Está en la página 1de 37

CONTESTA RECURSO EXTRAORDINARIO.

EXCMA. CÁMARA:
ROMÁN LUIS CHRÉTIEN, en mí carácter de letrado apoderado de las demandadas, con domicilio constituido

en la calle Lavalle 1454 piso 1º Of. 9/10. “D” (Zona 173), electrónico en el CUIT 20147897317 (drromanchretien@gmail.com - TE
1139227574), en los autos caratulados “MONTENEGRO, Gabriel Hugo c./ DAVICOM COMUNICACIONES SRL y otros s./
DESPIDO”, Expte. 21.412/2018, a V.E. respetuosamente me presento y digo:

I). OBJETO.
Que vengo, en legal tiempo y forma, siguiendo precisas instrucciones de mis mandantes, a contestar el traslado
conferido respecto del recurso extraordinario federal interpuesto por la parte actora con fecha 17-10-2022, que me fuera notificado

en el mismo día, debiéndose tener presente que el 18-10-2022 ha sido decretado inhábil mediante Acordada de la CSJN 26/2022.
Que he de solicitar, a mérito de las consideraciones de hecho y derecho que en sucesivos acápites se han de
exponer, se desestime la presentación recursiva en traslado con costas.

II). ANTECEDENTES.
El actor introduce Recurso Extraordinario contra la sentencia dictada por la Sala II de la Excma. Cámara del
Fuero Laboral, entendiendo que la misma violó su derecho de propiedad respecto del valor adquisitivo de su crédito, pues el que se

le ha reconocido se licúa con el paso del tiempo, privándolo de intereses positivos los cuales reclama se capitalicen mensualmente,
desconformándose con los postulados del Acta 2764 CNT, propiciando la inconstitucionalidad de los arts. 7 y 10 de la Ley 23.928
como así también de los arts. 4 y 5 de la Ley 25.561.

A la vez requiere la capitalización en base al art. 770 inciso b) del CCyCN pero en forma distinta a como se ha
acogido la norma, es decir peticiona no sólo la capitalización desde la notificación de la demanda por única vez sino que la misma
sea periódica.

Realiza una serie de cálculos aritméticos, en forma antojadiza, pus la inflación imperante por el período
comprendido entre el 04-01-16 al 30-09-22 dice alcanzó un 1.261%, lo que resulta esotérico, pues a poco que se ingrese a la página
del INDEC el costo inflacionario por el lapso temporal indicado alcanzo el 494,9% y no el absurdo índice que proclama.

1
Dicho esto, debo decir que el recurso que intenta el actor no puede prosperar; ello en razón de las
consideraciones que infra se han de volcar y, por el contrario, deberá, tal como oportunamente lo requiriera esta representación por
la demandada, declarar la Inconstitucionalidad del Acta 2764 como así también la del art. 770 inciso b) del CCyCN., amén de los

cuestionamientos ya introducidos por esta parte en el Recuro Extraordinario presentado el pasado 11.10.22.
Reclama el accionante la capitalización mensual de intereses como así también la aplicabilidad de la nueva Acta
2764 pero con una capitalización distinta a la que determina la sentencia recurrida, solicita indexación, como así también la

inconstitucionalidad de los artículos 7 y 10 de la Ley 23.928 y artículos 4 y 5 de la Ley 25.561, entendiendo que el fallo en crisis
cercena el derecho de propiedad sobre el valor adquisitivo de su crédito.
He de sostener que ninguna razón le asiste para recurrir como lo hace, por cuanto el Acta de mención a todas

luces resulta inconstitucional como así también la capitalización que se pretende, y demás ítems, tal los argumentos que infra
referiré, por lo que se solicita el rechazo del recurso en traslado con costas.
Sin perjuicio de lo manifestado precedentemente he de resaltar, que la accionante en el recurso en responde no

ha demostrado la procedencia del Caso Federal, trata fundamentarlo en el Art. 14 bis de la C.N. olvidando que lo que debate es una
cuestión de intereses y no de los derechos que consagra dicho artículo el cual evidentemente no fue vulnerado.
También trata de fundamentarlo en los Art. 519, 520, 521, 522, 622 y 623 del CC de Velez y/o en los Art. 1738,

768 y 769 del CCyCN en lo pertinente al presente caso tengamos en cuenta que los mencionados artículos no solo no son de
aplicación al presente entuerto, más allá de ello, si vemos la clara contradicción en la que incurre el actor al fundamentar la
procedencia del recurso extraordinario en el Art. 768 CCyCN el cual textualmente dice: “Intereses moratorios. A partir de su mora

el deudor debe los intereses correspondientes. La tasa se determina: a) por lo que acuerden las partes; b) por lo que dispongan las
leyes especiales; c) en subsidio, por tasas que se fijen según las reglamentaciones del Banco Central “, cuando a lo largo de todo el
libelo se quejó de las tasas de interés fijada por el Banco Central.

Tampoco procede la fundamentación en el Art. 17 y 18 de la Constitución Nacional, ya que no fue violentado su


derecho de defensa en juicio y mucho menos el derecho de propiedad, tenga en cuenta V.E. que dicho derecho no se ha visto
vulnerado, ya que lo que pretende el actor jamás le ha pertenecido ni ha entrado en su patrimonio, lo que puede tener en este

2
momento es un derecho en expectativa, que puede concretarse o no, por lo que jamás se vio violentado el derecho que tutela el Art
17 de la C.N.
Al respecto, cabe recordar que, a diferencia de los derechos adquiridos, el derecho en expectativa mal llamado

derecho, es simplemente una pretensión, la cual puede o no concretarse, pero ninguna propiedad se ve afectada mientras no haya
una resolución que la avale.
Conforme lo expuesto precedentemente el Actor no ha podido demostrar la procedencia del caso Federal por lo

que se solicita su rechazo con costas.


III.- INSCONSTITUCIONALIDAD ACTA 2764 – ARTÍCULO 770 CCyCN.
Lejos del beneficio particular que muchos esperan con ansias, entre ellos el actor, al aplicarse esta nueva Acta,

me refiero a la 2764 del 07 septiembre de 2022, es mi deber plantear el interrogante si podrá atravesar un control de
constitucionalidad de parte de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y, también, cuál será el impacto futuro económico sobre el
ya castigado empleo privado en nuestro país.

Respecto a la primera pregunta formulada, sostengo que el Acta es inconstitucional, afectando seriamente el
derecho de propiedad, lo que será objeto de análisis en sucesivos acápites. En cuanto al segundo interrogante, no quepa duda que de
aplicar el Acta 2764 -tal como fue concebida-, como sus antecesoras que se añaden a esta (Actas 2601/14, 2630/16 y 2658/17) más

la capitalización que determina el inciso b) del artículo 770 del CCyCN traerá aparejado el inicio de no pocos concurso cuanto no
quiebras, ya que, inexorablemente, serán montos imposibles de abonar para cualquier empleador.
Obsérvese que hasta el propio Dr. Corach -refiriéndose a esta nobel Acta- así lo reconoce al remarcar que "son

dos créditos de naturaleza distinta. Ello en cuanto a que el banco paga capitalización por intereses y el crédito del trabajador está en
expectativa hasta que el tribunal lo reconoce. El plazo fijo toma cada año calendario. Si se capitaliza y se vuelve a cargar intereses,
se está haciendo anatocismo".
Dicha Acta afecta severamente el derecho de propiedad, como así también lo hace el artículo 770 CCyCN, en
especial el inciso b). En otras palabras, el legislador al introducir este nuevo inciso b), al mentado artículo 770, dio riendas sueltas
al acto inmoral de la usura, es decir, que la norma lleva a una consecuencia patrimonial que equivale a un despojo del deudor,

acrecentando la obligación que recae en la cabeza del deudor hasta un límite que excede los de la moral y las buenas costumbres

3
pues va capitalizando intereses que van a formar parte de un capital, y así sucesivamente, convirtiéndose la deuda en una verdadera
bola de nieve imparable e impagable.
Por ello he de afirmar que en base a los normado en el artículo 771 del mismo plexo normativo, serán los jueces

quienes deben morigerar esos intereses, y cuando no decretar la inconstitucionalidad del art. 770 inciso b).
Así, la suma de intereses moratorios no debe ser excesiva o abusiva y debe mantenerse constantemente dentro de
límites razonables y prudentes, respetando los principios consagrados en los arts. 9, 10 y 771 del CCyCN, que orientan y

condicionan al juzgador en la selección de una tasa.


El modo en que se resuelve la cuestión mediante el anatocismo judicial (art. 770 inc. b CCCN) automático,
generalizado, oficioso y retroactivo, aplicado además sobre la base de una tasa de interés que ya se ve sumamente agravada en el

fuero laboral por imperio de las Actas Nros. 2601/14, 2630/16, 2658/17ª las que se suma la 2764, en relación con otros fueros
judiciales que se replica a sí misma en forma anual, ello permitirá visualizar una grave afectación al derecho constitucional de
propiedad y a la garantía de defensa en juicio; reitero lo que me lleva a propiciar la inconstitucionalidad del Acta 2764 y la del

inciso b) del referido artículo.


Va de suyo que la pretensión del actor no encuentra asidero jurídico ni lógico alguno, pues proclama una
capitalización mensual de intereses (no anual, ni semestral) la cual prohíbe la misma norma, más allá de la inconstitucional que

encierra.
Retomando los parámetros del Acta 2764, que se aplica al caso de autos, véase el nefasto resultado económico
según las evaluaciones efectuadas por los propios magistrados en dicha Acta: un crédito laboral de $.100.000, en mora desde el

1/5/2015, cuya demanda se notificó, hipotéticamente, el 01/02/2016, bajo la nueva modalidad, resultaría hoy día en $.2.100.000 o lo
que es equivalente a veintiún (21) veces el capital inicial, es decir un 2.000% más, lo que es un verdadero despojo que la
Constitución no ampra; siendo que el aquel período según el INDEC el porcentual o espiral inflacionaria desde mayo de 2015 a
febrero de 2016 lo fue en un promedio anual del 46,40$%.
Bajo el sistema anterior, el monto representaba unos $.700.000; realmente un despropósito que sin duda alguna
conculca el derecho de propiedad de cualquier deudor.

4
Sorprende que quienes brindaron el ejemplo de tales guarismos no hubieran advertido la desproporción que
encierra en sí mismo este súbito resultado. Máxime en un país sumido en un estado de quiebra general, donde sólo un tercio de la
población (“con suerte”) tiene empleo de fuente privada. Lamentablemente, los estudios económicos que se mencionan no obran
adjuntos al Acta, ni tampoco la justificación del descarte de otras perspectivas. Quizás, hubieran sido necesarias más reuniones de
los magistrados y no la fatiga que se expresa en algunas alocuciones, de que se trataba ya de la tercera discusión.
Sabido es que el anatocismo, que la parte actora pretende, para la corriente clásica del pensamiento judicial, en

todos los fueros, siempre fue visto como un instituto disvalioso, de aprovechamiento de la necesidad del deudor bajo la mecánica de
la usura. (solo a modo de ejemplo Ver CNCiv Sala J, “COIAZZET, Roxana Verónica c./ SCELZI, Virginia María y otros s./
DAÑOS Y PERJUICIOS”, 28/12/2021, Expte 80921/2015).

Recuerda Trigo Represas, que el anatocismo interés compuesto o capitalización de intereses, consiste en sumarle
a una deuda de dinero intereses ya devengados por la misma, para que ambos sumados vuelvan a su vez a producir nuevos
intereses. En cuanto al vocablo anatocismo en sí, proviene del griego «aná», reiteración, y «tokimós», acción de dar a interés y es el

término que puntualmente utiliza el Código Civil y Comercial para designar al instituto en cuestión, aunque lo cierto es que al
mismo también se lo conoce como «convenio de pago de intereses sobre intereses», «capitalización de intereses» o «interés
compuesto» este último porque es exigir réditos por los intereses que con tal fin se agregan al capital, constituye, en verdad, la

formación de un interés compuesto, ya que se consideran los intereses devengados como nuevo capital, que rinde a su vez los
suyos, que es lo que desmesuradamente pretende el actor. El anatocismo constituye una práctica de capitalización de intereses que,
en principio, se encuentra prohibida, salvo las excepciones expresamente autorizadas por la propia ley. Se ha dicho que “la
prohibición obedece al hecho de que, mediante tal acumulación de capital e intereses, la suma adeudada podría llegar a
incrementarse en forma exagerada en muy poco tiempo; lo que llevaría a que se convierta en uno de los medios más refinados de
usura”.
En consecuencia, con esta línea, el Código Civil Velezano (Ley 340) en la redacción original de su art. 623
establecía la prohibición del anatocismo. Sólo admitía la posibilidad de convenio expreso entre acreedor y deudor pero posterior a
la mora y en el supuesto de la liquidación judicial de la deuda, hoy día receptado en el art. 770 inc. c) del CCyCN.

5
No obstante, con el desarrollo de concepciones doctrinarias más modernas se introdujeron algunas posiciones
más proclives a la ampliación del instituto. Así se explica la modificación al art. 623 producida por la Ley 23.928 de
Convertibilidad. Tampoco ha de perderse de vista que tal capitalización se encuentra vedada por art. 7 de la ley 23.928 y del art. 5

de la ley 25.561, normas estas que hasta el hartazgo nuestro Cimero Tribunal ha dicho que no son inconstitucionales.
Es dable señalar que, a pesar del carácter categórico de la prohibición de anatocismo en el cuerpo normativo
civil, el propio Vélez Sarsfield estableció un criterio diferente al redactar el Código de Comercio (en colaboración con Eduardo

Acevedo) para el caso de los mutuos comerciales (Art. 569 del Código de Comercio), la cuenta corriente comercial (Art. 788
Código del Comercio) y la cuenta corriente bancaria (Art. 795 del Código de Comercio), más no para cualquier otro tipo de crédito.
Evidentemente un jurista de la talla de Vélez advertía que el tráfico mercantil presentaba necesidades,

costumbres y prácticas diferentes; pero sólo el mercantil no así el civil ni el laboral.


Destaco la raíz histórica de la capitalización de intereses, ya que, entre varios de los problemas que presenta la
unificación de las disciplinas en el Código Civil y Comercial de la Nación ha producido la pérdida de los matices originarios, sin

efectuar una precisa distinción entre el origen civil o comercial de los créditos involucrados o sus características.
Muchas reflexiones se podrían hacer respecto de este nuevo cuerpo normativo. Basta señalar que actualmente los
institutos “estrella” de nuestros regímenes jurídicos son el contrato de consumo y los planes de empleo del sistema de Seguridad

Social, porque la Argentina, V.E., se quedó sin negocios y en breve, también, sin empleo genuino.
Observemos la evolución doctrinaria y jurisprudencial en la materia para luego poder abordar, con mayor
claridad de concepto y precisión, lo que sucede en el fuero laboral, tanto con la nueva Acta como con el artículo 770 del CCyCN.

Plenario “Uzal” de la Cámara Comercial. Posterior plenario “Calle Guevara” -posición de la CSJN-:
Las apuntadas diferencias en las previsiones de capitalización de intereses que registraban el Código Civil y el
Código Comercial, llegaron a los tribunales.

Fue así que la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial tuvo en su seno visiones contrapuestas, que
concluyeron, en el año 1991, con el famoso fallo plenario “Uzal c./ Moreno”, a través del cual se generalizó la capitalización de
intereses para dicho fuero.

6
La referencia a este plenario UZAL, es un antecedente imprescindible puesto que fue revocado por la Corte
Suprema de Justicia de la Nación. Adviértase la importancia de la decisión del Máximo Tribunal, al no tratarse de una sentencia
especifica o con efectos sobre un caso en particular, sino de un fallo de alcance general y aplicación obligatoria para todo un fuero.
A raíz de los argumentos de la Corte llevó, años más tarde, a otro fallo plenario de la Cámara en lo Comercial,
abrogatorio de “UZAL” y que lleva el nombre de quien fuera entonces el Fiscal de ese fuero, Dr. Calle Guevara, por ser el impulsor
del cambio de criterio, caratulado «Calle Guevara, Raúl (Fiscal de Cámara) s./ Revisión de Plenario» del 25 de agosto de 2003.

De la lectura de este segundo plenario, “CALLE GUEVARA”, para comprender la situación del anatocismo,
destaca en el mismo, la prolija mención a las sentencias de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en materia de capitalización
de intereses, todas ellas contrarias a la posición inicial de la Cámara de Apelaciones en lo Comercial.
Dijo el Dr. Calle Guevara (lo que hoy cobra trascendencia en el caso que nos irrumpe):
“Son numerosos los pronunciamientos en los que la Corte dejó sin efecto las soluciones concretas que habían
adoptado los jueces de la causa con base en la doctrina plenaria. Uno de los primeros recayó en la causa «García Vázquez, Héctor y
otro v. Sud Atlántica Cía. De Seguros», sentencia del 22.12.1992, donde expresó que «la aplicación de la sentencia de la alzada que
por remisión al fallo plenario del fuero dictado en la causa ‘Uzal S.A. v. Moreno, Enrique’, convalida la capitalización permanente
y en breves lapsos, lleva a una consecuencia patrimonial equivalente a un despojo del deudor, cuya obligación no puede exceder el
crédito actualizado con un interés que no trascienda los límites de la moral y las buenas costumbres (arg. Arts. 953 y 1071 del
Código Civil)». Por tales razones consideró que la sentencia vulneraba garantías constitucionales y debía ser descalificada como
acto jurisdiccional (Fallos: 315:2980). Criterio reiterado en ulteriores decisiones (ver Fallos: 316:3131; 317:53 y sus citas;
318:1345; 319:973; entre otros)”.
En cuanto al instituto del anatocismo, agrega el Fiscal de Cámara: “De otro lado, varios fallos del Alto Tribunal
fueron más allá, en tanto implicaron una descalificación categórica de la propia tesis central del plenario. En tal sentido, consideró
la Corte, que la capitalización de intereses allí prevista importaba autorizar «la violación de una norma expresa de orden público
(art. 623 Código Civil) sin que concurran los supuestos legales de excepción, de modo que la resolución adoptada por el a quo
aparece desprovista de fundamento (conf. Fallos 316-3131)», y concluyó que la decisión dictada en virtud de la mencionada

doctrina plenaria «se encuentra privada de apoyo legal suficiente y justifica su descalificación como acto jurisdiccional, pues

7
implica un menoscabo de las garantías contempladas en los arts. 17 y 18 CN» (in re: «Okretich, Raúl A. v. Editorial Atlántida S.A.»
, pub. en JA,1999-IV, p. 602). En iguales términos se ha expedido en fecha muy reciente in re «Asociación de Propietarios de
Farmacias v. Farmacia Central Merlo», sentencia del 21.5.2002, consid. 3°, A. 991, XXXVI).
Fallo de la Corte Suprema de Justica. Reversión del plenario “Uzal”. Sentencias “García Vázquez” y “Fabiani”.
El fallo fundacional de la Corte Suprema en la materia (capitalización de intereses) ha sido “García Vázquez,
Héctor y otro v. Sud Atlántica Cía. de Seguros” (Fallos 315:2980, 22/12/1992)
Se trata de una sentencia “per curiam” (Es decir, unánime, sin votos propios ni disidencias. Típico de esa época,
con menos personalismos) que pone el acento en el punto de vista económico y la afectación del derecho constitucional de
propiedad (art. 17 CN), destacándose en el mismo:
1) la obligación a cargo de los jueces de evitar “resultados irrazonables que prescinden de la realidad económica
que se tuvo en mira determinar”;
2) El rechazo de la Corte a la alteración del principio de congruencia, producido ante la desproporción “de la

relación entre el monto originariamente reclamado… y la cuantía de la condena establecida en la sentencia definitiva”;
3) El reconocimiento sobre la presencia de “dos fenómenos hiperinflacionarios” durante el curso del proceso
“con la consecuente distorsión de los distintos precios del mercado, que hacían necesario un examen circunstanciado de dicha

realidad;
4) La incongruencia que puede presentarse por la mera aplicación de índices de actualización, ya que “el
mecanismo para mantener actualizado el capital sólo constituye un arbitrio tendiente a obtener una ponderación objetiva de la

realidad, más cuando el resultado se vuelve objetivamente injusto -tal como sucede en el presente caso- debe ser dejado de lado en
tanto dicha realidad debe prevalecer sobre abstractas fórmulas matemáticas” (lo subrayado me pertenece);
5) La evidencia de la injusticia en la solución: “basta la mera observación de la cuantía del crédito aprobado por

la alzada para verificar que los mecanismos destinados a preservar su intangibilidad y el pago de los intereses moratorios, no han
sido apropiados… ya que su monto ha excedido notablemente la razonable expectativa de conservación patrimonial y de lucro”;
6) La imposibilidad de invocar el principio de cosa juzgada para mantener el injusto: “La solución impugnada no

puede ser mantenida so color del respeto a un principio de cosa juzgada establecida oportunamente en la sentencia”;

8
7) El límite a la obligación del deudor, “cuya obligación no puede exceder el crédito actualizado con un interés
que no trascienda los límites de la moral y las buenas costumbres” y, por ende, la imposibilidad de imponer una “capitalización
permanente y en breves lapsos” que lleve a “una consecuencia patrimonial equivalente a un despojo del deudor”.
Más tarde, la Corte Suprema de Justicia fue construyendo una teoría del instituto de la capitalización y de la
sentencia arbitraria, con sus principios generales, excepciones y alternativas procesales, que completan el hito inicial de “García
Vázquez”.

Véase así el caso “Fabiani, Esteban Mario c./ Pierrestegui” (Fallos 316:3131, 16/12/1993) que avanza en el
sentido de proporcionar un marco general de interpretación, con dos consideraciones importantes.
La primera, en cuanto elabora una teoría de la capitalización de intereses, cuyo principio general es la

prohibición del anatocismo y su carácter de norma de orden público. En consecuencia, según palabras de la Corte, la capitalización
de intereses sólo procede por vía de excepción, con interpretación restrictiva y bajo el necesario concurso de la habilitación legal
previa: “Si bien el art. 623 del Código Civil después de su reforma autoriza la capitalización con un criterio más amplio que en la
anterior redacción, sigue limitándola a los supuestos expresamente contemplados por la norma, los que -dado su carácter de
excepción a la regla- no pueden ser interpretados extensivamente… Es descalificable lo decidido si el sistema de capitalización
decidido por el a quo supera significativamente el monto que resultaría de aplicar, en el período correspondiente, los índices de
aumento de precios por los que se persigue mantener la intangibilidad del crédito”.
La segunda, de índole procesal y en materia de recurso extraordinario federal, es la aplicación al caso
de la figura de la sentencia arbitraria en etapa de ejecución, que se produce ante un “franco apartamiento de los términos del fallo
final que se pretende ejecutar”, cuando la “determinación del monto de condena mediante el cálculo de los accesorios… se
encuentra privado de apoyo legal suficiente y justifica su descalificación como acto jurisdiccional, pues implica un menoscabo de
las garantías contempladas en los arts. 17 y 18 de la Constitución Nacional.”
Con posterioridad la Corte mantuvo el criterio en sucesivos fallos. Así en “Caja de Crédito Flores Sud Sociedad
Cooperativa Limitada c./ Coelho, José y otra” (Fallos 317:53, 8/2/1994) criticó la actuación judicial desde una perspectiva
ritualista, “sobre todo cuando la recurrente había demostrado -en anteriores presentaciones- el exceso a que llegaba la liquidación

9
practicada por el acreedor mediante la capitalización de los intereses utilizada, así como la violación del entonces vigente artículo
623 del Código Civil”.
En “Berdejo, Idelfonso c./ Godnic, Luis Alberto” (Fallos 319:973, 3/6/1996) rechaza el mecanismo de

recomposición monetaria con más intereses retroactivos: “El pago de intereses previstos desde el 20 de abril de 1983 en la forma
indicada y sobre la base de un capital reajustado, encierra una doble actualización y no comporta el examen circunstanciado de
dicha realidad, aparte de que vulnera lo dispuesto por el art. 623 del Código Civil, con la consecuencia de lesionar en esta materia
los límites impuestos por la moral y las buenas costumbres (arg. arts. 953 y 1071 del código citado)”.
Y en “Okretich, Raúl Albino c./ Editorial Atlántida S.A.” (Fallos 325:2652, 15/7/1997) ratifica “Que… la
cámara, al admitir la capitalización de intereses, autoriza la violación de una norma expresa de orden público (art. 623 del Código
Civil) sin que concurran los supuestos legales de excepción, de modo que la resolución adoptada por el a quo aparece desprovista
de fundamento” (confr. Fallos: 316:3131)”.
Quedan muchas otras sentencias de similar tenor como los dictados en “Ojea Quintana, Martín María c/ Macesil

S.A. y otros” 04/05/1995, Fallos: 318:912; “Delpech, Fernando Francisco c/ Heller, Juan Sebastián y otra”, 3/6/1996, Fallos
318:1345 o “Quadrum Quadrum S.A. c/ Ciccone Calcográfica S.A. s/ ordinario. 28/02/2006, Fallos 329:314, pero los reseñados
permiten visualizar la posición unívoca del Máximo Tribunal en la materia “la capitalización de intereses es de carácter restrictivo”.

Anatocismo en la sentencia laboral: Fallo Tazzoli CSJN 329:335 del 28/2/2006. Importancia.
Por diversas alternativas procesales, el plenario UZAL llegó también a la Cámara del Trabajo y más tarde, desde
sede laboral, a la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Ello dio lugar a una importante sentencia, es la dictada en los autos “Tazzoli, Jorge Alberto c/ Fibracentro y
otros S.A. s/ despido”, (Fallos 329:335) que, en consonancia con los fallos del fuero de comercio, desestimó la capitalización de
intereses.
Dice el dictamen de la Procuradora, a cuyas conclusiones se remite el Tribunal:
“V.E., de modo reiterado ha señalado que la previsión del artículo 623 del Código Civil es de orden público y
que la capitalización de intereses sólo es admisible de modo restrictivo … so pena de que mediante la aplicación de fórmulas

10
matemáticas abstractas se generen resultados objetivamente injustos, que trascienden los límites de la moral y las buenas
costumbres (Fallos: 315:441, 2980; 316:42, 3131; 319:63, 2037; 326:2533, 4567 y otros)
Y el voto propio de los Dres. Highton, Zaffaroni y Lorenzetti surge:

“Si la cuantía del crédito aprobado, luego de adicionarle los intereses capitalizados conforme se estableció en la
citada jurisprudencia plenaria, excede notablemente una razonable expectativa de conservación patrimonial, tal solución no puede
ser mantenida so color de un supuesto respeto al principio de la cosa juzgada (Fallos: 316:3054; 317:53; 318:912, entre otros). En
tal sentido, cabe observar que sobre un monto de condena de $.152.663,32 se calcularon intereses por el lapso que va del 2 de
febrero 1999 al 2 de agosto de 2003 por un total de $.343.140,96 (fs. 1004), lo que equivale a un incremento del 224,76%. La mera
ponderación de este último resultado aprobado por la alzada, permite advertir que se ha excedido notablemente a una razonable
expectativa de conservación patrimonial del crédito de la actora; por lo que la solución impugnada no puede ser mantenida pues
notoriamente se ha apartado de la realidad económica del caso, violentando los principios establecidos en los arts. 953 y 1071 del
Código Civil”.
Revertido aquel conocido plenario UZAL el Cimero Tribunal continuó en la línea de la ratificación de su
doctrina. Cito por su importancia, los siguientes fallos:
En “Sociedad Anónima Compañía Azucarera Tucumana s./ Quiebra s./ Incidente de ejecución de Sentencia”

(Fallos: 329:5467, 28/11/2006), se introduce como parámetro de ponderación el tratamiento de la ley 24.283 (Norma de explicación
para la liquidación judicial o extrajudicial): “Que de lo expuesto se deriva la irrazonabilidad de soslayar las injustas consecuencias
que la aplicación de las pautas indexatorias provocaría en el caso, con desconocimiento de los principios generales en materia de
indemnización expropiatoria y los imperativos de justicia que guiaron la sanción de la ley 24.283”
En “Automotores Saavedra S.A. c./ Fiat Concord S.A. s./ Ordinario” (Fallos: 332:466 17/03/2009) el dictamen
del Procurador Fiscal enfatiza “que el cómputo acumulativo de intereses que aplican en forma exponencial tasas que incluyen la

actualización del capital para los efectos inflacionarios puede resultar en un despojo para el deudor, cuya obligación no puede
exceder el crédito actualizado con un interés que no trascienda los límites de la moral y las buenas costumbres, en cuya observancia
está interesado el orden público (Fallos: 318:1345; 320:158)”

11
Otra sentencia importante es la dictada en “Banco de la Provincia de Buenos Aires c./ Cohen Rafael y otro s./
Ejecutivo” (Fallo: 335:863, 12/6/2012), puesto que si bien se trata de un supuesto de excepción, a saber, la cuenta corriente
bancaria, donde la norma legal habilitaba la capitalización de intereses, no obstante pone el acento en la petición de la demanda y
señala que: “….correspondía que los jueces realizaran un estudio pormenorizado sobre el alcance objetivo del artículo 795 del
Código de Comercio y su puntual aplicabilidad al saldo emergente luego del cierre de la cuenta corriente bancaria respectiva,
considerando que los réditos en cuestión tienen su causa en la mora del deudor de acuerdo a la pretensión del actor en el escrito de
inicio… De tal forma, el recurrente aduce que en el caso fue novada la obligación en tanto medió el cierre de la cuenta bancaria (en
el año 1994) y el consentimiento del deudor, que firmó el acuerdo de pago con la entidad financiera y reconoció la deuda en su
presentación de fojas 52; y en tales condiciones, no resultaba aplicable el artículo 795 referido. Manifiesta que el anatocismo
resuelto en la causa importa aumentar el saldo de cuenta corriente de un monto de $.53.571,01 (al 8 de agosto de 1994) en
$.1.124.959 (sólo en concepto de intereses). Señala que si se le aplicara el índice de costo de vida publicado por el INDEC desde
septiembre de 1994 hasta el 1 de agosto de 2009 tendría un valor actualizado de $122.141,90.”
También merece recordarse el caso “Mulleady Juan Benito c./ Sociedad Anónima de Tenis Argentino Cif y otros
s./ sumario” Fallos: 335:1948, 2/10/2012, pues será luego a su vez objeto de cita en subsiguientes sentencias, que contiene una
prolija reseña del Fiscal (con cita de precedente laboral Tazzoli) sobre los principios aplicables a la materia: (Del dictamen del

Fiscal) “Es procedente el recurso extraordinario deducido contra la resolución que aprobó la liquidación practicada contemplando la
aplicación y validez del mecanismo de capitalización de intereses fijado en el plenario «Uzal», pues conforme la doctrina del
precedente «Tazzoli» (Fallos:329:335), es descalificable -en tanto implica un menoscabo de las garantías de los arts. 17 y 18 de la
Constitución Nacional- el pronunciamiento que, con fundamento en plenarios del fuero, admitió la capitalización de intereses en
violación de una norma expresa de orden público (art. 623 del Código Civil), sin que concurran los supuestos legales de excepción,
por lo que la decisión recurrida debe dejarse sin efecto.”
Sentencias de la Corte Suprema de Justicia sobre intereses en materia laboral:
Entre las sentencias del Máximo Tribunal en cuanto a intereses en materia laboral, son relevantes las siguientes:
“Gentini, Jorge Mario y otros c./ Estado Nacional Ministerio de Trabajo y de la Seguridad Social y otro s./ otros
reclamos” (Fallos 341:1763, 4/12/2018) (Se evidencia en este fallo un notorio reproche al tribunal de grado, visto la mención

12
específica de sus integrantes). Se refiere a un caso de propiedad participada y su interés radica por la especial mención de la Corte a
la violación del principio de congruencia: “Que también corresponde descalificar lo resuelto en materia de intereses en tanto el a
quo ordenó aplicar, con efecto a partir del año 2003, la tasa prevista en el acta CNAT 2601 -dictada en 2014- en reemplazo de la
que había sido fijada en el fallo definitivo del 20 de abril de 2009 con arreglo al acta CNAT 2357 -dictada en 2002-, cuando tal
punto no había sido materia de agravio, excediendo así el marco de su jurisdicción apelada” (Fallos: 315:2406; 322:3084;
335:1031)”.

Igual referencia a la violación del principio de congruencia se efectúa en la sentencia “Ripp, Juan Ignacio c./
Personal Collect S.A. s./ despido” (Fallos 342:1652, 8/10/2019). Dice la Corte: “El a quo, sin proporcionar ningún tipo de
fundamentación seria que justifique su decisión, fijó dogmáticamente una suma resarcitoria que resultó ser veinticuatro veces
superior a la pretendida”.
A su vez, también interesa el fallo en cuanto efectúa una crítica que es necesario tener en cuenta para los
accidentes de trabajo bajo el derecho común, sobre la sumatoria de daños evaluados a valores actuales, con más las tasas de interés

agravadas del acta 2601: “Asimismo dispuso la aplicación de intereses según el Acta 2601 de la Cámara Nacional de Apelaciones
del Trabajo, con lo que el capital determinado se incrementaría notoriamente aun cuando su estimación -según señaló- había sido
efectuada «en cálculos hodiernos», es decir, a valores actuales”.
En “Camacho, Oscar Carlos c./ Curtiembres Becas S.A. y otro s./ accidente – acción civil” (Fallos 344:2026,
19/8/2021), vuelve a insistir con el principio de congruencia, abordando de lleno la cuestión de la superposición de daños
actualizados e intereses, para decir: “la jueza de primera instancia fijó la suma resarcitoria a -valores actuales-. A su turno, la

cámara confirmó ese aspecto del fallo, pero, sin proporcionar razón alguna, modificó lo resuelto en materia de intereses al ordenar
que corriesen desde la primera manifestación invalidante. Así, este tramo del pronunciamiento dejó de guardar correspondencia con
el enunciado previo, conforme al cual el monto de condena se hallaba determinado -en cálculos hodiernos-, es decir en importes
vigentes al tiempo del dictado de la sentencia de primera instancia del 28 de junio de 2017 (fs. 674). Como producto de la
modificación ordenada, pues, el tribunal de alzada elevó exponencialmente el importe de la condena, al punto de superar más de
diez veces el monto reclamado por la actora en su demanda (cfr. causa - Ripp, Juan Ignacio, Fallos: 342:1652)”.

13
El nuevo Código Civil y Comercial de la Nación: el art 770 y su interpretación. Una visión de la tasa de interés y
del anatocismo.
Con la sanción del Código Civil y Comercial, vigente desde el mes agosto del año 2015, se presenta una nueva

redacción en materia de capitalización de intereses, bajo el art. 770, en particular, en el inciso b), que constituye una novedad en
relación con el anterior 623 del Código Velezano.
En cuanto al origen de esta nueva disposición, ya he dicho que la procedencia histórica proviene de los contratos

mercantiles del Código de Comercio, a los que luego se sumó el reclamo de algunos doctrinarios más modernos. De este modo, la
propuesta del inciso b) de procurar el anatocismo con base en la notificación de la demanda figuró en los anteproyectos del Código
Civil y Comercial. Pese a ello, con total honestidad, es de señalar sus defensores, todos autores distinguidos, justifican su posición

como una forma de protesta frente al fenómeno de la inflación, pero sin la debida profundidad en cuanto a la consideración del
instituto de la usura (Quizás esta expresión personal sea el reflejo de una fidelidad sentimental hacia la figura de Vélez Sarsfield y
el total rechazo que me provoca el anatocismo).

Tampoco se ha analizado suficientemente su constitucionalidad a la luz de la garantía del art. 18 de la CN, en


tanto el efecto coercitivo de la capitalización por la mera notificación de una demanda y ante la amenaza del agravamiento
progresivo de la eventual condena, puede constituir un elemento de presión para amilanar el imprescindible ejercicio de la defensa
en juicio, en la amplitud y extensión plena en que lo reconoce el cuerpo constitucional. Desde tal perspectiva sostengo, firmemente,
que el inciso b) resulta a todas luces inconstitucional, afectando seriamente el derecho de propiedad.
Ninguno de estos reparos que expreso ha tenido suficiente tratamiento. Podrá advertirse, de una búsqueda de

comentarios sobre el actual art. 770 inc. b) CCyCN, que las obras dedicadas al nuevo Código, presentan escasas consideraciones,
cuando las mismas, lisa y llanamente, no son inexistentes.
Afirmo que la norma resulta inconstitucional por cuanto afecta el derecho de propiedad de los deudores,

teniendo en cuenta la desmesurada consecuencia patrimonial que el anatocismo provoca. Recordemos que la Corte Suprema de
Justicia de la Nación ha considerado arbitraria la capitalización de intereses, que ese mecanismo equivale a un despojo del deudor,
que la norma como regla general prohíbe el anatocismo el cual es de orden público y que ese criterio se ha aplicado aún por encima

14
del principio de cosa juzgada (Fallos ya reseñados supra). Pues bien, si se admite la capitalización desde la notificación de la
demanda, ese efecto de despojo patrimonial se concretará inexorablemente.
Por otra parte, la aplicación de la nueva norma producirá un injustificado beneficio patrimonial a favor de los

acreedores, pues por el sólo hecho de iniciar un juicio se incrementará sustancialmente su crédito y, lo anterior, seguramente
determinará el incremento de las demandas judiciales, fomentando en los acreedores la especulación de obtener un beneficio
lucrativo fácil y gratuito.

A su vez, la nueva norma (a la que remite el Acta 2764) produce una incongruencia legal; la capitalización de
intereses es contradictoria con un sistema en el que está prohibida la actualización monetaria de las deudas, lo cal ha sido declarado
constitucional por la Corte en reiteradas oportunidades (CSJN, “Yacimientos Petrolíferos Fiscales c./ Corrientes, Provincia de y

Banco de Corrientes s./ cobro de australes”, Y. 11. XXII., 03/03/1992, Fallos: 315:158; criterio reiterado en fallos 315:992 y 1209;
319:3241; 328:2567 y, 333:447. CSJN, -Del dictamen de la Procuración General al que la Corte remite- en autos “Puente Olivera,
Mariano c./ Tizado Patagonia Bienes Raíces del Sur SRL s./ Despido”, P. 536. XLIX. RHE, 08/11/2016, Fallo: 39:1583).

La capitalización de intereses por este medio puede tener un efecto comparable o mayor al de la actualización
monetaria por índices de precios, especialmente si se aplican tasas activas de interés y, lo que es peor, la aplicación de este tipo de
anatocismo vulneraría el límite del costo medio del dinero, establecido como pauta de abuso en el artículo siguiente (art. 771 del

CCCN).
Cabe volver a recordar que la CSJN ha considerado arbitrarias las sentencias que ordenaron aplicar tasas activas
de interés capitalizables (Fallos CSJN, 315:2980. El criterio se reiteró en ulteriores decisiones ver Fallos: 316:3131; 317:53;

318:1345; 319:973; entre otros y, reafirmado en el fallo “Tazzoli” ya reseñado.


En base a todos estos cuestionamientos, no cabe sino concluir que la posibilidad de capitalización de intereses a
partir de la notificación de la demanda judicial es inconstitucional, y también lo ha de ser el Acta 2764 del fuero laboral que recepta
tal principio.
Como contrapartida al pensamiento doctrinario favorable, el instituto del anatocismo por notificación de la
demanda del art. 770 inc. b) CCyCN no ha recibido la misma aceptación en sede judicial, sobre todo en el fuero civil, en la cual son
escasas las sentencias proclives a su aplicación. En esta cuestión, los magistrados civiles parecen obrar según el criterio restrictivo

15
de la Corte Suprema, antes desarrollado (dos fallos recientes de la CSJN se refieren al art. 770 CCyC, no obstante, se tratan
cuestiones de derecho público federal. Son las sentencias dictadas en Fallos 341:1661 y 342:85).
Así se advierte en numerosas sentencias, con diversos fundamentos:

A modo ejemplificativo; la Sala J de la Cámara Civil (Expte. N° 80921/2015 “COIAZZET, Roxana Verónica c./
SCELZI, Virginia María y otros s./ DAÑOS Y PERJUICIOS” 28/12/2021) entiende que se trata de una disposición genérica de
interpretación obligada y estricta, e inaplicable para las obligaciones de valor: “Hemos sostenido que si bien el art. 770 inc. b)

constituye una novedad del nuevo ordenamiento. Por cierto, se trata de una disposición genérica que es necesario interpretar por
cuanto, incorrectamente aplicada, puede llevar a desvirtuar la directriz general. Cabe recordar, además, que, por tratarse de una
excepción, se impone una hermenéutica estricta (ver Jornadas Nacionales de Derecho Civil del año 2017, pto. 11 de las
Conclusiones de la Comisión n°3). Al respecto, cuadra destacar que esta hipótesis reconoce su antecedente inmediato en el art. 569
del código comercial derogado que, referido al mutuo comercial, disponía que los intereses vencidos pueden producir intereses por
demanda judicial o por convención especial. El presupuesto de aplicación de esta excepción sólo es compatible con el

incumplimiento de las deudas de dinero líquidas o fácilmente liquidables en las que el acreedor se vio compelido a promover
demanda judicial, conclusión a la que se arribó en las Jornadas Nacionales de Derecho Civil del año 2017, anteriormente citadas
(conf. pto. 13 de las Conclusiones de la Comisión n° 3) (conf. CNCiv Sala M, 29/3/2019 Expte N°88.010/2014 “Rompani, Leandro

Leonel c./ Gómez, Guillermo Alberto y otros s./ daños y perjuicios”). Lo que se pretende, en definitiva, es que la práctica
consistente en la capitalización de intereses se desarrolle sólo en puntuales situaciones en las que la misma no degenere en usura; es
decir, que la misma no lleve a una consecuencia patrimonial que equivalga a un despojo del deudor, acrecentando la obligación que
recae en cabeza del deudor hasta un límite que excede los de la moral y las buenas costumbres. (Conf. CNCiv esta Sala M,
25/11/2021, Expte N° 82851/2018 “Galarza, Carla de los Ángeles c./ Transportes Santa Fe SACI y otros s./ daños y perjuicios”).
Sentado ello cabe señalar que en los presentes resultaba indispensable que el sentenciante determine, en la oportunidad procesal

pertinente, la cuantía de la reparación juntamente con los accesorios debidos. Desde esa perspectiva, y con anterioridad a que se
establezca la medida del daño, entiendo que no puede resultar de aplicación al caso el supuesto de excepción a la prohibición de
anatocismo regulado en el inc. b) del art. 770. Sabido es que la prohibición legal de anatocismo constituye una norma de orden

público (CSJN, fallos 316:3131; Ameal, Oscar, en “Código Civil….”, dir/coord. Belluscio-Zannoni, ed.Astrea, 1981, t° 3, pág. 131

16
y stes.) y aun cuando la norma autoriza la capitalización de los intereses con un criterio más amplio que en la redacción anterior,
sigue limitándola a los supuestos expresamente contemplados, los cuales -dado el carácter excepcional de la regla- no pueden ser
interpretados extensivamente (fallos 316: 3134), por lo que cabe desestimar el agravio incoado al respecto… En este sentido cabe
señalar que el art. 770 del CCyC establece como principio general que no se deben intereses de los intereses. Vale decir, reitera -
como primera premisa- la prohibición de anatocismo que regía durante el código civil sustituido, esto es, la posibilidad de
capitalizar los intereses que se vayan devengando de modo que, acumulándose al capital, constituyan una misma unidad.

A su vez, la Sala I (“C., K. L. y otro c./ Edenor S.A. y otro s./ daños y perjuicios”, Expte. Nº 18.039/2014,
18/8/2022) entiende que sólo son capitalizables los intereses compensatorios, pero no los moratorios : “No corresponde la
capitalización de los intereses pretendida por la parte actora, dado que no se dan los supuestos contemplados en el art. 770 del
Código Civil y Comercial. Cabe aclarar que según la función económica que desempeñan, los intereses pueden ser compensatorios
y moratorios. Los primeros son los que se pagan por el uso el capital ajeno, mientras que los segundos responden al concepto del
perjuicio sufrido por el acreedor por el retardo incurrido por el deudor en el incumplimiento de sus obligaciones. Va de suyo
entonces que los que se fijan en las sentencias de condena mal pueden configurarse como compensatorios. Más aún tampoco
existen en el supuesto intereses compensatorios pactados entre las partes, por lo que sólo cabe establecer los intereses que se deben
para el caso de incumplimiento de la manda judicial. Siendo entonces que los estipulados cubren dicha circunstancia, es que la
queja será desestimada”.
La Sala A (“BELBEY, Rosana Elizabeth y otro c./ TRANSPORTES 1 DE SEPTIEMBRE SA LINEA 93 y otro
s./ daños y perjuicios”, Expte. N° 38895/2014 J.29 (G.Y.) Recurso N° 038895/2014/CA002, 2/5/2022) también se remonta al

origen comercial de la norma: “Deviene necesario destacar que no se adecua a la hipótesis de autos la aplicación del art. 770 inc. b),
toda vez que el supuesto allí establecido reconoce como antecedente el art. 569 del derogado Código de Comercio, relativo al
mutuo comercial (cfr. esta Sala, “ANSALDI, Raúl Edgardo y otro c./ DUEÑA, Horacio Darío y otros s./ Daños y perjuicios”, del
26/04/2016, Expte. Nº 92.030/2012)”.
La Sala H (“Lizzano, Leonardo c./ Aguas Argentinas S.A. y otros s./ Daños y Perjuicios” Nº
84.999/2016, 6/2/2022) coincide con las antes mencionadas: “Al respecto, recuerda Trigo Represas, que el anatocismo constituye

una práctica de capitalización de intereses que, en principio, se encuentra prohibida, salvo las excepciones expresamente

17
autorizadas por la propia ley. Se ha dicho que la prohibición obedece al hecho de que, mediante tal acumulación de capital e
intereses, la suma adeudada podría llegar a incrementarse en forma exagerada en muy poco tiempo; lo que llevaría a que se
convierta en uno de los medios más refinados de usura. En este sentido cabe señalar que el art. 770 del CCyC establece como
principio general que no se deben intereses de los intereses. Vale decir, reitera -como primera premisa- la prohibición de
anatocismo que regía durante el código civil sustituido, esto es, la posibilidad de capitalizar los intereses que se vayan devengando
de modo que, acumulándose al capital, constituyan una misma unidad productiva de nuevos intereses. Es lo que se denomina
también “interés compuesto” (conf. Cazeaux - Trigo Represas, Derecho de las obligaciones, T. I, p. 603; Pizarro - Vallespinos,
Instituciones de Derecho Privado. Obligaciones, ed. Hammurabi T. 1, p. 430). En cuanto a las excepciones previstas por el mentado
art. 770, en lo que aquí concierne, el inc. b) constituye una novedad del nuevo ordenamiento, pues se trata de una disposición
genérica que es necesario interpretar por cuanto, incorrectamente aplicada, puede llevar a desvirtuar la directriz general. Cabe
recordar, además, que, por tratarse de una excepción, se impone una hermenéutica estricta (conf. esta Cámara, Sala J, “Coiazzet,
Roxana Verónica c/ Scelzi, Virginia María y otros s/ Daños y perjuicios”, del 28/12/2021; conf. esta Cámara, Sala M, “Rompani,
Leandro Leonel c./ Gómez, Guillermo Alberto y otros s./ daños y perjuicios”, del 29/3/2019).
Lo que se pretende, en definitiva, es que la práctica consistente en la capitalización de intereses se desarrolle sólo
en puntuales situaciones en las que la misma no degenere en usura; es decir, que la misma no lleve a una consecuencia patrimonial

que equivalga a un despojo del deudor, acrecentando la obligación que recae en cabeza del deudor hasta un límite que excede los de
la moral y las buenas costumbres.
Sabido es que la prohibición legal de anatocismo constituye una norma de orden público (CSJN, fallo 316:3131)

y, aun cuando la norma autoriza la capitalización de los intereses con un criterio más amplio que en la redacción anterior, sigue
limitándola a los supuestos expresamente contemplados, los cuales -dado el carácter excepcional de la regla- no pueden ser
interpretados extensivamente (fallo 316:3134)

La Sala M (Rodríguez, Lucía Mabel c./ Nación Seguros S.A. y otro s./ daños y perjuicios”, Expte. Nº CCF
636/2016, 6/7/2022), por su parte, recuerda el origen histórico del instituto en el mutuo comercial y por ende, rechaza una
interpretación literal de la norma: “El supuesto de anatocismo previsto en el art. 770 inc. b) del Código Civil y Comercial –y cuya

aplicación fue requerida a fs. 78 de la demanda–, reconoce como antecedente el art. 569 del derogado Código Comercial, referido al

18
mutuo comercial, que en su parte pertinente rezaba: “Los intereses vencidos pueden producir intereses, por demanda judicial o por
una convención especial. En el caso de demanda, es necesario que los intereses se adeuden a lo menos por 1 año”. Como
acertadamente lo ha señalado la Dra. Benavente, aunque el art. 770 inc. b) nada dice, su fuente permite explicar de manera plausible
los alcances que corresponde asignar al instituto aquí planteado por el actor. En efecto, en antecedentes de esta Sala se ha precisado
que el presupuesto de aplicación de esta excepción a la prohibición de anatocismo sólo es compatible con el incumplimiento de las
deudas de dinero líquidas o fácilmente liquidables, en las que el acreedor se vio compelido a promover demanda judicial”.
Convengamos V.E. que en el caso que hoy nos ocupa no ha existido, sino hasta el dictado de la sentencia, una
deuda líquida o fácilmente liquidable, obsérvese que para condenar a mis representados se debió examinar la validez o no del
distracto dispuesto y del salario denunciado, por lo que, hasta el dictado de la sentencia, insisto, no se estaba en presencia de una

obligación exigible y fundada.


En otros términos, en los procesos judiciales por obligaciones de valor (como las indemnizaciones, tal el
presente caso traído a estudio), no solamente se discute la existencia, vigencia y exigibilidad de la obligación, sino que también está

controvertido el monto o extensión de la misma. Recordemos que la extensión de la obligación, igual que su existencia, es de
interpretación restrictiva (art. 727, CCCN). Por ello, no puede sorprender que la legítima controversia entre las partes se centre en
tal cuestión.

Fácilmente se advierte que si en la especie, aún no se ha fijado con carácter definitivo la cuantía del reclamo
(esto va a ser con el dictado de la sentencia definitiva) tampoco funciona la referida excepción del inciso b).
Estimo, y así he de sostenerlo, que en el caso de autos nos encontramos en una típica obligación de valor, donde
el deudor debe una determinada utilidad, un beneficio cierto, que es aquél que debe recibir el acreedor para adquirir ciertos bienes,
y en tales supuestos la moneda no es el objeto de la prestación, sino que constituye un subrogado o sustituto en el acto de
cumplimiento. Aunque en este tipo de obligaciones la condena se traduzca finalmente en la entrega de una suma de dinero, ésta

sólo sirve de medida para establecer cuál es el monto que permitirá finalmente restaurar, en el patrimonio del acreedor, un
determinado quid o valor debido por el obligado. Así, puesto que en las deudas cuya cuantía depende de juzgamiento, el obligado
no conoce el monto definitivo hasta el momento de la decisión jurisdiccional, comparto en que no puede entenderse que resulte de
aplicación el inc. b) del art. 770 Cód. Civil y Comercial al supuesto de las obligaciones de valor, por cuanto del art. 772 citado se

19
desprende que “el monto resultante debe referirse al valor real al momento que corresponda tomar en cuenta para la evaluación de
la deuda…” que –incluso– “puede ser expresada en una moneda sin curso legal que sea usada habitualmente en el tráfico”. Por
supuesto, “una vez que el valor es cuantificado en dinero se aplican las disposiciones de esta sección”. Por lo tanto, aplicar en el

caso la capitalización de intereses –que no es más que una excepción a la prohibición de anatocismo instituida como principio
general– a partir de la notificación de la demanda, esto es, con anterioridad a que se establezca la medida del daño, “importaría
desnaturalizar las denominadas obligaciones de valor, asimilándolas indebidamente a las deudas de dar sumas de dinero”.
En el presente caso resultaba indispensable que el Juez determine, en la oportunidad de dictar sentencia, la
cuantía de la reparación juntamente con los accesorios debidos. Desde esa perspectiva, y con anterioridad a que se establezca la
medida del daño, entiendo que no puede resultar de aplicación al caso el supuesto de excepción a la prohibición de anatocismo
regulado en el art. 770 inc. b), por lo que cabe desestimar el agravio incoado al respecto.
Dicho de otro modo, aquel inciso b) del art. 770 supone necesariamente una deuda que ya viniera generando
intereses y cuyo pago fuera demandado judicialmente, supuesto en los que podrían capitalizarse desde el momento de la mora hasta

la notificación de la demanda, situación que no se verifica en el caso de autos pues, hasta el dictado de la sentencia, la deuda no
existía, ni era fácilmente liquidable o líquida. Esto así por cuanto la sentencia de fondo, para condenar a mis mandantes, debió
examinar la validez o no del distracto dispuesto, entonces hasta el dictado de esa decisión no se estaba en presencia de una

obligación exigible, Es decir no queda acreditado que el deudor haya incurrido en mora.
Prohibición de indexación: un fallo de la corte en materia de remuneración: “Álvarez”
Más allá del rechazo que me provoca el instituto del anatocismo, habrá quienes han de sostener que no se puede

negar la realidad inflacionaria y la afectación de los créditos laborales. Pero recuérdese “que una injusticia no puede cubrir la otra”.
Nuestro propio ordenamiento jurídico, a través del art. 5 de la ley 25.561 obsta a la actualización monetaria de
las deudas, disposición que, por diversos motivos y salvo alguna rara excepción, los jueces de todos los fueros y niveles

jurisdiccionales se resisten a declarar como inconstitucional.


Vemos entonces verdaderas acrobacias jurídicas para recomponer los créditos reconocidos en las sentencias, ya
que la mirada elevada a la Corte Suprema del decisor judicial permite anticipar que no se modificará el criterio del Máximo

Tribunal de la Nación.

20
Sería interminable relevar sentencias relativas a la cuestión. Nos limitamos a una en particular, el fallo “Álvarez,
Gladys Stella y otros c/ Estado Nacional -Consejo de la Magistratura art 110 2/ Empleo Público” (Fallos 342:1847) del 5/11/2019,
por referirse a la intangibilidad de las remuneraciones -en este caso judiciales-, que gozan de una especial protección constitucional.

Dijo allí la Corte: “El artículo 110 de la Constitución Nacional no importa un mandato que imponga mantener en
valores constantes las remuneraciones judiciales, no siendo suficiente tampoco la mera prueba de la existencia de la inflación para
violarlo”
Una solución desde el fuero civil: duplicación de la tasa sin capitalización:
Los magistrados del fuero civil no han permanecido insensibles frente al fenómeno de la inflación, pero como
módulo de compensación, en lugar de acudir al instituto del art. 770, se apoyan en los arts. 768 y 771 CCyC y las facultades

judiciales que este último le otorga al decisor.


Véase la posición actual de la Sala H de dicho fuero:
Dispone el art. 768 del Código Civil y Comercial: “A partir de su mora el deudor debe los intereses

correspondientes. La tasa se determina: a) por lo que acuerden las partes; b) por lo que dispongan las leyes especiales; c) en
subsidio, por tasas que se fijen según las reglamentaciones del Banco Central”. En el caso, como sucede en todas las demandas de
daños y perjuicios derivados de accidentes de tránsito, no hay una tasa acordada entre víctima y responsable, y tampoco una

establecida por leyes especiales (-también ocurre en los procesos laborales- tal consideración me pretenece). Por ende, solo resta
acudir a tasas fijadas en alguna reglamentación del Banco Central. Por otro lado, el art. 771 prevé que el juez debe valorar “el costo
medio del dinero para deudores y operaciones similares en el lugar donde se contrajo la obligación”. Esto significa que, en lo que
aquí interesa, que desde el día del hecho el acreedor (víctima) se ha visto privado del capital al que tiene derecho, y que entonces se
debe evaluar cuánto le hubiera costado el dinero si lo hubiera buscado en el mercado. Es sabido que la fijación judicial de intereses
para las deudas en mora procura resarcir al acreedor por la demora en percibir su crédito y castigar al incumplidor, quien se apartó

de los términos de la obligación asumida en origen. La jurisprudencia ha resaltado el contenido disvalioso del incumplimiento y la
necesidad de desalentarlo, conceptos que conviene recordar y tener presentes (véanse consideraciones de la mayoría en el caso
“Samudio”). El orden jurídico requiere, como pauta general de conducta, que toda persona cumpla con las obligaciones que

legítimamente asume y así lo ratifican las normas del CCCN. Cuando se asigna a las deudas en mora una tasa menor a la que

21
abonan -con arreglo a la ley, los reglamentos en vigencia y los pactos válidos- las personas que cumplen sus obligaciones con
regularidad, se desplazan las consecuencias ya apuntadas de la morosidad hacia la sociedad y, en paralelo, se beneficia a los
incumplidores. Lo dicho no obsta en absoluto a la garantía de los derechos del deudor, en particular cuando, en su calidad de

consumidor, se haya visto sometido a abusos que las normas protectoras imponen reparar. Son cuestiones distintas que pueden
tratarse de manera independiente (Drucaroff Aguiar, Alejandro, “Los intereses en los contratos bancarios y el nuevo Código Civil y
Comercial de la Nación”, RCCyC 2015 –agosto-, 162). Esta Sala viene aplicando desde hace tiempo la tasa activa de interés, ya sea

por aplicación del fallo plenario, ya por considerar que no había motivos para cambiarla por una tasa pasiva. Sin embargo, un nuevo
examen de la cuestión permite advertir que la tasa activa que aplica este tribunal no compensa al acreedor, para quien el costo del
dinero es mucho más alto. Parece entonces que una tasa adecuada para estos casos sería la que surja de aplicar dos veces la tasa
activa, pues su resultado refleja el costo del dinero en el mercado para muchos usuarios. No puede dejar de mencionarse que el
artículo 16° de la ley 25.065, de Tarjetas de Crédito, prevé que «el límite de los intereses compensatorios o financieros que el
emisor aplique al titular no podrá superar en más del 25%» a la tasa que aplique a las operaciones de préstamos personales en

moneda corriente para clientes. Este límite, que fue convalidado por la Corte Suprema (“Proconsumer c. Banco Itaú Buen Ayre
S.A. s./ sumarísimo, del 17/05/2016, LA LEY 2016-D, 159) al no intervenir en el caso resuelto por la sala C de la Cámara Nacional
en lo Comercial (fallo del 20/04/2012, publicado en el mismo lugar), es mayor –por el momento– a la tasa que en esta decisión se

establece. La aplicación doble de la tasa activa de interés rige, como es sabido, a partir de 01/08/2015 y hasta el efectivo pago, dado
que hasta esa fecha y desde la fecha del hecho, esta Sala entiende que debe aplicarse la doctrina del caso “Samudio”, como se ha
sostenido en numerosos precedentes (“Nieto, Rubén Esteban c/ Cajal, Saúl Guillermo y otros s/ Daños y perjuicios”, Expte.
104.622/2011, del 12/06/2016; “Focaraccio, Georgina Vanesa y otros c/ Giménez, Ángel y otro s./ daños y perjuicios”, Expte.
95.334/2013, del 10/08/2008; “Medina, Daniel c./ Fernández Prior, Jorge s./ daños y perjuicios”, Expte. 100.900/2013, del
15/07/2016, entre otros). En ese orden de ideas, estimo razonable se aplique para la totalidad de los rubros la tasa activa conforme
surge del citado plenario desde la fecha del hecho hasta el 1° de agosto de 2015 y a partir de allí la doble tasa activa hasta el
efectivo pago (arts. 768 inc. c) y art. 770 del C.C.yC.).”

22
En cuanto al alcance de esta duplicación del plenario “Samudio” es de señalar que el resultado final de esta
fórmula, ya de por sí gravosa, está muy lejos de la repotenciación del 2200% que se menciona en el Acta 2764, la que,
convengamos, cercena el derecho de propiedad y, por ende, es inconstitucional.
Algunos interrogantes sobre el Acta 2764. Carácter obligatorio o de sugerencia. Violación del principio de
congruencia. Anualización de la capitalización.
Las mismas dudas que presento parecen emanar de los autores del Acta 2764, puesto que en la parte dispositiva

se aclara (o se oscurece) en varios tramos, de que se trata de una “sugerencia”. Quizás fuera prudente una nueva evaluación de la
materia y una definición más ajustada, a fin de evitar la actual incertidumbre. Sin perjuicio de ello, se han de plantear algunas
cuestiones prácticas.

En el caso de las acciones deducidas en forma previa a la sanción del nuevo Código Civil y Comercial, la
capitalización no sería aplicable, por ausencia de norma legal, aunque este no sea el caso que hoy nos ocupa. No obstante, señalo
que así lo ha entendido la Cámara Civil al disponer: “En virtud de lo dispuesto por el artículo 7° del Código Civil y Comercial, la

norma invocada resulta inaplicable al caso de autos ya que al momento en que según el mentado inciso b) debía producirse la
capitalización de los intereses moratorios, no se encontraba vigente el nuevo ordenamiento positivo (C.N.Civil Sala “A”, “Maruca,
Miguel Ángel c./ Baduan, Alberto Raúl s./ cumplimiento de contrato” -expte. 52.022/2008- del 22/2/2018; íd. Sala “B”, “Díaz,
Oscar Raúl c./ Peralta, José Alberto s./ daños y perjuicios” -54389/2012- del 22/11/2017; íd. Sala “C”, “Consorcio de Prop. Paraná
c./ Fernández, Carlos Manuel s./ ejecución de expensas” -expediente n° 74565/2012- del 4/8/2016”. “Sala E, 90325/2006 C C A c./
G SA (rebelde) y otros s./ daños y perjuicios, 6/10/2021).
En cuanto al principio de congruencia, la petición del art. 770 inc. b) no es habitual en las demandas interpuestas
ante el fuero del Trabajo. Pese a ello, el Acta 2764 no efectúa ninguna distinción entre los procesos en que se activó la pretensión y
aquellos en los que ni siquiera fue esbozada. Me remito al respecto al principio general en la cuestión, que prohíbe el anatocismo

con carácter de orden público, así como a la condición de accesorios de los intereses respecto del capital (CSJN “El carácter
accesorio que posee la obligación de intereses, con arreglo al derecho de fondo, no puede verse alterado por circunstancias de orden
procesal, como es la que su cumplimiento haya constituido el reclamo principal de la demanda”. Vianini S.P.A. y otro c./ Obras
Sanitarias de la Nación. Fallos: 304:226), motivo por el cual deben ser objeto de requerimiento puntual y diferenciado (en particular

23
cuando se trata además de una excepción, como la capitalización). Asimismo, resalto la posible aplicación de la doctrina de los
Fallos “Cohen”, “Gentini”, “Ripp”, “Camacho” y demás antes mencionados, de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Finalmente, en cuanto a la repetición de la capitalización en forma anual que surge de la referida Acta 2764,

resultan atinadas al respecto las observaciones del Fallo “Antuña” de la Corte.


También es posible citar una sentencia contraria del fuero civil, que interpreta que sólo puede utilizarse el
anatocismo del art. 770 inc. b) una sola vez, sin volver a repetirse hasta la etapa de ejecución, en la que regirá el art. 770 inc c)

CCyC (intimación de pago luego de la condena firme):


“Adviértase que únicamente a partir del momento en que se notifica la demanda, opera la capitalización de
intereses. De allí en adelante no hay más capitalización (salvo que concurra otro de los supuestos previsto por el artículo 770

citado). Para que proceda el anatocismo por “demanda judicial”, es requisito la promoción de una demanda judicial, por capital e
intereses, y su notificación. Una vez cumplidos tales requisitos, se produce la acumulación al capital de los intereses devengados
hasta dicha notificación, mientras que, los que se devengan después de la notificación, no son acumulables, sino que nacen como

simples (conf. C.N.Civil, precedentes citados en el párrafo anterior) CAMARA CIVIL - SALA E 90325/2006 C C A c/ G SA
(REBELDE) Y OTROS s/DAÑOS Y PERJUICIOS Buenos Aires, 6 de octubre de 2021)
Naturaleza de los créditos alcanzados. ¿Es posible la capitalización sobre multas y sanciones?. Deuda de valor.
La respuesta, conforme los fallos reseñados de la CSJN, ha de ser por la negativa. Como se ha visto, la Cámara
Civil destaca el origen de la norma del art. 770 CCyC, sobre la base del mutuo comercial del antiguo Código de Comercio, y la
imposibilidad de replicarla en el caso de las deudas de valor. Y mucho menos la capitalización pretendida por el actor puede

aplicarse a las multas, en el caso la del art. 132 bis lo que fuera materia de agravio de esta parte en el recurso extraordinario en
trámite por ante la distinguida Sala II.
Por ello el anatocismo del inciso b) del art. 770 requiere un análisis especial para el caso de multas y sanciones,

tan extendidas en el Derecho del Trabajo (ley 24.013, ley 25.345, ley 25.323, art 132 bis LCT), en las cuales rige además una
garantía de defensa en juicio reforzada (art. 18 CN). Otro aspecto que seguramente generará jurisprudencia.
La indemnización por despido, ¿es una deuda de valor?, indudablemente la respuesta es por la afirmativa, así lo

avala la doctrina legal de la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires, al decir que la reparación por los daños a la persona

24
trabajadora constituye una deuda de valor (SC L. 119.914 “Aguiar” de fecha 22 de junio de 2020 y L 122.532 “Papalia” del 29 de
septiembre de 2020).
El alto Tribunal Bonaerense da claros indicios para reafirmar que la indemnización por despido es una deuda de

valor.
En un novedoso fallo dictado por el Tribunal de Trabajo N°1 de Junín, sede Chacabuco: “Orlando Evangelina c./
Orsini Santiago y otro/a s./ despido” Expte. 38.502, de fecha 25 de junio de 2021, lleva la liquidación a valores actuales. Es decir,

toma el salario que le hubiera correspondido al momento del dictado de la sentencia, lo que denota que se trata de deuda de valor.
Ello, así pues, “el salario entraña siempre una exigencia de valor mínimo” para argumentar en favor de
considerar la indemnización por despido como deuda de valor.

El supuesto que permite la capitalización de intereses por la promoción de la demanda judicial no debe aplicarse
a las “deudas de valor” por varias razones: 1º La primera razón es estrictamente conceptual. Sostenemos que el anatocismo no debe
aplicarse a las demandas por deudas de valor por el mismo concepto legal de la “deuda que consiste en un valor”, de acuerdo a la

terminología del Código ahora vigente. El art 772 del CCCN establece, refiriéndose a las obligaciones de valor, que “Una vez que
el valor es cuantificado en dinero se les aplican las disposiciones de esta Sección”. Esa sección es en donde, justamente, está
previsto el anatocismo y las excepciones al mismo, entre las que está la que nos ocupa. Lo dicho me conduce al razonamiento que

sigue: Como sabemos, si hay un proceso judicial por el reclamo de una obligación que consiste en un valor, la cuantificación en
dinero se produce recién con el dictado de la sentencia. Es evidente que la demanda es, temporalmente, anterior al dictado de la
sentencia. Luego, resulta insostenible la posibilidad de aplicar el anatocismo por el inicio de la demanda, cuando la deuda que

consiste en un valor todavía no era dineraria, según los conceptos del mismo Código.
2º En segundo lugar, existe una razón valorativa. En los procesos judiciales por obligaciones de valor (como las
indemnizaciones), no solamente se discute la existencia, vigencia y exigibilidad de la obligación, sino que también está

controvertido el monto o extensión de la misma. Recordemos que la extensión de la obligación, igual que su existencia, es de
interpretación restrictiva (art. 727, CCCN). Por ello, no puede sorprender que la legítima controversia entre las partes se centre en
tal cuestión. Por experiencia como abogado que actúa diariamente en cuestiones contenciosas, he comprobado que muchas veces se

llega al conflicto judicial, no porque el eventual deudor desconozca la existencia de la obligación, sino porque las partes no se

25
ponen de acuerdo sobre el monto del crédito del acreedor. Luego, sería injusto que el deudor sea penalizado con la capitalización de
intereses cuando se niega a pagar la suma que el demandante pretende en forma unilateral. En tal sentido se debe tener presente
que, de acuerdo a la práctica judicial, en casi la totalidad de los casos, las eventuales condenas son sustancialmente menores a los

montos demandados. Ello constituye una clara evidencia de que la demanda no siempre es promovida porque el deudor se niega a
pagar una legítima obligación sino porque ilegítimamente el acreedor pretende el pago de una suma que ningún juez le reconocería.
3º La tercera es una razón hermenéutica por la ubicación de las normas positivas. El anatocismo es regulado por

el art. 770 del CCCN, dentro de las normas que regulan las denominadas obligaciones dinerarias; mientas que las obligaciones de
valor son incorporadas al CCCN en una norma (el art. 772) que está ubicada posteriormente en el orden numérico ordinario de los
artículos del Código. De tal forma, por la ubicación en el Código de las normas involucradas, el anatocismo permitido por

demandas judiciales no debe comprender a las deudas de valor.


4º El cuarto argumento se sustenta en la interpretación restrictiva de toda excepción a una regla general. Como
todas las excepciones a la prohibición de capitalizar intereses, esta nueva excepción legal también debe ser interpretada en forma

restrictiva. Como la regla general sigue siendo la prohibición del anatocismo, los supuestos excepcionales en que se permite la
capitalización de intereses deben ser interpretados en forma estricta y restrictiva. Por ello, ante la duda sobre su procedencia, no
debe permitirse la incorporación de intereses al capital demandado. Si al hecho de la imposición de la prohibición como regla

general, sumamos el fundamento moral y de orden público de la prohibición del anatocismo, hasta tal punto que se revisa
judicialmente el mismo aún luego de sentencias pasadas en autoridad de cosa juzgada, es evidente que la aplicación de la excepción
debe ser aplicada en forma sumamente restrictiva, abarcándose la menor cantidad de casos posibles. También por ello, en virtud de

este criterio restrictivo, no debe aplicarse la capitalización de intereses por demanda judicial a los procesos en los que se reclaman
deudas de valor.
5º El quinto fundamento se sustenta en el resultado que el anatocismo produce. Sin perjuicio de presentarse los

requisitos de procedencia del anatocismo autorizado legalmente por el Código, considero que esta excepción a su prohibición no
debe ser aplicada a las deudas de valor, a poco que se considere la inequidad a la que conduce. En tal sentido debe tenerse en cuenta
que las condenas por deudas valor, especialmente las que fijan indemnizaciones, cuantifican la obligación a valores al momento de

la sentencia. Si el valor que debe ser cuantificado en la sentencia incluyese intereses hasta el inicio de la demanda, los cuales se

26
agregarían al valor reclamado, se desvirtuaría la norma del art. 772 del CCCN, que establece que “el monto resultante debe referirse
al valor real”, pues el mismo se vería incrementado indebidamente con injustificados accesorios. Esto conduciría a resultados
absolutamente desproporcionados, que vulnerarían los límites impuestos por la moral, las buenas costumbres y el orden público,

consagrándose un abuso.
Norberto O. Centeno hace más de cuarenta años se asomó al tema de considerar a la deuda salarial, como la
propia de una obligación de valor. Para ello se apoyó en el pensamiento de Boffi Boggero, Trocoli, Morello y Masnata, haciendo

gala de un pluralismo político que saltaba barreras en busca de la verdad, y se atrevió a hacer una atrevida consideración de las
obligaciones por créditos de salarios como deuda de valor que, con humildad, la consideró una aproximación al tema (Norberto O.
Centeno, "El salario como deuda de valor. Aproximación al tema", en Revista de Legislación del Trabajo, Tomo XX -B- julio a

diciembre de 1972, pág. 588 y ss.).


Consecuencias operativas del Acta 2764 en el procedimiento laboral.
En el orden formal, la implementación del Acta 2764 se enfrentará con dos cuestiones propias de la Ley de

Ordenamiento Laboral.
La primera es el modo en que la Cámara del Trabajo interpreta hoy día la fórmula de inapelabilidad de las
sentencias por razón del monto, establecida en el art. 106 L.O. en 300 veces el valor del bono de derecho fijo de la ley 23.187,

puesto que la capitalización de los accesorios desde la notificación de la demanda y el importe final a que arribarán los intereses,
será muy superior al capital inicial reclamado y a las restantes sumas involucradas en el recurso de apelación.
Es ampliamente sabido que las Salas del fuero del trabajo de modo casi unánime, adoptan, para el cálculo del art.

106 LO solamente el capital puro, con absoluta exclusión de los intereses.


De esta forma, habrá que estar atentos a la posible modificación de este criterio, en vista de las impugnaciones
que pudieran surgir al Acta 2764, ya que, con la nueva fórmula propuesta, los accesorios pueden superar el capital en 22 o más

veces, y con ello devenir incongruente que se impida, bajo tales condiciones, el acceso recursivo a un control del resultado.
En segundo término, también se avizoran conflictos en la etapa de ejecución, según la norma del art. 109 L.O.,
remitiéndome a dicho respecto al fallo de la Corte Suprema en el caso Anselmi (Fallos 345:81, del 17/2/2022, “inapelabilidad de las

resoluciones de ejecución en el proceso laboral”). En este contexto, se presenta la sentencia “ANSELMI” de la Corte Suprema de

27
Justicia de la Nación, que reitera la doctrina de otro precedente en la materia, el fallo “SANCHEZ”. Ambos aportan una visión más
proclive en favor de los recursos, al resguardo del debido proceso adjetivo.
Se trata de la revisión de una decisión de la Cámara Federal de Apelaciones de Mar del Plata, que declaró mal

concedido un recurso de apelación del Estado Nacional en materia de astreintes con intereses, por aplicación del art. 109 LO.
La resolución del caso se efectúa bajo el instituto de la arbitrariedad, es decir, también en un marco de excepción
al sistema de acceso al Máximo Tribunal. Excepción triple entonces, por la arbitrariedad, por tratarse de una decisión adoptada en

la etapa de ejecución, y en razón de que, además, el examen de la procedencia de un recurso es una evaluación privativa del tribunal
al cual está dirigido. Todos ellos supuestos, en principio, ajenos a la materia del recurso extraordinario federal.
De este modo, la Corte ingresa en el aspecto fáctico: el inferior ha omitido tratar “ las serias alegaciones del

Estado Nacional acerca del gravamen irreparable que le causaba… una liquidación de astreintes por un monto, según dijo,
exorbitante, sin reparar en el carácter provisional de aquellas, ni en que la obligación principal ya había sido cumplida durante el
año 2010 ni en la circunstancia de que el trámite del pago fue realizado bajo la estricta observancia de las normas de consolidación
pública”. (FMP 51004545/1990/1/RH1 Anselmi, Héctor Rubén c/ Ferrocarriles Argentinos s/ diferencias salariales. Del 17 de
febrero de 2022).
Por ello concluye que “el pronunciamiento apelado exhibe graves vicios de fundamentación que lo descalifican

como un acto jurisdiccional válido con arreglo a la doctrina de esta Corte sobre arbitrariedad de sentencias”.
Es decir, las alegaciones “serias” formuladas por las partes aún en la etapa de ejecución de sentencia, requieren
pronunciamientos debidamente fundados. Interpretación que, acorde a la importancia de garantía constitucional en juego que es la

de defensa en juicio, tiene aplicación al derecho procesal proceso en general, sea de carácter laboral como civil y comercial.
Podemos aventurar entonces que, bajo esta doctrina de la Corte, en el primer caso, el del proceso laboral, el
espíritu en favor del recurso debe ser más amplio, dado que la posibilidad de apelar es más limitada.

En suma, ambas sentencias, el fallo “ANSELMI” y su antecedente “SANCHEZ” son una cita útil en la práctica
profesional diaria, ya que los pronunciamientos de la Corte en materia procesal y en particular, en las ejecuciones, no son tan
frecuentes.

28
Lo dicho guarda estrecha relación, no sólo en cuanto a la concesión del recurso que se intenta, sino por cuanto
vemos que el Acta que se cuestiona (ya lo he hecho en el recurso extraordinario ya presentado en autos) afecta seriamente el
derecho de propiedad de todo deudor, convirtiéndola en inconstitucional, pues eleva cualquier crédito por encima de toda inflación

habida en este país.


Finalmente, no puede descartarse que en oportunidad de la liquidación de la condena (art. 132 L.O.) la parte
perjudicada invoque y solicite el control previsto en el art. 771 del CCyC, que dice: “los jueces pueden reducir los intereses cuando

la tasa fijada o el resultado que provoque la capitalización de intereses excede, sin justificación y desproporcionadamente, el costo
medio del dinero para deudores y operaciones similares en el lugar donde se contrajo la obligación.” Ello en conjunción con el art.
10 del CCyC, de abuso del derecho. De este modo se generarían mayores fuentes de continuidad de los litigios, con revocatorias,
quejas, revocatorias in extremis, recursos extraordinarios, entre otras alternativas procesales, a todas luces inconvenientes en el
actual estado de sobrecarga de trabajo de los tribunales.
La división social y política que atraviesa nuestro país se refleja en el Acta 2764, donde la solución a una
situación de injusticia, como es la desvalorización del crédito laboral, es fuente para otro injusto, cual es el anatocismo oficioso.
Como bien dijo la Corte en “García Vázquez” y en tantas otras ocasiones, la actividad jurisdiccional requiere también, la
evaluación de sus resultados.
Recordemos también que, según la tradición de la doctrina argentina, la norma que prohíbe el anatocismo como
regla general es considerada de orden público, pues ella se funda en consideraciones de carácter moral y económico. También la
Corte Suprema ha considerado que en la observancia de tal prohibición está involucrado el orden público (SALVAT, Raymundo

M., Tratado de Derecho Civil Argentino. Obligaciones en general, ob. cit., p. 141. CSJN - 17/03/2009, S.C. A.413, L.XLIII -
"Automotores Saavedra S.A. c/ Fiat Concord S.A. (RHE)" – El Dial del 18.3.09. En el mismo sentido, Fallos: 318:1345; 320:158).
Pese al profundo y loable fundamento de la prohibición del anatocismo como regla general, tal regla impeditiva

ha quedado altamente limitada como norma rectora y moralizadora. El nuevo Código Civil y Comercial, a mí criterio, ha ampliado
inapropiadamente las excepciones legales a la prohibición del anatocismo. Es decir, el Código vigente ha incrementado los
supuestos en los que expresamente es admitida la capitalización de intereses, por ello y doctrina sentada por nuestro Cimero

Tribunal ha de declararse su inconstitucionalidad.

29
Esta criticada nueva excepción a la prohibición del anatocismo, me refiero a la del inciso b), debe limitarse a las
obligaciones dinerarias estrictas, excluyéndose a las obligaciones de valor, por ello supra he hecho la distinción entre deudas
dinerarias y de valor, tal como lo introdujera en el recurso extraordinario que otrora introdujera esta parte.

Así la norma deberá ser declarada inconstitucional por cuanto por el solo hecho de interponer una demanda se
incrementará sustancialmente su crédito, lo que sin duda determinará el incremento de las demandas judiciales, fomentando en los
acreedores la especulación de obtener un beneficio lucrativo fácil y gratuito.

A su vez, la nueva norma produce una incongruencia legal; la capitalización de intereses es contradictoria con un
sistema en el que está prohibida la actualización monetaria de las deudas, lo cual ha sido declarado constitucional por la Corte en
reiteradas oportunidades (CSJN, “Yacimientos Petrolíferos Fiscales c./ Corrientes, Provincia de y Banco de Corrientes s/ cobro de

australes”, Y. 11. XXII., 03/03/1992, Fallos: 315:158; criterio reiterado en causas 315:992 y 1209; 319:3241 y 328:2567. CSJN.
Massolo Alberto Jorge c/ Transportes del Tejar s.a. y otro s./daños y perjuicios, M. 913. XXXIX., RHE, 20/04/2010, Fallos:
333:447. Entre muchos otros).

Sin perjuicio de las críticas generales ensayadas, venimos a sostener que el anatocismo no debe ser aplicado
cuando se demanda una obligación de las denominadas “deuda de valor”. Deudas de valor son aquellas en las que “el monto
resultante debe referirse al valor real al momento que corresponda tomar en cuenta para la evaluación de la deuda” (art 772 del

CCCN). Recordemos que entre las obligaciones de dar dinero y las de valor existe una distinción ontológica. En una y en otra, el
deudor debe cosas distintas. En las primeras el deudor debe “desde el inicio de la obligación” una cantidad de moneda, es decir,
debe directamente dinero; mientras que en las segundas el deudor debe un valor patrimonial (BUSTAMANTE ALSINA, Jorge;

Deudas de dinero y deudas de valor. Alcance de la distinción y posibilidad de suprimirla, LA LEY 149, 952 - Obligaciones y
Contratos Doctrinas Esenciales Tomo III, 01/01/2009, 7, Cita Online: AR/DOC/3432/2009).
Esta distinción es la posición de la mayoría de la doctrina nacional y fue sostenida en las XIX Jornadas

Nacionales de Derecho Civil, en donde se concluyó que la distinción entre deudas de dinero y de valor existe desde el punto de
vista ontológico, porque hay una sustancial diferencia entre deber un “quantum” (deudas de dinero) y un “quid” (deudas de valor).
En las primeras se debe una “cantidad de algo” que es dinero y en las segundas se debe otra cosa que es el “valor de algo”.

Leyes 23.928 arts. 7 y 10, 25.561 arts. 4 y 5.

30
Proclama el accionante la inconstitucionalidad de las normas del epígrafe, para así sostenerlo expresa, en
concreto que, al no poderse aplicar la actualización o indexación de las deudas, con más intereses puros, se cercena el derecho de
propiedad.

Adelanto que ninguna razón le asiste, por cuanto ya en el año 2010, más precisamente con fecha 20 de abril de
ese año, nuestro Máximo Tribunal en los autos “Massolo, Alberto José c./ Transporte del Tejar S.A.”, dejó sin efecto la resolución
de la Sala A de Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil que confirmara la inconstitucionalidad del artículo 4 de la Ley Nº

25.561, modificatorio del artículo 7 de la Ley Nº 23.928, que prohíbe la actualización monetaria, indexación por precios, variación
de costos o repotenciación de deudas, cualquiera fuere su causa, haya o no mora del deudor.
Para así disponerlo expreso “que la ventaja, acierto o desacierto de la prohibición de toda clase de actualización

monetaria escapa al control de constitucionalidad ya que la conveniencia del criterio elegido por el legislador no está sujeta a
revisión judicial y los artículos 7 y 10 de la Ley Nº 23.928 constituyen una decisión del Congreso Nacional de ejercer las funciones
que le encomienda el artículo 67, inc. 10 (hoy artículo 75, inc. 11), de la Constitución Nacional de “Hacer sellar la moneda, fijar su
valor y el de las extranjeras...”. Agrega la Corte que el valor de la moneda circulante con fuerza legal en todo el territorio de la
Nación -que cumple la función de un bien económico insusceptible de ser regulado directa o indirectamente por la ley de la oferta y
la demanda- se funda en la autoridad del Estado que es su creador y, que por consiguiente, la perdurabilidad de ese valor como
signo monetario de fuerza legal, en tanto no fuere alterado por el propio Estado de quien dimana, no puede estar a merced de las
convenciones concertadas por los particulares entre sí”.
Los arts. 7 y 10 de la ley 23.928, modificado por el art.4 de la ley 25.561, son normas cuya validez

constitucional ha sido hartamente convalidada por la CSJN. (conf. causas L. 101.512, «Alanis», sent. del 21-III-2012; L. 92.297,
«Ferreyra», sent. del 23-III-2010; L. 89.957, «Marino», sent. del 4-VI-2008; L. 85.591, «Fernández», sent. del 18-VII-2007; entre
muchas).

La ley 25.561, denominada de Emergencia Pública y Reforma del Régimen Cambiario, se sancionó el 6 de enero
de 2002 y se publicó en el número extraordinario del Boletín Oficial de la Nación el 7 de enero de dicho año. En su art. 4 estableció
la nueva redacción de los arts. 7 y 10 de la ley 23.928, determinando así -concerniente a la primera de dichas normas- que el deudor

de una obligación de dar una suma determinada de pesos cumple su obligación dando el día de su vencimiento la cantidad

31
nominalmente expresada. En ningún caso se admitirá actualización monetaria, indexación por precios, variación de costos o
repotenciación de deudas, cualquiera fuere su causa, haya o no mora del deudor, con las salvedades previstas en la presente ley.
El segundo de los artículos establece que se mantienen derogadas, con efecto a partir del 1 de abril de 1991,

todas las normas legales o reglamentarias que establecen o autorizan la indexación por precios, actualización monetaria, variación
de costos o cualquier otra forma de repotenciación de las deudas, impuestos, precios o tarifas de los bienes, obras o servicios.
Dispone también que la derogación se aplicará aún a los efectos de las relaciones y situaciones jurídicas existentes, no pudiendo

aplicarse ni esgrimirse ninguna cláusula legal, reglamentaria, contractual o convencional -inclusive convenios colectivos de trabajo-
de fecha anterior, como causa de ajuste en las sumas de pesos que corresponda pagar.
En suma, el art. 4 de la ley 25.561, con las modificaciones introducidas a dichos preceptos, no hizo más que

ratificar la vigencia del principio nominalista plasmado en 1991 mediante la ley 23.928, una de cuyas manifestaciones consiste en
la prohibición de los mecanismos de actualización monetaria (v. Lorenzetti, Ricardo L., La emergencia económica y los contratos,
p. 160, Rubinzal - Culzoni, Bs. As., 2002).

Es oportuno recordar que en ocasión de examinar la compatibilidad constitucional de la ley 23.928 -


precisamente, en lo relativo al roce de la referida prohibición indexatoria con el derecho de propiedad- la Corte Suprema de Justicia
de la Nación estableció, in re "Yacimientos Petrolíferos Fiscales contra Provincia de Corrientes y otro", sentencia del 3 de marzo de

1992 (Fallos 315:158), que dicha norma legal "constituye una decisión clara y terminante del Congreso Nacional de ejercer las
funciones que le encomienda el art. 67 inc. 10 [hoy art. 75, inc. 11]. Ante tal acto legislativo no sólo han quedado derogadas
disposiciones legales sino que además deben ser revisadas las soluciones de origen pretoriano que admitían el ajuste por
depreciación, en cuanto, precisamente, se fundaron en la falta de decisiones legislativas destinadas a enfrentar el fenómeno de la
inflación. De allí que esta casación no puede mantener idéntico temperamento respecto de este punto en relación a períodos
posteriores al 1º de abril de 1991" (ver considerando 14).
Ratificando los principios rectores en la materia, en similar sentido, la Suprema Corte en precedentes similares al
de autos, cuya doctrina -precisamente- alega el actor se encuentra en tela de juicio, tuvo ocasión de afirmar que "la modificación
introducida por la ley 25.561 a la ley 23.928 mantuvo la redacción del art. 7º de ésta, en el que sólo cambió el término 'australes'
por 'pesos', estableciendo que el deudor de una obligación de dar una suma determinada de pesos cumple su obligación dando el día

32
de su vencimiento la cantidad nominalmente expresada y que en ningún caso se admitirá actualización monetaria, indexación por
precios, variación de costos o repotenciación de deudas, cualquiera fuere su causa y, además ratificó la derogación dispuesta por su
artículo 10, con efecto a partir del 1º de abril de 1991, de todas las normas legales o reglamentarias que establecen o autoricen la
indexación por precios, actualización monetaria, variación de costos o cualquier otra forma de repotenciación de las deudas,
impuestos, precios o tarifas de los bienes, obras o servicios". Añadiendo que: "el acogimiento de una pretensión indexatoria como
la expuesta por el accionante, además de ser contraria a las normas referenciadas en el párrafo anterior -que justamente fueron
dictadas con la finalidad de evitar el envilecimiento del signo monetario- no haría más que contribuir a ese proceso" (conforme
causas B. 49.193 bis, "Fabiano", sentencia int. de 2-10-2002; Ac. 86.304, "Alba", sentencia del 27-10-2004).
Posteriormente, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha reiterado la vigencia del reseñado criterio, al

sostener que "la prohibición de indexar impuesta en las leyes federales aludidas [en referencia a las leyes 23.928 y 25.561] procura
evitar que el alza de los precios relativos correspondientes a cada uno de los sectores de la economía, al reflejarse de manera
inmediata en el índice general utilizado al mismo tiempo como referencia para reajustar los precios y salarios de cada uno de los
demás sectores, contribuya de manera inercial a acelerar las alzas generalizadas de precios. Por tal motivo, la recomposición de la
pérdida del valor adquisitivo ha de darse sector por sector y caso por caso". Agregando que "... la ventaja, acierto o desacierto de
dicha medida legislativa escapa al control de constitucionalidad pues la conveniencia del criterio elegido por el legislador no está
sujeta a revisión judicial, salvo que sea arbitrario o irrazonable, extremo no alegado ni demostrado en el caso ” (Fallos: 224:810;
300:642 y 700; 306:655, entre muchos otros)" (conf. C. 1051. XL. In re "Chiara Díaz, Carlos Alberto c./ Estado Provincial s./
acción de ejecución", sentencia del 7-3-2006).

No se advierten motivos, en el caso que hoy ocupa la atención de VV.EE., para apartarse de dichos precedentes,
más estimo necesario efectuar algunas precisiones en atención a los argumentos que expusiera el accionante para recurrir como lo
hace.

Si bien la realidad social o económica de una nación rara vez resulta ser un fiel reflejo del ordenamiento jurídico
que la rige, dada la mutabilidad propia que imprime la evolución humana, no es menos cierto que la vida en sociedad se
desenvuelve -en sistemas republicanos como el nuestro, artículo 1 de la Constitución Nacional- con apego a la voluntad de los

representantes de la soberanía popular. Los mandatos normativos han sido los pilares sobre los que se han construido con el tiempo

33
conciencias sociales básicas en torno al alcance y extensión de determinados derechos, acuerdos o soluciones de transacción que en
más de una oportunidad han permitido obtener resultados de bienestar general que de otro modo podrían verse frustrados.
El poder de los jueces debe ejercerse en vista a aquellos mandatos y circunscripto al conflicto que los litigantes

promueven ante sus estrados. Ello importa, al sentenciar, un acotamiento del margen de acción pues, de un lado, demanda
prescindir de meras valoraciones genéricas sobre el contexto social o económico y, del otro, requiere de un preciso escrutinio de los
elementos que conforman las "circunstancias" del caso a resolver.

El arbitrio de recurrir "a los hechos de público conocimiento", para descalificar un mandato normativo, resulta
constitucionalmente reprochable si, como contrapartida, quien lo emplea no efectúa un detalle del modo como esa realidad fáctica
masivamente observada, incide en las específicas circunstancias del caso. Admitir una laxa motivación en esta parcela implicaría

abrir las puertas al dogmatismo o a la mera ideología, subalternizando el rol constitucional reservado a los tribunales.
Dicho lo anterior, advierto que, en la especie, el actor ha incurrido -desde el inicio de la demanda- en el señalado
error. Basta observar que la parte actora, al sustentar su planteo de inconstitucionalidad "del art. 4 de la ley 25.561 y ley 23.928"

postula la necesidad de una actuación jurisdiccional reprochable a la luz de los principios supra esbozados, su argumentación
trasunta un mero parecer sobre los efectos de los sucesos económicos que ha vivido el país como así también de los recientes, mas
no alega ni demuestra cómo ellos han repercutido de modo particular y diferenciado en el específico supuesto de autos; máxime

cuando a la pretendida inconstitucionalidad de dichas leyes, también pretende la capitalización mensual de intereses, lo que en
verdad busca el demandante es un enriquecimiento ilícito.
La Excma. Cámara Nacional del Trabajo ha dicho: “La indexación se impone por vía directamente

constitucional, cuando la economía se desboca y la inflación se vuelve tan imprevisible que ni siquiera las tasas de interés fijadas en
el mercado libre son capaces de proveer un remedio aproximadamente confiable para la desvalorización monetaria real. En tales
casos, se hace preciso medir la inflación ex post facto y corregir sus efectos sobre el pago mediante la aplicación del
correspondiente coeficiente. Pero, mientras la situación no llegue a ese extremo y pueda ser salvada mediante el uso de la tasa de
interés, no hay lesión constitucional suficiente para aniquilar una expresa disposición legal que prohíba la indexación. En esas
condiciones, no existe un perjuicio que justifique emplear el extremo remedio de la declaración de inconstitucionalidad” (en el
caso, de los arts. 2 y 10 de la ley 23.928, modificada por el art. 4 de la ley 25.561 y el art. 5 del Decreto 215/02). (En igual sentido:

34
SD. 84233 del 07/11/02 "Méndez, Gerardo c./ Black Carvajal", del registro de la misma Sala III; ídem causa Nº 8.848/05 “Boullon,
Andrea G. y otro c./ PAMI Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados s/ Diferencias Salariales” del 08-
02-07 SD. 88480).

“Frente a la secuela del proceso inflacionario bien puede responder el ordenamiento jurídico y la jurisprudencia,
ya sea mediante la repotenciación del valor del crédito en base a índices que reflejen de alguna manera la pérdida habida, como así
también mediante la aplicación de tasas de interés, escogiendo entre las que en el mercado financiero se utilizan, que son
dinámicas y variables y que según los casos contemplan, entre otros elementos, los efectos del fenómeno inflacionario.
Considerando el criterio seguido a partir de la ley 23.928, por razones de política económica, se ha adoptado el segundo método y
desde tal perspectiva la declaración de inconstitucionalidad no puede realizarse en abstracto y el planteo formulado en orden a la
temática materializada por dicha disposición legal (Ley de Emergencia Pública y Reforma del Régimen Cambiario) no debería ser
acogido favorablemente, pues teniéndose en consideración la tasa de interés fijada en la sentencia de primera instancia a partir del
1/1/02 -en este caso la tasa activa promedio del Banco Nación para las operaciones de descuento de documentos comerciales- y
su evolución, no se encuentra demostrado y objetivado un perjuicio que autorice a recurrir a la "última ratio" del orden jurídico”.
(CNA Trabajo, Sala V, 16.007/2002, “Franco, Rosa c./ Consorcio Propietarios Independencia 2047” del 09-09-2004, Nro. 67.213).
“No se encuentra acreditada en el caso una afectación al derecho de propiedad del actor de tal magnitud que
sustente la declaración de inconstitucionalidad del art. 4 de la ley 25.561(que modificó los arts. 7 y 10 de la ley 23.928), más aún
cuando el a quo aplicó a las sumas adeudadas un interés equivalente al promedio mensual de la tasa activa aplicada por el Banco de
la Nación Argentina para operaciones corrientes de descuentos comerciales. Debe dejarse sin efecto la declaración de
inconstitucionalidad de oficio del art. 4 de la ley 25.561 y la actualización dispuesta en grado, aplicándose al capital nominal de
condena los intereses previstos mediante Acta Nº 2601/14 y Acta 2630/16”. (CN Trabajo, Sala VIII, BN 371 “Méndez Salguero,
Federico Manuel c./ Gotobtl S.A. y otros s./ Despido” del 24-05-2017, Nro. 54.746/2013-CA1).

Dichos esclarecedores fallos también me llevan a reflexionar, aún más, en que el Acta 2764 excede los límites de
la moral, ya que capitalizan intereses de intereses, por encima de la real inflación habida en nuestro país, logrando que los
acreedores se enriquezcan ilícitamente, principio que colisiona con nuestra Constitución Nacional, por ello V.E. vengo una vez más

a replicar la inconstitucionalidad de la misma como la del art. 770 inc. b) CCyCN.

35
Me pregunto, más allá de todas las Actas que la CNT ha emitido para paliar los procesos inflacionarios, no sería
más justo actualizar los créditos de los trabajadores por el salario real que los mismos deberían percibir al momento del dictado de
la sentencia; es decir porque no se toma el salario del trabajador -de acuerdo a CCT- al momento de la sentencia y luego sí
repotenciarlo con capitalización semestral de intereses; sin duda sería lo justo para ambas partes.
Reitero, utilizando palabras de los fallos esclarecedores de la CSJN ya referidos: “La ventaja, acierto o
desacierto de las medidas dispuestas en las leyes 23.928 y 25.561 escapan al control de constitucionalidad, pues la conveniencia del
criterio elegido por el legislador no está sujeta a revisión judicial, salvo que sea arbitrario o irrazonable. Teniendo en cuenta ello, la
tasa activa de interés es el remedio que la C.N.A.T. ha elegido para conjurar el envilecimiento del signo monetario de los créditos
laborales, lo que torna inadmisible declarar la inconstitucionalidad de las normas que vedan la actualización monetaria” . (CNA
Trabajo, Sala IV, 31.817/2006 in re “Ferreira, Miguel Ángel c./ Belclean Servicios Especiales S.A. y otros s./ Despido”, del 28-12-
2009 SD 94483).
Sin perjuicio de lo manifestado he de resaltar que el actor no solo intenta una aventura jurídica totalmente

desproporcionada, lejos de la realidad económica por la que transitan las empresas, sino contraria a toda jurisprudencia imperante
en la materia, argumenta su pretensión con presunciones y estimaciones poco serias y sin un fundamento comprobable, más allá de
ninguna empresa podría soportar, menos una Pyme como la de mi mandante, una erogación como la pretendida, por lo que acceder

a su planteo y sentar un precedente de tamaña envergadura llevaría a mucha empresas a concursarse si es que no a la misma
quiebra, generando un incremento desmesurado en el desempleo, siendo también en perjuicio del mismo acreedor que se vería
obligado a depender del patrimonio que posee el demandado para poder hacer efectivo su crédito, sin perjuicio que dicho

patrimonio deberá repartirse entre el resto de acreedores que concurran al concurso y/o quiebra según corresponda, tornando las
sentencias en inejecutables, siendo esto también en perjuicio de los trabajadores.
En base a los argumentos esgrimidos precedentemente corresponde rechazar el recurso extraordinario impetrado

por la actora con costas.


VI.- PETITORIO
Por todo lo expuesto solicito:

1.- Se tenga por contestado en tiempo y forma el Recurso Extraordinario presentado por la parte Actora.

36
2.-Por los fundamentos vertidos se rechace el mencionado recurso con expresa imposición de costas al
Actor.
Proveer V.E. de conformidad

QUE SERÁ JUSTICIA

Signature Not Verified 37


Digitally signed by ROMAN
LUIS CHRETIEN
Date: 2022.10.31 19:48:11 ART

También podría gustarte