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Los afanes de higienización de la vida

pública y privada
(ciudad de México, último tercio del siglo XIX)

Antonio Santoyo*

E stas páginas muestran un balance general


de las principales manifestaciones de la preo-
país y por enmarcar la consolidación de un pro-
yecto cultural, social, económico y político que
cupación por higienizar la vida pública y priva- guiaría firmemente al país por la vía del ca-
da en la capital del país durante las últimas tres pitalismo. La ciudad de México es el ámbito es-
décadas del siglo XIXYlos primeros años del XX pacial escogido por la amplitud y profundidad
(que desde un punto de vista historiográfico re- que el proceso de higienización adquirió en ella,
sultan integrantes de aquél). Como parte de es- lo cual se refleja en la cantidad y calidad de las
ta evaluación se busca distinguir los rubros más fuentes que pueden resultar pertinentes para
.' significativos, los temas recurrentes y las moda- su investigación. También resulta un insosla-
lidades adoptadas por las propuestas de higie- yable criterio de selección mi inclinación afec-
nización, así como el contexto en que tuvieron tiva y estética hacia esta ciudad.
lugar, para formular un conjunto de problemas Este balance inicial de temas y problemas
básicos de investigación. constituye un primer instrumento personal de
Se pretende destacar las nociones más sobre- investigación, al incursionar en una trascenden-
salientes en el discurso higienista, es decir, el te y poco estudiada veta de la realidad decimonó-
conjunto de valores que abierta o veladamente nica mexicana. Tratándose de un terreno tan
alentaban y orientaban las den1mcias, opinio- descuidado aún por la historiografía local, es
nes y propuestas por las que se hacía público. pertinente contribuir a una revisión de la proble-
En este sentido, se busca establecer elementos mática que, además de apoyar la elaboración de
que permitan atisbar los valores de aquella épo- una o más visiones preliminares de conjunto,
ca, la heterogeneidad y cambios que presenta- puede ayudar a cuestionar prenociones e ir apa-
ron, así como lajerarquización social a la que se rejada a una exploración abierta y provisional
asociaron. de fuentes.
Como ámbito temporal de estudio se ha ele- Se establece aquí, como punto de partida, la
gido un periodo que se caracteriza por una esta- presencia de nociones tales como higiene --en-
bilidad inédita en la etapa independiente del tendida de manera general durante el periodo
en cuestión como el conjunto de principios y
prácticas dirigidos a preservar la salud de las
* UniversidadAutónomaMetropolitana-Iztapalapa. personas-, saneamientoy limpieza, en el desen-
El texto forma parte del proyecto de investigación que
el autor desarrolla como tesis de doctorado en Historia volvimiento de procesos que experimentaron en
para El Colegio de México. México un claro avance desde mediados del si-

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glo XIX. Entre tales procesos destacan: la secu- Asimismo, consideramos que el campo de la
larización, la expansión del fenómeno urbano, higiene y el saneamiento público y privado ope-
la liberalización de recursos materiales y de ró como dimensión fundamental de represen-
fuerza de trabajo, el desarrollo del individualis- tación social y referencia simbólica, de con-
mo, la vinculación estrecha del país con fuerzas frontación de imágenes y mensajes cifrados en
y proyectos económicos y políticos externos, el códigos nuevos y seductores. De tal modo, la
avance del capitalismo, la consolidación del es- higienización funcionó como terreno tanto de
tado y un crecimiento demográfico y económico identificación como de diferenciación entre cla-
significativos. Desde esta perspectiva formula- ses, grupos, familias e individuos. En este senti-
mos lo aquí escrito, por una parte, y por otra, do, fue elemento esencial en la conformación de
adelantamos los siguientes presupuestos como relaciones novedosas y de espacios, públicos y
guias de investigación en el corto y en el media- privados, fincados en la racionalidad capitalis-
no plazos. ta y en la individuación. La diferenciación sim-
Creemos que el desenvolvimiento del proyec- bólica fue parte central del proceso de agudi-
to de sociedad concebido en lo esencial desde la zacióny sofisticación de la división entre pobres
Ilustración, y retomado y puesto enérgicamen- y ricos, en la cual ocuparon un sitio preponde-
te en práctica por los liberales mexicanos desde rante las asociaciones entre pobreza, instinto,
mediados del siglo XIX, estuvo vinculado al so- animalidad, inmundicia, desorden, relajamien-
metimiento relativo, nunca completo, de múlti- to y tolerancia a la suciedad, por una parte, y
ples y profundas pulsiones individuales y colec- aquéllas establecidas entre riqueza, control, ci-
tivas -adversas al desarrollo del orden social vilización, limpieza, orden, disciplina y rechazo
y económico burgués y conjugadas con tradicio- de la suciedad, por otro lado.
nales esquemas de percepción del mundo--, así Pensamos que el avance de la limpieza públi-
como a la creación paulatina de personas cons- ca y privada estuvo ligado a una radical altera-
cientes y defensoras de su individualidad. Este ción -nunca homogénea, ni social ni temporal-
esquema secularizador y capitalista -de su- mente--- de las representaciones sociales, de los
bordinación o extirpación de pulsiones y de in- significados y de las lecturas de los símbolos. La
dividuación de valores y prácticas- tuvo como modificación simbólica estuvo vinculada ínti-
imprescindibles los principios de la higieniza- mamente con el desarrollo del individualismo,
ción fisicaymental-orientados alestablecimien- de la intolerancia creciente a la cercanía social
to de control, disciplina, inclinación al trabajo y y física entre no iguales, y del rechazo al contac-
respeto a las instituciones-, que operaronjun- to en general; también formó parte de la espe-
to con los demás valores decimonónicos del pro- cialización, culto y goce del espacio privado. Di-
greso (tales como el libre mercado de recursos cho esquema de representaciones y modelo de
materiales y humanos, la ruptura del corpora- comportamientos, de sello netamente burgués,
tivismo, la separación de la Iglesia y el estado, agudizó y redefinió la importancia que, junto
la configuración de límites más definidos en- con la vestimenta, ya tenían como criterios de
tre lo público y lo privado, y la trascendencia del diferenciación la limpieza, la pulcritud, el olor y
ahorro y la acumulación). la sofisticación de los cuerpos y los espacios (en
Suponemos que las nuevas relaciones y valo- este sentido destaca la elaboración, por parte de
res, de carácter secular y capitalista, hicieron una nueva sensibilidad, de territorios indivi-
de las prácticas y principios de la higienización duales muy definidos). 1
un terreno privilegiado de expresión y una pun- Suponemos también que las transformacio-
ta de lanza. De tal manera, la realización del nes materiales y mentales del periodo deses-
orden social secular y liberal exigieron conver- tructuraron o restringieron viejos patrones de
tir a la higiene en un instrumento de diagnósti- sensibilidad y percepción, tradicionales mode-
co y límite entre la transgresión y el cumpli- los de relaciones sociales, grupales y familiares.
miento de normas. Sin embargo, dichos cambios no fueron simple-

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mente desequilibradores o desestructuradores quejas, denuncias, comunicados oficiales y avi-
de lo existente; no pueden ser vistos como par- sos publicitarios.
te de un proceso simple o de acción unilineal. También se revisaron numerosos expedien-
Por el contrario, la higienización vino a ofrecer tes en algunos ramos del Archivo Histórico de la
a sus practicantes y beneficiarios -con lógica y Ciudad de México referentes a salubridad pú-
certezas impecables- un cúmulo de gratifica- blica y policía urbana durante la segunda mitad
ciones por lo perdido (algunas formas y conte- del siglo XIX, así como índices de actas de ca-
nidos de los esquemas tradicionales de percep- bildo de la segunda mitad del siglo XVIII en
ción y de organización social y familiar), así adelante, en el mismo archivo.
como una suavización compensatoria de la nue- Se efectuó, asimismo, un sondeo de las dispo-
va rudeza social, econÓmica y psicológica del siciones oficiales referentes a la limpieza e hi-
entorno individualizante, por medio, por ejem- gienización de espacios y actividades en la capi-
plo, del confort y el regodeo narcisista asocia- tal, emitidas desde mediados del siglo XVIII
dos al consumo y al arreglo personal y ha- hasta la primera década del XX.
bitacional.
La fase inicial de investigación que presen-
tamos se ha apoyado fundamentalmente en la La ciudad, los males que atentaban
revisión de materiales hemerográficos impre- contra la salud pública
sos entre 1869 y 1913, incluyendo diarios, revis-
tas semanales de variedades y comentarios, pu- Antecedentes
blicaciones especializadas -en arquitectura e
ingeniería, por ejemplo--, así como boletines de Durante las últimas tres décadas del siglo XIX
distinto orden. y los años iniciales del XX, de manera progresi-
El examen de estas fuentes se enfrenta a la va se hicieron públicas en la prensa múltiples
discontinuidad de muchas de ellas, que obede- opiniones, quejas y propuestas en torno a la in-
ció a la rápida evolución del contexto econó- salubridad pública en la ciudad de México. Ta-
mico, político y sociocultural del periodo. Junto les voces (emitidas por editores, periodistas,
con la desventaja del embate contra la libertad políticos o vecinos, comúnmente integrantes de
de expresión que se dio progresivamente desde la clase media letrada, a título individual o re-
inicios del porfiriato (de 1876 en adelante), los presentando a grupos de habitantes de calles o
sesgos derivados de intereses sectoriales y co- zonas determinadas), se acompañaban en mu-
yunturales, así como las relativas desventajas chos casos de sugerencias, peticiones concretas
de la modernización de la industria periodística a las autoridades locales y lamentaciones lle-
hacia fines de siglo, nos hallamos ante la proli- nas de desesperanza. 3
feración de publicaciones y la expansión de la Esa expresión de inquietudes, demandas,
gama y volumen de sus contenidos. Éstos, a su deseos e intereses que formaban parte de una
vez, se vieron reforzados por la utilización cre- novedosa concepción del mundo y de un proyec-
ciente de recursos de tiraje e impresión, entre to de sociedad orientado a la modernidad, tuvo
los cuales destacó el empleo de imágenes ---que, como contraparte una vasta labor legislativa y
sin duda, representan una rica vertiente de in- administrativa por parte del estado, que ocupó
vestigación-. 2 entonces un papel central en el desarrollo de
Así, efectuando una revisión parcial y pano- la higienización de la vida pública y privada.
rámica del material hemerográfico de la época, Dicho desarrollo de la higienización -que, de
pudimos constatar el potencial que encierra acuerdo con Norbert Elias, entendemos como
para el abordaje historio~áfico de cuestiones parte de un "proceso civilizatorio" por el cual se
como las aquí tratadas. Estas fueron rastrea- da un control progresivo de las pulsiones instin-
das en rubros diversos en el interior de las tivas, que van dejando sitio a comportamientos
publicaciones, tales como: editoriales, noticias, ordenados por la racionalidad- formó parte

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del proceso mismo de construcción y consolida- en algún grado, como garantes del crecimiento
ción del estado mexicano, sin que lo dicho se y la fortaleza económica y política de los pue-
deba relacionar con la idea de que éste haya blos, por muchos integrantes de las élites, in-
sido un generador exclusivo, mecánico y volun- dependientemente de su filiación ideológica o
tarista de la higienización. 4 política, ya en la primera mitad del siglo XIX-.
La problemática referente a las condiciones Sin embargo, la higienización, en: un sentido
de limpieza de la capital, de ninguna manera era amplio, posee una lógica totalizante que, en prin-
nueva. Desde la segunda mitad del siglo XVIII, cipio, la asimila a la secularización como pro-
distintas voces, especialmente dentro del go- yecto de vida y no reconoce jerarquías sociales;
bierno, aunque también de particulares y de una lógica que resulta impersonal y ajena a con-
agrupaciones científicas y gremiales, habían ex- sideraciones tradicionales de tipo religioso, mo-
presado inquietudes y propuestas en torno a las ral, corporativo y estamental (como aquellas
condiciones que determinaban los niveles de concepciones precapitalistas que defendían la
salud en los pobladores de la ciudad. naturaleza superior de ciertos individuos sobre
Las disposiciones en forma de decretos, ban- otros, o los derechos de los muertos a permane-
dos, reglamentos y recomendaciones que insis- cer enterrados en zonas urbanas céntricas o en
tían, tanto en la eliminación de arraigadas cos- el interior de los templos). Dicha lógica de la hi-
tumbres privadas y públicas que afectaban a la gienización se emparenta, pues, en lo esencial,
salud pública como en la implantación de prác- con los valores burgueses de la igualdad y la li-
ticas dirigidas a higienizar la ciudad, son fre- bertad' y con los afanes secularizadores para-
cuentes y en muchos casos repetitivas, desde lelos a ellos. Esto propició la intensificación y
los años borbónicos hasta bien entrado el pe- sistematización de las preocupaciones yrespues-
riodo que nos ocupa. De las características de tas factuales referentes a la higienización bajo
las disposiciones oficiales y las reprimendas y la- el dominio político y social del liberalismo (in-
mentaciones por su incumplimiento durante clusive durante el Segundo Imperio, orientado
más de un siglo se infiere que sus efectos eran en muchas de sus políticas por una rotunda con-
prácticamente nulos. 5 cepción liberal). Las inquietudes al respecto se
La considerable estabilidad experimentada en expresaron desde el triunfo incuestionable del
el país desde la restauración republicana, con- liberalismo, en 1867, de una forma más consis-
sumada en 1867, ofreció un ambiente político y tente que antes tanto en la legislación y su
un clima social en buena medida contrastantes puesta en práctica como en la prensa periódica
con los precedentes, teñidos de conflicto, incer- y otras múltiples manifestaciones, llegando, en
tidumbre para cualquier proyecto y fragilidad algunos momentos del porfiriato, a alcanzar,
estatal. El triunfo de la facción liberal-baña- inclusive, tonos que hoy parecerían obsesivos.
da de un prestigio nacionalista por su resis-
tencia frente al intervencionismo francés, que Los problemas
le facilitó el afianzamiento de su propuesta de
sociedad- dio comienzo a una larga etapa que, Desde la séptima década del siglo XIX hasta la
aunque no fue homogénea, se caracterizó por el primera del XX, en los periódicos de la capital
creciente control, hegemónico y centralizado, -de la misma forma que en documentos oficia-
del poder político por los defensores de la inser- les como memorias e informes- se describieron
ción de México al progreso y la secularización los obstáculos mayores a la salud de los habi-
ofrecidos por el capitalismo naciente. tantes de ésta, la cual experimentó, precisa-
Resulta absurdo pensar que las propuestas mente durante el periodo, el arranque de un
de higienización, saneamiento y limpieza de los crecimiento cada vez más acelerado. 6 Entre los
espacios y los cuerpos estaban siendo hechas males que se describían y para los que se exi-
exclusivamente por los liberales -pues se tra- gían soluciones al gobierno,7 destacaban: los
taba de un conjunto de principios reconocidos, "muladares" o tiraderos de basura y animales

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muertos en la parte norte de la ciudad, precisa- A todo lo anterior se sumaba la existencia de
mente de donde provenían los vientos domi- mataderos, establos, zahurdas, tocinerías, cur-
nantes que introducían en la ciudad "miasmas tidurías,jabonerías, almidonerías y otros esta-
deletéreos";8la existencia de cementerios en la blecimientos dentro de la zona urbana, cuya
zona urbana, así como el traslado de cadáveres presencia y desechos fueron considerados, a par-
en carros abiertos, "pestilentes pebeteros pro- tir del siglo XVIII y crecientemente con el paso
ductores de tifo", desde los hospitales hasta del XIX, una amenaza a la salud pública por
aquéllos;9 el "comercio de las meretrices", consi- los observadores más críticos, pertenecientes
derado necesario pero "carente de buenos re- a los grupos sociales escolarizados de la pobla-
glamentos"; la carencia de agua corriente para ción capitalina.
la limpieza cotidiana de las atarjeas, así eomo la De manera particular durante las décadas de
insuficiencia de éstas (hay que recordar que las los años ochenta y noventa, una copiosa do-
obras del alcantarillado amplio y el desagüe de cumentación da testimonio de solicitudes, re-
la ciudad no llegarían a su culminación sino comendaciones, discusiones y propuestas, tan-
hasta los últimos años del siglo) y la recolección, to de particulares (normalmente integrantes
en sí misma muy deficiente, de excrementos por de los sectores sociales altos y medIos de la ca-
carros "sahumadores" nocturnos en las calles pital, consumidores y generadores de cultura
sin atarjeas, y su depósito en la acequia y el escrita: comerciantes, médicos, abogados y con-
canal que iba de San Lázaro a Texcoco, cuyas tadores, y empleados de oficina y maestros) co-
aguas eran un "insoportable foco de pestilencia, mo de órganos de gobierno, relativas a la urgen-
muy dañoso a la población".lO cia de proceder eficazmente al saneamiento de
También eran motivo de denuncia la defi- la ciudad cambiando radicalmente las condicio-
ciente construcción o carencia de letrinas en las nes materiales que reunían las casas-habitación,
casas de vecindad, la falta de letrinas y min- las calles, las plazas y sitios como cementerios,
gitorios públicos, el desaseo en los existentes l l cárceles, hospitales, teatros, fondas, figones, can-
.' y la gran cantidad de perros "vagos", que eran tinas, pulquerías, mercados, carnicerías y toci-
peligrosos tanto vivos, por la amenaza de trans- nerías, así como zahurdas y fábricas de velas de
misión de la rabia, como muertos, pues las ma- sebo (que en gran número permanecían ilegal-
tanzas (de hasta cinco mil animales en pocos mente dentro de la zona urbana). En muchos
días) llevadas a cabo por el mismo ayuntamien- expedientes de esta naturaleza depositados en
to o por empresas particulares contratadas para el Archivo Histórico de la ciudad se percibe una
tal fin, no eran seguidas de la recolección expe- fuerte dosis de ansiedad en las voces de vecinos
dita de los cadáveres. 12 solicitantes y quejosos, estado de ánimo que
Las quejas de los vecinos por las malas con- traslucía el dramático y profundo temor a las
diciones de sus calles (ausencia de empedrado y epidemias. 15
de cañería y drenaje, así como falta de limpieza
y mantenimiento cuando existían), incluso de Toma de conciencia y cambios relativos
las más céntricas de la capital, y las críticas de ob-
servadores locales y extranjeros serían frecuen- Aunque hacia fines del siglo XIX las condicio-
tes hasta bien entrado el porfiriato, cuando se nes sanitarias públicas y privadas empezaron
insistía en que en gran parte de la ciudad "todo a modificarse, por una parte, y, por otra, múlti-
lo invaden el cieno y los desechos, y cuanto hay ples preocupaciones y concepciones alrededor
más de grosero y repugnante".13 Eran tales las de la higiene y el saneamiento públicos y pri-
dificultades para obtener del gobierno de la vados estaban ya extendidas en el ámbito urba-
ciudad las mejoras solicitadas, que cuando lle- no, especialmente entre los estratos sociales
gaban a conseguirse eran motivo de verdadero medios (profesionales y empleados públicos y
regocijo entre los vecinos peticionarios, quienes privados) y altos (funcionarios de nivel alto y
hasta organizaban fiestas para celebrarlo.14 e~presarios), éstas no tenían un impacto global

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y rotundo en la realidad cotidiana de la ciudad y blación, y en obras y servicios públicos contra-
sus habitantes. Además, no implicaban un me- tados con el gobierno, como fueron, por ejemplo,
joramiento significativo en las condiciones de la recolección y procesamiento de desechos de to-
vida de la mayoría de éstos, que eran pobres. do tipo, el empedrado y la pavimentación de ca-
Los cambios en la percepción y en las concep- lles y las obras del desagüe. Caso ejemplar de la
ciones no correspondían todavía a un conoci- actitud empresarial que buscó el cobijo guber-
miento claro y utilizado eficientemente por un namental-aprovechando las nuevas condicio-
sector mayoritario de la población, no se tra- nes de estabilidad y de relativa prosperidad, así
ducían aún en políticas amplias, radicales y co- como las preocupaciones colectivas relaciona-
herentes de higienización, así como tampoco das con la higienización-, fue el de Ernesto
constituían un saber acabado y conjuntos de Laigle, ingeniero civil fabricante de productos
explicaciones sólicÍas por parte, incluso, de los químicos. Éste, que ya había brindado sus ser-
especialistas de la época. Un ejemplo significa- vicios al ayuntamiento efectuando matanzas de
tivo de este conocimiento relativo ---obediente a perros, en 1888 ofreció al examen del mismo un
condiciones históricas precisas-y de las tomas nuevo desinfectante de su invención y esperaba
"parciales" de conciencia de los problemas de recibir para su elaboración "el privilegio res-
saneamiento a las que puede asociarse, se ob- pectivo del Supremo Gobierno", así como un
serva en la convocatoria hecha en 1884 por la contrato de venta de grandes cantidades a las
Academia de Medicina de México para "descu- autoridades de la ciudad para desinfectar
brir la causa de las emanaciones pestilentes de las atarjeas. Además de esto, Laigle pretendía
la capital", que habían aumentado reciente- vender al ayuntamiento un vasto proyecto con-
mente de manera notable. La agrupación ofre- sistente en la desinfección de los residuos urba-
ció un premio de cien pesos a la persona que nos (lodos, basura y animales muertos) y su con-
encontrara el origen de tales emanaciones. 16 versión en productos útiles a la industria y la
Dada la información que las fuentes hemero- agricultura, como combustibles y abonos. 17 Des-
gráficas, gubernamentales y técnicas permiten graciadamente, la documentación no nos ofrece
reunir hoy, parecería que en aquel entonces huellas del destino de la propuesta, aunque
para ningún habitante informado directa o in- poco tiempo después se establecieron diversos
directamente --es decir, aquel que no leía pero contratos de ese tipo entre las autoridades y
se enteraba escuchando, aunque fuera parcial- otros empresarios. Un caso similar es el de Eu-
mente, los contenidos periodísticos- existía la sebio Gayosso, quien tres años antes había pre-
menor duda acerca de las fuentes de las ema- tendido vender al ayuntamiento grandes canti-
naciones pestilentes y los males que se asocia- dades de un desinfectante de su fabricación. 18
ban a ellas -independientemente de la subje-
tividad o precisión de sus puntos de vista-o Sin
embargo, las certidumbres y la difusión, crítica La higienización de los espacios
y debate de la información eran muy limitadas,
como deja ver la convocatoria en cuestión.
Antecedentes
Empresarios y limpieza
A lo largo del periodo estudiado fue fortale-
En medio de las crecientes preocupaciones y ac- ciéndose la opinión de que la salud de la colec-
ciones de la sociedad y el estado a propósito del tividad dependía en amplia medida de las ca-
saneamiento urbano durante el último tercio racterísticas de las construcciones, así como de
del siglo XIX, ocupa un sitio digno de considera- la disposición y formas de uso de los espacios en
ción la proliferación de iniciativas empresaria- general. Esta idea no era nueva, pero su difu-
les al respecto. Éstas se dieron en múltiples sión y su impacto efectivo sobre la realidad se
rubros de productos y servicios ofrecidos a la po- empezaron a materializar solamente desde que

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el vasto conjunto de valores y prácticas de raíz talidad" que las estadísticas mostraban tenía
colonial, que había otorgado sentido a la vi- por causas:
da colectiva e individual por siglos, comenzó a
ser alterado radicalmente por la modernización la defectuosa construcción de nuestras vi-
del último tercio del siglo XIX. viendas, la escasa elevación de sus pisos,
Desde la segunda mitad del siglo anterior, la mezquina capacidad de los patios, la
los ilustrados novohispanos en el poder habían estrechez de los dormitorios en relación
planteado la necesidad de erradicar tradicio- con el número de personas que los ocu-
nales concepciones, prácticas y usos del espa- pan, la falta de sótanos y la de luz y ven-
cio, por los cuales la falta de circulación y el tilación, la viciosa construcción de [1os re-
estancamiento de aires yaguas en los ámbitos tretes y letrinas], y la permeabilidad de los
cerrados y abiertos de la ciudad, desde su mo- muros y entarimados. 22
derna perspectiva, propiciaban la acumulación
de inmundicia, la corrupción y el contagio de en- Múltiples observadores plasmaban en la
fermedades, especialmente a través del aire. 19 prensa tanto sugerencias prácticas como la ur-
Sin embargo, enfrentándose a poderosas resis- gencia al gobierno de exigir a los propietarios y
tencias de la mayoría de la población urbana, ocupantes de casas-habitación seguir una serie
las disposiciones modernizadoras dictadas por de principios higienizadores de la construcción.
los borbones y por los gobiernos nacionales has- Entre éstos destacaban los referentes a la "na-
ta la etapa reformista liberal vieron el fracaso turaleza del terreno", que debía ser sólido y li-
una y otra vez, aunque no se puede afirmar que bre de humedad; "la aireación", entendida como
su impacto fuera nulo. "la capacidad de las habitaciones" y su "sufi-
ciente ventilación"; las "relaciones entre la par-
Higienización de los inmuebles te libre y la edificada", importantes para permi-
tir la entrada de luz; el empleo de materiales
.' En los primeros años del llamado liberalismo de construcción y recubrimiento resistentes, im-
triunfante se llegaron a manifestar resisten- permeables y fáciles de limpiar y desinfectar; la
cias de particulares, y aun de funcionarios gu- disposición higiénica de las cocinas, alejándo-
bernamentales, al intervencionismo estatal in- las de los fluidos y las emanaciones pestilentes,
teresado en la salud colectiva, alegando que las y el "saneamiento de retretes, letrinas y alcan-
prohibiciones, reglamentos y códigos sanitarios tarillado" por medio del abundante uso de agua
referentes a las características y condiciones de corriente. 23 En el mismo sentido, hacia fines de
inmuebles atentaban contra las garantías indi- los años noventa el Departamento de Salubri-
viduales de propietarios y, muchas veces, de in- dad Pública publicó unas "Reglas que gobier-
quilinos. 20 nan la construcción y reconstrucción a prueba
Sin embargo, la nueva racionalidad se fue de ratas de todo edificio".24
imponiendo. La convicción de que los niveles de
salud de las personas estaban íntimamente Profesionalización en la construcción
asociados a las características de los espacios
que habitaban se expresó crecientemente en la En el clima de modernización acelerada vivido
prensa por medio de denuncias, quejas y exhor- durante los años de apogeo del porfiriato, desde
taciones a propietarios y ocupantes; se materia- la última década del siglo en adelante, los pos-
lizó paulatinamente en leyes, reglamentos y có- tulados de higienización del espacio se vieron
digos formales e informales que pugnaban por conjugados con un profundo proceso de indivi-
una higienización de la adopción de materiales, dualización, liberación de las actividades econó-
dimensiones, formas y ubicaciones específicas micas, profesionalización y ascenso de estratos
en las casas habitación. 21 Por ejemplo, hacia fi- sociales con valores burgueses. En este marco,
nes de siglo se afirmaba que "la espantosa mor- en el que se hizo patente la profesionalización

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de la arquitectura y la ingeniería, se planteó la dicas el anuncio de muebles y utensilios domés-
demanda por parte de los interesados y sus alia- ticos, para ser empleados en sitios específicos
dos ideológicos y materiales, de que toda cons- de la casa (como el comedor, la sala, la cocina, la
trucción fuera obligatoriamente dirigida por un recámara y el baño) y para actividades en las
profesional. A este respecto en El Imparcial, El que se subrayaba la individuación, la importan-
País y El Arte y la Ciencia se señalaba con in- cia creciente de la familia nuclear y la preemi-
sistencia que el saneamiento de la ciudad no se nencia de la higiene. Por ejemplo, a fines del
podría obtener si no se exigía "que toda finca siglo XIX y principios del :XX, Roberto Boker y
[fuera] dirigida por los técnicos en arquitectu- Cía. anunciaban con un gran despliegue pu-
ra", pues "imposible será -se afirmaba en El blicitario juegos de muebles para recámara
Arte y la Ciencia- que quien no ha cursado en "compuestos de una cama, dos burós, un vesti-
toda forma y ha sido legalmente aprobado para dor, un aguamanil y un guardarropa";28 para
ejercer como constructor de edificios, pueda "cuartos de baño" aseguraban poder proporcio-
proveer a todas sus necesidades [...] de seguri- nar "cuantos objetos se necesiten": como "baños
dad, belleza e higiene".25 de regadera de presión para baños fríos, tinas y
En el mismo contexto se hicieron propuestas bañeras de diferentes formas, clases y tama-
para que se premiara a arquitectos por la cons- ños, para baños tibios o de esponja".29 La nueva
trucción higiénica y estética de inmuebles. A los importancia y valorización que se hacía de las
concursos organizados con tal fin podrían con- prácticas de higiene y arreglo llevadas a cabo
currir igualmente los constructores de casas individual e íntimamente se ponía de manifies-
"modestas, destinadas al pueblo". Además, se to con el consumo de este tipo de bienes, que in-
solicitaba la exención de impuestos para los cluía sofisticados equipos como aquéllos para
propietarios, que no escatimaran "en gastos "afeitarse en su casa [...] sin peligro de herir-
para dotar a la ciudad de casas bien hechas, se".30
higiénicas y bellas".26 En los avisos periodísticos destaca el tipo de
También en este ambiente -del que forma- público -no siempre el de mayores recursos-
ba parte un acelerado proceso de urbanización al que van dirigidos; muchas veces se hace re-
y transformación de las relaciones económi- ferencia a la combinación de cualidades estéti-
cas y sociales-, aunque de manera aislada, se cas, calidad y durabilidad, el bajo costo o las
llegó a expresar la opinión de que la construc- facilidades de pago buscadas por los estratos
ción de viviendas económicas, con "condiciones medios en expansión y ascenso, así como afana-
de higiene y salubridad", era una "empresa de dos en obtener una imagen de solvencia y buen
regeneración social y de progreso humano" que gustO. 31
se debía iniciar para dotar de vivienda digna a
"la clase modesta de la sociedad, que es víctima Espacios privilegiados para el control
de sus exigencias".27 Sin embargo, esto esta- y la higienización
ba aún muy lejos de las posibilidades reales de
la sociedad mexicana de entonces. En las consicleraciones y en las prácticas relati-
vas a la higienización del espacio, de manera
El espacio privado especial hacia finales de siglo se puso énfasis en
algunos sitios que, genéricamente y en todo el
Una vertiente significativa de la creciente aten- mundo occidental, han sido ámbitos privilegia-
ción brindada al espacio se halla en la especia- dos para la reflexión, sistematización y experi-
lización de éste en la dimensión privada y fa- mentación de las prácticas de control, en gene-
miliar. La publicidad, asociada con las formas ral, y de higienización en particular.32 Se trataba
y volúmenes de consumo, es un reflejo de ello. de las cárceles, los manicomios, los cuarteles, los
Sobre todo desde los años ochenta se incremen- hospitales, las escuelas, los baños públicos y
tó notablemente en las publicaciones perió- los hoteles, entre los más notables. Los proyec-

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tos, propuestas, comentarios, evaluaciones y/o perfumes obtenidos de ellas y a la vegetación
publicidad que se hacían de ellos resultan signi- en general. Éste ciertamente existía desde ha-
ficativos por el carácter paradigmático de sus cía más de un siglo; sin embargo, la valoración
contenidos en relación con la higienización de social y el elevado consumo de enjuagues, per-
todos los demás espacios públicos y privados. fumes, lociones y flores, el elogio de los benefi-
En este sentido resultan de significación los cios odoríferos y estéticos de éstos, la novedosa
proyectos y la construcción de cárceles y mani- publicidad de floreros, jardineras y macetas, el
comios "modelo" hacia 1900, como los casos ce- desarrollo de artesanías a base de flores y vege-
lebrados de la penitenciaria de Lecumberri y el tación, así como la realización de exposiciones,
hospital para enfermos mentales conocido como de concursQs y de los celebrados "combates de
La Castañeda. En esos proyectos destacaban flores", dan prueba de su exacerbación. 37
"18 extensa aplicación de las leyes de la higiene" Mediante este culto a las flores y a la natura-
y el sistemático y riguroso control de la circu- leza en general-propiciado por la difusión de
lación de aire yagua para evitar estancamien- no pocos conocimientos científicos y por los va-
tos propiciadores de corrupción, conjugados con lores asociados a la estética de la llamada Be-
la vigilancia y el orden disciplinario más rigu- lla Época-, se llegaba a manifestar con mayor
rosos. 33 o menor claridad el conflicto sociocultural, y
También destacan las descripciones y los elo- hasta existencial, generado por el acelerado cre-
gios que durante los años ochenta y noventa se cimiento del fenómeno urbano en un país de
hacían de diversos baños públicos como los pres- profundos rasgos tradicionales y rurales. En
tigiados "Pane y Osorio", destinados a estratos ese contexto, frecuentemente salía a la luz du-
medios y altos,34 y los que formaban parte del rante el apogeo del porfiriato una censura a la
"Refugio nocturno para obreros", en la plazue- vida urbana y sus miserias fisicas y morales,
la de La Lagunilla. En este establecimiento pa- junto al elogio romántico del trabajo agrope-
ra menesterosos, patrocinado por el gobierno e cuario y la vida campestre. 38 Concepciones de
inaugurado en 1897, además de camas en al- este tipo se aprecian vívidamente en un discur-
quiler en dormitorios colectivos, había "baños so pronunciado durante una exposición gana-
tibios de regadera" y "lavandería mecánica", los dera realizada en Coyoacán en 1904. En su
cuales permitían a los pobres "conocer los bene- pieza oratoria, el funcionario José Covarrubias
ficios para el individuo y la especie de una ma- decía:
ceración en agua limpia y la verdadera caricia [...] sepan cuánto amamos la vida cuando
que la piel experimenta cuando la cubren ropas
no está divorciada de la naturaleza, cuan-
albeantes".35
do en lugar de encerrarse en los artificiosos
Por su parte, los hoteles eran también puntos
placeres de las ciudades, entre las sofocantes
de referencia en la avanzada de lahigienización.
paredes que limitan el horizonte, que es-
Hacia fines del poñIriato se anunciaban, por
tancan el aire, que retienen los pestilentes
ejemplo, como "el más higiénico de la ciudad", miasmas, entre la anemia, la miseria y los
como "bien ventilado" o "recomendable por su
urbanos oropeles; se desenvuelve en ínti-
atención, limpieza y moralidad".36
mo contacto con el anhelo fecundante de la
tierra, con el contento, el trabajo y el aire
Culto a la naturaleza y rechazo puro que engendran la salud y el bienes-
de la suciedad encarnada en lo urbano tar. 39
Como parte del enaltecimiento de la limpieza,
del saneamiento, de la ventilación, de los olores La nueva importancia del cuerpo
provenientes de la naturaleza y de la ausencia
de putrefacción, durante el porfiriato se llevó a En este territorio el punto de arranque más vi-
sus extremos el culto a las flores, los aromas y sible es el desarrollo y la difusión de los avances

68
médicos y científicos que tuvieron lugar desde arraigados", que únicamente se podían corre-
el siglo XVII. A partir de entonces en gran par- gir "siguiendo una vida morigerada y conforme
te del mundo occidental, aunque en la ciudad en todo con los preceptos de la higiene física y
de México este fenómeno es efectivamente pal- moral".40
pable hasta el siglo XVIII, se dio entre los sec- Correspondiendo a esta percepción dominan-
tores sociales letrados una reconsideración del te del cuerpo, la salud y la enfermedad, durante
cuerpo humano, sus funciones y sus relaciones la segunda mitad del siglo XIX hubo en el ám-
con el entorno, que se fue popularizando lenta- bito capitalino una fiebre de oferta y consumo
mente. Así, de manera entrelazada con el avan- de purificadores de la sangre, tónicos, energéti-
ce del individualismo como fenómeno social, en cos, estimulantes y remedios para males diges-
el transcurso del siglo XIX el cuerpo fue siendo tivos, respiratorios, "secretos" y de todos los ti-
entendido, en el marco de una cosmovisión ra- pos imaginables. 41 Estos productos pocas veces
cional y mecanicista, como una entidad libre o beneficiaban a sus consumidores y en no pocos
portadora y transmisora de impurezas, que era casos contenían sustancias hoy totalmente re-
susceptible de ser limpiada, purificada, prote- conocidas como tóxicas (plomo o mercurio, por
gida y/o fortalecida --es decir, higienizada- ejemplo), pero todos se anunciaban ostentosa-
mediante la acción conjunta de recursos físicos, mente como respaldados por los más recientes
sociales y morales. adelantos de la ciencia, lo cual no distaba mu-
cho de la verdad. 42
Purificación física y purificación moral
Cuidado y embellecimento del cuerpo
En el sentido de lo anterior, y como derivación
de la teoría de los humores como fluidos esen- La novedosa consideración del cuerpo, deriva-
ciales, la sangre adquirió durante el siglo XIX da del avance del individualismo burgués, de la
un carácter peculiar, al considerársele un "lí- definición y separación progresiva de lo público
.' quido vivo y misterioso [...] que lleva disuelta la y lo privado, así como de los principios de hi-
vida", que contiene y trasmite todo lo bueno y lo gienización y saneamiento de los espacios, las
malo, y al cual se debe proteger de la debilidad, prácticas y las actitudes, estuvo estrechamente
la contaminación y la suciedad, entendidas és- asociada al desarrollo de una verdadera sub-
tas como sinónimo de la enfermedad y la dege- cultura del cuidado, mantenimiento y embelle-
neración. El médico Luis Marcos, quien hacía cimiento del mismo. Esto se expresó de múlti-
estas observaciones en 1885, agregaba que "la ples maneras durante el periodo observado. Por
mayor de las ruinas" era "la del precioso fluido ejemplo, para los estratos urbanos altos y los me-
vital", la anemia. Consideraba que ésta podía dios en expansión y ascenso, el ámbito del des-
ser congénita o adquirida. Respecto al primer canso personal-situado en la esfera domésti-
caso aseguraba que "los hijos de la miseria o del ca, es decir, integrante del espacio burgués por
vicio, o de la enfermedad, nacen en condiciones excelencia: la casa unifamiliar- se hizo acele-
inferiores de vitalidad y predispuestos a ella". radamente más privado y digno de atenciones
En el segundo caso, decía, comúnmente "la dirigidas a hacerlo más confortable e higiénico.
anemia es adquirida por mala dirección higié- Al respecto destaca la creciente publicidad de
nica y moral de la vida". De tal manera, subra- camas metálicas -una innovación llegada a
yaba el grave daño derivado de la "habitación México a mediados de siglo y que pronto se con-
oscura, mal ventilada, de pequeño cubo atmos- virtió en una próspera industria-, anunciadas
férico y llena de gases y miasmas" que "im- como higiénicas por permitir su altura y estruc-
purifican" el aire o "disminuyen la cifra del tura una amplia ventilación del colchón y de-
oxígeno"; del trabajo "excesivo y continuo, par- más prendas --cualidad acorde con la nueva
ticularmente el sedentario y [realizado] en ha- necesidad de favorecer la circulación del aire
bitaciones", y, de manera especial, de "los vicios dentro de las habitaciones-. 43 Se trataba, por

69
otra parte, de camas estrictamente individuales Educación física y sexual
(la higiene postulaba la conveniencia de dormir
a solas) o matrimoniales (aparentemente era En este contexto tuvo lugar un interés crecien-
bien visto que los cónyuges compartieran lecho). te por la llamada educación física, que se plas-
El cuidado del cuerpo se manifestó también mó en su implantación en las escuelas en su
m~diante un vasto consumo de cremas, dentí- ~iscusióndentro de frecuentes eventos e~pecia­
fncos y productos para limpiar, restablecer, vi- hzados y en la publicación de múltiples tra-
gorizar, hermosear y teñir el cabello. 44 La cre- bajos. Los objetivos fundamentales que dicha
ciente publicidad de estos productos apelaba a educación gimnástica debía contemplar fueron
valores muy extendidos, de viejo o nuevo cuño, sintetizados por el médico M. Velázquez An-
e~tre la población capitalina de la época; por drade. En sus términos, la educación física de-
ejemplo, a la admiración por lo aristocrático bía tender a proporcionar al individuo las apti-
("Polvos Imperiales"), al respeto por las autori- tudes que lo hicieran "capaz de afrontar con
dades científicas (que daban su "respaldo" a la éxito las mil dificultades que ofrece a diario la
mayoría de los productos ofrecidos) y al afán de vida moderna"; para ello, debía "desarrollar
hermosearse y parecer más joven ("...líquido la actividad espontánea y el esfuerzo indivi-
regenerador del color primitivo del cabello"). A dual", así como "la aptitud de rendir la mayor
estas mismas necesidades, a la de diferenciar- cantidad de trabajo con el menor gasto posible
se individualmente y a la de ganar y/o conser- de energía".48 Esto reflejaba el ascenso y la le-
var un estatus, obedecieron la apertura y el éxi- gitimación de valores como la libre competen-
to de baños públicos, como los citados "Pane y cia, el individualismo y el productivismo inhe-
Osorio", y de establecimientos especializados en rentes a la modernización.
el arreglo del cabello y en la venta de perfumes, Tales cambios generaron una nueva concep-
ropa, instrumentos de aseo y accesorios de lujo, ción del moldeamiento y la normatividad de las
así como en la elaboración de "toda clase de pos- conductas, nuevas relaciones sociales, familia-
tizos".45 Igualmente con esto se relacionó el éxi- res y entre los sexos. Se desarrollaron inéditos
to, que obedeció también a otros factores, de las patrones de comportamiento y roles sexuales
joyerías46 y de las novedosas tiendas departa- y por grupos de edad, así como expectativas es-
mentales que surgieron hacia fines del porfiriato. pecíficas respecto a ellos. Por ejemplo, en este
La higiene y los cuidados del cuerpo no po- marco novedoso se asignó un papel importan-
dían considerarse viables y consistentes -des- te a la educación física de las niñas y señoritas
de la perspectiva mostrada hasta aquí y dado el de medianos recursos, educadas normalmente
contexto de consolidación del capitalismo y sus en las escuelas gubernamentales. Acerca de
valores eficientistas y productivistas- sin la ellas decía el periodista y literato Manuel Gu-
práctica sistemática de ejercicio corporal. Du- tiérrez Nájera, en 1881, que eran "más débiles
rante el periodo revisado es sorprendente la y enfermizas
, que las mujeres de la clase rica",
forma y la intensidad que adquirió el gusto por aSl como "no avezadas a las durezas y privacio-
los deportes (como el ciclismo, que se convirtió nes de la clase pobre". Por ello y por estar
en una fiebre entre los estratos sociales medios destinadas a vivir con la labor de sus ma-
y altos) y todo tipo de actividades corporales y nos, ya en la tarea agobiante de la costura,
recreativas al aire libre. Estas prácticas y las re- ya en las rudas faenas de la casa, han
laciones grupales que implicaron comúnmente menester urgentemente fortalecerse en su
se desarrollaron en el marco de la sociabilidad juventud por medio de ejercicios corpora-
novedosa de asociaciones y clubes especializa- les que [...] les presten resistencia para las
dos;47 también estuvieron estrechamente empa- estrecheces y miserias. 49
rentadas con el desenvolvimiento de nociones
como tiempo libre, ocio, entretenimiento, diver- En armonía con los objetivos higienizado-
sión y vacaciones. res del cuerpo y la conducta perseguidos con la

70
educación física, estaban los de la educación tanto algunos funcionariosjuaristas como múl-
sexual, tal como la entendía el médico E. Lava- tiples negociantes hicieron de la libertad indivi-
lle Carbajal, alto funcionario en el sistema dual durante los primeros años de la restaura-
educativo oficial al final del periodo aquí obser- ción republicana.52 Dicha interpretación dejó
vado. Según él, era conveniente la educación por algunos años en plena libertad a quienes
sexual temprana en los niños, aunque ésta de- adulteraban comestibles y bebidas o los ven-
bía excluir radicalmente cualquier referencia a dían sin el menor cuidado de limpieza. Ante es-
cuestiones fisiológicas concretas. Esta educa- ta situación se levantaron las voces de no pocos
ción se hacía necesaria por la urgencia de evitar defensores de la salud pública, que postulaban
"futuros desenfrenos o perversiones sexuales". la necesidad del intervencionismo estatal fren-
De tal manera, la educaCión sexual, llanamen- te a cualquier actividad o actitud que amenaza-
te, "sería una clase de moral activa, tendente a ra el bienestar de la población a través de lo
desarrollar en el niño y en el adolescente el do- ingerido,53 es decir, que pugnaban por el control
minio sobre el yo, el selfcontrol de los ingleses, de productores de todo tipo de alimentos y be-
y a equilibrar en su ánimo la importancia del bidas, y de su venta en mercados, fondas, figones,
"conócete a tí mismo" con la del "domínate". Es pulquerías, puestos callejeros, cafés, etcétera.
decir, sería una "corrección metodizada" para Esta posición se impuso paulatinamente, con-
"ir vigorizando la voluntad, valladar futuro de forme en la organización social y política perdió
hiperestesias sexuales".50 terreno el liberalismo radical y doctrinario, he-
Así pues, por medio tanto de sustancias forta- redado del periodo reformista de mediados de
lecedoras y purificadoras así como de prácticas siglo, frente al liberalismo conservador y realis-
individuales estimulantes del ego, ejercitado- ta, impulsado por los defensores de un estado
ras y liberadoras de suciedad, excrecencias, con mayor poder ejecutivo, como fueron los
inmoralidad y vicios -tales como la higiene en porfiristas. 54
las habitaciones, la limpieza y el arreglo perso-
.' nal, la temperancia, el orden, la disciplina y el
ejercicio sistemático--, el funcionamiento indi- Los pobres urbanos ante
vidual y colectivo requeridos por el proyecto so- la mirada higienista
cial dominante podrían lograrse.
Inmoralidad e insalubridad vs.
Alimentos y bebidas moralidad e higiene

El saneamiento y el cuidado corporales, que se El acercamiento a algunas voces higienistas que


manifestaban tanto individual como socialmen- externaron sus opiniones acerca de los pobres
te, se proyectaban a los campos de la elabo- urbanos, de sus valores, tendencias y comporta-
ración, venta y consumo de alimentos y bebi- mientos, pone en evidencia las intenciones de
das. En tal sentido, fue notable la cantidad de implantar un control social amplio y eficiente.
disposiciones oficiales expedidas durante el úl- Los puntos de vista de esta naturaleza se mani-
timo tercio del siglo XIX y los primeros años del festaron en tonos ligeramente distintos, deter-
XX con la intención de someter a los particu- minados por modas o coyunturas ideológicas.
lares al cumplimiento de normas higiénicas Un caso representativo es la dramática y escan-
en la elaboración y expendio de aquéllos.51 dalizada apreciación que como editorialista de
Se trató de un proceso largo, tortuoso y que El Siglo XIX, en 1870, hizo Manuel Payno (un
no se vio consumado durante los años contem- intelectual liberal moderado y marcado por el
plados aquí; sin embargo, a través de ellos ex- romanticismo, e integrante de la generaciónjua-
perimentó un avance significativo. El lento rista) de la vida capitalina como un lamentable
avance inicial de éste obedeció, en parte, a la mundo de contrastes que debían ser superados
interpretación muchas veces doctrinaria que yen el que los ricos representaban a la civiliza-

71
ción, amante de la limpieza y la armonía, y los observado cuando se gestó o al menos se agudi-
más pobres a la barbarie, sinónimo de mugre y zó la concepción, hasta hoy vigente, según la
violencia. 55 Otra muestra serían las frías obser- cual las costumbres, tipos y tradiciones mexica-
vaciones que en 1897 hizo Miguel Macedo (no- nas o "nacionales" son sinónimo de suciedad y
table integrante del grupo de los Científicos) al falta de higiene, o mínimamente se asocian a
referirse al "pueblo" como un sector social que ello. También como parte de esta concepción se
"se reduce a satisfacer sus necesidades anima- interpreta a los sectores mayoritarios y pobres
les en la proporción estrictamente indispensa- -aquellos que normalmente han estado más
ble" y que, por su naturaleza inmutable, se in- alejados de los modelos de comportamiento ex-
clina a la suciedad y la criminalidad. 56 tranjeros ymodernos-como representación de
Junto a ese tipo de observadores cabría seña- barbarie y/o inmoralidad.
lar a otros, como fueron los defensores del me- Consideramos que este modelo mental pudo
joramiento de las condiciones higiénicas en el haberse forjado como resultado, por una parte,
trabajo obrero. Un precursor de ese discurso de la desesperación y obsesión de ¡fo pocos me-
crítico en México fue Gabino F. Bustamante, xicanos decimonónicos frente a las resisten-
quien hizo un mesurado y propositivo acerca- cias de amplios sectores de la población a hacer
miento al problema en 1869, al plantear la ne- suyos los valores de la modernidad, entre los
cesidad "económica" y "moral" de proteger la cuales se consideraba a los de la higiene. Dicha
salud de los obreros que respiraban vapores frustración no pasaba por un análisis crítico de
peligrosos, como los desprendidos del azufre en las condiciones históricas específicas de la rea-
la fabricación de fósforos y explosivos, siguien- lidad mexicana, así como tal incapacidad críti-
do algunas medidas que ya se aplicaban en paí- ca, en muy amplia medida, era resultado de
ses industrializados. 57 esas mismas condicionesde desarrollo. Por otro
A lo largo del porfiriato, el discurso de los lado, el modelo que asimila lo tradicional y
higienistas estableció una sistemática e insis- popular a suciedad, barbarie y/o inmoralidad,
tente asociación entre las nociones de pobreza, puede ser visto como resultado de un profundo
inmoralidad, enfermedad, pereza, mugre, ma- sentimiento de inferioridad, de matriz muy an-
los olores, alcohol y alimentos de mala calidad tigua, frente a los avances estadounidenses y
y descompuestos. Como complemento de ello, europeos en múltiples campos, entre ellos los de
señaló la urgencia de luchar contra la insa- la higiene pública y privada.
lubridad, la indecencia, la mortalidad y todos Un texto que evidencia lo anterior fue publi-
los desequilibrios derivados de la falta de prin- cado en 1897 por El Imparcial, bajo el título
cipios ordenadores. 58 Tal discurso pretendía "Aguas frescas". Hace referencia a las mucha-
hacer comprender a los habitantes de la ciudad, chas "agualojeras" que había retratado Gui-
especialmente a los pobres, la necesidad de la llermo Prieto -"Fidel"- en su Musa callejera
temperancia, el trabajo, el orden, el autocontrol, y que seguían vendiendo a fmes de siglo sus be-
la disciplina y las precauciones recomendadas bidas' en la plaza principal. El autor, que se
por la higiene como un todo articulado e insepa- consideraba representante o vocero de la mo-
rable. Estas intenciones se expresaron viva- dernidad, hacía evidente su profundo desprecio
mente entre los estratos sociales medios en la por tales personajes y su actividad diciendo que
organización y desempeño de clubes y agrupa- habían "degenerado mucho" y más bien pare-
ciones que se plantearon como objetivo mora- cían "hembras de vida poco recatada".
lizar al pueblo. Tal fue el caso de la Sociedad
Filantrópica Mexicana, que se manüestó siste- Hoy -agregaba-, que vamos perdiendo
máticamente durante buena parte del porfiriato en costumbres nacionales pero ganando en
por medio de su periódico El Bien Social. 59 higiene pública, no debemos permitir ya
Finalmente, cabe sugerir la idea de que fue esos establecimientos en el corazón de la
precisamente a lo largo del periodo que hemos ciudad. Seremos un poco menos patriotas

72
pero algo más aseados. [...] Convengamos un instrumento de diagnóstico y límites entre
en que hay poco decoro en exhibir esas la transgresión y el cumplimiento de normas.
barracas a la pulcritud. yankee que, a no Creemos que el ~ampo de la higiene y el sa-
dudarlo, es la primera del mundo civiliza- neamiento público y privado operó como dimen-
do [...]. En los puestos de agua fresca deben sión fundamental de representación social, de
intervenir [...] la estética, la moral pública confrontación de imágenes y mensajes cifrados
y el Consejo Superior de Salubridad. en códigos nuevos y seductores, que funcionó
Que nos queden los puestos, pero en los como terreno tanto de identificación como de di-
romances de Fidel. 60 ferenciación entre clases, grupos, familias e in-
dividuos. En este sentido, la higienización fue
elemento esencial en la conformación de nove-
Nota final dosas relaciones y espacios fincados en la racio-
nalidad capitalista y en la individuación, así
El texto presentado intenta solamente bosque- como requisito en la construcción del ciudada-
jar un vasto y complejo problema, ofrecer una no, tomó parte en ella y formó parte de sus re-
visión panorámica de los afanes de higieniza- sultados.
ción y su desarrollo en las palabras y en los En fin, el desenvolvimiento satisfactorio del
hechos, dando sitio al planteamiento de pre- nuevo proyecto de sociedad dominante reque-
guntas en torno a las relaciones de la higieniza- ría del sometimiento definitivo de múltiples
ción con procesos materiales y socioculturales pulsiones -de la irracionalidad opuesta al or-
decisivos en la evolución de la sociedad mexica- den- y la rigurosa organización de todo tipo de
na de entonces. Entre éstos destacan algunos recursos colectivos e individuales. Esto hizo
como la expansión del fenómeno urbano, el cre- imprescindibles los principios de la higieniza-
cimiento económico y las profundas transfor- ción fisica y mental operando junto a los demás
maciones sociales y mentales vinculadas a ellos. valores de la secularización y el progreso. Por
De tal modo, y partiendo de la premisa de que otra parte, también podría pensarse que las
los cambios económicos enmarcaron un serio rápidas transformaciones materiales y sociales
desarrollo del individualismo y el debilitamien- del periodo fueron desequilibradoras y deses-
to de relaciones tradicionales (grupales y fami- tructuradoras de lo existente. Sin embargo,
liares), nos preguntamos por la forma en que las ante esto la higienización vino a ofrecer a sus
nuevas relaciones y valores, de carácter capita- defensores -sin ser ello paradójico--, con su ló-
lista, se valieron de la higienización; cómo hi- gica intachable, sus certidumbres y la gratifica-
cieron de ella, pues, un terreno privilegiado de ción emocional y fisica derivada del comporta-
expresión y una punta de lanza. Si esto efecti- miento civilizado -elementos contrapuestos a
vamente fue así, la realización del orden social la descalificada forma de vivir de los ''bárba-
planteado por el proyecto de sociedad dominan- ros"-, cierta suavización de la nueva rudeza
te habría exigido entonces hacer de la higiene del entorno social individualista y competitivo.

Notas
1 Alain Corbin, El perfume o el miasma. El olfato y lo primera del xx. Por ejemplo, la aplicación de nuevas
imaginario social. Siglos XVIII y XIX, México, FCE, tecnologías de impresión, el empleo y mejoramiento
1987,p.180 progresivos de imágenes fotográficas y la aparición del
2 En el abordaje y análisis de fuentes a efectuar en las cine, forman parte del desarrollo acelerado de un nuevo
fases inmediatas de esta investigación, considero im- mundo perceptual durante el periodo en cuestión, cuya
prescindible revisar a fondo los cambios cualitativos y naturaleza y sentidos debemos intentar comprender al
cuantitativos que en el terreno de la comunicación acercamos a estudiar cualquier fenómeno ideológico o
caracterizaron las últimas décadas del siglo XIX y la mental dado entonces.

73
3 En este punto resulta urgente ubicar y delimitar 3;El Siglo XIX, 26 de agosto de 1870, p. 1; ElImparcial,
las voces en cuestión. Las lecturas que de la realidad 13 de abril de 1897, p. 3.
que les circundaba hacían distintos observadores socia- 12 La Revista Universal, 29 de mayo de 1869, p. 3, y
les de la época, solamente pueden convertirse en instru- 16 de septiembre de 1869, p. 3; El Siglo XIX, 12 de julio
mentos de análisis efectivo si tales emisores son delimi- de 1870, p. 3; AHCM, Policía, salubridad, vol. 3670, lego
tados como actores sociales concretos y portadores de 3, año 1888, exp. 189, h. 1-3.
intereses, valores y proyectos de sociedad específicos. 13 El Monitor Republicano, México, 13 de enero de
4 Cabe anotar que para Norbert Elias la "coerción ci- 1880, p. 2; El Imparcial, México, 7 de abril de 1897, p. 3.
vilizatoria" se corresponde con una administración so- 14 El Siglo XIX, México, 10. d.e mayo de 1870, p. 3, y
cial de las pulsiones y el desarrollo de los órganos del 8 de junio de 1870, p. 3.
poder político. Es decir, dicho desarrollo y la crecien- 15 AHCM, Policía, salubridad, vol. 3670, lego 3, años
te autocoerción de los individuos están dialécticamente 1882-1894, exps. 160-202.
vinculados. En este sentido, Elias señala que "la ver- 16 AHCM, Policía, salubridad, vol. 3670, lego 3, año
güenza" es la pena o dolor que daña la autoestima civi- 1884, exp. 172, 12 h.
lizada y su opuesto es el impudor; así, el individuo que 17 AHCM, Policía, salubridad, vol. 3670, lego 3, año
no se ha sometido al molde civilizatorio es combatido 1888, exp. 189,7 h.; La Revista Universal, 4 de octubre
con la seguridad de los buenos modales y el comporta- de 1869, p. 1. En varios países europeos y en Estados
miento cívico, con la esperanza de la salud y el bienes- Unidos los desechos urbanos, su manejo y destino fue-
tar provenientes de las comidas, la higiene, la casa y la ron motivo de preocupación desde los inicios del siglo
ausencia de conflictos. En síntesis, para Elias las cos- XIX. En algunos lugares, como Francia, se hicieron des-
tumbres civilizadas (léase occidentales) constituyen de entonces propuestas --con una óptica económica
una acumulación progresiva de precauciones, una zona burguesa, y bajo los postulados novedosos de la fisica y
libre de violencia y amenazas al orden y la estabilidad. la química- para obtener beneficios energéticos, prin-
Dicho proceso civilizatorio se manifiesta en dos vastas cipalmente, de la masa de desechos orgánicos e inor-
dimensiones que se encuentran en permanente movi- gánicos generados en las ciudades. Véase Alain Corbin,
miento de adaptación: la psique individual y el estado. El perfume..., op. cit., pp. 132-138.
Véase Norbert Elias, El proceso de la civilización, Méxi- 18 AHCM, Policía, salubridad, vol. 3670, lego 3, año
co, FCE, 1987, pp. 449-472 y 499-532. 1885, exp. 176, 5 h. Será muy importante explorar las
5 Véase Archivo Histórico de la Ciudad de México implicaciones de la aparición de este tipo de empresas y
(de aquí en adelante AHCM), Policfa. Salubridad, vol. su desarrollo al cobijo del Estado, preguntándonos por
3668, lego 1, años 1696 a 1865, exps. 1 a 76; Policía, sao las condiciones mentales, anímicas y económicas que les
lubridad, zahurdas, vol. 3687, lego 1, años 1743 a 1870, sirvieron de caldo de cultivo, por el recibimiento que
exps. 1 a 38; Salubridad, Consejo de, vol. 3890, años 1841 los distintos grupos sociales les brindaron, por la natu-
a 1880; Índices de Actas de Cabildo originales, años raleza de las justificaciones dadas a su existencia y por
1807 a 1899. Véase Manuel Dublán y José María Lo- su impacto real sobre los niveles de limpieza y salud
zano, Legislación TrU!Xicana..., México, Imprenta del Co- pública, y sobre la economía.
mercio de DublányChávez, 1876-1904, 34 vols., t. I aX. 19 Cfr. Alain Corbin, El perfume..., op. cit., pp. 19-
Por ejemplo, t. 11, Bando del 15 de enero de 1834: 152; Marcela Dávalos, De basuras, inmundicias y mo-
"Medidas de policía para el aseo de la capital", pp. 662- vimiento. O de cómo se limpiaba la ciudad de México
666, que incluye las mismas disposiciones que venían a finales del siglo XVIII, México, Cienfuegos, slf., pp. 1-
repitiendo a su vez los bandos de 7 de diciembre de 1780, 10.
31 de agosto de 1790,26 de marzo de 1791,2 de enero de 20 La Revista Universal, 4 de octubre de 1869, p. 1, 18
1796 y 23 de enero de 1822. Véase Rivas, 1884, vols. 1 de junio de 1870, p. 3, y 22 de junio de 1870, p. 3; El
y2. Monitor Republicano, 28 de diciembre de 1870, p. 3.
6 La ciudad de México tuvo en 1845 (con 14 kilóme- 21 Véase Alain Corbin, El perfume..., op. cit., pp. 179-
tros cuadrados de extensión) 240,000 habitantes; en 193.
1900 (con 27 kilómetros cuadrados de superficie) 541,000 22 El Arte y la Ciencia, vol. 1, núm. 2, febrero de 1899,
yen 1910 (con 40 kilómetros cuadrados) 721,000. Enci- p.20.
clopedia de México, México, Compañía Editora de Enci- 23 La Revista Universal, 4 de octubre de 1869, p.1;El
clopedias de México, 1988, tomo IX, p. 5249. Diario del Hogar, 27 de abril de 1895, p. 3; El Arte y la
7 La Revista Universal, México, 4 de octubre de 1869, Ciencia, vol. 1, núm. 2, febrero de 1899, p. 20 y núm. 12,
p.1. diciembre de 1899, pp. 178-180.
8 El Siglo XIX, México, 12 de junio de 1870, p. 3. 24 En Florescano y Malvido, Ensayos sobre la historia
9 El Nacional, México, 2 de abril de 1881, p. 3. de las epidemias en México, México, Instituto Mexica-
10 El Siglo XIX, México, 9 de junio de 1870, p. 3, y 14 no del Seguro Social, 1982, tomo 11, pp. 689-695.
de octubre de 1870, p. 3. 25 El Arte y la Ciencia, vol. IV, núm. 1, abril de 1902,
11 La Revista Universal, 15 de septiembre de 1869, p. p.6.

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26 El Arte y la Ciencia, vol. 1, núm. 6, junio de 1899, dicen de nuestra cultura y es bueno hacer desaparecer",
pp. 83 y 84. en El Imparcial, 24 de mayo de 1897, p. 2.
27 El Arte y la Ciencia, vol. VI, núm. 6, septiembre de 43 Gil Blas, 28 de febrero de 1895, p. 4; El Imparcial,
1904, pp. 90-94. 7 de marzo a 16 de mayo de 1897, p. 4.
28 El Boletín de los Hoteles, 13 de mayo de 1901, p. 1. 44 La Revista Universal, 25 de mayo de 1870, p. 4, y
29 El Boletín de los Hoteles, 8 de marzo de 1901, p. 1, 5 de julio de 1870, p. 4; El Imparcial, 18 de mayo de
Y 16 de marzo de 1901, p. 1. 1897, p. 3, y 24 de febrero a 28 de mayo de 1897, p. 4.
30 El Boletín de los Hoteles, 12 de febrero de 1901, p. 1. 45 La Revista Universal, 26 de julio de 1870, p. 4.
31 El Boletín de los Hoteles, 20 de abril de 1901, p. 1. 46 La Revista Universal, 15 de marzo de 1870, p. 4.
32 Véase Michel Foucault, Vigilar y castigar, México, 47 Véase William Beezley, "El estilo porfiriano: de-
Siglo XXI, 1984, pp. 199-230, YAlain Corbin, El perfu- portes y diversiones de fin de siglo", Historia Mexicana,
me..., op. cit., pp. 121-126. vol. XXXIII, núm. 3(131), enero-marzo de 1984, pp. 266-
33 Manuel Robleda, "Proyecto de un manicomio gene- 270 y 277-281. Véase Jordi Canal, "El concepto de socia-
ral para la ciudad de México", El Arte y la Ciencia, vol. bilidad en la historiografIa contemporánea (Francia,
11, núm. 7, octubre de 1900, pp. 97-101. Italia y España)", Siglo XIX, 2a. época, 13, enero-junio
34 Boletín del Consejo Superior de Salubridad, t. 11, de 1993, pp. 9-15. Este tipo de fenómenos remite a la
30 de junio de 1882, pp. 166 y 167. necesidad de analizar y reflexionar sobre conceptos co-
35 El Imparcial, 7 de abril de 1897, p. 3, y 13 de abril mo ocio, vacaciones y tiempo libre, que se gestan preci-
de 1897, p. 1. samente durante el siglo XIX en el mundo occidental,
36 El Boletín de los Hoteles, semanalmente de enero asociados a la consolidación del capitalismo, al afianza-
a junio de 1910, p. 1. miento de la familia nuclear y a la sofisticación del
37 El Mundo Ilustrado, 14 de enero de 1900, pp. 10- individualismo y el consumo.
11; El Boletín de los Hoteles, 22 de febrero de 1901, p.1. 48 M. Velázquez Andrade, "Bases fisiológicas, socio-
38 En este punto cabe señalar que los diversos discur- lógicas y pedagógicas que norman la educación fisica",
sos de la época (el oficial, el médico, el empresarial, el Anales de Higiene Escolar, vol. 11, núm. 2, octubre de
intelectual, etcétera) -todos ellos aspirantes a mol- 1912, pp. 142 y 143.
dear la realidad más que ser meros reflejos fieles de 49 El Nacional, 2 de abril de 1881, p. 1.
el1a-, estaban cargados de valores y anhelos. En ese 50 E. Lavalle Carbajal, "La educación sexual precoz",
sentido, la literatura producida en el periodo puede Anales de Higiene Escolar, vol. 111, núm. 1,julio de 1913,
contribuir provechosamente a la reconstrucción del pp. 50 y 51.
.' vasto y complejo mosaico de modelos, estereotipos y 51 Véase Manuel Dublán y José María Lozano (eds.),
proyectos de sociedad y de ciudad con que soñaban no Legislación mexicana..., op. cit., t. XI en adelante.
pocos habitantes de la capital. 52 Véase Supra, "Higienización de los inmuebles".
39 José Covarrubias, "Discurso Gido en la distribu- 53 La Revista Universal, 23 de agosto de 1869, pp. 1
ción de premios, efectuada el 30 de"octubre de 1904, en y 2; El Monitor Republicano, 28 de diciembre de 1870,
la exposición de ganadería de Coyoacán", Anales de la p.3.
Asociación de Ingenieros y Arquitectos de México, XIII, 54 Véase Andrés Lira, "Revolución, derechos sociales
1905, p. 105 (subrayado nuestro). y positivismo jurídico en México 1870-1920", IX Jorna-
40 El Nacional, 4 de enero de 1885, p. 3. das de Historia de Occidente. Revolución y contrarrevo-
41 La Revista Universal, 26 de mayo de 1870, p. 4, y lución en México, 27 a29de noviembre de 1986, Jiquilpan,
31 de agosto de 1870, p. 4; El Diario del Hogar, enero a Centro de Estudios de la Revolución Mexicana, Lázaro
abril de 1895, pp. 1 y 4; Gil Bias, enero a abril de 1895, Cárdenas, A.C., 1986, pp. 84-92.
p. 4, y 24 de marzo y 22 de junio de 1909, p. 4; El Im- 55 El siglo XIX, 26 de agosto de 1870, p. 1.
parcial, abril, mayo y junio de 1897, p. 4, y enero y 56 Miguel Macedo, "La criminalidad en México. Me-
febrero de 1900, p. 4. dios de combatirla", México, Tipografia de la Secretaría
42 No resulta sorprendente que tal cientificismo am- de Fomento, 1897.
parara el embate civilizador -no el primero ni el últi- 57 Gabino F. Bustamante, "Higiene de los obreros",
mo, por cierto- que las autoridades porfirianas lanza- Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Esta-
ron en la década de los años noventa contra las llamadas dística, 2a. época, 1, 1869, pp. 67 y 68.
indias "herbolarias". Éstas, que expedían sus productos 58 El Imparcial, 7 de abril de 1897, p. 3, y mayo de
en los mercados públicos, fueron acusadas de vender 1897.
marihuana, "maléfica yerba que tantos delitos y perjui- 59 El Bien Social, 1888-1897 y 1904-1912.
cios ha causado entre la gente de la hez del pueblo, que 60 El Imparcial, 10 de mayo de 1897, p. 2 (subrayado
gusta de fumarla", y de sostener supersticiones "que des- nuestro).

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