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LITERATUTAS CLÁSICAS-

PROF. AYELÉN SCHEREIBER AÑO 2022

1. LOS GRIEGOS: EDAD HEROICA


El poder de una civilización radica en la vida del espíritu y en la educación del hombre. Debido a ello, el pasado
encuentra vigencia en el presente, resucita del fondo de los siglos y pervive en la conciencia de otros hombres.
La influencia de la civilización griega llega hasta nosotros por diversos cauces y modifica nuestra existencia
gracias a esa pujanza y entusiasmo que ellos supieron dar a toda actividad emprendida.
Nada escapó a sus esfuerzo e intereses “los filósofos griegos, los observadores griegos de la naturaleza humana,
los historiadores griego y los literatos griegos habían expresado ya, de una u otra forma, casi todos los tipos de
experiencias intelectual y emocional que los occidentales han venido descubriendo y catalogando
posteriormente”. Los géneros literarios, la filosofía, las artes, la épica y la estética, la matemática y la astronomía,
la política y la economía, fueron pensados y discutidos por los griegos. Gran parte de nuestras ideas del vivir
cotidiano, como elevadas especulaciones científicas, tienen su raigambre y enclave en la civilización griega, y
sin este manantial helénico sería imposible concebir nuestra civilización occidental.
“Nosotros que vivimos desde Fáside (mar Negro) a las columnas de Heracles (estrecho de Gilbratar), habitamos
en una minúscula porción, agrupados en torno al mar como hormigas o ranas alrededor de una charca”. Estas
palabras que pone Platón en boca de Sócrates en el diálogo Fedón (109 d.C) testifican la importancia dada por
los griegos al mar Mediterráneo. Este fue el Camino común para las conquistas y las colonizaciones, para el
comercio y los intercambios culturales. La expansión de la cultura griega tuvo como marco geográfico las costas
mediterráneas, y desde ahí se dispersó hacia el mundo entero.}Jenofonte describe con detalle la emoción
enloquecedora que embriagó al ejército de los Diez Mil cuando la vanguardia divisó el mar desde la altura del
monte Teques. Un solo corto de voces comenzó a gritar “Thálassa, thálassa”. El terrible peregrinaje de los
soldados mercenarios había terminado, pues Thalassa significa “agua salada”, y el mar era el camino de regreso
al hogar. Y es que el mar era para los griegos la imagen visible de la patria.
Pero la historia del pueblo griego sumida en el mito y en la oscuridad, no está solamente logada al mar
Mediterráneo, sino también a una pequeña isla situada muy cerca de las costas de Grecia continental. La isla de
Creta, en donde floreció la civilización minoica o cretense, fue por muchos siglos el centro de la cultura pregriega.
Aunque faltan hasta ahora datos del paleolítico, se conoce que hacia el año 7000 a. de C. bajaron desde Anatolia
los primeros agricultores y se establecieron en la llanura de Tesalia. Estos primeros colonos del neolítico debieron
mezclarse con antiguos moradores y llegaron hasta la isla de Creta. Migraciones lentas de pueblos vecinos y los
intercambios culturales de gentes próximas a la isla formarían la civilización cretense. Las excavaciones
realizadas en los últimos ochenta años, principalmente en las ciudades de Cnosos y Faistos, evidenciaron que el
mundo narrado, en las leyendas y mitos como el del Minotauro, Teseo, Ariadna y Minos, tenía un sólido
fundamento real. Pues además de las construcciones y utensilios hallados en las excavaciones, se encontraron
restos de escritura jeroglífica y otras más recientes que fueron denominadas lineal A y lineal B por el Arqueólogo
inglés Evans.
Será precisamente durante el comienzo del segundo milenio antes de Cristo cuando aparecerán migraciones
venidas del norte quienes se apoderarán de Grecia continental y asestarán el último golpe a la civilización cretense
hacia el año 1400 a. de C. Estas nuevas gentes, a quienes Homero dará el nombre de “aqueos”, establecieron una
gran civilización que recibió el nombre de micénica porque el centro del poderío político y militar fue Micenas,
“la rica en oro” según Homero. Otros pueblos como los eolios y los jonios continuaron agregándose a los primeros
para formar una raza híbrida que tomó de Creta la escritura silábica, llamada lineal B. Esta espléndida civilización
fue la que emprendió, según la tradición, la expedición contra Troya, gesta que cantó Homero siglos más tarde.
Una nueva oleada de invasores llegará a Grecia hacia el año 1200 a. de C. y se iniciará lo que se conoce con el
nombre de edad oscura. Penetrando por el Peloponeso, destruyen las ciudades de Pilos, Micenas y Tirinto. Los
llamados dorios acaban con el esplendor de la civilización micénica y una época de tinieblas y confusión se
adueña de Grecia (del 1100 al 800 a. de C.). De este caos emerge Grecia a la historia. Con el año 776 empiezan
las listas de vencedores en las olimpiadas. Grecia inicia su periodo arcaico y prepara su hegemonía cultural y
militar en el Mediterráneo.
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Cronología aproximada:
1900-1800: llegada a Grecia de tribus indoeuropeas: Minoico Medio.
1450-1400: destrucción de Cnosos; fin de la escritura lineal A; Minoico Reciente.
1400-1300: llegada a Creta de los aqueos; Micénico.
1300-1200: destrucción de Troya VII-a por los aqueos de Micenas; escritura lineal B.
1200-1050: invasión doria; destrucción de Micenas, Pilos y Tirinto; comienza la edad oscura de los griegos.
1200-1100: destrucción de Troya VII-b
900: escritura alfabética.
800: Homero compone la Ilíada y la Odisea.
2. LOS AQUEOS
Quiénes fueron los aqueos es un problema que todavía no se establece con precisión. Si nos basáramos en la
tradición mítica para establecer el asunto, la historia de los aqueos comenzará con el dios Zeus. Al unirse con la
hija de Crono tuvieron un hijo a quien denominaron Tántalo y fue el primer rey de los aqueos. Un hijo de Tántalo
fue Pélope, de donde tomará el nombre la región del Peloponeso. Pélope, destronado por sus súbitos, se exilió en
la región gobernada por Enómao, gran aficionado a las carreras de carros. Enómao, ofrecía a su hija Hipodamía
al vencedor de las competencias, pero ningún adversario había logrado vencerlo por los veloces corceles que
poseía. Pélope ingenió una estratagema para derrotarlo. Se puso en comunicación con el caballerizo Mírtilo y le
convenció de que si le ayudaba se dividirían el reino. Pélope salió victorioso de la carrera; Enómao murió al
destrozarse su carro. Pélope, olvidando la promesa hecha al caballerizo, le arrojó al mar, pero, antes de ahogarse,
Mírtilo lanzó una maldición contra todos los descendientes de Pélope. Hipodamía se casó con Pélope y tuvieron
varios hijos, uno de ellos fue Atreo, padre de Agamenón y de Menelao. Agamenón, como rey de Micenas, se
casó con Clitemnestra. Menelao, rey de Esparta, desposó a Helena, pero la maldición de Mírtilo pesaba sobre la
familia. Helena se enamorará de Paris y será la causante de la guerra de Troya.
Según la tradición que nos llegaba desde Homero, los aqueos serían los pueblos griegos que habitaban la Tesalia
meridional. Por mucho tiempo se creyó que los aqueos eran autóctonos de Grecia como otros pueblos que
conformaron la cultura micénica. Este señaló variadas diferencias entre la civilización micénica y la cultura
aquea: vestimenta, tocado, armas, culto de muertos. Con estos descubrimientos llegó a la conclusión de que los
aqueos eran pueblos centroeuropeos –seguramente celtas- que descendieron de Europa trayendo el culto a Zeus,
sojuzgaron a los pelasgos y gobernaron como señores soberanos desde sus palacios. En conclusión, los aqueos
eran los griegos de la edad heroica cantada por Homero.
3. LOS TROYANOS
Al igual que el problema aqueo, la aparición de los troyanos en la historia es una mezcla de leyenda e
investigación. El historiador Herodoto habla del sitio de Troya en los libros primero y segundo, y señala ya ciertas
incongruencias entre la tradición homérica y otras tradiciones. “Pero los troyanos, entonces y después, siempre
que fueron requeridos, de palabra y con juramentos respondían que no tenían en su ciudad a Helena, ni en su
poder los tesoros mencionados; que aquella y éstos se hallaban detenidos en Egipto”. Y más adelante prosigue el
mismo Herodoto: “A la verdad, por lo que respecta a Helena, doy entero crédito a su narración (se refiere a
sacerdotes egipcios), tanto más cuanto creo que si a la sazón se hubiera hallado en Troya. Fuera restituida a los
griegos, aun a pesar de Alejandro (Paris), pues ni Príamo hubiera sido tan necio, ni sus hijos y demás deudos tan
insensatos, que sólo porque aquél gozara de su Helena pusieran en riesgo de balde sus vidas y la de sus hijos, y
la salud y existencia del Estado”.
Troya pertenecía a la leyenda hasta que Schliemann y Dorpfeld desenterraron nueve ciudades sepultadas en la
entrada del Helesponto. Troya, actualmente Hisarlik, existió verdaderamente. Los troyanos o dárdanos eran
probablemente de origen balcánico. Las excavaciones practicadas y las últimas investigaciones permiten
establecer que los troyanos eran una mezcla de culturas. “El nombre de Troya lo derivaba la tradición helénica
del héroe epónimo Tros, padre de Ilo, padre de Laomedonte, padre de Príamo”. Sobre cuál de las nueve Troyas
es la de Homero, existen todavía algunas discrepancias. Anteriormente se creía que la Troya del Homero era la
VI (fecha tradicional del sitio, 1194-1184 a. de C.); sin embargo, las investigaciones llevadas a cabo por el doctor
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Blegen señalan que la Troya VI fue destruida por un terremoto hacia el 1300 a. de C. y que sobre estas ruinas se
levantó la Troya de Príamo. A este respecto indica Finley:
“El periodo de esplendor que sigue en la historia troyana se sitúa en Troya VI, en su senit a juzgar por las fortificaciones,
y duró aproximadamente del 1800 al 1300 a. de C., siendo esta la época en que el caballo hizo su aparición en esta parte
del mundo. Troya VI también concluyó con una destrucción masiva, pero no en tiempo indebido otra vez, sino, lo que es
aún peor, como consecuencia de un terremoto y no de la industria humana, si es que las ruinas se han interpretado bien.
A Troya VI le siguió una comunidad apagada y pobre, arracimada en un pequeño sector del cerro, y en nada parecida a
la pintura homérica de la ciudad vasca y próspera de Príamo que cabría imaginarse. Tal ciudad, Troya VII-a, fue también
derribada, y ella, infortunadamente, ha de ser –de escoger alguna- la ciudad de la guerra de Ilión”.

Pero como la Troya VII-a no cuadra con el esplendor que Homero señala en la Ilíada, algunos estudiosos todavía
insisten en que la Troya de Homero es la VI. Así dice Kitto:
De las nueve ciudades superpuestas en aquel sitio, Troya VI fue destruida por el fuego más o menos por la fecha
tradicional de la Guerra de Troya (1194-1184). Uno de los constantes epítetos homéricos para Troya es “la de
ancho camino”: Troya VI tenía una calle ancha en torno a la ciudad, en el interior de las murallas. Estas murallas
fueron edificadas por dos dioses y un mortal, y el sector construido por este último era más débil y resultó
vulnerable las murallas de Troya VI eran más débiles en un punto (donde el acceso era difícil), y esto coincide
con la descripción homérica.
4. LA LEYENDA DE TROYA
Los griegos llamaban nereidas a las divinidades del mar porque eran hijas de Nereo, dios del mar. Una de las
nereidas fue Tetis. Zeus, dios de los dioses, se enamoró de ella y quiso celebrar el matrimonio, pero un oráculo
anunció que el hijo que tuviera con Tetis sería más poderoso que el padre. Zeus, que por ningún motivo deseaba
perder su hegemonía entre los dioses, desistió de la idea y para conjurar el peligro escogió a un mortal como
esposo de Tetis. El elegido fue Peleo, amigo y protegido del centauro Quirón
La boda se celebró con mucha poma y fueron invitados a ella todos los dioses del Olimpo, las nereidas, las musas
y los centauros. Pero la Discordia (Éride), ofendida porque no había sido invitada a tan fastuoso acontecimiento,
arrojó sobre la mesa del banquete una manzana con la leyenda “para la más hermosa”. Zeus se vio en un grande
aprieto, pues su esposa, Hera, y sus hijas, Afrodita y Atenea, rivalizaban en belleza y se creían con derecho a la
manzana. Para resolver la querella familiar, Zeus resolvió designar a Paris (Alejandro) juez del certamen de
belleza. Paris entregó la manzana a Afrodita. Esta le había prometido en secreto que si le daba la manzana le
entregaría a cambio la mujer más bella del mundo. Paris, en su viaje por Esparta, conoció a Helena, que era la
esposa de Menelao. Paris la tomó y se la llevó en su nave.
Mientras tanto, Tetis y Peleo no formaban una pareja muy feliz, pues Tetis no estaba muy conforme con tener
hijos semihumanos y a todos sus hijos los mataba sumergiéndolos en el fuego divino. Peleo, que estaba cansado
de tanto infanticidio, salvó al séptimo hijo y le dio el nombre de Aquiles. Tetis, indignada por la afrenta, se
sumergió en los abismos marinos.
Cuando Menelao se enteró del rapto de sus esposa Helena, reunió a los griegos y les solicitó le acompañasen
conforme al juramento que le habían hecho. Al mando de la tropa griega, se designó a Agamenón, hermano de
Menelao, y por aquel entonces rey de Micenas. Como Peleo era muy anciano, envió a su hijo Aquiles a la guerra,
para tal efecto le entregó la lanza, los caballos y la armadura que los dioses le habían regalado en su boda con
Tetis.
La flota de navíos se congregó en Aulide. Como no soplaban vientos favorables la tropa estaba detenida sin poder
partir. Se consultó al adivino Calcante y éste les informó que Artemis estaba enojada y que para aplacarla deberían
inmolar a una princesa. Agamenón ofreció en sacrificio a su hija Ifigenia.
Los griegos salieron de Aulide y llegaron a las murallas de Troya. A pesar de su valor y arrojo, los griegos
llevaban la peor parte en la guerra, porque Aquiles, al frente de los mirmidones, se retiró del campo de batalla.
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Agamenón había robado a Aquiles la esclava Briseida, motivo por el cual Aquiles estaba enojado con el jefe de
la expedición.
Patroclo, amigo de Aquiles, muere en combate. Este hecho motivó al héroe a entrar nuevamente en la contienda.
Aquiles mató a Héctor, hijo de Príamo y principal defensor de Troya. Posteriormente, Paris mata a Aquiles
lanzándole una flecha en el talón, único lugar vulnerable. Las armas de Aquiles son disputadas por Ulises y
Ayante; finalmente se las conceden a Ulises, por lo cual Ayante enloqueció y arremetió contra un rebaño de
ovejas y después se suicidó.
Como Troya no caía en poder de los griegos, Ulises ideó una estratagema. Mandó a construir un gran caballo de
madera, en donde se escondieron los más valientes guerreros. El ejército griego se retiró y dejó en la playa el
caballo con su carga fatal. Los troyanos engañados por el griego Sinón, lo metieron dentro de sus murallas.
Laoconte, sacerdote del templo de Apolo, se opuso a tan descabellada decisión, pero, como dos serpientes
gigantes salieron del mar y lo ahogaron junto con sus hijos, los troyanos no vieron el interior del caballo.
Cuando los habitantes dormían, salieron del vientre del caballo los guerreros griegos y abrieron las puertas de la
ciudad de Troya. La ciudad fue saqueada y destruida; los griegos cometieron tantas barbaridades que, a su regreso
fueron castigados por Atenea: Agamenón fue asesinado por su esposa, Menelao fue desviado a Egipto, Ulises
vivió vagabundeando por el mar hasta llegar a Ítaca, su patria.
5. LA ILÍADA
La Ilíada es el poema de Ilión, capital del reino de Príamo. La acción del poema tiene lugar en el año décimo de
la guerra y cuenta un episodio que duró cincuenta y un días. Homero nos lo indica en el libro II, 134: “Nueve
años del gran Zeus transcurrieron ya; los maderos de las naves se han podrido y las cuerdas están deshechas”
La acción se halla dividida de la siguiente manera:
LIBRO I: Día primero a veintidós. El poeta anuncia el asunto: cólera de Aquiles. Crises sacerdote de Apolo,
exige se devuelva a su hija Criseida, esclavizada por Agemnón. Apolo desata una terrible oeste. Se le consulta al
adivino Calcante, quien descubre la causa del enojo del dios. Criseida es devuelta a su padre, a cambio Agamenón
se toma la esclava de Aquiles, Briseida. Aquiles se retira del combate y pide a su madre, Tetis, que interceda ante
Zeus para que dé la victoria a los troyanos.
LIBRO II: Zeus envía un engañoso sueño a Agamenón. Catálogo de las naves.
LIBRO III: Juramento entre los guerreros. Vista del campo de batalla desde las murallas. Duelo de Paris y
Menelao. Paris es salvado por Afrodita.
LIBRO IV: Violación de los juramentos. Purificación de Agamenón.
LIBRO V: Hazañas de Diomedes.
LIBRO VI: Héctor pide a las matronas troyanas que imploren a Atenea. Coloquio de Héctor con su esposa
Andrómaca.
LIBRO VII: Duelo de Héctor y Ayante; al llegar la noche se separan.
LIBRO VIII: Batalla interrumpida, los troyanos pernoctan en el campo de batalla y no se retiran a la ciudad.
LIBRO IX: Los griegos envían una embajada a Aquiles y le suplican que regrese a la batalla.
LIBRO X: Agamenón y Menelao no pueden dormir. Dolón va a espiar a los griegos y muere a manos de
Diomedes.
LIBRO XI: valentía de Agamenón.
LIBRO XII: combate en la muralla.
LIBRO XIII: Los troyanos llegan a las naves aqueas.
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LIBRO XIV: Engaño de Zeus. Ayante Telamonio golpea a Héctor.


LIBRO XV: Zeus despierta y advierte el engaño. Arremetida de los aqueos.
LIBRO XVI: Héctor consigue incendiar una nave. Patroclo pide a Aquiles intervenga en la lucha. Aquiles accede
a prestarle las armas. Patroclo mata a Sarpedón y persigue a los troyanos. Héctor mata a Patroclo; antes de morir
le vaticina que él también morirá.
LIBRO XVII: Combate por el cuerpo de Patroclo. Hazañas de Menelao. Héctor se apodera de las armas de
Patroclo.
LIBRO XVIII: Se da la noticia a Aquiles de la muerte de su amigo. Aquiles quiere vengar a Patroclo. Hefesto le
fabrica la nueva armadura.
LIBRO XIX: Acaba la cólera de Aquiles y comienza el odio a los troyanos.
LIBRO XX: Combate de los dioses Eneas es salvado por los dioses.
LIBRO XXI: Aquiles mata a tantos troyanos que los cadáveres obstruyen la corriente del río Janto. Apolo se
transfigura en troyano para que, perseguido por Aquiles, los otros guerreros se escuden en la ciudad.
LIBRO XXII: Apolo se descubre ante Aquiles y este regresa al campo de batalla, en donde encuentra a Héctor.
Dan vueltas alrededor de las murallas. Zeus toma balanza y observa que el destino condena a Héctor. Aquiles
mata a Héctor. Aquiles lo arrastra por el polvo.
LIBRO XXIII: Héctor es llevado al campamento aqueo. Se realizan juegos en honor a Patroclo.
LIBRO XXIV: Príamo marcha al campamento aqueo y pide a Aquiles el cadáver de su hijo. Después de doce
días es entregado el cadáver y se celebran honras fúnebres en honor de Héctor.
5.1.Estructura de la obra
La obra se inicia ya en una situación conflictiva. Dentro de conflicto central se darán otros conflictos. Si
suponemos que el equilibrio roto debe ser restaurado, proponemos la siguiente estructura temática por
binarios:
a) Situación inicial
conflictiva

Motivo
Resultado
b) Conflicto-Inicio de la obra
Motivo

Resultado

c) Conflicto
Motivo

Resultado

Resultado

Resultado
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Como se puede observar en la estructura señalada, son tres mujeres las que rompen el equilibrio, ya sea entre los
mismos aqueos, ya sea entre aqueos y troyanos. La muerte de Patroclo y Héctor, al principio, y de Aquiles, al
final de la guerra troyana, son las encargadas de restablecer el equilibrio.
5.2. Características de la obra
La unidad dramática de la obra viene fundamentada por la rivalidad entre Aquiles y Agamenón, rivalidad que
causará la muerte de Patroclo. Es entonces cuando la cólera de Aquiles cede ante un odio por los troyanos que
culminará con la muerte de Héctor. A pesar de los discursos, de las contiendas entre los dioses y de largas
enumeraciones, el propósito enunciado por el poeta de cantar la ira de Aquiles da unidad y coherencia a toda la
creación.
Homero dosifica las tensiones para captar la atención de los oyentes. Después de las batallas viene el sosiego y
la celebración de la victoria del día. Los discursos de Príamo solicitando el cuerpo de su hijo muerto a los pies de
Aquiles, el de Andrómaca a su esposo, están llenos no sólo de un gran humanismo, sino de una gran fuerza poética
y dramática.
La descripción activa desarrolla en movimiento cualquier situación que pudiera generar pasividad dentro del
ánimo de los oyentes. El escudo de Aquiles, la armadura de Agamenón, son tratados, por ejemplo, de esta forma,
evitando así el cansancio. De igual manera son tratados los personajes; a muchos de ellos les conocemos
guerreando, dentro de la acción, muriendo o matando al enemigo, atacando o siendo heridos.
El verso homérico, el hexámetro dactílico, es narrativo, sin dejar de ser poético. Toda la intención del poeta radica
en que su obra se declamase; por tanto, el autor utiliza un lenguaje literario y una combinación de palabras, frases
y modismos del dialecto jonio mezcladas con las del dialecto eolio, también voces arcaicas e incluso palabras
creadas por él mismo.
Sobre la utilización del espacio y el tiempo no existe mayor precisión, salvo esporádicas frases alusivas a los
lugares y al tiempo en que ocurren los hechos. Además de que de esta forma realza el autor la humanidad de los
guerreros frente a la naturaleza, cabe anotar que esta modalidad es muy propia de una postura narrativa épica y
omnisciente. En las grandes batallas, en enormes movimientos humanos, la atención se deposita sobre la acción
y no sobre el marco geográfico.
La utilización de epítetos fijos para marcar los diversos caracteres, las comparaciones activas, el uso de escenas
típicas y las imágenes vivas pretenden visualizar los detalles y servir de recursos para la memoria del recitador.
El profesor Cantarella es muy preciso en su juicio:
En la Ilíada, en efecto, la acción y estructura son lineales, directas, precisas, centradas en torno a un motivo
único y fundamental que es la “cólera” de Aquiles, centro motor de todo el poema, hasta la muerte de Héctor,
en la cual está prefigurado el fin de la ciudad misma, de la que es su baluarte, sin que el poeta tenga necesidad
de narrarla. Así, entre pausas y digresiones sabiamente alternadas, la acción transcurre hacia su término con
graduación de intensidad siempre creciente, hasta la espléndida e implacable crueldad del combate singular
final y del escarnio infligido al cadáver del héroe vencido.
Pero el poeta purifica incluso y redime esta ferocidad con la piedad del vencedor que llora frente al anciano
suplicante, padre de la víctima. El poeta, en su profunda humanidad, supera el odio entre aqueos y troyanos,
entre vencedores y vencidos, mira también al enemigo con simpatía conmovida y los asocia en la misma gloria,
en la perenne gloria de su canto.
Es necesario precisar, finalmente, algo sobre la intervención de los dioses en la acción. Los dioses no son invento
del poeta, el poeta les da solamente una personalidad y les hace tomar partido por uno u otro bando. No existen
dioses neutros; antropomorfizados por el poeta, actúan como informadores mediante sueños o colaboran con sus
protegidos.
La intervención de los dioses en los asuntos humanos no proviene exclusivamente de una visión mítica del mundo
en la cual los hechos inexplicables son sobrenaturalizados, sino también de una cultura de vergüenza, como ha
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explicado el profesor Dodds. “los impulsos no sistematizados, no racionales, y los actos que resultan de ellos,
tienden a ser excluidos del yo y adscritos a un origen ajeno”. El deseo del griego es el de poder contar con
estimación pública (timé), y cualquier acto que le acarree vergüenza ante los suyos debe ser reflejado en una
conciencia extraña fuera de él mismo; por ello, los actos inmorales serán proyectados en los dioses, y de este
modo la vaguedad del acto irracional quedará explicada; se habrá objetivizado el impulso y, a la vez, se habrá
logrado la benevolencia del acto frente a los demás ciudadanos.
5.3. Los principales personajes:
AQUEOS
Aquiles: protagonista; hijo de Tetis y de Peleo. El educador de Aquiles fue el centauro Quirón. Es el principal
héroe griego. Muere en la guerra de Troya cuando es herido en el talón por Paris.
Agamenón: hijo de Atreo. Rey de Argos. Se casó con Clitemnestra. Fue el líder del ejército griego. Se indispuso
con Aquiles a causa de la esclava Briseida. Murió a manos de su esposa y del amante de ésta.
Menelao: hijo de Atreo. Fue rey de Esparta. Se casó con Helena. Los pretendientes de Helena juraron defender
al que ella escogiese por marido, por ello, al ser raptada, Menelao se vale de la promesa para reunir a los
principales guerreros.
Diomedes: fue uno de los pretendientes de Helena. Mata al espía Dolón. Lucha siempre al lado de Odiseo.
Odiseo (Ulises): hijo de Laertes y Anticlea. Obtuvo las armas de Aquiles a la muerte de éste. El regreso de Troya
a su patria dio origen a la Odiseo.
Ayante Telamonio: uno de los más valientes y esforzados guerreros griegos. Enloqueció y se suicidó al conocer
que no le habían otorgado las armas de Aquiles.
Ayante Oileo: era el jefe de los Locros. Murió ahogado por raptar a Cassandra en el tiempo de Atenea.
Crises: sacerdote de Apolo. Su hija, Criseida fue raptada por los aqueos cuando estaba en la ciudad de Misia. Por
este rapto, Apolo le mandó una peste al ejército.
(Brises): sacerdote de Apolo y hermano de Crises. Su hija Briseida fue llevada como botín por Aquiles.
Agamenón se la quita a Aquiles y éste se retira del combate.
Patroclo: amigo y compañero de Aquiles. Muere a manos de Héctor.
Néstor: anciano venerable y consejero de los aqueos. Estaba casado con Eurídice.
Neoptólemo: mató a Polices, hijo de Príamo. Aparece como uno de los guerreros que se encerraron en el caballo
de Troya.
Zeus: el más importante de los dioses aqueos. Es el mayor de los hijos de Crono y Rea.
Hera: esposa de Zeus.
Hefesto: hijo de Zeus y Hera. Construye la nueva armadura para Aquiles.
Atenea: hija de Zeus y Metis. Ayuda a los aqueos por no haber sido honrada con la manzana por parte de Paris.
TROTANOS:
Héctor: hijo de Príamo y Hécuba. Es el principal héroe de los troyanos. Muere a manos de Aquiles.
Helena: hija de Leda y Tíndaro. Fue raptada por Paris y es la causante de la guerra.
Paris: hijo de Príamo. Mata a Aquiles. Rapta a Helena cuando fue huésped en Esparta.
Príamo: rey de Troya. Muere en el saqueo de la ciudad a manos de Neoptólemo.
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Andrómaca: esposa de Héctor. Prototipo del amor conyugal y maternal.


Afrodita: hija de Zeus. Ayuda a los troyanos por el compromiso que tenía con Paris al haberla declarado la más
bella entre las diosas.
Apolo: hijo de Zeus y Leto. Envía la peste contra los aqueos. Salva a Paris de la muerte en el sitio de Troya.
5.4.Otras obras de Homero.
Además de la Ilíada y la Odiseo se le atribuyen a Homero las siguientes obras: la Batracomiomaquia o El combate
entre los ratones y ranas, 33 Himnos, 17 Epigramas y el Margites que toma su nombre del héroe ridiculizado.
5.5. Los poemas cíclicos.
La importancia de la obra de Homero fue tal en el mundo helénico que inició una serie de obras épicas en las
cuales los héroes y las historias se relacionaban y se amplificaban. A esta gran producción de obras épicas griegas
se la conoce con el nombre colectivo de Ciclo épico; en ella se ordena toda la producción heroica nacida de la
tradición homérica. La continuación de la obra de Homero parece que fue una academia de rapsodas que,
ejercitados en el canto y difusión de los poemas homéricos, tomaron la iniciativa de componer sus propios cantos
sobre temas no desarrollados por Homero, pero que pertenecían a la tradición popular. De esta sistematización
elaborada por Proclo en una obra perdida titulada Crestomatía literaria, conocemos algunas obras por el epítome
(resumen) elaborado por Focio, patriarca de Constantinopla del siglo IX quien dice que la leyó.
Entre las obras épicas se nombran las siguientes:
Etiopida, de Arctino de Mileto. Comenzaba con la llegada de las Amazonas a Troya, la muerte de Aquiles por
Paris, la disputa entre Ayante y Ulises por las armas del héroe, la muerte de Laoconte y la toma de Troya.
Pequeña Ilíada, de Lesques (Lesches) de Mitilene. Relataba los acontecimientos que siguieron a la toma de
Troya.
La Cipriada, atribuida a Estasino de Chipre, quien según la tradición se casó con la hija de Homero.
Regresos (Nóstoi) escrita seguramente por Agias.
Telegonía, de Eugamón de Cirene. Narraba la muerte de Ulises a manos de su hijo Telegono tenido con Cirse.
Tebaida, Titanomaquia, de Eumelo; Edipodia y Epígonos son otras de las obras del Ciclo épico.
Si bien esta relación muestra la gran influencia de Homero en la poesía épica posterior, hay que tomar en cuenta
que, junto con la recitación oral, se dieron, las ediciones “personales”. Siguieron a ellas las ediciones “críticas”
de los grandes filólogos alejandrinos.
Durante la Edad Media se conocía la pequeña Ilíada latina, compendio en 1.070 versos que se atribuye a Silio
Itálico del siglo I después de C. A pesar de ello, correrán versiones apócrifas de la guerra de Troya. La más
extensa es Le roman de Troie, escrita por Benoit de Saint-Maure hacia el 110. Según Benoit, recoge la tradición
griega de un testigo ocular. “Lares Frigio”, quien escribió La historia de la destrucción de Troya, y también se
sirvió Benoit del Diario de la guerra de Troya, escrito por “Laetis Cretense”. Benoit utilizó estos dos libros
porque en la Edad Media Homero estaba perdido y la única traducción latina, la Ilías latina, era poco conocida e
incompleta.
Le roman de Troie reintrodujo en la Edad Media el tema y la leyenda. A ella se siguieron muchas imitaciones
como la Historia de la destrucción de Troya, escrita en latín a finales del siglo XIII por Guido de Columnis. En
el siglo XIV, un letrado español refundió el libro de Guido titulándolo Sumas de historia troyana. El Libro de
Alexandre, el Roman de Tebas y muchos otros de la época son una muestra del interés suscitado por los temas
homéricos sin conocer la Ilíada.
Es ya con el humanismo renacentista cuando se conocerá nuevamente en el mundo occidental la obra de Homero.
La primera edición de Homero. La primera edición de Demetrio Calcóndilas en el año de 1488, en Florencia, trae
LITERATUTAS CLÁSICAS-
PROF. AYELÉN SCHEREIBER AÑO 2022

desde Constantinopla la versión homérica a la vida literaria de Occidente. Desde entonces hasta nuestros días, la
influencia de Homero no ha cesado. El Polifemo de Góngora, la Teseida de Boccacio, el Telémaco de Fención,
el Laoconte de Lessing. Los dioses de Grecia de Schiller, hasta llegar en el siglo XX al Ulises de Joyce, son
buena muestra del genio homérico y de su inacabable influencia en la literatura occidental.

JUAN MANUEL RODRIGUEZ


Profesor de la Universidad Central
y de la Pontifica. Universidad Católica
del Ecuador.

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