computadora de DeGeorge y

configurando las escuchas en línea en su casa y oficina —agregó Mitch.
—Anne debe estar involucrada. Hace lo que sea para impresionarla.

—Brown rió.
—Y que lo digas. Era masilla en sus manos —agregó Mitch,

riéndose cuando pensó en la eficacia con la que lo había trabajado.
—Entonces, ¿cuánto tiempo le damos para que funcione? —

preguntó Brown.
—Nuestra orden nos da tres semanas, pero con nuestra presencia

allí, no debería ser más que un par de días, no más de una semana. Si
DeGeorge se asusta, lo sabremos. Además, ocho golpes en nueve meses
dictan que es hora de otro. Ahora deben estar engreídos como el infierno
—dijo Mitch.
312
—Tendremos que tomar turnos. Alguien debería estar vigilado en

todo momento —detalló Kreed.
—No es así como funciona aquí —comenzó Connors.
—Somos Alguaciles tras un fugitivo. Definitivamente es cómo

funciona con nosotros —dijo Mitch.
—Pero todavía no tenemos un fugitivo. Déjalos hacer su trabajo.

Nos mantendrán actualizados —sugirió Connors.
—Tomas el primer turno —dijo Mitch a Kreed, ignorando a Connors

por completo.
—Tomaré el próximo —ofreció Brown.
—Entonces eso me deja el turno de la noche, porque Connors tiene

una familia: tiene el turno de la mañana. ¡Muchas gracias! —Mitch fingió
una sonrisa.
—¡Lo que sea, hombre! Eso te dará tiempo de sobra para el sexo
con tu novio y aún así dormir un par de horas. —Kreed dirigió su sonrisa
directamente hacia él. Mitch le sacó el dedo y tomó lo más cercano a él,
su engrapadora, y se la arrojó a Kreed, quien la atrapó antes que pudiera
hacer contacto con su cabeza.
—Cierra la jodida boca, hombre. —Mitch no pudo evitar la sonrisa

que apareció en su rostro.
Kreed hizo sonidos de besos y se burló de él con un teléfono falso

en la mano.
—Te llamaré tan pronto como pueda... Ya te extraño... ¡Ohh! Sí,

así... —Kreed salió de la habitación, pero su risa se escuchó en el pasillo.
313
—Para que conste, no sueno así —dijo Mitch afablemente a

Connors y Brown. No le importaba lo que pensaran. Planeaba tener a
Cody para él. Todos necesitaban acostumbrarse a él.
314
Capítulo 35
Mitch y Kreed entraron en la cafetería un poco antes de cerrar. La
hora del día en que el personal estaba al final de su turno, listo para
cerrar las puertas, limpiar el lugar y salir de Dodge. Aprendió desde el
principio que este era siempre el momento perfecto para obtener
información o tener acceso gratuito a casi cualquier cosa en el edificio. A
nadie parecía importarle.
Kreed asumió el trabajo de distractor. Si era posible, plantaría un

dispositivo debajo del mostrador principal. Mitch se encargaría del resto
del lugar, incluida la oficina personal de DeGeorge. Brown, junto con el
equipo de vigilancia, estaba estacionado en una camioneta sin marcar al
final de la calle.
Por suerte, una mujer joven atendió el mostrador. Las estrellas y la

luna debían haberse alineado porque Kreed podía ser muy encantador en
ciertas situaciones. Las chicas generalmente perdían la cabeza en lo que
a él respectaba.
—Hola, ojos bonitos, ¿te tienen trabajando aquí sola esta noche?
—preguntó Kreed en un profundo acento sureño. Mitch observó cómo la
sonrisa de la chica se hacía más grande y sus ojos brillaban.
—No, Denise está atrás, preparándose para cerrar. Pero ustedes

vinieron ayer, ¿no? Estabas con los investigadores, ¿verdad? —preguntó,
alegre y ansiosa por hablar.
—Tienes muy buena memoria, Jazzy. Estoy impresionado —dijo

Kreed, mirándola fijamente a los ojos, anclando un brazo sobre el
mostrador.
315
—¿Han descubierto lo que le pasó a Elliot Greyson? —preguntó.
—Solo echo una mano. Soy Ayudante del Alguacil de EE.UU., Pero
este parece un lugar genial. ¿Cuál es la mejor bebida que tienen aquí? —
Kreed la tenía comiendo de su dedo.
—Voy al baño —murmuró Mitch, ni Kreed ni Jazzy, al menos eso

era lo que se leía en su placa de identificación, miraron en su dirección.
—Depende de lo que estés buscando. ¿Quieres una bebida fría o

caliente? —preguntó, su voz se volvió tímida, y al igual que un reloj, Mitch
incluso pronunció las palabras mientras Kreed las decía.
—Siempre me gusta el calor. —Mitch incluso le dio ese guiño que

sabía que Kreed le había otorgado a la chica mientras doblaba la esquina
hacia el baño. En lugar de ir a la izquierda al baño de hombres, fue a la
derecha. Giró el pomo de la puerta y lo encontró cerrado. No había
problema, solo tenía que darse prisa.
Mitch metió la mano en el bolsillo de su chaqueta, sacó un pequeño

estuche de cuero negro y, en cuestión de segundos, desbloqueó la
cerradura. Entró rápidamente, cerrando la puerta detrás de él. La oficina
estaba llena de cajas y el escritorio estaba lleno de papeles. En realidad,
el desorden llenaba todo el espacio. Mejor para él. Mitch trabajó rápido
para insertar el dispositivo de escucha en el teléfono. Una vez
completado, marcó el celular de Brown para asegurarse que estaban
captando la señal.
—Kreed trabaja más rápido que tú —dijo Brown mientras

contestaba el teléfono.
—Jódete, ¿puedes obtener una señal? —dijo Mitch.
—Espera, están trabajando en ello.
316
—No tengo todo el día —agregó Mitch.
—Lo consiguieron —respondió Brown. El triunfo de Mitch duró

poco cuando escuchó que se insertaba una llave en el pomo de la puerta.
—Mierda —susurró y silenciosamente colocó el teléfono

nuevamente en la base antes de agacharse al único lugar que pudo
encontrar para esconderse en la oficina abarrotada. Se deslizó debajo del
escritorio. No era el mejor lugar, pero tal vez esto le daría un poco más
de tiempo antes de ser visto.
—Las tazas de espuma de poliestireno están aquí —oyó decir a

Jazzy cuando abrió la puerta. ¡Mierda! ¿Dónde diablos estás, Sinacola?
—¿No es esta la oficina? —Mitch puso los ojos en blanco,

agradeciendo a Dios por el buen karma que le arrojaban cuando escuchó
la voz de su amigo.
—Sí, es un desastre en este momento —dijo mientras entraba a la

oscura oficina. Las luces se encendieron, cegando a Mitch, y él empujó
su cuerpo aún más bajo en el escritorio.
—Aquí, déjame llevar eso por ti. —La suave voz de Kreed casi lo
hizo reír. Podía imaginarse a Kreed batiendo las pestañas.
—Puedo hacerlo —dijo, pero su tono era claro: me encantaría que

lo llevaras para mí.
—¿Algo más? —Kreed arrastró las palabras.
—Necesito ingresar las ventas de la noche, pero puedo hacerlo

después que te vayas. Tu amigo ha estado en el baño mucho tiempo.
Espero que esté bien —dijo. Mitch se dio cuenta que se estaba retirando
hacia la puerta, gracias a Dios.
317
—Tiene el síndrome de intestino irritable. Lo mantendrá allí un rato

—dijo Kreed en voz baja, como si le estuviera contando un secreto, y en
ese momento, Mitch decidió patear el trasero de Kreed cuando salieran
de allí. Además, ¿cómo coño la había dejado venir a esta oficina?
—Oh, pobre hombre, mi abuelo tiene eso. No siempre puede llegar

al baño a tiempo. —Mitch frunció el ceño cuando la luz se apagó y la
puerta se cerró detrás de ellos.
—Hijo de puta —siseó Mitch, saliendo de debajo del escritorio. Su

gran cuerpo no estaba hecho para lugares tan apretados, y rodó los
hombros y luego el cuello.
Necesitaba volver a llamar a Brown. Aparentemente no había

colgado el teléfono de la oficina en su carrera para meterse debajo del
escritorio. Estaba ligeramente torcido en la base.
—¿Todavía están ahí? —preguntó, levantando el teléfono.
—¿Síndrome del intestino irritable? —preguntó Brown. Mitch podía

escucharlos a todos riéndose en el fondo.
—Jódete. ¿Qué más haré aquí? —siseó Mitch, pasándose los dedos
por la mandíbula.
—Enciende la computadora —dijo Brown, todavía riendo. Mitch no

dijo una palabra cuando se acercó a la CPU y presionó el botón. La
pantalla se iluminó lentamente y esperó las siguientes instrucciones de
Brown.
—Está bien, estamos dentro —dijo.
—¿Todo está bien? —Mitch quería confirmación antes de irse. Esta

podría ser la única oportunidad que tenían.
318
—Sí, sal de ahí —dijo Brown, y Mitch desconectó la llamada. Revisó

el teléfono dos veces, asegurándose que estuviera en su lugar, y fue hacia
la puerta. Con la oreja pegada a la puerta, escuchó por cualquier sonido
en el pasillo. Cuando no escuchó nada, abrió y salió, cerciorándose que
la cerradura volviera a bloquearse cuando cerró la puerta. Kreed ahora
había captado la atención de ambas mujeres y estaba hablando en el
frente de la tienda.
—Oye, amigo, ¿todo bien? —preguntó Kreed, actuando

preocupado. Mitch arqueó una ceja, pero permaneció en silencio—.
Supongo que eso significa que no. —Kreed fingió hacer una mueca.
—Lo lamento. Sé que es difícil lidiar con eso —dijo Jazzy, con
simpatía escrita en toda su cara. Él asintió y le dio una pequeña sonrisa.
—¿Estás listo? —Mitch se volvió hacia Kreed.
—¿Qué, no quieres una bebida ahora? —preguntó Kreed,

sosteniendo su taza en la mano. La levantó, tomando un trago largo para
ocultar su sonrisa.
—No, no quiero. —Mitch se dio la vuelta y salió del edificio. Cada

palabra que pronunciaban estaba siendo grabada y no le daría
municiones a ese grupo para acosarlo. Kreed tardó un poco más en salir.
Cuando lo hizo, le tendió un trozo de papel.
—Jódete, debería patearte el trasero —murmuró Mitch,

acercándose a su coche.
—Pero no lo harás. —Kreed se rio entre dientes.
—Podría. ¿Síndrome del intestino irritable? Me estás tomando el

pelo, ¿eso es todo lo que se te ocurrió? —Mitch abrió la puerta y se deslizó
en el asiento del conductor.
319
—Tenía que pensar rápido —dijo Kreed, cerrando la puerta del

pasajero y poniéndose el cinturón de seguridad.
—Tu trabajo era mantenerla fuera de la puta oficina —siseó Mitch,

encendiendo el SUV.
—¿Cómo se suponía que debía saber que allí guardaban las jodidas
tazas de espuma de poliestireno? Hice más ruido que una manada de
elefantes mientras bajábamos por el pasillo. Tuviste tiempo para
esconderte. —El teléfono de Mitch comenzó a sonar mientras salía de su
lugar de estacionamiento.
—Eres el peor compañero de mierda del planeta. Hola —ladró al

teléfono.
—¿Es un mal momento? —preguntó Cody, y las plumas rizadas de

Mitch se calmaron de inmediato. Esta era la primera vez que Cody lo
llamaba de forma espontánea y voluntaria. Podía sentir la sonrisa
extendiéndose en su rostro.
—No, claro que no. No para ti. ¿Qué estás haciendo? —Su voz se
volvió más suave y su corazón se aceleró.
—Oh, Dios, aquí vamos de nuevo —dijo Kreed mientras ponía los
ojos en blanco y se desplomaba en el asiento, siendo completamente
dramático.
—Jódete —le gruñó a Kreed, pero ahora estaba de muy buen

humor para hablar en serio. Le dio a Kreed su mirada de lo digo en serio
antes de continuar—. Ignóralo, Cody. Acabamos de dejar una tarea que
él jodió, pero no quiero hablar de eso. Prefiero hablar de ti. ¿Qué harás
esta noche?
***
320
Cody se tendió en su cama completamente desnudo, su polla

endurecida en su mano. Eran las once en punto en Texas, así que era
medianoche en DC, y estaba más que listo para algo de ese sexo telefónico
tan caliente como el infierno que Mitch era tan bueno dándole. Incluso
había puesto su computadora portátil en la cama en caso que Mitch
pudiera conectarse a Skype. Había llegado a amar sus sesiones de video
chat.
Pero maldita sea si su noche no se había detenido por completo.

Mitch estaba con alguien, bueno, con su amigo Kreed. ¿Ahora cómo
demonios respondía la pregunta que le hizo? ¿Qué haría esta noche? No
podía decir lo que realmente quería. Lo cual era masturbarse con Mitch.
—¿Es un mal momento? —preguntó de nuevo, tratando de

mantener su voz uniforme. Mitch guardó silencio por un minuto, tal vez
incluso se dio cuenta, tal vez no, pero Cody esperó a que respondiera.
—No es un buen momento para mí, pero suenas como si estuvieras

listo. —La voz de Mitch bajó a poco más que un susurro.
—Todavía puedo escucharte, imbécil. Estoy sentado a tu lado —

dijo Kreed lo suficientemente fuerte como para que Cody lo oyera.
—Puedo llamarte más tarde. —Cody de repente deseó no haber

hecho esta llamada. Debería haber enviado un mensaje primero, pero
Mitch lo detuvo.
—No, espera —respondió Mitch, y Cody pudo escuchar el chirrido

de los neumáticos del automóvil en el fondo.
—¿Qué demonios? ¿Estás tratando de matarnos? —gritó Kreed.
—Cállate —gruñó Mitch y Cody escuchó el portazo de la puerta del

auto—. Está bien, estamos solos ahora.
321
—¿Qué hiciste? —preguntó Cody, completamente confundido.
—Me detuve y salí. Entonces, ¿qué estás haciendo realmente? —

cuestionó Mitch. La mente de Cody tardó un segundo en ir en tantas
direcciones diferentes.
—Estaba pensando en ti —confesó, sintiéndose un poco vulnerable

y aún preocupado de haber hecho esta llamada.
—Siempre estás en mi mente. ¿Estás solo? —quiso saber Mitch,

arreglando todo nuevamente en el mundo de Cody.
—Sí.
—¿Estás desnudo? —ronroneó. Cody podía escuchar la sonrisa en

el tono de Mitch. También lo hizo sonreír, y volvió a alcanzar su polla.
—Si. —El calor de su sonrojo le calentó las mejillas. Había pasado

de estar encendido a perder la erección y a volver a estar tan encendido
en cuestión de dos o tres minutos, y todo sucedía con el sonido de la voz
de Mitch. Se agarró a sí mismo, moviendo su puño arriba y abajo de su
eje hinchado.
—¿Te estás tocando? Apuesto a que lo estás haciendo. Desearía

estar allí para hacer eso por ti. —Cody no dijo nada porque quería
exactamente eso en este momento—. Quiero ser yo tocándote,
acariciándote, Cody. Probando, chupando hasta que dejes ir tu carga.
Mmm... maldición. Solo pensar en ti jodiéndome la boca... —La bocina
del coche de Mitch sonó en el fondo. Cody escuchó a Mitch maldecir por
lo bajo. Había estado tan cerca y estaba tan caliente como el infierno. Su
polla lloró de necesidad. Kreed debió haber bajado la ventanilla porque
podía escucharlo gritarle a Mitch.
322
—Entra en el coche. Sé lo que estás haciendo. Tienes que estar de

guardia esta noche. Fóllalo por teléfono más tarde, Mitch. Trabajo antes
que placer. —Y Kreed volvió a tocar la bocina.
—Necesitas irte. —Cody no pudo evitar la decepción, pero lo

entendió completamente. Tenía muchas imágenes de Mitch en su
colección de imágenes mentales, por lo que estaría bien.
—Es un dolor en el culo —gruñó Mitch al teléfono. A Cody le

encantaba ese gruñido sexy que hacía Mitch, y también a su polla.
—Es tu compañero. Estás en un gran caso. No debería haber

llamado.
—No. No dejes de llamar. Me encanta cuando me llamas. Es solo

que tengo vigilancia esta noche, y saldré alrededor de las seis de la
mañana. ¿Puedo llamarte entonces? —Mitch sonaba esperanzado.
—Estamos en la última etapa de reparación de la línea de la cerca.

Me reuniré con mis hermanos a las cinco. Tenemos que hacerlo antes
que vuelva a trabajar —respondió Cody. Todavía se agarraba con fuerza.
Terminaría esto cuando colgara.
—¡Maldición! Entonces llámame cuando te tomes un descanso —

indicó Mitch.
—Necesitas dormir alguna vez, Mitch.
—Solo llámame —repitió Mitch, y la bocina volvió a sonar en el

fondo—. Vaquero, quiero que me envíes una foto tuya ahora mismo.
Obtén ese ángulo de la cámara web cuando lo pongas en la mesita de
noche o donde esté cerca de tu cabeza. Y prométeme que seguirás
haciendo lo que estás haciendo, solo asegúrate que es en mí en quien
piensas. Son mis labios sobre ti, mis dedos dentro de ti, complaciéndote
hasta que explotes. Y espero que digas mi nombre cuando te corras.
323
—No creo que eso sea un problema, pero no estoy seguro de esa
foto. —Cody continuó acariciándose con el sonido de la voz de Mitch.
—Prometo protegerla con mi vida. Nadie lo sabrá —murmuró Mitch

suavemente—. Necesito verte así. Extraño que estemos juntos.
Cody montó su puño más fuerte y más rápido con cada palabra
que decía Mitch. La imagen de la boca de Mitch en su polla hizo que sus
bolas hormiguearan y se apretaran contra su cuerpo.
—Eres todo en lo que puedo pensar... —Cody pronunció las

palabras que tenía tan secretamente dentro de su corazón mientras
bombeaba en su puño por última vez, su cuerpo se arqueó cuando el
calor espeso le salpicó el estómago y el pecho—. Mitch —exhaló con un
largo gemido.
—Dios, me estás matando, Turner, estoy jodidamente duro en este

momento. Voy a ir allí tan pronto como pueda. Y será mejor que estés
listo para mí. —Cody no dijo nada, ni se limpió de inmediato.
Simplemente se quedó allí, con los ojos cerrados, pensando en los labios
carnosos de Mitch y esos hoyuelos perfectos—. ¡A la mierda! Realmente
me gustas mucho. Más que mucho. —Mitch susurró su confesión.
—Me siento igual —suspiró Cody. Le encantaba escuchar esas

palabras de Mitch, especialmente después de lo que dejó escapar. Su
cuerpo estaba completamente relajado ahora, envuelto en un estado de
dicha.
—Solo me lo dirás a mí, a nadie más. Me estás guardando el lugar,

¿verdad? —La bocina volvió a sonar.
—Sí —respondió Cody en voz baja.
324
—Lo estoy intentando, Cody. No sé cuándo volveré a verte, pero lo

estoy intentando —dijo Mitch. Su voz sonaba un poco desesperada. Cody
no tenía idea de lo que estaba intentando, lo que Mitch quería decir.
—Yo también quiero verte —respondió finalmente.
—Bien, tengo que patear el trasero de Kreed. Te hablaré mañana.

Dulces sueños, vaquero. —Mitch terminó la llamada.
Cody aún se negó a moverse y se quedó allí en silencio

contemplando todo lo que acababan de decirse. Había planeado un poco
de sexo telefónico, no confesiones del corazón. Le gustaba Mitch. Le
gustaba mucho. Quizás un poco demasiado. Mañana se preocuparía por
las repercusiones de admitir su interés en alguien tan extraordinario
como Mitch Knox.
325
Capítulo 36
Los días se convirtieron en una semana mientras Mitch y el equipo
escuchaban interminables horas de conversación de cafetería y
conversaciones privadas del propietario. Habían leído innumerables
páginas de transcripciones y nada revelaba algo que pudieran usar. En
el último informe, leyó un sermón de la iglesia al que asistía DeGeorge y
hasta la fecha fue lo más importante que habían aprendido sobre el
hombre. Al menos en el exterior, era un hombre amable y piadoso. Mitch
arrojó el informe sobre el escritorio que lo separaba de Kreed.
—Tu instinto se equivocó esta vez —dijo Mitch.
—No, nada de eso. Simplemente demuestra lo que siempre hemos

sabido. Son inteligentes y saben cómo trabajar. —Kreed lo miró y recogió
el archivo.
—¿Y ahora qué? ¿Lo seguimos hasta el comedor público y la

iglesia? —Mitch se pasó una mano por el pelo y se recostó en la silla.
Estaba enojado porque no estaban llegando a ninguna parte.
—Tendremos que hacerlo —respondió Kreed. Mitch buscó el

teléfono de su oficina y llamó a Connors.
—¿Puedes venir aquí?
—Claro, espera —dijo Connors en el otro extremo de la línea. Mitch

colgó el teléfono y volvió a mirar a Kreed.
—No va a estar de acuerdo. —Mitch estiró las piernas delante de él

y juntó los dedos, entrelazándolos, y apoyó la barbilla sobre los nudillos.
326
—¿Por qué no? —cuestionó Kreed, una mirada confundida cruzó

su rostro.
—Presupuestos. —Mitch se encogió de hombros y golpeó

fuertemente los nudillos contra el escritorio.
—Mitch, te digo que si quieres respuestas, las obtendrás de

DeGeorge. —Mitch pensaba en lo que Kreed acababa de decir cuando
Connors entró en la habitación y miró entre ellos.
—¿Y qué hay del encubrimiento? ¿Podríamos colocar a alguien en

el interior? —preguntó Mitch.
—No tenemos nada que nos ayude a justificar gastar dinero o mano
de obra en algo así —dijo Connors, apoyándose contra el marco de la
puerta—. Tendríamos que obtener la aprobación. ¿Qué decimos?
Necesitamos más para seguir que solo un presentimiento. —Connors
miró a Kreed y luego a Mitch—. Mira, se supone que no debo decir nada,
pero el director piensa que esto necesita un cambio. Él piensa que el caso
necesita ojos nuevos.
—No me habías dicho eso —habló Mitch.
—¿No me escuchaste decir que se supone no debo decirlo? Tu

director está luchando duro para mantenerte en el caso, pero sabes cómo
me siento. No estamos avanzando, Knox.
—Tonterías —dijo Kreed—. Te dije que las respuestas están con el

dueño de la cafetería. Infiltren a alguien y algo se romperá.
—Y los Alguaciles están reduciendo a la mitad este presupuesto —

agregó Mitch—. Puedo involucrar más al Director Skinner. Haz que
apruebe la infiltración.
327
—Mira, se rumorea que tenemos una agente encubierta. Ella será

reasignada pronto. Es buena. Déjenme ver si está disponible. No nos la
prestarán por mucho tiempo, pero es lo suficientemente buena como para
ver las cosas rápidamente. —Connors no esperó su aprobación, solo
salió.
Connors regresó aproximadamente una hora después con una

sonrisa en su rostro. Kreed estaba en su turno de vigilancia y Brown se
paseaba de un lado a otro. Tanto Mitch como Brown dejaron de hacer lo
que estaban haciendo y fruncieron el ceño, concentrándose en Connors.
—La tenemos, a partir del lunes —anunció Connors y le tendió la

mano para chocar los cinco. Recibió una ronda de palmadas entusiastas
a cambio.
—¡Sí! ¡Increíble! ¿Cómo la conseguiste? —preguntó.
—Lo acabo de exponer. Incluso el instinto de Kreed, que tuvo peso

porque cierra la mayoría de sus casos... —dijo Connors.
—Quieres decir todos. Apostaré cien dólares a Kreed en este

también —respondió Mitch antes que Connors pudiera terminar su
oración.
—Voy a aceptar tu apuesta, pero estuvieron de acuerdo con todo.

Me ofrecieron un agente menos experimentado, menos experimentado
para mí, pero dije que esperaríamos. Solo son cinco días. Se abrirá
camino y sabremos con bastante rapidez si estamos ladrándole al árbol
equivocado —le aseguró Connors.
—¿Cuándo puedo conocerla? —preguntó Mitch.
—Tal vez el viernes. Se espera que cierre su caso el jueves.
328
—¡Excelentes noticias! —Mitch estaba entusiasmado con el nuevo

desarrollo—. Llamaré a Kreed. —Mitch marcó el número de Kreed de
inmediato y le saltó al buzón de voz. Dejó un mensaje, rezando
internamente porque la intuición de Kreed no se equivocara esta vez.
329
Capítulo 37
Cody finalmente asintió a algunos niños que estaban al otro lado
de la calle. Lo habían estado mirando durante al menos los últimos cinco
minutos. Se dio cuenta que estaban en una excursión y de vez en cuando
los oía hablar de él mientras esperaban pacientemente en la cola para
hacer el recorrido por el edificio del capitolio. Cody había venido en los
últimos días que había estado en el campo, los niños pequeños estaban
fascinados por un oficial a caballo.
Él lo entendía. La mayoría de niños lo miraba cada vez que vestía

uniforme. Muchos eventualmente reunían el valor para venir y hablar con
él cada vez que tenían la oportunidad. Y a todos los niños les encantaban
los caballos, pero junta los dos y los niños se sentían atraídos por Ranger
y él como las polillas a una llama. Y para colmo, su caballo amaba la
atención.
A veces, los padres dejaban que sus hijos se acercaran lo suficiente

como para hablar con él y tocar a Ranger. Era consciente de sus acciones,
cuidadoso de cómo manejaba su montura. En los últimos días, había
conocido a muchas personas interesantes. Disfrutaba su trabajo, y
esperaba que se notara, saludando a los turistas con los que se
encontraba, y siempre devolviéndoles una sonrisa.
Para Cody, estar en la aplicación de la ley significaba que

necesitaba mantener un cierto estándar. Tenía que seguir siendo un fiel
profesional.
Cody se aferró a las riendas y llevó a Ranger a la sombra. Tenían

un descanso, pero estaba tan entusiasmado con el trabajo que no quería
irse. Tampoco quería presionar demasiado a Ranger.
330
Se acababan de conocer.
Su teléfono vibró en su bolsillo. Sonó el débil silbido, y esta vez,

tuvo que luchar realmente contra la sonrisa. Gracias a Dios nadie
escuchó ese tono de llamada. Había pensado que había silenciado por
completo su teléfono. Hombre, el infierno que obtendría si alguno de su
equipo escuchara eso.
No debería haberlo hecho, pero dado que Mitch había estado en su

mente veinticuatro siete, palmeó su teléfono, vigilando a la multitud
mientras leía el mensaje.
¿Puedes hablar? Había escrito Mitch.
En lugar de enviar un mensaje y perder los preciosos minutos que

tenía, Cody decidió llamar.
—¡Cierra la puerta al salir! —Así fue como Mitch contestó el

teléfono—. Hey.
—¿Es un mal momento? Supuse que podías hablar —respondió

Cody.
—No, está bien. Estoy esperando que Kreed vuelva a llamar. ¿Qué
estás haciendo?
—Trabajando, Ranger y yo estamos tomando un descanso. Así que

no puedo hablar mucho. —Ranger cambió su peso debajo de Cody.
—¿Estás fuera? Escucho... mucho ruido. ¿Viento tal vez? —

preguntó Mitch.
—Sí, estoy sobre Ranger y el capitolio está lleno de turistas hoy —

respondió Cody.
—¿Estás sobre tu caballo ahora mismo? —preguntó Mitch.
331
—Sí, probablemente no debería haber llamado.
—No, deberías, eso es caliente. Maldición, las imágenes que hay en

mi cerebro, vaquero. —Cody guardó silencio—. Tómate un selfie —instó
Mitch.
—No me tomaré una foto sobre este caballo —dijo Cody.
—Por favor, tómate una foto. Quiero verte montando y con

uniforme —insistió Mitch.
—Mitch... —comenzó, pero el hombre lo interrumpió.
—Voy a colgar ahora para que puedas tomar la foto y enviarme un

mensaje —dijo, y luego colgó. Un mensaje llegó de inmediato.
Date prisa. No lo pienses demasiado. Simplemente hazlo.
Y Cody lo hizo. Abrió el botón de la cámara en su teléfono, estiró el

brazo e hizo clic. Nunca había hecho algo así en el trabajo. Ni siquiera se
permitió considerar lo inapropiado de sus acciones. La toma era
incómoda, pero lo mostraba a él y parte de la silla de montar y un poco
del cuello y la melena oscura de Ranger. Le envió la foto a Mitch, antes
de volver a dejar el teléfono en el bolsillo de la camisa.
No pensé que pudieras ser más sexy que cuando estás acostado
debajo de mí. Me demostraste que estaba equivocado. Ponte eso cuando te
vea la próxima vez. El mensaje de Mitch volvió rápidamente.
Cody sintió el sonrojo en sus mejillas al mismo tiempo que su polla

se endurecía. Tiró de su sombrero de patrullero más abajo sobre su
cabeza y se ajustó en la silla, nada ayudó. Empujó a Ranger hacia
adelante y obligó a su mente a volver al trabajo. Mitch Knox era
exactamente la distracción sobre la que su hermana siempre le había
332
advertido, pero de alguna manera no podía importarle menos. Daba la

bienvenida a la distracción si eso significaba mantener a Mitch cerca.
***
Si Mitch se sentaba allí mirando esa foto de Cody, se quedaría con

una erección completa y sin forma de aliviarla mientras estaba sentado
en el medio del edificio del FBI, por lo que cerró la imagen y redirigió sus
pensamientos mientras le marcaba de nuevo a Kreed.
—Finalmente obtuvimos el visto bueno que necesitábamos. Es

mejor que tengas razón en esto. Puse cien dólares a tu favor. ¡Tendremos
a alguien infiltrado a partir del lunes! —dijo Mitch antes que Kreed
pudiera siquiera hablar.
—Tengo que ir a casa —Kreed habló en voz baja. Kreed era como
un hermano para él, y ese tono lo preocupó.
—Oye, hombre, no puedes abrir la puerta de la furgoneta así. —

Mitch escuchó decir a alguien, luego oyó que la puerta se cerraba de
golpe.
—¿Qué pasa? —interrogó Mitch. Sea lo que sea, tenía que ser malo.
—Mi hermano menor fue asesinado. —Mitch podía escuchar el

dolor en la voz de Kreed mientras trataba de registrar las palabras.
—¿Qué? Pensé que estaba en San Antonio. ¿Estaba en despliegue?

¿Qué pasó? Lo siento, hombre. —Mitch se sentó derecho en su silla. Su
corazón se rompió cuando la conmoción momentánea desapareció, y la
realidad se asentó.
—Gracias. No, mi papá dijo que fue un accidente en un ejercicio de

entrenamiento, algo así. Acababa de mudarse a casa con mis padres.
333
Dijeron que decidió no volver a alistarse. Rechazó las órdenes y estaba

esperando retirarse. Ni siquiera lo sabía.
—Kreed, hombre. Lo siento mucho.
—Tengo que ir a casa. Liberaron el cuerpo anoche. No vi su

llamada. Hombre, mi madre es un desastre.
La voz de Kreed se quebró mientras hablaba. Mitch podía escuchar

la tristeza en sus palabras. Tal vez las lágrimas habían comenzado, pero
no habría forma que Kreed se lo hiciera saber.
—Voy en camino. Te llevaré al aeropuerto. —Mitch se levantó de un

salto, buscando sus llaves.
—No, estoy marcando un taxi ahora. Lamento dejar el caso así —

se disculpó Kreed.
—No te preocupes por eso. ¿Tienen algún detalle del funeral? —

Mitch se apoyó contra el escritorio, sin saber exactamente qué hacer.
Odiaba la impotencia.
—No lo sé. Te enviaré un mensaje cuando sepa más —dijo Kreed, y

Mitch escuchó el fuerte silbido de Kreed. El que detendría cualquier taxi
en movimiento dentro de un radio de un kilómetro y medio.
—Estaré allí —prometió Mitch.
—No tienes que venir. Necesito llegar a Dulles International —dijo

Kreed, luego Mitch pudo escuchar al taxista decir algo.
—Haré que Ellen te consiga un boleto —ofreció Mitch.
—Acabo de hablar con ella. Me tengo que ir, Mitch. —La voz de
Kreed se ahogó. Por lo que Mitch recordaba, Kreed solo tenía un hermano
que era varios años más joven que él. Sus padres eran mayores. Mitch
334
los había visto una vez cuando condujeron a través de Texas hasta
México.
Su corazón se rompió un poco más en ese momento. Se prometió a

sí mismo ser mejor con su familia. ¿Y si esto le hubiera pasado él? Tenía
tres sobrinos que no conocía. Bajó la cabeza hasta sus manos antes de
levantarse.
Necesitaba cubrir los turnos de Kreed y encontrar a alguien que los

cubriera a ambos para el funeral. Estaría allí para Kreed. Tenía que
estarlo.
335
Capítulo 38
Cody iba inusualmente tarde y eso lo estresaba más que al hombre
al que se apresuró a recoger.
Los últimos días habían sido difíciles. Cody sabía que Mitch estaba
afligido y rompiéndose el trasero en el trabajo, cubriendo las cargas de
trabajo suyas y de Kreed. Cody estaba empeñado en estar allí para Mitch
este fin de semana. En honor a ese pensamiento, lo menos que pudo
haber hecho fue llegar al Aeropuerto Internacional de Austin-Bergstrom
a tiempo. Pero el tráfico del centro de Austin tenía otras ideas. Las
carreteras habían sido un desastre, algo que no tuvo en cuenta cuando
salió esta noche.
Cody entró en la zona de carga para las llegadas. Llegaba al menos

veinte minutos tarde, probablemente el tiempo suficiente para salir de
reclamo de equipaje, incluso si Mitch había facturado algún equipaje.
Cody condujo lentamente por el estacionamiento, observando a las
personas que estaban afuera. Mitch se destacó como un faro para él.
Lucía impresionante e intimidante, todo al mismo tiempo. Había gente en
la acera con él, pero todos se quedaron atrás, lo que probablemente tenía
algo que ver con el ceño fruncido que llevaba en la cara.
Maldición, esperaba no haber empeorado las cosas.
Cody acercó su camioneta al costado de la acera y empujó la

palanca para aparcar. Abrió su puerta justo cuando Mitch abría la puerta
del pasajero.
—Lamento llegar tarde. —Cody estaba atrapado entre salir de la

camioneta y dejar entrar a Mitch.
336
—No te preocupes. Gracias por recogerme. Podría haber cogido un

taxi —dijo Mitch, manteniendo abierta la puerta del pasajero. Tenía una
mochila y una bolsa de ropa con él. Mitch extendió la mano para colgar
su bolsa de traje en el gancho del asiento trasero cuando Cody entró
completamente y cerró la puerta. Una vez que Mitch resolvió todo, se
deslizó en su asiento y lo miró. Cody extendió la mano y levantó las gafas
de sol de Mitch de sus ojos.
—Te ves exhausto.
—Lo estoy. Por alguna razón, es realmente duro para mí —dijo

Mitch, volviendo a colocar las gafas de sol en su lugar antes de unir su
mano con la de Cody. Todavía se miraban, ninguno dispuesto a ser el
primero en mirar hacia otro lado.
—Ha estado en todas las noticias locales. Siento tu pérdida. Jugué

en la liga menor con él —apretó la mano de Mitch.
—Me preguntaba sobre eso. Tenía tu edad, pensé que habrían ido
a la escuela juntos o algo así. Era sólo un niño. —Mitch suspiró mientras
se reclinaba en su asiento.
—No era un niño. Yo no soy un niño. Al menos no nos veo así. Algo
no está bien con todo esto. —Cody no puso la camioneta en marcha. En
cambio, continuó midiendo la actitud de Mitch.
—Así es el ejército. No están dando ningún detalle. La familia de

Kreed es un desastre. —Mitch señaló hacia el camino—. Deberíamos
ponernos en marcha. El policía dio vueltas un par de veces ahora. Te está
mirando.
—No me van a dar una multa —se rió Cody. Conocía al noventa por
ciento del Departamento de Policía de Austin.
337
Mitch debería saber eso. A regañadientes, Cody soltó la mano de

Mitch y volvió a poner la palanca de cambios en la transmisión.
—Te imaginé manejando una camioneta grande como esta, usando

esa gorra de béisbol que tenías la primera noche que te conocí. Pensé en
eso en el avión. Me alegra que la lleves puesta ahora. —Mitch tomó la
mano de Cody en la suya una vez que se fusionaron con el tráfico.
—¿A dónde te llevo? ¿Vas a la casa de la familia de Kreed? —

preguntó Cody después de sonreírle a Mitch por recordar esos detalles
sobre él.
—Planeaba quedarme contigo, vaquero. Si está bien. —Mitch le

guiñó un ojo.
—Esperaba que lo hicieras, pero ¿primero tienes que pasar por la

casa de la familia? —preguntó Cody.
—Creo que probablemente debería. ¿Te importa ir? —preguntó

Mitch.
—Claro que no. Planeaba ir al funeral mañana. No lo conocía bien,

pero ya sabes. —Cody se encogió de hombros mientras navegaba por las
pequeñas curvas del aeropuerto con el enorme vehículo que conducía con
una sola mano, no dispuesto a liberar a Mitch.
—Bien. Quería que fueras. Simplemente no quería preguntar —dijo

Mitch. Eso sorprendió a Cody. Pensó que estaría solo mañana. Que Mitch
estaría atado con la familia.
—El Departamento de Policía de San Antonio tiene algunas noticias

que Eastfield podría aparecer, pero es solo un homenaje. No pensé que
llegaran a ese tipo de cosas —dijo Cody, eligiendo su ruta desde el
aeropuerto.
338
—Odio a esos cabrones. Maldición, me cabrean. ¿Alguien está

formando una contra-protesta? —preguntó Mitch, mirando en su
dirección, muy preocupado.
—No lo sé. Fue solo cotilleo de algunos de los chicos del trabajo —
respondió Cody, cortando los ojos de un lado a otro entre la carretera y
Mitch.
—¿Saben que Kreed es gay? —preguntó Mitch, ahora

completamente frente a él.
—¿Kreed es gay? —Eso llamó la atención de Cody, porque no lo

sabía.
—Si no lo sabías, probablemente sea una buena señal —respondió

Mitch, sacando su teléfono del bolsillo de la chaqueta.
—¿Kreed es gay? —preguntó de nuevo. Sintió una punzada de celos

apretar su corazón mientras decía el nombre.
—Si. Es por eso que nos hicimos compañeros. Hemos estado

haciendo esto por mucho tiempo. Es solo ahora que la gente lo acepta.
Cuando comencé con todo esto, no lo habría logrado sin él. Siempre me
ha cuidado la espalda. Y yo la suya —respondió Mitch, trabajando en su
teléfono.
—¿Follas con él? —preguntó Cody sin rodeos. Estaba sorprendido

por el grosero uso de las palabras y la posesividad que lo atravesaba. Pero
maldición, ¿por qué era la primera vez que escuchaba sobre esto? Y
absolutamente este no era el momento de tener esta conversación.
Oh, mierda. Soy un idiota. Había estado diciendo que le guardaría

el lugar a Mitch, pero Mitch nunca le había devuelto esa garantía.
339
—No. Por supuesto que no. —La mirada de Mitch se volvió hacia él
mientras esperaba que llamada se conectara. Justo cuando se estaba
preparando para decir más, su atención se desvió al teléfono un segundo
antes de susurrar—: Espera. —Y levantó un dedo pidiendo un minuto—.
Hola, señora Sinacola, soy Mitch Knox. ¿Cómo está?
Cody condujo, sin escuchar a Mitch. Sin tener idea de a dónde iba,
se dirigió hacia San Antonio, llevando a Mitch a ver a la familia, pero con
cada kilómetro que pasaba, el vacío en la boca de su estómago crecía.
Agarró el volante un poco más fuerte de lo normal. ¿Por qué no había
pensado en esto antes? Nunca había cuestionado que Kreed compartiera
una habitación con él la primera noche que estuvo en la ciudad. También
tenía la sensación que Kreed parecía no estar de acuerdo con esta
relación entre ellos. Solo pequeñas cosas que Mitch había dicho, y ahora
entendía completamente por qué. ¡Mierda!
—¿Oye, vaquero? Tierra llamando a Cody. —La voz de Mitch lo sacó

de sus pensamientos. Cody miró a Mitch, que ahora tenía las gafas de sol
puestas sobre su cabeza, y la sonrisa estaba de vuelta, mostrando esos
hermosos hoyuelos. Tal vez era más una sonrisilla, pero los hoyuelos
estaban allí, atrayéndolo, y maldición, si el temor no lo llenaba. Mitch
significaba algo para él, y no le gustaba que Kreed Sinacola fuera gay.
—¿A dónde te llevo? —preguntó Cody, sin compartir sus

pensamientos en voz alta.
—¿En qué estabas pensando tan profundamente? —respondió

Mitch.
Cody no respondió. No pudo. No era el momento oportuno y

necesitaba espacio. Tal vez distancia era la palabra más adecuada.
—¿Estás celoso? —Mitch se volvió en su asiento hacia él.
340
—Por supuesto que no. —Al menos eso era lo que quería que Mitch
pensara.
Se hizo el silencio.
—No tengo sexo con Kreed. Decidimos eso hace mucho tiempo.
Necesitábamos respaldarnos mutuamente, velar por el otro. Es un par de
años mayor que yo. Él venía de un trasfondo militar. Conocía el trato
mucho antes que yo.
Cody miró a Mitch y midió su expresión. Parecía que estaba siendo

honesto y directo.
No podía mirar a Mitch mucho tiempo porque tenía que dividir su

mirada entre el camino y el hombre. Cody finalmente decidió enfocarse
en la carretera.
—¿Nunca has tenido sexo con él?
—No dije eso. Sí, al principio lo hicimos varias veces. Pero eso se
detuvo hace mucho tiempo. Tomamos esa decisión. Se acabó. No tengo
ganas de volver allí nunca más. Él es mi compañero de trabajo, somos
buenos en el campo. Nada más. Lo prometo —le aseguró Mitch.
Cody dejó escapar el suspiro que sostenía, manteniendo sus ojos

en el camino.
—Asumí que estarías manteniendo mi lugar ya que me pediste que

mantuviera el tuyo.
Mitch tomó de nuevo la mano de Cody y volvió a unir sus dedos.
—Es una suposición segura. Mira, no voy a ocultar el hecho que

estoy buscando contigo algo más que solo follar. Ver a Colt Michaels y
Jace Montgomery y conocer su historia me hizo darme cuenta que si les
341
podía pasar a ellos, podía pasarle a cualquiera. Estaba abierto a la idea,

pero sinceramente no pensé que encontraría a nadie. Entonces allí
estabas, sentado en silencio en un rincón, casi invisible. Mi mundo ha
estado bastante conmocionado desde entonces. Conocerte me golpeó en
el culo, Cody. No te voy a mentir sobre eso.
Cody agarró la mano de Mitch con más fuerza.
—¿Entonces es una suposición segura? —preguntó Cody, sin mirar

a Mitch.
—Oh, sí —respondió Mitch y levantó sus manos unidas para un

beso.
—Estoy conduciendo en dirección a San Antonio. No estoy muy

seguro de tus planes. Este es el camino por el que debería ir, ¿verdad? —
preguntó Cody, cambiando de tema.
—Sí, déjame mirar la dirección en mi teléfono.
El estómago de Cody no se revolvió como lo había hecho antes,

incluso podía volver al medio feliz en el que se encontraba cuando
comenzó esta conversación, pero aún así debía tener cuidado. No había
imaginado a Mitch como el tipo de asentarse. De ninguna manera habría
ido allí. Además, vivían en diferentes estados, y eso era suficiente para
hacer todo esto demasiado difícil. Esto era bueno por ahora, pero
necesitaba mantener la cabeza enfocada. Esto iba a terminar. Las
complicaciones se apilaban contra ellos. No importaba cuánto deseara
que no fuera cierto, seis meses a partir de ahora, Mitch Knox sería un
recuerdo.
***
Mitch observó cómo Cody navegaba la gran camioneta por la calle

más antigua del vecindario, esquivando los autos estacionados y los
342
niños que jugaban afuera. Había pasado oficialmente casi todo el mes de
octubre en DC.
Recorrer esta calle le recordaba que Halloween estaba cerca. Tuvo

que mirar su teléfono para ver que en realidad era treinta de octubre.
Esta parte del país era cálida y acogedora. Ya algunas calabazas

talladas brillaban afuera. Se estaban colgando decoraciones. ¿Cuándo
había rivalizado Halloween con la Navidad para la decoración del hogar?
—Justo aquí —dijo Mitch, señalando a la casa que tenía autos

llenando el camino de entrada y todo a lo largo del camino—. Ese es
Kreed. —Mitch hizo un gesto hacia el tipo que estaba encima de una
escalera, haciendo algún tipo de reparación. Un hombre mayor estaba al
pie de la escalera, señalando, dando indicaciones. Habían pasado años
desde que conoció a la familia de Kreed, pero pensó que ese podría ser el
padre de Kreed.
Cody estacionó la camioneta en el primer lugar disponible unas

pocas casas más abajo. Apagó el motor. Mitch no se movió, se quedó al
lado de Cody.
—Has estado callado. Sé que no es una buena señal.
—Solo estoy tratando de ser cortés. —Cody le dedicó una sonrisa.
—Sabes que me siento mejor solo con estar contigo, pero todavía
no me has besado —dijo Mitch, acercándose a Cody.
—Probablemente no sea el mejor lugar —comenzó a decir Cody

cuando Mitch levantó el brazo y tiró de Cody hacia él. Sus labios se
encontraron en un suave roce. Mitch separó los labios, profundizando el
beso. Estuvo de acuerdo en que este no era el momento para mucho más,
pero había extrañado a Cody y simplemente estar en su presencia lo
calmaba.
343
Además, acababan de tener un momento crucial en su relación.

Cody había estado celoso de Kreed. Muy celoso, y eso significaba que le
importaba. Mitch quería que le importara.
—Voy a necesitar que me hagas el amor esta noche. Tal vez algo
tierno, significativo. —Lentamente abrió los párpados para ver a Cody
mirándolo.
—No tienes ningún problema en decir lo que tienes en mente. —

Cody se inclinó y besó sus labios nuevamente.
—En realidad, no me crees, pero lo hago. Mantengo mucho

adentro. —Mitch vio como Cody frunció el ceño—. Venga. Kreed
probablemente necesitará ayuda con cualquier trabajo que su padre le
pida.
Mitch soltó a Cody, salió del auto y lo esperó en la puerta trasera.
—La señora Sinacola dijo que había mucha comida. Podríamos

quedarnos a cenar. —Mitch metió las manos dentro de los bolsillos de la
chaqueta cuando Cody deslizó la suya en sus vaqueros.
—Es Halloween este fin de semana.
—¿Estoy reteniendo tus planes? No tienes que quedarte si tienes

algo que hacer —dijo Mitch.
—No, tengo libres mañana y el domingo —dijo Cody mientras

caminaban uno al lado del otro hacia la casa.
—Knox, ya era jod... hora que llegaras —gritó Kreed desde lo alto
de la escalera.
344
—Ya es hora que hagas un trabajo real para un cambio —gritó él

de vuelta, cruzando el patio. Estrechó la mano del padre de Kreed—.
Señor Sinacola, lamento su pérdida.
—Gracias, hijo —respondió el hombre mayor. Tenía los ojos

enrojecidos y parecía cansado. Kreed estaba bajando mientras le
presentaba a Cody.
—Señor Sinacola, este es Cody Turner —le presentó Mitch.
Cody fue perfecto. Extendió una mano al señor Sinacola en señal

de saludo.
—Señor, jugué en la liga menor con Derek. Lamento mucho lo que

sucedió. —Antes que el señor Sinacola pudiera responder, Kreed estaba
en la cara de Cody.
—Ya era hora que te conociera. Mitch me asusta con toda esa
energía positiva y las sonrisas que ha estado lanzando —bromeó Kreed,
extendiendo su mano. Mitch tomó esto como la diversión que Kreed
necesitaba. Parecía tan exhausto como su padre—. Está horrible allí.
Quizás quieras tomar una escalera y ayudarme a limpiar las canaletas —
ofreció Kreed.
—Estoy supervisando —declaró el padre de Kreed—. Las mujeres

tienen toneladas de comida allí.
—Tu mamá dijo que había comida. —Mitch observó cómo Kreed le
entregaba a Cody la escalera y agarraba una más pequeña que yacía
contra el costado de la casa.
—No vale la pena entrar allí —gritó Kreed.
—Cody, no dejes que te ponga a trabajar. Entra, come algo. —Mitch

ya estaba a varios pasos de distancia.
345
—No me importa ayudar —dijo Cody, y Mitch se echó a reír ante el

brillo en el rostro del señor Sinacola. Mitch podía verlo mentalmente
marcando cosas de su lista para arreglar la casa. Cody estaba en buenas
manos, además, su vaquero tenía que ver por sí mismo que Kreed era
inofensivo. Esos dos necesitaban construir una amistad si Cody y él
tenían alguna posibilidad de tener algo sustancial.
—¿Puedes usar un martillo? —preguntó el Sr. Sinacola, y Kreed

solo se rió.
—Sí, señor —asintió Cody con seriedad.
—Bueno, eso va a ser muy útil. Ven conmigo —dijo el Sr. Sinacola.
346
Capítulo 39
El crepúsculo había pasado hace aproximadamente una hora, y
Cody trabajó para martillar varias tejas rotas en su lugar. El trabajo
había sido más de lo que pensaba originalmente. Parte del revestimiento
de la casa se había soltado. Una vez que llegó allí, encontró un gran
desastre, y simplemente no tenía ganas de hacer un trabajo a medias.
El padre de Kreed le había agradecido regularmente durante las

últimas horas. Finalmente envió al hombre adentro cuando llegó el frío
de la tarde. Kreed tenía su propia tarea en el cobertizo fuera.
Aparentemente, con la ausencia de sus dos hijos y la edad del Sr.
Sinacola, muchas cosas en la casa no habían sido atendidas.
Lo que apretó el corazón de Cody fue cuando el Sr. Sinacola dijo

que Derek había planeado hacer estas reparaciones una vez que dejara
el ejército y buscara trabajo. Eso le rompió el corazón. Su familia y él
trabajaban juntos todo el tiempo. Y esta familia estaba completamente
destrozada.
—Pollo frito casero del sur. Es el mejor de todos —se burló Mitch.
Cody miró hacia abajo y vio a Mitch parado en las sombras de la casa,
sosteniendo lo que parecía un muslo de pollo.
—Soy un chico sureño. Ese pollo es un elemento básico de mi vida

cotidiana. No me interesa mucho. Ahora pastel de nuez... —devolvió
Cody, también en broma.
—Bien, eso es bueno ya que me comí tu porción de pollo. Ahora voy

a buscar ese pastel. —Mitch sonrió y Cody solo se rió de él.
347
—Casi termino. Espera. —Cody terminó el último par de golpes con

el martillo, se aseguró que todo estuviera bien clavado y bajó. Mitch se
sentaba en los escalones del porche. La luz de la puerta principal lo
iluminaba. Se comió todo, sin dejar un trozo. Cody tuvo que reír; a Mitch
le debía gustar mucho el pollo frito. Estaría en casa con su madre en un
almuerzo de domingo.
Kreed vino del otro lado de la casa, el chico alto y moreno se secó
las manos con un trapo mientras se acercaba a Cody.
—Tomaré eso —dijo Kreed, señalando la escalera que Cody ya

había metido debajo de su brazo.
—Lo tengo, solo dime a dónde ir —dijo Cody, que ya caminaba

hacia el garaje.
—Papá tiene varias contra el costado de la casa —respondió Kreed.
—Entra o toma asiento. Llevaré esto. —Cody guardó todo, apagó

las luces y cerró el garaje. No tenía idea de la hora. Levantó la vista hacia
la luna, intentando juzgar, hasta que vio a Kreed sentado junto a Mitch
en el porche delantero. Se sentaban uno al lado del otro en la misma
postura, los pies separados, los codos sobre las rodillas, las cabezas
inclinadas hacia el otro y hablaban en voz baja. Ambos hombres tenían
aproximadamente el mismo tamaño, definitivamente la misma
constitución. Se veían bien juntos. No importaba lo que Mitch dijera,
podía ver que Kreed era su mejor amigo. Se notaba en sus gestos. Esa
cosa del hueco en su estómago apareció nuevamente, y él desaceleró su
ritmo, sin estar seguro si debería interferir.
Fue Kreed quien lo vio y levantó la vista.
—Gracias por ayudarlo esta noche. Darte órdenes lo distrajo.
348
—No hay problema. Es un buen hombre —dijo Cody, llegando a

pararse frente a ellos. Sentía que los había interrumpido y no estaba
exactamente seguro de qué hacer al respecto.
—Ven, siéntate —instó Mitch, mirándolo mientras él los observaba.

Mitch movió el hueso de pollo en el borde del porche para que se sentara.
Sería un ajuste apretado si se sentara entre Mitch y el poste en el porche
delantero. Cuando no se movió de inmediato, Mitch extendió la mano y
tomó la suya, tirándolo hacia abajo.
—El trabajo manual terminó por esta noche —dijo, guiñándole un

ojo a Cody cuando se sentó. Había tenido razón sobre el ajuste apretado.
Mitch se echó hacia atrás y le pasó un brazo por la espalda, tirando de
Cody a su lado. Nuevamente, no había inhibiciones en el comportamiento
de Mitch. Claramente se sentía cómodo con las demostraciones públicas
de afecto, y Cody lanzó una mirada en dirección a Kreed, evaluando su
respuesta.
Kreed permaneció en silencio, observándolos. Su rostro se suavizó

un poco y Cody volvió a mirar a Mitch que observaba a Kreed con
picardía.
—Es caliente, ¿no? —le preguntó Mitch a Kreed y asintió en su

dirección.
—Sí —respondió Kreed después de un minuto—. Maldición, Knox,

no pensé que pudieras conseguirlo.
—Te dije que era jodidamente caliente. ¿No pensaste que podría
conseguir un chico tan guapo? —Mitch observó a Cody atentamente y
tenía una gran sonrisa de mierda en su rostro. Las mejillas de Cody se
calentaron bajo su mirada y el cumplido en las palabras de Mitch.
—¿Cuántos años tienes? —Le preguntó Kreed.
349
—Veintiséis —respondió Cody, uniendo sus dedos, imitando la

posición sentada de Kreed.
—¿Qué hace un chico guapo como tú con un anciano como él? —

preguntó Kreed y asintió hacia Mitch.
—No volé al otro lado del mundo para oírte lanzar mierdas a mi
chico sobre mí —replicó Mitch y atrajo a Cody más cerca de él—. Además,
no soy tan viejo.
Kreed soltó una carcajada.
—Dijo el viejo.
—Eres mayor que yo —se burló Mitch.
—No estoy tratando de salir con él. Cody, cuando tengas treinta, él
tendrá sesenta y dos. —Eso hizo que Cody sonriera, volviendo a mirar a
Mitch, quien luego empujó a Kreed.
—Jódete. Soy como siete años mayor que él —espetó Mitch.
—No estás contando los años perrunos. ¿Te contó lo perro que era
cuando tenía tu edad? —preguntó Kreed, tratando de no sonreír mientras
miraba de Mitch a Cody.
—Está bien, es suficiente. No más —dijo Mitch, poniéndose de pie

y arrastrando a Cody con él.
—Si necesitas saber algo, llámame. Te contaré todo sobre Mitch

Knox —dijo Kreed, levantándose lentamente.
—No lo escuches. No tiene nada que decir que tenga valor o

importancia. Te tienen un plato de comida allí. —Mitch comenzó a
empujar a Cody adentro mientras Kreed se reía de él.
350
—Necesito lavarme las manos —agregó Cody cuando Mitch abrió la

puerta y lo empujó.
—Hay un baño al final del pasillo. Vamos, te lo mostraré —dijo

Mitch.
—Puedo mostrárselo yo. —Se ofreció Kreed desde el porche.
—Solo quédate afuera —respondió Mitch. Cody volvió a reír,

mirando por encima del hombro. Kreed estaba sonriendo. Parecía más
joven en ese momento, no tan agobiado. El momento también alivió la
pesadez en el pecho de Cody.
***
Alrededor de las once en punto, Cody navegó por la carretera para

llevarlos a su casa. Su estómago estaba lleno y bostezó igual que Mitch,
quien tomó un par de tragos de whisky con Kreed. Mitch volvió a bostezar
más fuerte y Cody lo miró. Sus ojos estaban cerrados, su cabeza echada
hacia atrás, y su cuerpo cambió naturalmente con el movimiento. Estaba
a punto de dormirse, arrullado por el balanceo del auto.
Después que entraron, Cody comió más de la que recordaba haber

comido. Lo que vio mientras trabajaba fuera fue un flujo constante de
simpatizantes que llegaban a la casa. No dejaron de llegar en toda la
noche. También había un gran grupo de mujeres dentro, solo queriendo
ayudar de cualquier manera que pudieran. Esas mujeres fueron las
responsables de los tres platos que había consumido, porque nunca
dejaron que su plato estuviera vacío. Siempre agregaban una cucharada
de algo.
—Gracias por esta noche —dijo Mitch. Cody lo miró y sonrió.
—Pensé que estabas durmiendo.
351
—Dormitando, creo. En serio, gracias por esta noche. No sabía que

cuando fuéramos allí te iban a poner a trabajar —dijo Mitch.
—No me importa ayudar. Hago cosas así por mi papá todo el tiempo
—respondió Cody—. Estaba pensando en llamar a algunos de los chicos
del trabajo que conocían a Derek y llevarlos allí en las próximas semanas.
Tienen árboles crecidos en la parte de atrás. Su cerca necesita
reparación. Creo que algunos de ellos pintan. La casa necesita algo de
trabajo. —Mitch lo miró fijamente.
—¿Qué? —Sintió el peso de la mirada de Mitch sobre él mientras

miraba el camino.
—Me gustas más y más cada vez que estoy a tu alrededor —dijo
Mitch en voz baja, y eso lo hizo sonreír. Él sonrió, mirando hacia la noche,
vigilando el camino—. ¿Cuánto tiempo más hasta que estemos en casa?
—Unos veinte minutos, más o menos.
—¿Te importa si duermo? —preguntó Mitch.
—No, adelante. El reposacabezas se dobla. —Hizo un gesto detrás

de la cabeza para mostrarle a Mitch.
—Genial —dijo, recostándose, apoyando la cabeza. Mitch parecía

haberse desmayado segundos después de reclinarse. Cody descubrió que
conducía un poco más despacio y con más cuidado, dejando que Mitch
durmiera. Metió su camioneta por las puertas del estacionamiento
comunitario en la parte trasera del complejo y estacionó. Mitch no se
despertó.
Cody consideró su próximo movimiento. Deslizó su mano sobre el

muslo de Mitch, sin estar preparado para que la mano de Mitch se
extendiera y agarrara la suya. Mitch mantuvo los ojos cerrados, su
respiración tranquila, parecía muy dormido, pero deslizó sus manos
352
entrelazadas por su muslo, cubriendo su polla, usando su mano para

ayudar a Cody a masajearlo allí.
—He estado soñando contigo —susurró Mitch—. ¿Ves? Incluso

estás en mis sueños.
—Yo también sueño contigo —confesó Cody, acariciando a Mitch él

mismo. Mitch se sentó hacia adelante, apenas abriendo los ojos, y se
movió hasta llegar a los labios de Cody. Lo besó bien y largo, casi
trepando por la consola para llegar a él. No importaba cuán incómoda era
la posición, Mitch mantuvo la mano de Cody sobre él, masajeando su
erección dura como una roca.
Cody pensó que había escuchado las palabras te necesito. No

estaba seguro, pero la fuerza bruta de Mitch lo hizo atravesar el asiento
por encima de la consola, casi en el regazo de Mitch. El beso se volvió
frenético en cuestión de segundos. La lengua de Mitch le hizo el amor a
su boca al mismo tiempo que sus manos recorrían su cuerpo.
—Dentro —Cody logró gruñir—. Llevemos esto dentro.
—Te chuparé aquí, si me dejas. Nadie lo sabrá. —Mitch de alguna

manera logró deslizar sus dedos en la cintura de sus vaqueros.
—Dentro. —Cody se liberó del agarre de Mitch, alejándose solo

unos centímetros antes que Mitch volviera a estar sobre él.
—Odio cuando me niegas algo. Lo haces con demasiada frecuencia

—se quejó Mitch.
—No creo que lo haga lo suficiente —bromeó Cody, y Mitch volvió

a buscar sus labios. Cody esquivó el movimiento—. Venga. Dentro.
353
Cody salió torpemente de la camioneta, asegurándose de aflojarse

la camisa antes de continuar. Rezó para no ver a nadie en el ascensor.
No había forma de ocultar la erección que llenaba sus vaqueros.
—Quédate allí —ordenó cuando Mitch rodeó el auto. Mitch no

escuchó y fue a por él, empujándolo contra el costado de la camioneta y
besándolo como nunca antes lo había besado. Mitch lo consumió en ese
remolino de lengua, labios y dientes. Cuando Mitch se separó por aire,
Cody no estaba seguro de poder mantenerse erguido y, sin lugar a dudas,
el balanceo de sus caderas, a juego con el de Mitch, fue completamente
involuntario.
—Ahora, sabremos qué es. Llévame arriba y hazme el amor —dijo

Mitch, levantando la barbilla de Cody hasta que miró a los ojos de Mitch.
La cruda pasión que vio reflejada en sus profundidades lo llenó de
necesidad. Se inclinó y pasó la lengua por los labios de Mitch—. Dios, me
estás matando —gruñó Mitch—. Vamos.
***
Mitch no tenía idea de a dónde iba. La pasión que acababan de

experimentar hizo que Cody se acurrucara junto a él mientras seguían a
las personas dentro del edificio. Mitch atrapó la puerta antes que se
cerrara mientras Cody señalaba en la dirección general que los demás
habían caminado. El ascensor sonó y Mitch los movió hacia el ruido.
—Hey, hombre. —Mitch escuchó una voz masculina. Vio las

puertas del ascensor retenidas, y empujó a Cody hacia adelante,
metiéndolos mientras sonaba el timbre.
—Gracias —dijo Cody, alcanzando el botón del noveno piso, pero el

tipo lo alcanzó primero. Entonces él conocía a Cody.
354
Mitch lo miró mientras se recostaba contra la pared del elevador y

Cody se paraba al lado del tipo.
—Eastfield está en la ciudad —le dijo el tipo a Cody. En lugar de

concentrarse en si el tipo era un agente de la ley o si era heterosexual u
homosexual, el interés de Mitch se animó al escuchar el nombre de esa
organización. Esta era la primera confirmación que estaban aquí.
—¿Seguro? —preguntó Cody. Buen chico, pensó Mitch. De repente,

quería que Cody le preguntara al tipo hasta que tuvieran todas las
respuestas.
—Sí. Están causando problemas en el centro esta noche. Tuve que

entrar. Me sorprende que no te llamaran.
—Estoy libre hasta el domingo. ¿Entonces están aquí para el

funeral de Derek Sinacola? —preguntó Cody, cruzando los brazos sobre
el pecho. Mitch decidió que el tipo también trabajaba en la policía.
—Sí, hablando mierdas por todo el centro. Les encanta enfurecer a

la gente —dijo el tipo.
—Voy a asistir al funeral mañana —respondió Cody, en voz baja.
—Me ofrecí para trabajar mañana. Ten cuidado, hombre. —

Chocaron los puños antes que se bajara en el tercer piso.
—Está mal lo que hacen —dijo Mitch, la lujuria de hace un

momento se desvaneció rápidamente. En su lugar, un sentimiento
enfermo se retorció en sus entrañas. Creía en la libertad de expresión,
absolutamente, hasta que cruzaba la línea del odio. El ding señaló su
llegada al piso de Cody un momento antes que se abrieran las puertas.
Cody extendió un brazo, tirando de Mitch hacia adelante, sacándolo.
355
—No vamos a preocuparnos por esa iglesia esta noche.

Terminaremos lo que empezaste abajo. Entonces vas a dormir toda la
noche, y nos levantaremos temprano e iremos donde Kreed por la
mañana. Además, por cada Eastfielder, habrá cuatro personas apoyando
a la familia Sinacola. La policía se encargará —dijo Cody, sacando las
llaves de su bolsillo.
—Espero que tengas razón.
—La tengo. Yo también estaría allí, si no fuera a ir contigo —dijo

Cody y abrió la puerta de su apartamento. Mitch entró, un poco
impresionado. El condominio limpio y pequeño de estilo loft representaba
perfectamente a Cody con una mezcla de estilo oeste, moderno y clásico.
Mitch sonrió cuando los brazos de Cody le rodearon la cintura y su polla
dura presionó contra su trasero.
—Me gusta tu lugar —dijo Mitch, estirando ambos brazos hacia

atrás, tirando de la cabeza de Cody para un beso sobre su hombro. Las
manos de Cody se deslizaron por la parte delantera de sus vaqueros, y
eso fue todo lo que necesitó para que la lujuria regresara. Estaba duro y
listo. Mitch trató de girar en los brazos de Cody, pero no podía moverse
con los brazos de acero sujetándolo allí, y joder si eso no lo excitaba más.
—Camina hacia la derecha —susurró Cody contra su mejilla antes

que su cálida lengua se hundiera en el oído de Mitch. Cody desabrochó
el cinturón de Mitch y deslizó una mano dentro de sus vaqueros. Su polla
se sacudió por el roce que recibió. Mitch abrió el botón y bajó la
cremallera, liberándose cuando Cody terminó de prodigarle besos a su
oreja y se trasladó a su cuello—. Muévete, Knox. Te haré el amor en la
cama. Pero voy a chupar esto primero.
Cody apretó el agarre de su polla, y cada nervio en su cuerpo

enloqueció. Sus sentidos se sobrecargaron, y en realidad se escuchó
gemir.
356
—Muévete —gruñó Cody, empujando a Mitch hacia adelante

mientras acariciaba a Mitch desde atrás. Gracias a Dios, el espacio era
pequeño, tal vez quince pasos y estaban en la cama de Cody.
Cody pasó las palmas por el pecho de Mitch, sobre sus pezones, y
luego sus brazos estuvieron por encima de su cabeza, sacándole la
camisa. Cody nunca hizo una pausa en sus acciones. Sus manos
corrieron hacia abajo a lo largo de los costados de Mitch, deslizándose
sobre sus caderas para agarrar los globos de su trasero. Cody le bajó los
vaqueros, giró a Mitch, dejando los vaqueros agrupados en los tobillos
con las botas puestas. Cody lo empujó a la cama, quitándole las botas y
liberándolo de los vaqueros con un movimiento suave.
La vena dominante de Cody hizo que su polla se contrajera. A él le

gustaba esa mierda, especialmente con el caliente vaquero rubio tomando
las riendas. Mitch se levantó sobre los codos y observó fascinado cómo
Cody se desnudaba y se arrodillaba. Empujó los muslos de Mitch para
abrirlos, se arrastró entre ellos y tragó su goteante polla hasta la raíz.
—Joder, vaquero —siseó, bajando la cabeza hacia la cama cuando

ese calor alucinante lo consumió.
Él arqueó las caderas y deslizó su pene dentro y fuera de la cálida

y húmeda boca de Cody, pasando sus dedos por el cabello de Cody. La
cabeza rubia se balanceaba arriba y abajo sobre su polla. La deliciosa
succión rítmica de esa boca talentosa hizo que sus bolas se apretaran
contra su cuerpo.
—Cody, necesito que me hagas el amor, por favor.
Cody sacó la polla de su boca y juró que la temperatura subió veinte

grados en esa pequeña habitación mientras esos ojos azules se
deslizaban lentamente por su cuerpo para encontrar su mirada. Cody le
dio una sonrisa y besó la punta de su polla, antes de enderezarse. Se
357
inclinó hacia un lado, agarrando un condón y el lubricante, arrojándolos

sobre la cama a su alcance. Mitch retrocedió hacia el centro de la cama
y Cody lo siguió. Esa mirada sexy se centró intensamente en él. ¡Joder!
Mitch extendió sus piernas y Cody se arrastró entre ellas, sus duras
pollas rozándose mientras deslizaba su cuerpo firmemente sobre él.
Sus labios se encontraron cuando él levantó la cabeza para tomar

la boca de Cody con la suya. Podía saborearse a sí mismo en Cody.
Adoraba la sensación del peso de Cody encima de él. Levantó las

caderas, apretando su erección contra su vaquero.
—Joder, Turner —siseó en la boca de Cody mientras continuaba

moviéndose contra él. Cody chupó y lamió sus labios, sin parar el asalto
sensual—. Te extrañé, extrañé esto —dijo entre besos frenéticos.
—Yo también. —Cody raspó sus dientes sobre la garganta de Mitch.
—Oh, Dios, te necesito dentro de mí, vaquero. —Él agarró sus

piernas, tirándolas hacia atrás, hasta que sus muslos casi tocaban su
pecho, abriéndose completamente para Cody—. Por favor. —Cody se
recostó y se puso el condón. Hizo un trabajo rápido para abrir el
lubricante y verter un poco en su palma. Se acarició la polla un par de
veces, su mirada sostenía la de Mitch todo el tiempo. Mitch necesitaba
que Cody Turner se enterrara profundamente dentro de él, moviéndose
dentro de él, haciéndole olvidar la incertidumbre del mundo exterior.
La presión de los fuertes dedos contra su entrada hizo que su

músculo revoloteara. Cody pasó un dedo por el anillo contrayéndose y lo
deslizó varias veces antes de agregar un segundo. Observó la intensa
mirada en el rostro de Cody mientras movía esos dedos dentro de su
cuerpo.
—Ahora, por favor.
358
—Déjame estirarte —susurró Cody.
—Solo fóllame, Cody —rogó.
Cody retiró los dedos y arrastró su erección a lo largo de la grieta

de su trasero, arriba y abajo, luego provocó la punta apenas
adentrándose.
—Oh, mierda —jadeó Cody mientras empujaba centímetro a

centímetro dentro de Mitch, estirándolo tortuosamente lento. El culo de
Mitch estaba ardiendo, la ardiente quemadura se desvaneció
rápidamente a un calor delicioso y agradeció la plenitud cuando Cody
comenzó a moverse.
—Más. —Quería más, necesitaba más.
Cody se retiró casi por completo, hasta que solo quedó la punta en
su entrada. Se estrelló hacia adelante, haciendo ese mismo movimiento
una y otra vez. Un escalofrío lo recorrió. Ya no tenía pensamientos
coherentes en su cabeza. Sus manos se apretaron contra las sábanas
frías cuando Cody usó sus rodillas para apalancar y golpeó salvajemente
contra él. De alguna manera, logró envolver sus piernas alrededor de
Cody, atrayéndolo aún más profundo.
—Más duro, vaquero. Fóllame más duro —exigió mientras su

cuerpo se esforzaba por liberarse.
Cody había inclinado sus caderas, la cabeza en forma de hongo de

la polla de su amante rozaba ese lugar mágico con cada empuje de sus
caderas. Cody cayó hacia delante y enterró la cara en el cuello de Mitch.
Mitch gimió ante el pinchazo del rastrojo de barba raspando su
mandíbula. Su cálido aliento sobre su piel. La mano de Cody continuó
moviéndose entre sus cuerpos, tirando y acariciándolo con tirones
deliberados y ásperos.
359
—Sí. —Cody se meció contra él mientras unos fuertes jadeos le

llenaban la oreja.
Mitch estaba cerca, tan jodidamente cerca. El calor de su orgasmo

echó raíces, creciendo en su columna vertebral, envolviéndose para
acomodarse en sus bolas. Un sollozo escapó de sus labios.
—Voy a correrme.
—No quiero que esto termine. —Los frenéticos impulsos de Cody se

ralentizaron. Unos ansiosos labios mordisquearon su cuello, se aferraron
a su piel y succionaron. Mitch estaba absolutamente seguro que dejaría
una marca. Los segundos pasaron mientras Cody se alzaba sobre su
codo, sus brillantes ojos azules clavándose en los suyos, y el agarre de
Cody se apretó en la base de su polla, negándole su liberación.
—Bésame —susurró Cody. Mitch atrajo la cabeza de Cody hacia él

y capturó su boca con la suya.
El cuerpo de Cody embistió dentro y fuera mientras él empujaba

su lengua entre los labios abiertos de Cody. Sus lenguas se reunían,
retorciéndose y rizándose alrededor de la otra. El sabor embriagador de
Cody estalló en su paladar. Mitch miró a los ojos de Cody, sosteniendo
su rostro entre sus palmas, instándolo a acercarse aún más. Y el lento
movimiento de las caderas de Cody lo hizo arquear su cuerpo por más.
Cody le hizo el amor, lenta y decididamente. Movimientos

deliberados y largos, acariciándolo al mismo ritmo del balanceo de sus
caderas. El beso se suavizó, se volvió tierno y amoroso, un suave roce de
labios. Estaba tan perdido en este hombre. Nada importaba, nada existía
en este momento, excepto los dos. Besó a Cody con todo lo que tenía y le
hizo el amor con la boca. Trató de transmitir los sentimientos que
brotaban de su alma. El beso terminó con un suave roce de labios.
360
Su orgasmo se agitó fuertemente en sus bolas. La polla de Cody

chocó contra su próstata, y él gimió cuando su amante aumentó los
empujes. Se aferró a un hilo, necesitaba correrse, pero no quería que el
placer terminara. Cody se acercó a su oído y le susurró:
—Córrete conmigo. Mitch, cariño, córrete conmigo.
—¡Sí! Cody... ¡sí! —Él estalló ante esas palabras, su trasero se

apretó incontrolablemente alrededor de Cody, ondulando y
contrayéndose mientras cintas cremosas de su semilla salpicaban contra
sus pechos.
—Mitch —gimió Cody mientras su cuerpo se ponía rígido y su polla

latía profundamente en el culo de Mitch. Mitch miró a Cody, sus ojos en
el otro, y la mirada apasionada reflejada en los hermosos ojos azules de
Cody le arrancó un último chorro desgarrador.
***
Cody rodó fuera de Mitch que ya roncaba suavemente debajo de él.

Deslizó el condón por su polla flácida, tirándolo a la basura al lado de la
cama. Se recostó contra las almohadas, observando el ventilador del
techo mientras giraba en círculos, dejó caer un brazo sobre la frente y
suspiró. Dios, eso fue un jodido buen sexo. En realidad, todo el tiempo
que pasaban juntos era bueno. Mitch y él hicieron clic, se sincronizaron
fácilmente entre sí, y Cody sintió que sus piezas se alineaban cuando
Mitch estaba con él.
Eso no puede ser bueno.
Cody se obligó a levantarse de la cama. Mitch yacía en la posición

exacta en la que había estado cuando Cody finalmente permitió que
llegaran al clímax. Ese fue un truco que había aprendido del propio
Mitch. Aparentemente había sido un excelente estudiante.
361
Cody se dirigió al baño, abrió la llave de agua tibia en el lavabo y

agarró una toallita mientras dejaba correr el agua hasta que se calentó.
Miró su reflejo en el espejo. Él era diferente. Puede que no se viera
diferente por fuera, pero por dentro, era una persona completamente
nueva. Cada vez que había estado con Mitch, volvía como un hombre
diferente, un hombre cambiado, un hombre mejor.
El agua tibia le salpicó las yemas de los dedos y utilizó el paño

húmedo para limpiarse. Pensó en el beso que compartieron mientras se
movía tan perfectamente dentro y fuera del cuerpo de Mitch. Sonrió y
cerró los ojos, recordando la forma en que Mitch jadeó su nombre. Dios,
le encantaba escuchar esa voz profunda y sexy pronunciar su nombre.
Cody agarró otra toallita, mojándola, esperando no haber tardado

demasiado.
Mitch haría un desastre en la cama si se giraba. Escurrió la tela y

volvió a la habitación.
Mitch no se había movido. Estaba desmayado y roncaba

sólidamente ahora. Eso lo hizo sonreír.
La tela todavía estaba tibia cuando la pasó sobre el estómago de

Mitch. Mitch se sacudió hacia adelante, casi chocando con la cabeza de
Cody. Dio un salto hacia atrás lo más rápido que pudo para evitar la
colisión.
—Está bien. Solo te estoy limpiando.
Mitch miró alrededor de la habitación antes de concentrarse en él.
—Me quedé dormido.
362
—Lo sé. Estaba ahí. —Él sonrió y levantó el brazo de Mitch para
limpiarle el pecho. Cuando terminó de limpiarlo, se volvió hacia el baño,
pero los brazos de Mitch se engancharon a su alrededor.
—Déjalo. Déjame abrazarte —dijo Mitch, su voz aún llena de sueño.
Cody desechó el trapo dejándolo con cuidado sobre su mesita de

noche. Extendió la mano y apagó la lámpara, oscureciendo la habitación.
Mitch tiró de Cody mientras alcanzaba el edredón, lanzándolo sobre ellos.
—Me tomó una semana volver a dormir justo después que te fuiste
de DC.
Cody acarició el hueco del cuello de Mitch. Mitch se recostó,

llevando a Cody en una incómoda extensión sobre su pecho. Finalmente,
después de unos minutos, Mitch se instaló. Aparentemente, así era como
Mitch quería dormir. Levantó los brazos y pasó los dedos por el cabello
de Mitch. Mitch se volvió y lo besó.
—Eres perfecto —murmuró Mitch. Cody se congeló.
¿Perfecto?
El agarre de Mitch se aflojó y los ronquidos volvieron con toda su

fuerza ahora. Cody se deslizó hacia un lado y Mitch fue con él. Eso pareció
ayudar con los ronquidos. Cody yació en la oscuridad, escuchando a
Mitch respirar hasta que el sueño finalmente lo venció.
363
Capítulo 40
La congregación pentecostal de Eastfield ya había llegado. Se
establecieron al otro lado de la calle de la Primera Iglesia Metodista donde
se celebraría el servicio conmemorativo de Derek Sinacola. Megáfonos
sonaban por todas partes.
Grandes y coloridos letreros de odio ondeaban en el aire para

asegurarse que todos los asistentes pudieran verlos a pesar que la iglesia
estaba rodeada un gran número de seguidores. Los partidarios de
Sinacola cantaban el himno de la Marina tan fuerte como pudieron.
Cody y Mitch entraron en la procesión de la familia, al igual que la

mayoría de los amigos de la familia, tratando de evitar que la afligida
familia viera el odio arrojándose al otro lado de la calle, pero fue
imposible. La congregación de Eastfield sabía lo que estaban haciendo y
estaban allí para ser vistos. A medida que cada vehículo giraba hacia el
estacionamiento de la iglesia, voces más altas gritaban versos de las
Escrituras mientras las pancartas se elevaban más alto en el aire. Mitch
trató de leer en voz alta cuando las vislumbraba:
—Cuando los soldados mueren Dios ríe, Dios odia a los maricones,
Gracias a Dios por los soldados muertos. ¿Qué demonios le pasa a esta
gente?
Después de un rato, se volvió para mirar a Cody. Mitch se dio

cuenta que su hombre era inteligente. Mantuvo sus ojos enfocados hacia
adelante, pareciendo no escuchar ni ver nada.
—Odio esto —dijo Mitch, completamente asqueado.
—No importa —respondió Cody.
364
—Sí importa. Me pueden odiar; está bien. ¿Pero por qué demonios
la toman con nuestros soldados? —Realmente quería saber esa
respuesta. No tenía ningún sentido para él. Demonios, nada de esto lo
tenía. ¿Por qué estas personas arrojaban tanto odio? ¿Por qué eran tan
viciosos en sus ataques? Pero lo que más le impactó fue ver niños que no
podían tener más de cuatro o cinco marchando junto a sus padres con
carteles de odio. Eso realmente lo molestó.
—No importa —repitió Cody mientras llevaba la camioneta a un

espacio abierto.
—Eso es todo lo que sigues diciendo. No lo entiendo. —Se volvió

hacia Cody y lo miró fijamente, negándose a bajar de la camioneta hasta
que tuviera su respuesta.
—Es la verdad. Ellos no importan, Mitch. Estamos aquí para la

familia Sinacola. Nada de lo que están haciendo allí cambia nada. Son
personas horribles, y el hermano de Kreed murió protegiendo su derecho
a ser personas horribles —dijo Cody, deteniendo la camioneta—. No
podemos dejar que nos afecten. —Cody se volvió hacia él y sonrió—. Te
ves guapo con tu traje.
—No lo sé. No soy realmente un buen portador de trajes. —Mitch

se miró la ropa y se ajustó la corbata—. ¿Cómo diablos haces eso? Nadie
más puede hacerme eso. Me haces olvidar mis preocupaciones y pensar
en ti. —Alisó las manos en los pantalones. Estúpidos manifestantes.
Cody se echó a reír y bajó el espejo retrovisor, apartándose los

pocos mechones de su corto cabello rubio de la frente y revisándose los
dientes.
—Te ves sexy.
365
—Tú eres el que se ve jodidamente sexy. Estás hecho para usar

ropa como esa. —Mitch abrió la puerta del lado del pasajero y salió del
auto. Cody tardó más mientras tomaba algunos artículos de su consola.
Mitch se acercó y se paró en la parte delantera del auto. Tenía un ángulo
perfecto para ver a los enemigos, y señor, lo odiaban. Hizo algo que ya
rara vez hacía: extendió la mano para revisar su arma en su funda lateral.
La sensación familiar lo consoló en el ambiente semi-hostil.
Mitch dejó caer las manos en los bolsillos y miró a los

manifestantes. Quería alzar el dedo medio hacia ellos, pero se contuvo
por respeto a Kreed y su familia. Cody se adelantó, sin mirar atrás, como
si realmente no le importara. Mitch deseaba poder sentirse así.
—Listo —dijo Cody, extendiendo una mano, guiando a Mitch hacia

la iglesia. Desafiante, Mitch agarró la mano de Cody a propósito y entró
lentamente en la casa de culto. Caminaron de la mano a través de la
iglesia repleta, abriéndose paso al lado de la familia Sinacola.
—Gracias por estar aquí. —Kreed los saludó a ambos. Mitch abrazó
a su amigo con fuerza.
—No te dejaría pasar por esto solo. Cualquier cosa que necesites,
hombre, estoy aquí. Ahora, no me lo agradezcas de nuevo. Y, Kreed, deja
de preocuparte por nosotros. —Mitch liberó a Kreed del fuerte abrazo—.
Concéntrate en tu familia—.
—Sé que fue difícil tratar con esas personas —dijo Kreed y le tendió
la mano a Cody.
—No presto atención a su ignorancia. Lamento que tu familia tenga

que lidiar con personas así —respondió Cody, estrechando la mano de
Kreed.
366
—Me encantaría meter algunas de esas pancartas en sus traseros

—murmuró Mitch entre dientes y dejó caer sus gafas de sol en el bolsillo
interior de su traje.
—Hijo —dijo la señora Sinacola. Kreed tomó la mano de su madre,

y la familia comenzó a caminar por el largo pasillo.
—Si alguna vez nos casamos, caminaría hacia ti por un pasillo

como este —susurró Mitch al oído de Cody.
Cody volvió la cabeza hacia Mitch y tropezó un poco.
—¡Por fin! Esa actitud tranquila, fría y serena me estaba poniendo

los nervios de punta. —Mitch dio una pequeña sonrisa.
—Estoy tratando de ser compasivo —susurró Cody.
—Bueno, lo has logrado. Gracias —dijo Mitch en voz baja y se

detuvo a un lado del banco y esperó a que Cody se sentara primero.
367
Capítulo 41
—Bebe esto —instruyó Cody mientras el cantinero ponía una
Crown & Coke frente a Mitch y retiraba los platos de la cena. Estuvieron
horas sentados en una iglesia abarrotada, escuchando a la comunidad
hablar sobre la familia Sinacola y la pérdida que habían sufrido. Mitch
había derramado algunas lágrimas durante el servicio.
Fue bueno que se sentaran al borde del banco, cerca de una caja
de pañuelos. Cody había sacado varios de la caja durante el memorial de
una hora, entregándoselos a Mitch, y luego los desechó cuando comenzó
a despedazar el pañuelo con las manos.
Mitch no había manejado bien gran parte del servicio, y ver a su

amante tan afectado era increíblemente emotivo. La peor parte para todos
los involucrados fue salir con todo el caos que todavía estaba sucediendo
afuera. Todo el odio del grupo de fanáticos religiosos y el amor de amigos
y simpatizantes, pero hacer que todo sucediera en el mismo instante,
durante un momento de duelo, era realmente demasiado de manejar.
Cody sabía que este fin de semana tenía que ser solidario, pero no
tenía idea de cuánto lo afectaría este día. Tomaría algún tiempo procesar
toda esta emoción. Nunca le había dicho a nadie lo mal que le había
molestado esa conducta religiosa.
—Me gusta dónde vives —dijo Mitch, alcanzando la mano de Cody

y tirando de él para besarlo—. Gracias por hoy.
—Lo has dicho dos o tres veces. No hice nada. —Giró sobre su
taburete hacia Mitch.
368
Estaban en el bar debajo de su loft, escondidos al final de una

esquina, fuera del camino de todos.
—Sí lo hiciste. Y gracias —dijo Mitch otra vez, levantando su vaso

para apuntar a Cody—. Hablemos de otra cosa.
—Está bien, ¿cómo qué? —preguntó Cody.
—Como de lo sexy que te ves con este traje —dijo Mitch, girando
su taburete, apoyando un brazo en el respaldo de la silla y el otro en el
costado de la barra, encerrando a Cody con eficacia.
—No es un tema con el que me sienta cómodo. Habla sobre otra

cosa. —Cody levantó su vaso, dejando que los pocos cubitos de hielo en
el fondo llenaran su boca. Mitch tomó un trago de su vaso y retomó la
posición.
—Qué tal sobre... que quiero que vengas a DC la próxima vez que
tengas dos días libres seguidos, si todavía estoy allí.
—Necesitamos planificarlo. De lo contrario, será demasiado caro —

comenzó Cody, pero Mitch se inclinó y besó sus labios para silenciarlo.
—Yo pagaré. Solo preocúpate por venir... —Mitch se rió de sus

palabras y tomó otro trago, vaciando el vaso.
—Estás borracho. Veamos si todavía te sientes así la próxima

semana. —Cody sonrió al muy achispado Mitch; le gustaba así. Mitch
había abandonado hacía mucho tiempo la corbata y la chaqueta del traje.
Tenía las mangas enrolladas, la camisa desabotonada hasta casi la mitad
del pecho y era todo sonrisas. Mitch definitivamente era un borracho feliz.
—Me sentiré así la próxima semana. ¿Estás dudando de mí? —

Mitch parecía herido, excepto por el medio puchero, media sonrisa que
todavía llevaba—. Me gustas en ese traje. —Mitch extendió la mano y le
369
dio la vuelta a la corbata que había hecho que Cody usara durante la
cena.
Cody miró su ropa.
—Es solo un traje negro…
Mitch lo detuvo al acercarse y susurrar:
—Llévame escaleras arriba, fóllame duro. Ya sabes, como si

realmente lo desearas... —Mitch chupó el lóbulo de la oreja de Cody entre
sus labios y pasó una mano sobre su bíceps—. Creo que tienes que tomar
el control y estoy lo suficientemente borracho como para dejarte. —Mitch
avanzó, mucho más cerca de su rostro, tan cerca que, de hecho, pudo
sentir el aliento de Mitch contra sus labios—. Di que sí. Y cuando
termines, te lo haré a ti.
Cody se rio entre dientes.
—¿Ya terminaste? —preguntó, buscando su billetera en su bolsillo

trasero.
—Pagaré yo —dijo Mitch, tratando de alcanzar su chaqueta en la

parte de atrás de su taburete.
—No, acordamos que cuando estés aquí, pago yo.
—No, tomaste días libres para ayudarme este fin de semana —

insistió Mitch, volviéndose hacia el cantinero al otro lado de la barra—.
¡Pago yo!
—No, John, yo lo haré —dijo Cody usando su voz de policía, y eso

hizo que Mitch lo mirara directamente.
370
—Así es exactamente como quiero que me manejes esta noche —

gruñó Mitch cuando John se acercó y tomó la tarjeta de crédito de la
mano de Mitch.
—Deje que alguien pague por ti alguna una vez —dijo el camarero
mientras deslizaba la tarjeta en la máquina de tarjetas ubicada cerca de
ellos.
—Sí. —Mitch le sonrió a Cody—. ¡Gané! —Cody puso los ojos en

blanco y se deslizó del taburete, agarrando sus chaquetas y la corbata de
Mitch. Se aflojó la suya y alargó la mano para desabrocharse el primer
botón de su camisa de vestir mientras pensaba en el modo de manejar
las próximas horas. Necesitaba un plan de juego rápido.
***
Mitch se recostó contra la barra y observó a Cody mientras hablaba

con varios tipos que acababan de llegar. Por su aspecto, probablemente
adivinaría que eran policías. Tal vez militares, quien lo sabía con
seguridad, pero parecían conocer a Cody bastante bien. Aparentemente,
lo habían conocido por años porque había una fácil camaradería entre
todos.
Otro hecho evidente, Cody no le había presentado a ninguno de

ellos.
Mitch los observó de cerca. Cody decía que no se escondía, pero

tampoco hacía alarde de su homosexualidad.
Hoy en la iglesia, tenía que haber policías y patrulleros estatales

que sabían quién era él, pero había entrado y salido de la iglesia con la
cabeza en alto y la mano entrelazada con la de Mitch.
Entonces, ¿por qué no le había presentado a sus amigos?
371
Mitch trató de sacarse ese pensamiento de su cabeza. Eso era lo

mejor del licor, ayudaba a nublar su mente, por lo que no se aferraba a
nada por mucho tiempo, y lo ayudaba a olvidar hasta el día siguiente.
Eso también estaba bien. Cody estaba de espaldas a Mitch. Tenía una
muy buena vista del trasero de su vaquero. Conocía íntimamente ese
perfecto culo y todo lo que yacía debajo de esos pantalones. También
sabía lo poderosos que eran los muslos de Cody cuando estaban
envueltos alrededor de su cintura.
—Joder... —Sus ojos estaban pegados al trasero de Cody, y habría

pasado por alto esos inquisitivos ojos azules que le devolvían la mirada
si no hubiera notado que la parte superior del cuerpo de Cody se movía
ligeramente. ¡Mierda! Debió haber dicho la palabra en voz alta. Solo
sacudió la cabeza—. No te preocupes por mí. Tengo un problema de
garganta. —Tosió por si acaso como para demostrar su punto. Cody
siguió observándolo mientras hablaba con los otros tipos.
—Me tengo que ir. Los veré más tarde. —Escuchó decir a Cody
mientras estrechaba la mano de todos antes de retroceder unos pasos al
lado de Mitch. No extendió la mano hacia Cody como quería, como
parecía desear cada vez que ese caliente patrullero se acercaba. En
cambio, se quedó contra la barra, forzando sus manos dentro del bolsillo
de sus pantalones para evitar que se portaran mal.
—¿Todo bien? —quiso saber Cody.
—Absolutamente. ¿Amigos tuyos? —Él sonrió, tratando de no

parecer celoso. Maldición, estar borracho no le había quitado esos
pensamientos, y aparentemente no le gustaba ser excluido. Uf.
—Supongo. Solo recordaba a uno de ellos de la academia de policía

cuando tenía como diecinueve años, y no podía recordar su nombre.
372
—Ahhh —dijo Mitch, extendiendo una mano hacia la parte trasera

del bar donde estaba la puerta de los ascensores.
—¿Qué significa eso? —preguntó Cody, lanzándole una mirada por

encima del hombro.
—Nada. Solo, ya veo —respondió Mitch, mirando el trasero de

Cody—. Tenía una buena vista desde el bar.
—¿Estás seguro que estás bien? —preguntó Cody, deteniéndose en

la puerta, volviéndose hacia él.
—Preséntame la próxima vez —dijo, acercándose a Cody. Cody se

mantuvo firme y no se alejó de Mitch. Cody podría haber abierto la
puerta, empujarlos, pero se quedó allí, frente a frente con Mitch.
—No recordaba sus nombres. Me viste mirándote. Estaba tratando

que vinieras a presentarte para que dijeran sus nombres —dijo Cody. Y
con eso, la tensión que se formaba en su pecho disminuyó, y él sonrió,
empujando la puerta detrás de Cody para abrirla.
—Así que déjame ver si lo entiendo. ¿Mirar sobre tu hombro

significa presentarte? —Golpeó el pecho de Cody hasta que el vaquero dio
un paso atrás.
—Si. Todos lo saben —razonó Cody, retrocediendo.
—No lo sabía —respondió.
—Por supuesto que lo sabes. Incluso te estaba dando la mirada de

“ayúdame” —dijo Cody con naturalidad.
—¿Cuál es esa mirada? —preguntó Mitch, alcanzando el botón del

elevador. Todo el enfoque de Cody estaba en él.
373
Mitch mantuvo sus ojos en los de Cody y se rió a carcajadas cuando

Cody intentó mostrarle la supuesta mirada.
No pudo evitar el estallido de risa cuando todo lo que hizo Cody fue
abrir los ojos y parecer estreñido.
—Esa es la mirada —aconsejó Cody, y Mitch lo apoyó contra la

pequeña pared que separaba los dos ascensores.
—¿En serio? Tendré que recordar eso la próxima vez —se rió entre
dientes e inclinó la cabeza para besarlo—. Solo pensé que no querías que
lo supieran.
Cody lo agarró por la cintura y lo empujó un paso hacia atrás. Era

todo lo que estaba dispuesto a dar.
—Te dije que no me escondo —los ojos de Cody se encontraron con

los suyos.
—No lo sabía.
—Todos conocen la mirada —repitió Cody.
—Yo no. —Las puertas del ascensor se abrieron, revelando un

espacio vacío. Cuando Cody no entró automáticamente, Mitch extendió
la mano y lo empujó dentro. Era un actor increíble o estaba siendo
sincero. Mitch supuso que el siempre correcto Cody, nunca había tomado
clases de artes teatrales en su vida—. Pero la próxima vez, lo haré —
prometió.
—No te estaba escondiendo —insistió Cody. Mitch había aceptado

completamente su respuesta, pero aparentemente no se lo había dejado
claro a Cody. Mitch extendió la mano para presionar el botón de su piso.
374
—Lo tengo. Mi culpa, vaquero. Bésame —dijo, acercándose a Cody

cuando las puertas se cerraron. Cody puso una mano sobre su pecho,
manteniéndolo a un paso de distancia.
—No te estaba escondiendo. Simplemente no los recordaba. Estaba

tratando de cubrir eso —explicó Cody nuevamente, mirándolo
directamente a los ojos.
—Vale. No quiero estar escondido. Quiero estar justo a tu lado. —

Avanzó contra la mano extendida de Cody y extendió la suya, girando la
cabeza de Cody al ángulo perfecto. Esta vez, sin aceptar un no por
respuesta, mordisqueó y lamió los labios de Cody hasta que se abrió para
él. Toda esa conversación sonó un poco loca. Mitch debió comportarse
como una pequeña diva, pero Cody se había sellado dentro del corazón
de Mitch. Ahora todo lo que quería hacer era proteger lo que era suyo, y
este hombre en sus brazos le pertenecía.
***
Mitch estaba sobre él tan pronto como las puertas del ascensor se
cerraron, sus bocas se fusionaron en un beso frenético.
Cody escuchó las puertas abrirse y extendió la mano, agarrando

los costados del elevador segundos antes que se cerraran nuevamente.
Usó la influencia de su cuerpo para empujar a Mitch hacia atrás. Fue
como mover un muro de hormigón. Mitch era poderoso, pegado a él
exactamente como Cody normalmente lo querría, pero primero los
necesitaba en la privacidad de su apartamento. Mitch aguantó mientras
los sacaba del ascensor hacia el vestíbulo. Los segundos pasaron antes
que finalmente se liberara del beso.
—Entremos en mi apartamento —Cody respiró en el oído de Mitch.

Mitch luchó contra él un poco para recuperar la posesión de su boca.
375
—Aquí está bien —murmuró Mitch, agarrándose a su cuello,

empujando a Cody hacia atrás varios pasos.
Los fuertes brazos que sujetaban su cintura se apretaron; sus

caderas ahora en perfecta alineación, por lo que sus pollas se rozaron.
Un gemido involuntario se escapó de su boca, y se apretó más fuerte
contra Mitch.
Contrólate, se castigó mentalmente.
—Dios, hueles sexy. —Mitch pasó la nariz por su cuello hasta la

oreja.
—Tengo algo planeado. Déjame ir, para que podamos entrar. —

Estaba sorprendido de haber sacado las palabras. Mitch lo afectaba tanto
que no podía pensar. Sus brazos se apretaron alrededor de Mitch, pero
perdió el control sobre sus chaquetas y cayeron al suelo. ¡Tenía que llevar
a Mitch a su apartamento ahora! Cody lo empujó bruscamente,
haciéndole tropezar varios pasos hacia atrás.
Mitch lo miró. El brillo en sus ojos lo decía todo. Ese movimiento lo

había excitado, y una sonrisa tortuosa se extendió por su hermoso rostro.
—Eso es, vaquero. Sabes lo que quiero —gruñó Mitch, señalándolo

con el dedo.
—Entra en el apartamento y te lo daré —prometió, manteniendo la

distancia, porque joder, si no lo hacía, tomaría a Mitch en el piso del
vestíbulo, golpeando contra él para que todo el mundo lo viera. No tenía
dudas que a Mitch le hubiera encantado esa idea. Este giró sobre sus
pies cuando Cody se agachó y recogió sus chaquetas tomando una amplia
curva alrededor de Mitch mientras se dirigía a su apartamento—.
Sígueme, Ayudante del Alguacil.
376
Capítulo 42
Mitch se arrastró detrás de él, manteniendo su distancia. Cody
pudo entrar a su apartamento, descartar sus chaquetas y quitarse los
zapatos antes que Mitch entrara tranquilamente. Este no cerró la puerta.
En cambio, caminó directamente hacia la sala de estar, se volvió hacia él
y alzó una ceja.
La invitación de Mitch era muy clara: dame lo mejor que tienes. Oh,
lo haría, pero estaba nervioso. Intentó ignorar el hecho que nunca antes
había hecho algo así.
—¿Estás seguro que sabes lo que me estás pidiendo que haga? —

Ausentemente, Cody extendió la mano y cerró la puerta principal.
Pensándolo bien, giró e hizo una demostración de girar la cerradura—.
Quítate la ropa. Es demasiado agradable para arruinarla —afirmó,
tratando de ser lo que Mitch necesitaba. Miró la viga de soporte en su
sala de estar mientras caminaba hacia el dormitorio, dejando a Mitch
donde estaba parado.
Se aflojó la corbata, pero dejó que la seda colgara mientras se

desabrochaba la camisa. Se liberó de su cinturón antes de trabajar los
botones en su muñeca. Evaluó su habitación. La viga de soporte allí podía
ser mejor.
Estaba a un lado de la habitación, pero podía llevar a Mitch de la

viga a la cama si era necesario.
Se quitó la corbata y se desabrochó la camisa. Deslizó la camisa de

vestir y tiró de la camiseta blanca sobre su cabeza, luego buscó el
lubricante y los condones en la mesita de noche. Los agarró mientras se
377
bajaba los pantalones y la ropa interior, tirándolos al extremo de la cama

donde colocaba sus camisas.
Le siguieron los calcetines mientras estaba de pie con una mano

sobre el tocador.
—Eres sexy como el infierno —dijo Mitch desde la puerta del

dormitorio.
—¿Cuánto lo quieres? —preguntó Cody, tratando de mantener su

valor. Mitch estaba sin camisa. Ese enorme pecho tatuado siempre le
hacía cosas graciosas a su estómago, y miró hacia otro lado para ayudar
a mantener sus objetivos claros.
Quería a Mitch Knox en su vida como nunca antes había querido

nada.
—¿Cuán duro te pusiste, vaquero? —sonrió Mitch, caminando

hacia adelante. Fue mucho más lento para desvestirse, y sus acciones se
convirtieron en el propio striptease de Cody. Mitch meneó el culo y agarró
su polla rígida, acariciándose, solo para mostrarse. Funcionó y Cody tuvo
que alejar sus ojos de la vista frente a él. Encendió la pequeña lámpara
de la mesita de noche y apagó la brillante luz del techo.
Luego se tomó su tiempo para cruzar la habitación, cerrar la puerta

del dormitorio y bloquear la luz de la sala de estar. Lo último que hizo fue
abrir las cortinas sobre los grandes ventanales, exponiendo la vista del
horizonte de Austin. Rezó para que la habitación fuera lo suficientemente
alta y lo suficientemente oscura para evitar ser vistos por ojos errantes.
—Es una gran vista —dijo Mitch, mirando por la ventana antes de
volver su atención a Cody. La mirada de Mitch recorrió su cuerpo de
arriba abajo. La forma en que miraba a Cody lo hizo ponerse aún más
duro—. No puedo imaginar cansarme de mirar eso.
378
Cody no respondió más que la contracción involuntaria que su

polla le dio a la mirada llena de lujuria de Mitch. Se mantuvo calmado
mientras abría la caja de condones y la botella de lubricante para facilitar
el acceso. Tal vez podría pillar desprevenido a Mitch con la forma en que
estaban parados. Mitch estaba de espaldas a él por el momento.
Mitch había sido entrenado para el ataque repentino, por lo que

lentamente se deslizó detrás de él, besó su hombro y luego su cuello.
Puso sus manos sobre la cintura de Mitch. Tenía que tener cuidado: la
viga de acero podía funcionar para lo que había planeado si no hería a
Mitch durante la ejecución.
—¿Confías en mí? —preguntó Cody en voz baja.
—Oh, sí —arrulló Mitch y apoyó la cabeza sobre el hombro de Cody,

dando un beso completo. El movimiento exacto que necesitaba. Él sonrió
mientras se inclinaba, besando ligeramente los labios de Mitch. Tomó la
corbata de seda de su cuello y deslizó sus palmas por los brazos de Mitch.
En ese momento, todo cambió. Mitch se abrió para besarlo, y Cody
condujo sus cuerpos hacia delante, apretando las muñecas de Mitch por
encima de su cabeza, teniendo cuidado mientras se estrellaban contra la
viga de soporte. El gruñido que dio Mitch dejó muy en claro que Cody lo
había tomado por sorpresa y ahora tenía la ventaja, aunque solo fuera
por un momento.
Apretó las caderas violentamente contra el culo de Mitch mientras

agarraba ambas muñecas con una mano y las levantaba por encima de
su cabeza. Ató las muñecas de Mitch con la corbata de seda y lo ató a la
viga de acero. Era fuerte y sabía que Mitch era igual de fuerte, pero en
este momento, Mitch se rendía ante él.
—¿Puedes sentirme, Ayudante del Alguacil? —Presionó su cuerpo

contra Mitch y lo sostuvo allí, asegurando el nudo mientras su polla se
deslizaba por la grieta del culo de Mitch.
379
—Joder, sí —gimió Mitch. Empujó y luego tiró de las muñecas,

luchando por liberar sus manos.
Mitch intentó en vano liberarse. Verlo luchar hizo que Cody se

pusiera duro como el infierno.
Se quedó cerca de Mitch, presionado contra su espalda, mientras

pasaba la palma de sus manos hacia arriba y hacia abajo por los
musculosos brazos de Mitch. Se inclinó hacia delante y le susurró al oído:
—No luches, solo me pone más duro.
—Lo deseo. —Mitch arqueó la espalda y apretó más el culo contra

Cody. El movimiento alimentó la lujuria de Cody, e involuntariamente se
encontró con el culo de Mitch con un sólido balanceo de sus caderas.
Pasó la nariz por la nuca de Mitch e inhaló el aroma de su piel.
—Mmm... hueles tan follable —siseó contra la concha su oído. Pasó

las manos hacia el frente del pecho de Mitch, presionó su cuerpo de la
cabeza a los pies contra él y movió las caderas. Una mano se movió hacia
el cuello de Mitch y la otra se deslizó hacia abajo, sus dedos viajaron por
el estómago plano y por el vello recortado en la base de su pene—. Bésame
—siseó Cody al oído de Mitch. En ese momento, no era una solicitud. Las
ganas de probar el beso de Mitch en sus labios lo abrumaron. Apretó con
fuerza el costado del cuello y la mandíbula de Mitch y giró la cabeza en
un ángulo incómodo, manteniéndolo donde lo quería. Sin esfuerzo,
deslizó su lengua dentro de la boca de Mitch.
Mitch se apartó y susurró:
—Quiero esto... te necesito. —Antes de inclinarse lo más que pudo

y permitir que Cody tuviera acceso total y absoluto a su boca. Los
pequeños ruidos sexuales que hizo Mitch lo mantuvieron trabajando más
duro. Agarró la polla de Mitch y la acarició bruscamente. Mitch se sacudió
380
en su puño. Pero el empuje que Mitch había estado haciendo contra su

polla se había detenido abruptamente. Ahora se arqueaba hacia adelante,
embistiendo en la mano de Cody. Mitch había abandonado el beso,
arqueándose hacia delante, y Cody se inclinó, la otra mano agarrando
sus testículos.
—Si no quieres esto, será mejor que digas algo ahora. Es la última
oportunidad que tienes —gruñó Cody al oído de Mitch. No estaba seguro
de dónde venían sus palabras, porque ciertamente eran el único
pensamiento racional que le atravesaba la cabeza. Rodó las bolas de
Mitch en la palma de su mano y Mitch amplió su postura. El embriagador
olor de su excitación llenó la habitación, disparándose directamente a su
entrepierna.
—Haz lo mejor que tienes, vaquero. Necesito esto. —Mitch apoyó la

cabeza contra el hombro de Cody. El movimiento de las caderas de su
amante lo instó a acelerar el ritmo con la mano. En lugar de darle a Mitch
lo que quería, apretó su mano en la base de la polla de Mitch para frenar
las cosas. Cody inclinó la cabeza y hundió los dientes en la gruesa carne
del hombro de Mitch.
***
Atrapado contra una gruesa viga de acero y sostenido en su lugar

por una corbata y el cuerpo duro de Cody, Mitch no podía moverse, no es
que realmente quisiera. Estaba jodidamente caliente por las
provocaciones que hacía su vaquero.
Ahora estaba completamente a merced de Cody y estaba seguro

que no podía pensar en un mejor lugar para estar. Mitch necesitaba esto;
no quería pensar en nada, solo quería sentir.
Mitch volvió a tirar de las muñecas. No se soltaría pronto. Cody lo

había atado bien, probablemente había sido un jodido Boy Scout cuando
381
era niño. Los nudos que usaba Cody eran difíciles de soltar. No importaba
cuánto lo intentara, no podía liberarse, y estaba absolutamente seguro
que las manos errantes y la polla dura de Cody eran la razón de su
completa falta de concentración.
—¿Me acabas de morder? —preguntó Mitch. Sus músculos se

tensaron y flexionaron bajo la tensión que Cody le infligía y el inesperado
momento de dolor. Se empujó más fuerte contra el apretado puño.
Claramente, esta sería una noche de dos o tres orgasmos, y necesitaba el
primero en este momento.
El puño de Cody se apretó sobre su polla. Lo sostuvo como un

tornillo de banco, y la acumulación rodando por su columna vertebral y
agitándose a través de sus bolas se desvaneció cuando Cody le negó la
liberación nuevamente.
—¡No!
—Sí —dijo Cody, soltando su polla y deslizando sus palmas de

nuevo por su pecho hasta sus pezones. Cody siguió su camino sobre su
hombro, mordisqueando y lamiendo su columna vertebral. Solo el sonido
de sus pesados pantalones llenó la habitación cuando Cody se arrodilló
detrás de él. Mitch apoyó la frente contra la viga y comenzó a rezar.
—Me estás matando —dijo con los dientes apretados mientras la

cálida lengua de Cody lamía la base de su columna. Cuando la mano de
Cody acarició el globo de su trasero, contuvo el aliento. Cody le había
hecho esto en Washington. Y era uno de los recuerdos más tiernos y
dulces de su vida—. Por favor —rogó cuando Cody extendió las nalgas y
rodeó el borde con los dedos. Las rodillas de Mitch se debilitaron, sus
ojos amenazaron con retroceder en su cabeza mientras la lengua caliente
y húmeda de Cody se deslizaba lentamente por su agujero.
382
Cody lo lamió, chupando y lamiendo, pero cuando esa cálida y

dulce lengua se abrió paso... Mitch se perdió. Cody era un maestro en el
beso negro y en provocar con su lengua. Un fuerte gemido escapó de sus
labios. Él sacudió sus caderas, empujando hacia atrás contra la lengua
dentro de él. Quería más. Su orgasmo creció lentamente hasta que le
temblaron las piernas. Estaba a punto de correrse, y el jodido Cody se
apartó, negándoselo nuevamente.
—¡No!
—Shhh, todavía no puedes correrte. No quiero que lo hagas. —Los

labios de Cody presionaron contra su lugar más íntimo. Podía sentir las
bocanadas de aliento bailar sobre su borde mojado mientras Cody
hablaba. Las piernas de Mitch cedieron ante el asalto. Gracias a Dios la
corbata aguantaba su peso.
—No puedo soportarlo —jadeó. Cody agarró sus nalgas,

abriéndolas más y deslizó su lengua más adentro—. Mierda. Cody... —
Las palabras de Mitch se convirtieron en gemidos.
***
Cody se aferró a la polla de Mitch, palmeando sus bolas y

provocándole con la boca y la lengua.
Soltó el saco de Mitch y metió un dedo en la boca antes de presionar

el dedo contra el borde de Mitch.
Los gemidos desesperados y las respiraciones estranguladas lo

instaron a seguir, haciéndole saber que debía estar haciéndolo bien.
Deslizó su dedo en el calor de Mitch, empujando más adentro hasta que
sintió el lugar. Curvó su dedo, presionando contra la próstata de Mitch,
y luego retrocedió para ver su dedo deslizarse dentro y fuera del culo de
Mitch.
383
—¿Se siente bien? —preguntó Cody, mirando la larga línea del

cuerpo de Mitch. Él era la perfección. Cada tendón y músculo se
flexionaban y trabajaban juntos, tensándose contra la corbata que lo
ataba—. Contéstame, Mitch —dijo nuevamente, buscando el lubricante.
Sacó su dedo, cubriéndolos con lubricante antes de volver a meter dos.
—No me estires demasiado. Solo jódeme —susurró Mitch. Le tomó

un segundo entender lo que dijo Mitch. Cody se puso de pie y añadió un
tercer dedo. Atar a Mitch era una cosa, lastimarlo intencionalmente era
otra, y Cody se resistió a la idea de no preparar a Mitch.
Mitch sacudió sus caderas. Ahora había vuelto a sostenerse por

completo con las piernas.
—Fóllame, Cody.
En cuestión de segundos, se había puesto el condón y se había

lubricado. Mitch trató de mirarlo, movió la cabeza hacia adelante y hacia
atrás, intentando obtener un mejor ángulo, pero no pudo. Cody agarró
su polla y se alineó contra Mitch. Estaba tan excitado, tan caliente al ver
a Mitch luchando contra la sujeción que no estaba seguro de cuánto
tiempo duraría.
Cody se aferró a la cadera de Mitch, ubicó su glande en su entrada

y se impulsó hacia adelante. En una rápida zambullida, estuvo enterrado
en las profundidades del apretado calor.
—¡Ah, joder! —gritó Mitch.
Cody gruñó cuando un placer increíble lo atravesó. Mitch estaba

apretado, casi demasiado apretado. Mitch embistió hacia atrás, la fuerza
de su cuerpo empujó a Cody casi por completo dentro de él. Ambas
manos ahora aferradas en las caderas de Mitch. Usó las rodillas y empujó
384
hacia adelante nuevamente con tanta fuerza que impulsó a Mitch arriba
y abajo, con fuerza en el poste.
—¡Aghh! Eso es... te necesito —jadeó Mitch.
Cody estrelló sus caderas, empujando y luego saliendo casi por

completo, solo para lanzarse hacia adelante nuevamente. Cada vez, Cody
levantaba a Mitch de sus pies, arremetiendo con más fuerza. Las palabras
que salían de Mitch eran casi ininteligibles, pero cada vez que Cody
disminuía la velocidad, Mitch usaba su cuerpo para instarlo, inclinando
su trasero para que Cody lo tomara. Y él lo hizo. Cody embistió sus
caderas hacia adelante, golpeando una y otra vez en el estrecho y cálido
canal de Mitch.
***
—Ahhh... Joder... Cody —gimió Mitch. Sus rodillas amenazaron

con ceder cuando la línea entre el placer y el dolor lo nubló por un
momento. Su cuerpo ansiaba lo que Cody le estaba dando, su necesidad
de este hombre era tan fuerte que iba más allá de cualquier cosa que se
hubiera permitido sentir antes.
Hizo una mueca cuando Cody le llenó, retirándose solo para

conducirse más profundamente dentro de su cuerpo. El “oh, Dioses”
divagó más allá de sus labios en el momento en que lo levantó de sus
pies, haciéndolo sonar como un completo idiota, pero no le importó. Esto
era lo que ansiaba. Mitch jadeó mientras su cuerpo se dirigía a toda
marcha. Comenzó a empujar contra la gruesa polla de Cody, tratando de
conducirlo más profundo y más duro mientras comenzaba a responder
cada empuje con uno propio.
Si solo pudiera poner sus manos en su propia polla, se vendría con

solo un toque.
385
El aliento de Cody se detuvo. Si Cody sentía la mitad de lo que

Mitch experimentaba, serían una pareja hecha en el cielo.
Mitch había querido ser poseído por Cody. Lo había necesitado.

Demonios, había esperado a que entrara en su vida. Dios, había sido una
larga espera.
—Así, justo así. Me gusta así. —Mitch esperaba que las palabras
fueran claras—. Tan bueno. —Cada fuerte empuje de las caderas de Cody
expulsaba el aliento de Mitch fuera de su cuerpo. Cerrando los ojos, no
pudo hacer nada más que presionarse más cerca de Cody y sostenerse
con fuerza mientras su vaquero le llenaba.
—Yo también —llegó un gruñido varios minutos después. Mitch lo

entendió, estaba justo donde estaba Cody, tan cerca del clímax.
Mitch había trabajado sus ataduras hasta que sus manos estaban
sueltas, sus nudillos blancos por el agarre que tenía en la viga de acero,
y mantuvo sus dedos en posición mientras Cody golpeaba contra él.
Relajó la parte superior de su cuerpo contra Cody, echó la cabeza

hacia atrás para descansar sobre el hombro de su vaquero. En ese
momento, tantas emociones crudas corrían por el cuerpo de Mitch, la
intensidad casi demasiado para procesar.
El tiempo se detuvo para él, y con cada empuje de las caderas de

Cody, sus emociones se hicieron más profundas, amenazando con
incendiarlo. Sin duda, Cody Turner estaba hecho para él.
Mitch soltó todas las barreras y se rindió por completo a Cody,

dejándose consumir por el furioso infierno de este hombre y el profundo
amor que florecía dentro de su corazón. Estaba cayendo por el borde.
Gimió y luchó contra su necesidad de correrse. Las pequeñas bocanadas
386
del cálido aliento de Cody bailando sobre su piel sensible no ayudaban.

Cada terminación nerviosa estaba viva y a toda marcha.
Sus manos cedieron y las restricciones se aflojaron alrededor de

sus muñecas. Fue una decisión tanto metafórica como física cuando
Mitch decidió soltar los lazos que lo habían sujetado. Él arqueó su cuerpo
contra Cody y dejó caer sus brazos, extendiéndolos hacia atrás para
tomar la cabeza de Cody en sus manos. Sus dedos recorrieron el cabello
húmedo de su amante, y su cuerpo se derritió contra el enorme y
musculoso cuerpo de Cody. No podía recordar a nadie que fuera capaz
de abrazarlo tan completamente antes.
Había esperado deliberadamente tanto como pudo para rogar

desde lo más profundo de su corazón.
—Haznos terminar.
***
Cody sintió que las manos de Mitch le rodeaban el cuello. Se detuvo

un segundo y miró hacia el poste. Mitch se recostó contra él, su cuerpo
empapado en sudor y temblando. Cody envolvió a Mitch con fuerza en
sus brazos, soportando todo su peso. Pasó la mano por la curva del cuello
de Mitch y luego por la mandíbula mientras giraba la cara hacia él. El
placer tenía los ojos de Mitch ensombrecidos. Estaban ligeramente
abiertos, pero aturdidos, y jadeaba con los labios entreabiertos. Mitch era
el hombre más hermoso que Cody había visto, y pensó por primera vez
desde que llegó ayer, que Mitch se iría mañana. El pensamiento desolador
desaceleró los empujes de Cody, disminuyendo la liberación que había
estado frenando.
—Espera.
387
Cody logró moverlos de la viga a la cama a unos pasos de distancia.

Gentilmente colocó a Mitch en su cama y empujó profundamente a su
amante. Agarró el culo de Mitch, levantando las caderas mientras
presionaba los omóplatos y la cabeza de Mitch profundamente en las
almohadas. Era el ángulo perfecto; la posición era exactamente la
correcta.
—Oh, mierda, eso se siente… —comenzó Mitch.
Con cada empuje de sus caderas, las almohadas cedían debajo de

Mitch, una tras otra caían al suelo junto a la cama. Alisó su mano sobre
el tatuaje bellamente detallado del cráneo y la rosa en el centro de la
espalda de Mitch y se inclinó para besar la tinta. Sentándose más alto
sobre sus rodillas, golpeó más fuerte y más rápido contra Mitch.
—Me encanta estar dentro de ti —susurró y agarró la polla de

Mitch. Su pulgar rodeó el sensible glande, luego se hundió en la
hendidura, extendiendo las gotas de humedad sobre la punta hinchada
de Mitch. Cody lo acarició con más fuerza, igualando cada golpe de sus
caderas. Solo jadeos y gemidos llenos de placer se filtraron a través del
dormitorio. Maldición, Cody era adicto al sonido y la sensación del
hombre que encajaba perfectamente con él.
Mitch estaba absolutamente hecho para él.
Su amante jadeó por aire y su cuerpo se apretó a su alrededor.

Mitch estaba a punto de dejarse ir. Nunca desaceleró el movimiento de
sus caderas; dio la bienvenida a la presión que crecía en su columna
vertebral. Era algo que no podía seguir retrasando. Estaba cerca, muy
cerca. El fuerte calor de Mitch lo agarró, amenazando con hacerle perder
el control. Apretó los dientes y se obligó a esperar.
388
—Córrete para mí —se las arregló para decir con los dientes
apretados, acariciando a su amante más rápido. Mitch gimió y estrelló
sus caderas hacia atrás, empujando su trasero contra él.
—Cody, joder —jadeó cuando su conducto se contrajo con fuerza y

el calor de su orgasmo corrió en la mano de Cody.
—Sí... Mitch... —Cody se dejó ir en ese momento. El poder de su

liberación lo dejó sin aliento. Su cuerpo vibraba incontrolablemente; sus
músculos se tensaron y sus dedos se curvaron mientras se vaciaba en el
condón en el culo de Mitch. El mundo se oscureció cuando cayó hacia
adelante, completamente agotado.
389
Capítulo 43
Cody se quedó pegado a Mitch durante unos diez minutos después
que ambos se corrieran. Mitch se dio la vuelta y le quitó el condón a Cody.
Durante un momento después de esa increíble follada, Mitch estaba
seguro que había muerto y había ido al cielo. Una vez que se centró de
nuevo en sí mismo y se dio cuenta que el cielo era un ángel rubio de más
de metro noventa y cinco, se despertó lo suficiente como para descubrir
que estaba envuelto en un Cody muy silencioso y apenas respirando.
Reuniendo la energía, arrastró una mano por la espalda de Cody y

eso tuvo un efecto sorprendente. Cody se sacudió y se sentó, mirando a
Mitch.
—Debo haberme quedado dormido —dijo Cody, su voz áspera por

el sueño y su respiración superficial.
—Lo sé, vaquero —se rió Mitch, y Cody se acomodó sobre él. Parecía
demasiado cansado para hacer mucho más que descansar. A Mitch le
gustaba tenerlo sobre su pecho. Le gustaba sentir su corazón latir contra
el de su vaquero.
—No recuerdo nada después que te corrieras. —Cody respiró en su

oído.
—Fue algo alucinante —dijo Mitch con una sonrisa—. No sabía que
tenías eso en ti.
—Yo tampoco —respondió Cody.
—Ahhhh. —Mitch sonrió y agarró a Cody un poco más fuerte. Le

gustaba la idea que esto fuera algo que solo Cody y él compartían—. No
390
atas a todos los hombres a ese poste, ¿verdad? —preguntó Mitch, sonaba
ligeramente lamentable necesitar que se lo confirmara.
—No, los lastimaría —respondió Cody y se levantó de Mitch. Si

tuviera más energía, habría rodado con él, pero no lo hizo. Su cuerpo
todavía intentaba recuperarse de las sensaciones confusas que vibraban
en su piel—. Los tipos con los que he salido son más pequeños. Nos
limpiaré. Solo tengo que hacer que mi cuerpo trabaje con mi mente.
—Estoy teniendo ese problema yo mismo —dijo Mitch. Cerró los

ojos y tomó nota mental de las partes de su cuerpo. Meneó los dedos de
los pies y sintió alivio al sentir que funcionaban. No sabía con certeza si
lo harían. Después de un evento como el sexo que acababa de tener,
estaba seguro que ciertas partes de su cuerpo se habían quedado
permanentemente entumecidas, como su cerebro.
La cama se movió y Mitch abrió un ojo y vio a Cody tropezar

mientras se sentaba a un lado de la cama. Respirando hondo, se levantó
y se quedó allí un minuto. Mitch lo entendió. Debería intentar levantarse
también, pero su cuerpo resistió ese pensamiento en un nivel tan alto
que cedió y volvió a cerrar los ojos.
Debió quedarse dormido porque lo siguiente que supo fue que Cody
estaba de vuelta al lado de la cama, pasándole un paño tibio en el cuerpo.
De nuevo, las sensaciones eran extrañas y aún difíciles de registrar. El
trapo estaba tibio, pero le dejó la piel fría y se estremeció.
—¿Te lastimé? —preguntó Cody de inmediato, sonando

preocupado. El pánico brilló en los ojos de su vaquero cuando sus
miradas se encontraron—. Dijiste que lo querías duro. ¿Fui demasiado
rudo?
Mitch extendió la mano y envolvió sus dedos alrededor del muslo

de Cody, dándole caricias suaves con el pulgar.
391
—Estuviste perfecto. Podría ser el mejor sexo de mi vida. Bésame.
Cody estudió su rostro antes de inclinarse para besar sus labios.
—¿Estás seguro?
—No, cambié de opinión, definitivamente fue el mejor sexo de mi

vida. —Mitch besó la parte superior de la cabeza de Cody—. Solo necesito
una pequeña siesta —dijo Mitch. Cody se movió de debajo de su agarre y
regresó con una manta, cubriéndolo. Fue un gesto dulce, algo que Mitch
le agradecería absolutamente después que despertara de su siesta.
***
—¿Qué hora es? —preguntó Mitch desde la puerta del dormitorio.

Cody cruzó la puerta del patio para agarrar los filetes que había cocinado
a la parrilla. Se había puesto unos shorts deportivos, pero Mitch no se
había molestado y no llevaba nada más que lo que usaba cuando nació—
. ¿Puedo salir? —preguntó, mirando a su alrededor. La pregunta era
extraña, hasta que se dio cuenta que todas las luces de la sala de estar y
la cocina estaban encendidas y las cortinas abiertas de par en par.
—Espera —dijo y apagó la parrilla, levantando la tapa, antes de

volver a entrar. Rápidamente caminó hacia los interruptores, apagando
las luces del techo. La televisión estaba encendida, el volumen bajo—.
Puedes usar algunos de mis pantalones cortos —dijo Cody, pasando
junto a Mitch que lo detuvo al pasar.
—¿A dónde vas? —preguntó, extendiendo una mano para acercar

a Cody. Mitch los giró a los dos, atrapando a Cody en sus brazos—. Mis
piernas funcionan. No hiciste ningún comentario al respecto.
—¿Te lastimé? —volvió a preguntar. Había estado preocupado por

eso desde que se había levantado de la cama. Era la razón principal por
392
la que no había vuelto a trepar encima de Mitch y lo dejó dormir el resto

de la noche.
—No, en absoluto, y deja de preguntarme eso —reprendió Mitch,

besando sus labios—. ¿Es comida lo que huelo?
—Te hice un bistec, por si acaso. —El sonido de la risa vino desde
fuera de la puerta principal.
—¿Son niños? —Mitch parecía distraído por los sonidos.
—Es Halloween. Abrimos el edificio para ellos —explicó Cody.
—¿Tocan a la puerta? —quiso saber Mitch. Parecía gustarle esa

idea.
—Puse el tazón de dulces fuera para que no te despertaran.
—¿Qué? ¿Sabes lo que haría si la gente hiciera eso? Tiraría todos

los dulces en mi bolsa —dijo Mitch. Cody se apartó y entró en el único
baño del apartamento.
—Pero tú eras un niño malo; con suerte ellos no lo son —bromeó

Cody—. Puse una nota en el tazón, diciéndoles que tomen solo un dulce.
—Oh, eso debería funcionar —se rió Mitch.
Cody fue al armario del baño y sacó unos pantalones cortos.
—Estos deberían servirte. —Sostuvo los pantalones cortos frente

a Mitch.
—Eres más delgado que yo —dijo Mitch, tomando los pantalones y

mirándolos.
—¿Es eso un moretón? —preguntó Cody.
393
—¿Dónde? —dijo Mitch, mirando hacia abajo. Cody giró a Mitch,

dándole una inspección completa.
—Mierda, hombre, lo siento mucho. —Cody pasó los dedos sobre

los moretones en la cadera de Mitch y luego lo miró un poco asustado.
***
Mitch vio algo destellar en los ojos de Cody. No estaba seguro de

qué era exactamente lo que había allí, pero no le gustaba verlo en este
hombre. Como Cody no estaba siendo sincero sobre qué le molestaba,
Mitch se volvió hacia el espejo y movió su cuerpo. Cuando se miró a sí
mismo, se dio cuenta de lo divertido que era saber que estabas cambiado
para siempre por dentro, pero que por fuera te veías completamente igual.
Comenzó a decir esas palabras, pero sus ojos se encontraron con los de
Cody en el espejo. Claramente no estaban en la misma página en este
momento.
—No tengo idea de qué estás hablando —dijo finalmente Mitch.
—Aquí. —Cody señaló cuatro o cinco pequeñas marcas que

estropeaban la piel alrededor de sus caderas. Eran tan débiles que Mitch
no las había visto durante su superficial inspección. Parecían haber sido
hechas por los dedos de Cody. En lo que a Mitch respectaba, eran marcas
de amor, hechas durante un sexo increíblemente bueno, pero en base a
la incertidumbre que surgía de Cody, él no veía las cosas de esa manera.
No solo no lo veía así, sino que pasó junto a Mitch y salió de la habitación.
Mitch pasó los dedos sobre las marcas y sonrió. Le encantaba estar
marcado por su guapo vaquero.
No dolían en absoluto, solo eran pequeñas marca. Su culo, por otro

lado, iba a doler dulcemente durante una semana. Era exactamente lo
que quería llevar a DC con él. Si no podía tener a Cody allí con él, tendría
394
la marca de Cody en su corazón y en su piel. Mitch agarró los pantalones

cortos y se los puso mientras buscaba a Cody.
Las luces seguían apagadas. Cody estaba de pie en su cocina de

espaldas a él, vertiendo algo en una olla.
Golpeaba la lata en un costado. Mitch entró detrás de él,

envolviendo ambos brazos alrededor de su pecho.
—Deja de preocuparte tanto. Me encantó cada minuto de lo que

hicimos esta noche. Quería todo lo que me diste. Te pedí que lo hicieras
duro —dijo Mitch en voz baja detrás de él, apoyando la barbilla en el
hombro de Cody.
—Creo que lo hice un poco más que duro —dijo Cody. No se movió
debajo de Mitch, pero tampoco se dio la vuelta. Su concentración
permaneció en el contenido de la olla calentando en su estufa.
—Bueno, como sea que lo hicieras, hazlo así cada vez que te lo pida.
No he dormido tan bien en mucho tiempo. Aunque hubiera sido mejor
dormir si te hubieras quedado en la cama a mi lado —agregó Mitch
tranquilamente.
Cody no dijo una palabra. Permanecieron así durante varios

minutos cuando los frijoles comenzaron a hervir.
—Oh, mierda, ¿son esos frijoles estilo rancho? —Eso alivió la

tensión e hizo reír a Cody—. Amo esas cosas. No puedes conseguirlos en
Nueva York, ¿lo sabías? —Mitch retrocedió un poco para darle la vuelta
a Cody—. Deja esa actitud. No hay razón para ello. Tengo menos de doce
horas antes de abordar el avión. ¿Quién sabe cuándo volveré? Quiero
comer esta comida, tal vez tomar una cerveza o dos, y luego hacerte el
amor antes que vuelva a cerrar los ojos. ¿Vale? —Cody asintió—. Y podría
395
necesitar una almohada para sentarme si vamos a comer en esa mesa.

—Mitch se rio entre dientes.
—Podemos comer en el sofá —ofreció Cody, sonriendo a Mitch

mientras decía las palabras.
—Está bien, pero podría necesitar una almohada allí también.

Veremos a dónde va esto. —Mitch se alejó de Cody—. ¿Dónde están los
platos?
Cody extendió la mano y abrió el armario más cercano a la cabeza

de Mitch antes de tomar un par de cervezas del refrigerador.
—Esto se ve delicioso —dijo Mitch cuando comenzó a cargar su

plato con la cena que Cody le había preparado.
Sí, estaba totalmente enamorado. Cody lo chupó, lo amarró y lo

folló hasta que le dolió el culo, y luego le preparó la comida perfecta...
carne y frijoles. Eran una pareja hecha en el cielo.
396
Capítulo 44
—Mi turno —dijo Mitch, levantándose del sofá con un bostezo. El
reloj del microondas marcaba la una de la mañana. Podía dormir en el
avión mañana, pero le faltaba tiempo para acurrucarse con Cody. No
parecía que estuvieran en un punto donde pudieran relajarse fácilmente
juntos y acurrucarse en el sofá ya que Cody se sentaba en la única silla
justo al lado del sofá.
Habían comido y visto un partido de baloncesto Thunder contra

Mavericks. Hablaron fácilmente sobre el juego, sobre los equipos y
jugadores. Cody seguía los deportes más que Mitch, pero podía
defenderse lo suficiente como para comunicarse sobre el tema.
La silla había estado lo suficientemente cerca del lado del sofá de

Mitch como para poder sostener la mano de Cody. Era más un agarre de
dedos, pero Cody no se apartó, y era la cercanía que Mitch necesitaba.
No estaba cien por ciento seguro, pero la distancia de Cody pudo haber
sido por lo sucedido antes, aún desanimado por el pequeño y
emocionante hematoma que había causado. Mitch odiaba que Cody se
sintiera así y tenía que arreglar las cosas.
En realidad, tenía que ponerlos a ambos en orden, y solo quedaban

unas pocas horas para hacerlo.
Por primera vez, le molestaba la cantidad de viajes que su trabajo

requería. Podría haber usado más tiempo aquí. Tiempo era lo que
necesitaban y lo que no tenían. Le tendió la mano a Cody.
—Vamos, chico grande. Es mi turno —dijo Mitch, y Cody levantó la

vista con una mirada inquisitiva en su rostro—. Terminé con los juegos
preliminares; ahora quiero tu trasero.
397
—No estoy seguro que ver baloncesto se considere como

preliminares —dijo Cody, dándole esa sonrisa que adoraba mientras
alcanzaba el control remoto.
—Yo estoy seguro que lo es. —Estaba en el camino de Cody, y se

negó a moverse cuando Cody se puso de pie.
—¿Cómo está tu trasero? —preguntó Cody con cuidado.
—Está perfecto. Bésame —dijo Mitch, levantando sus manos a la

cara de Cody. Tomó sus labios en un beso suave y lento. En esto, Cody
participó. Devoraron la boca del otro.
—Quiero hacerte el amor, Cody.
Cody apagó la televisión y sumió el apartamento en una completa

oscuridad. Exactamente lo que necesitaba para lo que tenía en mente.
—Ven aquí —gruñó Mitch, evitando que Cody dejara caer sus
pantalones cortos donde estaba parado. Los condujo al largo banco de
ventanas en la habitación de Cody. Mitch no había notado realmente el
brillo de la habitación hasta que se abrieron las cortinas y miró hacia la
noche. Dudaba que alguien pudiera verlos tan alto y había una vista
perfecta del centro de Austin frente a ellos—. Aquí. No te muevas.
Mitch agarró el lubricante y un condón de la cómoda y dejó caer

sus pantalones cortos mientras caminaba hacia a Cody, que parecía
completamente confundido. Mitch colocó los objetos en el borde de la
ventana mientras bajaba los pantalones cortos de Cody y los pateaba con
el pie en dirección a un sillón—. Deja de parecer tan confundido y quédate
aquí conmigo. En el momento.
***
398
Cody no estaba seguro de lo que se suponía que debía hacer. Se

quedó junto a la ventana cuando Mitch fue a su cómoda, pero no estaba
captando lo que Mitch estaba tratando de hacer. Tal vez ese era el plan.
Mitch estaba de vuelta, parado frente a él, completamente desnudo. Su
polla estaba dura, rígida y sobresalía frente a Mitch como si pidiera su
toque. Cuando Cody se agachó, Mitch apartó la mano.
—Es mi turno, déjame seducirte —dijo Mitch, colocando ambas

manos sobre sus hombros—. Ahora, date la vuelta.
Cody lo hizo. Había admirado esta vista todos los días durante los
últimos dos años que había vivido aquí, pero esta noche era diferente de
alguna manera. El complejo en el que vivía era exclusivo, lujoso, y sus
dos habitaciones no tenían más de setenta y cinco metros cuadrados.
Había sido todo lo que podía pagar, pero amaba su hogar. Le encantaba
estar aquí, y le encantaba que Mitch estuviera aquí.
—Deja de pensarlo demasiado, vaquero —ronroneó Mitch contra

su oído.
Cody se obligó a volver al momento mientras Mitch se acercaba

más detrás de él. Todas esas emociones de antes se precipitaron hacia
adelante cuando Mitch lo tiró contra su pecho y pasó la nariz por la parte
posterior del cuello de Cody. El movimiento hizo que su polla hinchada
se engrosara aún más y rozara la fría ventana contra la que estaba
presionado.
Cerrando los ojos, apoyó la frente sobre el vidrio y se concentró en

respirar. Necesitaría su ingenio sobre él para pasar la próxima hora si
esta tortura sensual era lo que Mitch tenía en mente.
***
399
Los edificios iluminaban el horizonte de Austin con miles y miles

de luces hasta donde podía ver. La carretera principal corría a lo lejos,
destellos de luces corriendo por su mente. Su corazón se mantuvo
constante, latiendo violentamente en su pecho. No quería irse mañana.
Quería quedarse aquí, encerrado en este apartamento con el hombre que
amaba. La inseguridad golpeó con ese pensamiento, pero también lo hizo
la idea de complacer a Cody. Lamió el camino que su nariz acababa de
rozar.
Cody se estremeció en sus brazos y la sonrisa de Mitch se

ensanchó. Le encantaba que su toque hubiera desencadenado la
reacción.
Presionó su cuerpo desnudo a lo largo de la espalda de Cody, por

lo que estuvieron piel sobre piel y besó y mordisqueó su cuello.
—Es hermoso, ¿no?
Esperó a que Cody mostrara alguna señal que lo había escuchado,

y finalmente asintió, pero no dijo una palabra. Pasó una mano por el
pecho de Cody y cubrió su corazón con su palma. El ritmo coincidía con
el suyo. Un ritmo frenético de algo mágico uniéndolos. Al menos esperaba
que Cody sintiera lo mismo.
—Te necesito en mi vida —susurró Mitch contra la piel de su

vaquero. Cody se estremeció de nuevo y Mitch lo atrajo hacia sí,
acariciándole los brazos y pasando suavemente los labios por su
hombro—. Nos necesito, Cody.
Cody giró la cabeza para mirarlo, y algo brilló en sus ojos cuando
se recostó para besarlo.
Cuando Cody intentó girar por completo en sus brazos, Mitch evitó
el movimiento y lo abrazó con fuerza contra la ventana.
400
Dios, cómo necesitaba a este hombre. Nunca había deseado a nadie

como deseaba a Cody. Mitch aprovechó el momento y se inclinó,
capturando la boca de Cody en un beso acalorado. El beso se demoró
mientras deslizaba las manos hacia abajo, acariciando la polla goteando
de Cody. Le encantaba cómo su beso podía deshacer tan fácilmente a este
hombre.
Mitch deslizó su mano entre las nalgas de Cody y encontró su

entrada. Deslizó un dedo en Cody, abriéndolo mientras alcanzaba el
lubricante en la repisa. Puso un poco en sus dedos y presionó dos en su
apretada abertura.
—Eres tan jodidamente sexy, cariño —gruñó y agregó un tercero,

disfrutando de la vista de sus dedos moviéndose dentro y fuera del culo
perfecto de Cody. Curvó un dedo contra la glándula de Cody y sonrió ante
su reacción.
—¡Ah, sí! —Cody siseó—. Hazme el amor.
Cogió el condón, tomándose el tiempo para ponerlo en su lugar,

luego extendió las mejillas de Cody. Agarrándose, empujó la punta de su
polla contra el apretado anillo de músculos. Mitch se estremeció mientras
se deslizaba dentro de su amante, lento y constante, centímetro a
centímetro. Las palmas de Cody se estrellaron contra la ventana, luego
se deslizaron por el cristal mientras buscaba algo a lo que aferrarse. Podía
ver el reflejo de Cody en la ventana, y no podía apartar los ojos de la
imagen. Cody Turner en medio de la pasión era un espectáculo increíble
para la vista.
Mitch dobló las rodillas y desarrolló un ritmo con las caderas. Tiró
de la espalda de Cody contra su pecho y lo abrazó con fuerza, acariciando
su cuello. Entraba y salía de su calor, dándole a Cody todo lo que tenía.
Los musculosos brazos de Cody se extendieron detrás de él, y sus manos
401
se enredaron en el cabello de Mitch, manteniéndolo allí. El movimiento

fue ardiente, sexy y posesivo.
—Te amo —susurró Mitch en la oreja de Cody.
***
Cody permitió el sensual asalto, pero querido Dios, tenía sus

límites. Mitch no jugaba limpio. Su toque, las caricias, el cuidado que
tuvo resonó en lo más profundo del alma de Cody, superando cualquiera
de las barreras o señales de advertencia que había podido construir. Se
estaba abriendo a un territorio peligroso y completamente incapaz de
detenerse.
Por mucho que se prometió a sí mismo que le daría este a Mitch,

que le daría su turno, Cody no pudo evitar acercarse y aferrarse
desesperadamente al hombre que lo sostenía con tanto cuidado. Las
palabras tardaron varios segundos en penetrar. Cuando lo hicieron, se
tensó. Las palabras lo asustaron. Por mucho que quisiera quedarse aquí
en este momento, también tenía que saber si Mitch hablaba desde el
corazón o desde su polla. Cody se giró. Mitch no dejó de moverse dentro
y fuera de él, pero sus ojos se encontraron, y él se bloqueó en esa mirada
profunda.
—Lo hago. Te amo, Cody Turner. —La voz llena de lujuria de Mitch
proclamó las palabras nuevamente, y vio la verdad reflejada en esos orbes
color caramelo. Mitch hablaba en serio. Cody devoró a Mitch en una
increíble danza de dominación. Lengua, dientes y labios chocaron en el
beso acalorado. Mantuvo la cabeza de Mitch en su lugar y besó al hombre
como si nunca hubiera besado a otro antes que él. Hambriento,
sondeando, buscando y explorando cada grieta.
La lengua de Mitch rozó la suya, y gimió mientras tomaba el dulce

sabor de la boca de su amante.
402
Las palabras de Mitch cubrieron su corazón y abrazaron su alma;

el momento fue maravillosamente devastador, y Cody supo en ese
momento que nunca sería el mismo hombre que era cuando entró en esa
habitación esta noche.
***
Había dicho lo que pretendía, y si los besos eran palabras, Cody

definitivamente le había devuelto el sentimiento.
Mitch agarró las caderas de Cody, se apartó del beso y dio un paso
hacia atrás. Apartó las caderas de Cody de la ventana y empujó la parte
superior de su cuerpo hacia abajo para poder obtener un mejor ángulo.
Observó las manos de Cody extendidas sobre el cristal, manteniendo su
cuerpo en su lugar. Perfecto.
Se condujo más profundo y más duro en el cuerpo de Cody. Con

cada empuje, buscaba la próstata. Y teniendo en cuenta todos los sonidos
sensuales provenientes de Cody, pensó que lo estaba haciendo
perfectamente bien.
Bajó la mano, tomó la polla rígida de Cody y la acarició con fuerza

y rapidez.
—Estás tan... jodidamente... apretado.
La ventana se sacudió ruidosamente cuando la cabeza y el cuerpo

de Cody se estrellaron contra ella con cada embestida. El olor a almizcle
de su sexo y los sonidos de la carne golpeando contra la carne llenaron
la habitación. Su mano se deslizó desde la cadera de Cody hasta la base
de su cuello. Enredó sus dedos en su cabello. Cody gimió, rogándole por
correrse, cuando su cuerpo se estremeció antes de tensarse en los brazos
de Mitch y su trasero se contrajo fuertemente a su alrededor, atrayéndolo
más profundo. Eso fue todo lo que hizo falta.
403
Sus duras arremetidas nunca disminuyeron, y detener su

liberación se hizo imposible. Gimió contra el cuello de Cody, incapaz de
controlar su liberación por más tiempo. El ritmo de Mitch finalmente
vaciló cuando su cuerpo se tensó con fuerza y el placer se estrelló sobre
él en oleadas de éxtasis. Cabalgó ola tras ola, y con un grito, se derramó
profundamente dentro del cuerpo de Cody.
Cuando terminó, se dio cuenta que no iba a poder seguir parado

por sus propios pies mucho más tiempo. Antes que la oscuridad lo
reclamara, Mitch dio dos o tres pasos hacia atrás, arrastrando a Cody
con él.
Sostuvo a Cody contra él mientras los tiraba sobre la cama.
—Lo dije en serio —susurró contra el hombro de Cody, rodando a

su lado. Cody le pertenecía. Después de esta noche, no había duda en su
mente. La sonrisa se extendió por su rostro y cerró los ojos, apretando a
Cody en sus brazos. Dejó que la sensación de saciedad lo adormeciera.
404
Capítulo 45
—Despierta —dijo Cody, pasando un dedo por los labios
perfectamente formados de Mitch. Cody miró el reloj de la mesita de
noche. Ya eran las once de la mañana. Mitch tenía que partir hacia el
aeropuerto a las once y media. Se habían acostado temprano esta
mañana, pero Cody se había levantado, preparado café, desayuno,
duchado y vestido, y Mitch no se había movido.
—¿Puedes tomar un vuelo después? —preguntó en voz baja.

Cuando Mitch aún no había movido un músculo, se sentó a un lado de
la cama y observó su pecho subir y bajar solo para asegurarse que estaba
respirando—. Mitch Knox, abre tus malditos ojos —dijo Cody, y las largas
pestañas que lo habían fascinado durante horas dos noches atrás
finalmente se abrieron.
—Eres un despertador muy molesto —murmuró Mitch y sacó un

brazo de debajo del edredón, colocándolo sobre la cintura de Cody.
Empujó y luego tiró de nuevo—. Mierda, eres demasiado grande para
forzarte a acostarte y acurrucarte conmigo.
—Son poco más de las once. Tenemos que irnos en veinte minutos
para llegar a tiempo —explicó Cody.
Mitch volvió a acostarse sobre su espalda, su mano rozando el

muslo de Cody.
—¿Puedes tomar un vuelo más tarde?
—Dame un beso de buenos días —dijo Mitch, y Cody lo miró. No se

habían duchado anoche cuando terminaron. Si se inclinaba allí,
405
probablemente se quedaría atrapado en la cama, y no habría ninguna

posibilidad que Mitch llegara al aeropuerto a tiempo.
—¿Puedes tomar un vuelo luego?
—Estás siendo despiadado —murmuró Mitch. Cuando Cody lo

miró fijamente, se echó a reír—. No, Kreed se reunirá conmigo en el
aeropuerto. Planeaba volar de regreso con él.
—¡Entonces arriba! Tengo café, tocino y galletas esperando —dijo

Cody y se puso de pie, dando dos o tres pasos hacia la puerta—. Empaqué
tu bolso. Está en el baño. Ahora levántate. Kreed te necesita.
Cody salió de la habitación y cerró la puerta detrás de él, pero se

quedó allí, aguzando el oído hasta que escuchó el chirrido del colchón y
un murmullo desde la habitación.
—Todo lo que quería era un beso —gritó Mitch antes que la puerta
del baño se cerrara demasiado fuerte. Cody puso los ojos en blanco. ¿En
serio Mitch no se conocía? Nunca era solo un beso con él.
***
Diez minutos más tarde, Mitch ya se había duchado y vestido

cuando abrió la puerta del dormitorio enfadado. Sus pies golpearon el
suelo de madera cuando entró en la habitación. Dejó caer su bolso sobre
la pequeña mesa de la cocina y cerró la diferencia la distancia entre él y
el fregadero donde Cody estaba lavando los platos.
—Eso fue rápido —dijo Cody, mirándolo por encima del hombro,
limpiando la espuma de sus manos.
—Nueva regla. Besos de buenos días, luego ducharse. Que

estuvieras en la ducha hubiera sido mejor —dijo Mitch, envolviendo
ambos brazos alrededor de Cody y abrazándolo con fuerza. Esa
406
protuberancia en sus vaqueros se hizo más sólida cuando se frotó contra

el culo cubierto de mezclilla de Cody.
—¿Cómo está tu trasero? ¿Dolorido esta mañana? —preguntó

Cody.
—Dije en serio lo de anoche —dijo Mitch, ignorando la pregunta.

Mientras estaba en la ducha, se dio cuenta que no tenía tiempo para
obtener una respuesta de Cody. Desearía haber tenido una semana
sólida aquí con Cody para arreglar las cosas entre ellos, porque no sabía
cuándo volvería.
—¿Estás seguro? —preguntó Cody. Se había quedado

completamente quieto y se volvió en los brazos de Mitch. Su propio
instinto lo hizo apretar su agarre.
—Como nunca en mi vida —dijo Mitch. Cody tenía una serie de

emociones cruzando su hermoso rostro hasta que se apartó. No podía ir
muy lejos en la pequeña cocina, pero puso tanta distancia entre ellos
como pudo.
Mitch se giró, ocupó el lugar de Cody contra el mostrador y lo miró.

¿Había juzgado esta situación incorrectamente? Había pensado que
estaban en un terreno bastante seguro cuando dijo esas palabras anoche.
Pero con toda honestidad, no tenía con qué comprar esta situación. Este
era un territorio desconocido, emociones que nunca antes había
experimentado. Se le encogió el corazón y se obligó a quedarse callado.
No apresuraría a Cody ni lo empujaría, por mucho que le doliera.
Mierda. Así es como se siente ser rechazado.
—Te hice un par de panecillos con tocino. Y una taza de café —dijo
Cody. Todavía estaba de espaldas a Mitch mientras buscaba la comida.
407
A la mierda la comida. Mitch se pasó una mano por la cara. Jodida

mierda. Ahora iba a tener que irse así.
—Yo también te amo —susurró Cody en voz muy baja, aún de

espaldas a él.
Mitch desvió la mirada hacia la parte posterior de la cabeza de

Cody. ¿Lo había escuchado bien?
—¿Qué dijiste? —Mitch necesitaba la reafirmación de esas

palabras.
—Me escuchaste —respondió Cody, y Mitch estaba al otro lado de

la cocina, nuevamente a la espalda de Cody, envolviéndolo en sus brazos,
tirando de ese cuerpo duro contra el suyo.
—Dilo de nuevo —dijo Mitch. Cody tardó un minuto completo en

responder.
—Te amo —dijo, mordiéndose el labio inferior cuando Mitch le dio

la vuelta.
—¿Te dolió decirlo? —preguntó Mitch. Las palabras eran

exactamente lo que pretendía decir, pero el tono era apagado.
—No esperaba esto. Y realmente no puedo ver cómo va a funcionar.

Hemos tenido suerte o creo que mala suerte si cuentas el motivo de esta
visita. Podrían pasar meses antes de volver a verte.
—Es solo este caso el que me tiene atado en este momento, y no

puedo ver cómo pueden justificar seguir con este equipo por mucho más
tiempo si seguimos así. Mi base de operaciones puede estar en cualquier
parte; solo tengo que estar de guardia e ir cuando me necesiten. Puedo
estar aquí —explicó Mitch.
408
—¿Cómo mudarte aquí? —preguntó Cody, y la sorpresa se mostró

en su rostro.
—Bueno, supongo que no... —dijo Mitch, y esa pequeña aguja en

su corazón lo pinchó de nuevo.
—No, podrías. Simplemente se siente tan rápido y surrealista —

dijo Cody en un tono tranquilizador.
—Lo sé. Podría conseguir un lugar para vivir hasta que estés listo
para más. No quiero empujarte.
—Podrías quedarte aquí —dijo Cody nuevamente. Luego agregó—:

Esto se está moviendo realmente rápido.
—Así es como soy. No hago pausas muy a menudo, especialmente

si sé que es lo correcto —dijo Mitch. El bolsillo delantero de Cody en su
camisa sonó, atrayendo la mirada de Mitch—. ¿Qué es eso?
—Mi teléfono. Es hora de irnos —dijo, pero ninguno se movió.

Ambos se quedaron mirando al otro.
—Bésame —exigió Mitch, inclinándose y cubriendo la boca de

Cody. El correcto Cody mantuvo el beso corto y se apartó.
—Toma tu taza. Conseguiré tu bolso. —Cody se había ido de la

cocina. Mitch no quería irse en ese momento. Fue solo obligación y
consideración hacia Kreed lo que lo hizo moverse. De lo contrario, habría
salido volando a primera hora de la mañana, o infierno, ¿qué tendría que
hacer para ser retirado de este caso? Por primera vez en mucho tiempo,
volvió a pensar que necesitaban ojos frescos.
Con esos pensamientos, Mitch tomó la taza de viaje y dio un largo

trago, asombrado de cómo el café instantáneamente lo animó. Podía
volver con Kreed, darle al tipo una o dos semanas para ajustarse al ritmo
409
de las cosas y luego retirarse oficialmente del caso. Podría ofrecer

consultar con el nuevo equipo que investigaría los crímenes. Sorprendido
por lo bien que se sintió, Mitch tomó los panecillos. Cody había cocinado
para él. ¿Por qué amaba tanto eso? Desenvolvió uno y mordió.
—¿Son hechos en casa? —preguntó Mitch cuando Cody regresó,

abriendo la puerta principal.
—Sí, ¿tomaste tu billetera? —preguntó Cody.
—¿Haces galletas caseras? Podría haber muerto e ido al cielo —

pasó junto a Cody y salió al pasillo.
—Es de empaque, no hechas desde cero —dijo Cody con

naturalidad.
—Y él sabe la diferencia. Si ya no te amara, lo haría ahora mismo

—agregó Mitch.
—¿Tomaste su teléfono y billetera? —repitió Cody, presionando el

botón en el elevador.
—Lo hice. Gracias por cuidarme tan bien. —Mitch le dio a Cody
una sonrisa y se acercó para besar sus labios.
—¿Me estoy portando como una mamá osa? —quiso saber Cody
con una mueca.
—En el buen sentido —confirmó Mitch y lo besó de nuevo.
El ascensor sonó, terminando el momento.
410
Capítulo 46
El domingo por la mañana el tráfico no era terrible. Cody se perdió
las festividades de Halloween de la noche anterior, pero lo que sea que
mantuviera a la gente en casa era algo genial. Había conducido al
aeropuerto y regresado en menos de una hora.
Estacionó su camioneta en el lugar designado, salió y entró en su

edificio. Debería haberse dirigido donde sus padres para la cena del
domingo, pero Cody habló con Sheila hace unos veinte minutos para
informarles que no estaría allí hoy.
Nunca se perdía su cena semanal, porque sabía cuánto amaba su

madre tener a toda su familia allí, pero extrañaba a Mitch. Lo extrañaba
mucho, y los altibajos de esta relación se estaban instalando.
Cody se frotó los ojos mientras subía en el elevador de regreso a su

apartamento. Las emociones que lo agitaban querían que volviera al
aeropuerto y esperara hasta que el avión despegara. ¿Quién hacía cosas
así? Las chicas principalmente, supuso.
Abrió la puerta principal y entró. Su apartamento se sentía vacío.

¿Cómo era eso posible?
Había estado solo aquí desde el día en que compró el lugar, pero
ahora el loft le recordaba a Mitch, y como Mitch se había ido, estaba solo.
Maldición, lo tengo tan mal.
El teléfono de Cody vibró en su bolsillo delantero. Lo sacó y vio la

imagen de Mitch iluminar la pantalla.
411
Eso también era nuevo. Mitch tenía esa costumbre de jugar con
sus cosas.
Era curioso cómo Mitch era la única persona en el mundo a la que

permitiría excavar en sus cosas. Respondió el teléfono al tercer timbre.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó la voz profunda y sexy de

Mitch. Cody vio la chaqueta de traje de Mitch en el respaldo de su silla.
—Acabo de llegar a casa. Olvidé empacar la chaqueta del traje —

admitió Cody, levantándolo y acercándose la tela a la nariz. Inhaló la
colonia de Mitch en sus pulmones. Ah, lo extrañaba mucho.
—Puedo tomarlo la próxima vez —dijo Mitch en voz baja—. No

quiero irme.
—Estaba pensando lo mismo —Cody ancló el teléfono en su

hombro mientras deslizaba la chaqueta de Mitch en un brazo y luego en
el otro. Se puso la chaqueta sobre los hombros, sorprendido de lo bien
que le quedaba. Había pensado que Mitch era más grande que él.
—Espera, ese es Kreed —dijo Mitch. Cody se llevó el teléfono a la

oreja y se acercó al espejo del baño, mirándose con la chaqueta de Mitch.
—Hey, ¿quieres venir a recogerme? Kreed se quedará unos días

más.
—¿Puedes quedarte tanto tiempo? —preguntó Cody, sorprendido

de cómo toda su actitud simplemente se animó.
—No, tengo que volver por la mañana. Si prefieres que me vaya hoy,
puedo hacerlo —ofreció Mitch, la emoción de hace unos segundos se
desvaneció.
412
—Iré a buscarte y te llevaré de regreso por la mañana. —El timbre

sonó—. Espera, alguien está aquí.
Cody dejó caer su teléfono dentro del bolsillo delantero de la

camisa. Fue hacia la puerta y miró por la mirilla. Un tipo con traje estaba
parado afuera de su puerta. De acuerdo, no era algo que viera todos los
días. Cody abrió la puerta y había una placa justo en su cara.
—Agente Peter Langley con la Agencia Central de Inteligencia.

¿Eres el oficial Cody Turner? —preguntó un hombre alto, delgado y de
mediana edad.
—Lo soy —respondió Cody, mirando por encima de la placa. Era

genuina, pero ¿qué demonios? Si esto estaba relacionado con el trabajo,
lo habrían llamado a la oficina.
—Necesito que venga conmigo, señor —aconsejó el Agente Langley.
—¿Que está pasando? —preguntó, sin moverse.
—Señor, se lo explicaremos cuando lleguemos al centro —dijo el

agente Langley.
—Necesito más información antes de irme con ustedes, Agente

Langley —Cody se palpó los bolsillos. Sus llaves estaban allí. Su celular
estaba en el bolsillo de su camisa.
—Se trata de su tiempo pasado con el Ayudante del Alguacil Mitch

Knox. —El nombre de Mitch llamó la atención de Cody. Su corazón se
aceleró en su pecho, y salió por la puerta, poniendo el cerrojo mientras
seguía al agente escaleras abajo.
—¿Ha hecho algo? —murmuró finalmente mientras subía al

elevador. El agente Langley permaneció con cara de piedra. El hombre no
dijo una palabra más.
413
***
Mitch agachó la cabeza, moviéndose rápidamente a través de la

multitud de personas, tratando de encontrar un lugar tranquilo. Empujó
un dedo en su oreja y se concentró. Podía escuchar la conversación de
Cody y esa voz que le hablaba era familiar.
Frustrado más allá de lo creíble, Mitch entró en una tienda de

regalos del aeropuerto y encontró la puerta de atrás. Pasó, incluso ante
la protesta del empleado, y escuchó más de cerca la conversación.
Cuando se dio cuenta de lo que estaba escuchando, su corazón se estrelló
en su pecho. Había escuchado esa maldita voz antes.
Pensando rápidamente, activó la grabadora en su teléfono y marcó

con mucho cuidado una llamada compartida para incluir a Aaron,
rezando para que el hombre contestara. Si no lo hacía, al menos la voz
se grabaría.
El karma estaba de su lado. Aaron contestó. Mitch comenzó a

hablar antes de saludar.
—Estoy grabando esta llamada. ¿Puedes detectar la voz? —

preguntó de forma rápida y eficiente.
—Dame un segundo —dijo Aaron.
Palmeó su billetera y esperó mientras escuchaba. El empleado o la

seguridad del aeropuerto entrarían por esa puerta en cualquier momento.
Necesitaba que permanecieran callados y se alejaran, así que mantuvo
abierta su billetera, mostrando su placa, lista para cuando entraran.
—Estoy conectado. ¿Puedes reducir la voz? ¿La has escuchado

antes? —preguntó Aaron.
414
—Es reciente, y dijo que era de la CIA. —Especificó Mitch, tratando

de escuchar y hablar al mismo tiempo.
—¿Usó un nombre? —interrogó Aaron.
—No lo entendí. No lo ha vuelto a decir. Se han quedado en silencio

—susurró Mitch. Se concentró mucho en mantener la calma mientras el
pánico se asentaba. No podía pensar en ninguna razón por la que la CIA
necesitara hablar con Cody sobre él. Joder si el pánico no se aceleró en
su sistema.
—Muy bien, necesito la grabación de tu teléfono. No tuve suficiente

—dijo Aaron.
—Él hablará de nuevo. ¿Puedes rastrear la llamada? —preguntó

Mitch.
—Claro —respondió Aaron. Mitch podía escuchar el teclado y a

Cody caminando. Estaba saliendo del apartamento. No quería que Cody
saliera de ese edificio con ese tipo.
—Está en el centro de Austin. Parece un edificio de apartamentos

—dijo Aaron.
—Es su casa. —Como Mitch había esperado, la seguridad entró en

la pequeña habitación. Mantuvo el brazo extendido con la insignia para
que todos lo vieran. Había tres o cuatro, pero Mitch mantuvo la cabeza
baja, escuchando en el teléfono, pero aún observando a los guardias.
Después de un segundo, se llevó el dedo a los labios y los echó de la
habitación.
***
Cody salió de su edificio y el brillo del sol lo cegó. Entrecerró los

ojos y miró alrededor del estacionamiento. Solo entonces se dio cuenta
415
que todavía llevaba la chaqueta de traje de Mitch. Se sintió como un tonto

mientras seguía al agente hasta un automóvil que se encontraba en el
lado más alejado del estacionamiento. El auto tenía escrito gobierno
federal. Asumió que el vehículo era probablemente un viejo Buick, algo
así.
—Tendrá que viajar en la parte de atrás —indicó el agente.
—¿De qué se trata todo esto? —Cody volvió a preguntar, porque no

podía superar el hecho que algo sobre toda esta escena no se sentía bien.
—Ya conoce el procedimiento. Hablaremos en el centro —dijo,

abriendo la puerta trasera.
El agente extendió una mano, retrocediendo después de abrir la

puerta. Cody se quedó allí, mirándolo y finalmente siguió las
instrucciones solo porque si hubiera estado en su lugar, odiaría recibir
mierda del tipo que tenía la tarea de trasladar.
Cody agachó la cabeza e inclinó su gran cuerpo hacia el estrecho

asiento trasero. Después que ambas piernas estuvieron adentro, el
agente cerró la puerta tras él.
—Bien, maricón —siseó el agente Langley lo suficientemente fuerte

como para escuchar a través de la puerta cerrada. La persistente duda
de Cody se convirtió en completo pánico mientras intentaba salir. Sus
reacciones fueron rápidas, pero la puerta no se podía abrir desde el
interior. Se estrelló contra la puerta y buscó al tipo, tratando de mantener
sus ojos en el agente. Un vidrio separaba los asientos delanteros y
traseros prácticamente haciendo imposible un escape rápido. No podía
darse por vencido, necesitaba encontrar una salida de este auto.
Cody inclinó su cuerpo para golpear su codo contra la ventana.

Solo entonces vio el destello de metal cuando el sol atrapó el cañón del
416
arma apuntando hacia él. ¡Mierda! Cody se movió, pero fue demasiado
tarde. La primera bala lo golpeó en algún lugar del pecho, quitándole el
aliento de sus pulmones cuando el vidrio se hizo añicos a su alrededor.
Fue empujado a la fuerza hacia atrás, golpeándose contra el

respaldo del asiento. La segunda bala le atravesó el hombro y el dolor
punzante lo dejó impotente.
Cody cayó a un lado. No podía meter suficiente aire en sus

pulmones, y la presión en su pecho era insoportable. Su cuerpo no
cooperaría. Cayó hacia adelante y percibió un leve chasquido debajo del
vehículo. La oscuridad apareció, llenándole desde todas partes. Mierda,
su visión se volvió borrosa. Mitch y su familia llenaron sus pensamientos.
La falta de oxígeno resultó demasiado. La oscuridad se lo llevó.
***
—¡Mierda! —Mitch salió corriendo, gritándole a Aaron—. ¿Dónde

está? ¿Dónde diablos está?
—Todavía estaba en el estacionamiento cuando se cortó la

comunicación —dijo Aaron. Mitch escuchó la intensidad en su tono, y
Aaron estaba golpeando en su teclado mientras escribía—. Espera, Mitch.
Te estoy redireccionando al nueve once.
—¿Cuál es su emergencia? —escuchó decir Mitch a un

despachador. Ante la necesidad de llegar a Cody, ya estaba fuera de la
puerta. La seguridad del aeropuerto se había quedado cerca, sin duda
tratando de vigilarlo. Ahora estaba agradecido de verlos. Necesitaba
ayuda inmediata.
—Soy el Ayudante del Alguacil Mitch Knox. He estado en una

llamada telefónica donde han secuestrado a un agente estatal en Austin,
Texas. Creo que hubo disparos —le dijo al despachador un poco
417
desesperado antes de dirigirse a la seguridad del aeropuerto—. Necesito

un vehículo.
—Mi camioneta está fuera —dijo el guardia de seguridad.
—¿Sabe la dirección del incidente? —preguntó la despachadora.

Aaron, que todavía estaba en la llamada, soltó la información que había
recibido antes que el teléfono de Cody se apagara.
—Lo hicieron fuera de su complejo de apartamentos. Cody fue

llevado a un vehículo cuando escuché un posible disparo y el teléfono se
cortó —agregó Mitch. Podía sentir el pánico apoderándose de él,
haciéndolo sentir impotente.
Mierda, estaba tan preocupado por Cody. Se obligó a mantener la

calma. Tenía que usar su cabeza, pensar racionalmente, cuando todo lo
que realmente quería hacer era gritar.
—Tenemos oficiales en camino. ¿Puede identificar al patrullero

involucrado? —preguntó la despachadora.
—Su nombre es Cody Turner —respondió Mitch y tropezó al decir

el nombre de Cody. Joder, ¿qué había pasado? Y su siguiente
pensamiento más inmediato fue que recién había encontrado a Cody. De
ninguna manera podía perderlo ahora. Eso envió un duro golpe a su
corazón.
—Oh, no —dijo finalmente la mujer. Por primera vez en esta

conversación, dejó el cuadro de diálogo de comunicación estándar que
debía darle a cada persona que llamaba. Podía oírla aconsejar a los
oficiales en camino a la escena—. Señor, mi jefe se hará cargo de la
llamada.
Gracias a Dios el guardia de seguridad se apresuró. Mitch lo siguió

y se dirigió hacia la puerta de llegadas. La camioneta blanca de la
418
seguridad del aeropuerto estaba justo enfrente. Mitch entró por el lado
del pasajero y luego lo pensó mejor. Se deslizó, tomando el lado del
conductor antes que el tipo llegara a su lado.
—Conduciré yo, entra. Necesito tu teléfono.
Mitch activó el altavoz y dejó caer su teléfono en el tablero mientras

esperaba que despachadora continuara la llamada. Arrancó el auto y
tomó el teléfono que le ofrecía el guardia de seguridad. Marcó el número
de Cody.
—Sigue marcando a este número hasta que alguien responda —

dijo Mitch, dándole al tipo una mirada dura. Segundos después, salió del
estacionamiento, tomando las esquinas más rápido de lo que debería.
—Ayudante del Alguacil Knox, soy el oficial Carmichael —comenzó

una nueva voz, e inmediatamente lo interrumpió.
—Estoy en el aeropuerto. Necesito un escolta a la escena. Me dirijo

al sur dejando la terminal... —Mitch miró a su alrededor—. ¿Dónde
diablos estamos? —bramó Mitch. El jodido tipo debería haber visto que
no tenía idea de dónde estaba. ¿Qué diablos?
—Terminal C —dijo el guardia—. Aún no responde nadie.
—Terminal C. Me dirijo hacia el sur —repitió Mitch.
—Un momento —oyó decir al nuevo despachador—. Muy bien,

tenemos un oficial en camino hacia ti. ¿Qué auto conduce?
—Una F150 blanca. Es de la seguridad del aeropuerto —respondió

el guardia en voz alta por Mitch, redimiéndose totalmente. En un tono
más suave, dijo de nuevo—: Todavía no responden.
419
—¡Mierda! —gritó Mitch, la ansiedad y la incertidumbre lo estaban

afectando. No podía perder a Cody. No ahora.
¿Había sido testigo de los últimos minutos de Cody con vida? Su

mente se salió de control. ¿Había oído el asesinato de Cody? No había
forma que lo supiera con seguridad. Colt sobrevivió al ataque, igual que
el chico Greyson, razonó Mitch, tratando de calmarse. Se negó a
considerar que ninguno de esos hombres había recibido un disparo a
quemarropa. Mitch dijo una oración silenciosa, rogando por la vida de
Cody.
—Ayudante del Alguacil Knox, debería ver un coche patrulla en

cualquier momento —informó el nuevo despachador. Un patrullero de la
policía de Austin se detuvo junto a Mitch y señaló hacia adelante a través
de la ventana. Mitch asintió. El oficial encendió las sirenas y aceleró el
vehículo. Mitch hizo lo mismo mientras volaban por las calles de Austin
hacia el complejo de Cody.
***
Mitch entró en el complejo de apartamentos de Cody, donde las

puertas ahora estaban cubiertas con cinta amarilla de la escena del
crimen, marcando el área. El oficial que estaba en la entrada,
manteniendo a todos fuera del estacionamiento lo miró, gritando
mientras le indicaba que continuara.
Mitch apagó el motor del auto y salió, todavía agarrando su

teléfono, y sacó la billetera de sus vaqueros. El oficial estaba sobre él,
pero sostuvo su placa en la cara del tipo, ignorándolo por completo. Se
obligó a concentrarse, a concentrarse en Cody, no en el caos que ahora
le robaba un pensamiento coherente.
Mitch pasó junto a los indignados inquilinos a lo largo de la acera

que estaban fuera de la cerca de hierro.
420
Oficiales de cada área de la aplicación de la ley estaban presentes.

Para Mitch, eran un grupo de personas, pero cuando uno de los suyos
era golpeado, las cosas tomaban un giro diferente.
El temor que lo consumió hizo que su cerebro se adormeciera.

Podía sentir que entraba en modo de supervivencia. La manera en que
su cuerpo tenía de protegerlo de las noticias que estaba a punto de
escuchar.
—Ayudante del Alguacil Knox, soy el sargento Johnson. Yo fui el

primero en llegar. —El oficial se reunió con él unos metros dentro del
portón y lo acompañó hacia un automóvil. Mitch asumió que allí habían
encontrado a Cody. Desde este punto de vista, no vio a nadie dentro del
automóvil. En general, esa era una buena señal, ¿verdad? Solo le había
tomado doce minutos llegar aquí desde el aeropuerto. El oficial Johnson
disminuyó la velocidad, pero Mitch no. Todas las puertas del vehículo
estaban abiertas, pero todos estaban a varios metros de distancia.
—¿Qué encontraron? —Mitch finalmente hizo la pregunta que

había estado temiendo. Fue hacia el auto, preparándose por si acaso el
cuerpo de Cody todavía estaba adentro. El oficial lo detuvo y Mitch
retrocedió para golpear al tipo.
—Hay un pitido. Creemos que hay una bomba unida al chasis. El

escuadrón de bombas está en camino.
—No hay una bomba. Él usó ese método en su última víctima. No

volvería a hacerlo tan pronto —dijo Mitch distraídamente, soltándose del
agarre que el oficial tenía en su brazo. Intentó enfocarse mientras miraba
dentro del asiento delantero y luego en el de atrás. El auto estaba vacío,
excepto por una mancha de sangre en el asiento trasero y en el piso.
—¿Dónde está? —preguntó finalmente, tan aliviado de no haber

tropezado con el cadáver de Cody.
421
—Lo llevaron al University Medical —dijo el oficial. Se había

quedado a varios metros de distancia, claramente no convencido de la
explicación de Mitch.
—¿Cuáles son sus heridas? —cuestionó Mitch, examinando la

mancha de sangre. Había visto cosas peores, pero nunca de alguien a
quien amaba. Se aceleró el pulso mientras esperaba la respuesta y cerró
los ojos.
—¿Nadie se lo dijo? —preguntó el oficial, claramente sorprendido.

Mitch no respondió; solo esperó mientras agarraba al marco del auto en
busca de apoyo—. El teléfono celular de Turner le salvó la vida. Le
dispararon casi a quemarropa. El teléfono estaba en el bolsillo delantero
de su camisa y recibió el golpe. —Mitch ya no lo escuchaba y dejó caer la
cabeza entre las manos. Se inclinó, tratando de luchar contra el alivio
abrumador que inundaba su cuerpo y evitar hiperventilar.
Las lágrimas que había estado conteniendo se liberaron. Dobló las

rodillas y se dejó caer, llorando en serio ahora. Cody estaba vivo. ¿Cómo
era eso posible? Después de un minuto, sintió algo en su hombro y miró
a un lado para ver que le entregaban un pañuelo. El sargento Johnson
había desafiado la supuesta bomba para ayudarlo. Pasaron varios
momentos mientras Mitch recobraba la compostura y se recuperaba.
—¿Por qué cree que hay una bomba aquí? —preguntó después de
dejar caer sus gafas de sol en su lugar para ayudar a ocultar sus ojos
enrojecidos.
—El sonido del pitido se estaba apagando cuando llegamos. Nos

acercamos al auto solo porque se trataba de Turner —dijo el oficial, de
pie a cierta distancia nuevamente.
—Será mejor que estén jodidamente contentos de haber ido tras él

—murmuró Mitch.
422
—Dígalo otra vez, no pude escucharlo —gritó el oficial.
—Nada. —Finalmente, Mitch volvió su atención al auto—. ¿Una

supuesta bomba fallida es su suposición?
—¿Qué más podría ser? —respondió, un poco a la defensiva. Mitch

se puso de rodillas y miró debajo del auto. No había nada allí. Luego se
dirigió al frente del auto, tiró de la palanca para abrir el maletero y se
dirigió a la parte trasera del vehículo. Contra el consejo del oficial, levantó
el maletero. Joder.
—Tienen otro cuerpo aquí —gritó. Ignoró el desagradable olor a

muerte y miró a su alrededor sin tocar nada—. No hay ninguna bomba,
pero él ha estado aquí por un tiempo. El tictac viene de él. Necesito saber
los detalles cuando identifiques a este tipo.
—Mierda —declaró el oficial, inmediatamente tomando la radio en

su pecho y comenzaba a hablar con la sede central.
Mitch se obligó a enfocarse en el caso. Cody estaba vivo, y esto se

había convertido oficialmente en la zona cero.
¿Qué había hecho que el asesino viniera aquí? La obvia respuesta

parecía ser la única que le venía a la mente: era un mensaje para él. Pero
aún más importante, ¿por qué había hecho un trabajo tan descuidado?
Ira cegadora por tu orientación sexual, hizo eco en su mente.
Mitch miró alrededor del estacionamiento y luego al edificio.
—¿Cuánta vigilancia cree que hay en este lugar?
—La ciudad está cubierta. Eso es algo que hemos hecho bien —dijo
el oficial cuando el escuadrón de bombas se acercó al auto.
423
—Debe permanecer detrás de la línea hasta que hayamos

terminado de inspeccionar el vehículo. —Mitch los ignoró por completo
mientras miraba hacia la carretera, tratando de identificar las cámaras.
El sargento Johnson lo siguió, manteniendo un ojo en Mitch y otro en el
auto.
—No preguntó, pero el oficial Turner también recibió un disparo en

el hombro —dijo el oficial en voz baja—. Se supone que no debemos dar
esa información. Están manteniendo esto en secreto. Supongo que por
ustedes, chicos.
—¿Estaba consciente? —preguntó Mitch, palmeando su teléfono

para llamar a Aaron.
—No lo estaba cuando lo sacaron de aquí —dijo el oficial,

retrocediendo detrás de la línea imaginaria que mantenían los otros
oficiales. Todos los ojos estaban puestos en el equipo del auto.
—¿Quién dirige esta investigación? —indagó Mitch.
—Todavía no estoy seguro. Fui el primero en llegar. Es mía ahora,

pero mi supervisor directo está en camino —dijo.
—Muy bien, dale mi tarjeta. Necesito hablar con él. Estoy

trabajando con el FBI en una asignación especial. Necesito ese auto
entero. —El oficial mantuvo sus ojos hacia adelante, observando al
escuadrón de bombas trabajar mientras guardaba la tarjeta de Mitch en
su bolsillo—. Necesito que me lleven al hospital.
—Parks, llévalo al University Medical —gritó el oficial, sin dejar de

mirar el vehículo. Fue solo entonces que Mitch recordó que había llamado
a Aaron.
Maldición, necesitaba calmar su mierda. Cody lo necesitaba

enfocado en este momento.
424
—¿Estás ahí? —preguntó Mitch por teléfono, siguiendo al oficial

Parks a su patrulla.
—Sí, tengo a Connors en el teléfono. Identifiqué la voz y no sabía a

quién llamar cuando no respondiste. Espera, déjame conectarlos —dijo
Aaron—. Connors, Knox, ¿están los dos allí? —preguntó Aaron.
—Sí —dijeron, casi al unísono.
—¿Se lo dijiste? —preguntó Connors de inmediato.
—Aún no. Mitch, la voz coincide con la del Agente Especial Peter
Langley. No es de la CIA. Pertenece al Servicio Secreto, y también estaba
en el equipo de seguridad de Greyson —dijo Aaron.
—Lo entrevistamos, pero sus coartadas coincidían —dijo Connors.
—Joder, ¿tenemos alguna idea de dónde está? —preguntó Mitch,

subiéndose al lado del pasajero del coche patrulla.
—Tengo un equipo dirigiéndose a su casa, pero mi instinto me dice

que está allí en la ciudad contigo —dijo Connors.
—¿Quién sabe lo que pasó? No quiero que se esconda antes que lo

atrapemos —respondió Mitch, abrochándose el cinturón.
—Tenemos que actuar. Fue tras de ti personalmente —dijo

Connors.
Mitch guardó silencio. Esto era completamente personal, un

mensaje directo para él. Langley tenía que haber estado observándolo, y
Mitch nunca lo notó. ¡Piensa!
—Está bien, creemos que trabaja solo y deja la ciudad después de

cada golpe. No hemos llegado a ninguna parte en los casos, y él lo sabe.
425
En algún momento se volvería arrogante, eso lo sabemos. Ahora es el

momento, se ha vuelto descuidado.
—Es cierto, pero ¿sabe él que no completó el trabajo? —peguntó

Connors.
—¿Cómo sabes que no completó el trabajo? —quiso saber Mitch,

preocupado.
—Lo comprobé —respondió Aaron—. Connors es el único a quien

se lo he dicho. Sé mantener un secreto.
—Así que no se quedaría —dijo Mitch, pero necesitaba ir al lado de

Cody, mantenerlo a salvo, en caso que estuvieran equivocados. Se giró
hacia el oficial que conducía—. Ve más rápido.
Encendió las luces, dejó la sirena apagada para que él pudiera oír,
y el automóvil aceleró.
—Pensaría que fue un disparo directo al corazón. Eso lo

eliminaría—agregó Connors—. No hay forma que sepa que identificamos
su voz.
—Tengo las cámaras de vigilancia de las calles que rodean el

edificio. Si me das un poco más de tiempo, entraré en las cámaras del
edificio —agregó Aaron.
—Ni siquiera quiero saber cómo haces eso tan rápido —dijo
Connors.
—Recuerda, Connors, eso está dentro de su jurisdicción. Él es de

seguridad nacional. Sabes que tiene acceso a todo —lanzó Mitch en
defensa de Aaron.
426
—Aún así, Knox, es increíble. No es de extrañar que todos estén

sorprendidos con él. Además, tenemos una identificación positiva de su
voz. Todo hecho de manera legal. No necesitamos poner en peligro el caso
si lo hacemos bajo los procedimientos adecuados —dijo Connors. Mitch
se endureció. Tenían una pequeña ventana para trabajar. Pronto las
estaciones de noticias se darían cuenta de esto, y el tipo podría
esconderse si no lo tenían bajo custodia primero.
—Sigue trabajando, Stuart. Connors, mira si puedes averiguar si

ha abordado un avión. Hay una buena posibilidad que podamos atraparlo
si viaja de regreso allí. Stuart, te estoy autorizando a acceder al sistema
de inteligencia de los Alguaciles para ayudar a obtener una foto del
sospechoso.
—Ya estoy allí —comenzó Aaron y luego se detuvo—. Quiero decir,

claro, lo obtendré de ti. También puedo averiguar si está abordando un
avión.
—Lo tengo —dijo Connors—. Mantente en contacto, Knox. Te

enviaré un mensaje si pasa algo. —Connors desconectó la llamada,
dejando a Mitch todavía hablando por teléfono con Aaron.
—Stuart, ¿hay alguna posibilidad que todavía esté en la ciudad? —

preguntó Mitch.
—Siempre hay una oportunidad. Está loco, hombre. Ha roto sus

patrones. No está pensando con claridad. Eso lo hace más inestable. Es
por eso que llamé a Connors; de lo contrario nunca lo habría hecho —
dijo Stuart distraídamente.
—¡Más rápido! —exigió Mitch mirando hacia el oficial detrás del

volante. Las sirenas se encendieron, ahogando la voz de Aaron.
427
Minutos después, Mitch miraba impotente las puertas batientes del

quirófano. Ser un agente de la federal de alto nivel le daba privilegios
especiales: uno, era que podía llegar tan lejos en el hospital sin ser
familia, pero no importaba cómo lo intentara, no podía pasar de ahí. Cody
estaba siendo operado, y hasta que pudiera ver a su vaquero cara a cara,
el dolor persistente no se desvanecería.
La persistente duda que tal vez el asesino todavía estaba en algún

lugar cercano no desaparecía. Según un entrecortado mensaje, Connors
estableció un equipo de seguridad del FBI aquí en el hospital.
Aparentemente, esa decisión no había sido popular entre la policía de
Austin. El hospital estaba siendo inundado por la policía local, así como
por patrulleros estatales, que atestaban la sala de espera de la planta
baja. Esa clase de unidad tocó el corazón de Mitch, pero no lo suficiente
como para unirse al departamento de policía local en su lucha para
continuar brindando seguridad a Cody.
No creía que pudieran manejar este crimen por sí mismos. No había

forma que supieran la gravedad de estos delitos, y en cuanto al
sospechoso, actualmente Cody Turner era la única persona capaz de dar
una identificación positiva.
Tenía sentido que el asesino volviera y terminara el trabajo. Mitch

endureció su corazón ante la idea. El pánico y la desesperación que se
cernían justo debajo de la superficie huyeron cuando la ira comenzó a
apoderarse. A medida que la impotencia disminuía, comenzó a pensar un
poco más claramente, la primera vez desde que había escuchado ese
disparo a través del teléfono.
Sin duda, el Agente Langley lo había seguido personalmente. Mitch

se quedaría aquí en Austin para proteger lo que era suyo hasta que el FBI
ocupara su lugar.
428
En un momento de claridad, Mitch cruzó el pasillo hasta un banco

de ventanas y miró su teléfono. Su señal aumentó una barra. Eso tenía
que ser suficiente. Marcó rápidamente, llamando a las dos personas que
sabía que ayudarían. Primero, su director en Louisiana.
—Director Skinner, esto se ha tornado personal —dijo Mitch,

mirando por la ventana, completamente inconsciente del mundo fuera
del cristal.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Skinner.
—Disparó a mi novio esta mañana. Pero ha cometido un error.

Volverá una vez que se dé cuenta de eso —Mitch transmitió la
información, endureciendo su corazón.
—¿Sabemos quién es?
—Sí, señor. Lo están rastreando, pero si lo dejamos escapar,

volverá para terminar este trabajo. Una vez que descubra que Cody no
está muerto, tendrá que regresar para cubrir sus huellas —reafirmó
Mitch.
—¿Que necesitas de mí?
—Necesito un refuerzo. Quiero a nuestros chicos en esto. Quiero

que lo arresten en el momento en que lo encontremos —respondió Mitch.
—Por supuesto, lo arreglaré ahora. ¿Qué más? —preguntó el

director Skinner.
—Quiero que mi padre supervise el cuidado de Cody. Necesitamos

seguridad para transportarlo aquí. Y necesito seguridad para mi familia.
Una vez que Cody esté estable, lo quiero en casa con mi papá. No me
importa la investigación. Está más seguro lejos de aquí. —Mitch se pasó
429
la palma de la mano por la mandíbula. Todo lo que podía pensar era que
necesitaba a Cody lejos de este lugar lo antes posible.
—Arreglaré eso. Dile a tu padre que me contacte. ¿Connors sabe

su paradero?
—Sí, señor. Gracias. —Mitch dejó escapar un suspiro de alivio.
—Mantenme actualizado, Knox. Cuídate. No puedo decir que no vi

venir esto. Me preocupa esta situación, hijo. Debido a quién eres, debería
haber puesto a alguien más en el caso. Tú y Kreed cuídense. —El director
finalizó la llamada. Mitch estaba tan tenso que los momentos de alivio lo
golpearon con fuerza. Mitch se quedó allí, sacudiéndose toda esta
conmoción no deseada que le impedía pensar razonablemente. En
cambio, buscó en sus contactos hasta que encontró el número de teléfono
de su padre.
—Hola, hijo, tu madre me dijo que la llamaste. —Su padre sonaba

feliz y, con todo el ruido de fondo, pensó que podría estar en medio de
algo.
—Te necesito, papá. —Mitch habló en voz baja. Toda esa emoción
contra la que había estado luchando salió en esas tres palabras. Siempre
era difícil hablar con sus padres. Sus voces revelaban el amor interior y
la compasión que nadie más en el planeta había parecido tener.
—¿Dónde estás, hijo? —preguntó su padre, y Mitch escuchó el

cambio inmediato de papá a Dr. Knox. Hubo movimiento en la línea de
su padre. El ruido de fondo se desvaneció lentamente mientras buscaba
un lugar donde poder escuchar la conversación con mayor claridad.
—Estoy en Austin, Texas. Fueron tras él, papá. Al igual que con
Colt. —Mitch bajó la cabeza hacia los grandes ventanales. Se golpeó la
frente contra el cristal frío y tuvo que recordarse que Cody estaba vivo.
430
Dios, ¿qué habría pasado si el asesino hubiera tenido éxito? Hubo

silencio en el extremo de la línea de su padre durante varios segundos
hasta que finalmente dijo:
—¿Tu chico?
—Sí, señor —respondió Mitch de inmediato, su voz se quebró.
—¿Cuál es su condición? —preguntó su padre, el tono profesional

enmascarando la preocupación. Sabía que su padre lo hacía por él, para
ayudarlo a mantenerse fuerte.
—Todo lo que sé es que el teléfono celular le salvó la vida. La bala

iba dirigida a su pecho. Recibió otro disparo en el hombro y se golpeó la
cabeza de alguna manera. Está en cirugía.
—Muy bien, estoy en camino. —Nunca hubo dudas que su padre

haría eso. El peso se levantó lentamente de sus hombros. Conseguir que
Cody recibiera la atención que necesitaba mientras lo protegía de otro
ataque eran sus dos enfoques principales. La gente en la vida de Mitch
se hizo cargo, cuidando de Cody y él.
Dios, las jodidas lágrimas comenzaban de nuevo. Mitch hundió el

pulgar y el índice en los ojos, alejándolas. Lloraría por horas, solo que no
ahora. Mucho, mucho más tarde, cuando estuviera solo y nadie pudiera
verlo.
—Papá, necesito que llames al Director Skinner. Él está

organizando tu vuelo y seguridad para ti y la familia hasta que este
bastardo sea atrapado. Si no tenemos pronto en nuestras manos a este
tipo, Cody será un gran objetivo. Quiero que vuelva a casa contigo y con
mamá cuando esté estable. Lo quiero lejos de aquí hasta que resolvamos
esto —dijo Mitch con firmeza.
431
—Muy bien, hijo, lo que quieras. ¿Puedes enviarme un mensaje con

el número del director ahora? Estoy en un juego y necesito llevar a tu
madre a casa antes de irme —respondió el Dr. Knox.
—Gracias por hacer esto, papá. Enviaré el mensaje ahora mismo.

—Mitch finalizó la llamada e inmediatamente le envió un mensaje de texto
a su padre con el número de teléfono de Skinner. Esperó hasta que
recibió el mensaje de confirmación de su padre. Cuando se alejó de la
ventana, un hombre alto y rubio entró en el área. Había una mujer
flanqueándolo. Mitch los miró a los dos. Tenían lágrimas en los ojos, una
mirada de pánico que Mitch entendía por completo, y lo miraron tan de
cerca como él los miraba a ellos.
Tenían que ser los padres de Cody. Maldición.
432
Capítulo 47
Mitch se armó de valor y caminó directamente hacia la angustiada
pareja. No quería conocerlos de esta manera. Ciertamente, nunca quiso
disculparse por permitir que su hijo fuera puesto en peligro, pero se
acercó y extendió la mano.
—¿Señor y señora Turner? —Ambos asintieron—. Lo siento mucho

—comenzó Mitch, apretando la mano del Sr. Turner primero.
—Eres Mitch. —Una mujer entró en la habitación, pillando a Mitch

con la guardia baja. No se podía negar la conexión familiar. Era alta,
rubia y bonita, vestida con un traje de negocios y tacones altos. No se
andaba con tonterías y se paró frente a él, extendiendo la mano.
—Soy Sheila, la hermana de Cody. Él es el novio de Cody —dijo a

sus padres—. ¿Lo has visto ya? —le preguntó. Mitch miró de ella a sus
padres. Definitivamente estaba tomando la iniciativa, algo a lo que
parecía que sus padres estaban acostumbrados.
—Sheila, vamos a reunirnos con él —comenzó el Sr. Turner, pero

ella miró a Mitch, ignorando a sus padres, esperando que él respondiera
a su pregunta.
—No lo he hecho. Solo llevo aquí unos quince minutos. Ya estaba

en cirugía cuando llegué. —Mitch miró a los tres.
—Nos dijeron que se supone que está en recuperación ahora.

Podemos verlo pronto —dijo la Sra. Turner.
—Ni siquiera sé tanto. Solo llegué hasta aquí debido a la insignia

de Alguacil —admitió Mitch. Eso pareció frustrar a la hermana de Cody.
433
Ella lo miró fijamente, luego hizo un giro brusco, enfocándose en sus

padres.
—Mamá, tienes que venir a sentarte —dijo, conduciendo a su

madre a las sillas en medio de la habitación.
—¿Cómo es que ni siquiera sabía que Cody tenía novio? —La Sra.
Turner le preguntó a su hija.
—Hablé con él al mediodía. Dijo que iría a decírselo a ti y a papá

esta semana en algún momento —respondió Sheila, su voz se desvaneció.
Por mucho que quisiera escuchar cualquier otra cosa que ella tuviera que
decir, el Sr. Turner seguía de pie frente a él, esperando que las mujeres
salieran del alcance de la audición.
—¿Qué están diciendo? He escuchado “acto de violencia al azar” en

la radio, pero no puedo comunicarme con nadie. Maldito domingo, nadie
está trabajando y no me creo eso —dijo el Sr. Turner. Los años que pasó
como agente de la ley dejaron a un hombre astuto, y se podían ver las
ruedas girando mientras cavilaba la situación.
—Señor, por mucho que odie decir esto, no tengo libertad para
decirlo —respondió Mitch con sinceridad.
—¿Entonces hay más en esto? —preguntó. Mitch suspiró y solo dijo

todo lo que podía en ese momento.
—Sí, señor. Mucho más. —La cara del Sr. Turner se volvió dura.
Este no sería el final de su conversación, y gracias a Dios, el médico eligió
entrar en la habitación. De lo contrario, Mitch podría haberse
derrumbado bajo la intensidad en los ojos del Sr. Turner.
—¿Son los familiares de Cody Turner? —preguntó el doctor.
434
—Sí, señor. —Esa misma actitud que el Sr. Turner acababa de

darle estaba allí en la cara de Sheila. Ella fue la primera en llegar al
médico—. ¿Cómo está? —preguntó.
—Se mantiene estable y actualmente está en recuperación. Pasará

un tiempo antes que se despierte —informó el cirujano de manera rápida
y eficiente—. ¿Es usted el Ayudante del Alguacil Knox? —se volvió,
mirando directamente a Mitch.
—Sí, señor —respondió.
—El oficial Turner recuperó la conciencia en la ambulancia. Dio

instrucciones muy estrictas para hablar con usted y con nadie más. Tenía
que prometérselo y luego repetir las palabras antes que entrara a cirugía.
Dijo, “un agente especial, CIA, insignia auténtica. El sospechoso era alto,
delgado, musculoso, cabello canoso, ojos marrones, una cicatriz a lo largo
de su pómulo izquierdo y una debajo de su ojo derecho. Relacionado con
crímenes de odio” —el doctor repitió las palabras de Cody y pareció
visiblemente aliviado de sacarlas todas—. También estaba seguro que
estarías aquí.
Mitch sacó su teléfono y escribió en la sección de notas mientras el

médico hablaba. Repitió las palabras de vuelta a él.
—¿Algo más?
—Sí, pero solo si no lograba sobrevivir. Como lo hizo, no lo diré —

agregó el médico.
Mitch no iba a aceptar nada de eso. Lanzó su propia mirada dura,

tratando de igualar la de la hermana de Cody.
—Dígame lo que dijo.
435
Pasó un minuto completo de silencio antes que el médico

respondiera.
—Dijo que decía en serio lo que le confesó este fin de semana.
Esas palabras fueran dichas en un tono completamente diferente

al primero. Tenían sentido y le robaron el aliento a Mitch. Él asintió,
mirando el teléfono, fingiendo escribir. Sintió un brazo en su espalda,
dándole palmaditas, y miró a la madre de Cody tratando de consolarlo
mientras su hijo se recuperaba a solo unos metros de distancia.
—¿Cuáles son sus heridas? —preguntó su padre, rompiendo el

silencio.
—Tuvo mucha suerte. Su herida en el pecho no era realmente

nada, solo contusiones profundas. Fragmentos de la funda protectora del
teléfono se incrustaron en su piel, pero aparte de eso, la bala no penetró.
La del hombro fue una entrada limpia.
—¿Hubo otras heridas? —preguntó Sheila.
—Al principio pensamos que podría tener una lesión cerrada en la

cabeza, pero es una desagradable contusión. Sanará. Estaba
inconsciente cuando llegó aquí. Probablemente por el dolor y la
conmoción —dijo el médico.
—¿Podemos verlo? —preguntó su padre.
—Si. Volverá alguien por ustedes en unos minutos. —El doctor

asintió y esbozó una pequeña sonrisa.
—Gracias, doctor —dijo el Sr. Turner cuando se abrieron las

puertas batientes. Dos uniformados entraron, ocupando silenciosamente
sus lugares. Mitch sospechaba que cada entrada a esta parte del hospital
tendría el mismo tipo de seguridad.
436
Sonó el teléfono y Mitch volvió a las ventanas del otro lado, tratando
de obtener la mayor cantidad de señal posible.
Vio el nombre de Aaron en el identificador de llamadas y respondió

de inmediato.
—Es él. Tengo pruebas, bueno, una especie de identificación

positiva. No se le ve la cara muy bien, pero tiene su altura, constitución,
perfil y el coche de alquiler está registrado a su nombre. Había estado en
Austin unos cuantos días. Llegó el viernes, según la fecha de alquiler del
vehículo.
—¿Tomó un avión? —El ritmo cardíaco de Mitch se aceleró.
—¿No has tenido noticias de Connors? —preguntó Aaron.
—No.
—Espera, lo conseguiré. Ustedes son muy lentos.
—No todos tenemos las habilidades que tú tienes, Stuart. —Mitch

rezó para que atraparan a ese hijo de puta.
—¡Maldición, hombre! Está en un vuelo sin escalas a DC, vuelo tres

ocho siete. Su tarjeta de embarque fue escaneada hace unos treinta
minutos. ¿Quieres que llame a Connors?
—No, lo tengo. Gracias, hombre. Te lo debo —dijo Mitch,

desconectando la llamada. Marcó el teléfono de Connors.
—Está en el vuelo tres ocho siete de Austin; sabemos a dónde va,

Knox. —Informó Connors de inmediato.
—Bien. ¿Vas tras él?
437
—Lo atraparemos en el momento en que baje del vuelo —aseguró

Connors.
—No lo pierdas. Será un vuelo lleno de gente. No tomes riesgos.
—¿Lo hago alguna vez? Estamos notificando a las aerolíneas ahora.

Lo atraparemos, lo prometo —respondió Connors—. ¿Cómo está el oficial
Turner?
—El cirujano acababa de decir que puede identificarlo. Aaron nos

consiguió una buena imagen de la vista de la calle y la prueba que había
estado en la ciudad este fin de semana.
—Sabes que no podemos usar su evidencia. —Connors y sus

estúpidas reglas.
—Nos dirá dónde obtener las mejores tomas. Mira, hombre, tómalo
como un regalo y agradece que lo tengamos —dijo Mitch. No fue hasta
que sintió todos los ojos en él que se dio cuenta que probablemente había
dicho esas palabras demasiado fuerte, quizás demasiado bruscamente—
. Iré a la oficina local tan pronto como termine aquí. Conseguiré las
imágenes yo mismo.
—Las cosas por aquí se complicarán por arrestar a un agente del

Servicio Secreto. Necesitamos tener listo nuestro argumento —dijo
Connors.
—No digas una palabra a ningún otro departamento hasta que lo

tengamos. Cuando termine aquí, me dirigiré hacia allá. Quiero hablar con
él yo mismo. —Se dirigió al banco de asientos frente a la puerta de la sala
de espera.
—Mitch, no estoy seguro que sea sensato.
438
—Tú estarás allí. Me detendrás si lo llevo demasiado lejos, pero

tenemos que hacer que diga algo que lo relacione con los otros casos. —
Se sentó en la silla lejos de todos. No quería que nadie escuchara las
llamadas telefónicas que necesitaba hacer.
—Entonces vuelve aquí hoy. Que sea domingo es nuestra única

excusa para no contactar a todo el mundo —dijo Connors—. Me tengo
que ir. Debo organizar ese arresto.
—Atrápalo, Connors —dijo Mitch.
—Entendido.
***
Cuando terminó las llamadas telefónicas, Mitch se encontró solo

en la sala de espera. No completamente, los dos guardias del FBI
estacionados junto a la puerta eran las únicas otras personas que
quedaban en la habitación.
Completamente confundido, volvió a mirar alrededor de la

habitación.
—Atravesaron esa puerta. Intentaron llamar tu atención —dijo uno

de ellos. Mitch no lo dudó. Asintió y se apresuró por las puertas batientes
que antes lo habían mantenido separado de Cody.
La libertad de empujar las puertas fue fugaz cuando se encontró

cara a cara con una pared. Podía ir hacia la derecha o hacia la izquierda,
sin ninguna dirección en cuanto a lo que había en el largo pasillo. Mitch
se quedó allí un minuto antes de asomar la cabeza por la puerta batiente.
—¿Viste si fueron a la derecha o a la izquierda? —preguntó Mitch.
—Izquierda —dijo el guardia, reprimiendo una sonrisa.
439
Varias puertas y giros equivocados más tarde, encontró una

entrada trasera en el área de recuperación. Entró en lo que tenían que
ser diez personas alineadas contra una pared. Había un guardia de
seguridad junto a esta puerta, una estación de enfermeras en la distancia
e hileras de cortinas a su derecha. Mitch asintió al guardia junto a la
puerta y miró a las personas que estaban a su izquierda. Todos lo miraron
fijamente. Después de una evaluación rápida, supuso que algunos de
estos eran los hermanos Turner. Todos eran rubios. Mitch podía
distinguir algunas de las características de Cody en todas las personas
con cabello rubio.
Sheila salió de la cortina y lo vio.
—Mitch, entra. Él está aquí —dijo, y lo hizo pasar por la cortina

mientras el resto observaba. Cody yacía en la cama, con los ojos cerrados,
con su madre y su padre a cada lado. La madre de Cody estaba llorando,
y Mitch no tenía idea de lo que eso significaba. Ella se aferraba a la mano
de Cody.
—¿Ya se ha despertado? —preguntó Mitch en voz baja, mirando a

Cody. Su cabello estaba hecho un desastre, su piel muy pálida y estaba
vendado alrededor del hombro y el pecho. Respiraba uniformemente y
tenía los ojos cerrados, pero se movían.
Mitch pensó que era hermoso.
El alivio abrumador fue asombroso, y se preguntó cuántas veces

más su corazón podía pasar por los altibajos de hoy y seguir latiendo.
Caminó hasta el final de la cama, apoyó una mano en el pie de Cody y
apretó.
Te amo, le dijo mentalmente.
440
—No han dicho nada más. La enfermera lo dejará dormir un poco

más y luego lo despertará —dijo la Sra. Turner.
—Voy a tener que regresar a DC —comenzó Mitch.
—¿Encontraron a la persona que hizo esto? —La señora Turner lo

miró con los ojos llenos de esperanza.
Justo cuando Mitch iba a decir que no podía discutir el caso, su

esposo intervino.
—Connie, es una investigación abierta. No puede decirnos nada —

aconsejó el Sr. Turner a su esposa.
—Lo siento —agregó Mitch, no del todo seguro de por qué se

disculpaba, pero lo hizo ante la mirada abatida que ella le dirigió.
—Mamá, papá, ¿podemos darle a Mitch un minuto a solas con

Cody? —preguntó Sheila—. Creo que Cody querría eso. —Mitch levantó
la vista, sorprendido, y pasó la mirada entre los tres, hasta que su madre
finalmente asintió. Besó a Cody en la frente y le apretó la mano antes de
salir de la pequeña habitación. El padre de Cody las siguió.
—Tómate tu tiempo, pero podemos escuchar todo lo que dices. Las

cortinas no proporcionan mucha privacidad —le advirtió Sheila antes de
irse. Mitch se volvió hacia Cody, y su corazón se apretó un poco en su
pecho. Odiaba verlo así. Y luego la culpa que había permanecido en la
superficie exterior de sus frenéticos pensamientos finalmente cayó sobre
él.
Cody no estaría aquí si no fuera por Mitch.
—Sabemos quién es. No volverá a lastimarte —susurró Mitch

mientras extendía la palma de su mano, acariciando la mejilla de Cody,
y se inclinó más hacia la oreja de Cody—. Lamento haber dejado que esto
441
sucediera. No he podido ver lo suficientemente a través de este caso.

Debería haber anticipado esto.
Mitch besó la mejilla de Cody y luego sus labios. Dejó que las
lágrimas que había estado conteniendo cayeran libremente.
—Te amo. Haz todo lo que digan los médicos. No seas terco. Volveré
tan pronto como pueda. Estás protegido, Cody, no tienes que preocuparte
por otro ataque.
Los ojos de Cody se agitaron antes de abrirse lentamente. Mitch

siguió acariciando la cara de Cody con su palma. Se sorbió la nariz y se
la limpió cuando los ojos de Cody se centraron en él.
—Estás llorando —susurró Cody débilmente. El sonido de su voz

debió haberlo alarmado porque cerró los ojos y parpadeó. Cody intentó
moverse, pero la cama se sacudió un poco.
—Estate quieto. Acabas de salir de cirugía; te sacaron una bala del

hombro —dijo Mitch, manteniéndose lo más cerca posible, evaluando
todo lo miraba. Los ojos de Cody estaban enfocados, y el color de su piel
volvía lentamente. Su voz era débil.
—¿Por qué estás llorando?
—Estoy aliviado, eso es todo. —La emoción cruzó la cara de Cody y

luego algo cambió.
—Él es de la CIA. La insignia era real. Es alto, delgado...
—El cirujano me lo dijo. Voy tras él ahora. Solo te estaba diciendo

adiós.
—Es parte de un grupo de delitos por odio —respondió Cody.
442
—Lo sé. Todavía estaba al teléfono. Lo escuché hablar, oí todo. —

Mitch deslizó su mano en la de Cody.
—El teléfono me salvó. —Cody sonrió.
—Lo sé. Le agradeceré a Apple muy pronto. Toda tu familia está ahí
afuera —Mitch asintió hacia la puerta y apretó la mano de Cody.
—¿Cuándo volverás?
—Tan pronto como pueda. Mi papá viene hacia aquí. Está en

camino. Es médico, pero conoce su mierda y a quienes llamar. Te cuidará
mientras yo no esté. No tienes que tomar esta decisión ahora, pero quiero
que vuelvas a casa con él. Sacarte de aquí.
Cody se quedó callado, solo mirándolo y luego volvió a cerrar los

ojos. Mitch se dio cuenta que intentaba luchar para mantenerse
despierto, pero perdió la batalla y mantuvo los ojos cerrados.
—Necesitas dormir. Te amo —murmuró Mitch en voz baja y besó la

mano de Cody y luego sus labios antes de levantarse. Tomó algunas
toallas de papel de un dispensador y se las pasó por los ojos y la nariz
antes de tirarlas a la basura. Salió de detrás de la cortina. La familia de
Cody estaba allí, pero también Kreed.
—Se despertó, pero volvió a dormirse. —Mitch sonrió a los padres

de Cody mientras caminaba hacia Kreed y le tendía la mano—. Gracias
por venir.
—Regresaré contigo —le informó Kreed, sin andarse con rodeos.
—Me encargaré de esto… —comenzó Mitch, pero Kreed lo detuvo.
443
—Te atacó. Nada más que decir. —De repente se sintió estúpido.
Tuvo que luchar para mantener a raya la emoción ante las palabras de
su compañero.
—Necesito poner seguridad allí con él. Espera. —Mitch fue hacia el
agente del FBI que vigilaba la puerta y lo llevó a la habitación de Cody.
—Quédate aquí. Vas a donde él va. ¿Entendido? —Mitch esperó el

sí, señor del chico antes de continuar—. Y pon a alguien más en la puerta.
Tu reemplazo también se queda con él, veinticuatro siete. ¿Entendido? —
le preguntó al que se había ubicado en la esquina de la pequeña
habitación de Cody.
—Entendido —dijo el chico. Esta vez, la madre de Cody estaba de

vuelta junto a la cama. Y la que parecía una hermana también estaba en
la habitación. Cody estaba despierto, sus ojos seguían a Mitch, en
realidad todos los ojos estaban puestos en Mitch, pero los de Cody eran
los únicos que importaban.
—Te llamaré esta noche. —Mitch vaciló un momento, pero al final

se inclinó para besar los labios de Cody nuevamente—. Prometiste hacer
todo lo que te pidieran.
Cody asintió y le susurró suavemente.
—Cuídate.
—Preocúpate por recuperarte. Nada más. —Mitch le apretó la mano

y se obligó a erguirse. No reconoció a nadie más que al padre de Cody y
le indicó que lo siguiera—. Señor Turner, he puesto seguridad federal
para Cody y su familia. Necesita llamar a mi director. Aquí está su
número. —Mitch se paró a un lado del elevador, anotando el número de
Skinner en su tarjeta de presentación—. Mi padre es un cirujano de
renombre, y está en camino. No para hacerse cargo de nada, sino para
444
ser un segundo par de ojos. Él lo estará buscando para repasar las cosas.
Les dará una buena opinión sobre las cosas.
—Gracias —dijo el Sr. Turner.
—Lamento mucho que esto haya sucedido. Debería haber estado

más preparado.
—Vamos, hombre. El ascensor está aquí —dijo Kreed, sosteniendo

la puerta.
—Volveré a ponerme en contacto esta noche. —Mitch estaba en el

ascensor, con los ojos fijos en el señor Turner cuando las puertas se
cerraron.
—No es difícil ver cómo se verá Cody en unos años —sonrió Kreed.
—Sí, se parece a su padre —acordó Mitch.
—¿Realmente el teléfono celular detuvo la bala? —preguntó Kreed,

sonando asombrado.
—Sí, eso es lo que dicen. Todavía no lo he visto por mí mismo —

respondió Mitch.
—Santo cielo, seguramente debe tener un ángel cuidándolo.
—Jodidamente cierto —murmuró Mitch y chocó el puño en la mano

levantada de Kreed. Las cosas eran demasiado personales. Si todo salía
bien desde el lado de Connors, tenía aproximadamente seis horas para
encontrarse cara a cara con el hijo de puta que le disparó a Cody. Solo la
idea lo tenía apretando los dientes. Tenía que obtener algún tipo de
confesión del hombre. Antes del amanecer debía tener algo que lo
vinculara a los demás casos. Antes que la política de DC se hiciera cargo.
445
Capítulo 48
Cody descansó con los ojos cerrados, deseando que todos los que
estaban dentro de su habitación se fueran. Toda su familia estaba ahí,
haciendo que la habitación pareciera mucho más pequeña. Respiró por
la nariz lenta y cuidadosamente, ignorando la palpitación en el hombro y
la incomodidad en su pecho.
Su teléfono celular había hecho un gran trabajo al detener la bala

colocando trozos de la funda protectora y la cubierta del teléfono en su
piel. El impacto hacía que le doliera tanto el pecho que apenas podía
respirar sin hacer una mueca. Debería estar agradecido por el dolor,
significaba que estaba vivo, pero en este momento su estado de ánimo se
estaba deteriorando a cada segundo.
Pasaron otro par de minutos antes que los sonidos generales en la

habitación comenzaran a calmarse. Cody esperaba que hubieran
entendido que necesitaba paz. Justo cuando realmente pensaba que las
voces susurradas se preparaban para partir, la puerta de su habitación
se abrió. Todos se callaron demasiado rápido para que su ruidosa familia
hubiera salido de la habitación tan rápido. Seguramente sus hermanas
estarían aquí besando sus mejillas como lo habían hecho un millón de
veces desde que le asignaron una habitación.
Cody abrió un ojo y luego volvió la cabeza cuando un hombre mayor

y bien vestido entró en la habitación. No era tanto la ropa como el hecho
que parecía un hombre que tenía dinero. Mucho dinero. Llevaba una
camisa con cuello de los Panthers de Nueva York, vaqueros azules, del
tipo que mostraba que nunca habían visto un día de trabajo manual en
su existencia.
446
Por alguna razón, sabía que debería conocer a este hombre, pero
no podía ubicarlo en su torpe cerebro.
—Hola, soy el Dr. Knox —dijo, llegando a detenerse en medio de la

habitación entre toda su familia. Cody miró más de cerca al médico,
asociando el nombre, pero nada sobre el hombre le recordaba a Mitch.
—Soy Johnny Turner, gracias por venir hasta aquí. —Cody observó
a su padre estrechar la mano del médico.
—No es un problema en absoluto. ¿Este es nuestro paciente? —

preguntó el Dr. Knox. El corazón de Cody se agitó cuando el doctor miró
en su dirección. Mitch tenía sus ojos. El Dr. Knox le dio una pequeña
sonrisa y ahí estaban esos hoyuelos.
Cody trató de acomodarse. Levantó su brazo bueno para pasárselo

por el cabello, pero el agotamiento lo hizo bajarlo a mitad de camino.
—Este es Cody. Nuestro hijo más joven. Esta es mi esposa, Connie,

y el resto de nuestra familia. —El Dr. Knox extendió una mano hacia su
madre y miró al resto de su familia, pero caminó hacia la cama, con esa
sonrisa especial todavía en su lugar.
—Es un placer conocerte —el Dr. Knox extendió la mano para

tomar la suya. Cody intentó dar una sacudida formal, pero la medicina
lo hacía sentir débil. El Dr. Knox tomó la mano de Cody mientras se
detenía cerca de él—. Desearía que nos hubiéramos conocido en mejores
circunstancias.
—Vive en Nueva York —respondió Cody. La sonrisa del Dr. Knox se

amplió.
—Así es. Mitch me pidió que viniera y observara de cerca la

atención que estás recibiendo. Quería parar y asegurarme que estás de
acuerdo con la idea antes de ir a hablar con tus médicos.
447
—Sí, señor, pero no quiero molestarlo. No creo que sea tan malo
como podría haber sido —afirmó Cody.
—Tuviste suerte. No hay duda —estuvo de acuerdo el Dr. Knox—.

Dado que estás de acuerdo, estaré en la estación de enfermeras, me
pondré en contacto con tus médicos y daré las opiniones que considere
necesarias. ¿Hay algo que necesites antes que me vaya?
—Solo dormir. —Cody miró a su familia. El Dr. Knox siguió su

mirada para ver a toda su familia observándolos.
—Tenemos una familia igual de numerosa en casa. Vuelve loco a

Mitch. Veré qué puedo hacer —se rió. No bajó la voz, hablando lo
suficientemente alto como para que todos lo oyeran—. Descansa un poco.
Mitch tiene este lugar cerrado como si el propio presidente estuviera en
este hospital. Si me necesitas, dejaré mi número de teléfono en la estación
de enfermería. Toca el botón y ellos podrán comunicarse conmigo. —El
Dr. Knox soltó la mano de Cody para enderezar sus mantas.
—Gracias por venir. —Cody estaba conmovido por las acciones del
padre de Mitch—. Lamento que haya venido hasta aquí. Creo que estoy
bien. —Los ojos de Cody se cerraron, la medicación lo tenía somnoliento.
—Mitch nunca le pide nada a nadie. Está preocupado. Me

encargaré de la situación aquí para evaluar esa preocupación por él —
dijo el Dr. Knox, y Cody no tenía idea de cómo responder, así que no lo
hizo. El Dr. Knox le palmeó la pierna y se volvió hacia su familia—.
¿Puedo hablar con ustedes fuera?
Era una locura lo mucho que Cody apreciaba ese gesto. Cuando su
familia salió de la habitación, un guardia de seguridad entró y se
estacionó en la puerta, pero nunca hizo contacto visual con él. Ni siquiera
le importó y se durmió a los pocos minutos de tener una habitación vacía.
448
***
La paciencia nunca fue el fuerte de Mitch, pero este viaje en avión

de Austin a DC casi lo había matado.
Sentarse durante horas, después de tanto drama, hizo que Mitch

luchara contra momentos de pánico. Principalmente, estaba preocupado
por Cody. Dejar a ese hombre había sido lo más difícil que había hecho
en su vida, y no estaba seguro que se hubiera ido si Kreed no hubiera
aparecido.
Kreed era la voz de la razón. Algo que nunca antes había

considerado sobre el tipo. Kreed también tenía una idea de lo que Mitch
sentía por Cody, lo cual era extraño para él. Había conocido a Kreed más
de diez años y nunca le había dado al tipo ninguna pista que había tenido
a alguien importante en su vida.
Ni Kreed ni Mitch tenían sus computadoras portátiles. Mitch había

dejado la suya en la camioneta de la seguridad del aeropuerto. Quién
sabía dónde estaba ahora. Kreed había dejado DC sin la suya.
Aproximadamente a la mitad del vuelo, Kreed recibió internet en su
teléfono, pero la señal no era buena. La falta de comunicación no había
ayudado en absoluto al estado mental de Mitch.
Cuando aterrizaron, sus teléfonos se volvieron locos. Fueron los

primeros en salir del avión. En realidad, Kreed y él estaban parados junto
a la puerta, con los teléfonos en mano, antes que los asistentes de vuelo
se abrieran el cinturón. Mitch ignoró las miradas cuando Kreed miró por
encima del hombro.
—¿Estás llamando a Connors o al hospital? —preguntó Kreed.
449
—Mi papá me envió un mensaje. Necesito llamarlo —respondió

Mitch, preguntándose por qué demonios estaba llamando a su padre
antes de averiguar si el agente Langley había sido detenido.
—Genial, llamaré a Connors. —Las puertas se abrieron y salieron.

Cuando llegaron a la terminal, Kreed le levantó el pulgar y luego una
mano. Mitch la chocó con la suya, pero solo podía escuchar a su padre
hablar sobre la condición de Cody.
—Él está bien, hijo. No puedo recomendar nada que no estén

haciendo. He oído algunos rumores que la policía de Austin quiere
involucrarse más. No les gusta que los expulsen, pero ese es el único
conflicto. Solo los miembros de la familia están permitidos en su área.
—Se supone que no deben divulgar ninguna información sobre su

condición hasta que lo hagamos nosotros —informó Mitch a su padre,
siguiendo a Kreed por el aeropuerto con un dedo atrapado dentro de su
otra oreja.
—Se está filtrando cierta información. Mucha especulación, pero

su equipo médico aquí es muy sólido.
—¿Cuándo puede irse? —preguntó Mitch.
—Probablemente en un par de días —respondió su padre.
—¿Puede viajar? —Tuvo que esquivar a dos mujeres que

resoplaban, tirando lentamente de sus enormes maletas detrás de ellas.
—Con algo de dolor, sí, pero tendrás que hablar con él sobre eso.
Creo que puede haber cierta resistencia a esa idea —respondió su padre.
—¿De él?
450
—No, todos aquí quieren cuidarlo. —Mitch dejó que eso se

asentara. Estaba contento que Cody tuviera una comunidad que deseara
su recuperación, pero quería a Cody fuera de allí. Escondido de
cualquiera que pudiera lastimarlo.
—¿Qué está haciendo ahora?
—Cuando salí de su habitación, estaba durmiendo.
—Vale. Cuando lo veas de nuevo, dile que lo llamaré esta noche

cuando tenga la oportunidad. Si está solo, dile que tenemos al tipo, pero
solo si está solo.
—Buen trabajo, hijo. —Su papá parecía orgulloso.
—Gracias, pero deberíamos haberlo tenido antes. —Mitch pudo ver

la salida a pocos metros de distancia. Dios, quería hablar con ese hijo de
puta que le disparó a Cody.
—No te hagas eso a ti mismo, hijo. Nadie está más dedicado a este
caso que tú —dijo su padre. Mitch guardó silencio mientras seguía a
Kreed hasta un automóvil estacionado en la parte delantera del
aeropuerto, con un conductor esperando dentro.
—Papá, dile que lo llamaré esta noche. Gracias por estar ahí.
—Lo haré. No dejaré el hospital hasta que hablemos de nuevo —

prometió su padre.
—Gracias. —Mitch desconectó la llamada mientras se dirigían al

centro de detención.
—Fue arrestado sin incidentes. Skinner tenía el lugar lleno de

nuestros chicos. Bajó del vuelo, entendió lo que estaba sucediendo y se
entregó. Lo retendrán en el sitio hasta que terminemos con él. Será
451
llevado a Petersburg por la mañana. Eso nos da unas doce horas para
obtener lo que podamos —informó Kreed.
—¿Han hablado con él? —preguntó Mitch.
—No mucho. Están esperando. Connors está reteniendo a todo el

mundo. Está siendo un poco rudo. Ladrando órdenes porque ahora tiene
la mayor autorización.
—Gracias a Dios es domingo. —Mitch se recostó en su asiento y

rezó para que el camino fuera rápido.
—Sí, gracias a Dios o no tendríamos esta oportunidad. Entonces,

¿tienes un plan? —preguntó Kreed, y Mitch miró en su dirección.
—Solo necesito una confesión. Ese es mi plan.
—Está bien, amigo, me parece bien, obtendremos algo. —Kreed le

aseguró con esas últimas palabras, y Mitch sabía que esto descansaba
directamente sobre sus hombros.
***
Con un esfuerzo hercúleo, Mitch apartó a Cody de su mente y se

quedó allí mirando por la ventana de vidrio de doble cristal al Agente
Langley. Se sentó en una mesa en una pequeña habitación, con las
manos unidas, mirando hacia la ventana oscura, completamente solo.
Parecía que no le importaba nada el mundo.
Connors imprimió las imágenes de la cámara de vigilancia de

Austin, así como el audio de la voz extraída y grabada en su
computadora, todo en un esfuerzo por convencer al Agente Langley para
que hablara. En la mente de Mitch, por supuesto que tenían al tipo. El
video era perfecto. La voz era una coincidencia exacta. Cosas más locas
452
le habían sucedido a los fugitivos libres, pero habían hecho lo mejor que
pudieron para resolver este caso muy rápidamente.
Mitch podía sentir el tic en su mandíbula mientras permanecía allí

más tiempo. Este iba a ser un proceso de una hora. El tipo fue entrenado
para mantener la boca cerrada. También conocía las leyes. Todo lo que
necesitaba era tiempo.
—Déjame entrar. —Mitch no apartó la vista del hombre sentado en

la pequeña habitación.
—Hay interrogadores mejor entrenados. He pedido favores... —

comenzó Connors.
—Tengo una manera de meterme bajo la piel de las personas más

rápido que nadie. Es la única forma en que hablará. —Mitch interrumpió
a Connors.
—Knox, tienes que tener cuidado.
—Solo déjame entrar. Tengo un plan. Tomará un tiempo, pero lo

haré hablar. —Mitch abrió la puerta de la habitación, sin esperar
permiso. Revisó su arma con el guardia de seguridad en la puerta.
No confiaba en sí mismo para no dispararle al tipo donde estaba

sentado, lo que sería increíblemente satisfactorio a corto plazo, pero no
tanto si iba a prisión por el resto de su vida.
Entró en la sala de interrogatorios. Los ojos del agente Langley se

conectaron con los suyos, y mantuvo la mirada fija hasta que el agente
se volvió. No había remordimiento en la mirada del chico. Nada que
indicara que sabía en cuántos problemas estaba realmente. Mitch lo
fulminó con la mirada y se detuvo directamente frente a él. Cruzó los
brazos sobre el pecho, dejando que la mayor parte de sus músculos se
vieran tan imponentes como pretendía.
453
—¿Me estabas buscando? —Mitch ladeó la cabeza y estudió al

tipo—. Estoy aquí. No estoy seguro de haber escuchado tu mensaje
claramente. ¿Te importaría repetirlo?
—Tengo derecho a un abogado. Estoy ejerciendo ese derecho.
—Ambos sabemos que esto es más grande que eso. No puedes ir

tras el hijo de un senador y conservar todos tus derechos. Haré un trato
contigo... Hablas, confiesas lo que has hecho, por qué lo hiciste, y con
quién más estás trabajando, y podrías obtener un buen trato. —El tipo
le sonrió a Mitch.
—Estoy ejerciendo mi derecho a un abogado.
—No va a suceder. ¿Eres un hombre lo suficientemente grande

como para atacar a hombres desprevenidos, pero no lo suficientemente
como para tener esa conversación conmigo ahora? Me follo a los hombres,
pero sabes eso, ¿no? Tenemos una identificación positiva tuya en la
escena del crimen en Austin. —Mitch sonrió cuando Langley hizo un
mínimo estrechamiento de ojos antes de forzar sus rasgos pasivos a
volver a su lugar—. ¿Tienes algo que decir ahora?
—Quiero a mi abogado.
—No va a suceder, te tenemos ahora. —Mitch colocó ambas manos

sobre la mesa, inclinándose—. ¿Qué hiciste, seguirme?
—Abogado —dijo el agente.
—¿Fue todo un gran espectáculo para llamar mi atención? ¿Te

rechacé en un momento? No eres mi tipo. Mis hombres tienden a
gustarme más jóvenes y más guapos que tú. —Mitch se inclinó por
completo, entrando en el espacio personal del tipo.
454
Al agente Langley no le gustó eso en absoluto. Después de un

momento, la tranquila fachada se desvaneció y el agente se recostó en el
asiento, creando distancia. El odio y el asco eran claros en su rostro, y
permaneció en silencio. Eso decía mucho. Mitch tenía su estrategia.
No dijo nada más, pero se volvió para salir de la habitación. Cuando

cerraron la puerta detrás de él, volvió a enfundar su arma, luego agarró
su teléfono y activó la alarma para dentro de una hora. Volvería allí y
hablaría sobre el estilo de vida homosexual, acusaría al tipo de estar en
el armario y lo dejaría en el aire como una bomba de tiempo. Langley
cedería. Hablaría antes del amanecer, seguro.
—Déjame manejarlo, Connors. No dejes entrar a nadie y no

discutas conmigo ahora mismo. Volveré en una hora. —Mitch se dirigió
a su oficina para llamar a Cody.
455
Capítulo 49
—Señor Turner —oyó Cody en su neblina de sueño. Intentó alejar
la voz. Cualquiera que usara palabras como señor no era alguien con
quien necesitara hablar en este momento.
—Señor Turner, necesito darle su medicación. —Cody abrió un

párpado, vio a la enfermera y se rindió abriendo los dos ojos y trató de
levantarse. Una larga cadena de maldiciones salió de sus labios cuando
registró el dolor en su cuerpo y se recostó cuidadosamente—. Cálmese,
señor. Está bien. Esto ayudará con el dolor —dijo con rapidez y eficiencia.
Claramente, esta no era su primera vez con pacientes desorientados.
Cody dejó que introdujera las pastillas en la boca y tomó un sorbo del
agua que ella sostenía. Lo hicieron tres veces más hasta que vaciaron la
bandeja. Ella se dio la vuelta e ingresó información en una computadora
portátil antes de mirarlo de nuevo.
—Durmió durante la cena, ¿puedo conseguirte otra bandeja? —

Miró en la dirección que ella señalaba para ver los platos cubiertos en el
carrito junto a la cama del hospital. El dolor en su brazo era demasiado
para considerar comer algo y sacudió la cabeza.
—Sus padres le están trayendo un poco de sopa caliente del

comedor —dijo alguien desde la esquina de la habitación.
—De acuerdo, señor Turner. Aquí está el botón. Llame a la estación

de enfermería si necesita algo. Es casi la hora de tomar sus signos vitales.
La auxiliar vendrá pronto. —La enfermera empacó su carrito portátil y se
fue. Los ojos de Cody se posaron en el hombre, pero el reconocimiento
tardó un segundo más en aparecer.
456
—Dr. ¿Knox? —preguntó Cody, todavía un poco inseguro de si

había soñado el intercambio anterior o si este era realmente el padre de
Mitch en la habitación.
—Sí, te acuerdas. Bastante impresionante después de todo lo que

has pasado hoy —dijo el Dr. Knox, levantándose y caminando hacia él.
—¿Por qué está aquí? Espere. No es que no esté agradecido... —

comenzó Cody, pero se detuvo cuando él levantó una mano.
—Mitch no podía estar aquí. Necesitaba que alguien te cuidara. Me

ofrecí. —El Dr. Knox estaba de pie junto a la cama, acariciando su
pierna—. Asegúrate de informarles cuando tengas dolor, especialmente
en las próximas veinticuatro horas. No hay necesidad de reprimirlo.
—Sí, señor —asintió Cody, mirando al hombre. Tenía un recuerdo

de pensar que Mitch no se parecía en nada a su padre. El Dr. Knox era
un hombre de baja estatura, calvo, de excelente trato con las personas.
Luego recordó la sonrisa y los hoyuelos que había visto antes.
—Lamento que haya venido hasta aquí.
—No estaría en ningún otro lado. Hijo, Mitch quiere que sepas que
tienen al sospechoso bajo custodia ahora. Todavía tienen seguridad
estrecha a tu alrededor, pero él está trabajando duro para aliviar las
amenazas.
—Se culpa a sí mismo, ¿no? —preguntó Cody.
—Siempre ha asumido la carga de los demás, pero siempre he

pensado que eso es lo que lo hace tan bueno en su trabajo —respondió
el Dr. Knox.
—¿Qué dicen sobre mi brazo?
457
—Has recibido buena atención. Si haces lo que dicen y prometes

hacer fisioterapia, estarás como nuevo. Pero te mantendrán aquí otro día
o dos, por si acaso. Tu teléfono recibió el golpe. Sospecho que Apple va a
tener un día de campo con eso —dijo el Dr. Knox, sonriéndole
cálidamente.
—Mitch encontró al sospechoso bastante rápido —dijo Cody,

aliviado que el agente ya hubiera sido sacado de las calles.
—Sí, lo hizo, y le prometí que llamaría una vez que despertaras.

¿Estás dispuesto a hablar con él ahora? —preguntó el Dr. Knox, sacando
su teléfono de su bolsillo.
—Sí, gracias señor. Odio que Mitch lo haya alejado de su trabajo y

su familia por mi culpa —respondió Cody, mientras el padre de Mitch
marcaba el número.
—Nunca le ha pedido nada a su familia desde el momento en que

salió del nido. Estoy muy feliz de estar aquí para él y para ti, Cody. No es
una imposición —respondió el Dr. Knox y levantó un dedo hacia Cody
para silenciarlo.
—Hijo, ¿tienes un minuto? Cody está despierto —oyó preguntar al

Dr. Knox—. Toma.
—Hola —dijo Cody, viendo como el Dr. Knox se volvía y caminaba

hacia la puerta. Hizo salir al guardia de la habitación antes de salir.
—¿Cómo te sientes? —preguntó Mitch, su voz se volvió suave

mientras hablaba.
—Estoy bien, dolorido, cansado —respondió Cody honestamente—

. ¿Qué está pasando? Tu papá dijo que lo tienen bajo custodia.
—Sí, lo tenemos. Solo intentamos que hable.
458
—¿Era realmente de la CIA? —Intentó levantarse en la cama e hizo

una mueca, pero permaneció callado. No quería que Mitch supiera que
estaba teniendo dolores.
—No, es del Servicio Secreto, pero esta vez dejó demasiadas pistas
—dijo Mitch.
—¿Todavía estás ahí? —preguntó Cody cuando Mitch guardó

silencio.
—Sí, cariño. Me tengo que ir. Acabo de pensar en algo. ¿Puedo

llamarte luego? —preguntó Mitch, distraído.
—Sí, seguro. —Cody esperaba que Mitch no pudiera escuchar la

decepción en su voz.
—Solo pensé en un nuevo ángulo para obtener su confesión. Si

funciona, puedo volver contigo un poco más rápido. Te amo, Cody. No
estoy seguro de haber podido soportar perderte. Sabía que eras
importante para mí, pero me asustaste muchísimo. No quiero volver a
pasar por esto. —Cody sintió exactamente lo mismo. La emoción de esa
declaración corrió fuerte dentro de él. Muy fuerte.
—Me dijeron que me conseguiste ayuda rápido —dijo Cody, en

lugar de lo que realmente quería decir—. Llámame luego. Ve a hacer lo
que tienes que hacer.
—Dímelo de nuevo. Nunca más te pondré en esa posición, lo

prometo. —Mitch tenía una manera de sacar a Cody de su caparazón,
haciéndole enfrentar sus sentimientos e incertidumbres.
—No hiciste esto, Mitch. Es un psicópata; como esos tipos que

golpearon al Sr. Spencer. No puedes tomar responsabilidad en esto, pero
puedes encontrar justicia. Ve por él. No solo por mí, sino por todos esos
hombres —respondió Cody.
459
—Dímelo de nuevo, así sé que lo dices en serio.
—Te amo —dijo Cody, y hubo silencio de nuevo.
—No puedo imaginar cansarme que me digas esas palabras —dijo

Mitch—. Me tengo que ir. Te llamaré más tarde. Te amo.
El teléfono se cortó. Cody miró al techo y una sonrisa se formó en

su rostro. Esos nuevos sentimientos le hicieron olvidar
momentáneamente todos los obstáculos que se interponían entre ellos.
***
—No ha pasado una hora —le informó Connors cuando entró por
la oficina lateral. Ignoró la ventana, ignoró a todos, incluso a Connors
mientras revisaba su arma y regresaba a la sala de interrogatorios.
Apenas estudió sus rasgos y comenzó a hablar con el agente en el
momento en que ingresó.
—Dejaste demasiados cabos sueltos en este intento de asesinato.

¿Dónde me viste con él? —Exigió Mitch mientras cruzaba la habitación,
deteniéndose justo en frente de la mesa que los separaba a los dos. Se
encontró con el silencio. Una expresión aburrida cruzó la cara del agente.
—Abogado —dijo Langley en el mismo tono desinteresado que sus

expresiones faciales.
—¿Me seguiste a Austin? —Esa era una pregunta que no lo dejaba

en paz: ¿cómo sabía este tipo sobre Cody?
—Abogado —repitió el agente del Servicio Secreto.
—¿O ya estabas allí? —Puso sus manos sobre la mesa y miró al

sospechoso.
—Abogado. —El agente Langley fingió bostezar.
460
—¿En calidad de qué estabas allí? —preguntó Mitch.
Eso le hizo callar.
—Sí, lo entiendo ahora. ¿Cuándo me viste? Pudo haber sido aquí.

Él ha estado aquí, pero no creo que haya sido eso. Te asustaste con este.
Puso tu identidad en riesgo. Algo te volvió más loco de lo que ya estás...
¿Nos viste aquí o en Austin?
—Jódete, quiero a mi abogado.
—Te volvía loco verme. No armaste un plan, reaccionaste por

instinto. Bueno, ¿sabes qué? Él está vivo y seguirá estándolo. Me
aseguraré de eso —escupió Mitch, acercándose al tipo mientras veía sus
ojos arder de odio. Había dado en el blanco—. No eres un miembro de esa
iglesia. Lo he comprobado. Entonces, ¿qué es? ¿Estás en el armario? ¿O
estás enojado con el gobierno? —preguntó Mitch, mirándolo de cerca.
Todo lo que pudo ver fue puro disgusto en la cara de Langley. Mitch tiró
a matar—. Eso es jodido, ¿no? Eres gay y estás enojado con el gobierno.
Pasaste tiempo en el ejército, escondiéndote. ¿Te enamoraste allí? ¿No
fue correspondido? ¿Has torcido las cosas en ese jodido cerebro tuyo y
culpas al gobierno por lo que pasó? —Mitch rodeó la mesa, lo
suficientemente cerca como para doblarse, entrando en el espacio
personal de Langley, y susurró el peor insulto de todos a un homófobo—
. Si estás tan solo, te dejaría chuparme la polla. Todo lo que tienes que
hacer es preguntar.
El agente saltó de su silla, moviendo ambas manos esposadas

hacia la cara de Mitch.
—Él debería haber muerto. Debería haber ido tras de ti —bramó el

enfurecido agente. Mitch estaba demasiado cerca. El puño salió de la
nada y le dio en la mandíbula, haciéndolo tropezar hacia atrás. Levantó
una mano hacia la ventana, evitando que los guardias se apresuraran a
461
entrar. Todavía no tenían suficiente información, y necesitaba una

confesión que surgiera de las palabras descuidadas de un fanático.
Langley lo derribó y Mitch dejó que sucediera. Había esperado que

el hijo de puta tuviera una mecha corta. Uno tras otro, golpes de doble
puño cayeron sobre su rostro.
—¡Estás mintiendo, maricón! Lo maté y tú eres el siguiente. Voy a

buscarte después, sucio chupapollas.
Mitch sintió que liberaban el peso del agente. La fuerza y el impacto

de los golpes lo desubicaron momentáneamente, pero no necesitaba
escuchar nada más. Connors y el video se encargarían del resto.
Mitch se sentó, y después que las estrellas se desvanecieran, vio

que se necesitaron tres hombres para someter al enfurecido agente. El
hombre era rudo y muy bien entrenado; podría haber vencido al chico
Greyson él solo.
Mitch se puso de pie con algunas de las acusaciones más viles

acerca de su orientación sexual siendo arrojadas en su dirección. Salió
de la habitación, frotándose la mandíbula adolorida. El estallido de
Langley seguramente dejaría una marca.
—¿Estás bien? —preguntó Kreed, entregándole una toalla de papel

húmeda y una bolsa de hielo cuando entró en la oficina.
—Sí. ¿Grabaron todo? —Mitch le preguntó a Connors.
—Sí, todavía está furioso. Lo volviste loco. Se implica en el caso

Greyson y el atentado al juez. Tenemos suficiente. —Connors parecía
satisfecho, todavía mirando a la habitación.
462
—Así que vamos a ficharlo e ir tras el dueño de la cafetería. —Mitch

se limpió la sangre de la nariz, sin mirar por la ventana. Langley era todo
lo que estaba mal en este mundo. Mitch no necesitaba mirarlo otra vez.
—Kreed ya lo trajo. —Connors le sonrió.
—¿En serio? —le preguntó Mitch a Kreed, chocando el puño.
—Sí, está en la sala dos. Está haciendo la misma mierda que

Langley, diciendo abogado una y otra vez. Pero tiene miedo. Pronto se
romperá —ofreció Kreed.
—Así que trabajaron juntos para sacar a Elliott Greyson de la

cafetería. —Mitch dijo lo obvio en voz alta—. Justo como pensabas.
—Tenemos suficiente para fichar al Agente Langley. Tomará un

poco de conversación creativa, pero también ficharé al dueño de la tienda.
Le sacaremos la información —dijo Connors, sentándose en su silla—.
Brown acaba de enviar un mensaje. Tienen las computadoras de Langley.
Acaban de comenzar a barrer su casa. Según lo que dicen, tenemos a
nuestros hombres.
463
Capítulo 50
Cody se sentó en el borde de la cama, haciendo una mueca cuando
su hermana mayor, Sheila, tiró de una camiseta sobre su cabeza y le
cubrió el brazo con la tela.
—Deja de ser un bebé.
—Me dispararon ayer. ¿No puedes ser un poco más amable? —Él
hizo una mueca.
—Es tu propia maldita culpa. Eres demasiado grande. ¿Quién

necesita todo estos músculos? Nadie. Es una estúpida camisa doble extra
grande —reprendió, sin prestarle atención.
—A Mitch le gustan mis músculos —arrojó Cody, e inmediatamente

comenzó a sonrojarse.
—Apuesto a que sí. No me dijiste que las cosas iban tan en serio.
Era un desastre ayer esperando al doctor. Lloró en la sala de espera. Fue
algo dulce.
—Es como si todo se hubiera unido este fin de semana. —Cody

sonrió, deslizando los pies en las chanclas que le había colocado en el
suelo.
—Definitivamente es un tipo muy guapo. Puedo ver por qué te

gusta tanto. ¿Qué pasará ahora? ¿Van a seguir viviendo tan separados?
—preguntó ella, yendo al otro lado de la cama.
—Realmente no lo sé. Dijo que podía mudarse aquí. —Cody se

sonrojó, mirándola mientras deslizaba una mano entre el colchón y el
barandal—. ¿Qué estás haciendo?
464
—Papá te dejó esto. No pensé que lo recordaras. Eres realmente

bueno mirando a las personas a los ojos y pareciendo como si
escucharas. —Ella sacó una pistola.
—¡Oye! Ten cuidado con eso. —Cody tomó el arma, verificó el

seguro y mantuvo la Glock alejada de ambos. Cuando el Dr. Knox entró
en la habitación, seguido de sus padres, todavía tenía el arma en la mano.
Mitch los seguía. Todo se desvaneció cuando sus ojos se

conectaron. Mitch parecía exhausto, pero perfecto, y cuando le sonrió a
Cody, su cuerpo se agitó, incluso bajo la influencia de todos los
medicamentos para el dolor.
—No deberías irte hoy —dijo Mitch, evitando a todos a medida que
se acercaba a Cody.
—¿Qué pasó? —jadeó Cody cuando vio el labio roto de Mitch y las
contusiones en su hermoso rostro.
—Digamos que enojé al chico malo. —Una sonrisa tímida se

extendió por la cara de Mitch antes de guiñarle un ojo. Todavía sostenía
el arma mientras Mitch se acercaba, sin detenerse hasta que levantó la
barbilla de Cody con el pulgar y besó sus labios.
—Todavía no me he cepillado los dientes —advirtió, sabiendo que

el calor en sus mejillas tenía que ser un rubor rojo brillante.
—No me importa. ¿Necesitas ayuda para ir al baño? —preguntó

Mitch.
—Ya fui. ¿Te duele la cara? —Cody miró a los ojos de Mitch.
—No, y debes dejar de preocuparte por mí. Este es un pequeño

precio a pagar por obtener la confesión que necesitábamos. Además, tú
465
fuiste el que recibió un disparo y ahora estás tratando de salir del hospital
antes de tiempo.
—¿Realmente conseguiste que confesara? —preguntó Cody,

ignorando la parte sobre su disparo.
—Sí, lo hice. —Mitch asintió.
—¡Buen trabajo! —Cody levantó la cara y Mitch se inclinó y lo besó.
—Ejem... —El padre de Cody estaba a su lado, arruinando el

momento hasta que se dio cuenta que lo estaba liberando de la pistola
que sostenía—. Me alegro que hayas recordado esto. —Su papá comprobó
el seguro del arma, antes de meterla pistola dentro de la cintura de sus
vaqueros—. Estabas demasiado fuera de combate, pero vi esa mirada en
tus ojos —dijo su padre con orgullo, golpeándolo en la espalda. Cody hizo
una mueca cuando su hombro se sacudió bajo la presión.
—¡Papá! Ese es su hombro malo.
—Oh, hijo, lo siento. No pensé —comenzó su padre.
—Está bien, papá. ¿Está la silla de ruedas aquí? —preguntó.
—¿Qué pasa contigo tratando de irte? —cuestionó Mitch—. Creo

que necesitas quedarte y descansar otro día.
—Es obstinado, Mitch. Eso es algo que debes saber sobre él antes
que esto llegue demasiado lejos. Apenas escucha a nadie —dijo Sheila al
final de la cama, y todo lo que Cody pudo hacer fue mirarla.
—¿Es obstinado? Eso es algo que aún no he visto. —Mitch se rio.
—Oh, Dios mío, Cody. ¿Él no sabe que cuando tienes algo en la
cabeza, es imposible que lo dejes ir? —Sheila fingió una mirada de horror.
466
—Cállate, Sheila —replicó Cody, dándole una clara mirada de no

puedo crees que digas eso—. Me voy a casa.
—De vuelta a nuestra casa —confirmó su madre, reuniendo las

pocas pertenencias que su familia le había traído.
—No si ella no se calla —dijo Cody, y eso hizo reír a todos menos a
Cody. Luchó por levantarse de la cama, para pararse sobre sus propios
pies, pero Mitch estaba allí para sostenerlo en su lugar. Sin embargo,
Cody estaba decidido, caminaría fuera de este lugar si tenía que hacerlo.
No se quedaría ni un segundo más. Entre su familia y las constantes
interrupciones del personal del hospital, necesitaba irse a casa para
dormir un poco.
—¿Qué hago con todas estas flores? —preguntó su madre, mirando

a través de los cajones, asegurándose de haber guardado todo.
—Dáselas a las enfermeras u otros pacientes. No me importa. —

Cody comenzó a dar pequeños pasos hacia la puerta.
—Voy a ubicarte donde tus padres. —Mitch sostuvo su peso

sosteniendo su brazo y cintura mientras caminaba—. Sabes, te están
trayendo una silla de ruedas.
—Estoy bien. Solo busca el auto. —Cody intentó respirar

profundamente por la nariz, esperando controlar el dolor en su hombro.
—Tienen una puerta trasera para que salgas. Hay mucha gente de
los medios al frente —dijo su madre detrás de él.
—¿Por qué están los medios aquí? —Cody se detuvo,

completamente confundido sobre por qué los periodistas estarían
interesados en él.
—Porque eres un héroe local —explicó Sheila.
467
—Mantente alejada de ellos. No les hables en absoluto —advirtió

Cody a su hermana. Haría de esto una producción y una oportunidad
para impulsar cada producto y sistema de creencias que tenía.
—Lástima por ti, la familia me votó como tu portavoz. Anoche hablé

con ellos. —Ella sonrió brillantemente.
—Creo que he cambiado de opinión. Puede que tengamos que ir a

tu casa. —Cody miró a Mitch y a su padre, que estaba a su lado listo para
atraparlo si caía.
—Tienes una invitación abierta —dijo el Dr. Knox detrás de Cody.

La silla de ruedas fue empujada a través de la puerta, y Mitch lo ayudó a
sentarse. El equipo de seguridad estaba allí junto a la puerta y eso
confundió a Cody. ¿Qué se había perdido en las últimas veinticuatro
horas?
—Pensé que habías hecho un arresto —preguntó Cody mientras se

sentaba.
—Lo hicimos, solo estoy cubriendo mis bases —dijo Mitch,

ayudando a ajustarlo hasta que se sentó cómodamente—. No voy a correr
más riesgos en lo que a ti respecta.
—Aww... —Escuchó un suspiro colectivo de su hermana y su

madre detrás de él.
—Me gusta Mitch —dijo su madre con voz suave.
—A mí también. —Sheila estuvo de acuerdo, lo cual fue muy

extraño en sí mismo. Cuando se volvió en dirección a Mitch, los ojos de
Mitch estaban en su familia. Estaba sonriendo ampliamente, haciendo
que sus hoyuelos destacaran más de lo habitual.
Dios, estaba en problemas.
468
***
Tres Tahoes negras estaban en un garaje subterráneo. Mitch

entendía que esto era una exageración y una pérdida de dólares de los
contribuyentes, pero no le importó. Cody era demasiado importante. En
lo que a Mitch respectaba, tendría a Cody bajo llave por la eternidad para
asegurarse que esto no sucediera nunca más.
Una vez que Cody se dio cuenta que este era su transporte, levantó
una mirada de pánico hacia Mitch. De hecho, todos los ojos lo miraron
como preguntándose qué había planeado, pero los ignoró a todos y
avanzó, dándoles a todos la orden de entrar.
—Tu papá y yo estamos esperando un cebo y cambio. El Sr. y la

Sra. Turner, Sheila y mi padre irán en la camioneta delantera. El
conductor es un Alguacil amigo mío con sede en Dallas. Todos van a
tomar el camino largo a casa. Los dos SUV detrás están solo de respaldo.
Si los medios de comunicación muerden el anzuelo, seguirán a tus padres
—explicó Mitch.
—Nos vamos a casa a través de Round Rock antes de cortar y llevar

al Dr. Knox al aeropuerto —agregó su padre. Round Rock tenía que estar
al menos una hora al norte de donde vivían los Turner.
—Pensé que dijiste que tenías al tipo —volvió a decir Cody,

preocupación en su voz.
Mitch se inclinó.
—Lo hicimos. Shhh, me estás acomplejando.
—Oh, morderán el cebo, seguro. ¿Cómo van a llegar a casa? —

preguntó Sheila.
469
—Una vez que sepa que los siguieron, iremos a la granja en mi

coche de alquiler —detalló Mitch—. Si todo sale bien, estaremos en casa
de tus padres cuando lleguen a Round Rock. Lo llamaré, señor Turner —
continuó Mitch, empujando a Cody con él hacia la camioneta para abrir
la puerta y ayudar a los demás a entrar. Su buen amigo Brody Masters
era el conductor de esta camioneta, y saltó fuera, ayudando a todos a
entrar.
—Dr. Knox, conozco a su hijo desde hace mucho tiempo, señor. Me

ha cubierto la espalda más veces de las que puedo contar. —Brody
extendió una mano a su padre, que se había puesto del lado de Mitch.
Mitch había pedido todos los favores que Brody le debía y lo había traído
aquí para hacer funcionar esto.
—Es un buen hijo —dijo el Dr. Knox, tomando la mano de Brody.

Su padre sonrió brillantemente ante el cumplido.
Eso hizo que Mitch frunciera el ceño y escuchara más de cerca.

Algo no estaba bien, pero había dormido alrededor de un minuto en los
últimos días, y no entendió de inmediato.
—Apuesto a que lo es. Señor, tengo un hijo que adoro... —comenzó

Brody, mirando a Mitch y todo encajó entonces. El autógrafo de Colt.
—Eres un imbécil. —Mitch se echó a reír e inmediatamente miró a

todos a su alrededor—. Lamento el lenguaje. No molestes a mi papá con
eso, Masters. Recibiré el autógrafo la próxima semana.
—¿Qué me perdí? —preguntó su padre, humor en sus ojos.
—Mitch es el tío favorito de mi hijo —comenzó Brody con la risa en

su voz.
—No lo soy, papá. No escuches nada de lo que tenga que decir. He

visto a su hijo una sola vez, y eso fue hace años. Métete en el coche y
470
cállate, Masters. —Mitch cerró la puerta a su lado y le indicó a su padre

que bajara la ventanilla—. Llámame cuando llegues al aeropuerto.
El Dr. Knox asintió y le dio unas palmaditas en el brazo.
—Cody, fue un placer conocerte, hijo. Quiero que ustedes dos

vengan a Nueva York tan pronto como puedas viajar.
—Gracias, señor. —La voz de Cody salió apagada, y Mitch se volvió

para mirarlo. Sonrió cuando descubrió que su cansado vaquero había
estado en medio de un bostezo.
—En marcha. Tengo que llevarlo a casa. Llámeme para confirmar

que los siguieron, Sr. Turner —dijo Mitch, volviendo a Cody, sin esperar
una respuesta.
Mitch ayudó a entrar a Cody en su camioneta. Lo acomodó, ajustó

un poco el asiento y Cody cerró los ojos. Esperó mientras escuchaba los
informes que le llegaban. Cuando el Sr. Turner finalmente llamó, su
corazón se sintió aliviado. La mayoría de los medios los siguieron detrás
de la caravana señuelo.
Mitch condujo el coche de alquiler y lentamente salió del

estacionamiento. Tomó el camino de regreso que el Sr. Turner le había
dado, y cuando salieron a la carretera, se sintió libre. Podía llevar a Cody
a casa sin problemas. Mitch miró en su dirección y descubrió que Cody
estaba despierto, mirándolo.
—¿Realmente te sientes bien?
Cody asintió.
—Es sobre todo mi pecho donde el teléfono se incrustó en mi piel.

Estoy dolorido y magullado. Quiero saber todo lo que pasó.
471
—Te contaré todo esta noche. Lo prometo. Tus padres me invitaron

a pasar la noche. —Mitch sonrió.
—Si vas a estar allí, podría irme a casa —intentó Cody nuevamente.
—No, todos saben dónde vives ahora. Necesitas estar lejos de todo
eso. Realmente deberíamos ir a la casa de mi familia. —Mitch intentó
nuevamente que Cody aceptara.
—No quiero conocerlos así —dijo Cody, levantando su brazo

vendado—. Tu papá vino hasta aquí.
—Eres un hombre testarudo, Cody Turner. Qué bueno que estoy

loco por ti o podría tener que cuestionar esto. —Sus burlas funcionaron,
y Cody le dedicó una sonrisa. Mitch extendió la mano y acarició el muslo
de Cody—. Duerme. La medicina te hace sentir cansado. Podemos hablar
más tarde.
—¿Te quedarás en la ciudad por un tiempo? —preguntó Cody.
—Si. Tendré que dar mis informes finales y probablemente volar de

regreso a DC al menos una vez, pero tomaré vacaciones después de eso.
Se lo dije a Skinner. Tengo alrededor de un millón de horas acumuladas,
así que puedo quedarme y ayudarte hasta que te recuperes totalmente.
—Gracias. —Cody dejó escapar otro bostezo.
—No tienes que agradecerme. Quiero hacerlo. Eres mi vaquero. Te

amo —susurró Mitch. Cody estaba dormido antes que terminara la
oración.
***
Más tarde esa noche, Mitch se sentó en el columpio del porche

delantero de la casa de los Turner, disfrutando de la brisa fresca del
472
campo. Cody descansaba en la tumbona al lado del columpio y una de

sus sobrinas pequeñas, había demasiadas y Mitch no podía recordar su
nombre, se sentó cerca. De todos, esta niña amaba más a su tío Cody
más que a ningún otro. No podía tener más de cinco años, pero se sentó
en el piso del porche delantero y tomó la mano de Cody, jugando con el
iPad en su regazo.
No dijo una palabra mientras dejaba descansar a Cody. Solo quería

estar con él. Sobrinos tranquilos era algo completamente extraño para
Mitch. Aunque no veía a sus sobrinos tanto como debería, siempre los
escuchaba en el fondo cada vez que uno de sus hermanos llamaba.
Jugó en su teléfono celular, manteniendo un movimiento constante

de ida y vuelta cuando Connors interrumpió con una llamada telefónica.
Respondió en el primer timbre, a pesar que estaba bastante seguro que
los zombis tenían tiempo de comerse a su personaje. Odiaba esa mierda.
Los zombis eran asesinos despiadados en el mundo de los videojuegos.
—Knox —respondió.
—Tengo una actualización bastante grande. Tenemos una

confesión completa y una declaración que Langley trabajó
completamente solo. Se reunió con su abogado y el tipo regresó con la
declaración escrita y firmada por Langley de cada muerte y accidente. Dio
suficiente información para vincularlo a la escena de cada crimen.
Admitió que planeaba ir tras tu amigo Montgomery, no Michaels.
También admitió que cambió la transmisión de video en la parte trasera
de la cafetería —dijo Connors, claramente muy aliviado, tal vez incluso
feliz que finalmente hubieran resuelto este caso—. La única discrepancia
es que DeGeorge admitió haberle dado a Langley acceso al sistema de
seguridad.
473
Mientras Mitch escuchaba, se levantó del columpio y bajó los

escalones para poder escuchar mejor y tener un poco más de privacidad.
Algo se sentía incorrecto.
—¿Por qué el cambio tan abrupto?
—Supongo que pensó que sería arrestado después de atacarte —

respondió Connors, y eso le valió un sólido, Huh de Mitch.
—¿Qué le va a pasar a DeGeorge?
—Kreed ya lo había hecho tropezar. El tipo sabía que la transmisión

de video había cambiado. Está siendo acusado como cómplice del crimen
en este momento. Oye, espera. Brown acaba de entrar —dijo Connors.
Podía escuchar a alguien en el fondo hablando. Una conversación
intensa—. Mierda, Knox, te estoy poniendo en el altavoz —dijo Connors.
Segundos después, oyó hablar a Paul Brown.
—Encontraron a Langley muerto en su celda —dijo Brown lo

suficientemente fuerte como para que Mitch lo oyera.
—¿Quién confirmó eso? —preguntó Connors.
—Anne me llamó cuando no pudo contactarte . Young acaba de

recibir la noticia —les informó Brown.
—¿Pensé que lo tenían bajo vigilancia suicida? —preguntó Mitch.
—Sí. Se asfixió con el pantalón —explicó Brown.
—¿Me estás tomando el pelo? —respondió Connors—. ¿Entonces

obtuvimos la confesión y él se suicida? Eso es conveniente.
El tono de Connors era apagado y Mitch lo entendió. Se quedó allí

pensando las cosas mientras pateaba la hierba con su bota.
474
—¿Dónde está Kreed?
—Está en camino para verificar todo esto por sí mismo. Ya sabes

cómo es. No toma ninguna información a ciegas, pero estaba allí conmigo
cuando Anne llamó —dijo Brown.
—Está bien, lo llamaré más tarde. Connors, mantenme informado

sobre lo que necesites —dijo Mitch.
—¿Cómo está Cody? —preguntó Brown. Mitch levantó la vista y

Cody lo estaba mirando. En el momento en que sus ojos se conectaron,
Cody se inclinó y le susurró algo a su sobrina. Ella saltó y salió corriendo.
—Lo está haciendo bien, creo. Él me necesita. Me tengo que ir. —

Mitch ya estaba dando los pasos hacia Cody cuando desconectó la
llamada—. ¿Necesitas ayuda? —preguntó y se inclinó para levantar la
tumbona. Había tenido problemas para sostener la palanca.
—Escuché un poco. ¿Qué pasó? —cuestionó Cody, sus ojos en

Mitch.
—Confesó todos los casos y luego se suicidó. —Mitch volvió a

sentarse en su mismo lugar en el columpio del porche porque era el más
cercano a Cody. Simplemente miró a su vaquero, dejando que la noticia
del suicidio de Langley se hundiera.
—Así que ya terminaste. ¿Resolviste el caso? —preguntó Cody y

Mitch se inclinó para besarlo.
—Creo que resolví el caso, pero veremos qué sucede. Nunca se sabe
qué pasará con toda esta mierda política. —Hubo silencio durante largos
segundos.
—Te volverás loco si pasas el rato aquí todos los días conmigo. ¿Lo
sabes, verdad? Estás acostumbrado a viajar —dijo Cody de forma casual
475
mientras miraba con aprensión a Mitch. Cody podía cambiar de tema en

un abrir y cerrar de ojos y generalmente lo hacía cuando decidía hablar,
lo cual no era tan frecuente.
—No, no lo haré, Cody. Te sigo diciendo que aquí es donde quiero

estar. Soy un hombre cambiado. Tú me cambiaste. —Mitch sostuvo la
mirada de Cody cuando se inclinó, levantó la mano y la pasó por la mejilla
de Cody—. Casi te pierdo, me asustaste muchísimo. Estaré aquí tanto
tiempo como me quieras.
Cody levantó una mano para sostener la mano de Mitch contra su

mejilla. Cody tragó visiblemente, otra señal que Mitch había aprendido
significaba que las palabras que iba a decir eran impactantes, por lo que
escuchó atentamente.
—No creo que alguna vez quiera que te vayas. Eres la parte de mí
que ha estado faltándome. Me siento desconectado cuando no estás
cerca.
—Esas son las palabras que quería escuchar. —Mitch se inclinó y

besó a Cody. Cuando este se abrió para él, profundizó el beso, dejando
que todo el amor que sentía eliminara la duda persistente que tenía sobre
este caso.
—Te amo —susurró. No podía decir las palabras lo suficiente.
—Yo también te amo. Para siempre. —Y eso le valió a Cody otro

beso.
476
Epílogo
—Tan sexy como te ves en la cama de mi infancia, debes levantarte.
La manada estará aquí en aproximadamente una hora —susurró Mitch,
deslizando su palma arriba y hacia abajo por la espalda de Cody. Escuchó
las palabras y estuvo de acuerdo en que tenía que moverse, así que se
dio la vuelta, pero en lugar de levantarse, se acurrucó más
profundamente en la cálida cama.
—¿Sigue nevando? —Cody levantó las mantas sobre su cabeza.

Mitch lo tentaba, pero no tanto como la comodidad del colchón de
plumas.
—Sí, especialmente para ti.
Mitch tiró de las mantas, dejando al descubierto la cara de Cody.

Sacó una mano de debajo de las sábanas y pasó la palma por el muslo
de Mitch.
—Ven a acostarte conmigo y mantenme caliente.
—Eres un provocador. No te acostarás conmigo porque mi familia

y el dúo Montgomery-Michaels están al final del pasillo, lo cual es una
mierda para mí, así que saca tu trasero de la cama. —Mitch tiró de las
mantas hacia abajo y esta se arrastró por completo de su cuerpo. Cuando
el aire frío golpeó su cálida piel, los ojos de Cody se abrieron de golpe.
¡Mierda! Mitch no iba a darse por vencido, por lo que bien podría moverse.
—Es Nochebuena. Podrías ser más amable —se quejó Cody,

sentado a un lado de la cama, rodando su hombro para eliminar la
rigidez. Sintió más de lo que escuchó el rápido beso que Mitch le puso en
la cabeza.
477
—Te amo. Dúchate y baja las escaleras. Mamá ha preparado el

desayuno. —Cody levantó la vista, bostezó de nuevo, y eso le valió un
beso en los labios incluso con su aliento matutino.
—Estaré abajo en quince minutos —murmuró Cody, levantándose

y estirando todo el cuerpo, dejando caer sus pantalones de chándal. Se
rió cuando escuchó el gruñido de Mitch mientras cerraba la puerta detrás
de él.
***
Mitch se sentó al final del sofá, su brazo estirado sobre la espalda,

abrazando los hombros de Cody. Lo mantuvo allí presionado contra él.
Una furiosa tormenta de nieve se agitaba fuera de las ventanas. Las
cortinas se abrieron de par en par, dándoles una maravillosa vista del
invernal país de las maravillas. Su madre se aseguró que todas las
cortinas de la casa estuvieran abiertas, para que Cody pudiera probar lo
que realmente significaba una blanca Navidad. Este año, la Madre
Naturaleza realmente organizó un espectáculo.
Todos sus hermanos y hermanas mayores, con sus hijos, estaban

allí de visita. Todos habían crecido mucho. Su hermano mayor, Matt, se
había convertido en un anciano desde la última vez que lo vio, pero
supuso que eso era lo que sucedía cuando te acercabas a los cincuenta.
La hija mayor de Matt estaba cerca de graduarse de la escuela
secundaria. Mitch había pensado que tenía doce años durante los
últimos cinco años, y se sorprendió al descubrir cuánto había crecido
realmente. Se parecía mucho a una mujer joven. Eso era demasiado
extraño para él.
Actualmente, la familia estaba sentada alrededor del árbol de

Navidad brillantemente iluminado en la sala de estar, repartiendo regalos
a todos los nietos que no podrían quedarse el día de Navidad.
478
—Te dije que eran ruidosos —inclinó la cabeza, susurrando al oído

de Cody.
—Has experimentado más que suficiente de la hospitalidad Turner.

Sabes que esto no es nuevo para mí. —Cody miró a Mitch, sonriendo de
oreja a oreja—. ¿Cómo está el tatuaje?
—Duele como el infierno. ¿Por qué me dejaste hacer eso? —

preguntó, devolviéndole la sonrisa a Cody, quien lo golpeó en el hombro.
—Ah, el amor de la juventud. —Mitch miró a Colt cuando vino a

pararse detrás de ellos.
—Déjalos en paz —dijo Jace mientras se sentaba en el suelo frente

a Mitch y Cody.
—No, él puede continuar esta vez. Soy joven —bromeó Mitch,

asintiendo con firmeza—. Es por eso que me encanta volver a casa. Soy
el bebé.
—Tienes una sobrina casi de la edad de tu novio —se rió Colt, y eso
hizo que Jace le frunciera el ceño.
Mitch se echó a reír y señaló a Jace.
—Estás en problemas por molestarme tanto. Será mejor que te

sientes antes que te haga salir de la habitación.
—Hola, Dr. Knox, ¿sabía que Mitch se hizo un tatuaje hace un par
de días? —gritó Colt.
—¿Lo hizo? —Eso le ganó un ceño fruncido de su padre cuando lo

miró. Mitch ladeó la cabeza hacia Colt.
—¿En serio? ¿Así es como quieres jugar?
479
—¡Quiero ver! —Casi todas las voces de sus sobrinos sonaron al

unísono. Su familia era muy tradicional. Él era el único con arte corporal.
Mitch se desenredó de Cody, que solo le sonrió, y se inclinó para besar
esos labios perfectos mientras se levantaba.
Se subió la camisa y dejó que la manada admirara la obra de arte

en su pecho.
—Creo que esa cruz es genial —dijo su hermana Lori, la única

adulta que realmente vino a examinarlo—. ¿Es nuevo? Por los que amo
me sacrificaré. Eso es tan genial. ¿Dolió?
—Como una mier... mucho. —Se contuvo antes de decir la mala

palabra en voz alta. Serían dos faltas de acuerdo con la expresión de la
cara de su padre.
—¿Has visto suficiente? —Miró al sobrino más pequeño que debía

tener alrededor de tres años y medio. Los grandes ojos marrones del
pequeño tenían un parecido sorprendente con los suyos, y cuando sonrió,
tenía los hoyuelos más grandes. Este era el que todos decían que les
recordaba a Mitch.
—Quiero eso —dijo, señalando el pecho de Mitch. Se inclinó sobre

la rodilla y bajó al suelo para dejar que el pequeño examinara su pecho
todo lo que quisiera.
—Cody, ¿cómo te sientes, hijo? —preguntó el Dr. Knox, cambiando

de tema.
—Estoy bien, señor —respondió Cody.
—Qué buenos modales —arrulló la madre de Mitch, haciendo que

Mitch sonriera ante su comentario.
480
—Mini-Mitch, ven a sentarte junto al abuelo antes que Mitch se

meta en problemas por mostrarte todo eso —gritó Matt. Esa era la parte
de él que a su padre no le gustaba. A su padre no le gustaban los tatuajes.
Nunca le dijo nada a Mitch sobre ellos. Solo le daba una mirada que le
hizo saber a Mitch que no estaba de acuerdo.
—Oye, papá, ¿tomaste suficientes salchichas esta mañana? Vi a

Colt allí atesorando algunas en sus bolsillos —comentó Mitch, de pie
después que su sobrino se aburrió de mirar la tinta en su pecho.
—¿Qué? —jadeó Jace cuando volvió a mirar a Colt.
—Sí, mamá hizo algo para ti, Jace, y Colt también se comió tu
salchicha —bromeó Mitch, pasando por encima del papel de envolver que
adornaba el piso, de vuelta donde Cody.
—¡Hombre! Eso se está haciendo viejo. Jace, no comí más de lo que

me dieron. Él está jugando contigo. Todavía está molesto porque nuestra
foto de boda reemplazó la suya de bebé en el pasillo. No escuches sus
mentiras —exclamó Colt, rodeando el sofá y tomando asiento al lado de
Jace. Mitch miró a su alrededor y todos los ojos estaban puestos en la
pareja que ahora estaba sentada en el suelo.
—No estoy mintiendo. Estoy bastante seguro que se comió tu

salchicha esta mañana —se rió Mitch y se dejó caer en su lugar en el
sofá.
—¿De verdad? ¿Vas a hacer eso aquí? —Colt resopló, su rostro se

puso rojo mientras miraba a Mitch. Sus hermanos en realidad se rieron
mucho de eso. Sus hermanas y cuñadas claramente no entendieron la
broma por la expresión de sus caras. Sabía que no debía mirar a su
padre.
481
—Recibimos la llamada de Skype, Mitch. ¿Respondo? —preguntó

su madre desde su lugar en el sofá al otro lado de la habitación.
—Sí, señora. —Esta vez, la piel recién entintada resistió el

movimiento y ardió un poco cuando se levantó.
—¿A dónde vas? —preguntó Cody.
—Espera, cariño. —Mitch fue a su computadora portátil y conectó

los pocos pasos que Aaron le había enseñado hasta que pudo usar el
control remoto para hacer clic en el televisor de pantalla grande. Toda la
familia de Cody apareció en la pantalla. Tenían una gran familia entre los
dos.
Mitch observó a Kylie sentarse en el regazo de su abuelo, los ojos

buscando a Cody. Él supo el momento en que lo vio porque levantó su
nueva princesa Barbie, la que ambos le habían dado, con una sonrisa
gigante en su rostro. Mitch descubrió que quería el mismo tipo de relación
con su pequeño sobrino mini-yo con el que se había unido desde que
había estado en casa.
—Familia Knox conozcan a la familia Turner. —Mitch agitó las

manos. Su padre los conocía y entró para hacer presentaciones cuando
él fue hacia Cody, que parecía completamente confundido. Por supuesto,
Cody todavía no entendía lo que estaba sucediendo, que era lo mejor. Le
gustaba la conmoción y el asombro. Extendió una mano y tiró de Cody,
pisando intencionalmente a Colt en el proceso—. Vaya... perdona.
Tiró de Cody a través de la habitación, dejando a un lado el papel

de envolver. Una vez que llegó al centro, la charla llegó a su fin cuando
se volvió y sonrió. La cara roja de Cody lo decía todo, y Dios, amaba ese
sonrojo en las mejillas de su amante. Su chico no se sentía cómodo
siendo el centro de atención y ciertamente no en la casa de la familia de
Mitch. Miró a Cody, perdido en sus ojos. De repente su boca estaba seca
482
y su corazón martilleaba en su pecho. Había estado tan emocionado y

seguro de sí mismo, pero ahora, la idea de un para siempre con Cody lo
humillaba. Quería hacer de Cody el hombre más feliz de la tierra.
—Nos he reunido a todos hoy para compartir este momento. Ya le

pregunté a tu padre, él me dio su aprobación a medias —bromeó Mitch
cuando el padre de Cody comenzó a reírse. Ninguno de los dos diría cuán
preocupado estaba el Sr. Turner por lo que estaba haciendo Mitch. Mitch
entendía que la preocupación del padre de Cody estaba bien fundada
simplemente por toda la ignorancia que rodeaba el matrimonio
homosexual, especialmente en el sur. Pero Mitch amaba a Cody, y este
era el hombre con el que quería pasar el resto de su vida.
—Cody, esto puede parecer un poco apresurado. Simplemente no

sabía cuándo volverían a estar todos juntos, y mis sentimientos no van a
cambiar sin importar cuánto tiempo pase. Desde que te vi por primera
vez, supe que tenía que tenerte. Ese sentimiento solo se ha fortalecido a
medida que te conozco. Te amo y sé sin lugar a dudas que eres el único
hombre para mí.
Mitch buscó en su bolsillo hasta que encontró lo que estaba

buscando.
—Se supone que debes tener eso listo —gritó Matt desde el otro
lado de la habitación e inmediatamente fue silenciado por todas las
mujeres. Bajó hasta una rodilla y miró a Cody, que lo miró con la mirada
más intensa que había visto en su vida. Mitch lo entendió, su corazón
latía violentamente en su pecho, bombeando la sangre a través de sus
venas tan fuerte que juró que escuchó el rugido en sus oídos. Abrió la
caja y levantó el anillo, sosteniendo la mirada de Cody con la suya.
—Cody Turner, ¿me harás el honor de casarte conmigo? Por favor.

Haz de mí un hombre honesto. —Cody se quedó en silencio. Había pasado
la mayor parte de los últimos meses con el hombre. Cody era orgulloso y
483
fuerte, pero estaba preocupado por su estilo de vida como su padre,

incluso si nunca lo dijo en voz alta. Esperó por la respuesta de Cody.
Esos brillantes ojos azules nunca se apartaron de los suyos. Su vaquero
lo amaba, sin duda; vio el amor reflejado en sus profundidades.
El silencio llenó la habitación, pero Mitch no habría escuchado

nada de todos modos. Su corazón, mente y alma estaban conectados solo
con este hombre que siempre se tomaba su tiempo para responder a los
eventos importantes. Entonces continuó dándole a Cody suficiente
espacio para comprender la relevancia del momento.
Mitch siempre empujaba, Cody se tomaba las cosas más despacio.

Se equilibraban el uno al otro.
Después de lo que parecieron quince minutos, Cody finalmente

asintió. Eso fue todo lo que necesitaban. Los vítores estallaron desde
ambas salas de estar. Mitch se levantó y atrajo a Cody hacia él, sin
oponerse a esta demostración de afecto frente a sus familias.
—¡Gracias! Te amo —proclamó Mitch en voz alta.
—Te amo —dijo Cody, enterrando su rostro en el hueco del hombro

de Mitch. Mitch podía sentir el corazón de Cody martilleando en su pecho.
Levantó la cara para besar el cuello de Mitch antes de susurrarle al oído—
: Me sorprendiste por completo.
—Eso quería —susurró Mitch en voz baja. Cerró los ojos y tiró de
Cody contra él aún más fuerte si eso era posible—. Te amo mucho, Cody
Turner.
***
484
Cuatro horas después

Aaron Stuart se sentó en una de las pantallas de su computadora
en su apartamento del centro. Había esquivado las festividades de
Nochebuena con la familia, fingiendo enfermedad, ya que realmente no
podía soportar a su nueva cuñada.
La loca buscadora de oro solo quería el dinero de su hermano, y

esta vez había obtenido un premio grande. Estaba en su cuarto
matrimonio y se quedó embarazada para asegurar su lugar en la cuenta
bancaria de su hermano. Interesantes las cosas que podría descubrir
sobre las personas en internet.
Su hermano idiota estaba demasiado enamorado para creer en sus

hallazgos, por lo que merecía lo que obtendría al final.
El correo electrónico anterior de Tyler Connors lo había molestado

todo el día. Elliot Greyson había tenido un momento decisivo en la terapia
de ayer. Volvió una ola de recuerdos, pero no identificó al Agente Langley
como su secuestrador. En realidad, se mostraba más que inflexible en
que estaba cien por ciento convencido que no tenían a su hombre en lo
que respectaba a su caso.
Connors decidió esperar e informar a Mitch después de las

vacaciones de Navidad. Los Alguaciles y el FBI habían dispuesto que se
tomara un tiempo libre. Se había vuelto demasiado alto perfil después del
ataque de Cody. Su rostro era reconocible, así que lo mantuvieron en
secreto. Probablemente lo asignarían a un escritorio a su regreso, lo
enterrarían en montones de papeleo.
Después de ese correo electrónico, Aaron había examinado los

kilómetros de archivos que tenía sobre el caso. Entonces no habían
conseguido a todos sus hombres. Eso significaba que la información
485
estaba en algún lugar dentro de los datos, oculta, esperando a ser

encontrada. Sacó toda la cobertura de video que tenía sobre el Agente
Langley. Aaron vio la entrevista bajo custodia entre el Agente Langley y
su abogado. No había audio, pero sospechaba que habían intercambiado
alguna información valiosa, ya sea directamente o usando código.
Empujó ese archivo a su escritorio. Investigaría al abogado.
Luego volvió a ver la cobertura del accidente de Cody, lo que lo llevó

a la cobertura del funeral del hermano de Kreed. Rebotó su pierna
mientras observaba el odio que salía de la boca de esos supuestos
cristianos. Como hombre gay, era difícil de soportar. La contracción de la
pierna lo ayudó a concentrarse y mantuvo sus sentimientos de ansiedad
a raya. No sabía cómo Mitch se había mantenido tan tranquilo en medio
de todo el odio. ¿Cómo no había sacado su arma y disparado a todos?
Nunca entendería cómo las personas que se autodenominaban cristianas
podían ser tan crueles. Aaron desaceleró esos pensamientos y se
concentró en la imagen frente a él, buscando cualquier cosa que pudiera
ayudar. Fue entonces cuando lo vio. Aaron casi no ve al abogado.
Rebobinó, ralentizó la transmisión de video y apagó la pantalla en

la cara familiar. El abogado de Langley era parte del grupo de odio que
protestaba en el funeral de Sinacola. ¿Por qué demonios nadie había
captado eso antes?
Mejor pregunta, ¿cómo lo había pasado por alto? Maldición.
Levantó su teléfono, fue a llamar a Mitch y se detuvo. No quería ser

el que le dijera que ahora había agujeros en el caso. En cambio, probó
con Connors. El agente no contestó, pero estaba de viaje durante las
vacaciones. Luego llamó a Kreed. Odiaba molestar al tipo durante esta
Navidad en particular. Mitch le había dicho que había ido a casa por
primera vez en años. Quizás él respondería.
486
—Kreed Sinacola. —Una voz grave ladró sobre la música de

Navidad que sonaba en el fondo—. Espera, no puedo escucharte. Voy a
salir. —Los segundos pasaron y el ruido de fondo se calmó—. Así está
mejor.
—Kreed, soy Aaron Stuart. Odio molestarte, pero ¿estás ocupado?

Esto es importante.
—Hola, Aaron. No, está bien. ¿Qué pasa?
—Estaba revisando las imágenes del caso Langley, y creo que

podría haber encontrado algo —respondió Aaron, con los ojos en el
abogado mientras capturaba una imagen de pantalla y enviaba la foto al
teléfono de Kreed.
—Bueno, por supuesto que sí. Mañana es Navidad, lo sabes,

¿verdad? ¿Esto no podía esperar veinticuatro horas? —respondió Kreed
sarcásticamente.
—Probablemente no.
Fin
487
Material
extra
488
Galletas de miel de la mamá de Cody

Ingredientes
2 ½ tazas de Bisquick10
1/3 taza de leche
½ taza de miel
Preparación
Caliente el horno a 400°. Coloque el papel de horno en una bandeja
para hornear. Mezcle los ingredientes en un tazón. Con una cuchara
reparta la mezcla a 5 centímetros de distancia en el papel de horno.
Hornee por 10 a 15 minutos o hasta que estén doradas. Servirlas
calientes con mantequilla derretida.
Bisquick es una mezcla para hornear premezclada vendida por General Mills bajo su
10
marca Betty Crocker, que consiste en harina, manteca, sal y polvo para hornear
489
Tío Cody salva el día, 2012

Cody tomó la esquina en el camino de grava hacia la casa de sus
padres un poco más rápido de lo que debería, pero logró navegar en la
camioneta con la suficiente facilidad, presionando el acelerador cuando
dejó la curva atrás. La camioneta rebotó violentamente, moviéndolo en el
asiento delantero mientras trataba de esquivar los baches que cubrían la
carretera y llegar a tiempo. Llegaba tarde a la comida del domingo de la
familia Turner. Su madre trabajaba para preparar esta cena todas las
semanas. Seguramente estaría molesta.
Pisó el freno y la camioneta se detuvo cuando ubicó la palanca de

cambios en parqueo. Estaba a medio camino de la puerta antes de sacar
las llaves del encendido. Había corrido los pocos pasos por el camino a la
casa, cuando un suave grito llamó su atención. Disminuyó la velocidad
pero siguió caminando hacia el porche delantero, buscando la fuente del
sonido, pero no pudo ver nada.
Segundos antes de golpear la puerta principal, se detuvo, se dio la

vuelta y bajó los escalones del porche delantero. Ese grito tenía que ser
uno de sus sobrinos en problemas. Si habían pasado desapercibidos, tal
vez su familia aún no había comenzado a comer.
Cody caminó a lo largo de las seis camionetas estacionadas al

frente, y cuando llegó a la última, el grito se hizo más fuerte. Su sobrina
Kylie, de tres años, se sentaba en las rocas junto a la camioneta de su
padre con la cabeza enterrada en las rodillas. Cody dio los últimos pasos
hacia ella más despacio, tratando de evaluar lo que estaba mal.
—Oye, señorita, ¿por qué lloras así?
490
El largo cabello rubio de Kylie estaba recogido en una cola de

caballo, pero eso no había impedido que los mechones sedosos se
soltaran y cayeran en rizos sueltos alrededor de su rostro. Sus grandes
ojos azules estaban hinchados y enrojecidos, mientras un flujo constante
de lágrimas corría por sus rosadas mejillas. Su expresión triste era
implorante, y él no tenía idea de lo que estaba mal. Cayendo sobre una
rodilla, se acercó y le acarició la cabeza para consolarla.
—Kylie, ¿qué pasó, cariño? —preguntó en voz baja. Después de un

minuto, ella extendió su manita que había estado escondiendo entre sus
piernas. Cody miró hacia abajo e inmediatamente entendió la razón de
sus lágrimas. Tenía tres feas astillas incrustadas profundamente en su
palma.
—¡Mamá me dijo que no jugara en la pila de madera, y papá hará

que duela al sacarlos! —Las lágrimas volvieron con toda su fuerza ahora.
Cody tomó cuidadosamente su palma y examinó la situación.
—¡Oh! Eso es malo. Supongo que necesitamos sacarlas antes que

eso suceda. ¿Confiarás en mí? —le preguntó, el miedo claro en su rostro—
. Me volví bastante bueno sacando astillas principalmente porque tu papá
solía sacármelas cuando yo era niño. Pon la cabeza sobre las rodillas y
cierra los ojos.
Cody sacó su navaja de bolsillo cuando ella finalmente hizo lo que

le pidió. Cuidadosa y hábilmente removió cada pequeño pedazo de
madera y ella ni siquiera se retorció.
—Está bien, he terminado.
La cabeza de Kylie se alzó y se miró la mano para examinar su

trabajo.
491
—Lo hiciste, tío Cody. —Ella se lanzó en sus brazos—. ¡Gracias! No

me dolió en absoluto. Eres mucho mejor en esto que papá.
La envolvió en sus brazos y se puso de pie cuando su madre salió

al porche delantero, con las manos apoyadas en las caderas.
—Ahí estás, señorita Kylie. Es hora de comer.
—No se lo digas a nadie —susurró Kylie al oído de Cody.
—No lo haré. ¿También vi una rodilla raspada? —preguntó,

llevándola al porche delantero.
—Sí, pero eso no duele mucho, no como mi mano —explicó.
—Necesitamos limpiarla —dijo, dirigiéndose hacia la casa.
—¿Lo harás? Mamá me pondrá esa cosa que pica. —Ella gimió, la
preocupación volvió a su dulce rostro.
—Por supuesto que lo haré —respondió, usando su camiseta para

secarle los ojos. Kylie lo abrazó con fuerza, y después de llevarla dentro y
limpiarla, ella se quedó allí en sus brazos durante la comida del domingo.
492
El primer apartamento de Cody

—Permíteme manejar las negociaciones —dijo Sheila, la hermana
de Cody, mientras estacionaba su auto frente al alto edificio en el centro
de Austin que Cody había estado observando por un tiempo—. No actúes
demasiado interesado. Tómalo con calma. Encuentra fallas en el lugar.
Tal vez podamos hacer que bajen el precio del alquiler, aparcar gratis o
algo así.
—Ya llamé. Creo que el precio está establecido. —Cody salió del
lado del pasajero del pequeño auto deportivo de Sheila. Cada vez que
viajaba en este auto se sentía como una sardina enlatada. Juró que sus
rodillas se habían entumecido dado que estaban presionadas contra su
pecho.
—Nada está escrito en piedra —dijo con confianza, sus tacones

altos haciendo clic contra el piso de mármol pulido mientras se dirigía a
la puerta marcada como oficina—. Recuerda lo que te dije.
Sheila entró primero, dejando que la puerta se cerrara en su cara.

Él ocultó la sonrisa. Dios la bendijera. Su hermana estaba en su modo
de “nadie puede conmigo”. Cuando entró en la oficina, la encargada del
apartamento tenía un juego de llaves en la mano, y su hermana lo empujó
para pasar por la puerta abierta nuevamente, indicándoles que la
siguieran.
Cody se quedó atrás, revisando la casa club y la sala de ejercicios.

Esos eran importantes para él. Escuchó mientras la encargada hablaba
de la piscina en el piso catorce y algunas de las ventajas, como el servicio
de aparcacoches si el estacionamiento estaba lleno y el café de Starbucks
servido todas las mañanas al salir. Tomaron el elevador y Sheila era todo
negocios. Para Cody, la decisión era obvia. Él estaba dentro. Tendría que
493
ser más conservador con su dinero para que el presupuesto funcionara.

Quería el lugar desde que leyó la descripción en el sitio web. Este lugar
era exactamente lo contrario de la granja y estaba en el centro, en una
de las mejores y más concurridas calles de la ciudad.
—Las habitaciones son pequeñas, pero las unidades cuentan con

encimeras de granito tanto en la cocina como en el baño —dijo la
encargada mientras abría la puerta de entrada a la unidad. Cody entró
al apartamento, observando los pisos de madera y la nueva capa de
pintura en las paredes.
—Muy agradable. —Siempre había querido un lugar en la ciudad,

pero no estaba seguro de poder permitírselo. Este era un gran paso. Cody
estaba en el proceso de anticiparse a sus finanzas cuando vio los grandes
ventanales que corrían a lo largo de la pared del fondo. Sonrió. Si hubiera
tenido alguna duda, esa impresionante vista del horizonte de Austin selló
el trato. Esto era un hogar.
—Oh, Dios mío —exclamó Sheila en voz alta—. ¡Cody! Oh, Dios mío.
Tienes que tener este lugar. Puedo imaginarme sofás de cuero, alfombras
de gran tamaño y esa mesa de cocina negra y genial que vimos en Pier
111.
Cody sonrió y sacudió la cabeza mientras miraba a través del

cuarto a la gerente mientras su hermana se dirigía a la habitación.
—Un tanto por actuar como si no lo quisiera. No puedo esperar

para ver sus astutas habilidades de negociación.
11
Pier 1 Imports Inc. es un minorista con sede en Fort Worth, Texas, que se especializa
en muebles y decoración para el hogar importados, en particular muebles, artículos de
mesa, accesorios decorativos y decoración de temporada
494
—¡Entra aquí! Mira esta habitación. Puedes ver toda la vista del
centro de la ciudad. —Sheila chilló emocionada, haciendo señas a ambos
para que la siguieran.
—Parece que no veremos esas astutas habilidades de negociación

después de todo. —Él le guiñó un ojo a la encargada al pasar, haciendo
que ella se riera.
—Podemos redactar los documentos en unos quince minutos.
—Bien —Cody se rió—, porque como ha escuchado, mi hermana

ya comenzó a decorar para mí.
495
La gran revelación
Con su teléfono celular pegado a la oreja, Mitch caminaba de un
lado a otro bajo la agradable sombra de los viejos robles en el patio
delantero de la casa de los padres de Cody. El nerviosismo y la emoción
se mezclaban en su vientre con cada timbre sin respuesta. Se había
escabullido para no despertar a Cody de su tan necesaria siesta, pero
Mitch tenía noticias que compartir, y no estaba muy seguro de cómo
serían recibidas. Esta era la primera vez para él.
—Hola, hombre —dijo Mitch cuando Colt respondió al cuarto

timbre.
—¿Por qué suenas así? —preguntó Colt, con una fuerte sospecha
en su voz al otro lado de la línea.
—¿Cómo? No importa, no voy a responder a eso. Hiciste una

pregunta estúpida. ¿Qué estás haciendo? —preguntó Mitch, quemando
un camino en la hierba verde a sus pies. Este era un territorio nuevo para
él, y no conocía el protocolo correcto, pero estaba seguro que quería gritar
sus noticias desde los tejados.
—Estoy viendo el culo apretado de Jace voltearse sobre la

colchoneta. Está demostrando al gimnasio que todavía puede. Le pagué
uno de veinte dólares a uno de sus chicos para que lo provocara e hiciera
todas esas tonterías. Me encanta verlo hacer todos esos trucos donde
estira el cuerpo. Él es tan ardiente. Y tan malditamente bueno —se jactó
Colt, y Mitch miró sin ver una de las camionetas estacionadas en el
camino de entrada, sin importarle en lo más mínimo lo que Colt
parloteaba.
496
—Está bien, bueno, no voy a alejarte de tu diversión. —Mitch puso

los ojos en blanco y sacudió la cabeza. Respiró hondo para calmar sus
nervios. No había razón para andarse por las ramas, así que lo arrojó allí
como una granada—. Quería que supieras que conocí a alguien y que él
se ha vuelto importante para mí.
—¿Entonces eso significa que dejarás de adular a mi esposo cada

vez que lo veas? —respondió Colt sin perder el ritmo, aparentemente
imperturbable por la declaración de Mitch.
Eso calmó sus nervios como nada más podría hacer y todo volvió a
la normalidad en su mundo. Colt se había convertido en un hermano
para Mitch desde que su padre lo había llevado al redil de la familia.
Mitch veía su trabajo como hermano pequeño burlarse y torturar siempre
a sus hermanos. Entonces Mitch arqueó la frente y se detuvo en seco. Le
tomó un esfuerzo mínimo agregar todo un tono normal a su voz de nuevo
cuando dijo:
—¿Sabes qué? Creo que necesito presentar a esos dos. Luego

atraeré al dulce y pequeño Jace a un increíble e inolvidable trío. Y no
estás invitado. Solo Cody, Jace y yo, haciéndonos todo tipo de cosas
depravadas y carnalmente malvadas. Podemos ver de primera mano
exactamente cuán flexible es tu hombre. —Mitch esperó... luego se echó
a reír ante el largo silencio que siguió. De ninguna manera Cody estaría
de acuerdo con eso, y Mitch tampoco, pero seguro que le encantaba
molestar el trasero de Colt.
—Jódete. Eso no es divertido. Venderé tu estúpida gorra de béisbol

en eBay esta noche, Knox. Espero que seas el mejor postor. —Colt
resopló. Luego hubo una voz apagada en el otro extremo de la línea a la
que Colt respondió—: Mitch conoció a alguien.
Segundos después, Jace estaba hablando por el teléfono, sin

aliento pero feliz.
497
—¡Felicidades! Debes traerlo a casa para que podamos conocerlo y

pueden quedarse todo el tiempo que quieran.
—Creo que ya lo conociste. Esa noche que salimos todos. Ya sabes,

el rubio ardiente con el que estaba hablando fuera del club en Dallas —
le recordó Mitch.
—Oh sí, lo recuerdo. Es lindo, Mitch. Buena elección —dijo Jace.

Mitch enderezó los hombros cuando una gran sonrisa se extendió por su
rostro ante el cumplido de Jace.
—Gracias. No te entretendré. Tengo que volver a entrar. Solo quería

que ambos supieran que encontré a alguien, y quiero que tú y Colt lo
conozcan oficialmente. —El alivio lo invadió. Ahora, había cubierto todas
sus bases, diciéndole a todos los que necesitaban saber.
—Buena suerte, hombre. Y felicidades. Tráelo pronto —exclamó

Jace en voz alta.
Mitch colgó el teléfono cuando se abrió la puerta mosquitera de la

vieja granja. Cody estaba de pie en la puerta, luciendo todo sexy y agitado
por el sueño. El corazón de Mitch se aceleró al ver a su guapo chico.
Finalmente había conocido al hombre de sus sueños, alguien con quien
quería compartir su vida, esa persona especial con la que podía verse
envejeciendo.
Mitch deslizó su teléfono en el bolsillo de sus vaqueros y corrió por

el patio, subiendo los escalones hasta el porche de dos en dos.
—Hey, cariño, ¿cómo estuvo tu siesta? —preguntó Mitch mientras

se inclinaba y besaba a Cody dulcemente en los labios, antes de guiarlo
hacia dentro—. ¿Qué tal si me cuentas todo mientras comemos un gran
pedazo del famoso pastel sureño de nueces de tu madre?
498
Pastel de chocolate y glaseado de

la mamá de Cody
Ingredientes
2 1/2 tazas de harina 4 tazas de azúcar glas
1/2 taza de cacao 1 cucharadita de canela
2 cucharaditas de polvo de 1/2 taza de mantequilla real (1

hornear barra)
1 cucharadita de canela 1 cucharadita de vainilla
2 cucharaditas de bicarbonato de 1/2 taza de leche evaporada (use

sodio leche extra si lo desea más ligero)
1/2 cucharadita de sal
2 tazas de azúcar
1 taza de aceite vegetal
2 huevos
1 cucharadita de vainilla
1 taza de suero de leche
1 taza de café caliente
Para el glaseado:
3/4 taza de cacao
499
Preparación
Precalentar el horno a 350 grados. Engrase y enharine moldes de
2 o 3 niveles o una sartén de 9x13 pulgadas.
Mezcle todos los ingredientes secos, excepto el azúcar.
En un recipiente aparte, mezcle el azúcar, el aceite, los huevos, la

vainilla y el suero de leche hasta que se integren. Luego, agregue
gradualmente los ingredientes secos hasta que se mezclen
completamente.
Agregue el café caliente vertiendo una corriente lenta en el interior

del tazón mientras lo mezcla. La masa debe quedar líquida.
Verter en los moldes. Hornee aproximadamente 20-25 minutos o

hasta que un palillo insertado en el centro salga limpio.
Instrucciones para el glaseado:
Mezcle el cacao y el azúcar.
Batir la mantequilla. Agregue gradualmente la mezcla de cacao a

la mantequilla, alternativamente, con la 1/2 taza de leche hasta que se
mezcle. Agregue la vainilla.
Agregue cuidadosamente cantidades muy pequeñas de leche hasta

alcanzar la consistencia deseada.
¡Ponle el glaseado al pastel y disfruta!
500
Hogar dulce hogar

Cody entró por la puerta principal de su apartamento y sonrió ante
el oscuro silencio que lo saludó. Después de casi dos semanas completas
en la casa de sus padres, este lugar parecía un paraíso. Arrojó las llaves
de su camioneta sobre el mostrador de la cocina cerca de la puerta.
—Necesito conseguirte una llave —dijo Cody, extendiendo la mano

para encender el interruptor, dejando que la luz llenara la pequeña
entrada. Mitch cruzó la puerta unos pasos detrás de él.
—Se suponía que debías esperarme —dijo Mitch, entrando en modo

Alguacil, evaluando críticamente el apartamento antes de mirar a Cody
rápidamente y moverse más adentro.
—Está bien. Nadie sabe que vendríamos hoy —dijo Cody, cerrando
y bloqueando la puerta antes de seguir a Mitch cuando entró en la
habitación, su pistola afuera y apuntando hacia el piso—. Me encanta el
silencio. Extrañaba este lugar.
—Cody, prometiste seguir las reglas. Ahora debo decirle a tu papá

que no hiciste lo que dijiste —dijo Mitch, abriendo la puerta del armario,
mirando hacia adentro. Cody lo ignoró por completo. Se acercó a su
cómoda y abrió el cajón superior. Revisó sus cosas, luego arrojó el
lubricante y los condones encima de esta, antes de cavar más profundo,
levantando el compartimento secreto escondido debajo del contenido.
—Toma —dijo Cody, levantando la cabeza para ver a Mitch

mirándolo fijamente en el espejo del tocador.
—¿Qué es eso? —Preguntó Mitch, caminando hacia él mientras

enfundaba su arma.
501
—Una llave del apartamento. ¿No se supone que te vas a mudar?

—preguntó Cody, mirando a Mitch. No estaba completamente seguro de
cómo interpretar la extraña mirada de Mitch.
—Si quieres —dijo Mitch en voz baja, deteniéndose a medio metro

de Cody. No tomó la llave que Cody extendió. En cambio, continuó
buscando la cara de Cody hasta que sus ojos se conectaron y
sostuvieron—. ¿No crees que es un poco rápido?
—Pensé que querías esto —respondió Cody, metiendo la llave en su

puño cerrado y dejando caer su brazo a su lado. Con la velocidad del
rayo, las emociones de Cody corrieron a través de la confusión, la duda,
la incertidumbre y luego la preocupación. ¿Qué había leído mal? Cody
fue a dar un paso hacia atrás, su trasero golpeqando la cómoda en su
retirada. Mitch extendió una mano, agarrando su muñeca,
manteniéndolo allí.
—Pensé que querías más tiempo —dijo Mitch, usando sus dedos
para abrir a la fuerza la palma de Cody y tomar la llave. Cody observó
cada movimiento de Mitch, permaneció callado, sintiéndose muy
parecido al hombre que Mitch había conocido por primera vez, tratando
de descifrarlo.
Mitch metió la llave dentro del bolsillo de sus vaqueros antes de

acercar tiernamente a Cody.
—No te pongas así. Quiero estar aquí contigo. No hay otro lugar
donde prefiera estar. Simplemente no quiero empujarte. Has pasado por
demasiadas cosas.
—Estoy bien —comenzó Cody, pero Mitch lo silenció poniendo dos

dedos sobre sus labios.
502
—Gracias por la llave —dijo y acercó la boca hacia la de Cody,

venciendo sus preocupaciones con solo presionar esos sensuales labios.
503
Vacaciones 2014
Una inesperada tormenta de nieve cubrió la mayor parte de Nueva
York y, según lo que decían todos en la familia Knox, las nevadas no
tenían precedentes. Cody nunca había visto algo así antes. La emoción
extrema no describía la emoción lo suficientemente bien. En Austin,
Texas, tenían la suerte de obtener una ligera escarcha, y cuando el
hombre del tiempo pronosticaba lluvia en invierno, eso generalmente
significaba una buena capa gruesa de hielo en lugar de algo parecido a
un invernal país de las maravillas.
Los miembros de la familia Knox habían celebrado la Navidad

temprano esta mañana. Los niños se rieron de alegría al descubrir que
Santa había dejado todo lo que se suponía que debía dejar, pero la
felicidad que se derramaba en la casa Knox no se comparaba con el
encanto de la nieve navideña recién caída y Cody quería salir y jugar.
Mitch finalmente lo complació. Al igual que el pollo frito del sur, la cosa
blanca no le atraía a Mitch, sino a Cody.
Cody se vistió rápidamente y salió corriendo un poco más rápido

que su rezagado novio, lo que solo le dio tiempo a Cody para prepararse
para atacar. Había planeado una épica pelea de bolas de nieve. Una que
quería ganar y estaba decidido a saltar sobre Mitch. Cody rápidamente
encontró el montículo más grande cerca del árbol más alto. Dos factores
muy importantes en la evasión del fuego.
Hizo varias bolas y se escondió, esperando que apareciera Mitch.

Su plan era lanzar una tras otra hacia Mitch en el momento en que saliera
por la puerta. ¡Hombre, estaba feliz! Incapaz de controlar su emoción, su
cuerpo vibraba con intensidad. Probablemente nunca volvería a tener
una oportunidad como esta.
504
Le tomó más de unos minutos, pero Cody fue paciente. Había

pasado horas avistando ciervos con su padre cuando era niño, sin hacer
nada más que esperar a un posible objetivo. Justo cuando Mitch abrió la
puerta trasera, Cody apuntó, y en el último segundo cambió la trayectoria
y arrojó la bola de nieve sobre la cabeza de Mitch, apuntando hacia el
techo. Mitch no estaba solo.
Sostenía un mini-Mitch con ropa de invierno en sus brazos. Cody

tardó un tiempo en saber el nombre del niño, Matt Ryland Knox, porque
siempre lo llamaban mini-Mitch, incluso tenía el segundo nombre de este.
El niño de tres años había estado pegado a Mitch desde que llegaron un
par de días antes. La genética era algo graciosa: el niño era un duplicado
de su tío. No se habían conocido antes en persona, pero estaban unidos
en un nivel que Cody nunca había visto. Mitch había sacado a su
pequeño clon para jugar con ellos en la nieve. El momento fue tan
conmovedor de ver. Su grande, fuerte y rudo Mitch se reía y hablaba con
tanta paciencia a este pequeño niño.
Mitch se quedó en el porche y saludó a Cody, donde se encontraba

en la nieve a varios metros de distancia. Cody miró todas las bolas de
nieve que había creado y suspiró. Estarían desperdiciadas. No podía
luchar contra Mitch en una muerte épica con bolas de nieve mientras
sostenía al niño. De la nada, algo lo golpeó en el pecho. Cuando giró la
cabeza, otra le dio en la cara.
—Cuando eres el más joven, aprendes a ser astuto —gritó Mitch al

otro lado del patio.
Mitch dejó que otra volara ante la risa encantada de mini-Mitch,

que ahora estaba a solo unos metros de distancia. Cody se zambulló,
esquivando para protegerse cuando una enorme bola de hielo explotó
contra el árbol a su lado. Afortunadamente, esa no había dado en el
blanco. La bola de hielo podría no haberle dado, pero aterrizó en un banco
505
de nieve que cubrió todo su cuerpo. Escuchó a Mitch más de lo que lo vio
caminar hacia él, yendo tras él, la nieve crujiendo bajo sus pies. Cody
intentó rodar o hacer cualquier tipo de movimiento, pero su inexperiencia
con la nieve pesada y húmeda lo detuvo lo suficiente como para que Mitch
pudiera atacarlo allí mismo.
—Ya estoy abajo. No tenías que saltar sobre mí. —Cody resopló
cuando su cuerpo recibió la mayor parte del peso de Mitch. Es curioso,
durante el sexo y el sueño, amaba tener a Mitch sobre él. ¿Ahora? No
tanto—. No juegas limpio.
—¿Apenas te diste cuenta de eso? —Y una bola de nieve que Mitch

sostenía escondida en su mano aterrizó en la cara de Cody—. Si jugara
limpio, no serías mío, señor Turner.
Cody escupió y balbuceó, tratando de quitarse la nieve de la cara

mientras Mitch mantenía su posición, y la mano de Cody permaneció
atrapada debajo del gran cuerpo de Mitch. Finalmente, Mitch le ayudó a
quitarse la nieve de los ojos y los labios, y se inclinó más cerca, sonriendo
cálidamente mientras susurraba:
—Te amo.
Labios cálidos encontraron los de Cody. No participó en el beso,

pero se rió cuando sintió el más pequeño peso agregado a lo que ya estaba
encima de él. Matt los había abordado a ambos.
—¡Oye, hombrecito! Tu tío es lo suficientemente pesado —gritó

Cody desde el fondo de la pila.
Matt chilló de alegría y retrocedió preparándose para saltar sobre

ellos nuevamente. Mitch, claramente más experto en maniobras en la
nieve que Cody, se giró en el último segundo, atrapando a su sobrino en
sus brazos. Mitch gruñó y rodó sobre el pequeño, no lo aplastó con su
506
peso, sino que lo inmovilizó. El sobrino de Mitch extendió la mano, agarró

un puñado de nieve y la arrojó a la cara de Mitch antes que él supiera lo
que sucedía.
—Querido Dios, él es un mini tú. —Cody se echó a reír, sentándose

y quitando la nieve.
—Te atraparé —le advirtió Mitch juguetonamente al niño.
Cody podría haber jurado que la risita demasiado emocionada de

Matt llegó con un rotundo “está bien”.
507
Después de la propuesta
Mitch apretó el grueso material de su chaqueta sobre su cuerpo,
acurrucándose en el cálido forro de lana justo cuando una ráfaga helada
de viento desprendió agua fría y se precipitó por el porche delantero de la
casa del lago de sus padres. A pocos metros de distancia, sus sobrinos
jugaban en la profunda nieve, ajenos al frío del aire. Por supuesto, los
niños rara vez notaban el frío que hacía fuera cuando eso significaba
construir un muñeco de nieve. Mitch, por otro lado, se había
acostumbrado al clima cálido de Texas, haciendo que este clima helado
fuera un millón de veces más frío de lo que recordaba mientras crecía.
—Él es adorable. Mamá dice que se te parece mucho.
Mitch sonrió ante la comparación. Aunque no estaba seguro que

adorable fuera una palabra que usaría para describirse a sí mismo, no
podía negar el parecido que compartía con su sobrino. Más que nada,
Mitch estaba emocionado de pasar tiempo con su familia mientras estaba
sentado en el escalón del porche con su hermana, Candace,
inspeccionando la perfecta escena invernal de la gran propiedad arbolada
de sus padres.
—Sí, pero no me di cuenta exactamente cuánto hasta que llegué

aquí. Mamá lo mencionó por teléfono una o dos veces, pero tú conoces a
mamá. —Mitch dejó que sus palabras flotaran en el aire. La risa distante
de sus sobrinos llenó el breve silencio—. Tengo que confesar, me
sorprendió cuando entré y realmente lo vi —dijo Mitch, mirando con
orgullo mientras su clon de tamaño pequeño jugaba ruidosamente en la
nieve. Aunque mini-Mitch era demasiado pequeño para participar en la
mayor parte de la acción, eso no lo había detenido. El niño se había
abierto camino hasta el centro del grupo, arrojando bolas de nieve como
un pequeño profesional.
508
—Apuesto que sí. Se parece cada vez más a ti todos los días. Jace
es increíblemente bueno con todos ellos —dijo Candace.
—Colt dice que tiene un don con los niños. No había visto ese lado
de él antes. —Mitch miró hacia la puerta, esperando que Cody volviera a
salir. Su corazón dio un vuelco al pensar en lo feliz que Cody lo hacía. Y
cómo este le había prometido la eternidad delante de su familia. Mitch
sonrió para sí mismo, emocionado de haber sido capaz de convencer a su
futuro esposo que saliera a caminar con él para tener el tiempo a solas
que tanto necesitaban.
Más temprano esta mañana, se había escabullido hacia la casa de

la piscina e hizo todo lo posible para limpiar el lugar y encender el calor.
Quería todo perfecto para Cody. Sí, admitía que tenía motivos ocultos.
Ciertamente no limpió por el bien de la limpieza. Tenía la esperanza de
defender su caso y quizás convencer a Cody que rompiera la regla de
abstinencia obligatoria que les había impuesto cuando llegaron a la casa
de sus padres.
—Me alegra que hayas encontrado a alguien —dijo Candace,

terminando el silencio.
—Hmm —murmuró Mitch, no listo para dejar de lado la imagen

mental de sacar a Cody de su ropa.
—Siempre tuve miedo que fueras un solitario. Nunca supe qué

hacer al respecto —dijo vacilante.
Mitch finalmente dejó ir todos esos pensamientos traviesos y le

dedicó una sonrisa sincera.
—No recuerdo haber sido un solitario, pero ahora estoy mucho más
feliz. Me hizo trabajar duro, a veces todavía no puedo creer que sea mío.
509
—Bien. Nunca te gustó cuando las cosas eran demasiado fáciles.

—Ella se rió cuando la puerta trasera se abrió y Cody salió. Estaba bien
abrigado, sonriendo mientras saludaba a alguien mientras salía. La
familia de Mitch había hecho un excelente trabajo al hacer que Cody se
sintiera como en casa.
—¡Me tengo que ir! —A Mitch le encantaba conversar con su

hermana, pero había algo más apremiante de lo que necesitaba ocuparse
en ese momento.
Mitch no miró a Candace, los ojos fijos en Cody.
—Vamos a dar un paseo.
***
—Solía pensar que este lugar era tan grande. Ahora que he estado
en el rancho de tu familia, veo cuán pequeño es —dijo Mitch, guiando a
Cody hacia la casa de la piscina.
—Sin embargo, es realmente agradable aquí. El lago y la ladera

arbolada son impresionantes. Apuesto a que es hermoso en otoño.
Nosotros simplemente tenemos una granja, mucha superficie, nada más
que tierra abierta y algunos estanques —dijo Cody, subiendo los
escalones hacia la casa de la piscina. Mitch empujó la puerta y dejó que
Cody entrara primero—. ¿Tus padres mantienen la calefacción encendida
todo el tiempo?
Al detenerse repentinamente a menos de un metro dentro de la

puerta principal, Cody se volvió lentamente hacia Mitch y levantó la ceja.
—Solo un paseo, ¿eh? Eres tan malo. Estuvimos de acuerdo sobre

no hacerlo aquí. —La sonrisa sexy de Cody le dio esperanza a Mitch.
Estaba bastante seguro que con dedicada persistencia, podía persuadir
a Cody de olvidar su acuerdo original.
510
—Cariño, lo sé, pero te extraño y estabas tan sexy cuando dijiste

que sí. —Mitch apoyó su brazo en la jamba de la puerta y bloqueó la
entrada, o la salida en este caso, usando su cuerpo como barrera para
evitar que Cody se fuera. Cuando Cody dudó justo dentro de la puerta,
Mitch extendió la mano, enganchando sus dedos en el bolsillo delantero
de Cody, empujándolo más adentro para que pudiera cerrar la puerta y
abrir la cerradura—. Eres tan caliente cuando estás siendo tan noble.
Realmente no puedes culparme por desearte.
—Alguien de tu familia podría entrar en cualquier momento —

argumentó Cody, golpeando la mano de Mitch, fingiendo luchar contra
los esfuerzos de este por acercarlo.
—No, la puerta está cerrada. Nadie ha estado aquí desde el verano.

Créeme, tuve que quitarle el polvo a todo. No fue fácil. Merezco algún tipo
de recompensa, ¿no te parece?
Cody finalmente cedió, permitiendo que Mitch lo empujara hacia

delante y dentro del círculo de sus brazos. Estando tan cerca de Cody y
sintiendo el calor de la risa de rendición de su amante bailando a lo largo
de su mejilla, provocó a su ya ansiosa polla, enviando las desesperadas
palabras corriendo por sus labios.
—Por favor, bésame, Cody. Estamos perdiendo el tiempo, cariño.
Mitch finalmente logró atrapar a Cody posesivamente contra su

cuerpo. Hizo retroceder a Cody varios pasos hasta que su espalda golpeó
la pared. El gemido que salió de los labios de Cody le dio a Mitch todo el
permiso que necesitaba. Presionó, sintiendo la fuerte excitación dentro
de los vaqueros de Cody. No se le escapó saber que él había sido el
causante de tal reacción. Apretó las caderas hacia Cody, decidido a
mostrarle exactamente cuánto lo deseaba. Los brazos de Cody se
enroscaron alrededor de su cuello, atrayéndolo para un beso.
511
—No quiero que nos atrapen, pero eres increíblemente difícil de

resistir —jadeó Cody contra sus labios.
—¿Sí? —Abrió la cremallera de la chaqueta de Cody y se la quitó

de los hombros mientras este continuaba lamiendo y mordisqueando su
boca.
—Mmm... Ajá —murmuró su amante. Cálidos dedos ásperos

mantuvieron su mandíbula en su lugar mientras Cody saqueaba su boca,
las lenguas se enredaban y retorcían mientras el calor entre ellos crecía.
Rompiendo el beso, rápidamente se despojó de su propio abrigo, sin
apartar los ojos de Cody cuando arrojó su chaqueta hacia el sofá.
—No tenemos mucho tiempo hasta que nos echen de menos, pero
te necesito tan jodidamente tanto. —Mitch se mordió el labio.
Cody bajó la mirada a los labios de Mitch y susurró:
—Yo también te necesito, Mitch. —Un brillo prometedor surgió en

esos hermosos ojos azules cuando Cody levantó la barbilla y sus miradas
se encontraron. ¡Demonios, sí! La polla de Mitch saltó ante la cantidad
de lujuria reflejada en los ojos de Cody.
Mitch estaba tan perdido en este hombre, tan excitado por él que
no podía pensar bien. Supuso que podría haber una pequeña posibilidad
que sus hermanos vinieran a buscarlos. Había bloqueado la puerta por
si acaso, pero por el momento, honestamente, no podía importarle
menos. Lo único que le importaba era hacerle el amor a Cody antes de
volverse loco.
Mitch agarró el frente de la camisa de Cody y lo arrastró más cerca,

profundizando el beso. Deslizó las manos por la parte delantera del
cuerpo de Cody hasta que encontró el dobladillo de la camisa y la levantó
para sentir el estómago cálido y apretado contra las yemas de sus dedos.
512
Cody contuvo el aliento y Mitch sonrió ante la reacción que había

causado. Nunca había sabido que podía necesitar a alguien tanto como
a Cody. Nunca soñó que encontraría una conexión como la que había
encontrado con su vaquero. Mitch era realmente un hombre afortunado
de poder llamar a Cody suyo. Y en este momento, necesitaba enterrarse
profundamente en Cody, tan profundo que no podía decir dónde
comenzaba él y dónde terminaba Cody. Por lo general, prefería estar
abajo, pero hoy, ahora mismo, estaba abrumado por tanta emoción y la
irresistible necesidad de sentir el cuerpo de Cody ceder al suyo,
rodeándolo. Mitch pasó la camisa de Cody sobre su cabeza y volvió a
sondear la boca de Cody con su lengua.
—Necesito follarte, vaquero... te necesito tanto. —Mitch se meció

contra Cody, uniendo sus erecciones mientras el beso se intensificaba.
Cody empujó su mano entre sus cuerpos y buscó a tientas el botón de
los vaqueros de Mitch mientras este se quitaba la camisa rápidamente y
la dejaba caer al azar en el piso de madera. Cody finalmente abrió los
botones plateados de sus vaqueros y se los bajó por los muslos.
—Mmm... ¿Nada de ropa interior? ¿Sólo para mí? —Cody se mordió

el labio inferior—. Eres un provocador, Alguacil Knox. —Fuertes dedos
agarraron su polla mientras Cody lo acariciaba de la punta a la base.
Mitch no pudo liberar a Cody de sus vaqueros lo suficientemente rápido.
Su entusiasmo impidió sus esfuerzos, pero finalmente logró liberar la
excitación de Cody de todo el material. Maldición, su hombre tenía la
polla más hermosa que había visto en su vida, tan gruesa y dura, rogando
que la acariciaran. Pasó el pulgar por la punta en forma de hongo, recogió
la humedad que se acumulaba allí y la extendió por la cabeza antes de
llevarse el pulgar a la boca. Empujó su pulgar entre sus labios y los de
Cody mientras se besaban, retrocediendo un poco para decir:
—Pruébate, cariño. Tan jodidamente bueno.
513
La lengua de Cody se curvó alrededor del pulgar de Mitch y los

empujes en su polla se aceleraron. Metió dos dedos más en la boca de
Cody.
—Haz que estén agradables y húmedos para mí, cielo. —Una vez
resbaladizos, Mitch retiró los dedos de la boca de Cody, luego besó las
ondulaciones de los abdominales de Cody antes de arrodillarse frente a
su hombre. Tan pronto como agarró la polla de Cody y la tragó, las manos
de Cody fueron a su cabeza y sus largos dedos se enredaron en su cabello,
empujando suavemente.
Mitch inhaló el dulce almizcle de Cody, haciendo que su polla se

pusiera más dura y se humedeciera con líquido preseminal contra su
vientre. Joder, le encantaba el aroma de Cody. Le encantaba la sensación
de toda esa carne caliente y salada deslizándose sobre su lengua,
golpeando la parte posterior de su garganta. Chupó a Cody con más
fuerza, moviendo la lengua alrededor de la punta hinchada, jugando con
los testículos, haciendo rodar las bolas en la palma de su mano.
Cody agarró el hombro de Mitch para equilibrarse mientras se

quitaba un zapato y apresuradamente retiraba una pernera de sus
vaqueros para poder ampliar su postura. Con el espacio extra, Mitch pasó
los dedos por el área sensible detrás de las bolas de Cody, luego presionó
contra el suave fruncimiento en la entrada de su amante. Cody gimió
cuando Mitch lo devoró hasta la raíz mientras empujaba un dedo
resbaladizo en su apretada abertura. Cody gruñó y aceleró el ritmo con
las caderas, follando la boca de Mitch con golpes descoordinados
mientras Mitch metía y sacaba el dedo del culo de Cody.
—Mitch, por favor, fóllame. Estoy tan cerca —gimió Cody desde
arriba. Mitch retiró el dedo y se apartó, incapaz de contener la sonrisa
sin duda satisfecha en sus labios.
514
—Llegaremos allí. Lo prometo. Ahora, date la vuelta, cariño. No

quiero apresurar nuestro final feliz.
Cody hizo lo que le dijo. Mitch dio un azote al tentador globo del
culo firme de Cody cuando este se colocó contra la puerta. Mitch se puso
de rodillas de nuevo para admirar más de cerca la musculosa parte
trasera de Cody, luego deslizó sus palmas con avidez sobre toda esa carne
perfecta.
Mitch lamió húmeda y lentamente a lo largo de la grieta del culo de

Cody, haciendo que Cody se retorciera impacientemente antes de abrir
esas sexys nalgas y soplar contra la carne rosada y arrugada. Cody gimió
su aprobación cuando Mitch deslizó su mano por el costado de la cadera
de Cody y le agarró la polla mientras se inclinaba y lamía el lugar más
íntimo de su vaquero. El cuerpo de Cody tembló cuando Mitch trabajó el
agujero de su amante con su lengua y boca y continuó bombeando esa
polla dura como una roca en su puño.
Una cruda demanda animal arañó su columna vertebral. Su polla

goteó, doliendo con la necesidad de ser agarrado en el estrecho pasaje de
Cody. Él tensó su lengua y perforó el calor interno de Cody con abandono.
Movió su mano del pene de su amante de vuelta a la mejilla del culo de
su amante, abriendo a Cody completamente, para su propio codicioso
placer.
—Estoy demasiado cerca. Ahora, Mitch, por favor —suplicó Cody,

su respiración salía en jadeos desiguales—. Necesito que me folles.
—Me encanta cuando ruegas por mi polla, vaquero. —Mitch se echó

a reír y succionó dos dedos en su boca, mojándolos antes de trabajarlos
profundamente dentro de su prometido. Cody sollozó mientras empujaba
hacia atrás para follarse sobre los dedos de Mitch. Este hizo una tijera
con los dedos y luego los curvó en busca del lugar que sabía que haría
rogar a Cody.
515
—Por favor, Mitch... ahora —gruñó Cody.
Mitch retiró los dedos del calor de Cody y se puso de pie mientras
buscaba en su bolsillo delantero el pequeño paquete de lubricante. No
planeaba usar un condón. Ya habían pasado eso, ambos se hicieron
exámenes y ninguno planeaba salir de su relación. Además, amaba la
sensación de tomar a Cody de esa manera, piel a piel, nada entre ellos.
Después de sacar el lubricante de un uso de su bolsillo, logró deshacerse
del resto de su ropa en segundos.
El paquete de aluminio se rasgó con un poco de ayuda de sus

dientes. Extendió el líquido transparente sobre su polla y se rió entre
dientes cuando el olor a coco llenó el aire, mezclándose con el aroma
distintivo de la excitación y su hombre. Cody y su maldito lubricante con
sabor a coco. Probablemente se pondría duro de ahora en adelante cada
vez que oliera algo con coco. Mitch se acarició varias veces para extender
el lubricante en su polla. Le dio una palmada en el trasero a Cody, luego
pasó una mano sobre el músculo redondeado y apretó, amasando la firme
carne rosa en su mano.
—Dios, amo tu culo. —Mitch golpeó nuevamente el trasero de Cody,

sonriendo ante el sonido amortiguado que hizo su amante cuando su
palma conectó con el trasero de Cody. Este se retorció, su rostro
empujado contra la pared mientras se inclinaba hacia adelante para
ampliar su postura. Mitch frotó dos dedos resbaladizos sobre la entrada
de Cody y luego empujó lentamente, asegurándose de extender
completamente el lubricante. Mitch agarró su polla y la pasó por la grieta
de Cody antes de hundirse en él. Se congeló cuando el ceñido calor se
apoderó de su polla.
—Ahh... joder. —Sus rodillas se debilitaron al sentir el cuerpo de

Cody apretándose a su alrededor.
516
—Joder... sí —siseó Cody—. Maldición, te sientes bien, pero tienes

que moverte. Necesito más.
Mitch agarró las caderas de Cody y se echó hacia atrás, casi tirando
hacia fuera antes de volver a empujar. La sensación de aturdimiento
mental era casi demasiado para soportar. Se aferró a toda esa carne firme
y bombeó su cuerpo dentro y fuera de Cody.
No podía conducirse lo suficientemente profundo en esta posición,

así que se retiró de mala gana y guió a Cody al sofá. Cody puso una rodilla
en el sofá y se inclinó sobre la parte posterior de este, exponiendo su
agujero a Mitch, quien agarró las caderas de Cody y empujó hacia atrás,
perdiéndose por completo en el acogedor agarre del calor de Cody.
Sus bolas se apretaron. El calor irradiaba y se enroscaba en su

columna vertebral. No iba a durar. De ninguna manera. Especialmente
no con la forma en que el cuerpo de Cody lo estaba apretando.
—Más fuerte. Fóllame más fuerte. —Cody gimoteó y se apretó a su

alrededor.
Mitch dejó caer su pecho contra la espalda de Cody y embistió con

fuerza desenfrenada. Presionó un beso en la parte posterior del cuello de
Cody, succionando la piel entre sus labios, antes de usar sus dientes
para marcarlo.
—Más —rogó Cody, empujando su trasero con más fuerza en la

ingle de Mitch.
Se retiró y volvió a estrellarse.
—Te sientes tan bien, Cody... Voy a hacer que te corras.
Mitch deslizó una mano hacia el frente del cuerpo de Cody y

extendió los dedos sobre los abdominales para mantenerlo en su lugar
517
mientras golpeaba por detrás. Dejó caer su mano sobre la tensa erección
de Cody y envolvió sus dedos alrededor del grosor de su amante,
bombeando con propósito. Mitch lamió la vena abultada en el costado del
cuello de Cody antes de morderla con los dientes. El cuerpo de Cody lo
ceñía con tanta fuerza, enviando oleadas de fuego corriendo por sus
venas que se asentaron pesadamente en sus bolas. Casi se había perdido
en ese mismo momento. Sabía que los dos estaban tan cerca.
—Déjame sentirte correrte, vaquero —susurró Mitch contra la piel

húmeda de Cody. Este volvió la cabeza lo suficiente para que Mitch
capturara sus labios. Apretó el pene de Cody más rápido, acariciándolo
con el mismo ritmo de sus caderas.
—Sí —gimió Cody, su polla sacudiéndose violentamente en la

palma de Mitch mientras cintas calientes caían sobre la parte superior
del puño de Mitch. Intentó follar a Cody a través de su orgasmo, pero el
olor y la sensación de la liberación de Cody fue más de lo que esperaba y
Mitch cayó en picada hacia borde.
—Ah... ¡Joder, Cody! Puedo sentirte corriéndote —gritó Mitch

cuando el cuerpo de Cody apretó el suyo como un tornillo de banco. Sus
bolas se tensaron y su corazón se aceleró, tronando en sus oídos mientras
vaciaba sus bolas en el culo caliente de Cody. Siguió empujando hasta
que estuvo completamente agotado y sus piernas amenazaron con
traicionarlo.
Cody se dejó caer contra el respaldo del sofá, y Mitch lo siguió, todo
su peso descansando sobre la espalda de su amante mientras luchaban
por recuperar el aliento. Lentamente retiró su suave polla del culo de
Cody antes de caer sobre el cojín del sofá junto a él. Mitch tiró de Cody,
lo envolvió en sus brazos y abrazó a su vaquero contra él mientras sus
latidos y respiraciones volvían a la normalidad.
518
—Maldición. Te amo, vaquero. —Mitch enganchó su pierna sobre

la cadera de Cody.
—Yo también te amo, Alguacil. —Las palabras susurradas de Cody

llenaron su corazón de felicidad mientras suaves labios rozaban los
suyos.
519
Pastel de piña colada favorito de

Cody
Ingredientes
Para el pastel
1 caja de mezcla para pastel de mantequilla, más los ingredientes

para hacer el pastel
1 lata de 14 onzas de leche condensada
1 lata de 15 onzas de crema de coco (NO leche de coco):

generalmente se puede encontrar en el pasillo de bebidas/mezclas de su
supermercado local.
1 lata de 15.25 onzas de piña triturada, escurrida. Reservar el jugo.
Para la cobertura:
2 tazas de crema batida espesa
2 a 4 cucharadas de azúcar en polvo
1 cucharadita de extracto de coco
Ralladura de coco y cerezas al marrasquino, para decorar si lo

desea.
520
Preparación
Mezcle y hornee el pastel en una sartén de 9x13 según las
instrucciones del paquete. Mientras se hornea el pastel, mezcle el jugo de
piña, la leche condensada y la crema de coco hasta que quede suave.
Inmediatamente después de retirar el pastel del horno, use el

extremo de una cuchara de madera para hacer agujeros en toda la parte
superior. Vierta la mezcla de leche sobre la parte superior del pastel tibio,
asegurándose que entre por los agujeros. El pastel parecerá muy mojado,
pero está bien. Extienda uniformemente la piña triturada por toda la
parte superior. Cubra el pastel con una envoltura de plástico y refrigere
durante la noche.
Para hacer la cobertura:
Batir la crema vigorosamente con un batidor de mano o usando el

accesorio para batir de una batidora. Cuando la crema comience a
espesar, agregue el azúcar en polvo (endulzar según sus preferencias) y
el extracto de coco. Continúe batiendo hasta que se formen picos suaves.
También puede usar crema batida si lo desea. Adorne el pastel con coco
rallado y cerezas al marrasquino.
Mantenga el pastel cubierto en el refrigerador hasta por 3 días.
Fin de los extras
521
Serie Chicos buenos

01 – Doble salto
El prometedor héroe futbolístico, Colt Michaels, realiza un pase
Ave María una noche en el vestuario de la universidad que
resulta en los cinco días más calientes y sexys de su joven vida.
Sin embargo, las interferencias después de la jugada le hacen
esconder su pasado y enterrar su futuro en el fondo de una
botella. Aunque Colt parece tenerlo todo, las apariencias
engañan, especialmente cuando está atrapado tan lejos en un
armario del que no puede ver la salida. Después de diez años de
vivir su esperado estilo de vida acelerado, se compromete con su
manipuladora novia supermodelo rusa, y decide que es hora de
hac er una nueva jugada.
Jace Montgomery construyó en solitario el mayor gimnasio de
animadores del mundo, impulsado por la necesidad de olvidar
un encuentro que cambió su vida con un guapo mariscal de campo hace una
década. Su reputación como excelente entrenador, duro hombre de negocios y
hábil empresario le valió el respeto en el mundo a veces catastrófico de las
competiciones de animación. Cuando Jace se entera de los planes de su ex-
amante para casarse, su corazón ejecuta un giro brusco y su resolución
cuidadosamente colocada cae sin una alfombra para absorber el impacto.
¿Puede su escape de la isla ayudarle a dejar atrás el pasado y avanzar en su
vida?
02 – Revelación completa
El Ayudante del Alguacil de los Estados Unidos, Mitch Knox,
captura fugitivos para ganarse la vida. Su actitud tranquila, fría
y serena, y su buena apariencia devastadoramente atractiva le
otorgan una merecida reputación de chico malo, tanto dentro
como fuera del campo. Mientras está en una misión, se
desahoga en un notorio club noctur no de Dallas. Resolver el
caso que lo ha atormentado durante meses toma un segundo
lugar para descubrir todo sobre el hermoso y tímido rubio
sentado solo en el bar.
El Patrullero Estatal de Texas Cody Turner está subiendo de
rango, en camino a su sueño de ser un Ranger de Texas.
Mientras está de vacaciones obligatorias de dos semanas,
planea relajarse y ayudar en la granja de su familia. Mitch es la
última distracción que necesita Cody, pero la tatuada tentación que entra al bar
y le roba la gorra de béisbol es demasiado difícil de ignorar.
A medida que el caso de Mitch atrae la atención de todo el país, ¿cómo
convencerá al sexy patrullero estatal que darle la oportunidad no pondrá en
peligro el plan de su vida... especialmente cuando el mal que está rastreando
lleva el odio directamente a su puerta, amenazando más que solo sus carreras?
522
Próximamente
Dominio completo
523
Staff
Soñadora
Dahi
Cazadora Final
Auxa
Diseñadora
Lelu
524
Acerca de la autora
Por lo general, intento divertirme. El humor es una parte
importante de mi vida. Me encanta reír y parece ser lo que hago en la
mayoría de las situaciones, independientemente de la situación, pero las
bromas pueden ser un asunto complicado. No quiero ofender a nadie y el
humor tiende a ofender. Entonces, en cambio, voy a contarte sobre
Kindle.
Trágicamente perdí a mi hija de dieciséis años por un conductor

ebrio. Ella acababa de estar en casa, era temprano en la noche y escuché
el accidente. Nunca olvidaré ese momento. Las sirenas fueron inmediatas
y algo dentro de mí solo lo sabía. Salí de mi casa, manejé directamente al
accidente con nada más que instinto. Tenía que estar allí cuando mi
pequeña niña murió. Extrañamente, considero que es un verdadero
regalo de arriba. Ella no tenía que estar sola.
Esa vez en mi vida fue terrible. Es todo lo que imaginas pero

alrededor de mil millones de veces peor. Amo a esa niña. Me encantó ser
su madre y me encantaba verla crecer en esta persona increíblemente
hermosa, tanto por dentro como por fuera. Ella fue un gran regalo para
mí. Que me la arrancaran de repente me rompió.
Su nombre era Kindle. Honestamente, era su nombre y murió unas

semanas antes de que Amazon anunciara su nuevo ereader. ¡No tenía
idea de que el Kindle saldría y finalmente habría conseguido su nombre
en algo! Intenta encontrar una regla con el nombre Kindle en ella... Nunca
sucedió.
En el transcurso de ese evento paralizante tuve la suerte de conocer

a mi compañera de escritura. Nunca hubiera pasado esos días oscuros
sin su apoyo y guía inquebrantables. No hubo un momento en que ella
no estuviera allí para mí. Por primera vez utilicé la mano ofrecida. Sé sin
ninguna duda que no estaría aquí hoy sin ella. Se requiere una persona
especial para estar al lado de alguien en un momento como ese. La amare
por siempre. Podría hablar sin parar sobre ambas, pero no lo haré y ahora
tú sabes un poco más sobre nosotras.
525

#2 Revelación Completa-Kindle Alexander

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Kindle Alexander Revelación completa

Serie Chicos buenos 02

Nota a los lectores

No pretendemos ser o sustituir el original, ni desvalorizar el trabajo de los

Queremos seguir comprando libros en papel porque nada reemplaza el

¡No compartas este material en redes sociales!

David, no basta con que sea para siempre...

¡Kim, realmente, realmente amo a nuestros

Aidan y Keagan, me mantienen cuerda.

Julie, Angie, Kim, Teri, Beth, Madi,

Y como siempre, a nuestra la increíble familia de

Kindle, estás siempre en nuestros

El Patrullero Estatal de Texas Cody Turner está subiendo de rango,

A medida que el caso de Mitch atrae la atención de todo el país,

Perdido en sus pensamientos, la frente de Mitch se frunció

La persistente duda que plagaba sus pensamientos surgió de

El agudo timbre de su anticuado teléfono de oficina interrumpió

—Ayudante del Alguacil Knox aquí.

—Habla el Director Skinner. —La voz sonaba tensa en el otro

—Sí, señor, espere. —Mitch extendió la mano sobre su escritorio,

—Estás ignorando tu correo electrónico nuevamente. Se te solicita

—Está bien —dijo Mitch distraídamente, levantando los pies en su

Mitch sostuvo el receptor entre la oreja y el hombro mientras

—Mitch, ¿me estás ignorando de nuevo? Te dije en tu última

—¿Disculpa, qué dijiste? —Mitch hizo una pausa, sabiendo muy

¡Punto! Logró el resultado deseado y sonrió, probablemente por

—No te preocupes, ya respondí al mensaje. Tendré que hacer

—Entonces, ¿por qué sigues hablando por teléfono? —preguntó

—Sí, su majestad —respondió ella.

—¿Qué pasa con todos ustedes bromistas hoy? Este es un asunto

que obtenga los detalles, ¿los reenviarás a la dirección de correo

—¿Qué te he dicho sobre eso? —preguntó, irritado.

Habían pasado por esto antes. Él nunca podría vencerla en este

—No tienes que decirlo —dijo Mitch secamente.

—Porque mis padres siempre me enseñaron a ser respetuosa con

—Necesitas mejores bromas. —Él se rió un poco cuando se inclinó

Ella ya había arreglado su vuelo, salía en una hora y media. Justo

Se echó la lona sobre el hombro mientras deslizaba su tarjeta de

Mitch abrió el maletín de su computadora portátil y deslizó el bolso

Durante todo el tiempo que el escáner trabajaba, desnudó los

—Solo si tengo suerte. Sabes que me gustan todos esos músculos

—Está limpio —dijo el tipo.

—Supongo que no era mi día —dijo, riéndose mientras él sonreía y

—Llego tarde o te dejaría ponerme las manos encima —bromeó

—Oh, señor, Mitch Knox, eres un bromista pedazo de hombre. ¡Si

Tal vez incluso superarlo cuando las cosas se volvieran sucias.

—Vete, Mitch. Se supone que Velma es una profesional —dijo el

—Los veo luego. —Mitch se fue corriendo hacia su puerta. Cuando

El resultado final, quienquiera que fuera esta persona o personas

Mitch golpeó la rampa hacia el avión y marcó el número de teléfono

—Hola, amigo, voy camino a Dallas —dijo Mitch.

—Estamos más cerca —dijo Mitch, y esas palabras le costaron por

El silencio de Jace decía mucho. Abordó el vuelo, asintiendo con la

—Prometo que estoy haciendo todo lo que puedo hacer. Lo

—¿Ha sucedido algo más? —preguntó Jace. Mitch escuchó

—Sabes que no puedo darte detalles. —Mitch usó su excusa

—Hey, hombre, ignora a Jace. Vienes hacia aquí, ¿verdad? —

—Estaremos aquí. Llámanos y haznos saber si deseas cenar.

—Suena como un plan. Oye, tengo que colgar. Estoy en el avión. —

Intentó calmar su actitud ligeramente malhumorada y pospuso el

La esposa de un compañero dio a luz inesperadamente, ¿cómo

El problema en el plan llegó con esta reunión. Era viernes por la

como patrullero estatal de carretera. Él volvería a trabajar más fuerte por