Está en la página 1de 6

“30 de febrero”

Como todas las mañanas mi despertador sonando, mi madre discutiendo con mi padre
por sus gastos económicos, mi hermano con su celular observando cosas innecesarias,
pero que lo saquen de sus obligaciones.
Si les hablo del clima, un día como para morirse y no aguantar a nadie, pero como
siempre, hay que aguantar un poco más, y más…
Apago mi alarma, entra mi madre para darme su sermón de siempre; que les podría
contar de ella, su nombre es Rebeca, tiene un carácter bastante pesado por si se
preguntan, aveces dudo si me aguantaría 24 horas encerrada en una habitación solo
con ella, es muy impaciente, o mejor expresado, al único que le tiene paciencia es a
mi hermano Felipe, que sin dudarlo ellos se entienden muy bien, que hasta se podría
creer que son una misma persona en dos cuerpos distintos, en fin, aún así los aprecio
y quiero a los dos, pero al que más adoro, es mi motor y siempre está para darme ese
tirón de orejas es Pietro Castillo, así es,como se deben imaginar, mi amado y gruñón
padre.
Mi rutina siempre la misma, muy poco interesante, despertar, suena mi alarma, la
apago, entra mi madre con un fuerte tono hablando sobre las cosas malas de los
demás, y de la nada se me para el mundo, ¿ saben por qué?, porque me falta algo,
mirando en el techo unas simples maderas barnizadas llenas de ojos oscuros, en el
pecho sentía que estaba, pero no completa. No se como explicar lo que siento, es una
sensación de vacío constante que te lo olvidas cuando estas acompañada o fuera de tu
casa, es por esto que evitaba estar en casa o sola ,mucho tiempo, estar en mi casa era
lo que menos quería hacer.

Me encuentro desayunando un 29 de febrero de 2024 , hablándoles en serio, no se


bien como llegué hasta este año después de tantas desgracias, una pandemia que duró
2 años me desordenó la mente, tengo problemas de personalidad, una perdida de una
persona amada, una desilusión, o varias ,mejor dicho y un verdadero desgaste, la
verdad me digo y repito siempre a mi misma “Alana Castillo sos fuerte”, y eso que
tengo más motivos para auto felicitarme, pero mi autoestima me hace dudar si
hacerlo.
Son las 09:00a.m y subo al auto de mi padre, como siempre él estando para darme mi
comodidad , la verdad que mi deseo es que el día que me enamore, espero que sea de
un caballero y hombre como es mi querido padre Pietro, ya que mi mamá tuvo muy
buena suerte en conectar con él.
Bueno siguiendo mi rutina, cierro la puerta del auto y escucho su:
- Alana te amo.- que pronuncia con su voz cruelmente linda.
- Ya lo sé señor Castillo.- le respondí blanqueando mis ojos como lo hacía cada vez
que me decían algo cariñoso y mi personalidad fría no me dejaba responder de forma
cariñosa.
Iba camino al colegio, desde ya sentía como un aire raro, o era el mismo hecho de
que era un jueves 29 de febrero de 2024 de un año bisiesto, para completar esta
rareza, por un lado mi compañera de banco besándose con su ex novio, por la derecha
la insoportable del curso recordando que saldría de fiesta ese fin de semana, si miraba
al frente, el profesor de historia, sin pensarlo, todo me decía que sería otro día
agotador…
- Buen día alumnos.- salió de la boca del profesor Lisandro.
- Buen día.- retumbó en el salón la respuesta de muy pocos alumnos, pero que se
podía esperar de un curso de quinto año con menos ganas de vivir que de estudiar.
- Pocas ganas noto en ustedes, se nota que se acerca el viernes y el fin de semana,
pero tenemos que hacer la patria, así que empezamos la clase.- dijo con su alegría de
incentivar.
Estaba la clase dándose con demasiada normalidad, cuando al ser las 10:30a.m entra
la directora y pide hablar con el profesor.
- Buen día, profe Lisandro, ¿ puedo hablar unos minutos con usted?- salió de esa boca
rosada con olor a fresa que se lía a la distancia.
- Buen día directora, si, como no.- pronunciaba mientras salía y cerraba la puerta.
Todos empezaron a hablar como cotorras, y cada uno siguiendo con su mambo.
Después de unos diez minutos entran ellos dos, detrás de ellos un chico de
aproximadamente 1,87cm , de pelo negro pero al mirarlo se olfateaba su olor corporal
al visualizar cada mechón de su cabello, ojos verdes como el color del pasto al inicio
de la primavera por el fuerte invierno que pasó, una tez clara, como el agua del mar,
al que ir siempre en vacaciones de verano, una sonrisa que transmitía el miedo a lo
nuevo , lo vi, lo miré, lo observé, lo analicé muchas veces tan solo en unos segundos
cuando se encontraba frente de la pizarra mientras lo presentaban.
- Silencio por favor. Les presento a su nuevo compañero, su nombre es Francisco
Balverde, él se va a integrar ahora ya que solo llevamos tres semanas de clases. Por
favor les pido háganlo sentir cómodo ya que es difícil este cambio.- comunicó con su
vista hacia el chico nuevo.
- Gracias.- repitió con una voz que nunca había escuchado en su tonalidad, tan
sencilla con una nota de ronquez, suave pero a la vez seductora.
Lo seguí con la mirada hasta que se sentó, que justamente lo hizo al lado de mi
banco.
Podría decir que había algo en él que me llamaba la atención, la verdad no se qué
tenía, pero lo tenía.
Tocó el timbre para el recreo y como siempre yo quedándome con mis audífonos,
todo tranquilo hasta que siento que alguien apoya dulcemente su mano en mi espalda.
- Em, hola.- con solo escuchar esto reconocí esa voz diferente, era Francisco el chico
nuevo.
- ¡Ey! Hola...- respondí nerviosa pero con amabilidad.
- Me acerqué porque te vi sola, ¿ te encuentras bien?- dijo Francisco.
- Siempre me quedo en el recreo a escuchar música y no prefiero a ver gente
haciendo cosas que no me interesan.- quise sonar de buena manera, mostrando interés
por hablar con él.
- Opino lo mismo.- y de su linda boca roja salió una sonrisa.
Pasamos toda el mediodía y tarde hablando, hasta que sonó el timbre de salida,
Francisco me pidió mi número de celular y mis redes sociales.
Yo llegué a mi casa sonriendo como una boba, no podía creer que mostré interés por
una persona de alguien, no sé si ató su personalidad o la confianza con la que se abrió
conmigo, ya que me contó su vida, entre las cosas que me dijo, comentó que no tenía
padres, que ellos habían fallecido cuando era pequeño, a él y a su hermana menor de
15 años los habían criado su abuelo, Francisco tenía 17 años al igual que yo, pero la
vida que pasó lo hacía pensar como un hombre de 30 años.
Entre sus secretos me contó sus gustos, como que su comida favorita era la pizza, su
mes favorito era febrero, su cumpleaños era el 4 de febrero, que le gustaban las cosas
imposibles, que le gustaba su apellido porque era de origen español, y así datos que
parecían insignificantes pero para mi el tan solo hecho que se tratara de él me
importaba y las mariposas negras en mi estomago revoloteaban de ilusión hacia él.

Pasaron tres meses y ya estábamos en mayo, en esos meses pase cada día junto a él
que fueron los mejores.
Con Francisco el vínculo se hizo fortísimo, con todo lo que pasamos me di cuenta
que lo amaba, a mis padres les caía bien, mi madre Rebeca decía que era muy buen
chico y partido para mi que era una chica complicada; mi padre era muy celoso
cuando se trataba de mi que soy su princesa, al darse cuenta que me estaba
enamorando de Francisco se distanció un poco de mi lado, si hablamos de mi
hermano Felipe, estuvo a gusto con Francisco ya que a ambos les gustaba ver partidos
de fútbol.
Francisco se fue ganando mi amor y el de mi familia, con cada cosa que hacía.
Su abuelo Amancio me aceptó muy bien, y su hermana Juana me aprecia mucho,
puedo decir que su familia era muy pequeña, pero muy linda, cada cosa que hacían le
ponían diversión , con ellos lo simple y natural se hacía y convertían en hermosas
anécdotas, cada recuerdo o momento junto a ellos era inolvidable.
El jueves 30 de mayo de 2024, todo entre nosotros se apretó, por una noticia,
Francisco me dijo que esa semana pasada había concurrido al médico por fuertes
dolores de cabeza, vómito, y mareos, cuando lo chequearon lo mandaron a hacerse
una series de estudios complejos, este día había recibido los resultados y diagnóstico,
por esto quería hablarlo conmigo…
- Alana, amor. ¿Recuerdas cuando te comenté delos estudios que me hice?, bueno el
médico los vio y me comunicó mi diagnóstico.- me dijo con su voz entre cortada.
- Si cielo, lo recuerdo. Dime, ¿que tienes?- le respondí rápido por curiosidad al ver su
cara de preocupación.
- Me diagnosticaron...- entre suspiros no podía pronunciar nada.
- ¿Qué tienes? Dime ya.- le dije desesperada.
- Alana, tengo cáncer cerebral avanzado.- mordiendo su labio inferior para contener
las lágrimas al ver mi cara.
- ¿Qué? No puede ser posible eso Francisco.- grité entre llantos.
Él me abrazó intentando contenerme, mientras a mí se me caía el mundo, la única
persona que me interesó y logró enamorarme , tenía una enfermedad grave sin
posible cura , yo no quería ni podía imaginarme estando sin él, ya había perdido a
alguien por esta maldita enfermedad, mi alma no aguantaría otro golpe o perdida así.
Fui a su siguiente consulta con él, donde tenía control médico, fuimos acompañados
con su hermana Juana. Él médico nos comentó que era muy grave lo que Francisco
tenía y que aproximadamente su tiempo de vida era de dos meses, ya que el cáncer
había tomado el 75% de su cerebro y la velocidad con que crecía no se podía
controlar ni con quimioterapias.
Desde la salida de ese consultorio, empezamos a vivir cada día como si fuera el
último de todo, él me pidió que cargue con la responsabilidad de hacerlo feliz su
ultimo tiempo en la tierra, pero yo cada día con el apoyo de mi familia y la suya, daba
lo mejor de mi, quería que Francisco fuera el más feliz.
Como forma de agradecimiento por lo que marcó en mi, por su amor y todo lo que
me dio en tan poco tiempo, me tatué al lado del corazón una palabra en honor a él,
por el valor que tuvo y siempre va a tener en mi vida, “Piwkenyeyu”, que su
significado era “Te llevo en el corazón”, y su origen era mapuche. Cuando le enseñé
mi tatuaje Francisco sonrió, me dijo te amo y se descompensó, su piel se tornó
amarilla, y lo llevamos a urgencias.
Llegamos y el doctor se comunicó con nosotros.
- Creo que el cáncer avanzó más rápido de lo que creíamos, ya tomó el 90% de su
cerebro, lo mejor es que se interne para sufrir menos los síntomas.- con una voz
fuerte.
- Está bien doctor, haga lo necesario para salvar la vida de mi niño, solo tiene 17
años… - salió la contestación de Don Amancio.
Francisco pasó siete días en el hospital bajo cuidados extremos, en esos días él me
recordaba cuánto me amaba y todo lo que era para él, yo no me despegaba ni un
segundo de su lado.
Yo habían notado que cada pasar del día su corazón menos aguantaba, cada día
menos ganas de seguir respirando y su cuerpo de aguantar.
El 30 de Junio, su cuerpo se cansó, las enfermeras me encontraron en el pasillo y me
informaron que Francisco pidió verme para hablar en ese instante.
Vi mi reloj y eran las 03:03a.m, y entré a su habitación.
- ¿Que pasa mi cielo?- pregunte con voz dulce
- Creo que mi hora se está acercando, y quiero que tengamos nuestra despedida de
forma presencial Alana. - diciendo esto con voz ronca.
- Desde que te conocí supe que serías el amor de mi vida, el amor que me faltaba, te
conocí el 29 de febrero , y siento que mi vida se completó desde ese día. Sos mi
compañera, de vida, y de muerte, gracias… simplemente gracias, por cada beso,
abrazo, todo el apoyo, por esas noches mirando la luna, por esos atardeceres en el
mirador, esas sonrisas, por los minis viajes, por tu sinceridad, por estar hasta cuando
no estabas, te amé y amo, te di lo mejor de mi, y espero que sientas eso de mi.
Nuestro amor es eterno , es no visto, y no existirá ni el 30 de febrero.
¿Sabes por qué “30 de febrero”?, porque esa fecha no existe, pero es de mi mes
favorito, ese día no va a existir mi en un año bisiesto ni jamás, un amor como el
nuestro no va existir Alana. Te permito enamorarte, pero no ames a nadie como me
amas a mi, ese amor no tiene que ser más visto, porque dos personas que se amen así
podrán estar juntos el 30 de febrero.
Sos mi 30 de febrero amoroso, en el cielo te voy a seguir amando, te voy a amar cada
segundo que pase desde donde nos encontremos, te amo Alana Castillo.- fueron las
palabras de mi amado Francisco Balverde antes de que a las 03:28a.m partiera de mi
vida.
Mi mente y alma quedaron en shock, el monitor de signos vitales quedó en una linea
recta, mi mano sobre su tez, y mi corazón junto al suyo, todo llegó al final
físicamente.
Se quedó sin palabras y ese silencio me lo dijo todo, en ese instante me di cuenta que
me quedaba su recuerdo. Tal vez en esta vida no, pero en la otra vida, júrame que
nuestro amor no será un 30 de febrero.

Fin.

También podría gustarte