Está en la página 1de 81

DISTINCIÓN ENTRE OBLIGACIONES DE MEDIOS Y DE

RESULTADO
Análisis de los criterios adoptados por la Corte Suprema de Justicia

PAOLA ANDREA CASTAÑEDA CÁCERES

UNIVERSIDAD COLEGIO MAYOR DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO


FACULTAD DE JURISPRUDENCIA
DEPARTAMENTO DE DERECHO PRIVADO
BOGOTÁ D.C.
2004
DISTINCIÓN ENTRE OBLIGACIONES DE MEDIOS Y DE
RESULTADO
Análisis de los criterios adoptados por la Corte Suprema de Justicia

PAOLA ANDREA CASTAÑEDA CÁCERES

MONOGRAFÍA

DIRECTOR:
DR. FABRICIO MANTILLA ESPINOSA
PROFESOR INVESTIGADOR

UNIVERSIDAD COLEGIO MAYOR DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO


FACULTAD DE JURISPRUDENCIA
DEPARTAMENTO DE DERECHO PRIVADO
BOGOTÁ D.C.
2004

2
CONTENIDO

Pág.

INTRODUCCIÓN 6

1. NOCIÓN DE LAS OBLIGACIONES DE MEDIOS Y OBLIGACIONES


DE RESULTADO 16

1.1. DEFINICIÓN DE LAS OBLIGACIONES DE MEDIOS Y OBLIGACIONES


DE RESULTADO 16

1.2. LA CULPA, LOS MEDIOS DE EXONERACIÓN Y SU PRUEBA 17

2. CONTRATO DE PRESTACIÓN DE SERVICIOS 21

2.1. CONTRATO DEPRESTACIÓN DE SERVICIOS EN GENERAL 21

2.2. CONTRATO DE PRESTACIÓN DE SERVICIOS MÉDICOS 25

2.3. CONTRATO DE PRESTACIÓN DE SERVICIOS HOSPITALARIOS 34

3. CONTRATO DE ARRENDAMIENTO 36

4. CONTRATO DE ANTICRESIS 43

5. CONTRATO DE MANDATO 46

6. CONTRATOS QUE IMPLICAN TRANSFERENCIA DE DOMINIO 47

6.1. CONTRATO DE COMPRAVENTA 47

6.2. CONTRATO DE PERMUTA 50

7. CONTRATO DE PROMESA DE COMPRAVENTA 53

8. CONTRATO DE TRANSPORTE 54

8.1. CONTRATO DE TRANSPORTE TERRESTRE DE PASAJEROS 54

8.2. CONTRATO DE TRANSPORTE TERRESTRE DE MERCANCÍAS 60

8.3. CONTRATO DE TRANSPORTE FLUVIAL Y MARÍTIMO 66

3
8.3.1. Contrato de transporte fluvial 66

8.3.2. Contrato de transporte marítimo 67

8.4. CONTRATO DE TRANSPORTE AÉREO 69

CONCLUSIONES 74

BIBLIOGRAFÍA 79

4
AGRADECIMIENTOS

Gracias a Dios por su fidelidad, fortaleza, sabiduría para culminar con este estudio
y por una segunda oportunidad.

A mi Mamá, por haber creído en mí, por haberme apoyado durante todos estos
años incondicionalmente, por su influencia y por animarme a continuar adelante
cuando ya creía que no podía más.

A mi Papá, porque a pesar de su ausencia, me apoyo e incitó a terminar.

A mi Hermano, por su apoyo durante mi carrera y en la elaboración de este


estudio.

A Carlos, por sus consejos y palabras de aliento.

A la Nona y los tíos Cáceres, por su entusiasmo y apoyo para que empezara,
continuara y culminara.

A Andrés, por cada preocupación, palabras de ánimo y soporte y su colaboración


en realización de este documento.

A Fabricio, por su paciencia, orientación y corrección.

Al Doctor Hernando Tapias Rocha por haberme sugerido el tema del presente
estudio.

5
INTRODUCCIÓN

La responsabilidad civil contractual analiza la actuación del deudor frente a las

obligaciones contraídas en un acto jurídico. Para que se pueda demostrar su

responsabilidad, se debe probar el contrato, el daño producido y el vínculo de

causalidad existente entre la inejecución y ese perjuicio ocasionado al acreedor de

la relación.

En ocasiones, ante la falta de ejecución de una obligación, se decía que la culpa

mediaba, pero no se ofrecía al deudor la posibilidad de aportar una prueba que lo

exonerara de su responsabilidad alegando que no obró con culpa; en otro tipo de

vínculos obligacionales, no era suficiente para condenar al deudor a pagar daños y

perjuicios, se requería que su comportamiento fuera culpable. Es decir, era

necesario explicar las diferencias de tratamiento al deudor contractual, de quien se

creía que no era responsable sino cuando había incurrido en culpa, sin importar si

la obligación era de medios o de resultado1. Como consecuencia, Demogue crea

una clasificación, con base en los artículos 1137 * y 1147** del Código Civil francés,

1
LARROUMET, Christian. Teoría General del Contrato. Bogotá: Editorial Temis, 1999. V. II.
Reimpresión. Traducción Jorge Guerrero R. p.21.
*
Este artículo consagra: “La obligación de velar por la conservación de la cosa, bien que el
acuerdo tuviera por objeto sólo la utilidad para una de las partes, o bien la utilidad común,
someterá a quien esté encargado de ella al deber de apotarle todos los cuidados de un buen padre
de familia.
Esta obligación se extenderá en mayor o menor medida a ciertos contratos, cuyos efectos, a este
respecto, se explicarán en los títulos correspondientes a los mismos.”
WWW.LEGIFRANCE.GOUV.FR
**
El artículo reza: “El deudor será condenado, si hubiera lugar, al pago de daños y perjuicios, bien
en razón del incumplimiento de la obligación, o bien en razón del retraso en el cumplimiento,

6
con el objetivo de poder establecer el alcance de la responsabilidad del deudor

frente a su acreedor en la ejecución parcial o inejecución de una determinada

prestación, que se conoce como la teoría de las obligaciones de medios y de

resultado. En Colombia la doctrina discute si esta clasificación tiene o no real

aplicación en el ordenamiento jurídico tomando como punto de partida el artículo

1604 del C.C.***, relativo a la responsabilidad civil del deudor contractual, pues

quienes defienden esta posición, consideran que las normas ya citadas son

similares. Lo cierto es que la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia

admite la clasificación, aplicándola en su decisiones.

La clasificación de las obligaciones de medios y de resultado se hace desde el

punto de vista del objeto de la prestación, pues éste es el que debe observarse

para determinar si una obligación es de medios o de resultado.

En esta clasificación, la culpa se observa de dos maneras: en las obligaciones de

resultado, basta con que no se haya obtenido el fin prometido, para que ésta se

siempre que no justifique que el incumplimiento proviniera de una causa extraña a él y que no le
pueda ser imputada, sin que hubiera habido mala fe por su parte.” WWW.LEGIFRANCE.GOUV.FR
***
Esta norma contempla: “El deudor no es responsable sino de la culpa lata en los contratos que
por su naturaleza solo son útiles al acreedor; es responsable de la leve en los contratos que se
hacen para beneficio recíproco de las partes; y de la levísima en los contratos en que el deudor es
el único que reporta beneficio.
El deudor no es responsable del caso fortuito, a menos que se haya constituido en mora (siendo el
caso fortuito de aquellos que no hubieran dañado la cosa debida, si hubiese sido entregada al
acreedor), o que el caso fortuito haya sobrevenido por su culpa.
La prueba de la diligencia o cuidado incumbe al que ha debido emplearlo; la prueba del caso
fortuito al que lo alega.
Todo lo cual, sin embargo, se entiende sin perjuicio de las disposiciones especiales de las leyes, y
de las estipulaciones expresas de las partes.”

7
presente; es decir, si se presenta la inejecución de la prestación imputable a la

actividad del deudor, se está ante la presencia de la culpa. En este tipo de

obligaciones, no se hace un juicio de valor**** sobre el comportamiento del deudor,

pues basta con que no se haya presentado el resultado prometido para que se lo

declare responsable, por ello, la responsabilidad que surge es objetiva *****. En las

obligaciones de medios, no basta con la sola inejecución de la obligación por parte

del deudor, debe demostrar la parte activa, que la pasiva no actuó con diligencia y

cuidado; entonces, debe emitirse un juicio de valor sobre el comportamiento del

deudor, para determinar si éste obró bien o mal, derivándose una responsabilidad

subjetiva2.

Los elementos de la responsabilidad civil contractual son: la presencia de una

daño, un contrato, el vínculo de causalidad entre los dos anteriores y la culpa del

****
“El significado, entendido como signo que provoca respuestas sicológicas, según Stevenson,
tiene dos dimensiones:
1. Cognoscitiva: según la cual, el significado puede ser verificable empíricamente y
certificable lógicamente.
2. Emotiva: que no puede ser verificable empíricamente y certificable lógicamente. Expresa
algo sobre una emoción, no expresa una proposición que sea verdadera a o falsa. Por
ejemplo: “la casa es bonita”.” NAKHNIKIAN, George. El Derecho y las teorías éticas
contemporáneas. 3ª edición. México: Distribuciones Fontamara, 1998. p. 27.

Al emitir un juicio de valor, se podría decir que no se aporta nada nuevo al conocimiento porque
depende de la posición que se adopta ante determinada situación. Al decir una persona que algo
es bueno o es malo, está expresando una emoción suya, es una aprobación o desaprobación
moral. Su concepto no es ni verdadero, ni falso.
*****
Algunos autores hacen mención a la presunción de culpa, pero Christian Larroumet en su obra
Teoría General del Contrato tomo II, considera que no es acertado este término porque en realidad
lo que se presume son las condiciones de responsabilidad, pero no la responsabilidad en sí misma.
Por ello, es preferible emplear los términos de responsabilidad sin culpa, responsabilidad objetiva o
responsabilidad de pleno derecho.
2
Larroumet, Op. cit., p. 20,21.

8
deudor que se traduce, en las obligaciones de medios, en el no empleo de la

diligencia y cuidado debidos en la ejecución de la obligación, por ello, la valoración

es subjetiva; no obstante, en las obligaciones de resultado no se requiere de la

presencia de la culpa, por ello, la valoración que se hace es objetiva.

Para poder exonerarse el deudor de una obligación de resultado, por tratarse de

una responsabilidad objetiva en la que no se hace un juicio de valor sobre su

conducta, se requiere que alegue y demuestre éste la presencia de una causa

extraña, ya sea un caso fortuito y o fuerza mayor, hecho de un tercero o culpa

exclusiva de la víctima, la cual va a demostrar que la no obtención del resultado no

se debe a una acción u omisión del deudor, ya que con este fenómeno, se está

rompiendo con el nexo de causalidad entre la inejecución y la no obtención del

resultado. En cambio, en las obligaciones de medios, para que se pueda exonerar

de responsabilidad al deudor, no se requiere necesariamente la presencia de una

causa extraña debido al juicio de valor que se hace sobre su conducta y sólo se

requiere que el acreedor demuestre que aquél no obró con diligencia y cuidado

debidos, analizándose su comportamiento in abstracto, tomando como pauta, en

el caso colombiano, los tipos de culpa consagrados en el artículo 63 del C.C., a

menos que se establezca en cada contrato en particular, una conducta diferente

con un mayor o menor grado de responsabilidad.

En Colombia, la teoría de las obligaciones de medios y de resultado fue

introducida, probablemente, por la Corte Suprema de Justicia en el año de 1935.

9
Dentro de la investigación que se hizo del ordenamiento jurídico relacionado con la

jurisprudencia aquí citada, no se hace una mención expresa a las obligaciones de

medios y de resultado, sino que simplemente se limita a establecer las

obligaciones para las partes en los diferentes tipos de contratos; salvo en el

contrato de transporte, que a partir del Código de Comercio hoy vigente, en el

artículo 982, se incluyó, dentro de las obligaciones del transportador, la de

seguridad, que es de resultado, consistente en trasladar de un lugar a otro al

pasajero o a las cosas que le han sido encargadas, en el mismo estado en que las

recibe.

La jurisprudencia ha señalado diferentes criterios de distinción de las obligaciones

de medios y de resultado. En ocasiones, la ley misma se encarga de determinar el

alcance de una obligación y ante esa situación, no se presenta problema alguno.

Pero no siempre la legislación determina si la obligación es de medios o de

resultado y entonces, deben tomarse en cuenta los otros criterios que señalados

por la Corte Suprema de Justicia.

El presente estudio es un análisis de la jurisprudencia de la Sala de Casación Civil

de la Corte Suprema de Justicia colombiana a partir del año de 1935 hasta el año

2003 y de los criterios empleados en sus decisiones para diferenciar las

obligaciones de medios y de resultado.

El primer criterio que la Corte señala es que para determinar si una obligación es

de medios o de resultado, es el de la voluntad de las partes, quienes pueden

10
determinar el alcance de las obligaciones que contraen, en aras de la autonomía

de la voluntad consagrada en el inciso final del artículo 1604 del C.C. En virtud de

tal facultad, pueden las partes definir qué tipo de obligaciones están adquiriendo e

incluso, pueden llegar cambiar una obligación de resultado por una de medios;

pero tratar de modificar una obligación de resultado por una de medios, no

muchas veces es admitido porque interviene el proteccionismo contractual

reflejado en normas de orden público jurídico o a través de los jueces3.

Pero no siempre, las partes definen el alcance de las obligaciones que contraen y

por ello, entonces debe acudirse, de acuerdo a la jurisprudencia del Alto Tribunal,

a la naturaleza de las prestaciones contraídas por el deudor para con el acreedor,

siendo el segundo criterio, de acuerdo a la sentencia del 5 de noviembre de 1935.

Para poder determinar, debe observarse el tipo de contrato que se ha celebrado,

porque, en ocasiones, de éste mismo es posible precisar qué tipo de obligaciones

se han contraído. Pero como no siempre hay claridad, se tiene que acudir a las

normas que regulan ese acto jurídico y de ellas mismas, se deduce si se está ante

una obligación de medios o una de resultado. Otras veces, las normas no definen

el alcance de ciertas obligaciones, creando una esfera de incertidumbre frente a la

ejecución o inejecución de las obligaciones derivadas del contrato. Por ello, en

cada tipo de contrato, se debe analizar qué obligaciones surgen y partiendo de

ellas, se determina la responsabilidad del deudor.

3
Ibid., p. 61.

11
El tercer criterio señalado por la Corte, en diferentes tipos de contrato, es la

obligación de dar. La Corporación considera que es de resultado por la naturaleza

misma de la prestación, pues no es posible que se haga a medias, es absoluta no

admitiendo términos medios. Esta obligación se analiza a partir de una corto

comentario que se hace al contrato de suministro y un estudio más profundo sobre

los contratos de compraventa y permuta. En el mismo sentido, en la obligación de

restitución del inmueble objeto el contrato de arrendamiento, aunque no sea

traslaticia de dominio, atendiendo la misma lógica de prestación de dar, el Alto

Tribunal, en dos sentencias muy cuestionadas, considera que es de medios.

La Corporación ha señalado una casuística partiendo de los diferentes tipos de

contratos que ha analizado a partir de las demandas de casación:

 Contrato de prestación de servicios. En el acto jurídico relativo a la

asistencia técnica, señala que las obligaciones que de él derivan son de medios,

en principio, pero se tiene que analizar cada contrato, porque se presentan

variaciones.

 Contrato de servicios médicos. En este tipo de prestación se considera que

las obligaciones que surgen para el médico son de medios y no de resultado, por

la naturaleza de su prestación, pues el galeno pone en práctica todos los

mecanismos, instrumentos y conocimientos para el desarrollo de su gestión, pero

12
de él no depende que el paciente se reestablezca, por existir otras circunstancias

que se salen de sus manos. En cada caso estudiado, concluye la Corporación

diciendo que no es posible sentar una directriz general porque se deben analizar

factores como el autor, la profesionalidad, estado de la técnica, complejidad de la

intervención, entre otros, los cuales serán ampliados en el numeral 2.2. del

presente trabajo.

 Contrato de prestación de servicios hospitalarios. En este acto jurídico se

hace una diferenciación: si se trata de una institución hospitalaria de servicios

generales, no se tiene una obligación de seguridad por parte del centro; pero si se

trata de una establecimiento siquiátrico, existe una obligación de seguridad en

atención de la naturaleza misma de los servicios que presta.

 Contrato de arrendamiento. En la sentencia se analizan las obligaciones de

restitución de la cosa, que ya ha sido expuesta anteriormente, y la de protección

del inmueble contra incendio, que es de resultado.

 Contrato de anticresis. La Corte concluye que las obligaciones de pagar los

frutos y la de cuidar el inmueble, son de resultado.

 Contrato de mandato. El Tribunal considera que las obligaciones de

gestionar diligentemente y con cuidado y las del abogado son de medios; por el

13
contrario, cuando se trata de destinar recursos específicos para un fin

determinado, la obligación es de resultado.

 Contrato de promesa de venta. Este acto jurídico se analiza a partir de la

obligación principal del contrato de promesa de compraventa, que es celebrar un

contrato de compraventa. Al igual que la obligación de entrega, ésta es absoluta,

pues o se da o no el acuerdo de voluntades y por ello, es una obligación de

resultado.

 Obligación de seguridad. Que se analiza a partir de los diferentes tipos de

contratos de transporte: terrestre, fluvial, aéreo y marítimo. En los dos primeros,

desde antes de la vigencia del Código de Comercio, la Corte había señalado que

existía una obligación de resultado respecto de la obligación de seguridad. En el

de transporte aéreo, antes de la vigencia de la norma ya citada, se decía que tenía

una obligación de medios, pero la Corte en el pronunciamiento del 11 de junio de

1974, a pesar de los hechos haber ocurrido antes de la vigencia del Código,

cambia su jurisprudencia argumentando que gracias a los adelantos científicos,

mal podría decirse que en este contrato se mantenga una obligación de medios y

no de resultado.

En cada capítulo de la presente monografía se tratarán en detalle los criterios ya

enunciados y las posiciones de la Corte frente a cada uno de ellos.

14
1. NOCIÓN DE LAS OBLIGACIONES DE MEDIOS Y OBLIGACIONES DE
RESULTADO

1.1. DEFINICIÓN DE OBLIGACIONES DE MEDIOS Y OBLIGACIONES DE


RESULTADO

Las obligaciones de resultado consisten en el compromiso que adquiere el deudor

frente al acreedor de obtener un objetivo determinado, que de no llegarse a

realizar, entonces inmediatamente se deriva su responsabilidad, siempre y cuando

las condiciones de ésta se cumplan. Por el contrario, en la obligación de medios,

el deudor no se compromete a obtener un resultado en sí, si no a disponer de

todos los instrumentos posibles para que el acreedor obtenga la satisfacción, sin

comprometerse a obtener un resultado, el cual no depende de su gestión,

saliéndose de su esfera; la responsabilidad que se genera en este tipo de

obligaciones no es automática, sino que debe entrarse a hacer un examen de la

conducta del deudor: si obró con diligencia y cuidado. La Corte Suprema de

Justicia define las obligaciones de medios y obligaciones de resultado así: “...la

prestación, pues, o bien es una conducta del deudor en provecho del acreedor, o

bien es un resultado externo que con su actividad debe producir el deudor a favor

del acreedor. Dicho en otras palabras, la obligación puede tener por objeto un

hecho o un resultado determinado y entonces obliga al deudor a realizar ese

hecho o a obtener ese resultado deseado por el acreedor. El hecho prometido por

el deudor o la abstención a que él se ha comprometido tienen las características

de ser claros, precisos y de contornos definidos. Es deber del deudor obtener con

15
su actividad ese hecho, tal resultado. En cambio, en las obligaciones de medios, el

deudor únicamente consiente en aportar toda la diligencia posible a fin de procurar

obtener el resultado que pretende el acreedor. El deudor sólo promete consagrar

al logro de un resultado determinado su actividad, sus esfuerzos y su diligencia,

pero no que éste se alcance.”4

1.2. LA CULPA, LOS MEDIOS DE EXONERACIÓN Y SU PRUEBA

La culpa es un elemento variable al hacer el estudio de las obligaciones de medios

y de resultado.

En las obligaciones de medios, se debe comparar la diligencia empleada en la

ejecución de la prestación por el deudor frente a la que hubiera observado

cualquier persona de mediana prudencia o diligencia, tomando como referencia la

Corte, el inciso 2º del artículo 63 del C.C. De este planteamiento es posible afirmar

que el deudor de la obligación de medios respondería hasta por la culpa leve, de

acuerdo a la comparación que la Corporación hace.

En las obligaciones de resultado, la culpa, como elemento de la responsabilidad

civil, no es un requisito exigido para que nazca la obligación de resarcir los

perjuicios como en las obligaciones de medios. Solamente se requiere que el

resultado no se obtenga para que se presuman las condiciones de responsabilidad

4
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 31 de mayo de 1938.
M.P. Dr. Juan Francisco Mújica. En: Gaceta Judicial No. 1936, jun. de 1938. p. 572. T. XLVI.

16
del deudor. Para poder imputarle la no ejecución de esta obligación, es necesario

que se pruebe, inicialmente, la existencia de contrato del cual deriva dicha

obligación; por ello, el acreedor debe allegar la prueba del contrato.

Para exonerarse de responsabilidad, puede el deudor rebatir esta prueba diciendo

que no existe tal acto jurídico o puede alegar la presencia de una causa extraña

que lo puso en imposibilidad de cumplir con la obligación. Dentro de la causa

extraña se encuentra la fuerza mayor, el caso fortuito, consagrados en el artículo

63 del C.C.; el hecho exclusivo de la víctima o del acreedor * o el hecho de un

tercero. Así mismo, debe probar el deudor la diligencia y cuidado observados en la

ejecución de las obligaciones del contrato.

Según la Corte Suprema de Justicia, en la sentencia del 31 de mayo de 1938, en

las obligaciones de resultado se requiere, para probar la culpa, que el acreedor

allegue la prueba del contrato celebrado para deducir la responsabilidad del

deudor, la cual se confirma cuando no exista prueba en contrario, a menos que

éste demuestre la presencia de una causa extraña no imputable a él.

En la sentencia citada, la Corporación deja claro que debe el acreedor probar la

existencia de la obligación y además, los actos de inejecución por parte del

deudor, para que éste a su vez, pruebe la diligencia y cuidado que consagra el

inciso 3º del artículo 1604 del Código Civil; pero además, para liberarse de

17
responsabilidad, debe alegar una causa extraña que le impidió el cumplimiento de

la obligación.

Por el contrario, en las obligaciones de medios, para que se pueda hablar de

culpa, según la providencia citada, no basta probar la inejecución de la obligación

por parte del deudor, sino que se requiere que ésta sea culposa, “...para lo cual

debe compararse la conducta del deudor con la que hubiera observado un hombre

de prudencia ordinaria, normal y usual, colocado en la misma situación de aquél.

Si el resultado de la comparación es desfavorable al deudor, surge entonces la

responsabilidad”5.

De acuerdo al Tribunal Supremo, no se requiere de tarifa legal para la

demostración de la diligencia que se debe observar en las obligaciones de medios,

ya que el juez goza de plena libertad para la valoración de las pruebas.

En cuanto a las obligaciones de medios y la culpa, para poder hablarse de

responsabilidad, no sólo se requiere que no se haya ejecutado la obligación, sino

que además, se haya hecho de manera culposa, es decir, no habiendo puesto la

diligencia y prudencia requeridas por el artículo 63 del C.C.

*
Que en cada contrato en particular se estudiará en el presente escrito.
5
Ibid., p. 572.

18
Para probar esa prudencia o diligencia, según la sentencia, todos los medios de

prueba son válidos para ello.

19
2. CONTRATO DE PRESTACIÓN DE SERVICIOS

La Corte Suprema de Justicia ha emitido varios fallos referentes a las obligaciones

emanadas de los contratos de prestación de servicios, en este capítulo se pueden

encontrar las obligaciones derivadas de este acto jurídico de manera general, en

el contrato de servicios médicos y en el de servicios hospitalarios.

2.1. CONTRATO DE PRESTACIÓN DE SERVICIOS EN GENERAL

Parece que en la sentencia del 5 de noviembre de 1935, la Corporación introduce

por primera vez dentro de su doctrina, la teoría de obligaciones de medios y

obligaciones de resultado.

Dentro de los hechos citados en la providencia se encuentra la celebración de un

contrato de prestación de servicios entre una persona natural y una sociedad, en

la que la primera, se comprometía para con la segunda a prestar sus servicios

como jefe de la oficina de contabilidad de tráfico.

Transcurrido un tiempo, el prestador de servicios notificó a la sociedad sobre una

oferta de trabajo que le habían hecho en otro lugar. La sociedad, a la cual le

prestaba sus servicios el demandante, de manera verbal, le solicitó que continuara

prestándole sus servicios, con los mismos honorarios y que su contrato se

prorrogaría por dos años más, lo cual fue ratificado a través de cartas posteriores.

20
Al año, la sociedad le notificó la terminación del contrato, incumpliendo el plazo

acordado.

Dentro de los argumentos del Alto Tribunal, se encuentra un criterio diferente para

determinar cuándo hay una obligación de resultado. Entonces, debe tenerse en

cuenta la naturaleza de la prestación contraída por el deudor frente al acreedor:

cuando ésta es determinada claramente en el acto jurídico, es decir, es precisa,

determinando específicamente su objeto, se puede decir que es una prestación

de este tipo. Con base en esta definición, la Corte analiza la obligación de la

sociedad de pagar al prestador de servicios sus honorarios por el tiempo

determinado en el contrato y concluye que es una obligación de esta resultado 6.

En el mismo pronunciamiento señala la Corporación que para poder determinar la

responsabilidad civil contractual del deudor, se deben tener en cuenta cuatro

elementos: “...la culpa del deudor, la ausencia de un derecho superior en cabeza

del arrendatario de servicios, un perjuicio moral o físico en el patrimonio del

arrendador y la violación del derecho contractual de éste...”7. En cuanto al primer

aspecto, debe el juez comparar la conducta del deudor con la de un buen padre de

familia o un hombre prudente y diligente, en caso de que el resultado no haya sido

obtenido.

6
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 5 de noviembre de
1935. M.P. Dr. Juan Francisco Mújica. En: Gaceta Judicial No. 1907 y 1908, ago. de 1936. p.
407, T. XLIII.
7
Ibid., p. 407.

21
En la sentencia, también se hace mención a la forma de exoneración de

responsabilidad del deudor y se dice que para que ésta opere, se tiene probar la

causa extraña. Decide la Corte decide no casar la sentencia, dando la razón al

demandante, con base en los argumentos expuestos.

En la sentencia del 3 de noviembre de 1977, nuevamente se hace un estudio

sobre las obligaciones derivadas de un contrato de prestación de servicios, que

consistía en asistir un cultivo de tomate, manteniendo un agrónomo en el

municipio donde éste se encontraba, prestando asistencia técnica y el suministro

de los insumos necesarios que el cultivo requería.

El Tribunal Supremo hace un paralelo entre las obligaciones de los abogados,

derivadas del contrato de mandato con las del de prestación de servicios médicos

y la prestación de asistencia técnica y concluye que en los tres casos son de

obligación de medios y no de resultado, pues en el caso expuesto, no se

comprometió a obtener un determinado fin, si no a prestar un servicio. Al analizar

el cumplimiento de las obligaciones de medios, sostiene la Corporación que éstas

se cumplen cuando se ponen en práctica todos los conocimientos y herramientas

necesarios en la ejecución de las obligaciones nacidas del contrato. Puede

convertirse en una obligación de resultado, cuando el deudor expresamente se

comprometió a obtener un propósito determinado.

22
Respecto a la obligación de suministro, se dice que es de resultado, pues “...su

pago consiste en la entrega oportuna y completa de tales elementos” 8.

Para demostrar el perjuicio causado al acreedor, la Corte considera que debe

existir una relación de causalidad entre la culpa del deudor y la pérdida sufrida por

aquél, teniendo una incidencia en el daño sufrido por el acreedor ya sea porque no

se cumplió con la obligación, porque se cumplió tardíamente o porque se hizo de

manera imperfecta.

En cuanto a la carga de la prueba del cumplimiento de las obligaciones, considera

el Tribunal Supremo que el deudor debió haber demostrado que cumplió tanto con

sus obligaciones de medios como con sus obligaciones de resultado durante toda

la vigencia del contrato; en caso de exoneración de responsabilidad, para que

opere, debe demostrarse la presencia de una causa extraña9.

Finalmente, la Corporación decide no casar la sentencia, siendo favorable a las

pretensiones del acreedor.

8
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 3 de noviembre de
1977. M.P. Dr. Ricardo Uribe Holguín. En: Gaceta Judicial No. 2396, ene. - dic. de 1977. p. 331,
T. CLV.
9
Ibid., p. 332.

23
2.2. CONTRATO DE PRESTACIÓN DE SERVICIOS MÉDICOS

En la sentencia del 5 de marzo de 1940 proferida por la Corte Suprema de

Justicia, se trata el tema de las obligaciones de medios y de resultado, pero esta

vez, frente a las prestaciones que debe cumplir el médico, como deudor de la

relación contractual, frente a su paciente.

Dentro de los hechos narrados en esta providencia se encuentra que una persona

acudió al médico para que éste le tratara su ojo que presentaba una infección.

Después de practicarle un tratamiento el médico, el paciente tuvo que volver

porque empeoró su cuadro clínico, perdiendo el ojo. Como consecuencia, el

médico tuvo que practicarle una cirugía de enucleación del ojo y el paciente,

después de la intervención, continuó en mal estado de salud.

La Corporación aclara que la naturaleza jurídica del contrato celebrado entre un

médico y su paciente es de prestación de servicios y que de su incumplimiento, se

deriva una responsabilidad contractual, independientemente, de ser éste gratuito u

oneroso.

Hace un análisis el Alto Tribunal del servicio que el médico presta y concluye que

la obligación que éste contrae respecto a su paciente, como regla general, es de

medios, pues al igual que el abogado, el facultativo pone en práctica todos sus

conocimientos adquiridos con su experiencia y formación sin hacerse responsable

de la evolución que el paciente tenga. Pero cuando el médico se compromete a

24
obtener un determinado resultado como en una cirugía estética, a manera de

ejemplo, entonces es responsable por no cumplir con la prestación10.

De acuerdo al pronunciamiento de la Corporación, al hablarse de responsabilidad

médica se deben tener en cuenta dos requisitos con base en una jurisprudencia

de la Corte de Casación Francesa del 27 de octubre de 1938: certidumbre de la

culpa del médico, la cual no es admisible cuando el tratamiento es científicamente

discutible y el segundo, que es la gravedad, de la cual se requiere que la culpa

sea grave. Frente a este aspecto se dice: “Fuera de la negligencia o de la

imprudencia que todo hombre puede cometer, el médico no responde sino

cuando, en consonancia con el estado de la ciencia o de acuerdo con las reglas

consagradas por la práctica de su arte, tuvo la imprudencia, la falta de atención o

la negligencia que le son imputables y que revelan un desconocimiento cierto de

sus deberes”11.

En apoyo al presente planteamiento, el Tribunal Supremo emplea un argumento

de René Savatier según el cual, frente a la actividad que desarrolla el médico, se

debe tener cierta amplitud respecto a su responsabilidad, sin que con ello se

pierda la prudencia que éste debe observar frente a la salud de sus pacientes.

10
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 5 de marzo de 1940.
M.P. Dr. Liborio Escallón, Op. Cit., p. 119.
11
CORTE DE CASACIÓN FRANCESA, 27 de octubre de 1938 citado por CORTE SUPREMA DE
JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 5 de marzo de 1940. M.P. Dr. Liborio Escallón,
Op. Cit., p. 119.

25
Otro autor que la Corte cita es Lalou, quien dice que la responsabilidad del médico

se deriva de la ignorancia, imprudencia culpable o negligencia grave.

En el mismo sentido, la Corporación considera que para que se pueda hablar de

responsabilidad médica, el perjuicio causado “...debe ser de cierta entidad

teniendo en cuenta las circunstancias del caso y causado por alguno de los

factores que acaban de apuntarse”12.

Finalmente, en el desarrollo de su argumento, el Máximo Tribunal cita nuevamente

a René Savatier, en su obra “Traité de la responsabilité civile en droit français“.

Este tratadista sostiene que en materia de responsabilidad médica, no se puede

establecer una regla general porque cada caso es diferente y los fundamentos de

hecho y de derecho varían.

Dentro de las causales de exoneración, según la Corte, se encuentran la fuerza

mayor, el caso fortuito, el descuido, desobedecimiento o imprudencia del paciente.

Pero ésta es enfática en dicho aspecto y dice que solamente con éstas es posible

hablarse de exoneración, rompiendo con la teoría de las obligaciones de medios y

de resultado, según la cual, el deudor para poder relevarse de la obligación, sólo

requiere demostrar la prudencia y diligencia debidas.

12
Ibid., p. 120.

26
El Tribunal Supremo en este caso, hace un análisis de los medios de prueba aptos

que se deben emplear en un proceso y concluye que los testigos, en casos

relacionados con responsabilidad médica, no deben ser personas que no

conozcan la ciencia que se está debatiendo, si no legas, capacitadas en esa área

para que se puedan emitir un dictamen conforme a los hechos que se alegan

dentro de la demanda, pues por ello, no fue posible probar la relación de

causalidad entre la acción del médico y la pérdida del ojo, por lo cual, la

Corporación no casó la sentencia, no favoreciendo al paciente objeto de este

caso.

En la sentencia del 12 de septiembre de 198513, también se hace mención a la

obligación del médico frente al paciente y dice que se trata de dar los cuidados

“...concienzudos, solícitos, y conformes...” de acuerdo a la ciencia. Para

demostrar responsabilidad, no sólo se debe demostrar que no hubo mejoría del

paciente, sino que el médico actuó con culpa*.

En otro pronunciamiento, del 26 de noviembre de 1986, se recoge la

jurisprudencia del 5 de marzo de 1940, reiterándola. Los hechos que se citan en

este caso tienen que ver con una persona que contrató un médico para que le

practicara una cirugía plástica en la cara, corrigiéndole algunos defectos. Pero el

13
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 12 de septiembre de
1985. M.P. Dr. Horacio Montoya Gil. En: Gaceta Judicial No. 2419 ene. – dic. de 1985. p. 420, T.
CLXXX.
*
Esta jurisprudencia se estudiará en el numeral 2.3 relativo el contrato de servicios hospitalarios.

27
médico le causó unos daños afectando la fisonomía, dejando una deformidad

permanente en su rostro, lo cual le generó perjuicios de carácter físico, psico-

moral y estético.

La Corte hace un análisis de la responsabilidad del médico y, al igual que en la

providencia anterior, reitera que cuando la actividad de éste deriva de un contrato

y del incumplimiento de sus obligaciones, se viene a hablar de responsabilidad

civil contractual.

Posteriormente, entra a analizar las obligaciones del médico y dice que al

suministrar el tratamiento al paciente, debe “...poner en práctica todos los

conocimientos profesionales de manera ética, con el cuidado y diligencia que se

requieran, sin que, como es lógico, pueda garantizar al enfermo su curación ya

que ésta no siempre depende de la acción que desarrolla el galeno pues pueden

sobrevenir circunstancias negativas imposibles de prever...”14. Por lo anterior,

considera que la obligación del médico es de medios, pues no puede hacerse

responsable por no alcanzar el fin propuesto con el tratamiento; la culpa se

manifiesta en el análisis que se hace del comportamiento del deudor y se

manifiesta en que no actúa diligentemente al poner en práctica todos sus

14
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 26 de noviembre de
1986. M.P. Dr. Héctor Gómez Uribe. En: Gaceta Judicial No. 2423 ene. – dic. de 1986. p. 387, T.
CLXXXIV.

28
conocimientos o por haber iniciado un tratamiento no indicado para el cuadro

clínico presentado, apoyándose en la sentencia del 5 de marzo de 1940.

Reitera la Corte que la forma de exoneración de responsabilidad por parte del

médico es demostrando la ausencia de culpa por haber obrado diligentemente, el

caso fortuito, la fuerza mayor o la culpa del paciente, al no cumplir con las

indicaciones dadas por el galeno.

En cuanto a la obligación de resultado reitera el Tribunal Supremo 15, que cuando

expresamente el médico se ha comprometido a alcanzar un determinado fin, al no

obtenerse, es responsable teniendo que indemnizar al paciente, a menos que se

haya presentado una o varias de las causales exonerativas de responsabilidad

(fuerza mayor, caso fortuito, culpa del perjudicado). Pero cuando expresamente no

se comprometió a obtener un resultado, entonces se sigue la responsabilidad por

las reglas generales, es decir, que la obligación es de medios.

Finalmente, la Corporación reitera la sentencia de la segunda instancia,

favoreciendo al acreedor de esta relación contractual.

En la sentencia del 30 de enero de 2001, el Alto Tribunal, nuevamente, las

obligaciones del médico respecto a su paciente.

15
Ibid., p. 389 y 390

29
Un señor acudió donde un médico para que le sanara su oído derecho. El médico

lo intervino. Después de unos días, el tímpano del oído izquierdo resultó

perforado.

Inicialmente, la Corporación hace un resumen de sus pronunciamientos respecto a

la responsabilidad médica. Posteriormente, examina la naturaleza jurídica del

contrato de prestación de servicios médicos y recoge los pronunciamientos al

respecto**, sin determinar, en esta oportunidad, su naturaleza jurídica.

El Máximo Tribunal, para determinar si la obligación del médico es de medios o de

resultado, empieza el análisis no por el contrato celebrado entre las partes, si no

por la responsabilidad del deudor a partir de los presupuestos tenidos en cuenta al

ejercer el derecho de acción: prueba del contrato a cargo del paciente, la atención

y cuidado, daño padecido y el perjuicio patrimonial o moral cuyo resarcimiento

pretende. Al comparar las conductas, tanto del acreedor como del deudor, se

examinan las obligaciones de uno y otro con el fin de deducir la responsabilidad 16.

La Corporación reitera que no se pueden sentar criterios distintivos en general,

porque debe analizarse cada caso en particular teniendo como base los siguientes

**
Las jurisprudencias referidas en esta providencia, respecto a la naturaleza jurídica del contrato de
prestación de servicios médicos, son: arrendamiento de servicios (sentencia del 30 de octubre de
1915), mandato (sentencias del 29 de marzo de 1923, 7 de diciembre de 1923 y 29 de octubre de
1930), locación de obra, contrato atípico multiforme, es decir, un contrato que en abstracto no se
puede clasificar, como ahora lo entiende la Corte, dada la falta de una regulación específica del
mismo.
16
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 30 de enero de 2001.
M.P. Dr. José Fernando Ramírez Gómez. En: Jurisprudencia y Doctrina No. 351, mar. de 2001. p.
422, T. XXX.

30
factores: “...autor, profesionalidad, estado de la técnica, complejidad de la

intervención, medios disponibles, estado del paciente y otras circunstancias

exógenas, como el tiempo y el lugar de ejercicio, pues de otra manera, con justicia

y equidad, se podría determinar la corrección del acto médico (lex artis) 17.

En la decisión, el Tribunal Supremo no casa la sentencia porque considera que la

parte demandante, quien es la acreedora de la relación contractual, no estructuró

ninguno de los errores enunciados dentro de la formulación del recurso de

casación.

En la sentencia del 13 de septiembre de 2002, se analiza nuevamente las

obligaciones del médico respecto al contrato de su prestación de servicios. Dentro

de este caso, un niño sufrió un accidente y unos días después, sus padres lo

llevaron donde el médico para que lo tratara.

Los padres del niño habían sacado una radiografía y el médico, a pesar del

concepto del radiólogo, le enyesó la pierna al menor. Como consecuencia, su

extremidad inferior empeoró, tomando un color anormal en este tipo de

procedimientos, por lo cual, los padres del menor alertaron al galeno y este hizo

caso omiso de la observación, enviando a casa a su paciente.

17
Ibid., p. 423.

31
Al otro día, el paciente y sus padres regresaron al centro hospitalario y le

informaron al médico que el estado del menor había empeorado, por ello, aquél lo

remitió a otra institución hospitalaria, donde al llegar, dijeron los médicos que

valoraron al niño, que tocaba amputarle al pierna.

El Alto Tribunal, como base de su argumentación, acoge la sentencia del 5 de

marzo de 1940 reiterando que siempre se ha dicho que la responsabilidad civil del

médico se rige por el criterio de la culpa probada, es decir, que la obligación que el

médico contrae frente a su paciente es de medios, a menos que expresamente

éste se haya comprometido a sanar a su paciente, tornándose, entonces, en una

obligación de resultado18.

Citando otra sentencia19, la Corporación reitera que para tener un criterio de

distinción frente a una prestación definida, si es de medios o de resultado, debe

tenerse en cuenta lo que las partes han acordado en el contrato, de acuerdo al

artículo 1604 inciso final del C.C. Y en cuanto a la evaluación probatoria, la Corte

considera que no es posible sentar unas bases generales para este tipo de

obligaciones porque cada una es muy particular y depende, casi siempre, de la

voluntad de las partes.

18
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 13 de septiembre de
2002. M.P. Dr. Nicolás Bechara Simancas. Expediente 6199, p.22 y 24.
19
Sentencia del 30 de enero de 2001 citada por Ibídem p. 22-23.

32
Posteriormente, se analiza la obligación del médico de prestar asistencia tendiente

a buscar la mejoría de su paciente y concluye que cuando se presenta una

agravación del cuadro clínico, se está causando un perjuicio específico,

incumpliendo, entonces, con la prestación adquirida, la cual es la consecuencia

directa del error de diagnóstico, que va influir, necesariamente, en un error de

tratamiento20. Como consecuencia, la Corte decidió casar la sentencia de segunda

instancia, siendo favorable a la parte demandante, teniendo como base la teoría

de las obligaciones de medios y de resultado.

2.3. CONTRATO DE PRESTACIÓN DE SERVICIOS HOSPITALARIOS

En la sentencia del 12 de septiembre de 1985, la Corte estudia este contrato

partiendo de la obligación de seguridad***.

Dentro de los hechos, se tiene que una señora fue internada en una clínica por

una trombosis de origen hipertensivo que le dejó como secuela una desorientación

temporoespacial, por lo cual, el médico recomendó a los familiares contratar una

enfermera de tiempo completo para tenerla vigilada y no se presentaran

problemas de ningún tipo. Los familiares pasaron por alto la observación, lo que

trajo como consecuencia que la señora escapara de la clínica y la encontraran

muerta en la calle.

20
Ibídem., p. 24.
***
De acuerdo con la Corte Suprema de Justicia, en el mismo fallo, “...la obligación de seguridad
impone al centro asistencial la de tomar las medidas necesarias para que el paciente no sufra
algún accidente en el curso o con ocasión del cumplimiento del contrato”.

33
Entra el Tribunal Supremo a hacer el análisis, con base en el artículo 1501 del

C.C., de las obligaciones que son de la esencia, de la naturaleza y de las

puramente accidentales en el contrato de hospitalización. En este orden de ideas

estudia las de custodia y vigilancia total y la de enfermera permanente

concluyendo que estas no son ni de la esencia ni de la naturaleza de dicho acto

jurídico, que se deben pactar expresamente, pues con ellas el sentido del contrato

agrega una mayor responsabilidad por parte del centro hospitalario.

Por el contrario, cuando se trata de un centro siquiátrico, la obligación de custodia

y vigilancia es de resultado, por el objeto del mismo, pues se encarga de tratar

personas que padecen enfermedades mentales y aquí, en palabras del mismo

Máximo Tribunal, “...se busca la propia seguridad personal”21. Pero cuando se

refiere a clínicas u hospitales que prestan servicios generales, no de carácter

siquiátrico, y que un paciente requiera de vigilancia especial o de una enfermera

permanente, debe estar expresamente contemplado en el contrato, por las partes,

porque de lo contrario, se guía por la regla general.

Por lo anterior, la Corporación decide no casar la sentencia de segunda instancia,

confirmándola, siendo adversa a las pretensiones de la parte demandante.

21
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 26 de noviembre de
1986. M.P. Dr. Héctor Gómez Uribe. Op. Cit., p. 387.

34
3. CONTRATO DE ARRENDAMIENTO

Durante las décadas de los años treinta y cuarenta, la Corte Suprema de Justicia

profirió dos sentencias que hacen referencia expresa al contrato de arrendamiento

de inmueble y la responsabilidad del arrendatario frente a las obligaciones de

restituir el inmueble en las condiciones que se recibió y la relativa a la destrucción

por incendio de la cosa. Las providencias que tratan este tema son, una del 30 de

noviembre de 1935 y otra del 5 de mayo de 1942.

La primera tiene como hechos, la celebración de un contrato de arrendamiento de

un edificio destinado a bodegas y depósitos de mercancías. Se presentó un

incendio que destruyó el inmueble y se viene a plantear la responsabilidad del

arrendatario frente a este hecho.

La Corte inicia su argumentación con base en la comparación del artículo 2005 *

del C.C. colombiano y los artículos 1732 y 1733 del C.C. francés, relativos al

arrendamiento y a la responsabilidad del arrendatario. La justificación para

hacerlo, según la Corporación, es que en la legislación colombiana no se

*
Este artículo consagra: “El arrendatario es obligado a restituir la cosa al fin del arrendamiento.
Deberá restituirla en el estado en que le fue entregada, tomándose en consideración el deterioro
ocasionado por el uso y goce legítimos.
Si no constara el estado en que le fue entregada, se entenderá haberla recibido en regular estado
de servicio, a menos que pruebe lo contrario.

35
encuentra la hipótesis contemplada en las normas francesas, que hace referencia

a la destrucción de la cosa provocada por un incendio.

Toma la Corporación los planteamientos de autores como Josserand y Demogue,

quienes discuten cuál es la forma de exoneración del arrendatario frente al uso

normal de la cosa y cuál, frente al incendio que la destruye.

La interpretación que la Corte hace del autor Henri Mazeaud, sobre los elementos

que se deben tener en cuenta para determinar cuándo una obligación es de

medios y cuándo, de resultado22 es:

 “En primer lugar, se debe mirar el contenido de la obligación contraída

mediante un contrato, porque de éste depende la responsabilidad que se deriva

por parte del deudor.

 Como consecuencia, se debe examinar si el objeto de la obligación es

determinado, preciso o general. Si la obligación es de resultado, la prestación que

el deudor debe ejecutar en favor del acreedor, debe determinarse estrictamente en

el contrato o en la ley; pero si la obligación es de medios, el deudor se

En cuanto a los daños y pérdidas sobrevenidos durante su goce, deberá probar que no
sobrevinieron por su culpa, ni por culpa de sus huéspedes, dependientes o subarrendatarios, y a
falta de esta prueba será responsable.”
22
MAZEAUD, Henri y León. Tomo I citados por CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de
Casación Civil. Sentencia del 30 de noviembre de 1935. M.P. Dr. Eduardo Zuleta Ángel. En:
Gaceta Judicial No. 1905 y 1906, jul. de 1936. p. 1789, T. XLIII.

36
compromete a poner toda su diligencia y cuidado sin comprometerse a obtener un

resultado, que si no se alcanza, no compromete su responsabilidad.

 Finalmente frente a la culpa, en la obligación de resultado basta con la

inejecución de la prestación; pero respecto a la obligación de medios, para

establecerla, el juez debe hacer un examen de la conducta del deudor.

 Respecto a la responsabilidad del deudor se dice que frente a las

obligaciones de resultado, al no ejecutarse la prestación por parte de éste, se está

frente a la culpa; en las de medios hay inejecución cuando el deudor ha faltado a

su obligación de ser prudente y diligente”.

Frente al anterior punto, se hace una diferenciación entre causa extraña y la

ausencia de culpa. La primera opera en el supuesto del artículo 1732 del C.C.

francés, el cual, según el Alto Tribunal, en esencia es igual al consagrado en el

artículo 2005 del C.C. colombiano y la segunda, en el artículo 1733 del C.C.

francés.

La causa extraña, como se mencionará a lo largo del presente escrito, comprende

el caso fortuito, la fuerza mayor, el hecho exclusivo de la víctima o de un tercero y

para que opere, se debe “...producir la prueba directa y positiva del caso de fuerza

mayor... y que ésta sea independiente de toda culpa del deudor y que ha

37
provocado la imposibilidad absoluta de ejecución de la obligación” 23. Por el

contrario y, según el mismo autor citado por el Tribunal Supremo, para poderse

hablar de ausencia de culpa, se requiere del deudor una conducta normal frente a

las circunstancias, es decir, diligencia y prudencia y que se desconozca el origen

del daño.

Entonces, al aplicar las formas de exoneración a las obligaciones de medios y de

resultado, la Corporación con base en su interpretación de la obra de Henri

Mazeaud, dice que la ausencia de culpa se aplica a las obligaciones de medios y

la causa extraña, a las obligaciones de resultado. Más concretamente, frente a la

obligación de restitución de la cosa por parte del arrendatario, éste tiene una

obligación general de prudencia y diligencia; por el contrario, frente a la

destrucción de la cosa por incendio, se le exige al arrendatario proteger la cosa, la

cual es una prestación determinada, por lo tanto, es de resultado 24. El Máximo

Tribunal no revoca la sentencia de segunda instancia, siendo favorable al

arrendatario, por considerar que la interpretación del artículo 2005 del C.C.

colombiano coincide con los artículos 1732 y 1733 del C.C. francés. Este

planteamiento resulta censurable por varias razones:

23
DEMOGUE tomo VI, no 608 citado por CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación
Civil. Sentencia del 30 de noviembre de 1935. M.P. Dr. Eduardo Zuleta Ángel. En: Gaceta
Judicial No. 1905 y 1906, jul. de 1936. p. 177 y 179, T. XLIII.
24
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 30 de noviembre de
1935. M.P. Dr. Eduardo Zuleta Ángel. En: Gaceta Judicial No. 1905 y 1906, jul. de 1936. p. 179,
T. XLIII.

38
1ª) Porque en el caso planteado no era necesario acudir a la legislación francesa

para llenar un supuesto vacío que se encuentra en el artículo 2005 del C.C, pues

es claro que el inciso primero de la norma describe la forma en que se debe

restituir el bien: “...Deberá restituirla en el estado en que le fue entregada,

tomándose en consideración el uso y goce legítimos...” y, en el mismo sentido, el

inciso final del artículo mencionado contempla que: “En cuanto a los daños y

pérdidas sobrevenidos durante su goce, deberá probar que no sobrevinieron por

su culpa, ni por culpa de sus huéspedes, dependientes o subarrendatarios, y a

falta de esta prueba será responsable”. Además, la Corte se apartó del artículo 27

del C.C.**, el cual no permite acudir a otras normas cuando el sentido de la que es

aplicable para el caso concreto, sea claro.

2ª) Porque la doctrina entiende que cuando existe una obligación de restitución de

un inmueble se asemeja a la obligación de entrega, entendiéndose que es una

obligación de resultado, porque el deudor entrega o no, pero no lo hace por partes

ni en condiciones que desmejoren la cosa.

3ª) Porque el Alto Tribunal se dio la tarea de legislar y no de aplicar la ley vigente,

al traer unas normas francesas no vigentes en el país, bajo la excusa de la no

existencia de leyes que regularan el caso de la pérdida de la cosa en el contrato

de arrendamiento. En el mismo sentido, pasó por alto todos los principios relativos

**
El artículo 27 consagra lo siguiente: “Cuando el sentido de la ley sea claro, no se desatenderá su
tenor literal a pretexto de consultar su espíritu...”

39
a la hermenéutica jurídica consagrados en la ley 153 de 1887 y el título preliminar

del Código Civil colombiano.

En el mismo sentido, la Corporación agrega que frente a las obligaciones de

medios en la ausencia de culpa y su prueba, debe el deudor allegar la prueba de

todas las precauciones tomadas, de acuerdo a las normas existentes al respecto.

La segunda providencia es del 5 de mayo de 1942 y también hace un estudio de la

responsabilidad del arrendatario respecto a la cosa en caso de incendio.

Al igual que los hechos de la anterior sentencia, se celebró un contrato de

arrendamiento de un inmueble entre un particular y el Estado. La vigencia del

contrato se prorrogó tácitamente y en el desarrollo de éste, se incendió el

inmueble, destruyéndolo.

El Tribunal Supremo, al iniciar su estudio, examina los artículos 1604 y 2005 del

C.C. para determinar la responsabilidad del deudor. Hace un paralelo entre las

obligaciones de medios y de resultado, repitiendo el hecho en la providencia

anterior basado en Henri Mazeaud.

Reitera la Corporación que la obligación de restitución del inmueble al terminar la

vigencia del contrato, es de medios y para saber si se está ante una inejecución

de ella, el juez debe analizar la conducta del deudor. Concepto que es criticable

40
porque la obligación de restitución es absoluta, pues no admite que se haga por

partes.

Respecto a la obligación consagrada en el artículo 1733 del C.C. francés, relativa

al cuidado de la cosa en caso de incendio, se considera que el legislador quiso

que esta prestación fuera más exigente, gravando la situación del sujeto pasivo25,

convirtiéndola en obligación de resultado.

Respecto a las formas de exoneración de responsabilidad sostiene el Alto Tribunal

que frente al incendio, debe el deudor demostrar que éste sucedió con ocasión de

una causa extraña, ya sea por caso fortuito o fuerza mayor y en cuanto a la

obligación de restituir el inmueble es de medios y se libera de ejecutar la

prestación al demostrar la ausencia de culpa, que es la prueba de la diligencia y

cuidado.

La Corte declaró responsable a la Nación por el incendio del inmueble, por

considerar que el arrendatario incumplió con su obligación de conservar la cosa.

25
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala Civil de Única Instancia. Sentencia del 5 de mayo de
1942. M.P. Dr. Aníbal Cardoso Gaitán. En: Gaceta Judicial No. 1845 y 1985, jun. - jul. de 1942. p.
564 y 565, T. LIII.

41
4. CONTRATO DE ANTICRESIS

En sentencia del 31 de mayo de 1938, la Corte Suprema de Justicia, tiene como

argumento para justificar la inclusión de la teoría de las obligaciones de medios y

de resultado dentro de su jurisprudencia, la insuficiencia de la clasificación que la

doctrina ha elaborado en cuanto a las obligaciones desde el punto de vista de su

objeto: dar, hacer y no hacer y más adelante, en positivas y negativas, como una

forma de establecer la culpa y la carga de la prueba. Por ello, acude a Demogue y

su teoría de las obligaciones de medios y de resultado, como una salida a este

problema.

En esta sentencia, la Corporación examina diferentes tipos de contratos partiendo

de las obligaciones derivadas de éstos y con base en ello, señala qué criterios se

tienen en cuenta respecto a las obligaciones de medios y de resultado.

De acuerdo a los hechos citados en esta providencia se tiene que se celebró un

contrato entre las partes en el cual se incluyó: los honorarios de los demandados,

los cuales se pagaban a través de una anticresis constituida sobre una hacienda

que ellos se comprometieron a administrar, y que en caso de que los frutos no

fueran suficientes para cumplir con tal obligación, el demandante para garantizar

el cumplimiento de su obligación, constituyó una hipoteca. Así mismo, con los

frutos que produjera la finca, se pagaría un crédito adquirido con un banco, los

42
gastos propios de funcionamiento de la hacienda y un dinero que debían

consignar los demandantes mensualmente al actor.

Al calificar el Alto Tribunal las obligaciones atrás mencionadas, considera que la

primera, “...corresponde al contrato tipo de anticresis y las demás al de mandato

remunerado...”26.

La Corte enuncia las diferentes formas en que puede presentarse la unión de

diferentes contratos. Sostiene la Corporación27, que el acto jurídico en cuestión es

mixto* y a su vez pertenece a una subespecie de éstos, que es la de los gemelos

combinados** y que dentro de las obligaciones contempladas en el mismo, se

encuentran las de medios y las de resultado.

El Máximo Tribunal examina cada una de las obligaciones provenientes del

acuerdo objeto del pronunciamiento, enmarcándolas dentro de la teoría expuesta

por René Demogue, y con base en ello, concluye que los deudores son

26
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 31 de mayo de 1938.
M.P. Dr. Juan Francisco Mújica, Op. Cit., p. 571.
27
Ibid., p. 570-572.
*
“Contratos mixtos en sentido estricto en donde se da un elemento que corresponde a un contrato
de otro tipo.”
**
“...Los gemelos combinados. En esta hipótesis, una de las partes se obliga a una
contraprestación unitaria a cambio de varias obligaciones principales que corresponden a distintos
tipos de contratos contraídos por la otra parte. Aquí no se da el fenómeno de los contratos unidos
entre sí. Sólo se trata de dos o más tipos de contratos mezclados.
Su peculiaridad estriba, por lo tanto, en que no pueden distinguirse sino por las obligaciones de
uno de los contratantes exclusivamente...”

43
responsables por no haber ejecutado las obligaciones con el cuidado y diligencia

debidos.

Respecto a las obligaciones derivadas del contrato de anticresis, la Corporación

considera que cuando se está frente a un acto jurídico de este tipo, en el que los

acreedores se pagan con los frutos del inmueble, es una obligación de resultado,

en virtud del objeto que persigue este acuerdo de voluntades, que es de servir de

medio de pago, tomando como base el artículo 2458 del Código Civil.

Frente a la obligación del acreedor anticrético de conservar y mantener en buen

estado el inmueble y de administrarlo para procurar frutos a fin de abonarlos a su

crédito y de no cambiar la destinación del inmueble, el Tribunal Supremo

considera que también se está frente a una obligación de resultado. El artículo

2463 del Código Civil, se remite al artículo 1996 ibídem, entendiendo, entonces,

que esta obligación también se extiende al contrato de arrendamiento28.

28
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 31 de mayo de 1938.
M.P. Dr. Juan Francisco Mújica, Op. Cit., p. 572.

44
5. CONTRATO DE MANDATO

De acuerdo con la sentencia atrás citada, en este contrato, cuando la obligación

es de gestionar diligentemente y con cuidado una determinada actividad, se está

frente a una obligación de medios; pero cuando se trata de una prestación

determinada, como destinar unos recursos a un fin específico o como, en palabras

de la Corte, “...a una aplicación convenida de todo lo obtenido en virtud de la

administración, se está frente a una obligación de resultado...”29.

En un pronunciamiento posterior, del 5 de marzo de 1940, el Alto Tribunal reitera

que ante un contrato de mandato, la obligación que surge es de medios. La

obligación que el abogado litigante contrae respecto de su cliente es de defenderlo

y poner todos los instrumentos que se encuentren a su alcance para su defensa;

mal podría garantizar el éxito de su gestión, si la decisión no depende de él, si no

del juez quien es el que con base en los hechos, su demostración y las normas,

toma la decisión, siendo autónoma a las partes30.

29
Ibid., p. 572, T. XLVI.
30
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 5 de marzo de 1940.
M.P. Dr. Liborio Escallón. En: Gaceta Judicial No. 1953 y 1954, ene. - mar. de 1940. p. 119, T.
XLIX.

45
6. CONTRATOS QUE IMPLICAN TRANSFERENCIA DE DOMINIO

Dentro de este capítulo se incluyen los contratos de los que derivan obligaciones

de transferir el derecho de dominio sobre una cosa.

6.1. CONTRATO DE COMPRAVENTA

Dentro de las obligaciones derivadas del contrato de compraventa, se pueden

encontrar dos providencias que tratan la obligación de entrega de la cosa por parte

del vendedor al comprador.

En la sentencia del 7 de junio de 1951, la Corte hace un estudio de las

obligaciones de manera general, sosteniendo que si éstas se contraen, es con la

finalidad de cumplirlas y partiendo de la premisa, empieza a analizar las

obligaciones que las vendedoras debían cumplir a favor del comprador, partiendo

de los hechos.

En este caso, unas personas vendieron un inmueble a un señor y dentro de las

obligaciones que contrajeron, se comprometieron a pedir la restitución del bien a

un arrendatario que tenía su tenencia. Se fijó un plazo para hacer la entrega y no

cumplieron con la obligación, pues iniciaron un proceso de restitución de inmueble

arrendado unos días antes del vencimiento del plazo.

46
El Tribunal Supremo analiza la obligación de entrega de la cosa por parte del

vendedor al comprador y llega a la conclusión que es de resultado. En este

sentido, menciona las características de las obligaciones de resultado diciendo

que se cumplen cuando el deudor pone diligentemente todos los medios posibles

para que se logre el fin propuesto, mientras este objeto no se haga imposible.

Cuando el resultado es posible con mediana diligencia y éste no se logra,

entonces el deudor es responsable por no haberlo alcanzado31.

Para determinar la responsabilidad del deudor, debe hacerse un examen de su

conducta: si éste no hizo la entrega de la cosa o si no la entregó oportunamente

por su falta de diligencia, entonces le es imputable la responsabilidad. Como las

demandadas no entregaron la cosa, la Corte Suprema de Justicia casó la

sentencia, declarándolas responsables.

Para que se pueda exonerar de responsabilidad el deudor, considera la

Corporación que debe el deudor demostrar que su incumplimiento se debió a la

ocurrencia de una fuerza mayor o de un caso fortuito que sobrevino sin su culpa,

antes de haberse constituido en mora, de acuerdo al artículo 1604 del C.C.

Continúa diciendo que la culpa no proviene por haber obrado diligentemente, de

acuerdo a la naturaleza del contrato, citando los artículos 63 y primer inciso del

31
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 7 de junio de 1951.
M.P. Dr. Alberto Holguín Lloreda. En: Gaceta Judicial No. 2100-2101 may. - jun. de 1951. p. 688,
T. LXIX.

47
1604 del C.C., y para que pueda existir exoneración, debe demostrarse no sólo la

causa extraña, si no la diligencia y cuidado empleados por el deudor en la

ejecución de la prestación32.

El Máximo Tribunal, en la misma providencia, hace un análisis de los elementos

de la fuerza mayor y del caso fortuito: la imprevisibilidad y la irresistibilidad.

La imprevisibilidad, de acuerdo a la Corporación, no puede ser absoluta, su

característica principal es que la previsión no esté al alcance de los medios

ordinarios de que dispone el obligado, y ha de referirse a las circunstancias en

que, sin su culpa, esté colocado el agente. Finalmente, sostiene la Corte que este

elemento debe tener una causa extraña al obligado, como lo están en que lo

irresistible ha de serlo absolutamente33.

La irresistibilidad, a diferencia de la imprevisibilidad, es absoluta, no admite

modificaciones de espacio, tiempo, modo y lugar. En otro fallo, el Tribunal

Supremo dice que este elemento tiene que ver con la inevitabilidad para superar

las consecuencias de cierto hecho34.

32
Ibid., p. 688.
33
Ibid., p. 688.
34
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 26 de enero de 1982.
M.P. Dr. José María Esguerra Samper. En: Gaceta Judicial No. 2406 ene. – dic. 1982, p. 21, T.
CLXV.

48
En la sentencia del 3 de noviembre de 1977, se reitera que la obligación de

entregar la cosa, en el contrato de compraventa, es de resultado, pues: “...Su pago

consiste en la entrega oportuna y completa de tales elementos”35.

6.2. CONTRATO DE PERMUTA

La sentencia del 27 de noviembre de 1952 examina las obligaciones nacidas del

contrato de permuta. Dentro de los hechos se tiene la celebración de este

contrato entre los demandantes y el demandado, en virtud del cual, el demandado

se comprometía a permutar un inmueble a cambio de otros de los demandantes.

El demandando incumplió con su obligación.

Inicia la Corte su estudio definiendo el contrato de permuta: “...es un contrato en

que las partes se obligan mutuamente a dar una especie o cuerpo cierto por

otro”36.

En esta sentencia la Corporación pretende romper con su doctrina de las

obligaciones de medios y de resultado, pues en un esfuerzo, trata de reducir todas

las prestaciones a obligaciones de resultado. Considera que todas las

obligaciones son de medios y de resultado ya que siempre se deben emplear los

35
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 3 de noviembre de
1977. M.P. Dr. Ricardo Uribe Holguín. Op. Cit., p. 331.
36
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 27 de noviembre de
1952. M.P. Dr. Manuel José Vargas. En: Gaceta Judicial No. 2121-2122 nov. – dic. de 1952. p.
727, T. LXXIII.

49
medios necesarios para la obtención de un fin, el cual se puede manifestar de dos

formas: la consecución de un propósito objetivo o colocar los medios necesarios

haciendo simplemente una gestión, sin el compromiso de obtener un determinado

fin. El Alto Tribunal considera que de una u otra forma, siempre se va a perseguir

un resultado que puede ser el fin propuesto o la diligencia o pericia debidas.

En otro aparte, se hace alusión a qué se puede entender por el incumplimiento de

la obligación bajo la denominación de ilícito contractual y qué es lo que la Corte

entiende como culpa, que es la no ejecución de la obligación por parte del deudor,

ya sea de manera involuntaria, intencional o preterintencional y la consecuencia

de ésta es el perjuicio, que es la no satisfacción de la prestación, ya sea de

manera transitoria o definitiva, total o parcialmente.

En el mismo orden de ideas, se menciona cuándo se presenta ilícito contractual en

la obligación de resultado, que surge en el momento de no ejecutarse la

prestación. Entonces es conveniente, según la Corporación, determinar cuáles son

los resultados pactables y cuáles son los casos de inejecución o falta de pago37.

Respecto a la prueba de la responsabilidad, de acuerdo a la doctrina nacional y

extranjera y a la sentencia del 31 de mayo de 1938, en las obligaciones de medios

y de resultado debe el acreedor allegar la prueba del contrato y afirmar el

incumplimiento de las obligaciones nacidas de éste por parte del deudor. Rompe

50
el Máximo Tribunal con la tesis de la prueba del incumplimiento por parte del

deudor, pues según la providencia, debe el acreedor demostrar el incumplimiento

de la obligación por parte del deudor. Agrega la Corte que cuando la prestación es

posible, debe el deudor ejecutarla. Finalmente, cuando el deudor alega la

ocurrencia de una causa extraña, debe demostrarla.

En este caso, el Tribunal Supremo decide casar la sentencia de segunda

instancia, favoreciendo las pretensiones del acreedor, pues considera que el

tribunal no tenía por qué haber declarado la resolución del contrato de permuta.

37
Ibid., p. 728.

51
7. CONTRATO DE PROMESA DE COMPRAVENTA

En la sentencia del 26 de septiembre de 1952, se examina la obligación principal

derivada del contrato de promesa de compraventa.

Se presentó un incumplimiento en la mencionada prestación, entonces la Corte

entra a examinar el caso y considera que ante el incumplimiento de obligaciones,

ya sea que tengan su fuente en el contrato, de manera expresa, o de forma tácita

en la ley, al presentarse la inejecución de la prestación por parte del deudor, se

presume automáticamente las condiciones de su responsabilidad, siendo una

obligación de resultado la de celebración del contrato de compraventa38.

El Alto Tribunal reitera que dentro de los medios de exoneración de la obligación

de resultado se encuentran la fuerza mayor y el caso fortuito y que en este caso,

no es admisible la prueba de la diligencia o cuidado, como única forma de

exoneración de responsabilidad.

La Corporación confirmó la sentencia de segunda instancia, que fue favorable al

demandante, que era el acreedor de la prestación.

38
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 26 de septiembre de
1952. M.P. Dr. Pedro Castillo Pineda. En: Gaceta Judicial No. 2119-2120 sep. - oct. de 1952. p.
248 y 249, T. LXXIII.

52
8. CONTRATO DE TRANSPORTE

La jurisprudencia en el contrato de transporte es muy rica respecto de las

obligaciones de medios y de resultado. Desde sus inicios se han mantenido los

mismos criterios; excepto en el contrato de transporte aéreo que con la expedición

del Código de Comercio de 1971 y el avance de la tecnología, como se verá más

adelante, se presentó un cambio de orientación al respecto.

Siendo el contrato de transporte una especie del de prestación de servicios, se

trabajó en un capítulo aparte debido a la abundancia de providencias en esta

materia.

8.1. CONTRATO DE TRANSPORTE TERRESTRE DE PASAJEROS

La sentencia del 1º de febrero de 1951 hace referencia a las obligaciones de

resultado respecto al contrato de transporte terrestre de pasajeros.

Dentro de los hechos referidos en la providencia, se encuentra que una señora

tomó el tranvía para que la transportara de un punto a otro en la ciudad de Bogotá.

En una parada del tranvía, el operario arrancó intempestivamente, trayendo como

consecuencia que la señora se cayera del vehículo golpeándose en la cabeza y a

los tres días como consecuencia de los golpes sufridos, falleció.

53
Se discute la existencia del contrato de transporte y qué se requiere para su

perfección. El Tribunal Supremo entra a examinar el artículo pertinente del anterior

Código de Comercio Terrestre, que es semejante al del actual, y los elementos

propios de esta definición: “...bilateral (porque una parte se obliga para con otra a

pagar el precio o flete y la otra, a desplazarla de un lugar a otro), principal,

consensual, oneroso y conmutativo...”39.

Teniendo como punto de referencia a la jurisprudencia, la Corporación plantea que

dentro del contrato de transporte se encuentra la obligación de seguridad, que es

inherente a este acto jurídico. Esa prestación es una obligación de resultado, pero,

además, la Corte requiere que en la ejecución de esta prestación el transportador

tenga la debida diligencia, cuidado y pericia indispensables para lograr tal

finalidad. Dicha obligación se extiende tanto a las empresas privadas como

públicas que ofrezcan el servicio de transporte.

Esa obligación de seguridad implica que el transportador debe desplazar a las

personas en las mismas condiciones en que las recibe y de no ser así, entonces

se desprende su responsabilidad por parte del transportador. En caso de incumplir

con las obligaciones nacidas del contrato de transporte, de acuerdo a la

normatividad anterior, debe el transportador, indemnizar a los acreedores los

39
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 1º de febrero de 1951.
M.P. Dr. Manuel José Vargas. En: Gaceta Judicial No. 2096-2097 ene. – feb. de 1951. p. 33, T.
LXIX.

54
perjuicios causados. El Código de Comercio consagra este principio en el artículo

1030.

En la teoría de las obligaciones de medios y de resultado se hace mención a las

formas de exoneración que tanto para una y otra prestación existen*; el Alto

Tribunal rompiendo con la teoría, sostiene que en la obligación de seguridad, que

como ya se ha dicho es de resultado, puede el transportador exonerarse no

solamente probando la causa extraña (fuerza mayor, caso fortuito, culpa exclusiva

de la víctima), sino que puede acudir a demostrar la diligencia y prudencia

debidas, sin necesidad de demostrar la primera.

En normas del contrato de transporte o del de prestación de servicios, es plausible

asumir qué tipo de obligación se contrae, lo cual va a determinar la

responsabilidad del deudor.

Decide la Corporación casar la sentencia de segunda instancia, favoreciendo las

pretensiones de la parte demandante.

En otra sentencia, del 19 de abril de 1979, el Máximo Tribunal hace alusión a la

distinción que hace el Código de Comercio vigente de los contratos de transporte

terrestre, marítimo y aéreo. Dentro de los hechos relatados dentro de la sentencia,

se encuentra que un señor tomó un vehículo de servicio público para que lo

55
transportara. Esta persona se tuvo que ubicar en la puerta del vehículo porque no

había lugar para sentarse, el conductor le solicitó que se corriera porque la puerta

estaba dañada y no se podía cerrar, el usuario no prestó atención a la

recomendación porque se encontraba en alto estado de embriaguez. Para no

estrellarse, el chofer tuvo que hacer una maniobra que trajo como consecuencia

que el cliente se cayera del bus, se pegara en la cabeza y como consecuencia,

muriera.

Inicia el análisis definiendo, de manera general, el contrato de transporte,

reiterando la enunciación que la sentencia del 1º de febrero de 1951 comprende,

concluyendo que el transporte puede versar sobre cosas o personas40.

En esta providencia, dice la Corporación, que tanto para el transporte de personas

como para el transporte de cosas, surge una obligación de seguridad por parte del

transportador, citando el artículo 982** del C.Co.

*
Se puede ver en el primer capítulo del presente escrito.
40
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 19 de abril de 1979.
M.P. Dr. Alberto Ospina Botero. En: Gaceta Judicial No. 2400 ene. – dic. de 1979 (primera parte),
p. 95, T. CLIX.
**
El artículo reza: “El transportador estará obligado, dentro del término por el modo de transporte y
clase de vehículos previstos en el contrato y, en defecto de estipulación, conforme a los horarios,
itinerarios, y demás normas contenidas en los reglamentos oficiales, en un término prudencial y por
una vía razonablemente directa:
1. En el transporte de cosas a recibirlas, conducirlas y entregarlas en el estado en que las reciba,
las cuales se presumen en buen estado, salvo constancia en contrario, y
2. En el transporte de personas a conducirlas sanas y salvas al lugar de destino.”

56
Posteriormente, la sentencia dice a partir de qué momento se entiende que se

debe cumplir con la obligación de seguridad: desde que el transportador se hace

cargo del pasajero hasta que el viaje finalice y si se trata de incapaces, desde que

se hace cargo de ellos hasta que éstos sean entregados a las personas a quienes

se ha confiado, las reciban41.

La extensión de la responsabilidad del transportador, interpretando el Tribunal

Supremo el artículo 1003 del C.Co., en caso de incumplimiento de la obligación

de seguridad, se extiende a todos los daños sufridos por el pasajero, desde el

momento en que aquél se hace cargo de éste, por los vehículos empleados en la

ejecución del contrato, los lugares utilizados para embarcar y desembarcar, ya sea

de estacionamiento o espera y cesa la responsabilidad cuando haya concluido el

viaje.

Cuando no se cumple con la obligación de seguridad, se presumen las

condiciones de la responsabilidad del transportador, elemento propio de las

obligaciones de resultado y más si se tienen en cuenta los medios que puede

emplear para exonerarse de su obligación: demostrar el hecho de terceras

personas, caso fortuito o fuerza mayor sin culpa del transportador o culpa

exclusiva del pasajero.

41
Ibid., p. 95.

57
La norma anteriormente citada también hace mención a la culpa del acreedor

cuando éste actúa de manera negligente poniendo al deudor en imposibilidad de

cumplir con la obligación de transportarlo, siendo una forma de exoneración de la

responsabilidad del transportador, por lo cual, la Corporación no casó la sentencia

de segunda instancia, eximiendo de responsabilidad al transportador.

La sentencia del 26 de junio de 2003 hace un nuevo estudio de las obligaciones

del transportador de pasajeros. Dentro de los hechos de la demanda, se tiene que

una persona celebró un contrato de transporte para que la desplazaran entre un

municipio y otro. El conductor del vehículo manejaba a alta velocidad y como

consecuencia, el bus se accidentó saliéndose de la carretera, lo cual le produjo

unas lesiones en todo su cuerpo.

La Corte analiza el artículo 982 numeral 2º del C.Co. y el decreto 01 de 1990,

normas que consagran expresamente la obligación de seguridad a cargo del

transportador y el artículo 1003 C.Co. que establece la responsabilidad del

transportador por el incumplimiento de tal prestación.

Reitera el Alto Tribunal que la obligación de seguridad es de resultado y que en

caso de que se presente el incumplimiento por parte del transportador, basta al

pasajero afirmar que no se ejecutó esta prestación para que se presuman las

condiciones de la responsabilidad del deudor. Agrega que la responsabilidad por

58
el incumplimiento de la obligación de resultado no se deriva del artículo 2356 del

C.C., relativo a las actividades peligrosas, si no al 1604 del mismo código 42.

En cuanto a los medios de exoneración de responsabilidad del deudor, reitera la

Corporación que se encuentran consagrados en el artículo 1003 del C.Co., dentro

de las cuales se encuentra la fuerza mayor y citando la sentencia del 26 de

noviembre de 1999, hace mención al hecho imprevisible e irresistible, el cual no

puede estar ligado ni al agente, ni a su persona, ni a su industria, que debe ser

externo a éste y que no hubiera sido posible evitar aplicando la mayor diligencia

sin poner en peligro toda la industria y la marcha económica.

En este sentido, cuando se trata de daños propios de los instrumentos empleados

en el desarrollo de una empresa, éstos no se pueden definir como externos,

porque en virtud de la industria, se debe requiere una diligencia mínima y unos

cuidados propios de la actividad que se esté desempeñando. Por ello, la Corte

casa la sentencia de segunda instancia, que había favorecido al transportador.

8.2. CONTRATO DE TRANSPORTE TERRESTRE DE MERCANCÍAS

En la sentencia del 14 de febrero de 1978 se analiza el contrato de transporte de

mercancías y las obligaciones que derivan de este acto jurídico.

42
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 26 de junio de 2003.
M.P. Dr. José Fernando Ramírez Gómez. Expediente C-5906, p. 8-9.

59
Se contrató el transporte de una mercancía importada del Japón, entre dos

ciudades. Para tal fin, se celebró un contrato con una empresa de transporte, la

cual a su vez, contrató un vehículo diferente al de su compañía para que llevara la

mercancía a su lugar de destino. La mercancía no llegó.

Citando el artículo 982 del C.Co., la Corporación reitera que la obligación de

seguridad es inherente al contrato de transporte, agregando, además, que es una

prestación de resultado. De acuerdo al artículo 992 del C.Co., la exoneración de

responsabilidad por parte del deudor se debe a la ocurrencia de una causa

extraña sin su culpa, por ello es que no es admisible en la legislación colombiana

los pactos de exoneración de responsabilidad, los cuales se tienen como no

escritas.

En el caso planteado, se entra a estudiar la fuerza mayor como medio de

exoneración de la responsabilidad del deudor. El Alto Tribunal hace un estudio de

este fenómeno y concluye que se está en presencia de esta situación cuando “...el

deudor se imposibilita totalmente para cumplir su obligación por causa de un

evento imprevisible. Cuando el acontecimiento es susceptible de ser

humanamente previsto, por más súbito y arrollador de la voluntad que parezca, no

genera el caso fortuito ni la fuerza mayor”43.

43
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 14 de febrero de
1978. M.P. Dr. Aurelio Camacho Rueda. En: Gaceta Judicial No. 2399 ene. – dic. de 1978, p. 14,
T. CLVIII.

60
Reitera la Corte los elementos del caso fortuito y dice que cuando se está ante un

hecho que puede preverse, por más súbito y arrollador que éste sea, no se puede

estar frente a la presencia de tal fenómeno. Cuando es posible prever la

ocurrencia de determinado hecho y se ha tenido diligencia y cuidado para evitarlo,

entonces se está ante la presencia de un caso fortuito. En este caso, la Corte

considera que el transportador es responsable. Así el Máximo Tribunal se había

pronunciado el 7 de junio de 1951, sentencia estudiada en el capítulo quinto de

este estudio.

Otra providencia que menciona las obligaciones de medios y de resultado en el

contrato de transporte terrestre, es la sentencia del 10 de abril de 1978. Dentro de

los hechos referidos se tiene que se contrató a una empresa transportadora para

que llevara una mercancía importada a la ciudad de Bogotá. Esta transportadora,

a su vez, contrata los servicios de otra para cumplir con su obligación. El

conductor desaparece con la mercancía y el vehículo.

Para poderse exonerarse el deudor del cumplimiento de la obligación, ya que esta

es de resultado, el artículo 992 del C.Co. cita la prueba de la fuerza mayor y el

caso fortuito siempre y cuando no se deba al descuido o incuria del transportador.

En virtud de lo anterior, el Tribunal Supremo no casa la sentencia de segunda

instancia, que había acogido las pretensiones del acreedor.

61
Otro caso analizado en la jurisprudencia de la Corporación, se encuentra en la

sentencia del 9 de octubre de 1980, en la que se discute y se reitera nuevamente,

la obligación de seguridad, que es de resultado, y es la que tiene el transportador

respecto de las cosas o personas que desplaza, de llevarlas sanas y salvas de un

lugar a otro, con base en el artículo 982 del C.Co.

Se contrató a una empresa para que transportara un bien y éste nunca llegó a su

lugar de destino. Se alega, dentro de las excepciones del deudor, la prueba del

contrato de transporte y la Corte reitera que para que exista este acto jurídico, sólo

es necesario el acuerdo de voluntades, ya que una de sus características es la

consensualidad.

El Alto Tribunal reitera, nuevamente, la obligación de seguridad a cargo del

transportador de las cosas que debe desplazar, de acuerdo con el artículo 982 del

C.Co. De no cumplirse con esta obligación, se presumen las condiciones de

responsabilidad del porteador, quien debe responder ya sea por la pérdida total o

parcial de las mercancías, conforme a lo establecido en el artículo 1030 del mismo

Código.

Se vuelve a citar el artículo 992 del C.Co. y las formas de exoneración de

responsabilidad por parte del deudor. De lo cual se concluye que esta enunciación

es taxativa y no se puede ni limitar ni ampliar, al punto que no es admisible que se

62
pacten cláusulas exonerativas de responsabilidad, pues es la razón de ser de

dicha norma44. Y concluye la Corporación que el transportador es responsable.

En la sentencia del 26 de enero de 1982, se estudian nuevamente las obligaciones

que tienen su fuente en el contrato de transporte.

Se discute el incumplimiento en el transporte de una mercancía que no fue llevada

a su lugar de destino.

Reitera la Corte que la obligación de llevar las cosas sanas, del artículo 982 del

C.Co., es de resultado. Por el incumplimiento de esta obligación se presumen las

condiciones de la responsabilidad del deudor, quien debe indemnizar los

perjuicios, ya sean parciales o totales causados al acreedor, de acuerdo al artículo

1030 del C.Co.

Es posible exonerarse de responsabilidad por la ocurrencia de una causa extraña,

conforme al artículo 992 del C.Co. Dentro de las circunstancias aquí anotadas, se

menciona el caso fortuito y la fuerza mayor y sus elementos: imprevisible hace

referencia a que se trata de un acontecimiento sorpresivo, súbito, excepcional, de

rara ocurrencia, e irresistible, cuando sea inevitable de superar en sus

44
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 9 de octubre de 1980.
M.P. Dr. Alberto Ospina Botero. En: Gaceta Judicial No. 2407 Años 1980 y 1981, p. 155, T. CLXVI.

63
consecuencias45. Al alegar el hecho de un tercero como causal exonerativa, el

deudor tiene que probar que ese hecho fue imprevisible e irresistible, de acuerdo

al artículo 984 del C.Co.

Termina diciendo, que por sí solo el robo no constituye fuerza mayor como causal

de exoneración, pues debe probarse que se tomaron todas las medidas

necesarias para que no ocurriera un hecho así.

Y agrega algo nuevo a lo que ya se ha mencionado en anteriores

pronunciamientos: la Corte sostiene que el no pago del flete no exonera al

transportador para no cumplir con su obligación. Por ello, no casa la sentencia,

confirmando el fallo de segunda instancia mediante el cual, se declaró

responsable al transportador.

En la sentencia del 20 de octubre de 1988, el Tribunal Supremo menciona

nuevamente las obligaciones de resultado a cargo del transportador, con base en

los artículos 981 y 982 del C.Co., pero dice que la obligación aquí consagrada es

de seguridad o de resultado, incurriendo en una imprecisión, pues las obligaciones

de seguridad son de resultado y no al contrario; siendo las primeras la especie y

no el género, confundiendo la Corporación las dos nociones.

45
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 26 de enero de 1982.
M.P. Dr. José María Esguerra Samper. Op. Cit., p. 21.

64
Así mismo, la Corte con base en los artículos 992, 1024 y 1030 del C.Co., habla

de la responsabilidad del transportador cuando no cumple con su obligación de

transportar o cuando la cumple tardíamente, que es la de indemnizar por los

perjuicios causados a su acreedor.

La forma de exoneración de responsabilidad, con base en las mismas normas, es

la causa extraña, la cual debe tener las circunstancias descritas en el artículo 992

del C.Co., es decir, que ésta no ocurrió por descuido del transportador 46. Para que

se pueda amparar en una de las causales exonerativas, es preciso que el deudor

haya actuado de una manera diligente y como no lo hizo, entonces confirma la

sentencia en la que se declara responsable al transportador.

8.3. CONTRATO DE TRANSPORTE FLUVIAL Y MARÍTIMO

8.3.1. Contrato de transporte fluvial. En la sentencia del 10 de junio de 1958,

se estudian las obligaciones de este contrato.

De acuerdo a los hechos citados en la demanda, una persona celebra un contrato

de transporte en barco para realizar el trayecto La Dorada – Barranquilla por río.

En la ejecución del contrato, el barco en el que se transporta la demandante,

chocó con otro, y como consecuencia, se rompió un cable de acero de la nave, el

cual cayó sobre ella, causándole graves lesiones de carácter permanente.

46
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 20 de octubre de 1988.
M.P. Dr. Eduardo García Sarmiento. En: Gaceta Judicial No. 2431 jul. – dic. 1988, p. 212, T. CXCII.

65
Citando la Corte al doctrinante Giorgi47, acoge su teoría sobre la mayor

responsabilidad derivada del transporte por agua, ya que el capitán de la nave es

quien tiene la libertad de elegir a su tripulación, tomando en cuenta ciertos

parámetros. Como consecuencia, se derivan dos tipos de responsabilidad: una

ante los pasajeros y cargadores por los daños que les pueda causar y otro, ante el

dueño de la nave por el perjuicio que le llegare a ocasionar.

En cuanto a la carga de la prueba del caso fortuito, el transportador es quien debe

demostrarlo; en caso que no logre probar su no ocurrencia, debe indemnizar a las

víctimas la empresa transportadora en virtud de la culpa in eligendo.

El Máximo Tribunal declara responsable a la sociedad transportadora, con base en

el análisis hecho.

8.3.2. Contrato de transporte marítimo. En la sentencia de 12 de junio de 1990,

se examina el contrato de transporte marítimo de mercancías.

Se celebró un contrato de transporte por barco, la mercancía nunca llegó a su

lugar de destino y el transportador alegó caso fortuito por incendio de la nave.

47
GIORGI. Tratado de las obligaciones citado por CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de
Casación Civil. Sentencia del 10 de junio de 1958. M.P. Dr. Ignacio Escallón. En: Gaceta Judicial
No. 2199-2200 jul. – ago. de 1958, p. 553, T. LXXXVIII.

66
Empieza el Alto Tribunal a hacer su análisis tomando en cuenta las disposiciones

que rigen el transporte marítimo: el capítulo III del título 9º del libro quinto del

C.Co., en el cual se da un sistema de responsabilidad del transportador por el

atraso, por daño en las mercancías y por la pérdida total de las mismas48.

Según la Corte, el Código de Comercio acogió la misma forma de exoneración de

responsabilidad del transportador consagrado en el Convenio Internacional de

Bruselas.

Citando la Corporación el artículo 999 del C.Co., al contrato de transporte marítimo

se le aplican las reglas de los artículos 981 y 982 del mismo, es decir, que tiene

una obligación de resultado frente a la carga que debe llevar de un lado a otro,

que de no cumplirse, debe resarcir los perjuicios causados al acreedor.

La exoneración de responsabilidad en este tipo de contratos es diferente, pues, el

deudor, aparte de demostrar la ocurrencia de una de las causales, debe probar el

nexo de causalidad entre ésta y su incumplimiento, para demostrar lo contrario,

debe el acreedor probar que la ocurrencia de la causa extraña le es imputable al

deudor, por su culpa, de acuerdo al artículo 1609 numeral 2º del C.Co. 49. Como el

incendio, alegado como causal alegada fue demostrado por el transportador y el

48
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 12 de junio de 1990.
M.P. Dr. Carlos Esteban Jaramillo Schloss. En: Gaceta Judicial No. 2439 ene. – jun. 1990, p. 268,
T. CC.
49
Ibid., p. 270.

67
nexo entre su ocurrencia y su incumplimiento, la Corte decide exonerarlo de

responsabilidad.

8.4. CONTRATO DE TRANSPORTE AÉREO

Con la sentencia del 27 de septiembre de 1955 se recoge la jurisprudencia

anterior en materia de transporte aéreo y su importancia radica en que se profirió

bajo el imperio del derogado Código de Comercio Terrestre, en el cual, la

obligación del transportador aéreo era de medios.

De acuerdo a los hechos de esta sentencia, varias personas celebraron un

contrato de transporte con una aerolínea, pero en medio de la ejecución de las

obligaciones derivadas del contrato, el avión se estrelló contra un cerro pereciendo

todos los ocupantes de la nave.

Examina la Corte si el contrato de transporte es de carácter público o privado y

dice que sin importar si es una empresa pública o privada, esta actividad tiene un

carácter público50.

Se analiza la obligación de seguridad de llevar a las personas sanas y salvas a su

destino por parte del transportador y se dice que ésta deriva no del deber legal de

no causar daño, si no tiene un carácter contractual51.

50
Ibid., p. 168.

68
Recogiendo los pronunciamientos anteriores del Alto Tribunal ***, sostiene la

Corporación que la obligación derivada del transporte aéreo es general de

diligencia y prudencia, de modo que se exonera de responsabilidad probando la

ausencia de culpa, que se traduce en la prueba de haber tomado todas las

medidas necesarias para conducir a los pasajeros de una manera segura.

En cuanto a la carga de la prueba, rompiendo con el planteamiento original de la

teoría de las obligaciones de medios y de resultado, el Máximo Tribunal considera

que en este caso, el transportador es quien debe demostrar su inculpabilidad, no

correspondiéndole al acreedor hacerlo, pues el deudor debe rebatir el informe que

el Estado, que a través de sus funcionarios elabora, por tratarse de un servicio

público.

Con base en las pruebas, la Corporación, confirmando la primera instancia,

declara responsable al transportador por no haber observado la diligencia y

cuidado necesarios en la ejecución de su obligación.

51
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 27 septiembre de 1955.
M.P. Dr. José J. Gómez R. En: Gaceta Judicial No. 2157 - 2158 ago. – sep. 1955, p. 166, T. LXXXI.
***
Para mayor información, pueden consultarse las siguientes providencias: 23 de abril de 1941 de
la Sala de Negocios Generales p. 461, t. LI; casaciones del 15 de mayo de 1946 p. 430 t. LX; 29 de
noviembre de 1946 p. 661 t. LXI, 27 de agosto de 1947 p. 678 t. LXII y 23 de abril de 1954 p. 411 t.
LXXVII.

69
En la sentencia del 11 de junio de 1974, ya bajo la vigencia del Código de

Comercio actual, se examinan los hechos ocurridos antes de la vigencia de esta

norma.

Se celebró un contrato de transporte aéreo entre los municipios de Bucaramanga

y Málaga. El piloto del avión, a pesar de la espesa nubosidad, intentó aterrizar en

el aeropuerto de destino, lo cual trajo como consecuencia que la nave se estrellara

y todos sus ocupantes murieran excepto uno, que quedó muy mal herido.

La Corte describe la concepción del Código de Comercio frente a la las

obligaciones del transportador aéreo, determinando que éste es responsable por

el daño ocasionado durante la ejecución de la obligación con la sola prueba de

que se causó a bordo de la nave o durante cualquiera de las operaciones de

embarque o desembarque52.

Dentro de las formas de exoneración citadas por el artículo 1880 del C.Co. se

tiene que el piloto tomó todas las medidas tendientes a evitar el daño y que la

ocurrencia de los daños sucedieron por una causa extraña. Pero dentro de esta

52
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sala de Casación Civil. Sentencia del 11 de junio de 1974.
M.P. Dr. Germán Giraldo Zuluaga. En: Gaceta Judicial No. 2378 - 2389 ene. – dic. 1974 (primera
parte), p. 135, T. CXLVIII.

70
forma de exoneración no se puede incluir el riesgo del aire, porque es el peligro

propio que afronta por la actividad que se desarrolla en virtud de esa empresa53.

El Supremo Tribunal señala que con la entrada en vigencia del Código de

Comercio, se establece una presunción de las condiciones de responsabilidad del

deudor en contra de la persona que transporta por aire.

Como base de su argumento, la Corporación señala que teniendo en cuenta todos

los adelantos científicos, pues los hechos ocurrieron antes de la entrada en

vigencia del Código de Comercio, mal podría seguirse considerando que la

obligación del aviador es de medios y no de resultado y que para exonerarse el

transportador, solamente tuviera que demostrar al diligencia y cuidado, además,

se apoya en diferentes sectores de la doctrina y la jurisprudencia, que de tiempo

atrás han venido sosteniendo que esta obligación debe cambiar. En ese sentido,

también se tiene en cuenta que los convenios internacionales, en atención a la

actividad desarrollada por los transportadores de aire y por el lucro que obtienen,

deben resarcir los daños causados en virtud de esa explotación económica a la

cual se dedican54.

La Corte sostiene que la consagración en el Código de Comercio de la obligación

de seguridad en el contrato de transporte se debe a la influencia del Protocolo de

53
RAZZÓNICO, Luis María. Estudio de las obligaciones. 9ª edición. p. 1554 citado por Ibid., p. 143.
54
Ibid., p. 138.

71
Guatemala de 1971 que modificó el convenio de Varsovia de 1929, ya reformado

por el Protocolo de La Haya de 1956. Como esa obligación de seguridad no se

cumplió, entonces la Corte casa la sentencia, declarando la responsabilidad del

demandado.

En cuanto a los informes elaborados por los funcionarios estatales, en ejercicio de

una función pública, el Alto Tribunal estima que no tienen el carácter de dictamen

pericial y que tienen un valor demostrativo para probar si se obró o no con

prudencia y diligencia55.

55
Ibid., p. 141.

72
CONCLUSIONES

La Corte Suprema de Justicia, como sustentación de sus decisiones, ha utilizado

la teoría de las obligaciones de medios y de resultado con el fin de establecer el

objeto preciso del acto jurídico y por ende, la responsabilidad del deudor en el

momento de determinar si la prestación se ejecutó, no se ejecutó o si se cumplió

tardíamente de acuerdo al compromiso adquirido. Pues en la mayoría de los

casos, no es posible, a primera vista, determinar cuál es el compromiso adquirido

por el deudor frente a su acreedor, y por ello se requiere crear una serie de

criterios de distinción entre estas dos clases de obligaciones.

Las obligaciones de medios y de resultado son admitidas por la jurisprudencia de

nuestro Tribunal Supremo, a pesar de que su inserción se haya hecho al aplicar

dos artículos del Código Civil francés, justificando la Corporación la no existencia

de una norma dentro de la legislación colombiana que pudiera regular el daño de

la cosa arrendada en caso de incendio, pasando por alto las reglas de la

hermenéutica jurídica. En lo sucesivo, con base en las normas jurídicas y los

hechos presentados en las diferentes demandas de casación, la teoría se fue

ajustando más a la realidad, llenando los vacíos de la legislación colombiana,

actualizándola o precisándola, como en el caso del contrato de transporte. Hoy por

hoy, la teoría sigue siendo aplicada por la Corporación, tal y como se puede

observar en la sentencia del 26 de junio de 2003.

73
A pesar de la aplicación de la teoría de las obligaciones de medios y de resultado

por la Corporación, la forma de exoneración de la prestación de resultado, que es

la causa extraña (fuerza mayor, caso fortuito, hecho exclusivo del acreedor o de

un tercero), no es absoluta dentro de los pronunciamientos citados dentro del

presente estudio, porque ha admitido el Ato Tribunal, que es posible demostrar la

prudencia y diligencia debidas para que el deudor no sea declarado responsable

por la no ejecución de su obligación, desdibujando los lineamientos originales de

esta clasificación de las obligaciones.

Con base en la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia se lograron

establecer los siguientes criterios de distinción entre las obligaciones de medios y

de resultado:

 La voluntad de las partes, que, de acuerdo a la Corporación, debe primar

sobre los otros criterios, en virtud de la autonomía de la voluntad de las partes.

 La naturaleza de la prestación contraída por el deudor frente al acreedor. Se

examina el acto jurídico contraído por las partes y las obligaciones que de éste se

desprenden, en muchas ocasiones es posible establecer de su sola lectura, qué

tipo de obligaciones contrajo el deudor respecto al acreedor.

 La obligación de dar es de resultado, nacida de los contratos de suministro,

compraventa o permuta. Es una prestación absoluta porque o se cumple o no se

74
cumple, pero no se puede ejecutar a medias, porque es imposible debido a la

naturaleza misma de la prestación. En un contrasentido, la Corte considera que la

obligación de restitución de la cosa arrendada es de medios, no aplicando las

reglas de la lógica, posición que ya ha sido criticado por desconocer las reglas de

la hermenéutica jurídica y las funciones propias de cualquier juez de la República.

Igualmente, analizó el Máximo Tribunal la obligación de protección de la cosa en

caso de incendio, que a su juicio, es de resultado.

El Tribunal Supremo, en otras oportunidades, con base en diferentes tipos de

contratos, ha ido determinado una casuística, debido a la complejidad para

establecer los criterios distintivos de las obligaciones de medios y de resultado:

 La obligación que el médico contrae de suministrar a su paciente cuidado y

atención es de medios, como regla general. En caso de la cirugía plástica, es

posible que el galeno se haya comprometido a obtener un determinado resultado,

caso en el cual varia la regla general. En el mismo sentido, cuando el deudor de

este acto jurídico ha cambiado la naturaleza de la prestación, la obligación cambia

a una de resultado. La Corporación aclara que en este caso, no es posible sentar

una regla general porque se debe tener en cuenta cada caso en particular, pues

las circunstancias de hecho y de derecho varían, no permitiendo sentar una

directriz.

75
 Las obligaciones derivadas de los contratos de prestación de servicios y

asistencia técnica son de medios. Pero el Tribunal Supremo no se detiene a

enunciar qué tipo de contratos comprende el primer acto jurídico atrás

mencionado.

 La Corte analiza la obligación derivada del contrato de hospitalización,

consistente en el cuidado de los pacientes, y considera que es de medios; pero si

se trata de una institución siquiátrica, la obligación de cuidado y guarda de las

personas que se le ha encomendado tratar, es de resultado, en virtud de la razón

de ser de este tipo de establecimientos.

 En el contrato de anticresis, las obligaciones de pagar los frutos con lo que el

bien inmueble produzca y el cuidado del mismo, son de resultado.

 En el contrato de mandato, la Corporación hace una diferenciación de tres de

sus obligaciones. La prestación que tiene que ver con la gestión diligente y

cuidadosa de la labor que se encomienda al mandatario y la del abogado, es de

medios. Pero cuando la prestación del mandato consiste en que el deudor debe

hacer una destinación de recursos determinados a un fin específico, es de

resultado.

 El Alto Tribunal hace una análisis partiendo de las diferentes manifestaciones

del contrato de transporte (terrestre, fluvial, marítimo y aéreo) y de la obligación de

76
seguridad inherente a éste. Concluye que en todos los casos es de resultado,

pues debe trasladar a la persona o cosa de un lugar a otro en las mismas

condiciones en las que le fue encomendada, sin causarle, el transportador, ningún

perjuicio en la ejecución del contrato.

A pesar de los criterios atrás enunciados, no es posible determinar un criterio

general de distinción entre las obligaciones de medios y de resultado porque las

circunstancias de uno a otro caso varían. Es preciso analizar las circunstancias

particulares de cada acto jurídico para poder determinar si las obligaciones que de

él derivan son de medios o de resultado. Los criterios planteados por la Corte

obedecen a unos hechos determinados que en ocasiones, al tratar de aplicarlos a

otros casos, no coinciden por cambiar los supuestos de hecho. La misma

Corporación ha sostenido, en diferentes pronunciamientos, que debe examinarse

cada caso en particular para poder establecer si ante determinado acto jurídico

surgen obligaciones de medios u obligaciones de resultado, debido a la

complejidad de los contratos y las prestaciones que de ellos surgen.

BIBLIOGRAFÍA

CÓDIGO CIVIL COLOMBIANO.

CÓDIGO CIVIL FRANCES. WWW. LEGIFRANCE.GOUV.FR

CÓDIGO DE COMERCIO COLOMBIANO.

77
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, SALA DE CASACIÓN CIVIL. Sentencia del 31
de mayo de 1938. M.P. Dr. Juan Francisco Mújica. En: Gaceta Judicial: Tomo
XLVI, No. 1936 (junio de 1938); p. 566-574.

________. Sentencia del 5 de marzo de 1940. M.P. Dr. Liborio Escallón. En:
Gaceta Judicial: Tomo XLIX, No. 1.953 y 1954 (ene. – mar. de 1940); p. 115-122.

________. Sentencia del 1º de febrero de 1951. M.P. Dr. Manuel José Vargas. En:
Gaceta Judicial: Tomo LXIX, No. 2096 y 2097 (ene. – feb. de 1951); p. 28-36.

________. Sentencia del 7 de junio de 1951. M.P. Dr. Alberto Holguín Lloreda. En:
Gaceta Judicial: Tomo LXIX, No. 2100-2101 (may. - jun. de 1.951); p. 684-692.

________. Sentencia del 26 de septiembre de 1952. M.P. Dr. Pedro Castillo


Pineda. En: Gaceta Judicial: Tomo LXXIII, No. 2119 y 2120 (sep. – oct. de 1952);
p. 241-249.

________. Sentencia del 27 de noviembre de 1952. M.P. Dr. Manuel José


Vargas. En: Gaceta Judicial: Tomo LXXIII, No. 2121 y 2122 (nov. – dic. de 1952);
p. 721-729.

________. Sentencia del 27 de septiembre de 1955. M.P. Dr. José J. Gómez R.


En: Gaceta Judicial: Tomo LXXXI, No. 2157-2158 (ago.- sep. de 1955); p. 162-
187.

________. Sentencia del 10 de junio de 1958. M.P. Dr. Ignacio Escallón. En:
Gaceta Judicial: Tomo LXXXVIII, No. 2199-2200 (jul. – ago. de 1958); p. 547-555.

________. Sentencia del 11 de junio de 1974. M.P. Dr. Germán Giraldo Zuluaga.
En: Gaceta Judicial: Tomo CXLVIII, No. 2378-2389 (ene. - dic. 1974); p. 126-147.
Primera parte –Salas Civil y Laboral-

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, SALA DE CASACIÓN CIVIL. Sentencia del 3


de noviembre de 1977. M.P. Dr. Ricardo Uribe Holguín. En: Gaceta Judicial:
Tomo CLV, No. 2396 (ene. – dic. de 1977); p. 320-339. Primera parte –Salas Civil
y Laboral-.

Sentencia del 14 de febrero de 1978. M.P. Dr. Aurelio Camacho Rueda. En:
Gaceta Judicial: Tomo CLVIII, No. 2399 (ene. – dic. de 1978); p. 5-17.

________. Sentencia del 10 de abril de 1978. M.P. Dr. Humberto Murcia Ballén.
En: Gaceta Judicial: Tomo CLVIII, No. 2399 (ene.- dic. de 1978); p. 57-66.

78
________. Sentencia del 19 de abril de 1979. M.P. Dr. Alberto Ospina Botero.
En: Gaceta Judicial: Tomo CLIX, No. 2400 (ene. - dic. de 1979); p. 90-98.
Primera parte –Salas Civil y Laboral-.

________. Sentencia del 9 de octubre de 1980. M.P. Dr. Alberto Ospina Botero.
En: Gaceta Judicial: Tomo CLXVI, No. 2407 (años 1980 y 1981); p. 149-157.

________. Sentencia del 26 de enero de 1982. M.P. Dr. José María Esguerra
Samper. En: Gaceta Judicial: Tomo CLXV, No. 2406 (ene. – dic. de 1982); p. 12-
26.

________.Sentencia del 12 de septiembre de 1985. M.P. Dr. Horacio Montoya Gil.


En: Gaceta Judicial: Tomo CLXXX, No. 2419 (ene. – dic. de 1.985); p. 407-426.

________. Sentencia del 26 de noviembre de 1986. M.P. Dr. Héctor Gómez


Uribe. En: Gaceta Judicial: Tomo CLXXXIV, No. 2423 (ene. – dic. de 1986); p.
358-389.

________. Sentencia del 20 de octubre de 1988. M.P. Dr. Eduardo García


Sarmiento. En: Gaceta Judicial: Tomo CXCII, No. 2431 (jul. – dic. de 1988); p.
210-216.

________. Sentencia del 12 de junio de 1990. M.P. Carlos Esteban Jaramillo


Schloss. En: Gaceta Judicial: Tomo CC, No. 2439 (ene. – jun. de 1990); p. 263-
274.

________. Sentencia del 19 de abril de 1993. M.P. Pedro Lafont Pianetta. En:
Gaceta Judicial: Tomo CCXXII, No. 2461 (ene. – jun. de 1993); p. 391-406.

________. Sentencia del 5 de mayo de 1999. M.P. Jorge Antonio Castillo Rugeles.
En: Tomo CCLVIII, No. 2497 (ene. – jun. de 1999); p. 374-399.

HOLGUÍN HOLGUÍN, Carlos. Responsabilidad médica. En: Revista de la


Academia Colombiana de Jurisprudencia: No. 302-303 (dic. - jul. de 1993-1994); p.
131-142.

INSTITUTO COLOMBIANO DE NORMAS TÉCNICAS. Compendio de normas


colombianas para la presentación de tesis y otros trabajos de grado.. Bogotá D.C.:
ICONTEC, 2002, NTC 1486, 1075, 1487, 1160, 1308, 1307, 4490.

LARROUMET, Christian. Teoría General del Contrato. Santa Fé de Bogotá :


Editorial Temis, 1993. Volumen I y II.

MANTILLA ESPINOSA, Fabricio y TERNERA BARRIOS, Francisco. La


interpretación contra legem del artículo 2356 del Código Civil Colombiano. Inédito.

79
MAZEAUD, Henri y León, TUNC, André. Tratado Teórico y Práctico de la
Responsabilidad Civil delictual y contractual. Buenos Aires : Ediciones Jurídicas
Europa- América, 1961. 470 p. Tomo I, Volumen I. Traducción de la 5ª edición por
Luis Alcalá-Zamora y Castillo.

PÉREZ VIVES, Álvaro. Teoría General de las Obligaciones : De las Fuentes de


las Obligaciones. 2ª edición. Bogotá : Editorial Temis, 1954. 515 p. Volumen II,
Parte Primera.

PÉREZ VIVES, Álvaro. Teoría General de las Obligaciones : Clasificación,


efectos, transmisión y extinción de las Obligaciones. 2ª edición. Bogotá : Editorial
Temis, 1.954. 527 p. Volumen III, Parte Segunda.

REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Diccionario de la lengua española. 21ª edición.


Madrid : Editorial Espasa Calpe, 1992. Tomo I y II. WWW.RAE.ES

RÉMY, Philippe. La “responsabilité contractuelle”: histoire d´un faux concept. RTD


civ. Paris 1997 p. 343.

SÁNCHEZ BALLESTEROS, Elsa Margarita. La teoría de la prestación de culpas y


las obligaciones de medios y de resultado. Bogotá : Universidad de Los Andes,
Facultad de Derecho, 1984.

SARMIENTO GARCÍA, Manuel Guillermo. Estudios de Responsabilidad Civil.


Bogotá : Universidad Externado de Colombia, 2002.

SUESCÚN MELO, Jorge. Derecho Privado. Estudios de Derecho Civil y


Comercial Contemporáneo. Santa Fé de Bogotá : Cámara de Comercio de
Bogotá, Universidad de los Andes, 1996. Tomo I No. 76 Serie Biblioteca Cámara
de Comercio de Bogotá.

TAMAYO LOMBANA, Alberto. Manual de Obligaciones : la responsabilidad civil :


fuentes de las obligaciones. Santa Fé de Bogotá : Editorial Temis, 1998. 344 p.
Tomo II. ISBN 958-35-0202-2.

TAMAYO JARAMILLO, Javier. De la Responsabilidad Civil: Teoría General de la


Responsabilidad : Responsabilidad contractual. Santa Fé de Bogotá : Editorial
Temis, 1999. 422 p. Tomo I. ISBN 958-35-0242-1.

URIBE HOLGUÍN, Ricardo. De las Obligaciones y del Contrato en general.


Bogotá : Ediciones Rosaristas, 1980, 345 p.

VALENCIA ZEA, Arturo, ORTIZ MONSALVE, Álvaro. Derecho Civil. De las


Obligaciones. Santa Fé de Bogotá : Editorial Temis, 1998. 499 p. Tomo III.

80
81

También podría gustarte