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CONCLUSIONES

CONCLUSIONES toria: regularidad y paradigma. La noción de regularidad, como la hemos


utilizado, condensa los contenidos culturales, políticos y simbólicos de
LA LARGA HISTORIA DE LA REGULARIDAD EN BUENOS una forma espacial, y en sus cambios acusa modificaciones de diversos
AIRES Y SUS PARADIGMAS niveles, desde los muy generales de una sociedad y una cultura que
se modernizó, hasta los más particulares de las maneras concretas de
resolver las discontinuidades y conflictos materiales generados por esa
modernización. La noción de paradigma, como dijimos en la introduc-
ción, no tiene la resonancia que le asignó Thomas Kuhn, sino un sentido
Esta investigación nació de una atracción especial por la cartografía en más laxo, orientado a destacar ciertas maneras modélicas de hacer y
general y por la urbana en particular, y de una suposición: que en esa conocer, de gobernar la ciudad y la sociedad a través del tiempo. Re-
cartografía se habían jugado de alguna manera los modos de hacer la gularidad y paradigma han permitido formular cuatro grandes períodos
ciudad. El resultado de la búsqueda de las condiciones de producción de regularidad indiana y paradigma notarial, de regularidad borbónica y
de la cartografía urbana local terminó planteando una constelación de paradigma gráfico, de regularidad republicana y mismo paradigma gráfi-
procesos y problemas que superó ciertamente la intuición inicial, orien- co, y de regularidad instrumental y paradigma estadístico.
tada sobre todo por una perspectiva técnica y científica. Pues partimos Resumamos sus características principales, ¿a qué llamamos en
de intentar desentrañar los códigos y construcciones gráficas para suma regularidad indiana? A nivel morfológico, se trata de un dispo-
encontrar modos de pensar y conocer la ciudad, y terminamos encon- sitivo basado en los principios geométricos clásicos, y en su figura
trando, además, actos de gobierno y operaciones técnicas destinados tal vez más extendida en la producción espacial, el cuadrado. El valor
a producir una ciudad y una sociedad que se pensaba y constituía asignado a esta forma era doble: por una parte, jurídico-legal, ya que
también a través de su forma material. Tomó forma así una historia en la daba anclaje a un entramado social y su imposición material; y por otra,
que se cruzan ideas, técnicas, instituciones, imágenes mentales, prác- simbólico, pues resultaba la materialización del orden y la perfección,
ticas concretas y voluntades diversas, cuya periodización resulta de atributos ideales tanto del mundo ultraterreno como del mundo natural
las diferencias y deslizamientos observables en las concepciones de y el social. En efecto, la regularidad indiana debía permitir realizar la
gobierno de la ciudad, en las modalidades de gestión, en las técnicas encarnadura del orden social; un orden que se estimaba sólidamente
y formas de intervención y control. Este ampliado horizonte temporal y basado y participante en un orden trascendente. En este sentido, dicha
problemático permitió definir las tres dimensiones de análisis que he- regularidad era profundamente significativa, y a la vez, operativa; en
mos recorrido: la cuestión de la regularidad, las concepciones sociales realidad, significado y operatividad eran, en el marco de una cultura an-
y políticas que atraviesan el devenir de la ciudad, y el rol de la técnica clada en la trascendencia, caras de una misma moneda donde la forma
y la gestión urbanística. Las distintas maneras en que esas tres dimen- operaba como materialización y reificación de un orden social simul-
siones se articularon en el tiempo permitieron establecer una periodi- táneamente simbólico. Una ecuación que es muy visible en la historia
zación que en algunos aspectos replica etapas habituales, pero que en de las ideas religiosas, políticas o científicas, pero cuyo despliegue en
otros las modifica. prácticas locales y terrenales es más difícil de capturar.
Hemos reunido conceptualmente los rasgos analizados en dos no- No podemos, entonces, dejar de asociar este dispositivo a algunos
ciones, cuyas modulaciones sucesivas permiten recorrer esta larga his- principios fundamentales de las concepciones del mundo y la socie-

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dad que hunden sus raíces en las tradiciones medievales y clasicistas. orden productivo fundacional y legal al introducir un circuito de peque-
¿Cómo no asimilar el orden regular del damero y su identificación con ños productores para un dinamizado mercado urbano, progresivamente
un orden social que se equipara al natural, a la creencia medieval en el orientado hacia una creciente actividad mercantil externa. En segundo
poder totalizador de la geometría y las proporciones perfectas? Para lugar, en la irregularidad morfológica y procedimental que resultó del
los teóricos de ese período, la geometría no garantizaba solamente la febril ritmo de las ocupaciones y cesiones de depósitos, y del posterior
inscripción del espacio material en el orden cósmico; esa operación de y persistente arribo de nueva población proveniente de la campaña.
proporcionar y de trazar mediante figuras y números identificados con la Fue precisamente la irregularidad, tanto del proceso de reparto
propia sustancia de la divinidad, se pensaban como la garantía misma de como de la forma material que adoptó, la que terminó por introducir
la estabilidad estructural de la obra, en la medida en que orden natural un primer cambio en el paradigma de gestión de la ciudad. Pues en
y orden celestial eran concebidos como una misma cosa. Este principio las etapas de consolidación del área de solares repartida al inicio, y
operaba también en las concepciones acerca de lo social, de una socie- en la de reparto del ejido, el modo de gestionar había estado basado,
dad estamental gobernada por un monarca paternal conectado misterio- desencadenado y resumido en la producción de documentos escri-
samente a la divinidad y que de ella misma recibía su poder. Todo orden tos, en donde era central la figura del escribano y su saber notarial y
artificial se pensaba basado, por principio, en un orden trascendente en escriturario. Aunque existieron operaciones técnicas, su resultado fue-
el que se anclaba su perfección. La “racionalidad” antigua era esta que ron siempre textos escritos, que en muchos casos lograron verter con
encontraba en las leyes, concebidas también de orden natural, la garan- maestría lingüística acciones y prácticas, traduciendo así los movimien-
tía de la perfección, de la perdurabilidad, de la capacidad de someter tos técnicos a formulaciones verbales; de hecho, este es uno de los
las acciones de los hombres a ese orden superior. La cuadrícula indiana puntos que hacen más evidente la centralidad del paradigma notarial.
participaba de ese clima intelectual y hasta devocional; su propia exis- Por ello los planos producidos en este período, destinados a la auto-
tencia debía asegurar el orden de la ciudad y de la sociedad. ridad española, reflejan la diferencia entre las modalidades de gestión
Hemos podido ver en juego algunas de estas concepciones en los vigentes a nivel metropolitano, ya orientadas por el paradigma gráfico,
debates de la corporación urbana. Las hemos encontrado justamente y las vigentes a nivel local, ligadas todavía al paradigma notarial. Fue la
a partir del evento que inició la transformación de este modelo, la ocu- ocupación del ejido, pero sobre todo su aprovechamiento tributario, lo
pación y el reparto del ejido. Una expansión que podría haber pasado que introdujo el manejo con medios gráficos en la ciudad, y la gesta-
como un problema práctico de control legal se convirtió en un quebra- ción del género topográfico-catastral. Y esto en el mismo proceso por
dero de cabezas para un sector dirigente local que no terminaba de el cual se produjo el quiebre de la idea clásica de ciudad cerrada que
encontrar una respuesta legal y morfológica a la imprevista modificación había estado identificada en la traza.
de las condiciones sociales y productivas de la ciudad y la región. Ya lo Nuestro siguiente par, regularidad borbónica y paradigma gráfico,
mencionamos antes, la expansión sobre el ejido implicó la primera pues- no fue desencadenado por la dinámica local, sino que se incorporó a
ta en crisis del modelo indiano, por dos vías: en primer lugar, en el cues- una nueva manera de intervenir y gestionar promovida por las reformas
tionamiento concreto de una estructura territorial que identificaba un que la monarquía emprendió en las últimas décadas del siglo XVIII.
modo de existir de la ciudad a través de la tripartición traza/ejido/cam- Las más relevantes para nuestro caso fueron la fundación virreinal y
paña, y en la aparición de nuevos grupos de ocupantes que minaban la la creación de las intendencias. Con esas reformas, se incorporó la
estructura reticular de la sociedad porteña, a la vez que modificaban el importancia creciente de la ingeniería militar en el manejo geopolítico

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y el impulso a una racionalización de las modalidades de gestión y de de gestión: la formación de un aparato de gobierno en el que el cabildo
vinculación entre la Corona y sus dominios ultramarinos. Por esta vía alternativamente colaboró o confrontó con las autoridades delegadas;
se introdujeron dos formas de gestión novedosas: la reunida en la no- la definición de un campo de acciones técnicas que, pese a que no
ción de policía, y la que nacía de la acción de los nuevos técnicos. Así, alcanzaron autonomía y sus realizaciones no llevaron a la práctica por
confluyeron en el gobierno urbano tanto los sistematizados métodos completo los programas esbozados en el plano normativo e ideal, sí
policiales de control social como los de conocimiento territorial. Los introdujeron una conciencia en los actores acerca de sus potencialida-
primeros, crecientemente orientados hacia una mirada abarcativa que, des; y finalmente, la aplicación de los métodos gráficos y numéricos,
si todavía no establecía distinciones entre los diversos aspectos de la que empezaron a dar visibilidad a un mundo material, económico y so-
vida social y económica —lo que justifica identificarla como parte de cial hasta ese momento muy poco conocido de manera sistemática.
una ciencia de policía antigua— comenzaba a ensayar la formación de Este paradigma gráfico, orientado por la noción de policía y por el
estructuras de control, como las redes de autoridades menores de al- manejo cuantificador, no renunció al ideal regular; al contrario, en las
caldes de barrio, la división en distritos interiores y la emisión de regla- gestiones de virreyes e intendentes, de los ingenieros militares, y del
mentos de vocación totalizadora. Los segundos, dirigidos a un manejo cabildo, la regularidad continuaba asimilando orden material y social.
del territorio que, si bien en principio tenían que ver específicamente Pero ahora, a tono tal vez con las ideas ilustradas, a los atributos de or-
con lo militar, terminaron por demostrar su eficacia en los más varia- den y perfección se les sumó el de belleza; las evaluaciones acerca de
dos aspectos de la conducción de la ciudad; pues relevar un campo cómo legislar sobre el espacio material incluyeron de manera explícita
de batalla o proyectar las obras de una fortificación ponían en acción la necesidad de obtener configuraciones ordenadas y bellas: es decir,
capacidades que se revelaban igual de oportunas y necesarias en el rectas y alineadas. Y este nuevo atributo agregó a aquellas nociones
complicado mando de las ciudades que crecían. Esas habilidades te- idealizantes su valor mercantil, pues ante una ciudad en la que la valori-
nían que ver con los instrumentos de relevamiento y descripción, pero zación de los terrenos no cesaba de aumentar, se opinó que alineación
la base sobre la que estos se desarrollaban, cada vez más estructurada y rectitud contribuían a esa apreciación económica.
por el manejo aritmético y geométrico, llevó a su aplicación gradual no El aumento de los valores de las propiedades no se restringía al
sólo a los siempre necesarios pero postergados o insuficientes traba- área más densa de la ciudad, lo mismo sucedía con los terrenos de la
jos de infraestructura urbana —el puerto, la nivelación para mejorar los periferia, y sobre ese sector continuó aplicándose la voluntad regular
desagües, la construcción de caminos—, sino al encuadramiento de mediante operaciones de apertura y rectificación de caminos, en las
la ciudad dentro de estos patrones gráficos y matemáticos. Tal vez el que la cartografía tuvo su lugar, además de sostenerse la actividad
ejemplo más claro de esta tendencia se encuentra en la numeración de normativa, que nunca dejaba de insistir sobre el punto. No obstante, en
los cuarteles en 1794 y en la numeración de manzanas de 1810. todo el proceso la función estructurante de la noción de ejido se fue
Decíamos en el capítulo correspondiente que, si las reformas bor- disolviendo. A pesar de la insistencia por extender la cuadrícula y orde-
bónicas modificaron de manera importante los modos de vinculación nar la periferia, en el propio desvanecerse de los términos indianos de
entre la Corona y los territorios americanos, lo hicieron menos en lo ordenamiento de la ciudad se asiste al segundo momento del quiebre
relativo a la estructuración estamental de la sociedad local. El efecto de de la idea clásica de ciudad cerrada.
esas reformas se introdujo no tanto por una intención directa de trans- En el período de la regularidad republicana y paradigma gráfico,
formarla, sino en sus efectos más difíciles de ponderar en los modos asistimos a una persistencia, a la vez que a una reformulación, de los

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términos clásicos de identificación entre orden material y orden social. de la geometría clásica de las figuras perfectas para, en cambio, for-
Aunque esta ecuación continuó vigente en términos generales, los prin- mular soluciones sistemáticas para la fijación de la frontera entre el
cipios en que se basaba el segundo término se modificaron de manera espacio público y el espacio privado. Se combinaron en esta solución
sustancial; pues no se pensaba ahora en una sociedad desigual basada la frustración final de la identificación del orden político y público en la
en las desiguales naturalezas de sus grupos o estamentos, sino que por cuadrícula —frustración originada en la indeseable aunque insoslayable
el contrario, se postulaba una sociedad unitaria dentro de una naturale- solidez de los títulos legales de los propietarios de terrenos irregula-
za también unitaria, progresivamente desencantada y concebida en tér- res— con la adopción de nuevos métodos operativos que implicaron
minos de las nuevas ciencias —especialmente la física— que demostra- una renuncia gradual de la ideología regular ilustrada.
ban la existencia de leyes generales independientes de las propiedades En este marco, si bien se mantuvo la continuidad del paradigma
de los cuerpos, y no dependientes de su cualidad intrínseca. gráfico que identificaba observación, mensura, dibujo y visibilidad re-
En la retórica republicana y sus símbolos, orientados a imponer esta sultante con la capacidad de gobernar y gestionar la ciudad, se intro-
nueva ideología, persistieron los postulados geométricos. El ideal regu- dujo un mecanismo geométrico y normativo que, pese a que fue poco
lar sobrevivió en principio a las rupturas ilustradas con el régimen mo- aplicado en la decaída gestión topográfica durante el período rosista,
nárquico y estamental, para continuar sirviendo como principio formal posibilitó una resolución reticular que se despojó progresivamente de
que debía permitir fundar el nuevo orden social y político, reclamado y valores ideológicos y simbólicos en la cuestión del ordenamiento es-
promovido por las nuevas capas dirigentes. Esto llevó a la sistematiza- pacial y legal de la ciudad. El método gráfico de la línea céntrica pro-
ción de las ideas y prácticas de gestión urbana, a través de la modu- puesto por el Ingeniero-Arquitecto de la Ciudad anticipó las críticas y
lación de la noción de policía en dos ramas separadas, la alta policía soluciones a las que se arribó en el período siguiente, cuando la noción
para la represión del delito, y la baja policía en la formación de cargos de regularidad se volvió instrumental, y los procedimientos dieron lugar
y oficinas técnicas integradas al gobierno provincial, dedicadas a pro- a un paradigma estadístico.
mover la salubridad, la belleza y el orden formal, cada vez más a través En una suma de convergencias, en nuestra última etapa se confor-
de la cuantificación y la objetivación de la ciudad. mó una administración local que fue caja de resonancia de los debates
Sin embargo, este ideal se fue resquebrajando, sobre todo por los que, en las instituciones pero también en la prensa, sostenía un núcleo
efectos de una modificación en el plano de las técnicas, así como por de profesionales y publicistas que empezaban a construir y reclamar
las dificultades de implementación del programa regular que aquellas una mayor autonomía de la lógica normativa y técnica, y al mismo tiem-
debían llevar adelante. El relevamiento de los suburbios que debía per- po un límite a la acción estatal. Lejos ya de las declaraciones ideoló-
mitir su regularización definitiva —cuya delimitación de la ciudad ce- gicas propias de la regularidad republicana, la nueva regularidad se
rrada y ordenada había postulado visual y simbólicamente el plano de volvió completamente instrumental y comenzó a perder anclaje morfo-
Bertrés— constituyó, en su propio fracaso, el epílogo de la confianza lógico, pues la consolidación de la autoridad estatal implicaba avances
ciega en la forma cuadricular como resolución de las discontinuida- decididos sobre los derechos de los particulares, que reclamaban fron-
des y el desorden. De manera combinada con este fracaso, los nuevos teras entre la esfera estatal y la emergente esfera privada moderna. En
avances que permitía la geometría descriptiva —que vino a acompañar una ciudad en la que de hecho no existía el ángulo recto y donde todo
y posibilitar el paso de la ingeniería militar a la ingeniería civil en nuestra “viborea que es gracia”, la obsesión geométrica de los “cuadraditos”
región— reorientaron los procedimientos, y promovieron el abandono dejó de tener razón de ser, ante las necesidades de la administración

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y frente a los acuciantes intereses y derechos de los propietarios, que terreno ante una abstracción y un desencantamiento en aumento. Con
resistían y cuestionaban, por sí y a través de la publicidad, la arbitrarie- respecto a lo segundo, evidenciamos el valor operativo de la cartogra-
dad de la gestión estatal. fía, o más bien, de las operaciones gráficas y técnicas de las que es
Por su parte, la autoridad comenzaba a adoptar decididamente el el producto final, y también los diferentes roles que esas operaciones
paradigma estadístico que ofrecía métodos consistentes y universales desempeñaron en la construcción de la ciudad.
para el direccionamiento del mundo social y material. Si el emblema Durante esta larga historia, vimos emerger modalidades de gestión
del paradigma gráfico fue el plano topográfico, que por cierto no des- y disciplinas técnicas. Sin embargo, sabemos que este momento no
apareció, el emblema de esta etapa será la tabla de datos, esa que clausuró la historia de las relaciones entre forma y ciudad, y entre forma
ordenaba la información de las propiedades en el catastro municipal. y sociedad, y también que no estaba cerrado el proceso de delimi-
Ya no se trataba sólo de dar legibilidad por la vía de la visibilidad, ahora tación de incumbencias técnicas. Como mostró Novick, los ingenie-
se pretendía dar inteligibilidad por la vía de la cuantificación, de reducir ros, uno de los protagonistas principales en esta historia que hemos
y simplificar el acceso cognitivo a la realidad mediante la potencia uni- trazado, fueron perdiendo posiciones frente a una medicina de corte
ficadora de la cifra, que se esparcía en todo tipo de superficie gráfica, higiénico que tuvo una voz creciente en las cuestiones organizativas
y permitía prescindir del recurso topográfico que en última instancia, a de la ciudad, y más tarde frente a los arquitectos, y esos urbanistas
través de la proyección, retenía de manera abstracta (y aún tendencio- que iban surgiendo del cruce de todas estas ramas, que se sumaron y
sa) la forma material. La convicción de la unidad última de lo real en el compitieron en los equipos que ya tenían un espacio indiscutido en las
número (y ya no en la medida, ni el peso) permitió diluir las diferencias estructuras de gobierno municipal y territorial.
La regularidad siguió siendo una pieza clave en el establecimiento
ontológicas, y también sociales e históricas, para sostener la aspiración
y manejo de las relaciones entre Estado y sociedad, a través de la
de un conocimiento total. Ante esta objetivación y abstracción, la forma
grilla suburbana y metropolitana que estudió Gorelik. Pero desde esta
del tejido, y de la propia ciudad, se volvían irrelevantes; insistimos, en
historia, podemos plantear dos precisiones. Por una parte, reforzar que
esta etapa las nociones de orden, salubridad y regularidad ya no reque-
ese renacer del valor político-cultural asignado a la grilla es tributario de
rían ninguna estructura morfológica, su único significado residía en su
un devenir regular de enorme alcance, cuyo conocimiento nos permite
eficacia práctica para resolver la delimitación de esferas de dominio.
ponderar mejor sus significados. Y por la otra, que la grilla metropoli-
Nos planteamos al comienzo dos grandes preguntas. En primer lu-
tana fue, como observó el mismo Gorelik, una retícula y no una cuadrí-
gar, poniendo a un lado el problema del “modelo” de la cuadrícula, nos
cula. Una diferencia que puede parecer menor desde una perspectiva
interrogamos acerca de cómo se construyó efectivamente la regulari-
pedestre, pero cuya formulación arrasó con toda una tradición simbó-
dad en Buenos Aires. En segundo lugar, qué lugar desempeñaron la
lica, ya que existe una profunda diferencia entre el valor ideológico o
cartografía y las operaciones técnicas en el impulso regular-racional político de una retícula homogénea, y el valor trascendente que hemos
que presidió esa construcción. Con respecto a lo primero, hemos po- visto desempeñar a la regularidad en su larga historia anterior. Tal vez
dido ver un patrón morfológico que se moduló a lo largo de sucesivas fue justamente ese el rol que debía jugar el período de la regularidad
modalidades de relación entre instituciones y sociedad, entre lo público instrumental, el de terminar de desmontar la identificación entre una
y lo privado, entre nociones y prácticas. Recorriendo la modernización sociedad tradicional y una ciudad cerrada de forma perfecta basada
temprana de la ciudad, pudimos asistir a las maneras en que la identi- en la geometría clásica del cuadrado, para dejar espacio a la potencia
ficación entre geometría clásica, sociedad y naturaleza, fue cediendo modernizadora de las lógicas técnicas.

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Para finalizar, entonces, hemos intentado contar una historia de la


regularidad en Buenos Aires y su relación con los paradigmas técnicos
y cognitivos que contribuyeron a sostenerla y extenderla, y evidenciar
su sinuoso recorrido. Considerando precisamente la continuidad de
lo regular en las siguientes etapas de la historia de Buenos Aires, fue
nuestro objetivo desprender a esta tradición del carácter abstracto y
casi atávico que le asignaron visiones posteriores, para restituirla a sus
condiciones de existencia. Esto pudo lograrse a través del estudio de
las operaciones gráficas, de las prácticas técnicas y de las de gobier-
no que volvieron una y otra vez a reconducir la ocupación real a ese
principio básico, asimismo reformulado. De esta manera, esperamos
haber podido mostrar cómo lo regular no fue un patrón ideal ahistórico,
establecido en la instancia fundacional y continuado por su propia fuer-
za morfológica o por una simple inercia, sino un conjunto de valores y
también —o sobre todo— de prácticas mediante las cuales una forma
significativa fue la vía de materialización y constitución del orden social.

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