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1 REYES 19,19: EL MANTO DE DIOS

Publicado el 31 de diciembre de 2013 por ministerios Betania


Proclamación de la Palabra
Martes 31 de diciembre de 2013
Dr. David E. Ramos

Cita Bíblica: 1 Reyes 19,19

Elías salió de allí y encontró a Eliseo hijo de Safat, que estaba arando. Había doce yuntas
de bueyes en fila, y él mismo conducía la última. Elías pasó junto a Eliseo y arrojó su
manto sobre él. Entonces Eliseo dejó sus bueyes y corrió tras Elías. —Permítame usted
despedirme de mi padre y de mi madre con un beso —dijo él—, y luego lo seguiré. —Anda,
ve —respondió Elías—. Yo no te lo voy a impedir. Eliseo lo dejó y regresó. Tomó su
yunta de bueyes y los sacrificó. Quemando la madera de la yunta, asó la carne y se la dio
al pueblo, y ellos comieron. Luego partió para seguir a Elías y se puso a su servicio.
La vida es una serie de sucesos que muchos son improvistos y hasta se salen de la
capacidad nuestra de controlarlos. Cuando estas cosas llegan a la vida y podemos enfrentar
las realidades que escapan a nuestras manos debemos de tener ciertos fundamentos que le
den un sostén y una dirección a nuestra vida que nos ayuden a soportar las fuertes
tormentas que se nos vienen. Siempre se compara la vida del ser humano como una barca,
que se expone a las tormentas y a las olas; en este devenir de la vida debemos de tener un
ancla fuerte porque sino está nos llevará a donde no queremos y a donde no hemos sido
llamados a ir. Si no tenemos una brújula que nos dirija y si no tenemos fundamentos
entonces, cualquier viento nos moverá de nuestro destino. En medio de estas situaciones
deben de haber realidades en nuestra vida que sean capaces de mantenernos en las más
duras y fuertes tormentas. Solo hay dos realidades que son necesarias para mantenernos y
por consiguiente hay dos tipos de personas en la vida: aquellos que quieren encontrar en el
campo de lo humano su existencia y aquellos que alimentan su gozo y alegría de lo divino.

El pasaje que hemos leído nos habla de esas realidades que le dan sentido a la vida y de
cómo en la persona de este hombre, Elíseo, se descubre en la intervención de Dios el
sentido de vivir. Aquí tenemos un hombre que tenía sus cosas y obligaciones. Tal parece
que Elíseo era un hombre adinerado y que no pasa necesidades, cualquiera se pudo haber
sentido realizado con las cosas que tenía. Tener un campo para arar y doce yuntas de
bueyes y la zona donde vive – que es de gente muy rica en Israel – podría ser todo lo que
alguien necesite para ser feliz. Elíseo no es un hombre que quiera alcanzar el éxito material
sino que este ya lo tiene. También se dice que este tenía familia y su campo afectivo con los
seres humanos, es decir, tenía el amor que necesitaba, el de sus padres.

Muchos piensan encontrar la razón de la alegría en la materialidad y otros en el ámbito de


las relaciones personales. Muchos se sienten felices cuando tienen a su lado a personas que
dicen ser su alegría. Y por último podemos ver que también tenía relaciones sociales con
las personas del pueblo. Elíseo estaba casi realizado, tenía casi todo: riqueza, familia y
amigos. ¿Qué más podríamos desear, si es lo que todo el mundo busca? ¿Cuánta gente anda
tras alcanzar recursos materiales que le darán cierta realización y honorabilidad? Muchos
sienten que si les faltan algunas cosas materiales no valen delante de los demás y que los
lleva a la desesperación y al final a la depresión porque no tienen tales cosas.

Es legitimo el querer alcanzar realidades materiales, no es pecado; sin embargo, el


problema de muchos es que corren esforzadamente detrás del mundo material porque
creemos que eso nos hace sentir importantes. Poder lucir los teléfonos delante de la gente,
sus tablets para que así la gente diga que vale mucho. Debemos de saber que todas esas
cosas materiales que hoy podamos tener desaparecerán, pero nosotros ¿perderemos nuestro
valor porque las cosas pasan de moda? Algo si podemos decir que es significativo y es el
llamado divino porque este no se deteriora jamás, y es que podemos llegar a tener todas las
cosas deseables de este mundo y un día no pero jamás nuestra alegría dependerá de esto
sino solo de haber recibido el manto de bendición que nos escogió. Elíseo tiene toda la
riqueza posible, está casi satisfecho, pero la Palabra nos dice que por encima de toda
realidad material que podamos alcanzar lo único que traerá alegría a nuestra vida será haber
sido vistos por Dios para una misión especial.

Las relaciones, en Israel, no se tomaban importancia desde el matrimonio sino desde los
padres a los hijos. Esta sociedad veía siempre las cosas en vista a las próximas
generaciones. Los esposos entendían que más importante que ellos son los hijos y que por
ellos debían de trabajar y esforzarse. Hoy en día la gente pone su alegría en las relaciones
personales y toda su base emocional está en estas personas. Elíseo nos demuestra, en
segundo lugar, que por encima de cualquier relación personal hay algo más grande y es el
manto de Dios sobre nosotros, este es mayor que cualquier relación sentimental que se
establezca sobre la tierra. Mientras tengamos el manto de Dios sobre nosotros y perdamos
cualquier relación humana podemos seguir con la autoridad para ir y sanar, levantar
muerto, para hacer milagros. El manto es mejor que toda relación humana, pero la gente
cambia el manto por realidades materiales, por amores y sentimientos. Miserable de
nosotros si llegásemos cambiar el manto por alguna realidad humana. ¿Cuán valiosos
pudieron su padres para Elíseo? si a lo mucho que pidió Elíseo fue ir a despedirse de sus
padres y es que esto no se trataba de Elías sino de Dios; a él debía de aceptarle o rechazarle
el manto.

La tercera realidad en Elíseo son los amigos, la comunidad por eso se va y despide de ellos.
Hoy la gente vive para crear amistades, Elíseo tenía una red de amigos pero para él más
importante que sus amigos es el manto de Dios sobre él. Este año que se viene no nos
interesa saber que es lo que se viene sino tener un buen fundamento que venga lo que venga
seamos capaces de seguir adelante. Nuestra prioridad debe de ser el manto que ha caído
sobre nosotros. No es el mundo material sino el manto; no es el mundo afectivo sino el
manto; no son los amigos sino el manto. No es solo de hablar sino de actuar tal como lo
hizo Elíseo. Elíseo no solo habla sino que enseña de manera radical como es que se debe de
servir al manto, porque para él no es una emoción sino un compromiso total. Elíseo sabe
que el hombre que le entrega su manto es perseguido por Jezabel y sus profetas y que esa
adversidad también será su adversidad pero sabe que el manto de Dios lo cuidará y hará
señales y prodigios. Elíseo sabe que el Dios al que empezará a servir es más grande que
Jezabel. Muchos quieren servir cuando no hay problemas, cuando los traten bien y eso no
existe porque el manto nos hará enemigo de muchos pero nos hará amigos de Dios.
La cosa es si de verdad amamos el manto. La única manera de que en el 2014 podamos
caminar por caminos de victoria es diciéndole al Señor que venga lo que venga nuestra
prioridad es el manto del Señor y que por este manto lo dejamos todo.

Eliseo lo dejó y regresó. Tomó su yunta de bueyes y los sacrificó. Quemando la madera de
la yunta, asó la carne y se la dio al pueblo, y ellos comieron. Luego partió para seguir a
Elías y se puso a su servicio.
Esto que hace Elíseo es algo radical, quema todo y con esto dice que ya no puede volver
atrás. Hay gente que vuelve atrás porque aún tiene las vacas y bueyes y por uno de estos
regresa atrás. Todo lo que Elíseo tenía y había sido su fuente de trabajo lo quema y se lo da
a Israel. Muchos viven esta inestabilidad porque tienen realidades materiales, sentimentales
o sociales que no los dejan servir tranquilos. La gente entra con todo al servicio pero se
vuelven atrás porque aún tienen esos bueyes y que cuando el servicio a Dios les presenta
batalla se vuelven a su materialidad o a sus relaciones afectivas o sociales. Es que cuando el
Manto no es lo más valioso para nosotros viviremos un año de altos y bajos con entradas y
salidas, pero si este es valioso para nosotros entonces seguiremos adelante siempre venga lo
que se venga.

Al final, tener el manto no es cosa fácil. Para Elíseo tuvo que iniciar un camino de
aprendizaje y servicio al lado de Elías que duró 18 años porque al lado del manto debemos
de tener un camino de servicio y aprendizaje pero todo aquel que siguió con el manto como
prioridad vio maravillas en su vida.

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