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Serie Shifters del Suroeste

Rescatado Libro 1

Bailey Bradford
Sinopsis
Cuando Gabriel Staley rescata a un magnífico lobo negro, no
tenía ni idea de que su destino acababa de aumentar el calor y le
había traído su compañero, un sexy cambiaformas Mika Blackwell.

Gabriel Staley estaba acostumbrado a ser el paria del pequeño


pueblo de Shasta, Texas. Más preocupado por rescatar perros
callejeros de una cruel muerte a manos del Sheriff local, Gabe se 2
centra en marcar una diferencia y alzarse por lo que cree correcto.
Mika Blackwell, un cambiaformas expulsado de su manada, es
nuevo en su estatus de paria, y no se está ajustando demasiado
bien.

Cuando Gabe da la cara por rescatar a un lobo herido, no tenía


ni idea de que su vida se iba a alterar para siempre. Mientras Mika
observa como el hombre se le acercaba, siente que el universo se
altera y se da cuenta de que, aunque haya perdido su manada,
acababa de encontrar lo que los cambiaformas más anhelan, su
compañero destinado.

Juntos, Gabriel y Mika deben encontrar la forma de luchar por


lo que aman, desde enfrentarse al líder de la manada de Mika a
detener a quien intenta matar al mejor amigo de Gabe, Todd.
Cuando el atacante de Todd va tras Gabe, Mika está determinado a
proteger a su compañero a cualquier precio.
Capitulo 1
Gabriel Staley acabó de alimentar al último perro de la
perrera, pasando sus dedos por el áspero pelo de las patas antes
de levantarse y cerrar la puerta. Necesitaba pasar más tiempo
jugando con Jojo y trabajando en la obediencia con él. Habían
abusado de Jojo en algún punto, como a la mayoría de perros del
refugio de animales de Gabriel. Le asombraba cuan cruel podía ser
la gente, no solo con los perros, sino con cualquier animal. Era un
verdadero problema, particularmente donde vivía, en un pequeño 3
pueblo rural de Shasta.

Para ser justos, realmente no vivía en el pueblo; vivía en unos


cuantos acres en la periferia, en lo que consideraba una casa
decente, bonita pero no sofisticada. Gabriel había heredado el lugar
cuando sus abuelos murieron en un accidente de coche. En aquel
momento ya llevaba algunos meses viviendo con ellos, desde
entonces no tenía parientes. Descubrir que su único hijo era gay
era más de lo que sus padres evangelistas habían podido tolerar. No
había entendimiento o amor incondicional en ellos, y Gabriel había
aceptado el fin de su relación. Sus abuelos le habían dado la
bienvenida a su hogar, y su amor y aceptación habían sido un
bálsamo para su herido corazón.

Sí, sus abuelos lo habían amado y aceptado, y también se


habían asegurado de que supiera que el dios que sus padres habían
usado contra él no era el dios en el que ellos creían. Después de ser
repudiado y etiquetado como abominación, Gabriel había estado en
un tembloroso terreno emocional. Sus abuelos lo habían acogido y
le mostraron lo que se suponía que era el amor, en la forma en que
lo trataron, y en la manera en que se trataban él uno al otro. Su
amor había sido más fuerte el día que murieron que cuando se
conocieron por primera vez, y aunque eso hería a Gabriel
terriblemente, siempre sintió que era mejor que hubieran muerto
juntos. Sabía que había sido lo que hubieran querido.

Arqueando su espalda para trabajar los músculos tensos de


inclinarse y levantarse, Gabriel miró las casetas medio cerradas que
había construido él mismo, asegurándose de que todas las puertas
estuvieran bien cerradas. Había cubierto un viejo granero para ello,
dividiéndolo en dos filas con seis alambradas en cada una. Para que
los perros no estuvieran confinados durante horas, había instalado
puertas para perro en la parte de atrás de cada caseta y había
puesto una alambrada de diez pies detrás de cada refugio, dándoles
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a los perros al menos algo de espacio. No era perfecto, pero era
mucho mejor que lo que les esperaba fuera si estaban solos.

Cuando Gabe descubrió, por cortesía de su amigo Todd


Benson, un ayudante del Sheriff, que a los perros vagabundos de
Shasta normalmente los mataban de una forma cruel que usaba el
Sheriff Kaufman. Nadie más a parte de Gabe, Todd, y el veterinario
local el Dr. Adam Soames parecían preocuparse; había sido la
forma en que siempre se habían hecho las cosas en Shasta. Los
tres hombres trabajaban juntos para intentar cambiar eso, rescate
a rescate.

Gabriel se dirigió a su casa, pensando cuanto disfrutaría un


largo y caliente baño cuando su móvil sonó. Sacando el teléfono del
bolsillo de sus jeans, lo miró y suspiró. Tocó la pantalla y se llevó el
teléfono a la oreja.

—Hola, Todd. ¿Qué pasa? —Gabe sabía que ya que el


ayudante del sheriff estaba de turno, debía de llamar por un
rescate.

—Gabe, encontré un lobo, de todas las cosas. Está en mala


forma, creo.

¿Un lobo? ¿Qué coño? Aunque los lobos no eran raros en New
México, gracias a la transferencia de lobos hacia el Bosque Nacional
Gila, Gabe nunca había escuchado de ninguno bajando al norte de
Texas.

—¿Cuán herido está? ¿Dónde te encuentro? —Gabe tenía más


preguntas, pero esas eran las más importantes, por lo que
empezaría por ahí.

—Bueno, recibí una llamada de la Sra. Schumaker diciendo


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que pensaba que había visto un perro grande fuera de su granero.
Estaba preocupada de que tuviera rabia o algo. De todas formas,
vine aquí y maldición si no había un lobo negro enorme detrás del
granero. Excepto que solo está aquí estirado, y parece que está
muriendo de hambre o está enfermo, no lo sé. Llamé a Adam y
está de camino ahora. ¿Puedes venir?

Adam se había involucrado en los rescates cuando Gabriel


había acudido al hombre a por ayuda con algunos de los perros que
había acogido. Después de unas pocas visitas a la clínica veterinaria
con perros diferentes, Adam finalmente le había preguntado a Gabe
que pasaba. Cuando supo lo que Todd y Gabe estaban haciendo y
por qué, se ofreció voluntario a ayudar tanto como pudiera, dando
medicinas gratis y otros servicios necesarios, incluyendo
esterilizaciones y castraciones. Aunque Gabe no lo conocía de forma
personal, si lo conocía muy bien de forma profesional y sentía
mucho respeto por el hombre.
Después de asegurarle a Todd que estaría allí lo antes posible,
Gabe tiró algunas toallas en la camioneta, junto a una manta y una
cámara digital. Consideró llevar los suplementos médicos que tenía
en la casa, pero ya que Adam iba a ir, Gabriel no veía la necesidad
de llevar sus propias cosas.

Dirigiéndose a la casa de la Sra. Schumaker, Gabe se preguntó


como se había encontrado el lobo en esa situación. Estaba un poco
nervioso por la idea de acercarse a un animal salvaje, pero Todd
había insistido en que el animal estaba demasiado débil y
posiblemente demasiado cerca de la muerte para ser peligroso.
Gabe esperaba que el hombre tuviera razón, aunque no le gustaba
pensar en que estuviera en tan lamentable estado. Con suerte,
Adam llegaría antes que Gabe y sabría que hacer.

El coche de Sheriff de Todd estaba aparcado junto a la casa de


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la Sra. Schumaker. Gabe podía ver el granero mientras se acercaba
por el camino de tierra, y Todd estaba en pie al lado del edificio en
la parte de atrás. Le indicó a Gabe que dejara la camioneta por
donde él esperaba. Aparcando la camioneta, Gabriel dejó el motor
en marcha por si necesitaba saltar y escapar rápidamente. Sabía
que era algo tonto, pero por si acaso. Gabe salió y se acercó a
Todd, mirando el bulto con pelaje oscuro tirado de forma patética
en el suelo. Miró más atentamente, concentrándose hasta que
finalmente vio el lado del lobo alzarse ligeramente con el aire que
tomaba. Todavía vivo, eso era bueno. Volvió a mirar al lobo,
sintiendo una atracción irresistible por el animal.

—Míralo, Gabe. El pobre apenas está vivo. —La voz de Todd


estaba llena de simpatía. Gabe entendía; su propio estómago
estaba apretado con la ansiedad por el lobo. Extraño, en algún
momento de camino aquí, se le había pasado la desconfianza en el
animal salvaje. Rodeó a Todd, dirigiéndose al lobo herido. Apenas
escuchó a Adam gritar de fondo que esperara, para tener cuidado.
No importaba. El deseo de Gabe de alcanzar al lobo superaba
cualquier otra cosa.

Sus ojos nunca dejaron al lobo, se acercó silenciosamente, no


queriendo sobresaltar al animal. Apenas era consciente de que
Adam estaba a algunos pies tras él, mientras la necesidad de ver al
lobo era demasiado fuerte para ignorarla. Un gruñido bajo salió de
su pecho, pero por alguna razón Gabe no sintió que fuera una
amenaza. Una advertencia, quizá, pero no una amenaza... no
todavía.

El lobo luchó por ponerse boca abajo, girando su cabeza para


mirar a Gabe a través de sus ojos del color del whisky. Gabe sintió
que el aire dejaba su cuerpo con un zumbido. Esos ojos parecían
llegar a su alma, esparciendo una sensación de reconocimiento y
algo más, algo que le hizo sentir cálido de dentro a fuera. Sin
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parpadear, se arrodilló junto al hombro del lobo y extendió su mano
hacia el hocico.

—Gabe, no. Está herido y es salvaje...

La orden de Adam cayó en vano mientras el lobo olfateaba


cautelosamente a mano de Gabe, luego gentilmente la lamió. Gabe
pasó sus dedos por el pelaje oscuro de la nuca del lobo. Los ojos
entrecerrados, se inclinó hacia delante para mirar la herida con
costra que el lobo tenía entre los omóplatos.

—Hey, Adam, ven a ver esto. ¿Qué coño? —Gabe se inclinó


más cerca, mirando la herida dentada de hacía algunos días. El lobo
lo observó sombríamente, jadeando rápidamente. Un arrastrar de
pies alertó a Gabe de que alguien se acercaba. Se giró y vio la
aguja hipodérmica que sostenía el veterinario y frunció el ceño.
Otro gruñido bajo salió del lobo, y Gabe inmediatamente sintió lo
que la desconfiada presencia de Adam le causaba al animal—.
Aparta la maldita jeringuilla, Adam, —ordenó, sus ojos
entrecerrados en agitación.

—Gabe, eso no es razonable. Este es un animal herido y


salvaje. Si se rebota, cualquiera podría resultar seriamente herido.
—Su agarre de la jeringa se apretó más.

Gabe respiró con calma, intentando impartir al lobo una


sensación de tranquilidad y aceptación. Supuso que valía la pena
intentarlo, como siempre había creído que muchos animales podían
reflejar las emociones de una persona. El lobo bajó su cabeza en
las rodillas de Gabe y los gruñidos pararon. Se estremeció, y cerró
esos hermosos ojos marrones.

—Está bien. Míralo; está demasiado jodido para hacer algo


más que estirarse. Solo ven a ver, estaré junto a su cabeza
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mientras te pones en mi lado derecho, más cerca de sus caderas.
De esa forma, si muerde a alguien será a mí.

Adam miró al lobo más de cerca. Suspirando, de guardó la


jeringuilla dentro del bolsillo de su camisa antes de ponerse a la
derecha de Gabe. Gabe miró atrás y vio que Todd estaba vigilando
la parte de delante del granero, observando por si el Sheriff idiota
aparecía. Adam se inclinó para examinar la herida que Gabe había
encontrado.

—Mierda. —Adam tocó la herida con cuidado con los dedos—.


Maldición, parece que alguien lo ha herido, probablemente para
hacer que vaya más despacio para poder atraparlo.

Dijo algo bajo que a Gabe le sonó como “malditos cabrones”,


pero no podía estar seguro. Era demasiado difícil escuchar con el
rugido de rabia de su cabeza por las palabras del veterinario.
Alguien había disparado a esa criatura deliberadamente,
paralizándolo, hiriéndolo, ¿para poder capturarlo? ¿Con qué
propósito? Podrían haber matado al lobo fácilmente, de hecho, era
un milagro que no lo hubieran hecho.

Adam deslizó una mano por el cuello del lobo, maldiciendo


suavemente. Si no fuera por la mirada de furia en sus ojos y las
maldiciones bajas, Gabe habría pensado que el hombre no se veía
afectado por la situación. Cada músculo del cuerpo de Adam
parecía relajado y calmado mientras seguía con el examen. Parecía
que cualquier miedo que Adam había sentido hacía unos minutos
había sido abrumado con los sentimientos por el asalto bárbaro
hacia el lobo.

—Siente aquí, alrededor de su cuello. Está todo en carne viva.

Gabe pasó su mano alrededor del cuello del lobo, sintiendo la


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herida que había sido causada por algún tipo de restricción. Estaba
tan enfadado ahora que empezó a temblar, las manos sacudiéndose
mientras acariciaba el oscuro pelo. ¿Qué le habían hecho a este
lobo? ¿Quién lo había hecho? Si lo descubría, estaba seguro de que
alguien iba a acabar con el culo pateado. Gabe se encontró con la
mirada de Adam, viendo un reflejo de su propia ira allí.

—Lo han herido, atrapado, atado. Parece que han tenido al


lobo por unos días, ¿no crees?

Adam asintió.

—Sí, estaba pensando que algún idiota pensó que sería una
mascota guay, y descubrió que había uno o dos errores en su
teoría. Como el hecho de que no puedes domesticar a un animal
salvaje. —Continuó con su inspección, pasando las manos por el
torso del lobo, caderas y piernas. El veterinario pasó las manos por
la barriga del lobo y Gabe sintió que el cuerpo del lobo se tensaba.
Sacudiendo la cabeza por la mirada preocupada de Gabe, Adam
llevó sus manos de vuelta al costado del lobo y le dio un codazo a
Gabe—. Y este hermoso lobo es un macho como acabo de
descubrir. Es por eso que se tensó, espero, ya que le he metido
mano al pobre. —Riendo suavemente, Adam asintió hacia Gabe—.
Quiero que te muevas al otro lado, arriba de su cabeza. Necesito
mirar en su boca.

Mientras Gabe se deslizaba al otro lado, masculló palabras


tranquilizadoras al lobo, no queriendo asustarlo, y preguntándose
por qué infiernos le irritaba escuchar que las manos de Adam
habían confirmado el sexo del lobo. Gabe apartó el ridículo enfado y
observó como Adam tiraba de la piel, tirando para buscar signos de
deshidratación. Asintiendo para sí mismo, el veterinario se movió a
la boca del lobo, mirando dentro y comprobando sus ojos. Gabe se
preguntó si Adam se daría cuenta de que ya no estaba preocupado
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de que le mordiera.

Adam continuó inspeccionando al animal para ver si tenía más


heridas de su habitual forma eficiente. Las únicas heridas obvias
eran el disparo y la herida del cuello, junto a la deshidratación y la
malnutrición.

—Bien, no siento roturas obvias, pero no heriría hacer algunos


rayos X para asegurarse, y me gustaría sacarle algo de sangre para
hacer algunas pruebas. Tenemos que llevarlo a la clínica para eso.
—Adam lo miró. Gabe sacudió la cabeza. Sabía que era más
peligroso llevar al lobo a la clínica a menos que fuera
absolutamente necesario. Aunque no le gustaba la idea de correr el
riesgo con la salud del animal, Gabe no podía arriesgarse a llevar al
lobo al pueblo a menos que hubiera una necesidad imperiosa.

—No sé si eso es una buena idea, Adam. La clínica está en el


pueblo, allí hay leyes contra los lobos y los medio lobos en los
límites del pueblo. No puedes decirme que el Sheriff Kaufman no
tomaría la oportunidad de mostrarnos esa ley y obligarnos a hacer
la eutanasia. —Gabe sabía que el bastardo lo disfrutaría. El lobo
gimoteó y se acercó más a él, casi como si entendiera la
conversación. Bien, quizá lo hacía, o al menos las emociones tras
ella.

Adam se sentó considerándolo, luego asintió. —Sí, tienes


razón. El problema es, si hay algún tipo de daño interno que me he
perdido en el examen rápido, podría morir.

El lobo gimoteó de nuevo, acercándose más a Gabe, casi


haciéndolo caer de culo. Apoyo un brazo detrás para sostenerse, no
queriendo asustar o herir a su lobo.

¿Qué coño? Por qué estaba pensando en esa hermosa criatura


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herida como suya? Gabe apartó ese pensamiento, porque lo
convertía en tan monstruo como el bastardo que lo había herido e
intentado poseerlo, ¿no? Querer mantener al lobo con él en lugar
de cuidarlo para que se cuidara y volviera a la naturaleza.

—¿Crees que sea el caso, doc? —Se tensó, esperando la


respuesta.

—No lo creo, pero no podría jurarlo, Gabe. Tienes razón sobre


el Sheriff Kaufman, por lo que creo que sería mejor llevarlo a tu
casa, ponerle una IV para rehidratarlo, limpiarlo y curarle las
heridas. Te dejaré algunos sedantes en caso de que los necesites.
—Adam pasó sus dedos por la cabeza del lobo, gentilmente
acariciando detrás de las orejas—. Tendrás que observar al lobo de
cerca en caso de que tenga algún daño interno. No creo que lo
haya, pero... —Adam se estremeció y acarició la cabeza oscura del
lobo. Un enfado pasó a través de Gabe de nuevo mientras
observaba la fuerte mano del veterinario acariciar la cabeza del
lobo. ¿Qué coño le pasaba? Cristo, ¡estaba actuando como un
amante celoso!

Todd se acercó a ellos, indicándoles que se dieran prisa,


mirando preocupadamente de sus amigos a la carretera.

—Tenéis que daros prisa. Kaufman ha llamado por radio para


saber que pasa aquí, y parecía sospechar. No me extrañaría que el
cabrón pasara por aquí en cualquier minuto. —Todd asintió hacia el
lobo—. ¿Crees que va a estar bien, Adam?

Gabe observó mientras la mirada de Todd permanecía en el


otro hombre, aprovechando la preocupación del veterinario con el
lobo para admirar los anchos hombros y el apretado culo que
parecía tener a Todd atado. Gabe sospechaba que su amigo
sentía... algo por el veterinario desde hacía un año.
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Aunque el hombre parecía no notarlo. Todd apartó su mirada
hacia la carretera mientras Adam y Gabe se levantaban, cogiendo
al lobo entre ellos. Si Gabe tuviera alguna pista, algo que
confirmara que Adam estaba interesado en Todd, no se preocuparía
por la situación. Sí, Todd siempre había estado en el armario, no
queriendo tratar con el rechazo seguro de su familia, y estaba
seguro de que el Sheriff Kaufman encontraría alguna razón para
despedirlo. Pero Gabe sabía, y Todd sabía que lo sabía.

Infiernos, Gabe no estaba ni seguro de que Adam fuera gay.


Se dio cuenta de que nunca había visto a Adam salir con una mujer,
pero nunca lo había visto salir con un hombre tampoco. Casi gruñó
por la situación desesperanzada de su amigo.

Gruñendo, Gabe y Adam llevaron al lobo a la camioneta de


Gabe. Todd abrió la puerta de la cabina, sosteniéndola mientras los
otros dos hombres deslizaban a su paciente en la manta del asiento
trasero. Todd estaba actuando asustado, y Gabe sabía que
necesitaban salir de allí.

—¡Vamos! —La voz de Todd era extrañamente dura mientras


ladraba la orden. Gabe y Adam sintieron su urgencia y corrieron
alrededor de sus vehículos y subieron. Gabe hizo un giro en U y
apretó el acelerador con Adam justo tras él. Cuanto más lejos
mejor. Ahora, todo lo que tenían que hacer era volver a casa de
Gabe sin la interferencia de cierto sheriff.

13
Capitulo 2
Gabe volvió al cuarto de baño para comprobar la IV que Adam
le había puesto al lobo, antes de irse y dejarle a Gabe una detallada
lista de instrucciones para el cuidado del animal. Mirando el denso
pelaje negro, decidió que necesitaba un nombre para el lobo. Todos
los perros que rescataba tenían nombres, por lo que parecía
correcto mejor que llamar a este nuevo rescate “el lobo”.
Acercándose para arrodillase junto al animal, pensó en sus
opciones. Un ojo marrón se abrió y observó a Gabe de cerca.
Sonrió, porque por alguna razón sentía algún tipo de camaradería
con el lobo. 14
—Vale, colega, necesitamos encontrar un nombre para ti. —
Vio que se abría el otro ojo, entonces notó una lengua contra su
mano. Acarició al lobo, disfrutando de la textura de su grueso pelo
contra su piel.

—Tan suave. ¿Como puede algo tan sedoso y suave ser parte
de un gran lobo duro como tú, hmm? Eres un estudio de
contrastes, ¿no? —Deslizó la otra mano en el abundante pelo
negro, más profundamente, sus dedos bailando con los duros
músculos. Gabe podía sentir un ligero temblor bajo sus dedos y se
abría apartado si el lobo no hubiera soltado un sonido que pensaría
que era de placer. Una sonrisa asomó a sus labios mientras Gabe se
cambiaba de posición y se sentaba, inclinándose contra la pared
para estar más cómodo. Dejó que se le cerraran los ojos—. No te
culpes, colega. Todo el mundo necesita ser mimado de vez en
cuando.
Otro silencioso gemido alcanzó los oídos de Gabe mientras
sentía que el lobo alzaba su cabeza para colocarla en su regazo. El
movimiento no lo sorprendió, pero si la comodidad de ello. Había
rescatado al lobo hacía solo unas horas, pero el lazo que sentía con
el animal era lo bastante fuerte como para preocuparse por como
se las arreglaría para soltar al lobo cuando se curara.

—No me voy a preocupar por eso ahora. —La voz de Gabe


sonaba ronca por el sueño, y se preguntó si el temblor que pasó
por el cuerpo del lobo era una respuesta o algo totalmente
diferente—. Está bien colega, vamos a pensar en un nombre para
ti... —Vagamente era consciente de que sus dedos se habían
detenido estaban descansando en el cálido pelaje del lobo. El
sueño se deslizó en él tan lentamente, a un seductor ritmo que no
pudo resistirse.
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Un exquisito dolor pulsante en las bolas despertó a Gabe,
encontrando una mano en el negro pelaje del lobo y la otra
acariciando su polla a través de sus jeans. Sueños de un hombre de
cabello oscuro con ojos de color marrón whisky rápidamente había
pasado de interesante a erótico, y la necesidad de correrse había
sido tan fuerte que Gabe temía que se corriera antes de poder
arreglárselas para levantarse y entrar al baño. Apartó su mano del
pelaje, encontró la fuerza de voluntad para soltar su polla, aunque
antes se acarició un par de veces más con la mano, antes de
levantarse del suelo. El lobo lo observó con sus dorados ojos,
recordando a Gabe los recuerdos del sueño del hombre.

Mascullando y andando decididamente incómodo viéndose


tonto, Gabe comprobó la IV. Se aseguró de que todo estaba bien
para el lobo, se dirigió a la ducha. No había forma de que su
erección se fuera sola, al menos no pronto, y Gabe quería
acariciarse, tanto como el hombre de su sueño había hecho,
mientras las imágenes del sueño todavía estaban frescas en su
memoria.

Gabe tomó su polla en la mano y entró en la ducha, ya perdido


en su fantasía del hombre de ensueño de cabello oscuro. Mientras
el agua templada se deslizaba por su piel, cerró sus ojos y se
acarició la polla, el puño en la bulbosa cabeza. Imágenes pasaron a
su mente, de la mano de otro hombre deslizándose arriba y abajo
de su suave eje, solo remplazada por unos llenos y firmes labios y
una lengua que hacía una magia que Gabe nunca había
experimentado en la realidad. Estirando el brazo, se alcanzó atrás y
deslizó los dedos de su otra mano en su grieta, tocando la apretada
entrada escondida con su dedo medio. El calor salió disparado de su
culo a su polla, las caderas moviéndose erráticamente cuando la
punta de su dedo se deslizó en su ano. La espalda de Gabe se
arqueó mientras el placer pasaba por su cuerpo, disparando con su
polla tiras de crema espesa mientras salía un grito de su garganta.
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Gabe se apoyó contra la pared de baldosas, jadeando por la
intensidad de su liberación. Un doloroso sentimiento de vacío pasó
por él mientras observaba el agua lavar la leche y llevarla al
desagüe, su euforia temporal desvaneciéndose con ello. Dios, no
entendía que estaba mal con él. ¿Por qué de repente se sentía
como si le faltara una parte importante? Había una necesidad en él
que no podía identificar, la intensidad de lo que parecía arder bajo
su piel, filtrándose a través de sus músculos y tendones,
metiéndose en sus huesos.

Después de varios minutos de pensar en ello, Gabe se rindió.


Lo que fuera, lo descubriría, y empezaría acabando con su ducha.

Mika estaba estirado en el baño observando la retirada de


Gabe. Tan pronto como Gabe había llegado a la propiedad donde
Mika estaba estirado herido, lo había sabido. El instantáneo
sentimiento de reconocimiento, el deseo inundándolo, este hombre
tenía que ser su compañero. El hecho de que hubiera establecido
un enlace mental con Gabe a través del sueño, un sueño muy sexy,
demostraba sin duda que eran compañeros. Eso no habría sido
posible de otra forma.

Encontrar un compañero era más de lo que nunca había


esperado. Mika había pensado que siempre estaría solo, siempre un
marginado. Era una cosa particularmente cruel ser forzado a salir
de la manada de uno, para perderlo todo y a todos los que una vez
habían sido los que lo protegían. La terrible herida de Mika había
amenazado con consumirlo, comiéndoselo todo hasta que no
quedara ninguna razón para seguir, hasta que la muerte seria
bienvenida por el dolor interno.

Ahora Mika había encontrado a Gabe, o al revés, suponía. Su


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compañero. No había duda en su mente de que todo lo de
cambiaformas iba a dar vueltas en Gabe, pero Mika confiaba en el
destino. Con las intensas feromonas entre ellos, de hecho ya habían
empezado, sabía que Gabe sería suyo, más pronto que tarde. Mika
se deslizaría en los sueños del hombre, los llenaría con visiones de
un lobo y un hombre, ayudándolo, esperaba, a hacérselo más fácil
a Gabe el aceptar lo que era.

Ah, Dios, Gabe estaba excitado. Mika observó a través de los


ojos apenas abiertos mientras el hombre se palmeaba su polla en
su sueño. Suaves sonidos se deslizaron de los labios de Gabe
mientras su mano se movía más intensamente, trabajando y
acariciando hasta que la esencia del presemen alcanzó la sensible
nariz de Mika. Mika tenía que luchar con el deseo de cambiar e ir a
su compañero. Todavía era demasiado pronto, y realmente
necesitaba el líquido de la IV que recibía. La dura experiencia por la
que había pasado le había pateado el culo. Tocó a Gabe con su
hocico, intentando incitar a la figura dormida antes de que Mika
perdiera su fuerza de voluntad e hiciera algo idiota, como cambiar y
sacar la polla de Gabe de sus jeans, tomarla profundamente en su
garganta... Mika empujó a Mika más fuerte, entonces sus ojos se
cerraron.

Cuando Gabe se las arregló para levantarse y salir, Mika


suspiró aliviado. El alivio duró poco cuando escuchó a Gabe gemir e
imaginó el sonido de la piel mientras su compañero llegaba al
orgasmo. La visión de su compañero, cabello marrón, los ojos
verdes cerrados acariciándose mientras sus grandes músculos se
apretaban bajo su bronceada piel cuando su orgasmo golpeó,
bueno, joder.

Esa imagen casi fue demasiado; sintió que iba a empezar a


cambiar, indeciso entre correr hacia Gabe y posiblemente joderlo
todo, o tener un poco de paciencia y tenerlo todo. Nunca había sido
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tan duro para Mika controlar su cambio que cuando escuchó a su
compañero gritar mientras se corría. Mika cerró cada unión de su
cuerpo en su lugar y centró toda la fuerza que tenía en mantenerse
en la forma de lobo.

Miró la bolsa de la IV. El líquido, junto a su habilidad de sanar


rápidamente como cambiaformas, pronto haría que el tratamiento
no fuera necesario. Ya se estaba sintiendo mejor, y una parte de él
parecía haberse recuperado por completo, su polla estaba tan dura
como un hierro. Cuando la bolsa se vaciara, iba a cambiar y a
trazar un plan, porque no había forma de que pudiera ser capaz de
permanecer lejos de su compañero si Gabe decidía acariciarse de
nuevo.
Gabe consideró llevar su saco de dormir y almohada al baño
con el lobo para poder comprobar la IV fácilmente por la noche.
Casi se sentía obligado a permanecer con el lobo, y eso le asustaba
un poco. Siempre había sentido una fuerte afinidad con los perros,
pero esto era diferente, y no solo porque era un lobo. Difería de
una forma intensa dentro de Gabe, como si algo en él resonara con
algo del lobo.

Y también estaba el enfado que sintió con Adam cuando tocó


al lobo. Al final, esa fue la razón por la que se contuvo de dormir en
el baño. No entendía lo que estaba sintiendo, por que se sentía
tan... ligado al lobo. Siempre tememos lo que no entendemos,
masculló, en este caso, eso era definitivamente cierto.

Con los ojos adormilados, bajó por el pasillo y entró al baño


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tres veces en medio de la noche. Cada vez, el lobo lo había
observado con esos ojos color whisky sin parpadear. Gabe podía
sentirlos observándolo, los sentía en su piel como una caricia. Era
extraño, y no sabía que pensar.

Cuando Gabe se levantó por la alarma para la cuarta y última


vez, gruñó de cansancio. Se sentía como si no hubiera dormido
nada en lugar de unas pocas horas. Incluso entonces, el sueño que
había tenido se había llenado de sueños sensuales de un hombre de
pelo oscuro con cálidos ojos marrones y el culo más dulce que
había visto nunca. Visiones del hombre se confundían con las del
lobo, entonces de nuevo el hombre. Un nombre, Mika, había flotado
de los labios del hombre en una voz sensual y caliente. Mika,
Mika... No era un nombre en el que Gabe hubiera pensado, y no
podía evitar preguntarse donde lo había encontrado su mente.

Toda la experiencia era extraña y Gabe supuso que un


psicólogo se lo pasaría bomba con el análisis de sueños, aunque
ninguno tendría la oportunidad. Apartando sus preocupaciones
sobre soñar con sexo, realmente, realmente sexo de infarto, con un
hombre que podía convertirse en lobo, apartó las mantas.

La erección mañanera de Gabe dolía, y seriamente pensó en


aliviarse antes de ver al lobo, pero no podía justificar el buscar su
propio placer a expensas de otro. Sabiendo que era tonto, se puso
los bóxers intentando cubrir su mástil mañanero. Solo parecía raro
ir a cuidar al lobo con una polla dura como una roca moviéndose
alrededor.

Gabe abrió la puerta del baño, sonriendo por la anticipación de


ver al lobo. Se congeló en la entrada. La bolsa de la IV estaba
vacía, el gotero tirado en el suelo, la aguja con un poco de sangre
no estaba unida al lobo. Porque el lobo se había ido.
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—¿Qué coño? —Gabe entró en la habitación, buscando
frenéticamente cualquier signo de lo que había pasado con el lobo.
No podía haberse ido; la única puerta era por la que Gabe había
entrado, y esa llevaba a la casa. ¿Entonces dónde demonios había
ido el lobo? ¿Y por qué Gabe sentía que le habían arrancado algo
vital?

Corrió por la casa, buscando al lobo, o algún rastro de él, pero


no encontró nada. Gabe recordó que la ventana de su habitación
estaba abierta; la fría brisa de la noche había sido demasiado
relajante para resistirse. La pantalla que había estado sobre la
ventana, sin embargo, estaba abierta. Si el lobo había salido por la
ventana, el animal habría roto la pantalla. Y eso ciertamente lo
habría despertado. Gabe corrió afuera, notando que las puertas de
la casa estaban completamente cerradas, pero no con llave,
raramente cerraba con llave. Pero aún así, no era como si un lobo
pudiera abrir las puertas. Se necesitaban pulgares para cosas como
esas.
Descalzo mientras corría, Gabe comprobó el garaje, las
casetas de los perros, todos los sitios en los que podía pensar. Para
nada, pensó, sintiéndose extrañamente perdido. No había signos
del lobo en ningún sitio. Gabe se sentó en los escalones del porche,
enfadado mientras las lágrimas le picaban en los ojos. Necesitaba
dejar de actuar como una nenaza, maldición. Entonces un miedo
glacial lo atravesó. ¿Qué pasaba si el sheriff había entrado
campantemente mientras él dormía y había robado al lobo? No
parecía probable, el sheriff habría dejado al lobo en trozos para que
Gabe lo encontrara. Aún así, era el único escenario que podía
pensar. Se levantó, y volvió dentro para llamar a Todd.

—¿Hola? —Contestó Todd. Gabe se golpeó la frente con la


mano. Había olvidado que el otro hombre trabajaba en el segundo
turno. No es que eso lo hubiera detenido de llamar y despertar a
21
Todd.

—Todd, hey, siento haberte despertado, hombre. Hay un


problema. —Gabe cerró sus ojos, intentando detener sus
pensamientos de pánico mientras Todd se aclaraba la garganta.

—¿Qué pasa, Gabe? —Era sorprendente como el hombre


pasaba de soñoliento a alerta en cuestión de segundos.

—Me desperté esta mañana y el lobo... no... estaba. —Gabe


explicó los eventos de la mañana, contestando las preguntas de
Todd lo mejor que pudo. Cuando acabó de contar la historia, ambos
hombres estuvieron en silencio durante un rato mientras
consideraban las diferentes opciones.

—¿Supongo que te preguntas si Kaufman tiene algo que ver


con esto?
—No sé que pensar, Todd. No parece lo bastante cruel para
que fuera él, pero, mierda, ¿puedes pensar en algo más? —Porque
Gabe no podía, no a menos que el lobo se hubiera levantado y
hubiera caminado a dos patas afuera. Esa imagen le causó un
estremecimiento, visiones de los sueños eróticos de la última noche
pasaron por su cabeza. ¿Qué demonios? Pellizcándose el puente de
la nariz entre el pulgar y el índice, se forzó a apartar todos los
pensamientos excepto los del lobo perdido.

—Bueno, ¿viste alguna marca de neumático del coche de


policía del sheriff, alguna huella que no tuviera que estar? ¿Y el
sheriff no hubiera necesitado ayuda si robaba al animal? Quiero
decir, se necesitaron dos hombres fuertes para cargarlo en tu
camioneta. —Oh. Quizá si Gabe no estuviera tan falto de sueño
habría pensado en eso él mismo.
22
—Tiene que haber alguna forma de que el lobo saliera, Gabe.
Era bastante grande; quizá golpeó la manecilla de la puerta con la
bastante fuerza para girarla. O quizá lo giró con su boca; he visto
eso en la tele. ¿Encontraste algún rastro fuera?

Gabe quería poner los ojos en blanco por las sugerencias, pero
pensó en los ojos del lobo la inteligencia que sintió ardiendo tras
ellos. ¿Quién era él para decir que el lobo no habría encontrado una
forma abrir la puerta? Lo que le hacía sentir como una mierda,
porque significaba que el lobo lo había dejado, huido de él,
realmente, ¿Por qué eso dolía tanto? Gabe se restregó el dolor en
su pecho.

—No vi ningún rastro, pero no soy el mejor rastreador del


mundo. No estoy seguro de huellas habría dejado si pasó por la
hierba. Probablemente ninguna que fuera capaz de encontrar. —
Maldición.
—Sabes que, Gabe. Puedo pasar más tarde por la clínica
veterinaria, antes de mi turno, y preguntarle al doc sobre tu lobo
desvanecido, ver si el cree que podría haber escapado. Quizá
incluso tenga algunas ideas de como encontrarlo. Si no, quizá el
lobo volvió a su territorio. No es como si hubiera tenido un buen
recibimiento aquí.

La idea de no volver a ver al lobo nunca hizo que se le


revolviera el estómago. Gabe intentó achacarlo a la preocupación
por el bienestar del lobo, lo cual no era del todo mentira. No era
seguro fuera, con el Sheriff Kaufman y su versión retorcida del
control de animales, y aunque Gabe pudiera encontrar un modo de
que el lobo se quedara aquí nunca sería seguro. No a menos que
hubiera algunos cambios en el pueblo de Shasta, lo que no iba a
pasar pronto, por lo que el lobo necesitaría volver a su territorio.
23
Gabe se dio cuenta de que la idea de encontrar al lobo, solo
para liberarlo en un lugar seguro y nunca ver a la magnífica criatura
de nuevo no le hacía sentir mejor. Estaba mal, sabía que estaba
mal, querer mantener al lobo para sí mismo. Solo no podía apartar
la sensación de que el lobo era suyo, lo que eran tonterías. El lobo
era una hermosa criatura salvaje y no le pertenecía a nadie. Quizá
de alguna forma yo le pertenezco a él, masculló Gabe. Y ese fue un
pensamiento extraño.

Gabe acabó la llamada y se dirigió a su cuarto, con prisa por


vestirse. Los otros perros rescatados necesitaban cuidados, y tenía
que pasar demasiado tiempo en la improductiva búsqueda del lobo
escapado. Perdido en sus pensamientos de tareas y el lobo, entró
en su cuarto, la erección mañanera desinflada y olvidada mientras
intentaba apartar la sensación de pérdida y concentrarse en lo que
tenía que hacer. Abrió un cajón del vestidor, excavando en las pilas
de ropa doblada.
—¿Dónde están mis jodidas sudaderas? Estaban aquí,
pensaba... —Mascullando frustrado, enfadado consigo mismo y el
lobo, se sobresaltó por un fuerte golpeteo en la puerta principal, lo
bastante como para pillarse los dedos con el cajón cuando lo cerró.

—¡Ouch! ¡Mierda! —¿Quién demonios golpearía la puerta tan


temprano? La única persona en que podía pensar era el Sheriff
Kaufman, y eso trajo un gruñido junto a algunas maldiciones. Lo
descubriría; esa mañana ya había sido una mierda. Una visita de
Kaufman encajaría bien. Gabe abrió la puerta principal, listo para
saltar sobre el sheriff y descargar algo de su frustración. En su
lugar, de sus pulmones salió un siseo de sobresalto.

De pie en el porche, ¿y no era esa su sudadera perdida? ¿Y su


camiseta del concierto de Alice En Cadenas?, estaba el hombre con
el que había soñado la pasada noche. Era mucho más guapo en
24
persona, con cabello negro hasta los hombros que enfatizaba los
cincelados planos de su rostro, grandes ojos marrones, una nariz
aristócrata recta, y labios llenos y sensuales. Gabe sintió que su
polla se endurecía dolorosamente, empujando contra el elástico de
sus bóxers, buscando escapar, y vio las fosas nasales del hombre
de sus sueños hincharse, como si pudiera oler que Gabe se había
puesto cachondo. Gabe apartó su mirada del rostro del otro
hombre, la bajó, y jadeó. Ahí, alrededor del cuello, justo sobre el
cuello de la camiseta...

—¿Qué coño? —Masculló Gabe con voz estrangulada. Su


cerebro corría procesando la herida en el cuello casi curada del
hombre, la sensación de familiaridad pasando por él. Puntos negros
danzaron ante sus ojos. Jesús, debía de estar jodidamente loco.

—¿Quién eres tú? —Se las arregló para decir, sintiendo la vista
nublada, sus ojos nunca dejando esas heridas medio curadas tan
familiares. No puede ser, no puede ser...
—Soy Mika, —contestó el hombre, su voz profunda
retumbando llenó la mente de Gabe de un extraño zumbido
mientras luchaba contra la oscuridad que se lo tragaba.

¡Mierda! Mika entró por la puerta, intentando evitar que Gabe


se abriera la cabeza, apenas arreglándoselas para atraparlo antes
de que golpeara el suelo. Eso no había ido exactamente como había
planeado, obviamente. No es que tuviera alguna idea romántica de
que su compañero lo mirara una vez, le rodeara el cuello con los
brazos y le profesara amor eterno para que pudieran follar como
conejos. Nop, eso era solo una fantasía, pero realmente no había
esperado esto.

Mika había debatido sus opciones, solo para encontrar que no


tenía ninguna. Sin ropa, dinero o medio de transporte, todo lo que
25
tenía todavía estaba en la tierra de su anterior manada, Mika
simplemente no sabía que más hacer. Se había deslizado en el
cuarto de Gabe mientras el hombre dormía y tomó prestada la
ropa. Había deseado tanto tocar a Gabe mientras dormía. EL
hombre era hermoso, todo grande, con las líneas de los músculos y
su firme piel. Mika no se había permitido mirar demasiado tiempo,
temeroso de dejarse llevar por la necesidad de tocar al hombre
durmiente. Estúpidamente, como ahora parecía, Mika había
decidido que un acercamiento directo era realmente la única opción
que tenía.

—Quizá debería haber pensado más en encontrar otra forma.


—Seguramente habría pensado en algo más... excepto que, no
quería dejar este lugar, este hombre, el bastante tiempo como para
formular un plan alternativo. Y ahora era demasiado tarde; Ya había
asustado a Gabe.

Mika lo llevó al dormitorio y se sentó en la cama, su espalda


contra el cabecero, con la cabeza de Gabe en su regazo. Se sentía
tan correcto, apretado contra el pecho de Mika. Mika observó los
ojos de Gabe abrirse, se sentía tenso y empezó a apartarse. Mika
apartó los brazos de alrededor de Gabe, sintiendo un pellizco en su
corazón cuando su compañero se apartó rápidamente de él para
levantarse temblorosamente junto a la cama. Sus miradas se
encontraron, y Mika tuvo que luchar para no alcanzar a Gabe y
suavizar el miedo que veía reflejado en esos cautelosos ojos
verdes.

Mika no sabía que hacer para aplacar el nerviosismo del


hombre. Intentando ponerse en el lugar de Gabe era difícil con la
necesidad que pasaba por el cuerpo de Mika. Tenía que encontrar
una forma de que su compañero entendiera, sin asustarlo más. Sus
manos temblaban con el miedo de joder toda la situación.
Encontrándose con la mirada entrecerrada de Gabe, Mika cogió aire
26
y esperó.

—Déjame ver tu espalda, —ordenó Gabe, con los brazos


cruzados mientras esperaba que se siguiera su orden.

Mika miró a Gabe, deseando que aceptara la realidad de lo que


estaba viendo. Se apartó del cabecero, se quitó la camiseta
prestada y se inclinó hasta que su estómago casi rozaba sus
muslos, todo mientras miraba a su compañero. Vio como caía
abierta la boca del hombre en una “o”, escuchó un “oh joder”
cuando Gabe alzó una mano para trazar gentilmente el camino
donde la bala había atravesado el tejido. El calor de esa suave
caricia hizo que soltara un gemido antes de que Mika pudiera
evitarlo. En lugar de apartarse como Mika temía, Gabe dejó su
palma en la parte de arriba de la herida, acariciando la piel fruncida
unas cuantas veces con sus dedos.

La lógica luchaba con el deseo. Su polla estaba tan dura que


dolía. Podía sentir la humedad derramándose de la punta, el calor
del fluido casi quemando su piel donde manchaba mientras su polla
tiraba con cada latido. Apartando los pensamientos de como su
cuerpo reaccionaba al de su compañero, Mika se quedó quieto,
esperando a ver cual sería el siguiente movimiento de Gabe.
Cuando no pudo aguantar más el silencio, Mika estiró el brazo por
detrás para agarrar el brazo de Gabe, sosteniéndolo por la muñeca
antes de sentarse de nuevo contra el cabecero.

—Por favor, Gabriel. Siéntate conmigo. Prometo explicarme lo


mejor que pueda.

Gabe se soltó la muñeca y dudó por un momento, lo bastante


para que Mika temiera que tuviera que suplicar. Cerrando sus ojos
contra el dolor de su polla, Mika sabía que suplicaría. Haría lo que
fuera para mantener a su compañero junto a él. Infiernos, para
27
mantenerlo. Esa atracción entre compañeros era mucho más fuerte
de lo que Mika hubiera pensado y daba mucho más miedo por esa
intensidad.

Abriendo sus ojos, Mika se dio cuenta de que Gabe estaba


mirando el eje que tensaba los pantalones y ponía un poco nervioso
a Mika. Gimió cuando su polla respondió a la inspección del hombre
de ojos verdes.

—Gabe. No puedes mirarme así y esperar a que me concentre


en hablar, —masculló Mika.

Gabe miró a Mika a los ojos y se volvió rojo. Dios, su


compañero era espléndido, sentado ahí con sus labios ligeramente
separados, avergonzado. La nuez de Adán de Gabe subió y bajó dos
veces antes de que el hombre fuera capaz de hablar.

—Es solo...ah, esa polla está...distrayéndome, —masculló


Gabe, echando una mirada rápida a la parte inferior del cuerpo en
discusión.

Mika sonrió. ¿Su polla lo distraía? Bueno, era bueno saber que
no era el único que ardía en lujuria. Eso le daba la esperanza de
que Gabriel se sintiera tan atraído por él como Mika por su
compañero. Intentaría explicar tanto como se atreviera, pero si
algo más fallara, quizá el deseo entre él y Gabe le daría a Mika una
forma de atar al hombre a él. Palabras antes de acción, al menos
en este caso.

—Gabriel...

—¿Qué eres? —Esos afilados ojos taladraron a Mika, dejándolo


quiero y sin aliento. A pesar de saber que debía contestar esa
pregunta, Mika vaciló. Sería mejor decirle a Gabe tanto como fuera
28
posible, cierto, pero ¿cuánto era eso? ¿Cuánto podía decirle a su
compañero antes de que Gabe se asustara de nuevo o antes de que
le pidiera a Mika que se fuera? Después de todo, si la propia
manada de Mika no le quería, ¿por qué querría su compañero? El
miedo ardió en su estómago mientras luchaba por encontrar una
respuesta que no alejara a Gabe.

—¿Estás seguro de que quieres saber la respuesta? —Porque


Mika sabía bien que una vez que hablara, las palabras no podían
retirarse. Observó a su compañero temblar, olió el miedo y la
confusión escabullirse bajo su piel. Mika no podía detener el orgullo
que sintió cuando Gabe puso sus hombros atrás, se sentó recto y
se veía como si estuviera preparado para cualquier respuesta.

—Necesito conocer la respuesta. —La mirada de Gabe bajó por


él, vacilando solo brevemente en el bulto de su entrepierna, luego
volvió arriba al rostro de Mika—. Estabas allí, de alguna forma, en
mis sueños... —Estiró la mano hacia la mejilla de Mika,
deteniéndose en el último segundo y dejando que su mano volviera
a caer a la cama.

¿Cómo podía Mika sentir la pérdida de una caricia que no


había ocurrido? Alcanzó la mano de Gabe, sus dedos deslizándose
sobre la cálida y firme piel antes de cerrarla. Esa vez, su
compañero no se apartó, y Mika no pudo detener la esperanza que
brillaba en su interior.

—Tienes alguna de lo que soy, ¿no? —Mika acarició


gentilmente la muñeca de Gabe con su pulgar, incapaz de resistir la
pequeña comodidad. Incluso esa caricia casta calentó la sangre de
Mika. Se movió ligeramente, intentando aliviar la presión de sus
bolas. Los párpados de Mika bajaron mientras observaba a Gabe.
Sentía su excitación, consciente de la incomodidad que causaba que
el hombre se retorciera en su asiento. La polla de su compañero
29
estaba tan dura y mojada como la de Mika; podía ver el lugar
húmedo esparcirse a través de los bóxers de Gabe. Dios, a Mika le
costaba pensar coherentemente por el hombre.

—Quizá primero debería encargarme de eso, —ofreció Mika,


deslizando su mano desde el brazo de Gabe hasta su muslo,
moviéndose arriba lentamente, apenas rozando su polla. Gabe
gimió antes de atrapar la mano en la suya, primero presionando
sus caderas hacia el contacto, luego apartando la mano de Mika.

—No, no podemos, no podemos... necesito saber que está


pasando aquí, Mika. Por favor, ayúdame a entender. Quiero decir,
había un lobo, y luego esos sueños, y ahora tú estás aquí y ¡esto es
jodidamente increíble! Ayúdame a entender esto.

La cálida mirada de Gabe era una silenciosa petición que Mika


no podía ignorar. Asintió lentamente, luego giró su mano bajo la de
Mika, entrelazando sus dedos. Mika estaba dividido intentando
decidir cuanto contarle a su compañero. Si el hombre fuera un
cambiaformas esto sería mucho más fácil. Mika casi rió por ello;
debería saberlo mejor antes de esperar que cualquier cosa sería
fácil.

No le mentiría a Gabriel, pero Mika preferiría simplificar las


explicaciones, darse algo de tiempo para ganarse a su compañero.
A pesar del hecho de que eran compañeros, y estaban unidos, Mika
se dio cuenta de que quería que a Gabe le gustara él, como
individuo. Estaba dividido entre revelarlo todo y revelar solo lo que
era necesario, porque ahora que Gabe estaba aquí, Mika no creía
que fuera capaz de sobrevivir solo de nuevo, y esa era una carga
demasiado grande para ponerla en los hombros del otro hombre.

—Está bien, puedo hacerlo, Gabriel, —esperaba—. Vale. —Mika


intentó centrarse para no joder la que probablemente era la
30
conversación más importante de su vida. En esa posición había
estado en la anterior reunión con el alfa de su antigua manada,
pero esta conversación tendría un impacto aún mayor en su vida.
Mika alzó sus manos para colocarlas en su pecho, sobre su corazón,
esperando que el toque le diera algo del valor que necesitaba para
hablar.

—Sé que tienes preguntas, pero si primero me dejas hablar,


antes de que pierda el valor, entonces intentaré contestarlas. —
Mika mantuvo su mirada en la de Gabe. Asintiendo
impacientemente, Gabe arqueó sus cejas. Muy bien, entonces, Mika
reflexionó, no quería hacer esperar a este hombre.

—Ah, entonces, soy un cambiaformas, un lobo. —Observó


como Gabe se tensaba, absorbiendo las palabras. Cuando pareció
que no habría otra reacción de Gabe, Mika sintió un poco más de
valor para continuar. Al menos Gabe no había saltado y declarado
que Mika estaba loco—. Eso es sorprendente, supongo. Quiero
decir, difícil de creer. Esto debe sorprenderte pero no somos
exactamente raros, solo que se mantiene bien el secreto, por
razones obvias. ¿Bien hasta ahora?

Oh, Mika pensó, ahí está la mirada que me dice cuan loco
cree mi compañero que estoy.

Gabe parpadeó y lo miró incrédulo. —No se sobre bien, Mika.


Quiero decir, ¿en serio? ¿Bien?

Sacudiendo la cabeza, Mika intentó calmar el frenético latido


de su corazón. Mierda, ¡lo estaba jodiendo y no podía dejar que eso
pasara! —Gabe, lo siento. No sé cuales son las palabras correctas
para contar esto, que decir aparte de la verdad. Intentaba...
ayudarte a aceptar esto con los sueños, pero yo...
31
Gabe se soltó la mano, saliendo de la cama para quedar de pie
y mirar a Mika. —¿Entonces también puedes leer mi mente? ¿Joder
mi cabeza?

Mika saltó de la cama, preguntándose como se las había


arreglado para joderlo todo tan rápido. Quizá hubiera sido mejor si
hubiera puesto su boca a trabajar de otra forma. O quizá, debería
haber permanecido fuera cuando se fue por la ventana esa
mañana, y ahorrarle a Gabe la confusión y a sí mismo el dolor que
ya estaba sintiendo por la reacción de su compañero. Mika miró por
la ventana, intentando decidir que hacer, que sería mejor para el
hombre que lo observaba.

—Mika. —La voz de Gabe era un suave susurro, alcanzando a


Mika justo antes de que sus dedos tentativamente tocaran su
mejilla, sin prepararle para las palabras que siguieron—. Mika, te
ves tan perdido.
El corazón de Mika se apretó y alcanzó la ventana, necesitaba
huir. Sintió que su cuerpo empezaba a cambiar, grueso cabello
saliendo de su brazo extendido mientras un jadeo sobresaltado
salía de los labios de Gabe.

—¡No!

Mika ignoró la orden, sintiendo el lobo empujar adelante,


determinado a escapar antes de ser herido de nuevo. Antes de que
pudiera acabar el cambio del todo, fue golpeado atrás, tirado a la
cama por ciento ochenta libras de macho duro. Su respiración salió
cuando su espalda golpeó el colchón y un hombro musculoso se
encontró con su diafragma.

—No. —Ojos brillantes miraron abajo mientras fuertes manos


agarraban sus muñecas. Su lobo se apartó, enroscándose dentro de
32
él por la orden de su compañero. Temblores pasaron por sus
músculos, miedo, deseo y todo dolía para cambiar bajo su piel.

—Suéltame, Gabriel. Solo deja que me vaya. —Salió más


como una súplica de lo que Mika quería, pero había poco que
pudiera hacer—. Será mejor después de todo si solo me voy. —Las
manos de Gabe se apretaron más, casi hasta el punto del dolor,
pero Mika no luchó. No se arriesgaría a herir a su hombre.

—No puedes, ¿verdad? ¿Leer mi mente?

Mika cerró sus ojos, incapaz de abrirse al intenso


interrogatorio. Su voz le dolía en la garganta; había demasiadas
palabras, pero no las bastantes que pudieran ser aceptadas
fácilmente por la mente de un humano. ¿Cómo podría explicarle el
enlace mental a Gabe, o lo que significaba encontrar un
compañero? El hombre pensaría que Mika estaba loco. Sacudió la
cabeza, contestando de la única forma que podía ahora.
—Mika. —Su nombre flotó en un suspiro, luego suavemente
labios llenos rozaron los suyos, fijándose cuando sus labios se
apartaron por la sorpresa. La lengua de Gabe entró en su boca,
lamiendo y acariciando hasta que Mika gimió y se rindió, girando su
lengua con la de su compañero.

—Así, así, —Gabe animó dentro de la boca de Mika,


restregando su dura polla contra el estómago de Mika luego
alzándose en sus rodillas para montar los muslos de Mika, juntando
sus pollas–. Oh Dios, ¿qué hay en ti que me hace desearte tanto?
No soy así...

Mika sacó su mano libre, necesitando tocar más de lo que


necesitaba su siguiente respiración. Pasó sus manos por la espalda
de Gabe, mordiendo los labios de su compañero mientras dejaba
33
que sus dedos y palmas gentilmente amasaran la erección de Gabe.
La esencia de la excitación y el sudor, hombre y compañero, golpeó
a Mika tan fuerte que si no hubiera estado atrapado lo estaría
ahora. Tiró de la cinturilla de los bóxers de Gabe, empujando y
apretando, enredando sus dedos con los de su compañero cuando
el hombre fue a ayudarlo.

Dedos veloces arrancaron sus pantalones prestados,


deslizándose sobre su polla luego alcanzando la cinturilla. Mika
ladeó sus caderas todo lo que pudo, entonces sus pantalones
fueron bajados. Mika gritó y apretó la espalda de su compañero
mientras Gabe metía la mano entre ellos, su mano cerrándose
alrededor de sus pollas. No podía parar sus caderas cuando Gabe
apretó su mano, moviendo sus caderas abajo cuando Mika
empujaba hacia arriba.

Era demasiado, el agarre y la polla de su compañero, la


ardiente fricción y los voltios de placer surgiendo de sus bolas hacia
su cabeza y pies, luego directamente de vuelta a su polla. Mika
sintió como si su alma estuviera siendo arrancada de él y gimió.
Gabe tragó los sonidos con un beso casi violento. Cada músculo
apretado y flexionado mientras Mika se corría, disparando su
semilla en la mano y polla de Gabe, sobre sus estómagos. Gabe
movió sus caderas más duro y se congeló, gimiendo tan
profundamente en la boca de Mika que sintió las vibraciones dentro
de su propio cuerpo. La esencia de su semen mezclada junta golpeó
a Mika, llenándolo con la necesidad de volverlo a hacer porque su
polla se negaba a suavizarse. Acarició la espalda de Gabe mientras
su compañero colapsaba sobre él, de nuevo robándole el aliento.

—Lo siento, —masculló Gabe contra el cuello de Mika, pero no


se movió. En su lugar, llevó sus manos al pelo de Mika, enredando
sus dedos en sus negras profundidades. Cuando sus respiraciones
finalmente se calmaron y el charco de semen entre ellos se volvió
34
incómodo de ignorar, Gabe soltó el cabello de Mika y se alzó,
deteniéndose solo cuando montó los muslos de Mika a horcajadas
de nuevo.

Mika lo observó atentamente, esperando qué, no lo sabía. La


sonrisa que cruzó el rostro de su compañero lo sobresaltó, aunque
no podía decir porque y no se preguntaría lo que significaba.

—No sé que es lo que pasa, porque me siento arrastrado a


saltar sobre ti es difícil de resistir, pero tú…te ves tan serio, Mika.
Incluso después... todavía parece que vas a salir corriendo. Pero no
puedes. No puedes. —La sonrisa de Gabe nunca vaciló, pero su voz
era acero caliente mientras hablaba.

No había rendición, ni pregunta, solo la verdad que Mika sentía


que lo ataba a su compañero. No, no podía huir, no podía dejar a
este hombre solo porque era más fácil que arriesgarse, más fácil
que luchar por lo que quería.
—Vale, Gabriel. —La concesión fue ronca y bordeaba la
incoherencia, pero Mika sabía que Gabe entendía. Sus ojos se
iluminaron y su sonrisa creció.

—Tu palabra, Mika.

—La tienes. No huiré. —Aunque su compañero lo desearía más


tarde, cuando las explicaciones empezaran.

Ladeando su cabeza, Gabe entrecerró sus ojos a Mika. —Será


mejor que lo digas en serio. Quiero decir, aquí estoy, intentando
entender el hecho de que eres mi… un lobo, y mientras tanto mis
hormonas están fuera de control como si estuvieran en una gran
grieta. Lo juro, no puedo mantener la suficiente sangre en el norte
para que mi cerebro funcione.
35
Mika ciertamente entendía ese problema. Era una de las
razones por las que los compañeros permanecían juntos hasta la
muerte; la necesidad sexual del uno por el otro era fuerte y
concentrada. —Lo que te conté, es la verdad.

Gabe se mordió el labio inferior por un minuto antes de


finalmente bajar su cabeza en acuerdo. —Creo que quizá lo sea, y
eso me hace sentir un poco mejor, realmente. Estaba teniendo
sentimientos extraños e incómodos por un lobo. Uh, sí, por eso... —
Las mejillas de Gabe se volvieron rojas mientras apartaba la
mirada—. Y siento esta extraña conexión contigo como... en esta
forma, también, es lo que quiero decir, creo.

El latido de Mika saltó con esas palabras, y no pudo evitar


esperar que quizá, con el tiempo, Gabe lo aceptara. —La siento, en
ambas formas. Es muy, ah, fuerte. —Mika quería poner los ojos en
blanco. Esa cosa entre ellos ya estaba llegando a su alma.
Gabe asintió, todavía sonriendo mientras tiraba a Mika de la
cama. —De acuerdo, entonces. Vamos a limpiarnos, hay perros
rescatados que esperan el desayuno ahí fuera. Luego hablaremos.
Tengo muchas preguntas, y tú puedes explicarme que coño esta
pasando entre nosotros.

Mika se dejó llevar al baño, esperando que su compañero


todavía sonriera cuando acabaran de hablar.

36
Capitulo 3
Gabe se puso a dar un discurso motivacional mientras Mika
alimentaba y ejercitaba a los perros. Dios sabía que no era un
mojigato para nada, pero la constante necesidad que sentía por
Mika tenía a Gabe agitado. ¿Y el modo en que abordaba al hombre
y saltaba sobre sus huesos? Gabe no sabía que pasaba, excepto
que Mika se había visto como que se iba a ir. Algo le dijo a Gabe
que si dejaba que Mika se fuera en ese momento, Mika nunca
volvería. Eso lo había llenado de una desesperación que había
pateado sus instintos.
37
Cuando Mika había empezado a... cambiar, Gabe había sentido
una combinación de pánico y posesividad que había provocado un
cortocircuito a sus buenas intenciones y el miedo que tuvo. Por lo
que reaccionó saltando sobre el hombre. Quizá no era algo
inteligente que hacer, pero ciertamente había sido satisfactorio al
final. Excepto, ahora esa necesidad de sentir al otro hombre dentro
de él se estaba alzando y ganaba a la fuerza de voluntad de Gabe.
Y eso asustaba a Gabe.

Intentando no dejar que su mente no se atascara en la


proclamación de Mika de que era un hombre lobo, lo que era algo
que no podía procesar en ese momento, Gabe tiró una pelota para
Jojo, sonriendo mientras el perro pastor corría tras la bola amarilla.
Su sonrisa se encogió un poco cuando Jojo trajo la pelota de
vuelta, a Mika, quien estaba sentado y esperando educadamente
hasta que se la dio y cogió el juguete. Las mejillas de Mika se
pusieron rojas y le ofreció un encogimiento de hombros de disculpa
cuando pilló a Gabe mirándolo.
—Lo siento, es una... cosa de alfas. —Mika apartó la mirada
nerviosamente, y Gabe sintió una mezcla de culpa e irritación. ¿Una
cosa de Alfa? ¿En qué, exactamente, le convertía a él si Mika era el
alfa? ¿La puta?

—No lo creo, —masculló Gabe. Aparentemente, Jojo no tenía


ni idea de quien había lanzado a quien a la cama y atacado. La risa
salió de sus labios mientras Gabe se daba cuenta de cuan ridícula
era su línea de pensamiento, ganándose una mirada sobresaltada
de Mika. Por supuesto Jojo vería a Mika como el alfa, el hombre
decía que era parte lobo, de una forma o de otra. Y todavía tenían
mucho que discutir.

—¿Vosotros dos habéis acabado? —Gabe arqueó una ceja


dejando claro que era más una sugerencia que una pregunta.
38
—Claro. —Mika se arrodilló y acarició y alabó a Jojo. Gabe
observó esas grandes manos deslizarse por el pelo corto de Jojo y
sintió una punzada de envidia. Sabía que bien se sentían esas
manos. No es como si quisiera, pero lo bastante para atormentarlo
con el conocimiento.

—Entonces... desayuno, ¿supongo? ¿Alguna preferencia? Qué


hago...uh... —Dios, Gabe quería derretirse en el suelo. Se sentía
como una virgen atontada, lo que definitivamente no era. Era solo
que su cerebro todavía corría con el conocimiento de que Mika era
su lobo. Era difícil no creerlo cuando Gabe sentía la misma
atracción hacia el hombre que hacia el lobo, y había habido ese
breve momento cuando de Mika había empezado a brotar todo ese
pelo. ¿O era pelaje?

—Cambiaformas, —Mika masculló, sus labios enroscándose


mientras Gabe le disparaba una mirada.
—Cierto. Cambiaformas. Entonces, ¿Qué comes? Quiero decir,
¿cosas normales o hay alguna dieta especial o algo? —Gabe se
sintió idiota y sabía que probablemente estaba rojo si el calor de
sus mejillas era una indicación. Bueno, una pena si lo estaba, no
era como si tuviera respuestas a sus preguntas, todavía.

Mika parecía considerar la pregunta seriamente mientras iban


a la cocina. —Mucho de lo que tú comas, Gabriel...

Gabe se detuvo y miró a Mika. —Gabe. Solo Gabe está bien.


Acabo de tener mi mano envuelta alrededor de tu polla y te has
corrido en mis dedos... y mi estómago... y... —El calor se reavivó
en los ojos de Mika e hizo que el cerebro de Gabe se detuviera y se
llenara su polla. Gabe colocó sus palmas en los firmes planos del
pecho del otro hombre mientras la confusión sobre su extraña
39
necesidad se arremolinaba en él. El miedo a esas nuevas
sensaciones se disparó a través de Gabe pero no era bastante para
hacer que se apartara, no cuando cada fibra de su ser parecía gritar
por el toque de Mika.

Su estómago gruñó fuertemente justo cuando sus labios se


encontraron. Mika dio un paso atrás, respirando pesadamente
mientras sostenía las manos de Gabe contra su pecho.

—Desayuno, Gabri... Gabe. Y quizá algo de pienso para


mascotas, si es que tienes de más. —La calidez de la broma en la
voz de Mika envió una serie palpitaciones a través del estómago de
Gabe, aunque le entrecerró los ojos al otro hombre.

—Debería darte pienso, solo por eso. Y por apartarte de ese


beso. Eso fue cruel, Mika. —Sonrió, quitando la dureza de sus
palabras. No deseaba herir a Mika. Por lo que había visto antes,
alguien ya lo había hecho, y muy bien. El hombre tenía esa mirada
perdida, herida, como la que Gabe había tenido cuando sus padres
lo habían tirado a la calle. Si no hubiera sido por sus abuelos...
Nunca dejaría que nadie se sintiera así, especialmente no ese
hombre en particular.

—Veamos que tenemos. —Gabe se giró, llevando a Mika de la


mano hacia la nevera. Abrió la puerta y se inclinó, asegurándose de
golpear la entrepierna de Mika con su culo. El siseo sin respiración
hizo que Gabe sonriera como un lunático mientras sacaba el bacón
y los huevos. Se levantó para acomodar la comida en sus manos
cuando unos fuertes brazos lo envolvieron, cerrándose por su
estómago. Húmedos labios acariciaron su cuello luego chuparon
duro, unos dientes dejando una marca bajo el asalto.

Gabe intentó girar y colocar el bacón y los huevos en la


encimera pero los brazos de Mika lo mantenían firmemente en el
40
lugar, mientras hacía la rápida mordida en su cuello. —Se me va a
caer... el desayuno. —Mika tiró a Gabe sobre la mesa, cogió el
bacón y los huevos y los dejó. La cabeza de Gabe giró y la sangre
bombeaba en sus venas tan fuerte que se sintió mareado. La
mirada abrasadora en los ojos de Mika envió necesidad y pánico a
través de Gabe.

— No. —Gabe sacudió la cabeza para enfatizar y se sintió


como la mierda cuando Mika se congeló, una rápida mirada
dolorosa filtrándose en sus hermosos rasgos—. Lo siento, en serio.
No debería haberte tomado el pelo. —Gabe apartó la mirada y pasó
sus temblorosos dedos a través de su pelo. Cogió aire antes de
encarar a Mika de nuevo—. No sé por qué lo hice. Quiero decir, te
deseo... ¿Quién no? Pero esto, lo que está pasando entre nosotros,
me asusta. Por qué hay está imperiosa necesidad en mis entrañas
para...para... —Ahora estaba definitivamente sonrojado; Gabe
podía sentirlo en las puntas de sus orejas—. Es como si todo lo que
deseara hacer fuera saborearte, tocarte, sentirte.
Gabe tuvo un humillante flash. —Mierda. ¡Me siento ardiendo a
tu lado! —¡Oh de ninguna jodida manera! El pánico abrumó al
deseo que pulsaba en el interior de Gabe y reculó hasta que su
espalda se dio contra la encimera. Se atrevió a mirar a Mika y sintió
cada emoción confusa detenerse. Había una mirada
desesperanzada en el rostro de Mika que apartó todo excepto la
necesidad de Gabe de ayudar al hombre. Incluso los hombros
caídos de Mika como sus puños apretados llamaban a Gabe. La
urgencia de confortarlo era incontrolable.

—Oh hey, no, no. —Gabe se apartó de la encimera y se


apresuró hacia Mika, cubriendo los puños de Mika con sus manos.
— No quiero decir nada malo. Solo estoy confuso—. Gabe no pudo
resistirse a inclinarse hacia delante y rozar con sus labios los de
Mika. Infiernos, en ese punto se dejaría caer y se abriría si eso
41
hacía que Mika saliera de su abatimiento.

No tan listo, idiota. ¡Es ese tipo de necesidad lo que te asustó


en primer lugar! Bueno, eso y la cosa de lobos. Gabe presionó otro
beso en los labios de Mika luego colocó su frente contra la del otro
hombre. —Todo irá bien, finalmente. Siento si te he asustado.

Observó el dolor alejarse de los ojos de Mika, sintió la tensión


dejando el cuerpo del hombre mientras sus puños se aflojaban.
Mika giró sus manos y entrelazó sus dedos con los de Gabe,
apretando ligeramente.

—Sé que es mucho para procesar. —Los labios de Mika se


alzaron en una sexy sonrisa que detenía el latido de su corazón
mientras miraba a Gabe—. Pero no solo eres tú; me siento igual,
como si nada más importara aparte de enterrar mi polla tan
profundamente dentro de ti como pueda y...
—Oh mierda, ¡no puedes decir cosas como esa cuando estoy
tan cachondo! —Gabe no pudo evitar el estremecimiento que pasó
a través de él ante la imagen que las palabras de Mika
proporcionaron. Si ambos sentían ese enlace continuo el uno por el
otro, ¿entonces por qué no deberían actuar? La polla de Gabe
estaba alzando un buen argumento, pero no estaba listo para pasar
dar el control de esa parte en particular de su anatomía. En su
lugar, Gabe dio medio paso atrás de Mika intentando prevenir el
derrumbe ante la tentación que el hombre representaba.

—No importa cuanto te desee mi cuerpo, y créeme, es


demasiado, no puedo solo cerrar mi cerebro. No entiendo esto, pero
has dicho que tú también lo sientes. Aún así, —Gabe estudió a Mika
por unos segundos— esto no te sorprende, no lo creo.

Mika soltó una de las manos de Gabe y caminaron hacia la


42
encimera donde estaban las cosas para hacer el desayuno. —Estás
equivocado, en parte. Encontrarte, eso me sorprendió. Sentirme
así, es algo que había escuchado entre los cambiaformas antes.

Gabe ahuecó la mandíbula de Mika y lo forzó a que se


encontrara con su mirada. —Creo que yo te encontré a ti, amigo. Y
por lo otro, puedes explicarlo después de que comamos. —Y por
favor no me digas que estoy en celo. No creo que pueda manejar el
escuchar eso.

—Nos deseamos el uno al otro, obviamente. —Los labios de


Mika se movieron en esa sonrisa de nuevo y Gabe sintió calor en el
estómago. Ese hombre era letal con su resolución. Gabe estaba
listo para olvidarse de hablar y solo arrancarle la ropa a Mika a
pesar de sus reservas. Algo debió mostrarse en sus ojos, porque la
expresión de Mika se volvió fiera por un breve momento antes de
que sacudiera la cabeza y sonriera.
—No lo creo, Gabe. —Estiró la mano y acarició a Gabe a través
de los pantalones, sacándole un gemido casi sin aliento. Intentó
agarrar la mano de Mika y sostenerla contra su dolorosa polla, pero
Mika sacudió la cabeza y apartó su mano de la entrepierna de
Gabe—. Te arrepentirías, cuando acabáramos, y yo no quiero eso.

Gruñendo, Gabe bajó su mandíbula al pecho. Mika tenía razón,


y Gabe lo sabia, intelectualmente. Su cuerpo, por otro lado, no
quería escuchar a razones. Mika soltó la otra mano de Gabe y se
acercó a la mesa y encaró a Gabe.

—¿Necesitas ayuda con el desayuno? —Se detuvo con una


mano en el respaldo de una silla, esperando lo que Gabe supuso
que era permiso para sentarse.

Gabe soltó un suspiro de frustración, deseando que su polla


43
dejara de presionarse tan incómodamente contra la cremallera. —
No, ve a sentarte. No me tomara mucho prepararlo todo. —Se forzó
a apartarse mientras el hombre se sentaba en la mesa. Se ve tan
bien ahí, pensó Gabe, como si perteneciera ahí. Quiero mantenerlo,
y el quiere quedarse.

Sonriendo, Gabe agarró una sartén y la colocó en el fuego. Al


menos ahora su cabeza y su cuerpo estaban en total acuerdo;
ambos querían mantener a Mika. Mientras Gabe colocaba el bacon
en la sartén, no pudo evitar sonreír. Parecía que iba a tener que
ampliar sus horizontes y abrir su mente, porque eso era sería lo
que necesitaba para tener al hombre sentado a su mesa. Dos veces
ahora, Gabe había visto esa mirada herida, rota en Mika, por la
razón que fuera. Si alguna vez entendía lo que estaba pasando
entre ellos o no, Gabe iba a hacer todo lo que pudiera para
asegurarse de que Mika nunca se viera así.
Mika se sentó en el sofá, los dedos arrancando la nudosa tela
mientras Gabe lo miraba desde el otro lado de la mesa de café. El
hombre se veía enteramente demasiado relajado sentado en el
gran sillón de piel; la expresión paciente en su rostro solo servía
para poner a Mika más nervioso. Deseaba a Gabe, deseaba
despertar cada mañana y ver la dichosa mirada que Gabe había
tenido en el dormitorio antes de que ambos se corrieran. O quizá
deseaba despertarse y ver la mirada lasciva y hambrienta que Gabe
había tenido antes en la cocina. Estaba claro, por lo que Mika
tendría que aceptar que lo deseaba todo.

—Deja de darle vueltas, Mika. Solo... explica los sueños, al


menos. Por favor. —El suave pedido pasó por los nervios de Mika. 44
Como explicar los sueños sin explicarlo todo era un reto. Alzando la
mirada a Gabe, Mika supo que valdría la pena. Cogió aire,
intentando concentrarse.

—Los sueños eran... es posible que por esto, —Mika señaló


entre ellos— esta atracción, o necesidad, como quieras llamarlo. No
tengo palabras lo bastante fuertes para describirlo, Gabe. —Gabe
estaba sentado tranquilamente mientras Mika volvió a jugar con el
sofá, incapaz de sentarse quieto cuando sus nervios estaban
rasgándose—. Es algo, los sueños, e incluso ser capaz de, de hablar
con él otro sin palabras. —Miró rápidamente a Gabe, intentando ver
si su compañero lo creía o no.

—¿Entonces esto pasa con todos con los que tienes sexo?

Mika no podía leer a Gabe, no estaba seguro de que respuesta


quería el hombre, pero todo lo que Mika podía ofrecer era la
verdad. Al menos, parte de ella.
—No, no con todos. Nadie, nunca, excepto tú, y ni siquiera
hemos tenido sexo, no realmente. —Eso era algo que necesitaba
que Gabe entendiera aceptara—. Es así para nosotros. A veces, en
raras ocasiones, un cambiaformas encontrará a alguien con el
que... con el que podrán enlazar sus mentes.

Gabe lo estudió silenciosamente, la cabeza ladeada. Mika tenía


la impresión de que Gabe le estaba leyendo a él, de una forma o de
otra, mirando en su alma. Era tonto, pero no podía apartar esa
sensación.

—¿Entonces por qué nosotros, Mika? ¿Qué no me quieres


decir? —Esos ojos estaban llenos de paciencia y una calma que
Mika podía sentir irradiando de él. Sus dedos dejaron sus
movimientos nerviosos mientras se dejaba llevar por la mirada de
45
su compañero.

—Somos nosotros porque estamos bien juntos, encajamos.


Es...

—Es parte de todo eso de los cambiaformas, entonces,


¿cierto? —Gabe apartó la mirada, trazando patrones aleatorios en
el brazo del sillón. Con su mirada desviada, Mika sintió la duda y el
miedo subir a la superficie.

—Sí, es complicado. —¿Y no era eso una enorme sutileza?


Pero también era la verdad, y Mika luchó contra sí mismo para
admitir tanto. Esperó mientras Gabe estudiaba sus dedos
acariciando el tapizado de piel. Pasaron minutos mientras Gabe
acariciaba la piel de una forma inocentemente seductora que tenía
a Mika anhelando sentir la mano del hombre en su polla. Estaba tan
perdido en su fantasía de toques de mariposa en su polla que no se
dio cuenta de que Gabe le había llamado por el nombre.
—Mika.

Mika alzó la cabeza, intentando volver a la realidad. Su mente


se sentía nublada y pesada por la necesidad.

—Mika, creo que quizá deberíamos esperar. Por las


explicaciones. Yo, uhm, necesito algo de tiempo para digerir esto...
todo lo de los cambiaformas, ¿sabes? Y creo que tú necesitas algo
de tiempo para tratar con lo que sea que esté pasando entre
nosotros. Ambos lo necesitamos.

El miedo era algo vivo que luchaba dentro del pecho de Mika.
—¿Qué quieres decir con necesitar tiempo y tratar con lo que está
pasando entre nosotros? Tú... ¿Estás diciendo que quieres que me
vaya? —Dios, por favor no. El deseo de correr, de proteger su
46
corazón le había dejado sitio una estridente necesidad de quedarse
y convencer a ese hombre de que tenían que estar juntos. ¿Qué
haría si su compañero le pedía que se fuera? ¿Podría hacer algo
más aparte de hacer lo que Gabe dijera?

Gabe se levantó de la silla y se inclinó ante Mika, acercándose


para ahuecar su rostro con gentiles manos. Un suave beso fue
colocado en sus labios y ayudó a calmar sus miedos mientras la
mirada de su compañero se llenaba de compasión.

—Está bien. Sea lo que sea, está bien. Quería decir eso, esta
constante necesidad que siento contigo, por ti, explican bastante.
Quiero saber los por qué y todo estando contigo, pero también
quiero conocerte a ti. Todas las respuestas en el mundo no me
ayudarán a hacer eso como estar contigo. Esas respuestas podrían
enturbiar mis pensamientos, apartar mi atención de todo lo que
realmente quiero, por ahora, es pensar en nosotros. —Con esas
palabras, Gabe alejó todas las preocupaciones de Mika. Podía ser
paciente, por ambos, hasta que fuera capaz de explicarse y Gabe
estuviera listo para escuchar.

—¿Esperas a alguien? —preguntó Mika.

Gabe se inclinó, todavía acariciando el cabello de Mika,


esperando alejar los vestigios de preocupación de su conversación.
—No, ¿por qué?

—Porque, —Mika dijo levantándose de la silla— acabo de


escuchar un coche reduciendo la velocidad para girar...

El golpeteo en la puerta hizo que Gabe corriera pasando a


Mika.

—Mierda, Mika. No he pensado en una razón por la que estés


47
aquí, como nos conocimos, nada.

—Está bien, puedo ir a sentarme en el dormitorio, si quieres.

No podía decirle a Mika que no quería. Gabe sabía que sería


más fácil para él esconder a Mika, pero esconderlo haría que Mika
se sintiera como un sucio secreto. Gabe se había sentido así antes y
estaría maldito si dejara que le pasara a alguien más.

—No. De ninguna forma, Mika. Solo siéntate en el sofá y


trataremos con lo que sea que pase. Además, probablemente sean
Todd o Adam. —Notó que Mika alzaba la cabeza, ¿oliendo el aire,
quizá? Mika volvió a bajar la cabeza, sus ojos mirando a los de
Gabe mientras agarraba el pomo de la puerta.

—Si esos eran tus amigos los que estaban contigo antes, no
son ellos. Este es un hombre que huele... mal. Como problemas. —
Mika habló tan suavemente que a Gabe le costaba escuchar.
Procesó la última parte de la frase justo cuando abrió la puerta y se
encontró con el Sheriff Kaufman. Mierda, hablando de humor
asesino.

—Sheriff Kaufman. —Eso era como mucho el saludo que el


engreído idiota iba a conseguir. Juzgando por la engreída mirada en
su rostro, Gabe supuso que era por el rescate del lobo.

—Staley. Escuché que estuviste en la propiedad de la señora


Schumaker.

—¿Y?

—¿No lo vas a negar, chico?

Uh... sí, usar el “chico” para hacer que Gabe se sintiera


48
pequeño. El hecho de que sobrepasara a Kaufman por seis pulgadas
no parecía registrarse en el hombre. Si “chico” no le había afectado
la docena de veces que el Sheriff lo había usado en los pasados
años, ¿Por qué el idiota pensaba que ahora funcionaría? Gabe se
aseguró de permanecer relajado, tranquilo.

—¿Por qué haría eso? Está bastante claro que sabes que
estuve allí. ¿Entonces vamos a cotorrear, perdiendo dinero de los
contribuyentes, o vas a dejar las tonterías? Cualquiera está bien
para mí, por cierto, pero ya que eres un oficial elegido... —Gabe
dejó la frase, mordiéndose la mejilla cuando el enfadado rubor se
alzó por el cuello del sheriff. Gabe se frenó de provocar más al
hombre, sabiendo muy bien que el sheriff era, como él, Todd y
Adam se referían a él, un jodido loco. Deseaba poder decirle a Mika
eso, pero no había estado listo para preguntarle como funcionaba el
enlace mental. Esa era una de las cosas que lo asustaba.

Devolviendo su atención a Kaufman, Gabe esperó al siguiente


estallido del Sheriff, solo para darse cuenta de que el sheriff estaba
momentáneamente distraído y ni siquiera miraba a Gabe, en su
lugar miraba por encima de su hombro, ¿oh! Gabe giró su cabeza y
observó a Mika acercarse para colocarse tras él. Considerando que
Mika era varias pulgadas más ancho que Kaufman, un hombre listo
se habría sentido intimidado. Siguiendo esa lógica, Gabe sabía que
el sheriff iba a ser aún más idiota de lo habitual, por lo que no se
sorprendió cuando miró a Kaufman y encontró al hombre con una
expresión despectiva.

—¿Pasando tiempo con tu... amigo? —se burló el Sheriff


Kaufman, el énfasis que puso en “amigo” implicaba que los
hombres eran algo más que amigos. Gabe empezó a enfadarse,
pero se dio cuenta de que eso era bastante tonto, porque ellos eran
exactamente el tipo de “amigos” que el sheriff implicaba que eran.
Se encogió de hombros y giró su cabeza para mirar a Mika, quien
49
sonrió y rodeó a Gabe para encontrarse con el sheriff.

—Mika Blackwell, Sheriff. —Mika extendió su mano. Dejó caer


su mano cuando quedó claro que el gesto iba a ser ignorado, y
Gabe pensó por un momento que los dos hombres se iban a sacar
los penes y comparar cual era más grande. Estaba cien por cien
seguro de quien ganaría esa competición.

El sheriff miró a Mika de arriba a abajo, intentando intimidarlo.


Gabe se tragó la risa, porque era un esfuerzo vano por parte de
Kaufman. Mika estaba en silencio, nunca parpadeando incluso
cuando dejó que el hombre mirara su medida.

—¿De dónde vienes, Blackwell?

Gabe se mordió la mejilla por el tono del sheriff. Kaufman era


como un pequeño gallo intentando tomar a un águila.
—New México, Sheriff. ¿Es eso un problema? —preguntó Mika
suavemente, manteniendo una sonrisa en su rostro. El Sheriff
Kaufman finalmente rompió la competición de miradas para mirar a
Gabriel.

—Staley, ¿dónde está el maldito lobo que cogiste de la


propiedad de la señora Schumaker? —la voz de Kaufman estaba
crispada como su postura. Obviamente había perdido la paciencia
con sus propios juegos. Gabe dio un paso junto a Mika, colocando
su mano sobre la parte baja de la espalda del otro hombre.

—Se ha ido, Sheriff. No es que importa, no estoy en los límites


del pueblo, —le recordó a Kaufman calmadamente.

—¿Qué quieres decir? Si has soltado a ese hijo de puta... —El


sheriff estaba entrando en su modo indignado cuando Mika lo cortó
50
a media frase.

—Quiere decir que el lobo se ha ido, escapó de las perreras. —


La voz de Mika no dejaba lugar a preguntas. Gabe estaba
agradecido de que el hombre contestara por él; no había pensado
en una explicación para la desaparición del lobo.

El sheriff Kaufman maldijo, porque Gabe había dejado a la


bestia viciosa suelta en el pueblo. Por escuchar al hombre, la mitad
de la gente había sido condenada a su muerte.

Mika siguió a Gabe, pareciendo calmado y sin verse afectado,


pero Gabe podía sentir la tensión en el cuerpo del hombre y estaba
asustado de que Mika estuviera listo para arrancarle a la jodida
mierda de loco la cabeza.

—¿Vas a relajarte ahora, sheriff? —Gabe estaba listo para que


el idiota se fuera antes de que su pequeño intento de juego de
poder se convirtiera en algo más.

—¿Estoy relajado? Déjame decirte algo, maldito mari...

Mika empujó a Gabe atrás y se inclinó más cerca del sheriff.


Gabe observó el miedo alzarse por el hombre cuando vio los ojos
de Mika.

—Seriamente dudo que quieras seguir con esa frase, Kaufman.


Realmente necesitas pensar antes de dejar que tu boca tome el
control. —Mika soltó las palabras, las manos en puños a los lados.
Gabriel presionado contra la espalda de Mika, lo bastante para
dejarle al hombre sentirlo, esperando que ayudaría a diluir su
enfado.

—¿Me estás amenazando, Blackwell? Es un crimen amenazar...


51
Mika lo cortó alzando la mano rápidamente. Sacudió la cabeza,
la voz normal. —Por supuesto que no, Sheriff, solo expongo un
hecho. No querría que dijeras algo como eso donde otra gente
pudiera oírte, ¿verdad? Hay una línea muy delgada entre palabras
como “marica” y crímenes de odio.

Gabriel sonrió mientras observaba penetrar a las palabras, vio


cuando el sheriff pilló lo que era una amenaza velada, y
probablemente una peor que el maltrato físico para Kaufman.

El sheriff Kaufman finalmente se giró y salió al porche,


cualquier intento de dignidad perdido por su impotente enfado. Ni
siquiera se molestó en mirarlos mientras cerraba la puerta de su
coche patrulla y se iba.

Gabe miró a Mika. Maldición si ese pequeño juego de poder no


había sido impresionante, y sexy como el infierno. Palmeó su polla,
pellizcando la cabeza lo bastante fuerte para enviar un mensaje de
comportamiento, y alzó la mirada para ver a Mika observándolo, la
diversión bailando en sus ojos y sus labios curvados en una sonrisa.
El hombre se veía tan feliz y despreocupado en ese momento que
era como un puñetazo en las entrañas para Gabe. Esa era la mirada
que quería ver en Mika más veces.

52
Capitulo 4
Gabe se sentó en su ordenador, luchando por concentrarse en
la página web de un cliente que necesitaba actualizar. Entre
intentar no ceder completamente a las demandas de su cuerpo por
Mika e intentar ordenar todo lo que estaba en su cabeza, habían
sido un par de días estresantes. Dormir era un sueño imposible
porque todo lo que Gabe parecía hacer era girar y discutir consigo
mismo sobre si debería o no entrar en el dormitorio de invitados y
pedirle a Mika que lo follara. Suplicarle, si Gabe tenía que hacerlo, y
le preocupaba que lo hiciera, mientras, Mika había mostrado más
controlado que Gabe, limitando sus encuentros sexuales a 53
masturbaciones para que “Gabe no se sintiera apresurado”.

Era frustrante e irritante y no era suficiente. También era de


alguna forma considerado, pero ahora eso no parecía importarle
mucho a Gabe. Mordiéndose la lengua para evitar mascullar, Gabe
intentó enfocarse en el trabajo que tenía delante de él.

Hoy, parecía que no podía concentrarse en mejorar “Rick's


Rockin' Rod's”, lo cual no tenía absolutamente nada que ver con
coches deportivos1. Su mente se mantenía entre la conversación
con Mika junto con el acuerdo de mantenerse sin una sesión de
preguntas y respuestas por ahora. Gabe había considerado
presionar para conseguir respuestas, había empezado, pero la
mirada en el rostro de Mika, el dolor que vio allí hizo que no
mereciera la pena satisfacer su curiosidad. Lo que sea que los
uniera necesitaban tiempo para que fuera fuerte, tiempo para Mika
para aprender a tener fe en Gabe, a confiar que no heriría al

1
Hot rod en ingles también puede significar coche deportivo
hombre como alguien más había hecho antes.

Gabe miró a Mika, que echaba una siesta en el sofá. Estaba


tan cansado de estar solo. Era...bueno tener a alguien aquí. El
hecho de que ese alguien fuera más sexy que el pecado no hacía
daño, tampoco, y tenía la polla de Gabe tirando.

—Abajo, chico, —masculló Gabe. Ahora no era el momento de


jugar. Justo después de acabar esa página web, sin embargo...

Suspirando, intentó conducir sus pensamientos de vuelta a la


página web de la triple R, moviéndose en su asiento para aligerar la
incomodidad de su erección. Dios, juraría que estaba intentando
salir a través de la costura de sus jeans.

Una suave risa detrás de él le hizo saber que Mika estaba


54
despierto y consciente de la dureza que Gabe estaba intentando
ignorar. Se inclinó sobre el hombro de Gabe, mirando la pantalla del
ordenador. Gabe sintió que el sonrojo se le esparcía desde la frente
al cuello. Mika se enderezó, se cruzó de brazos y le sonrió
pícaramente.

—Estoy pensando, —dijo Mika— que te verías realmente bien


montando un Rick's Rabid Rammin' Rocket2.

Gabe miró el dildo obscenamente enorme, y estaba segurísimo


de que había pasado del rojo de vergüenza al blanco por apretar
sus nalgas tanto como podía. Farfullaba y tartamudeaba,
finalmente se giró hacia Mika.

—¡De ninguna forma, amigo! —Gabe se tragó la indignación,


entonces notó la sonrisa. Se deshizo del enfado y miró la
monstruosa polla de doce pulgadas de la página web antes de

2
La traducción aproximada sería Un cohete rabioso embestidor de Rick, más o menos.
sonreírle a Mika—. Vienes a mí con esa cosa, y habrá una pelea. El
perdedor lo toma todo... literalmente.

Estallaron en risas, solo disfrutando él uno del otro. Que


demonios, la página web podía esperar un poco más. Gabe
extendió la mano y agarró la cintura de Mika, hociqueando contra la
camiseta que cubría su estómago muy sexy. El contrasto del suave
material que llevaba y la carne dura como una roca que cubría
estimularon a Gabe a un nivel muy diferente, llenando sus sentidos
de calidez y texturas que nunca había notado si no pertenecieran a
Mika. La repentina presión de la polla cubierta de ropa contra su
cuello llamó la atención de Gabe más abajo. Deslizó una mano
desde la cadera de Mika hacia la larga longitud, acariciando a través
de los pantalones que evitaban que Gabe sintiera la piel. Podría, sin
embargo, sentir el calor de la engordada polla, podía ver la
humedad en el material donde la cabeza derramaba su esencia en
55
gotas que Gabe quería saborear.

Mika tenía otras ideas, sin embargo, y alzó a Gabe de la silla y


lo llevó al sofá. Los pantalones de Gabe se desabrocharon y bajaron
tan rápido que tuvo que luchar para no tropezar. Quitándose los
zapatos con los pies, y los calcetines y lo que quedaba de su ropa,
observó a Mika rápidamente desnudarse. Maldición, el hombre
estaba tan increíblemente bien, y Gabe tenía que tragar rápido
antes de que toda la saliva que se estancaba en su boca por la
visión de Mika desnudo y duro saliera goteando de su boca. Apenas
se las arregló para hacer eso antes de que Mika lo tirara al sofá y lo
cubriera de los pies al pecho. Mika extendió y entrelazó sus dedos
con los de Gabe, forzando a Gabe a colocar sus brazos por encima
de su cabeza.

—Necesito... —La voz de Mika apenas era audible, temblorosa


y dura mientras bajaba sus caderas. Gabe intentó moverse
también, pero estaba apretado bajo el peso de Mika y no podía
hacer nada para ayudarse mientras Mika repetía el movimiento. La
fricción de sus pollas contra la otra, la excitación de ser atrapado e
incapaz de moverse era casi insoportable. Había algo que podía
hacer... Gabe alzó la cabeza un poco hacia el labio inferior que
suplicaba atención.

—Lo sé, Mika. Yo, también. —Gabe gimió mientras Mika


empezaba a mover sus caderas a un ritmo continuo. Sus bolas ya
estaban ardiendo y apretando contra su cuerpo.

—Oh mierda, Mika, no puedo, todavía no quiero. —Gabe cerró


sus ojos, la imagen de Mika sobre él, brillando de sudor, la boca
ligeramente abierta mientras pequeños gemidos salían de sus
labios, no había forma de que pudiera aguantar si observaba al
hombre. Mika bajó la cabeza, ese oscuro cabello haciéndole
cosquillas a Gabe en la mejilla y cuello mientras la caliente
56
respiración alcanzaba su oreja.

—Te necesito, —jadeó Mika en su oreja. Gabe no pudo


aguantar un agudo gemido mientras esas palabras acababan con su
control y lo convertían en millones de pedazos. Dientes atraparon la
piel de su cuello y el gemido se convirtió en grito mientras todo el
cuerpo de Gabe se apretaba y ardía. Mika atrapó la carótida de
Gabe y chupó, enviando explosiones de calor a las bolas de Gabe.
Se corrió con el nombre de Mika en sus labios, el placer
propagándose por todo su cuerpo mientras sus bolas enviaban
chorros de semen que salían de su polla. Mika alzó su boca del
cuello de Gabe y sus dedos apretaron su mano hasta el punto del
dolor mientras se tensaba, susurrando el nombre de Gabe una y
otra vez mientras disparaba su semilla entre ellos.

—Santa mierda, Mika. —Gabe apretó sus manos,


arreglándoselas al fin para liberarlas mientras Mika asentía. Gabe
envolvió sus temblorosos brazos alrededor de su amante, débil a
niveles muy diferentes por la fuerza de atracción que había entre
ellos. Alguna parte de él pensaba que debería estar asustado de
ello, pero no podía estarlo. Nada se había sentido nunca tan
perfecto antes, y no era solo el sexo, bueno, no habían tenido sexo
todavía. Gabe cerró sus ojos y solo disfrutó de la cabeza de Mika
recostada junto a la suya, el peso del cuerpo del hombre, incluso la
leche pegajosa que había entre ellos. El sonido del teléfono los
sobresaltó a ambos, pero Gabe solo apretó más sus brazos cuando
Mika empezó a moverse.

—Pueden esperar, sea quien sea, Mika. Solo, descansemos...


—El contestador se activó, cortando el resto de la frase de Gabe.

—Hey, Gabe, soy Adam. Tengo un rescate para ti aquí,


necesito que vengas a buscarlo ASAP3. Todd me dijo que el lobo
escapó. ¿Asumo que todavía no ha vuelto? Ven tan rápido como
57
puedas, ¿vale?

Los ojos de Gabe se abrieron y gruñó cuando el mensaje


acabó. —¡Mierda! Olvidé llamar a Adam por lo del lo... sobre ti, uh,
escapando. Aunque Todd se lo haya dicho, debería haberle llamado
también. —A regañadientes, soltó a Mika, levantándose cuando el
otro hombre lo hizo.

—Tenemos que ir a la clínica, si quieres venir conmigo, —dijo


Gabe—. Necesitas algo de ropa, ¿a menos que tengas algo por
aquí? —Miró a Mika. El hombre era más grande que Gabe, y sus
pantalones de deporte y la camiseta que llevaba le quedaban
apretados, enfatizando todo ese músculo y, ñam, el modo en que
su polla se mostraba... Ese pensamiento hizo que Gabe pensara
que quizá debería ir solo, porque el hombre se veía como sexo en
un palo. Sus cejas se juntaron. No estaba acostumbrado a sentirse
posesivo.

3
Tan rápido como sea posible.
Mika estaba sacudiendo la cabeza. —Dejé el... Me fui con la
ropa puesta. Estaba... con prisas, supongo, sin pensar claramente.
—Esa mirada rota cruzó el rostro de Mika de nuevo pero se fue tan
rápido como había empezado. Eso era un progreso, uno pequeño,
se aseguró Gabe a sí mismo; al menos era breve.

—Me alegra que te dirigieras aquí, Mika. —Sus labios se


encontraron brevemente, un beso suave. Gabe se apartó, todavía
observando al hombre.

—¿Donde están todas tus cosas, ropa, identificación, cosas


como esas? —preguntó, aún sabiendo que eso podría muy bien
enfadar a su amante.

Mika tiró de sus pantalones hacia arriba, manteniendo su


58
mirada apartada. —¿Estás seguro de que quieres hablar de esto,
Gabe? —Se atrevió a mirarlo, su mirada pasó de sofocante a
sensual cuando vio a Gabe todavía desnudo.

—Sí, quiero, y tú lo necesitas. —Gabe se dejó caer en el sofá,


decidiendo solo después que cubrir su polla habría sido una buena
idea, juzgando por el modo en que Mika estaba comiéndoselo con
los ojos. Gruñendo, se inclinó y cogió su camiseta, poniéndosela en
el regazo y encogiéndose cuando Mika arqueó sus cejas– .Deja de
ahogarte y habla, bebé.

—No estoy... bien. —Mika miró alrededor y dio un paso hacia


el sillón de piel antes de que Gabe cogiera su mano y tirara. No
había forma de que dejara que el hombre pusiera distancia entre
ellos para eso. Tiró más fuerte y Mika se sentó en el sofá a su lado
pero no intentó soltar su mano. Bien, pero todavía no miraba a
Gabe a los ojos. Bueno, eso significaba que el hombre necesitaba
que lo animaran.
—¿A quién has matado, Mika? —Gabe no podía evitar sonreír
cuando la cabeza de Mika se alzó y esos ojos de color whiskey se
sobresaltaron mirando a los suyos, lo estudió atentamente antes de
poner los ojos en blanco.

—Muy gracioso. Pensé por un momento que realmente


creías... —La respiración de Mika salió de una forma que Gabe
encontró satisfactoria mientras su codo se encontraba con las
costillas de su amante.

—Esto es por pensar algo así. Solo intentaba hacerte ver que
sea lo que sea, no es la peor cosa del mundo. Sé que no mataste a
nadie, Jesús. Por lo que dime como acabaste aquí sin nada. —Gabe
cogió la otra mano de Mika, parando los nerviosos tirones que
empezó a darle al sofá.
59
Mika exhaló temblorosamente. —En serio, no hice nada. Ser
gay, eso fue suficiente para que mi manada decidiera... echarme,
alejarme. Lo que sea. Lo dejé todo allí... —Cuando la voz de Mika
subió, Gabe deslizó sus brazos alrededor de él y los sostuvo
apretadamente. Mika le devolvió el abrazo mientras Gabe colocaba
su cabeza en el hombro de su amante.

—Podría haber cogido algunas cosas, cosas personales


supongo, pero mi casa era propiedad de la manada. —Mika se
encogió, empujando un poco la cabeza de Gabe—. Debería haber
permanecido calmado y pensar en lugar de solo irme, pero no podía
estar allí más tiempo. Estaba enfadado y herido, y tan jodidamente
sorprendido. ¿Cómo pudieron hacer eso? ¿Cómo pudo haberlos
dejado el alfa? Cristo.

—Lo siento tanto, bebé. Eso es realmente jodido. —Gabe


estaba intentando aplastar su enfado, intentando no decir nada
para empeorarlo, como ¿cuán retrógrada e endogámica es tu
manada? Mika soltó una maldición—. ¿Cómo pudieron hacer eso?
¿Y qué le pasó al otro cambiaformas gay de tu manada?

—Puedo olerlo, ya sabes, tu enfado. Es una esencia aguda casi


ahumada. —Mika besó la frente de Gabe y lo sostuvo más
apretado—. Me halaga que estés tan indignado en mi nombre,
Gabe. Y por cómo pudieron hacer lo que hicieron, bueno, el alfa es
el líder de la manada, y lo que él dice se hace. Pensé que Zane, mi
alfa, era un amigo, pero cuando los miembros de la manada
acudieron a él para decirle que querían que me fuera, los apoyó.
Claro, eran los de más rango de la manada, y eran muchos, pero
aún así… Como Alfa, todo lo que tendría que haber dicho era
“gilipolleces”. Pero no lo hizo. Y nunca he escuchado de ningún otro
cambiaformas gay en la manada de Zane, aunque si los ha habido,
probablemente se fueron antes de ser descubiertos.
60
Gabe se echó para atrás en el sofá, todavía abrazando a su
amante, pero necesitando ser capaz de mirar a Mika a los ojos. —
Vale, primero, tu alfa me parece un cobarde que cede ante la
presión. Ah-ah, déjame acabar. —Gabe esperó hasta que Mika cerró
la boca—. Segundo, ¿hay alguien por encima de él a quien puedas
acudir si quieres reincorporarte a la manada? Aunque no estoy
seguro de que sea una buena idea, pero si eso significa tanto para
ti... —No quería que Mika volviera a New México, pero si eso era lo
que necesitaba el hombre para ser feliz, que así fuera. Solo tenía
que llevar a Gabe con él.

—Supongo que podría apelar al alfa Civitas, el alfa a cargo de


todas las manadas de New México, pero…El estaría primero en la
línea de comando por encima de Zane, pero honestamente no sé si
merece la pena el esfuerzo. —Mika se encogió, no parecía nada
interesado en volver a su manada. Gabe no pudo evitar estar
sorprendido por las noticias de que había una cadena de mando.
Mika sonrió, entendiendo la mirada que Gabe no intentó esconder.

—Tenemos jerarquía de alfas. Están los alfas de manada, luego


en el siguiente nivel más alto está Civitas, luego Dux Ducis, y más
arriba el gran alfa malo, el Alfa Anax. Realmente no veo el porque,
en serio. Han hecho lo que han hecho. Nunca volvería a la manada
ahora. —Mika se inclinó y tomó la boca de Gabe en un beso tan
dulce que Gabe tuvo que cerrar sus ojos para evitar las lágrimas—.
No quiero volver, Gabe. Quiero esto, contigo.

¿Toda una jerarquía de alfas? Por alguna razón, Gabe solo


había asumido que había algunas manadas anónimas esparcidas.
No tenía ni idea... pero algo más llamó su atención. Gabe abrió sus
ojos y estudió a Mika, consciente de la tensión que sufría el cuerpo
del hombre. No, todavía no lo preguntaría. Mika todavía estaba
temeroso de confiar en él, aunque quizá no tenía nada que ver con
61
Gabe personalmente. Tenía la sensación de que ser echado de su
manada había herido a Mika horriblemente e hizo que para él fuera
difícil confiar tan fácilmente. Hacia el final, Gabe podía ofrecer algo
en lo que pensar.

—Entiendo cuanto duele eso, Mika. Cuando les dije a mis


padres que era gay, no solo me desheredaron, me informaron de
que era una abominación, un error, que iba a ir al infierno, lo que
se te ocurra. Pensé, en ese momento, que nunca lo superaría. —
Gabe soltó a Mika para poder ahuecar el rostro del hombre con sus
manos. Había simpatía y esperanza en la mirada dorada, y ambas
cosas le llegaron a Gabe tan profundamente que supo que había
perdido contra ese hombre. Le asustaba, pero nunca se había
considerado alguien que se guiara por el miedo.

—Entonces vine aquí, hacia mis abuelos. Ellos me amaron


incondicionalmente, y eso curó mucho del daño que mis padres me
hicieron. Siento que no tuvieras a nadie a quien acudir cuando tu
manada te echó, pero ahora lo tienes. —Y se sintió un poco mejor
bajo los oscuros ojos de Mika. Gabe dejó caer sus manos sobre los
hombros de su amante, apretando ligeramente para hacerle saber
que esa parte de la conversación había acabado por el momento.

—Lo siento, Gabriel. Tus padres... me alegra que tuvieras a tus


abuelos, y que me encontraras, que nos tengamos el uno al otro. —
La voz de Mika sonaba segura ahora, el tono herido de antes había
desaparecido. Bien, el hombre mejorando.

—Sí, nos tenemos. Y ambos olemos a sábanas de


adolescentes, sudados y cubiertos de semen. —Gabe se levantó,
señalando a Mika para que lo siguiera—. Entonces tu ropa, tu
identificación, casi todo, ¿todavía está en la propiedad de la
manada? ¿Lo tirarán, o podemos ir a buscarlo?
62
—No creo que lo tiren. Me fui con prisas, seguro, pero creo
que podrían empacar mis cosas y enviármelas aquí si lo pido. No
querrán que tenga una razón para volver. Tengo algo de dinero en
un par de cuentas; solo necesito el acceso a ellas. —Mika miró el
ordenador—. Si está bien, me gustaría usar tu ordenador para
hacer eso ahora, luego limpiaré muy rápido.

Gabe asintió, distraído por lo que Mika había dicho sobre su


manada. Entonces, no querían que volviera, ¿huh? Por alguna
razón, eso realmente cabreó a Gabe. Ya era bastante malo que
hubieran expulsado al hombre, pero ¿ni siquiera permitirle volver a
por sus cosas? No, a Gabe no le gustaba nada eso.
Capitulo 5
Mika estudió a su compañero, aunque todavía no podía usar
ese término en voz alta, mientras el hombre conducía hacia el
pueblo de Shasta. Quería abrirse a Gabe, compartir el enlace
mental que era una parte importante de ser compañeros, pero el
hombre no le había hecho más preguntas sobre la naturaleza de su
relación. Gabe había dicho que necesitaba tiempo, aunque ¿cuánto
había querido decir? Mika no se arriesgaría a que su compañero lo
echara; no creía que pudiera manejar algo así. Aún así, tenía que
admitir que Gabe había sido sorprendentemente comprensivo,
hasta ahora. Mika suspiró y decidió aflojar con algunas de las 63
preguntas que tenía sobre su compañero. Miró al otro lado de la
cabina de la camioneta hacia el hombre, entreteniéndose en el
perfil de su amante antes de recordar su objetivo.

—¿Cómo empezaste a rescatar perros abandonados aquí, si no


te importa que pregunte?

El lado de la boca de Gabe se alzó antes de que frunciera el


ceño. —No me importa que preguntes, Mika. —Gabe lo miró
rápidamente, entonces se concentró de nuevo en la carretera—.
Todd fue a por mí un día, no mucho después de que empezara su
trabajo como ayudante de sheriff. Acababa de terminarme el
desayuno en Chaz's Diner, y Todd entró viéndose fatal. Salimos
afuera, lejos de los cotilleos de un pequeño pueblo, y me dijo que
acudió a una llamada con Kaufman sobre perros callejeros en casa
del viejo Markum. —Se detuvo, cogiendo aire.

Mika no pudo evitar apretar el muslo de Gabe, ofreciéndolo


consuelo de la única manera que podía ahora. Gabe apartó una
mano del volante y agarró la mano de Mika girándola para poder
entrelazar sus dedos juntos.

—De todas formas, Markum había encerrado a los tres perros,


y cuando Kaufman y Todd llegaron, el sheriff envió al viejo dentro y
procedió a coger un bate de béisbol y...

Mika podía ver las lágrimas de Gabe en sus ojos. Sabiendo que
el dulce corazón de su compañero dolía por la crueldad del Sheriff
Kaufman hizo que el temperamento de Mika se alzara. No había
nada que quisiera más que coger un bate contra ese cabrón. Y por
Todd...

—¿Qué hizo Todd? No me digas que solo se quedó ahí quieto


como una nenaza. —Mika vio un brillo en el ojo de Gabe y supuso
64
que probablemente se hubiera mordido la lengua. Esa pasividad no
era algo que entendiera.

—Todd no es una nenaza, Mika. No lo conoces, o sabes por lo


que ha pasado. —La ira de Gabe dirigida ahora contra Mika, pero al
menos la tristeza se había alejado de sus ojos. Era lo que Mika
quería hacer.

—Entonces dime, para que no diga o haga algo que ponga en


la lista de mierda de tu amigo, —masculló Mika. Gabe empezó a
apartar la mano, pero Mika apretó el agarre y sacudió la cabeza. No
iba a permitir que su compañero escapara de él.

—Bien, —gruñó—. Solía pasar los veranos aquí con mis


abuelos. Así es como conocí a Todd; era el único amigo que tenía
aquí. Venía y jugábamos juntos. Al principio no pensaba para nada
en los pequeños morados que veía aquí y allá, pero un día cuando
apareció, caminaba realmente tenso. Cuando le pregunté, solo
empalideció y pasó del tema. Más tarde, estábamos bromeando
sobre alguna estúpida mierda y le palmeé la espalda, y cayó de
rodillas. No gritó ni nada, solo siseó, y sus rodillas golpearon el
suelo antes de que cayera de cara.

El estómago de Mika se revolvió cuando se dio cuenta de lo


que debió pasarle a Todd cuando era un niño. El abuso infantil
estaba muy por debajo de la media nacional en las manadas de
cambiaformas, porque los niños eran raros y preciosos, pero
pasaba en ocasiones.

—Grité llamando a la abuela y ambos, ella y el abuelo,


vinieron corriendo. Todd solo estaba...fuera. Inconsciente. Cuando
el abuelo lo llevó dentro y le quitó la camiseta... Dios, Mika. Nunca
he visto nada como eso. Nunca entenderé como los padres pueden
ser tan jodidamente crueles. —Gabe estaba sacudiendo la cabeza, y
65
Mika estaba bastante seguro de que no estaba hablando solo de los
padres de Todd. Habiendo tenido unos padres fantásticos, antes de
que desaparecieran en los bosques de Colorado, Mika no tenía
ninguna respuesta. Suponía que era cuestión de suerte, donde
nacías.

—Lo siento, Gabriel, siento haber llamado a Todd nenaza,


siento lo de sus padres, y los tuyos. —Se llevó la mano de Gabe a
los labios, presionando un casto beso en la parte de atrás–. Algunas
personas nacen de una forma, y otras se hacen. Ambos, tú y tu
amigo son personas bastante fuertes por no ser como vuestros
padres. — Era lo mejor que Mika podía ofrecer cuando su cuerpo
dolía por sostener a su compañero más cerca y aliviar su dolor.
Gabe asintió, llevando sus manos al pecho.

—Gracias, Mika. Ayuda, ¿sabes? Solo escucharte decir eso. —


La sonrisa que le envió hizo que Mika se sintiera como si tuviera
mariposas en el estómago.
—De todas formas, Todd estaba bastante paralizado por el
miedo, luego agobiado por la culpa. Cuando me dijo lo que había
pasado, tuve que suplicarle que mantuviera su trabajo. Siempre he
sentido una afinidad por los perros... y aparentemente lobos, o al
menos un lobo. —Gabe sonrió y le guiñó un ojo a Mika—. Le dije
que necesitaba quedarse y hacerme saber cuando fuera que
hubiera una llamada de perros callejeros. Construí las casetas en el
granero, puse una página web, entonces dejé que el Sheriff
Kaufman supiera que iba a seguirle los talones, por decirlo de
alguna forma.

Mika gruñó por la estúpida broma, pero el hecho era que no


podía estar más orgulloso de Gabriel. Sabía estaba consiguiendo lo
mejor de su relación.
66
—Eres un tipo bastante especial, —ofreció Mika, sin
preocuparse por verse como un tonto por decirlo. Alguien
necesitaba decirle a Gabe el tesoro que era. Mika con gusto se
tragaría su orgullo y lo haría. Consiguió un bono adicional cuando la
punta de la oreja que se veía del perfil de Gabe se puso roja.

Sí, eso era tan mono que Mika se rindió y se desabrochó el


cinturón lo bastante para deslizarse en el asiento y atrapar esa roja
oreja con la lengua. Gabriel gimió suavemente y soltó un segundo
el volante, haciendo que la camioneta girara antes de ponerla de
nuevo bajo control. Mika rió y volvió a sentarse en su sitio,
poniendo el cinturón en su lugar mientras Gabe lo miraba con una
mirada enfadada.

—Sabes, esa es una buena forma de matarnos, Mika, —Gabe


apuntó, pero Mika podía ver la risa en los ojos del hombre, y la
dureza que se presionaba contra la bragueta de sus jeans.
Maldición, el hombre era caliente. Mika sabía que su propia polla
estaba intentando salir de sus pantalones, enviando dolorosos
calambres a sus bolas.

—Sí, bueno, tendrás que tomar el camino largo a la clínica


veterinaria o algo, porque estas, —apuntó a ambas pollas— son
algo que no vamos a ser capaces de ocultar.

Gabe gimió, luego encendió el aire acondicionado tan fuerte


como pudo y bajó dos de los conductos de ventilación en dirección
a su polla. Mika no pensaba que fuera a ayudar, pero era lo mejor
que podían hacer, sin aparecer en la clínica oliendo a semen.
Empezó a mover los otros dos conductos de ventilación.

67
Adam los saludó en el área de recepción tan pronto como
entraron en la clínica. Miró a Mika, la curiosidad evidente en su
mirada, notando la mano que había colocado en la espalda de
Gabe.

—Ah, hola, Gabe. —Adam se acercó, extendiendo su mano


hacia Mika—. Hola, soy Adam Soames, encantado de conocerte. —
Su mirada era más interrogadora que otra cosa mientras miraba a
Mika. A Gabe todavía no le gustaba.

Mika extendió la mano para estrechar la del veterinario. —Mika


Blackwell, encantado de conocerte.

Adam miró a Gabe mientras acababa el apretón de manos.


Gabe pensó en no darle una explicación solo para ver cuanto
aguantaba sin preguntar, pero decidió que eso era un poco tonto.

—Mika es un amigo mío, —explicó— un amigo muy cercano. —


Decir que eran pareja, cuando Mika acababa de aparecer, habría
sido difícil de explicar. Con suerte, el hombre estaría bien con eso.
Mika acarició la espalda de Gabe gentilmente, haciéndole saber que
lo entendía.

—Bueno, es un placer conocerte, Mika. ¿Escuchaste sobre el


lobo que rescató Gabe? —Adam todavía miraba a Mika
especulativamente cuando preguntó. La puerta de la clínica se abrió
y Todd entró, impidiendo la respuesta a la pregunta del veterinario.

—Hey, Gabe, vi tu camioneta... —Todd se detuvo, sus ojos


agrandándose cuando vio a los dos hombres que obviamente
estaban juntos.

Gabe suspiró. A ese ritmo, nunca saldrían de aquí. Se giró e


hizo las presentaciones de nuevo, dividido entre gruñir y sonreír
68
con suficiencia cuando Todd miró a Mika con apreciación. La sonrisa
de suficiencia ganó, porque, realmente, no podía culpar a nadie por
babear un poco por Mika. Además, cuando Adam no estaba
mirando, Todd se comía al hombre con la mirada. Por la ceja que se
levantó en su frente, parecía que Mika también lo notó. Cuando los
ojos de Mika se atrevieron a bajar a la tienda de campaña en los
pantalones de Todd, Gabe miró a Mika y le dio un ligero codazo en
las costillas. Mika rió y golpeó con su cadera la de Gabe. Sus ojos
estaban iluminados por la diversión.

Maldición, no había forma de que pudiera estar cabreado,


pensó Gabe, no cuando se veía tan jodidamente sexy. La mirada de
Mika bajó a la polla de Gabe, la cual se estaba convirtiendo en un
bonito bulto. La diversión se convirtió en lujuria, causando que el
bulto se hinchara.

—Para, —siseó Gabe. A ese ritmo, iba a tener que caminar con
una mancha de humedad. Dios.
—Entonces, ¿estabais hablando del lobo que desapareció? —
preguntó Todd. La mirada de Adam fue hacia Gabe.

—Realmente, todavía tengo que escuchar los detalles del


propio Gabe, —dijo Adam.

—El lobo escapó, creo que a través de la ventana que dejé


abierta, o quizá no cerré del todo la puerta. Pasó después de la
tercera vez que me levanté para comprobar la IV. Pasé al menos
una hora buscándolo, entonces... Mika apareció. Siento no haber
llamado, he estado ocupado. —Oh mierda, ¿realmente había dicho
eso? Aparentemente el nuevo color favorito de Gabe era el rojo-
embarazoso. Observó las miradas que Todd y Adam le lanzaron al
cuello. Joder.
69
Los ojos de Adam se iluminaron. —Ocupado, ¿huh?

Gabe quería derretirse en el suelo. Mika deslizó un brazo


alrededor de la cintura de Gabe, acercándolo.

—Gabe se hace cargo de demasiado con los rescates, y perder


al lobo realmente le entristeció. —La voz de Mika permaneció
calmada, pero Gabe podía sentir la necesidad del hombre de
proteger. Apretó un poco el culo de Mika. Con suerte entendería.

—Nunca he oído hablar de ti antes Mika, sin ofender. —Todd


miró al hombre en cuestión, sospechando—. ¿Dónde os conocisteis?

Mika apretó la cintura de Gabe ligeramente en advertencia. —


Nos conocimos en San Antonio, cuando Gabriel estaba llevando a
uno de sus perros rescatados en adopción, y yo había bajado de
New México para visitar a familia. Decidimos no mencionar nuestra
relación en caso de que las cosas no funcionaran, ¿ya sabes?
Bueno, sonaba plausible, supuso Gabe. Nunca había sido de
los que besaban y lo contaban. O joder y contar. Todd asintió,
aunque Gabe no estaba seguro de que el ayudante del sheriff
estuviera convencido, pero quizá al menos dejó el tema por ahora.

—¿Estás seguro de que el lobo escapó, Gabe? —Adam tenía


una mirada preocupada, y Gabe pensó que sabía por qué.

—Sí. El Sheriff Kaufman pasó para alzar un puño por lo de


coger al lobo. Y no había rastros de otra persona en mi casa. Si ese
idiota hubiera hecho algo al lobo, habría fanfarroneado sobre ello.
—Gabe puso los ojos en blanco, una reacción que el sheriff a
menudo le causaba.

—El hombre es un jodido loco, —Adam masculló cuando


70
escuchó el resto de la historia de la visita del sheriff.

—Te dejaste el “imbécil”, —corrigió Mika—. Es un jodido loco e


imbécil.

Adam, Todd y Gabe rieron completamente de cuerdo. Hubo


una rápida ronda de despedidas mientras Todd se dirigía de vuelta
a su deber. Gabe se giró hacia Adam y pensó que lo había pillado
estudiando el culo de Todd mientras se alejaba caminando, pero no
estaba del todo seguro. Se encogió mentalmente y se aclaró la
garganta para llamar la atención de Adam.

—Entonces, Adam, ¿quieres hablarme del nuevo rescate? —


Gabe estaba listo para volver a su casa con Mika; tenían algunos
asuntos... inacabados. Adam asintió.

Tengo un cachorro de golden retriever, de cuatro meses, saltó


de la parte de atrás de la camioneta del propietario, —dijo
enfadado. El veterinario tenía un verdadero problema con los perros
sueltos en la parte de atrás de las camionetas, lo que significaba
que le enfadaba mucho por eso cuando la gente de la zona lo
hacía–. El cachorro se rompió la cadera. Le dije a los propietarios
que necesitaba un tornillo quirúrgico en la cadera, pero los
propietarios no quieren pagar por él. Después de comprobar los
rayos X de nuevo, les llamé y les dije que podía ponerle una
escayola, no sería perfecto, el cachorro podría tener quizá algo de
artritis, pero sería mucho más barato. ¿Sabes que dijeron? — Adam
se veía realmente disgustado.

—¿Estoy pensando que no? —Gabe contestó tentativamente.

—No solo no, sino que me dijeron que solo lo pusiera a dormir
mientras ellos compraban otro cachorro para remplazarlo. Me
gustaría saber como se sentirían si les hicieran la eutanasia porque
71
se han roto la cadera. ¡Una cadera rota hace que la gente sea
jodidamente idiota!

Gabe y Mika miraron a Adam. El hombre estaba furioso; Gabe


no había escuchado a Adam usar la palabra con “j” antes, pero la
estaba soltando como un profesional.

—Lo siento, solo me cabrea que la gente trate a sus mascotas


como posesiones prescindibles. —Adam los llevó a las casetas,
dirigiéndose a la fila de las jaulas más pequeñas de recuperación
que estaban contra la pared más lejana. Se detuvieron delante de
una con un cachorro de pelo amarillo que llevaba una gran
escayola. Alrededor de la escayola había un protector de color
violeta oscuro. Gabe sintió que su corazón se derretía cuando el
cachorro alzó sus grandes ojos marrones hacia él e intentó menear
la cola. Ah, ese es una joya. No había forma de que pudiera darle el
cachorro a alguien más.
Gabriel podía sentir la mirada de Mika en él, lo sintió entender
sus movimientos y, muy probablemente, sus emociones, si esas
emociones causaban un cambio en la química del cuerpo. Se giró
hacia Mika y pensó sip, el hombre sabe lo que siento ahora, igual
que Gabe podía leer la sonrisa y aceptación en el rostro de Mika.

—Sabes que no seré capaz de separarme de este, —advirtió


Gabe. Mika asintió, estirando la mano para acariciar la mejilla de
Gabe.

La sonrisa de Adam casi le quiebra la cara. —Amor a primera


vista, ¿huh? —Se giró y empezó a reunir las cosas para su paciente,
el enfado anterior olvidado.

—Sí, —estuvo de acuerdo Gabe— es seguro. —Y ese era el


momento para el siguiente paso en su relación. Gabe miró a Mika,
72
la necesidad creciendo y calentándolo en el interior. Los ojos de su
amante se ampliaron antes de llenarse de calor mientras la sonrisa
sexy florecía.

—Ya sabes, —dijo la voz de Adam animada y bromeando—,


no sé lo que estáis haciendo vosotros dos, pero incluso de espaldas,
siento la necesidad de sonrojarme. Marchaos.

Riendo y agradeciendo a Adam, Gabe y Mika cogieron al nuevo


miembro de su familia y las cosas y se dirigieron a casa.

Mika y Gabe metieron al cachorro dentro e intentaron


encontrar el mejor lugar para que durmiera. Ya que iba a tener que
dejarlo en la jaula portátil durante un tiempo para evitar que se
hiciera más daño en la cadera, decidieron que el dormitorio extra
sería la mejor opción. Estaba cerca, pero no lo bastante como para
que el olor de cualquier accidente fuera extremo. Bueno, no para
Gabe, de todas formas, y supuso que era lo bastante bueno. Mika
probablemente notara olores como ese a millas de distancia.

—¿Quieres cenar, Mika? —preguntó Gabe desde la cocina,


buscando en la nevera un par de bistecs. Chilló y sintió que su
corazón se detenía cuando un par de manos agarraron su culo.

—¿Estás en el menú, Gabriel? —ronroneó Mika apretando sus


apretados cachetes. La polla de Gabe se hinchó de forma tan dura y
rápida que temía haberse hecho daño. Jesús, su hombre era
peligroso. Se echó para atrás, restregando su culo contra las manos
de Mika.

—Puede ser, aunque creo... —el resto de la frase se cortó


73
mientras Mika giraba a Gabe y devoraba su boca. Gabe le
correspondió con un hambre igual. Las lenguas empujando
entrelazándose, simulando el acto que seguía. Tropezaron hasta el
dormitorio, tirando sus ropas por la casa por la prisa. La espalda de
Gabe golpeó el colchón, y Mika se bajó sobre él, atrapándolo con
sus codos y brazos.

Gabe tuvo un breve flash de claridad y se dio cuenta de que


podrían tener un problema. Gimió y golpeó el pecho de Mika. —
Condones. ¡No tengo ningún condón! —Gabe pensó que lloraría si
no conseguía algo más de Mika. Pronto.

—Mírame Gabe. ¿Qué ves? —Mika se tensó sobre Gabe.

¿Qué quería decir el hombre? Gabe estaba demasiado ocupado


intentando no llorar de decepción para concentrarse. Sacudió la
cabeza, desconcertado.
—¿No te has dado cuenta de que todas mis heridas se han
curado? ¿Ni una cicatriz? —Una sonrisa traviesa apareció en la boca
de Mika.

—Tú... —Gabe pasó la mano por la piel donde Mika había


tenido las heridas. No podía ni sentir la diferencia en la piel, ¡ni
donde la bala había atravesado la espalda de Mika! Gabe sintió que
fruncía más el ceño—. ¿Eso qué significa?

— Significa, —Mika bajó su cabeza y mordió las mejillas de


Gabe— que como cambiaformas, me curo muy rápido, y los
cambiaformas somos inmunes a casi todas las enfermedades, con
la excepción del cáncer.

El corazón de Gabe se aceleró. —Entonces no necesitamos


condones. —La sola idea hacía que Gabe se retorciera, pero no de
74
forma mala, para nada.

—Entenderé si no te sientes cómodo; siempre he usado


condones con los no-cambiaformas. Podemos esperar...

—¡No! —Gabe no estaba ni avergonzado por su entusiasmo—.


No. Mika, vi perfectamente que sanaste perfectamente. No dudo de
ti. —Las siguientes palabras de Gabe tuvieron su polla pulsando y
sus bolas doliendo—. Nunca lo he hecho a pelo, pero te deseo,
ahora. —Alcanzó a Mika y lo bajó, abriéndose para su beso.

—Gracias, —masculló Mika contra los labios de Gabe. Gabe


sabía lo que Mika quería decir, gracias por confiar en mí, por creer
en mí. Gabe no necesitaba su agradecimiento, y cuando mordió el
labio inferior de Mika, Gabe se aseguró de que Mika captara el
mensaje.

Mika restregó sus caderas contra las de Gabe, restregando sus


pollas juntas. Gabe gimió cuando sus bocas se encontraron, y
chuparon y mordieron los labios y lengua del otro. La protesta de
Gabe por el fin del beso se paró cuando Mika lamió su cuello y bajó
por su pecho hacia los pezones marrones. Gabe arqueó su espalda
mientras agarraba la cabeza de Mika, necesitando más. Mika pasó
sus dientes por uno de los pezones y pellizcó el otro entre su pulgar
e índice.

—¡Joder! ¡Mika, por favor! —Gabe empujó sus caderas,


jadeando con el placer de la fricción por el movimiento—. ¡Otra vez!
—ordenó, y sabía que sus ojos debían estar en blanco.

—Pronto, Gabriel, solo déjame saborearte, —dijo Mika, luego


se deslizó abajo hasta que sus hombros estuvieron entre los muslos
de Gabe—. Dobla tus piernas, bebé.
75
Alzó sus piernas, doblando sus piernas y alzando su culo con
los talones. Mika rió por su entusiasmo, inclinándose para lamer el
saco de Gabe mientras ponía sus manos bajo él, separando las
nalgas. Pasó la punta de sus pulgares por el apretado agujero y
chupó gentilmente una de las sensibles nalgas. Gabe gimió y
empujó hacia abajo, intentando montar los pulgares de Mika.

Mika sonrió y engulló la cabeza de la polla de Gabe, empujó


ligeramente en el anillo fruncido. Un fuerte calor pasó por Gabe por
la penetración, sus caderas empujando mientras enterraba su polla
hasta la base en la boca de Mika, bajando por su garganta. Chorros
de leche salieron mientras Gabe apretaba los talones en el colchón,
maldiciendo.

Mika gemía mientras tragaba, la vibración viajando por la


longitud de la polla de Gabe e intensificando la fuerza de su
orgasmo hasta que Gabe pensó que se desmayaría de placer. Antes
de que Gabe pudiera formar un pensamiento coherente, mucho
menos una frase, Mika empezó a lamer la polla de Gabe, largas y
lentas caricias con su lengua que lo mantuvieron en una niebla de
intensa necesidad.

Gabe no parecía que pudiera hacer funcionar su cerebro.


Escuchó a Mika diciendo algo sobre lubricante e intentó contestar.

—Ugh. —Gabe abrió el cajón de la mesilla de noche y encontró


el lubricante. Lo tiró sobre su estómago, observó como Mika
derramaba una gota y la extendía sobre su polla. Extendió la mano
para ayudar pero Mika apartó su mano.

—Si me tocas ahora, voy a disparar antes de poder estar


dentro de ti. Necesito estar dentro de ti cuando me corra. —
Derramó más lubricante en sus dedos y trabajó en su agujero
ajustado. Gabe gimió, empujando contra el dedo, intentando
76
conseguir más.

—Joder, bebé, estás tan apretado, tan caliente, —dijo Mika,


deslizando otro dedo dentro del canal. La polla de Gabe se llenó de
sangre, endureciéndose mientras los dedos dentro de su culo
tocaban su glándula.

—¡Mikamikamika! ¡Hazlo de nuevo! —Gabe sintió el placer


retorciéndose en su interior mientras Mika acariciaba la glándula de
nuevo, empujando y haciendo tijera con sus dedos para preparar a
Gabe para la penetración que se acercaba. Gabe gimió y alcanzó su
propia polla, incapaz de resistir mientras Mika gemía cuando le
observaba. Mika sacó sus dedos y gateó por encima del cuerpo de
Gabe, atrapando la mano de Gabe entre ellos mientras alineaba su
polla con el agujero bien preparado. Besando a Gabriel, Mika
flexionó sus caderas y empujó la cabeza de su polla dentro del
húmedo calor. Los ojos de Gabe se abrieron de golpe y jadeó en la
boca de Mika, los músculos apretando alrededor de su polla.
—Relájate, Gabe, déjame entrar, por favor, —gimió Mika.

Gabe jadeó, intentando relajarse contra la ardiente invasión de


su culo. —Lo intento, oh mierda, ¡Mika!

—Cálmate, bebé, será tan bueno, —animó Mika, acariciando la


cadera de Gabe. Gabe asintió y soltó largas respiraciones, entonces
empujó contra la polla de su amante. Mika gritó cuando su polla se
deslizó profundamente, enterrándose hasta que sus bolas
presionaron el culo de Gabe.

—¿Estás bien? —Mika miró a Gabriel, apretando sus dientes


mientras esperaba la respuesta.

—A-a-arde un poco, solo un minuto, —tartamudeó Gabe.


77
Jesús, había estado un poco preocupado por tomar la polla de Mika,
pero la deseaba. Sí, lo hacía, por lo que se relajó, dejando ir el
pánico que sintió cuando la enorme polla entró en su culo. El placer
se disparó por su cuerpo, apretando sus bolas.

—Por favor, Mika, ¡muévete! —Se agarró los muslos por detrás
y alzó las piernas, abriéndose para Mika. Gabe pensó que Mika
intentaba decir algo, pero todo lo que salió de su boca fueron
sonidos estrangulados mientras se cerraban sus párpados y sus
caderas empezaron a empujar, lenta y profundamente. Gabe movió
sus caderas, listo para una monta más dura. Mika gimió, moviendo
sus caderas más rápido, golpeando ese dulce lugar dentro de Gabe.

—¡Joder! ¡Mika! —Gabe deslizó una mano desde su muslo a su


polla y se acarició una vez, dos, luego gritó el nombre de su
amante mientras se corría, disparando gruesos chorros de semen
en su estómago y manos. Mika gimió cuando Gabe se corrió, sus
músculos apretando la polla de Mika mientras Gabe alcanzaba el
éxtasis.

—Jodidamente hermoso, Gabe. —Mika se inclinó y chupó el


cuello de Gabe, marcándolo mientras follaba más duro y rápido.
Gabe observó como el orgasmo de Mika llegaba, sintió la polla de
su amante moverse antes de que se derramara en las
profundidades del culo de Gabe, marcándolo con cada disparo de su
leche.

—Maldición, —masculló Mika, tambaleándose sobre Gabe.

—Sí, maldición, —estuvo de acuerdo Gabe entonces atrajo a


Mika, tomando su peso, y le dio un lánguido beso. Se sentía tan
bien, correcto, tener a un hombre sobre él, dentro de él. Saciado de
una forma que nunca había experimentado antes, Gabriel se
durmió.
78
Gabe rodó y estiró el brazo, tocando solo sábanas. ¿Qué
demonios? Sus ojos se abrieron y se sentó, buscando a Mika. Sin
encontrarlo, Gabe salió de la cama, su estómago gruñó por la cena
perdida. ¿Dónde estaba el hombre?

Mika debió escucharlo moverse y llamó a Gabe en segundos.

—Estoy aquí con el cachorro, bebé. Tenía que darle los


antibióticos y la medicina para el dolor.

Oh. Oh mierda. Se había dormido cuando tenía a un cachorro


herido que cuidar. Eso hizo que Gabe se sintiera como una mierda.
Se apresuró a la habitación de al lado, sin preocuparse de su
desnudez. Mika estaba agachado, unos pantalones de deporte
abrazando su magro culo. Mmm. Mirar eso hizo que otras partes de
Gabe se pusieran hambrientas. Dios, Gabe no podía creer que se
había convertido en un maníaco sexual. Bueno, como solo era por
un hombre, quizá no lo calificarían de comportamiento maníaco.
Esperaba.

—¿Cómo le va al cachorro? —Gabe se forzó para mirar al


cachorro y no el culo de Mika.

—Bien, considerándolo todo. Creo que las pastillas para el


dolor lo dejaron cao.

—Mmm, —estuvo de acuerdo Gabe, comiéndose con los ojos


la parte de atrás de Mika, lo que le hizo preguntarse—. ¿Uh, Mika?

—¿Si, bebé? —contestó con un tono distraído.

—¿Te curas de todo? —La vaguedad de su pregunta hizo que


Gabe se sintiera como un idiota—. Quiero decir, no hay muertes
79
antinaturales, ¿por lo rápido que os curáis?

Mika acarició un poco más al cachorro, luego cerró la perrera


portátil. Encarando a Gabe, apuntó a su cuello. — Sanamos
increíblemente rápido, pero hay cosas de las que no nos podemos
recuperar. La plata no nos hiere, a menos que sea una bala en la
cabeza. —Los ojos de Mika tenían una mirada distante,
ensombrecidos por recuerdos antes sacudir la cabeza para
apartarlos—. Cualquier bala en la cabeza, o una larga caída,
accidentes de coche, decapitación... La lista es larga, pero se
necesita un trauma severo para matar a uno de nosotros. Pasa. —
Mika se encogió y le guiñó un ojo a Gabe.

—¿Eso es algo de hombres lobo? —Tenía la sensación de que


veía algo del lobo. Claro, las cejas oscuras de Mika estaban juntas,
casi tocándose sobre el puente de su nariz. Jeje, pensó Gabe, esto
es divertido.
—Soy un cambiaformas, no un... no algún monstruo de
Hollywood, —soltó Mika, y Gabe tuvo que morderse la mejilla para
evitar reír.

—Bueno, —preguntó, ¿cuál es la diferencia?— porque,


realmente, quería saberlo

Mika frunció el ceño, viéndose sobrecargado. —Los hombres


lobo no son reales. Nosotros sí. No cambiamos solo con la luna
llena, podemos cambiar cuando queramos. Y los cambiaformas no
van por ahí atacando lo que se les cruza por el camino. Y, —se
detuvo para poner énfasis— no podemos convertir a nadie en
hombre lobo, o cambiaformas, al menos no solo mordiéndolo.

Vale, eso quedó claro, pensó Gabe. No. Entonces, hey...


80
—¿Qué quieres decir con que no podéis convertir a alguien en
cambiaformas, al menos no solo mordiéndolos? —Realmente no
había pensado en si podría o no convertirse en uno, pero ahora
Mika lo había mencionado, sentía curiosidad.

—Es, ah...uh, es un intercambio de sangre y fluidos


corporales, entre...ah, —Mika masculló, el sonrojo tiñendo sus
mejillas.

—En serio. ¿Qué fluidos corporales, exactamente? —Gabe


quería saber que, porque si no había otros cambiaformas gay,
entonces como podía alguien saber que tenía que intercambiarse? A
menos que hubieran casos de hembra cambiaformas cambiando a
macho, lo que sería de donde suponía que saldría la información.

Mika se pasó una mano por el pelo. —Bueno, es... Para


intercambiar, uh, cada persona tiene que... ¡mierda!
—¿Qué? ¡Eso está jodidamente mal, Mika! —Gabe sabía que
sus ojos se le salían de la cabeza.

La mandíbula de Mika cayó entonces la cerró con un clic de los


dientes. —¡No! No, quería decir “¡mierda, la estoy jodiendo!” Juro
por dios, Gabe...

Gabe estalló en carcajadas tan fuertes que se agarró los


costados, lágrimas rodando por sus mejillas. —Dios, Mika, ¡tu cara!
—Gabe rió de nuevo, doblándose casi en dos e intentando respirar.

—¿Sí? Bueno, tú te veías bastante asustado, amigo. —La


irritación en la voz de Mika hizo que Gabe riera de nuevo. Mika lo
miraba como si estuviera loco, pero Gabe no podía evitarlo. Estaba
feliz, y la risa salía fácil. Se las arregló para levantarse, alcanzando
la mano de su amante.
81
—Vamos, Mika, déjame ponerme unos jeans y nos haré unos
bistecs, luego puedes decirme quien intercambia qué.
Mika lo miró cautelosamente pero lo siguió.

Gabe colocó los platos en la mesa, llenos de gruesos bistecs,


patatas y mazorcas de maíz. Le encantaba ser capaz de cocinar
toda una comida a la barbacoa, prefería estar fuera al aire libre que
dentro sudando en el fuego. Sacando un par de cervezas de la
nevera, le pasó una a Mika y se sentó delante de él.

—Entonces, ¿quieres explicarme el intercambio mientras


comemos?

Mika sacudió la cabeza y palideció un poco. Quizá no debería


haberse reído tanto del pobre hombre. Gabe observó a su amante
mover la comida, comiendo como si no hubiera comido en días. Era
sensual verlo. El disfrute de Mika derivado de la comida hacía que
la polla de Gabe se endureciera, poniéndose completamente erecta.
Maldición, y ¡eso era solo por observar al hombre comiendo! Alargó
la mano para ajustarse bien, removiéndose en el asiento. Mika se
detuvo, el tenedor en medio del aire. Una lenta y sexy sonrisa
apareció mientras miraba a Gabe.

—¿Qué? —le preguntó Gabe, ocultando su propia sonrisa.


Sabía porque Mika sonreía así.

—¿Tienes un problema ahí, Gabriel? —la voz de Mika era


suave como la seda y caliente como el infierno.

—No lo llamaría un problema, nop, no del todo, —contestó


82
Gabe igual de sedosamente, luego añadió—, lo llamaría postre. —
Ha, Gabe supuso que eso pondría fuego en los ojos de Mika, y así
fue.

—En serio. Bueno, es algo bueno que tenga una enorme...


afición a los dulces, —presumió Mika. Gabe gimió.

—Mika, esto es solo... —Bueno, el hombre tenía un algo


enorme, por lo que lo dejó pasar por esta vez. Mika rió y volvió a
comer.

—Oh, ¡tú mierda! —la voz de Gabe estaba cerca de un chillido


mientras saltó cuando sintió el pie de Mika deslizarse por la parte
interna de su muslo y presionar ligeramente contra sus bolas.

—Siempre puedo quitar mi pie, si no te gusta, —ofreció Mika,


aunque Gabe decidió que era más una amenaza.
—Oh, ¡no lo harás! —Gabe agarró el pie, atrapándolo en el
lugar—. Si quitas tu pie seré un hombre cabreado, —dijo mientras
apretaba el pie. Empezó a comer más rápido, casi engullendo la
comida mientras el pie se deslizaba por su polla, restregando arriba
y abajo.

Mika se detuvo en medio de una caricia, esperando hasta que


Gabe parara de toser. El pie volvió a moverse, pero esta vez se
deslizó por su polla, bajo sus bolas, buscando debajo. Los dedos de
los pies se movieron y Gabe gimió. Mika apartó su pie y se levantó
tan rápido que su silla se cayó.

—¿Has acabado? —preguntó, agarrando el brazo de Gabe.


Asintió y fue levantado tan rápido que su cabeza dio vueltas.

Mika lo empujó de espadas contra los armarios de la cocina. —


83
Quítate los pantalones, bebé, ahora.

Gabe estiró la mano, frenético abrió sus jeans, bajándoselos


junto a sus bóxers hasta los tobillos. Mika se arrodilló y se los
quitó, pasando su mano por un suave y grande pie. Palmeando la
parte de atrás de la rodilla de Gabe, dobló la pierna de su
compañero, alzando el elegante pie y pasando la lengua por el arco.

Gabe se removió, casi golpeando a Mika en la cabeza antes de


poder controlar su reacción.

—Eso hace cosquillas, ¡maldición!

—Y obviamente eso es malo para mi salud ya que podría llevar


a la separación de mi cabeza y mis hombros, —bromeó Mika. Besó
las pantorrillas de Gabe, siguiéndolas con suaves toques de sus
manos hasta que Gabe se retorcía, su excitación tan fuerte que
podía olerla y saberlo abrumaba los sentidos de Mika. Mika se
detuvo en la parte interna de los muslos de Gabe, animándolo a
separar más sus piernas.

Gabe se estremeció por otra razón ahora, sintiéndose un poco


avergonzado mientras Mika lo miraba, estirado y esperando, todas
sus partes mostrándose. Mika alzó una temblorosa mano,
acercándola a Gabriel antes de vacilar mientras se encontraba con
los ojos de Gabe.

—No sé que tocar primero, esa hermosa polla moviéndose


contra tu estómago, dejado rastros perlados blancos con cada
movimiento, o el saco que cuelga debajo que es pesado, o...

Gabe casi se corre entonces y allí y estiró la mano para


tocarse las bolas en un intento de evitarlo. —¿Estás intentando
matarme? O quizá necesites algo de ayuda. Chúpamela, Mika. Pon
84
mi polla en tu boca.

Mika sonrió a Gabe y obedeció, girando su lengua alrededor de


la cabeza antes de chupar la polla de Gabe, sin detenerse hasta que
su nariz estuvo enterrada en el vello púbico de Gabe. Gabe gimió y
se estremeció, apretando sus manos en el cabello de Mika.

Mika tragó, masajeando con su garganta, chupando con sus


mejillas, girando su lengua, y poniendo de puntillas a Gabe cuando
su espalda se arqueó y gritó con su orgasmo. Gabe siguió
empujando, tirando del cabello de Mika mientras disparaba semen
profundamente en el calor succionador que lo envolvía. Gabe pensó
que iba a morir de placer. Mika chupó su polla hasta que dejó de
temblar, y Gabe supo que si el hombre no lo hubiera empotrado
contra el armario, abría caído al suelo de cara.

Relajado como podía estar, Mika se levantó junto a Gabe,


restregando sus pollas juntas. El toque sacó un gemido de Gabriel y
tuvo sus caderas moviéndose solas.

—Déjame cuidar de ti, —dijo Gabe mientras Mika se


apoderaba de su cuello y empezó a chuparle y morderle.

Mika se apartó solo lo suficiente para contestar. —Solo...


tócame, Gabe. No puedo... No voy a durar mucho.

Gabe envolvió la mano alrededor de la enorme polla de Mika,


acariciándola firme y rápidamente. La otra mano bajó, apretando
las tirantes bolas del hombre. Su propia polla llamó la atención
mientras Mika gemía bajo, caderas moviéndose espasmódicamente
mientras se agarraba a Gabe. Mordió el hombro de Gabe, fuerte
pero sin romper la piel, cuando se corrió. Gabe gimió por el
mordisco y la sensación de la polla de Mika disparando leche entre
ellos. Sintió las caderas de su amante moverse duro una vez más,
85
lo sintió lamer la marca de mordida de su hombro. Jesús, el
hombre era jodidamente caliente, y la polla de Gabe estaba casi
lista de nuevo.

—¿Eso te tranquiliza, Mika? —sonrió Gabe, los brazos


envueltos alrededor del hombre. Mika se veía mareado y muy sexy.
Gabe empujó su polla contra el estómago del hombre.

—Solo déjame...recuperar...el...aliento, —contestó Mika,


todavía jadeando mientras abría los ojos. Gabe supo el momento
en que vio la marca de la mordida. Los ojos de Mika se agrandaron,
y se veía como si se sintiera culpable como el infierno.

Mika alzó una temblorosa mano para acariciar la marca,


maldiciendo suavemente. Gabriel no veía porque el hombre estaba
siendo tan duro consigo mismo. No había penetrado la piel, bueno,
no realmente, y no dolía. La chispa de dolor-placer de la mordida
realmente había hecho que la cabeza de Gabe diera vueltas.
—Hey. Está bien. Fue bueno, ese poco dolor llevó a mucho,
mucho más placer, ¿no lo ves? —Gabe sonrió mientras empujaba su
polla una vez más contra el otro hombre. Quería que su amante
dejara de verse mal y ver la pasión ardiendo en su lugar, y sabía
que hacer para conseguirlo. Sonriendo por la anticipación, tomó el
brazo de Mika y lo llevó al dormitorio.

86
Capitulo 6
Gabe miró a Mika. —¿Estás de broma? Eso es... asqueroso.
Equivocado. Jodido. El sesenta y nueve del infierno.

Mika intentó no reír por la reacción de su compañero a como


uno convertía a su compañero en un cambiaformas. Se las había
arreglado para evitar la conversación durante días, finalmente se
había rendido. Estaba completamente de acuerdo con Gabe. Tener
a alguien, compañero o no, mordiendo su polla lo bastante fuerte
como para derramar sangre mientras se corría... la idea sola le
estremecía y hacía que su polla doliera solo de imaginar la herida. 87
—Estoy de acuerdo, bebé. Los dientes pueden ser divertidos y
todo, hasta cierto extremo, pero así... —Aunque, en realidad, si su
compañero lo hacía de corazón, Mika daría lo mejor de sí. Solo no
sabía si sería capaz de mantener la erección sabiendo que iban a
morderle la polla.

—Entonces, vosotros los cambiaformas vais por ahí mordiendo


las partes de la gente e intercambiáis un poco de sangre y ¡Bam!
¿Ha nacido un nuevo cambiaformas? Apuesto a que seríais
realmente populares en un club de BDSM. —La ligera broma en los
ojos de Gabe no consiguió dispersar el malestar en el estómago de
Mika. Miró a su compañero intentando juzgar si el hombre estaba
listo para la verdad sobre los compañeros.

—Conozco esa mirada, Mika. —Gabe frunció el ceño,


estudiando a Mika—. ¿Qué es?
—Me prohibiste que hablara de nada de...nosotros, —Mika
apuntó fuera, y supo que su compañero había hecho bien. Gabriel
había necesitado tiempo para digerir lo que tenía que ser, para él,
la situación más extraña. No había forma de que Mika quisiera
poner en peligro la relación que estaban construyendo.

Gabe tuvo la decencia de verse avergonzado sobre la orden de


silencio. —Sí, bueno, era mucho que aceptar, ¿sabes? Pero, yo, ah,
creo que quizá a partir de ahora, necesitamos ser honestos. No es
que estés mintiendo; eso no es lo que quiero decir. Solo... quiero
esto, ¿Sabes? —señaló entre Mika y él mismo—. Te deseo, por lo
que trataré con todo lo demás. No es justo que me niegue a saber
quien y que eres. Mereces algo mejor, y yo debería ser un hombre
mejor.

Y así, con esas palabras, Gabriel arrancó el corazón de Mika de


88
su pecho; ya no le pertenecía a Mika. Solo rezaba para que su
compañero lo cuidara bien, que lo mantuviera junto al suyo. Mika
soltó un profundo suspiro, sintiendo un ligero dolor dentro por amar
tanto a su compañero.

—La necesidad que sentimos el uno por el otro, física y


emocionalmente, —sabía que Gabe sentía por él emociones, pero
no sabía si el hombre lo amaba o no y tenía miedo de tener
esperanza— la habilidad de compartir un enlace mental, y ser
capaces de convertir a alguien en cambiaformas, esas cosas son
solo posibles con personas muy específicas. —Mika observó a Gabe
absorber las palabras y asentir ligeramente.

—Vale, ¿y?

—Esas son características que solo son posibles cuando


nosotros, cuando uno de nosotros encuentra a nuestro compañero.
—Mika intentó no soltar las palabras de golpe como quería. No
dejaría que su miedo a ser rechazado de nuevo ocupara la
conversación. Gabe se veía un poco sobresaltado, pero el enfado y
la confusión que Mika había esperado no aparecieron. En su lugar,
su compañero sonrió, incluso rió por unos segundos.

—¿Es eso, Mika? Esperaba algo horrible, ya sabes, pero ¿me


dices que se supone que tenemos que estar juntos? ¿No es
básicamente lo que quieres decir?

Mika se tocó la mandíbula en acuerdo, preguntándose porque


estaba tan deleitoso Gabriel de golpe.

—Entonces, es como encajara, ¿dos mitades y todo eso?

—¿Por qué esto no te da un ataque como con todo lo demás,


Gabriel? —Mika no pudo evitar sospechar por el buen humor de su
89
compañero y la fácil aceptación de las últimas noticias. No después
del modo en que había reaccionado a lo de los cambiaformas y el
enlace mental...

—Mika —Gabe agarró la mano de Mika, llevándosela al


pecho—. ¡Mika eso ayuda a que todo lo demás tenga sentido! Si
eso es lo que somos el uno para el otro... compañeros... explica
cosas que no podía entender, como esa cosa mental y el hecho de
que sin importar cuanto follemos, tengo una erección casi todo el
tiempo! Ahora puedo dejar de preocuparme de haberme convertido
en un ninfómano, y solo disfrutar.

Mika se relajó solo un poco. Quizá estarían bien. Si hubiera


sabido que hablarle a Gabriel sobre se compañeros aliviaría la
mente del hombre, Mika lo habría hecho hacía días. Parecía que el
rechazo de su manada había afectado a su juicio, o quizá era su
propia confianza. Probablemente ambas.
—Entonces tú... ¿entonces estamos bien? —Mika quería
asegurarse, ser muy claro en este, si no tenía que preocuparse de
hablar de la manada, o de compañeros, o cualquier cosa que
alejara a Gabriel de él, si verdaderamente podían pertenecerse el
uno al otro.

Gabe sonrió. —Si, Mika, creo que quizá como se supone que
seamos “compañeros” y todo lo de ser iguales, quizá ambos
deberíamos tomar el tapón anal, hmm? —Gabe estalló en
carcajadas mientras Mika se ponía pálido. A pesar de eso, no pudo
evitar sentir una punzada por lo que había dicho su compañero.

—Gabe, ¿qué quieres decir con “se supone que seamos”


compañeros? ¿Lo dudas? —preguntó Mika tan suavemente que
pensó que Gabe no lo había escuchado. Mika esperaba como el
infierno que la inseguridad que sentía no se mostrara en sus ojos.
90
Gabe gentilmente pasó sus dedos por la mejilla de Mika,
ofreciéndole consuelo. Se inclinó y lo besó, quitando algo de la
preocupación de Mika cuando el amoroso toque acabó. No contestó
la pregunta de Mika, pero eso lo alivió.

—Mika, hace días que quería preguntarte algo, pero no sabía,


uhm, si... —Gabe bajó la mirada, lo que confundió a Mika. Su
compañero era muchas cosas, pero tímido nunca podría ser
aplicado para describir a su hombre.

—¿Qué es? Puedes preguntarme lo que sea, Gabe. Lo que sea.


—Entonces Mika pensó que sabía lo que estaba en la mente del otro
hombre, había estado esperando hasta que su compañero estuviera
listo.

—¿Puedes, ya sabes, uh, cambiar, quizá? —Gabe se puso


colorado mientras preguntaba, y Mika aprendió algo nuevo de su
compañero, ¡a Mika le encantaba el vergonzoso Gabe! Ver ese
sonrojo esparcirse sobre él... Dios, ponía a Mika tan duro como una
tubería. Le encantaba, también, la forma en que su compañero
podía hacerle responder tan fácilmente.

Ah, infiernos, amaba a Gabe, punto, pero temía demasiado


decirlo. ¿Cuándo se había convertido en un cobarde? El
pensamiento de hizo que se pusiera en marcha, se quitó la ropa
tirándola al suelo. Cuando estuvo completamente desnudo, miró a
Gabe, que estaba preocupado mirando la polla de Mika, lamiéndose
los labios de una forma que hizo que su polla se moviera. Mika
chasqueó los dedos un par de veces, diciendo el nombre de su
compañero para llamar su atención.

—¿Huh? ¿Qué? —Gabe finalmente alzó la cabeza, viéndose


como un niño al que le hubieran quitado su juguete favorito.
91
—Mírame, —dijo Mika suavemente luego— te amo, Gabriel —
mientras se ponía a cuatro patas, sonriendo por la expresión
sorprendida de Gabe. Los huesos empezaron a crujir, haciéndose
más cortos y largos donde era necesario, los músculos y tendones
moviéndose. Pensó que había escuchado a su compañero jadear
mientras le salía pelo por todo el cuerpo, cubriéndole con una masa
sedosa y negra. Su visión se amplió cuando su rostro se alargó,
reorganizándose como la del lobo. Cuando el cambio se completó,
Mika no pudo evitarlo, movió su cola, algo que raramente hacía en
esa forma pero a menudo para su amante en forma humana,
pensó, entonces echó su cabeza atrás y aulló.

—¡Santa mierda! ¡Mierda! —Gabe miró a Mika, viéndose


totalmente asombrado por la declaración de amor, Mika esperaba,
más que por el cambio físico que había ocurrido delante de él—.
¡Cómo te atreves a decir eso y entonces...mierda!
Aunque Gabe estaba vociferando, Mika notó una enorme
sonrisa en el rostro de su compañero, el modo en que el regocijo
iluminaba sus preciosos ojos verdes. El aullido que Mika soltó
reverberó en las paredes. Podía escuchar el latido de Gabe hasta
que sintió su propio latido en sincronización. Mika se sentó,
esperando, sabiendo instintivamente que ese era un punto
importante para ellos. Miró a Gabriel como si el hombre fuera una
presa, Mika sintió el peso de cada segundo del silencio de Gabriel
presionándose contra él.

Gabe juraría que su lobo le estaba sonriendo, la lengua


colgando mientras se sentaba sobre sus cuartos traseros, moviendo
la cola de un lado al otro. Cuando Mika se quedó quieto y lo
inmovilizó con esos ojos de color whisky, Gabriel sintió que algo en
su interior se liberaba. Caminó hacia su peludo amante y se agachó
a su lado. Era una gran cantidad de calidez y amor, tan abrumadora
92
que le quitaba el aire de los pulmones a Gabe. Movió su mano
alrededor de Mika y enterró su rostro en su nuca, inhalando la
esencia de hombre y lobo, claramente de su... compañero. Gabe no
quería no creerlo más. Todo sobre Mika se sentía bien y correcto
para él, y Gabe sabía que era el momento de aceptar lo que era o
arriesgarse a perderlo todo. Arriesgarse a perder a Mika.

—También te amo, Mika, —masculló contra la suave oreja


puntiaguda, luego se sentó mientras el lobo empezó a retorcerse,
cambiando. Mika cambió de lobo a hombre en segundos y lo
empujó atrás sobre sus talones mientras agarraba a Gabe y lo
acercaba.

—Lo haces, ¿no? —dijo Mika con una sonrisa maliciosa—.


Creo que quizá deberías mostrármelo ya que las acciones hablan
más que las palabras y todo eso.

Gabe le pellizcó el culo, haciendo que el otro hombre gritara.


—Eso funciona en ambos sentidos, amor, —apuntó mientras
agarraba la pantorrilla de Mika y tiraba, haciendo que cayera de
culo. — Quédate ahí, no te muevas—. Gabe empezó a quitarse la
ropa, provocando a su hombre haciéndolo lentamente. Para cuando
se quitó la camiseta, la última prenda de ropa, Mika estaba
acariciándose la polla, gimiendo ligeramente mientras sus ojos
ardían con los de Gabe.

Maldición, eso había funcionado mejor de lo que había


esperado. Gabe se paseó y se sentó junto a Mika, cadera con
cadera, encarando a su amante, su compañero. Arqueó una ceja y
observó como Mika cayó en la cuenta de lo que se proponía,
observó la mano del hombre tensarse, entonces Mika se deslizó en
el suelo mientras se ponía blanco. Gabe rió por lo afectado que se
veía Mika.
93
—¡Sin la mordida, compañero! Relájate... no te morderé si tú
no lo haces.

Todo el cuerpo de Mika tembló por esas palabras, y Gabe supo


que había causado esa reacción. Una palabra compañero. Ver la
reacción de Mika hizo que Gabriel se sintiera como un capullo por
tardar tanto en recapacitar, sin importar que solo hubieran pasado
días. Bueno, supuso que tenía que ser algo en lo que tendría que
trabajar por Mika. Se echó para abajo hasta que sus caderas
estuvieron a la altura de los hombros de Mika, entonces rodó de
lado, presionándose contra él. Gabe se echó para arriba sobre su
codo y pasó su otra mano por el estómago de Mika, deleitándose
con la sensación de los cincelados abdominales bajo su palma.

Pasó sus dedos a través del vello que acurrucaban la polla de


Mika, tiró gentilmente, animándolo a rodar hacia Gabe. Empuñando
esa hermosa polla, Gabe se la llevó a la polla, engullendo la salada
y húmeda cabeza, lamiéndola con su boca. Mika gruñó y agarró el
culo de Gabe, acercándolo más, luego chupó su polla hasta la base.

La mano en el culo de Gabe se deslizó hacia abajo, siguiendo


la grieta de la abertura escondida allí. La mano desapareció unos
segundos mientras Mika deslizaba sus dedos en su boca junta a la
polla de Gabe, y la restregaba contra él. Sus bolas se apretaron,
sabiendo lo que Mika iba a hacer. Esos dedos se deslizaron atrás, a
la acogedora entrada, presionando dentro y enterrándose. Gabe
gimió alrededor de la polla de Mika, bajando su cabeza mientras
trabajaba con su boca y lengua cada vez más rápido. Los dedos en
su culo se movieron en sincronización con la cabeza de Mika,
entonces Mika giró su muñeca y rozó la suave glándula de su
interior. El orgasmo de Gabe golpeó tan fuerte que vio estrellas y se
tensó, el placer pasando a través de él mientras disparaba su
semilla por la garganta de su amante.
94
Cuando pudo volver a pensar de nuevo, se dio cuenta de que
estaba estirado con la boca abierta y una muy dura polla entrando
y saliendo de su boca. Gruñendo, cerró la boca y chupó duro,
tirando de la polla de Mika en el proceso. Enterró sus dedos en la
cadera de su compañero y jadeó, sabiendo que la vibración
empujaría al hombre hacia el orgasmo.

Su polla se hinchó y pulsó en la boca de Gabe, disparando


caliente leche que fue tragada tan rápido como salía. Se dejó caer
en el suelo, se sentía tan feliz que podría estallar.

—¿Ves, Mika! Sin morder. —No intencionalmente, no que


supiera, de todas formas. Había estado tan abrumado con el placer
que se podría haber perdido algo, supuso.

Mika rió. —Sí, sin morder, pero si siempre es tan jodidamente


caliente, no creo que morder mi polla me detuviera. Quizá.
—Bueno, no lo descubramos pronto, ¿vale? —Gabe palmeó la
cadera de Mika, riendo mientras se ayudaban a levantarse el uno al
otro y a reunir sus ropas.

Alzando la mirada de la lista de las posibles personas que


adoptarían que había impreso de “Small Town Dog Rescue”4, Gabe
observó a Mika jugando en el suelo con Iko. Finalmente le habían
puesto nombre al cachorro, escogiendo uno que a ambos les
gustaba.

Iko estaba increíblemente bien, considerándolo todo. Adam 95


pasaría pronto para ver como estaba, si Gabe lo necesitaba, se
llevaría a Iko con él por los siguientes dos días mientras él y Mika
llevaban tres perros rescatados para que los adoptaran. Ya que todo
en los formularios se veía bien, Adam iba a tener un invitado de
cuatro patas. Todd se encargaría de los perros que todavía
esperaban por ser adoptados. Gabe lo había invitado para cuando
viniera el veterinario. Quizá un empujoncito haría que las cosas
funcionaran para esos dos, de una forma o de otra.

Mika se levantó con Iko en sus brazos, llevando al cachorro


güera al patio vallado. Se acercó y se inclinó para pellizcar a Gabe
en la nuca, riendo cuando Gabe saltó y maldijo.

—¿Has encontrado casas adecuadas para Max, Moe y Annie?

Eso cálidos ojos marrones no iban a sacar a Mika de los


problemas en esa ocasión. Mirándolo, Gabe se restregó la zona

4
Rescates de perros de pueblo pequeño sería la traducción aproximada.
pellizcada. —Sí, lo hice. Tenemos que llevar a M y M a Lubbock.
Annie va a El Paso. Normalmente, son unas nueve horas de viaje
hasta El Paso, si todo va bien. Pero, vamos a hacer unas cuantas
millas más ya que vamos a pasar por Lubbock. Creo que podríamos
conducir hasta Gila, conseguir tus pertenencias. Ya que, ya sabes
no está muy lejos de El Paso y eso, solo otras cuatro o cinco horas.
—Porque realmente quería ver a ese estúpido alfa que había herido
a su compañero. Normalmente no era un hombre de
confrontaciones, aunque no escapaba de ninguna, pero la idea de ir
a buscar las cosas de Mika, bueno, maldición si eso no ponía una
sonrisa en su rostro.

Mika se quedó paralizado unos segundos, entonces sus labios


se alzaron con diversión. —¿Quieres que vaya a buscar mis cosas, o
quieres la oportunidad de vapulear a Zane?
96
Hm, el hombre lo conocía ya demasiado bien. Gabe intentó
verse inocente, encogiéndose. Mika rió y tiró de su brazo, haciendo
que se levantara para un beso, un suave roce que rápidamente se
convirtió en una mezcla de lenguas, labios dientes. Cayeron en el
sofá, envueltos el uno en el otro. Mika bajó a Gabe y rápidamente
lo siguió, empujando su polla contra al de su compañero.

Gabe deslizó sus manos hasta que ahuecó las firmes nalgas
del culo de Mika, tirando mientras restregaban sus caderas juntas.

—Ah...podemos volver más tarde, chicos. —La voz de Todd


rompió la neblina sensual, pero Mika se negó a simplemente dejar
de besarlo, ralentizando el ritmo hasta que acabó en un suave roce
de labios.

Colocando su frente contra la de Gabe, Mika miró a Todd, y el


Dr. Adam Soames. —Abre tus ojos, bebé, tus amigos están aquí.
Gabe gruñó, avergonzado y todavía cachondo como el infierno.
No podía estar cabreado porque Mika usara el enlace mental. No
sabía por qué debía resistirse más; había aceptado todo lo demás.
Gabe empujó a Mika, sabiendo que sus “amigos” estaban
intentando pillar una buena vista. No había forma de esconder sus
erecciones, y no podían esperar a que acabaran.

Mika sonrió mientras se levantaba, tirando de Gabe para que


se sentara. Sintiendo sus mejillas arder, Gabe alzó la mirada para
ver miradas emparejadas de vergüenza en los rostros de sus
amigos.

—Lo siento, supongo que no os oímos llamar, —masculló. Dios,


esto era mortificante. Mika sentado junto a él en el sofá, sin verse
para nada avergonzado. Eso no era justo, decidió Gabe,
especialmente no con ese increíble bulto marcado allí.
97
Todd todavía se veía sin palabras, pero Adam estaba
intentando con todas sus fuerzas no reír. —No, no nos oíste llamar,
o golpear la puerta, o gritar cuando entramos...creo que Todd tuvo
que repetirse un par de veces antes de que finalmente, ah, fue
notado.

Todd asintió en acuerdo. Gabe les disparó a ambos una


malévola mirada, y pellizcó a Mika en la barriga, consiguiendo un
grito de sorpresa y una mirada sorprendida del hombre mientras
Adam reía y Todd estudiaba el suelo.

—¿Por qué fue eso? —Mika demandó petulante, sonando


explotado porque Adam reía más fuerte, y debía ser una risa
contagiosa porque Todd y Gabe se unieron a él. Mika los miró como
si estuvieran locos. Contra más se alzaban sus cejas más fuerte
reía Gabe.
—Oh, joder, Mika. Te veías tan complacido de ti mismo
mientras yo estaba tan avergonzado. Tenía que hacer algo. —Gabe
se movió y le plantó un beso rápido en la mejilla a su compañero.

—Ya veo, compañero. Solo recuerda, la venganza es una


zorra. Y no creo que un besito en la mejilla vaya a conseguir que te
libres.

La voz de Mika estaba ahí en su cabeza, y esa vez, Gabe


decidió que le gustaba. Sin embargo, no le gustaba no ser capaz de
responder... o contraatacar. Iban a arreglar eso tan pronto como
Todd y Adam se fueran, a menos que se distrajera.

Todd y Adam se habían sentado en las sillas al otro lado del


sofá. Todd estaba lanzando lo que probablemente pensaba que eran
miradas secretas al veterinario, que miraba a Mika y Gabe, todavía
98
sonriendo. Adam se inclinó hacia delante en el asiento, apoyando
sus antebrazos en sus rodillas.

—Sabes, Gabe, Mika, los dos parecéis, —Adam se detuvo,


luego asintió para sí mismo— os veis bien. No sé como explicarlo,
pero nos da esperanza al resto de nosotros. O a mí, de todas
formas. —Se apoyó contra el respaldo de la silla, pareciendo
satisfecho con la observación que acababa de hacer. Mika y Gabe se
veían sobresaltados por todo unos segundos, mirándose el uno al
otro antes de encarar a Adam y Todd.

—Gracias, Adam. Gabe y yo solo estamos así, bien juntos. —


Mika acarició la espalda de Gabe para enfatizar sus palabras.

Gabe asintió a Adam. —Sí lo estamos. Creo que, si te abres a


ello, el amor puede venir a ti. Y eso, amigos míos, es mi poético
pensamiento gay del día. ¿Podemos parar de hablar de cosas
emocionales ahora? —No es que realmente le importara, pero no
iba echar un polvo hasta que se fueran, y sus invitados no se iban a
ir hasta que trataran lo que necesitaba ser hecho con cada perro, y
no iban a pasar a ese tema hasta que acabaran con las cosas
sentimentaloides. Apagando sus oraciones mentales, Gabe volvió a
la conversación.

—… un par de días extra, ¿eso sería posible? —estaba diciendo


Mika. Con suerte estaría hablando de su viaje ampliado para poder
ir también a New México.

—No es problema para mí, chicos, — contestó Todd. — Me


gusta venir aquí y jugar con los perros.

Adam estuvo de acuerdo en que estaba también bien con él.


Pasaron al cuidado de los animales y se aseguraron de que las
casetas funcionaban bien. Todd se fue primero ya que su turno
99
estaba a punto de empezar. Adam se levantó para coger a Iko
antes de irse, pero Gabe lo detuvo con su mano en su brazo.

—Solo quería agradecértelo, Adam, y decirte que,


uh...maldición. —Gabe odiaba las cosas afeminadas, maldición si
no parecía que Adam estaba disfrutando con su incomodidad.
Menos mal que Mika vino en su rescate.

—Creo que lo que quiere decir, doc, es que ambos disfrutamos


de tu compañía y queremos que sepas que eres bienvenido a venir
cuando quieras. ¿Es eso, Gabe? —Los ojos de Mika brillaron y Gabe
se preguntó como hacía el hombre para que pareciera tan fácil.

—Sí, bastante. —Entonces pellizcó a Mika de nuevo mientras


Adam les agradecía. Fueron al dormitorio extra y se despidieron de
Iko antes de pasársela al veterinario, observando desde la puerta
como se alejaba. Mika se giró para encarar a Gabe.
—Tengo una palabra para ti, bebé. —Empezó a mirar a Gabe,
dándole su mejor mirada de soy-un-bastardo, que solo hizo que
Gabe se riera, porque sabía que Mika nunca le haría daño.

Decidió jugar, ver lo que su amante iba a hacer intentando


intimidarlo. —¿Y qué sería eso, Mika?

—Corre, —dijo, yendo tras Gabe, atrapándolo mientras ambos


reían de camino al dormitorio.

100
Capitulo 7
Mika condujo por la I-20, hacia El Paso, tarareando con la
radio mientras Gabe dormía en el asiento del pasajero. Estaban en
carretera desde antes del amanecer, queriendo llegar a El Paso y la
nueva casa de Annie antes de que se hiciera oscuro. Las adopciones
de Max y Moe habían ido bien, y había sentido que las familias eran
buenas, impacientes por darle la bienvenida a sus nuevos
miembros. Gabe había estado contento por encontrarles buenas
casas, pero Mika notó una tristeza oculta en su compañero al
mismo tiempo. Gabe iba a echar de menos a los pequeños aunque
sabía que estaba haciendo lo mejor para ellos. 101
El corazón de Mika se llenó de orgullo. Su compañero era un
maldito bueno hombre, el mejor hombre que conocía, para ser
honestos. Miró a Gabe. Joder, se veía tan tranquilo, tan sexy con su
cabeza para atrás y sus labios ligeramente separados. Mika apretó
sus manos al volante, con los nudillos blancos mientras el deseo lo
golpeaba en las bolas, llenando su polla. Dios, ¿cuán estaban de la
siguiente parada?

Mirando el GPS, Mika gruñó. Estaban llegando a Odessa, lo


que significaba que tenían horas, horas, antes de que pudieran
llegar a El Paso. No había forma de que pudiera conducir tantas
horas duro. Miró de nuevo a Gabe. Maldición, no había esperanza
allí, el hombre estaba todavía durmiendo. Bueno...Mika apartó una
mano del volante, agarrando su polla y apretando. El gemido salió
de sus labios antes de que pudiera detenerse, y miró para
comprobar que no había molestado a su compañero. Nop.
Maldición.
Desabrocharse los jeans con una mano era un poco
problemático, por lo que condujo con su rodilla unos segundos
mientras se abría los pantalones, alzando sus caderas un poco para
bajárselos lo justo para que su polla se liberara. La camioneta viró
y rápidamente agarró el volante con sus manos, mirando de nuevo
a Gabe. Todavía durmiendo. Maldición, ¡el hombre probablemente
podía dormir a través de una colisión! Lo que pasaría si no tenía
más cuidado. Mika sacó de nuevo una mano del volante,
deslizándola por la cabeza de su polla, presionando el pulgar contra
la ranura de arriba.

—Necesitas algo de ayuda con eso, —preguntó una voz


adormilada, sobresaltando a Mika tanto que tiró del volante,
causando que la camioneta dando un volantazo por segunda vez.
102
—¡Mierda! —Volvió a poner la mano en el volante y apartó la
camioneta de la parte lateral de la carretera—. ¡Me has asustado,
Gabe!

Sin arrepentirse, Gabe rió suavemente, el sonido todavía


sonaba con un tinte de ronquera. Se deslizó en el banco del asiento
hasta que estaba muslo con muslo con Mika, comiéndose con los
ojos la polla de una forma que hizo que saliera una perlada gota de
líquido.

—Mmm, deberías haberme despertado, Mika. Es un poco cruel


no haberlo hecho, —bromeó Gabe, desabrochándose sus propios
jeans y ladeando sus caderas para liberar su polla. Gabe estaba tan
duro, ya brillante de presemen. Mika sintió que sus bolas se
apretaban ante la vista.

—Mantén tus ojos en la carretera, —masculló Gabe, su mano


derecha empuñando la polla de Mika, moviéndola un par de veces
antes de tomar su propia polla en la mano derecha. Gabe empezó a
acariciarlos a ambos simultáneamente.

—Maldición, Gabriel, —jadeó Mika, ya cerca de correrse,


empujando más y más cerca por la imagen de su visión periférica
de su compañero acariciándose mientras hacía lo mismo con la
polla de Mika.

Gabe gimió, apretando sus puños, apretando las cabezas en


forma de seta mientras acariciaba más y más rápido. Mika luchó
por mantener sus ojos abiertos y en la carretera cuando su
orgasmo lo atravesó, sacando un gemido de él que juraría que
había dado la vuelta a sus bolas. Mientras el primer disparo de
semen salió de la polla de Mika, Gabe también gimió, alzando el
culo del asiento mientras se corría en gruesos chorros de semen,
mojando su mano y estómago. La camioneta olía tan fuerte a sexo
103
que Mika sintió que su polla se revolvía.

—Jesús, Mika, sentí la parte de abajo de mi pie volar con ese


orgasmo, ¿y tú Sr. Feliz ya está intentando volver a la vida? Mi ego
nunca se recuperará. —La ligera broma en sus ojos apartó
cualquier picazón de sus palabras.

—¿Estás llamando a mi polla Sr. Feliz? —Mika preguntó


incrédulamente mientras Gabe se movía y buscaba un guante en el
compartimento, sacando algunas toallitas. Encogiéndose, abrió el
paquete y le lanzó a Mika una mirada tímida. Más tarde, Mika
pensaría que si no se acabara de correr como un géiser, podría
haber considerado de que iba esa mirada de su amante. Quizá
incluso hubiera pensado lo que haría horas de aire acondicionado
con toallitas húmedas. Gabe sacó una toallita y la colocó contra la
cabeza de la polla de Mika, riéndose cuando Mika gritó.

—¡Mierda! ¡Eso estaba jodidamente frío!


—Ups, sí. Pero mira, el Sr. Feliz decidió tomar una siesta
después de todo, —Gabe apuntó felizmente. Mika le gruñó, sin ver
el humor de la situación. Gabe pasó otra toallita fría por el
estómago de Mika antes de que pudiera detener al hombre,
quitando el semen que se había derramado en sus duras
abdominales. Cuando Gabe tomó una tercera toallita, una que Mika
asumió que era para sus bolas, por el amor de dios, apartó la mano
de Gabe con un resoplido. Gabe le batió las pestañas a Mika, que
no hizo nada por la ahora desinflada polla de Mika y sus
aterrorizadas bolas.

—No lo creo, listillo, —gruñó Mika, ahuecando sus bolas para


mantenerlas a salvo. Gabe puso los ojos en blanco, luego sacó un
par de toallitas para él, restregándoselas en las manos para
calentarlas mientras Mika observaba con los ojos entrecerrados.
104
Gabe se limpió los restos de su liberación, ignorando la mirada de
Mika. De hecho, Gabe solo lo miraba tan inocentemente como
pudo.

—¿Qué? —preguntó, parpadeando mucho, metiéndose su


blanda polla en los pantalones y abrochándoselos.

Mika no había tenido nada de eso. — ¿No podías haberte


molestado en calentar las malditas toallitas primero para mí? —
Mika casi podía ver los engranajes girando en la cabeza de Gabe
mientras contestaba.

—No pensé que podrían estar frías hasta que gritaste. —Y dijo
eso con una cara seria; Mika casi se atraganta con su propia
respuesta.

—Eso solo sirve para la primera. Luego me pusiste otra fría en


la barriga, y, joder, ¡estabas listo para hacer temblar a mis bolas si
no te hubiera parado al usar la tercera!

—Arruinado. —Encogiéndose, Gabe se inclinó y besó a Mika en


la mejilla—. No quería que condujeras con una incómoda erección
durante horas, por lo que te hice un favor, compañero.

Realmente. Todo por el bien en su corazón, pensó Mika. Sabía


que Gabe estaba esperando que hiciera alguna rápida contestación,
pero Mika solo siguió conduciendo, intentando verse para el mundo
como si estuviera complacido con la explicación de Gabe. No vio la
necesidad de recordarle a su compañero que la venganza se servía
mejor...fría. De hecho, evitó pronto decir la palabra “frío” al
hombre.

Mika cogió la primera salida, parando en una pequeña


gasolinera destartalada. Sonrió a Gabe mientas aparcaba la
105
camioneta y se subía los jeans hasta las caderas. Su compañero lo
observó cautelosamente, y con buena razón. Mika abrió la puerta y
salió, señalando a Gabe que hiciera lo mismo.

—¿Qué vas a hacer, Mika? Tienes esa sonrisa estúpida en tu


rostro.

Sip, su compañero era un hombre listo. —Es tu turno de


conducir, Gabe. Pero primero... —Mika desabrochó los jeans de
Gabe, bajándolos y liberando su polla. Empujó a su compañero
gentilmente en el asiento del conductor y rápidamente le abrochó el
cinturón. Gabe intentó desabrocharlo, pero Mika sacudió la cabeza.
No va a pasar, compañero, pensó, y estaba gratificado cuando
Gabe finalmente empezó a verse nervioso, y excitado. Mika cerró la
puerta del conductor y corrió a la puerta del otro lado. Una rápida
mirada por la mirada antes de abrir la puerta le aseguró a Mika que
Gabe no intentaba cubrirse.
—¿Uh, Mika? —Gabe miró a Mika mientras se metía en la
camioneta. Viendo que la polla de su compañero estaba de nuevo
dura hizo que la polla de Mika se hinchara cuando una corriente de
sangre se dirigió al sur. Mika gruñó en respuesta; eso era todo de lo
que era capaz mientras observaba la polla de Gabe hincharse con
cada latido de su corazón.

—Si quiero, ya sabes, hacer esa cosa del enlace... ¿cómo?

La mirada de Mika fue a la bragueta de Gabe. Iba a


atormentar a su compañero de las mejores formas posibles y darle
al hombre en enlace final para cimentar su relación. Sexo y amor,
todo envuelto junto, y esa parte era tan fácil. Sonrió a Gabe,
amando al hombre.

—Todo lo que tienes que hacer, Gabe es quererlo, abrirte a


106
ello. —Porque realmente era así de simple; solo el miedo de Gabe
evitaba que usara el enlace mental.

—¿En serio? ¿Entonces, así? —Gabe mantuvo una sonrisa


angelical en su rostro.

Mika esperaba alguna palabra tierna o algo así. Lo que


consiguió fue muy gráfico, realmente pornográfico, una imagen de
lo que su compañero quería hacerle a Mika con su boca, sus manos,
y su polla. Mika se golpeó la frente con la palma. ¡Dios, he creado
un monstruo!

Gabriel se rió de Mika. —Ya sabes, realmente pienso que


después de todo, me va a gustar esta cosa de la mente.

—¿Oh, sí? Bueno te va a gustar lo que te voy a hacer incluso


más. Será una masturbación mental, y si te comportas quizá
alguna otra.
Gabe gruñó y guió la camioneta a la entrada de la rampa. Oh,
sí, Mika sabía que Gabe definitivamente le dejaría ser el jefe ahora.
Solo esperaba que su compañero pudiera mantener la camioneta en
la carretera durante la experiencia.

El Paso finalmente quedó a la vista por la tarde. El viaje se


había alargado con ellos haciendo paradas para alimentar y pasear
a Annie, además del tiempo que pasaron amorosamente y
bromeando. Gabe no pudo evitar la melancolía que sentía. Mika
había mantenido a raya durante casi el viaje, distrayéndolo de
formas muy creativas. Gabe finalmente tuvo que parar y alzarse los
pantalones sobre la bien amada polla hacía media hora. Ahora, sin 107
embargo, la realidad de dejar a Annie en su nueva casa lo
acechaba. La amaba, la quería en un lugar donde estuviera feliz y
tratada como familia, pero maldición si no la echaría de menos.
Mika tomó su mano, consolándolo y consolándole una sensación de
paz.

El tráfico en la I-10 era ligero, considerándolo todo, y el GPS


les encontró la casa en Yandell Drive rápido. Todo demasiado
pronto para Gabe, entraron en la entrada de una casa de tamaño
medio muy bonita. Notó un gran patio vallado, y el hecho de que el
lugar estaba bien mantenido. Antes de que Mika pudiera abrir las
puertas, una pareja salió de la casa, sosteniendo en sus manos una
niña de cabello negro.

—Sr. y Sra. Ethan Basquez, y su hija de ocho años, Elida, —


masculló Mika. Gabe asintió, desabrochándose el cinturón de
seguridad y abriendo la puerta. Salió y observó como ellos se
acercaban, aguantando todo lo que pudo, su ánimo se levantó un
poco cuando finalmente sintió la sensación de correcto que había
esperado. Esa gente, esa familia, eran adecuados para Annie.

Dio un paso adelante y sonrió saludando, consciente de que


Mika estaba tras él, ofreciéndole su apoyo. —Son buena gente,
Gabe. Este será un lugar excelente para Annie. —Mika le aseguró
dándole calidez al alma de Gabe. ¿Cómo se las había arreglado
antes sin él?

—Hola, Sr. y Sra. Basquez, señorita Elida. Soy Gabriel Staley,


y este es Mika Blackwell.

El Sr. Basquez dio un paso adelante, extendiendo su mano


para Gabe y Mika. —Por favor llamadme Ethan, y mi mujer Betta.
Encantado de conoceros. Gracias por rescatar a Annie para
nosotros.
10
A Gabe le gustó eso, le gustaba que Ethan dijera que Annie
había sido rescatada para ellos, como ella sería para ellos. Betta dio
8
un paso adelante y estrechó sus manos, como Elida, sonriendo
tímidamente mientras intentaba mirar en la parte trasera de la
camioneta.

Gabe se arrodilló, encontrándose al nivel de Elida. —¿Quieres


venir a conocer al nuevo miembro de tu familia? —Los ojos de la
pequeña niña se iluminaron mientras sonreía, asintiendo hacia
Gabe.

—¿Por favor? —preguntó suavemente. Gabe ofreció su mano y


la llevó a la parte trasera de la camioneta, observando sus ojos
redondeados con deleite cuando notó a Annie. Annie era una
hermosa spaniel mezclada, rubia mantequilla con grueso pelo que
disminuía por sus piernas y orejas. Su pequeña colita empezó a
moverse tan pronto como vio a Elida. Annie lloriqueó suavemente,
queriendo su nueva mascota niña.

Mika subió y cogió la correa roja. —Hey, Annie, mira a tu


nueva chica, —masculló suavemente.

Annie pateó delicadamente la jaula mientras Mika la abría y le


ponía la correa del mismo color que el collar. Alzó a Annie, no
queriendo que saltara de la camioneta y se hiciera daño. Caminó
hacia el borde, se agachó y se la pasó a Elida. Las lágrimas bajaron
por las mejillas de la niña mientras enterraba su rostro en el cuello
de Annie.

Gabe sintió sus propios ojos arder y miró a Mika para ver que
él, también, tenía húmedos los ojos. —Dios, somos nenazas, —
pensó Gabe.
109
—No, bebé, nenazas no, —contestó Mika—. Solo gente que
sabe como es amar, y eso no nos hace débiles. Nos hace fuertes,
más fuerte juntos. Nunca pienses que amar es algo inferior a la
fuerza. O menos que una bendición.

Gabe miró a Mika, dejando que sus palabras penetraran,


sabiendo que tenía razón, agradeció a un dios, en el que no había
pensado mucho en esos años, por el hombre que amaba.

Mika y Gabe decidieron alquilar una habitación de hotel en El


Paso en lugar de conducir hasta New México y pasar la noche en un
hotel allí. Consideraron conducir hasta Silver City, pero ya que era
una de las ciudades más cercanas a las tierras de la manada, solo a
una hora, había posibilidades de encontrar a otros miembros de la
manada. Sería mejor para ellos llegar con poco o sin ser notados
por el alfa, Zane.

Gabe llevó sus bolsas a la habitación mientras Mika iba a


buscar la cena para ellos. Tirando las bolsas en el suelo junto a la
cama, Gabe inspeccionó la habitación, encontrándola limpia y
adecuada. Después de llamar para comprobar con Todd y Adam
para ver como estaban, entró en el baño y rápidamente se
desnudó, sintiéndose como si oliera el semen y las toallitas
limpiadoras.

Bueno, sonrió para sí mismo, no había muchas oportunidades


de que no lo notara, no después del viaje de hoy. El agua se calentó
rápido y Gabe entró, no queriendo arriesgarse a quedarse sin
bañarse. Había tenido demasiadas estadías en hoteles donde la
ducha tenía cinco galones de agua caliente o algo. Mientras se
lavaba, escuchó que Mika volvía, preocupándose por su hombre
incluso estado a horas de las tierras de la manada.

Gabe acababa de cerrar el agua caliente y alcanzado su toalla


110
cuando la puerta del baño se abrió y entró Mika. Miró
ardientemente a Gabe, enviando calor a sus bolas.

—Tan hermoso, —susurró Mika, acercándose y cogiendo la


toalla de la mano de Gabe. Gabe observó a su compañero tragar,
observó el ligero movimiento de la nuez de Adán, preguntándose
por la seguridad habitual del hombre. Mika lo miró a los ojos, y
Gabe esperó por las malas noticias.

—Te necesito, Gabriel. Te deseo. Dentro de mí. Nadie ha...


Nunca dejé que nadie me follara antes, pero necesito esto, te
necesito a ti. Solo a ti. —La voz de Mika estaba ronca por la
necesidad mientras anegaba a Gabe.

Los ojos de Gabe se agrandaron, y su polla creció más grande.


Había deseado a Mika, querido estar en su interior pero había
estado perfectamente bien estar abajo. No es como si no estuviera
sexualmente satisfecho. Se había preguntado si Mika alguna vez
había... recibido, pero no había sabido como preguntarlo
exactamente. Ahora, aquí estaba el hombre que amaba,
ofreciéndole algo que no le había dado a nadie más. Gabe se sentía
honrado, lleno de amor, y tan cachondo que pensó que iba a
correrse solo de pensar en estar dentro de Mika.

—¿Estás seguro, Mika? No tenemos que hacerlo. —Gabe


intentó asegurarse de que su voz sonara neutral, no queriendo que
sus propios deseos presionaran a su amante. Pero, maldición,
quería esto, podría llorar si Mika cambiaba de idea.

Mika envolvió la toalla alrededor de la cintura de Gabe,


usándola para atraer a Gabe hacia él. El agua todavía chorreaba del
cuerpo mojado de Gabe mojaron la ropa de Mika mientras se
aferraban a su cuerpo cincelado. Gabe llevó su boca a la de Mika y
lo besó con toda la necesidad y el deseo que había en él,
111
restregándose contra su compañero mientras mordían y chupaban
los labios y lenguas del otro. Mika se apartó de repente y se alejó
unos pasos. Lentamente, se desabrochó la camisa.

Gabe observó cautivado mientras los dedos de Mika


desabrochaban los botones de su camisa, deslizando cada botón a
través de su ojal en un sensual baile que hizo que la polla de Gabe
se bamboleara. Cuando finalmente acabó, Mika dejó que bajara por
su torso mientras se quitaba los zapatos con los pies. Caminando
hacia atrás, llevó a Gabe fuera del baño con un hilo invisible de
deseo.

Deteniéndose junto a la cama, Mika se dio la vuelta para


quitarse la ropa. Gabe estaba tan excitado por la vista que sus
dedos temblaban con la necesidad de tocar. Se contuvo, no
queriendo tomar el control. Este era el regalo de Mika, pensó Gabe,
observando a su amante desabrocharse los pantalones. Los bajó
junto a sus jeans hasta las pantorrillas, dejando que su camisa se
separara sobre su polla mientras se levantaba. Fue entonces
cuando Gabe lo alcanzó, ayudándole a salir de la pila de ropa.
Deslizó sus manos dentro de la camisa de Mika, pasándolos por los
fuertes músculos de su pecho hacia los esculpidos hombros,
quitándole la camisa, bajándosela por los brazos.

Sus bocas se encontraron en un tierno beso mientras Gabe


bajaba a Mika a la cama, llevándolo al centro del colchón. Metió sus
manos bajo los muslos de Mika, alzando sus piernas mientras los
separaba más. Pasando sus dedos por las piernas de su compañero,
Mika le quitó los calcetines, luego se sentó para contemplar la
visión ante él. Mika estaba estirado como una ofrenda, los muslos
abiertos, exponiendo su polla, bolas, y el virginal agujero rosa que
Gabe se moría por llenar.

—Jodidamente perfecto, Mika. Perfecto. —Gabe se inclinó


sobre el lado de la cama, buscando en su bolsa hasta que encontró
112
el lubricante y lo clocó en la cama. Miró a Mika, queriendo tocarlo
por todas partes, todo, todo a la vez.

—Dónde empezar... —bromeó, pasando un dedo desde la


brillante cabeza de la polla de Mika bajando por sus bolas hasta que
ligeramente acarició lo que había escondido por debajo de las bolas
de Mika.

Mika gimió, sus caderas moviéndose por el ligero toque. —


Gabe, por favor, necesito....

—¿Qué necesitas, Mika? Dime, dime exactamente lo que


necesitas. —Acarició ese agujero firmemente, empujando pero sin
entrar, no todavía, solo acariciando con sus dedos adelante y atrás.
Mika movió sus caderas hacia abajo, empujando los dedos de Gabe,
intentando encontrar alivio—. Dime lo que necesitas.

—Fóllame, Gabe, te necesito dentro de mi tanto que me duele.


—Mika se retorció, retorciendo su cuerpo buscando alivio. Era sin
duda la cosa más erótica que Gabe había visto nunca, y sabía que
ese recuerdo ardería en su mente para toda la eternidad.

—Pronto, Mika, solo déjame... Prepararte, no quiero hacerte


daño. —Gabe se inclinó y pasó su lengua por la cabeza de la polla
de Mika, gimiendo por el sabor de su hombre. Manos bajaron y
agarraron su cuerpo, animándolo a abrirse y chupar. Gabe agarró el
tubo y lo abrió, negándose a que le metieran prisa, lamiendo la
sensible base de la polla de Mika mientras mojaba sus dedos con el
lubricante. Trazó la grieta por debajo de las bolas de su amante
mientras le chupaba la cabeza de la polla de Mika en la boca.

—¿Bien? —Como Gabe encontró la fuerza para preguntar eso


no lo sabía.

—Oh, joder Gabe. ¡Más! —Mika estaba casi frenético. Sus


113
palabras salieron en rotos jadeos mientras empujaba su polla
dentro de la boca de Gabriel y presionaba atrás contra los dedos de
Gabe.

—Mika, ¡estás tan caliente y apretado! Tengo que alimentarte


más...

Gabe deslizó un segundo dedo dentro de él, girando su


muñeca y curvando sus dedos ligeramente, acariciando la glándula
dentro del canal de Mika. Chupando la polla de su amante hasta la
raíz, Gabe movió sus dedos en tijeras mientras los metía y sacaba,
tan excitado por los gemidos de Mika y, ahí, tocando la glándula de
nuevo, gritos que temía que llegarían. Gabe deslizó un tercer dedo
dentro y chupó fuerte la polla de Mika, rodando su lengua mientras
lo hacía. Leche salada y caliente se disparó dentro de su boca
mientras Mika empujaba, llevando su polla tan profundamente y
duro como podía.
Gabe sacó sus dedos de dentro del estirado agujero de Mika y
se inclinó sobre él, agarrando los cojines de debajo de la cabeza de
su amante. Animó a Mika, tocándole las caderas, a que las alzara y
deslizar los cojines bajo su culo y caderas. —Perfecto, todo rosa y
mojado y listo para mi polla, Mika.

—Sí, Gabe, listo. Ahora. —Los ojos de Mika apenas estaban


abiertos, su respiración todavía eran roncos jadeos, pero miraba
mientras Gabe derramaba más lubricante en sus dedos, luego se
mojó su larga polla con ellos.

—Ahora, —estuvo de acuerdo Gabe, sentándose sobre sus


tobillos entre los muslos de Mika—. Agarra la parte trasera de tus
muslos.

Mika obedeció, abriéndose más. Gabe agarró las caderas de su


114
amante y alineó su polla con el lubricado agujero, empujando
adelante y estirando a Mika, pasando el apretado anillo de
músculos que quería resistirse a la invasión. Mika gimió y Gabe
miró arriba desde sus cuerpos unidos. Vio la incomodidad y la
determinación en los ojos del hombre mientras Mika asentía.

—Algún tipo de... presión hacia abajo, —se las arregló Gabriel
para advertir, queriendo que Mika disfrutara de esto, saber cuan
bueno se sentía ser llenado. Flexionó sus nalgas mientras Mika hizo
lo que Gabe sugirió, entonces se deslizó a casa en un largo y lento
empuje. Mika siseó mientras Gabe lo llenaba, dándole a Gabe un
momento de pánico. Estaba bastante seguro de que podría retirarse
y no colapsar si tenía que hacerlo, aunque preferiría no tener que
hacerlo. Manteniéndose quieto, esperó hasta que vio el placer
reemplazar la incomodidad en los ojos de Mika, sintió moverse los
músculos internos de Mika, dándole a Gabriel la señal que
necesitaba.
—Tan bueno, Mika, tan jodidamente caliente y apretado. —
Gabe movió sus caderas más duro, observando como Mika ponía los
ojos en blanco. Saliendo solo unas pocas pulgadas, volvió a
empujar tan profundamente como pudo. Dios, se sentía tan bien,
tenía que hacerlo de nuevo. Gabe folló a Mika con una serie de
cortas pero firmes embestidas que los hizo gemir a ambos y desear
más. Salió casi por completo, luego volvió a entrar a casa, rozando
la próstata de Mika y consiguiendo un grito de su hombre.

—¡Sisisisisi! Así, Gabriel, ¡de nuevo!

Gabe inclinó sus caderas para que cada embestida golpeara la


glándula, más rápido y más duro, observando su polla entrar y salir
del apretado agujero de Mika. No iba a durar mucho, no así, no con
su amante estirando la mano para acariciarse mientras cada
embestida les sacaba gemidos a ambos.
115
—¡Ah, Mika! Córrete para mí, bebé, ¡córrete para mí! —Gabe
estaba intentando aguantar, queriendo que Mika disparara,
queriendo verle correrse. Mika acarició su polla en rápidas caricias,
y mientras Gabe se enterraba lo bastante fuerte para hacer que le
rechinaran los dientes, Mika se corrió con espasmos, su semilla
chorreando de su mano, a través de su estómago y en su pecho.
Los dedos de Gabe se apretaron en las caderas de su amante
mientras entraba tanto en Mika como pudo, bolas golpeando fuerte
contra el culo del hombre, llenando su apretado canal con chorros
de leche.

Jadeando, Gabe se quedó quieto, enterrado en el cuerpo de


Mika. No quería salir nunca, quería mantener su polla en ese
apretado culo para siempre, pero supuso que si no se movía
pronto, iba a caer. Lo que podría ser doloroso para ambos. Mika
bajó sus piernas, dejando que cayeran en la cama, viéndose tan
agotado como Gabe. Gabe sacó su polla con cuidado, moviéndose
al lado de Mika mientras todavía tenía fuerza.

Debería ser un caballero. O algo. —Dame solo un minuto,


Mika. Cuando pueda caminar de nuevo, iré a buscar una toalla,
¿vale?. —Y Gabe quería decir eso, en serio.

—Está bien. Necesito una ducha, vamos a levantarnos


temprano. —Y sabía que Mika también había querido eso, pero
ambos se durmieron por un rato, sus almas llenas, sus cuerpos
pidiendo que recuperaran la fuerza que necesitaban para moverse.

116
Capitulo 8
—Jesús, Mika, es hermoso. —Gabe miró por la ventana del
pasajero mientras entraban al Gila National Forest. El sol de la
tarde brillaba en el cielo azul claro; la tierra era hermosa, una
mezcla de montañas y tierras bajas que lo atraían. Esa vista
merecía las seis horas de conducción desde El Paso. Le apetecía
salir y caminar, experimentar ese lugar y el sutil poder que sentía
en ella.

Mirando el solemne rostro de Mika, se preguntó si quizá no


estaba sintiendo la ansiedad de su hombre en lugar de algún poder
sutil en el aire. Moviéndose en el asiento, Gabe colocó una mano en
117
su muslo. Mika pareció relajarse un poco, bajando una mano del
volante para cubrir la mano en su muslo.

—Sé que estás tenso, amor, pero todo irá bien. —Gabe pensó
sobre lo que acababa de decir, reconsiderándolo por un momento—.
Bueno, no es como si tu manada pudiera matarnos o algo.
¿Verdad? —Quizá debería haber hecho esa pregunta antes de que
vinieran aquí.

Mika estalló en risas, apretando la mano de Gabe. —No, no, no


harían algo como eso, aunque supongo que siempre está la
posibilidad de que Zane intente patearme el culo. —Esa idea hizo
que sus labios pudieran una sonrisa socarrona—. Por supuesto,
entonces corre el riesgo de perder, lo que podría significar la
muerte, para él, lo más probable.

—¿Qué demonios significa, “lo más probable? ¡No quiero


escuchar un “lo más probable” en una frase como esa! —Gabe
intentó sofocar el pánico que se apoderó de su estómago por esas
dos palabras. Maldición, esa había sido una idea estúpida.

Mika alzó los dedos de Gabe a su boca para un suave beso. —


Solo quiero decir que si hubiera una pelea por la posición del alfa,
estoy bastante seguro de que Zane perdería—. Ah-ah, —cortó a
Gabe cuando el pánico le hizo abrir la boca—. No habrá ese tipo de
pelea, bebé. Una pelea por el liderazgo es solo eso, una entre dos
bandos involucrados queriendo ser el lobo. Eso no es lo que quiero,
nunca lo he querido. Probablemente, solo seremos objeto de
miradas disgustadas y comentarios rudos. —Por alguna razón Gabe
no podía entenderlo, Mika sonrió, casi como si buscara ser acosado.

¿Qué demonios? —Um. ¿Por qué esa idea te hace ver feliz?
Eso es estúpido, amigo. —Aún así, Gabe supuso que era mejor que
la triste y ansiosa mirada de antes.
118
—No es que lo busque, o que quiera. No, solo sé que si algo
como eso pasa, tú vas a estirar sus culos. Eso, bebé, es algo que
me encantaría ver. —La sonrisa de Mika envió chispas de lujuria de
las bolas de Gabe a su cerebro. Gezz, eran un par de perros
cachondos. ¿O era perros cachondos y lobos cachondos? Eso no
sonaba bien. Gabriel decidió que eso requería pensar bien.

—Entonces, déjame entenderlo bien. Disfrutas de la idea de


que algún idiota nos acosa, que pierda mi temperamento y
probablemente consiga que me pateen el culo en el proceso... —
Gabe no pensó que eso sonara particularmente divertido.

Mika rió. —Oh, bebé, nunca llegaría a una lucha física.


Primero, va contra las leyes de la manada asaltar a un no-
cambiaformas. Segundo, les harías pedazo el ego en un parpadeo
con esa afilada lengua tuya, y probablemente les pellizcarías la
mierda, también, como buena medida.
Gabe miró a Mika, pensando seriamente en pellizcarles. El
hombre le hacía sonar como una maldita arpía. Además, si alguien
jodía con su hombre, Gabe iba a hacerles un nuevo agujero o tres.
Podían decir lo que quisieran de él, pero no les dejará joder a Mika.
Dios, ¡se estaba mosqueando solo de pensar en ello! A ese ritmo,
empezaría a patear el culo del primer cambiaformas que los mirara.

Mika le sonrió a Gabe, quien sabía que su amante estaba


observando las expresiones que cruzaban su rostro, sintiendo el
enfado y la actitud protectora en él. — Todo por ti, — Pensó, y tan
juvenil como podría ser, Gabe se encontró queriendo patear a
algunos solo para impresionar a Mika. Fantástico, ahora se estaba
convirtiendo en un adolescente. Gruñó ante su propia necesidad de
probarse.
119
—Dios, bebé, ¡te amo! ¡Estás tan mono cuando te pones todo
protector y amenazador! —La diversión de Mika consiguió que Gabe
le diera un codazo. Mika debía saber cual iba a ser la reacción de
Gabe porque esquivó el codo de Gabe que apuntaba a sus costillas
y lo abrazó.

—Seré más rápido la próxima vez, —prometió Gabriel,


haciendo que Mika riera.

Gabe miró la carretera, bueno, no estaba seguro de si llamarlo


carretera, se veía más como un riachuelo seco, por el que Mika iba.
—¿Es esto una carretera o qué?

—Es un riachuelo seco, casi siempre seco a menos que haya


una inundación repentina. Es una forma de ir a las tierras de la
manada, menos obvio que rodear el otro lado del parque. —Mika
sonrió—. Es más algo inadmisible llevar a los que no son miembros
de la manada por aquí, pero ya que eres mi compañero, solo
tendrán que tratar con ello.

Condujeron por el riachuelo seco, rebotando sobre las rocas y


agujeros de lo que parecieron horas, aunque cuando Gabe miró el
reloj del salpicadero, solo habían pasado poco más de veinte
minutos. Puso los ojos en blanco, cansado de ser tirado por ahí.
Mika se tensó a su lado, y Gabe alzó la mirada para verlo apretar su
mandíbula mientras lanzaba miradas por el lado del conductor.

—¿Mika? ¿Qué pasa? ¿Tus amigos ya están aquí?

Mika gruñó, asintiendo. —Supuse que podría haber alguien, a


algunos, vigilando el riachuelo seco. Solo intento descubrir qué tres
son.

¿Había tres de ellos? Gabe intentó mirar disimuladamente


120
alrededor de Mika y ver a los cambiaformas que debían estar en la
línea de árboles junto a ellos. Creó haber visto algo, un borrón de
movimiento, pero no podía estar seguro. La idea le dio como
escalofríos, como si estuviera siendo...acechado. Ser asustado
siempre le había enfadado, y esa vez no fue una excepción. —¿Por
qué no paras la camioneta? Podemos salir y ver quienes son los
idiotas que nos acechan.

Mika pareció considerar seriamente lo que Gabe estaba


pensando durante unos dos segundos. —No, esto funciona. Al
menos uno de ellos le hará saber a Zane que estamos viniendo.
Puedo asegurarte que saben que soy yo. Y ahora espero esa
confrontación. La manada decidió que era una abominación,
antinatural. Si ese es el caso, ¿cómo es que tengo un compañero?
Eso joderá con sus cabezas pero bien.

Gabe iba a preguntarle a Mika como demostrarían que eran


compañeros cuando un enorme lobo gris trotó al centró del
riachuelo. Oh, oh, así era. Llamar a su hombre abominación,
¿podrían? Bueno, Gabe creía que cualquiera que juzgara por sus
preferencias sexuales en lugar de por lo que había en el interior era
una verdadera abominación.

Mientras la camioneta empezaba a frenar, su mano ya estaba


lista en la maneta de la puerta. Gabe estaba listo para saltar y
patear algún trasero de lobo, figuradamente o literalmente. O
ambos; estaba bien para él.

Mika puso una mano en su hombro, queriendo que se quedara


quieto. —Ese es Zane, compañero. Dame solo un minuto, entonces
podrás venir. Por favor.

A Gabe no le gustaba, pero respetaría el deseo de su


compañero. A menos que esos cambiaformas idiotas dijeran o
121
hicieran algo para herir a Mika. Entonces toda la suerte estará
echada.

Mika salió de la camioneta y caminó delante de ella mientras


tres pequeños lobos flanqueaban a Zane. Gabe bajó la maneta de
la puerta, soltando el cierre de forma que solo tendría que empujar
la puerta si necesitaba moverse rápido. Mika se detuvo y se apoyó
contra la capota, sin verse para nada preocupado. Quizá eso era
bueno, porque Gabe se sentía ya lo bastante preocupado por los
dos. ¿Por qué había pensado que eso sería una buena idea? Abrió la
puerta un poco para poder escuchar mejor la conversación, o al
menos la parte de Mika. Los otros cambiaformas estaban quietos,
bueno, lobos. A Gabe no le importaba. Si tenía que hacerlo,
encontraría la forma de arrancarles a esos cabrones el pellejo.

—Sería mejor que cambiaras, Zane, vosotros también,


Fernando, Azrael, Jared. No hay secretos entre Gabriel y yo, —Mika
asintió hacia la cabina de la camioneta donde Gabe miraba el santo
infierno de los cuatro miembros de la manada. La boca de Mika se
convirtió en una sonrisa sarcástica—. Además, supongo que
querréis primero correr a la línea de árboles a vuestras reservas
secretas de ropa. No querría que os tuvierais que preocupar sobre
este marica intentando saltar sobre vosotros.

Como si eso fuera a pasar. No había suficiente desesperación


en el mundo para que eso pasara. Miró a Zane, negándose a bajar
su mirada en respeto por el alfa. No era como si fuera ya un
miembro de la manada, por lo que a la mierda con eso. Zane dio la
señal a los otros tres cambiaformas antes de alejarse. Mika miró a
Gabe y no pudo evitar sonreír. Su compañero estaba listo para
saltar de la camioneta, preparado para salir en su defensa. —¿Te
unes a mí?

Gabe estuvo a su lado en segundos, estirando su mano para


122
enlazarlas. —No me hagas eso de nuevo, —se enfureció con Mika—.
Ha sido un infierno sentarme ahí, esperando a que uno de esos
idiotas hiciera...lo que sea.

Mika asintió, sabiendo que era mejor no discutir, aunque solo


había querido mantener a su compañero a salvo. —Somos más
fuertes juntos, —pensó, recordando sus propias palabras del día
anterior—. Lo siento, bebé. Solo pensaba en protegerte.

—Lo mismo digo, —masculló Gabe, girando su cabeza para ver


a cuatro hombres caminar hacia ellos. La cabeza de Zane se alzó,
las fosas nasales hinchándose ligeramente—. ¿Qué está haciendo?

—Está sintiendo que somos compañeros. Es imposible que no


lo note; todos los cambiaformas pueden oler a las parejas de
compañeros. Y es imposible ignorarlo. —Ah, Mika quería reír por
como se veía el rostro del alfa—. No tiene precio, —pensó,
mientras los ojos grises del hombre se ampliaban por la sorpresa.
Sus tres subordinados se detuvieron detrás de él, sin duda
sintiendo lo mismo que su alfa. Mika sonrió, no pudo evitarlo, y
notó que Gabe se estaba mordiendo la mejilla para no reír mientras
observaba a los cuatro hombres con expresiones de shock. Mika se
sorprendió que a su compañero le importara.

—Cómo... —empezó Zane, la confusión evidente en su


expresión—. ¿Qué coño?

Gabe rió entonces. Mika no pudo culparle, porque maldición si


él no estaba disfrutando del hombre, ese hombre tragándose el
orgullo. El alfa miró a Mika, pero no tuvo efecto. Él y Gabe no le
debían nada al hombre. Además, Mika se dio cuenta de que nunca
habría encontrado a su compañero si no hubiera sido abandonado
por su manada. Quizá no debería odiar a los ignorantes idiotas
después de todo, pero estar agradecido era demasiado que pedirse
123
a sí mismo.

—Creí que fuiste desterrado, —finalmente Zane se las arregló


para soltar entre sus dientes apretados.

Mika sonrió graciosamente. Miró a Gabe, vio el enfado


ardiendo allí. Su compañero se tensó, todo rastro de risa se había
ido. Dio un paso adelante antes de que Mika envolviera su brazo
alrededor de su cintura y lo atrajera para atrás. Su sonrisa se
desvaneció mientras sostenía a Gabe a su lado.

—Sí, porque soy una “abominación”, como decidió la manada.


Gracioso, entonces, que alguien como yo tenga compañero, ¿huh?
—Mika soltó. Los compañeros eran todo con lo que los
cambiaformas soñaban, aunque la mayoría nunca encontraba a sus
compañeros. Sonriendo, pensó que quizá habían estado buscando
en la combinación errónea de cromosomas. Había solo otra persona
más en su manada que había encontrado a su compañera, y era al
menos treinta años mayor que Mika.

Zane miró a Gabe, oliendo el aire una vez más, sin duda
esperando estar equivocado. Los tres hombres tras él se veían
desconcertados, pero asintieron a su alfa, confirmando que eran
compañeros. Mika decidió tener un poco de piedad, lo que era
mucho más de lo que Zane y la manada le habían mostrado.

—Gabe y yo solo hemos venido a recoger mis cosas, Zane. —


Saltó un poco cuando Gabe lo pellizcó, luego apretó el agarre en su
compañero—. Estoy llegando allí, bebé, sé paciente.

—¿Qué es lo que tu compañero quiere decir, Mika? —Zane


había notado el pellizco, aparentemente, o los había pillado usando
el enlace. Mika empezó a contestar pero fue cortado por la voz de
su compañero, la calma enmascarando el enfado que atravesaba su
124
cuerpo.

—Este compañero tiene nombre, idiota. Gabriel Staley.

Mika tiró de Gabe de nuevo mientras intentaba dar un paso


hacia Zane, quien no parecía que le gustara que lo llamaran idiota,
si el color que teñía sus mejillas era una pista. Los tres hombres
que lo flanqueaban empezaron a ir hacia delante pero el alfa los
detuvo con un gesto de su mano.

—Mis disculpas, Gabriel Staley. Merecía eso, pero el siguiente


insulto tendrá repercusiones. —Los ojos de Zane se entrecerraron,
aunque Gabe no pareció notarlo.

Abrió su boca una vez más, sin duda para explotar sobre el
pomposo idiota de nuevo pero Mika fue más rápido.

—Shhh, no recurramos a insultos. Bueno, no más insultos,


aunque sean adecuados.

Gabe tomó aire, asintiendo. Mika se giró hacia Zane.

—Si amenazas a mi compañero, si amenazas a Gabe de


nuevo, alguna vez, te golpearé hasta que seas un montón de
sangre y disolveré toda la maldita manada cuando acabe contigo. —
Y lo haría. Sin pensarlo dos veces. Mantuvo su mirada en Zane,
dejando que el peso de su promesa penetrara. El alfa podría alegrar
la cara, y podrían seguir, o podría joderla y ver como era un lobo
cuando se amenazaba a su compañero.

—Maldición, ¡eres jodidamente caliente cuando te pones todo


hombre de las cavernas, Mika!

Los pensamientos de Gabe hicieron que Mika luchara por que


125
no se viera el sonrojo en sus mejillas. Zane lo notó, y sus rasgos
parecieron relajarse, como si hubiera resuelto alguna lucha interna.

Dando un paso adelante, el alfa bajó la cabeza ligeramente


hacia Gabe, luego Mika. ¿Qué demonios? Un alfa nunca se inclinaba
ante nadie que no tuviera un rango superior a él. No se hacía.

—Parece que debo disculparme de nuevo. Lo siento Mika,


Gabriel. No estoy acostumbrado a que mis... defectos... salgan así
a la luz. —Zane bajó la mirada, y Gabe pensó— Lo siento un poco
por él. Espera, no, no lo hago. Pero podría, si no hubiera sido un
idiota contigo.

Para Mika, era suficiente. Había lanzado su punto de vista, la


manada estaba equivocada, y con suerte ningún otro miembro
sería desterrado por su sexualidad. Suspirando, cansado de todas
las tonterías de la manada, Mika asintió, aceptando la disculpa.
—Si hemos acabado, me gustaría reunir mis cosas para que
podamos volver a casa.

El alfa vaciló, como si quisiera decir algo pero entonces se lo


pensara mejor. —Por supuesto, Mika. Creo que tus cosas iban a ser
empacadas y las bolsas están en tu casa, hasta que supiéramos
donde enviarlas. —Se giró y empezó a caminar hacia las viviendas
de la manada, seguido por sus hombres.

—Zane, —llamó Gabe, un reto brillando en sus ojos. Esperó


hasta que el otro hombre se giró—. Siempre puedes venir con
nosotros en la camioneta.

Era, Mika estaba seguro, un reto para irritar al alfa. Estaba


tentado de tirar de Gabe y pellizcarlo. O acercarlo y besarlo hasta
dejarlo sin sentido.
126
Zane miró a Gabe, estudiándolo, sin duda oliendo su enfado.
Sonrió de repente y, sorprendiendo a Gabe y Mika, caminó hacia la
camioneta.

—Creo que te tomaré la palabra, Gabriel, solo porque te


irritará sentarte junto al alfa malo.

Mika rió mientras su compañero fruncía el ceño y subía a la


camioneta, mirando mientras el alfa subía junto a él. —Oh, bebé,
¡creo que tu plan te acaba de morder el culo! —La sonrisa de Mika
murió cuando Gabe lo miró, con grandes ojos inocentes.

—¿En serio, Mika? Entonces no te importa que tu alfa esté


presionado...

Mika resopló, tirando a Gabe sobre su regazo, poniendo la


espalda de su compañero contra la puerta del conductor. Zane se
veía un poco sobresaltado, pero a Mika no le importaba. Pasarían
un par de horas antes de que llegaran al centro de las tierras de la
manada ya que tenían que seguir el riachuelo seco. Gracias a la
invitación de Gabe para Zane, el camino sería el doble de largo. El
temperamento de Mika ya estaba en el límite; no había forma de
que Gabe recibiera algo de la esencia del alfa. Eso acabaría con
Mika haciendo lo que había amenazado que haría con Zane.

Mika supuso que la palabra se había esparcido por la manada


poco después de que empezaran a cargar sus cosas. Podía sentir
las miradas curiosas, pero mayormente, la hostilidad que había
estado descontrolada de antes se había ido. Bueno, eso iba a ser
algo bueno para el siguiente cambiaformas que naciera en la
manada. 127
—La última caja, —le informó Gabe, colocándola en la parte de
atrás de la camioneta—. ¿Listo para salir de aquí?

—Oh, sí. Yo, uh, hecho de menos a Iko, ¿sabes? —Mika no


sabía porqué eso era difícil de decir, pero ahí iba. Gabe asintió,
colocando las correas en la parte de atrás de la camioneta. Mika
agarró las correas de su lado de la camioneta y las ató mientras su
compañero aseguraba el suyo. Con la tarea finalmente acabada,
caminaron a la cabina de la camioneta y entraron.

Gabe metió las llaves en el motor, sobresaltándose cuando


alguien tocó su ventana. Mika sintió a Zane antes de verlo
esperando a que Gabe bajara la ventana.

—¿Sí? —Era obvio que Gabe no había acabado de ser malo con
el alfa, pero estaba intentando no ser un cabrón. Más o menos,
concedió Mika. Dios, su compañero lo hacía feliz.
—Solo quería decirte... deciros a ambos que sois bienvenidos a
quedaros aquí esta noche, si queréis.

Mika olió la sinceridad con la que Zane habló. Ayudaba a


aligerar el dolor que todavía llevaba, pero no acababa con él. Aún
así, apreciaba la oferta. Gabe miró a Mika, dejando la decisión en
sus manos.

—Eso será un no, bebé, —pensó—. Tengo planes para ti esta


noche que no me apetece compartir con mi manada. La mayoría
tienen excelente oído, y un incomparable sentido del olfato. —Ese
mensaje puso una sonrisa de anticipación en el rostro de Gabe.

Mika miró a Zane. —Lo apreciamos, pero... —dejó la frase sin


acabar. Había demasiadas razones para decir que no.
128
Zane asintió. —Lo entiendo. Por lo que vale, aunque para
vosotros quizá no, lo siento. —Se giró y se alejó, con las manos en
los bolsillos de los jeans.

—Bueno, eso no fue incómodo, —masculló Gabe, encendiendo


el motor y poniendo la camioneta en marcha—. Entonces, ¿a
dónde, hombre de las cavernas? ¿Quieres que conduzca
directamente a casa? Es casi de noche ya, pero probablemente
podría arreglármelas para conducir doce horas, si quieres.

Mika sonrió por el mote, oliendo el toque de la excitación de su


compañero mientras hablaba. Mika sintió que sus bolas se
apretaban mientras sacudía la cabeza.

—No, bebé, te dije que tenía planes para ti esta noche. Creo
que Silver City esta lo bastante lejos para llegar antes de que tenga
que follarte. —Deslizó sus manos por el bulto de los jeans de Gabe,
acariciando la dura polla a través de la tela.

—Oh, mierda, —gimió Gabe, empujando sus caderas en el


toque—. Quieres mantener eso arriba y no vamos a llegar a Silver
City. —Mika apartó su mano, acariciando la longitud del muslo de
Gabe fuertemente con su palma y dedos. Distraía casi tanto como
acariciar la polla de Gabe.

Apretó el acelerado un poco más e intentó concentrarse en


llegar al pequeño pueblo y llegar rápido. Media hora después, la
oscuridad había caído y Mika empezó a desabrochar los jeans de
Gabe, aflojándolos hasta que alcanzó la polla de Gabe. Cuando
pasó el pulgar por la bulbosa cabeza, empujando un poco en la
hendidura, Gabe gimió y miró por el retrovisor. Nop, nada más que
oscuridad, carretera vacía durante millas. Deteniendo la camioneta
129
a un lado apagando las luces y el motor, Gabe se giró hacia Mika.

—Guantera, coge el lubricante. —No esperó a ver si Mika


obedecía, en su lugar abrió la puerta y salió, aguantándose los
pantalones con una mano mientras iba a la puerta del pasajero. Oh,
joder, sí, su hombre había escuchado y haciéndolo mejor, abriendo
sus pantalones y liberando su polla gruesa y larga. La visión de
Gabe se volvió borrosa, la lujuria corriendo a través de él tan duro
que sintió sus rodillas temblar.

Mika se deslizó en el asiento y alcanzó a Gabe, tomando su


boca en un beso con choque de dientes. Gabe dejó caer su mano y
dejó que sus jeans se deslizaran por sus piernas, separando sus
pies para mantener la ropa en sus rodillas.

—Fóllame ahora, Mika, no puedo esperar, —gimió. Mika se


movió a un lado, lo justo para que Gabe diera un paso adelante y
se inclinara sobre el asiento. Agarró sus nalgas y las separó para
Mika.

—Maldición, Gabriel. Mírate. Mírate. —Mika abrió el lubricante


y se mojó la polla con unas duras caricias, gimiendo, sus ojos
nunca dejando el culo de Gabe.

—Ahora, —ordenó Gabe, porque iba a explotar si no sentía la


gruesa polla en su culo en los siguientes segundos. Mika agarró las
caderas de Gabe y presionó su polla contra la abertura de Gabe,
intentando ser gentil. Gabe no lo fue.

—Fóllame. Ahora. Duro. —Empujó hacia atrás con sus brazos


usando el peso de su cuerpo para empalarse a sí mismo en la polla
de Mika. Mika gimió y empujó fuerte, sintiendo a Gabe tan
repentinamente y perfectamente que podría haber llorado. Gabe
intentó formar un pensamiento coherente, decirle algo a Mika,
130
alabarlo, adorarlo, infiernos, no lo sabía, pero la necesidad que se
enroscaba dentro de el se apoderó de él mientras sentía a Mika
perder el control. Sus embestidas no seguían un ritmo, no eran
movimientos practicados. El instinto lo guiaba, puro y simple, para
emparejarse, reclamar y dominar. Gabe sabía que la naturaleza de
lobo de Mika cogió las riendas.

Gabe gritó mientras Mika agarraba su polla empapada. La


mano se apretó y acarició, ordeñándolo, sacando la semilla de sus
bolas mientras un orgasmo lo golpeaba. Santa mierda y maldición,
Mika lo folló golpeándolo con sus bolas mientras gruesos chorros de
semen se dispararon de la polla de Gabe y los músculos de su culo
apretaron fuerte. Mika se inclinó hacia delante y mordió a Gabe
donde se encontraban su hombro y cuello, manteniéndolo en el
lugar. El gemido de Mika vibró a través de ambos mientras
empujaba dentro tan profundamente como pudo, llenando a Gabe
con su liberación.
Gabe y Mika colapsaron en el asiento de la camioneta,
incapaces de mantenerse en posición. Se quedaron estirados
jadeando, medio en la camioneta, demasiado abrumados con lo que
acababan de experimentar como para moverse. Cuando la niebla
empezó a aclararse en su cerebro, Gabe empujó atrás, animando a
Mika a levantarse. Salió del culo de Gabe gentilmente, enviando
temblores por la columna de Gabe. Gabe empezó a levantarse pero
Mika mantuvo una mano en la parte baja de su espalda,
manteniéndolo abajo.

—Joder, bebé, lo siento, —masculló Mika, y fue entonces


cuando Gabriel se dio cuenta de que su compañero estaba mirando
la marca de mordida que había dejado. Gabe esperaba que Mika no
mirara muy de cerca, porque estaba bastante seguro que había
marcas de dedos y arañazos que había disfrutado, pero que su
amante se torturaría por ello.
131
—Dios, Gabe, lo siento, lo siento tanto. Tan duro... —Gabe lo
cortó con una áspera risa; debería haber sabido que Mika no se
perdería nada.

—Uh-uh, compañero-Mika, no te pongas ansioso. Hiciste justo


lo que necesitaba. —Estiró la mano y agarró la de Mika antes de
levantarse y volviéndose con cuidado para mirarlo. Gabe ahuecó la
cara de Mika, inclinándose para rozar un beso en sus labios—. Era
justo lo que quería, —respiró suavemente contra la boca de su
compañero—. Tú fuiste quien dijo que estábamos hechos el uno
para el otro; eso debería decirte que lo que me das es lo que
necesito. Si te vas a sentir culpable y prometes no hacerlo de
nuevo, haré algo mucho peor que pellizcarte, ¿vale?

Riendo, Mika abrazó a Gabe. —Gabriel, realmente eres


jodidamente perfecto para mí, conmigo. Te amo. —Esas palabras
nunca fallaban en enviarle estremecimientos a Gabe por la
columna. No tenía ni idea de cuando quería escucharlas de los
labios de su amante hasta que Mika se las dijo cuando se
transformó. Pero no iba a ponerse todo emotivo por ello, a pesar
del modo en que se sentía, cálido y agitado.

—Maldición, hombre de las cavernas, yo también te amo.


Ahora, vamos a llevar nuestros culos a Silver City. —Gabe sonrió
por el calor que vio en los ojos de Mika. Le dio a Mika un tierno
beso, que no fue sensiblero, se dijo a sí mismo, luego le dio una
palmada a Mika en el culo y rodeó la camioneta.

Acababan de volver a la camioneta cuando el móvil de Gabe


empezó a sonar, mostrando el número de Todd. Gabe sintió que su
estómago se apretaba cuando vio el número. Todd estaba de turno,
a menos que tuviera el día libre. De todas formas, un
estremecimiento pasó por su columna mientras una sensación de
132
mal presagio lo atravesaba. Intentó apartarla, pensando que solo
estaba siendo paranoico mientras tocaba la pantalla dos veces para
contestar. Poniendo la llamada en altavoz para poder conducir,
Gabe miró a Mika. El hombre miraba el teléfono como si pensara
que era la encarnación del mal.

—¿Qué va mal, Todd? —Gabe no quería perder tiempo en


formalidades. La voz que contestó lo sorprendió.

—Ah, realmente, soy Adam. —Vale, entonces—. Todd ha


resultado herido en tu casa, está...

—¿Está bien? ¿Qué pasó? —Gabe cortó al veterinario,


preocupado. Mika tomó su mano.

—Él, ah, debería estar bien, con suerte, quiero decir. El doctor
dijo que se recuperará completamente, eso es lo que intento decir,
Gabe. Pasé para ver como iban las cosas, para asegurarme, um,
que los perros estaban bien, ¿sabes?
Gabe no estaba tan conmocionado para no notar el
tartamudeo y reconocer lo que era. Adam había pasado para ver a
Todd, por una razón u otra. De eso, se preocuparía más tarde.

—¿Qué pasó, Adam? —La pregunta de Adam sonó como un


gruñido y apenas cívico.

— Uh. Llegué y encontré... a Todd. Estaba fuera en las casetas


y estaba... en el suelo, sangrando. —La voz de Adam, se suavizó.
Gabe agarró la mano de Mika para consolarse—. A-alguien le había
g-g-golpeado con... —un sollozo se escuchó en el teléfono.

Gabe apretó el acelerador. Maldición, ¿qué pasaba? —¿Doc?


¿Adam? Está... —Gabe se detuvo, dándose cuenta de que iba a
decir “está bien”, pero no era así, no lo estaría hasta que supieran
133
quién, qué y por qué.

Adam cogió aire. —Está jodido, Gabe. Había una t-t-tubería no


lejos de donde él... estaba cubierta de sangre.

Mika miró a Gabe, la furia irradiando de ambos mientras


escuchaban las respiraciones entrecortadas con lágrimas. —
Kaufman, tiene que ser él. Ese cabrón va a pagarlo. Si hubiera
estado allí, podría haber olido quien hizo esto.

Gabe sacudió la cabeza. —Solo si conoces el olor, ¿verdad?


Podría no ser Kaufman, no lo sabemos seguro. —Devolvió su
atención a la llamada.

—Adam. Adam. —Esperó hasta que escuchó al veterinario


contestar antes de continuar—. Estamos de camino, todavía en New
México, al menos catorce horas. ¿En qué condición está Todd?
¿Estaban los perros heridos?
—Él, uh, tiene algunas costillas rotas, la mandíbula fracturada,
una contusión muy mala. No ha recobrado la conciencia, aunque los
doctores dices que es normal por la extensión de sus heridas.
Pidieron una resonancia magnética para comprobar si había
sangrado en el cerebro, que debería acabar en cualquier momento.
—La voz de Adam había tomado una nota clínica, como si intentara
distanciarse de lo que decía—. Los perros están... están bien, Gabe,
lo siento. Debería haberlo mencionado antes. No sé si... si Todd
acabó de alimentarlos o no. No lo creo, y no puedo dejarlo aquí
solo...

Gabe retuvo un gruñido de frustración. Estaban demasiado


lejos para ser de ayuda. Mika puso sus brazos alrededor del hombro
de Gabe, abrazándolo tanto como era posible con la posición en la
que estaban.
134
—Solo quédate con Todd, doc. Alguien tiene que cuidarlo, y
apuesto a que el sheriff no está vigilando su puerta, ¿no? —Gabe
intentó mantener la calma, cuando todo lo que quería era golpear
algo, o dejar que Mika lo rompiera con los dientes.

—Vale, vale. Lo siento. No sé si los perros estaban ladrando y


por eso fue que Todd salió, o...qué. Solo no lo sé. —El hombre
sonaba agotado, y Gabe no pudo evitar sentirlo por él. No podía
imaginar que haría si alguien hería a Mika. Bueno, a parte de
encontrar a esa persona y desmembrarla.

—Apreciamos lo que has hecho, doc. No es tu culpa que un


hizo de puta se volviera loco. Solo quédate con Todd, y permanece
alerta. No puedo insistir lo suficiente. Llegaremos tan pronto como
podamos y te llamaremos cuando lleguemos al pueblo. —Mika
parecía calmado mientras hablaba con Adam, pero Gabe era muy
consciente del enfado de su compañero. El hombre era de
naturaleza lobuna, probablemente no había tenido oportunidad de
calmarse después de su fiera cópula.

—Sí, solo escucha a Mika, Adam. Nos ocuparemos de los


perros cuando volvamos, y... lo que sea, ¿vale? —Gabe acabó y
cortó la llamada. ¿Qué coño estaba pasando? Miró a Mika, su única
fuente de cordura en ese momento.

—¿Qué coño, Mika? ¿Quién haría esto? ¿Y por qué Todd? —No
tenía sentido para Gabe.

—No lo sé, bebé. Desearía saberlo. Parece una locura, incluso


para el idiota loco, atacar a Todd. Hubiera esperado que se inclinara
más e atacar a los perros. ¿Todd tiene algún enemigo que sepas?

Gabe pensó en ello mientras Mika observaba


135
impacientemente. Sacudió la cabeza; no podía pensar en nadie que
pudiera querer herir a su amigo.

—No. A todo el mundo le gusta Todd. Quiero decir, ¿cómo no


podrían? Siempre es educado, amigable, pero mantiene a casi todo
el mundo a distancia.

—¿Por qué no quiere que la gente sepa que es gay? —


preguntó Mika.

Gabe asintió. —Eso creo. Sabe como reaccionó mi familia, y


sus padres son... ya sabes como son. Aparte de ser muy religiosos,
ya sabes, religioso como “evita la vara y echarás a perder a tu
hijo”. Ya te he dicho que Todd no fue mimado, tampoco. Añadido a
eso, es más difícil para él porque creció aquí, y todos lo conocen,
¿sabes? Que yo sea gay, bueno, siempre he sido un forastero de
todas formas, y no lo anuncio precisamente. Solo no lo escondo, ni
lo niego. Además, nunca he, uh.. —Hmm. Quizá debería pensar en
esa frase antes de hablar, porque ahora se sentía tonto.
—Nunca... ¿qué, bebé? —bromeó Mika.

Gabe lo miró, el engreído. —Listillo. Quiero decir que nunca he


tenido un... compañero... no en Shasta, en ningún lado. Siempre
mantengo mi vida personal en privado, por lo que nadie en el
pueblo me ha visto nunca con un hombre. Es más fácil,
probablemente, para ellos fingir que no soy gay, aunque no es por
eso por lo que lo hice. —Por favor, deja que eso sea suficiente de
este tema tan embarazoso.

—¿Por qué lo hiciste? —Mika ni lo iba a dejar, por supuesto.


Maldición.

—Porque allí no había nadie... maldición, Mika, —resopló


Gabe, frustrado con ambos—. No había nadie a quien deseara,
136
¿vale? Si, uhm, me desesperaba por algo más que mi mano, bueno,
ahí era cuando los viajes para adopción venían bien, ¿entendido?
Pero, —Gabe miró a su compañero, deseando poder parar la
camioneta y devorar sus labios—. Pero, esos eran cosas de una
noche, solo me hacían sentir peor por la mañana. Tú eres el
primero, él único hombre que quiero a mi lado. Y estar a tu lado. —
Mierda, Gabe supuso que sonaba como un adolescente cursi.
Bueno, excepto por lo de la cosa de querer un hombre, y lo de las
aventuras de una noche.

Mika acercó su cabeza, pasando su lengua por la mejilla de


Gabe, por su oreja, gentilmente trazando su forma. Su respiración
cálida y húmeda hizo que la polla de Gabe empujara duro contra la
tela de sus jeans.

—Sé exactamente lo que quieres decir, —canturreó la sexy vos


de Mika en su oreja— y también te amo.
Capitulo 9
El viaje a casa llevó considerablemente menos tiempo ya que
no tuvieron que hacer tantas paradas. De modo que, con Gabe
manteniendo el pedal casi el nivel del suelo, lo que hubieran sido
catorce horas de viaje desde Gila fue acortado por unas horas y
llegaron a los límites de Shasta cerca de las nueve de la mañana.
Mika había llamado a Adam antes, preocupado por si despertaba al
hombre. Contestó al primer tono, despierto y alerta como un
hombre privado de sueño podía estar.

Gabe se acercó al pequeño hospital que había en Shasta y los 137


alrededores y aparcó la camioneta en el aparcamiento. Adam los
esperaba delante del hospital. Mika parpadeó hacia el veterinario,
mirando el pelo desordenado por el pelo, los oscuros círculos bajo
sus ojos y los blancos braquets blancos envolviendo su
normalmente boca llena. Entonces Mika notó la sangre manchando
la ropa de Adam, su estómago tambaleándose.

—Maldición, Mika. —Gabe alcanzó la mano de Mika viéndose


tan sorprendido como él se sentía. Mika sostuvo la mano de su
compañero apretada, sin importarle una mierda que todos en el
pueblo los vieran. Alcanzaron a Adam, y después de una vacilación,
Gabe soltó la mano de Mika y abrazó al veterinario. Mika aplastó
sus celos. Su compañero tenía un corazón tierno, era parte de lo
que lo hacía tan extraordinario. No había forma de que Gabe fuera
capaz de negarle que ofreciera su consuelo si alguien que le
importaba estaba herido. Adam le devolvió el abrazo a Gabe,
soltando un sollozo. Mika colocó una mano sobre el hombro de
Adam; no sabía que más podía hacer en ese momento y odiaba
sentirse inútil.

—¿Cómo está Todd? —preguntó Gabe, apartándose de Adam—


. Tú, ah, te ves como el infierno, doc.

Los labios de Adam se curvaron sabiendo de su apariencia. —


Todavía está inconsciente, pero la resonancia magnética no mostró
ninguna hemorragia en el cerebro. Ha tenido mucha suerte de no
acabar con un pulmón perforado y con el cráneo aplastado.

Mika notó la mirada poseída en los ojos de Adam y se


preguntó que había pasado entre él y Todd durante los pocos días
que se habían ido.

—Si me veo como una mierda es porqué he estado aquí


despierto para poder vigilar a Todd. Sus padres pasaron, y yo, uh,
138
bueno, parecían sospechar. De mí. Estando aquí. —Se encogió—.
No importa, no a mí, pero sé que a Todd le importa.

—¿Qué pasó con sus padres, Adam? —Mika sabía que había
pasado algo, supuso que no era bueno, no si, como Gabe había
mencionado antes, los padres de Todd eran maltratadores, críticos,
santurrones fanáticos. Whoa, chico, contrólate, aquí, pensó.

Adam había empezado a entrar en el hospital pero se detuvo.


Miró a Mika y Gabe, caminando a zancadas hacia ellos. —¿Qué
pasó? No estoy seguro de que coño pasó con ellos. Me miraron
luego la mamá de Todd se volvió loca y empezó a decir cosas sobre
el infierno y la condenación. No entiendo por qué asumiría algo
solo por mirarme. —Adam parecía genuinamente confuso.

Mika encontró la mirada de Gabe. —Supongo que no tiene ni


idea de cuan claramente las emociones que siente se reflejan en
sus ojos y su rostro—. Gabe asintió de acuerdo mientras el
veterinario seguía explicándose.

—Y ella empezó volverse loca sobre ti, Gabe. Porque


aparentemente ser gay es contagioso, y Todd lo pilló de ti. Habló de
cosa sobre tus abuelos, veranos, y pequeños niños sucios.

Mika rió, ganándose un codazo en las costillas que supuso que


debería haber sabido que vendría. Adam observó a los dos hombres
con una pequeña sonrisa.

—Sus padres se parecen a los míos, —dijo Gabe—. Ha estado


tan preocupado por que ellos lo deshereden si sale del armario.
Personalmente, creo que si alguien te ama, ellos te amen seas gay
o hetero, sean padres, amigos o Dios.

Mika y Adam asintieron en acuerdo mientras entraban en el


139
hospital. Tan silenciosamente como pudieron, entraron en la
habitación privada de Todd, esperando que una enfermera no
entrara y los echara por romper la regla de visitantes de uno en
uno.

Todd se veía como si lo hubieran golpeado con una camioneta.


Mientras Gabe miraba las vendas y los puntos, los hematomas y los
tubos que había en su amigo, se cegó de ira. Era un rugido audible
en su cabeza, tan alto que no escuchó a Mika diciendo su nombre
hasta que se puso delante de Gabe y lo repitió. Su mirada se
encontró finalmente con la de Mika antes de mirar por encima de su
hombro a Adam, que estaba mirándolo con la boca abierta.

—Gabe, encontraremos a quien hizo esto, lo juro. Tienes que


calmarte, ¿vale? —Los luminosos ojos marrones de Mika ardieron
en los verdes de Gabe—. Puedo sentir tu enfado, y arde
empujándome a mí. Mi lobo, quiere protegerte y parar lo que sea
que enfada a mi compañero. ¿Entiendes?

Tomando unas cuantas respiraciones calmadas, Gabe asintió.


Entendiendo, y no podía permitirse dejar que sus emociones
forzaran a Mika a cambiar. Eso sería desastroso. Caminaron al lado
de la cama del hospital, ambos paralizados por la extensión de las
heridas de Todd. Mika puso su brazo alrededor de Gabe mientras
las lágrimas se deslizaban por sus ojos. Inclinándose, Gabe tocó los
el brazo de su amigo con los dedos.

—Tienes que despertar, amigo. Sé que debe doler como el


infierno, incluso si ellos te han dopado. Vamos a encontrar a quien
te hizo esto, Todd.

Mika acarició la espalda de Gabe mientras miraba el


hematoma morado e hinchado en la mandíbula de Todd. — La
140
fractura de la mandíbula no debe ser demasiado severa, gracias a
Dios, porque su mandíbula no está atada o lo que sea que hacen en
esos programas de médicos de la tele. —Gabe miró a Adam
buscando confirmación.

Asintiendo, el veterinario acarició ligeramente la mejilla de


Todd. —Es una fractura leve. Va a doler como el infierno, y la
hinchazón durará días, quizá incluso semanas, en bajar. Ha tenido
mucha suerte. Podría ser mucho, mucho peor.

—El sheriff ha venido... Bueno, creo que no podría conseguir


una declaración, al menos no de Todd. —Gabe miró las manos de
Todd. Nop, no estaban rotas, aunque habían morados en los
antebrazos del hombre, probablemente heridas defensivas. Si Todd
no podía hablar cuando despertara, al menos podría ser capaz de
escribir. Sería mejor que despertara.

Adam se veía enfadado de nuevo. —Oh, sí, el jodido loco idiota


pasó hace una hora. Dijo que entrevistaría a Todd cuando pudiera
hablar, y que Todd no debería sorprenderse de lo que pasara. Ya
sabes, porque se relacionaba con esa clase de personas. Un grupo
que ahora me incluye, no es que me importe. También dijo que no
encontró ninguna pista de quien hizo esto, ya sabes, en la escena.
El problema es, que no sé con cuantas ganas miró Kaufman. —La
voz disgustada de Adam era tan áspera que Gabe se sorprendió de
que el veterinario no se atragantara. No es que culpara al hombre,
para nada.

Gabe miró a Todd, como si pudiera obligarlo a despertar.


Pasando sus dedos a través de su pelo en frustración, miró y vio a
Mika observándolo con el ceño preocupado. Maldición, Gabe se
sentía como si fuera a estallar con el enfado y la preocupación que
estaban creciendo en él, y eso no ayudaba tampoco a su
compañero.
141
—Sería mejor que saliéramos antes de que una de las
enfermeras entrara y nos saque, —sugirió Mika, llevando a Gabe a
la puerta con una mano en su hombro. Los tres hombres dejaron la
habitación de Todd y fueron a la sala de espera. Adam colapsó en
una de las duras sillas de plástico, viéndose preparado para caerse.

—Adam, ¿por qué no vas a casa y te duchas, descansas un


poco? Podemos sentarnos aquí un poco. —Gabriel temía que Adam
alcanzara su límite pronto, lo que no sería nada bueno para ninguno
de ellos. Cuando Adam empezó a protestar, Mika lo cortó.

—No, Adam, Gabe tiene razón. Necesitas cuidar de ti o no vas


a ser de mucha ayuda para Todd. ¿Por qué no me dejas llevarte a
casa, y después de que descanses, nos llamas y uno de nosotros irá
a buscarte?

Quejándose, Adam se levantó. —Tienes razón, sí. Vale. Solo


unas horas, ¿vale? Tengo que hacer que Becky reordene mis citas
de hoy y he hecho que técnico veterinario me trajera anoche y se
llevara a Iko a las casetas de la clínica. Podéis ir a buscarlo después
de que yo vuelva, supongo.

A Gabe le encantaría ir a buscar pronto a Iko, pero no podían


quedarse con ella en el hospital por lo que tendrían que esperar.
Observó mientras Mika y Adam salían por la puerta, preguntándose
que coño había pasado para que su amigo fuera golpeado por una
cañería.

Mientras sentía las preocupaciones de su compañero, Mika giró


su cabeza y sonrió a Gabe por encima de su hombro. —Nos
encargaremos de esto, bebé, juntos; juntos y con nuestros amigos.

La idea le llevó un poco de paz a Gabe, y se relajó tanto como


pudo en la silla de plástico, esperando, que era lo único que podía
142
hacer por ahora.

Frustrado por su fracaso en encontrar algo que identificara a


quien había atacado a Todd, Mika y Gabe entraron en la casa.
Después de que hubieran vuelto a casa, Mika había intentado
encontrar una esencia que no perteneciera, y lo hizo. Muchas, de
hecho, ya que había habido una ambulancia y un grupo de rescate,
el sheriff y uno de sus ayudantes, en la escena en menos de
veinticuatro horas. Mika quería aullar de frustración, pero supuso
que sería en vano. Cualquiera que escuchara en la distancia
pensaría que era un lobo suelto. Fue por esa misma razón que no
podía cambiar a su forma de lobo e intentar rastrear un olor, no a la
luz del día. Quien quiera que atacara a Todd podría estar
observando en algún sitio. Tendría que esperar hasta que
oscureciera para cambiar.
Iko daba ladridos desde dentro de la casa, dejándoles saber
que necesitaba salir. Gabe abrió la puerta, Mika justo detrás de él
mientras ellos iban a soltar al cachorro de su caseta.

—Lo sacaré y me quedaré con él si quieres relajarte un poco,


—ofreció Gabe—. No hay forma de que deje al pequeñín aquí fuera
solo hasta que atrapemos a quien hizo esto.

—Creo que me ducharé rápido, luego correré a la bañera, ¿si


te apetece? —Mika sintió la lujuria surgir en su cuerpo,
directamente hacia su polla. Una rápida mirada a Gabe tuvo la
longitud de Mika palpitando dolorosamente; casi podía sentir la
mirada de Gabe, el bulto en sus jeans habiendo llamado la atención
de su compañero. Mika bajó la cabeza y observó la polla de Gabe
crecer dura mientras asentía en acuerdo.
143
—Bien. Entonces, ducha, baño...y luego, voy a inclinarte y
comerme tu apretado culo antes de follarte hasta dejarte sin
sentido. Suena como un plan. —Con un asentimiento decisivo, Mika
agarró el culo de Gabe y lo acercó, restregando sus pollas juntas.
Gimiendo, bajó sus labios y mordió el cuello de Gabe antes de
soltar a su compañero y salir.

Gabe se llevó una mano a su palpitante corazón. Santa


mierda. Miró a Iko. —Por favor, amigo, apresúrate y haz tus cosas
antes de que explote.

Iko lo miró, con la lengua fuera de su boca. El cachorro fue a


oler cada pulgada del patio antes de hacer sus cosas.

Gabe estaba listo para cantar un coro de aleluyas cuando


finalmente llegó al baño. Miró por la puerta y vio a Mika inclinado
en la bañera, comprobando la temperatura del agua llevando solo
una toalla. Soltando un silbido de lobo bajo, y en su opinión
apropiado, Gabriel se acercó y pasó su mano por el fantástico culo
que sobresalía en el aire. Mika apartó su mano.

—Nuh uh, compañero. —Sonrió—. Tengo un plan. Desnúdate.


—Le dio una mirada lasciva exagerada, guiñando mientras esperaba
que se le obedeciera.

Bien, entonces. Gabe prácticamente se arrancó la ropa.


Maldición si Mika en modo dominante no ponía su corazón, y su
polla, a palpitar. Entrando en la bañera, Gabe casi gime de placer.
El agua se sentía tan bien, y estaba lo bastante caliente para saber
que su piel se pondría rosada en poco tiempo. Lo cual era
exactamente lo que suponía que quería Mika, ver el culo de Gabe
con un brillo rosado mientras pasaba su lengua entre las nalgas
144
separadas de Gabe. Uh oh, si no paraba de pensar en ello, Gabe
sabía que se iba a correr.

Gabe se recostó y relajó tanto como pudo mientras Mika


empezaba a bañar su cuerpo. Esperaba ser acurrucado y
acariciado, pero Mika mantenía las caricias tan breves y eficientes
como era posible. Era frustrante como el infierno, pero el calor en la
barriga de Gabe alcanzó una intensidad casi orgásmica. La
anticipación era una bendición y una maldición.

Mika acabó de aclarar el cabello de Gabe y le dio un tirón. —


Hora de salir, bebé, antes de que el agua se enfríe. —Dio un paso
atrás y esperó a que Gabe saliera, sosteniendo una toalla en sus
manos. Gabe se sentía tonto al principio, dejando que Mika le
secara el pelo y la piel, pero eso pronto se apartó mientras la
fricción de la toalla enviaba chispas de fuego directamente a sus
bolas. No sabía cuanto iba a poder aguantar. Gabe alcanzó a Mika,
necesitando más, casi listo para suplicar si era necesario.
—Nuh uh, compañero, —dijo de nuevo, juntando las muñecas
de Gabe delante de él, lo cual cabreó a Gabe y lo encendió al
mismo tiempo. No le gustaba el “nuh uh” para nada, pero ser
restringido... eso era jodidamente abrasador.

Mika caminó, forzando a Gabe a moverse con él hacia la cama,


esperando no tropezarse consigo mismo.

—Te tengo.

Sabía que Mika lo decía en serio. Gabe cerró sus ojos y confió
en su compañero, dejando que lo guiara sin preguntar.

Cuando la parte de atrás de sus rodillas golpearon el colchón,


Gabe abrió sus ojos. Los ojos marrones de Mika estaban fundidos
14
de necesidad. Dios, Gabe no creía haber visto nunca nada tan sexy
como esa mirada.
5
Soltando sus manos, Mika giró a Gabe hacia la cama. — En el
medio, de rodillas, la cabeza abajo, el culo arriba.

Gabe pensó en intentar moverse de forma sensual, pero solo


se dejó caer en posición, colocando su cabeza abajo y su culo
arriba como le habían ordenado hacer. Mika gimió bajo en su pecho
mientras Gabe estiró sus manos atrás separando sus nalgas,
exponiendo su entrada fruncida.

—Joder, bebé, me vas a matar con ese apretado culo y todo


rosado y caliente, estirado solo esperando mi lengua.

Gabe se estremeció mientras Mika se arrodillaba en la cama y


pasó su dedo por la grieta, acariciando el agujero y sus bolas.
Sintió un mordisco en una de sus nalgas, luego en la otra. Mika
apretó su boca sobre el primer mordisco, chupando hasta que Gabe
estuvo seguro de que el hombre dejaría una marca. Girando su
cabeza, Mika hizo lo mismo con la otra nalga.

—Mío, —gruñó, y Gabe gimió de acuerdo, no confiando en su


voz para hacer algo más que rechinar.

La lengua de Mika pasó por el camino que su dedo acababa de


hacer, hacia el pesado saco que colgaba entre sus muslos. Gabe
gimió cuando Mika chupó una de las esferas en su boca, rodándola
con su lengua. Soltándola, trató la otra esfera de la misma forma
amorosa antes de volver a pasar la lengua por el pequeño músculo
anudado esperando ser saboreado.

Mika apartó las manos de Gabe y estiró a su compañero él


mismo, usando los pulgares para estirar el agujero entre ellas.
146
Gabe sintió que se sonrojaba porque podía sentir la mirada de
Mika. Se sentía vulnerable y a salvo al mismo tiempo, y la
combinación de las dos emociones hizo que su corazón latiera casi
frenéticamente.

Cuando Mika bajó su cabeza, Gabriel pudo sentir a su amante


pasar su nariz por la grieta antes de que cogiera una profunda
respiración. Una lamida de sus labios contra el ano de Gabe lo hizo
jadear; la presión de la lengua de Mika sobre su abertura fruncida
hizo a Gabe jadear. La frustración y la necesidad creciendo en su
interior, necesitaba más.

Gabe gimió y empujó atrás contra el rostro de Mika. Si el


hombre no lo follaba con la lengua pronto, Gabe iba a tener que
hacerle daño. Sintió la caricia de su respiración entre sus nalgas
separadas por la risa de Mika y empujó atrás más fuerte.

—Maldición, ¡deja de provocarme! —Gabriel había pasado el


punto de pedir y suplicar; exigir parecía ser el único tono que podía
manejar. Mika estiró su lengua y la metió tan profundamente como
pudo, girando el resbaladizo músculo por el culo de Gabe, arañando
con sus dientes contra la piel de fuera.

—¡Joder! ¡Joder, Mika! Ahh... —Gabe sintió su polla pulsar y


sus bolas apretarse mientras esa lengua entraba y salía, jodiéndolo
duro, con cortas caricias. No pudo aguantarse. Los dientes
mordiendo su agujero hicieron que agarrara su polla y acariciara,
gritando mientras sus músculos se apretaban y su semilla se
disparaba a través de sus dedos. Mika sacó su lengua y lamió el
agujero de Gabe, dándole más placer.

—Mierda, Gabe, si tuvieras alguna idea, si pudieras ver cuan


tentador eres, todo estirado y ese apretado agujero resplandeciente
por mi boca. —Mika gimió, un sonido que nunca fallaba en excitar a
147
Gabe.

—En mí, Mika, por favor. —La polla de Gabe no se había


suavizado por su orgasmo y todavía se presionaba contra su
estómago. Cerró sus ojos mientras esperaba que la follada llegara.

Se escuchó el ruido del tapón del lubricante abriéndose luego


ruido burbujeante mientras Mika apretaba el tubo. Gabe escuchó el
tapón cerrarse, escuchó un ruido mientras Mika tiraba el lubricante.
El sonido de piel con piel mientras Mika mojaba su polla poniéndole
a Gabe la piel de gallina.

Mika separó a Gabe tanto como pudo mientras alineaba su


polla con la entrada bien ensalivada. La voz de Gabe se rompió y
gritó de nuevo cuando Mika empujó duro, enterrándose hasta la
base en el culo de Gabe. Joder, le encantaba cuando Mika embestía
con fuerza hacia casa, llenándolo tanto que nada existía aparte de
la polla de Mika en su interior.
Mika salió hasta que solo la punta de su polla estaba todavía
dentro, luego golpeó hacia dentro, y Gabe supo que ambos iban a
tener hematomas de la colisión de sus caderas y culo. La idea solo
lo puso más cachondo, hizo que deslizara una mano entre sus
muslos hasta...

—¡Sí! ¡Justo ahí! —Pensó Mika, su orden de placer encendió a


Gabe. Ahuecó las bolas de Mika en su mano, tirando, sacando un
gemido de su amante y haciendo añicos su control. Mika gimió y
enterró sus uñas en las caderas de Gabe. La sensación punzante de
su piel bajo el agarre de Mika encantó a Gabe, y supo que dejaría
marcas tras él. Saber eso casi envía a Gabe sobre el borde mientras
Mika tiraba de Gabe para encontrarse con sus erráticas embestidas.

Incivilizado, duro y profundo, así era como Gabe estaba siendo


14
follado; sabía que Mika empujaba dentro de él con todo lo que
tenía. Gabe sintió gotas de humedad, sudor cayendo de Mika,
aterrizando en su espalda entre embestidas. Mika se inclinó para
8
pasar la lengua por su espalda, deteniéndose en la juntura de su
cuello y hombro.

Mika agarró la polla de Gabe al mismo tiempo que enterraba


sus dientes en ese sitió dulce, apretando, sacando sangre, Gabe
supo mientras un gemido salió de su garganta. Dolor y placer
explotando en su interior por el mordisco, disparando a su polla y
forzando a sus bolas a vaciarse en un estallido blanco. Sus
músculos apretaron fuerte la polla de Mika, ordeñándolo
apretadamente mientras chorros de caliente semen salían dentro
de él. Mika se estremeció varias veces, su orgasmo largo y girando.

Gabe colapsó en su estómago, las piernas estiradas bajo él,


con Mika todavía encima, chupando la marca de mordida
suavizando el dolor. Gabe quería decirle que estaba bien, que no
dolía, bueno, lo hacía pero no, no estaba seguro de como
explicarlo, pero se rindió de intentar hacer que su cerebro
funcionara. Mika sacó su polla y envolvió a Gabe en sus brazos,
rodando de lado y acercándolo más. Mika empezó a hablar pero se
detuvo, la boca abierta mientras Gabe le lanzaba una mirada de ira.

—Ayúdame, Mika, si te disculpas, te patearé el culo, —resopló


Gabe—. Estás cayendo en el mal hábito de darme lo que quiero y
luego sentirte culpable por ello. No me gusta esa mierda,
¿entendido?

Mika cerró la boca de una forma que Gabe encontró


gratificante. La gratificación se desvaneció cuando Mika decidió
hablar de todas formas. —Vale, bebé, lo siento...uumph...

Gabe sabía que había pillado a Mika bien su amante había


149
estado preparado para el codo que le dio en las costillas esa vez.
Gabe sabía que podía ponerse...susceptible, pero maldición si no
parecía que era la única manera de llegar a Mika en algunas
ocasiones. Además, si Mika podía morderle, Gabe supuso que él
podía tirar el codo. O pellizcar a su amante.

—Solo iba a decir, —Mika habló lentamente, mientras


intentaba calmar al agitado animal— que lo sentía... —atrapó el
codo de Gabe antes de que pudiera darle en las costillas de nuevo,
entrecerrando sus ojos— por tratarte como si no supieras lo que
quieres, lo juro.

Gabe se sintió solo un poco aplacado, pero dejó de intentar


incapacitar a Mika con el codo.

—Bueno, —gruñó a Mika— mientras finalmente entre en tu


cabeza que lo que sea que pase cuando estamos follando, es lo que
quiero, y que soy lo bastante listo para saber la diferencia entre lo
que quiero y lo que no. — Sonrió beatíficamente, observando como
Mika se restregaba las costillas y asentía — Bien, me alegro de que
haya quedado claro. Ahora, ¿podemos echar una siesta antes de
que oscurezca y te pongas todo lobito conmigo?

Riendo, Mika rodó a Gabe sobre su espalda. —Déjame


conseguir una toalla para limpiarnos. —Mika movió sus cejas hacia
Gabe—. Luego una corta siesta para recuperarnos, quizá para otra
ronda.

—Suena como un plan excelente, —masculló Gabe, ya


sintiendo que el sueño se apoderaba de él. Él guiñó un ojo a Mika, o
pensó que lo hizo, luego se durmió.

150
Capitulo 10
—Todd está mejor, sus signos vitales son estables, pero
todavía no ha recuperado la consciencia. El doctor piensa que
podría despertar en cualquier momento, mientras las lecturas de su
electroencefalograma muestran el esperado nivel de actividad
cerebral. Y el jodido idiota loco no ha venido para entrevistarlo por
lo que pasó, ni siquiera ha pasado para ver si Todd ha recuperado la
consciencia. No he escuchado nada de él. —La voz de Adam era
ruda por la frustración a través del teléfono.

Gabe no pudo evitar pensar en el hecho de que el sheriff no 151


hubiera vuelto para entrevistar a ninguno de los hombres, hablaba
solo. Lo que no podía entender era lo que había empujado al
hombre, después de todo ese tiempo, a hacer algo como eso. No
tenía sentido, pero él Mika encontrarían a Kaufman mañana verían
si podían descubrir algo.

Suspirando por la frustración, Gabe sabía que tendría que


fisgonear donde realmente no quería. Bueno, quizá quería, pero
aún así. Le hacía sentir que estaba metiendo su nariz donde no
debía. Normalmente, ese sería el caso, pero ya que había
circunstancias extenuantes...

—Adam, uh... —Dios, esto era incómodo—. Uh, ¿algo pasó


entre, ya sabes, vosotros? Algo a lo que Kaufman hubiera puesto
objeciones? —Gabe cerró sus ojos fuerte cuando el veterinario
cogió aire sobresaltado. Hubo un minuto entero de silencio mientras
esperaba que Adam hablara.
—Sé porque estás preguntando eso, Gabe, y si las cosas
fueran diferentes, te diría que te metieras en tus jodidos asuntos.
Todavía no estoy seguro de que es lo mejor.

Sonaba seguro como que había enfadado a Adam a pesar de


como estaban las “cosas”. Mierda.

—Mira, Adam, realmente no quiero fisgonear, —al menos


mayormente— pero si fue Kaufman, pensaría que algo lo ha
desencadenado. Nunca se ha vuelto tan loco en todos estos años, y
no puede ser algo que Mika o yo hiciéramos porque no estábamos.
Siento tener que preguntar, y lo siento más por empujarte a
contestar, pero realmente necesitamos saber que pasó en caso de
que esté relacionado, para descubrir que pasó.

El suspiro resignado de Adam hizo que Gabe se sintiera como


152
la mierda, pero no podía hacer nada. Aparentemente el veterinario
llegó a la misma conclusión.

—Lo siento, Gabe, sé que tienes razón. Es solo, bueno, nunca


he sido del tipo que habla de su vida personal.

Gabe lo sabía, ya que se había preguntado si Adam era o no


gay, o si el hombre tenía vida personal. —Lo entiendo, Adam. No lo
preguntaría si no fuera necesario.

—Lo sé. Puedo hacer lo que sea si eso ayuda a pillar al hijo de
puta que le hizo esto a Todd. —Otro suspiro llegó a la oreja de
Gabe—. Entonces, ah. Bueno, sabía que Todd estaba, ya sabes,
interesado. —Una risa estalló en el teléfono—. Dios, ¡eso suena
jodidamente juvenil!

Gabe esperó, porque realmente, no era lo bastante tonto como


para creer que el veterinario realmente quisiera una confirmación.
—Bien. Corto y dulce, me he sentido atraído por Todd desde
hace mucho tiempo, y sabía que era mutuo. El problema es, era,
quizá todavía lo es, no lo sé. El problema es que parecía
determinado a permanecer en el armario. Por lo que no dejé que
supiera como me sentía, no cuando lo había visto... visto con citas.
Ya sabes, con mujeres.

Mika entró en la habitación, vio el teléfono y se deslizó junto a


Gabe para poder escuchar la conversación. —Es Adam, ¿verdad?

Gabriel asintió ausentemente, escuchando al veterinario.

—No seré un secreto, Gabe. No puedo. Va contra mis


creencias personales. Mientras Todd mantenga esa puerta
cerrada...De todas formas, pasé por tu casa la mañana en que Todd
fue atacado. Uh, le dije que tenía que comprobar a un par de los
153
perros, pero, ya sabes, fui porque no podía no ir. ¿Tiene sentido?

Oh sí, Gabe entendía el encontrar a alguien irresistible. Gruñó


en acuerdo y extendió la mano para agarrar una de las nalgas
ocultas por los tejanos de Mika. Mmm, bueno.

—Nosotros, uh, no, yo lo enfrenté, supongo, que intentaba


hacer que él... que supiera que lo que había entre nosotros, es
entre nosotros. Él quería que diera una oportunidad a lo nuestro,
pero mantenerlo en secreto, y yo quería darnos una oportunidad,
porque creo que él es... es para mí. Pero ambos lo queríamos a
nuestra manera. La discusión se volvió bastante fuerte, luego... —
Adam vaciló.

Gabe supuso que podría ayudar. Quizá. —Entonces pasasteis


de pelear a follar, ¿por decirlo de alguna forma? —Ups. Realmente
tenía que trabajar en su tacto. Mika le lanzó una mirada
sobresaltada y tiró de su pelo. Adam soltó una risa estrangulada.
—No, no exactamente. Quiero decir, no llegó tan lejos. No lo
hicimos, bueno, no follamos. Nada más que besos y magreos,
tristemente. Me di cuenta de lo que estaba haciendo y paré. Le dije
a Todd que me llamara cuando decidiera ser honesto consigo
mismo, con todos, y cuando él sintiera que yo lo valía. Luego me fui
indignado. Joder.

—Hey, Adam, entiendo que no quieras fingir. También entiendo


los miedos de Todd, los cuales son, por como viste por la reacción
de sus padres, bastante bien fundados. No sé quien tiene razón y
quien no, todo lo que puedo decirte es que si amas a alguien,
encuentras la manera de hacerlo funcionar. —Gabe apretó el culo
de Mika fuerte, haciendo que su polla despertara. Se estaba
sintiendo bastante bien sobre lo de dar consejos—. Por lo que,
después de que te fueras, ¿viste o supiste algo de Todd durante el
154
resto del día?

—No, la siguiente vez que lo vi, estaba estirado en un charco


de sangre. —La voz de Adam estaba teñida de dolor—. Decidí pasar
para ceder o hacer que estuviera de acuerdo en hacer las cosas a
mi manera. Probablemente más lo último. Cuando salí de mi
camioneta, los perros estaban ladrando como locos, por lo que fui a
las casetas. Y ahí estaba, viéndose tan roto, Gabe. —Esa vez, Adam
no intentó contener el sollozo.

Mika se tensó junto a Gabe. —Bebé, pregúntale por qué llamó


desde el teléfono de Todd. ¿Por qué no el suyo? ¿Dónde estaba el
móvil de Todd?

Mierda. Se habían olvidado del móvil de Todd.

—Adam, Mika quiere saber por qué usaste el móvil de Todd, y


donde lo encontraste. —Gabe podía imaginar los engranajes
girando en la cabeza del veterinario, dándose cuenta de que la
respuesta a sus preguntas podría estar en ese teléfono.

Adam soltó algunas maldiciones creativas antes de contestar.


—Me dejé el móvil en la camioneta, cargando. La batería había
muerto antes. Cuando encontré a Todd, su teléfono estaba en el
suelo a diez pies de distancia de él, abierto. Lo agarré sin pensar y
empecé a llamar a los servicios médicos de urgencias. ¿Crees que
podría haber algo útil allí?

—¿Dónde está el teléfono ahora? —Mika ya estaba agarrando


las llaves de la camioneta mientras Gabe hacía la pregunta,
señalando a Gabe para que se apresurara.

—Está aquí, en mi bolsillo. Déjame solo... ¡mierda! Está


muerto. No tengo el cargador para él.
155
—Dile que vamos a coger el teléfono. Pasaremos por la tienda
para comprar un cargador. Necesitamos comprobar las llamadas de
Todd. Kaufman debería haber comprobado la lista de llamadas y los
mensajes de ese móvil.

Gabe se golpeó a sí mismo en la cabeza. No podía creer que


no hubieran pensado en mirar el teléfono de Todd. Era consciente
de que Mika escuchaba mientras su mensaje se transmitía a Adam.
Gabe observó a Mika mientras reunía los juguetes de perro y
recogía a Iko para ponerlo en la caseta. Tan pronto como Gabe
acabó la llamada, estaban listos para salir.

El camino al hospital parecía interminable para Gabe. Él y Mika


discutieron la posible importancia del teléfono, y el hecho de que el
sheriff Kaufman no hubiera pensado en confiscarlo o preocuparse.
Ninguna opinión auguraba nada bueno para la inocencia del
hombre.
—Hay una buena oportunidad de que el hombre solo esa un
inepto, —dijo Gabe, intentando asegurarse de cubrir todas las
posibilidades.

—Diría que eso está claro, sea cual sea el caso, —dijo Mika—.
Tanto si lo ha hecho y no tiene suficiente cerebro como para
ocultarlo, o si no lo hizo y no tiene el cerebro, o el deseo, de reunir
todas las evidencias. El hombre es tonto.

No había discusión. Gabe intentó recordar si había habido


algún crimen violento similar en Shasta, algo con lo que pudiera
estar relacionado, o al menos algo que le hubiera dado al sheriff la
experiencia necesaria para manejar ese tipo de caso. Nada le vino a
la mente. A parte de las habituales disputas domésticas, niños
intentando causar problemas, y el ocasional suicidio, no pasaba
156
mucho en el pequeño pueblo. Y el suicidio probablemente no
contaría, ya que Gabe solo recordaba uno. Por lo que el sheriff era
solo un idiota inexperto.

Adam estaba esperando delante del hospital cuando llegaron.


Se acercó a la camioneta y le pasó el teléfono muerto a través de la
ventana de Mika. Gabe estaba preocupado por que hubiera alguna
incomodidad después de la conversación telefónica, pero Adam
parecía haber superado su enfado. Sin embargo, se veía fatal. El
hombre necesitaba descansar algo.

No, necesitaba que Todd despertara y estuviera bien. Eso era


lo que se necesitaba para quitar esa mirada derrotada del rostro del
veterinario.

—¿Algún cambio con Todd? —Gabe estaba bastante seguro de


la respuesta antes de escucharla.
—No. —La frustración de Adam era palpable—. Me pregunto si,
¿Quizá es en parte inducido psicológicamente? ¿Por el trauma del
ataque?

—Podría ser, —reflexionó Mika—. Es seguro que el ataque fue


traumático. — Adam y Gabe asintieron.

—Solo que no sé que hacer para ayudarlo, animarlo a


despertar.

La sonrisa de Mika era traviesa. —Bueno, podrías tomar la ruta


del cuento de hadas e intentar besar al bello durmiente, pero su
mandíbula podría ser un problema.

Y Gabe pensó, juzgando por el sonrojo sobre las mejillas del


veterinario, que un besito en los labios no había funcionado para
157
despertar a Todd. — Quizá deberías intentar hablar con él, sobre
vosotros dos, lo que quieres, lo que él quiere, como hacer que
funcione. Tiene que escuchar lo que sea, realmente lo creo. —Adam
se veía un poco nervioso, por lo que Gabe decidió sacar otro tema—
. O, si realmente quieres ver si puede escuchar, dile lo que vais a
hacer juntos cuando se mejore. O lo que harás por él, —le alzó una
ceja a Adam— si despierta pronto.

El pobre veterinario se puso a nueve sombras de rojo, pero


sus ojos mostraban interés en el plan.

Gabe sonrió a Adam, pensando en las cosas que Mika le había


dicho que iba a hacer antes, y ciertamente lo había seguido. —Oh,
sí, Adam, eso de “déjame decirte lo que te voy a hacer” sí, si hay
alguna forma de que pueda responder a eso... si puede,
definitivamente lo hará.

Riendo, Adam sacudió la cabeza a sus dos amigos. —Yo, ah,


veo vuestro punto, chicos. Maldición. Vale, bueno, será mejor... —
Apuntó con el pulgar detrás al hospital, luego se dirigió allí.

—Maldición, Mika, creo que Adam tenía mucha prisa por volver
con Todd. Seguro que hace que mover el culo sea fácil. —Gabe
estaba riendo, hasta que Mika agarró su mano y la puso sobre su
polla y empujó sus caderas—. Sé como se siente el hombre.

Mika notó las miradas que recibían en la tienda. En su mayor


parte, era curiosidad, pero había unas cuantas personas que los
miraban con expresiones de disgusto. No dejó que lo molestara.
Mientras su compañero estuviera a salvo, nada de lo que nadie
pensara de ellos importaba. Gabe parecía indiferente a las miradas, 158
determinado a buscar a través de los cargadores que se mostraban
hasta que encontró un cargador de coche adecuado, pero un
cargador de pared funcionaría. Mika no podía evitar sonreír por la
intensa mirada de concentración que su compañero llevaba
mientras buscaba a través de los paquetes de plástico. El hombre
estaba tan mono, mordiéndose el labio inferior así. Finalmente,
Gabe soltó un sonido de triunfo y se levantó, ondeando el paquete
en el aire.

—¡Lo tengo! Vamos... —La voz de Gabe se apagó. Mika sabía


malditamente bien que estaba comiéndose con los ojos a su
compañero como si quisiera inclinarlo sobre el mostrador y follarlo
en la tienda. No pudo evitar notar la polla de su amante, hinchada
y presionándose dura contra sus jeans. Doble maldición. La polla de
Gabe quería mostrarse también.

—Deberíamos, um, pagar e irnos. Ahora. —Gabe se giró y


corrió hacia el cajero del departamento de electrónica. El
dependiente le miró sobresaltado hasta que notó a Mika tras él.
Mika se hubiera reído de la expresión del pobre tipo, con los ojos
abiertos atónito. Sip, esa era una palabra perfecta, atónito. El
dependiente tartamudeó y bajó la cabeza para mirar los cargadores
y los escaneó.

—¿Serán...serán, uh, todos para ti? —El tipo se veía casi


aterrorizado. Mika quería preguntarle si pensaba que porque fueran
gay, querían joder a cualquier tipo. Como si ser gay significara que
perdías el control de tu sexualidad. Correcto. El dependiente era
feo; ni él ni Gabe lo habrían follado en un mal día, una apuesta, un
reto...La lista de cosas por las que no follaría al dependiente era
infinita. Gabe miró por encima de su hombro y le guiñó un ojo, la
intención de lo cual, Mika estaba seguro, era desconcertar al
dependiente incluso más.
159
—Puedo asegurarte, que son todos para mí, —contestó Gabe
finalmente. El dependiente se puso rojo, inseguro de si sentirse
insultado o no. Acabó la venta y le pasó la bolsa por encima del
mostrador, escabulléndose. Bueno, probablemente para escapar,
Mika se divirtió.

Sonrió mientras dejaban la tienda. —Eso fue un poco malo,


compañero. Pusiste nervioso a ese pobre tipo.

Gabe puso los ojos en blanco. —Ese tipo estaba nervioso


incluso antes de que le hablara. E ignorante, también. No tengo
duda de que para el ser gay es igual a ser un desviado sexual que
salta sobre cualquier hombre alrededor, que quiera o no. —Era fácil
ver que esa actitud irritaba al compañero de Mika infinitamente.
Ninguno de los hombres gay que Mika conocía eran más o menos
promiscuos que los heterosexuales. Era cosa de carácter, no
orientación sexual, que fuera alguien leal o no.
—No sé, bebé, —Mika respiró en la oreja de Gabe—. Nuestros
polvos pueden ser un poco desviados, ¿no crees?. —Solo pensar en
ello hacía que las bolas de Mika se apretaran dolorosamente
mientras alcanzaba la puerta de la camioneta.

Gabe rió mientras entraba en la camioneta. —Sí, pero nuestros


polvos desviados son solo entre nosotros, y será mejor que siga
siendo así.

—Oh, compañero, definitivamente será entre nosotros, —Mika


ronroneó, encendiendo el motor y poniendo en marcha la
camioneta–. Entre nosotros, en ti en mí... mmm—. Le pasó una
navaja a Gabe, quien la miró en su regazo. La esencia de la
excitación de Gabe rápidamente llenó la camioneta. Saber que
Gabe lo deseaba tanto hacía que Mika quería liberar su polla allí en
el aparcamiento y dejar que Gabe lo tuviera. Los chillidos de un
16
niño caminando por el campamento hizo que Mika volviera a sus
cabales.
0
—Bebé. —Mika chasqueó sus dedos un par de veces,
ondeando su mano delante de la cara de Gabe. Gabe se sobresaltó,
saliendo de sus pensamientos.

—Sí, vale. ¿Donde hay un cuchillo?

Mika estalló en risas, apuntando la cadera de Gabe,


deteniéndose cuando su compañero agarró el cuchillo y sacó el filo,
brillando. No es que pensara que Gabe le heriría con esa cosa, pero
aún así. Era mejor no seguir provocando al hombre.

—¿Por qué hacen estos paquetes tan difíciles de abrir? —


masculló Gabe—. Sé que algún bastardo sádico diseñó los paquetes
con toda la intención de frustrar a la gente. Apostaría a que él o ella
está rodando sobre billetes y riéndose.
Ahogando su risa, Mika se sentó bien y disfrutó de su
compañero, viéndolo de lado. Gabe gruñó mientras intentaba abrir
el plástico, dejando caer el cuchillo en el suelo de la camioneta
mientras lo hacía.

—Cuidado, bebé, no querrás pincharte con el cuchillo, ahora.


—Mika solo quería expresar preocupación, pero la mirada en el
rostro de su compañero le decía que sería mejor que protegiera sus
costillas.

—Ugh. —Maldición, no fue lo bastante rápido—. Solo no quiero


que te hagas daño, Gabriel, eso es todo. Me mataría que te hicieras
daño—. Y Mika pensaba en serio que necesitaría comprarse una
armadura completa a ese paso.
161
Gabe cerró sus ojos, la culpabilidad en sus rasgos. —Lo siento,
Mika. Ni siquiera voy a poner una excusa.

Mika lo atrajo para un beso, manteniéndolo breve para que no


acabaran en la cuneta. —Está bien, las cosas han sido difíciles estos
días. ¿Lo tienes enchufado?

Gabe asintió, dándole al teléfono unos segundos antes de


encenderlo. —¿Qué quieres que compruebe primero? ¿Llamadas o
mensajes?

—Llamadas, recibidas y realizadas. Queremos ver con quien


podría haber hablado después de que él y Adam discutieran. —Leyó
mensajes.

—Vale. Veamos... —Gabe bajó primero por la lista de llamadas


recibidas—. Solo veo dos números después de que Adam se fuera.
Uno es el de Kaufman, el otro está identificado como “padres”, por
lo que supongo que serán sus padres. Cada llamada fue breve,
menos de un minuto.

Mika gruñó, intentando descubrir si las llamadas estaban


relacionadas o no. —¿Qué hay en la lista de sus llamadas
realizadas?

Gabe pulsó unos pocos botones, sacando la lista. —Vale, hay


llamadas a...huh. Llamó a Kaufman y a sus padres antes de la
llamada de ellos en la lista de llamadas entrantes. Por lo que él los
llamó antes, ellos respondieron. Pero las llamadas de Todd fueron
hechas varios minutos antes que las recibidas. —Gabe colocó una
mano en su estómago y se tensó mientras miraba a Mika.

—¿Sabes lo que pienso, Mika?


162
Mika apartó sus ojos de la carretera lo bastante para encontrar
la mirada de su compañero.

—Probablemente algo parecido a lo que yo. ¿Qué piensas?

Gabe miró por el parabrisas, restregándose el estómago


mientras hablaba. —Creo que quizá Todd quería lo bastante a Adam
para hacer lo que le pidió. Quizá llamó a sus padres, llamó a
Kaufman, se lo dijo. Habría sido más fácil por teléfono, y si actuó
sobre un impulso...

—Sí, creo que quizá pasara algo así. ¿Puedes comprobar sus
mensajes? —Mika tenía una sensación sobre el teléfono de Todd; no
podía evitar pensar que había información en él que ayudaría a
descubrir quien había asaltado a Todd. No sabía si era por
desesperación o inspiración.

Gabe abrió los mensajes. —No hay nada nuevo, solo algunos
mensajes entre él y Adam, hablando de perros y cosas. —Presionó
el botón de atrás—. Huh. Veamos que hay en sus borrado…oh. —
Gabe bajó el teléfono a su regazo.

—¿Qué es, Gabe? ¿Estás bien? —Su compañero se veía


sonrojado, lo que solo hizo que Mika se interesara más. Debía de
haber algún mensaje.

Gabe se aclaró la garganta. —Sí. Solo era un borrador de lo


que...joder. Sí, de lo que quería hacer con Adam. Más de lo que
necesitaba saber.

Mika alzó el teléfono, intentando leer y conducir al mismo


tiempo. Oh. Bueno, santa mierda. No había sabido que Todd tenía
en él...aunque si el hombre se salía con la suya al respecto, habría
tenido bastante de Adam hacía días, según la fecha del borrador.
163
Colocó el teléfono en el asiento y miró a Gabe.

—Después de leer eso, tengo que decir que espero que Adam
sepa en lo que se está metiendo. —Mika rió por juego de palabras.

Gabe sonrió, juntando su cabeza con la de su amante. —Creo


que Adam sabe exactamente en que se está metiendo, y que
amará cada minuto de ello. Igual que tu cuando lleguemos a casa.
—Su mano se apartó, sobre la cadera de Mika y directamente a su
polla.

Mika apretó el acelerado. —¿Oh sí? Quieres decir que yo sabré


en lo que me estoy metiendo, o que amaré cada minuto de ello?

—Exactamente, hombre de las cavernas, —rió Gabe mientras


Mika soltaba el pedal—. Creo que tú y yo estamos listo para algo
desviado, ¿no crees?
Llegaron a casa en tiempo récord y encontraron una forma
muy satisfactoria de pasar las horas de día que quedaban.

164
Capitulo 11
Gabe salió al porche trasero detrás de Mika. Habían dejado la
luz apagada, queriendo tanta discreción como fuera posible para
cuando Mika merodeaba en su forma de lobo. Detrás del granero,
Mika se quitó los pantalones y se los pasó a Gabe.

—Maldición, hombre de las cavernas, será mejor que cambies


rápido antes de que decida aprovecharme de ti. —Gabe no pudo
apartar la mirada de la gruesa polla delante de él, alcanzarla y
acariciarla mientras empezaba a crecer. Mika gimió, apartando la
mano de su compañero. 16
—Si me tocas, voy a follarte, y tenemos que hacer esto, ver si
puedo encontrar algo en forma de lobo. —Mika no sonaba
5
particularmente feliz sobre tener que decir que no, lo que hizo
sentir un poco mejor a Gabe. Además, sabía que el hombre tenía
razón, pero estaba tan caliente que a veces las sinapsis de Gabe
fallaban.

Apartó su mano y observó como Mika caía a cuatro patas en el


suelo, cambiando mientras lo hacía. Se veía doloroso, los huesos
sonando, encogiéndose y alargándose donde era necesario, pero
Mika le había dicho que no lo era. Aún así, no se veía como algo
que Gabe quisiera experimentar. Además de lo de la cosa de
morder y, nop, definitivamente no tenía prisa.

Completamente cambiado, Mika se acercó a su compañero y


lamió su mano. —¿Listo?
—Sí. —Gabe miró la ropa en su mano—. Probablemente
debería dejar estas en algún sitio donde te puedas cambiar con
algo de privacidad, detrás del granero, ¿eso funcionaría?

Mika bajó la cabeza en acuerdo y Gabe corrió alrededor del


granero. Una zona de matorrales en la que quería cavar se veía lo
bastante bien para esconder la ropa de Mika, y el hombre, o lobo, si
era necesario.

Esa tarea completada, Gabe corrió junto a su compañero. —


Vale, vamos a hacer esto. —Gabe siguió a Mika, observando la
forma en que se movía.

Era tan fantástico en su forma de lobo como en la humana,


bastante confiado y musculoso. Con su cabeza baja, oliendo el
suelo, emanaba una sensación que apenas retenía agresión que
16
Gabe encontraba increíblemente sexy. Eso le extrañó un poco,
viendo a su lobo y pensar en él como sexy. Vaya, desviación a la
vista. Gabe casi choca con Mika cuando se detuvo de repente, las
6
orejas alzadas, la cabeza arriba. Miró a Gabe, luego trotó a la
entrada del granero. Los perros no empezaron a ladrar como Gabe
esperaba que hicieran.

En su lugar gimotearon confundidos por la esencia combinada


de Mika y lobo. No se asustaron, tampoco, aunque muchos de ellos
rodaron sobre su espalda y mostraron sumisión.

Mika miró el lugar donde Todd había sido encontrado y luego


en otra dirección. Gabe observó fascinado mientras su amante
trabajaba, separando cada esencia hasta que estaba listo para
moverse en el patio.

—¿Algo, Mika? —Gabe no podía aguantar la espera más


tiempo, tenía que hablar. La paciencia era un virtud, seguro, solo
que no una de las suyas.

—No estoy seguro, bebé. He atrapado varias esencias,


necesito descubrir quien es quien.

Gabe puso los ojos en blanco y soltó un gruñido. Bueno, eso


no era del todo confuso. —Uh, ¿Mika? ¿Qué quieres decir
exactamente?

Mika se congeló, y Gabe lo siguió. —Alguien viene, Gabriel.

Gabe escuchó, apenas capaz de escuchar el sonido de un


motor bajando por la carretera. —Lo escucho. Voy delante, ve a los
arbustos del lado, vale? —El motor disminuyó la velocidad mientras
se detenía.
167
Gabe rodeó la casa, corriendo a toda velocidad por un
pequeño grupo de árboles del patio delantero. Mirando a su
izquierda, la dirección de la que venía el sonido, se dio cuenta de
dos cosas. Primera, no había focos; segundo, el vehículo se había
detenido con el motor apagado. Alguien intentaba pasar
inadvertido, conduciendo sin luces encendidas y saliendo de la
carretera antes de alcanzar la entrada de Gabe. Esto no puede ser
bueno. Miró a Mika, esperando que se escondiera bien. Debía
hacerlo, porque Gabe seguro que no podía verlo. —¿Mika?

A tu izquierda, en los matorrales junto a la carretera. La


esencia, encaja con una de las que atrapé en el granero. Encontré
las que pertenecían a los Servicios de Emergencia Sanitarios, el
sheriff, su ayudante, pero había una que olía de alguna forma
familiar, solo que no sé por qué. Ese es a quien siento ahora.
Mantente escondido, por favor, Gabriel.

Bien, porque iba a dejar que Mika se enfrentara a todo el


peligro porque era un lobo. Eso no había protegido a Mika antes. —
Por ahora, hombre de las cavernas, pero no hay forma de que me
que atrás y me arriesgue a que salgas herido. Juntos, ¿recuerdas?
—Gabe pensó que había escuchado un gruñido bajo de los
matorrales pero no podía estar seguro. Habría gruñido en
contestación, excepto por el hecho de que escuchó a alguien
moverse por los arbustos, yendo hacia la casa por el lado.

Estaba completamente oscuro, y ya que habían decidido no


encender las luces de fuera para ayudar a camuflar a Mika, Gabe no
podía ver quien era la sombra que salió de los matorrales. Podía,
sin embargo, ver la luz de la luna brillar sobre algo metálico en la
mano de la figura. Mierda. —¡Mika! ¿Qué hay en su mano? ¿Dónde
estás?

Gabe pensó que vio una sombra negra moverse tras la figura.
16
—Tubería. Supongo que este tipo no es muy creativo con sus
intentos de asesinato. Y estoy justo detrás de él. —Mika acababa de
8
salir de su escondite cuando el hombre, quizá sintiendo que estaba
siendo observado, se giró. Gritó cuando vio el lobo siguiéndolo,
alzando la tubería para golpear.

—¡Engendro de Satán! ¡Demonio negro! —La tubería bajó,


fallando en Mika cuando retrocedió, gruñendo y alzando las orejas.

Gabe saltó de detrás de los árboles, gritando “¡No!” mientras


corría hacia el hombre, quien giró en un círculo completo, girando
la tubería a su alrededor en un arco. Gabe esquivó rápido, sintiendo
el aire moverse por la fuerza del movimiento en la parte de atrás
de su cabeza. El hombre gritó y agarró la tubería de nuevo, pero
esta vez giraba hacia el lobo que estaba mostrando sus colmillos.
Gabe se giró hacia el hombre, envolviendo sus brazos a su
alrededor tirando al intruso al suelo.
Mika soltó la pierna que tenía atrapada entre sus dientes y
apenas esquivó el golpe con la pesada cañería en su cabeza. Tan
pronto como vio a Gabe haciendo el volador, cambió a su forma
humana, seguro de que el psicótico de la tubería iba a estar
demasiado ocupado golpeando el suelo bajo ciento ochenta libras
de macho para notarlo. Sin importarle estar desnudo, Mika cargó
hacia delante, doblándose para apartar la tubería del hombre caído,
escuchando el jadeo sobresaltado de Gabe mientras lo hacía.

—¡Joder! ¡Enfermo bastardo retorcido! —Gabe montó el pecho


del hombre, atrapando sus brazos con sus rodillas.

Mika miró al hombre y se dio cuenta de porque el olor le


parecía familiar. Ese tenía que ser el padre de Todd, tenía que serlo.
169
El parecido era asombroso, aunque Todd nunca había tenido ese
brillo loco en sus ojos como ese hombre.

El hombre se retorció, casi moviendo a Gabe. Mika se movió


para golpear, pero su compañero manejó la situación dándole un
puñetazo en la mandíbula del hombre. El resultado fue casi
instantáneo mientras el forcejeo paraba y los ojos del hombre se
ponían en blanco y se cerraban.

Mika sonrió mientras Gabe sacudía la cabeza. —Muy


impresionante, bebé. Podrías haberle roto la mandíbula, lo que
habría sido justo.

Gabe gruñó. —Duele como una puta. Más como si me hubiera


roto la mano o algo.

—Déjame ver, Gabriel. —Mika se arrodilló, tomando la mano


herida de su compañero en la suya. Los nudillos estaban raspados,
y pensó que podría empezar a hincharse ya, pero no estaba seguro.
—Huh. Déjame ponerme los pantalones y llamar dentro, conseguir
que alguien venga a arrestar a esta bolsa de mierda, entonces te
llevaremos al hospital. Podemos poner al día a Adam mientras
vamos—. Mika le dio un beso a su compañero, saboreando el sabor
a sudor caliente en él. Se levantó y corrió tras el granero,
subiéndose los pantalones rápidamente y sacando su teléfono del
bolsillo.

Mika acababa de empezar a marcar nueve-uno-uno cuando


escuchó un motor, sirenas sonando y vio las luces del coche patrulla
del Sheriff Kaufman saliendo de la carretera. Siguió y dejó la
llamada mientras corría hacia su compañero No había forma de que
sintiera que podía confiar en el sheriff para hacer su trabajo, mejor
asegurarse de que esto se convierta en una visita oficial. Mika
acabó la llamada justo cuando el sheriff aparcaba y salía de su
170
coche con una mano en su arma.

—¿Qué coño está pasando aquí? —preguntó Kaufman,


corriendo hacia Mika y Gabe, quien todavía estaba sobre el padre
de Todd.

—¿Qué coño parece? —soltó Gabe, contestando antes de que


Mika pudiera.

Maldición, ¿quién era ahora el hombre de las cavernas? Su


compañero sonaba como si también estuviera listo para romperle al
sheriff la mandíbula. Kaufman estiró sus piernas y sacó pecho de
forma beligerante, el lenguaje corporal informando que estaba listo
para ajustar la testosterona, pero Mika no lo creía. Rodeó a Gabe y
al hombre inconsciente, colocándose delante del sheriff.

—¿Qué estás haciendo aquí, Kaufman? No había ni acabado de


marcar el nueve-uno-uno cuando apareciste. —Lo que significaba
que el jodido loco idiota estaba en el ataque, o...

—¿Qué, no lo sabes?

Mika sabía que si Kaufman gruñía así de nuevo, le rompería al


maldito idiota la mandíbula él mismo. Como mínimo.

—Todd se despertó hace un par de horas, dijo que su padre se


volvió loco porque a su hijo le gusta lamer pe...

Mika gruñó, descubriendo sus dientes mientras se inclinaba


hacia el sheriff, sintiendo una inmensa satisfacción cuando el otro
hombre se apartó.

—Sugiero que vigiles tu boca, Kaufman. Ya he explicado cuan


fácil sería para ti perder tu posición. —Y no haría daño tener un
171
seguro. Gabe, coge mi teléfono. Ponlo a grabar. —Estiró su mano
tras él, esperando que el sheriff pensara que solo se estaban
cogiendo las manos. Juzgando por su rostro, el hombre pensó justo
eso—. ¿Un poco homofóbico, Kaufman?

—Lo que sea, es solo... sois todos... no importa si el padre de


Todd se volvió loco. ¿Qué padre no lo haría? —La mirada de
Kaufman retaba a Mika para que lo contradijera.

No quiero decepcionar al hombre. —Cualquier padre que


sienta algo por su hijo, ese tipo de padre no lo haría. No es que
espere que lo entiendas, ya que incluye algo llamado amor
incondicional. ¿Alguna vez has oído hablar de ello?

El sheriff Kaufman infló su pecho, mirando por todo el mundo


como si estuviera listo para golpear con ambos puños. —Mira,
jodido marica, voy a llevarme a este tipo darle algunas pistas de
como hacer bien el trabajo la próxima vez antes de soltarlo. No
quieres joder conmigo.

Oh, Mika estaba asustado. No.

—¿Gabe? —Con suerte el teléfono habría grabado todo. Si no,


podían fingir.

Gabe sonrió y ondeó el teléfono en el aire mientras otro coche


patrulla entraba a toda velocidad. Bien, testigos. Quizá eso
detendría al sheriff de intentar matarlos cuando descubriera lo que
habían hecho.

—¿Qué coño mueves con la mano, fenómeno? —Kaufman


estaba mirando, lleno de muerte, pero mantuvo la voz baja
mientras el ayudante se acercaba.
172
—¿Sabes, Sheriff, —dijo Gabe— que muchos teléfonos tienen
ahora una opción de grabación? Es jodidamente fantástico lo que
estas cosas pueden hacer. ¿No es cierto, ayudante del sheriff
Stanish? —Gabe sonrió, pero sus ojos, fríos y duros, nunca dejaron
los del sheriff.

El ayudante del sheriff Stanish asintió. —Sí, esas cosas son


fantásticas. ¿Ese tiene video sonido?

No es que el video funcionara muy bien aquí fuera, pero aún


así. Mika asintió. —Sí, señor, lo tiene, —se inclinó y susurró en la
oreja del sheriff— y tenemos un jodido audio fantástico de los
últimos minutos. Como... políticamente incorrecto, no te
advertimos. Y montando un alboroto no conseguirás ese teléfono,
solo hará sospechar a Stanish. Por lo que cállate y haz tu trabajo,
Kaufman. —Mika dio un paso atrás—. Maldición, eso se siente bien.
Veamos si el tonto va a jugar sin trampas ahora.
—Entonces, Todd te dijo que su padre lo atacó, y viniste
aquí... ¿Por qué?

Pensó que el sheriff iba a ignorar su pregunta cuando el


hombre solo se giró para indicar a Stanish que esposara al
prisionero y recogiera cualquier evidencia que pudiera. Entonces
Kaufman se giró hacia Mika. —Vine porque buscaba al Sr. Barton
pero no estaba en casa. El Sr. Barton temía que volvería,
buscando...Bueno, culpa a Gabe de que Todd sea gay. Por lo que
vine aquí.

Parecía que Kaufman iba a jugar justo, cortesía de un poco de


chantaje. Mika palmeó al hombre en la espalda, al estilo del buen
chico, solo porque eso lo enfurecería. —Bueno, es algo bueno que
vinieras cuando lo hiciste. Estoy seguro de que harás todo lo que
puedas para asegurarte de que Todd consigue justicia, viendo como
173
tú nunca, —Mika arqueó una ceja hacia el sheriff con la cara roja—
nunca, toleras ese tipo de cosas como el crimen por odio, ¿verdad
sheriff Kaufman?

Escuchó a Gabe aguantarse la risa mientras el sheriff gruñía,


sus pasos fuertes y sonoros mientras caminaba hacia donde el Sr.
Barton yacía esposado.

—Mika, eres algo más, ¿lo sabes? —Gabe alzó su mano herida
contra su pecho—. Hiciste que mi corazón, y otra cosa o tres,
latiera más.

—Bueno, compañero, después de hacer que te vean esa mano,


quizá deberías mostrarme la cosa o tres de las que estas hablando,
¿hmm? —Mika envolvió su brazo alrededor de Gabe y lo atrajo tan
cerca como se atrevió sin presionar contra su mano, sin importarle
lo que Kaufman o Stanish pensaran. Ellos sabían lo que pasaba y
tenían que tratar con ello.
—¿Cuánto tiempo tardaréis? —A Mika no le importaba mucho
la respuesta del hombre, mientras dijeran lo que quería escuchar.

—Ya hemos acabado aquí, esperando el remolque para llevar


el vehículo de Barton y tendremos que conseguir vuestras
declaraciones, —contestó Stanish. Al menos el hombre no sonaba
molesto por que ellos se abrazaran. Mika soltó a Gabe y se giró
hacia Stanish.

—¿Podrías ir al hospital y tomar nuestras declaraciones allí?


Creo que Gabriel podría haberse roto la mano cuando dejó
inconsciente a Barton.

El ayudante del sheriff Stanish intentó no sonreír. —Sí, bueno,


si es algún consuelo, seguro que se ve que Barton tiene la
174
mandíbula rota. Apuesto a que tiene la boca cerrada, lo que solo
podría ser una bendición, ¿sabes lo que quiero decir?

—Oh, sí, —contestó Gabe—. Era un amigo de mis padres;


todos eran malditamente entusiastas.

—Sip. —Stanish asintió—. Id, iré al hospital a por las


declaraciones, después de asegurarme de que Kaufman no jode la
investigación “accidentalmente”. —Les guiñó un ojo y volvió con el
sheriff.

Mika y Gabe se miraron, un poco perplejos por la sinceridad


del ayudante de sheriff.

—Huh. ¿Quién sabe? —Mika seguro que no.

—Yo no, hombre de las cavernas, yo no.


—Bueno, me hace sentir un poco mejor. Vamos, vamos al
hospital. —Mika colocó su mano en la espalda de su compañero. No
se relajaría hasta que miraran a Gabe, y estaba bastante seguro de
que Gabe quería ver a Todd. Luego, después de que todo acabara,
podía llevar a su compañero a casa e investigar todo lo de los
latidos.

Tres horas más tarde, la mano de Gabe estaba inmovilizada en


una tablilla que llegaba a mitad de camino del antebrazo. Le habían
dado al ayudante del sheriff Stanish sus declaraciones y finalmente
podían ir a encontrar a Todd y Adam. Mika mantenía una mano en
el codo de Gabe, mientras se aseguraba de que su compañero
estuviera bien con las pastillas para el dolor que le habían dado
hacía unos minutos.

—Aquí vamos, bebé, —masculló Mika, abriendo la puerta de la


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habitación de Todd. Ups. Juzgando por el modo en que Adam saltó
de la cama, apartando su mano de debajo de las sábanas, quizá
deberían haber llamado primero.

—Wow, estáis rojos, chicos, —bromeó Gabe. Oh, sí, su


compañero estaba un poco colocado. Mierda. Dejaría dormir a Gabe
si lo necesitaba, aunque había esperado hacer algo más
estimulante.

Adam miró a Gabe mientras Todd solo gruñía como un tonto


enamorado. —La próxima vez, llama, —soltó el veterinario.

Mika entrecerró los ojos en el hombre, sin importarle que


estuviera avergonzado, porque nadie iba a hablarle así a Gabe. —
Ha tomado unas cuantas pastillas para el dolor, Adam, cortesía de
su mano fracturada. La mano fracturada la consiguió, debería
añadir, —Mika miró a Todd— mientras le rompía la mandíbula a tu
padre cuando intentó sacarme el cerebro con un golpe de tubería.
La sonrisa dolorosa de Todd se desvaneció. —Oh. Oh mierda,
lo siento, chicos. Está jodidamente loco... —Las palabras salieron
con la boca cerrada y Mika tuvo que atender bien pare entenderlas,
y eso era con su oído más desarrollado.

—No es culpa tuya que tu padre sea un... uh. No es culpa tuya
Todd, —Adam le aseguró con un suspiro—. Siento haber gritado,
solo estaba avergonzado por ser pillado con las manos en la masa,
por hablar de alguna manera.

—Hey, hombre, está bien, ¿verdad Mika? Quiero decir, planeo


tener mi mano buena en la masa de Mik...

Mika puso una mano en la boca de Gabe, sintiendo sus propias


mejillas enrojecer mientras Adam y Todd reían. Quizá su
compañero debía tomar solo la mitad de la dosis la siguiente vez.
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Gabe mordió sus dedos, no gentilmente, sacando un grito de Mika y
haciendo que apartara su mano.

—Pagarás más tarde por eso, compañero.

—Cuento con ello, sexy, —dijo Gabe. Adam y Todd se vieron


confusos, y Mika supuso que sería mejor dejarlo.

—Vale, puedes poner tu mano buena o cualquier parte que


quieras, en mi masa cuando lleguemos a casa, lo prometo. —Su
polla se hinchó por la idea. Dios, esperaba que esta fuera una visita
corta.

—Bueno, uh, sobre eso, el sheriff Stanish pasó y nos dijo lo


que pasó. Incluso mencionó que ¿podríais haber chantajeado al
sheriff para que se comporte bien? —Adam alzó una ceja en
pregunta.

Gabe rió como un loco, disfrutando claramente de sus pastillas


para el dolor. Depende de mí, supongo, pensó Mika. —Sí, pensé que
Stanish entendería, y funcionó. Esas opciones de grabación de los
móviles van muy bien, ¿sabes?

Los ojos de Todd se veían como si se le fueran a salir de la


cabeza. Adam rió, si de su hombre o de lo que Gabe y Mika habían
hecho, Mika no lo sabía, pero era bueno verle feliz.

Gabe frunció los labios y miró a Mika con una mirada que
debería ponerlo en alerta.

—Ya sabes, hombre de las cavernas, —sus amigos estallaron


en risas por el mote de Gabe para él— apuesto a que podríamos
tener mucha diversión con esa particular función del teléfono.

Santa mierda, no sabía si sentirse avergonzado o más


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cachondo. La excitación ganó cuando su polla se hizo notar. Sip,
definitivamente le gustaba la opción de grabar. Mika agarró a su
compañero, arreglándoselas para decir un rápido “hasta luego” a
los dos hombres riendo tras él mientras arrastraba a Gabe por la
puerta.

Mika se sorprendió de que llegaran a casa desde el hospital sin


tener un accidente. Juraría que a Gabe le habían crecido ocho
manos y dos lenguas y estaba determinado a volver loco a Mika con
ellos en el asiento de la camioneta. Había apartado manos, bueno,
una buena mano, e intentó esquivar cada determinada lengua, pero
para cuando aparcó, estaba al borde de arrancarle los pantalones a
Gabe y follarlo allí. O follar su boca de listillo. Todo lo de las manos
era un poco complicado, ya que su compañero tenía su mano
dominante herida, pero Mika estaba seguro de que podrían hacer
algo.

Aparcó la camioneta y sacó las llaves, luego fue a agarrar a


Gabe, sorprendido cuando su compañero aturdido por la
medicación se apartó, escapando por la puerta del pasajero.

—¿Oh, quieres jugar la pilla-pilla, huh, compañero?

Gabe rió en respuesta, tropezando un poco mientras corría


hacia el porche. Mika lo siguió lentamente, disfrutando de los
juegos previos incluso con su polla pulsando por la liberación. Ese
pequeño juego del perseguidor y la presa probablemente iba a
contar como juegos previos, porque cuando Mika pusiera sus
manos sobre su compañero, no iba a ser capaz de detenerse de
follarlo hasta que ambos quedaran rendidos.

Esperó el momento en que Gabe bajó la guardia y fue a por él,


agarrando a su compañero alrededor de la cintura y tirándolo por
encima de su hombro como a un saco de patatas. Gabe rió, rió, por
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el amor de Dios, y agarró el culo de Mika, pellizcándolo duro a
través del pantalón. Maldición, su compañero iba a chocar contra la
puerta a menos que Mika sacara las llaves y parara esa mano para
dejar de temblar lo suficiente para abrir la puerta.

Mika finalmente metió la llave en la cerradura y la giró


abriendo la puerta con bastante fuerza para que golpeara la pared y
se cerrara hasta la mitad, golpeándole en el pie. Gabe empujó la
puerta el resto del camino para cerrarla con su mano bueno,
entonces metió esa mano en los jeans de Mika, masajeando su
culo. Mika gimió y golpeó con su mano el culo de su compañero,
entonces curvó los dedos para restregar la tela de los jeans de
Gabe, empujando abajo para acariciar su grieta.

—Más, hombre de las cavernas. Necesito que me folles. —


Gabe hablaba suavemente, entre jadeos, y Mika sintió la humedad
delante de sus jeans crecer. Se las arregló para llegar al dormitorio,
tirando a Gabe a la cama quitándole los zapatos y calcetines.
Agarrando el lubricante con su mano, tiró de su camiseta para
quitársela con la otra.

—Desnúdate, Gabriel, ahora, para que pueda follarte como


ambos necesitamos. —Mika empezó a trabajar en sus jeans y miró
arriba para ver por qué Gabe no se estaba moviendo; al menos, no
se estaba moviendo lo bastante rápido.

—¿Uh, Mika? —Gabe estiró su mano herida.

Mika había estado tan cachondo que no se paró a pensar en


como Gabe se quitaría la ropa. Mika se sintió como un tonto aunque
estaba seguro de que había quemado la mitad de sus células
cerebrales, quemándolas con su necesidad por su compañero. —
Mierda, bebé, lo siento. Déjame quitártelo. —Se apartó de su ropa
que estaban en sus tobillos—. Y ahora, mmm, ahora es tu turno.
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Mika gateó por el cuerpo de Gabe, apoyándose en sus manos
sujetando los brazos de su compañero en el colchón. Gabe gimió,
su esencia ardiendo con excitación por la restricción. El hombre
definitivamente estaba disfrutando de la experiencia del hombre de
las cavernas. Mika mordisqueó el labio inferior de su compañero y
empujó su lengua dentro, juntando sus lenguas cuando Gabe la
abrió para otro gemido. Sus caderas imitaron las embestidas de sus
lenguas, la suave tela cubriendo la polla de Gabe arañando contra
la polla de Mika, casi haciendo que se corriera.

Mika alzó las manos de Gabe sobre su cabeza, poniéndolas en


el cabecero de la cama. —Mantenlas ahí, compañero. Coge la parte
de abajo del cabecero como si tu vida dependiera de ello.

Gabe asintió, retorciéndose de necesidad.

—Eres tan jodidamente sexy, —Mika se inclinó para chupar el


cuello de su compañero, dejando una marca de mordida. Lamió el
lugar con su lengua, chupando y lamiendo, disfrutando de la forma
en que Gabe reaccionaba, sus gemidos y jadeos, moviendo su
cuerpo, buscando satisfacción. Estaba volviendo loco a Mika con su
necesidad. Alzó un brazo, agarrando la parte de delante de la
camisa de su compañero con la otra mano tiró, enviando los
botones a volar.

—¡Oh, mierda! ¡Joder sí, hombre de las cavernas! —Gabe


movió sus caderas y arqueó su espalda, tan desesperado por follar
que los ojos de Mika se cerraron por la esencia. Lamió el pezón
marrón, luego mordió, usando su dedo para pellizcar el otro. Gabe
gritó casi tirando a Mika.

—Dios, bebé, lo prometo, —Mika se alzó y lamió las lágrimas,


luego se deslizó abajo hasta que montó los muslos de su
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compañero, tirando del botón de sus jeans antes de bajar la
cremallera. Observó la preciosa polla gruesa liberada, deseando
poder tomarse tiempo para trabajarla apropiadamente, pero ambos
estaban ardiendo demasiado para esperar más. Bajó y le quitó a
Gabe el resto de la ropa. Agarró el lubricante y lo derramó en su
propia polla antes de gatear de nuevo arriba entre los muslos
abiertos de su compañero.

—Déjame prepararte, bebé, —Mika dijo, derramando más


lubricante en sus dedos. Acarició la apretada entrada, mojando la
piel fruncida bien antes de empujar dos dedos dentro hasta el
segundo nudillo.

—Estás tan apretado, Gabriel, —masculló mientras Gabe


empujaba contra sus dedos, gritando de nuevo cuando Mika tocó su
próstata. Sacó su mano, haciendo movimiento de tijeras con sus
dedos antes de meter un tercero y entrar más adentro. Gabe se
estremeció, poniéndole a Mika los pelos de la nuca de punta,
cuando sus dedos masajearon la glándula de su compañero.

—No puedo esperar más, bebé, tengo que... —Mika sacó sus
dedos y alineó su polla en el agujero. Mika alzó las piernas de Gabe
sobre sus hombros y empujó, enterrando su polla dentro del calor
de su compañero. Los músculos apretando su polla, enviando
estremecimientos arriba y abajo de la columna de Mika. Intentó
quedarse quieto, queriendo que esto durara, pero Gabe usó sus
piernas para embestir contra Mika, y todo pensamiento se fue al
infierno.

Bajó sobre su compañero, casi doblando al hombre por la


mitad mientras entraba profundamente en el apretado canal que
apretaba su polla. Los brazos de Gabe se tensaron, agarrándose
con su mano buena al cabecero, empujándose contra las
embestidas de Mika.
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—Joder, bebé, —gimió Mika cuando Gabe se soltó con un
gemido gutural y se corrió, la polla disparando crema entre sus
estómagos, mojándolos a ambos. La esencia llenó sus fosas nasales
y Mika se soltó con un grito propio, enterrando su polla tan
profundamente en el apretado agujero de Gabe como pudo.
Chorros de lechoso semen entraron en las profundidades de Gabe
mientras Mika llevaba sus caderas contra el culo de su amante,
intentando llegar más profundo, queriendo llegar tan lejos como
nunca. Un duro estremecimiento pasó por él, sus músculos con
espasmos casi dolorosos durante largos segundos hasta que el
cuerpo de Mika gradualmente se sintió como mantequilla.

Los brazos de Mika temblaron en advertencia, por la


intensidad del orgasmo. Tiró de Gabe, asombrado de nuevo por el
amor que sentía por su compañero.

—Maldición, Gabriel, te amo más de lo que puedas imaginar.


Gabe le refunfuñó cuando Mika se salió de la cama con las
piernas temblorosas, pero quería mostrarle algo de de ternura, un
poco de cuan precioso era su amante para él. Llegando al baño,
Mika encontró una toalla y encendió el agua caliente, esperando a
que se calentara antes de mojar la toalla. Sentándose en el borde
de la cama, gentilmente limpió a su compañero, disfrutando de los
sonidos de aprobación de Gabe. Cuando acabó con Gabe, Mika
volvió al baño para limpiarse. Para cuando volvió a la cama, su
compañero estaba perdiendo la batalla de permanecer despierto.

Se las arregló para abrir un ojo y mirar a Mika. —Dios, Mika,


te amo, tanto que es de locos. —El ojo se cerró de nuevo.

Gateando en la cama, Mika atrajo a Gabe, teniendo cuidado


con su mano herida, lo acercó todo lo posible. Esto, esto era
182
correcto y bueno, Gabe, ellos juntos, una parte él uno del otro. Aquí
era donde pertenecía. Los dos, habiendo sido marginados, ahora
tenían su propia manada pequeña con sus amigos y sus perros.
Mika no tenía duda que solo iría a mejor, más dulce, más caliente.
Sonrió mientras se dormía, sabiendo que habría todas esas cosas y
más...con un poco de desviación.

F
in
Coordinación de Proyectos

Pervy

Tradución : Vero
183

Corrección : Kiplina

Diseño y Formato: Idhum


184

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Diciembre 2013

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