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Las jarchas

La jarcha acostumbra a recoger un lamento de amor por la ausencia del amado (habib ‫)ﺣﺒﻴﺐ‬, la
voz principal es femenina y se dirige a algún confidente (las hermanas, la madre...).
Véase un vídeo que explica la teoría de las jarchas y lectura de "Vayse meu corachón de mib"
haciendo click en este enlace:
Las Jarchas andalusíes.

Lírica tradicional
Durante la Edad Media y el Siglo de Oro, se divulgó entre el pueblo un amplio conjunto de poemas anónimos: la
llamada lírica tradicional. Solían ser composiciones breves pero intensas que recreaban con viveza los más
variados sentimientos, ambientes y situaciones.
La lírica tradicional se difundía oralmente, a menudo en forma de canciones que la gente cantaba mientras
trabajaba en el campo, iba en romería o participaba en una fiesta popular. El tema predilecto de este tipo de poesía
era el amor: la pena de la mujer malcasada, el miedo de las jóvenes ante su primer encuentro sexual, el tormento
de la muchacha que no encuentra correspondencia en el hombre al que quiere, la pasión de los amantes
clandestinos que pasan juntos la noche pero deben separarse en cuanto asoma el primer rayo de sol... Los poemas
de la lírica tradicional se habrían perdido casi en su totalidad de no ser porque, desde el siglo XV, fueron
compilados en cancioneros e integrados o glosados en sus propios poemas por poetas cultos como Góngora y
Lope de Vega.

[EN ÁVILA, MIS OJOS]

En Ávila, mis ojos 1,


dentro en Ávila.
En Ávila del Río
mataron mi amigo.
Dentro en Ávila.

Estos versos, tan enigmáticos e intensos, deben de ser un fragmento de una canción más extensa,
perdida en la actualidad, que tendría una estructura paralelística. El carácter obsesivo de la pena
ocasionada por la muerte del amado se evidencia en la reiterada mención del lugar de la tragedia:
Avila, cuyo nombre se repite cuatro veces en sólo cinco versos.

[QUE MIRABA LA MAR]

Que miraba la mar


la malcasada,
que miraba la mar
cómo es ancha y larga.
Descuidos ajenos2
y propios gemidos
tienen sus sentidos
de pesares llenos.
Con ojos serenos
la malcasada,
que miraba la mar

1 O sea, “mi amado”, al que la muchacha que habla en el poema quería tanto como a sus propios ojos.
2 Es decir, “la desatención del marido'.
cómo es ancha y larga.
Muy ancho es el mar
que miran sus ojos,
aunque a sus enojos3
bien puede igualar.
Mas por se alegrar4
la malcasada,
que miraba la mar
cómo es ancha y larga.

NOTAS . La figura de la malcasada o malmaridada es recurrente en la lírica tradicional. Refleja


una realidad social en que las mujeres se veían sometidas por completo a los designios del varón y,
en muchos casos, contraían matrimonios forzados que las abocaban a sentimientos de opresión y
desgracia. En este caso, la malmaridada considera que su infortunio es comparable con la
inmensidad del mar, cuya visión le sirve al mismo tiempo de evasión y desahogo.

[AL ALBA VENID, BUEN AMIGO]


Al alba venid, buen amigo 5,
al alba venid.
Amigo, el que yo más quería,
venid al alba del día.
Amigo, el que yo más amaba,
venid a la luz del alba.
Venid a la luz del día,
non trayáis compañía.
Venid a la luz del alba,
non traigáis gran compaña.

Dentro de la lírica tradicional, un subgénero muy cultivado en toda Europa fue la albada, que
expresaba la pena de los amantes cladestinos que, tras haber pasado la noche juntos, deben
separarse al amanecer para que su relación no sea descubierta. El presente poema comparte con la
albada la vinculación del amor con el alba, si bien describe una situación contraria a la habitual,
pues aquí el amanecer es el momento de la cita amorosa, y no el de la separación.

[APRENDED, FLORES, EN MI]


Aprended, flores, en mi,
lo que va de ayer a hoy,
que ayer maravilla fui
y hoy sombra mía aún no soy :

NOTAS : “Y hoy ni siquiera soy mi propia sombra”. Esta cancioncilla, tomada con toda
probabilidad de la poesía tradicional, fue integrada por Luis de Góngora en una letrilla dirigida a su
amigo el marqués de Flores de Avila. Con la palabra flores, pues, Góngora invoca al mismo tiempo
a su amigo y a las flores del campo, que, por lo efímero de su belleza, suelen simbolizar la
transitoriedad de todo lo humano.

[DENTRO EN EL VERGEL]

3 enojos: aquí, 'penas'.


4 Pero, con tal de alegrarse...
5 La palabra amigo es sinónima aquí de 'amante', como casi siempre en la lírica tradicional, donde lo habitual es que
la voz que habla en el poema sea la de una mujer joven y enamorada.
Dentro en el vergel6
moriré;
dentro en el rosal
matarme han.
Yo me iba, mi madre,
las rosas coger7;
hallé mis amores
dentro en el vergel.
Dentro en el rosal
matarme han.
.
NOTAS . El vergel y las rosas son símbolos habituales de la actividad sexual, y los actos de matar y
morir se identifican aquí con la pérdida de la virginidad.

CANTAR DE MIO CID

Véanse los siguientes vídeos explicativos sobre el Cantar de Mío Cid:


El Cid, leyenda e historia 1/2
El Cid, leyenda e historia 2/2

El texto del Cantar de Mío Cid lo puedes leer aquí:


Cantar del Mio Cid en castellano moderno, PDF.

En el siguiente enlace es posible oír y descagar una versión dramatizada del poema en castellano
moderno:
Versión dramatizada - audiolibro.

6 vergel : huerto que abunda en flores y árboles frutales.


7 O sea, “a coger las rosas”
CANTAR DE MIO CID EN CASTELLANO MODERNO (selección)

Tirada 1

.1. El Cid convoca a sus vasallos; éstos se destierran con él.


Adiós del Cid a Vivar.
(Envió a buscar a todos sus parientes y vasallos, y les dijo cómo el rey le mandaba salir
de todas sus tierras y no le daba de plazo más que nueve días y que quería saber quiénes
de ellos querían ir con él y quiénes quedarse.)

A los que conmigo vengan que Dios les dé muy buen pago;
también a los que se quedan contentos quiero dejarlos.
Habló entonces Álvar Fáñez, del Cid era primo hermano:
"Con vos nos iremos, Cid, por yermos y por poblados;
no os hemos de faltar mientras que salud tengamos,
y gastaremos con vos nuestras mulas y caballos
y todos nuestros dineros y los vestidos de paño,
siempre querremos serviros como leales vasallos."
Aprobación dieron todos a lo que ha dicho don Álvaro.
Mucho que agradece el Cid aquello que ellos hablaron.
El Cid sale de Vivar, a Burgos va encaminado,
allí deja sus palacios yermos y desheredados.
Los ojos de Mío Cid mucho llanto van llorando;
hacia atrás vuelve la vista y se quedaba mirándolos.
Vio como estaban las puertas abiertas y sin candados,
vacías quedan las perchas ni con pieles ni con mantos,
sin halcones de cazar y sin azores mudados.
Y habló, como siempre habla, tan justo tan mesurado:
"¡Bendito seas, Dios mío, Padre que estás en lo alto!
Contra mí tramaron esto mis enemigos malvados".

.2. Agüeros en el camino de Burgos

Ya aguijan a los caballos, ya les soltaron las riendas.


Cuando salen de Vivar ven la corneja a la diestra,
pero al ir a entrar en Burgos la llevaban a su izquierda.
Movió Mío Cid los hombros y sacudió la cabeza:
"¡Ánimo, Állvar Fáñez, ánimo, de nuestra tierra nos echan,
pero cargados de honra hemos de volver a ella! "

.3. El Cid entra en Burgos


Ya por la ciudad de Burgos el Cid Ruy Díaz entró.
Sesenta pendones lleva detrás el Campeador.
Todos salían a verle, niño, mujer y varón.
A las ventanas de Burgos mucha gente se asomó.
¡Cuántos ojos que lloraban de grande que era el dolor!
Y de los labios de todos sale la misma razón:
"¡Qué buen vasallo sería si tuviese buen señor!"

.4. Nadie hospeda al Cid.


Sólo una niña le dirige la palabra para mandarle alejarse. El Cid se ve obligado a acampar fuera
de la población, en la glera.

De grado le albergarían, pero ninguno lo osaba,


que a Ruy Díaz de Vivar le tiene el rey mucha saña.
La noche pasada a Burgos llevaron una real carta
con severas prevenciones y fuertemente sellada
mandando que a Mío Cid nadie le diese posada,
que si alguno se la da sepa lo que le esperaba:
sus haberes perdería, más los ojos de la cara,
y además se perdería salvación de cuerpo y alma.
Gran dolor tienen en Burgos todas las gentes cristianas
de Mío Cid se escondían: no pueden decirle nada.
Se dirige Mío Cid adonde siempre paraba;
cuando a la puerta llegó se la encuentra bien cerrada.
Por miedo del rey Alfonso acordaron los de casa
que como el Cid no la rompa no se la abrirán por nada.
La gente de Mío Cid a grandes voces llamaba,
los de dentro no querían contestar una palabra.
Mío Cid picó el caballo, a la puerta se acercaba,
el pie sacó del estribo, y con él gran golpe daba,
pero no se abrió la puerta, que estaba muy bien cerrada.
La niña de nueve años muy cerca del Cid se para:
"Campeador que en bendita hora ceñiste la espada,
el rey lo ha vedado, anoche a Burgos llegó su carta,
con severas prevenciones y fuertemente sellada.
mandando que a Mío Cid nadie le diese posada,
que si alguno se la da sepa lo que le esperaba:
sus haberes perdería, más los ojos de la cara,
y además se perdería salvación de cuerpo y alma.
Gran dolor tienen en Burgos todas las gentes cristianas
de Mío Cid se escondían: no pueden decirle nada.
Se dirige Mío Cid adonde siempre paraba;
cuando a la puerta llegó se la encuentra bien cerrada.
Por miedo del rey Alfonso acordaron los de casa
que como el Cid no la rompa no se la abrirán por nada.
La gente de Mío Cid a grandes voces llamaba,
los de dentro no querían contestar una palabra.
Mío Cid picó el caballo, a la puerta se acercaba,
el pie sacó del estribo, y con él gran golpe daba,
pero no se abrió la puerta, que estaba muy bien cerrada.
La niña de nueve años muy cerca del Cid se para:
"Campeador que en bendita hora ceñiste la espada,
el rey lo ha vedado, anoche a Burgos llegó su carta,
con severas prevenciones y fuertemente sellada.
No nos atrevemos, Cid, a darte asilo por nada,
porque si no perderíamos los haberes y las casas,
perderíamos también los ojos de nuestras caras.
Cid, en el mal de nosotros vos no vais ganando nada.
Seguid y que os proteja Dios con sus virtudes santas."
Esto le dijo la niña y se volvió hacia su casa.
En las filas de los moros empieza el avance ya,
con Mío Cid y los suyos se querían encontrar.
Dijo el Cid: "Estáos todos quedos en este lugar;
que nadie salga de filas sin que me lo oiga mandar".
Aquel buen Pedro Bermúdez no puede aguantarse más,
bandera en mano comienza su caballo a espolear.
"¡Que el Creador nos asista, Cid Campeador leal!
En medio de aquella tropa voy la bandera a llevar,
los que deben defenderla ya me la defenderán".
Dijo entonces Mío Cid: "¡No lo hagáis, por caridad!"
Repuso Pedro Bermúdez: "Tal como digo se hará".
Su caballo espoleó y entra donde había más.
Los moros ya la bandera le quieren arrebatar,
hiérenle, más la loriga no se la pueden quebrar.
Dijo entonces Mío Cid- "¡Valedle, por caridad!"

.35. Los del Cid acometen para socorrer a Pedro Bermúdez

Embrazaron los escudos delante del corazón,


las lanzas ponen en ristre envueltas con su pendón,
todos inclinan las caras por encima del arzón
y arrancan contra los moros con muy bravo corazón.
A grandes voces decía el que en buen hora nació:
"¡Heridlos, mis caballeros, por amor del Creador,
aquí está el Cid, don Rodrigo Díaz el Campeador!"
Todos caen sobre el grupo donde Bermúdez entró.
Éranse trescientas lanzas, cada cual con su pendón.
Cada guerrero del Cid a un enemigo mató,
al revolver para atrás otros tantos muertos son.

.36. Destrozan las haces enemigas

Allí vierais tantas lanzas, todas subir y bajar,


allí vierais tanta adarga romper y agujerear,
las mallas de las lorigas allí vierais quebrantar
y tantos pendones blancos que rojos de sangre están
y tantos buenos caballos que sin sus jinetes van.
A Santiago y a Mahoma todo se vuelve invocar.
Por aquel campo caídos, en un poco de lugar
de moros muertos había unos mil trescientos ya.

.37. Mención de los principales caballeros cristianos

¡Qué bien que estaba luchando sobre su dorado arzón


don Rodrigo de Vivar, ese buen Campeador!
Están con él Álvar Fáñez, el que Zurita mandó
el buen Martín Antolínez, ese burgalés de pro,
Muño Gustioz que en la misma casa del Cid se crió,
Martín Muñoz el que estuvo mandando Montemayor,
ÁIvar Salvadórez y el buen Álvar Alvaroz,
ese Galindo Garcíaz, buen guerrero de Aragón,
y el sobrino de Rodrigo por nombre Félez Muñoz.
Con ellos la tropa entera del Cid en la lucha entró
a socorrer la bandera y a su Cid Campeador.

EL ROMANCERO

Jura de Santa Gadea y destierro del Cid


En Santa Gadea de Burgos,
do juran los hijosdalgo,
allí toma juramento
el Cid al rey castellano,
sobre un cerrojo de hierro
y una ballesta de palo.
Las juras eran tan fuertes
que al buen rey ponen espanto:
-“Villanos te maten, rey,
villanos, que no hidalgos;
de las Asturias de Oviedo,
que no sean castellanos.
Mátente con aguijadas,
no con lanzas ni con dardos;
con cuchillos cachicuernos,
no con puñales dorados;
abarcas traigan calzadas,
que no zapatos con lazos;
capas traigan aguaderas,
no de contray ni frisado;
con camisones de estopa,
no de holanda ni labrados;
vayan cabalgando en burras,
no en mulas ni caballos;
frenos traigan de cordel,
no de cueros fogueados;
mátente por las aradas,
no por villas ni poblados,
y sáquente el corazón
por el siniestro costado,
si no dices la verdad
de lo que te es preguntado:
Si tú fuiste o consentiste
en la muerte de tu hermano.”
Jurado tiene el buen rey
que en tal caso no es hallado;
pero con voz alterada
dijo muy mal enojado:
-“Cid, hoy me tomas la jura
después besarme has lamano.”
Respondiérale Rodrigo
como hombre muy enojado:
-“Por besar mano de rey
no me tengo por honrado;
porque la besó mi padre
me tengo por afrentado.”
-“Vete de mis tierras, Cid,
mal caballero probado,
y no me estés más en ellas
desde este día en un año.”
-“Que me place -dijo el Cid-,
que me place de buen grado,
por ser la primera cosa
que mandas en tu reinado:
tú me destierras por uno,
yo me destierro por cuatro.”
Ya se despide el buen Cid
sin al rey besar la mano,
con trescientos caballeros,
esforzados hijosdalgo.
Todos son hombres mancebos,
ninguno hay viejo ni cano;
todos llevan lanza en puño
con el hierro acicalado
y llevan sendas adargas
con borlas de colorado.
Por una ribera arriba
al Cid van acompañando;
acompañándolo iban
mientras él iba cazando.

Abenámar y el rey don Juan

-¡Abenámar, Abenámar,
moro de la morería,
el día que tú naciste
grandes señales había!
Estaba la mar en calma,
la luna estaba crecida;
moro que en tal signo nace
no debe decir mentira.
-No te la diré, señor,
aunque me cueste la vida.
-Yo te agradezco, Abenámar,
aquesta tu cortesía.
¿Qué castillos son aquellos?
¡Altos son y relucían!
-El Alhambra era, señor,
y la otra la Mezquita;
los otros los Alixares,
labrados a maravilla.
El moro que los labraba
cien doblas ganaba al día,
y el día que no los labra
otras tantas se perdía;
desque los tuvo labrados
el rey le quitó la vida
porque no labre otros tales
al rey del Andalucía.
El otro es Torres Bermejas,
castillo de gran valía;
el otro Generalife,
huerta que par no tenía.
Allí hablara el rey don Juan,
bien oiréis lo que decía:
-Si tú quisieras, Granada,
contigo me casaría;
daréte en arras y dote
a Córdoba y a Sevilla.
-Casada soy, rey don Juan,
casada soy, que no viuda,
el moro que a mí me tiene
muy grande bien me quería.
Hablara allí el rey don Juan,
estas palabras decía:
-Échenme acá mis lombardas
doña Sancha y doña Elvira;
tiraremos a lo alto,
lo bajo ello se daría.
El combate era tan fuerte
que grande temor ponía.

Romance del prisionero


Que por mayo era, por mayo,
cuando hace el calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor,
sino yo, triste, cuitado,
que vivo en esta prisión,
que ni sé cuándo es de día,
ni cuándo las noches son,
sino por una avecilla
que me cantaba al albor.
Matómela un ballestero;
dele Dios mal galardón.

Romance del Infante Arnaldos


¡Quién hubiera tal ventura
sobre las aguas del mar,
como hubo el infante Arnaldos
la mañana de San Juan!
Andando a buscar la caza
para su falcón cebar,
vio venir una galera
que a tierra quiere llegar;
las velas trae de seda,
la ejarcia de oro torzal,
áncoras tiene de plata,
tablas de fino coral.
Marinero que la guía
diciendo viene un cantar
que la mar ponía en calma,
los vientos hace amainar;
los peces que andan al hondo,
arriba los hace andar,
las aves que van volando,
al mástil vienen posar.
Allí habló el infante Arnaldos,
bien oiréis lo que dirá:
“- Por tu vida, el marinero
dígasme ora ese cantar.”
Respondiole el marinero,
tal respuesta le fue a dar:
“-Yo no digo mi canción
sino a quien conmigo va”.

En el siguiente vídeo escuchamos recitar un romance con un acompañamiento musical sencillo, l


estilo de la época, para que nos hagamos una idea de cómo realmente los romances eran
interpretados y conocidos por su público.
Escuchar el romance “La mañana de San Juan”

EL MESTER DE CLERECÍA: BERCEO Y JUAN RUIZ

Como introducción, véase el siguiente vídeo:

EL MESTER DE CLERECÍA: BERCEO Y JUAN RUIZ

TEXTOS DE BERCEO

Milagro II - El sacristán impúdico

Amigos, si quisierais un poco esperar,


Aún otro milagro os querría contar
Que por Santa María se dignó Dios mostrar,
De cuya leche quiso con su boca mamar.

Hubo un monje bendito en una mongía (1),


El lugar no lo leo, decir no lo sabría.
Quería de corazón bien a Santa María,
Ante su imagen se inclinaba cada día.

Ante su imagen se inclinaba cada día:


Se arrodillaba, decía Ave María.
El abad (2) del monasterio le dio la sacristanía (3),
Pues por libre de locura, por cuerdo, lo tenía.

El enemigo malo, de Belcebú vicario (4),


Siempre ha sido y es de los buenos contrario.
Tanto maquinó el sutil adversario
Que corrompió al monje, lo hizo fornicario (5).
Tomó un mal hábito el loco pecador:
De noche, cuando se había acostado el prior (6),
Cruzando la iglesia dejaba su habitación.
Corría el deshonesto a la mala labor.

Tanto a la salida como a la entrada,


Por delante del altar pasaba.
La genuflexión (7) y el Ave acostumbradas
Nunca se le olvidaba.

Corría un caudaloso río cerca de la mongía (1).


Lo tenía que pasar el monje cada día.
Cuando de cumplir su locura venía,
Se cayó y se ahogó fuera de la freiría (8).

Cuando llegó la hora de maitines cantar,


No había sacristán que pudiese llamar.
Levantáronse todos de su lugar,
Fueron a la iglesia para al fraile despertar.

Abrieron la iglesia como mejor supieron,


Buscaron al sacristán, encontrarlo no pudieron.
Para arriba y para abajo tanto anduvieron
que donde yacía ahogado, allí lo vieron.

Lo que había ocurrido no lo podían imaginar.


Si murió o lo mataron no lo sabrían determinar.
Era muy grande la angustia y mayor el pesar,
pues por esto mala fama ganó el lugar.

Mientras yacía muerto el cuerpo en el río,


Digamos del alma en qué pleito se vío:
Vinieron de diablos por ella gran gentío
Para llevarla al infierno, de deleites bien vacío.

Mientras que los diablos la traían como a pella (9),


La vieron los ángeles, descendieron hasta ella.
Hicieron los diablos muy gran querella:
Que suya era, que se alejasen de ella.

No tenían los ángeles razón para disputarla,


pues tuvo un mal fin, como fue sin falla.
Quitársela no pudieron. Valía una agalla (10).
Tuvieron que dejar, tristes, la batalla.

La socorrió la Gloriosa, reina universal,


pues tenían los diablos en mente toda clase de mal.
Les mandó esperar. No osaron continuar.
Les movió pleitesía (11) firme y muy cabal.

Dijo la Gloriosa, palabra adornada:


"Con este alma, locos, no tenéis que ver nada.
Mientras estuvo en su cuerpo, a mí se encomendaba.
Sería una injusticia que ahora la desamparara."

De la otra parte respondió el vocero (12),


Un diablo sabio, sutil y muy puntero (13):
"Eres madre de un juez derechero (14)
a quien no le gusta la violencia y que es justiciero (15).

Escrito está que el hombre, cuando ha finado,


por las cosas buenas o malas debe ser juzgado.
Si este decreto por ti fuere quebrantado,
El meollo del Evangelio queda destrozado."

Respondió la Gloriosa: "Dices cosas necias.


Nada te reprocho, pues eres una cautiva bestia.
Cuando salió de casa, me pidió licencia.
Por el pecado que cometió, yo le pondré penitencia.

Obligaros sería una inconveniencia,


Mas apelo a Cristo, a su audiencia,
Que es poderoso y está lleno de sapiencia.
De su boca quiero oír su sentencia."

El Rey de los cielos, juez sabedor,


Decidió esta contienda, no lo veréis mejor:
Mandó devolver el alma al cuerpo el Señor.
Recibiría de lo que fuese merecedor.

Estaba el convento triste y turbado


Por este mal ejemplo que les había pasado:
Resucitó el fraile aunque ya había finado.
Como era de esperar, todos se espantaron.

Les habló el buen hombre. Les dijo: "Compañeros,


Muerto estuve y vivo estoy. De esto sed bien certeros.
Alabada sea la Gloriosa, que salva a sus obreros,
Que me libró de manos de malos guerreros."

Contoles por su lengua toda la letanía (16):


Qué dijeron los diablos, qué Santa María,
Cómo ella lo libró de su podestadía (17):
Si por ella no fuese, habría sido un negro día.

Dieron a Dios gracias de buena voluntad,


A la santa Reina, madre de piedad,
Que hizo tal milagro por su benignidad,
Por quien está más firme toda la cristiandad.

Confesose el monje e hizo penitencia,


Se curó por completo de su incontinencia,
Sirvió a la Gloriosa mientras tuvo potencia,
Murió cuando Dios quiso sin ninguna pendencia.
Requiescat in pace cum divina clementia.

Muchos milagros y mucho más granados


Hizo Santa María con sus encomendados.
Ni una milésima parte por ningún hombre podría ser contados,
Mas de los que sepamos quedaréis bien pagados.

Notas

1 Monasterio. (Vocabulario general de las obras de Gonzalo de Berceo)


2 Abad: superior de un monasterio de hombres. (RAE)
3 Empleo de sacristán; es decir, debía ayudar al sacerdote en el servicio del altar y cuidar de los
ornamentos y de la limpieza y aseo de la iglesia y sacristía. (RAE)
4 Que tiene las veces, poder y facultades de otra persona o la sustituye. (RAE)
5 Fornicador (RAE)
6 Prior: segundo prelado después del abad. (RAE)
7 Acción y efecto de doblar la rodilla, bajándola hacia el suelo, ordinariamente en señal de
reverencia. (RAE)
8 Monasterio. (Vocabulario general de las obras de Gonzalo de Berceo)
9 Traer a pella a alguno, mortificarle, burlarse, jugar con él como con pelota. (Vocabulario general
de las obras de Gonzalo de Berceo)
10 En la expresión Valient una agalla, lo mismo que valor de una agalla, denotando el desprecio
hacia alguna cosa. (Vocabulario general de las obras de Gonzalo de Berceo)
11 Muestra reverente de cortesía. (RAE)
12 Abogado. (Vocabulario general de las obras de Gonzalo de Berceo)
13 Preciso, exacto. (Juan Manuel Cacho Blecua. Milagros. Austral)
14 Justo. (Juan Manuel Cacho Blecua. Milagros. Austral)
15 Que observa y hace observar estrictamente la justicia. Que observa estrictamente la justicia en el
castigo de los delitos. (RAE)
16 En este caso, hay que entenderlo como "historia".
17 Potestad: Dominio, poder, jurisdicción o facultad que se tiene sobre algo. (RAE)
"LIBRO DE BUEN AMOR", ARCIPRESTE DE HITA

(CONSEJOS DE DON AMOR)


....
Si parienta no tienes, toma una de esas viejas
que andan por las iglesias y saben de callejas;
con gran rosario al cuello saben muchas consejas,
con llanto de Moisés encantan las orejas.
Estas pavas8 ladinas9 son de gran eficacia,
plazas y callejuelas recorren con audacia,
a Dios alzan rosarios, gimiendo su desgracia;
¡ay!, las pícaras tratan10 el mal con perspicacia.
Toma vieja que tenga oficio de herbolera11,
que va de casa en casa sirviendo de partera,
con polvos, con afeites12 y con su alcoholera13
mal de ojo hará a la moza, causará su ceguera.
Procura mensajera de esas negras pacatas14
que tratan mucho a frailes, a monjas y beatas,
son grandes andariegas, merecen sus zapatas:
esas trotaconventos hacen muchas contratas.
Donde están tales viejas todo se ha de alegrar,
pocas mujeres pueden a su influjo escapar;
para que no te mientan las debes halagar,
pues tal encanto usan que saben engañar.
De todas estas viejas escoge la mejor,
dile que no te miento, trátala con amor,
que hasta la mala bestia vende el buen corredor
y mucha mala ropa cubre el buen cobertor.

(El Arcipreste sigue los consejos de don Amor y encuentra a Trotaconventos.)

Busqué trotaconventos, cual me mandó el Amor,


de entre las más ladinas escogí la mejor.
Dios y la mi ventura guiaron mi labor!
Acerté con la tienda del sabio vendedor.
Pude dar con la vieja que había menester, 5
astuta y muy experta y de mucho saber;
ni Venus por Panfilo15 más cosas pudo hacer
de las que hizo esta vieja para me complacer.
Era una buhonera de las que venden joyas;
estas echan el lazo, estas cavan las hoyos. 70
Son esos viejos sapos con sus sabias tramoyas,
quienes dan el mazazo: te conviene que oigas.

8 “gallina vieja” o bien “ escandalosa, chillona.”


9 astuta, sagaz
10 trafican con ...
11 curandera que usa hierbas
12 cosmético, producto que se utiliza para la higiene o belleza del cuerpo.
13 estuche donde guarda el kohl, para pintar los ojos.
14 mujeres mojigatas (excesivamente escrupulosas en la moral) vestidas de negro.
15 Protagonista de una comedia medieval latina Pamphilus de amore, la cual influyó en Juan Ruíz.
Siguiendo su costumbre, estas tales buhonas
andan de casa en casa vendiendo muchas donas;
nadie sospecha de ellas, están con las personas, 75
mueven, con sus soplidos, molinos y tahonas.

ENXIEMPLO DE LA PROPIEDAD QU 'EL DINERO HA


(Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, 1320 )

Mucho faz el dinero, e mucho es de amar: 490


al torpe face bueno e omne de prestar16;
face correr al coxo e al mudo fablar;
el que non tiene manos, dineros quiere tomar.
Sea un omne nescio e rudo labrador, 491
los dineros le facen fidalgo e sabidor;
cuanto más algo tiene, tanto es de más valor:
el que non ha dineros non es de sí señor.
Si tovieres dineros, habrás consolación, 492
placer e alegría e del Papa ración;
comprarás Paraíso, ganarás salvación:
do son muchos dineros, es mucha bendición.
Yo vi en corte de Roma, do es la Santidad, 493
que todos al dinero facíanle homildad,
gran honra le facían con gran solemnidad:
todos a él se homillan, como a la Majestad.
Facíe muchos priores, obispos e abades, 494
argobispos, doctores, patriarcas, potestades;
a muchos clérigos nescios dábales dinidades;
facie' verdad mentiras e mintiras verdades.
Daba muchos juicios, mucha mala sentencia; 49ó
con malos abogados era su mantenencia,
en tener pleitos malos e facer mala avenencia;
en cabo, por dineros había penitencia.
El dinero quebranta las cadenas dañosas; 497
tira cepos e grillos e presiones peligrosas;
al que non da dineros échanle las esposas:
por todo el mundo face cosas maravillosas.
Yo vi fer maravillas do él mucho usaba: 498
muchos merescían muerte, que la vida les daba;
otros eran sin culpa que luego los mataba;
muchas almas perdía e muchas salvaba
El face caballeros de necios aldeanos, 500
condes e ricosomnes de algunos villanos;
con el dinero andan todos omnes loçanos,
cuantos son en el mundo le besan hoy las manos.
Vi tener al dinero las mejores moradas, 501
altas e muy costosas, fermosas e pintadas;
castiellos, heredades e villas entorreadas
al dinero servían e suyas eran compradas.
Yo vi a muchos monjes en sus predicaciones 503

16 de prestar: respetable
denostar al dinero e a las sus tentaciones;
en cabo, por dinero otorgan los perdones.
asuelven el ayuno e facen oraçiones.
[…]
Monjes, clérigos e fraires que aman a Dios servir 506
si barruntan que el rico está ya para morir.
cuando oyen sus dineros que comiençan reteñir 17
cuál de ellos lo levará comiençan luego a reñir.
[…]
En suma te lo digo, tómalo tú mejor:
el dinero, del mundo es grand revolvedor;
señor face del siervo, de señor servidor;
toda cosa del siglo18 se face por su amor.

(49ob); (4910) cuanto más...: cuanto más se tiene, tanto más se vale; (492b) ración ;: prebenda,
beneficio eclesiástico; (493b) facíanle homildad….: se inclinaban ante él; (493d) se homillan como
a la Majestad…; se arrodillaban como ante el crucifijo; (494c) dinidades : dignidades; (496c)
avenencia: acuerdos; (496d) en cabo... penitencia: finalmente por dineros conseguía la absolución
(497b) tira: quita; presiones: cadenas; (498a) fer: hacer
(501b) pintadas: bien provistas;

DE CÓMO MORIÓ TROTACON VENTOS E DE


COMO EL ARCIPRESTE FACE SU PLANTO
DENOSTANDO E MALDICIENDO LA MUERTE

Ay Muerte! ¡Muerta seas, muerta e malandante! 1520


Matáste a mi vieja, ¡matases a mi ante!
Enemiga del mundo, que non has semejante,
de tu memoria amarga no sé quién no se espante.
Muerte, al que tú fieres, liévaslo de belmez; 1521
al bueno e al malo, al rico e al refez:
a todos los egualas e los lievas por un prez,
por papas e por reyes non das una vil nuez.
Non catas señorío, debdo nin amistad; 1522
en todo el mundo tienes cotiana enamistat;
non hay en ti mesura, amor nin piedad,
sinon dolor, tristeza, pena e gran crueldad.
Non puede foír omne de ti nin se asconder, 1523
nunca fue quien contigo podiese bien contender;
la tu venida triste non se puede entender,
desque vienes non quieres a omne atender.
Dexas el cuerpo yermo a gusanos en fuesa, 1524
al alma que lo puebla liévastela de priesa;
non es el omne çierto de tu carrera aviesa.
De fablar en ti, Muerte, espanto me atraviesa!
Muerte desmesurada, ¡matases a ti sola! 1568
Qué hobiste conmigo? ¿Mi leal vieja, dóla?
Tú me la mataste, Muerte; Jesucristo compróla
por la su santa sangre, por ella perdonóla.

17 reteñir: sonar, tintinear


18 del siglo: de este mundo.
¡Ay, mi Trotaconventos, mi leal verdadera! 1569
Muchos te siguían, viva; muerta, yaces señera.
¿A dó te me han levado? Non sé cosa certera:
nunca torna con nuevas quien anda esta carrera.
Cierto, en Paraíso estás tu asentada, 1570
con los mártires debes estar acompañada:
siempre en el mundo fuste por Dios martirïada;
quién te me rebató, vieja, por mi siempre lazrada 19.

(1521a) liévaslo de belmez: te lo llevas sin remedio; (1521b) refez: humilde; (1521c) por un prez:
por un mismo precio; (1522a) catas: miras; debdo: parentesco; (1522b) cotiana: cotidiana; (1523d)
a omne atender: a nadie esperar; (1524a) yermo: vacío; fuesa: fosa; (1524c) cierto de tu carrera
aviesa: seguro de tu retorcido camino (es decir, seguro de cómo o cuándo va a llegar la muerte);
(1568b) ¿Qué hobiste conmigo?: ¿qué tenías contra mí?; dóla: ¿dónde está?; (1569b) señera: sola;

Enlaces:
comentario al texto CONSEJOS DE DON Una selección de textos del Libro del Buen
AMOR en “ahora es momento de correr...” Amor en el blog de Rocío Madrid
bachilleratoprimero.blogspot.

Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana (1398-1458)

Textos del Marqués de Santillana.


Serranilla VI

Moça tan fermosa


non vi en la frontera,
como una vaquera
de la Finojosa.

Façiendo la vía
del Calatraveño
a Santa María,
vencido del sueño,
19 lazdrada: que sufriste por mí.
por tierra fragosa
perdí la carrera,
do vi la vaquera
de la Finojosa.
En un verde prado
de rosas e flores,
guardando ganado
con otros pastores,
la vi tan graciosa
que apenas creyera
que fuese vaquera
de la Finojosa
Non creo las rosas
de la primavera
sean tan fermosas
nin de tal manera,
fablando sin glosa,
si antes supiera
de aquella vaquera
de la Finojosa.
Non tanto mirara
su mucha beldad,
porque me dejara
en mi libertad.
Mas dije: "Donosa,
(por saber quién era),
¿Donde es la vaquera
de la Finojosa?"
Bien como riendo,
dijo: "Bien vengades,
que ya bien entiendo
lo que demandades;
non es deseosa
de amar, nin lo espera,
aquesa vaquera
de la Finojosa."

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