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Estado de La Cuestión Rueda Jerónimo
Estado de La Cuestión Rueda Jerónimo
Fuego y Hielo:
Muchas políticas públicas son de corta duración, pero existen otras que sobreviven al paso
del tiempo. Dentro de estas últimas, nos interesa un grupo selecto de políticas, que se
encuentran en el eje de críticas de mal funcionamiento, o resultados subóptimos. En este
sentido, esta investigación se va a preguntar, ¿Cuáles son los factores que llevan al
enraizamiento de una política pública en el Estado, a pesar de su funcionamiento
subóptimo?
En el caso argentino, ya de por si las políticas públicas de larga duración son una rara avis
Mazzuca (2012), es por esto que los 50 años de historia del régimen de promoción
industrial de Tierra del Fuego lo vuelven un caso notable. Este régimen fiscal y aduanero
especial, sancionado en la ley 19640, que se basó fundamentalmente alrededor de la
liberación de aranceles al comercio exterior y la eximición del pago de tributos nacionales,
ha sido objeto de críticas sobre su falta de orientación al valor agregado nacional hace
varias décadas (Nochteff, 1984, Azpiazu y Nochteff, 1987 y Azpiazu, 1988). Pero se
sostiene que su persistencia en el tiempo lejos de mermar en el periodo 2003-2015 dio lugar
a su enraizamiento, entendido como persistencia y crecimiento. El crecimiento exponencial
en materia de costo fiscal, empleos dependientes del régimen y peso en las importaciones
cultivo numerosas nuevas críticas, desde su sesgo mercado-internista, su dependencia en la
importación, sus bajos niveles de valor agregado y su proclividad a la especulación
financiera (Bekerman y Ducich, 2017, Nogués, 2014, Manzanelli y Basualdo, 2016 y
Kulfas, 2016). Este nivel de críticas y enraizamiento solo es comparable en ese periodo con
las políticas de subsidios a la energía durante los mandatos kirchneristas, aunque esta
última con un costo fiscal mucho más alto y un protagonismo mediático mayor. (Bril y
Post, 2015).
Se vuelve aún más llamativo que el mayor crecimiento del costo fiscal y de gasto en
importaciones de la política de promoción fueguina se dio llegando al final del periodo
entre 2011 y 2014 (Schorr y Porcelli, 2014). En un contexto de país signado por un
manifiesto problema en el balance fiscal de las cuentas públicas (CIFRA, 2013) y en un
escenario de ‘reaparición’ de la restricción externa en el sector externo (Schteingart, 2016).
Mientras otras vías de importación eran recortadas y el escrutinio sobre la salida de divisas
se intensificaba (Schorr y Wainer, 2015), el peso del régimen en las importaciones escalaba
hasta los 4.792 millones de dólares en 2013, significando el 6,5 % de las importaciones
nacionales (Schorr y Porcelli, 2014).
Esta investigación tiene como objetivo principal comprender por qué el régimen de
promoción industrial de Tierra del Fuego ha logrado enraizarse en el estado argentino
durante el periodo 2003-2015, a pesar de encontrarse en el eje de las críticas de académicos
y políticos. Para ello, en primera instancia describir la política pública, focalizando en el
alcance de sus resultados. Luego buscaremos identificar actores clave que influencian en la
permanencia en el tiempo del régimen fueguino y los mecanismos que entran en juego al
tratar con una política de larga data.
Esta política de los 70’ pensada como parte de una estrategia poblacional y geopolítica
(Bekerman y Dulcich, 2017), se creó en un lugar donde no existían todavía actores de peso
que la impulsaran (Hallak, et al. 2023). Si no que buscaremos demostrar que es el propio
marco institucional del régimen el que creó incentivos para la formación de un mercado
muy concentrado de empresas. Además, este marco normativo no fue adaptado a las
circunstancias posteriores a su sanción, como nuevos impuestos internos que cambiaban
radicalmente el peso de los beneficios originales (Hallak,et al. 2023). Esto permitió que se
formen actores de peso que fueron asegurando la permanencia en el tiempo del régimen y
en el periodo bajo análisis, su crecimiento exponencial. Pero esta política, a pesar de haber
cosechado las ya mencionadas críticas, llega al 2003 con todavía un sacrificio fiscal
relativamente bajo (Schorr y Porcelli, 2014). Esto hace que los gobernantes tuvieran pocos
incentivos para apuntar en contra de una política que cuenta con una masa de beneficiarios
y un costo asequible en un principio (Downs, 1957). Por lo que una vez que esos actores de
peso empujan el crecimiento de la renuncia fiscal y sacrificio de divisas en el régimen,
crece también la cantidad de trabajadores asociados al mismo y el programa se hace cada
vez más difícil de suprimir. Esto se refuerza mutuamente, haciendo que los mandatarios
busquen eludir ser culpabilizados por la eliminación de un beneficio que afecta a una
población cada vez mayor y a grupos cada vez más poderosos. Convirtiéndose así a todas
luces en una policy trap.
Durante la década de los 50’ y 60’ la teoría de la elección racional hegemonizó las
investigaciones en la Ciencia Política. Esta percibía a los actores políticos como
maximizadores racionales de utilidad, determinados por lógicas puramente individualistas
de comportamiento (Serrano, 2007). Es asi que dentro de esta tradición es que autores como
Downs (1957), sostenían hacia las politicas públicas que estas son simples medios dentro
de una estrategia de los políticos intentando maximizar su utilidad para ser reelegidos. Se
encontró en esta tradición un sesgo anti normativo, en el que cualquier arreglo institucional
es un factor externo al análisis, en el que lo importante son fundamentalmente las
estrategias individuales referidas por el cálculo de la relación costo/beneficio (Serrano,
2007).
Para la década de los 80’ estos supuestos ya comienzan a ser criticados y renovados por los
institucionalistas de elección racional. Aquí las instituciones políticas son el resultado de
decisiones racionales de los individuos intentando resolver sus problemas colectivos, al
tiempo que intentan maximizar sus beneficios estratégicamente (Shepsle, 2007). También
proponen que el desarrollo de formas particulares de organización son el resultado del
esfuerzo por reducir los costos de transacción y trabas de las actividades políticas (Hall y
Taylor, 1992). Se sostiene que la institución provee un contexto estratégico con ciertos
pormenores institucionales en los que los actores buscan un equilibrio en el que queden
todos lo más satisfechos posibles (Shepsle, 2007). Es decir que a pesar de que se le da
relevancia a las instituciones y normas en su capacidad de incidencia en el comportamiento
de los individuos y en modelar sus preferencias en el tiempo, sigue teniendo un lugar
preponderante la interacción estratégica en pos de maximizar utilidades.
Desde este enfoque, autores como Stephens (1979) o Olson (1992) se ocuparon de
argumentar que la presión de los intereses organizados y concentrados (como los sindicatos
y las empresas) serían los factores clave para explicar la creación, expansión y continuidad
de las políticas públicas. A nuestro juicio la riqueza explicativa de este argumento y este
enfoque quedan un poco escuetos al dejar fuera del lente el origen institucional de la
formación de estos grupos.
Los motivos mencionados pueden ser mejor explicados por el institucionalismo histórico.
Este hace hincapié en la temporalidad estudiando coyunturas críticas dentro de procesos de
largo plazo. Las explicaciones se centran en el path dependence, este refiere a la dinámica
de procesos que se retroalimentan a partir de una coyuntura crítica que desata mecanismos
que refuerzan un patrón particular en el futuro (Pierson y Skocpol, 2008). Una vez que los
acontecimientos se han aventurado en un camino específico, es muy difícil que se revierta
ese curso. ‘’En última instancia, las instituciones se resisten al rediseño porque son ellas las
que estructuran las decisiones sobre la reforma que el individuo probablemente tomará.’’
(Hall y Taylor, 1992, pp. 940, traducción propia).Es por esto que para el institucionalismo
histórico no hay un fin del juego, sino que la trayectoria sigue indefinidamente en el mismo
camino o hasta una nueva coyuntura critica que cambie la institucionalidad.
A su vez existen numerosos estudios sobre la política bajo estudio, sobre todo de
economistas, que enfatizan sobre su sesgo mercado-internista, su dependencia en la
importación, sus bajos niveles de valor agregado y su proclividad a la especulación
financiera (Bekerman y Ducich, 2017, Nogués, 2014, Manzanelli y Basualdo, 2016 y
Kulfas, 2016). Pero una vez establecido su funcionamiento subóptimo por los economistas,
es tarea de la ciencia política entender por qué esta política sigue prolongándose en el
tiempo. Es aquí donde encontramos un vacío en la literatura y la relevancia de nuestra
investigación en este caso en particular.