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Academia de Argumentación y Derecho

INTRODUCCIÓN
A LAS FALACIAS
EN CONTEXTOS
JURÍDICOS

Prof. Luis A. Malavé Naime

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Academia de Argumentación y Derecho

Qué conseguirás aquí

Qué es una falacia

Tipos de falacias

FALACIAS DEDUCTIVAS
1. Falacia de afirmación del consecuente
2. Falacia de negación del antecedente
Negación del antecedente y argumento a contrario sensu
3. Falacias silogística: término medio no distribuido

FALACIAS NO DEDUCTIVAS FRECUENTES


4. Falacia ad hominem
4.1 Falacia ad hominem abusiva (ataque directo a la persona):
4.2. Falacia ad hominem circunstancial (ataque por el contexto en el
que se encuentra la persona).
4.3. Envenenar el pozo.
5. Falsa analogía
6. Falacia de la pendiente resbalosa
7. Falacia ad ignorantiam

FALACIAS RELACIONADAS CON CAUSAS Y EXPLICACIONES


Lectura preliminar: sobre correlación
8. Falacia post hoc ergo propter hoc
9. Abducción incorrecta
10. Sesgo de confirmación

FALACIAS VINCULADAS AL LENGUAJE Y A LA ESTRUCTURA DEL


DISCURSO
11. Falacia del equívoco
12. Falacia del espantapájaros
13. Petición de principio
14. Defensa Chewbacca (y falacia del arenque rojo -red herring- o
pista falsa)

Estás libre de falacias, hasta que se demuestre lo contrario

Bibliografía

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Qué conseguirás aquí


Este espacio tiene como objeto brindar una descripción justa (ya explicaré
por qué) de un conjunto de falacias que son frecuentes en debates y
discusiones jurídicas (o campos relacionados).

¿Por qué justa? Normalmente, los libros y cursos introductorios dan una
definición sencilla de lo que es una falacia y luego se centran en describir
diversos tipos de ellas. En principio, es una estrategia correcta, pero este
enfoque deja de lado (al menos) dos problemas que en la teoría de la
argumentación contemporánea se han advertido: (1) es difícil definir qué
es una falacia, porque hay muchas que no parecen pertenecer al conjunto
caracterizado por las definiciones tradicionales; (2) gran parte de las
falacias son instancias erróneas de argumentos legítimos. En este espacio
hemos intentado que, desde el principio, los estudiantes sean conscientes
de estos dos puntos y, por tanto, analicen con mayor rigurosidad (y
caridad) los textos argumentativos.

¿Qué falacias estudiaremos?

Hemos clasificado las falacias según diversos tipos o temáticas: falacias


deductivas, falacias no deductivas, falacias relacionadas con estadísticas y
la causalidad y falacias relacionadas con el lenguaje.

Veamos qué falacias estudiaremos en cada uno de los conjuntos


temáticos:

Falacias deductivas: falacia de afirmación del consecuente, falacia de


negación del consecuente, falacia de término medio no distribuido.

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Falacias no deductivas: ad hominem, falsa analogía, pendiente resbalosa


y ad ignorantiam.

Falacias relacionadas con la causalidad y las explicaciones: Falacia post


hoc ergo propter hoc, abducción incorrecta y sesgo de confirmación.

Falacias relacionadas con el lenguaje y el discurso: falacia del equívoco,


falacia del espantapájaros, petición de principio y falacia del arenque rojo
o pista falsa (y defensa Chewbacca).

Si estás inscrito en el curso o en el Programa Práctico de Argumentación


Jurídica, también encontrarás un conjunto extra de falacias interesantes,
actividades y discusiones (son 30 actividades).

Qué es una falacia


A lo largo de la historia se han propuesto innumerables definiciones de
falacia. Desde la perspectiva de la lógica informal una falacia es un error
de razonamiento que ocurre con la suficiente frecuencia como para ser
bautizado (Govier, 2010).

Aunque consideramos que esta perspectiva es correcta, es preferible


hacerla un poco más precisa. Para ello, recurrimos a otro teórico
vinculado a la lógica informal, Douglas Walton (1995: 255). Según
Walton, las falacias implican cinco cláusulas:

Una falacia es:

1- Un argumento (o al menos algo que pretende ser un argumento),

2- que no consigue adecuarse a algún estándar de corrección,

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3- que es usado en el contexto de un diálogo o discusión,

4- pero que por diversas razones parece ser correcto en ese contexto, y,
por último,

5- que establece un obstáculo serio para la consecución de los fines del


diálogo o discusión.

Expliquemos cada uno:

1- Una falacia es un argumento (o pretende serlo):

Para que exista un argumento, se necesita que alguien brinde una o más
razones con la pretensión de apoyar -hacer más aceptable o fuerte- una
postura o posición.

Cuando existe una falacia, entonces, el hablante está dando razones en


apoyo de cierta postura o posición.

Desde este punto de vista, no es correcto decir que una falacia es algo
falso, como suele usarse el término en el habla cotidiana. El hecho de que
un político o un abogado mienta descaradamente no quiere decir que ha
cometido una falacia (desde este punto de vista). Se necesita que el
hablante pretenda dar un argumento, es decir, justificar con razones su
opinión.

2- Las falacias no consiguen adecuarse a algún estándar de corrección

En el contexto de las discusiones jurídicas, el estándar de corrección de


los argumentos es alto:

Si el argumento es de naturaleza deductiva, es necesario que sea válido:


no es posible que las premisas sean todas verdaderas y la conclusión
falsa.

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En el caso de los argumentos no deductivos, como los abductivos, las


analogías, entre otros, se supone que deben estar bien construidos:
deben seguir la forma del esquema al que pertenecen y deben pasar
algunas preguntas críticas.

Por tanto, las falacias son argumentos que reprueban alguno de esos
estándares o criterios.

3- Las falacias son usadas en diálogos o discusiones

En el caso del derecho, las falacias pueden suceder en diversos contextos


discursivos o discusiones de naturaleza jurídica. El más importante es el
de la etapa de juicio. En esta fase de la discusión, los argumentos de las
partes y del juez deben ser correctos y cumplir con ciertos estándares de
prueba. Pero puede haber otros contextos en los que se cometan falacias:
negociaciones, etapas intermedias de los procesos, discusiones
doctrinales, etc.

4- Las falacias parecen ser argumentos correctos en el contexto de la


discusión

Esta es una característica común de, prácticamente, todas las definiciones


de falacia: no importa si quien comete la falacia lo hace a propósito, para
engañar a sus interlocutores (este tipo de movimiento es llamado
sofisma), ni si el hablante fue incapaz de notar que cometía la falacia
(paralogismo): lo importante es que es difícil darse cuenta de que
estamos ante un error; si no somos extremadamente cuidadosos,
podemos creer que una falacia es un buen argumento.

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Como veremos, en el derecho existen algunos patrones argumentativos


que frecuentemente conducen a falacias difíciles de detectar. Esas son las
que estudiaremos.

5- Las falacias son un obstáculo para conseguir los fines del diálogo o
discusión

En el derecho, una falacia es un grave problema: la justicia y la verdad,


los objetivos primordiales de los procesos judiciales, pueden ponerse en
peligro si el juez o el jurado se deja persuadir por un argumento falaz.

Además, los abogados pueden creer que tienen una buena defensa de su
caso y, por tanto, desechar otras estrategias, al persuadirse de
argumentos falaces no detectados.

Tipos de falacias
A lo largo de la historia, se han propuesto diversas clasificaciones de
falacias: formales e informales, deductivas y de ambigüedad, según el
contexto en el que suceden, etc. Nosotros, en este curso, seremos
pragmáticos al respecto: agrupamos las falacias según el tipo de
argumento al que está vinculada. Así, hablaremos de falacias que tienen
que ver con la validez deductiva de los argumentos (falacias deductivas o
formales), falacias en esquemas no deductivos frecuentes (falacias no
deductivas), falacias vinculadas con la causalidad o con explicaciones y
falacias vinculadas con el lenguaje y la estructura de los discursos
argumentativos.

1- Falacias deductivas

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Nos referimos a falacias que ocurren en argumentos que pretenden ser


deductivamente válidos pero que no lo son. Recordemos que un
argumento deductivo es un argumento de conclusión necesaria, es decir,
si las premisas son todas verdaderas, entonces, necesariamente, la
conclusión también es verdadera. Un argumento es deductivamente
inválido si, por el contrario, es posible que todas sus premisas sean
verdaderas pero su conclusión, falsa.

2- Falacias no deductivas

Recordemos que los argumentos no deductivos son aquellos en los que la


verdad o aceptación de las premisas no implica necesariamente la verdad
de la conclusión: es posible que al agregar información a las premisas la
conclusión deba ser retractada.

Esta categoría, en realidad, es un saco que agrupa varios tipos de falacias


que se relacionan con argumentos que son de uso muy frecuente en el
contexto jurídico, como las analogías, los abductivos, los argumentos a
partir de la no evidencia y los argumentos ad hominem.

3- Falacias vinculadas con la causalidad y con explicaciones

Justificar las posibles causas de algo, así como explicar un fenómeno a


partir de un conjunto de hechos conocidos, son estrategias
argumentativas muy frecuentes en algunos campos jurídicos,
especialmente en el área penal.

Como veremos, hay varios errores de los que debemos cuidarnos al usar
tales estrategias.

4- Falacias vinculadas al lenguaje y a la estructura de la


argumentación

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Por último, aquí veremos errores que se cometen al interpretar lo que


alguien quiso decir, al usar o aplicar ciertos conceptos o términos y al
estructurar nuestros argumentos en la discusión.

FALACIAS DEDUCTIVAS

1. Falacia de afirmación del consecuente

Antes de estudiar la estructura de la afirmación del consecuente,


recordemos brevemente la estructura de los argumentos en modus
ponens:

El esquema del modus ponens es el siguiente:

Premisa 1 (condicional o regla): Si A entonces B

Premisa 2: A

Conclusión: B

Ejemplo

Premisa 1: si se prueba que Pedro asesinó a Juan (A), entonces


(necesariamente) Pedro tuvo que haber estado en Nueva York el 3 de
diciembre (B).

Premisa 2: se ha probado que Pedro asesinó a Juan (A).

Conclusión: Pedro estuvo en Nueva York el 3 de diciembre (B).

La falacia de afirmación del consecuente es difícil de percibir porque


tiende a confundirse con el argumento (correcto) modus ponens.

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La afirmación del consecuente tiene el siguiente esquema:

Premisa 1: si A, entonces B

Premisa 2: es el caso que B

Conclusión: por lo tanto, A

Como puedes ver, la segunda premisa del modus ponens afirma el


antecedente (A) de la premisa condicional. De allí se concluye afirmando
el consecuente.

Todo bien hasta aquí.

En cambio, en la falacia de afirmación del consecuente la segunda


premisa afirma el consecuente de la premisa condicional (de allí su
nombre) y concluye afirmando el antecedente.

Ejemplo de falacia de afirmación del consecuente:

Premisa 1: si se prueba que Pedro asesinó a Juan (A), entonces


(necesariamente) Pedro tuvo que haber estado en Nueva York el 3 de
diciembre (B).

Premisa 2: Pedro estuvo en Nueva York el 3 de diciembre (B).

Conclusión: se ha probado que Pedro asesinó a Juan (A).

Como puede notarse, el hecho de que Pedro haya estado en Nueva York
en esa fecha no implica, de ninguna manera, que se haya probado que él
asesinó a Juan. Ese dato, por sí solo, deja de ser relevante, pues lo que
dice la regla de la premisa 1 es que de probarse que lo asesinó es
necesario que haya estado en Nueva York en tal fecha.

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Como sucede en todas las falacias formales o deductivas, el problema


se encuentra en que las premisas pueden ser verdaderas y la conclusión
falsa.

Para ver más claramente el error de la afirmación del consecuente,


pongamos un ejemplo con la misma forma pero donde las premisas son
verdaderas y la conclusión falsa (a esto lo llamamos contraejemplo):

Supongamos que, en realidad, Pedro está en Los Ángeles (EEUU).

Ahora, alguien argumenta:

Premisa 1: si Pedro está en Nueva York (A), entonces (necesariamente)


Pedro está en EEUU (B).

Premisa 2: Pedro está en EEUU (B).

Conclusión: de manera que Pedro está en Nueva York (A).

Las premisas son verdaderas, porque es verdad que estar en NY implica


estar en EEUU y porque es verdad que Pedro está en EEUU. Pero la
conclusión es falsa: Pedro no está en Nueva York. Luego, el argumento es
inválido.

2. Falacia de negación del antecedente

Al igual que la falacia de afirmación del consecuente, la falacia de


negación del antecedente, probablemente, sucede porque se confunde
con un esquema deductivo (correcto) muy frecuente al argumentar: el
modus tollens.

El modus tollens parte también de una premisa mayor o regla en forma


condicional: si A, entonces B.

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La premisa menor niega el consecuente de la regla: no B.

De allí se concluye negando A.

Esquema del modus tollens:

Premisa 1: si A, entonces B

Premisa 2: no B

Conclusión: no A

En cambio, la falacia de negación del antecedente, como su nombre lo


dice, intercambia la premisa 2 y la conclusión: en la premisa 2, niega A;
en la conclusión, niega B.

Esquema de la negación del antecedente:

Premisa 1: si A, entonces B

Premisa 2: no A

Conclusión: no B

Ejemplo de argumento modus tollens:

Premisa 1: si María se tomó una foto con su grupo de amigos en el


Central Park, el día x; entonces tuvo que haber estado en la
manifestación de ese día.

Premisa 2: pero sabemos que ella no estuvo en la manifestación.

Conclusión: María no pudo tomarse una foto con su grupo de amigos, en


el Central Park, el día x.

Ejemplo de falacia de negación del antecedente:

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Premisa 1: si María se tomó una foto con su grupo de amigos en el


Central Park, el día x; entonces tuvo que haber estado en la
manifestación de ese día.

Premisa 2: María no se tomó una foto con su grupo de amigos, en el


Central Park, el día x.

Conclusión: María no estuvo en la manifestación de ese día.

Al igual que en el caso de la falacia de afirmación del consecuente, el


error de la falacia de negación del antecedente es que tiene una forma
deductivamente inválida: las premisas pueden ser verdaderas y, al mismo
tiempo, la conclusión falsa.

Las premisas no conducen a la conclusión.

Aunque sea verdadera la regla condicional y también sea verdad que


María no se tomó una foto con su grupo de amigos, bien pudo haber
estado en la manifestación de ese día.

Negación del antecedente y argumento a contrario sensu

La interpretación a contrario sensu es relativamente usual para


determinar el límite de las consecuencias jurídicas de las normas.

En este tipo de argumento se presupone que la norma forma parte de un


sistema cerrado, es decir, que lo que no es aceptado o permitido
expresamente por la norma, es prohibido por ésta –y viceversa–. En
estos casos se dice que la norma es de interpretación estricta.

Por ejemplo, es normal que las disposiciones sancionatorias del


ordenamiento jurídico penal sean de interpretación estricta: si una

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conducta no está expresamente sancionada por una norma, debe


entenderse que está permitida.

Para crear el esquema del argumento a contrario sensu es importante


incluir la interpretación que hace posible la aplicación de este tipo de
argumentación. La interpretación original es que la norma en cuestión es
cerrada o de interpretación estricta, es decir, que lo que no está permitido
expresamente por ella está prohibido.

Esquema del argumento a contrario sensu:

Premisa 1: la norma N es una norma de interpretación estricta;

Premisa 2: N no incluye la situación A entre lo que permite (o prohíbe);

Conclusión: (necesariamente) A está prohibido (o permitido).

Por ejemplo, la constitución venezolana señala que sólo los venezolanos


por nacimiento pueden optar al cargo de Presidente de la República. Esto
implica, a contrario sensu, que los venezolanos naturalizados no pueden
optar a tal cargo.

Es decir, la norma en este caso no debe interpretarse como un


condicional simple: si una persona es venezolana por nacimiento,
entonces puede optar al cargo de Presidente. Porque, al ser una norma de
interpretación estricta, a los supuestos que no se pueden subsumir en la
norma se les debe aplicar la negación de la consecuencia jurídica (de la
permisión a optar al cargo de Presidente). De allí que la forma correcta de
interpretar esta norma es como un bicondicional:

Si, y solo si, una persona es venezolana por nacimiento, entonces puede
optar al cargo de Presidente.

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Los bicondicionales se pueden descomponer en dos condicionales (de allí


el nombre):

Un bicondicional si, y solo si, A, entonces B; implica dos condicionales:

1- Si A, entonces B;

2- Si B, entonces A.

De allí que si tenemos la negación de A, sea válido concluir negando B.

En el ejemplo en cuestión:

La norma de la Constitución, al ser de interpretación estricta, puede


escribirse como un bicondicional:

Si, y solo si, una persona es venezolana por nacimiento, entonces puede
optar al cargo de Presidente.

Lo que implica:

1- Si una persona es venezolana por nacimiento, entonces puede optar al


cargo de Presidente.

2- Si una persona puede optar al cargo de Presidente (de Venezuela),


entonces esa persona es venezolana por nacimiento.

De allí que si alguien no es venezolano por nacimiento (en aplicación del


modus tollens con el condicional 2) es válido concluir que no puede optar
al cargo de Presidente.

Por todo lo anterior, debemos ser muy cuidadosos con la interpretación a


contrario de las normas:

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Como la mayoría de las normas deben interpretarse como condicionales


simples (si A, entonces B), no como si fueran de interpretación estricta
(bicondiconales: si, y solo si, A, entonces B), quien hace una
interpretación a contrario incorrecta puede cometer la falacia de
negación del antecedente.

3. Falacias silogística: término medio no distribuido

Antes de definir las falacias silogísticas, es importante recordar qué es un


silogismo categórico.

¿Qué es un silogismo y cuáles son sus términos componentes?

Una proposición categórica es una proposición que afirma o niega que


todos o algunos de los miembros de una categoría (o conjunto) están
incluidos en otra categoría.

Las cuatro proposiciones categóricas son:

Todo S es P (todo humano es animal)

Ningún S es P (ningún humano es canino)

Algún S es P (algunos humanos son zurdos)

Algún S no es P (algunos humanos no son diestros)

Copi y Cohen (Introducción a la Lógica, 2004) definen los silogismos


categóricos como aquellos argumentos deductivos que contienen tres
proposiciones categóricas (dos premisas y una conclusión) y
exactamente tres términos, dos por cada proposición categórica.

Por ejemplo, una forma de silogismo categórico es:

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Todo M es P

Todo S es M

__________

Todo S es P

Un argumento específico con la forma anterior sería:

Todo perro (M) es mamífero (P)

Todo dálmata (S) es perro (M)

Por tanto, todo dálmata (S) es mamífero (P)

Los términos de los silogismos se llaman mayor, menor y medio.

El término mayor (P) es el predicado de la conclusión (en el ejemplo


anterior, «mamífero»). La premisa mayor es la que contiene el término
mayor.

El término menor (S) es el sujeto de la conclusión (en el ejemplo,


«dálmata»). La premisa menor es la que contiene el término menor.

El término medio (M) es el término que no aparece en la conclusión (en el


ejemplo, «perro»).

¿Qué es un término distribuido?

Decimos que un término de una proposición está distribuido si ese


término cubre a todos los miembros de la clase que denota.

Otra forma de decirlo (Copi y Cohen, 2004) es que una proposición


distribuye un término si éste se refiere a todos los miembros de la clase
designada por él.

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Por ejemplo, en la proposición categórica universal: «Todo perro es


mamífero», el sujeto de la proposición (el término «perro») se refiere a
todos los miembros de la clase de los perros. De manera que el sujeto de
la proposición está distribuido (o la proposición distribuye su término
sujeto).

Y en «ningún atleta es vegetariano» se afirma que la totalidad de los


atletas son excluidos de la totalidad de los vegetarianos. Así que ambos
términos están distribuidos: «atleta» (la proposición distribuye su
término sujeto) y «vegetariano» (es decir, el término predicado está,
igualmente, distribuido).

Falacia de término medio no distribuido

Sucede cuando el término medio (el término que no aparece en la


conclusión) nunca designa a todos los miembros de su conjunto.

Forma frecuente:

Todo P es M

Todo S es M;

Por lo tanto, todo S es P.

Nota su parecido con el silogismo categórico correcto que hemos visto


antes:

Todo M es P

Todo S es M;

Por lo tanto, todo S es P.

Ejemplo de término medio no distribuido:

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Todos los perros (P) son animales (M)

Todos los gatos (S) son animales (M);

Por lo tanto, todos los gatos (S) son perros (P).

El término medio (animal) nunca es distribuido en las premisas: en la


premisa mayor se distribuye el término perro; en la premisa menor se
distribuye el término gato.

Nota que el argumento en cuestión es inválido deductivamente: aunque


sus premisas sean verdaderas (como lo son en este caso), no es verdad
que su conclusión lo sea.

FALACIAS NO DEDUCTIVAS FRECUENTES

4. Falacia ad hominem

Como en todas las falacias que estamos estudiando. La falacia ad


hominem tiene su contraparte en un argumento semejante pero correcto:
el argumento ad hominem.

Argumentos ad hominem (correctos)

Aunque suele decirse que los argumentos de ataque a las personas son
todos falaces, esta posición debe ser matizada en algunos contextos, uno
de los cuales es el jurídico.

Los argumentos ad hominem son argumentos de ataque a la persona.


Con ellos se objeta la opinión, afirmación o posición de un hablante sobre
la base de alguna característica personal o del contexto de ese hablante.

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¿Cuándo no son falaces los argumentos ad hominem?

Si un hablante afirma u opina algo que se sostiene en la confianza que le


tengamos o en alguna característica personal, entonces puede ser
legítimo atacar esa característica del hablante como estrategia de ataque
a su afirmación u opinión.

Los argumentos ad hominem (legítimos) son comunes en el Derecho

En el Derecho son comunes los argumentos que se basan testigos y


expertos. Las afirmaciones de testigos y expertos dependen, en parte, de
la confianza que generen. Si no son confiables, sus afirmaciones pierden
credibilidad, incluso pudieran ser desechados.

De allí que los abogados usen argumentos ad hominem no falaces todo el


tiempo: por ejemplo, se puede argumentar legítimamente que el testigo
es un mentiroso compulsivo o que el experto ha sido descalificado en
otras ocasiones.

¿Cuándo es falacia el argumento ad hominem?

Un argumento ad hominem es falaz cuando concurren las siguientes


condiciones:

1- se rechazan las opiniones de un hablante;

2- el rechazo se fundamenta en alguna característica personal o


contextual del hablante;

3- el hablante ha fundamentado sus opiniones en razones que no


dependen de la confianza que le tenemos personalmente o a su contexto.

¿Por qué es falaz?

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- Las falacias ad hominem son irrelevantes como ataques


argumentativos: el hecho de que alguien tenga cierta característica
personal o contextual no implica que no tenga razón ni da derecho para
rechazar sus argumentos.

- Pero, además, la falacia ad hominem pone en peligro la resolución de los


conflictos en discusión.

- Al atacar personalmente al argumentante estás diciendo que cualquier


argumento que venga de él puede ser rechazado en los mismos términos
personales. De esta manera se degrada al hablante como parte de una
discusión seria para resolver las diferencias de opinión.

Tipos de falacias ad hominem

Las siguientes falacias son normalmente son catalogadas como falacias ad


hominem:

4.1 Falacia ad hominem abusiva (ataque directo a la persona):

Como señala Walton (1995: 212), en este tipo de argumento se critica los
argumentos de alguien alegando que tiene una característica personal
mala. Es un ataque a la honestidad o confiabilidad de una persona como
participante cooperativo en una discusión racional o diálogo.

Ejemplo:

El ad hominem abusivo es muy frecuente en los discursos políticos. Por


ejemplo, un candidato señala:

«Creo que debemos construir más plantas de energía limpia, porque de lo


contrario no podremos detener el calentamiento global»

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Un adversario político señala:

«Pero, por favor, ¿vamos a hacerle caso a un señor que ha sido acusado
de corrupción en la administración pasada?».

El adversario comete la falacia ad hominem abusiva: para evaluar la


fuerza de sus argumento es es irrelevante, en este contexto, que el
candidato haya sido acusado por corrupción.

4.2. Falacia ad hominem circunstancial (ataque por el contexto


en el que se encuentra la persona).

Señala Walton (1995: 212): este tipo de falacia apela a un choque (o una
incoherencia práctica) entre lo que una persona afirma en su argumento y
lo que se compromete a hacer de acuerdo con sus circunstancias
personales conocidas.

Ejemplo:

Un ejemplo de ad hominem circunstancial que recoge Walton (2008: 181)


es el siguiente:

Un cazador es acusado de crueldad por sacrificar animales inocentes para


su propia diversión. Éste replica: «¿Y por qué ustedes se alimentan de la
carne de ganado indefenso?».

El cazador comete un ad hominem circunstancial, porque apela a una


circunstancia de quienes lo acusan (comer carne de animales indefensos)
con el fin de desechar sus críticas. Este caso es falaz porque el hecho de
que alguien coma carne no implica que esté inhabilitado para criticar la
caza deportiva o por diversión.

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Algunas veces, la falacia circunstancial es llamada tu quoque (tú también


has hecho eso).

4.3. Envenenar el pozo.

En este caso, se descalifica al argumentante por pertenecer a una clase o


grupo de personas. Se apela a que, debido a cierta característica de ese
grupo, los que forman parte de él están sesgados o parcializados de tal
manera que es imposible que dejen de estarlo.

Ejemplo:

Walton (Informal Logic, a pragmatic approach. 2008:187) cita este


interesante ejemplo de envenenar el pozo:

En un debate sobre el aborto, en la Cámara de los Comunes de Canadá,


una de las diputadas señaló lo siguiente:

«Desearía que fuera posible para los hombres implicarse de verdad


emocionalmente en este problema. Es realmente imposible para los
hombres, para quienes es imposible estar en esta situación, verlo desde
el punto de vista de una mujer. Por eso es que me preocupa que no haya
más mujeres en la Cámara dispuestas a hablar desde el punto de vista de
las mujeres».

El problema de este razonamiento es que inhabilita, o por lo menos


debilita, cualquier argumento sobre el aborto que puedan dar los hombres
por el hecho de ser hombres. Pero, ¿no puede un hombre dar buenos
argumentos (a favor o en contra) del aborto?, ¿acaso la fortaleza de esos
argumentos depende del género de la persona o de su capacidad de
tomar el punto de vista de las mujeres?

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5. Falsa analogía

Recordemos que los argumentos por analogía se construyen de la


siguiente manera:

Premisa 1: el caso A es semejante al caso B en las características 1,2,…,n

Premisa 2: B también tiene una característica X

Conclusión: (plausiblemente) A tiene la característica X

Es decir, como A y B son semejantes y como B tiene una característica


adicional, no observada en A, podemos concluir que A (plausiblemente)
también tiene esa característica adicional.

Ejemplo

Supongamos que los astrónomos observan un planeta en otra estrella.


Pueden concluir que ese planeta tiene agua en estado líquido
(probablemente) mediante un razonamiento por analogía:

Premisa 1: el planeta X es semejante a la Tierra en las características su


estrella es parecida al Sol: el planeta X está a una distancia de su estrella
similar a la de la Tierra con respecto al Sol; el planeta X tiene un tamaño
similar al de la Tierra.

Premisa 2: la Tierra es un planeta con agua en estado líquido.

Conclusión: (plausiblemente) el planeta X tiene agua en estado líquido.

Falsa analogía

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Govier (339-340) las define como analogías en las que se basan los
argumentos son tan vagas y rebuscadas que es imposible incluso
clasificarlas como plausibles a priori.

Es decir, la falacia de falsa analogía implica una comparación superficial:


hay elementos similares o compartidos por los dos casos, pero no son
relevantes para concluir algo.

Nota importante: según nuestra definición anterior, descubrir una falsa


analogía no es la única forma en la que una analogía puede ser evaluada
negativamente. También es posible que las premisas no sean aceptadas:
que, por ejemplo, no compartan tales características o que B no tenga la
característica adicional X. Asimismo, puede suceder que aunque los dos
casos sí sean similares, exista un tercer caso más parecido aún y que
tenga consecuencias distintas (no tenga, por ejemplo, la característica X).

Ejemplo

Citamos de Govier (340). Este ejemplo está tomado de una carta al editor
en la que el escritor instaba a las autoridades de la ciudad de Calgary a
no desarrollar una nueva subdivisión para proporcionar vivienda a 50.000
personas:

Una vez una agradable y amistosa dama de las colinas, Calgary se ha


convertido en una dama obesa de 200 libras y naturalmente sufre de
todas las enfermedades inherentes a la comunidad distendida: aliento a
smog, olores corporales, alta presión sanguínea del tráfico, dolencias
glandulares, ...y manchas en la piel como edificios altos, torres,
rascacielos y centros comerciales... Estaría bien para considerar si esta
continua expansión de las ciudades de Alberta es realmente necesaria o
sólo un alarde competitivo.

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¿Es una falsa analogía?

Sí: las similitudes entre una dama obesa y una ciudad son superficiales:

1- No hay un límite para el tamaño «sano» de una ciudad.

2- No existe ninguna base para predecir que la mala salud que una
persona puede experimentar como resultado de la obesidad surgirá de
alguna manera en paralelo para una ciudad en expansión.

3- ¿En qué sentido se puede hablar de «enfermedad» en el caso de una


ciudad?

4- Es difícil comparar las manchas en la piel con edificios, rascacielos, etc.

6. Falacia de la pendiente resbalosa

Los argumentos (no necesariamente falaces) de pendiente resbalosa o


resbaladiza (en inglés, slippery slope argument) son casos extremos de
los argumentos por las consecuencias.

Recordemos que en los argumentos por las consecuencias concluimos que


debemos realizar (o no realizar) una acción x, por cuanto esa acción
tendrá consecuencias buenas (o malas).

El argumento de pendiente resbalosa es una forma extrema de


argumentación a partir de las consecuencias negativas: consiste en
advertir que si se toma un primer paso (una primera acción), que puede
parecer razonable, la cadena de eventos que se desatará no podrá
detenerse y conducirá a un resultado terrible.

Su esquema puede simplificarse de la siguiente manera:

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Premisa: realizar la acción A (que puede parecer razonable) desatará una


cadena de eventos indetenible y que conducirá a un resultado terrible

Conclusión: no debemos (o es preferible no) realizar la acción A

Una manera más compleja del esquema es la siguiente:

Premisa 1: realizar A conducirá al evento E1

Premisa 2: E1 conducirá a E2

Premisa 3: E2 causará E3

Premisa n: En-1 causará En

Premisa n+1: En es un evento terrible

Conclusión: por lo tanto, no debemos (o es preferible no) realizar A

¿Cuándo sucede la falacia?

La falacia de la pendiente resbalosa es una degeneración del esquema


anterior. La falacia sucede en al menos dos casos:

(1) Si los vínculos causales que componen la cadena de eventos se van


debilitando, de manera que es muy poco (o nada) plausible o probable el
resultado final terrible.

(2) Si no es indetenible la cadena de eventos.

En muchos casos, la falacia de la pendiente resbalosa tiene una gran


fuerza persuasiva porque, con ella, subrepticiamente se apela al miedo: el
resultado final que se señala es tan terrible que abruma al auditorio, por
lo que decide no tomar el riesgo de realizar la primera acción.

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Ejemplo

Un famoso ejemplo de la falacia de la pendiente resbalosa es el


argumento usado por Richard Nixon para advertir sobre detener la guerra
de Vietnam. Nixon argumentó que la caída de Vietnam:

...significaría en última instancia la destrucción de la libertad de expresión


de todos los hombres de todos los tiempos no sólo en Asia sino también
en los Estados Unidos... Nunca debemos olvidar que si la guerra en
Vietnam se pierde...el derecho a la libertad de expresión se extinguirá en
todo el mundo.

Como señala Walton (1995:55):

… (E)n retrospectiva, el argumento parece menos que plausible. Podemos


ver que era un tipo de argumento especulativo débil, incluso en ese
momento, que era poderoso más porque daba miedo que por cualquier
evidencia fuerte que lo respaldara…

En este ejemplo, el primer paso (perder o detener la guerra) conduciría


-plausiblemente- a la imposición de un régimen comunista en Vietnam, y,
probablemente (pero menos que la primera consecuencia), países vecinos
correrían la misma suerte; ahora, ¿cuán plausible era saltar de allí a crear
regímenes totalitarios en todo el mundo, con la consecuente destrucción
de la libertad de expresión? Era poco probable y había muchos puntos
intermedios donde las consecuencias negativas podían ser evitadas.

7. Falacia ad ignorantiam

Como siempre, comencemos definiendo qué es un argumento


(posiblemente correcto) ad ignorantiam (a partir de la ignorancia). Un

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argumento ad ignorantiam consiste en concluir que algo es verdad


fundamentado en que no se sabe (o no hay evidencia de) que sea falso, o
viceversa (concluir que algo es falso porque no se sabe –o no hay
evidencia de– que sea verdad).

En general, las dos formas del argumento ad ignorantiam son las


siguientes (Walton, 2008:57):

● Se desconoce si la proposición A es verdadera, por lo tanto A es


falsa.

● No se sabe si la proposición A es falsa, por lo tanto A es verdadera.

No siempre es falaz el argumento ad ignorantiam: tres tipos de


razonamientos ad ignorantiam que pueden ser razonables son:

1- Cuando se ha hecho una investigación cuidadosa sobre la existencia de


A y no se ha probado, en muchos contextos es razonable concluir que A
no existe.

En la ciencia, muchas veces se concluye algo a partir de la llamada


«evidencia negativa», es decir, de la falla en probar lo contrario. Por
ejemplo, se concluye que un fármaco no es dañino para el ser humano,
porque en diversos estudios no se han conseguido efectos perjudiciales
por su uso en humanos.

2- Cuando la existencia de A es peligrosa (o implica un peligro), puede


ser recomendable suponer que existe A, aunque se ignore la inexistencia
de A.

Por ejemplo, en contextos normales, si ignoras que un arma de fuego está


descargada, por seguridad, es preferible actuar suponiendo que está
cargada.

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3- Cuando la existencia de A implica un perjuicio para alguien, si no hay


evidencia de que A, es preferible suponer que no A.

El caso paradigmático es el de la presunción de inocencia: si no hay


evidencia de que una persona es culpable de un delito, se debe presumir
que es inocente.

¿Cuándo es falaz el argumento ad ignorantiam?

Sin ánimo de ser exhaustivos, es falaz argumentar a partir de la


ignorancia cuando

1- Se invierte (incorrectamente) la carga de la prueba:

En una discusión simétrica, ambas partes deben probar sus posturas y


afirmaciones: las partes tienen la carga de probar sus afirmaciones. En
tales casos, debe existir evidencia (positiva o negativa) para fundamentar
una afirmación.

Si la afirmación A se apoya en el desconocimiento de que A sea falsa,


entonces se invierte la carga de la prueba: se está diciendo que es la otra
parte quien tiene que probar la falsedad de A.

2- Quien afirma hechos extraordinarios, que alteran sustancialmente los


conocimientos científicos actuales o que es altamente improbable que
sucedan, tiene la carga de probar tales hechos.

Por ejemplo, afirmar que los fantasmas existen porque no se ha probado


lo contrario, implica que son los científicos los que tienen la carga de
probar que no existen. Pero, a la luz de la ciencia, decir que existen
fantasmas es un hecho extraordinario, es algo que no parece consistente
con nuestros conocimientos actuales de física y biología.

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3- Normalmente, quien afirma algo que puede perjudicar a alguien es el


que tiene la carga de probar su afirmación.

Como mandar a la cárcel a un inocente es algo terriblemente perjudicial,


es quien acusa de un delito el que debe probar (con un alto estándar de
prueba, además) la culpabilidad.

FALACIAS RELACIONADAS CON CAUSAS Y


EXPLICACIONES

Lectura preliminar: sobre correlación

Antes de estudiar nuestras próximas falacias, aclaremos, de manera


informal, qué quiere decir que dos fenómenos o variables están
correlacionados.

Una forma de entender qué es una correlación es la descrita por Govier


(288):

Las afirmaciones correlativas se basan en observaciones de dos objetos o


eventos. Los investigadores observan dos aspectos de un fenómeno:
consideran si es Q o no Q, y luego si es H o no H. Hay tres posibilidades
en tales casos:

i) Correlación positiva: si una proporción mayor de Qs que de no-Qs es


H, entonces hay una correlación positiva entre ser Q y ser H.

ii) Correlación negativa: si una proporción menor de Qs que de no-Qs


es H, entonces hay una correlación negativa entre ser Q y ser H.

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iii) No hay correlación: si aproximadamente la misma proporción de Qs


que los no-Qs son H, entonces no hay correlación entre ser Q y ser H.

Por ejemplo, se puede investigar si dos fenómenos: el uso de drogas (H)


y el padecimiento de desórdenes psiquiátricos (Q), están correlacionados.

● Una correlación positiva sería aquella en la que, en una población,


se observa una mayor proporción de personas que comparten
ambas variables (consumen drogas y tienen desórdenes
psiquiátricos) que de personas que no consumen drogas pero tienen
desórdenes psiquiátricos.

● Una correlación negativa tendría lugar si hay una menor proporción


de personas que consumen drogas y tienen desórdenes
psiquiátricos que de personas no consumidoras que sufren de tales
desórdenes.

● Cuando no hay correlación existe más o menos la misma proporción


de personas consumidoras con desórdenes psiquiátricos que de
personas no consumidoras con tales desórdenes.

8. Falacia post hoc ergo propter hoc

Los argumentos (falaces o no) post hoc son aquellos en los que, dado que
un evento (A) sucedió antes que otro evento (B), se concluye que A es la
causa de B. El esquema argumentativo es:

Premisa 1: A sucedió antes que B

Conclusión: A es la causa de B

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Post hoc ergo propter hoc se puede traducir por «después de, por tanto, a
causa de».

Los argumentos post hoc son muy comunes en el razonamiento humano y


no siempre son incorrectos.

Por ejemplo, si comienza a llover, y luego llega un amigo empapado de


agua, rápidamente concluiremos que nuestro amigo está empapado a
causa de la lluvia.

Ese tipo de razonamiento, pese a ser débil, no es incorrecto en contextos


en los que:

1- no tenemos (o no podemos encontrar) más evidencias o indicios,

2.1- actuar sobre la base de tales creencias no tiene consecuencias


graves

2.2- aunque tiene consecuencias graves, es urgente llevar a cabo una


acción o tomar una decisión.

Por ejemplo, imagina que estás en el Titanic, ves acercarse un iceberg,


escuchas un estruendo y luego comienza a hundirse el barco; lo mejor
que puedes hacer es concluir que el choque con el iceberg es la causa de
que el barco se hunda, así que es preferible no dirigirse al lugar por
donde probablemente ha chocado.

¿Cuándo sucede la falacia?

Aunque el tema es complejo, podemos afirmar que al menos una parte de


los casos de falacias post hoc suceden porque:

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(1) quien concluye que A es la causa de B no tiene evidencia de que haya


una correlación entre A y B

(2) en el contexto en el que se da el argumento se podía o debía buscar


más evidencia antes de saltar a la conclusión de que A es la causa de B.

En esos casos, el razonamiento post hoc es falaz no porque las premisas


sean irrelevantes para la conclusión, sino porque la fuerza del argumento
es tan débil que no pasa los mínimos requeridos para ser considerado un
argumento serio (en un sentido similar, Govier, 2010).

9. Abducción incorrecta

Muchas de las falacias vinculadas con errores causales pueden asociarse


también con problemas al plantear argumentos por la mejor explicación.

Recordemos que los argumentos por mejor explicación son aquellos que,
a partir de un conjunto de hechos, se concluye con una explicación de la
causa (o el vínculo) de esos hechos.

El esquema de los argumentos abductivos (correctos) es:

Premisa 1: S es un suceso o un conjunto de hechos

Premisa 2: E es una explicación satisfactoria (o plausible) de S.

Premisa 3: Ninguna otra explicación conocida de S es tan satisfactoria (o


plausible) como E.

Conclusión: (mientras nada diga lo contrario) E es la explicación de S.

Ejemplo

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Supongamos que encuentra una canica roja cerca de una bolsa de canicas
rojas. Usted puede inferir por razonamiento «abductivo» que la canica es
de la bolsa.

Premisa 1: hay una canica roja cerca de una bolsa de canicas rojas

Premisa 2: una explicación satisfactoria sería que la canica roja proviene


de la bolsa de canicas

Premisa 3: no existe, hasta los momentos, una mejor explicación

Conclusión: la canica roja proviene de la bolsa de canicas rojas

¿Cuándo ocurre el error?

El error más frecuente en la formulación de explicaciones para sucesos o


hechos es dejar de lado otras posibles explicaciones plausibles, otras
hipótesis que explican satisfactoriamente el conjunto de hechos.

En otras palabras, si seguimos nuestro esquema, el problema está en la


falta de aceptabilidad de la premisa 3: no se pueden descartar otras
explicaciones satisfactorias.

Como veremos al estudiar el sesgo de confirmación, este error es muy


común entre aquellos que se han convencido previamente de una
hipótesis, sin ponerla a prueba: rechazan o dejan de buscar pruebas que
puedan refutar la hipótesis que los convence o que puedan favorecer a
terceras hipótesis.

Ejemplo

Supongamos que encuentras marcas circulares en un sembradío de maíz.

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De allí puedes inferir, por razonamiento «abductivo», que las marcas las
hicieron los extraterrestres.

No obstante, ¿Realmente la explicación alienígena es una mejor


explicación que las explicaciones alternativas?, ¿han sido tomadas en
cuenta tales explicaciones?

Veamos, ¿cuál puede ser una explicación alternativa? Una explicación es


que fueron unos bromistas (humanos, no alienígenas) los que crearon el
círculo del maizal. Esa explicación alternativa parece más plausible. De
hecho, simplifica las cosas: no se necesita afirmar que hemos descubierto
vida inteligente de otro planeta, no se necesita afirmar que esos
extraterrestres tienen tecnología increíble y que viajaron distancias
siderales a velocidades cercanas a la de la luz, tampoco se necesita
explicar por qué no hay pruebas científicas de su llegada.

Eso no quiere decir que concluyamos que fueron unos bromistas y no,
extraterrestres; pero, incluso sin nada más, ya la hipótesis extraterrestre
deja de ser convincente: empeñarse en ella, sin descartar otras hipótesis,
es caer en una abducción incorrecta.

Un terrible caso de abducción incorrecta sucedió en Perú. Unos vecinos


ven al propietario de un restaurante chino llegando con su automóvil lleno
de carne en el maletero y con un perro amarrado en el asiento trasero, de
allí concluyeron sin más que la carne que llevaba el hombre era carne de
perro para su restaurante.

Entre otros errores, los vecinos cometen la falacia de abducción


incorrecta, porque tomaron por cierta una posible explicación de los
hechos (que la carne era de perro) sin tomar en cuenta, ni descartar,

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mejores explicaciones (ej. que el señor fue al mercado con su perro y


compró carne de vaca; o que se consiguió el perro en el mercado).

10. Sesgo de confirmación

El sesgo de confirmación es uno de los sesgos cognitivos más persistentes


y difíciles de evitar.

Para los abogados, negociadores y mediadores es extremadamente


importante identificar este sesgo y evitarlo a toda costa, porque puede
conducir a autoengaño y falsas expectativas en la toma de decisiones.

¿En qué consiste?

El sesgo de confirmación se presenta de varias maneras:

1- Cuando solo buscamos información que confirme nuestras creencias,


actitudes y conductas, y evitamos información que pueda contradecirlas.

En la vida real sucede exactamente igual. Los seguidores de un candidato


presidencial o de cierto partido político difícilmente verán un canal de
televisión con una visión contraria o leerán a un analista que critique a su
candidato o partido. Y si tienen alguna duda, lo más probable es que
busquen alguna opinión favorable que les relaje el esfuerzo mental y el
gasto de recursos cognitivos.

2- Cuando nos conseguimos ante información de uno y otro lado, tanto la


que está a favor de lo que creemos como la que contradice tales creencias
o conductas, y le damos más peso (sin ninguna justificación) a la
información que confirma nuestras creencias.

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Creemos que estamos poniendo en una balanza y sacando conclusiones


imparciales, pero en realidad nuestra balanza está manipulada a nuestro
favor.

3- Cuando la información recibida, y posiblemente contradictoria con


nuestras creencias o conductas, es interpretada de manera que confirme
nuestras creencias.

Nos autoengañamos interpretando de manera sesgada la información que


contradice nuestras creencias, ideas u opiniones.

En el Derecho hay varias etapas en las que el sesgo de confirmación


puede tener lugar.

● En la etapa de investigación, al recabar pruebas y datos en apoyo


de una hipótesis, es frecuente pasar por alto las pruebas en contra.
El caso paradigmático es el de la investigación policial: muchas
veces, los policías e investigadores criminalísticos se concentran en
buscar evidencia que confirme la hipótesis que, por experiencia e
intuición, se han formado. Pero también los abogados pueden caer
en el sesgo al hacer su propia investigación, lo que puede traerles
sorpresas desagradables en un juicio o una negociación. Aunque el
abogado debe defender a su cliente, una defensa que no se apoye
en una interpretación adecuada de la evidencia es una mala
defensa.

● En la etapa de discusión de las partes: cuando el abogado se


encuentra con las afirmaciones y pruebas de la otra parte, el sesgo
de confirmación puede conducirlo a interpretar inadecuadamente
tales elementos: puede ser que infravalore elementos
fundamentales contra la pretensión de su cliente o defendido o

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sobreestime la razonabilidad de sus propias pruebas y de su éxito


en el juicio.

● En la etapa de decisión: los jueces tampoco están a salvo del sesgo


de confirmación. Muchas veces, el juez va formándose una idea del
caso y de la decisión que debe tomar desde las primeras etapas del
juicio. Si la convicción del juez es fuerte, puede dejar de lado
elementos que eran fundamentales o interpretar a favor de su
postura tanto normas como pruebas.

¿Cómo evitar el sesgo de confirmación?

1- Sé consciente de que puedes caer en este sesgo.

Estudiarlo (y con esta lectura ya tienes un primer paso) es importante


porque nos hace más sensibles ante algunas ocasiones en las que
podemos caer en el sesgo.

2- Cuando tengas que formular tus ideas, busca ayuda de terceros


imparciales y a los que no les dé miedo de decirte lo que piensan.

Un grupo de debate puede ayudar mucho. Pero, eso sí, busca que el
grupo sea heterogéneo. Los grupos en los que todos piensan igual tienden
a caer en su propia versión del sesgo de confirmación.

3- Siempre intenta ponerte en los zapatos del otro.

Pregúntate: ¿cuáles serán sus intereses, pretensiones y preocupaciones?,


¿por qué no estará de acuerdo con mi postura?, ¿cómo se ve este
problema desde su perspectiva?

4- Recuerda la base del método científico: más que confirmar o verificar


nuestras hipótesis, debemos preguntarnos qué hechos o pruebas pudieran

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contradecirlas. Solo si no conseguimos tales hechos o pruebas, podemos


mantener -mientras nada diga lo contrario- nuestras hipótesis.

FALACIAS VINCULADAS AL LENGUAJE Y A


LA ESTRUCTURA DEL DISCURSO

11. Falacia del equívoco

La falacia del equívoco es un tipo de falacia de ambigüedad. Este tipo de


falacia tiene que ver con la falta de claridad del lenguaje que suelen usar
los argumentantes.

Decimos que existe un equívoco, en un argumento, cuando:

1- Alguna palabra o frase del argumento puede entenderse o significar


más de una cosa y

2- el argumento en cuestión se sostiene por ese cambio de interpretación


o significado, casi imperceptible, en dicha palabra o frase.

Como señala Govier (2010: 66), la falacia de la equivocación se comete


cuando una palabra clave de un argumento se utiliza en dos o más
sentidos y las premisas del argumento parecen apoyar su conclusión sólo
porque estos sentidos no se distinguen entre sí. Podemos no notar el
cambio de significado, y por esa razón pensar que el argumento es más
convincente de lo que es.

Ejemplos

Un ejemplo que brinda Douglas Walton (1995:292), aunque de juguete,


deja bastante clara la falacia:

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Las leyes de la naturaleza existen.

Siempre que hay una ley, hay un legislador que crea esa ley.

Por lo tanto, existe un legislador cuyo poder está por encima de la


naturaleza.

En este caso, se comete la falacia del equívoco al darle dos significados


distintos a «ley». Cuando se habla de ley de la naturaleza nos referimos a
generalizaciones científicas, basadas en teorías y observaciones. En este
caso, son de orden descriptivo (tiene sentido preguntarse, como lo hace
la ciencia, si son verdaderas o falsas). En cambio, en su otra
acepción,«ley» se refiere a un acto imperativo, una orden que norma
alguna conducta (que puede ser correcta, incorrecta, legítima o no, pero
no tiene sentido preguntarse si es verdadera o falsa). Como dice la RAE,
es un precepto dictado por la autoridad competente, en que se manda o
prohíbe algo en consonancia con la justicia y para el bien de los
gobernados.

Nota que, en la primera premisa (que, reconstruida como silogismo, sería


en realidad la premisa menor), comenzamos hablando de ley en sentido
descriptivo (como generalización científica). En la segunda premisa se
cambia de acepción, ahora se entiende ley en sentido imperativo (como
orden creada por un legislador). Esa segunda premisa nos sirve de vínculo
entre la primera premisa y la conclusión (esta premisa es la regla o
premisa mayor, según el caso). En la conclusión se le aplican las
consecuencias al «sujeto» de la primera premisa (a ley en sentido
descriptivo), pero esas consecuencias solo son aplicables a la ley en
sentido imperativo.

En el Derecho:

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Como muchas veces el sentido de las palabras de las normas y de las


estipulaciones contractuales pueden interpretarse de distintas formas, se
corre el riesgo de brindar argumentos que cometen equívocos: se apoya
una interpretaciones en alguna de las premisas y se concluye con otra
interpretación.

Un buen ejemplo, brindado por Eduardo Piacenza (2015:69) es el


siguiente:

En Venezuela, el delito de robo agravado está dispuesto en el artículo 460


del Código Penal. Entre otros supuestos, señala que cuando el robo «se
haya cometido por medio de amenaza a la vida, a mano armada»
la pena de presidio será de ocho a dieciséis años.

En un juicio, donde el acusado robó con un arma de juguete, se plantea si


el delito corresponde a un robo agravado. Específicamente, si se adecua a
la definición «por medio de amenaza a la vida, a mano armada».

La mayoría de los jueces de la Sala Penal del Tribunal Supremo de Justicia


concluyeron que no era un robo agravado. La razón principal la resume
Piacenza (2015:69):

1- No hay amenaza a la vida, si no se pone en peligro la vida del


amenazado.

2- Pero con un arma de juguete no se pone en peligro la vida del


amenazado.

3- Luego, quien para robar amenaza con un arma de juguete no amenaza


la vida de su víctima.

4- Pero el agravante considerado requiere que el robo se cometa «por


medio de amenazas a la vida, a mano armada».

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5- En consecuencia, de quien para robar amenaza con un arma de


juguete no puede decirse que por esa circunstancia incurra en robo
agravado.

El equívoco aquí es un poco más sutil. Nota que «amenaza» puede


interpretarse de dos maneras: a) como algo dañino, algo que pone en
real peligro a alguien, b) dar a entender con actos o palabras que se
quiere hacer algún mal a alguien (según la RAE). Como dice Piacenza,
cuando decimos «ese hueco es una amenaza» estamos en la acepción
(a); cuando decimos «Juan amenaza a Pedro» estamos en la acepción
(b).

Pues bien, el sentido del agravante cuando indica «amenaza a la vida, a


mano armada» es el (b): se necesita que el acusado haya dado a
entender con actos o palabras que hará daño a la víctima, y que lo haga a
mano armada. No obstante, el tribunal concluye que no hubo amenaza a
la vida (en el sentido b), porque la pistola de juguete que usó el acusado
no constituía un peligro objetivo, no era una amenaza en el sentido (a).

En otras palabras, en la proposición (3) del argumento, «amenaza» toma


el significado (a), pero en la premisa (4) -que sirve de vínculo entre (3) y
la conclusión- toma el significado (b). Luego, en la conclusión se deja de
aplicar la consecuencia jurídica que tiene que ver con la amenaza en
sentido (b) a la amenaza según el sentido (a).

12. Falacia del espantapájaros

Una definición de partida bastante clara la dan Johnson y Blair (citado


en el trabajo Straw man fallacy de Douglas Walton, 1996: p.116) –la
traducción es mía–:

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Cometes la falacia del espantapájaros (hombre de paja):

Cuando tergiversas la posición de tu oponente, atribuyes a esa persona


un punto de vista con una configuración poco probable, que puedes
demoler fácilmente, y luego procedes a argumentar en contra de dicha
versión como si fuera la de tu oponente.

De manera que, en líneas generales, la falacia del espantapájaros se


comete cuando:

(1) Se malinterpreta el argumento de la otra parte;

(2) Esa interpretación hace que el argumento sea fácil de objetar o


evaluar de manera negativa, y

(3) Quien malinterpreta pretende que el argumento original debe ser


evaluado negativamente.

¿Por qué es falaz distorsionar el argumento del oponente?

Idealmente, las discusiones argumentativas tienen por objetivo la


búsqueda de la verdad, la justicia, lo preferible o el deber ser. Para lograr
alguno de esos objetivos se necesitan los mejores argumentos posibles en
el contexto de la discusión. De allí que las partes estén obligadas a buscar
tales argumentos.

Cuando se comete la falacia del espantapájaros se pone en peligro el


objetivo de la discusión argumentativa: al distorsionar el argumento del
oponente es posible que se esté tergiversando el mejor argumento o que
se impida continuar una línea de argumentos que finalmente hubiera
conducido a esos mejores.

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Pero, además, tanto en el Derecho como en otros debates racionales, hay


por lo menos dos factores prácticos por los que distorsionar los
argumentos del rival puede ser contraproducente:

1- Si la otra parte se da cuenta, quien distorsiona el argumento puede


quedar en evidencia, puede ser visto como un manipulador (aunque no lo
haya hecho conscientemente) y, por tanto, ver debilitado su poder de
persuasión.

2- Al atacar un espantapájaros, la parte que comete la falacia no


concentra sus esfuerzos en los argumentos reales, y es posible que quien
deba decidir note esto: quien comete la falacia pudiera haber dejado
escapar la oportunidad de objetar los argumentos de la contraparte.

Cómo puede cometerse la falacia

Como hemos visto en otra entrada, los argumentos pueden ser atacados
o evaluados negativamente de tres formas básicas: (1) por la
aceptabilidad de alguna de sus premisas; (2) por la relevancia de esas
premisas, o (3) por la fundamentación de la conclusión. Quien comete la
falacia del espantapájaros puede tergiversar el argumento haciéndolo
débil en alguno de esos tres puntos:

(1) Aceptabilidad: se puede cometer la falacia del espantapájaros al


tergiversar una premisa para poder socavarla.

(2) Irrelevancia: se puede exagerar una premisa para hacerla


irrelevante. Igualmente, se puede exagerar la conclusión para que
la premisa sea irrelevante.

(3) Fundamentación: se puede tergiversar la conclusión para poder


refutarla.

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Veamos un ejemplo de cada uno de estos casos.

Supongamos un argumento tan simple como el siguiente:

Permitir la producción (regulada) de marihuana disminuirá


considerablemente su venta clandestina, por lo tanto, debemos permitirla.

Imaginemos varios escenarios en los que se cae en la falacia del


espantapájaros al intentar replicar dicho argumento.

(1) Aceptabilidad

Supongamos que alguien replica: se ha demostrado que en los sitios


donde está permitido producir marihuana aún quedan algunos vendedores
clandestinos, así que es falsa la premisa de la que partes.

En este caso se tergiversa la premisa del argumento inicial: el argumento


original no dice que se eliminan por completo los vendedores
clandestinos, sino que hay una disminución considerable de la venta.

(2.1) Relevancia (tergiversando la premisa):

Ahora imagina que la réplica señala: el hecho de que la legalización de la


marihuana conduzca a la bancarrota a uno que otro vendedor no implica
que se deba permitir su producción.

Nota que el argumento original indica que disminuye considerablemente


la venta. La versión tergiversada habla de unos pocos vendedores que
caen en bancarrota. Que unos pocos vendedores caigan en bancarrota es
irrelevante para legalizar la marihuana; no así la premisa original: no es
irrelevante pensar en la legalización si se demuestra que la disminución
es considerable.

(2.2) Relevancia (tergiversando la conclusión):

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Supongamos que la réplica fuera la siguiente: su argumento es


incorrecto. El hecho de que disminuya significativamente la venta
clandestina de marihuana no implica que debamos dejar que se produzca
libremente, como si se tratara de pan hecho en casa.

Aquí es un poco más sutil la tergiversación. El argumento original


propugna una permisión regulada de la producción de la droga, no que la
producción pueda ser desregulada -o muy poco regulada-, como si se
tratara de producir pan casero.

(3) Fundamentación de la conclusión

Por último, imagina que se ataca la conclusión de la siguiente manera: es


una absoluta locura desregular la producción de droga. ¿Usted sabe el
efecto que tiene en el cuerpo la cocaína o heroína?, ¿cuánta gente ha
muerto por sobredosis?

El contraargumentante ha distorsionado por completo la conclusión


-mucho más conservadora- de la otra parte. El argumento original solo
habla de permitir la producción regulada de marihuana, una droga que es
mucho más suave que la cocaína o la heroína. De hecho, no hay reportes
de personas que hayan muerto por una sobredosis de marihuana (que
solo hayan consumido dicha droga).

¿Qué se puede hacer si tergiversan tu argumento?

Lo primero es partir de la buena fe del rival (aunque eso dependerá del


grado de tergiversación y las referencias que trae el rival). En ese caso, lo
primero sería aclarar el argumento propio.

Si después de una o varias aclaratorias tu oponente sigue empeñado en


tergiversar tu argumento, entonces tal vez sea mejor pasar a otras

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instancias, denunciar la falacia o dejar hasta ahí la discusión. Si tienes un


auditorio al que quieres convencer –aparte de tu oponente–, las sucesivas
aclaratorias pueden servir para hacer mucho más familiar tu punto de
vista ante éste (lo que ayuda en la persuasión), y la confiabilidad de tu
oponente puede verse afectada si se ha mantenido neciamente en su
tergiversación y así lo ha entendido dicho auditorio.

13. Petición de principio

¿Qué es una petición de principio?

Un argumento o razonamiento es una petición de principio cuando una de


sus premisas depende de la conclusión. ¿En qué sentido hablamos de
dependencia? Esa dependencia puede ser alguna de las siguientes:

1- La premisa presupone la verdad o aceptabilidad de la conclusión


(Govier, 2010:133).

En las discusiones persuasivas (discusiones que tienen por objeto


convencer o persuadir a alguien), lo normal es que un argumentante
pretenda convencer a un oyente de alguna opinión o postura. Esa postura
está, en principio, cuestionada; de allí que surja la necesidad de
fundamentarla mediante razones o premisas.

Se supone que para convencer al oyente es necesario exponer premisas


que puedan ser aceptadas por él. Pero en la petición de principio la
aceptabilidad de una de las premisas depende de la aceptación previa de
la conclusión: es necesario aceptar la conclusión para poder aceptar la
premisa.

Por ejemplo, supongamos que dos amigos, Luis y María, están discutiendo
si Dios existe.

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Luis argumenta:

La Biblia es la palabra de Dios, por lo tanto, Dios existe.

Luis comete una petición de principio, porque para aceptar la premisa


primero tendrías que aceptar su conclusión: a menos que creas en la
existencia de Dios (la conclusión) no aceptarás que la Biblia sea la palabra
de Dios (la premisa).

2- Que esté cuestionada la conclusión implica, muy probablemente, que


esté cuestionada la premisa.

Esta es otra forma de cometer la falacia: en la petición de principio la


premisa depende de la conclusión de tal forma que, al estar cuestionada
la conclusión, se supone que también estará cuestionada esa premisa. Y
al estar cuestionada la premisa, debe haber razones independientes para
fundamentarla, si no las hay, el argumento comete la petición de
principio.

Ejemplo:

Govier (2010:134) brinda este ejemplo sencillo:

En una discusión sobre si las personas deben vivir según las reglas
prescritas en el Corán, una persona argumenta:

El Corán es la mejor guía para vivir; por tanto, por supuesto que las
personas deben vivir según sus reglas.

Nota que la premisa -el Corán es la mejor guía para vivir- muy
probablemente no será aceptada por alguien que discuta si las personas
deben vivir según las reglas prescritas en el Corán. Si está cuestionada la

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conclusión, probablemente también estará la premisa. De allí que el


defensor de la conclusión debe dar razones para apoyar dicha premisa.

3- Premisa y conclusión son equivalentes.

Este es el caso extremo. Tiene lugar cuando la premisa y la conclusión


son equivalentes: son formas distintas de decir lo mismo. En esos casos,
el razonamiento es circular: si A es la premisa y B es la conclusión, como
A y B son equivalentes, aceptar A implica aceptar B y viceversa: aceptar B
implica aceptar A.

Nota que si la premisa y la conclusión son equivalentes (caso 3), la


aceptación de la premisa depende de la aceptación a la conclusión (caso
1), pero también si la conclusión está cuestionada, entonces también está
cuestionada la premisa (caso 2).

Si, por ejemplo, alguien argumenta:

Consumir drogas no es peligroso.

¿Por qué? Porque las sustancias estupefacientes y psicotrópicas, al ser


consumidas, no implican daños o riesgos de ningún tipo: ni para la salud,
ni para el medioambiente ni para la sociedad.

Nota que, en este caso, la premisa «las sustancias estupefacientes y


psicotrópicas, al ser consumidas, no implican daños o riesgos de ningún
tipo: ni para la salud, ni para el medioambiente ni para la sociedad» es
equivalente a decir que las drogas (entendidas en sentido general) no son
peligrosas. La premisa está prácticamente diciendo lo mismo, pero con
palabras distintas, que la conclusión.

¿Cuál es el problema de la falacia?

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El problema de la petición de principio es que no prueba lo que pretende


probar. No cumple sus objetivos. Sin embargo, es peligrosa porque
muchas veces el oyente puede no darse cuenta de que el argumentante
no ha fundamentado bien su postura. Esto sucede, sobre todo, cuando el
hablante brinda argumentos difíciles de entender, confusos u oscuros.

Señala Douglas Walton (2008:64):

En un diálogo persuasivo, el objetivo de cada participante es demostrar


su conclusión a partir de premisas que son aceptadas por el otro
participante. Sin embargo, si una premisa no ha sido aceptada
explícitamente por el otro, debe ser al menos una proposición que éste
pueda aceptar...

De lo contrario, el argumento que usa esa premisa como base no podría


ser útil para persuadir al oyente de que acepte su conclusión.

14. Defensa Chewbacca (y falacia del arenque rojo -red


herring- o pista falsa)

Preliminar

La defensa Chewbacca no está, en realidad, bien definida en los pocos


textos que existen al respecto, pero su descripción coincide -en gran
medida- con la de una falacia un poco mejor conocida, llamada red
herring (arenque rojo o pista falsa). La defensa Chewbacca, si existe
alguna diferencia, es que denomina a una de las formas que toma la
falacia de arenque rojo.

¿Qué es la falacia del arenque rojo (pista falsa)?

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En pocas palabras, este tipo de estrategia argumentativa tiene una


característica fundamental: crear una distracción para que el auditorio no
se concentre en un punto importante.

Esa distracción se logra mediante un artefacto distractivo: argumentos,


detalles, citas, descripciones, etc., que conducen al auditorio a fijarse en
elementos irrelevantes con respecto al punto discutido.

Como señala Walton (2008:93,94), el artefacto distractivo puede ser


que conduzca a una conclusión irrelevante, pero no
necesariamente. Puede ser que la pista falsa solo tenga por objeto que
el auditorio se olvide de lo importante o que no pueda distinguirlo del
resto, del ruido.

Nota que más que un argumento en concreto, la falacia de la pista falsa


es una estrategia compleja. Esto hace mucho más difícil estudiar ejemplos
específicos, porque implican un análisis largo y, probablemente, una
discusión sobre la correcta identificación de la falacia. Por otra parte, es
posible que parte de la táctica de distracción sea atacar mediante otra
falacia, por ejemplo, mediante ataques a la persona (ad hominem),
apelaciones a las emociones o crear un espantapájaros.

La defensa Chewbacca. Origen

La defensa Chewbacca es un tipo de falacia de pista falsa o de arenque


rojo. El nombre se originó en la serie de dibujos animados South Park.

En el episodio 14 de la temporada 2, («Chef Aid») el chef de la escuela


(chef) descubre que Alanis Morisette ha plagiado una canción que
compuso (titulada «bragas sucias»). Chef intenta que el director de la

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discográfica lo reconozca como autor del tema, pero éste responde


demandándolo por acoso a su compañía.

En el juicio, todos se sorprenden al ver al mismísimo Johnnie Cochran


(uno de los famosos abogados del juicio contra OJ Simpson) como
abogado de la discográfica. En su argumentación de cierre, Cochran da un
discurso que desde entonces es llamado «la defensa Chewbacca»:

Cochran:

Señoras y señores del supuesto jurado, el abogado del Chef quiere que
crean que su cliente escribió «Bragas sucias» hace diez años. Y ha sido
sincero, casi hasta a mí me ha conmovido. Pero señoras y señores del
supuesto jurado, voy a decirles algo que quiero que consideren: señoras y
señores, este es Chewbacca. Chewbacca es un wookie del planeta
Kashyyyk, pero Chewbacca vive en el planeta Endor, piensen eso, eso no
tiene sentido.

Gerald Broflovski (abogado del Chef):

Maldita sea, está usando la defensa Chewbacca.

Cochran:

¿Por qué un wookie de ocho pies va a querer vivir en Endor con unos
ewoks de dos pies? Eso no tiene sentido. Y más importante, ustedes se
dirán ¿qué tiene que ver eso con este caso? Nada. Señoras y señores, no
tiene nada que ver con este caso. Eso no tiene sentido. Mírenme, soy un
abogado que defiende una compañía discográfica hablando de
Chewbacca. ¿Tiene sentido? No, señores, eso no tiene sentido. Nada tiene
sentido, pero pregúntese cuando esté deliberando y practicando la
declaración de emancipación: ¿tiene sentido? No. Señoras y señores del

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supuesto jurado, eso no tiene sentido. Si Chewbacca vive en Endor,


deben exonerarlo. La defensa ha concluido.

Lo que nos interesa con respecto a esta parodia de defensa es que la


táctica del abogado tiene como objetivo que el jurado decida en contra de
los derechos de autor de Chef y, por tanto, a favor de la discográfica. Para
lograrlo, brinda una razón (si puede llamarse así) que no tiene ningún
sentido ni relevancia para su pretensión: que Chewbacca vive en Endor
(que, dicho sea de paso, es falso que viva allí). Es decir: (1) desvía la
atención del jurado del punto que debía probarse (si la canción era un
plagio), mediante una pista falsa o artefacto distractivo: los argumentos
confusos sobre Chewbacca; y (2) intenta que, partiendo de esos
argumentos, el jurado considere probado que debe exonerarse a su
defendido -lo que es distinto al punto original que debía probarse: la
existencia del plagio-.

En la página rationalwiki formulan otra perspectiva interesante de la


defensa Chewbacca:

La Defensa de Chewbacca es cualquier estrategia legal o propagandística


que busca abrumar a su audiencia con argumentos sin sentido, como una
forma de confundir a la audiencia y acallar los argumentos legítimos de la
otra parte. También tiene, intencionadamente o no, el efecto de confundir
al oponente para que deje de discutir.

Esta definición añade otra característica que puede tomar la defensa


Chewbacca: la estrategia de distracción puede tener como fin acallar los
argumentos del contrario o abrumar a la audiencia para que no les preste
atención, más que sacar una conclusión específica.

En resumen, estamos ante una defensa Chewbacca el hablante intenta:

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1- Distraer al auditorio para que no se concentre en un punto importante,


mediante la expresión de argumentos, detalles, citas, descripciones, etc.

Y:

2.1- La expresión de esos argumentos, detalles, etc. en realidad no van al


punto, prueban otra cosa, yerran el tiro. Desde este punto de vista, son
irrelevantes para el punto original (caso en el cual es una falacia de
irrelevancia);

2.2- la expresión de esos argumentos, detalles, etc. buscan acallar los


argumentos del contrario o abrumar a la audiencia para que no les preste
atención, más que sacar una conclusión específica.

¿Chewbacca o arenque rojo?, ¿cuál usar?

No parece haber gran diferencia entre un tipo u otro, la defensa


Chewbacca es la falacia de pista falsa pero en el contexto del derecho.
Siempre que se entienda bien de qué tratan estas falacias, da igual usar
una u otra denominación. Lo importante es detectarla para poder evitar
sus efectos (cuando sea posible) o, al menos, advertir a los oyentes de
que el oponente intenta desviar la atención del punto central.

Estás libre de falacias, hasta que se


demuestre lo contrario
Sucede cada vez que enseño falacias a estudiantes universitarios: algunos
comienzan a ver falacias por todas partes. De repente, parece haber

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falacias en cada texto, en cada discurso, en cada conversación. A ese


fenómeno lo llamo el síndrome de la falacia.

El problema es que, en realidad, detectar falacias es mucho más


complicado de lo que da a entender un curso introductorio meramente
descriptivo. Denunciar una falacia es grave y necesita ser demostrado.
Aunque es verdad que no somos tan racionales como creemos, tampoco
quienes tienen ideas opuestas a las nuestras son tan irracionales como
pensamos.

Un buen ejercicio para curarnos del síndrome de la falacia es aplicar una


especie de presunción de inocencia a los argumentantes:

Los argumentantes son racionales hasta que se demuestre lo contrario.

Esa presunción debe acompañarse con una actitud fundamental en las


discusiones racionales: ser caritativos en la interpretación de las ideas y
argumentos de los oponentes. En otras palabras, si hay varias posibles
interpretaciones de lo que quiso decir el oponente, escoge las mejores, es
decir, aquellas que hacen más fuerte su argumento. Si tus
contraargumentos tienen éxito ante la mejor interpretación del argumento
rival, seguramente también tendrán éxito ante interpretaciones peores.

Bibliografía
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Examination of Justice Rehnquist’s Decisions in Criminal Procedure Cases,
59 University of Colorado Law Review 741-844 (1988).

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Fallacies in Legal Argumentation. Volume 112 of Law and Philosophy
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Caso Everette contra la ciudad de New Kensington


https://law.justia.com/cases/pennsylvania/superior-court/1978/262-pa-s
uper-28-2.html

Caso Wright v. Royse, 43 Ill. App.2d 267, 193 N.E.2d 340 (1963)
https://casetext.com/case/wright-v-royse

Caso Mulet vs Milá, blog propio:


https://argumentacion-derecho.blogspot.com/2017/03/mulet-vs-mila-arg
umento-experto-y.html

Caso matrimonio homosexual, blog propio:

Hablamos de esto en:


https://argumentacion-derecho.blogspot.com/2019/01/falacia-pendiente-
resbalosa-matrimonio-homosexual.html

Caso: posesión de sustancias estupefacientes, Tribunal Supremo de


Justicia de Venezuela, Sala Penal:
http://www.estudiosconstitucionales.com/SENTENCIAS_archivos/446.htm

Gill, J. Carol. No, we don’t think our doctors are out to get us: Responding

to the straw man distortions of disability rights arguments against


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