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Secretos a un musico ordinario

Secretos hacia un musico enamorado narra la historia de Annie, una chica que está perdida
de amor por Max, un musico novato de primer año de secundaria. En su desespero de amor
y miedo de confesar sus sentimientos, toma la decisión de dejar cartas anónimas a Max. Un
giro inesperado cambiara la percepción de ambos sobre el otro.
“A veces el amor y los secretos huelen a cuerda de guitarra nueva”

Nota
Un libro con una historia cliché como cualquier otro a veces puede ocultar una historia de
amor tan significativa para una persona como tan insignificante para la otra. Si eres
aquella persona que inspiro este libro, déjame decirte que lo descubrirás entre sus
páginas, entre las letras y por fin sabrás todo lo que quizá nunca logre decirte si eres tú, si
por alguna razón estas leyendo esto, gracias, desde el fondo de mi corazón gracias por
hacerme sentir tantas cosas y por regalarme la experiencia mas linda de mi vida (y a la vez
dolorosa).
2016

Yo, yo tengo una pequeña obsesión con los músicos, no me refiero a todos los músicos del
mundo, solo a mis artistas favoritos, esos que podemos ver todos en estadios gigantescos con
la gente a reventar, aquellos que por la época en que nacimos solo conocemos muertos,
aquellos que decidieron terminar con su vida a los 27. Aquellos que nos regalaron lo mejor
de sí mismos. Me gusta la música, me gustan los músicos y los guitarristas, pero sobre todo
lo anterior, me gusta un guitarrista en específico, Max Hidalgo. Podría decirse que el es un
chico ordinario completamente extraordinario. Es un chico muy alto como todos (¿O es que
seré yo muy bajita?), tiene el cabello ondulado, corto, la nariz extraña, los ojos grandes, un
conjunto de cosas que en él encajan perfectamente como piezas de rompecabeza.
Completamente guapo a su manera. Fotogénico. Y extremadamente talentoso. Claro que,
talentoso y en extremo, para el grupo de la iglesia local…
Puedo recordar perfectamente la primera vez que lo vi, era un verano, un campamento
cristiano lleno de niños y playeras amarillo canario. Era el día de la clausura de este
campamento, donde todos los padres iban a recogernos y a vernos bailar completamente
orgullosos. A pesar de tener 13 años, Max ya formaba parte de el grupo de baile que nos
dirigía a todos en la coreografía. Pero a pesar de a ver bailado justo frente a mí, yo no note
su presencia en ese momento. Al estar en mi salón, el grupo de baile entro a hacer su
despedida, y ahí fue donde lo vi por primera vez. Vistiendo esa playera amarillo canario que
a todos nos hacia ver fatales, con una chamarra azul rey, jeans azules, y tenis negro con gris,
fue cuando lo vi por primera vez. Maldita sea la hora en que levante la mirada. Temí
muchísimo preguntar su nombre, no me atreví. Dejé ir aquella sensación, y me fui del lugar
con un sentimiento abrumador de volver a preguntar su nombre. Sin embargo, no lo hice.
Y así transcurrieron mis semanas y meses, sin saber nada de este chico cuyo nombre
desconocía. No estaba obsesionada, pero cada que lo recordaba me venían miles de mariposas
al estómago y mis mejillas se sonrojaban.

Paso el tiempo, aproximadamente 3 meses, y mi hermana comenzó a ir muy abruptamente a


la iglesia, hizo amigos y la invitaban a todos los eventos. Sin embargo, había un evento a
mediados de septiembre únicamente para adolescentes, dicho evento era una pijamada. Y mi
hermana y padres en un intento desesperado de conducirme por los caminos de Dios me
llevaron a rastras hasta ahí. Una iglesia de techos altos y paredes blancas, un lugar en donde
yo no conocía a nadie. Pero me quede. O cielos que bueno que me quede… No paso mucho
tiempo, quizá unos 20 minutos, cuando él llegó, el chico de playera canario y tenis grises,
entro por la gran puerta de la iglesia, dejando a todos helados con su presencia, un chico de
personalidad increíblemente fuerte, al que todos, saludaron como “Max”. Max, Max… El
chico de el campo de verano se llama Max. Este chico estaba saludando a todos, de uno por
uno, y por estar tan atarantada en mis pensamientos caóticos de que él estaba ahí, ni siquiera
note que ahora a la que saludaba era a mí.
- ¿Hola? – Me dijo agachándose a mi altura. - ¿Estas bien?
- Ahh, ¿Qué? – Fue lo único que alcance a balbucear después de que reaccione y volví
al mundo real
- Te salude, pero no respondiste, ¿Eres nueva? – Me dijo con una sonrisa.
- Mas o menos, ¿sí? Hola – Me quiero morir, mas nerviosa al parecer no podría estar.
- Hola jajaja. - Después de ello, al parecer noto lo incomodo que todo se tornó, ya que
me tomo del hombro y se fue. ¿Qué tan estúpida me abre visto?

La noche de pijamada comenzó bien, supongo, algunos juegos, un grupito de niñas se acerco
para hablarme, ya que yo no tomaba valor de hacerlo con nadie. Luego comenzó la parte
cristiana de todo esto, digo al final de todo, era una pijamada cristiana. Hubo predicas acerca
del valor, acerca del miedo, fueron unas 2 o 3. Pero algo que yo no podía evitar notar era la
gran diferencia que se hizo, ya que nos dividieron entre niñas y niños, unos a un extremo de
el auditorio y las niñas del otro. Ni siquiera para dormir, solo para las platicas y los juegos,
¿Un poco raro no?
Entre cada tanto buscaba con la mirada a Max, era fácil identificarlo: de los chicos mas altos,
con una sudadera azul marino y pants grises. Pero entre que lo miraba había algo que me
hacia ponerme completamente nerviosa, cuando volteaba a mirarlo, él ya me estaba viendo a
mí. Claro, creo que después de la bochornosa escena que cause con él, era lógico que estaría
viendo raro a la chica que no pudo ni decirle “hola”. Este chico, entre las alabanzas y
ministraciones se le notaba una gran devoción a Dios, cosa que se me hacia completamente
linda. No podía imaginar lo increíble que debía ser tener una conexión que se veía tan
personal e intima con un ser divino. Luego note que al comenzar una de las alabanzas él se
subía al escenario, tomaba una guitarra y comenzó a tocar, no puedo describir todas las cosas
que pasaron por mi mente, todas las cosas que sentí, solo supe que verlo tocar la guitarra de
una manera tan apasionada, me volvió loca. Completamente hechizada podría ser la palabra
Al otro día llegue a mi casa, nada fue diferente para mi si les soy sincera, no se si fue el hecho
de estar negada en creer, o el que estuve mas concentrada en aquel musico tan lindo, o una
combinación de ambos lo que no me dejo sentir algo como lo que parecía el, estaba sintiendo.
Mis días siguieron siendo comunes después de ello, ir a la escuela y no disfrutar en lo absoluto
hacerlo. Ir a mi casa donde todos hablaban únicamente de lo que debía significar Dios para
mí, y que solo él podría resolver mis problemas, que solo él me iba a sanar de todo mal que
trajera… Salir con mi mejor amiga era mi único alivio a la vida. Esther, una chica poco
común, con gustos raros y una gran fascinación por el arte. Esta chica me hacia sentir que
todo estaría bien por el resto de mi vida, ya que el verla y estar con ella se basaba únicamente
en hablar de series animadas, dibujar a los personajes de las series en un modo de fanarts,
escucharla hablar de anime y cosas que la mayoría del tiempo no entendía, pero era un gran
lugar seguro. Salí con ella 3 días después del encuentro con Max en la pijamada, claramente
a contarle todo, y con todo me refiero a la vergüenza que pase con él.

Entonces me estás diciendo, ¿Qué no pudiste ni siquiera responderle el saludo? - Pregunto


mientras salíamos de la tienda de nuestro barrio con una gran bolsa de gomitas de mango
enchilado.
- Exactamente, me quedé perdida en la nada y no supe que decir y obviamente no iba
a acercarme de nuevo con él a intentar hablarle de nuevo. – Comenté recordando
todas las ocasiones que tuve para acercarme a él y no lo hice, mientras comía una
gomita. Las gomitas de mango enchilado siempre habían sido mis favoritas, y
agradecía que las hubiera comprado ya que en estos momentos eran un gran consuelo.
- Algún día tienes que poder hablarle Ann, no creo que puedas pasar el resto de tu vida
evitándolo, además, dices que él igual te estaba viendo, ¿No? – Solo asentí con la
cabeza. - ¿Lo ves? Hay un interés, quizá solo sea curiosidad por la chica que lo saludo
tan extraño y que no volvió a cruzar palabra con él en las 12 horas que estuvieron
encerrados en esa iglesia, pero te reconoce y puedes usar eso a tu favor. Además, tu
hermana va a esa iglesia, algún día tendrás que volverlo a ver, y que siempre este
recuerde como una chica que balbucea es bastante vergonzoso.
- No se si lo vuelva a ver, pero estoy segura de que, si eso pasa, él ya habrá olvidado
todo lo que ocurrió, ten en cuenta que esto solo es relevante para ti y para mí porque
es el chico que me gusta.
- Puede que sí, puede que no, y no lo descubrirás hasta hablarle. – Pedí que dejáramos
pasar el tema ya que me ponía ansiosa. Así que solo nos limitamos a sentarnos en el
pasto de un parque a dibujar en silencio durante un muy buen rato.

No parece un plan tan extraordinario, pero carecíamos de presupuesto o ganas de hacer algo
más, simplemente era divertido hacer eso durante horas, comer gomitas y escuchar música
extraña.
En el camino de regreso a casa solo podía pensar en Max, y en que quizá debía hablarle.
Entre tanto divagar, me perdí y tomé otra ruta a casa, la que pasaba por la iglesia, eran ya
aproximadamente las 8 o 9 de la noche de un viernes, el primer viernes del mes. Dentro de
la iglesia se escuchaban ruidos, música, alabanzas y a alguien ministrando y orando por la
gente. Mas bien despidiéndose, ya que comenzaron a salir las personas de dentro de la iglesia,
quise esperar a ver si salía Max, y volver a hablarle con la excusa de que solo iba pasando
por ahí y ver si podía conseguir una segunda oportunidad de hablarle, pero él nunca salió de
ahí (quizá más tarde descubriría él porque). Llegue a casa y no había nadie, mi papá trabajaba
de noche y mi mamá estaba cuidando niños, mi hermana estaba de campamento. Así que,
estando sola, puse música a todo volumen, me duché y me fui a dormir. Después de pasar
por la iglesia esa noche, no volví a ver a Max en muchísimo tiempo…
2017

Pasando 10 meses después de mi ultimo encuentro con la iglesia, volví a asistir a un


campamento de verano, ya era un año mayor de la edad límite, sin embargo, mi físico siempre
me ha hecho ver uno o dos años más pequeña de lo que realmente era, así que levante muy
temprano a Esther para irnos, este año la llevaría conmigo, yo la quería cerca porque era mi
única amiga y no quería estar sola, ella quería ir para obligarme a hablar con aquel chico que
había visto y me había gustado por meses. Llegamos un poco temprano ya que todavía faltaba
hacer el registro. Era un caos, niños por todos lados y maestras desesperadas por controlarlos,
entendible. Caminamos hasta llegar a la mesa de registro donde, una voz conocida que me
hizo sentir un vuelco de adrenalina en el estómago dijo:
- Hola, ¿se van a registrar? – Esther contesto por mí que sí y procedió a hacer el registro
y tomar nuestros datos mientras me veía extraño y yo solo le desviaba la mirada. –
Oye, ¿puedo hacerte una pregunta? – Dijo dirigiéndose a mi.
- He si, claro. – Carajo, si era él.
- Yo siento que te conozco de algún lado, alguna vez nos hemos visto o algo así.
- Creo que sí, yo tenía la misma sensación. – Sus ojos se iluminaron de una forma
extraña y sonrió.
- Ya te recuerdo, eres la chica que vino a la pijamada. – Asentí. – Pensé que no volvería
a verte, ni siquiera me dijiste tu nombre, Dios creo que yo tampoco te dije el mío, me
llamo Max, mucho gusto y que bueno verte por aquí otra vez.
- Yo soy Annie…
- Pero puedes llamarla Ann, la gente cercana a ella la llama así. – No creo poder
describir que tan roja me puse cuando Esther dijo eso.
- Bueno Ann, nos vemos después. – Se despidió dándome un beso en la mejilla y se
fue.

Completamente nerviosa, entre con Esther al auditorio, mientras ella estaba extasiada
diciendo que tenía razón y que el aun me recordaba. En esta ocasión parecía que Max no
estaba en el grupo de coreografías, si no que estaba como auxiliar de maestros con los niños
mas pequeños. Esther y yo seguimos las actividades de manera normal, todo en ese
campamento era muy divertido, había juegos, coreografías, talleres de arte, de música y todo
muy lindo. La verdad yo me la pasaba increíble ahí, estar ahí me hacia sentir segura, como
si estuviera en mi casa. Ese era mi lugar seguro. Al final de ese día, en una coreografía, Esther
y yo nos prometimos que, al siguiente año, ella y yo seriamos parte del grupo de coreografías,
ya que nos parecía impresionante la manera en que bailaban. Esther decía que no entrara ya
que yo sabia bailar desde antes, pseudo bailarina. Remontando un poco a mi infancia, el baile
siempre fue parte de mí, una conexión especial. Como toda niña pequeña quería ser bailarina
de ballet, veía las presentaciones que ponían en la televisión de mi casa, y trataba de imitar
los pasos que hacían. Luego de eso el hip hop y el contemporáneo cautivaron mi corazón,
una serie de movimientos únicos y coordinados que llenaban mi alma poco a poco. Ese era
el motivo porque quería entrar y ser parte de ellos, las canciones me gustaban, en su mayoría
las coreografías me las sabias de memoria, solo necesitaba un poco mas de práctica y
confianza en mí. Pero Esther me desalentó un poco diciendo que mejor dejara el lugar a
quienes llegaban ahí a aprender, cabe aclarar que ella era esa persona que le gusta el baile,
baila, pero no tiene una gran coordinación. Y aunque siempre me parecía divertido que
bailáramos juntas, nunca supe que realmente la diferencia de capacidades la molestara tanto.
Trate de no tomarle importancia a sus comentarios sobre ello, al final solo eran eso,
comentarios ¿Verdad?
Saliendo de ahí, pase a dejarla a su casa, yo me fui a la mía con un sabor agridulce en la boca,
porque me parecía tan raro que mi mejor amiga se comportara de esa manera, que hiciera
comentarios tan extraños sobre algo que nos apasionaba a las dos y que, en un momento, que
pasaran 30 segundos y su reacción fuera completamente opuesta me dejo algo aturdida, sin
saber que pensar o decir. Y, por otro lado, Max me había reconocido, no sabia describir como
m había sentido, quizá bien porque recordó que era yo, quizá mal por saber que era lo que
recordaba.
No recibí mensaje de Esther en toda la tarde de ese día, quizá estaba molesta, pero seguía sin
saber que era lo que pasaba. Solo traté de no darle importancia, como a todo, y me fui a
dormir. Mañana hablaría con ella
A la mañana siguiente me desperté, me levante ya que sabía que si seguía acostada me
volvería a quedar dormida, y mejor me metí a bañar. Al salir, en lo que más tarde fue
secándome el cabello, ya que era demasiado largo y abundante. Todo iba bien, me vestí,
recibí criticas de mi mamá por vestir con colores tan oscuros siendo verano y yendo a una
iglesia, no les di importancia y me fui. Al pasar por Esther, esta no me abrió la puerta, ver
por la ventaba me confirmo que ella estaba despierta, viendo la televisión con un plato de
algo en la mano, volví a tocar el timbre y ella solo subió aun mas el volumen. Decidí irme yo
sola.
Realmente mentiría si dijera que algo relevante paso en esa ocasión fue una semana divertida,
entretenida pero bastante ordinaria. Vi a Max un par de veces, y ese par de veces me saludo
como si fuese un habito hacerlo.
Las cosas a partir de ese día nunca volvieron a ser iguales con Esther, todo lo bonito que
pudo surgir de una amistad de años de desvaneció en un verano, ya que siempre que nos
veíamos, discutíamos y no nos entendíamos, nuestros padres no le tomaron importancia ya
que decían que eran dramas adolescentes. Sin embargo, yo ya no podía tolerar en lo que ella
se había convertido, una bola de envidia y odio hacia la que se suponía era su mejor amiga,
haciendo comentarios pasivo-agresivos sobre mí, mis creencias, mi peso, mis opiniones, mi
físico, mis chistes, la manera en que dibujaba. Todo entre nosotras resultaba incomodo de
ver y escuchar para los demás. Peleas sin sentido que detonaron en que ella me dijera
- Podrá gustarte alguien muy guapo, en embargo con tu cuerpo jamás te haría caso,
¿Te has visto? Mínimo a mi la pubertad si me ayudo
Simplemente me aleje.
Me aleje para después sentir un vacío enorme que me daba ganas de volver.
Pero no regrese.

Yo seguía yendo a la iglesia cada domingo, sin entender nada, sin que nada me moviera o
lograra convencerme de algo, sin éxito alguno seguía buscando. Seguí buscando ya que Él
no me buscaba a mi (O eso creía). Seguí yendo, seguí sintiendo nervios de ver a Max cada
domingo. Sin embargo, podría decirse que cada vez me enamoraba mas de él, no entendía
porque, podría ser solo físico, pero cada que lo veía interactuar y ser tan lindo con todos,
también me movía el corazón. A pesar de todo yo no pasaba desapercibida en la iglesia, era
muy puntual, muy servicial y la líder del grupo de adolescentes me adoraba. Tanto que llego
a invitarme a varios eventos de liderazgo de la iglesia, cosa que me ponía bastante incomoda,
sin embargo, lo hacía porque verla feliz me gustaba, esta mujer llego a convertirse en una
segunda madre para mí, ya que muy pocas veces eran las que me dejaba sola y siempre me
apoyaba.
Miriam era como la mama de todo el grupo de adolescentes, junto con su esposo, nos amaban
y trataban como si fuéramos sus hijos, y a nosotros nos encantaba que esto fuera así, hacia
de todo un ambiente mucho más cálido y familiar, mucho mas cómodo. Éramos como una
familia pequeñita ahí. Las ministraciones en ese lugar eran los pocos momentos en los que
yo me sentía cerca de lo que buscaba. Una sensación cálida, donde algún ser divino te
abrazaba y casi podías sentir como te susurraba al oído que todo estaba bien. Quizá suena
raro esto, pero no lo sentía físicamente, confiaba en que estaba ahí.
Justamente mi prueba de fe estaba viniendo cerca del mes de diciembre, donde fuimos a una
casa hogar, en esta tuvimos que poder diferentes actividades para los niños con cáncer.
Recuerdo perfeto esta mañana, ya que me desperté algo tarde y aun tenia que pasar por un
kilo de mandarinas y otro de naranjas para darle a los niños y sus familias. Me vi con todos
ahí en la iglesia, donde fuimos en auto sardina en el auto del esposo de Miriam hasta una
plaza, donde una camioneta blanca nos recogería a todos para ir de una forma más cómoda.
Ahí hacíamos chistes malos, reíamos y yo me la pase todo ese tiempo con Elías. El único
amigo que tenía ahí. De regreso en auto otra vez, me di cuenta de que la fruta que lleve se
quedo en la cajuela, así que entre Elías y yo, nos terminamos 2 kilos de naranja y mandarina
en un solo día, fue todo lo que comimos en el día. Claramente en la noche ambos moríamos
de dolor de estómago. Pero fue de las mejores experiencias de mi vida.
Hablando de eventos de lideres. Hubo en especifico una cena, un 11 de diciembre. Ninguno
de mis amigos iría, o eso creía yo. Me arreglé y me puse un vestido rojo, dicho vestido me
llegaba a las rodillas, en la parte de arriba este me llegaba a los hombros con unos tirantes en
encaje floral. Me deje el cabello suelto, honestamente no tenia mucho tiempo para
arreglarme, me maquille muy poco, me puse unos zapatos bajitos, tome mi mochila que
cargaba a todos lados, con un block de dibujo pequeño y unos lápices y me fui. Era un salón
no muy grande, con un jardín muy bonito, techado de las mismas flores que ahí crecían, era
como un invernadero con una fuente en medio. En el salón había distintas mesas decoradas
con un mantel blanco y rosas blancas en el centro, con sillas que hacían juego con el mantel.
Fui a sentarme en una de las mesas que estaba en una esquina, la cual quedaba entre la salida
y la entrada al jardín, escogiendo estratégicamente esta para poder admirarlo un poco más y
quizá poder dibujarlo más tarde, también miraba como la gente iba entrando, todas las
mujeres llevaban vestidos preciosos, la mayoría en tonos negros, dorados, rojos o plata, ya
que eran colores de temporada. Los hombres vestidos de traje, con camisa o corbata haciendo
juego con el vestido de su pareja. Una vista muy elegante. Vi a una mujer con un vestido
dorado que le llegaba a los pies, con un talle cubierto de pedrería que hacia sus ojos resaltar,
y un tocado en hojas doradas que se enredaba entre su peinado, se veía espectacular, por lo
que decidí comenzar a dibujarla, ya que no estaba muy lejos de mí. Al levantar nuevamente
la mirada para verla, entro la familia Hidalgo, todos combinados en rojo, la madre de Max
llevaba un vestido rojo escarlata satinado, que se cruzaba en su pecho y caía hasta sus tobillos,
mientras que su hermana, llevaba un vestido a la rodilla, completamente descubierto de la
espalda, con un cuello halter, ambas con su cabello ondulado y con destellos dorados.
Mientras que su padre y hermano iban todos combinados en un traje negro con corbata roja.
Me quede hechizada viendo a Max, la corbata roja hacia resaltar mucho más sus ojos color
verde, no se si fue lo intenso de mi mirada, que estaba completamente sola o estar junto al
jardín, lo que lo hizo voltear a ver en mi dirección, le susurro alfo inaudible a sus padres, y
estos mismos asintieron, para después verlo dirigirse hacia a mí. Comencé a ponerme
nerviosa, tanto que no note que él ya estaba junto a mí.
- Hola, ¿Otra vez estas sola? – Pregunto mirando a mi alrededor, era una mesa para 4
personas donde estaba únicamente yo. Asentí sonriéndole. – Mm ¿crees que pueda
sentarme contigo? – Asentí otra vez.
Al sentarse junto a mi lo primero que vio fue mi libreta donde estaba dibujando a una mujer
desconocida.
- Wow, no sabía que dibujabas
- Si, un poco
- ¿Puedo ver? – Le pase mi libreta con dibujos de lugares o personas, las cuales hacia
cuando estaba sola o aburrida, para calmar la ansiedad. – Te quedo super bien.
- Gracias, siéntete importante, nuca había dejado que nadie viera o tocara si quiera esta
libreta. Solo que ahora no se que mas dibujar. – Le comenté mientras me hacia un
corazón con su pulgar y dedo incide y susurraba un gracias.
- Dibújame a mí, sería un honor estar plasmado en una libreta tan importante para ti. –
Al escuchar esto sentí un vuelco en el estómago, pero era una oportunidad muy buena.
- Claro, posa y te dibujo. – Este chico solo cruzo los brazos y miro al jardín, pero carajo
la luz lo hacia ver tan perfecto, comencé a dibujarlo lo mejor que podía, ya que no
dejaba de moverse. – Pero no te muevas.
- Mm no puedo, el traje me pica un poco, pero tómame una foto y me dibujas con eso.
– Le tomé una foto y comencé a dibujarlo. – ¿Desde cuando haces eso?
- Pues, más o menos desde los 4 o 5 años, lo de dibujar lugares o personas, surgió
cuando salía a lugares yo sola y me sentía muy nerviosa o abrumada, así que dibujaba
lo que veía alrededor o algún lugar que se me hiciera extremadamente único.
- Es algo muy lindo, no conocía eso de ti, en general siento que no te conozco bien, te
veo cada domingo, nos saludamos, pero no se quien eres en realidad. – Solo lo miré
y sonreí. – Eres una chica muy tímida.
- Siempre. – Sonreímos. Esto me estaba volviendo loca.
- ¿Qué tipo de dulces te gustan? ¿Cuándo es tu cumpleaños? ¿Qué te gusta hacer
además de dibujar? ¿Canción favorita?
- Si las respondo también tú lo harás.
- Trato hecho. – Me puso su meñique y lo entrelace con el mío. Acaba de jurarlo por
la garrita.
- Me gustan las gomitas de mango con chile, 8 de abril, me gusta muchísimo bailar,
We can be héroes. – Me miro sonriendo satisfecho. – Te toca.
- Me gustan las paletas de cereza, 30 de junio, me gusta tocar la guitarra y el piano, y
componer canciones, perfect de Es Sheeran.
Antes de seguir con el interrogatorio, comenzaron a hacer algunas actividades en la cena,
cosas para convivir, lo que provoco que nos cambiarán de mesa, Max y yo quedamos en
extremos opuestos del salón. Las actividades eran para conocernos mas entre nosotros, por
lo menos dije mi cumpleaños y color favorito unas 3 o 5 veces. Anunciaron el comienzo de
la cena, para que pasáramos a recoger nuestro banquete, ya que no había meseros. Sentí una
mano en mi hombro, y al darme vuelta era Max. Fuimos juntos por nuestro platillo y
comenzamos a comer sentados donde estábamos inicialmente, junto a la entrada al jardín
donde prácticamente no había nadie. Ahí notamos por primera vez que, en el pasto este, había
globos pequeños de color dorado. Ya no seguí dibujándolo, ya no pude. Max comenzó a
hablar y preguntarme muchas cosas, una conversación extremadamente fluida. Tome una
pausa para ir al baño, cuando escuche en el micrófono que anunciaron que iban a abrir la
mesa de dulces, me sentí mal ya que no alcanzaría nada.
Al volver a la mesa, me di cuenta de que tenía una servilleta con un montón de mangos con
chile.
- Fui corriendo por ellos, ya que hace ratito los vi y me acorde que te gustan. - Le
agradecí y lo abracé.
- Es que son deliciosos
- Nunca conocí a nadie a quien le gustaran tanto los manguitos con chile. – Soltó una
pequeña risa.
Así pudo continuar la conversación mientras comíamos dulces.
Ahí descubrí mucho de él, y también me abrí mucho con él. Llego un punto donde me
pregunto por Esther, donde le conté que no sabia el motivo por el que peleamos o ella
comenzó a evitarme. Sin darnos cuenta ya eran las 11 p.m. ya casi terminaba la cena. A
alguien se le ocurrió que era buena idea comenzar a hacer un karaoke, por lo que Max y yo
salimos de ahí, ya que yo era pésima cantando. Ya era muy de noche, pero en el jardín no
hacia frio, llegamos a la conclusión de que seria por el techo de flores el cual no permitía que
pasara de una forma tan intensa el frio. Tomamos un globo y comenzamos a pasárnoslo,
quien tuviera el globo tenia que responder una pregunta del otro.
- ¿Crees en que pedir un deseo a las 11:11 hace que se cumpla?
- Mm si
- ¿Por qué?
- Esas ya son dos preguntas. – Le pase el globo.
- ¿Tu crees que se hagan realidad? – Sonrió un poco por lo predecible de mi pregunta.
- Si, si lo pides con fe, probablemente sí. Me toca, ¿Tienes novio o alguien que te guste?
– Entre en pánico y me puse roja.
- Mm no, a ninguna de las dos. – No pude leer su rostro, era una expresión extraña,
solo se veía tranquilo. - ¿Y tú? – Al parecer también mi pregunta lo hizo ponerse un
poco nervioso.
- No, no tengo novia, y de gustar, creo que por el momento nadie me gusta. – Por dentro
me sentí decepcionada de la respuesta, por fuera solo sonreí. - ¿Iras al concierto? –
En la iglesia habían organizado un pequeño viaje a otro estado por el concierto de una
banda cristiana muy famosa, la cual se estaría presentando en un evento con varias
conferencias.
- Probablemente no, ninguno de mis amigos ira, así que no quiero ir sola ni estar sola
- Podrías dibujar el escenario. – Se rio ligeramente, pero al ver que yo no lo hice cambio
su respuesta. – Yo iré, y si ninguno ira, puedes estar conmigo. – Solo sonreí y lo
abracé susurrándole un gracias.

Llegó la hora en que nos teníamos que ir, se despidió y subió al auto de sus padres mientras
yo subí al de Miriam. La cual me veía con una sonrisa de satisfacción que no entendía,
después de mucho tiempo me entere de que no le molestaba que me gustara Max a pesar de
la regla de que no podía haber noviazgos antes de los 18 en la iglesia.

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