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Grado en Psicología
Relación entre el consumo de alcohol y los
trastornos de ansiedad
Fecha: 16/07/2023
Lorena Martínez Ruiz Relación entre el consumo de alcohol y los trastornos de ansiedad
Uxue Goñi Alsua
Resumen
En la población española, la prevalencia de consumo problemático de alcohol se estima en
alrededor del 7,4%, y la prevalencia de trastornos de ansiedad se aprecia en un 9,2%. En el
presente trabajo se han valorado numerosos estudios que han demostrado la asociación
existente entre la relación entre el consumo de alcohol y los trastornos de ansiedad. Existe
una relación bidireccional entre ambos, donde el consumo excesivo de alcohol puede
aumentar el riesgo de trastornos de ansiedad, y viceversa. Comprender esta relación es crucial
para desarrollar estrategias de prevención, diagnóstico y tratamiento efectivas para aquellas
personas que presentan problemas con el consumo de alcohol y trastornos de ansiedad.
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Uxue Goñi Alsua
Abstract
In the Spanish population, the prevalence of problematic alcohol consumption is estimated at
around 7.4%, and the prevalence of anxiety disorders is estimated at 9.2%. In the present
work, numerous studies have been evaluated that have demonstrated the association
between the relationship between alcohol consumption and anxiety disorders. There is a two-
way relationship between the two, where excessive alcohol consumption can increase the risk
of anxiety disorders, and vice versa. Understanding this relationship is crucial to developing
effective prevention, diagnosis, and treatment strategies for those with alcohol use problems
and anxiety disorders.
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Índice de contenidos
Organización del trabajo en grupo …………………………………………………………………………………………5
1. Introducción ……………………………………………………………………………………………………………………..6
2. Desarrollo ……………………………………………………………………………………………………………………….11
3. Conclusiones …………………………………………………………………………………………………………………..28
Anexo B. Criterios diagnósticos del DSM-5 para el trastorno por consumo de alcohol………...48
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Para ello, se han llevado a cabo varias reuniones vía Skype; algunas con el objetivo de repartir
los apartados a realizar y otras, con el fin de poner en común la información ya recabada por
cada una. En todo momento hemos sido conocedoras de la información que la otra ha
encontrado a través de un drive creado en nuestro primer encuentro y el cual nos ha sido de
gran ayuda para mantener la información actualizada. En este drive, tanto mi compañera como
yo hemos ido haciendo la parte que nos correspondía de manera simultánea y también
leyendo y revisando la parte de la otra. Una de las ventajas que hemos tenido al hacerlo juntas
ha sido que los fallos de una los revisaba la otra y viceversa; es cierto que ver el trabajo desde
fuera con otros ojos ayuda bastante a corregir posibles errores o incluso a proponer diferentes
ideas.
A lo largo del recorrido hemos ido atravesando diferentes baches que con buena actitud y
constancia hemos podido ir superando. Para las dos ha sido la primera vez en realizar un TFG
y eso ha hecho que tengamos bastantes interrogantes a la hora de ponernos a trabajar. A pesar
de las dificultades que hemos tenido en el camino, con el apoyo mutuo que hemos recibido la
una de la otra hemos podido ir superando los obstáculos y alcanzando con éxito los retos
marcados.
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1. Introducción
Según los profesionales españoles que se dedican al ámbito de la salud mental, la pandemia
provocada por el COVID-19 ha sacado a la luz, más que nunca, la fragilidad de la salud mental.
La precariedad existente en este ámbito se hace evidente al saber que en España el gasto en
salud mental supone tan solo el 5% del gasto total en sanidad y solamente hay 2600 psicólogos
clínicos en la sanidad pública (March, 2021). Estos datos asustan aún más si tenemos en
cuenta el reciente incremento en trastornos mentales que ha supuesto una subida de entre
el 15-20% tras la llegada del COVID-19. Por ello, queda clara la necesidad urgente de aumentar
la inversión en servicios de salud mental si no queremos que los trastornos psicológicos vayan
aumentando.
En esta línea, debido a las dificultades que existen para acceder a la salud mental, las cuales
suponen largos tiempos de espera a causa de la escasez de profesionales, se ha creado una
desigualdad entre aquellos que pueden hacer frente al costo de la atención privada y los que
no tienen más remedio que esperar durante meses una cita mientras conviven con su
trastorno. Si a esto le añadimos que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de
cada cuatro personas en el mundo ha sufrido, sufre o sufrirá un problema de salud mental a
lo largo de su vida, y que en el año 2030 se espera que los trastornos mentales sean la primera
causa de discapacidad a nivel mundial, el panorama de la salud mental se presenta bastante
desesperanzador.
Estos trastornos mentales de los que hablamos están recogidos en el Manual Diagnóstico
DSM-5, donde podríamos destacar los Trastornos de Ansiedad (TA) por ser los más frecuentes
en personas de cualquier edad (infancia, adolescencia y adultez) y capaces de alcanzar un
estado incapacitante dependiendo de la sintomatología del individuo (Macías, 2019). No nos
debemos olvidar que dentro de las características generales de estos trastornos se encuentran
el miedo excesivo, la angustia, los ataques de pánico y la evitación de amenazas percibidas.
De esta manera, es importante que tengamos en cuenta que los TA pueden aparecer a
cualquier edad y que cuentan con un gran número de factores desencadenantes. En la
investigación sobre síntomas de ansiedad, son numerosos los estudios en población de 18 a
59 años llevados a cabo, mostrando como principal factor de riesgo en ese grupo de edad el
consumo de alcohol (Chávez, 2020). Este consumo de alcohol se considera uno de los
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Llegados a este punto, sería interesante mencionar dos cuestiones de suma importancia. Por
un lado, si la ansiedad puede contribuir a la dependencia del alcohol y por otro, si la adicción
al alcohol puede hacer que la ansiedad empeore. Pues bien, no es poca la gente que consume
alcohol con el objetivo de relajarse; de hecho, como afirma Ross (2016) es muy común que la
gente gestione el estrés o la ansiedad con alcohol. Lo que ocurre es que el alcohol hace que el
cerebro se relaje y, por lo tanto, las personas que se encuentran bajo sus efectos no piensan
tan rápido. Pese a no ser el método más deseable para combatir la ansiedad es el elegido por
gran parte de la población.
En cuanto a la segunda cuestión, ocurre con cierta frecuencia que las personas con adicción al
alcohol desencadenan TA o, incluso, hace que el TA que ya tenían empeore. Así, Ross afirma
que beber mucho y con frecuencia puede agravar el problema, llegando a dañar los nervios
del cerebro y reduciendo así el efecto de los neurotransmisores, tan importantes para la salud
mental.
Por lo tanto, se puede decir que el alcohol sirve como mecanismo de afrontamiento. Algunas
personas con trastornos de ansiedad pueden recurrir al alcohol como una forma de hacer
frente a sus síntomas. El alcohol puede proporcionar un alivio temporal de la ansiedad, ya que
tiene efectos sedantes y relajantes. Sin embargo, este alivio es solo momentáneo y el consumo
excesivo de alcohol puede empeorar los síntomas de ansiedad a largo plazo.
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El consumo crónico y excesivo de alcohol puede tener efectos negativos en la salud mental en
general. Puede contribuir al desarrollo o empeoramiento de trastornos de ansiedad
generalizada o el trastorno de pánico. Además, el alcohol puede interferir con los tratamientos
para la ansiedad, como los medicamentos ansiolíticos o las terapias cognitivo-conductuales.
1.1 Justificación
El estrés vital, como una pérdida, una enfermedad o una catástrofe, es uno de los factores de
riesgo que puede desarrollar un TA (DSM-5, 2013). Si tenemos esto en cuenta, podemos
afirmar que la angustia vital se ha incrementado en todo el mundo durante la última década
debido a la pandemia por COVID-19. Este hecho ha provocado un aumento del 25% en la
prevalencia de la ansiedad en todo el mundo, por lo que podemos confirmar que la ansiedad
ha pasado a ser un dato realmente relevante a tener en cuenta en la actualidad. Según el
Ministerio de Sanidad, los TA afectan al 6,7% de la población española (8,8% en mujeres y
4,5% en hombres) (BDCAP, 2020).
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Respecto al alcohol, podemos anotar que es una droga legal y su consumo es socialmente
aceptado en muchos países. A pesar de que puede ser consumido de manera responsable y
moderada, su consumo excesivo puede tener graves consecuencias para la salud física y
mental, así como para la sociedad en general. En la sociedad actual, el alcohol puede estar
presente en muchos eventos sociales, lo que puede llevar a una normalización del consumo
excesivo de alcohol. Además, también se utiliza en publicidad y en la promoción de productos
y eventos, lo que puede influir en el comportamiento de las personas. El consumo excesivo de
alcohol puede llevar a una serie de problemas de salud, incluyendo daño hepático,
enfermedades cardiovasculares, trastornos del sueño, depresión y ansiedad. También puede
tener un impacto negativo en la vida social y laboral de una persona, incluyendo la pérdida de
trabajo, problemas de relaciones y la participación en actividades peligrosas (Díez, 2003).
Dado el interés social de la cuestión, es importante plantear un estudio sobre la relación entre
los TA y el consumo de alcohol por varias razones:
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El estudio de la relación entre los TA y el consumo de alcohol puede aportar varias novedades
al área de conocimiento, entre ellas:
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1.2. Objetivos
2.Desarrollo
2.1 Conceptualización
2.1.1 Trastornos de Ansiedad
Definiciones
La OMS define los TA como “trastornos mentales comunes caracterizados por sentimientos
de preocupación, miedo y angustia, que son frecuentes e intensos. Estos trastornos afectan la
capacidad de una persona para llevar a cabo las actividades diarias”. Según la OMS más de
264 millones de personas padecen ansiedad a nivel mundial en la actualidad, considerado
como el trastorno psiquiátrico más importante en el mundo.
Según el DSM-5, los TA son una categoría de trastornos caracterizados por ansiedad excesiva
y persistente, junto con síntomas específicos según el tipo de trastorno, como ataques de
pánico, preocupaciones obsesivas o miedos racionales. Los TA se diferencian entre sí según
las situaciones que inciten al miedo, la ansiedad o las conductas de evitación, y según la
cognición asociada. A pesar de que este tipo de trastornos suelen tener mucha comorbilidad,
se pueden distinguir mediante un buen análisis diferencial en el que se detallen las situaciones
que se temen o evitan y el contenido de sus pensamientos o creencias. En el anexo A aparecen
las diferentes tipologías de TA contemplados en el DSM-5 (APA, 2013) definidos, así como sus
criterios complementarios.
Peter Lang propuso en 1968 la teoría tridimensional de la ansiedad, también conocida como
la teoría del triple sistema de respuesta de la ansiedad. Según Lang las propuestas
emocionales se organizan en tres sistemas neurofisiológicos distintos:
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2. Sistema de activación del sistema nervioso autónomo (SNA): este sistema se refiere
a la respuesta fisiológica del organismo ante estímulos emocionales. Está asociado con
cambios en la actividad del sistema nervioso autónomo, como la frecuencia cardíaca,
la conductancia de la piel y la actividad electrodermal.
La interacción entre estos tres sistemas da lugar a las respuestas emocionales completas, que
incluyen la experiencia subjetiva, los cambios fisiológicos y la expresión conductual. Según
este modelo, cada uno de los sistemas puede ser evaluado y medido de manera independiente
para comprender y estudiar las respuestas emocionales (Lang, 1995).
Epidemiología
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Respecto a la prevalencia diferencial, en general, se ha observado que las mujeres tienen una
mayor prevalencia de TA en comparación con los hombres. Esto es especialmente notable en
trastornos como el TAG, el TP y el TAS. Los factores socioculturales pueden influir en las
diferencias de género en los TA. Por ejemplo, se ha sugerido que las presiones sociales y los
roles de género pueden aumentar la vulnerabilidad de las mujeres a desarrollar TA. En cuanto
a la presentación clínica, aunque las mujeres tienden a tener una mayor prevalencia de TA, los
hombres pueden presentar síntomas de ansiedad de manera diferente. Algunos estudios
sugieren que los hombres pueden experimentar más síntomas somáticos o externalizar sus
síntomas de ansiedad a través de comportamientos de riesgo, como el abuso de sustancias
(McLean y Anderson, 2009).
Los TA a menudo se presentan en comorbilidad con otros trastornos, lo que puede influir en
la gravedad de los síntomas, el pronóstico y el tratamiento. La depresión es una de las
comorbilidades más comunes en los TA. Se ha observado que aproximadamente el 50% de las
personas con TA también tienen síntomas depresivos significativos (Kessler et al.,
2005). También existe una alta comorbilidad entre los TA y los trastornos por consumo de
sustancias, ya que las personas con TA tienen un mayor riesgo de desarrollar un trastorno por
consumo de sustancias, y viceversa (Blumenthal et al., 2011). Los TA también están asociados
con un mayor riesgo de trastornos del sueño, como el insomnio y la pesadilla (Taylor et al.,
2005).
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Hettema et al., 2001; McLeod et al., 2007). Algunos TA, como el TAG y el TAS, pueden tener
un curso crónico, con síntomas persistentes a lo largo del tiempo. Estos trastornos pueden
presentar fluctuaciones en la gravedad de los síntomas, pero generalmente persisten a lo
largo de la vida si no se reciben tratamientos adecuados (Kessler et al., 2005). Otros TA, como
el TP, pueden tener un curso episódico, con la aparición de ataques de pánico intensos y
recurrentes seguidos de períodos de remisión. Sin embargo, es posible que se presenten
recaídas en momentos de estrés o desencadenantes específicos (Bruce et al., 2005). Los TA
también pueden estar asociados con un mayor riesgo de transición a otros trastornos
mentales, como la depresión o el abuso de sustancias. La comorbilidad y la interacción entre
diferentes trastornos pueden influir en el curso de los TA. (Andersh y Hetta, 2003).
Etiología
2.1.2 Alcohol
Definiciones
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Según la OMS, el alcohol es “una sustancia psicoactiva que se encuentra en las bebidas
alcohólicas, como la cerveza, el vino y los licores destilados. El alcohol tiene propiedades
sedantes y puede afectar el sistema nervioso central. Su consumo excesivo y prolongado
puede causar dependencia y tener efectos nocivos para la salud.
El ciclo de la adicción al alcohol es un proceso que describe las etapas comunes en el desarrollo
y mantenimiento de la adicción. Aunque las etapas pueden variar en duración y gravedad para
cada individuo, en general, el ciclo de la adicción al alcohol incluye las siguientes fases (Koob
y Volkow, 2010):
Inicio: en esta etapa, una persona comienza a consumir alcohol de forma experimental
o social. Puede ser motivada por la curiosidad, la presión social o el deseo de
experimentar los efectos del alcohol.
Recaída: es una parte común del ciclo de la adicción. Incluso después de buscar
tratamiento y lograr la sobriedad, existe el riesgo de volver a caer en el consumo de
alcohol. La recaída puede ocurrir debido a desencadenantes emocionales, situaciones
estresantes o falta de apoyo adecuado.
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Epidemiología
Según el informe de la OMS sobre alcohol y salud, se estima que aproximadamente el 60% de
la población mundial ha consumido alcohol en el último año, y alrededor del 40% ha
consumido alcohol en los últimos 30 días (WHO, 2018). La epidemiología del alcohol también
ha investigado el consumo de alcohol en poblaciones jóvenes, como adolescentes y jóvenes
adultos. Estos estudios han revelado tasas de consumo de alcohol, patrones de consumo y
factores de riesgo asociados con el inicio temprano del consumo de alcohol en esta población
(Johnston et al., 2016). En cuanto al género podemos afirmar que en general, los hombres
tienden a tener tasas más altas de consumo de alcohol en comparación con las mujeres. Esto
incluye tanto la frecuencia como la cantidad de consumo. Los hombres también tienen una
mayor prevalencia de consumo excesivo de alcohol y de consumo de alcohol de riesgo (WHO,
2018). Las mujeres tienden a experimentar efectos adversos relacionados con el alcohol, como
daño hepático, enfermedades cardiovasculares y trastornos de salud mental, a un menor nivel
de consumo en comparación con los hombres (Wilsnack et al., 2013).
En el caso del alcohol, es común encontrar comorbilidad con otros trastornos de salud mental
y médicos. El consumo de alcohol se asocia con un mayor riesgo de desarrollar trastornos de
salud mental, como TA, depresión, trastornos de conducta alimentaria y trastornos del sueño.
A su vez, las personas que ya padecen trastornos de salud mental tienen un mayor riesgo de
desarrollar problemas relacionados con el consumo de alcohol (Grant et al., 2015). El consumo
excesivo y crónico de alcohol puede aumentar el riesgo de desarrollar trastornos médicos,
como enfermedades hepáticas, enfermedades cardiovasculares, trastornos gastrointestinales
y trastornos neurológicos (Rehm et al., 2017).
El inicio del consumo de alcohol generalmente ocurre durante la adolescencia o la edad adulta
temprana. Factores como la disponibilidad del alcohol, la influencia social, los factores
familiares y genéticos, y la curiosidad pueden desempeñar un papel importante en el inicio
del consumo de alcohol (Leggat et al., 2022). El curso del consumo de alcohol puede variar
desde un consumo ocasional hasta un consumo problemático o adictivo. Algunas personas
pueden mantener un consumo moderado a lo largo del tiempo, mientras que otras pueden
desarrollar patrones de consumo excesivo o abuso de alcohol (Bongers et al., 2004). Algunas
personas pueden desarrollar un trastorno por consumo de alcohol, como el trastorno de
consumo de alcohol o la dependencia del alcohol. Estos trastornos implican una pérdida de
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Etiología
2. Factores biológicos: los estudios han examinado los efectos del alcohol en el cerebro
y han identificado cambios en la actividad neuronal y la liberación de
neurotransmisores relacionados con el sistema de recompensa, la motivación y el
control de impulsos (Koob y Volkow, 2010).
2.1.3. Abstinencia
Definiciones
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consumo de una sustancia adictiva. Los síntomas de abstinencia varían según la sustancia y
pueden incluir ansiedad, irritabilidad, temblores, insomnio, sudoración, náuseas, entre otros.
Etiología
Las causas subyacentes de los síntomas de abstinencia que ocurren cuando se interrumpe o
reduce el consumo de alcohol en personas con dependencia, implica una serie de procesos
neuroadaptativos en el cerebro:
2.2. Tratamientos
Tratamientos psicológicos
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Tratamientos farmacológicos
Los tratamientos farmacológicos son una opción comúnmente utilizada para el manejo de los
TA. Algunos más comunes son los antidepresivos selectivos de la recaptación de serotonina
(ISRS), inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina (IRSN), Benzodiazepinas y
bloqueadores de los receptores beta (Bandelow et al., 2015; Baldwin et al., 2014; NICE, 2019;
Rodebaugh et al., 2004).
Tratamientos psicológicos
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Tratamientos farmacológicos
El tratamiento farmacológico para el trastorno por consumo de alcohol puede ser una parte
importante en el abordaje integral de la enfermedad. Existen diferentes medicamentos que
se utilizan para ayudar a reducir el consumo de alcohol y prevenir las recaídas. Estos
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- Ajuste social y aceptación. El consumo de alcohol puede estar motivado por el deseo
de encajar y ser aceptado dentro de un grupo de pares. Los adolescentes pueden
percibir que beber alcohol es una forma de ser aceptado y considerado “adulto”
dentro de su entorno social (Borsari y Carey, 2001).
- Manejo del estrés y la ansiedad. Muchas personas pueden recurrir al alcohol como
una forma de hacer frente al estrés, la ansiedad u otras dificultades emocionales.
Pueden ver el alcohol como una manera de relajarse y escapar temporalmente de sus
problemas (Patrick et al., 2012).
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Tal y como explican Castaño y Calderón (2014), el consumo de alcohol en jóvenes y en adultos
es diferente; en el primero, está relacionado con más efectos negativos como mala relación
con la familia, amigos y profesores, bajo rendimiento académico, alteración del orden público
e implicación en actividades de riesgo (conducir bajo los efectos del alcohol, sexo inseguro).
Entre el 23% y el 69% de las personas con trastornos de adicción al alcohol padecen síntomas
de ansiedad. Esta variabilidad depende del sexo, edad, o tiempo de adicción alcohólica
(Castaño y Calderón, 2014). En un estudio se examinó la asociación entre el uso inadecuado
de alcohol y los síntomas de depresión y ansiedad en adultos jóvenes. Los investigadores
propusieron determinar si el consumo excesivo de alcohol estaba relacionado con un mayor
riesgo de experimentar síntomas depresivos y ansiosos en esta población. En el estudio se
tuvo en cuenta factores como el género, el nivel socioeconómico y el uso de sustancias
adicionales. Los resultados del estudio indicaron que aquellos que consumían alcohol en
exceso tenían una mayor probabilidad de informar síntomas significativos de depresión y
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En otros estudios también se habla de los mecanismos subyacentes a esta relación igual que
en el estudio anterior, como la influencia de los efectos neuroquímicos del alcohol en el
sistema de estrés y respuesta al miedo, así como los factores genéticos y ambientales que
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Según Schuckit (2006), la comorbilidad entre trastornos por uso de sustancias y trastornos
psiquiátricos en individuos es muy común y se ha observado que ocurre con frecuencia en la
práctica clínica. En su estudio revisó la literatura científica existente sobre la comorbilidad
entre trastornos por uso de sustancias y condiciones psiquiátricas, incluyendo trastornos del
estado de ánimo, TA, trastornos de personalidad, trastornos psicóticos y trastornos del sueño
entre otros. Los hallazgos del estudio demostraron que las personas con trastornos por uso
de sustancias tienen una mayor probabilidad de presentar trastornos psiquiátricos en
comparación con la población general. El estudio también sugirió que los factores genéticos y
ambientales compartidos pueden contribuir a la aparición simultánea de trastornos por uso
de sustancias y trastornos psiquiátricos. Los resultados sugieren la necesidad de un enfoque
integrado en el diagnóstico y el tratamiento de estos trastornos para abordar adecuadamente
las complejas interacciones entre ellos (Schuckit, 2006).
En cuanto al TAS, se sabe que las personas que lo sufren pueden recurrir al consumo de alcohol
como una forma de manejar su ansiedad en situaciones sociales, pero se desconoce si estos
comportamientos están relacionados con un mayor riesgo de problemas relacionados con el
alcohol. En un estudio se mostró que los comportamientos de consumo de alcohol en
situaciones sociales específicas eran predictores significativos de problemas relacionados con
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Hay un estudio que investigó la relación entre los problemas relacionados con el consumo de
alcohol y la mortalidad en individuos que padecen TA y/o depresivos. El seguimiento de los
participantes se llevó a cabo durante un período de 15 años, utilizando registros de
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En cuanto a la recaída en el consumo de alcohol podemos decir que es un desafío común para
muchas personas que intentan mantener la abstinencia. Hay varios factores de riesgo que
pueden influir en la probabilidad de recaída:
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Debido a esto, consideramos crucial un sistema de apoyo sólido, que incluya a familiares,
amigos o grupos de apoyo para mantener la abstinencia, ya que contar con el respaldo y la
comprensión de personas cercanas puede brindar un apoyo invaluable durante el proceso de
recuperación. También consideramos importante abordar tanto los trastornos de salud
mental como los problemas relacionados con el consumo de alcohol de manera integral, ya
que la presencia de ambos puede tener un impacto significativo en la recaída. Por último,
barajamos que es esencial identificar y desarrollar estrategias de afrontamiento saludables
para manejar el estrés y evitar los desencadenantes relacionados con el consumo de alcohol
para poder prevenir la recaída.
3. Conclusiones
El objetivo principal de este trabajo ha sido explicar en qué medida se relacionan el consumo
de alcohol y los TA. Para conseguirlo nos hemos marcado tres objetivos específicos que
responden a distintas cuestiones: cómo afecta la abstinencia del consumo de alcohol en
población con TA, en qué medida puede el consumo de alcohol agravar los síntomas de los TA
y en qué medida puede influir la cantidad consumida de alcohol en población con TA.
Tras llevar a cabo un análisis profundo sobre la temática que nos compete, basado en estudios
anteriores y abordando los objetivos fijados en un inicio, podemos extraer las siguientes
conclusiones:
• Las personas que padecen TAS tienen una mayor probabilidad de desarrollar un
trastorno por consumo de alcohol.
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Si hacemos una reflexión sobre los estudios que existen con relación al consumo de alcohol y
los TA podemos confirmar que se ha establecido una estrecha relación entre ambos. A medida
que la investigación avanza, se evidencia cada vez más que el consumo de alcohol puede ser
tanto una causa como una consecuencia de los TA.
Por un lado, numerosos estudios han demostrado que el consumo excesivo de alcohol puede
desencadenar o agravar los síntomas de la ansiedad. El alcohol actúa como un depresor del
sistema nervioso central, lo cual puede generar una sensación inicial de alivio o relajación. Sin
embargo, a largo plazo, el consumo crónico de alcohol puede alterar el equilibrio químico del
cerebro y aumentar la ansiedad, creando un ciclo de dependencia emocional del alcohol para
lidiar con los síntomas de la ansiedad. Por otro lado, también se ha observado que las personas
con TA tienen una mayor propensión a recurrir al alcohol como una forma de automedicación
para aliviar sus síntomas. Buscan temporalmente reducir la ansiedad y experimentar una
sensación de calma, pero a largo plazo, esto puede agravar el problema y dificultar el
tratamiento adecuado de los TA.
Estos hallazgos subrayan la importancia de abordar tanto el consumo de alcohol como los TA
de manera integral. Es fundamental proporcionar a las personas herramientas y estrategias
alternativas para hacer frente a la ansiedad de manera saludable como la TCC y técnicas de
relajación. Además, es necesario promover una mayor conciencia sobre los riesgos asociados
con el consumo de alcohol, especialmente en aquellos que sufren de TA, y fomentar un
enfoque de atención médica que aborde simultáneamente ambas condiciones.
Sería interesante concluir el final del trabajo destacando los pocos estudios existentes sobre
el consumo de alcohol en personas ancianas. A pesar de no haber encontrado información
suficiente de este tema como para indicarla en los estudios anteriores, ya que los resultados
obtenidos no son muy significativos, es una cuestión que bien merece su mención en el
presente trabajo. Las investigaciones sobre el consumo de alcohol se han centrado en
adolescentes y los adultos jóvenes siendo relativamente escasas en las personas ancianas. El
consumo de alcohol en los ancianos a menudo ha sido subestimado o estigmatizado en la
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sociedad. Existe una percepción errónea de que los ancianos no consumen alcohol o que el
consumo no es relevante para su salud y bienestar. Esta falta de reconocimiento y comprensión
puede haber contribuido a la falta de investigación en este campo. Durante la pandemia de
COVID-19, las personas ancianas se encontraron en un alto riesgo de aislamiento social debido
a las medidas de distanciamiento físico y las restricciones en las interacciones sociales. Este
aislamiento prolongado y la falta de contacto con sus seres queridos y comunidades pueden
tener un impacto significativo en su salud mental, incluyendo el aumento de la ansiedad y el
posible aumento del consumo de alcohol como mecanismo de afrontamiento. El aislamiento
social puede generar sentimientos de soledad, tristeza y ansiedad en las personas ancianas. La
falta de interacciones sociales y de apoyo emocional puede provocar un deterioro en su
bienestar psicológico. Además, la incertidumbre y el miedo asociados al COVID-19 han podido
aumentar los niveles de ansiedad en esta población vulnerable. En este contexto, algunas
personas ancianas pueden recurrir al consumo de alcohol como una forma de hacer frente a
estos sentimientos negativos. El alcohol puede proporcionar una sensación temporal de alivio
o relajación, lo que puede parecer atractivo en momentos de estrés y soledad. Sin embargo,
el consumo excesivo de alcohol puede empeorar los problemas de salud mental, incluyendo
la ansiedad, y tener efectos negativos en la salud física de las personas ancianas. Es importante
destacar que el consumo de alcohol no es una estrategia saludable para hacer frente a la
ansiedad o el aislamiento. Puede aumentar los sentimientos de depresión, agravar los
problemas cognitivos, interferir con la efectividad de los medicamentos y aumentar el riesgo
de caídas y otros accidentes.
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los sentimientos negativos que experimentan debido al abandono, y esto puede llevar a una
situación de dependencia del alcohol que empeora la situación general.
Ante estas situaciones, es crucial que se implementen medidas para mitigar el aislamiento y
promover el bienestar de las personas ancianas. Esto incluye fomentar las interacciones
sociales, brindar apoyo emocional, y promover actividades que mantengan a los ancianos
activos y conectados, como programas de ejercicio o actividades recreativas adaptadas a sus
necesidades. Además, es esencial que los profesionales de la salud estén atentos a los signos
de ansiedad y consumo de alcohol en las personas ancianas, y brinden la orientación y el apoyo
necesarios. Esto puede incluir la derivación a servicios de salud mental, la promoción de
estrategias de afrontamiento saludables y el seguimiento continuo de su bienestar.
3.1 Limitaciones
La primera limitación con la que nos hemos encontrado tiene que ver con la búsqueda de los
artículos de donde ha salido el contenido del presente trabajo. Estos artículos, en muchas
ocasiones, no han sido todo lo recientes que nos hubiera gustado; aunque, tras valorar su
idoneidad, los hemos utilizado para elaborar el desarrollo. Es cierto, que algunos datos o
informaciones quedan desfasadas al utilizar artículos que no son actuales y que, es probable
que hoy en día, se sepan más cosas acerca del tema que hemos tratado. A pesar de ello, no
hemos tenido otra opción que la de utilizar la información de la que disponíamos, la cual ha
sido extraída de fuentes fiables en todo momento.
Otra limitación que ha habido ha sido la falta de información relacionada con el tema a tratar.
En un inicio, la idea era centrarnos en un trastorno de ansiedad en concreto, pero debido a
que no había suficiente información como para elaborar un trabajo de este calibre, optamos
por ampliar los horizontes y hablar de los trastornos de ansiedad de manera más generalizada.
La tercera limitación observada ha sido la falta de experiencia por parte de ambas a la hora de
elaborar un trabajo de estas dimensiones. Pues bien, ha sido nuestro primer TFG y aunque
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3.2 Prospectiva
De cara al futuro, resulta necesario que desde jóvenes se conciencie a la población sobre el
tema del abuso de alcohol y las repercusiones que éste puede tener. Una buena
psicoeducación tanto en casa como en el colegio es imprescindible y podría ayudar a no caer
en este problema. Por otra parte, esta psicoeducación también conviene realizarla con el tema
de la ansiedad ya que aún sigue siendo un tema tabú del que la gente teme hablar pese a que
afecte a muchísimas personas.
Tras haber conocido la relación entre el consumo de alcohol y los trastornos y ver la relación
compleja que mantienen, es necesario seguir investigando sobre el tema con el fin de recabar
más información que resulte útil para encontrar soluciones cada vez más eficaces. De esta
manera, algunas posibles líneas de investigación futuras serían:
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