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UNA LECTURA AL PRINCIPITO

Presentado por:

Luz Daris Salgado Cassiani

Presentado como requisito para la aprobación del módulo de Desarrollo Inegral


Infancia y Adolescencia al profesor:
Ronald Salamanca

CORPORACION UNIVERSITARIA IBEROAMERICANA


ESPECIALIZACION EN DESARROLLO INTENGRAL DE LA INFANCIA Y
ADOLESCENCIA
2022
EL PRINCIPITO Y LAS DIMENSIONES DEL SER HUMANO
Cuando se me pide volver a leer el cuento El Principito de Antoine Saint-Exupéry,

evoco con cierta nostalgia esa época de mi infancia cuando me inicie en el proceso de la

lectura. En ese tiempo, jamás imagine que ese libro que me llevo a poner en vuelo mi

imaginación, sería un referente para comprender aún más las dimensiones del ser humano.

Lo que a mi edad infantil era solo la aventura de un niño con una inteligencia e imaginación

sorprendentes, hoy me muestra una manera más fácil de entender una de las dimensiones

humanas más importante como es la dimensión comunicativa. Quizás algunos se

preguntarán que relación guarda el contenido del cuento con la psicología del desarrollo

humano y aunque parezca increíble, si guarda muchísima relación. Efectivamente, el

protagoniza es un niño que se desarrolla cada vez más como persona en la medida en que

empieza a interactuar con muchos personajes, adultos y diversas situaciones que van

apareciendo a lo largo de la historia. Esta interacción con personajes y situaciones lo lleva a

conocer el mundo, cuestionándose e indagando sobre el sentido propio de las cosas.

Todos los capítulos del cuento son extraordinarios, pero quizás uno de los más

sorprendentes es precisamente cuando se encuentra con el zorro, el niño se consideraba

afortunado porque poseía una flor que él pensaba que era única, pero se dio cuenta que

había cientos como la suya, es decir para él ya era vulgar y corriente. Al pedirle al zorro

que jugara con él, el zorro le respondió que no podía, porque no estaba domesticado, pero

que si lo hiciera no sería un zorro como los demás, ni el sería un niño como los demás;

serían únicos los dos. He aquí la importancia de ser únicos, aunque seamos iguales, siempre

habrá cosas que nos diferencian de los demás y por supuesto nos convierte en personas

auténticas y originales. Podría pasarme el tiempo destacando cada uno de los capítulos del
libro, no obstante, se puede observar en cada uno de ellos que el niño pasó de la

experimentación física del mundo, a una más abstracta como es la mental. Fue más allá, se

fue desarrollando como persona, y fue valorando la esencia de las cosas gracias a todo lo

que había aprendido de todos los agentes mediadores que se fue encontrando por su

camino. Es un claro ejemplo de lo que nos pasa a nosotros desde el momento en el que

nacemos. El adulto, es fundamental en el desarrollo del niño, es decir, es un agente

mediador entre el niño y el mundo. Gracias a la interacción social que se va produciendo, el

niño va construyendo su propio mundo, como lo hizo el Principito en su planeta. Por lo

tanto, tiempo y desarrollo van unidos, y de esta forma dan lugar a la triada: adulto-objeto-

niño, todo ello inmerso en un contexto determinado.

En cada uno de los apartes del texto vemos que las dimensiones están implícitas.

Podemos afirmar que la comunicativa está presente toda vez que quien se desarrolla en su

dimensión comunicativa es capaz de interactuar significativamente e interpretar mensajes

con sentido crítico, lo cual se hace evidente cuando el niño expresa sus pensamientos. La

dimensión cognitiva se evidencia en el momento en que el principio da muestras del

conocimiento adquirido a raves de las personas y situaciones que se le presentan, la

dimensión ética se intuye por el solo hecho de relacionarse con los demás, porque son esas

relaciones las que lo llevan a preguntarse sobre la finalidad de sus actos, así mismo la

dimensión afectiva se infiere al ver apego del niño por las cosas, las personas y su planeta

en general

Cada uno de nosotros nos vamos desarrollando y nos seguiremos desarrollando a lo largo

de nuestra vida como lo hizo el Principito, pero siempre sin olvidar este mensaje: “Lo

esencial es invisible a los ojos”.

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