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Comentario al Libro II de la Metafísica de Aristóteles

Miguel Angel Duran Hernandez

Siendo la Metafísica de Aristóteles uno de los textos más importantes en la historia de la


Filosofía, es una obligación para cualquier filósofo haber leído la obra por lo menos una vez.
Siguiendo esta premisa es que me acerco al texto para escribir un breve comentario al Libro II de
dicha obra. El libro segundo puede parecer pequeño, pero lo expuesto en él es de fundamental
importancia para el desarrollo de lo que sigue, me parece que es precisamente por esa razón que
decide escribir los temas que expone a modo de libro y no como parte de los libros siguientes. Es
en este libro donde aparece la justificación de la Filosofía como la ciencia de la verdad, donde se
opone a la tesis de múltiples principios para la realidad y donde justifica el orden del proceso del
conocimiento para la fundamentación de una ciencia que se dedicará a la indagación del primer
principio y causa de la realidad. Es justamente este libro el que nos permitirá seguir el hilo de la
fundamentación de la metafísica como la Filosofía primera y todo aquello que abarcará su
reflexión.

Quizás la frase más famosa dentro del mundo de la filosofía sea “Todos los hombres desean por
naturaleza saber”1. Es claro que, para Aristóteles, el conocimiento es la primera fuente de
motivación para el hombre porque se siente fuertemente llamado por él, pero no es cualquier
conocimiento el que llama al hombre a su búsqueda, sino la verdad misma.

El Libro II de la Metafísica empieza con la frase “La investigación de la verdad es, en un sentido,
difícil; pero, en otro, fácil”2. Esta declaración apunta a lo complejo que puede ser la búsqueda de
la verdad, porque es tan amplia que de una u otra forma podemos alcanzar una parte de verdad
en nuestras investigaciones, pero nuestra alma no tiene la capacidad de captar las cosas más
simples y claras por su propia limitación. Es fácil en el sentido de nadie yerra por completo 3, la
verdad es un blanco tan amplio que es casi imposible estar absolutamente en un error, la verdad
puede presentarse lo suficientemente evidente ante nuestro intelecto que podemos captar aunque
sea una porción de ella. Sin embargo, la dificultad de su búsqueda radica en que nuestro propio
intelecto es limitado, no nos es posible captar la totalidad de la verdad por más evidente y simple
que se presente ante nosotros.
1
Metafísica I, 1, 980a20.
2
Metafísica II, 1, 993a30.
3
Ibid II, 1, 993b.
Aún así, no se trata de una búsqueda inútil. Al contrario. Puede que nuestros esfuerzos
individuales parezcan insignificantes ante la totalidad de la realidad, pero si nuestros esfuerzos se
suman, adquieren una magnitud considerable. Esta afirmación justifica la existencia y los
esfuerzos de la Filosofía como la ciencia que investiga la verdad, así como le otorga validez a las
investigaciones de aquellos que le precedieron en la reflexión sobre los principios de la realidad.

Ahora bien, sabemos que no podemos conocer una cosa si no conocemos sus causas, para la
verdad funciona igual: para conocer lo verdadero debemos conocer la causa que le otorga ese
carácter de verdadero. El clásico ejemplo del fuego entra aquí, siendo el fuego la fuente de calor
por excelencia, y así es causa de calor para las demás cosas. Así mismo sería lo más verdadero
causa de que las demás cosas fueran verdaderas. Entonces la Filosofía ha tomado un nuevo
estatus, ya no sólo es la ciencia que se dedica a buscar la verdad, sino que es la ciencia que se
dedica a buscar lo más verdadero como la causa de la verdad en las cosas.

Aristóteles dice aquí que lo más verdadero es, necesariamente, los entes eternos porque su
estatus de verdad no depende de un antes y un después (son eternos), y es precisamente por eso
que no hay ninguna causa de su ser, sino que son la causa del ser de las demás cosas 4. A mí me
parece que esta es una referencia a la doctrina de Platón, pues sabemos que las ideas son
principio de las cosas en la realidad sensible y que son eternas e incorruptibles, pero no es
posible aceptar una infinidad de principios (ni siquiera siendo una cantidad limitada de ideas)
porque, con respecto al infinito, cualquier punto de referencia es un punto intermedio, de modo
que, si no existe un término primero, tampoco puede existir una causa. Entonces el principio
debe ser uno, eterno e incorruptible.

La eternidad y la incorruptibilidad del principio son necesarias para asegurar también la finalidad
de la existencia y del movimiento en los entes con entendimiento, pues nadie haría nada si no
fuera por llegar a un fin.

Aristóteles dice que suponer la progresión al infinito destruye la naturaleza del Bien 5. Aquí veo
otra referencia a la doctrina platónica, puesto que el Bien es la idea suprema desde la que las
demás ideas toman un orden, también es la que atrae al hombre por su carácter de idea suprema,
del mismo modo parece que Aristóteles le otorga un sentido de finalidad al Bien. Todo ente

4
Ibid. II, 1, 993b25.
5
Ibid. II, 2, 994b10.
dotado de entendimiento obra siempre en vista de algo 6, si no existiera finalidad, entonces no
habría entendimiento en los seres, seríamos similares a una piedra.

Aceptar la consecución infinita de causas también destruye la posibilidad del conocimiento.


Como se ha dicho antes, sólo podemos conocer por las causas, pero si pensamos en el infinito
como principio, no habría causas, por tanto, no podríamos conocer. No obstante, si supusiéramos
que en la infinitud hubiese también infinidad de causas, sería igualmente imposible que se dé el
conocimiento porque no es posible recorrer una infinidad de causas, aún disponiendo de una
cantidad de tiempo infinito. Entonces, aceptar el infinito como principio fundamental supone la
negación del conocimiento también.

Aristóteles nos proporciona esta serie de argumentos para defender que el infinito no puede ser
de ningún modo considerado el principio de la realidad dado que termina negando la naturaleza
misma de los entes que conforman la realidad, el principio y causa de la realidad sólo puede ser
uno. Aunado a esto, el objetivo de este libro no es sólo defender que el fundamento último de la
realidad es uno solo, también es establecer el orden que va a desarrollar después a lo largo de los
libros siguientes.

Una vez dicho que es necesario, en el orden del conocimiento, investigar las causas primero, y
dicho que para la realidad hay un solo principio y causa, este principio es lo más verdadero que
existe, es así como la Filosofía tiene como deber, al ser la ciencia consagrada a la verdad,
investigar ese primer principio.

Con esto en mente, Aristóteles dice “Por eso es preciso aprender previamente cómo podrá ser
comprendida cada cosa, pues es absurdo buscar al mismo tiempo la ciencia y el modo de la
ciencia”7. De esta manera puede pasar al tema del siguiente libro donde pretenderá delimitar los
linderos de la ciencia encargada de la búsqueda de este primer principio, exponer los principales
problemas de su investigación y abrir el paso para la fundamentación de la metafísica como la
Filosofía primera.

6
Ibid. II, 2, 994b10-15
7
Ibid. II, 3, 995a10
Bibliografía

Aristóteles. Metafísica. Madrid: Gredos, ed. trilingüe, 1970.

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