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JOROPO Y LITERATURA

Guillermo Jiménez Leal

1. Introducción.

En Venezuela encontramos formas musicales y dancísticas que pueden


agruparse dentro del género que tradicionalmente se ha denominado
joropo. En el marco temático de este artículo solo vamos a considerar
aquellas formas ubicadas en la región de los llanos. Por razones de
espacio, también debemos delimitar cronológicamente este análisis y
situarlo en las expresiones literarias que tuvo el género joropo llanero
hasta mediados del siglo XX, tomados en cuenta los cambios
relativamente bruscos producidos en la literatura popular de los llanos a
raíz de la presencia de la industria discográfica –sobre todo a partir de
los años 70-, por un lado, y las repercusiones sociológicas del auge
petrolero, por el otro. Expuestas las dichas consideraciones de orden
metodológico, pasaremos al análisis pertinente.

2. Las formas musicales del joropo llanero y sus variables


literarias.

2.a. El Pasaje.

Es la forma musical de tempo más lento que conseguimos en el llano,


antes de la irrupción de la tonada; forma ésta cuya presencia en
nuestro panorama literario no vamos a considerar por razones ya
dichas. El ritmo del pasaje es, musicalmente, ternario y su estructura
bitemática al igual que el minueto europeo, del cual probablemente
tome algunos rasgos genéticos. Los temas literarios de este género
son –hasta el lapso histórico electo- de tendencia intimista, y sus
motivos de inspiración van desde el amor hasta el paisaje y, algunas
veces, retazos de costumbres, generalmente con imbricaciones entre
sendos sujetos, pero siempre manteniendo la intención de la
intimidad. Veamos un fragmento del famoso pasaje “María laya”,
obra de Ignacio “Indio” Figueredo:

“Salí para el bajo Apure


en una potranca baya
tan solo por conocer
a la india María Laya.”

En este fragmento encontramos elementos geográficos relacionados


con la zona originaria del autor (bajo Apure); elementos
costumbristas (potranca baya) y elementos líricos que son el eje
temático de la composición. Continuando nuestro desarrollo,
traigamos otro pasaje de la misma época; se trata de “Tierra negra”,
de Angel Custodio Loyola:

“Adiós llano del oeste,


Matorrales y caminos,
No sabes con qué dolor
De tus lares me despido.”

Aquí podemos notar el intimismo del poeta pero sin la presencia de


la mujer como sujeto de querencia.

2.b. El joropo corrío.

Esta variante tiene, rítmicamente, la misma estructura del pasaje,


pero con un tempo más rápido. Uno de los rasgos fundamentales del
corrío es su antigüedad dentro de la tradición musical del llano.
Joropos corríos como Pajarillo, Seis, Chipola, Gabán, Zumba que
zumba, Periquera, Guacharaca, San Rafael y muchos otros, se
pierden en la historia musical del folclore llanero y aunque algunos
de ellos han sido registrados como propios, por tal o cual compositor,
la creencia popular los atribuye a la tradición anónima. Sus formas
son muy variadas tanto en tono mayor como en menor y su
característica permanente es la repetición de un número determinado
de cadencias armónicas –vueltas en el argot llanero- con cantidades
fijas de compases, musicalmente hablando (ocho en la Guacharaca,
cuatro en el Gabán, dieciséis en la Periquera y el Zumba que zumba,
etc.). Los joropos corríos abarcan todo el abanico de posibilidades
literarias que el cantor o el poeta llanero es capaz de inventar. Desde
la historia hasta el humor más ralo, pasando por la fantasía y la
evocación costumbrista. Al igual que en la tradición musical
universal, los tonos menores se emparentan con los estados de ánimo
ligados a la tragedia y la melancolía, mientras que los mayores atraen
el júbilo y la alegría. Obviamente, la consecuencia literaria es
relativamente proporcional al lecho musical escogido porque, en la
práctica, la realidad no es tan simple. Notemos algunos ejemplos:

2.b.1. Humor y costumbre.


“Zumba que zumba, mírale el ojo a la mona,
Zumba que zumba, cómo le relampaguea,
Zumba que zumba, no he visto cosa más fea,
Zumba que zumba, que una negra en dormilona.”

2.b.2. Tradición bíblica.

“San Rafael se fue a pescar


Sin anzuelo y sin tarraya;
Qué iba a saber San Rafael
Qu’el pescao ‘taba en la playa.”

2.b.3. Ecología, geografía e intimismo.

“Garcitas del río Apure,


Corrientes del río Arauca;
Préstenme sus ilusiones
Para pintar la sabana”.

2.b.4. Fantasía y ecología.

“Vuela, vuela, Pajarillo;


Vuela si quieres volar,
Yo te recorté las alas
Para verte caminar.
Me dijiste que eras firme
Como la palma en el llano;
Si la palma fuera firme
No la picara gusano…”

2.b.5. Festejo, geografía y autoafirmación.

“Un año para una fiesta,


Para un baile me invitaron,
Para que fuera a cantar
Cerca de Puerto Miranda
Y como tenía mucho’ amigo’
Y decían que yo cantaba…”

3. Colofón.
El tema que hemos tratado escueta y resumidamente en este artículo
tiene extensiones y ramificaciones sumamente abundantes y ricas en
consideraciones hasta ahora inéditas. Es natural que no se puedan
desarrollar en un formato de este tipo, pero están latentes para
posteriores ensayos. Tan sólo nos queda una consideración
indispensable cuando se habla de literatura popular hecha para ser
cantada. Se trata de la distancia entre poetas y “letristas”. El poeta
popular “propiamente dicho” escribe en base a reglas conocidas del
clasicismo literario; a saber, la copla, la décima, el romance y cualquier
otra forma practicada en nuestro universo castellano. Su finalidad
artística no está forzosamente dirigida al canto ni a ilustrar alguna
composición musical. Los “letristas”, en cambio suelen ser personajes,
aledaños de la actividad poética y cercanos a compositores y músicos,
que suelen colaborar con aquellos colocando textos –más o menos
poéticos- que cuadran con las ideas y pautas musicales ideadas por
otros. También existen poetas llaneros –como Ernesto Luis Rodríguez y
Germán Fleitas Veróes- que ejercieron ambos oficios; pero ambos
estilos literarios están –a primera lectura- bien delimitados, con
diferencias de calidad que no está en nuestra esfera juzgar.

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