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El significado que los títeres pueden tener para los niños

Fecha de publicación original: 2014


Los títeres de mano eran centrales a la experiencia de los niños con la televisión cuando yo
era pequeña; Mr. Moose y Bunny Rabbit en Capitán Canguro, Charley Horse y Lamb Chop de
Shari Lewis, entre muchos más. Ofrecían mucho entretenimiento; los niños podían contar con
que algo gracioso y difícil de predecir iba a pasar cuando aparecía uno de esos títeres.
Hace varias décadas que poseo un títere de mano llamado Wiggin. Es un conejo elaborado de
un calcetín de algodón tamaño extra-grande, con una cabeza de pelota “whiffle” y orejas y
brazos cubiertos de lunares rositas. Wiggin no era estrella de la tele, pero sí tenía algunos
fanáticos en cierto momento. Era uno de los primeros títeres que mi tía, Janet Kinder, utilizaba
en su obra como cuenta-cuentos en el programa infantil de la iglesia de su pueblo pequeño.
Las historias, que ya ha compartido con varias generaciones de niños, tratan sutilmente
cuestiones morales y éticas desde los chismes y la intimidación hasta la guerra y los derechos
civiles.
Durante los años mi tía ha diseñado y construido todo un desfile de títeres para representar
personajes de los cuentos. Escoge una personalidad para cada títere, que figura en cuentos
aptos para sus características singulares. Por ejemplo, Wiggin no hablaba en voz alta.
Susurraba a Jan, quien contaba a su público lo que el conejo había dicho. Los niños se
encariñaron mucho con Wiggin. Cuando lo mandó a la “jubilación” y me lo presentó a mí, me
explicó que la “timidez” del títere reflejaba lo que sienten muchos niños en situaciones
sociales de grupos grandes, así que observaban atentamente mientras ella contaba sus
cuentos para ver cómo el animalito respondería. Así que Wiggin era más que simplemente un
accesorio divertido.
Algo de la atracción de los títeres como Wiggin es que pueden “portarse” como la gente a la
vez de no ser precisamente personas. El usuario puede hacer que el títere camine, hable,
haga gestos y reaccione ante sus entornos. Un títere manipulado por otra persona puede
ayudar a un niño a comprender perspectivas diferentes de la del niño mismo y ver un nuevo
modo de responder ante una situación difícil.
Cuando un niño es el que anima un títere, tiene el control sobre lo que el mismo dice y hace. A
través del títere, puede contar cuentos o relacionarse con otras personas. El títere permite una
“distancia sicológica” de los elementos de dichas historias e interacciones que podrían
ocasionarle alguna molestia. Los juegos de fantasía con títeres pueden ayudar a niños a
expresar sentimientos acerca de sus vidas, practicar maneras de comunicarse con los
compañeros o dominar los temores. Esto puede ser especialmente importante para los niños
traumatizados, los que lloran alguna pérdida o que tienen ciertos trastornos mentales. Pero los
niños de desarrollo típico que no hayan experimentado ningún trauma también hallan los
títeres social y sicológicamente provechosos.
Los educadores de niños pequeños reconocen por lo general que el acceso a los títeres
puede ser beneficioso para los niños, aun cuando la terapia no es una meta. Entre las
descripciones disponibles y más cabales de lo que puede pasar cuando los maestros
incorporan los títeres como componente clave de la vida en el aula, se halla un artículo de
Investigación y práctica de la niñez temprana de 2008, “Arreglo títeres para que puedan
hablar”. Los títeres y su fabricación en una clase preescolar para niños con necesidades
especiales”. La autora, Kelli Servizzi, se interesó en averiguar lo que sus dos clases
preescolares podrían hacer con títeres, así que trajo al aula una canasta de títeres de mano
de bajo costo y la dejó al abierto para que la hallaran.
Un grupo pequeño de niños varones descubrieron los títeres y comenzaron a hacer que
pelearan. Cuando el juego de este tipo continuó durante varios días, Kelli dio un modelo de
algunas interacciones más amistosas y los niños empezaron a imitarla y arreglaron
interacciones más sociables para sus títeres preferidos. También resolvieron los problemas
que surgían mientras realizaban juntos espectáculos de títeres. Las maestras incorporaron los
títeres a la lectura de libros y notaron cambios positivos en la atención de los niños a los
cuentos (de manera similar a lo que hacía mi tía con Wiggin y sus demás creaciones). Se
invitó a peritos en los títeres a hablar a las clases, y los niños aprendieron a “operar” diversos
títeres. Las maestras los animaban a hacer sus propios títeres para dedos y otros con bolsas
de papel y palitos. Las actividades de títeres culminaron en un taller de dos horas presentado
por titiriteros profesionales, durante el que los niños fabricaron títeres con cucharas,
espátulas, útiles de jardinería de juguete, diversos trocitos de tela y objetos desechados.
Si usted considera dar a los títeres un papel en su enseñanza, este artículo está lleno de
cosas que dan en qué pensar.
A propósito, algunos investigadores han tratado de descubrir si los niños pequeños piensan
que un títere está vivo cuando la mano y la voz de alguien le dan vida. Los hallazgos, además
de la experiencia práctica, sugieren que muchos niños no están seguros de esto. En realidad,
el título del artículo de Kelli se inspiró en el momento que descubrió a Nate, niño de 3 años,
sentado en el piso detrás del escenario de títeres del aula utilizando herramientas y algunos
títeres de mano. Explicó que arreglaba títeres para que pudieran hablar, y añadió: “Entonces
serán reales”.
Jean Mendoza

Jean Mendoza tiene un doctorado en currículo e instrucción y una maestría en educación infantil de de la
Universidad de Illinois, y una maestría de artes en psicología de consejería de la Universidad Adler de Chicago.
Fue profesora de formación docente de educación infantil en la Universidad Millikin, y trabajó por más de 25 años
como maestra, trabajadora social y consejera. Colaboró recientemente con la Profesora Debbie Reese en una
adaptación para lectores jóvenes de An Indigenous Peoples’ History of the United States, escrito por Roxanne
Dunbar-Ortiz. Desde hace mucho tiempo la Profesora Mendoza se interesa en la literatura infantil, lo que se ve
reflejado en sus repasos de libros para niños como los que aparecen en el libro A Broken Flute y en el blog
American Indians in Children’s Literature. Jean y su difunto esposo Durango tienen cuatro hijos, ya adultos, y seis
nietos. Ella vive en Urbana (Illinois).

Biografía actualizada en 2021

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