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La Gran Depresión, tuvo un impacto significativo en la industria cafetera de Colombia.

Este evento
comenzó en Estados Unidos y se extendió a nivel mundial, afectó en particular, a los países que
dependían en gran medida de la exportación de materias primas, como el café en Colombia; uno
de los principales países productores de café en ese momento, el cual sufrió una disminución
drástica en la demanda y los precios del café, entre otros efectos. Este escrito se sustenta en base
al artículo de “El papel del crédito en las instituciones cafeteras colombianas” de Fidel H Cuéllar
Boada.

Desde 1900 hasta los años treintas, la actividad cafetera era principalmente financiada por bancos
extranjeros y/o internos del país, para las grandes empresas, que trabajaban en conjunto con la
sociedad de agricultores colombianos (SAC) fundada en 1870, y luego con la federación nacional
de cafeteros (FNC) creada en 1927. Las medianas y pequeñas empresas, si bien, podían ser parte
de estas organizaciones mencionadas anteriormente, su economía dependía fundamentalmente
de los comerciantes y el mercado interno. Entre 1926 hasta 1929 antes de la crisis, los precios del
café fueron favorables y al igual que las relaciones de financiamiento a los agricultores nacionales.

Según Cuéllar, Al llegar las crisis del 29, el crédito externo cerró sus puertas y se paralizo la compra
y venta de cosecha al interior de país. No obstante, la industria cafetera tuvo dos herramientas de
las cuales apoyarse para superar la depreciación global del valor del café; los almacenes de
depósitos de la FNC y los bonos de garantía prendaria. El Banco de la República comenzó en
noviembre de 1929 a redescontar los préstamos bancarios a los cafeteros que estuvieran
respaldados dichas herramientas. Además, “como respuesta a las gestiones del gremio, el estado
aportó recursos y modificó normas… que facilitaron las refinanciaciones, moratorias y alivios…
particularmente para las deudas vencidas entre 1929 y 1933” (Cuéllar, s.f).

En conclusión, el avance propicio de los precios a inicios del siglo XX en el mercado mundial del
café que terminó en la crisis de 1929. Sin embargo, los aportes del estado y el desarrollo
institucional de créditos y financiamiento, permitió progresivamente que la producción cafetera y
sus inversiones, superaran el Crack del 29. Esto se avala con el siguiente dato brindado por el
autor, donde se expresa que la producción pasó de 3.28 millones de sacos en 1932-1933 a 5.48
millones en 1945-1946.

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