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Universidad Internacional de La Rioja

Facultad de Ciencias de la Salud

Grado en Psicología
Relación entre el consumo de alcohol y los
trastornos de ansiedad

Lorena Martínez Ruiz


Trabajo fin de estudio presentado por:
Uxue Goñi Alsua

Modalidad: Ensayo teórico

Director/a: Marina González Villanueva

Fecha: 16/07/2023
Lorena Martínez Ruiz Relación entre el consumo de alcohol y los trastornos de ansiedad
Uxue Goñi Alsua

Resumen
En la población española, la prevalencia de consumo problemático de alcohol se estima en
alrededor del 7,4%, y la prevalencia de trastornos de ansiedad se aprecia en un 9,2%. En el
presente trabajo se han valorado numerosos estudios que han demostrado la asociación
existente entre la relación entre el consumo de alcohol y los trastornos de ansiedad. Existe
una relación bidireccional entre ambos, donde el consumo excesivo de alcohol puede
aumentar el riesgo de trastornos de ansiedad, y viceversa. Comprender esta relación es crucial
para desarrollar estrategias de prevención, diagnóstico y tratamiento efectivas para aquellas
personas que presentan problemas con el consumo de alcohol y trastornos de ansiedad.

Palabras clave: alcohol, trastornos de ansiedad, relación

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Uxue Goñi Alsua

Abstract
In the Spanish population, the prevalence of problematic alcohol consumption is estimated at
around 7.4%, and the prevalence of anxiety disorders is estimated at 9.2%. In the present
work, numerous studies have been evaluated that have demonstrated the association
between the relationship between alcohol consumption and anxiety disorders. There is a two-
way relationship between the two, where excessive alcohol consumption can increase the risk
of anxiety disorders, and vice versa. Understanding this relationship is crucial to developing
effective prevention, diagnosis, and treatment strategies for those with alcohol use problems
and anxiety disorders.

Keywords: alcohol, anxiety disorders, relationship

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Índice de contenidos
Organización del trabajo en grupo …………………………………………………………………………………………5

1. Introducción ……………………………………………………………………………………………………………………..6

1.1 Justificación ………………………………………………………………………………………………………………..8

1.2 Objetivos ………………………………………………………………………………………………………………….11

1.2.1 Objetivo general ………………………………………………………………………………………………..11

1.2.2 Objetivos específicos …………………………………………………………………………………………11

2. Desarrollo ……………………………………………………………………………………………………………………….11

2.1 Conceptualización …………………………………………………………………………………………………….11

2.1.1 Trastornos de Ansiedad …………………………………………………………………………………….11

2.1.2 Alcohol ………………………………………………………………………………………………………………14

2.1.3 Abstinencia ……………………………………………………………………………………………………….17

2.2 Tratamientos …………………………………………………………………………………………………………….18

2.2.1 Tratamientos para los trastornos de ansiedad …………………………………………………..18

2.2.2 Tratamientos para el trastorno por consumo de alcohol ……………………………………20

2.3 Estudios anteriores …………………………………………………………………………………………………..22

3. Conclusiones …………………………………………………………………………………………………………………..28

3.1 Limitaciones ……………………………………………………………………………………………………………..31

3.2 Prospectiva ……………………………………………………………………………………………………………….32

Referencias bibliográficas ……………………………………………………………………………………………………33

Anexo A. Presentación resumida de los trastornos de ansiedad según el DSM-5………………...44

Anexo B. Criterios diagnósticos del DSM-5 para el trastorno por consumo de alcohol………...48

Anexo C. Criterios diagnósticos del DSM-5 para la intoxicación por alcohol………………………...50

Anexo D. Criterios diagnósticos del DSM-5 para la abstinencia de alcohol…………………………..51

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Organización del trabajo en grupo


El presente Trabajo Fin de Grado cuenta con la característica de ser grupal y por ello ha sido
necesario repartir las tareas entre mi compañera y yo. Llevar a cabo este trabajo juntas ha
supuesto tener que dividir los apartados del TFG en distintas partes para poder repartir tareas.
Pese a que el trabajo realizado por cada una haya sido la mitad de lo que hubiera sido si lo
hubiéramos realizado de forma individual, ha sido necesario invertir tiempo en coordinar y
poner en común la información recopilada. De esta manera, lo que se ha pretendido conseguir
es que todo lo recabado adquiriese un aspecto único y no se percibiera que lo habían realizado
dos personas distintas. Por lo tanto, ésta ha sido una de las partes más complicadas y críticas
de realizar un trabajo grupal, ya que de esta buena coordinación y disposición depende en
gran medida el resultado final.

Para ello, se han llevado a cabo varias reuniones vía Skype; algunas con el objetivo de repartir
los apartados a realizar y otras, con el fin de poner en común la información ya recabada por
cada una. En todo momento hemos sido conocedoras de la información que la otra ha
encontrado a través de un drive creado en nuestro primer encuentro y el cual nos ha sido de
gran ayuda para mantener la información actualizada. En este drive, tanto mi compañera como
yo hemos ido haciendo la parte que nos correspondía de manera simultánea y también
leyendo y revisando la parte de la otra. Una de las ventajas que hemos tenido al hacerlo juntas
ha sido que los fallos de una los revisaba la otra y viceversa; es cierto que ver el trabajo desde
fuera con otros ojos ayuda bastante a corregir posibles errores o incluso a proponer diferentes
ideas.

A lo largo del recorrido hemos ido atravesando diferentes baches que con buena actitud y
constancia hemos podido ir superando. Para las dos ha sido la primera vez en realizar un TFG
y eso ha hecho que tengamos bastantes interrogantes a la hora de ponernos a trabajar. A pesar
de las dificultades que hemos tenido en el camino, con el apoyo mutuo que hemos recibido la
una de la otra hemos podido ir superando los obstáculos y alcanzando con éxito los retos
marcados.

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1. Introducción
Según los profesionales españoles que se dedican al ámbito de la salud mental, la pandemia
provocada por el COVID-19 ha sacado a la luz, más que nunca, la fragilidad de la salud mental.
La precariedad existente en este ámbito se hace evidente al saber que en España el gasto en
salud mental supone tan solo el 5% del gasto total en sanidad y solamente hay 2600 psicólogos
clínicos en la sanidad pública (March, 2021). Estos datos asustan aún más si tenemos en
cuenta el reciente incremento en trastornos mentales que ha supuesto una subida de entre
el 15-20% tras la llegada del COVID-19. Por ello, queda clara la necesidad urgente de aumentar
la inversión en servicios de salud mental si no queremos que los trastornos psicológicos vayan
aumentando.

En esta línea, debido a las dificultades que existen para acceder a la salud mental, las cuales
suponen largos tiempos de espera a causa de la escasez de profesionales, se ha creado una
desigualdad entre aquellos que pueden hacer frente al costo de la atención privada y los que
no tienen más remedio que esperar durante meses una cita mientras conviven con su
trastorno. Si a esto le añadimos que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de
cada cuatro personas en el mundo ha sufrido, sufre o sufrirá un problema de salud mental a
lo largo de su vida, y que en el año 2030 se espera que los trastornos mentales sean la primera
causa de discapacidad a nivel mundial, el panorama de la salud mental se presenta bastante
desesperanzador.

Estos trastornos mentales de los que hablamos están recogidos en el Manual Diagnóstico
DSM-5, donde podríamos destacar los Trastornos de Ansiedad (TA) por ser los más frecuentes
en personas de cualquier edad (infancia, adolescencia y adultez) y capaces de alcanzar un
estado incapacitante dependiendo de la sintomatología del individuo (Macías, 2019). No nos
debemos olvidar que dentro de las características generales de estos trastornos se encuentran
el miedo excesivo, la angustia, los ataques de pánico y la evitación de amenazas percibidas.

De esta manera, es importante que tengamos en cuenta que los TA pueden aparecer a
cualquier edad y que cuentan con un gran número de factores desencadenantes. En la
investigación sobre síntomas de ansiedad, son numerosos los estudios en población de 18 a
59 años llevados a cabo, mostrando como principal factor de riesgo en ese grupo de edad el
consumo de alcohol (Chávez, 2020). Este consumo de alcohol se considera uno de los

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problemas más importantes en cuanto a salud pública en las sociedades occidentales,


generando así diversos problemas a nivel físico, psicológico y social. Según Chávez (2020)
conociendo si existe una correlación directa entre el consumo de alcohol y la aparición de
síntomas asociados a los TA, los servicios públicos de atención podremos establecer medidas
más eficaces para la promoción de la salud mental.

Llegados a este punto, sería interesante mencionar dos cuestiones de suma importancia. Por
un lado, si la ansiedad puede contribuir a la dependencia del alcohol y por otro, si la adicción
al alcohol puede hacer que la ansiedad empeore. Pues bien, no es poca la gente que consume
alcohol con el objetivo de relajarse; de hecho, como afirma Ross (2016) es muy común que la
gente gestione el estrés o la ansiedad con alcohol. Lo que ocurre es que el alcohol hace que el
cerebro se relaje y, por lo tanto, las personas que se encuentran bajo sus efectos no piensan
tan rápido. Pese a no ser el método más deseable para combatir la ansiedad es el elegido por
gran parte de la población.

En cuanto a la segunda cuestión, ocurre con cierta frecuencia que las personas con adicción al
alcohol desencadenan TA o, incluso, hace que el TA que ya tenían empeore. Así, Ross afirma
que beber mucho y con frecuencia puede agravar el problema, llegando a dañar los nervios
del cerebro y reduciendo así el efecto de los neurotransmisores, tan importantes para la salud
mental.

Por lo tanto, se puede decir que el alcohol sirve como mecanismo de afrontamiento. Algunas
personas con trastornos de ansiedad pueden recurrir al alcohol como una forma de hacer
frente a sus síntomas. El alcohol puede proporcionar un alivio temporal de la ansiedad, ya que
tiene efectos sedantes y relajantes. Sin embargo, este alivio es solo momentáneo y el consumo
excesivo de alcohol puede empeorar los síntomas de ansiedad a largo plazo.

El alcohol puede ser también el desencadenante de la ansiedad. Aunque algunas personas


utilizan el alcohol para reducir la ansiedad, también puede ser un desencadenante de los
síntomas de ansiedad. El consumo de alcohol puede causar cambios químicos en el cerebro y
afectar al equilibrio de los neurotransmisores, lo que puede aumentar la ansiedad en algunas
personas. Además, la resaca y los efectos de abstinencia del alcohol también pueden
desencadenar síntomas de ansiedad.

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El consumo crónico y excesivo de alcohol puede tener efectos negativos en la salud mental en
general. Puede contribuir al desarrollo o empeoramiento de trastornos de ansiedad
generalizada o el trastorno de pánico. Además, el alcohol puede interferir con los tratamientos
para la ansiedad, como los medicamentos ansiolíticos o las terapias cognitivo-conductuales.

Existe un ciclo peligroso en el que la ansiedad y el consumo de alcohol se refuerzan


mutuamente. La ansiedad puede llevar al consumo de alcohol como una forma de
autorregularse, pero a largo plazo, el alcohol puede aumentar la ansiedad y llevar a un
consumo más excesivo. Este ciclo puede ser difícil de romper sin buscar tratamiento
especializado (Buckner et al., 2010).

1.1 Justificación

El estrés vital, como una pérdida, una enfermedad o una catástrofe, es uno de los factores de
riesgo que puede desarrollar un TA (DSM-5, 2013). Si tenemos esto en cuenta, podemos
afirmar que la angustia vital se ha incrementado en todo el mundo durante la última década
debido a la pandemia por COVID-19. Este hecho ha provocado un aumento del 25% en la
prevalencia de la ansiedad en todo el mundo, por lo que podemos confirmar que la ansiedad
ha pasado a ser un dato realmente relevante a tener en cuenta en la actualidad. Según el
Ministerio de Sanidad, los TA afectan al 6,7% de la población española (8,8% en mujeres y
4,5% en hombres) (BDCAP, 2020).

La ansiedad puede afectar significativamente tanto al rendimiento como a las relaciones


interpersonales. En términos de rendimiento, la ansiedad puede afectar la capacidad de una
persona para concentrarse y procesar información, lo que puede llevar a una disminución en
el rendimiento laboral o académico. Además, la ansiedad también puede afectar la capacidad
de una persona para tomar decisiones y resolver problemas de manera efectiva. En cuanto a
las relaciones interpersonales, puede llevar a la evitación social y la falta de comunicación
efectiva. Esto puede llevar a la soledad y al aislamiento social, lo que a su vez puede empeorar
dicha ansiedad. También es importante destacar que esta enfermedad puede llevar a un
comportamiento negativo, como la irritabilidad o la agresión. Esto puede afectar
negativamente en las relaciones interpersonales y dificultar la construcción de relaciones
saludables y duraderas.

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Respecto al alcohol, podemos anotar que es una droga legal y su consumo es socialmente
aceptado en muchos países. A pesar de que puede ser consumido de manera responsable y
moderada, su consumo excesivo puede tener graves consecuencias para la salud física y
mental, así como para la sociedad en general. En la sociedad actual, el alcohol puede estar
presente en muchos eventos sociales, lo que puede llevar a una normalización del consumo
excesivo de alcohol. Además, también se utiliza en publicidad y en la promoción de productos
y eventos, lo que puede influir en el comportamiento de las personas. El consumo excesivo de
alcohol puede llevar a una serie de problemas de salud, incluyendo daño hepático,
enfermedades cardiovasculares, trastornos del sueño, depresión y ansiedad. También puede
tener un impacto negativo en la vida social y laboral de una persona, incluyendo la pérdida de
trabajo, problemas de relaciones y la participación en actividades peligrosas (Díez, 2003).

La comorbilidad entre los TA y el consumo de alcohol es común y está bien documentada en


la literatura científica. La relación que ambos mantienen puede ser bidireccional, es decir, el
consumo de alcohol puede aumentar el riesgo de desarrollar un TA, y a su vez, el TA puede
aumentar el riesgo de problemas de consumo de alcohol (Kushner et al., 2000). Algunas
investigaciones sugieren que el consumo de alcohol puede empeorar los síntomas de los TA.
El alcohol puede tener un efecto sedante inicial, pero a largo plazo, puede aumentar los
síntomas de ansiedad y provocar TA (Kushner et al., 1990).

Dado el interés social de la cuestión, es importante plantear un estudio sobre la relación entre
los TA y el consumo de alcohol por varias razones:

1. Alta comorbilidad: Los TA y el consumo de alcohol están altamente relacionados. Las


personas con TA son más propensas a tener problemas con el alcohol y las personas
con problemas de consumo de alcohol son más propensas a desarrollar TA.

2. Consecuencias negativas: La combinación de TA y consumo de alcohol puede tener


consecuencias negativas graves, como un mayor riesgo de accidentes automovilísticos,
problemas de salud física y mental, y dificultades sociales y laborales.

3. Dificultades en el diagnóstico y tratamiento: La presencia de TA y consumo de alcohol


puede dificultar el diagnóstico y tratamiento de ambas afecciones. Si no se trata
adecuadamente, esta combinación puede llevar a una disminución en la calidad de
vida y una mayor morbilidad.

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4. Importancia de la prevención: El conocimiento de la relación entre los TA y el consumo


de alcohol es importante para la prevención. La identificación temprana y la
intervención en las personas que tienen un mayor riesgo de desarrollar ambos
trastornos pueden prevenir su desarrollo.

En resumen, es importante plantear un estudio sobre la relación entre los TA y el consumo de


alcohol para comprender mejor esta relación, mejorar el diagnóstico y tratamiento, y prevenir
el desarrollo de ambas afecciones.

El estudio de la relación entre los TA y el consumo de alcohol puede aportar varias novedades
al área de conocimiento, entre ellas:

1. Mayor comprensión de los mecanismos neurobiológicos y psicológicos subyacentes


a la comorbilidad de estos trastornos. Al investigar cómo se relacionan los TA y el
consumo de alcohol, se pueden identificar los factores de riesgo y protección que
influyen en el desarrollo y mantenimiento de ambos trastornos, así como las posibles
interacciones entre ellos.

2. Identificación de nuevas estrategias de prevención y tratamiento. Al conocer mejor


la relación entre TA y el consumo de alcohol, se pueden diseñar programas de
prevención y tratamiento más efectivos y personalizados, que aborden de manera
integrada ambos problemas y tengan en cuenta las necesidades y características
individuales de cada persona.

3. Contribución al desarrollo de políticas públicas de salud mental. La investigación


sobre la comorbilidad entre TA y consumo de alcohol puede ayudar a los responsables
de políticas públicas de salud mental a tomar decisiones informadas sobre la
asignación de recursos y la planificación de servicios de salud mental, así como a
desarrollar campañas de concienciación y prevención dirigidas a la población general.

En conclusión, el estudio de la relación entre los TA y el consumo de alcohol es importante


porque puede contribuir a una mejor comprensión de estos trastornos, identificar nuevas
estrategias de prevención y tratamiento, y mejorar las políticas públicas de salud mental.

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1.2. Objetivos

1.2.1 Objetivo general

 Explicar en qué medida se relacionan el consumo de alcohol y los TA.


1.2.2 Objetivos específicos
 Describir cómo afecta la abstinencia del consumo de alcohol en población con TA.
 Describir en qué medida puede el consumo de alcohol agravar los síntomas de TA.
 Describir en qué medida puede influir la cantidad de consumo de alcohol en población
con TA.

2.Desarrollo
2.1 Conceptualización
2.1.1 Trastornos de Ansiedad

Definiciones

La OMS define los TA como “trastornos mentales comunes caracterizados por sentimientos
de preocupación, miedo y angustia, que son frecuentes e intensos. Estos trastornos afectan la
capacidad de una persona para llevar a cabo las actividades diarias”. Según la OMS más de
264 millones de personas padecen ansiedad a nivel mundial en la actualidad, considerado
como el trastorno psiquiátrico más importante en el mundo.

Según el DSM-5, los TA son una categoría de trastornos caracterizados por ansiedad excesiva
y persistente, junto con síntomas específicos según el tipo de trastorno, como ataques de
pánico, preocupaciones obsesivas o miedos racionales. Los TA se diferencian entre sí según
las situaciones que inciten al miedo, la ansiedad o las conductas de evitación, y según la
cognición asociada. A pesar de que este tipo de trastornos suelen tener mucha comorbilidad,
se pueden distinguir mediante un buen análisis diferencial en el que se detallen las situaciones
que se temen o evitan y el contenido de sus pensamientos o creencias. En el anexo A aparecen
las diferentes tipologías de TA contemplados en el DSM-5 (APA, 2013) definidos, así como sus
criterios complementarios.

Peter Lang propuso en 1968 la teoría tridimensional de la ansiedad, también conocida como
la teoría del triple sistema de respuesta de la ansiedad. Según Lang las propuestas
emocionales se organizan en tres sistemas neurofisiológicos distintos:

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1. Sistema de activación cortical (SAC): este sistema se relaciona con la experiencia


subjetiva de la emoción y se basa en la actividad cerebral cortical. Está asociado con la
evaluación cognitiva y la interpretación de los estímulos emocionales.

2. Sistema de activación del sistema nervioso autónomo (SNA): este sistema se refiere
a la respuesta fisiológica del organismo ante estímulos emocionales. Está asociado con
cambios en la actividad del sistema nervioso autónomo, como la frecuencia cardíaca,
la conductancia de la piel y la actividad electrodermal.

3. Sistema de activación del músculo esquelético (SAM): este sistema implica la


movilización de respuestas musculares relacionadas con la emoción, como la
expresión facial y la tensión muscular. Está asociado con la expresión externa de la
emoción.

La interacción entre estos tres sistemas da lugar a las respuestas emocionales completas, que
incluyen la experiencia subjetiva, los cambios fisiológicos y la expresión conductual. Según
este modelo, cada uno de los sistemas puede ser evaluado y medido de manera independiente
para comprender y estudiar las respuestas emocionales (Lang, 1995).

Epidemiología

La prevalencia de los TA varía dependiendo del trastorno específico y la población estudiada.


Vamos a comentar la información general sobre la prevalencia de algunos TA:

 Trastorno de ansiedad generalizada (TAG): es uno de los TA más comunes. Según


estudios epidemiológicos, la prevalencia a lo largo de la vida del TAG oscila entre el 4%
y el 7% en la población general (Kessler et al., 2005).

 Trastorno de pánico (TP): se caracteriza por ataques de pánico recurrentes e


inesperados. Se estima que la prevalencia a lo largo de la vida del TP es
aproximadamente el 2-3% en la población general (Kessler et al., 2005).

 Trastorno de ansiedad social (TAS): se caracteriza por un temor persistente y


abrumador a situaciones sociales. La prevalencia a lo largo de la vida del TAS se estima
entre el 7% y el 13% en la población general (Martin, 2008).

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 Trastorno de estrés postraumático (TEPT): puede desarrollarse después de un evento


traumático. La prevalencia a lo largo de la vida del TEPT en la población general varía
entre el 6% y el 9% (Kessler et al., 2005).

Es importante tener en cuenta que las estimaciones de prevalencia pueden variar en


diferentes estudios y poblaciones, y es posible que haya diferencias culturales y geográficas
en la presentación de los TA. Además, la disponibilidad y el acceso a la atención de salud
mental pueden afectar la detección y el diagnóstico adecuado de los TA.

Respecto a la prevalencia diferencial, en general, se ha observado que las mujeres tienen una
mayor prevalencia de TA en comparación con los hombres. Esto es especialmente notable en
trastornos como el TAG, el TP y el TAS. Los factores socioculturales pueden influir en las
diferencias de género en los TA. Por ejemplo, se ha sugerido que las presiones sociales y los
roles de género pueden aumentar la vulnerabilidad de las mujeres a desarrollar TA. En cuanto
a la presentación clínica, aunque las mujeres tienden a tener una mayor prevalencia de TA, los
hombres pueden presentar síntomas de ansiedad de manera diferente. Algunos estudios
sugieren que los hombres pueden experimentar más síntomas somáticos o externalizar sus
síntomas de ansiedad a través de comportamientos de riesgo, como el abuso de sustancias
(McLean y Anderson, 2009).

Los TA a menudo se presentan en comorbilidad con otros trastornos, lo que puede influir en
la gravedad de los síntomas, el pronóstico y el tratamiento. La depresión es una de las
comorbilidades más comunes en los TA. Se ha observado que aproximadamente el 50% de las
personas con TA también tienen síntomas depresivos significativos (Kessler et al.,
2005). También existe una alta comorbilidad entre los TA y los trastornos por consumo de
sustancias, ya que las personas con TA tienen un mayor riesgo de desarrollar un trastorno por
consumo de sustancias, y viceversa (Blumenthal et al., 2011). Los TA también están asociados
con un mayor riesgo de trastornos del sueño, como el insomnio y la pesadilla (Taylor et al.,
2005).

Los TA pueden comenzar en diferentes momentos de la vida. Algunas personas pueden


experimentar síntomas de ansiedad desde la infancia o la adolescencia, mientras que en otros
casos los síntomas pueden aparecer más tarde en la adultez. El inicio temprano de los TA
puede estar influenciado por factores genéticos, ambientales y de crianza (Beesdo et al., 2009;

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Hettema et al., 2001; McLeod et al., 2007). Algunos TA, como el TAG y el TAS, pueden tener
un curso crónico, con síntomas persistentes a lo largo del tiempo. Estos trastornos pueden
presentar fluctuaciones en la gravedad de los síntomas, pero generalmente persisten a lo
largo de la vida si no se reciben tratamientos adecuados (Kessler et al., 2005). Otros TA, como
el TP, pueden tener un curso episódico, con la aparición de ataques de pánico intensos y
recurrentes seguidos de períodos de remisión. Sin embargo, es posible que se presenten
recaídas en momentos de estrés o desencadenantes específicos (Bruce et al., 2005). Los TA
también pueden estar asociados con un mayor riesgo de transición a otros trastornos
mentales, como la depresión o el abuso de sustancias. La comorbilidad y la interacción entre
diferentes trastornos pueden influir en el curso de los TA. (Andersh y Hetta, 2003).

Etiología

La etiología de los TA es compleja y multifactorial involucrando una combinación de factores


genéticos, neurobiológicos, psicológicos y ambientales. En cuanto a los factores genéticos, se
ha observado que existe una predisposición hereditaria a los TA, aunque no se ha identificado
un gen específico responsable de ellos. En cambio, se cree que varios genes diferentes pueden
estar involucrados y que su interacción con factores ambientales puede desencadenar el
trastorno (Smoller et al., 2009). En el ámbito neurobiológico, se ha encontrado que los TA
están relacionados con una disfunción en los sistemas de neurotransmisores, como el sistema
serotoninérgico y el sistema GABAérgico. Además, se ha observado una hiperactividad en el
eje-hipotálamo-hipófisis-adrenal (HPA), que es responsable de la respuesta al estrés (Etkin y
Wager, 2007). En cuanto a los factores psicológicos, se cree que la experiencia de eventos
estresantes o traumáticos puede contribuir al desarrollo de TA, así como las respuestas de
afrontamiento disfuncionales, como la evitación o el pensamiento catastrófico. Además, se ha
observado una mayor tendencia a la ansiedad en personas con rasgos de personalidad como
el neuroticismo (Beck y Clark, 1997). Respecto a los factores ambientales, se ha encontrado
que los TA están relacionados con experiencias estresantes en la vida, como la muerte de un
ser querido, el abuso sexual o la exposición a un desastre natural (Green et al., 2010).

2.1.2 Alcohol

Definiciones

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Según la OMS, el alcohol es “una sustancia psicoactiva que se encuentra en las bebidas
alcohólicas, como la cerveza, el vino y los licores destilados. El alcohol tiene propiedades
sedantes y puede afectar el sistema nervioso central. Su consumo excesivo y prolongado
puede causar dependencia y tener efectos nocivos para la salud.

El ciclo de la adicción al alcohol es un proceso que describe las etapas comunes en el desarrollo
y mantenimiento de la adicción. Aunque las etapas pueden variar en duración y gravedad para
cada individuo, en general, el ciclo de la adicción al alcohol incluye las siguientes fases (Koob
y Volkow, 2010):

 Inicio: en esta etapa, una persona comienza a consumir alcohol de forma experimental
o social. Puede ser motivada por la curiosidad, la presión social o el deseo de
experimentar los efectos del alcohol.

 Uso problemático: en esta fase, el consumo de alcohol se vuelve más frecuente y en


mayores cantidades. Pueden aparecer problemas relacionados con el consumo, como
la pérdida de control sobre la cantidad de alcohol consumido, dificultades para cumplir
con las responsabilidades diarias, problemas de relación y síntomas de abstinencia
cuando se intenta dejar de beber.

 Dependencia: en esta etapa, la persona desarrolla una dependencia física y psicológica


del alcohol. Experimenta síntomas de abstinencia cuando intenta dejar de beber y
necesita consumir cada vez más alcohol para obtener los mismos efectos. El alcohol se
convierte en una prioridad y puede interferir en todas las áreas de la vida de la
persona.

 Mantenimiento de la adicción: en esta fase, la adicción al alcohol se mantiene y se


vuelve crónica. La persona se encuentra en un ciclo de consumo compulsivo de alcohol,
a pesar de los problemas físicos, mentales, sociales y emocionales que puede
experimentar.

 Recaída: es una parte común del ciclo de la adicción. Incluso después de buscar
tratamiento y lograr la sobriedad, existe el riesgo de volver a caer en el consumo de
alcohol. La recaída puede ocurrir debido a desencadenantes emocionales, situaciones
estresantes o falta de apoyo adecuado.

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Epidemiología

Según el informe de la OMS sobre alcohol y salud, se estima que aproximadamente el 60% de
la población mundial ha consumido alcohol en el último año, y alrededor del 40% ha
consumido alcohol en los últimos 30 días (WHO, 2018). La epidemiología del alcohol también
ha investigado el consumo de alcohol en poblaciones jóvenes, como adolescentes y jóvenes
adultos. Estos estudios han revelado tasas de consumo de alcohol, patrones de consumo y
factores de riesgo asociados con el inicio temprano del consumo de alcohol en esta población
(Johnston et al., 2016). En cuanto al género podemos afirmar que en general, los hombres
tienden a tener tasas más altas de consumo de alcohol en comparación con las mujeres. Esto
incluye tanto la frecuencia como la cantidad de consumo. Los hombres también tienen una
mayor prevalencia de consumo excesivo de alcohol y de consumo de alcohol de riesgo (WHO,
2018). Las mujeres tienden a experimentar efectos adversos relacionados con el alcohol, como
daño hepático, enfermedades cardiovasculares y trastornos de salud mental, a un menor nivel
de consumo en comparación con los hombres (Wilsnack et al., 2013).

En el caso del alcohol, es común encontrar comorbilidad con otros trastornos de salud mental
y médicos. El consumo de alcohol se asocia con un mayor riesgo de desarrollar trastornos de
salud mental, como TA, depresión, trastornos de conducta alimentaria y trastornos del sueño.
A su vez, las personas que ya padecen trastornos de salud mental tienen un mayor riesgo de
desarrollar problemas relacionados con el consumo de alcohol (Grant et al., 2015). El consumo
excesivo y crónico de alcohol puede aumentar el riesgo de desarrollar trastornos médicos,
como enfermedades hepáticas, enfermedades cardiovasculares, trastornos gastrointestinales
y trastornos neurológicos (Rehm et al., 2017).

El inicio del consumo de alcohol generalmente ocurre durante la adolescencia o la edad adulta
temprana. Factores como la disponibilidad del alcohol, la influencia social, los factores
familiares y genéticos, y la curiosidad pueden desempeñar un papel importante en el inicio
del consumo de alcohol (Leggat et al., 2022). El curso del consumo de alcohol puede variar
desde un consumo ocasional hasta un consumo problemático o adictivo. Algunas personas
pueden mantener un consumo moderado a lo largo del tiempo, mientras que otras pueden
desarrollar patrones de consumo excesivo o abuso de alcohol (Bongers et al., 2004). Algunas
personas pueden desarrollar un trastorno por consumo de alcohol, como el trastorno de
consumo de alcohol o la dependencia del alcohol. Estos trastornos implican una pérdida de

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control sobre el consumo de alcohol y consecuencias negativas para la salud y el


funcionamiento (Hasin et al., 2017). En Anexos B, C y D aparecen los criterios diagnósticos
contemplados en el DSM-5 (APA, 2013) para el trastorno por consumo de sustancias,
intoxicación por alcohol y abstinencia de alcohol.

Etiología

La etiología del consumo de alcohol es multifactorial y puede involucrar una combinación de


factores genéticos, biológicos, psicológicos y sociales.

1. Factores genéticos: existe evidencia de que la susceptibilidad al consumo de alcohol y


al desarrollo de trastornos relacionados con el alcohol puede tener un componente
genético. Se han identificado varios genes relacionados con el metabolismo del alcohol
y la respuesta al alcohol (Agrawal et al., 2012).

2. Factores biológicos: los estudios han examinado los efectos del alcohol en el cerebro
y han identificado cambios en la actividad neuronal y la liberación de
neurotransmisores relacionados con el sistema de recompensa, la motivación y el
control de impulsos (Koob y Volkow, 2010).

3. Factores psicológicos y sociales: los factores psicológicos, como el estrés, la ansiedad,


la depresión y la baja autoestima, pueden desempeñar un papel en el consumo de
alcohol (Hussong et al., 2011). Además, los factores sociales como la influencia de los
pares, las normas culturales y la disponibilidad del alcohol, también pueden influir en
el inicio y el patrón de consumo (Perkins, 2002).

2.1.3. Abstinencia

Definiciones

Según la OMS, la abstinencia se refiere a la suspensión o interrupción voluntaria de la ingesta


de una sustancia o comportamiento adictivo, como el alcohol, las drogas, el juego, entre otros.
La abstinencia puede estar asociada con síntomas físicos, emocionales y psicológicos que se
experimentan cuando una persona deja de consumir o participar en la actividad adictiva.

De acuerdo con el DSM-5, el síndrome de abstinencia se refiere a un conjunto de síntomas


físicos y psicológicos que se experimenta cuando se suspende o se reduce abruptamente el

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Lorena Martínez Ruiz Relación entre el consumo de alcohol y los trastornos de ansiedad
Uxue Goñi Alsua

consumo de una sustancia adictiva. Los síntomas de abstinencia varían según la sustancia y
pueden incluir ansiedad, irritabilidad, temblores, insomnio, sudoración, náuseas, entre otros.

En la tabla 4 de Anexos aparecen los criterios diagnósticos contemplados en el DSM-5 (APA,


2013) para la abstinencia de alcohol.

Etiología

Las causas subyacentes de los síntomas de abstinencia que ocurren cuando se interrumpe o
reduce el consumo de alcohol en personas con dependencia, implica una serie de procesos
neuroadaptativos en el cerebro:

1. Tolerancia y neuroadaptación: el consumo crónico y excesivo de alcohol puede llevar


a la tolerancia, lo que significa que se necesita cada vez más alcohol para alcanzar los
mismos efectos deseados. Esta tolerancia está asociada con cambios en el cerebro,
incluidas adaptaciones en los sistemas de neurotransmisión y receptores. Cuando se
interrumpe o se reduce el consumo de alcohol, estos cambios pueden desencadenar
síntomas de abstinencia (Koob y Volkow, 2016).

2. Desregulación de los sistemas de neurotransmisión: el consumo prolongado de


alcohol afecta a varios sistemas de neurotransmisión en el cerebro, incluyendo el
sistema glutamatérgico, el sistema GABAérgico y el sistema de dopamina. Estos
sistemas están involucrados en la regulación del estado de ánimo, la recompensa, la
ansiedad y la función cognitiva. La interrupción del consumo de alcohol puede llevar a
una desregulación de estos sistemas, lo que contribuye a los síntomas de abstinencia.

3. Factores genéticos y epigenéticos: la predisposición genética y la influencia de


factores epigenéticos también pueden desempeñar un papel en la etiología de la
abstinencia al alcohol. Algunos individuos pueden tener una mayor susceptibilidad a
los síntomas de abstinencia debido a variaciones genéticas que afectan la respuesta
del cerebro al alcohol (Prom-Wormley et al., 2015).

2.2. Tratamientos

2.2.1 Tratamientos para los TA

Tratamientos psicológicos

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Lorena Martínez Ruiz Relación entre el consumo de alcohol y los trastornos de ansiedad
Uxue Goñi Alsua

 Terapia cognitivo-conductual (TCC). Es un enfoque terapéutico ampliamente utilizado


y respaldado por evidencia para el tratamiento de los TA. La TCC se basa en la idea de
que nuestros pensamientos, emociones y comportamientos están interconectados y
que los patrones de pensamiento negativo y las respuestas de evitación contribuyen
al mantenimiento de la ansiedad. En la TCC para los TA, se trabajan diferentes técnicas
y estrategias que ayudan a los individuos a cambiar sus patrones de pensamiento
disfuncionales y a enfrentar las situaciones temidas. Algunas de las técnicas comunes
utilizadas en la TCC incluyen:

o Reestructuración cognitiva: se enfoca en identificar y cambiar los


pensamientos negativos, distorsionados o irracionales que contribuyen a la
ansiedad. Esto implica cuestionar las creencias irracionales, examinar la
evidencia que las respalda y buscar perspectivas alternativas más realistas.
Algunas técnicas comunes de reestructuración cognitiva incluyen identificación
de pensamientos automáticos, evaluación de la evidencia, búsqueda de
alternativas y reencuadre, desafío de distorsiones cognitivas y desarrollo de
afirmaciones o pensamientos positivos (Beck, 2011; Burns, 1999; Leahy 2017;
Padesky y Mooney, 2012).

o Técnicas de exposición: implican exponerse de manera gradual y controlada a


las situaciones, objetos o pensamientos temidos que provocan ansiedad, con
el objetivo de reducir la respuesta de miedo y la evitación asociada. existen
diferentes técnicas de exposición, entre las cuales se incluyen exposición en
vivo, exposición imaginada, exposición en realidad virtual y exposición
interoceptiva (Kushner et al., 2000; Craske et al., 2014; Page y Coxon, 2016;
Antony et al., 2011)

o Técnicas de manejo de la ansiedad: son estrategias y herramientas que se


utilizan para reducir los síntomas de la ansiedad y promover el bienestar
emocional. Algunas técnicas comunes utilizadas en el manejo de la ansiedad
son técnicas de relajación, respiración diafragmática, atención plena
(mindfulness) y afrontamiento activo (Kabat-Zinn, 2005; Antony et al., 2011;
Clark et al., 2014; Dugas y Robichaud, 2007).

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Lorena Martínez Ruiz Relación entre el consumo de alcohol y los trastornos de ansiedad
Uxue Goñi Alsua

Tratamientos farmacológicos

Los tratamientos farmacológicos son una opción comúnmente utilizada para el manejo de los
TA. Algunos más comunes son los antidepresivos selectivos de la recaptación de serotonina
(ISRS), inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina (IRSN), Benzodiazepinas y
bloqueadores de los receptores beta (Bandelow et al., 2015; Baldwin et al., 2014; NICE, 2019;
Rodebaugh et al., 2004).

2.2.2 Tratamientos para trastorno por consumo de alcohol

La desintoxicación es el proceso inicial para ayudar a una persona a superar la dependencia


del alcohol. Se refiere a la eliminación segura y controlada del alcohol del cuerpo,
generalmente bajo la supervisión de profesionales de la salud. El objetivo principal de la
desintoxicación es mitigar los síntomas de abstinencia y garantizar la seguridad del individuo
durante el proceso de retirada. Puede llevarse a cabo en diferentes entornos, como
hospitales, centros de tratamiento especializados o clínicas ambulatorias. Durante la
desintoxicación, se pueden utilizar ciertos medicamentos para aliviar los síntomas de
abstinencia y reducir el malestar físico y psicológico asociado con la interrupción del consumo
de alcohol. Generalmente se combina con otras formas de intervención, como TCC, terapia de
grupo y programas de apoyo continuo (Sullivan et al., 1989; Minozzi et al., 2010; Schuckit,
2014; Sarff y Gold, 2010).

Tratamientos psicológicos

 TCC. Es una forma de terapia ampliamente utilizada en el tratamiento por consumo de


alcohol. Se basa en la idea de que nuestros pensamientos, emociones y
comportamientos están interconectados, y que, al cambiar los patrones de
pensamiento y comportamiento negativos, podemos mejorar nuestra salud mental y
superar la dependencia del alcohol. Esta terapia generalmente se lleva a cabo en
sesiones individuales o en grupo con un terapeuta capacitado. El terapeuta trabajará
con estrecha colaboración con el individuo para identificar y abordar los pensamientos
y comportamientos que contribuyen al consumo problemático del alcohol. Los
objetivos de esta terapia pueden variar según las necesidades individuales de cada
persona, pero en general, son los siguientes: reducción o abstinencia del consumo de
alcohol, identificación de desencadenantes y factores de riesgo, desarrollo de

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Uxue Goñi Alsua

habilidades de afrontamiento adaptativas, cambio de patrones de pensamiento


disfuncionales y prevención de recaídas. Algunas técnicas comunes utilizadas en la TCC
para el trastorno por consumo de alcohol incluyen entrenamiento en habilidades de
afrontamiento, exposición y prevención de respuesta (EPR), manejo de contingencias
y planificación de recaídas (Monti y Rohsenow, 1999; Project MATCH Research Group,
1997; Combine Study Research Group, 2003).

 Terapia de grupo: es una modalidad de tratamiento ampliamente utilizada en el


abordaje del trastorno por consumo de alcohol. Consiste en la participación de varios
individuos que comparten la misma problemática y se reúnen regularmente bajo la
guía de un terapeuta o facilitador. Esta forma de terapia ofrece numerosos beneficios,
como el apoyo social, la comprensión mutua, la reducción del aislamiento, el
aprendizaje de habilidades de afrontamiento y la oportunidad de recibir
retroalimentación constructiva. En esta terapia se trabajan diferentes aspectos, entre
ellos: apoyo emocional, intercambio de estrategias y habilidades de afrontamiento,
retroalimentación y confrontación, y construcción de habilidades sociales (Kaskutas et
al., 2002; Project MATCH Research Group, 1997; Moos et al., 1990).

 Terapia familiar: es una modalidad de tratamiento que se utiliza en el abordaje del


trastorno por consumo de alcohol, ya que reconoce el impacto que el problema tiene
en el sistema familiar y busca involucrar a los miembros de la familia en el proceso de
recuperación. Esta forma de terapia se enfoca en mejorar la comunicación, fortalecer
los vínculos familiares, abordar patrones disfuncionales y promover cambios positivos
en el entorno familiar. Esta terapia tiene varios objetivos: educación y comprensión,
comunicación efectiva, establecimiento de límites y líneas de apoyo, resolución de
conflictos y promoción de cambios positivos en el entorno familiar (McCrady y Epstein,
2009; Staton y Shadish, 1997; O´Farrell y Fals-Stewart, 2000).

Tratamientos farmacológicos

El tratamiento farmacológico para el trastorno por consumo de alcohol puede ser una parte
importante en el abordaje integral de la enfermedad. Existen diferentes medicamentos que
se utilizan para ayudar a reducir el consumo de alcohol y prevenir las recaídas. Estos

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Lorena Martínez Ruiz Relación entre el consumo de alcohol y los trastornos de ansiedad
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medicamentos actúan de diversas formas, ya sea disminuyendo el deseo de consumir alcohol,


bloqueando los efectos placenteros del alcohol o tratando los síntomas de abstinencia.

Algunos de los medicamentos comúnmente utilizados en el tratamiento de este trastorno


incluyen Naltrexona, Acamprosato, Disulfiram y Topiramato (SAMHSA & NIAAA 2015; Jonas
et al., 2014; Maisel et al., 2013).

2.3 Estudios anteriores

El consumo de alcohol es uno de los principales problemas de salud, principalmente en


estudiantes ya que se asocia a diversos factores, haciendo referencia a emociones
desagradables, momentos agradables, búsqueda de nuevas situaciones y conflictos con los
padres. En estas situaciones, los jóvenes recurren al consumo de sustancias nocivas para
reducir los niveles de estrés y conseguir un estado de bienestar (Palacios, 2012). Por tanto,
puede haber diferentes motivaciones comunes para que la población, especialmente los
adolescentes, consuman alcohol:

- Experimentación y curiosidad. Los adolescentes pueden sentir curiosidad acerca del


alcohol y desean experimentar para explorar nuevas sensaciones y experiencias
(Johnston et al., 2016).

- Búsqueda de emociones y diversión. Algunas personas pueden creer que el consumo


de alcohol les brinda una sensación de excitación y les permite socializar más
fácilmente en situaciones sociales (Read et al., 2007).

- Ajuste social y aceptación. El consumo de alcohol puede estar motivado por el deseo
de encajar y ser aceptado dentro de un grupo de pares. Los adolescentes pueden
percibir que beber alcohol es una forma de ser aceptado y considerado “adulto”
dentro de su entorno social (Borsari y Carey, 2001).

- Manejo del estrés y la ansiedad. Muchas personas pueden recurrir al alcohol como
una forma de hacer frente al estrés, la ansiedad u otras dificultades emocionales.
Pueden ver el alcohol como una manera de relajarse y escapar temporalmente de sus
problemas (Patrick et al., 2012).

- Influencia de los medios y la publicidad. Los mensajes promocionales y la


representación del consumo de alcohol en los medios de comunicación pueden influir

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Lorena Martínez Ruiz Relación entre el consumo de alcohol y los trastornos de ansiedad
Uxue Goñi Alsua

en las actitudes y comportamientos de los adolescentes, generando una mayor


atracción hacia el consumo de alcohol (Saffer y Dave, 2006).

También es de importancia nombrar otro estudio que mostró que la activación de


expectativas positivas sobre los efectos del alcohol y la inducción de un estado de ánimo
positivo se asociaron con un aumento en el consumo de alcohol posterior. Esto ocurre debido
a que las personas pueden experimentar los efectos positivos asociados con el alcohol y
utilizarlo como una forma de mejorar su estado de ánimo (Stein et al., 2000). Por consiguiente,
podemos afirmar que los jóvenes pueden recurrir al consumo de alcohol u otras sustancias
para hacer frente a emociones desagradables o buscar momentos de diversión y nuevas
experiencias. Sin embargo, es importante destacar que el uso de sustancias nocivas como una
forma de afrontamiento puede ser contraproducente y tener efectos perjudiciales a largo
plazo. También podemos confirmar que la activación de expectativas positivas sobre los
efectos de alcohol y la inducción de un estado de ánimo positivo se han asociado con un
aumento en el consumo de alcohol posterior. Teniendo esto en cuenta, en lugar de depender
del alcohol o las drogas para lidiar con el estrés o buscar bienestar, consideramos importante
promover estrategias saludables de afrontamiento, como la práctica de ejercicio físico, la
adopción de hábitos de sueño adecuadas, la búsqueda de apoyo social y el desarrollo de
habilidades de manejo de estrés.

Tal y como explican Castaño y Calderón (2014), el consumo de alcohol en jóvenes y en adultos
es diferente; en el primero, está relacionado con más efectos negativos como mala relación
con la familia, amigos y profesores, bajo rendimiento académico, alteración del orden público
e implicación en actividades de riesgo (conducir bajo los efectos del alcohol, sexo inseguro).
Entre el 23% y el 69% de las personas con trastornos de adicción al alcohol padecen síntomas
de ansiedad. Esta variabilidad depende del sexo, edad, o tiempo de adicción alcohólica
(Castaño y Calderón, 2014). En un estudio se examinó la asociación entre el uso inadecuado
de alcohol y los síntomas de depresión y ansiedad en adultos jóvenes. Los investigadores
propusieron determinar si el consumo excesivo de alcohol estaba relacionado con un mayor
riesgo de experimentar síntomas depresivos y ansiosos en esta población. En el estudio se
tuvo en cuenta factores como el género, el nivel socioeconómico y el uso de sustancias
adicionales. Los resultados del estudio indicaron que aquellos que consumían alcohol en
exceso tenían una mayor probabilidad de informar síntomas significativos de depresión y

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Lorena Martínez Ruiz Relación entre el consumo de alcohol y los trastornos de ansiedad
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ansiedad en comparación con aquellos que no tenían un consumo excesivo de alcohol.


Además, se observó una relación dosis-respuesta, lo que significa que a medida que
aumentaba la cantidad y frecuencia del consumo de alcohol, también aumentaban los
síntomas depresivos y ansiosos (Boden et al., 2011).

Por lo tanto, al hablar de alcoholismo inevitablemente tenemos que hablar de ansiedad, ya


que ambos mantienen una relación bastante compleja y de carácter bidireccional. No
obstante, una persona que consume alcohol no tiene por qué ser ansiosa y una persona con
ansiedad no necesariamente tiene que consumir alcohol. Podemos encontrar diferentes
estudios que examinan la relación bidireccional entre los trastornos de ansiedad y los
trastornos por consumo de alcohol. Existen diferentes perspectivas teóricas que explican esta
relación, como la hipótesis de la automedicación, la hipótesis de la vulnerabilidad compartida
y la hipótesis de la casualidad recíproca. La hipótesis de la automedicación sugiere que las
personas con TA pueden usar el alcohol como una forma de automedicación, es decir, como
una estrategia para aliviar los síntomas de la ansiedad. Según esta perspectiva, el consumo de
alcohol actuaría como una forma de autorregulación de los síntomas de ansiedad, al menos
temporalmente. Sin embargo, a largo plazo, el consumo de alcohol puede empeorar los
síntomas y conducir a un mayor deterioro en la salud mental. La hipótesis de la vulnerabilidad
compartida sugiere que ciertos factores de riesgo, como la genética, la neurobiología o los
factores ambientales, pueden predisponer a una persona tanto a desarrollar TA como a tener
problemas con el consumo de alcohol. Es decir, estas condiciones pueden compartir
mecanismos subyacentes que los hacen más propensos a co-ocurrir en una misma persona.
La hipótesis de la causalidad recíproca plantea que ambos trastornos pueden influenciarse
mutuamente a lo largo del tiempo. Por un lado, el consumo de alcohol puede aumentar el
riesgo de desarrollar TA, ya sea como resultado directo de los efectos del alcohol en el sistema
nervioso central o debido a las consecuencias negativas asociadas con el consumo
problemático de alcohol. Por otro lado, los TA también pueden aumentar el riesgo de
desarrollar problemas con el consumo de alcohol, ya que algunas personas pueden recurrir al
alcohol como una forma de afrontar los síntomas de ansiedad. (Kushner et al., 2000).

En otros estudios también se habla de los mecanismos subyacentes a esta relación igual que
en el estudio anterior, como la influencia de los efectos neuroquímicos del alcohol en el
sistema de estrés y respuesta al miedo, así como los factores genéticos y ambientales que

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Lorena Martínez Ruiz Relación entre el consumo de alcohol y los trastornos de ansiedad
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pueden contribuir a ambas condiciones. Por tanto, es destacable la importancia de considerar


los problemas relacionados con el consumo de alcohol como un factor de riesgo en el
desarrollo de TA (Koob, 2008; Hettema et al., 2001; Bolton et al., 2009). Las perspectivas
teóricas que mencionamos, como la hipótesis de la automedicación, la hipótesis de la
vulnerabilidad compartida y la hipótesis de la causalidad recíproca, son marcos conceptuales
que se han propuesto para comprender la compleja relación entre el alcoholismo y la
ansiedad. Apoyamos que estas perspectivas teóricas ofrecen diferentes explicaciones sobre
cómo se relacionan y pueden influenciarse mutuamente estos dos fenómenos. Por tanto,
podemos confirmar que algunas personas pueden recurrir al consumo de alcohol como una
forma de afrontar o automedicarse contra los síntomas de ansiedad o depresión, pero esto
puede conducir a un ciclo negativo en el que el consumo de alcohol empeora los síntomas a
largo plazo. De todos modos, vemos importante destacar que cada individuo es único y puede
responder de manera diferente al consumo de alcohol y la manifestación de síntomas de
ansiedad y depresión.

Según Schuckit (2006), la comorbilidad entre trastornos por uso de sustancias y trastornos
psiquiátricos en individuos es muy común y se ha observado que ocurre con frecuencia en la
práctica clínica. En su estudio revisó la literatura científica existente sobre la comorbilidad
entre trastornos por uso de sustancias y condiciones psiquiátricas, incluyendo trastornos del
estado de ánimo, TA, trastornos de personalidad, trastornos psicóticos y trastornos del sueño
entre otros. Los hallazgos del estudio demostraron que las personas con trastornos por uso
de sustancias tienen una mayor probabilidad de presentar trastornos psiquiátricos en
comparación con la población general. El estudio también sugirió que los factores genéticos y
ambientales compartidos pueden contribuir a la aparición simultánea de trastornos por uso
de sustancias y trastornos psiquiátricos. Los resultados sugieren la necesidad de un enfoque
integrado en el diagnóstico y el tratamiento de estos trastornos para abordar adecuadamente
las complejas interacciones entre ellos (Schuckit, 2006).

En cuanto al TAS, se sabe que las personas que lo sufren pueden recurrir al consumo de alcohol
como una forma de manejar su ansiedad en situaciones sociales, pero se desconoce si estos
comportamientos están relacionados con un mayor riesgo de problemas relacionados con el
alcohol. En un estudio se mostró que los comportamientos de consumo de alcohol en
situaciones sociales específicas eran predictores significativos de problemas relacionados con

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Lorena Martínez Ruiz Relación entre el consumo de alcohol y los trastornos de ansiedad
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el alcohol en individuos con ansiedad social. Específicamente se encontró que el consumo


excesivo de alcohol en situaciones sociales estaba asociado con un mayor riesgo de problemas
relacionados con el alcohol, como el consumo excesivo episódico, la embriaguez y los
arrepentimientos relacionados por el consumo de alcohol (Buckner y Heimberg, 2010). Estos
hallazgos sugieren que los comportamientos de consumo de alcohol en situaciones sociales
específicas son un factor importante en la relación entre la ansiedad social y los problemas
relacionados con el alcohol. En otro estudio se encontró que las personas con TAS tenían una
mayor probabilidad de desarrollar un trastorno por consumo de alcohol, y también se observó
una relación bidireccional entre ambas (Cox y Klinger, 1988; Buckner et al., 2008). Podemos
comprobar que existe una amplia evidencia que respalda la idea de que las personas que
presentan trastornos por uso de sustancias tienen una mayor probabilidad de experimentar
trastornos psiquiátricos en comparación con la población general. Por tanto, podemos afirmar
que hay una alta comorbilidad entre los TA y los trastornos por consumo de alcohol.

En cuanto al tratamiento de los TA y la abstinencia del consumo de alcohol, debe abordarse


de manera integral. Esto puede incluir terapia cognitivo-conductual, terapia de grupo, apoyo
farmacológico y estrategias de manejo del estrés (McHugh et al., 2010; Kaskutas et al., 2014;
Nunes y Levin, 2004; Sinha, 2008). La terapia y el apoyo de profesionales de la salud
especializados en TA y adicciones pueden ser fundamentales para ayudar a las personas a
enfrentar la abstinencia y desarrollar estrategias efectivas para manejar la ansiedad sin
alcohol.

A la hora de hablar de la abstinencia del consumo de alcohol en personas con TA podemos


afirmar que puede ser un desafío debido a la interacción entre el alcohol y los síntomas de
ansiedad. Aunque el alcohol puede proporcionar un alivio temporal de los síntomas de
ansiedad, su consumo prolongado puede empeorar estos síntomas Los síntomas pueden
incluir irritabilidad, inquietud, dificultad para dormir, temblores, sudoración y aumento de la
frecuencia cardíaca. (Kushner et al., 2005). El alcohol actúa como depresor del sistema
nervioso central, lo que puede aumentar los sentimientos de ansiedad y llevar a un ciclo de
consumo para autorregular los síntomas (Robinson y Berridge, 2008).

Hay un estudio que investigó la relación entre los problemas relacionados con el consumo de
alcohol y la mortalidad en individuos que padecen TA y/o depresivos. El seguimiento de los
participantes se llevó a cabo durante un período de 15 años, utilizando registros de

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Lorena Martínez Ruiz Relación entre el consumo de alcohol y los trastornos de ansiedad
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mortalidad. Se analizó la asociación entre los problemas relacionados con el alcohol y la


mortalidad en estos individuos, teniendo en cuenta factores como la edad, el sexo, la gravedad
de los TA y/o depresivos, y otros factores de riesgo. Los resultados del estudio indicaron que
aquellos individuos con problemas relacionados con el alcohol tenían una tasa de mortalidad
más alta en comparación con aquellos sin dichos problemas. Esta asociación se mantuvo
después de controlar los factores de riesgo adicionales (Rehm et al., 2016). Basándonos en
este estudio, consideramos importante destacar que la relación entre los problemas
relacionados con el consumo de alcohol y la mortalidad en individuos que padecen TA y/o
depresión es un tema de preocupación significativo. Estos resultados respaldan la importancia
de abordar los problemas relacionados con el consumo de alcohol en esta población, no solo
para mejorar su bienestar general, sino también para reducir el riesgo de consecuencias
graves. Igualmente debemos comentar que se necesitan más estudios para confirmar y
ampliar estos hallazgos.

En cuanto a la recaída en el consumo de alcohol podemos decir que es un desafío común para
muchas personas que intentan mantener la abstinencia. Hay varios factores de riesgo que
pueden influir en la probabilidad de recaída:

1. Presencia de trastornos de salud mental comórbidos: las personas que tienen


trastornos de salud mental, como la depresión, la ansiedad o los TEPT, tienen un mayor
riesgo de recaída en el consumo de alcohol. La presencia de estos trastornos puede
dificultar la recuperación y aumentar la vulnerabilidad a los desencadenantes del
consumo de alcohol (Kushner et al., 2005).

2. Falta de un sistema de apoyo sólido: un sistema de apoyo fuerte que incluya


familiares, amigos o grupos de apoyo puede ser crucial para mantener la abstinencia.
La falta de apoyo social y emocional puede aumentar el riesgo de recaída (Kelly et al.,
2008).

3. Estrés y desencadenantes relacionados con el alcohol: el estrés los eventos negativos


de la vida y los desencadenantes relacionados con el consumo de alcohol, como la
exposición a lugares o personas asociadas con el consumo anterior, pueden aumentar
la probabilidad de recaída (Witkiewitz et al., 2013).

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Lorena Martínez Ruiz Relación entre el consumo de alcohol y los trastornos de ansiedad
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Debido a esto, consideramos crucial un sistema de apoyo sólido, que incluya a familiares,
amigos o grupos de apoyo para mantener la abstinencia, ya que contar con el respaldo y la
comprensión de personas cercanas puede brindar un apoyo invaluable durante el proceso de
recuperación. También consideramos importante abordar tanto los trastornos de salud
mental como los problemas relacionados con el consumo de alcohol de manera integral, ya
que la presencia de ambos puede tener un impacto significativo en la recaída. Por último,
barajamos que es esencial identificar y desarrollar estrategias de afrontamiento saludables
para manejar el estrés y evitar los desencadenantes relacionados con el consumo de alcohol
para poder prevenir la recaída.

3. Conclusiones
El objetivo principal de este trabajo ha sido explicar en qué medida se relacionan el consumo
de alcohol y los TA. Para conseguirlo nos hemos marcado tres objetivos específicos que
responden a distintas cuestiones: cómo afecta la abstinencia del consumo de alcohol en
población con TA, en qué medida puede el consumo de alcohol agravar los síntomas de los TA
y en qué medida puede influir la cantidad consumida de alcohol en población con TA.

Tras llevar a cabo un análisis profundo sobre la temática que nos compete, basado en estudios
anteriores y abordando los objetivos fijados en un inicio, podemos extraer las siguientes
conclusiones:

• Respecto al objetivo general, se concluye que la relación que mantienen el alcohol y TA


es compleja y bidireccional.
• Con relación al primer objetivo específico, se obtuvo que los efectos de abstinencia del
alcohol también pueden desencadenar síntomas de ansiedad.
• Con relación al segundo objetivo específico, se obtuvo que un excesivo consumo de
alcohol lleva consigo una mayor probabilidad de padecer síntomas significativos de
ansiedad y depresión.
• Con relación al tercer objetivo específico, se obtuvo que a medida que aumenta la
cantidad y frecuencia del consumo de alcohol, aumentan los síntomas ansiosos y
depresivos.

• Las personas que padecen TAS tienen una mayor probabilidad de desarrollar un
trastorno por consumo de alcohol.
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Lorena Martínez Ruiz Relación entre el consumo de alcohol y los trastornos de ansiedad
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Si hacemos una reflexión sobre los estudios que existen con relación al consumo de alcohol y
los TA podemos confirmar que se ha establecido una estrecha relación entre ambos. A medida
que la investigación avanza, se evidencia cada vez más que el consumo de alcohol puede ser
tanto una causa como una consecuencia de los TA.

Por un lado, numerosos estudios han demostrado que el consumo excesivo de alcohol puede
desencadenar o agravar los síntomas de la ansiedad. El alcohol actúa como un depresor del
sistema nervioso central, lo cual puede generar una sensación inicial de alivio o relajación. Sin
embargo, a largo plazo, el consumo crónico de alcohol puede alterar el equilibrio químico del
cerebro y aumentar la ansiedad, creando un ciclo de dependencia emocional del alcohol para
lidiar con los síntomas de la ansiedad. Por otro lado, también se ha observado que las personas
con TA tienen una mayor propensión a recurrir al alcohol como una forma de automedicación
para aliviar sus síntomas. Buscan temporalmente reducir la ansiedad y experimentar una
sensación de calma, pero a largo plazo, esto puede agravar el problema y dificultar el
tratamiento adecuado de los TA.

Estos hallazgos subrayan la importancia de abordar tanto el consumo de alcohol como los TA
de manera integral. Es fundamental proporcionar a las personas herramientas y estrategias
alternativas para hacer frente a la ansiedad de manera saludable como la TCC y técnicas de
relajación. Además, es necesario promover una mayor conciencia sobre los riesgos asociados
con el consumo de alcohol, especialmente en aquellos que sufren de TA, y fomentar un
enfoque de atención médica que aborde simultáneamente ambas condiciones.

En última instancia, comprender la compleja relación entre el consumo de alcohol y los TA es


fundamental para desarrollar intervenciones efectivas y personalidad que ayuden a las
personas a superar estos desafíos y mejorar su bienestar emocional.

Sería interesante concluir el final del trabajo destacando los pocos estudios existentes sobre
el consumo de alcohol en personas ancianas. A pesar de no haber encontrado información
suficiente de este tema como para indicarla en los estudios anteriores, ya que los resultados
obtenidos no son muy significativos, es una cuestión que bien merece su mención en el
presente trabajo. Las investigaciones sobre el consumo de alcohol se han centrado en
adolescentes y los adultos jóvenes siendo relativamente escasas en las personas ancianas. El
consumo de alcohol en los ancianos a menudo ha sido subestimado o estigmatizado en la

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Lorena Martínez Ruiz Relación entre el consumo de alcohol y los trastornos de ansiedad
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sociedad. Existe una percepción errónea de que los ancianos no consumen alcohol o que el
consumo no es relevante para su salud y bienestar. Esta falta de reconocimiento y comprensión
puede haber contribuido a la falta de investigación en este campo. Durante la pandemia de
COVID-19, las personas ancianas se encontraron en un alto riesgo de aislamiento social debido
a las medidas de distanciamiento físico y las restricciones en las interacciones sociales. Este
aislamiento prolongado y la falta de contacto con sus seres queridos y comunidades pueden
tener un impacto significativo en su salud mental, incluyendo el aumento de la ansiedad y el
posible aumento del consumo de alcohol como mecanismo de afrontamiento. El aislamiento
social puede generar sentimientos de soledad, tristeza y ansiedad en las personas ancianas. La
falta de interacciones sociales y de apoyo emocional puede provocar un deterioro en su
bienestar psicológico. Además, la incertidumbre y el miedo asociados al COVID-19 han podido
aumentar los niveles de ansiedad en esta población vulnerable. En este contexto, algunas
personas ancianas pueden recurrir al consumo de alcohol como una forma de hacer frente a
estos sentimientos negativos. El alcohol puede proporcionar una sensación temporal de alivio
o relajación, lo que puede parecer atractivo en momentos de estrés y soledad. Sin embargo,
el consumo excesivo de alcohol puede empeorar los problemas de salud mental, incluyendo
la ansiedad, y tener efectos negativos en la salud física de las personas ancianas. Es importante
destacar que el consumo de alcohol no es una estrategia saludable para hacer frente a la
ansiedad o el aislamiento. Puede aumentar los sentimientos de depresión, agravar los
problemas cognitivos, interferir con la efectividad de los medicamentos y aumentar el riesgo
de caídas y otros accidentes.

También es importante señalar el aislamiento social y el abandono de las personas ancianas


en sus hogares o en residencias ya que son situaciones extremadamente preocupantes que
pueden tener consecuencias negativas significativas en su bienestar emocional y físico.
Cuando las personas ancianas experimentan el abandono, se encuentran en una situación de
vulnerabilidad extrema. La falta de cuidado y atención adecuada puede generar temor,
ansiedad y estrés constante en estas personas. La ansiedad puede manifestarse de diversas
formas en las personas ancianas que sufren abandono. Pueden experimentar preocupaciones
y miedos constantes acerca de su seguridad, bienestar y futuro. La falta de apoyo y la sensación
de desamparo pueden intensificar estos sentimientos de ansiedad. En algunos casos, las
personas ancianas pueden recurrir al consumo de alcohol como un intento de hacer frente a

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Lorena Martínez Ruiz Relación entre el consumo de alcohol y los trastornos de ansiedad
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los sentimientos negativos que experimentan debido al abandono, y esto puede llevar a una
situación de dependencia del alcohol que empeora la situación general.

Ante estas situaciones, es crucial que se implementen medidas para mitigar el aislamiento y
promover el bienestar de las personas ancianas. Esto incluye fomentar las interacciones
sociales, brindar apoyo emocional, y promover actividades que mantengan a los ancianos
activos y conectados, como programas de ejercicio o actividades recreativas adaptadas a sus
necesidades. Además, es esencial que los profesionales de la salud estén atentos a los signos
de ansiedad y consumo de alcohol en las personas ancianas, y brinden la orientación y el apoyo
necesarios. Esto puede incluir la derivación a servicios de salud mental, la promoción de
estrategias de afrontamiento saludables y el seguimiento continuo de su bienestar.

En resumen, el aislamiento social ha representado un desafío significativo para las personas


ancianas, aumentando el riesgo de ansiedad y el posible aumento del consumo de alcohol. Es
fundamental implementar medidas de apoyo y promover estrategias de afrontamiento
saludables para proteger la salud mental y el bienestar de esta población vulnerable.

3.1 Limitaciones

La primera limitación con la que nos hemos encontrado tiene que ver con la búsqueda de los
artículos de donde ha salido el contenido del presente trabajo. Estos artículos, en muchas
ocasiones, no han sido todo lo recientes que nos hubiera gustado; aunque, tras valorar su
idoneidad, los hemos utilizado para elaborar el desarrollo. Es cierto, que algunos datos o
informaciones quedan desfasadas al utilizar artículos que no son actuales y que, es probable
que hoy en día, se sepan más cosas acerca del tema que hemos tratado. A pesar de ello, no
hemos tenido otra opción que la de utilizar la información de la que disponíamos, la cual ha
sido extraída de fuentes fiables en todo momento.

Otra limitación que ha habido ha sido la falta de información relacionada con el tema a tratar.
En un inicio, la idea era centrarnos en un trastorno de ansiedad en concreto, pero debido a
que no había suficiente información como para elaborar un trabajo de este calibre, optamos
por ampliar los horizontes y hablar de los trastornos de ansiedad de manera más generalizada.

La tercera limitación observada ha sido la falta de experiencia por parte de ambas a la hora de
elaborar un trabajo de estas dimensiones. Pues bien, ha sido nuestro primer TFG y aunque

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motivación y compromiso no ha faltado, es verdad que ha habido muchos momentos de


agobio y dudas.

3.2 Prospectiva

De cara al futuro, resulta necesario que desde jóvenes se conciencie a la población sobre el
tema del abuso de alcohol y las repercusiones que éste puede tener. Una buena
psicoeducación tanto en casa como en el colegio es imprescindible y podría ayudar a no caer
en este problema. Por otra parte, esta psicoeducación también conviene realizarla con el tema
de la ansiedad ya que aún sigue siendo un tema tabú del que la gente teme hablar pese a que
afecte a muchísimas personas.

Tras haber conocido la relación entre el consumo de alcohol y los trastornos y ver la relación
compleja que mantienen, es necesario seguir investigando sobre el tema con el fin de recabar
más información que resulte útil para encontrar soluciones cada vez más eficaces. De esta
manera, algunas posibles líneas de investigación futuras serían:

- Mecanismos neurobiológicos: comprender los mecanismos neurobiológicos


subyacentes a la relación entre la ansiedad y el consumo de alcohol.
- Factores de vulnerabilidad: explorar los factores de vulnerabilidad que hacen que las
personas con ansiedad sean más propensas a consumir alcohol.
- Intervenciones preventivas: desarrollar intervenciones preventivas destinadas a
reducir la relación entre la ansiedad y el consumo de alcohol.

Estas líneas de investigación futuras podrían ayudar a mejorar nuestra comprensión de la


relación entre la ansiedad y el consumo de alcohol, así como a desarrollar intervenciones más
efectivas para abordar ambos problemas de manera integral.

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Lorena Martínez Ruiz Relación entre el consumo de alcohol y los trastornos de ansiedad
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Anexo A. Presentación resumida de los trastornos de ansiedad


según el DSM-5

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Anexo B. Criterios diagnósticos del DSM-5 para el trastorno por


consumo de alcohol

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Anexo C. Criterios diagnósticos del DSM-5 para la intoxicación


por alcohol

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Anexo D. Criterios de diagnósticos del DSM-5 para la


abstinencia del alcohol

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