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Año - 2020
Bibliografía
Sabemos que una perversión infantil de esta índole no necesariamente dura toda la vida; en
efecto, más tarde puede caer bajo la represión, ser sustituida por una formación reactiva o ser
trasmudada por una sublimación.
Por tanto, la fantasía seguramente no es masoquista; se la llamaría sádica, pero no debe olvidarse que
el niño fantaseador nunca es el que pega. En cuanto a quién es, en realidad, la persona que pega, no
queda claro al comienzo. Sólo puede comprobarse que no es otro niño, sino un adulto. Esta persona
adulta indeterminada se vuelve más tarde reconocible de manera clara y unívoca como el padre (de la
niñita). (P182)
Mientras esta primera fase y la siguiente se consuman grandes trasmutaciones. Es cierto que la
persona que pega sigue siendo la misma, el padre, pero el niño azotado ha devenido otro; por
lo regular es el niño fantaseador mismo, la fantasía se ha teñido de placer en alto grado y se ha
llenado con un contenido sustantivo cuya derivación nos ocupará más adelante. Entonces, su
texto es ahora: «Yo soy azotado por el padre». Tiene un indudable carácter masoquista.
La tercera fase se aproxima de nuevo a la primera. Tiene el texto conocido por la comunicación de las
pacientes. La persona que pega nunca es la del padre; o bien se la deja indeterminada, como en la primera
fase, o es investida [hcsetzen] de manera típica por un subrogante del padre (maestro). La persona propia del
niño fantaseador ya no sale a la luz en la fantasía de paliza. Si se les pregunta con insistencia, las pacientes
sólo exteriorizan: «Probablemente yo estoy mirando».
En lugar de un solo niño azotado, casi siempre están presentes ahora muchos niños. Con abrumadora
frecuencia los azotados (en las fantasías de las niñas) son varoncitos, pero ninguno de ellos resulta familiar
individualmente. La situación originaria, simple y monótona, del ser azotado puede experimentar las más
diversas variaciones y adornos, y el azotar mismo puede ser sustituido por castigos y humillaciones de otra
índole.
Si uno prosigue el análisis a través de esas épocas tempranas en que se sitúa la fantasía de paliza y
desde las cuales se la recuerda, la niña se nos aparece enredada en las excitaciones de su complejo
parental.
Pronto se compreende que ser azotado, aunque no haga mucho daño, significa una destitución
del amor y una humillación…Por eso es una representación agradable que el padre azote a este niño
odiado, sin que interese para nada que se haya visto que le pegaran precisamente a él. Ello quiere
decir: «El padre no ama a ese otro niño, me ama sólo a mí».
Lo que estuvo presente inconscientemente como un resultado psíquico de las mociones incestuosas
de un amor ya no es acogido más por la conciencia de la nueva fase, y lo que de eso ya había devenido
consiente es nuevo esforzado afuera {herausdraflgen}. De manera simultánea con este proceso represivo
aparece una conciencia de culpa, también ella de origen desconocido, pero inequívocamente anudada a
aquellos deseos incestuosos y justificada por su perduración en lo inconciente.
La fantasía de la segunda fase, la de ser uno mismo azotado por el padre, permanece por regla general
inconsciente, probablemente a consecuencia de la intensidad de la represión.
¿De dónde viene la conciencia de culpa misma? Tampoco aquí los análisis nos dan una respuesta alguna.
Pareciera que la nueva fase en que ingresa el niño la llevara consigo
y, toda vez que perdura a partir de ese momento, correspondiera a una formación cicatricial como lo es el
sentimiento de inferioridad. Según la todavía incierta orientación que hemos logrado hasta ahora
respecto de la estructura del yo, la atribuiríamos a aquella instancia que se contrapone al resto del yo
como conciencia moral crítica…
Ya consigné la significatividad que la tercera fase, aparentemente sádica, de la fantasía de paliza suele
cobrar como portadora de la excitación que esfuerza al onanismo, y mencioné la actividad fantaseadora
que ella suele incitar, una actividad que en parte la continúa en su mismo sentido y en parte la cancela
por vía compensatoria.