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Violencias de género
y ESI en contextos
de pandemia
A cargo de
Graciela Morgade,
Jésica Báez y Paula Fainsod
Acerca del material
Ilustración de portada:
Reproducción parcial de imágenes de Paul Rommer; Carolina Señera (Jardín de las Victorias); Frente por la ESI;
Isabel Gómez Guizar; David Kanigan; Geoff Mcfetridge.
5. A modo de cierre.................................................................................................................................22
Bibliografía citada:........................................................................................................................................... 24
Como punto inicial, en esta semana, en esta clase proponemos un espacio que nos posi-
bilite construir primeras aproximaciones que a modo de mojones nos permitan situarnos
para reflexionar acerca del lugar de las instituciones educativas, de lxs docentxs desde la
ESI en el abordaje de las violencias de género en tiempos de pandemia.
En una primera parte trabajaremos en torno a los desafíos para la ESI que nos trae el
contexto de pandemia, en tanto escenario incierto y que conlleva particularizaciones en
las formas que toman las violencias de género pero también en las estrategias a desple-
gar desde las instituciones educativas. Sabemos que en el marco de este contexto, y al
verse transformadas también nuestras vidas, nuestras condiciones de trabajo se generan
diferentes sensaciones; pero también nos encontramos aquí, haciéndonos espacio para
poder construir colectivamente saberes y experiencias para hacer frente, acompañar/
acompañarnxs, seguir enseñando en este escenario adverso.
¡Comencemos!
Entendemos que en este contexto, no se presenta una escuela sino escuelas, no un do-
cente sino docentes…Las formas de hacer frente a este escenario incierto e inesperado
han sido variadas. Ante las adversidades de esta nueva excepcionalidad hay algo que se
evidenció fuertemente: el valor del estar en las aulas, pero también el valor de la escuela y
sus posibilidades de reinventar modos para la continuidad. La no presencialidad conllevó
el despliegue de un sinfín de estrategias frente a las dificultades que se generan ante las
medidas de aislamiento.
Los modos que tomaron las violencias de género en el contexto del ASPO, nos interpela,
interpela a las escuelas, a nuestras prácticas educativas, también nos invita a pensar a
la ESI y desde la ESI. Por supuesto la receta no está escrita, y parte del desafío se vin-
cula con lo impredecible y repentino de estas transformaciones. Por supuesto cada unx
de ustedes tiene mucho que aportar para pensar en esto, también hay toda una serie
de experiencias acumuladas que pueden servirnos como antecedentes significativos
para reflexionar y generar estrategias. Ya tendremos espacios de intercambio, desde
las clases se espera aportar marcos conceptuales y herramientas metodológicas que
confluyen en un campo en construcción y que pueden colaborar.
Como un modo de empezar, compartimos con ustedes algunos puntos de partida que pro-
ponemos como premisas del curso y que se vinculan a todo un campo de investigaciones y
trabajos que confluyen en el cruce de la educación, género y sexualidades y que entende-
mos como pistas que pueden aportar a la construcción de un marco institucional desde el
cual pensar el lugar de las escuelas frente a las violencias de género desde la ESI. Pueden
darnos elementos para pensar también los desafíos de la vuelta a la presencialidad
MATERIAL
AMPLIATORIO
Para quienes quieran profundizar en este proceso, dejamos la invitación a la lectura del texto
“Doce años de la Ley de Educación Sexual Integral. Las políticas, el movimiento pedagógico
y el discurso Anti-ESI recargado” - Mariposas Mirabal, OPPPED- FFyL/UBA (Octubre, 2018).
Un informe del Ministerio Público Tutelar de la CABA del año 2020, menciona que
“entre el 70 y 80 por ciento de los niños, niñas y adolescentes, de entre 12 y 14 años,
que denunciaron haber sufrido algún delito contra la integridad sexual, lo hicieron
“Cuando era una mujer joven, sabía que la sexualidad era un asunto privado, una
cosa de la que debería hablar solamente con alguien muy íntimo y, preferentemente
de forma reservada. La sexualidad - o el sexo, como se decía- parecía no tener nin-
guna dimensión social; era un asunto personal y particular que, eventualmente, se
confiaba a una amiga próxima. “Vivir” plenamente la sexualidad era, en principio, una
prerrogativa de la vida adulta, a ser practicada con un compañero del sexo opuesto.
Pero, hasta llegar ese momento, ¿qué se hacía?, ¿Se experimentaba de algún modo
la sexualidad?, ¿Se suponía una “preparación” para vivirla más tarde?, ¿En qué ins-
tancias se “aprendía” sobre sexo?, ¿Qué se sabía?, ¿Qué sentimientos se asociaban a
todo eso? (Guacira Lopes Louro, 1999.)
En los recuerdos de Guacira Lopes Louro se refuerza una noción que insiste des-
de que la escuela es escuela: la idea de la escuela como un lugar neutral, donde las
sexualidades no tienen lugar. Un discurso potente desde el cual pareciera que la
sexualidad “queda relegada a la casa, más específicamente a la alcoba de la pareja…”
(Foucault, 1977) Las argumentaciones que proponen que la sexualidad remite a un
ámbito privado, de lo íntimo sostienen dos proposiciones que producen/legitiman
las desigualdades y violencias de género. Por un lado se la sexualidad como como
individual; pero también como natural. De este modo desde estas argumentaciones,
que mantienen hegemonía hasta nuestros días, la sexualidad, la identidad de género
se presenta como individual y natural. Se produce un potente proceso de naturaliza-
ción en donde se tornan naturales procesos construidos socialmente.
LINK
https://drive.google.com/file/d/1zNxdQ8sRcNC8yg-
V1kMYJiV5pCY-7ccjj/view?usp=sharing
Como señala Simone de Beauvoir, nos volvemos mujeres en un proceso que resulta tan
sutil e invisibilizado que hace aparecer como naturales y esenciales características/
atributos que son el resultado de una socialización hecha cuerpo. Estos modos de vol-
vernos mujeres, varones quedan naturalizados en un discurso sexista-androcéntrico
-que mantiene su hegemonía- y que insisten en tratar como naturales cuestiones so-
cialmente construidas. Visualizar los procesos de socialización que nos llevan a estar
siendo quienes somos no sólo permite advertir que no es destino, sino que puede en-
tonces transformarse.
Pensemos cómo se cuelan en los modos de leer las violencias de género las argumen-
taciones que explican como naturales situaciones que devienen de un proceso de so-
cialización diferencial. ¿Hay instinto y naturaleza en las conductas violentas de los va-
rones?, ¿qué se sostiene cuando se le pregunta a una mujer qué conducta tuvo para
provocar la ira de un otro?, ¿qué vínculos se estimulan cuando a unas se las nombra
En una nota de Página 12 del año 2013, la periodista Mariana Carbajal titula “El femicidio
es político”, se consideran femicidios a los asesinatos de mujeres relacionados con su gé-
nero. El concepto fue desarrollado por la escritora estadounidense Carol Orlock en 1974
y utilizado públicamente en 1976 por la feminista Diana Russell, ante el Tribunal Interna-
cional de los Crímenes contra las Mujeres, en Bruselas. Denuncia a la naturalización de la
sociedad hacia la violencia sexista.
Dar cuenta que lo personal es político no sólo hace visible un proceso de socialización
diferencial sino desigual. Como expone Beauvoir en el título de uno de sus libros “El
segundo sexo”, la sexualidad es una construcción social y política, que nos volvemos
sujetxs sexuadxs en el marco de relaciones de poder que conllevan desigualdad. Proce-
so que hace que unos sean el primer sexo y otras/otros/otres el segundo. El problema
no es la diferencia, es la desigualdad. Desde los feminismos se cuestionen los discursos
que apelan a naturaleza para explicar- justificar jerarquías y desigualdades que lejos de
ser naturales se inscriben en un orden social.
Dar cuenta que lo personal es político tensiona la división público-privado. Los femi-
nismos cuestionan la división binaria y jerárquica entre lo público y lo privado como
una de las separaciones sobre las que se asienta el sistema capitalista-patriarcal. Cues-
tionar la división público -privado no sólo permite abrir pregunta sobre las argumenta-
ciones que las proponen como esferas destinadas natural e inevitablemente a diferen-
tes sexos; esferas que además adquieren diferencial valor en la sociedad…(pensemos
como señalamos en el apartado anterior la invisibilización de las tareas domésticas
como trabajo y la división sexual del trabajo). Cuestionar esta división también permi-
te advertir otras dos cuestiones: por un lado que la esfera doméstica está atravesada
por condicionamientos sociales e históricos y por relaciones de poder, que aún lo más
íntimo de nuestras vidas -y que pareciera que lo construimos individualmente- se en-
cuentra condicionado por estereotipos, mandatos, voces que nos interpelaron y hacen
que seamos quienes seamos…
Link
https://drive.google.com/file/d/1mIKzqfNojxpi_FaT4cBySz94h4r-
dTtoa/view?usp=sharing
Desde los años 70 la frase acuñada por este movimiento “Lo personal es político” des-
barata de un modo potente y sintético -aunque no sin metamorfoseadas resistencias-
esta injusta división sexual de estos ámbitos sociales. Que lo personal sea político no
desconoce la intimidad, lo singular; lo que desenmascara es que esa división sexual pú-
blico-privado impide advertir los condicionamientos sociales en los modos desiguales
en que vivimos las sexualidades y el lugar que históricamente jugaron las instituciones
sociales en su producción-reproducción.
En los primeros momentos, y de la mano también de las banderas sufragistas que procla-
maban el acceso a los derechos civiles y políticos, desde las investigaciones socio-educati-
vas resultó relevante denunciar las dificultades en el acceso a la educación formal. Dificul-
tad que persiste aún hoy. En los años 80, en diálogo con los feminismos de lo que se llama
la Segunda ola y la inscripción en la academia de los Estudios de la Mujer y de la Sociología
de la educación crítica, se genera toda una serie de desarrollos que se pregunta por la “caja
negra” de los procesos cotidianos en las escuelas. Se identifica al currículum escolar como
De la mano de los estudios de las masculinidades, en los años 90, se desarrollarán aná-
lisis que indagarán sobre las significaciones hegemónicas y no hegemónicas de la mas-
culinidad en las escuelas. Desde estos trabajos se exponen algunas características de
un régimen masculinizante en las escuelas, donde la violencia constituye en un patrón
subjetivante de los varones. En estos trabajos se hacen evidentes sutiles –o no tanto- me-
canismos que desde las instituciones participan en la producción de las masculinidades
y sus efectos en la legitimidad de las prácticas violentas por parte de ellos. También en
estos trabajos se advierten las diferentes experiencias de quienes no se ajustan a este
mandato de violencia.
Los análisis desde las producciones queer, desde los feminismos indígenas, afrodescen-
dientes y decoloniales resultan aportes ineludibles para visibilizar aspectos que insisten
en las instituciones, procesos de desigualación y violencia que cuando se ven y se nom-
bran desnudan la no neutralidad y los mecanismos necesarios de transformar en bús-
queda de una mayor justicia. Como veremos en las clases 4 y 5 la ESI propicia una mirada
reflexiva sobre las presunciones insistentes en nuestras prácticas educativas, sus efectos
y las posibilidades para su transformación.
¿CUAL ES LA DIFERENCIA?
Material audiovisual del Grupo Ovejas Negras
de Uruguay que nos invita a reflexionar
sobre mecanismos más o menos sutiles,
las presunciones presentes en las prácticas
institucionales.
¿Qué nos aporta el video para pensar las
instituciones educativas?
¿ En que prácticas nos reconocimos?,
Link ¿Cuáles serán los efectos de ellas?
https://www.youtube.com/watch?v=WUn- ¿Qué violencias de género se advierten en esos
GHQNpxQY&t=19s mecanismos?¿Cuál es la diferencia?
MATERIAL
AMPLIATORIO
Les dejamos un texto disponible en la plataforma que recorre el campo de trabajos que indagan en
las formas desde las cuales las instituciones educativas participan en la producción de los cuerpos
sexuados, las relaciones de género; como así también en las tradiciones de educación sexual.
Pedagogías, teorías de género y tradiciones en “educación sexual”
de Graciela Morgade, Jésica Báez, Susana Zattara y Gabi Diaz Villa.
Sostener que Toda educación es sexual, nos lleva también a una cuarta pista para leer
las violencias de género desde la ESI. Como señala Ana María Fernández “para que la
violencia del golpe, la violación, el acoso, el ataque incestuoso existan, es necesario que
una sociedad haya, previamente, inferiorizado, discriminado, fragilizado a un grupo so-
cial que es objeto de violencia. Sólo se victimiza a aquel colectivo que es percibido como
inferior, de este modo se legitiman todos los actos de discriminación” (pág. 33; 2012) Ese
proceso de inferiorización resulta en parte posible por la reiteración de una norma en
En relación a las sexualidades, a las relaciones entre los géneros en nuestras sociedades han
participado/participan activamente ciertas instituciones que se entienden/proponen/im-
ponen como voces autorizadas para describir y prescribir el orden social y sus jerarquías. La
ciencia, la religión, se han consolidado como espacios que tienen/tuvieron fuerte presencia
en el modo solapado o no tanto con el que las escuelas estipularon lo esperable, lo posible y
lo deseable en ellas en términos de las sexualidades y de relaciones entre los géneros.
En este sentido entendemos que resulta potente pensar por ejemplo en los modos en
que en las escuelas se instituye cierta normatividad respecto del amor. ¿Cuál es la no-
ción de amor que inunda los cuentos, las canciones, los juegos que tienen lugar en las
escuelas, en sus diferentes niveles? . Diferentes estudios problematizaron la noción del
amor romántico que se instala en la modernidad capitalista patriarcal y los efectos que
esta noción tiene en los modos de vincularnos y en la naturalización de las violencias de
género. Frases tales como: “los que se pelean se aman”, “si te cela es porque te quiere”, “no
te quejes es algo lindo lo que te están diciendo...”
¿Cuál es el modo legítimo que se instituye en las escuelas respecto de los géneros y sus
modos de vincularse? , ¿qué se espera de una niña y sus modos de comportarse y relacio-
narse?, ¿qué se espera de un niño? ¿cuánto se acerca esa expectativa con quienes tran-
sitan por nuestras escuelas? ¿qué sucede con quienes no se acercan a aquello esperado
en las instituciones?, ¿qué omisiones persisten en esas expectativas? ¿ cuáles serán los
efectos de esas expectativas sobre sus experiencias en las escuelas, en sus familias?
MATERIAL
AMPLIATORIO
Link
https://www.youtube.com/watch?v=akOe5-UsQ2o&t=481s
Finalmente, un quinto aspecto, vinculado con lo que venimos desarrollando nos invita a
posicionar la ESI como una herramienta de intervención que se actualiza y re dimensiona
a la luz de las demandas sociales, la producción normativa que amplía derechos sexuales
y las luchas de los colectivos sexo genéricos. Imaginar la ESI, hoy es también pensar sus
alcances frente a la erradicación de las violencias contra las mujeres, las garantías del
derecho a la identidad de género, entre otros.
En este curso nos interesa especialmente construir esta mirada en pos de los nuevos
desafíos que se les presentan a las instituciones educativas en la construcción de una
educación sexuada justa, que estimule relaciones cuidadosas, que atenúen desigualdades
y violencias de género. Partimos de la convicción de que la ESI, resulta una estrategia/
propuesta pedagógica ineludible para ello. A su vez, estamos convencidxs que este pro-
yecto sólo será potente en el diálogo con las experiencias y conocimientos acumulados
desde diferentes espacios y que conforman este campo de producción.
Reconociendo el carácter sexuado de la educación, en este curso, desde los aportes que
nos da todo un caudal de experiencias y conocimientos acumulados, la intención es po-
der reflexionar acerca de por dónde iría, cuáles son las potencias y posibilidades que se
generan en la producción de una educación sexuada justa que colabore en la construc-
ción de relaciones entre los géneros más igualitarias, de vínculos de cuidado de sí y de lxs
demás y de la prevención de las violencias de género.
No como única dimensión, pero sí como una posible puerta de entrada, podemos comen-
zar este camino por una pregunta en primera persona. Por una pregunta sobre nuestra
experiencia docente; experiencia docente que seguramente singular, se encuentra situa-
da y condicionada por toda una serie de dimensiones que nos pueden comenzar a acom-
pañar a advertir las insistencias, recurrencias y potencias de este posicionamiento como
espacio de producción de una educación sexuada tendiente hacia una mayor justicia.
Graciela Morgade (1997) investigó los modos de devenir docente en los comienzos del sis-
tema educativo. Allí desarrolló como la feminización docente se produjo al menos alrede-
dor de tres ejes: - insistencia en un modo de llevar los cuerpos y comportarse, una tarea
sin horarios ni derechos laborales, una tarea donde el saber queda congelado en tanto
tarea de cuidado y socialización. Nociones tales como la vocación docente, la docente
como segunda madre seguramente vendrán a nuestra memoria. También para las muje-
res que llegaron a cargos directivos, supervisiones la tarea no ha resultado sin obstáculos
Volviendo a pensarnos en primera persona, ¿Cuáles serán los efectos de un discurso que
insiste en que la docente debe ser neutral, querer a todos por igual, no manifestar emo-
ciones, hacer que su vida quede por fuera de las aulas?, ¿Cuáles los discursos de la segun-
da madre, la vocación docente?, ¿Qué efectos tendrá este discurso para poder dar lugar
al reconocimiento de las violencias de género, a identificar los procesos de desigualación
y violencia hacia las y les docentes, manifestar situaciones de violencia en nuestra vida
personal-doméstica? En las clases 6 y 7 volveremos sobre estos aspectos y la conquista
que resulta contar con el derecho a la licencia por violencia de género.
Pero también reconocernos en primera persona, nos lleva a pensar qué nos produce
este contexto particular, cómo en este contexto se hacen presentes las violencias que
atravesamos nosotrxs, nuestras compañerxs docentes, lxs estudiantes y sus familias…
qué nos generan estas situaciones, cuáles son los modos de leer esos procesos, qué
sentimos, cuál creemos que es el lugar de la escuela frente a estas situaciones, nuestro
lugar como docentes…
Recorrer nuestra experiencia docente, visibilizar en ella las marcas insistentes de un dis-
positivo disciplinador, advertir los condicionamientos sexuales de nuestra práctica pe-
dagógica retoma de algún modo la invitación que nos realiza bell hooks a subvertir insis-
tentes divisiones: mente/cuerpo, emoción/razón, conocimiento/ignorancia ...y “que nos
permite ser enteras en el aula y, consecuentemente, de corazón entero. (bell hooks, 1999)
Por otro lado, y pensando en las instituciones educativas, arriesgar lo obvio (Britzman,
1999), posicionarse en la curiosidad, en la incomodidad de no sentirse nunca tranqui-
lo/a/x con lo que se piensa o lo que se omite, ataca a uno de los núcleos duros del oficio
docente, de las lógicas institucionales y las relaciones de poder en las escuelas. Ir por lo
que se ignora, por lo que se cuela entre las paredes de las escuelas implica desafiar los
límites de lo instituido, subvertir no sólo las categorías de pensamiento, sino también
animarse a desafiar aquello que señala quién tiene cierto saber, y por ende el poder, de-
safiar lo institucional. Lo cual como señala Butler (2001), requiere todo un coraje político.
5. A modo de cierre
En esta primera clase nos aproximamos al campo de la ESI, a lecturas que nos brindan
claves para pensar las instituciones educativas en vinculación con las violencias de géne-
ro. Los análisis que acercamos permiten advertir dos cuestiones: que las escuelas no son
neutrales, que participan de la producción de los cuerpos sexuados, de las relaciones de
género y en esos procesos se reproducen violencias de género en las escuelas, estereo-
tipos y prácticas que legitiman las violencias entre los géneros; pero también los trabajos
y experiencias señalan la potencia de las instituciones educativas y específicamente de la
ESI para que otros vínculos, otros horizontes tengan lugar.
Transversalizar la educación sexual implica repensar las relaciones de poder, los proce-
sos de clasificación. La inclusión de temáticas de la sexualidad en la escuela es un de-
recho, pero también una posibilidad. Una posibilidad de replantearnos de qué hablamos
cuando pensamos en una sociedad y en una escuela más igualitaria y más justa. Santa
Cruz (1992) señala la necesidad de pensar la igualdad en el campo de los derechos y no en
el de la identidad, donde otros y otras devengan iguales a un Uno, dominante.
La ESI resulta estimulante y nos instan a seguir repensando los modos desde donde ge-
nerar espacios donde todxs tengan lugar, donde todxs podamos incomodarnos frente a
lo instituido y nos preguntemos cómo atenuar los sufrimientos y violencias. La escuela
permite el lugar de encuentro con docentes, encuentro con otrxs, con pares. Es allí, mu-
chas veces el lugar donde se produce una posibilidad de que otra cosa acontezca, donde
La invitación del curso es entonces a mirar todo ello, a revisar la propia experiencia, ad-
virtiendo aquello que insiste y que merece mantenerse y potenciarse y también aquello
que transformar. El camino no es sin obstáculos y por ello el valor de espacios de encuen-
tros para pensarnxs juntxs, construir nuevos saberes, sabernxs cuerpo a cuerpo y desde
lo colectivo ir hacia nuevos territorios.
Nos encontramos pronto en nuestro primer encuentro sincrónico, para empezar a co-
nocernos, volver sobre los puntos de partida que aquí planteamos e ir construyendo jun-
tos una mirada sobre lo que acontece en cada uno de los espacios de trabajo en relación
a las violencias de género y la ESI.
¡Nos vemos!
• Fernández, Ana María (2010) Las lógicas sexuales. Amor, política y violencias.
Nueva Visión. Buenos Aires
• Santa Cruz, María Isabel (1992) “Sobre el concepto de Igualdad, algunas observaciones”
en revista Isegoría Nº 6, Madrid.