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Adiós a un amigo

No conviví tanto con él, ni tuvimos una amistad muy cercana, pero si le tenía mucho cariño y
conocía bien su corazón bondadoso, su inteligencia y un agudo sentido del humor, que nos hacía
reír todo el tiempo..

Fuimos compañeros en la universidad, o sea que durante cinco años de carrera, nos veíamos casi
diario y tomamos clases juntos. Pero fue después, en los encuentros periódicos con los amigos
de la generación, cuando descubrí una afinidad y cercanía con. él: Paco era una persona positiva
y sabía disfrutar la vida, como poca gente lo hace.

En esas reuniones, los únicos que promovíamos el plan para ir a bailar y seguir la fiesta, éramos
él y yo, los “más viejos” del grupo y los más puestos. Le gustaba comer y beber bien, era
amante del arte, de su trabajo, de su familia y de su mujer, la querida Martha, la esposa y
compañera que llegó para quedarse.

Con su carácter bonachón y la sencillez de su trato, Paco se ganaba a la gente, su chispa


humorística hacía el resto para que fuera bienvenido en cualquier parte. Nunca dejó de estudiar
y de enseñar, era un maestro cercano y accesible, que cautivaba a sus alumnos con clases
interesantes y divertidas.

Francisco Garcilita se nos fue hace unos días. El padre, esposo y abuelo querido, el gran amigo y
apreciado maestro murió repentinamente, a una edad prematura… una de esas muertes que
cuesta mucho creer y nos sacude profundamente porque nos recuerda nuestra fragilidad, hoy aquí
estamos, mañana quién sabe…

Escribo este testimonio a manera de despedida y homenaje al amigo que se ha ido, dejando un
hueco grande en muchos corazones. Sospecho que donde esté, sonríe y nos guiña un ojo
diciendo algo así como ni se acongojen tanto, al rato, aquí los veo...
Descansa en paz, querido Paco.

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