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Alumnas: Guillén Daiana Gisele y Rocco Noelia

Materia: Dimensión Ético y Político de la Educación.

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La esi en tiempos de pandemia

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Índice.

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Introducción

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¿Qué es la ESI?

La Ley N° 26.150 establece el derecho de niñas, niños y adolescentes a recibir


Educación Sexual Integral y crea el Programa Nacional de ESI, con el propósito
de garantizar el acceso a este derecho en todas las escuelas del país.

Estas normas regulan el alcance, fines, objetivos y lineamientos de la ESI para


su implementación en cada nivel educativo.

Los ejes de la ESI en tiempos de covid:

Los ejes de la ESI han constituido desde su creación una herramienta


conceptual del Programa Nacional elaborada para poder garantizar la
integralidad que prescribe la Ley 26.150.

intentan visibilizar la riqueza de poder pensar los distintos contenidos


interrelacionados entre sí, y al mismo tiempo dar luz y énfasis a los aspectos
biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos mencionados en la ley.

Cuidar el cuerpo y la salud:

la ESI nos propone generar instancias de reflexión sobre la sexualidad, la


vivencia en el cuerpo, los modos, prácticas y experiencias de cuidado del
cuerpo y de la salud.

De esta forma cuidar el cuerpo y la salud requiere la promoción de la salud


como derecho, para construir así una dimensión del cuidado en sentido amplio,
más aún en tiempos de emergencia sanitaria. En tal sentido, los tiempos que
atravesamos desafían a las escuelas a promover instancias de reflexión sobre
las vivencias de niños, niñas y adolescentes durante el aislamiento pero a su
vez también respecto de lo que se abre a partir de estos procesos, en los
cuales todo o mucho de lo que hace a nuestras vidas, a los vínculos y a
nuestros cuerpos, se ha transformado. En tiempos de pandemia y cuarentena
se expusieron de un modo particularizado las desigualdades sociales,
económicas y culturales. Como dicen algunos textos, si bien el virus nos mostró
que todas las personas somos vulnerables, no tardó en hacerse evidente que
no nos afecta del mismo modo.

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En tiempos de pandemia quedó claro que la posibilidad de cuidarse no significó
para todos/todas lo mismo. Cuidarse no tuvo ni tiene el mismo valor ni sentido
para niños, niñas, personas adultas, adultas mayores; para mujeres, varones,
disidencias; para quienes viven en espacios rurales o urbanos; para quienes
viven en espacios de diferente densidad poblacional; ni para quienes viven con
dificultades ambientales, habitacionales y/o económicas. Cuidarse, para
algunos/as, fue quedarse en casa y, para otros/as, la necesidad de incorporar
los cuidados en otros espacios; cuidarse, para algunos/as, fue a partir del
acceso a servicios básicos que lo posibilitan de un modo y, para otros/as,
producir estrategias familiares y colectivas de subsistencia. Si hay algo que la
pandemia dejó en evidencia es que no hay solo un modo de cuidarse y que
esos modos se vinculan a diferencias y a desigualdades, a relaciones de
género, a miradas sobre el cuerpo, al acceso a los sistemas de salud y también
a la temporalidad y el espacio.

Algo que también nos dejó la pandemia y que resulta potente para la ESI, para
volver sobre ello como situación que se vincula también con la sexualidad, es
que el cuidado del cuerpo y de la salud tomó relevancia colectiva y se expuso
más fuertemente la interdependencia. Cuidarse en tiempos de pandemia y de
post-pandemia no solo implicó e implica cuidarme a mí mismo/a, sino también
generar condiciones para cuidar a otro/a.

La ESI, desde sus fundamentos, en tanto integral, reconoce también una


transformación pedagógica, al momento de trabajar sobre el cuidado de los
cuerpos y de la salud, será fundamental brindar información clara, científica,
necesaria para poder generar prácticas de cuidado, entendiendo que esa
información está mediada por un sujeto. Entonces, posibilitar la toma de
decisiones autónomas sobre el cuerpo y propiciar las mejores condiciones para
el cuidado requerirá no solo tener información, sino también la posibilidad de
reflexionar sobre diferentes dimensiones que lo hacen posible: las condiciones
de vida, las relaciones de poder, los sentidos de quienes están allí, sus
derechos, sus saberes, sus sentimientos y sus deseos.

Valorar la afectividad:

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La afectividad, la manera subjetiva en que expresamos ideas y sentimientos,
forman parte de nuestra identidad y están presentes en toda interacción
humana. Sabemos que para la ESI es una dimensión fundamental e
imprescindible para comprender y acompañar las relaciones entre los géneros,
el desarrollo de nuestros cuerpos y nuestra salud, el respeto y la valoración por
la diversidad y el acceso a los derechos. Con el inicio del aislamiento social,
preventivo y obligatorio y la necesidad de adaptar los procesos de enseñanza y
aprendizaje a la virtualidad, el fortalecimiento de los vínculos tomó
protagonismo en los debates de la comunidad educativa. Se impuso la
preocupación acerca de cómo sostener un vínculo pedagógico a través de las
pantallas, cómo identificar qué les pasaba a niñas, niños y jóvenes del otro
lado, y también, cómo transitar ese escenario que se presentaba de manera
abrupta y que nos generaba múltiples sensaciones a las/os adultas/os
docentes. Sabemos que la escuela puede contribuir –en el marco de la ESI– a
fortalecer las posibilidades de expresión, incorporando la subjetividad y la
dimensión afectiva de las chicas y los chicos, brindando herramientas para que
cada una y cada uno pueda identificar lo que siente y expresarlo.

El regreso a las aulas se presenta ahora como un nuevo desafío. Para quienes
tienen condiciones que les permiten volver a las escuelas, el regreso
seguramente esté generando sentimientos y sensaciones diversas y
encontradas. Los nuevos rituales, ritmos, tiempos, espacios y características de
los encuentros implican nuevas vivencias que tampoco se transitan de manera
homogénea.

será importante poner atención desde nuestro rol docente al impacto que han
tenido la pandemia, el aislamiento en las subjetividades y en los vínculos de
niñas, niños y jóvenes. La alegría por el encuentro será un sentimiento
importante para incorporar, ya que es un afecto fundamental en la vuelta a la
escuela; pero también la incertidumbre, el miedo o el desencanto por la nueva
“normalidad”, por la vuelta a una presencialidad signada por la reestructuración
de los grupos, la distancia, los protocolos, así como el acompañamiento de
aquellos/as estudiantes que por diversas situaciones van a continuar
participando de la escuela desde la virtualidad.

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Tener en cuenta la diversidad de familias y contextos con las que trabajamos
será una de las claves, en tanto el aislamiento habrá sido atravesado de
distinta manera en cada caso. En particular, las desigualdades sociales y de
género preexistentes a esta etapa se han puesto de manifiesto y en algunos
casos recrudecido, razón por la cual será importante poner atención a las
diversas vulneraciones de derechos que se hubieran presentado, para poder
comprender y acompañar a cada quien en su singularidad.

En la medida de las posibilidades y condiciones de labor docente, será siempre


recomendable apostar a fortalecer el vínculo pedagógico, creando nuevas
formas de acercamiento que favorezcan la comunicación y el encuentro. En
este sentido, el lenguaje, los tonos de la voz, la mirada cálida y atenta, serán
los puentes fundamentales para llegar a nuestros/as estudiantes, comunicarnos
genuinamente para fortalecer nuestra principal tarea, que es garantizar
procesos de enseñanza y aprendizaje donde la dimensión afectiva también
tenga lugar.

El vínculo con las familias también será fundamental. Crear nuevas alianzas o
sostener los lazos que se generaron o fortalecieron en el marco de la pandemia
puede ser un camino de articulación que contribuya a acompañar esta etapa de
regreso.

Frente a todos los interrogantes que se nos presentan, no es posible construir


un proceso vital y pedagógico significativo si no se tiene en cuenta la dimensión
subjetiva expresada en las ideas y afectos. El desafío por delante será que
continuemos construyendo una escuela que aloje a los afectos y continúe
dándonos la posibilidad de encontrarnos en torno a ella.

Respetar la diversidad:

La tarea de abordar la ESI desde el eje "Respetar la diversidad" constituye una


invitación a la revisión de las propias representaciones en torno a la diversidad
y la reflexión sobre la propia práctica docente. A poco de comenzar el año
lectivo 2020, la pandemia por COVID 19 irrumpió en nuestras vidas. Se impuso
el aislamiento social, preventivo y obligatorio, lo que planteó el gran desafío de
sostener el vínculo pedagógico con las y los estudiantes y, a la vez, guardar

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que las dimensiones psicológicas, biológicas, éticas, de derecho,
socioculturales e históricas y de salud, no se escindan de las historias de vida
de cada una y cada uno. En este marco, lo virtual emergió como instrumento
para acercarse desde lo didáctico y dar continuidad a los procesos de
aprendizaje. Continuar pensando la escuela como un espacio que contribuye a
la construcción de la sexualidad y el género y a la posibilidad de que cada
quien pueda expresar el género y vivir la sexualidad de la manera en que lo
sienta, se presenta, en este contexto, como un gran desafío para la tarea
pedagógica. En relación con lo virtual, ¿cómo acompañar a niñas, niños y
adolescentes en estos momentos de incertidumbre?, ¿cómo, desde el rol
docente, podemos generar espacios de intercambio mediatizados por lo virtual
que habiliten la palabra para que puedan decir lo que les pasa, lo que sienten,
lo que sufren?, ¿cómo poner en común con las y los estudiantes las
desigualdades que el tiempo de la pandemia produjo en términos de
conectividad y acceso a los dispositivos?, ¿cómo estas diferencias pueden ser
retomadas en el aula?, ¿cómo transformar esas dificultades en la comunicación
en posibilidad de diálogo dentro del aula? Urge el compromiso con el futuro
para desbaratar las desigualdades y la discriminación desde una perspectiva
interseccional, donde incluyamos el género, la clase, la edad, la etnia, etc. Es
tal vez desde la escuela que podemos instrumentar políticas afirmativas en el
aquí y ahora para abordar las problemáticas de los más desfavorecidos al
interior de cada una de estas variables y en su conjunto.

. Una colega docente compartió la siguiente experiencia, surgida en el contexto


de una clase virtual con sus estudiantes: "profe, no me llamo tal cual está en
los papeles y me gustaría que me nombre como lo hacen mis más allegados”.
Parecería que, en este caso, el entorno virtual le posibilitó al/la estudiante
poder expresar su pedido de ser nombrada/o de acuerdo a su identidad
autopercibida; aunque seguramente, también habrá otras situaciones donde la
virtualidad no facilite la visibilización de otras realidades más complejas, como
sí lo fue en este caso. Muchas veces, la hostilidad y la incomprensión marcan
la experiencia de escolarización de gran cantidad de niñas, niños y
adolescentes que no responden a los patrones hegemónicos de género. Las
desigualdades de género entre cis y trans, entre mujeres y varones, entre niños

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y niñas, siguen existiendo en pandemia y es a través de las voces de docentes
y estudiantes que deben ser visibilizadas, para construir y aportar a una
valoración positiva de la diversidad.

Respecto a lo presencial, ¿cómo pensar la "vuelta a la escuela''?, ¿cómo


ampliar la mirada ante la diversidad de situaciones en este regreso parcial y
heterogéneo? Poniendo en valor la dimensión pedagógica del rol docente
frente al eje “Respetar la diversidad”, debemos reflexionar sobre el propio rol
frente a situaciones de vulneración de derechos vinculadas a la orientación
sexual y/o identidad de género, valorar lo hecho en contexto de esta pandemia
tan particular, para seguir explorando modos de hacer de las escuelas lugares
que valoren la diversidad sexual. En ese sentido, como personas adultas
referentes para nuestras y nuestros estudiantes, somos responsables de crear
condiciones para el ejercicio de los derechos de ellas y ellos.

La ESI enseña contenidos y habilita la palabra y la escucha de la diversidad de


voces. Escuchar significa reconocer a cada quien para poder reflexionar
conjuntamente sobre la complejidad de los momentos vividos y por vivir, ¿qué
emociones sienten y/o sintieron?, ¿cuántas y qué nuevas cosas aprendieron?
Implica que puedan expresar lo que sienten y desean saber, para trabajarlo en
conjunto y transformarlo en conocimiento, con la convicción de que la escuela
tiene que funcionar como garante de los derechos de todas y todos.

Reconocer la perspectiva de Género:

A la diversidad de condiciones en los modos de transitar el aislamiento en


cuanto a las disponibilidades habitacionales, el acceso a los recursos de salud,
a las posibilidades de contar o no con conectividad y de qué modo, en las
reorganizaciones de la vida familiar a partir de la permanencia de todos sus
integrantes en la casa y de los cambios en las actividades laborales o su
pérdida, entre otras, también se suma, con toda su contundencia, la
exacerbación de las inequidades preexistentes por razones de género.

Durante la cuarentena, la histórica doble o triple jornada de trabajo para las


mujeres, que incluye las tareas no remuneradas, se ha visto sobrecargada y sin
las fronteras temporales y espaciales que permite el trabajo fuera del hogar, y

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que, muchas veces, posibilitan un corte y un respiro momentáneo ante el
agobio de “la gerencia múltiple” de responsabilidades. A su vez, y en sintonía
con los variados anuncios públicos sobre la profundización de las inequidades
entre géneros en contexto de pandemia, también hemos tomado registro del
aumento de las demandas de ayuda y de los femicidios y transfemicidios en los
últimos meses a consecuencia del agravamiento de la problemática de las
violencias de género al interior de los hogares. Las circunstancias del
confinamiento seguramente han reforzado las condiciones de vulnerabilidad de
niñas, niños, adolescentes, mujeres adultas y personas LGBTIQ+ al aumentar
los niveles de aislamiento y las barreras para el apoyo externo o el acceso
efectivo a recursos de asistencia. Las aulas virtuales no han quedado exentas
de los registros de estas situaciones padecidas también por alumnas y
docentes. No ocupa un lugar menor y, a su vez, da señales amplificadas en
estos tiempos de la virtualidad obligada, el acontecer habitual de actos
abusivos, coacciones e invasiones que padecen a diario las estudiantes que
cuentan a sus pares, a sus docentes o familiares encontrarse violentadas por la
circulación no consentida en las redes de material audiovisual que no han
querido compartir y las afecta en la exposición de su intimidad como otras
modalidades de violencia, el llamado grooming o el ciberacoso.

Este volver a las aulas con la presencialidad, necesariamente debe despejar un


espacio donde el reencuentro permita poner en palabras las experiencias
vividas a modo de simbolización que ayude a organizar y elaborar lo vivido en
tiempos de excepción, que no lo son tanto. Las inequidades, más o menos
visibles por razones de género, no pueden quedar por fuera de los temas a
retomar como saberes priorizados, cuya actualidad y magnitud han quedado
más que en evidencia. Es decir, que alojar en la escuela las experiencias
afectivas transitadas y la puesta en cuestión de las inequidades permanentes,
desde las más invisibilizadas hasta las más reconocidas socialmente, son
objetivos que pueden y necesitan ocupar la agenda curricular como contenidos
educativos de prioritaria valoración junto a otros/as. Entre los propósitos
ineludibles de la ESI, contamos con la necesidad de problematizar las
adjudicaciones excluyentes y estereotipadas en cuanto al ejercicio de los
cuidados de las personas cercanas, la división sexual tradicional del trabajo no

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remunerado, poner sobre la mesa la necesidad y el derecho de todos los
miembros de la familia a contar con tiempos y espacios propios mediante la
democratización en la distribución de las responsabilidades y poner en cuestión
los estereotipos sociales que siguen limitando las libertades y los derechos.

Capitalizar el tiempo de distanciamiento físico que hemos transitado y, en


menor medida, seguimos transitando, significa entonces que las vivencias de
vulneración conocidas, las respuestas dadas y las interpelaciones logradas
devengan realmente en alertas y en ocasiones para nuevos y transformadores
aprendizajes en la escuela en esta nueva etapa, guiadas por mayores
imperativos de equidad, en todos sus sentidos.

Ejercer nuestros derechos:

Pensar la ESI desde el eje “Ejercer nuestros derechos” conlleva reconocer a


niñas, niños y adolescentes en tanto sujetos de derechos. Esto contempla
recibir información adecuada y científicamente validada en lo que hace al
cuidado propio y de las/os otras/os, la promoción de la salud como así también
la prevención de riesgos, el respeto por el cuerpo propio y el ajeno y la plena
vigencia de los contenidos de la ESI que contribuyen al ejercicio de una
sexualidad libre, diversa, responsable y placentera pensada de manera
integral. También, incluye el derecho a vivir sin violencia por cuestiones de
género, identidad u orientación sexual, identidad étnica, ni de ningún otro rasgo
identitario.

Desde el comienzo de la pandemia producida por el COVID 19, y ante las


medidas de distanciamiento, todos los aspectos de nuestra vida se vieron
trastocados. En el plano educativo se pusieron en marcha distintas estrategias
para sostener la continuidad pedagógica en forma remota, no sin un denodado
esfuerzo de cada docente por mantener el contacto con las y los estudiantes y
sus familias, buscando garantizar el derecho a la educación. Las distintas
estrategias que tomó cada jurisdicción, cada institución y cada docente fueron
diversas, ya que tuvieron que ser desarrolladas en distintos contextos, teniendo
que acompañar a toda la comunidad educativa en el abordaje colectivo de
situaciones económicas, sociales y culturales diversas y muchas veces
desiguales.

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En ese sentido, resulta fundamental que podamos reflexionar sobre qué
sucede ante la excepcionalidad del contexto, con la posibilidad de participación
de forma activa y no como meros receptores de información por parte de las y
los estudiantes ¿qué lugar tuvieron para expresar sus necesidades,
posibilidades y sentimientos en este contexto de virtualidad?, ¿qué contenidos
fueron llevados a los espacios virtuales para que los niños, las niñas y
adolescentes sigan siendo sujetos de derechos y no objetos de protección?,
¿en qué medida el contexto de aislamiento dificulta el ejercicio de derechos y
qué intervenciones pedagógicas se pueden poner en práctica para reducir este
daño? Sabemos que en el contexto de pandemia, con la presencialidad pero
también con la virtualidad que complementa, se torna relevante la priorización
de contenidos curriculares diversos, y esta priorización no debe eludir los
contenidos relacionados con la Educación Sexual Integral desde una
perspectiva de derechos. Como docentes, seguimos con la tarea de fomentar
la garantía de tales derechos y continuamos acompañando el desarrollo de
herramientas para su ejercicio, una tarea que, en este contexto, se transforma
en un renovado desafío. Pensar los efectos de la pandemia implica reflexionar
con nuestras/os estudiantes sobre cómo influye en la igualdad de
oportunidades la perspectiva interseccional de género, clase, etnia,
nacionalidad, culturalidad, edad para el acceso a la salud, entendiéndola de
manera integral tanto en sus aspectos físicos, psíquicos y sociales. Implica
repensar los espacios de participación, acercar a las y a los alumnos y sus
familias los abordajes institucionales para el acceso a los derechos en contexto
de pandemia, y generar de manera colectiva nuevas estrategias para actuar
ante el incumplimiento de alguno de sus derechos, empoderándose de los
mismos para su ejercicio.

Todo este nuevo estar en la escuela acarrea necesariamente tomar decisiones


que deben buscar nuevos consensos. En estos procesos, no solo deben tener
voz las y los docentes que venimos llevando adelante esta inmensa tarea que
implica la continuidad pedagógica en contexto de pandemia, sino que también,
desde esta perspectiva de derechos, resulta fundamental involucrar a niñas,
niños y jóvenes en conjunto con sus familias como actores fundamentales en la
construcción de este nuevo contrato pedagógico, donde se puedan poner en

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valor las diversas situaciones, vivencias, fortalezas o vulnerabilidades que
atravesaron y atraviesan las y los estudiantes y sus familias.

Hablemos de ESI en tiempos de pandemia

Las condiciones actuales requieren un tratamiento serio y continuo de estos


temas ya que los niños, niñas y adolescentes están más tiempo en sus casas
y, como educadores y educadoras tenemos la responsabilidad y la oportunidad
de enseñar educación sexual a nuestros niños, niñas y jóvenes.

la enseñanza de la ESI resulta clave para detectar distintas situaciones de


violencia que se agudizaron durante estos meses, y re-pensar y desnaturalizar
algunas puntos que generan desigualdad en la sociedad.

Las situaciones de violencia (de género, familiar, etcétera) son moneda


corriente de nuestros días. Según datos del Ministerio de Mujeres, Género y
Diversidad de la Nación, durante este contexto de aislamiento social,
preventivo y obligatorio, han aumentado un 40 % las llamadas al 144; sumado
a que en los últimos dos meses hubo 61 femicidios.

Mujeres y niños en situación de vulnerabilidad se ven afectados seriamente,


siendo víctimas de un sistema que los oprime y no da respuesta alguna.

se pensó una propuesta de ESI para contribuir a los esfuerzos de las docentes
que están sobrecargadas, lograr una continuidad pedagógica, y preguntarse
desde el rol docente cómo se puede incidir en esas situaciones.

consiste en poder pensar “cómo atraviesa la Educación Sexual y la sexualidad


en los adultos y a su vez que estos docentes puedan seguir pensando esta
continuidad pedagógica en el marco de la ESI”. Asimismo, se propone reforzar
el trabajo que ya se viene haciendo con la ESI, re- pensar y reflexionar sobre
diferentes ejes tales como los estereotipos de género, la violencia, la
maternidad, y el rol del cuidado, que histórica y patriarcalmente estuvo ligado a
la figura femenina. En efecto, se pretende poder “desnaturalizar un poco estas
cuestiones que reproducen la desigualdad”, tratar de ayudar a aquel docente
que está trabajando con la ESI y que se ve envuelto en alguna situación de
violencia.

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también implica un desafío: re-pensar los vínculos afectivos en medio de una
pandemia. La aplicación de la ESI es de suma importancia más allá del
contexto que estamos atravesando.

la ESI establece “la necesidad, la importancia de lo que es hablar de las


emociones y de un montón de aspectos, y cómo te afecta en determinadas
circunstancias que se debe comenzar desde el Jardín, conociendo las partes
del cuerpo, y reflexionar sobre cómo se construye la familia. Es necesario
también, “dejar de normalizar las cuestiones que la norma propone”, romper
con lo ya establecido y hablar sobre lo que realmente sucede en la
cotidianidad.

Finalmente, la ESI es una herramienta que si se aplica desde el nivel inicial,


puede tener resultados en un futuro “siempre y cuando los docentes estemos a
la altura de poder entender la importancia de la ESI.

Distintos tipos de dispositivos pedagógicos:

La web Seguimos educando, que se lanzó junto con las primeras medidas de
aislamiento social preventivo y obligatorio, tuvo 1.4 millones de visitas en la
primera semana.

En la plataforma se concentran recursos para las familias, docentes y


estudiantes. Seguimos educando además tiene 14 horas diaria de televisión y 7
horas de diario y cuadernos impresos que abarcan los distintos niveles
educativos. Ya se imprimieron y distribuyeron casi 14.000 de cuadernos en los
primeros dos tomos, están en imprenta los tomos 3 y en diseño los tomos 4.
Los tres soportes dialogan entre s “en los programas de televisión una vez por
semana, por lo menos, hay abordaje de temas de la ESI, sumado a un conjunto
de acciones que tiene que ver con visibilizar y sostener la transversalidad. En
todos los cuadernos hay actividades propuestas: desde cuando se lee o trabaja
con Me miro al espejo, de Hugo Midón hasta en ciencias naturales. Además,
trabajamos en conjunto con el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad

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en el abordaje de las tareas de cuidado, la corresponsabildiad y, por supuesto,
el tema de violencias”.

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