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EPOCA MEDIEVALE
MOAXAJAS Y JARCHAS
Da: E. García Gómez, La jarchas romances de la série árabe en su marco, Madrid, Alianza Editorial,
1990.
[¡Madre, qué amigo! Bajo la guedejuela rubita, el cuello albo y la boquita coloradita]
[Questa jarcha è inserita in una moaxaja di tema amoroso composta da un preludio e cinque strofi.]
1
[La moaxaja che ingloba questa jarcha è un panegirico dedicato probabilmente al visir granadino Samuel ibn
Nagrella e a suo fratello Ishaq. Consta di sei strofi; la jarcha è posta in bocca allo stesso poeta che, con
termini amorosi, dichiara la sua ammirazione per la persona elogiata.]
38a
[La moaxaja che ingloba questa jarcha è un panegirico dedicato a un amico chiamato Abraham. Consta di un
preludio e cinque strofi. Nella jarcha, una fanciulla, che si presume essere innamorata dello stesso Abraham,
si lamenta per l’assenza dell’amico e per la malattia d’amore.]
2
CANTIGAS GALEGO-PORTOGHESI
Da: Lírica profana galego-portuguesa, ed. a cura di M. Brea, 2 voll., Santiago de Compostela, Xunta de
Galicia, 1996.
[Estaba yo en la ermita de San Simón / y me rodearon las olas, que grandes son: / yo (estaba) esperando a mi
amigo, / yo (estaba) esperando a mi amigo. // Estando en la ermita, ante el altar, / y me rodearon las olas
grandes del mar: / yo (estaba) esperando a mi amigo, / yo (estaba) esperando a mi amigo. // Y me rodearon
las olas, que grandes son, / no hay allí barquero ni remero: / yo (estaba) esperando a mi amigo! / yo (estaba)
esperando a mi amigo! // Y me rodearon las olas del alto mar, / no hay allí barquero ni sé remar: / yo (estaba)
esperando a mi amigo! / yo (estaba) esperando a mi amigo! // No hay allí barquero, ni remero, / moriré
hermosa en el mar mayor: / yo (estaba) esperando a mi amigo! / yo (estaba) esperando a mi amigo! // No hay
allí barquero, ni sé remar, / moriré hermosa en el alto mar: / yo (estaba) esperando a mi amigo! / yo (estaba)
esperando a mi amigo! //]
[Ondas del mar de Vigo, / ¿habéis visto a mi amigo? /Ay, Dios, ¿vendrá pronto? // Ondas del mar alzado / ¿habéis visto
a mi amado? / Ay, Dios, ¿vendrá pronto? // ¿Habéis visto a mi amigo, / aquel por quien yo suspiro? / Ay, Dios, ¿vendrá
pronto? // ¿Habéis visto a mi amado, / por quién siento gran cuidado? / Ay, Dios, ¿vendrá pronto?//].
[Onde del mare di Vigo, / avete visto il mio amico? / Ah, Dio, verrà presto? // Onde del mare agitato / avete visto il mio
amato? / Ah, Dio, verrà presto? // Avete visto il mio amico, / colui per il quale io sospiro?/ Ah, Dio, verrà presto? /
Avete visto il mio amato / per il quale soffro tanto? /Ah, Dio, verrà presto?//]
Levantou-s’a velida,
levantou-s’ alva.
e vai lavar camisas
e-no alto.
Vai-las lavar alva.
Levantou-s’ a luoçana,
levantou-s’ alva,
e vai lavar delgadas
e-no alto.
Vai-las lavar alva.
4
[Se levantó la bella / se levantó la cándida / y va a lavar camisas / al río. / Se va a lavarlas. // Se levantó la
graciosa, / se levantó la cándida / va a lavar las delicadas / al río. / Se va a lavarlas. // Y va a lavar camisas /
se levantó la cándida; / el viento se las quitaba / al río. / Se va a lavarlas. // El viento se las quita / se levantó
la cándida; / se enojó la cándida / al río. / Se va a lavarlas. // El viento se las quitaba, / se levantó la cándida; /
se irritó la cándida / al río. / Se va a lavarlas.//]
[Io non voglio brutta donzella/ che spetezzi alla mia porta.// Io non voglio brutta donzella/ che sia
negra come carbone,/ che spetezzi alla mia porta/ e che si porti come otarda./ Io non voglio brutta
donzella/ che spetezzi alla mia porta.// Io non voglio brutta donzella/ né pelosa come un cane,/ che
spetezzi alla mia porta/ e che si porti come scorpione./ Io non voglio brutta donzella/ che spetezzi
alla mia porta.// Io non voglio brutta donzella/ la qual abbia capelli bianchi/ che spetezzi alla mia
porta/ e che si porti come cammello./ Io non voglio brutta donzella/ che spetezzi alla mia porta.// Io
non voglio brutta donzella,/ né con faccia gialla e vecchia,/ che spetezzi alla mia porta/ e che vi
faccia anche di peggio./ Io non voglio brutta donzella/ che spetezzi alla mia porta.//
Traduzione di G. E. Sansone, Diorama lusitano. Poesie d’amore e di scherno dei trovatori galego-
portoghesi, Milano, Rizzoli («BUR») 1990]
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Don Dinis de Portugal
Senhor fremosa
[Signore bella e di molto gentil /cuore, voi vi volete dolere / di me peccatore, che voi so amare /
meglio che me; ma sono certo / che mi volete peggio che a ogni altra cosa, / ma signore, vi voglio io
un tal bene // Quanto più posso, e il più in segreto / che io posso; e so di Biancofiore / che non le
portò Florio tal amore / come io a voi: ma sono certo / che mi volete peggio che a ogni altra cosa, /
ma signore, vi voglio io un tal bene // Quanto più posso; e il molto innamorato / Tristano so bene
che non amò Isotta / quanto io vi amo, questo lo so bene; / e con tutto ciò so, purtroppo, / che mi
volete peggio che a ogni altra cosa, / ma signore, vi voglio io un tal bene // Quanto più posso, e tutto
questo accade / a me, poveretto che persi il senno. Trad. di Ugo Serani]
6
Alfonso X el Sabio
Santa Maria, Strela do dia
[Santa María, / estrella matutina, / muéstranos el camino / hacia Dios y guíanos. // Pues haces ver a
los errados / que se perdieron por sus pecados / y [les haces] entender que son culpados, / pero por ti
son perdonados / del atrevimiento / que les hizo cometer / una la locura / más allá de lo permitido. /
Santa María, / estrella matutina, / muéstranos el camino / hacia Dios y guíanos. // Mostrarnos debes
el modo / para alcanzar en cualquier situación / la luz verdadera y sin igual / que Tú sola puedes
darnos, / pues Dios a ti / la habría otorgado / y por ti querría / dárnosla y [así] nos la daría. / Santa
María, / estrella matutina, / muéstranos el camino / hacia Dios y guíanos. // Guiarnos bien puede tu
juicio / mejor que nada hacia el Paraíso / donde Dios tiene siempre gozo y risas / para quien creyó
en Él / y me gustaría, / si te agrada a ti, / que mi alma / estuviese en tu compañía. / Santa María, /
estrella matutina, / muéstranos el camino / hacia Dios y guíanos. Trad. di Elvira Fidalgo]
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EPICA
Da: Cantar de Mio Cid, ed. a cura di A. Montaner, Barcelona, Crítica, 1993.
Cuenta la estoria que enbió el Cid por todos sus amigos e sus parientes e sus vasallos, e mostróles en
cómmo le mandava el rey salir de la tierra fasta nueve días. E díxoles: –Amigos, quiero saber de vós cuáles
queredes ir conmigo. E los que conmigo fuerdes, de Dios ayades buen grado, e los que acá fincáredes,
quiero me ir vuestro pagado.– Estonce fabló don Álvar Fáñez, su primo cormano : –Conbusco iremos todos,
Cid, por yermos e por poblados, e nunca vos falleceremos en cuanto seamos bivos e sanos ; conbusco
despenderemos las mulas e los cavallos, e los averes e los paños ; sienpre vos serviremos commo leales
amigos e vasallos.– Estonce otorgaron todos lo que dixo Álvar Fáñez e mucho les agradesció mio Cid
cuanto allí feu razonado.
E desque el Cid tomó el aver, movió con sus amigos de Bivar e mandó que se fuesen camino de Burgos. E
cuando el Cid vio los sus palascios deseredados e sin gente, e las perchas sin açores e los portales sin
estrados…
(vv. 1-54)
De los sos ojos tan fuertemientre llorando,
tornava la cabeça e estávalos catando.
Vio puertas abiertas e uoços sin cañados,
alcándaras vazías, sin pielles e sin mantos,
e sin falcones e sin adtores mudados.
Sospiró mio Cid, ca mucho avié grandes cuidados,
fabló mio Cid bien e tan mesurado:
«¡Grado a ti, Señor, Padre que estás en alto!
¡Esto me han buelto mios enemigos malos!»
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que si no la quebrantás por fuerça que no ge la abriese nadi.
(vv. 2278-2310)
En Valencia seí mio Cid con todos los sos,
con él amos sus yernos, los ifantes de Carrión.
Yaziés’ en un escaño, durmié el Campeador;
mala sobrevienta sabed que les cuntió:
saliós de la red e desatós’ el león.
En grant miedo se vieron por medio de la cort;
enbraçan los mantos los del Campeador
e cercan el escaño e fincan sobre so señor;
Ferrán Gonçáles [....]
non vio allí dó s’alçasse, nin cámara abierta nin torre,
metiós’ so l’escaño, tanto ovo el pavor;
Diego Gonçález por la puerta salió
diziendo de la boca: «¡Non veré Carrión!»
Tras una viga lagar metiós’ con grant pavor,
el manto e el brial todo suzio lo sacó.
En esto despertó el que en buen ora nació,
vio cercado el escaño de sus buenos varones:
«¿Qué’s esto, mesnadas, o qué queredes vós?»
«¡Ya señor ondrado, rebata nos dio el león!»
Mio Cid fincó el cobdo, en pie se levantó,
el manto trae al cuello e adeliñó pora’l león;
el león, cunado lo vio, assí envergonçó,
ante mio Cid la cabeça premió e el rostro fincó.
Mio Cid don Rodrigo al cuello lo tomó
e liévalo adestrando, en la red le metió.
A maravilla lo han cuantos que ý son
e tornáronse al palacio, pora la cort.
Mio Cid por sos yernos demandó e no los falló;
maguer los están llamando, ninguno non responde.
Cuando los fallaron, ellos vinieron assí sin color;
non viestes tal juego commo iva por la cort,
mandólo vedar mio Cid el Campeador.
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Mucho∙s’ tovieron por enbaídos los ifantes de Carrión,
fiera cosa les pesa d’esto que les cuntió.
(vv. 2697-2748)
Entrados son los ifantes al robredo de Corpes,
los montes son altos, las ramas pujan con las núes,
e las bestias fieras que andan aderredor.
Fallaron un vergel con una linpia fuent,
mandan fincar la tienda ifantes de Carrión,
con cuantos que ellos traen ý yazen essa noch,
con sus mugieres en braços demuéstranles amor,
¡mal ge lo cunplieron cuando salié el sol!
Mandaron cargar las azémilas con grandes averes a nombre,
cogida han la tienda do albergaron de noch,
adelant eran idos los de criazón,
assí lo mandaron los ifantes de Carrión,
que non ý fincás ninguno, mugier nin varón,
sinon amas sus mugieres, doña Elvira e doña Sol,
deportarse quieren con ellas a todo su sabor.
Todos eran idos, ellos cuatro solos son,
tanto mal comidieron los ifantes de Carrión:
–Bien lo creades, don Elvira e doña Sol,
aquí seredes escarnidas, en estos fieros montes,
oy nos partiremos e dexadas seredes de nós,
non abredes part en tierras de Carrión.
Irán aquestos mandados al Cid Campeador,
nós vengaremos por aquésta la del león.–
Allí les tuellen los mantos e los pelliçones,
páranlas en cuerpos e en camisas e en ciclatones.
Espuelas tienen calçadas los malos traidores,
en mano prenden las cinchas fuertes e duradores.
Cuando esto vieron las dueñas, fablava doña Sol:
–¡Don Diego e don Ferrando, rogámosvos por Dios!
Dos espadas tenedes fuertes e tajadores,
al una dizen Colada e al otra Tizón,
cortandos las cabeças, mártires seremos nós;
moros e cristianos departirán d’esta razón,
que por lo que nós merecemos no lo prendemos nós.
Atán malos ensiemplos non fagades sobre nós;
si nós fuéremos majadas, abiltaredes a vós,
retraérvoslo han en vistas o en cortes.–
Lo que ruegan las dueñas non les ha ningún pro,
essora les conpieçan a dar los ifantes de Carrión,
con la cinchas corredizas májanlas tan sin sabor;
con las espuelas agudas, don ellas an mal sabor,
ronpién las camisas e las carnes a ellas amas a dós.
Linpia salié la sangre sobre los ciclatones,
ya lo sienten ellas en los sos coraçones.
¡Cuál ventura serié ésta, sí ploguiesse al Criador,
que assomasse essora el Cid Campeador!
Tanto las majaron que sin cosimente son,
sangrientas an las camisas e todos los ciclatones.
Cansados son de ferir ellos amos a dos,
ensayándos’ amos cuál dará mejor colpes.
Ya non pueden fablar don Elvira e doña Sol,
por muertas las dexaron en el robredo de Corpes.
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Leváronles los mantos e las pieles armiñas,
mas déxanlas marridas en briales e en camisas
e a las aves del monte e a las bestias de la fiera guisa.
Por muertas las dexaron, sabed, que non por bivas.
¡Cuál ventura serié si assomás essora el Cid Campeador!
(vv. 3724-3735b)
El romanz es leído,
datnos el vino;
si non tenedes dinero,
echad allá unos peños,
que bien nos lo darán sobr’ellos.
Versione modernizzata da: Poema del Cid, ed. a c. di F. López Estrada, Madrid, Castalia («Odres
nuevos»), 19819.
(vv. 1-54)
Con lágrimas en los ojos, muy fuertemente llorando,
la cabeza atrás volvía y quedábase mirándolos.
Y vio las puertas abiertas, y cerrojos quebrantados,
y vacías las alcándaras sin las pieles, sin los mantos,
sin sus pájaros halcones, sin los azores mudados.
Suspiró entonces el Cid, que eran grandes sus cuidados.
Habló allí como solía, tan bien y tan mesurado:
«Gracias a ti, Señor Padre, Tú que estás en lo más alto,
los que así mi vida han vuelto, mis enemigos son, malos.»
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Nuestro Cid Rodrigo Díaz en Burgos con su gente entró.
Es la compaña que lleva, de sesenta, con pendón.
Por ver al Cid y a los suyos, todo el mundo se asomó.
Toda la gente de Burgos a las ventanas salió,
con lágrimas en los ojos, tan fuerte era su dolor.
Todos diciendo lo mismo, en su boca una razón:
«¡Dios, qué buen vasallo el Cid! ¡Así hubiese buen señor!»
(vv. 2278-2310)
En Valencia con los suyos vivía el Campeador;
con él estaban sus yernos, Infantes de Carrión.
Un día que el Cid dormía en su escaño, sin temor,
un mal sobresalto entonces, sabed, les aconteció:
escapóse de una jaula, saliendo fuera, un león.
Los que estaban en la Corte sintieron un gran temor;
recogiéronse sus mantos los del buen Campeador,
y rodean el escaño en guarda de su señor.
Allí Fernando González, (Infante de Carrión),
ni en las salas ni en la torre ningún refugio encontró;
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metióse bajo el escaño, tan grande fue su pavor.
Diego González, el otro, por la puerta se salió
diciendo con grandes gritos: «¡Ay, que no veré Carrión!»
Tras la viga de un lagar metióse con gran temor;
todo el manto y el brial sucios de allí los sacó.
En esto que se despierta el que en buen hora nació;
de sus mejores guerreros cercado el escaño vio:
«¿Qué pasa aquí, mis mesnadas? ¿Qué queréis? ¿Qué aconteció?»
«Es que, mi señor honrado, un susto nos dio el león.»
Apoyándose en el codo, en pie el Cid se levantó:
el manto se pone al cuello y encaminóse al león.
La fiera, cuando vio al Cid, al punto se avergonzó;
allí bajó la cabeza, y ante él su faz humilló.
Nuestro Cid Rodrigo Díaz por el cuello lo tomó,
y lo lleva de la mano, y en la jaula lo metió.
A maravilla lo tiene todo el que lo contempló.
Volviéronse hacia la sala donde tienen la reunión.
Por sus dos yernos Rodrigo preguntó, y no los halló;
aunque a gritos los llaman, ni uno ni otro respondió,
y cuando los encontraron, los hallaron sin color.
No vieseis allí qué burlas hubo en aquella ocasión;
mandó que tal no se hiciese nuestro Cid Campeador.
Sintéronse avergonzados los Infantes de Carrión;
fiera deshonra les pesa de lo que les ocurrió.
(vv. 2697-2748)
En el robledo de Corpes entraron los de Carrión,
los robles tocan las nubes, ¡tan altas las ramas son!
Las bestias fieras andan alrededor.
Hallaron una fuente en un vergel en flor;
mandaron plantar la tienda los infantes de Carrión,
allí pasaron la noche con cuantos con ellos son;
con sus mujeres en brazos demuéstranles amor;
¡mal amor les mostraron en cuanto salió el sol!
Todos los demás se han ido, los cuatro solos ¡por Dios!
¡Cuánto mal que imaginaron los infantes de Carrión!
«Tenedlo así por muy cierto, doña Elvira y doña Sol.
Aquí os escarneceremos, en este fiero rincón,
y nosotros nos iremos; dejadas seréis las dos.
Ninguna parte tendréis de las tierras de Carrión.
Estas noticias irán a ese Cid Campeador.
Ahora nos vengaremos por la afrenta del león.»
Allí las pieles y mantos quitáronles a las dos;
sólo camisas de seda sobre el cuerpo les quedó.
Espuelas tienen calzadas los traidores de Carrión;
en sus manos cogen cinchas muy fuertes y duras son.
Cuando esto vieron las dueñas les hablaba doña Sol:
«¡Ay don Diego y don Fernando! Esto os rogamos, por Dios:
ya que tenéis dos espadas, que tan cortadoras son,
(a la una dicen Colada y a la otra llaman Tizón),
nuestras cabezas cortad; dadnos martirio a las dos.
Los moros y los cristianos junto dirán a una voz
que por lo que merecemos, no lo recibimos, no.
Estos tan infames tratos, no nos los deis a las dos.
Si aquí somos maltratadas, la vileza es para vos.
Bien en juicio o en Cortes responderéis de esta acción.
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Lo que pedían las dueñas de nada allí les sirvió.
Comienzan a golpearlas los Infantes de Carrión;
con las cinchas corredizas las azotan con rigor;
con las espuelas agudas les causan un gran dolor;
les rasgaron las camisas y las carnes a las dos;
allí las telas de seda limpia sangre las manchó;
bien que lo sentían ellas en su mismo corazón.
¡Qué ventura sería ésta si así lo quisiera Dios,
que apareciese allí entonces nuestro Cid Campeador!
¡Tanto allí las azotaron! Sin fuerzas quedan las dos.
Sangre mancha las camisas y los mantos de primos.
Cansados están de herirlas los Infantes de Carrión.
Prueban una y otra vez quién las azota mejor.
Ya no podían ni hablar doña Elvira y doña Sol.
En el robledo de Corpes por muertas quedan las dos.
(vv. 3724-3735b)
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MESTER DE CLERECÍA
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