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cercanos aparece un pueblo que se les conoce como los aqueos que se les atribuye haber
participado en la famosa guerra contra Troya, la misma donde se usó un caballo de
madera para derrocarla.
Sin embargo, pese a que se habla mucho de ellos tanto en la Ilíada y la Odisea no queda
claro quienes eran y exactamente dónde se podía decir que vivieron.
¿Quiénes eran los aqueos? ¿Eran un linaje de griegos? ¿un grupo étnico balcánico? ¿una etnia
del Peloponeso? ¿micénicos? Todas estas son preguntas que muchos historiadores se han
hecho en base a la arqueología, diversas fuentes y testimonios de la Grecia Clásica, preguntas
que surgen al tratar de conocer a este pueblo.
Pero a parte de en la literatura, los aqueos existieron o, al menos, fue el nombre que se
usó para referirse a los habitantes de Acaya, una región que se encuentra al norte del
Peloponeso. Las ciudades-estado de esta región formaron una confederación llamada la
Liga Aquea, una alianza que fue realmente influyente entre los siglos III y II a. C.
En origen los aqueos era un pueblo indoeuropeo que habitó el sur de los Balcanes a
partir del 2000 a. C. y que, posteriormente, daría lugar a la civilización micénica,
aunque en la historiografía académica se prefiere referirse a ellos como “micénicos”
propiamente dichos. Se cree que este pueblo de la Edad de Bronce partió de los
Balcanes hasta Grecia en torno el 1800 a.C., siendo de los primeros pobladores
indoeuropeos en llegar a esta península.
Allí se constituirían distintos reinos, siendo destacables los de Micenas y Tirinto. Más
tarde, cerca del 1400 a.C., estos aqueos conquistaron “pacíficamente” la isla de Creta e
introdujeron algunas innovaciones, fundamentales para la posterior civilización griega:
el carro de combate, los caballos, las armas forjadas en bronce y una mayor suntuosidad
y protocolo en las ceremonias funerarias de los nobles.
Los aqueos del Peloponeso tenían una organización social que giraba en torno a la
familia a través del parentesco y se gobernaban con un sistema político dirigido por
un príncipe guerrero. Entre sus divinidades más importantes se encuentran la diosa
Potnia y el dios Poseidón, rey de los mares.
Aqueos la de Aqueo.
Dánaos la de Dánao.
Cadmeos la de Cadmo.
Eolios la de Eolo.
Jonios la de Ion.
Dorios la de Doro.
Helenos la de Helén.
Los hijos de Helén y la ninfa Orséis fueron Doro, Juto y Eolo. Los hijos de Juto y
Creúsa, hija de Erecteo, fueron Ion y Aqueo quien este era el creador de la raza de los
aqueos. Cuando el tío de Aqueo, Eolo en Tesalia, murió, Aqueo se hizo señor de
Ftiótide, que pasó a llamarse Acaya.
Según lo descrito por Homero, los aqueos eran un pueblo que procedía de las islas
continentales y occidentales de Grecia como la isla de Creta, la de Rodas y otras islas
cercanas, exceptuando las islas Cícladas. Resulta curioso que estas islas coincidan
precisamente con aquellas donde se desarrolló la cultura micénica entre los siglos XIV y
XIII a.C. de acuerdo con la opinión actual de la arqueología moderna.
Otro de los motivos por los que se opina que micénicos y aqueos debieron ser lo mismo
es el hecho de que estos tuvieran como capital administrativa de sus territorios de
influencia precisamente la ciudad de Micenas, que así la consideraban los pueblos
colonizados como los cretenses. La influencia de los micénicos se extendió por Asia
Menor, la Península Ibérica y el Antiguo Egipto.
Tomando la idea de que los aqueos fueron micénicos, las principales ciudades de este
pueblo fueron Micenas, su capital administrativa, Tirinto, Pilos, Atenas, Tebas, Yolcos
y Orcómeno, además de poseer asentamientos en Macedonia, Epiro y algunas islas
egeas. En base a la historia y parte del mito, la hazaña más renombrada por los
aqueos sería su asedio de 10 años de Troya, ciudad que ostentaba gran poder militar y
económico y que suponía una seria amenaza para Micenas.
Los aqueos se organizaban en tres clases sociales, no muy distintas a las del resto de
culturas de Grecia. El estamento más privilegiado era el de los altos cargos
administrativos en palacio quienes ejercían el poder político-militar; debajo de ellos se
encontraban los ciudadanos, los únicos a los que se les exigía el pago de impuestos pero
que tenían algunos derechos; y el de los esclavos, que eran usados exclusivamente en
palacios y edificios religiosos.
Los aqueos-micénicos enterraban a sus nobles con todo tipo de tesoros y los
sentaban en unos curiosos sepulcros de forma hexagonal, distribuidos a modo de
panal. El enterramiento de la clase guerrera era más humilde, llevándose simplemente
las armas y armaduras que habían usado en vida. No obstante, quienes habían sido
héroes de guerra eran incinerados y sus cenizas eran puestas en urnas que se decoraban
con brillantes y hermosas máscaras de oro.
Hoy en día los griegos se refieren a sí mismos como “helenos” y, de hecho, el nombre
oficial de su país, la Grecia moderna, es el de la República Helénica. Los helenos
modernos comparten rasgos e identidad comunes que los definen como una nación
bastante homogénea, teniendo la mayoría de ellos como lengua materna el griego
además de una rica gastronomía, costumbres y tradiciones, compartidas por sus
antepasados y que han sobrevivido a la influencia turca a la que durante tantos siglos
estuvieron sometidos.
Sin embargo, esta idea de una sola nación no ha existido desde siempre. En la antigüedad
clásica la cultura griega estaba dividida en un conjunto de ciudades-estado y sus habitantes,
aunque conscientes de ser parecidos, no tenían una idea de nación o grupo étnico unido tal y
como lo entendemos hoy. Así pues, para referirse a ellos mismos usaban distintas
denominaciones como jonios, dorios, eolios y, también, aqueos, designando con estas palabras
a los habitantes de los distintos territorios de la civilización griega clásica.
No obstante, la idea de que “aqueos” fuera usado como sinónimo de los griegos de la época
es controvertida. Hay testimonios que indicarían que más que otra denominación usada para
llamar al conjunto de los griegos como lo hacía Homero debía ser una cultura propia, un
pueblo que dio la casualidad que vivía en tierras de la actual Grecia y que compartía rasgos
griegos pero no eran exactamente eso. De hecho, existen documentos de otras civilizaciones
que dan cierta fuerza a esta hipótesis.