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Introducción
Les proponemos iniciar la clase mirando un fragmento del film Ararat (2002), de Atom
Egoyan, cuyo título evoca la presencia sacralizada del monte Ararat, un símbolo para la
identidad armenia y la memoria del genocidio. En la película se entretejen experiencias del
presente y el pasado a través de varias historias de vida que intentan capturar la complejidad
de la transmisión generacional.
https://www.youtube.com/watch?v=1Ka1n
o-bpzI
Como habrán visto, Ararat es un film que incluye dentro de sí mismo otro film: muestra a
los y las protagonistas filmando una película sobre el exterminio de los/as armenios/as
en el Imperio Otomano, hoy Turquía, en 1915. Este ir y venir entre el pasado y el
presente nos invita a preguntarnos qué pasó durante el genocidio armenio y, a la vez, es
un ejercicio de memoria que revela que ese genocidio sigue pasando en la medida en
que exista el negacionismo.
Empecemos ahora a recorrer la primera de las preguntas que organizan esta clase:
¿Quiénes son los/as armenios/as?
Los/as armenios/as conforman un pueblo que comparte una peculiar tradición cultural
desde épocas muy antiguas. Evidencias lingüísticas y arqueológicas permiten establecer
que la historia de Armenia se remonta al III milenio A.C.
Esta condición de minoría subalterna generó que, desde el siglo XVIII en adelante, un
sector de la población armenia reclamase mejoras sociales y autonomía política.
Paulatinamente, emergió un movimiento de renovación cultural, educacional y política
que dio impulso al despertar nacional. Sin embargo, luego de más de cinco siglos de
dominaciones extranjeras, la lucha por la supervivencia de este pueblo en permanente
peligro de asimilación, aculturación y aniquilamiento, afrontó desafíos extremos: la
experiencia traumática de las masacres de finales del siglo XIX perpetradas por el
Imperio Otomano; el genocidio perpetrado entre 1915 y 1923 y la usurpación de gran
parte de su territorio nacional; la dispersión forzada de los sobrevivientes. Todo esto
atentó contra la continuidad de los procesos de transmisión de una identidad
traumatizada.
Parte de esa población armenia diezmada llegó a la Argentina a finales del siglo XIX y
comienzos del siglo XX. Los primeros armenios se asentaron, principalmente, en los
barrios de Palermo, Flores y Villa Soldati, en la Ciudad de Buenos Aires, y Valentín
Alsina en el Partido de Lanús. Luego se produjeron procesos de desplazamientos
internos hacia otras ciudades como La Plata, Córdoba, Rosario, Mar del Plata, Posadas
y Neuquén.
A comienzos de 1915 las derrotas militares turcas sufridas en Sarikamish, Dilman y Van
aceleraron el proceso de persecución de los/as armenios/as. A partir de entonces, el
plan sistemático de exterminio se perpetró en etapas. Tras el reclutamiento y posterior
asesinato de los varones armenios mayores de 15 años, mediante la orden del Ministerio
del Interior del 24 de abril de 1915 se produjo la decapitación de la cúpula intelectual de
los armenios, es decir: el secuestro y el asesinato de los líderes sociales, políticos y
religiosos que podían liderar la resistencia contra las políticas opresivas.
En mayo de ese mismo año se sancionó la Ley Temporaria de Deportación que permitió
el desplazamiento de “personas sospechosas”. Esto provocó deportaciones masivas en
todo el territorio, lo que dejó a los armenios sin posibilidad de autodefensa y
organización. El propósito de estas medidas era concentrar a todos los armenios en
Alepo y de allí trasladar a los y las sobrevivientes a través del desierto sirio hacia Deir
Zor. Las órdenes se impartían desde Constantinopla y funcionarios del partido Otomano
eran enviados al interior con el fin de controlar a los gobiernos locales.
De acuerdo con el relato del embajador de Estados Unidos en la capital otomana, Henry
Morgenthau, “prácticamente ningún armenio, cualquiera fuera su educación o riqueza, o
la clase social a la que perteneciera, escapó a la orden. En algunos pueblos se fijaron
carteles intimando a la población armenia a presentarse en un lugar público a una hora
determinada
–generalmente con anticipación de uno o dos días—, y en otros lugares el pregonero
recorría las calles voceando la orden. En algunos pueblos ni siquiera se dio la menor
advertencia. Los gendarmes aparecían en una casa armenia y ordenaban a los
ocupantes que los siguieran (…). Al preguntar ‘¿A dónde vamos?’, los gendarmes solo
se dignaban responder: “Al interior”.
Según el gobierno central, se trataba de una medida “de tiempos de guerra” cuyo fin era
“proteger a la población”. Sin embargo, las mujeres, los/as niños/as, los/as ancianos/as y
los pocos hombres que aún se encontraban en sus hogares fueron obligados a
emprender una marcha hacia la muerte. Los bienes y las propiedades fueron calificados
como “abandonados” y confiscados por el gobierno. Se cometieron robos y hurtos
generalizados en el curso de las expropiaciones.
En las declaraciones que existían en las órdenes de exterminio y en los informes que
circulaban, las autoridades otomanas siempre acusaron a los/as armenios/as de actos
de rebelión preparando así las medidas que implementaron en su contra. Las víctimas
fueronconsideradas como un “elemento espurio”, como animales que debían ser
aniquilados por el bien de la Nación turca. Por decreto se prohibió prestar ayuda
humanitaria a los deportados.
Conducidos/as como prisioneros/as y privados/as de todo tipo de protección ante los
ataques de tribus kurdas y bandas armadas, muchos armenios y armenias fueron
torturados/as y brutalmente asesinados/as en las cercanías de sus aldeas o durante la
travesía. En particular, predominó el papel de la Organización Especial, creada en 1914,
que casi en su totalidad estaba integrada secretamente por criminales convictos que
fueron liberados de las prisiones del Imperio por una dispensa especial de los Ministerios
de Justicia e Interior. La intención detrás del uso de intermediarios para las operaciones
de exterminio era desviar la responsabilidad del gobierno central.
También fueron recurrentes las violaciones y otros tipos de abusos sexuales contra las
mujeres. A muchas de ellas se las raptó y/o vendió a harenes turcos y kurdos y se les
impuso una identidad falsa. Los niños y las niñas sufrieron un trato similar, muchos de
ellos/as fueron recluidos en orfanatos del gobierno para ser islamizados.
A través de la manipulación del odio religioso generado por los grupos nacionalistas en
el poder, la población civil musulmana fue movilizada a participar en las masacres. Este
odio religioso fue parte del proceso de deshumanización que hacía depositarios de todos
los males a los armenios y armenias. El desprecio por la religión de las víctimas se
evidenció en los testimonios de profanaciones de las instituciones eclesiásticas armenias
y otros símbolos de la fe cristiana. De todos modos, algunos/as sobrevivientes,
posteriormente, relataron que sus “amigos turcos” y hasta autoridades locales de su
aldea, bajo peligrosas circunstancias, les informaron sobre los planes de matanza e,
incluso, los/as ayudaron a escapar.
Durante la primera mitad de 1915, más de un millón de armenios y armenias fueron
exterminados/as. Los pocos sobrevivientes que llegaron al desierto sirio fueron
abandonados/as sin alimentos ni agua ni asistencia.
El genocidio armenio fue precedido por una serie de matanzas que fueron configurando
el espiral de violencia que explotó el 24 de abril de 1915. Estas matanzas se produjeron
en medio del debilitamiento del poder político y económico del Imperio Otomano, que se
inició en el siglo XVII y se acentuó en el XIX. Durante este último período, las potencias
europeas intercedieron a favor de los diversos grupos de cristianos que eran
perseguidos por las autoridades imperiales principalmente en los Balcanes.
1876: La llegada al poder del sultán Abdul Hamid II (1876-1909) puso fin al período de
reformas y suspendió la Constitución con la excusa de un probable conflicto bélico con
Rusia, lo que, finalmente, ocurrió en 1877.
1908: Frente a esta crisis política y territorial se formó el Comité Unión y Progreso,
también conocido como los Jóvenes Turcos, que agrupó a diversos grupos opositores al
sultán Abdul Hamid II. Los Jóvenes Turcos tomaron el poder a través de una revolución
que instauró una monarquía constitucional, terminando con el poderío absoluto del
sultanato. Sin embargo, lo que pareció significar una nueva etapa en la historia del
Imperio Otomano resultó ser temporaria. Si bien los Jóvenes Turcos aparentaban
externamente conformar un movimiento unificado con un discurso público a favor de la
libertad, la justicia y la igualdad, el sector ultranacionalista desplegó una retórica
tendiente a exaltar la representación de una nación turca dominante. Esta facción logró
implantar un régimen nacionalista extremo y prosiguió con el extermino de los armenios.
1913: En enero el sector nacionalista liderado por Talat Enver y Djemal Pashá, llevó a
cabo un golpe de Estado con el consecuente establecimiento de un régimen dictatorial
que tomó el control del poder y se formó un triunvirato constituido por los ministros del
Interior; el de Guerra y el de Marina. Estos exacerbaron el ideario que glorificaba el
“turquismo” y en nombre de la “razón de estado” se
procedió hacia una homogeneización coactiva de la sociedad a través de un programa
de renovación nacional y reorientación política. Dadas las proyecciones de una amenaza
potencial armenia a la integridad del Imperio, se legitimó el diseño de la política de la
masacre para terminar, a través de una solución radical, con la “cuestión armenia”. El
contexto de la Primera Guerra Mundial, que encontró a los armenios en dos campos
enemigos (otomano y ruso) fue considerado como el momento propicio para implementar
el exterminio.
1915: A comienzos de este año las derrotas militares turcas sufridas en Sarikamish,
Dilman y Van aceleraron el proceso de persecución de los armenios. A partir de
entonces se desarrolló el plan sistemático de exterminio. Tras el reclutamiento y
posterior asesinato de los varones armenios mayores de 15 años, mediante la orden del
ministerio del Interior del 24 de abril de 1915 se produjo la decapitación de la cúpula
intelectual de los armenios, es decir: el secuestro y el asesinato de los líderes sociales,
políticos y religiosos que podían liderar la resistencia contra las políticas opresivas. En
mayo se sancionó la Ley Temporaria de Deportación que permitió el desplazamiento de
“personas sospechosas”. Esto provocó deportaciones masivas en todo el territorio, lo
que dejó a los armenios sin posibilidad de autodefensa y organización. El propósito de
estas medidas era concentrar a todos/as los/as armenios/as en Alepo y de allí trasladar a
los sobrevivientes a través del desierto sirio hacia Deir Zor. Las órdenes se impartían
desde Constantinopla y funcionarios del partido Otomano eran enviados al interior con el
fin de controlar a los gobiernos locales.
Las mujeres armenias: prácticas genocidas y violencia específica de género
Mujer con rostro y manos tatuados, 1920 / Del álbum de Karen Yeppe, Museo del Genocidio Armenio,
Ereván, Armenia.
Hacia el final de la Primera Guerra Mundial, comenzaron los esfuerzos de los aliados
para juzgar a los criminales de guerra del Imperio Otomano, en la Conferencia de Paz
de París de 1919. Desde ese momento y debido a la presión internacional el gobierno
otomano inició una serie de procesos a través de cortes marciales para juzgar a los
criminales de guerra con algunas condenas que se dictaron una vez que se había
asegurado que los imputados no estuvieran en el país con lo cual las condenas no se
hicieron efectivas. Asimismo, las tensiones entre el antiguo y el nuevo régimen en el
imperio, así como las presiones políticas del Movimiento Nacionalista Turco que
estaba resurgiendo incidieron en el devenir de las cortes que funcionaron por muy
poco tiempo. A la par de estos procesos la Oficina de Asuntos Extranjeros de Gran
Bretaña inició una investigación paralela para conocer si se estaba llevando adelante
un proceso adecuado en las cortes marciales. Habiendo llegado a la conclusión de
que esto no era así, solicitó que los procesos se trasladaran a Malta en un intento de
crear un tribunal internacional que investigara las matanzas. La falta de colaboración
del gobierno otomano en el suministro de información y pruebas como así también la
destrucción de la documentación militar implicada en el genocidio llevó a las
autoridades británicas a detener la investigación en 1920. El Tratado de Sèvres por
su parte que fijaba la partición del Imperio Ottomano luego de la derrota en la Primera
Guerra Mundial, establecía en el artículo 230 en relación al responsabilidad sobre los
crímenes cometidos contra los armenios y griegos, que el Imperio debería entregar a
los responsable a los aliados a los responsables de los crímenes para ser juzgados.
El tratado nunca fue firmado por las autoridades otomanas. El conflicto continuó y se inició
una nueva guerra en la región que finalizó en 1923 con la firma del Tratado de
Lausanne y se crea en el marco de este acuerdo Turquía. Este nuevo acuerdo de paz
ahora con una Turquía victoriosa establece la amnistía y garantiza la inmunidad por
los crímenes cometidos entre 1914 y 1922 con lo cual cualquier intento de
juzgamiento quedaba invalidado. Poniendo en diálogo este recorrido con la clase 1 es
importante tener en cuenta que más allá de las dificultades y límites de las categorías
jurídicas, la creación de un sistema de protección internacional de los derechos
humanos con instrumentos que reconocen derechos a las personas sin distinción,
que establecen mecanismos para demandar por el efectivo goce de los derechos y
tribunales para juzgar los crímenes que nos son juzgados por los Estados nacionales,
es un panorama totalmente distinto al que vimos en el contexto en que tuvo lugar el
genocidio armenio. Este sistema creado después de la Segunda Guerra Mundial
permite enfrentar diversas situaciones de vulneración de derechos y sostener como
horizonte la no repetición.
Caso Tehlirian
En 1921 tuvo lugar un proceso penal en Alemania que sentó un precedente jurídico
con respecto a la situación de impunidad. El 15 de marzo de 1921 un joven armenio,
Soghomon Tehlirian, único sobreviviente de una familia aniquilada, dio muerte a
Talaat Pashá, miembro del Triunvirato de gobierno del Imperio Otomano durante la
Primera Guerra Mundial. Este se encontraba en Berlín, al igual que otros
perpetradores del genocidio armenio que habían huido a distintos países de Europa
para no cumplir con las condenas dictadas por tribunales turcos en el año 1919.
Este caso lo presentamos en esta clase como un caso que plantea un dilema que nos
pone frente a la pregunta acerca de ¿Cuál es el valor de la justicia frente experiencias
de violaciones masivas los derechos humanos?
El 29 de diciembre del año 2000 se inició un Juicio por el Derecho a la Verdad del
Genocidio Armenio en Argentina solicitado por una familia armenia.
Con base en la experiencia de los Juicios por la Verdad iniciados en esos años por los
casos de violaciones a los derechos humanos cometidos durante el terrorismo de Estado,
se buscaba luchar contra la impunidad en el caso armenio a través de un proceso judicial
que estableciera la verdad sobre lo acontecido, aunque la condena a los responsables no
fuera posible.
Durante varios años, se logró obtener valiosa documentación estatal clasificada además de
cartas diplomáticas, relatos de testigos de Estados Unidos, Francia, Alemania, Inglaterra,
Santa Sede, Bélgica, Armenia y Jerusalén. Se sumaron como prueba documental para la
causa las noticias que diversos diarios internacionales (como New York Times, Washington
Post, Chicago Tribune, The Guardian) y nacionales (La Prensa y La Nación) publicaban
sobre las “masacres” contra los armenios que se estaban sucediendo, aún no existía la
categoría jurídica de genocidio y los crímenes masivos eran descriptos de aquel modo.
Para sintetizar: en esta clase hemos intentado conocer quiénes fueron los y las
armenios/as, cómo se desarrolló el genocidio que los y las tuvo como víctimas, cómo
son los procesos de memoria que luchan contra el negacionismo. Como vimos en el
fragmento del film que inicia esta clase, el recuerdo de este genocidio nos interpela en
tiempo presente, nos invita a preguntarnos cuáles son las consecuencias de la
intolerancia y la discriminación; nos convoca a reflexionar sobre el significado del
respeto entre los pueblos y las personas; y sobre la importancia de una memoria activa y
permanente contra la injusticia y la impunidad.
Disponible en: https://youtu.be/roxQvoFHStM
Actividad de la clase
Tal como se plantea en la clase 1 y como fue analizado en la clase 2 en relación con el
genocidio armenio, se entiende a las prácticas sociales genocidas como constitutivas
de los Estados Nación.
Las y los invitamos a dejar sus preguntas para el expositor en el siguiente padlet:
https://padlet.com/beatrizaq/48gllmhfwnx7ehhf
Bibliografía
Dadrian, V. (2004). Los factores comunes en dos genocidios descomunales. Una reseña de
los casos armenio y judío. Buenos Aires, Fundación B. Arzoumanian.
Feierstein D. (2000). Seis estudios sobre genocidio: Análisis de relaciones sociales, otredad,
exterminio. Buenos Aires, Editorial EUDEBA.
Piralian, H. (2000). Genocidio y transmisión. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.
Materiales Educativos
El genocidio Armenio: preguntas, respuestas y propuestas para su enseñanza
http://www.bnm.me.gov.ar/giga1/documentos/EL005431.pdf
Especial 24 de abril
https://www.educ.ar/recursos/103448/genocidio-armenio-una-herida-que-no-cierra
https://www.educ.ar/recursos/103461
Créditos