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ANEXOS

El cosmopolitismo burgués y su papel reaccionario

Por F. Chernov
Publicado en El Bolchevique: Revista teórica y política del Comi-
té Central del PC(B), n.º 5, 15 de marzo 1949, pp. 20-41.
Traducido del inglés. Copyright del texto original © 2003 by
Peter R. Wolfe and the Cyber-USSR.

1. El cosmopolitismo se infiltra en las artes, las ciencias y la


historia soviéticas.
Las principales editoriales de los periódicos Pravda y Kultura
i Zhin (Cultura y Vida) desenmascararon a un grupo de críticos
de teatro antipatriotas, formado por cosmopolitas desarraigados,
posicionados en contra del patriotismo soviético, contra los gran-
des logros culturales conseguidos por el pueblo ruso y el resto de
pueblos de nuestro país.
Los cosmopolitas desarraigados, presentándose como men-
sajeros y propagandistas de las ideas burguesas, adulaban y se
arrastraban ante la decadente ideología burguesa. Difamando la
cultura soviética socialista, alababan todo lo proveniente de las

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condiciones decadentes y deterioradas de la cultura burguesa. En
la gran cultura del pueblo ruso, ellos veían ecos y repeticiones de
la cultura burguesa occidental.
Las ideas rastreras, dañinas y corruptas del cosmopolitismo
burgués también se fueron introduciendo en los ámbitos de la
literatura soviética, el cine soviético, las artes gráficas, la filosofía,
la historia, las leyes económicas y jurídicas, etc.
El cosmopolita Subotsky intentó exterminar con todas sus
fuerzas toda nacionalidad de la literatura soviética. Echando es-
puma por la boca, este propagandista cosmopolita arroja epítetos
hacia aquellos escritores soviéticos que quieren “expresar en apa-
riencia la pertenencia de un héroe positivo a tal o cual nacionali-
dad, a través de su lenguaje y los detalles en su carácter”.
Estos objetivos cosmopolitas de Subotsky están directamente
en contra del patriotismo soviético y en contra de la política del
Partido, la cual siempre ha otorgado gran importancia a las cuali-
dades de la nación y las tradiciones nacionales del pueblo. Lenin
habló en el 8.º Congreso del Partido contra Trotskyite Pyatakov,
quien había sugerido (a modo de provocación) eliminar el punto
del programa del Partido sobre la autodeterminación nacional,
diciendo: “Esto podría estar resuelto si hubiera personas sin ca-
racterísticas nacionales. Pero no existen estas personas, y no pode-
mos construir una sociedad socialista de otra manera”.
Subotsky compitió con el famoso cosmopolita Yuzovsky, en lo
que se refiere a burlarse de los trabajos literarios que mostraban las
cualidades superiores del pueblo soviético. Yuzovsky, con veneno
en los labios, se burló de que “a través de los labios del ‘héroe po-
sitivo’ en estas obras, existe inevitablemente una ‘sonrisa marxista’,
y este ‘héroe positivo’ de los dramas soviéticos lo sabe todo, lo ve
todo. Para él, todo es simple, todo está claro”. Así, bajo la bandera
de la lucha contra un supuesto “primitivismo” en la representación
del héroe positivo, el cosmopolita Yuzovsky intentó desacreditar

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los nuevos rasgos distintivos del pueblo soviético. A Yuzovsky le
repugnan estos hechos, que el arte dramático soviético, que el
hombre soviético, superando tempestades con fortaleza, puede
conseguir la victoria sobre el enemigo, es capaz de garantizar la
victoria de lo nuevo sobre lo viejo.
Mediante estos esfuerzos antipatrióticos, Yuzovsky buscaba
calumniar al pueblo soviético, empequeñecer su dignidad nacio-
nal, mostraba falta de fe en la habilidad de los soviéticos de so-
breponerse ante cualquier dificultad y lograr un propósito, algo
demostrado por los 30 años de práctica en la construcción del
comunismo.
Es sabido por todos los soviéticos cuán alta validación le da
el camarada Stalin a los rusos, señalando que son inherentes al
pueblo gran ruso unas destacables cualidades, como una mente
lúcida, un carácter firme, la ausencia de precipitación y una sabia
paciencia.
*[Nota del Editor: “el pueblo gran ruso”, normalmente “veli-
korusskij”, es un título propio de la nacionalidad rusa, distinguién-
dolos de las nacionalidades eslavas del este, de los ucranianos y de los
bielorrusos].
El cosmopolita Gurvich, haciendo eco de su conocida hosti-
lidad contra el pueblo gran ruso, sin vergüenza ninguna lo difa-
mó, y otorgó a los rusos las más repulsivas cualidades. Un grupo
de críticos de teatro, cosmopolitas desarraigados y antipatriotas,
aspiraban a difundir el nihilismo nacional, ajeno al marxismo-le-
ninismo y profundamente dañino para los soviéticos.
El nihilismo nacional es una manifestación de la ideología an-
tipatriota de los burgueses cosmopolitas, una falta de respeto al
orgullo nacional y la dignidad nacional del pueblo. El camarada
Stalin dijo: “El nihilismo nacional solo provoca daño al socia-
lismo, actuando como una herramienta de los burgueses nacio-
nalistas”. El camarada Stalin habló enérgicamente en contra de

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aquellos que sugerían que “la lucha contra el nacionalismo debe,
al mismo tiempo, acabar con todo lo que sea nacional”. El nihi-
lismo nacional, en nuestras condiciones, es una forma de lucha
elegida por los cosmopolitas desarraigados en contra del patrio-
tismo soviético, contra la cultura soviética (la forma es nacional,
el contenido es socialista); es una muestra de su adoración ser-
vil a la cultura burguesa. De esta manera, el nihilismo nacional,
con su actitud ante el pueblo gran ruso y el resto de pueblos de
nuestra nación, no era más que una manifestación continua del
nacionalismo burgués portado por los cosmopolitas, algo insepa-
rablemente vinculado en nuestros días a la ideología cosmopolita
de la burguesía imperialista.
En el área de la filosofía, los defensores de las mezquinas ideas
cosmopolitas llevaron a cabo una campaña en contra de las tra-
diciones del pueblo ruso en la ciencia y la filosofía; defendían el
nihilismo nacional. En los trabajos de los grandes exponentes de
la filosofía materialista rusa –Lomonosov, Radishchev, Hertzen,
Belinsky, Chernyshevsky, Dobroluybov– simplemente veían co-
pias de la filosofía europea occidental, apropiaciones de la misma.
En filosofía, el nihilismo nacional se hizo evidente, en primer
lugar, en su actitud despectiva hacia el legado de la cultura gran
rusa. En un artículo de Z. Kamensky, “La cuestión de la tradi-
ción en la filosofía materialista rusa de los siglos XVIII y XIX”,
publicado en la revista Voprosy Filosofi (Cuestiones de Filosofía),
el autor difama a las grandes personalidades del pensamiento ma-
terialista-filosófico ruso describiéndolas como seguidoras más o
menos afortunadas de la filosofía occidental europea.
El profesor B. Kedrov permitió que se colaran en sus traba-
jos de filosofía e historia de la ciencia una serie de errores graves
y distorsiones propios del cosmopolitismo antimarxista. B. Ke-
drov “demostró” y defendió la tesis antimarxista, según las cual
las cuestiones prioritarias en la ciencia rusa eran insignificantes,

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rechazando la importancia de las prioridades marcadas por los
científicos rusos.
La cuestión sobre priorizar la ciencia, la literatura y el arte ru-
sos más relevantes, es decir, la supremacía de la cultura socialista
soviética, es una de las cuestiones más agudas en la lucha del so-
cialismo contra el capitalismo. La cultura socialista representa un
tipo superior de cultura, una civilización superior, ha confirma-
do su superioridad sobre la cultura burguesa. Los enemigos del
socialismo, fomentando maliciosamente el odio hacia la Unión
Soviética, hacia la vanguardia de las fuerzas de la democracia y
del socialismo en todo el mundo, están empeñados en debilitar
por todos los medios el crecimiento diario de la autoridad in-
ternacional de la URSS, y de su gran prestigio moral y político.
De ahí los esfuerzos de los enemigos del socialismo por difamar
la Unión Soviética, por suprimir sus grandes logros económi-
cos y culturales, para disimular o negar de manera deshonesta
la superioridad de la ciencia y la ingeniería soviética, y la in-
mensa superioridad del arte y la literatura soviéticos. De ahí su
maltrato malicioso a la cultura del pueblo gran ruso, la nación
más destacable de la URSS, la fuerza líder del estado multinacio-
nal soviético. Los enemigos de la URSS pusieron en marcha las
maquinaciones más rastreras, como asignarse a ellos mismos los
logros de las figuras científicas del pueblo gran ruso y del resto
de pueblos de la URSS, mintiendo para atribuir la supremacía
en los mayores descubrimientos científicos a científicos burgue-
ses extranjeros, para empequeñecer la indiscutible supremacía
científica de nuestro país.
La cuestión de la superioridad de la ciencia progresista rusa, de
la ciencia soviética, es crucial, una cuestión de vital importancia
para los soviéticos y el Estado socialista. Por lo tanto, las afirma-
ciones de Kedrov sobre la irrelevancia de las cuestiones priori-
tarias en la ciencia juegan a favor de los enemigos del gobierno
soviético.

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Kedrov, en su negación cosmopolita de cualquier aspecto na-
cional en el desarrollo de la filosofía, fue tan lejos como para
afirmar que “para construir una historia del mundo de la filosofía,
lo primero que hay que saber es que no es construida por países,
no se basa en las diferencias y características nacionales, sino por
grandes épocas históricas” (Cuestiones de la Filosofía, n.º 1, p.
43, 1947).
Aquí se hace obvia la orientación cosmopolita de Kedrov, de-
fendiendo una actitud de desprecio hacia el carácter nacional,
hacia las cualidades distintivas, otorgando falsamente las contri-
buciones de las naciones a la cultura mundial. Negando el papel
del aspecto nacional y de las características distintivas nacionales
en el desarrollo de la ciencia y la filosofía, Kedrov habló a favor de
la “solidaridad” con representantes reaccionarios de la autopro-
clamada ciencia “sin estado” y “sin clase”. Por otra parte, solo los
enemigos de nuestra clase pueden sacar provecho de un eslogan
como “united world science” (ciencia del mundo unido).
En sus escritos, I. Kryvelyov trasladó a la revista “Voprosy Fi-
losofi” ideas mezquinas, dañinas, antipatrióticas y cosmopolitas.
En artículos sobre asuntos militares, encontró fallos en las estra-
tegias y habilidades del ejército ruso. En su artículo “Hacia la
descripción de la ideología militar alemana”, profundamente de-
fectuoso, Kryvelyov ofrece un ejemplo indignante de objetivismo
burgués y servilismo ante todo lo extranjero. Dicho artículo, que
consiste casi en su totalidad en citas extraídas de escritos de racis-
tas y militaristas alemanes, es un relato antipatriótico y objetivista
de la ideología militar depredadora fascista alemana. Al discutir la
victoria del ejército soviético sobre el fascismo alemán, Kryvelyov
no dedicó una sola palabra al patriotismo soviético, la fuente del
heroísmo del pueblo soviético.
Las formas en que las ideas mezquinas del cosmopolitismo
burgués se infiltran en el área de la ideología son múltiples: des-
de la ocultación de los mejores productos de la cultura socialista

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hasta la denigración directa de la misma; desde la negación del
significado histórico mundial de la cultura del pueblo gran ruso y
la eliminación del respeto por sus tradiciones, hasta la franca pro-
pagación del servilismo ante la decadente cultura burguesa; desde
la difusión del nihilismo nacional y la negación de la importancia
de la cuestión de la prioridad en la ciencia, hasta el eslogan sobre
la “solidaridad internacional” con la ciencia burguesa, y así suce-
sivamente. Pero la esencia de todas estas formas es este antipatrio-
tismo, esta propaganda de la ideología burguesa-cosmopolita que
no tiene otro objetivo que el desarme espiritual del pueblo sovié-
tico frente a la ideología burguesa más agresiva, el renacimiento
de los restos del capitalismo en la conciencia del pueblo.

2. Los contrataques del Partido


Con la eliminación de las clases explotadoras, la sociedad so-
viética ha conseguido una unidad moral y política sin preceden-
tes, la cual encuentra su más brillante expresión en la fuerza flo-
reciente del patriotismo soviético. Pero uno no debe olvidar que
el imperialismo acecha de todas las formas posibles para intentar
revivir los restos del capitalismo en la conciencia del pueblo sovié-
tico. En el 17.º Congreso del Partido, el camarada Stalin señaló
que “uno no debe decir que hemos vencido todos los vestigios
del capitalismo en la conciencia de la gente. Uno no debe decir
esto, no solo porque la conciencia del pueblo va a la zaga de su
situación económica, sino también porque aún existen círculos
capitalistas que buscan revivir y apoyar los restos del capitalismo
en la economía y en la conciencia del pueblo de la URSS, y en
contra de esto, nosotros los bolcheviques debemos en todo mo-
mento mantener la guardia alta” (Cuestiones del Leninismo, 11.ª
edición, p. 466).
El camarada G.M. Malenkov dijo en su informe a una Confe-
rencia Informativa de algunos partidos comunistas:

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“Desde la derrota aplastante y la liquidación de los restos de la
clase explotadora en nuestro país, la burguesía internacional per-
dió todo el apoyo dentro de la Unión Soviética en su lucha contra
el Estado soviético. Sin embargo, siguen intentando usar en su
favor los restos del capitalismo en la conciencia del pueblo sovié-
tico –restos de la mentalidad de la propiedad privada, vestigios
de la moralidad burguesa, reverencias a la cultura individualista
burguesa occidental, exhibiciones de nacionalismo, etc.”.
Los cálculos de nuestros enemigos extranjeros buscan desviar
la literatura, el arte y la cultura soviéticos de su servicio a la causa
socialista. Intentan infectar la cultura, la ciencia y el arte soviéti-
cos con todo tipo de pútridas influencias, para debilitar de esta
forma el poderoso eje de la formación política del pueblo, la edu-
cación del pueblo soviético en el espíritu del servicio activo a la
madre patria socialista, a la construcción del comunismo.
El partido de Lenin y Stalin encabeza un ataque decisivo con-
tra la ideología burguesa, inflige un golpe tras a otro a todos los
aspectos de la influencia burguesa en los diferentes sectores del
frente ideológico.
El Comité Central del PCUS reveló el peligro del vacío ideo-
lógico y la indiferencia política en el arte, lo cual ha supuesto un
canal de penetración para la visión burguesa del mundo en el en-
torno del pueblo soviético. El bien conocido decreto del C.C. del
PCUS respecto a las revistas Zvezda y Leningrad ha movilizado al
Partido y a los líderes de la literatura y el arte soviético en la lucha
decisiva contra el vacío ideológico, en la creación de una litera-
tura con alto contenido ideológico, capaz de inspirar a los cons-
tructores del comunismo en un espíritu de coraje y confianza en
el triunfo de su gran causa. En función de la resolución del CC-
PCUS, el arte y la literatura soviéticos han conseguido grandes
logros, enriquecidos por trabajos que, como señaló el camarada
V.M. Molotov: “A su manera enseñan el significado ideológico de
los eventos y el trabajo de pueblo de la época soviética”.

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El Comité Central del Partido Comunista de toda la Unión
(Bolchevique) criticó firmemente el desarrollo de conceptos bur-
gués-objetivistas entre los científicos soviéticos independientes.
El camarada A. A. Zhdanov, en sus afirmaciones sobre el libro
del camarada G. G. Alexandrov Historia de la filosofía occiden-
tal, señaló los defectos de este libro y sus conceptos objetivistas,
señaló que tales conceptos, si hubieran influido en nuestro de-
sarrollo, habrían conducido necesariamente al servilismo ante la
filosofía burguesa y a la exageración de su mérito, en detrimento
del espíritu agresivo, de lucha, de nuestra filosofía, lo que ha-
bría implicado un retroceso en el materialismo más básico, en
sus indicaciones y su espíritu de partido. Criticando el libro del
camarada Alexandrov, el camarada A. A. Zhdanov apuntó en sus
declaraciones que no incluir en la historia de la filosofía la historia
de la filosofía rusa no tenía justificación, y que su omisión tenía
un carácter fundamental en la obra.
El debate sobre el libro de Alexandrov se centró en los trabaja-
dores del frente de la filosofía en la lucha contra la filosofía bur-
guesa decadente, en la superación de actitudes despectivas hacia
la filosofía rusa, en la elaboración de la filosofía marxista-leninista
y en el fortalecimiento de sus lazos con el trabajo práctico de la
construcción del comunismo.
La resolución del Comité Central del Partido Comunista de
toda la Unión (Bolchevique) sobre la ópera de V. Muradeli “La
gran amistad” golpeó a los formalistas y otras influencias pútridas
del arte burgués en figuras individuales de la música soviética,
que promovían la división entre la música soviética, por un lado,
y el pueblo y sus necesidades y demandas, por el otro. En esta
resolución, el Comité Central del Partido Comunista de toda la
Unión (Bolchevique) denunció de manera mordaz la tendencia
de algunos compositores que habían descuidado el gran legado
musical de los brillantes compositores rusos. La resolución antes
mencionada del Comité Central del Partido Comunista de toda

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la Unión (Bolchevique) reveló formas de lo más amplias para ele-
var la cultura musical soviética, que incorpora en todo trabajo la
vida socialista del pueblo soviético y las profundas tradiciones na-
cionales musicales del pueblo ruso y de otros pueblos de la URSS.
Bajo la dirección de nuestro partido, la destrucción de la
escuela de biología de Weisman-Morgan, y la histórica sesión
de agosto de VASKhNIL fueron un duro golpe contra los in-
tentos de nuestros enemigos extranjeros de introducir en la
ciencia soviética su ideología reaccionaria y su teoría metafísi-
ca, lo que causaría daño a la ciencia, haciéndola estéril e inútil,
y separándola de las necesidades de la gente. Así se aseguró
el triunfo de la biología materialista Michurinista en nuestro
país, el bienestar de la ciencia biológica soviética, transfor-
mando la naturaleza.
El Comité Central del PC (B) desenmascaró los intentos de
la burguesía imperialista de usar tales vestigios del antiguo régi-
men, aún presentes entre representantes individuales de nuestra
intelectualidad, prosternados ante la cultura burguesa. El Comité
Central del Partido Comunista de toda la Unión (Bolchevique)
movilizó al partido y a la intelectualidad soviética en la lucha con-
tra todos y cada uno de los vestigios remanentes de la burguesía
occidental, contra cada intento de ocultar las prioridades de los
científicos rusos en diferentes áreas de la ciencia y la tecnología,
contra los intentos de los científicos burgueses de apropiarse a
ellos mismos esa prioridad, perteneciente a los científicos sovié-
ticos. El Partido exhortó a la intelectualidad soviética y a todo el
pueblo soviético a llevar en alto el estandarte del orgullo nacional
soviético, elevado aún más por la conciencia patriótica de la inte-
lectualidad soviética sobre la gran cultura soviética y su superiori-
dad sobre la cultura burguesa.
El Partido dio un duro golpe contra todas las manifestacio-
nes de la influencia de la ideología burguesa en el área de la li-
teratura, el arte, la ciencia y aplastó los intentos de la burguesía

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imperialista de sacudir la moral y la firmeza mental del pueblo
soviético y, de tal manera, perturbar el progreso exitoso de nues-
tro país hacia el comunismo, el crecimiento y el fortalecimiento
de la devoción del pueblo soviético a su patria socialista.
El arma ideológica más venenosa del cerco hostil capitalista es
el cosmopolitismo burgués. El cosmopolitismo desarraigado, que
consiste en parte en prosternarse ante las cosas extranjeras y el ser-
vilismo ante la cultura burguesa, produce importantes peligros,
porque el cosmopolitismo es la bandera ideológica de la reacción
militante internacional, el arma ideal en sus manos para la lucha
contra el socialismo y la democracia. Por lo tanto, la lucha contra
la ideología del cosmopolitismo, su desenmascaramiento y su-
peración total y definitiva, adquieren en la actualidad particular
agudeza y urgencia.

[3. La lucha MUNDIAL contra el imperialismo “cosmopolita”]


La ideología del cosmopolitismo surge del mismo modo de
producción de la sociedad burguesa. El cosmopolitismo es la ne-
gación del patriotismo, su opuesto. Aboga por la apatía absoluta
hacia el destino de la patria. El cosmopolitismo niega la existencia
de cualquier obligación moral o civil del pueblo respecto a su
nación y patria.
La burguesía predica el principio de que el dinero no tiene
patria, y que donde sea que uno pueda “ganar dinero”, donde sea
que uno pueda “tener un negocio rentable”, esa es su patria. He
aquí la villanía del cosmopolitismo burgués, llamada a ocultar,
disfrazar y “ennoblecer” la ideología antipatriótica del empresario
burgués “sin raíces”, el mercachifle y el vendedor ambulante.
La dañina ideología cosmopolita sirve a la burguesía y a sus
agentes como una herramienta ideológica muy útil para excusar
y tapar todo tipo de acciones antipatrióticas, de traición nacio-
nal y duplicidad política. Marx demostró que el “patriotismo

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burgués… ha degenerado hasta convertirse en un completo frau-
de, después de que su actividad financiera, comercial e industrial
adquiriese un carácter cosmopolita” (Archivo Marx-Engels, Vol.
III (VIII), p. 355).
En la fase del imperialismo, la ideología del cosmopolitismo es
un arma en la lucha de los saqueadores imperialistas que buscan
la dominación mundial.
Hasta en la Primera Guerra Mundial, defendiendo el progra-
ma bolchevique acerca de la cuestión nacional, luchando por el
derecho de autodeterminación de los pueblos, Lenin escribió:
“El imperialismo significa que el capital ha superado el marco
de los estados nacionales; significa que la opresión nacional se ha
extendido y ha aumentado sobre una nueva base histórica. Por
lo tanto, se deduce que, a pesar de la guerra, debemos vincular la
lucha revolucionaria por el socialismo con un programa revolu-
cionario sobre la cuestión nacional” (Obras, 4.ª edición, Vol. 21,
páginas 371-372).
Este posicionamiento leninista demuestra los lazos indisolu-
bles entre la lucha revolucionaria por el socialismo y la defensa de
la soberanía nacional de las naciones.
El imperialismo es inseparable de la represión de la soberanía
nacional de los pueblos y la opresión nacional. La burguesía im-
perialista, a través de sus aspiraciones burgués-cosmopolitas del
nihilismo nacional, oculta la política de la explotación más severa
de las naciones oprimidas, sus aspiraciones expansionistas.
La soberanía nacional, la lucha de las naciones oprimidas por
su liberación, el sentimiento patriótico de los pueblos amantes
de la libertad y, por encima de todo, el imponente patriotis-
mo del pueblo soviético son un obstáculo para las aspiraciones
depredadoras imperialistas. Buscando aplastar la voluntad del
pueblo por resistir, la burguesía imperialista y sus agentes en
forma de socialistas conservadores predican que la soberanía

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nacional está obsoleta y es cosa del pasado, proclaman la fic-
ción de la propia concepción de nación e independencia del
Estado.
Las camarillas gobernantes de las naciones, siendo objeto de
la expansión americana, hacen todo lo posible por acabar con el
deseo de las masas de preservar su soberanía nacional, dando así
apoyo al imperialismo americano.
Atacando violentamente las aspiraciones de las masas de pro-
teger su soberanía nacional, su independencia nacional, los de-
fensores del imperialismo declaran “anticuadas” las aspiraciones
del pueblo por preservar o conquistar su independencia nacional,
o, en otras palabras, su negación a someterse voluntariamente a
los agresores imperialistas.
Los ideólogos del imperialismo angloamericano promueven
consciente y deliberadamente la predicación del nihilismo nacio-
nal contra la tierra del socialismo y las democracias populares.
Los pueblos de las Repúblicas Populares bajo la dirección de los
comunistas, con el apoyo de la Unión Soviética, luchan valiente
y firmemente por su independencia nacional. En particular, los
partidos comunistas ahora sirven de ejemplo en todos los países
del mundo como los herederos y los más firmes defensores de las
mejores tradiciones nacionales del pueblo, como la vanguardia
por la libertad y la independencia del pueblo. Lideran la oposi-
ción nacional a los agresores y las aspiraciones expansionistas del
imperialismo americano.
El cosmopolitismo burgués actual es la expresión ideológica
de las agresivas políticas imperialistas de la burguesía reaccionaria
de las grandes potencias imperialistas, dirigida hacia el estableci-
miento de su dominación mundial. La lucha por la dominación
del mundo, por la explotación del mundo por unos pocos mo-
nopolios capitalistas proviene del desarrollo político y económico
desigual del capitalismo, en la fase del imperialismo.

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“La supremacía mundial” observó Lenin, “es, en pocas pala-
bras, el mantenimiento de políticas imperialistas, cuya continua-
ción es la guerra imperialista” (Obras, Vol. XIX, p. 201).
El imperialismo americano, en las condiciones actuales, se re-
vela como el pretendiente para la dominación mundial. Esto ex-
plica que los ideólogos del imperialismo americano hoy sean los
más fervientes propagandistas del cosmopolitismo. Hoy en día, el
cosmopolitismo burgués es un arma empuñada por el imperialis-
mo americano en la lucha ideológica por la dominación mundial.
Con la ayuda de la propaganda cosmopolita americana, el impe-
rialismo americano dirige la preparación ideológica para la conse-
cución de sus aspiraciones agresivas y expansionistas. La ideología
del cosmopolitismo burgués es una tapadera conveniente para la
actividad subversiva de espías y saboteadores, trabajando a ins-
tancias de los servicios de inteligencia extranjeros. Disfrazados
con terminología cosmopolita, con falsos eslóganes sobre la lucha
contra el “egoísmo nacionalista”, ocultan su verdadero rostro, el
de los incitadores de una nueva guerra, que intentan lograr la
implantación del dominio estadounidense del mundo.
Desde los círculos imperialistas de los Estados Unidos se des-
ata la propaganda de “la ciudadanía mundial” y un “Gobierno
universal”.
El verdadero significado de esta propaganda fue desenmasca-
rado por el camarada A. A. Zhdanov en su informe a la conferen-
cia de algunos de los representantes de los Partidos Comunistas.
“Algunas de las directrices de la ‘campaña’ ideológica que
acompaña los planes para la esclavización de Europa” dijo el ca-
marada Zhdanov, “son un ataque a la soberanía nacional, una
llamada al rechazo de los derechos soberanos del pueblo y, en
contraste, la idea del ‘Gobierno universal’”. El objetivo de esta
campaña consiste en esto, en realzar la desenfrenada expansión
del imperialismo americano, violando los derechos soberanos del

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pueblo, para representar a los Estados Unidos como abanderados
de las leyes de la humanidad, y además presentar a todos aquellos
que resisten la influencia americana como seguidores del obsoleto
nacionalismo ‘egoísta’”.
El patriotismo de las masas populares sirve como arma para
los trabajadores en la lucha por la libertad y la independencia na-
cional. Posicionado en contra del patriotismo, el cosmopolitismo
burgués busca desarmar ideológicamente al pueblo ante la ex-
pansión imperialista americana. Con el apoyo de la propaganda
cosmopolita, la burguesía de los países occidentales y sus agentes,
como Blum, Bevin, Schumacher* y similares, aspiran a justificar
su traición a la patria y preparar la derrota de estos países ante el
imperialismo americano.

*Notas del Editor:


Blum -- Leon Blum, dirigente del Partido Socialista Francés
(también llamado social-fascista, social-imperialista, etc.) antes y
después de la II GM.
Bevin -- Ernest Bevin, ministro de exteriores del gobierno labo-
rista británico.
Schumacher -- Kurt Schumacher, dirigente del Partido Socialde-
mócrata de Alemania.

El camarada A. A. Zhdanov mostró que el cosmopolitismo


burgués y, en particular, la idea cosmopolita de “un Gobierno
universal” tienen una orientación notablemente antisoviética.
“La apropiación de la idea de un ‘gobierno único mundial’
por los intelectuales burgueses, de un grupo de soñadores y pa-
cifistas” dijo el camarada Zhdanov, “se usa no solo como herra-
mienta para el desarme ideológico del pueblo, que se alza por
su independencia ante la invasión del imperialismo americano,

201
sino como eslogan opuesto a la Unión Soviética, que repetida y
constantemente defiende la igualdad de derechos y la protección
de los derechos nacionales de todos los pueblos, grandes y peque-
ños”.
Alimentado por los planes angloamericanos por la domina-
ción mundial, el cosmopolitismo de hoy en día no es más que el
lado sórdido del nacionalismo y el racismo desenfrenados de la
burguesía angloamericana.
El cosmopolitismo y el nacionalismo no son contrarios, sino
más bien dos caras de la ideología burguesa e imperialista. El
cosmopolitismo siempre ha sido y será una mera pantalla, una
forma de disfrazar el nacionalismo. En su momento, desenmas-
carando a los “verdaderos socialistas” de la burguesía alemana,
Marx y Engels escribieron indignados: “… la manera naciona-
lista de ver el mundo se sienta en las bases del supuesto univer-
salismo y cosmopolitismo alemán” (K. Marx, F. Engels, Obras,
Vol. IV, p. 464).
Los intereses egoístas e imperialistas de los monopolios ca-
pitalistas angloamericanos y el agresivo nacionalismo burgués
angloamericano se sientan en las bases del cosmopolitismo bur-
gués.
Toda la predicación de ideas cosmopolitas, exportadas de los
Estados Unidos, de “ciudadanía mundial”, “Gobierno univer-
sal”, “poder mundial” y el “estado supranacional” sirven a su
modo como un disfraz ideológico para el nacionalismo angloa-
mericano.
El leninismo reveló los orígenes, las raíces del cosmopolitismo
burgués. V.I. Lenin escribió: “… la unión de los imperialistas de
todos los países, la unión, natural e inevitable, por la defensa del
capital, sin patria alguna, ha demostrado en algunos de los episo-
dios más importantes de la historia mundial que el capital pone la
alianza de los capitalistas de todos los países contra el proletariado

202
por encima de los intereses de la patria, del pueblo y de cualquier
otra cosa” (Obras, Vol. XXIII, p. 4).
Aquí Lenin demuestra que la burguesía pone la protección de
sus intereses egoístas de clase por encima de “los intereses de la
patria, del pueblo y de cualquier otra cosa”, que, en el nombre de
proteger sus intereses de clase, la burguesía crea una “unión de los
imperialistas de todos los países” contra el proletariado.
La formación de una nueva situación internacional como re-
sultado de la Segunda Guerra Mundial –el crecimiento del poder
de la Unión Soviética y su autoridad internacional, el abandono
por parte de las democracias populares del sistema imperialista,
la tendencia hacia la izquierda de las masas en los países capita-
listas, el crecimiento espectacular de la fuerza del socialismo y la
democracia en el mundo entero, el crecimiento del movimiento
de liberación nacional en las colonias y semicolonias–, todo esto
provoca un odio rencoroso en el bando antidemocrático imperia-
lista, liderado por los Estados Unidos, cuyo principal objetivo es
la lucha contra el socialismo y la democracia.
El cosmopolitismo de hoy en día, con su llamada al rechazo de
la soberanía nacional, con su noción de “un Gobierno universal”,
la creación de los “Estados Unidos de Europa”, etc., es la “base” y
“consagración” ideológica de la creación bajo la tutela del impe-
rialismo americano de una “unión de imperialistas” en nombre de
la lucha contra las masas trabajadoras, contra la Unión Soviética
y las democracias populares, contra el crecimiento irresistible por
todo el mundo de las fuerzas del socialismo y la democracia.
El cosmopolitismo burgués es, de principio a fin, una ideo-
logía profundamente reaccionaria del bando de la burguesía im-
perialista, un estandarte ideológico del bando antidemocrático e
imperialista. Por tanto, la lucha contra el cosmopolitismo bur-
gués es indispensable y un punto clave en la lucha contra el im-
perialismo, contra la decadente ideología burguesa.

203
[4. Patriotismo SOVIÉTICO. Un tipo nuevo y superior]
El cosmopolitismo burgués está dirigido principalmente con-
tra el patriotismo. Por tanto, el objetivo del perfeccionamiento,
desarrollo y cultivo del patriotismo soviético exige luchar decidi-
damente contra el cosmopolitismo y la victoria absoluta contra
tales resquicios de la ideología burguesa como el acobardamiento
y servilismo ante el capitalismo occidental.
El patriotismo soviético, contra el cual los cosmopolitas sin
raíces han dirigido su actividad criminal, es un arma poderosa de
nuestro Partido y del pueblo soviético, y es una fuente inagotable
de creatividad para el pueblo soviético.
Demostrando el origen de la voluntad indestructible del pue-
blo soviético, de su trabajo y valor militar, comprobado en los
años de la Gran Guerra Patria (es decir, la II GM), el camarada
Stalin dijo:
“La valiente labor del pueblo soviético en la retaguardia, como
las hazañas militares de nuestros soldados en el frente, tienen su
origen en el ferviente y vivificante patriotismo soviético”.
En esta excepcional y profunda reflexión, el camarada Stalin
revela cuán importante es el vivificante y ardiente patriotismo
soviético en nuestra sociedad, en la vida y actividad de todo el
pueblo soviético.
El patriotismo soviético, expandiéndose ampliamente en nues-
tro país como resultado de la victoria del socialismo, inculcado al
pueblo soviético por el Partido de Lenin y Stalin, se ha convertido
en una poderosa fuerza de desarrollo para la sociedad soviética.
El patriotismo soviético, expresando la devoción del pueblo
soviético a su patria socialista, está cimentando las bases del Esta-
do multinacional soviético, uniendo a todos los pueblos y nacio-
nalidades de nuestro país en una misma familia unida y fraternal.
El patriotismo soviético sirve a la gente de nuestro país como
un poderoso refuerzo ideológico para el desarrollo de un trabajo

204
altruista y de actos heroicos en nombre de la prestigiosa patria
socialista, en aras de la victoria del comunismo.
Junto con la poderosa expresión del patriotismo soviético,
viene el noble sentimiento de orgullo nacional soviético, el co-
nocimiento de la superioridad inconmensurable de la sociedad
soviética y la cultura socialista por encima de la sociedad burgue-
sa y su cultura.
El patriotismo soviético, el sentimiento de dignidad nacional
soviética, es una confiable barrera ideológica que rompe cualquier
intento de la reacción internacional de corromper al pueblo so-
viético a través del servilismo y la prosternación ante el capitalis-
mo occidental.
El patriotismo soviético, entendido como la profunda devo-
ción de las masas populares a su patria, al sistema social y guber-
namental soviético, es un fenómeno cualitativamente nuevo. El
patriotismo soviético es lo más preciado de la revolución en la
conciencia del pueblo, que tuvo lugar debido a la victoria de la
Revolución de Octubre en nuestro país. El patriotismo soviético
no tiene igual en toda la historia, en lo referido a la fuerza de su
influencia en las mentes y los corazones del pueblo.
Las nuevas actitudes de la sociedad, originadas en la victoria de
la patria socialista gracias a las masas trabajadoras de nuestro país,
también han causado una nueva actitud en las masas populares res-
pecto a la patria y al Estado. La expresión de estas nuevas actitudes
es el patriotismo socialista soviético, creando en el aspecto espiri-
tual el rasgo más profundo y sorprendente del pueblo soviético.
“Uno debería reconocer” dijo el camarada V. M. Molotov,
“que uno de los logros principales de la revolución es el nuevo
rasgo espiritual y la elevación ideológica del pueblo, como patrio-
tas soviéticos”.
El patriotismo soviético surgió, se fortaleció y se mantuvo du-
rante la lucha heroica del Partido Bolchevique y del pueblo so-

205
viético por la defensa de la patria socialista y la construcción del
socialismo.
Durante toda la historia del Estado soviético, el Partido Bol-
chevique ha educado a las masas trabajadoras de nuestro país en
el espíritu del patriotismo soviético.
Ya en vísperas de la Revolución de Octubre, el camarada Sta-
lin, desenmascarando la teoría menchevique y trotskista de la de-
pendencia total de Rusia en el capitalismo occidental, dijo:
“No se excluye la posibilidad de que Rusia en particular es un
país que está cimentando el camino hacia el socialismo… Uno
debe ignorar las viejas nociones sobre esto, de que solo Europa
puede enseñarnos el camino” (Obras, vol. 3, p. 186-7).
Estas proféticas palabras del camarada Stalin, llenas de verdade-
ro patriotismo, inspiraron una firme confianza en la línea del Par-
tido Bolchevique y el trabajo duro, una confianza firme en las filas
del Partido Bolchevique y de los trabajadores en su propio poder
y en la posibilidad del desarrollo del socialismo en nuestro país.
En 1917, el “pueblo ruso consiguió dar un enorme salto ade-
lante, catapultándose del zarismo al sistema soviético” (V.I. Le-
nin, Obras, vol. XXII, p. 185). El derrocamiento del poder de
las clases explotadoras y el establecimiento del poder soviético
significaba que las masas trabajadoras de nuestro país habían lo-
grado al fin su patria socialista, gracias a la lucha heroica del Par-
tido Bolchevique. “El 7 de noviembre (25 de octubre en el viejo
calendario)” decía Lenin: “Dijimos abiertamente que nosotros
estamos por la defensa de la patria, pues es desde luego nuestra
patria…” (ibíd., p. 400). Desarrollando la idea patriótica de la
defensa de la patria socialista, Lenin señaló que en condiciones
del gobierno de la dictadura del proletariado, esta idea adquiere
un significado nuevo y socialista, ya que, defendiendo a la patria,
“estamos defendiendo el socialismo, defendemos la patria socia-
lista” (ibíd, p. 382).

206
El Partido de Lenin y Stalin llevó una lucha incansable con-
tra todo enemigo de la patria socialista. El Partido Bolchevique
rechazó resueltamente a los supuestos “comunistas de izquierda”,
partícipes de la conspiración contrarrevolucionaria de los trots-
kistas-bujarinitas. Estos enemigos del Partido y del pueblo inten-
taron vender a la patria socialista, recientemente conquistada por
los trabajadores y campesinos, a las inundaciones y saqueos de
las tropas intervencionistas extranjeras y, refugiándose en falsas
expresiones sobre la “guerra revolucionaria” y los supuestos inte-
reses “internacionales”, proclamaron: “En interés de la revolución
internacional consideramos conveniente aceptar la posibilidad de
perder el poder soviético”.
“Extraño y monstruoso”, así llamó Lenin a las afirmaciones
sucias, provocativas y traicioneras de los bujarinitas. Lenin des-
enmascaró este acto vergonzoso de traición. Barriendo con los
delirios antipatrióticos y antisoviéticos del “comunismo de iz-
quierda”, Lenin les arrancó su engañosa máscara internaciona-
lista y demostró que el único y verdadero internacionalismo en
condiciones de victoria en un país consiste en la defensa férrea de
la patria socialista. “Precisamente en interés de ‘fortalecer los la-
zos’ con el socialismo internacional” Lenin escribió, “es necesario
defender la patria socialista” (Obras, vol. XXII, p. 510).
Una de las formas favoritas de sabotaje por parte de la banda
de Trotsky-Zinoviev era la difamación, las calumnias desenfre-
nadas sobre el pueblo soviético y sus conquistas socialistas, y la
propagación del servilismo ante el capitalismo occidental. En su
locura antipatriótica, los trotskistas-bujarinitas intentaron man-
char la imagen del pueblo soviético llamándoles una “nación de
Oblomovs” [Nota del editor: el personaje del escritor del siglo
XIX I. A. Goncharov’s “Oblomov” era conocido por su apatía,
inactividad y vaguería]. Proclamaron el leninismo –la gran victo-
ria de la cultura rusa y mundial, la gloria y el orgullo del pueblo
soviético– como una enseñanza limitada a nivel nacional. Estos

207
aduladores, prosternados ante el capitalismo occidental, aspira-
ban a acabar con la fe que tenía el pueblo soviético en la victoria
del socialismo y proclamaron que el pueblo soviético no estaba en
condiciones de superar el retraso técnico y económico de su país
por su cuenta, que la “atrasada” Rusia no podía llegar al nivel de
la “avanzada” Europa.
Desenmascarando a la banda de enemigos del pueblo trots-
kistas-bujarinitas, el camarada Stalin dijo que eran un “pequeño
grupo de espías, asesinos y destructores, arrastrándose ante paí-
ses extranjeros, penetrados por sentimientos rastreros de servi-
lismo ante cada burócrata extranjero y dispuestos a trabajar con
su servicio de inteligencia –un pequeño grupo de gente que no
entienden que el ciudadano soviético, libre de las cadenas del ca-
pital, está muy por encima de cualquier burócrata de alto rango
extranjero, que arrastra el yugo de la esclavitud capitalista sobre
sus hombros” (Fundamentos del leninismo, p. 590).
En la lucha contra todos los enemigos de la patria socialista –
contra trotskistas, bujarinitas y nacionalistas burgueses–, Lenin y
Stalin señalaron que el proletariado, en su defensa de la patria so-
cialista, no puede ni debe tener ninguna contradicción o divergen-
cia entre su servicio a la patria socialista y su tarea internacional.
El patriotismo soviético es inseparable del internacionalismo
proletario, está orgánicamente conectado con él. Se une orgánica-
mente con sus tradiciones nacionales populares, con el interés de
todos los trabajadores de la URSS. Debido a su carácter socialista,
el patriotismo soviético repudia cualquier tipo de exclusividad
nacional o racial; cualquier tipo de prejuicio racial o nacional es
ajeno al mismo. El patriotismo soviético es el opuesto del patrio-
tismo pseudoburgués, el cual está impregnado de nacionalismo y
chovinismo, alejado de las masas populares.
Como Lenin señaló, “internacionalismo no significa antina-
cional” (Obras, 4.ª ed., vol. 21, p. 245). Esta observación que

208
hizo Lenin es fundamental, ya que habla del hecho de que el
internacionalismo proletario no tiene nada que ver con el cosmo-
politismo burgués, el principal estandarte de la reacción ideoló-
gica hoy día.
“Si, en el fondo, el internacionalismo es respeto por otros pue-
blos, es imposible ser un internacionalista sin respeto o amor por
tu propio el pueblo” (A. A. Zhdanov).
Predicando la indiferencia hacia el destino y los intereses de
su pueblo y su patria, con su burla del sentimiento patriótico del
pueblo, el cosmopolitismo solo es capaz de cultivar traidores a la
patria.
Durante toda la historia de la construcción socialista en la
URSS, el Partido Bolchevique ha liderado y lidera la lucha contra
toda demostración antipatriótica, contra todos los enemigos del
pueblo soviético, de la cultura soviética.
La lucha del Partido contra los enemigos del leninismo siem-
pre ha sido una lucha profundamente patriótica por la construc-
ción del socialismo en nuestra nación, por su libertad e indepen-
dencia, por la victoria del socialismo. En esta lucha el Partido
cultivó en el pueblo soviético una fe invencible en su fuerza crea-
tiva, desarrollando su sentimiento de patriotismo soviético, su
conocimiento de su dignidad nacional y superioridad sobre las
gentes del mundo burgués.
El Partido desenmascaró la esencia antipatriótica, burguesa y
cosmopolita del servilismo ante el capitalismo occidental. Reveló
que arrastrarse ante los países extranjeros lleva inevitablemente
a la traición nacional y a la traición a los intereses del pueblo
soviético y a la patria socialista. Desenmascarar a los grupúsculos
antipatrióticos de los cosmopolitas burgueses, la lucha contra el
cosmopolitismo burgués, es una expresión de la preocupación del
Partido Bolchevique por la educación de las masas trabajadoras
en nuestro país en el espíritu inspirador del patriotismo soviético.

209
Las resoluciones y direcciones del Comité Central del Partido
Bolchevique en el campo ideológico dan un golpe demoledor al
desarrollo de la ideología burguesa y mueven al Partido y al pro-
letariado al frente ideológico por la lucha infatigable contra las
influencias burguesas, que fortalezca el espíritu bolchevique de
partido, militante, soviético pugnaz y patriótico. Estas resolucio-
nes y direcciones del Comité Central del PC (B) tienen como
objetivo “reforzar el espíritu del Partido en la ciencia, literatura y
el arte soviéticos, para elevar a un nivel nuevo y superior todos los
instrumentos de nuestra cultura socialista: la prensa, la propagan-
da, la ciencia, la literatura y el arte” (G. Malenkov).

210
Sobre un grupo antipatriótico de críticos teatrales

Pravda
Viernes 28 de enero de 1949
Traducido del inglés. Copyright del texto original © 2008 by
P.K. Volkov and the Cyber-USSR

El enorme poder ideológico, artístico y educativo de la litera-


tura soviética (así como de la pintura y el teatro soviéticos) es el
resultado de su conexión cercana, directa y profunda con la vida.
La literatura soviética (drama) es querida por el pueblo soviético
y cercana a él, porque encuentran en ella un reflejo de su trabajo,
sus sentimientos e ideas, y porque responde a sus necesidades,
participando con ellos en la construcción del socialismo, en el
incesante movimiento hacia el comunismo.
El teatro soviético, en sus formas artísticas, muestra la inspira-
dora fuerza del patriotismo soviético que ha hecho del heroísmo
en nuestro país un fenómeno de masas, y ha elevado a nuestro
hombre promedio diez cabezas por encima de cualquier repre-
sentante de la burguesía mundial. El realismo socialista está ínti-
mamente conectado con toda la creatividad histórica del pueblo,
es su fuente más profunda y vital. Y ahí está la fuente inspiradora
del patriotismo soviético, porque no puede crearse algo nuevo en
la vida del pueblo soviético sin estar consagrado en cuerpo y alma
a la tierra soviética, sin arder con la llama del amor por tu propio
pueblo, el creador de la sociedad comunista.
El Partido Bolchevique transmite esto a los escritores y dra-
maturgos soviéticos, guiándolos en la construcción del comunis-
mo. El realismo socialista es tan inseparable de la vida, del interés
ferviente de amor por la vida y las actividades del pueblo, del
profundo y noble sentimiento patriótico, como lo es la burguesía
fanfarrona y cosmopolita del trato indiferente y despreocupado

211
hacia el pueblo y su creatividad; de un esteticismo y formalismo
neutrales, castrados y fríos.
Toda la historia de la principal literatura rusa nos enseña esto.
La apasionada lucha de Belinsky por el realismo se vio impregna-
da por nobles sentimientos patrióticos, porque la verdad artística,
la cual demandaba a escritores, dramaturgos y actores, tiene sus
raíces en el amor apasionado por su propio pueblo, y el amor a
la madre patria que dio luz a la lucha por liberarse de sus tiranos.
Belinsky llamaba esteticismo a “el arte por el arte”, un juego del
arte, lo que explica por qué todo tipo de esteticismo es no solo
falso, sino que además es impopular, reaccionario en su esencia,
antipatriótico y traicionero.
Los preceptos de Belinsky, apoyados y desarrollados por Cher-
nyshevsky y Dobrolyubov, penetraron en toda la literatura rusa
más relevante y desarrollaron sus tradiciones más nobles. Estos
corifeos de la crítica rusa, grandes ilustradores, mostraron en su
aparición misma lo que suponía ser un crítico de la literatura y el
teatro realistas. Es imposible incluso hoy en día releer los escritos
teatrales de Belinsky sin emocionarse. Supo ver en las creaciones
artísticas, expresadas en el escenario, los medios más fuertes para
la realización de sus ideas democrático-revolucionarias.
Las cosas han cambiado desde entonces, cuando Belinsky es-
cribía sobre teatro. El pueblo soviético se ha deshecho de los por-
tadores de la reacción social, ha liquidado completamente la clase
de los parásitos y explotadores. La creatividad del pueblo se ha
desplegado de forma maravillosa en todas las ramas de la vida. La
construcción del socialismo, el alzamiento patriótico durante la
Gran Guerra Patria, el inmenso logro sindical del trabajo creativo
que siguió a la guerra, el desarrollo de nuevas características en el
carácter del pueblo soviético, la innovación sin fin en la produc-
ción y en la ciencia: estos son todos los temas más valiosos para
el arte, la literatura y la poesía. Y los mejores escritores del pueblo
soviético, atrapados por el mismo entusiasmo creativo por el que

212
vive todo el pueblo, se esfuerzan por hacer su propia contribución
a la causa común, recordando que, al igual que nuestro Partido
valora altamente cualquier trabajo ideológico honesto en benefi-
cio del pueblo, también el Partido valora en gran medida el tra-
bajo de los escritores, llamándolos “ingenieros del alma humana”.
El Partido ha señalado muchas veces qué consecuencias mise-
rables y destructivas resultan del hecho de que un escritor no esté
en contacto con la vida y la lucha del pueblo soviético, así como
de qué manera las grandes ideas del patriotismo soviético pueden
enriquecer e inspirar la creatividad de un escritor. El cosmopoli-
tismo desenfrenado no solo es antipopular, sino también estéril.
Es dañino, como esos parásitos en el mundo vegetal que roen los
brotes de cultivos saludables. Sirve como camino para las influen-
cias burguesas reaccionarias que nos son hostiles.
El Partido, en sus decisiones sobre la lucha en el frente ideoló-
gico, ha prestado especial atención a las críticas soviéticas. El críti-
co es el primer propagandista de los avances nuevos, significativos
y positivos en literatura y arte. Especialmente importante es el
papel del crítico de teatro. Debe transmitir ampliamente, a través
de la palabra impresa, la acción de las formas artísticas teatrales.
El auténtico crítico soviético, amante de su trabajo, está dedicado
al arte socialista. Solo puede ser un ferviente patriota, solo puede
estar orgulloso, cuando aparece un nuevo trabajo en el escenario,
incluso si todavía no está lo suficientemente perfeccionado, pero
presenta de manera audaz una idea nueva, produciendo una nue-
va imagen del hombre soviético. El crítico de teatro es el primer
ayudante en la búsqueda de la mejor encarnación, más verdadera
y talentosa, en las formas artísticas, de cómo vive la nación.
Desafortunadamente, la crítica, especialmente la crítica tea-
tral, ha sido el campo más atrasado en nuestra literatura. Además,
es precisamente la crítica teatral la que hasta hace poco retuvo
nidos de esteticismo burgués, al amparo de un tratamiento anti-
patriótico, cosmopolita y pútrido del arte soviético.

213
* * * [2]
Un grupo antipatriótico de epígonos del esteticismo burgués
ha surgido en la crítica teatral, está penetrando en nuestra prensa
y, de la manera más descarada, ha participado activamente en la
revista Teatro y en el periódico Arte soviético. Estos críticos han
utilizado mal su importancia ante la gente; se han revelado como
portadores del cosmopolitismo desarraigado, profundamente re-
pulsivo y hostil al pueblo soviético; impiden el progreso de la
literatura soviética, frenando su avance. El sentimiento de orgullo
nacional soviético es ajeno a ellos.
Con este tipo de críticas intentan desacreditar los principa-
les avances de nuestra literatura y arte, derribando violentamente
precisamente lo que sí es un trabajo patriótico y políticamente
dedicado, bajo el pretexto de supuestas imperfecciones artísticas.
Es útil recordar que, en su día, el trabajo creativo del gran au-
tor Makxim Gorki, y obras tan valiosas como Spring Love de K.
Trenyov y otros, fueron objeto de los mismos ataques por parte
del enemigo ideológico
La imagen de un Nil obrero y revolucionario tiene un pro-
fundo significado ideológico en la obra Filisteos de M. Gorki.
Pero el crítico Yu. Yuzovsky, en medio de elogios jesuíticos en un
discurso sobre la obra, intentó sugerirle al lector que Nil era “una
imagen imperfecta creada por Gorki”, que el autor habla “aquí
como un panfletista, no siempre preocupándose por la plausibili-
dad. Esto es una interferencia del periodismo político en el tejido
artístico de la obra”.
“Tejido artístico”, la lógica del sujeto supuestamente violado
por las acciones de Nil en la espléndida creación de Gorki –aquí
está la máscara del esteta burgués, con la cual oculta su esencia
contrarrevolucionaria y antipatriótica, intentando minimizar el
carácter valiente y noble de uno de los primeros revolucionarios
obreros bolcheviques, representado por el gran escritor proletario
M. Gorki.

214
El mismo Yu. Yuzovsky, con los dientes apretados y grandes
palabras de aliento, burlándose del argumento principal, realiza
una crítica que versa sobre la obra de Surov, Lejos de Stalingra-
do; la obra ganadora del Premio Stalin Los conquistadores, de B.
Chirskov; y sobre el papel de Zoya en la obra Historia verdadera,
por la cual la actriz N. Rodionova recibió el Premio Stalin. El
crítico Yu. Yuzovsky no encuentra nada mejor que hacer que, par-
loteando sobre dicho papel, escribir sobre la “corona blanca en el
altar”. “Esta poesía lírica de autosacrificio”, escribe el crítico, “está
muy lejos del romanticismo que buscamos”.
Su artículo está lleno de burlas, en las que ridiculiza la aparien-
cia “feliz y alegre” de los héroes de las obras soviéticas, alega que los
dramaturgos se desvían frecuentemente “fuera del tema”, centrán-
dose en las “presunciones” del héroe, y tendencias que supuesta-
mente “socavan nuestro arte”; que los dramaturgos frecuentemen-
te no quieren “pensar” y, por lo tanto, supuestamente no permiten
que “su héroe piense”. Pero ¿cuál es el coste de este razonamiento?:
“Una vez que el héroe es soviético, ¿es obligatorio para él obtener
la victoria? Este tipo de filosofía no tiene nada en común con la
dialéctica de la vida”. Trazando garabatos miserables, tratando de
atribuirse a sí mismo un aire de falsa sabiduría, este crítico abomi-
nable se ríe de “la presunción mística del éxito obligatorio, cada
vez que el héroe soviético lucha”. La palabra “presunción”, como
es bien sabido, significa “una suposición que se considera verdade-
ra hasta que se rechaza su corrección”. Esta frase deliberadamen-
te vaga del crítico adquiere un efecto especialmente indignante,
cuando se tiene en cuenta que fue escrita en 1943, después de la
gran victoria del Ejército Soviético en Stalingrado.
Y este es su daño: como un engaño vestido de forma recóndita,
trata de ocultarse detrás de las críticas a las deficiencias artísticas,
en la lucha contra la “desmovilización artística”. No, aquí no solo
se oculta, sino que también se abre la lucha contra las aspiracio-
nes de retratar todo el carácter conquistador del pueblo soviético.

215
En los artículos de A. Gurvich hay otra forma de engaño, dife-
rente de la de Yu. Yuzovsky. A. Gurvich hace un intento malicioso
de establecer un clásico contra el drama soviético, para desacredi-
tar la dramaturgia soviética, utilizando la autoridad de Turgenev.
Hablando de actuaciones soviéticas, opina: “Solo una representa-
ción nos ha entusiasmado, nos ha hecho sentir algo sustancial y
real... esto fue Verochka en Un mes en el país de Turgenev... Solo
sentimos tal cosa, en lo más profundo del alma, cuando esta chica
tímida y apasionada extendió su mano a través del siglo y sobre
las cabezas de muchas de las heroínas de nuestras obras, hasta
llegar a Zoya Kosmodem’yanskaya, y se unió a ella en un fuerte
apretón de manos”.
Se nos permitirá convertir en “yo” los “nosotros” de Gurvich,
faltos de todo patriotismo soviético, propio de quienes no valo-
ran realmente ni la imagen de Zoya Kosmodem’yanskaya, ni las
producciones de nuestra literatura, las cuales el pueblo soviético
aprecia por su reflejo sincero de la belleza heroica de nuestra vida,
de la belleza del mundo espiritual del pueblo soviético.
Pero ¿qué concepción puede tener A. Gurvich sobre el carácter
nacional del pueblo soviético ruso, si escribe eso con el “buen
humor y optimismo ingenuamente confiado” de las obras de Po-
godin en las que, supuestamente, se expresó el “carácter nacional
de la mentalidad del dramaturgo”, el público vio su propio reflejo
y “experimentó la alegría del reconocimiento”, porque dice que
“el pueblo ruso no es ajeno a la buena naturaleza”?
Esta es una calumnia contra el pueblo soviético ruso, una ca-
lumnia vil, de hecho. Y exactamente porque la placidez para no-
sotros es profundamente ajena, no podemos sino condenar estos
intentos de calumniar al carácter soviético nacional.
En la figura de Ivan Shadrin, de la obra El hombre con un
rifle, A. Gurvich ve a un hombre en conflicto que fue capturado
por las olas de la revolución y “se tambaleaba en una oposición
inútil”, antes de ceder ante la poderosa corriente revolucionaria.

216
Esto se dijo sobre el campesino-soldado que conoció a Lenin,
sobre el hombre cuya conciencia fue despertada por la influencia
de un obrero bolchevique.
El Partido apoyó y continúa apoyando toda la literatura y el
arte de vanguardia, novedosos, muestra un rechazo decisivo a los
esfuerzos por desacreditar las creaciones imbuidas del espíritu del
patriotismo soviético, y expuso implacablemente y continúa ex-
poniendo los ataques antipatrióticos.
Pero [algunas] personas, infectadas por resquicios de la ideo-
logía burguesa, todavía intentan aquí y allá envenenar con su es-
píritu putrefacto la atmósfera sana y creativa del arte soviético. A
veces de manera más abierta, a veces de forma más oculta, inten-
tan emprender su lucha infructuosa, condenados a una derrota
devastadora.
El aguijón de la crítica estético-formalista no se dirige en contra
del trabajo verdaderamente dañino e inferior, sino que se dirige
contra las obras progresistas y superiores que retratan a los patriotas
soviéticos. Y esto, exactamente, es evidencia de que el formalismo
estético sirve solo como una cobertura de naturaleza antipatriota.
Los críticos de este tipo se sintieron especialmente cómodos
en la atmósfera rancia de una asociación de críticos de teatro ads-
crita a la VTO* (Sociedad Teatral Rusa, presidida por G. Bo-
yadzhiev), la comisión de drama de la Unión de Dramaturgos
(donde presidió A. Kron). Allí, su verdadero espíritu se revela
en toda su fealdad, el espíritu de quienes en otros lugares hablan
disfrazados, ocultando con frecuencia la sustancia depravada de
sus declaraciones detrás de florituras pseudocientíficas, lenguaje
abstruso y evasiones deliberadas, necesarias solo para oscurecer la
esencia de su actividad.
Fue allí donde el crítico de teatro A. Borshchagovsky, guar-
dando silencio sobre las obras que distorsionan la realidad so-
viética y las imágenes del pueblo soviético, dirigió la llama de su

217
crítica antipatriótica contra la obra de A. Sofronov, El personaje
de Moscú, y el Teatro Maly, donde se realizó la obra. El mismo A.
Borshchagovsky, que en su momento manchó la obra Sobre las
estepas de Ucrania, de A. Korneichuk, concibió posteriormente la
idea de difamar obras como Nuestro pan de cada día, de N. Virta
y Un gran destino, de A. Surov, entre otras.
Fue allí donde el crítico L. Malyugin tomó las armas contra
producciones tan profundamente patrióticas como El gran poder,
de B. Romashov, Nuestro pan de cada día, de N. Virta y En una
ciudad, de A. Sofronov, que han ganado una amplia aceptación
por parte del público.
El crítico E. Kholodov realizó ataques contra las obras de tea-
tro En una ciudad y Nuestro pan de cada día en una reunión de
la VTO.
En este momento, cuando las tareas de lucha contra el cosmo-
politismo sin raíces y las manifestaciones de la influencia burgue-
sa ajenas al pueblo están claramente ante nosotros, este crítico no
encuentra nada mejor que hacer que desacreditar las manifesta-
ciones más avanzadas de nuestra literatura. Esto causa un daño
directo al desarrollo de la literatura y el arte soviéticos, e impide
su avance.
Pero esto es lo que, como hemos visto, A. Gurvich, Yu. Yu-
zovsky y otros están haciendo con su llamado “trabajo”. Su “au-
toridad” hueca y turbia hasta ahora no ha sido expuesta adecua-
damente. Las opiniones viciosas de los críticos Borshchagovsky,
Gurvich, Yuzovsky, Varshavsky y Boyadzhiev, basadas en posi-
ciones antipatrióticas, nutren todo tipo de distorsiones, ajenas al
pueblo, sobre el trabajo de varios críticos.
Basado en esto, encontramos una burla protagonizada por A.
Borshchagovsky contra el director artístico del Teatro Maly, K.
Zubov, en una llamada “conferencia creativa” durante una discu-
sión sobre la obra “Carácter de Moscú”.

218
“Cuando Zubov comienza a decir con emoción que Sofro-
nov respira las ideas de nuestro tiempo, una especie de efusión,
en ese instante una especie de rito religioso ocurre dentro del
ser del director-artista. Relaciono este temperamento pseudo-
clásico con una obra de teatro de temática soviética en el Teatro
Maly”.
¿Qué es esto, sino un intento de manchar y difamar tanto al
autor de una obra de teatro con temática de Partido, como al
teatro más antiguo de nuestro país, que trabaja activamente con
temáticas soviéticas actuales?
Nos vamos a permitir citar las apasionadas y sinceras palabras
del discurso de K. A. Zubov, que provocaron las amargas burlas
de nuestro crítico:
“En primer lugar, me gustaría decir unas pocas palabras so-
bre por qué el Teatro Maly aceptó presentar la obra Carácter de
Moscú… La obra de Sofronov está llena de grandeza, de alegría,
de una vital fe en nuestra vida, y un optimismo que hace impo-
sible no mencionarlo. Esto merece apoyo… Me parece que la
comedia poética, comedia pura, comedia optimista llena de fe
en nuestra vida, en nuestra realidad, en nuestro futuro, en esas
ideas por las que vivimos, por las que respiramos –esto ya es
tan importante que uno no puede negarse el placer de trabajar
con ello. Esto es lo atractivo del teatro… Tú, junto con él (el
dramaturgo – Ed.), tenéis fe en nuestra maravillosa realidad…
Con esta fe, debemos observar en primer lugar si la trama es
correcta… el Teatro… protege fervientemente al autor en este
sentido y tiene el derecho de esperar ayuda– pero no ‘críticas’
que destrozan cualquier esperanza, que posibilitan no creer en
el poder de uno mismo”.
Estas palabras pueden aplicarse a las mejores obras, llenas de
orgullo hacia nuestra gran patria soviética, y a nuestro amor filial
por ella.

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Exponen bien el rol destructivo del grupo de críticos, que bus-
ca desviar el drama y el teatro de temáticas inspiradas por el sen-
timiento del patriotismo soviético.
La plantilla editorial de “Literaturnaya Gazeta” tomó una
postura especialmente desagradable en relación con el repertorio
contemporáneo y, específicamente, con la obra Carácter de Mos-
cú. “Literaturnaya Gazeta”, en un artículo editorial con el preten-
cioso título de “Conversación sobre el Destino del Repertorio”
(del 4 de diciembre de 1948), dio protagonismo a un reportaje
despiadado de A. Borshchagovsky sobre una reunión acerca de
nuevas obras y unió sus ataques malignos en contra de la línea
del Teatro Maly en la puesta en escena de obras contemporáneas
y patrióticas.
* * * [#3]
¿Cómo reaccionaron los críticos a ciertas recomendaciones he-
chas por el Partido sobre el repertorio dramático de los teatros y
medidas para su mejora? ¿Fueron motivados por la crítica firme
y razonable del Partido para reconsiderar sus actitudes? ¿Acaso
estos críticos se preocuparon por hacer autocrítica?
No. Precisamente ese criticismo fue el que resultó estar más
allá de estos pobres críticos. No querían hacer autocrítica, ya que
tenían miedo de desvelar su ruina ideológica. Pero tampoco para-
ron su actividad, ahora dirigida directamente contra la directiva
del Partido, una actividad conjunta y antipatriótica. Los roles se
dividieron. Algunos de los líderes de este grupo se escondieron
entre los estirados comités de la VTO. En ellos, con sus colegas
a su alrededor, empezaron a inventarse una falsa “opinión social”
contra las obras soviéticas y, de hecho, contra el repertorio sovié-
tico en general.
Algunos comenzaron a retratarse como misteriosos “silencio-
sos”, pero en verdad no eran silenciosos. En el pleno de la Unión
de Escritores Soviéticos se citaron parte de las transcripciones de

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discursos de estos “silenciosos” –efusiones bochornosas e igno-
rantes, respirando hostilidad hacia el moderno repertorio soviéti-
co, contra los trabajos patrióticos de nuestros dramaturgos.
Abucheando y comportándose con malicia, intentando crear
una organización literaria clandestina, denigraron todo lo supe-
rior que aparecía en la dramaturgia soviética. No encontraban
una buena palabra para obras como La gran fuerza, El carácter de
Moscú, Nuestro pan de cada día y Un gran destino. El objetivo de
sus golpes llenos de malicia y de odio eran, especialmente, hacia
obras que habían recibido el Premio Stalin.
Claramente, hay fallos en muchas obras del repertorio sovié-
tico moderno. Es bien sabido que todas son objeto de críticas
constructivas, tanto ideológicas como artísticas. Pero los chismes
de los estetas no se preocupaban ni pensaban en tales críticas.
Despreciaron por completo estas obras precisamente debido a
que, a pesar de sus defectos, están llenas de ideología soviética y
se adhieren a sus principios; plantean las cuestiones políticas más
importantes, y ayudan al Partido y al pueblo soviético en su lucha
contra la adulación de las importaciones burguesas, en su lucha
contra los trámites burocráticos, la rapacidad y la preponderan-
cia de los intereses privados por encima de los de la sociedad.
Todas estas obras nutren al patriotismo soviético y se esfuerzan
por llevar al escenario, mediante formas artísticas, todo lo nuevo
y progresista que se está desarrollando en la sociedad soviética.
Tras una larga bancarrota, Yuzovsky y Gurvich se mantenían
en “silencio”. A continuación, vino Borshchagovsky y otros, pe-
netrando de las bellas artes especializadas a la prensa general y
ocultando mediante frases pomposas esa misma hostilidad a la
materialización artística de las ideas del patriotismo soviético.
Recordamos las palabras del camarada Stalin: “Podría decir
que el ocultamiento silencioso no es criticismo. Pero no sería ver-
dad. El método del ocultamiento, que es una forma particular

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de negligencia, también se muestra como un tipo de criticismo,
ridículo y necio, es verdad, pero no obstante una forma de criti-
cismo”.
Sus intentos de quedarse callados, de engañar con criticismo
en vez de lanzar una pregunta directa y honrada, no ayudarán a
este grupo de críticos antipatrióticos.
Ante nosotros no se hallan errores accidentales y aislados, sino
un sistema de opiniones antipatrióticas, que dañan al progreso
de nuestra literatura y arte, un sistema que debería ser destruido.
No es casualidad que los cosmopolitas sin raíces ataquen el
trabajo del Teatro de las Artes y el Teatro Maly, los cuales son
un orgullo para nuestra nación. Se empeñan en socavar nuestra
fe en su trabajo, cuando estos teatros, los mejores del mundo,
producen obras con temática soviética, [y] muestran imágenes
del pueblo soviético.
La principal tarea de la crítica del Partido es derrotar ideológi-
camente a este grupo antipatriótico de críticos de teatro.
El pleno reciente de la dirección de la Unión de Escritores So-
viéticos sienta las bases para desenmascarar y destruir a este grupo
antipatriótico de críticos.
Debemos tener en cuenta que nuestra crítica tiene que servir
para apoyar las principales tendencias patrióticas en la literatura
y el arte, para hacer propaganda sin cesar de todo lo mejor que
han desarrollado; con audacia y principios, para exponer las de-
ficiencias existentes, y para nutrir a los escritores y artistas con el
espíritu del patriotismo soviético.
* * * [#4]
La dramaturgia soviética y el teatro soviético están en el cami-
no correcto. La construcción socialista nutre con sus vastas fuen-
tes el arte soviético, de manera nunca vista en la historia de la
cultura. Pero estas fuentes solo están disponibles para aquel que
participa en la creación de la nueva vida, en la lucha por el comu-

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nismo. Aquel que observa esta vida desde un lado, con los ojos sin
pasión de un espectador indiferente, es inevitablemente olvidado.
Es necesario poner fin decididamente de una vez a la conni-
vencia liberal, a todos esos esteticistas insignificantes que carecen
de amor a la patria y su pueblo, no tienen alma, excepto irrita-
bilidad y soberbia. Es necesario limpiar la atmósfera artística de
todos estos filisteos antipatrióticos.
¡Nuestros dramaturgos deben acercarse aún más a la vida del
pueblo, a su trabajo, a sus figuras destacadas, a los nuevos e im-
presionantes fenómenos en las ciudades y los kolkhozes, deben
acercarse más a los vigorosos brotes de la vida comunista y la
moral comunista! Merece la pena conocer esta vida, sumergirse
en sus adentros, el amor por la patria, por el pueblo, abrirá innu-
merables fuentes de formas artísticas. Vemos esto en las obras que
han sido bien acogidas por el público y los lectores soviéticos. El
lector y el espectador demandan lo más puro, ideológico y noble
del mundo. Critican los fallos y metidas de pata, pero apoyan
con cariño al escritor y al dramaturgo cuando ven en él un interés
genuino y patriótico en las grandes hazañas del pueblo.
La crítica soviética comprometida con el Partido aplastará a
los portadores de las opiniones ajenas al pueblo, abrirá el camino
para una actividad productiva del teatro soviético y logrará aque-
llas tareas señaladas por el Partido y el pueblo.

Notas:
*VTO: Vserossijskoe Teatral’noe Obshchestvo (Sociedad Tea-
tral de toda Rusia)

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