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NIÑOS
BIBLIOGRAFIA:
Los cambios que se producen en el niño, en tiempos de infancia, son cambios que se producen en momentos de
estructuración a partir de diversas variables, producto de la relación con el otro humano.
Primer momento: Se señalan las primeras vivencias de satisfacción con el otro humano, y con ello, la primera
inscripción del psiquismo, la cual será resultado de esa vivencia con el objeto. Lo que se inscribe es el efecto de la
vivencia con el objeto. Esta primera inscripción es el efecto de un exceso de placer. Aquí se funda la vida psíquica.
A partir de esto podemos hablar de las singularidades del trabajo con los niños:
Primera particularidad: No podemos plantear cuadros psicopatológicos fijos, sino que debemos preguntarnos
qué conflictivas están en juego para que aparezcan determinadas manifestaciones. Esto es así, ya que, no hay
posibilidad de constitución y complejización psíquica sin el vínculo con otro humano, de modo que pensar las
dinámicas libidinales puestas en juego en las relaciones con personas significativas nos permitirá comprender el
malestar.
Observaremos en la clínica, diferentes modalidades de reacción a situaciones detectables, en el medio en el que
vive un niño. Dicha modalidad de expresión, dependerá de la edad del niño, de las posibilidades estructurales
según el momento en la constitución del psiquismo, y de la particularidad del conflicto.
Aquí, nos guiará para el trabajo terapéutico, la detección de la situación que provocó determinada reacción, de
modo que interviniendo en ella, debería ceder el malestar.
Segunda particularidad: Gran parte de las consultas que actualmente se reciben, son por expresiones que no
pueden llamarse “síntomas neuróticos”, debido a que ocurren en tiempos donde aún la represión originaria no
está estructurada, o el aparato presenta problemas de constitución.
Por esto, en el diagnostico se deberá explorar en un principio, la constitución del aparato psíquico, el estado de
la tópica y con ello, su capacidad de producir síntomas.
En los primeros años de vida, no podemos hablar de síntomas porque no hay aun la institución de la represión
originaria, porque no hay proceso acabado de la constitución sexual, aquí tiene pertinencia, pensar en
trastornos, donde habría aspectos no soldados de la barrera de represión.
Entonces… el diagnostico en la infancia, supone una exploración del objeto descriptivo, y desde allí elegir la
estrategia terapéutica adecuada, y la forma de trabajo con los padres.
Tercera particularidad: Inclusión de los padres. Debemos trabajar con ellos en las entrevistas iniciales, porque
en ellas nos encontraremos con el niño que ellos nos presentan, y con lo que este niño representa para cada uno
en particular. Sera en la entrevista con los padres donde escucharemos la seria traumática, y con ella las
inscripciones que producen hoy esta emergencia. Sera también en estas entrevistas donde rastrearemos la
estructura edipica de partida.
Señalamos la importancia de la historia edipica de los padres, y de cómo cada una se articula con la del otro,
para construir algo nuevo, ya que el psiquismo del niño se va a construir de manera metabólica, en base a estos.
En algunas ocasiones será pertinente el trabajo con los padres antes de la iniciación del tratamiento, o durante
el mismo. La realización de estas intervenciones analíticas previas, suelen ser favorables para destrabar nudos
patológicos entre el niño y su madre o su padre, lo que sería necesario para luego posibilitar el tratamiento.
Y analíticas porque están sostenidas en la función de la palabra, en la importancia del fantasma y en la posición
de la transferencia.
Durante el trabajo con niños, nuestras intervenciones serán muy variadas, y se deberá sostener la transferencia
con los padres, pero debemos saber que ellos no son nuestros pacientes. El niño tiene muy en cuenta la relación
que los padres tienen con el analista.
Cuarta Particularidad: ¿Cómo trabajamos con niños? Psicoanalizar niños, supone la necesidad de internarse en
la lógica de ese niño, para luego trabajar con el juego, el dibujo, y la palabra; y esto es lo particular, la posibilidad
de trabajar las diferentes formas de representar aquello de su mundo interno.
Nuestras intervenciones en tiempos de infancia, podrán producir movimientos estructurales y constitutivos en el
psiquismo.
El niño, tenga la edad que tenga, debe entrar y salir del consultorio como sujeto, debe saber porque viene antes
de encontrarse con nosotras, y los padres son quienes deben hablar con el niño acerca de porque van a la
consulta, bajo nuestras indicaciones.
El niño con nosotros, debe saber que vamos a hacer con él y se lo explicaremos en el momento de la consiga, se
le debe informar acerca del proceso, porque, como plantea Bleichmar, el consultorio es un lugar traumático,
donde esta con alguien que no conoce, y con quien debe trabajar aquello que le produce malestar. Debemos
tratar de disminuir todo lo posible el nivel de traumatismo. El método empleado, tiene que permitir ayudar y no
obstaculizar el análisis.
El psiquismo se va construyendo en el vínculo con otros y las variaciones son infinitas, por esto, la única posibilidad de
concebir la clínica psicoanalítica con niños, es pensarla como creativa.
La psicopatología infantil, presenta particularidades: los niños combinan diferentes funcionamientos y varían con
facilidad uno a otro. Es muy frecuente que aquello que presenten no sea estrictamente síntomas, sino trastornos en la
estructuración psíquica, por lo que cada niño merecerá un abordaje particular.
Freud plantea que a la primera entrevista, la recomienda como “prueba” para determinar si un caso es apto
para psicoanálisis.
Las entrevistas previas al tratamiento, son entrevistas “preliminares”, que condicionan y van definiendo el terreno, y las
características particulares de las primeras entrevistas con niños son las siguientes:
En ellas se va esbozando quien pide y que es lo que pide, quien sufre y por qué, que conflictos se trata.
Se pueden ir reconociendo los avatares pulsionales y defensivos de padres e hijos, las identificaciones y las
relaciones transferenciales.
Consultar por un hijo implica una herida narcisista, herida que genera dolor. Aquel en que se depositaron los sueños
tiene dificultades. Las ilusiones el hijo perfecto producto de padres ideales se derrumban… entonces:
¿Quiénes consultan?
La primera entrevista en la consulta por un niño, es generalmente con los padres. Pero la autora plantea que para ella es
siempre preferible que se presenten ellos solos, y que hay casos en los que es mejor no mantenerse en un encuadre fijo,
porque hay cosas que pueden quedar afuera de las situaciones analíticas y desestimadas.
Si se piensa a la entrevista con los padres como un lugar para recabar datos, estaremos operando con una idea de la
constitución psíquica que nos lleva a buscar “hechos traumáticos”, estaremos suponiendo un registro objetivo de
sucesos, y por consiguiente, que los padres funcionan a pura conciencia. Es fundamental tener presente que los padres
son sujetos escindidos (divididos), y que las relaciones padres – hijos están inevitablemente marcadas por pasiones y por
el narcisismo.
En las palabras de los padres, hay lapsus, contradicciones, olvidos y silencios, y el relato de la historia del niño se va
desplegando. Ellos propondrán la secuencia, iremos entreviendo que deseos inconscientes sostienen el deseo
preconsciente de un hijo.
Si se pregunta si el hijo ¿fue deseado?, lo más probable es que ambos padres contesten que si, aunque no lo hubieran
buscado conscientemente, y quizás tengan razón, pero ¿Por qué hablarían de sus dudas en relación a la maternidad y
paternidad antes de que se establezca el vínculo transferencial?
Muchas veces, en la entrevista, el eje de la misma se desvía a otro lado, debido al salto del relato hacia cualquier otro
tema o queja, en estos casos, lo mejor es, en lugar de enojarnos o pedirles que vuelvan a hablar del niño, lograr
escuchar ese discurso para poder ir descifrando qué lugar ocupa ese niño, con quien lo identifican, con quien se
identifica, como se da en esa familia la transmisión de fantasías, etc.
Una cuestión clave es, desde el comienzo, ubicarse como psicoanalista. Esto quiere decir, renunciar al lugar de juez o
maestro.
La autora plantea que le parece fundamental que sean los padres quienes armen el discurso de la entrevista, siguiendo
el orden que quieran, porque así es posible que aparezcan cuestiones que ocupan un lugar central en sus pensamientos
y que marcan el modo en que se vinculan con el niño. Esto hace que se pueda predecir de antemano el número de
entrevistas, en tanto no sabemos qué rumbo va a tomar ni cuánto tiempo pueden llevar.
Cuando los padres consultan por su hijo, su propia historia infantil se presenta en esa consulta. Son ellos y los niños que
fueron los que demandan atención. El narcisismo herido se pone en juego.
En estos primeros encuentros va apareciendo el funcionamiento psíquico de cada uno de los padres y sus diferentes
fantasías con respecto al hijo, como también las expectativas con respecto al tratamiento del niño.
El niño, suele ser portador de una historia que lo antecede. Es frecuente que se lo identifique con un personaje de la
historia de cualquiera de los padres, y que esa identificación lo sumerja en un camino pre establecido. Al relatar la
historia del niño, van apareciendo puntos de convergencia y diferencia, momentos conflictivos, asociaciones a otras
situaciones. Escuchar este entramado, permite que se muestren las fisuras de la memora, y las conexiones particulares
que fueron armando en cada uno.
Los padres son los primeros erotizadores, seductores inevitables, pero también frustran, abandonan y prohíben. Son el
primer espejo, dándole la imagen de lo que ese niño es para ellos, de lo que querrían que fuese. La historia que han
armado, dará forma a lo que en el niño se viene inscribiendo, es decir, todos armamos la historia propia en base a
historias relatadas por otros.
En las primeras entrevistas, se van abriendo vías y ciertas conexiones van quedando al descubierto. Los señalamientos
hechos por el analista, así como lo que ellos se escuchan por primera vez, marcan la apertura al trabajo analítico.
Quizás la primera cuestión a tener en cuenta cuando entrevistamos a los padres, es que no sabemos de antemano
quienes son ni por que consultan. Como psicoanalistas debemos partir de la idea de que el otro es un desconocido, que
podrá evocar en nosotros ciertos sentimientos, alguien que nos habla como puede de su sufrimiento, y que por más que
nos recuerden a otros pacientes, nunca será lo mismo.
Somos parte de un encuentro con sujetos que se acercan a nosotros a consultar por un tercero: su hijo, y como toda
consulta implicara hablar del propio padecimiento y de quienes son ellos mismos.
Con los padres, deberemos evaluar si pueden historizar la vida del niño, fantasear sobre su futuro, y ubicarlo como
sujeto que sufre. Cuando esto no se da, iremos ayudando a construir esa representación de otro.
Aquí predomina el funcionamiento expulsivo. El niño aparece como aquel que es causa de malestar familiar y hay que
cambiarlo rápidamente o echarlo. La existencia del niño es vivida como un ataque, porque es alguien que reclama y
quiebra la “paz del silencio”.
Prima la desesperación, las sensaciones de fractura narcisista, y es fundamental escucharlos a ellos (los padres). Será
imposible hablar del niño sin dar lugar a sus demandas, porque lo vivirán como la reiteración de un ataque. En estos
casos el funcionamiento de los padres es narcisista, no pueden descentrarse de sí y pensar al niño como un ser sufriente.
Solo en la medida en que se sientan escuchados, contenidos y sostenidos, podrán ir armando un lugar psíquico para su
hijo. Entonces, hay un primer tiempo en las entrevistas con estos padres en que nos centraremos en ellos.
En estos casos, aparece la pregunta de si no es necesario derivar a los padres a un tratamiento individual, pero una
derivación que no es solicitada, puede ser vivida como expulsión, y el hijo quedara como aquel que le quita el único
lugar posible.
Segundo tipo: “Él no tiene problemas, la culpa la tiene la maestra, no tiene paciencia”, “la dificultad es de los
otros chicos, mi hijo es diferente pero el mejor”.
Los padres llegan a la consulta en plena desmentida, atribuyendo las dificultades a terceros, afirmando que su hijo no
presenta problemas. Es habitual en estos caso que estén muy enojados, porque en la mayoría de estos casos, son otros
los que han pedido que se realice una consulta, por lo que se corre el riesgo de que el analista sea ubicado en el mismo
lugar de aquellos a quienes ubican como acusadores.
Otro modo en que aparece esta misma problemática, es en términos de “Él es igual que yo y no tengo problemas, a mí
me fue bien así”. Identificación que deja al niño indiferenciado del adulto, sin posibilidad de salida.
Aquí también se trata de un funcionamiento narcisista, en el que aceptar las dificultades del niño puede ser vivido como
insoportable. Nuestra función aquí, será ir permitiéndoles conectarse con las dificultades del niño, y las de ellos mismos,
sin que esto suponga el propio derrumbe.
Tercer tipo: Hay padres que afirman “es un sol, pero no puede dejar de hacerse pis de noche y sufre mucho por
eso.” O “es inteligente y simpático, pero queda paralizado por algunos miedos que no podemos entender”:
En estos casos Freud plantea que es muy importante tener en cuenta la duda, porque cuando aparece la duda, es signo
de que está primando la represión, y cuando esto prima, no encontramos con funcionamientos neuróticos, mientras
que, cuando prevalece la certeza, habrá primacía narcisista, y esto lleva a la necesidad de hacer algunas intervenciones
particulares.
Entrevistas abiertas
Entrevista abierta refiere a no hacer un interrogatorio siguiendo pautas precisas, ya que son los consultantes los que van
marcando los hilos de la historia.
En los últimos años, se ha generalizado el uso de cuestionarios para “detectar patología” y hacer diagnósticos. Dice la
autora que este tipo de interrogatorios presenta varios problemas:
1. Los padres, se suponen informantes “objetivos” de las conductas de su hijo, cuando difícilmente alguien puede
hablar de un hijo, sin poner en juego sus propios conflictos.
2. El “si” o “no”, transforma una historia en un conjunto de datos, como si fuera un formulario administrativo.
Convierte al sujeto en un número.
Las entrevistas del inicio implican una escucha activa, que muestra un analista atento a lo que se dice y hace.
Preguntamos a partir de lo que ellos vienen desarrollando, porque al indagar sobre lo que los otros relataron, se van
registrando los vacíos, aquello que fue omitido en el decir de los padres.
En aquello que los padres transmiten, será fundamental tener en cuenta como se posiciona cada uno frente al padecer
del niño y ante la situación de pedir ayuda para un hijo.
En cuanto al diagnóstico, cuando se hace un diagnostico con los padres, es muy importante diferenciar este del colocar
rótulos, porque cuando se les dice que su hijo tiene tal patología, lo único que se logra es encerrar al niño en las
características que definan a esa patología, y si bien los padres aparentemente pueden quedar “aliviados” por un saber,
se produce un “Falso saber”, ya que el acceso que tienen a la información es siempre recortada.
Si el diagnóstico es una patología grave, la cuestión se torna mucho más complicada, porque entonces ese niño dejara
de ser mirado como tal, para ser ubicado como discapacitado de por vida
Para pensar las primeras entrevistas con los padres, como con el niño, debemos pensar la complejidad de la
estructuración psíquica.
Con los niños, se torna muy importante dar lugar a entrevistas vinculares (niño – madre/padre), así como a alguna
entrevista familiar, ya que permiten desplegar en el consultorio una dinámica de todo el grupo.
Entonces, el modo en que encaremos las primeras entrevistas, tanto con los padres como con el niño, va a determinar el
curso de las entrevistas posteriores.
…Resumiendo…
Se propone realizar una entrevista abierta con la pareja parental, donde lo que interesa es la comprensión profunda del
vínculo entre ellos, y con el niño.
Para el análisis de la entrevista inicial en el psicodiagnostico de niños, hay que tener en cuenta los siguientes puntos:
1. Preentrevista.
2. Entrevista parental.
3. Entrevista de historia vital.
4. Entrevista con el niño (hora de juego).
5. Administración de test.
6. Entrevista familiar.
7. Entrevista de devolución.
Datos adicionales (no están en el texto pero son importantes): El diagnostico en los niños, es un diagnostico
situacional y NO es definitivo. Nos basamos en trastornos, porque no hay un conflicto entre estructuras (yo superyó)
porque en los niños no están del todo formadas.
Es mejor no decir el pronóstico como patología, para no encasillar al niño a ser tratado como discapacitado de por
vida, porque es SITUACIONAL.
El diagnostico psicológico de un niño, debe realizarse teniendo en cuenta por los menos tres ideas básicas:
El discurso del niño puede no corresponder en absoluto al de los padres. “El niño que viene a consulta, es el síntoma de
sus padres”.
Que a la primera entrevista le sigan o no otras, plantea el problema de la restitución, solo se volverá al problema,
secreto.
La manera en la que entran al consultorio, los comportamientos, las formas en las que exteriorizan sus sentimientos,
esas actitudes son indicaciones que serán útiles más tarde.
Una vez estando solos con el, se deben recordar algunas características:
El niño no sabe decir que sufre, ni porque sufre. De alguna manera olvida que sufre y hablar no lo alivia en nada.
La idea de permanecer solo con un adulto para hablar libremente, le parece algo extraño, ya que para ellos, las
palabras no tienen la misma relación significante-significado que para el adulto, y hablar no es su forma
privilegiada de expresión.
EL NIÑO Y EL LENGUAJE:
La adquisición del lenguaje, requiere de la utilización progresiva y simultanea de capacidades diversas al nivel fonético,
léxico y sintáctico. Es pues un progreso completo, fundado en las capacidades fisiológicas, cognoscitivas y afectivas.
El lenguaje, según la edad del niño con el que este en relación, tiene una utilidad y una función distintas a las del adulto.
Por esto, querer tener una conversación con un niño, suele ser difícil y a veces absurdo. Por esto, el niño se refugia
naturalmente en el silencio, lo que no es necesariamente un signo patológico.
Un niño “educado” se debe callar ante el adulto, por esto, para algunos de ellos, la situación propuesta por el psicólogo
es paradójica, por ello, es útil proponer actividades como el juego y el dibujo.
El juego y el dibujo, son en esencia los mediadores de la comunicación con el niño. El uso del juego se debe hacer con
moderación.
Se trate de juego o dibujo, es necesario participar en el juego o seguir activamente el dibujo, midiendo el sentido de
nuestra intervenciones. Esta participación, no es forzosamente interpretativa, a menos que se esté en un proceso
psicoanalítico, es preferible que no lo sea.
Ante un niño que no consigue expresarse, siempre es posible inducir una dimensión lúdica.
Existen errores que no se deben cometer en la entrevista: Con frecuencia nos comportamos con el niño con infantilismo,
o incluso ignorando su condición de niño.
El diagnostico en la infancia, implica abrir un interrogante respecto a que es lo que diagnosticamos, en virtud de la
incompletud estructural de la personalidad del niño. Es por esto que el diagnostico infantil tiene un carácter provisorio y
considerara las potencialidades de cambio que el niño tiene a medida de su crecimiento y desarrollo.
El diagnostico en niños consta de una especificidad, por lo que implica la observación de las interacciones de las
personas significativas y las características de su entorno, es decir, que la comprensión del padecimiento infantil,
requiere investigar simultáneamente los aspectos de la vida parental.
En cuanto al posicionamiento del psicólogo en la transferencia, es un aspecto singular cuando se trata del trabajo con
niños, ya que la situación triangular madre-padre-niño se reproduce en la interacción madre-padre-psicólogo y
dependerá de las características de cada caso que el psicólogo sea ubicado en un lugar (madre controladora, padre
exigente, niño del que se espera que haga bien las cosas), habiendo muchas posibilidades derivadas de la conflictiva
edipica.
El psicólogo podrá identificarse con el niño, mientras que, si se identifica con el sufrimiento parental, no podrá
comprender la posición del niño. Sin embargo, es necesaria una actitud empática tanto con los padres como con el niño.
Cuando proponemos el estudio de la modalidad del funcionamiento psíquico como uno de los objetivos del diagnóstico
infantil, ponemos de relieve la imposibilidad de realizar cualquier tipo de afirmación referente a la estructura de la
personalidad, pero si podemos discernir si el niño está siguiendo el orden de organización psíquica esperable.
El síntoma: es un producto psíquico complejo, que ha seguido un largo camino e implica que la represión ha operado,
generando como consecuencia una división tópica, que supone la existencia de representaciones conscientes e
inconscientes.
El trastorno: designa las fallas en la organización temprana del psiquismo, e involucra directamente a la interacción del
niño con sus objetos significativos. Es la evidencia de un defecto en los vínculos tempranos que atentara contra las
organizaciones básicas. (Por esto, en diagnostico con niños se habla de trastorno y no de síntomas).
Los trastornos en la diferenciación adentro – afuera: remiten a la imposibilidad del niño de diferenciar estímulo
y pulsión. Estos trastornos, pueden observarse en niños con movimientos indiscriminados, ante necesidades
internas.
Trastornos en la constitución de ligaduras: en estos, la madre no logra contener el dolor del niño, y funciona
como un espejo, devolviendo en forma aumentada su propio terror. Esto llevaría a la expulsión
desconmplejizante del sentir y pensar en el niño.
Los trastornos en la constitución de una imagen unificada de si: En estos casos en los que el niño no ocupa el
lugar de objeto amado, las partes de sí mismo quedaran disgregadas.
Los trastornos en las fallas en la salida del narcisismo: El hijo que no pueda abandonar el lugar del ideal “ser el
mejor del mundo” presentara estas fallas.
Trastornos en los efectos de identificación masiva: don el resultado de las certezas parentales que marcan un
solo camino a seguir, dejando al niño en una identificación patológica (“es igual a mí”).
Estas configuraciones en la construcción del psiquismo temprano, pueden ser facilitadoras o determinantes de
patologías de déficit o desvalimiento.
Hay parámetros teóricos que nos permitirán una aproximación al diagnóstico de las distintas modalidades del
funcionamiento psíquico, estos son:
Estos parámetros, nos permiten distinguir funcionamientos psíquicos normales, de otros de índole patológica.
En las pre organizaciones neuróticas, el conflicto se establece entre las instancias psíquicas, entre las pulsiones, y entre
las defensas, entre el deseo y las prohibiciones, siendo la defensa predominante la represión, y su consecuente de
retorno, lo reprimido. Se presentan bajo la forma de síntomas obsesivos, fóbicos o conversivos, y suponen haber
atravesado con éxito los primeros estadios del desarrollo psicosexual.
Las psicosis infantiles tienen su punto de anclaje en el estadio oral del desarrollo psicosexual, a partir de frustraciones
precoces en el vínculo materno – filial. El conflicto es con la realidad externa. En este caso, la defensa prevalente es la
desestimación de la realidad.
La represión.
El rechazo, repudio, o desestimación.
La desmentida o renegación.
Cuando hablamos de diagnóstico, nos referimos a la capacidad de distingue los signos y síntomas que permiten
identificar una enfermedad. Es el acto médico por excelencia, indispensable para determinar el tratamiento a seguir. Se
funda en el estudio del pasado del paciente, su salud y enfermedad actual, con el objetivo de desminar un diagnostico
medico clínico.
Dada la complejidad del objeto de estudio, se requiere por parte del psicólogo una capacitación profesional
permanente.
Para construir las hipótesis diagnósticas, recurrimos a métodos científicos tales como el inductivo – deductivo y el
método abductivo. Los utilizamos para elegir una de todas las alternativas clínicas que se presentan y continuar
explorando en esa dirección.
Las características propias del método clínico son aplicables tanto al diagnóstico psicológico, como al proceso
psicodiagnostico. Este último, se distingue por la aplicación de técnicas de evaluación psicológica, y tiene como objetivo
la descripción y evaluación de la organización psíquica del niño, por esto, luego de realizar una entrevista inicial con los
padres, niño y/o familia, el psicólogo seleccionara y aplicara las técnicas o tests específicos.
Las técnicas de evaluación psicológica cubren un amplio espectro, y se pueden agrupar según los aspectos o funciones
que se quiera privilegiar.
Las técnicas psicométricas se sustentan en un modelo teórico, que concibe a la persona como un conjunto de rasgos que
se manifiestan a través de observables en la conducta, y tienen como objetivo esencial la cuantificación de rasgos o
atributos y no suelen ser objeto de crítica en cuanto a confiabilidad.
Mientras que, las técnicas proyectivas, consideran la subjetividad, tomando como referente un modelo teórico de la
psicología de la personalidad individual, y su objeto de estudio es el sujeto y su complejidad. En estas técnicas la
confiabilidad aparece cuestionada, por no responder al concepto de precisión.
Los tests psicométricos y las técnicas proyectivas, son instrumentos valiosos para el diagnóstico en el ámbito clínico,
pues el niño, a través de sus respuestas, evidencia un trabajo psíquico que consiste en responder a un compromiso
entre 2 opuestos:
A. Mientras debe atender a la realidad externa, pone en juego los procesos cognitivos y cumple la consigna.
Esta situación conflictiva, permitirá mostrarnos los desequilibrios propios del niño, sus posibilidades psíquicas y sus
habilidades cognitivas e intelectuales de resolución.
Toda indicación terapéutica debe estar precedida por un diagnóstico. Cada caso clínico determina intervenciones,
estrategias y modalidades de abordajes diagnosticos y terapéuticos específicos. Ciertas problemáticas
particulares, requieren la conformación de equipos de trabajo interdisciplinarios.