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hoy. Según nuestra edad, el masón de hoy es una persona que está en una
búsqueda de algo que en la mayoría de los casos ese algo no está muy claro,
compatibiliza sus asistencias a tenida y cámara, con la vida laboral y familiar. No
es un hombre que se sienta especial, surgen dudas si aceptar la invitación, fue
buena decisión. Pero avanza y escucha la voz de sus mayores, que como A.·.,
tiene que enfocarse a buscar de ¿dónde viene? y hurgar en su interior. Pero él
quiere ayudar a todo el mundo; y se cuestiona del porque él; la Masonería, no
actúa como conjunto para mejorar las cosas. No se siente preparado o tan
preparado como para esperar tanto tiempo. Tiene que trabajar en dominar su ego,
busca la luz desde la columna del norte; pero sabe que esta llegará después de
años de trabajo. Tolerancia y caridad, son sus palabras hoy; símbolos por todas
partes. No puede declarar abiertamente que pertenece a la Orden, su trabajo debe
ser silencioso y con foco al fin común debe ser una luz en su entorno familiar y
laboral y en este proceso desbastar su piedra bruta.
Sin duda que al pronunciar y adentrarnos en la expresión “El Chile Futuro de para el
Masón de hoy” hablamos o hacemos alusión al tiempo, esto es, un periodo determinado,
acotado, mesurable, durante el cual se realiza una acción o se desarrolla un acontecimiento.
Pasado, lo que fue, lo que se ha ido y al cual a veces quisiéramos volver quizás para
remediar aquello que no hicimos bien o para perdonar a quienes nos dañaron y ya no están o
para pedirles perdón por el daño que les hicimos.
Futuro, lo que vendrá, lo que está por venir o tal vez una proyección del pasado ya
vivido, pero sin las penurias, miedos y sufrimientos ya acontecidos en él.
Quizás el tiempo no exista hermanos y sólo sea una creación un convencionalismo del
cual nos valemos para corregir en el presente los errores cometidos en el pasado y para que
en este presente tomemos la clara decisión de buscar, de elegir en la cantera aquellas piedras
que una vez depuradas lentamente encuadren una con otras y logremos la construcción que
anhelamos.
Obviamente este proceso no ha sido ajeno en nuestro país, a diario nos enteramos de
los más diversos escándalos cuyas consecuencias han sido la pérdida de confianza en nuestras
instituciones y los enormes detrimentos económicos que ha sufrido el estado y quienes
formamos parte de él.
El Masón de hoy no puede, no debe estar ajeno a este proceso de decadencia, debe
trabajar decidida y sistemáticamente porque los principios de nuestra Agusta Orden que un
día juró guardar se plasmen, no sólo en sus hermanos de Logia, sino primero en su entorno
familiar y luego en el medio en el que se desenvuelve a diario, debe silenciosamente buscar
en su interior aquello que olvidó tener y que nuestra simbología masónica le ayudará a
encontrar, para darlo a sus semejantes, deberá golpear con fuerza el cincel para moldear su
piedra informe, caminando rectamente como le enseña la escuadra; dentro de los límites
éticos y morales, como alude el compás, unidos a la cadena fraternal de sus hermanos.