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El despliegue geopolítico de la federación rusa: el near

abroad y los conflictos congelados 1

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Introducción: una aproximación conceptual

El concepto de conflicto congelado, frozen conflict, en su denominación más compartida por


la terminología anglosajona especializada en el ámbito de las relaciones internacionales nos
remite a cualquier conflicto bélico que, habiendo finalizado su fase armada, no ha conseguido
cerrarse definitivamente porque no ha alcanzado ningún acuerdo de paz definitivo, o bien
porque el que se ha conseguido no se aplica por las partes o, en último término, porque
tampoco se fijado un marco político satisfactorio para todas las partes. En esta situación, el
conflicto armado puede reactivarse en cualquier momento creando una situación regional de
extrema inseguridad, teniendo normalmente complejas ramificaciones internacionales, con
la participación -directa o indirecta- de varios Estados.

Aunque la existencia de este tipo de conflictos ha sido bastante frecuente en la comunidad


internacional en los diversos períodos históricos, desde la disolución de la Unión Soviética
ha venido a calificar a todo un conjunto de controversias surgidas entre movimientos
secesionistas que han aparecido en los procesos de construcción de las estatalidades
independientes de las Repúblicas integrantes de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas. Los contenciosos abiertos por los líderes de estos territorios, rebelados contra sus
respectivas autoridades centrales, han acabado por consolidarse como Estados de facto,
aunque no de iure, puesto que no han gozado del reconocimiento internacional.

El factor temporal ha consolidado sus posiciones frente al deterioro sufrido por las repúblicas
de las que, jurídicamente, forman parte integrante. Su consolidación en el tiempo no hubiese
sido posible, en ningún caso, sin el apoyo político, económico y militar de la Federación
Rusa.

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Afecta en la actualidad a Moldova (Transnistria), Georgia (Abjasia y Osetia del Sur),


Armenia y Azerbaiyán (Nagorno-Karabaj) y Ucrania (Crimea-Distritos orientales de
Lugansk y Donetsk) y, aunque comparten toda una serie de elementos y dinámicas -en
especial el protagonismo ruso y su interés geopolítico y geoestratégico en la toda la región-
tienen una historia, unos orígenes, una evolución y unos procedimientos de solución
diferentes entre sí. Aunque algunos se gestaron durante el período final de la Unión Soviética,

1
López Jiménez, José Ángel. La política exterior de Rusia: los conflictos congelados y la
construcción de un orden internacional multipolar. Dykinson (Madrid, España), 2017.
la fase estrictamente militar de los conflictos se desarrolló en el inicio de la andadura
independiente de las repúblicas afectadas -entre 1992 y 1994- a excepción de lo acontecido
más recientemente en Ucrania -desde el año 2014-.236 Algunos autores prefieren la
denominación de conflictos prolongados, ofreciendo el matiz diferencial sobre la
congelación en el aspecto de su prolongación en el tiempo, sin haber pasado por ninguna fase
de aparente resolución. Para esta corriente de análisis cabría diferenciar en este sentido entre
lo sucedido en Transnistria y, por ejemplo, la fase de aparente resolución que tienen los
conflictos de Georgia -al margen de la legalidad internacional- o la anexión de Crimea.
Además, la secesión abierta y apoyada por Rusia en los distritos orientales de Ucrania
claramente se correspondería con un conflicto abierto -ni prolongado, ni congelado-. De
hecho 13 de los 243 conflictos que se han desarrollado desde la Segunda Guerra Mundial han
permanecido activos durante más de 32 años, de los que el palestino-israelí sería el
prototipo.237 Si repasamos alguna de las características específicas que presentan este tipo de
conflictos observamos que, alguna de ellas, son compartidas por los conflictos congelados
pero también presentan otras que no lo son. Entre las primeras están fundamentalmente la
duración o longevidad de la situación y la pervivencia de la conflictividad -latente o real-.
Sin embargo no presentan una administración pública ni una gobernanza débil los Estados
afectados por los conflictos congelados, pese a los problemas que generan para la
consolidación de su integridad territorial y su estatalidad independiente. Asimismo no
presentan unos sistemas insostenibles desde el punto de vista de sus niveles de vida -
alimenticio, sanitario, educacional- y la ruptura de las instituciones locales no se produce en
estos Estados; más bien hay un solapamiento de un doble edificio institucional que pretende
ostentar el mismo nivel de independencia en sus actuaciones.238 En sentido estricto cabría
calificar a este tipo de conflictos de manera más precisa como: “Conflictos separatistas no
resueltos en la región post-soviética”.239 Es decir,

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todo un conjunto de movimientos secesionistas amparados -cuando no auspiciadospor Rusia,


con fundamentos muy diversos-étnico-nacionales, político-ideológicos, económicos -con
una élite regional que los lidera frente a las autoridades centrales republicanas y que
consiguen mantenerse en el tiempo gracias al múltiple apoyo recibido desde Moscú-militar,
económico, político y diplomático-.

Como veremos posteriormente, los instrumentos utilizados por Rusia en estos conflictos,
especialmente en Transnistria y en Georgia, para conseguir prolongar en el tiempo los
respectivos secesionismos presentaban un objetivo común: sabotear cualquier intento de
aproximación a Occidente y a sus organizaciones internacionales de carácter regional
políticas, económicas y de seguridad (Unión Europea y OTAN) para que, con el paso del
tiempo, se reorientasen hacia Moscú y sus proyectos de integración regional.240
Curiosamente en la Estrategia de Seguridad Nacional 2020 de la Federación Rusa se señalaba
el potencial desestabilizador que como amenazas para los intereses y la seguridad de Rusia
representaba la presencia de este tipo de conflictos armados y su posible escalada en las
regiones fronterizas, así como su conversión en zonas francas para actividades ilegales, como
el tráfico de armas, drogas y terrorismo. Precisamente en lo que se convirtió Transnistria
como consecuencia directa del apoyo a los secesionistas que se financian con este tipo de
actividades.241
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Intervencionismo ruso en su extranjero


próximo
El colapso de la Unión Soviética significó una reestructuración en diferentes niveles de toda
el área geopolítica que había ocupado el extinto Estado federal y que, desde finales de 1991,
pasó a estar divido entre quince nuevos Estados, formal y jurídicamente independientes. En
este contexto, Rusia asumió la pérdida de gran potencia en la escena internacional, que venía
desarrollándose en los años anteriores a la disolución de la Unión, azotada por una crisis
política, económica y nacional que provocó su repliegue hacia la resolución de sus problemas
domésticos.242

La aproximación rusa hacia toda una región que pasaba a constituir, de forma súbita, su
extranjero próximo fue sufriendo una evolución paulatina. La configuración de una
diplomacia y de una política exterior genuinamente rusa no dejaba, por ello, de presentar
ciertos rasgos netamente soviéticos, como la tendencia al intervencionismo en aquellas
regiones que consideraba específicamente como su área de influencia e interés
geoestratégico. Por no mencionar la población rusa dispersa en estos territorios donde tenía
que pasar su propia transición en la asunción de una nueva ciudadanía.

Las dos formas básicas de intervencionismo, desde el inicio de los conflictos separatistas, fue
mediante el despliegue de fuerzas armadas de interposición -a excepción del enclave de
Nagorno-Karabaj- y como principal actor de todos los formatos negociadores.243 Con
posterioridad se añadirían la ayuda financiera, militar, el apoyo político y, en algunos
ejemplos más recientes, el reconocimiento internacional y su posterior anexión a Rusia
(Abjasia y Osetia en el primer caso y Crimea en el segundo).

No obstante, a pesar de una clara reorientación diplomática hacia Occidente, la política


exterior de la Rusia de Yeltsin desde sus inicios no perdió de vista su tradicional esfera de
influencia. Su máximo exponente lo constituyeron aquellos territorios de las nuevas
repúblicas independientes en los que la población rusa representase un porcentaje relevante
de los 25 millones de rusos repartidos entre los nuevos Estados.244 La conflictividad étnico-
nacional entre las diferentes minorías se mostró como el principal argumento intervencionista
de Moscú, aunque en algunas repúblicas -como Moldova- los conflictos suscitados tenían un
evidente origen ideológicopolítico, como veremos más adelante.

Lejos de representar un intento de reconstrucción imperial de Rusia bajo parámetros similares


al antiguo espacio soviético Moscú fundamentó su política intervencionista en su extranjero
próximo, en particular de sus fuerzas armadas, como garante de operaciones de
mantenimiento de paz o de interposición en los diversos conflictos

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abiertos. Sin el respaldo de Naciones Unidas y con una actuación básicamente unilateral, las
intervenciones en Georgia, Tayikistán, Moldova o Azerbaiyán desde la independencia de
Rusia evidenciaron desde sus inicios un apoyo a los diferentes movimientos secesionistas
que operaban en estas repúblicas con el indisimulado objetivo de crear un espacio de
influencia rusa y un intervencionismo en los distintos procesos de construcción de una
estatalidad independiente, ya marcados por una evidente complejidad y una problemática
multifactorial.245

La hegemonía de Rusia en el espacio post-soviético intentó utilizar los diversos instrumentos


de cooperación creados al amparo de la Comunidad de Estados Independientes,
especialmente los de carácter económico y militar. Sin embargo la diáspora rusa ofrecía el
argumento esencial para convertir la cuestión de su seguridad como un elemento primordial
para la conversión de Rusia como el principal actor regional garante de la estabilidad en
buena parte de este espacio.246 La aproximación estratégica de Rusia hacia su extranjero
próximo no ha sido li-neal ni homogénea desde 1992. De hecho la transición realizada desde
Moscú en sus relaciones como centro-periferia en el último período soviético y los primeros
años de independencia de cada república nos ofrecen pocas novedades. Por ejemplo, en el
caso de Moldova y de Transnistria, el apoyo de los sectores más conservadores del PCUS al
proceso secesionista desde 1990 se tornaría en el verano de 1992 en el apoyo político y militar
-del XIV Ejército ruso instalado en la región pese a la independencia de la República- a las
autoridades de Transnistria. Por tanto cabe reflejar una suerte de continuidad en la posición
de Moscú pero utilizando unos instrumentos diferentes.

La CEI (Comunidad de Estados Independientes) fue concebida como: “Un mecanismo de


contención relativa de conflictos y de reequilibrio pactado entre las élites postsoviéticas”.247
Sin embargo, no tratándose de una confederación en sentido estricto sino, más bien, un
sistema de coordinación entre Estados de determinados aspectos económicos, de seguridad
y defensa, y de cooperación comercial, acabó por convertirse en un instrumento de control
ruso sobre el resto de las repúblicas al servicio de sus intereses.248 Fue precisamente una
cumbre de la CEI celebrada en Kiev en el mes de marzo de 1992 la que consiguió, por
ejemplo, la firma conjunta por parte de los Estados miembros -incluida Rusia- de una
declaración a favor de la integridad territorial de Moldova en relación al secesionismo de
Transnistria. Sin embargo, en la inmediatamente posterior cumbre -celebrada en Tashkent
(Uzbekistán) el 15 de mayo de ese mismo

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año- se concretó el Tratado de Seguridad Colectiva, rechazado por una buena parte de las
repúblicas inmersas en conflictos de soberanía territorial -como Ucrania, Moldova y
Azerbaiyán, además de Georgia que no pertenecía a la CEI- La posibilidad del recurso a la
fuerza contra un Estado miembro, así como la creación de unas fuerzas de interposición de
la CEI acabarían por sancionar la creación de uno de los principales instrumentos de
intervencionismo ruso en los principales conflictos secesionistas.249 Por ello, tras unos meses
iniciales en los que Eltsin y su ministro de Exteriores Kozyrev -auténtico protagonista de los
acuerdos de Alma Atá y Belavezha- buscaron el acomodo de Rusia en la comunidad
internacional y la consideración de legítima sucesora de la Unión Soviética en Naciones
Unidas -en especial en el Consejo de Seguridad- la perspectiva sobre las relaciones con el
antiguo espacio territorial soviético comenzó a adquirir una nueva relevancia. De una forma
especialmente intensa en todas aquellas repúblicas afectadas por conflictos de soberanía.250
Los objetivos planteados en el ámbito de la política exterior rusa para justificar esta presencia
regional rusa eran varios y complementarios entre sí:

“Primero, el deseo de rellenar el vacío de poder resultado del colapso de la Unión Soviética,
asegurando el dominio regional de Rusia; segundo, en un momento de rápido deterioro del
ejército ruso, el liderazgo militar era una forma de imponer unidad sobre los restos de la
colapsada unión; tercero, la necesidad de Rusia de la CEI como una manera de preservar los
lazos de la cooperación inter-republicana, especialmente en la esfera económica; finalmente,
la intervención militar rusa en estos conflictos estaba justificada por el deseo de proteger los
intereses de la población étnica rusa o rusófona en la CEI”.251 Este argumento formará parte
de la retórica intervencionista rusa hasta la actualidad, como justificación de su política
exterior hacia el extranjero próximo y su participación en el conjunto de los conflictos
congelados.252 Las dos guerras desarrolladas durante la década de los 90 en Chechenia fueron
algo más que un problema interno de Rusia. De hecho marcaron la pauta de actuación
diferenciada de Moscú con respecto a los movimientos secesionistas: represión a las
disidencias de algunas repúblicas autónomas -como Chechenia o Daguestán- y apoyo a las
que se producen en las repúblicas vecinas. La posición de Putin con respecto a

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Chechenia es la que recomienda a las autoridades de Kiev para solucionar el conflicto


presente en sus distritos orientales de Donetsk y Lugansk: “Kiev debería comprometerse con
los rebeldes pro-rusos de Ucrania como yo lo hice con los chechenos: comprándolos con
autonomía y dinero”.253 La posterior evolución de Chechenia con el liderazgo de Kadirov -
impuesto y tutelado desde Moscú- constituye un modelo de actuación con respecto a los
líderes secesionistas regionales en las diversas repúblicas, así como una experiencia
trasladada a posteriores intervenciones militares rusas, como la realizada en el mes de agosto
de 2008 en Georgia (Osetia del sur y Abjasia).254 El contexto internacional y el cambio de
liderazgo político en Rusia, con la aparición de Putin, va a modular y en algún caso a
modificar sustancialmente la política exterior rusa hacia su vecindario próximo. El inicio de
las relaciones entre la OTAN y Rusia mediante la firma del Acuerdo mutuo el 27 de mayo
de 1997 tenía un objetivo concreto para Moscú: una delimitación clara de las respectivas
esferas de influencia. Rusia no estaba dispuesta a que su situación de debilidad en la escena
internacional fuese aprovechada desde la Alianza occidental para aproximarse hasta sus
fronteras a través de las sucesivas adhesiones de nuevos miembros orientales. Sin embargo,
los conflictos yugoslavos -en especial el de Kosovo en 1999, con la intervención final de la
OTAN- imposibilitaron cualquier tipo de colaboración entre los dos actores internacionales
y afectarán muy negativamente a las relaciones de Rusia con su extranjero más próximo.255

De hecho la cuestión de Kosovo, tanto la intervención militar al margen de la legalidad


internacional como la declaración unilateral de independencia, avalada por el discutible
dictamen de la Corte Internacional de Justicia y el reconocimiento internacional de la
independencia kosovar, han pasado a formar parte del argumentario ruso justificativo de su
política intervencionista en las repúblicas vecinas.256 En efecto, si se analiza detalladamente
la política exterior rusa en su vecindario próximo y la actitud mantenida y sostenida en el
tiempo, se puede delimitar con claridad la existencia de dos modelos de intervencionismo
claramente diferenciados: antes y después de Kosovo. El efecto provocado en Moscú por la
intervención de la OTAN en 1999 fue múltiple: puso en evidencia su debilidad en la escena
internacional durante

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toda la década -desde la disolución de la Unión Soviética; socavó su posición en el Consejo


de Seguridad y demostró que Occidente también sorteaba la legalidad internacional forzando
al límite el denominado derecho internacional de “injerencia humanitaria”.

Además, la posterior declaración unilateral de independencia, avalada por las mismas


potencias occidentales, mostró el camino a Moscú en un período en el que su recuperación
económica -fundamentalmente por el alto precio del petróleo- le permitió fortalecer sus
fuerzas armadas y sustituir su nula presencia internacional por el ejercicio del hard power en
su extranjero próximo.

La primera piedra de toque fue Georgia, con la excusa de su eventual petición de adhesión a
la OTAN.257 Por vez primera la pugna por atraer a este conjunto de repúblicas hacia sus
proyectos regionales de integración (Unión Europea, OTAN, CEI, Comunidad Euroasiática)
terminó colisionando y provocó la primera intervención militar rusa a gran escala en el
territorio de otra República, provocando la secesión de facto, de Osetia del Sur y de Abjasia
y, un tiempo después también de iure, al reconocer internacionalmente su independencia
respecto a Georgia.258 A partir de ese momento empezó a imperar la línea dura en el Kremlin
respecto a este tipo de conflictos, reforzando la posición de los respectivos líderes
secesionistas y lanzando un serio aviso a las autoridades centrales de Moldova, Georgia,
Armenia, Azerbaiyán y Ucrania. Pero también a los líderes occidentales sobre el retorno de
Rusia a un orden internacional cada vez más multipolar, en el que debían tenerse en cuenta
las respectivas zonas de influencia.

De manera reiterada Rusia ha venido insistiendo en sus diferentes documentos en materia de


Seguridad Nacional y Política Exterior en la importancia que todo su vecindario próximo
tiene para ella desde el punto de vista de la protección de sus propias fronteras como de la
seguridad regional e internacional. Además, la protección de los intereses de la población
rusa residente en el extranjero pero, particularmente, en esos territorios con conflictos
latentes, también ha quedado reflejada en los mencionados textos.259 La referencia realizada
a su extranjero próximo en el último documento aprobado por el Kremlin, la Concepción de
la Política Exterior de la Federación de Rusia -30 de noviembre de 2016- está recogida de
manera genérica en el punto 3.f:

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“Establecer relaciones de buena vecindad con los Estados limítrofes, contribuir a la supresión
de los focos de tensión existentes y los conflictos de sus territorios, así como la prevención
del surgimiento de tales focos y conflictos”.260 Las menciones y los comentarios concretos
de cada uno de los conflictos aparecen en los puntos del 56 al 59 del mencionado documento.
Además de la resolución diplomática de los conflictos, del fomento de las relaciones
bilaterales con las diferentes repúblicas y de la libertad de las mismas para relacionarse con
otros actores internacionales -pero no menciona otros modelos de integración regional- se
insiste de forma especial en la participación en las instituciones de la Comunidad de Estados
Independientes (CEI) y de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) Los
aspectos más relevantes aparecen respecto a Abjasia y Osetia del Sur, hacia las que Rusia
tiene la prioridad “de consolidar como Estados democráticos y modernos”(Punto 57 del
documento) y sobre Moldova cuya integridad territorial y soberanía respeta, así como su
“neutralidad” (Punto 58).

La independencia kosovar y la aplicación del derecho de autodeterminación de los pueblos


ofreció a Rusia la posibilidad de utilizar el mismo argumento jurídico para defender la
independencia de Osetia del Sur y de Abjasia. Los derechos de las minorías nacionales
supuestamente en peligro -la rusa en los dos últimos casos- se enfrentaron normativamente -
en el ordenamiento jurídico internacional- con el principio de integridad territorial de los
Estados.261 Situación que se repitió en 2014 en Crimea con la reintegración final del territorio
a Rusia.

Uno de los requisitos esenciales en la negociación diplomática y en los acuerdos


internacionales estriba en la buena fe de las partes en conflicto a la hora de alcanzar algún
tipo de solución pactada y en el momento de llevarla a la práctica. En los procesos de
resolución llevados a cabo en el conjunto de los conflictos congelados esta presunción de
existencia de buena fe entre las partes no puede darse:

“Sencillamente porque el mediador tiene una potente influencia en las partes y no respeta el
derecho internacional. En este sentido la situación de los conflictos congelados en el área
post-soviética añade claridad al criterio procesal de las negociaciones. Las negociaciones de
buen fe solo son posibles si las partes en conflicto no están influidas por terceros Estados,
que violan el derecho internacional, incluyendo los principios de no intervención en asuntos
internos de los Estados y la prohibición del uso de la amenaza y de la fuerza”.262 La Unión
Europea, como actor principal regional, está impactada directamente por la política exterior
rusa desplegada en su región fronteriza que, al mismo tiempo,

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ha pasado -como consecuencia de las sucesivas adhesiones- a ser también frontera de la


propia Unión. En su reciente Estrategia Global de Política Exterior y de Seguridad, la Unión
Europea recoge como premisa fundamental para que se produzca un cambio sustancial en las
relaciones con Rusia el respeto integral al derecho internacional. Solo así se contempla la
posibilidad de discutir sobre aquellos asuntos en los que exista desacuerdo y de cooperar en
aquellos en los que se solapen intereses comunes.263

Moldova y Transnistria
El proceso que contribuyó a la disolución de la Unión Soviética tuvo un evidente carácter
multifactorial, razonablemente bien analizado durante estos últimos 25 años. Los problemas
que el sistema venía arrastrando salieron a la superficie fruto de una evidente relajación en
el acceso a la información mediante la política de la glásnost. Entre ellos, todo un abanico de
movimientos nacionalistas que estaban en ebullición desde la década de los 80 -algunos
incluso anteriores a este período- y que evidenciaban cómo bajo el mantra de la hermandad
de los pueblos y de la consecución del homo sovieticus existían un conjunto importante de
tensiones étnico-nacionales que, poco tiempo después, se tradujeron en procesos
abiertamente secesionistas e independentistas.

El caso moldavo, aunque se desarrolló en el contexto global de movimientos nacionalistas


liderados inicialmente por las repúblicas bálticas, presentó numerosas peculiaridades. Entre
las mismas, la más reseñable nos remite a una suerte de nacionalismo camaleónico o mutante.
Adaptativo a las circunstancias, a los intereses de las élites nacionalistas republicanas -en
ningún caso a los del pueblo- y extremadamente volátil en tiempo récord presenta una
evolución -cuando no involución- que precisa una atención significativa de la investigación
académica. En mi ámbito personal ha sido objeto de estudio desde hace más de dos décadas
y media, como tesis doctoral en primer término, siendo tema de numerosas publicaciones y,
con posterioridad, en el marco del conjunto de los conflictos congelados que se desarrollan
en el espacio post-soviético y en el near abroad de la Federación Rusa.264

3.1. Marco histórico-geográfico


El espacio geográfico objeto de la presente comunicación ofrece unos rasgos imprecisos y
poco perfilados hasta la segunda mitad del siglo XIV. Al igual que casi toda la actual Europa
Oriental estuvo habitada por pueblos indoeuropeos de carácter nómada que acabarían
entrando en contacto con las civilizaciones mediterráneas, es-

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pecialmente con la griega y la romana, desde el siglo VI a.C. En uno de estos pueblos
indoeuropeos, el dacio, encontraron los actuales moldavos su sustrato étnico-cultural
básico.265 Una de las ramas escindidas del pueblo tracio, los getas, acabaron fusionán-dose
como un único pueblo con los dacios, con una lengua que era una variante dialectal del tracio.
Su ubicación geográfica se correspondía, en líneas generales, con el territorio de la Rumanía
actual. Con independencia de las volatilidades de determinados períodos históricos que les
llevó a extenderse hacia el noroeste -hasta el Danubio medio y Eslovaquia- y hacia el sur -
hasta alcanzar los Balcanes-.266 El proceso de romanización influyó definitivamente en la
configuración del alfabeto latino como propio de la posterior lengua rumana. La incapacidad
para apuntalar las fronteras del Imperio en esta región sometió a la misma a sucesivas oleadas
invasoras desde el siglo III de pueblos “bárbaros” de carácter itinerante (godos, hunos,
gépidas, ávaros) de los cuales únicamente eslavos y húngaros se establecieron
definitivamente en el norte del Danubio. Una segunda oleada de invasiones protagonizada
por pechenégas -pueblos de la estepa- sajones, magiares, tártaros y turcos se fueron
sucediendo desde el siglo IX hasta la gran invasión tártaro-mongol de 1241, período en el
que comenzaron a perfilarse tres principados feudales en la zona (Valaquia, Transilvania y
Moldavia) La adquisición de una relativa autonomía por parte de Moldavia se sitúa por parte
de la mayoría de los historiadores entre los años 1352 y 1359.267 El príncipe Bogdan -creador
del principado de Moldavia- estuvo sometido a la presión de Luís de Anjou-rey de Hungría.
Vecino del gran ducado de Lituania -integrado en Polonia desde 1386- y de Valaquia en el
sur, sería el contacto con este último principado y con la dinastía Basarab lo que daría el
nombre de Besarabia a toda la región:

“Basaraba es un nombre de origen turco que significa padre dominador o liberador; de esta
forma, la dominación valaca se perpetúa con el nombre de Besarabia aludiendo a la región
situada en el norte del Danubio inferior y la Dobroudja. Sin embargo, el espacio comprendido
entre los Cárpatos orientales, el Dniéster y el mar Negro ha sido llamado siempre Moldova-
Moldavia”.268 El período otomano (1420-1812) no permite rigidez cronológica en sus inicios
pero sí en el final, con la firma del tratado de Bucarest y el trasvase de Besarabia a Rusia. La
consideración de principado vasallo fue firme desde la conquista definitiva del sur de
Moldavia por parte de Solimán el Magnífico desde 1538. En 1681 el principado de Moldavia
pasó a administrar la región oriental del Dniéster y el coste económico y social pagado al
Imperio Otomano le permitió disfrutar una semi-independencia política y cultural.269

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La presencia rusa empezó a ser constante en la región desde los tiempos de Pedro el Grande,
con la ocupación de Valaquia, Moldavia y Budjak en 1770. La doble fragmentación de
Moldavia del norte -Bucovina pasó a depender del Imperio de los Habsburgo en 1775- y
Besarabia -la mitad oriental de Moldavia que se integró en el Imperio ruso en 1812 por el
Tratado de Bucarest, terminaron con el dominio turco en la zona. El núcleo central de
Besarabia permaneció en manos rusas hasta la revolución de 1917, a excepción del sur que
retornó a Moldavia en 1856 mediante el tratado de París. La integración de Valaquia y
Moldavia en el reino de Rumanía en 1866 fue completada con la de Transilvania durante la
Primera Guerra Mundial -como pago a su alianza frente a Austria-Hungría.

El gobierno provisional ruso, el 25 de septiembre de 1917, así como los bolcheviques el 15


de noviembre del mismo año habían decretado el derecho de las naciones a la
autodeterminación, así como a la separación y la creación de Estados nacionales. Esta
situación, entre ambas fechas, permitió la proclamación de la autonomía política y territorial
de Besarabia el 21 de octubre por parte de un soviet de soldados y campesinos, creando su
propia Asamblea Parlamentaria (Sfatul Tarii).

Tras la firma del Tratado de Brest-Litovsk la mencionada Asamblea declaró su voluntad


unionista con Rumanía el 10 de abril de 1918, con lo que la creación de la Gran Rumanía
quedaba formalizada. El período rumano, que se extendería hasta la Segunda Guerra
Mundial, mantuvo el pulso con la creada Unión Soviética. El acto más significativo fue la
creación de la República Autónoma Socialista Soviética el 12 de octubre de 1924, en el
territorio de Ucrania, en la franja oriental del río Dniéster, fronteriza con Besarabia y con una
extensión de alrededor de 8000 Km2 habitada por cerca de 600.000 personas -el 60% de ellas
rumanas- cuyo objetivo evidente era actuar como enclave irredentista en un futuro no muy
lejano hacia Besarabia y Moldavia.

La Segunda Guerra Mundial propició el Pacto Molotov-Ribbentrop, cuyos Protocolos


secretos marcaron el reparto germano-soviético de áreas de influencia territorial. Las
Repúblicas Bálticas y Moldavia (Besarabia) quedaban integradas en la Unión Soviética
pasando de ser Estados independientes -en los primeros casos- y de ser territorio rumano -en
el segundo a formar parte como repúblicas federales dentro de la URSS. El 2 de agosto de
1940 el recién creado Soviet Supremo de la RSS de Moldavia -semanas después de la
ocupación soviética de Besarabia- procedió a delimitar las fronteras de la república de nueva
creación. El interregno de ocupación germanorumana de la zona (1941-1944) no impediría
el posterior retorno definitivo -junto con el territorio de la República Autónoma Socialista
Soviética- de la República de Moldavia.270

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Se inició desde entonces un triple proceso de sovietización (imposición e integración de las


instituciones soviéticas), rusianización (proceso cultural de conversión al ruso como
exponente cultural de la Unión Soviética) y rusificación (proceso de transformación objetiva
y psicológica de los no rusos en rusos-lento, restringido, más individual que colectivo).271
Desde el punto de vista política la estructura, organización y monopolio del poder lo
detentaba el Partido Comunista de Moldavia que reproducía, a nivel republicano, el modelo
representado por el Partido Comunista de la Unión Soviética. De igual manera a lo
reproducido en el resto de las repúblicas federadas, los cuadros dirigentes -empezando por el
secretario general del Partido Comunista local- eran mayoritariamente rusos, excluyendo de
los centros de decisión al resto de las minorías nacionales y locales.

El proceso de distinción forzada de la mayoritaria población moldavo-rumana se centró


durante todo el período soviético en una falsificación sistemática de la Historia, la ruptura de
los lazos con Rumanía y la creación artificial -ex novo- de una lengua inexistente hasta ese
momento, el moldavo. Para ello se realizó la conversión del rumano -con alfabeto latino- al
alfabeto cirílico -aberrante desde un punto de vista filológicoEl objetivo de Stalin al crear la
RSS de Moldavia servía a un doble propósito: “Prime-ro, separar claramente a la nueva
república de Ucrania; segundo, y más críticamente,

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segregar a la población étnicamente rumana de Rumanía y crear un espacio soviético


controlado”.272 Durante el período soviético posterior a la Segunda Guerra Mundial el
proceso de pérdida de la identidad étnico-cultural moldavo-rumana acometido por las auto-
ridades centrales y republicanas intentó justificar el carácter “voluntario” del ingreso de una
nueva República Federal -producto de la ingeniería territorial estalinista- a la hermandad de
repúblicas soviéticas. El régimen totalitario producto de la unificación del Estado y del
Partido fue paulatinamente esclerotizándose, provocando un elevado nivel de corrupción
entre las élites -tanto federales como republicanas- especialmente tras la desaparición de
Stalin. Esta dinámica se aceleró durante el mandato de Brezhnev provocando un
estancamiento económico del que, finalmente, no se recuperaría el sistema.

Así, asistimos con la llegada de Gorbachov a la Secretaría General del PCUS a la explosiva
simultaneidad de los procesos: crisis económica, irrupción de los diversos movimientos
étnico-nacionales -larvados con anterioridad- descrédito y ausencia de legitimidad del
Partido, tensiones centro-periferia, demandas liberalizadoras (información, cultural, social,
económica) La glasnost -término utilizado ya por Herzen en el siglo XIX- resultó
fundamental al instalar todo un proceso de regeneración crítica y de transparencia
informativa.273 El revisionismo histórico acometido por el régimen había constituido una
herramienta eficaz al servicio y apuntalamiento del mismo; como reconocía Afanásiev, había
convertido a la Historia “en una mentira a su medida, y la sociedad entera había perdido la
noción de verdad y falsedad”.274 En este marco se vieron impulsados el papel de los medios
de comunicación -con tímidas pero paulatinas aperturas, especialmente en los niveles locales
y republicanos- la literatura -con las respectivas lenguas nacionales- el papel del estalinismo
y su sistemático falseamiento de la Historia -la represión sistemática de pueblos y culturas,
así como cualquier atisbo disidente- y la recuperación de una sociedad civil inexistente hasta
la segunda mitad de la década de los 80. En este contexto resultó imprescindible la necesidad
de una Intelligentsia: “que participase activamente en el desarrollo del programa de reformas
explicitándolas entre la emergente sociedad civil”.275

3.2. Moldavia en el período final de la Unión


Soviética (1988-1991)
En este período se produjo un proceso intenso de movilización de masas a favor de un
nacionalismo de corte pro-rumano que coadyuvó el proceso de progresiva democratización
de la República y a la consecución de su independencia, en un contexto de des-

119

composición del Estado soviético. En el mismo alcanzó un notable protagonismo la élite


republicana del Partido Comunista de Moldavia, mimetizándose mayoritariamente con las
demandas nacionalistas en un evidente ejercicio de supervivencia política. El debate en torno
a la identidad nacional, presente en este período y en el inicial durante la construcción de la
estatalidad independiente, arrancó en 1987 por parte de la Intelligentsia y su intención de
liderar la Unión de escritores Republicanos -auténtica órgano máximo en el ámbito cultural
republicano- y su articulación genuinamente reformista en torno al Movimiento democrático
moldavo, fundado el 3 de junio de 1988.276 Las manifestaciones multitudinarias exigiendo
reformas políticas, económicas y culturales -en línea con lo que acontecía en las Repúblicas
Bálticas- alimentaron la creación de numerosas asociaciones entre 1988 y 1989. El Club
Literario Alexe Mateevici, cuya prioridad se orientaba hacia la recuperación histórica,
cultural y lingüística que alimentaba las demandas nacionalistas moldavo-rumanas (el órgano
esencial era la publicación Literatura si Arta) en unión con Miscarea Verzilor (Los Verdes
Moldavos), La Liga Democrática de Estudiantes, La Liga de los Desempleados, La
Asociación Cultural Moldava, La Sociedad de Historiadores, y todo un conjunto de
movimientos muy heterogéneo acabaron por crear el Frente Popular de Moldavia, el 20 de
mayo de 1989. Sus demandas parecían, en aquel momento, inusitadamente ambiciosas: la
legalización del Frente como partido político parar poder participar en las elecciones
republicanas, la condena del Pacto Molotov-Ribbentrop y sus consecuencias para Moldavia,
la aprobación de las leyes lingüísticas -declaraban la identidad del moldavo y del rumano
como la misma lengua y que fuese proclamada como lengua oficial republicana- la
recuperación de los símbolos nacionales, el establecimiento de relaciones internacionales, la
libertad de culto, el ecologismo, la normalización de las relaciones interétnicas en la
República y, en definitiva, la aplicación sin restricciones de los derechos civiles y políticos
básicos (asociación, reunión, libre expresión, militancia multipartidista) y la consecución de
una genuina soberanía de la República.277 Sin embargo la reacción desde Moscú,
especialmente cuando en el programa del XXVII Congreso del PCUS se zanjaba la cuestión
nacional con el habitual mantra “la cuestión de las nacionalidades, heredada del pasado, ha
sido resuelta satisfactoriamente en la Unión Soviética”,278 acentuó las presiones secesionistas
en cascada. Incluso en las elecciones celebradas para la configuración del Congreso de
Diputados del Pueblo de la URSS -entre los meses de marzo y mayo de 1989- la victoria
mayoritaria de candidatos moldavos, al margen del Partido Comunista de Moldavia solo
presagiaba la victoria fulgurante de los candidatos del Frente Popular en las elecciones
republicanas celebradas en el mes de febrero de 1990.

120

Los intentos baldíos de carácter reformista -constitucional, institucional, en el seno del


PCUS- unidos a una economía que se desangraba, parcheada por soluciones de urgencia e
improvisaciones de todo tipo, abonaron la irrupción del fenómeno nacionalista que había
permanecido soterrado en el período soviético. La ausencia de un “contrato nacional” real,
sólo presente en la retórica utilizada por la élite del EstadoPartido, acabó por hacer saltar
todas las costuras de la Unión Soviética. Además, en una suerte de nacionalismo de
matrioshka, las demandas separatistas no se redujeron al seno de las repúblicas federales; se
extendieron también a un buen número de repúblicas autónomas y a entidades
administrativo-territoriales inferiores (como en el caso de los distritos gagauzes en el sur de
Moldavia).279 Las elecciones al Soviet Supremo de Moldavia y a los Soviets locales (febrero-
marzo de 1990) se realizaron ya bajo el marco legal de la recién aprobada ley electoral y la
irrupción de los nacionalistas moldavo-rumanos provocó la polarización étnica. La
transferencia del poder político se concretó en el mes de abril de ese año: Mircea Snegur era
nombrado Presidente -nomenkalturista reconvertido al nacionalismo del Soviet Supremo- y
el líder del Frente Popular de Moldavia, Mircea Druc, se situaba al frente del Ejecutivo. Los
cambios adoptaron un ritmo vertiginoso: adopción de la bandera tricolor -como la rumana-
como la propia de Moldavia; cambio de nombre de la República Moldova -en rumano- en
lugar de Moldavia; por último, el 23 de junio de 1990 el Soviet Supremo de la república
sancionó la ilegalidad de la anexión de Besarabia por parte de la Unión Soviética en 1940,
declarando además la soberanía de la nueva República de Moldova.

La escisión político-ideológica se evidenció con la retirada de más de 100 diputados de la


oposición al Gobierno moldavo de la facción Sovetskaya Moldaviya en el Soviet Supremo
republicano. Agitación que, en unión a un conjunto de medidas adoptadas por la mayoría
moldavo-rumana, fue aprovechada por la minoría rusa y la gagauze para entender que su
supervivencia como ciudadanos de la nueva república estaba en cuestión.280 Los fantasmas
reunificadores con Rumanía activaron definitivamente una colisión inicial entre identidades
étnico-nacionales que, con posterioridad, se mostraron como una clara confrontación
político-ideológica.281

De hecho, desde el otoño de 1989 la población ruso-parlante en los distritos gagauzes del sur
y en el margen izquierdo del Dniester ya iniciaron las confrontaciones con las autoridades de
Chisinau. Liderados por los OSTK, que eran formaciones de orientación comunista ultra-
ortodoxa y representaban la facción más conservadora del Partico Comunista Moldavo -en
sintonía con el ala homóloga del PCUS- agitaron los koljoses y sovjoses de sus respectivos
territorios. Sus declaraciones secesio-

121

nistas fueron inmediatas, en el caso de Transnistria con el apoyo del XIV Ejército ruso y del
nacionalismo ruso pro-soviético moscovita. Nacionalismo que, con otra reformulación, está
muy presente en la estrategia actual de Putin en materia de política exterior en su near
abroad.282

3.3. El complejo proceso de construcción


estatal (1991-1993)
La rápida evolución de los acontecimientos después del fallido intento golpista de agosto de
1991 aceleró el desmoronamiento de la Unión y la cascada independentista entre las quince
repúblicas federadas. En Moldova, las élites nacionalistas pro-rumanas tuvieron que abordar
un profundo programa reformista que se extendía a todos los ámbitos: políticos, económicos,
culturales, sociales, étnicos. A la compleja tarea de transición de un Estado totalitario a uno
democrático se añadía la construcción de un Estado ex novo, sobre unas bases artificialmente
articuladas por el estalinismo. El conflicto en Transnistria, que desencadenó una guerra
abierta en el verano de 1992 entre las autoridades centrales de la república y los
destacamentos armados y soportados por el XIV Ejército Ruso, se tradujo en un giro
definitivo en la evolución de Moldova. Aunque este conflicto mantuvo elementos
característicos de los conflictos interétnicos (conflicto territorial, conflicto socio-económico
y conflicto de soberanía) el conflicto armado en Moldova “no puede ser explicado en
términos de etnicidad, sino en el papel jugado por los líderes rusos apoyando a los rebeldes
frente al Gobierno moldavo”.283 Sin embargo, enterró definitivamente cualquier posibilidad
de reunificación con Rumanía, abonando un conjunto de desincentivos adicionales: la derrota
del frente Popular en las elecciones celebradas en el mes de febrero de 1994 -pasando a ser
la última fuerza política en representación parlamentaria-; la mayoría absoluta del Partido
Agrario, defensora de la cultura del “moldovanismo” (Una cultura, Dos Estados); la
aprobación de la Constitución de 1994, con la consolidación jurídica de un Estado
independiente; el desinterés de Rumanía, inserta en sus propios y complejos problemas
transicionales y, en definitiva, el giro de la mayoría de las élites políticas del apoyo a las tesis
nacionalistas pro-rumanas a una defensa a ultranza del carácter diferencial de Moldova y
Rumanía -incluyendo las “respectivas” lenguas- respondía a un ejercicio de pragmatismo y
supervivencia política: “Más vale ser cabeza de ratón que cola de león”.

Resuelto el separatismo gagauze con una amplia autonomía, la permanencia de la


independencia de facto de Transnistria como uno más de los conflictos congelados ha
demostrado que la independencia de Moldova no garantizaba la recuperación de la integridad
territorial.

122
3.4. Conclusiones sobre el nacionalismo
moldavo
Una aproximación sintética, a modo de conclusión, del fenómeno nacionalista moldavo-
rumano en el proceso de desintegración de la Unión Soviética y la posterior construcción de
una estatalidad independiente nos permite señalar los siguientes elementos característicos:

1. La gestación del movimiento nacionalista moldavo-rumano, latente y subyacente


durante el período soviético, no eclosionó hasta que el sistema no se vió afectado por
una crisis generalizada de sus principales estructuras. El fracaso de los intentos
reformistas (políticos y económicos), agitado por el fenómeno nacionalista en la
periferia (la cuestión nacional nunca fue desactivada ni diluida en el sistema soviético
pese a las manifestaciones de sus jerarcas), acentuado por la aplicación de la glásnost,
se concretó en la “tormenta perfecta” para escenificar la colisión entre la
Nomenklatura y las nuevas élites nacionalistas emergentes.

2. El modelo moldavo no fue un fenómeno vanguardista, se sumó a las demandas


lideradas por los Frentes Populares Bálticos, con los que le hermanaba la denuncia
del Pacto Molotov-Ribbentrop y sus consecuencias. Sin embargo, presentaba un
conjunto de peculiaridades reseñables: era la única República “latina” del espacio
soviético; la evolución histórica de su territorio era un auténtico cruce de pueblos y
civilizaciones; el nacionalismo moldavo-rumano es esencialmente cultural-
lingüístico (el moldavo no existe; es lengua rumana); no perseguía la secesión para
independizarse y construir una estatalidad independiente, sino para reunificarse con
Rumanía -modelo de irredentismo-.

3. La articulación de las demandas nacionalistas en torno a la identidad étnico-cultural


moldavo-rumana consiguió la movilización popular en torno a un axioma: igual
lengua, identidad étnico-nacional entre moldavos y rumanos; por consiguiente, igual
Estado.

4. El auge del Frente Popular de Moldavia y la aprobación de las leyes lingüísticas en


la República -que sancionaban que no había dos lenguas diferentes, sino únicamente
el rumano- fueron posible gracias al rápido deterioro de la estructura del Partido
Comunista Moldavo. Una parte del mismo se alineó rápidamente con las tesis
nacionalistas, abrazando su mensaje y subiéndose al carro secesionista. A la postre
Mircea Snegur acabó pasando de la Secretaría General del Partido Comunista
Moldavo a la Presidencia de la República independiente.

5. El modelo nacionalista moldavo -hasta la desaparición de la URSS- era secesionista


respecto a la Unión Soviética, independentista -como fase intermedia y provisional-
e irredentista y reunificador con Rumanía -el Estado matriz antes de 1940- De hecho,
desde la Rumanía posterior Ceauçescu se agitó un potente nacionalismo pan-rumano
desde facciones políticas muy diversas: tanto ex nomenklaturistas como nuevos
partidos políticos ultranacionalistas.
123

6. Cabe resaltar el protagonismo adquirido por el nacionalismo -como ideología oficial


dominante- en sustitución del comunismo de Estado. Elemento que ha impregnado el
devenir político -tanto interior como exterior- en el incipiente proceso de
construcción estatal independiente de la República de Moldova. Así, por ejemplo,
desde Rumanía se potenciaba el mensaje nacionalista proreunificación (incorporando
territorios de Besarabia, pero también de Bucovina del norte y Besarabia del sur,
perteneciente a Ucrania) Estos recuerdos de grandeza perdida por Rumanía tenían un
evidente consumo interno, con efectos paliativos hacia una población muy sacrificada
durante estos prime-ros tiempos de andadura pos-totalitaria y pre-democrática. De
igual forma, el nacionalismo ruso defendía los derechos de la minoría residente en
territorio moldavo consolidando posiciones en enclaves estratégicos -como
Transnistria- propiciando la creación de todo un rosario de “conflictos congelados”
que perviven 25 años después y que se ven ampliados con algunos nuevos -como en
el caso de Crimea y de los distritos orientales de Ucrania-.

7. En el seno de Moldavia-Moldova -diferenciando los períodos soviético y posterior a


la declaración de independencia- se manifestaron dos movimientos secesionistas que
han cuestionado -y lo siguen haciendo en uno de los casosla integridad territorial
republicana. En los cinco distritos gagauzes del sur de Moldavia, un ambicioso grupo
de líderes locales se sumaron a las demandas secesionistas -también de base étnico-
cultural- aprovechando el clima general de eclosión nacionalista. Este proceso se
resolvió con la concesión de una amplia autonomía. Por el contrario, el
enfrentamiento militar durante el verano de 1992 entre las autoridades centrales de
Chisinau y las secesionistas de la autoproclamada República del Dniéster, presidió un
conflicto de carácter político-ideológico cuyo sustrato interétnico era casi inexistente,
a pesar de ofrecer la coartada perfecta para las autoridades rusas y sus ambiciones
neo-imperialistas.

8. El proceso inicial de construcción de una estatalidad independiente de Moldova


estuvo trufado de problemas de muy diferente condición: un extraordinario grado de
dependencia económica -especialmente en materias primas y fuentes energéticas- de
Rusia y del antiguo espacio soviético, así como un escaso mercado para sus productos
fuera de estos socios; una ausencia de élites políticas de nuevo cuño, con la paulatina
desaparición de los nacionalistas pro-rumanos y la conversión al “moldovanismo” de
los antiguos nomenklaturistas reconvertidos inicialmente al nacionalismo
independentista; el secesionismo de Transnistria y la favorable integración de las
diversas minorías étnicas residentes en la República desincentivó los objetivos
reunificadores con Rumanía de los nacionalistas moldavos. De hecho, cualquier
hipótesis de trabajo que intentase solucionar el conflicto en la franja del Dniéster,
debía pasar por la consolidación de una República moldava independiente.

9. La práctica desaparición de los nacionalistas del Frente Popular Cristiano-Demócrata


tras el descalabro sufrido en las elecciones del 27 de febrero de 1994

124
propició el retorno de los viejos nomenklaturistas al poder republicano. Abrazando
en esta ocasión una identidad étnico-nacional -también cultural- genuinamente
moldava, independiente de la rumana, hicieron de la consolidación de una estatalidad
independiente su principal estrategia de supervivencia política, toda vez que la
dilución en el Estado rumano hubiera significado también su propia desaparición
como élite política. Lo más significativo fue el soporte argumental utilizado: mientras
que la movilización popular independentista se consiguió con la reclamación de la
identidad étnico-cultural y lingüística de lo moldavo-rumano, la consolidación de la
independencia se sustentó en la diferenciación entre ambos. Es decir, igual que
durante todo el período soviético y, además, en un tiempo récord -menos de tres años-
.

10. El propugnado proyecto reunificador de Moldavia y Rumanía había quedado


fulminado por circunstancias diversas: las dificultades en los procesos de transición
(política y económica) en ambos Estados; los divergentes intereses existentes entre
las élites políticas moldavas y rumanas -ambas tratando de consolidar sus respectivas
posiciones-; la desaparición de las fuerzas nacionalistas moldavas pro-rumanas y la
consolidación de las de cuño moldovanista-independentista; la consolidación de una
Moldova plurinacional que intentaba solucionar el secesionismo de Transnistria y sus
relaciones con Rusia -socio imprescindible en el futuro-; por último, esencial en
sociedades civiles embrionarias como la moldava, una población fácilmente
manipulable y moldeable que, fruto de la incertidumbre e inseguridad de un proceso
de transición sumamente complejo, es capaz de modificar su posición en aspectos tan
sustanciales como los relativos a su identidad nacional.

11. En suma, estamos ante un proceso significativo y muy original en el proceso de


creación, consolidación y desaparición final de la Unión Soviética. El pueblo
moldavo, en una búsqueda de su identidad nacional recorrió -en el escaso margen de
seis años (entre 1988 y 1994)- un camino de ida y vuelta: el que va desde la
recuperación de la identidad moldavo-rumana al abandono final de la misma con el
triunfo de las tesis moldovanistas. Hecho muy destacable porque se tradujo, medio
siglo después, en la victoria final de la creación estalinista de una artificial distinción
entre moldavos y rumanos, sustentada en una inexistente diferenciación de las
lenguas (en la Constitución moldava de 1994 se recogió finalmente el moldavo -no
el rumano- como lengua oficial del Estado) así como en una falsificación sistemática
de la Historia.

Inicio del conflicto congelado


Desde el ámbito del respeto a la normativa internacional básica, la intervención reiterada de
Rusia en favor de los movimientos secesionistas contraviene numerosos principios de la
Carta de Naciones Unidas, del Acta Final de Helsinki, de las Convenciones de Ginebra o
numerosas resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones

125
Unidas. No hay que olvidar el reconocimiento de Rusia a la integridad territorial de todos los
Estados surgidos de la disolución de la Unión Soviética inmersos en la actualidad en
conflictos congelados en las fronteras de Moscú.

El ejercicio del supuesto derecho de autodeterminación de estos territorios, con la celebración


de sus respectivos referéndums, no ha venido avalado por el Derecho Internacional ni por los
respectivos ordenamientos jurídicos internos de los Estados cuyo territorio es cuestionado.
Rusia ha ido modificando su posición al respecto, reconociendo internacionalmente a Abjasia
y Osetia del Sur, anexionándose Crimea y permaneciendo al margen -pero con mayor o
menor presencia directa- en Transnistria y Nagorno-Karabaj, así como en los distritos
orientales de Ucrania. La transferencia de poblaciones, los desplazados y refugiados y el
número de víctimas de este tipo de conflictos demuestra que la denominación de conflictos
congelados es más retórica que real. Además, la manera en la que afectan al desarrollo de los
Estados involucrados y el nivel de injerencia política y económica que supone en su grado
de soberanía cuestiona abiertamente la calidad de su independencia.284

El estatus otorgado por la CSCE/OSCE a las fuerzas armadas rusas como las protagonistas
de los despliegues de operaciones de mantenimiento de paz -que nada tiene que ver con las
autorizadas por Naciones Unidas ni sus mandatos desempeñados- ha constituido una
herramienta esencial en la orientación de Rusia en el desarrollo de su política exterior hacia
su near abroad. La posibilidad de congelar este tipo de conflictos sin necesidad de una
intervención militar abierta -a diferencia de lo acontecido en Georgia en 2008- sino como
una suerte de fuerza de interposición, se concretó en Transnistria con el XIV Ejército ruso -
estacionado allí desde los tiempos de la Unión Soviética-; en Georgia durante la inicial
secesión de Abasia y Osetia, que propició el ingreso de la misma en la Comunidad de Estados
Independientes; en el conflicto por la soberanía de Nagorno-Karabaj entre Armenia y
Azerbaiyán; o como durante la guerra civil de Tayikistán.285 El cambio producido desde
Moscú a la hora de gestionar los elementos, los factores, las dinámicas y la presencia de todo
un conjunto de actores internacionales -pasivos o activos- en torno a los procedimientos de
congelación de todo el rosario de conflictos congelados en sus fronteras exteriores siguió el
modelo de partida de Transnistria, tornándose en una primera amenaza para la seguridad
internacional.286

126

El caso moldavo representa el ejemplo de fragmentación dentro del grupo étnico-cultural


rumano: el proceso de sovietización intentó multiplicar los elementos de diferenciación entre
rumanos y moldavos; no obstante, el período de la perestroika y la glásnost ya demostraron
ampliamente el carácter artificial de esta diferenciación.287

La situación de la minoría rusa en la República de Moldavia fue bastante estable desde la


perspectiva económico-laboral, del respeto de sus derechos lingüísticos -el ruso era la lengua
oficial, junto con el moldavo- y ocupaba los cargos políticos preeminentes en el nivel
republicano.

El 28 de julio de 1990 una resolución del Soviet Supremo de Moldavia adhería a la república
a los principales tratados internacionales en materia de derechos humanos; complementado
el 10 de septiembre de 1991 por el Parlamento moldavo -ya como Estado independiente- con
la ratificación del Acta Final de Helsinki y un buen número de Convenios de Naciones Unidas
en la misma materia.

Los dos aspectos más conflictivos en las relaciones interétnicas fueron la aprobación de las
leyes lingüísticas (31 de agosto de 1989) y la ley de ciudadanía (el 5 de junio de 1991). La
primera enturbió las relaciones con la comunidad rusa por la identificación entre el idioma
moldavo y el rumano y el conocimiento que debería acreditarse del mismo para determinados
empleos en la administración. En cualquier caso ninguna de las previsiones de la ley se llegó
a cumplir puesto que con la Constitución de 1994 se volvió a la denominación del moldavo,
anulando los requisitos previstos en la ley -que eran bastante aceptables para las minorías,
pero que constituyeron uno de los principales argumentos sostenidos por las posiciones
ideológicas de la minoría rusa favorables a la secesión de Transnistria-.

Por lo que se refiere a la ley de ciudadanía era tan flexible que, de hecho, concedía plenos
derechos a la práctica totalidad de los residentes en la República; nada similar a lo acontecido,
por ejemplo, en Estonia donde leyes similares eran abiertamente discriminatorias.288 La
supervisión por parte de diversas organizaciones internacionales en materia de derechos
humanos (Consejo de Europa, CSCE -actual OSCE-), del Departamento de Estado
norteamericano y del British Helsinki Human Rights Group puso de manifiesto el respeto del
nuevo Estado independiente al carácter multiétnico de Moldova, no existiendo intentos de
moldovanización de las otras comunidades étnicas, promoviendo su integración desde el
plano legislativo y el de la convivencia cotidiana.289 Las elecciones al Soviet Supremo de
Moldavia, celebradas entre los meses de febrero y marzo de 1990, escenificaron la división
parlamentaria por criterios étnicos más que por facciones político-ideológicas. Los
movimientos de carácter marcadamente

127

secesionista en el sur -gagauzes- como Gagauz Khalky y en el este -Transnistria- como


Edinstvo, Unión de Colectivos del Trabajo, y los destacamentos del OSTK ya existían como
respuesta al Frente Popular de Moldavia y previa agitación del fantasma reunificador con
Rumanía.

El 3 de septiembre de 1990 se proclamó la República del Dniéster (Pridnestrovie, en ruso) y


celebró sus elecciones al Soviet Supremo del Dniéster el 23 de noviembre, sin alcanzar
ningún reconocimiento internacional. Sin embargo, la postura de Moscú fue de una
ambigüedad calculada, dando el espaldarazo definitivo a ambos procesos secesionistas con
el objetivo de utilizarlos como un factor de permanente desestabilización y para presionar a
Moldavia a alinearse con el resto de las repúblicas favorables a la celebración del referéndum
sobre el nuevo Tratado de la Unión; instrumento que pretendía salvar la unidad maltrecha de
la Unión Soviética. De hecho, el referéndum celebrado finalmente el 17 de marzo de 1991
tuvo un seguimiento masivo en ambas entidades territoriales, con un voto mayoritario a favor
del mantenimiento de la república en el seno de la Unión Soviética. Como último episodio
significativo hay que reseñar el apoyo de ambas autoridades secesionistas al intento golpista
provocado contra Gorbachov durante el mes de agosto de ese mismo año, mientras las
autoridades moldavas se alinearon desde el primer momento con Boris Eltsin y los
demócratas rusos.290 El margen izquierdo del río Dniéster ha tenido durante el período
soviético una población mayoritariamente eslava, concentrada en los núcleos urbanos,
cultural-mente rusa y muy industrial en términos económicos.291 El vínculo con la Besarabia
rumana -tras ser una república autónoma dentro de Ucrania entre 1924 y 1940- tuvo un
período muy corto de extensión durante la ocupación rumano-alemana de Moldavia en la
Segunda Guerra Mundial (1941-1945).

Los rasgos diferenciadores entre Transnistria y el resto de Moldavia eran muy evidentes en
el inicio del secesionismo de la mencionada entidad territorial. Un breve resumen alude a los
siguientes elementos: es una zona mucho más rusificada y sovietizada, con mayoría de
población eslava;292 su autodenominación es Pridnestrovye -más allá del Dniéster-; urbano,
industrial, con la parte más importante del complejo militar republicano; con reminiscencias
soviéticas en el sistema cooperativista -sovjoses y koljoses-; símbolos identitarios pro-
soviéticos: himnos, bandera, escudos, moneda, lengua rusa y moldavo en alfabeto cirílico;
favorables al mantenimiento de la Unión Soviética y, con posterioridad, a la unión con Rusia;
a favor de la intentona golpista de agosto de 1991; mantienen estrechos lazos con las fuerzas
armadas rusas allí establecidas, a las que ven como una garantía de protección; y mantienen
un dominio

128

ruso de los principales instrumentos en el ejercicio del poder, manifestando una clara
romanofobia.

Por el contrario el resto de Moldavia denomina la región como Transnistria -más allá del
Nistru-; tiene una orientación más occidentalista e, inicialmente, pro-rumana; agrícola, rural,
a favor de una economía de mercado, rumanizada en los símbolos -la propia bandera es igual
a la rumana, el idioma, el alfabeto latino; al principio independentista pro-reunificación y
después abiertamente soberanista; a favor de la disolución de la Unión Soviética y contrarios
al intento golpista; y ven al Ejército ruso instalado en la región como unas fuerzas armadas
de ocupación.293 El detonante final del conflicto separatista se produjo con la declaración de
independencia de Transnistria, el 2 de septiembre de 1991, permaneciendo en la Unión
Soviética, oficializando su ruptura total con la Moldova independiente y eligiendo a su propio
presidente -Igor Smirnov- que se congelaría en el cargo durante 20 años, como el propio
conflicto. La justificación estribaba en el temor hacia una política de rumanización de un
territorio mayoritariamente eslavo, así como a los efectos de una hipotética reunificación con
Rumanía.

Entre los meses de diciembre de 1991 y marzo de 1992 asistimos en los distritos del Dniéster
a un proceso de duplicidad de los órganos estatales oficiales de la república por otros
secesionistas, amparados en la fuerza de los destacamentos paramilitares -entrenados y
apoyados por el XIV Ejército ruso- y en la llegada de cosacos de la región rusa de Rostov
para dar apoyo a los rebeldes del Dniéster en el conflicto bélico que se estaba fraguando.294
El 28 de marzo de 1992, el presidente moldavo Mircea Snegur, ante las agresiones
continuadas por parte de los destacamentos militares secesionistas y la nula respuesta
diplomática de la comunidad internacional para tratar de evitar el conflicto militar, decretó
el estado de emergencia en todo el territorio republicano. El enfrentamiento no se hizo esperar
entre las unidades militares moldavas -en proceso de creación- y los cuerpos de carabinieri,
con las unidades paramilitares de los secesionistas que aglutinaban a unidades militares,
civiles, cosacos y apoyo humano, técnico y material del XIV Ejército ruso que se concentró
en el área d Dubosary y Bendery, considerada por la población moldavo-rumana como la
antigua capital del Principado de Moldavia (Tighina).295 El desigual enfrentamiento en
términos militares -claramente favorable a los secesionistas y sus apoyos- y la precariedad
económica de la recientemente independizada República de Moldova, cuya viabilidad
energética y de materias primas pasaba por Transnistria y Rusia, así como el peligro de
contagio y extensión de las hostilidades a

129

los distritos gagauzes del sur, obligaron a Snegur a adoptar un rápido acuerdo sobre el cese
de las hostilidades.296 El 25 de junio de 1992, los jefes de Estado de Moldova, Rumanía,
Rusia y Ucrania se reunieron en Estambul para examinar la situación en la región del Dniéster
y firmaron una declaración conjunta en la que se comprometieron a cumplir los siguientes
puntos:

1. Las partes en conflicto acordaban el cese inmediato de las hostilidades en toda la zona
para, 24 horas después, proceder a la disolución de los grupos armados.

2. Se establecían unas zonas de seguridad y unos corredores para la libre circulación de


la población civil, el personal médico y el transporte de la ayuda humanitaria para los
habitantes de la zona afectada.

3. La neutralidad del XIV Ejército ruso quedaba garantizada, y los términos de la


retirada del mismo serían negociados entre la Federación Rusa y Moldova.

4. El Parlamento moldavo examinaría y resolvería el problema del estatus de los


distritos del margen izquierdo del Dniéster.297 Podemos resaltar que, 25 años después,
innumerables rondas de negociación de diversos formatos y actores y numerosos
vaivenes en las relaciones internacionales, con cambios en los respectivos liderazgos
políticos, y un buen número de acuerdos incumplidos -especialmente por parte rusa-
han conseguido enquistar completamente la situación y la irresolución del conflicto.
Además, lo que es más importante y ha terminado por mostrarse como una estrategia
rusa a medio y largo plazo hacia este tipo de territorios, el factor temporal ha
introducido a un conjunto de territorios secesionistas en un proceso de construcción
de identidades y de Estados -naciones que, apoyándose en su viabilidad económica y
con el apoyo político y militar de Moscú, ha concluido con la creación de nuevas
entidades independientes -de facto- de sus Estados matrices.298 El perfil de las tropas
rusas estacionadas en Moldova en el momento de su independencia y al inicio del
conflicto secesionista -el XIV Ejército ruso- ha tendido a confundirse en
determinados períodos de la crisis con las propias fuerzas paramilitares de los
secesionistas. Su configuración, distribución, peso específico e impacto político y
social en Transnistria ha ido evolucionando y se encuentra bien analizado.299

130
Si existiese algún tipo de duda sobre la intervención rusa en el conflicto, el vice-
presidente ruso Rutskói anunció el 20 de junio de 1992 que el Ejército ruso había sido
autorizado a intervenir en la zona, lanzando una ofensiva militar contra la ciudad de
Bendery, mientras que el nuevo comandante jefe del XIV Ejército -el general
Lebedacusó a Moldova de Estado fascista, a sus líderes de criminales de guerra,
anunció el reconocimiento de sus tropas a la autoproclamada República del Dniéster
como legal y soberana; abogó por el derecho de secesión de otras zonas de Moldova
y su eventual unificación con el Dniéster y describía a este territorio como parte de
Rusia.300

En el mes de mayo de 1993 Eltsin y Snegur alcanzaron un acuerdo para la retirada


del XIV Ejército ruso de la región, adaptando el denominado principio de
sincronización -calendario del proceso de la misma- a la consecución de una solución
política al estatus de Transnistria. A pesar de las siete rondas negociadoras celebradas
hasta finales de ese año, los avances fueron inexistentes, pese a la aceptación de
Moldova de asumir una parte del coste de la retirada. Incluso se barajó la hipótesis de
la integración del Ejército ruso a las fuerzas del Dniéster, en el caso de que se
desestimase la retirada.301 La importancia estratégica del Dniéster y de Moldavia en
su conjunto fue relevante durante el período de la Guerra Fría; incorporada al distrito
militar de Odessa, debía ofrecer soporte estratégico operativo en el flanco suroeste -
Balcanes, Grecia, Turquía, canal de Suez y norte de África. En el marco de la CEI,
podía ampliar sus actuaciones hasta el mar Negro y la costa sudeste mediterránea. Por
ello Lebed había definido a la región del Dniéster como la clave de los Balcanes, sin
la cual Rusia perdería la influencia en toda esta región de importancia geopolítica,
haciendo imposible la retirada rusa del mismo.302 En el marco de la denominada
reconstrucción geoestratégica de la antigua Unión Soviética,303 el arco de
inestabilidad geopolítico constituido por la frontera que va desde las repúblicas
Bálticas hasta el Cáucaso y, dentro del mismo, Transnistria, suponía un instrumento
imprescindible en la política exterior y el despliegue militar ruso, especialmente
después de perder el control de Odessa con la independencia ucraniana. Además, este
enclave territorial otorga una posición de fuerza a Rusia -como se ha demostrado
desde la disolución de la Unión Soviética- en sus relaciones con Ucrania, Rumanía y,
desde luego, con Moldova.304

131

Las principales ramificaciones internacionales del conflicto se centraron en tres


Estados. Rumanía, que apoyó desde el inicio del mismo una solución política y
diplomática del conflicto. La defensa de los intereses moldavo-rumanos pretendía
evitar a fragmentación del Estado moldavo, sobrevolando la idea de una eventual
reunificación. Sin embargo, a pesar del crecimiento de los partidos ultra-nacionalistas
en las elecciones rumanas de septiembre de 1992, el propio ministro de Exteriores
rumano Melescanu criticó la falta de interés de Moldova por la unificación.305 El
apoyo militar rumano a Moldova fue discreto pero incuestionable306 y Rumanía fue
el único Estado no miembro de la CEI participante en las conversaciones
cuatripartitas celebradas antes y después del conflicto.
El papel de Ucrania ha estado presidido por el mantenimiento de un equilibrio ines-
table, equidistante entre moldavos y rusos, por la presencia de una importante minoría
ucraniana en la zona. Además mantiene contenciosos territoriales históricos con
Rumanía -en el sur de Besarabia y en el norte de Bucovina- y con Rusia -en el inicio
del conflicto de Transnistria sobre Crimea y la flota del mar Negro; zanjado en 2014
con la anexión final de Rusia-. Su implicación en la región estaba motivada por tres
razones:

1. Existencia de un foco de tensión militar permanente en su frontera, con la


participación del Ejército ruso.

2. Amplía minoría ucraniana residente en Transnistria y en el conjunto de Moldova.

3. Presencia masiva de refugiados en su frontera occidental procedentes de las áreas


conflictivas.307 En el caso de Rusia, la posición favorable a los secesionistas del
Dniéster pare-cía ser defendida -al menos inicialmente- solo por los círculos
ultranacionalistas y comunistas ortodoxos de Moscú, favorables a cualquier tipo de
restauración neoimperial. No obstante, el vicepresidente ruso -Rutskói- visitó
Tiraspol, la capital de los secesionistas del Dniester, el 5 de abril de 1992, apoyando
públicamente su derecho a formar una República independiente de Moldova.308 Con
esta declaración se pasaba de la neutralidad expresada por el XIV Ejército al
ultimátum dado a las autoridades moldavas de pasar a la intervención si no se lograba
un alto el fuego.309

132

Es muy importante incidir en este cambio de línea estratégica de actuación de Rusia


en su política exterior hacia el extranjero próximo -de reciente configuración tras la
desaparición de la Unión Soviética- porque sentaría un precedente para las futuras
intervenciones en asuntos que, desde la adquisición de la independencia de los nuevos
Estados constituía una clara violación del principio de no injerencia en asuntos
internos de los mismos, así como del principio de respeto a su integridad territorial,
el de igualdad soberana de los Estados, o el de prohibición general del uso de la
amenaza y/o de la fuerza armada.310

La nueva posición de Eltsin respecto a Moldova podía comportar determinados


problemas:

1. La aceptación rusa del separatismo en Moldova podía generar un efecto contagio en


los problemas internos de Rusia con sus propios movimientos separatistas.

2. Snegur apoyo siempre a Eltsin en momentos clave: intentona golpista de 1991 y en


los acontecimientos en el Parlamento ruso en el mes de octubre de 1993.

3. La postura anti-rusa de los diferentes líderes republicanos podía aislar a Rusia frente
a una eventual alianza de intereses con Ucrania y con las Repúblicas Bálticas.
4. La posición de Rusia en la crisis del Dniéster podría contribuir a afianzar la imagen
de una actitud neo-imperialista en el despliegue de su política exterior hacia las
nuevas repúblicas.311 La paulatina implicación de Rusia en Transnistria reflejaba la
temperatura política interna en Moscú y la intención de sentar un precedente que
sirviese de advertencia para el resto de las crisis latentes en el seno de Rusia y de la
propia CEI.312 Había triunfado finalmente la línea dura mantenida por Rutskói,
propiciando la intervención di-recta y abierta en el Dniéster. La acción militar rusa
fue contundente y definitiva, ya que provocó el cese casi inmediato de las
hostilidades.313 La reacción de la comunidad internacional fue bastante parca: Estados
Unidos consideraba la cuestión en términos más de política interna que exterior -
reminiscencia del tiempo soviético recientemente liquidado- y Naciones Unidas y la
CSCE responderían con cierta lentitud a las peticiones de Moldova y, en menor
medida, de Rumanía, cuyo presidente Iliescu visitó a Snegur en Chisinau.314

133

Finalmente, tras la mencionada declaración Conjunta de Estambul, del 25 de junio de


1992, se firmó el Acuerdo definitivo del cese de hostilidades el 21 de julio de 1992,
que creaba una zona de seguridad hasta el despliegue definitivo de las tropas de inter-
posición. Repetía cuestiones ya contempladas en acuerdos anteriores al conflicto
bélico -en marzo de 1992 y en el acuerdo tripartito de abril de 1992 entre Moldova,
Rusia, Rumanía y Ucrania. Los principios básicos de este último acuerdo eran los
siguientes:

1. Respeto a la soberanía, independencia e integridad territorial de Moldova.

2. Respeto de los derechos humanos incluyendo los de todas las minorías nacionales.

3. Estudio de un Estatuto especial para Transnistria, dentro de la República de Moldova.

4. Derecho de la población de Transnistria a decidir su estatus futuro, en el caso de que


Moldova modificase su situación estatal de independencia.

5. Rechazo de las acciones obstruccionistas que impidiesen alcanzar una resolución


pacífica del conflicto.315

El conflicto desde el acuerdo de paz


Esencialmente el acuerdo contemplaba dos acciones: la búsqueda y resolución definitiva de
un estatuto especial para Transnistria y el establecimiento de un calendario para la retirada
completa del XIV Ejército ruso de la zona. A partir de ese momento se entró en un círculo
vicioso por el que la maniobra dilatoria rusa del proceso de retirada militar obstaculizaría la
concesión de un estatus territorial especial a Transnistria, y viceversa. De hecho, la nueva
orientación dada a la política exterior rusa en su vecindario próximo no propiciaba, en
absoluto, la salida de su operativo militar de la zona.316
Así, las sucesivas rondas de encuentros entre representantes de ambos Estados durante 1993
no consiguieron ningún avance reseñable sobre la retirada de las fuerzas armadas rusas
acordada -ni sobre el calendario de la misma, ni sobre los procedimientos, gastos y
compensaciones a alcanzar- Muy al contrario Rusia inició una estrategia distinta a la solución
concertada, adoptando una posición de fuerza frente a Moldova en el terreno político y
económico.317

134

Aún más, durante 1993 se unió al contingente del XIV Ejército, el envío de las fuerzas de
pacificación -mayoritariamente rusas-, lo que elevó el número total de soldados rusos en la
zona a cerca de 10.000, fuertemente equipados.318 El papel desempeñado por las diversas
organizaciones internacionales y regionales, así como de la Conferencia para la seguridad y
Cooperación en Europa (CSCE) durante la gestación y el desarrollo del conflicto de
Transnistria merece un breve análisis. El reconocimiento internacional de Moldova, su
ingreso en Naciones Unidas, Consejo de Europa y la propia CSCE no propiciaron un interés
especial por parte de los mismos al estallar el conflicto. Pese a los reiterados llamamientos
de las autoridades políticas moldavas denunciando el comportamiento de Rusia y los intentos
de desmantelamiento del recientemente creado Estado moldavo.

Naciones Unidas consideró por primera vez la cuestión del Dniéster el 17 de marzo de 1992,
abordándolo en sucesivas ocasiones en la Asamblea General y el Consejo de seguridad pero
reduciendo su intervención al plano de las recomendaciones.319

135

La CEI creó, a raíz de este conflicto y los de Nagorno-Karabaj y Osetia del Sur una fuerza
de paz para intermediar en los conflictos en el antiguo espacio soviético. Sin embargo, al no
establecer mecanismos diplomáticos de resolución de los mismos en el mismo marco, se
convirtió en una nueva muestra del control ejercido por Rusia de la nueva Comunidad creada
para suceder a la extinta Unión Soviética mediante diversos instrumentos de cooperación
concertada.

El entonces G-7 -el grupo de los siete Estados más industrializados de la comunidad
internacional- exigió a la CEI -que no a Rusia- a buscar una solución pacífica a los conflictos
en territorio de la extinta Unión Soviética, instando a la CSCE y a la cumbre de Helsinki a la
adopción de decisiones que: “refuercen las capacidades de la CSCE en materia de prevención
de conflictos, gestiones de crisis y de solución pacífica de las diferencias”.320 La CSCE, en
su cumbre de Helsinki finalizada el 10 de julio de 1992, fracasó rotunda-mente en su objetivo
de establecer misiones propias en los enclaves conflictivos (Transnistria, Nagorno-Karabaj y
Osetia del sur). Las críticas sobre la nula capacidad de este sistema de seguridad regional -
no sería organización internacional hasta 1995- arrecieron también porque estos conflictos
se sumaban a los que asolaban a la antigua Yugoslavia.321 Sería finalmente una decisión del
Comité Senior de la CSCE del 4 de febrero de 1993, avalada por un informe favorable del
representante de la Presidencia, la que marcó la apertura de la misión que, aún hoy,
permanece abierta en Moldova. El mandato final y el establecimiento definitivo de la misma
-operando en Tiraspol/ Bendery, en Transnistria, con las oficinas centrales en Chisinau- se
publicó el 28 de abril de 1993.322

Los objetivos esenciales de la Misión eran los siguientes:

1. Facilitar el establecimiento de un marco político para el diálogo y las negociaciones


y asistir a las partes en conflicto para alcanzar un acuerdo final que zanje el conflicto,
consolidando la independencia y soberanía de Moldova con la concesión de un
estatuto especial para Transnistria.

2. Obtener información sobre la situación en la zona, incluyendo la militar, investigar


los incidentes que se produzcan y sus implicaciones políticas.

3. Conseguir la participación de los Estados implicados en las negociaciones para la


consecución del estatus final de la región y conseguir la retirada de todas las tropas
extranjeras.

4. Asesorar a las partes en conflicto del marco de las obligaciones internacionales que
debe observarse, el compromiso con los derechos humanos y los de

136

las minorías nacionales, la transformación democrática, la repatriación de los


refugiados y la definición del estatus especial de la reión de Transnistria.

5. Iniciar una presencia visible de la CSCE en la región y establecer contactos con todas
las partes del conflicto, con las autoridades locales y con la población.323 La
conversión de la CSCE en organización internacional -OSCE- y la transformación de
buena parte de su estructura en un conjunto de órganos permanentes, así como la
periódica renovación de los mandatos de la misión establecida en Moldova fueron
transformando sus actividades. En la actualidad se concretan en la prevención y
resolución de conflictos, el control de armamento, los derechos humanos, la
consolidación de los Estados de derecho, el desarrollo y la libertad de los medios de
comunicación, la lucha contra el tráfico de seres humanos y a favor de la igualdad de
género.324 No obstante, su doble objetivo básico que era implementar el acuerdo de

21 de julio de 1992 , es decir, concretar la retirada de las fuerzas armadas rusas


y conseguir un estatuto especial para Transnistria, ha constituido un rotundo fracaso.

Los diversos procesos negociadores que se han desarrollado durante estas dos
décadas y media -con períodos de suspensión incluidos- han demostrado la nula
intención de Moscú de alcanzar un acuerdo definitivo sobre la situación de
Transnistria en el seno de la integridad territorial de Moldova y, en ningún caso, la
voluntad de retirar sus continentes militares de la zona. Más bien al contrario,
especialmente tras la evolución en estos últimos años con el intervencionismo militar
realizado en Georgia y en Ucrania.
La voluntad de congelar el conflicto de Transnistria ha sido una constante desde la
independencia de Moldova. Los diferentes presidentes de la república -Snegur,
Lucinschi, Voronin, Timofti y Dodon, e incluso los interinos Ghimpu, Filat y Lupu-
con independencia de su ideología y su grado de afinidad con las políticas moscovitas,
han contribuido -por acción u omisión- a otorgar un grado a las autoridades
transnistrianas que evolucionaban de un liderazgo local hacia uno de carácter semi o
para-estatal. A pesar de demostrar desde el inicio de la presidencia de Snegur que el
fantasma de la reunificación era una falacia:

“Chisinau firmó un número de documentos que fortalecieron la posición política y


legal de Transnistria. La administración de Tiraspol ganó, de esta manera, una
reclamación legal para conseguir un estatus de igualdad con el gobierno de la
República de Moldova y una suerte de reconocimiento internacional de facto al ser
incluida dentro de los formatos de negociación multilaterales e internacionales”.325

137

El reconocimiento implícito de las autoridades de Tiraspol potenció la capacidad para


el establecimiento de unas fronteras territoriales y económicas de facto. El 21 de
octubre de 1994 Moldova y Rusia firmaron un acuerdo sobre el establecimiento de
tropas en la República y con el compromiso de retirada de las fuerzas armadas rusas
-ligado a un acuerdo sobre el estatus de Transnistria-. Nunca fue ratificado por la
Duma rusa ni, por lo tanto, ejecutado. En paralelo, Chisinau aprobó la autorización
del aeropuerto de Tiraspol a las tropas rusas y Transnistria fue declarada como zona
de interés estratégico ruso.326 A partir de este frustrado acuerdo las autoridades de
Tiraspol se hicieron fuertes y el proceso de formación de unas instituciones semi-
estatales, al margen de Moldova, se extendió incluso a un proyecto constitucional en
1995 finalmente arrinconado. Ucrania, como actor interesado y afectado por el
conflicto, ratificó en su papel de mediador el principio de integridad territorial de
Moldova, mediante un acuerdo tripar-tito suscrito por Rusia, Moldova y Ucrania en
el mes de enero de 1996.

Bajo el paraguas de la recién creada OSCE y actuando como mediadora en el


conflicto en unión con Rusia y Ucrania, se firmó el Memorándum de Moscú entre
Moldova y Transnistria el 8 de mayo de 1997.327 Este acuerdo que pretendía
establecer una normalización de las relaciones entre ambas entidades supuso, a mi
juicio, la definitiva claudicación de las autoridades de Chisinau frente a Rusia. Por
varias razones: se soslayaba la cuestión de la integridad territorial de Moldova,
aludiendo solo de manera genérica a las normas reconocidas del Derecho
Internacional, o a los principios de Naciones Unidas y la OSCE; se firmaba un
acuerdo internacional entre dos sujetos que no eran equiparables en derechos y
obligaciones pero que, sin embargo, el acuerdo los convertía en tal situación,
elevando -de facto- a categoría de Estado a Transnistria; por último, las tropas rusas
se garantizaban su mantenimiento en la zona en calidad de “fuerzas conjuntas de
mantenimiento de paz”.
El salto de calidad negociadora de Transnistria se mantendría al año siguiente, cuando
se suscribió un acuerdo cuatripartito -Moldova, Transnistria, Rusia y Ucrania- sobre
el establecimiento de medidas de confianza y el desarrollo de los contactos entre
ambas entidades. Este Acuerdo de Odessa, de 20 de marzo de 1998, contó también
con la mediación de la OSCE y era un paso más en la congelación del conflicto al
pretender normalizar unas relaciones entre un secesionismo independentista
auspiciado por Rusia y una República asolada por los problemas en su proceso de
construcción de una estatalidad independiente.328

138

La Declaración conjunta realizada tras la reunión de Kiev, el 16 de julio de 1999,


tendente a la normalización de relaciones entre la República de Moldova y
Transnistria, auspiciada por la OSCE y con los mismos protagonistas del anterior
acuerdo, insistía en la búsqueda de una solución definitiva sobre el estatuto final de
la región secesionista. La novedad estribaba en un párrafo de la mencionada
declaración: “Las partes han acordado en construir sus relaciones sobre los siguientes
principios: fronteras comunes, unos dominios económico, sociales, legales y de
defensa comunes”.329 La Declaración Final de la Cumbre de Estambul de la OSCE,
de 19 de noviembre de 1999, dedicó los puntos 18 y 19 de la misma a la situación del
conflicto. Se cuestionaba la falta de avances en las negociaciones que propiciaran la
definición del estatus de Transnistria, reiterando y reafirmando -en esta ocasión sin
matices- que respetase la soberanía y la integridad territorial de la República de
Moldova. Pese a los esfuerzos mediadores de Ucrania, Rusia y la propia OSCE.
Respecto a la retirada de las tropas rusas se anunciaron novedades:

“Recordando las decisiones de las Reuniones Cumbre de Budapest y Lisboa y de la


Reunión Ministerial de Oslo, reiteramos nuestra expectativa de una pronta, ordenada
y completa retirada de Moldova por las tropas rusas. En este contexto, acogemos con
agrado los recientes progresos alcanzados en orden a la retirada y destrucción del
equipo militar ruso almacenado en la región moldava del Trans-Dniéster y el hecho
de que se haya completado la destrucción de las municiones no transportables. Nos
congratulamos del compromiso adquirido por la Federación de Rusia de completar la
retirada de las fuerzas rusas del territorio de Moldova para el final del año 2002. Nos
congratulamos asimismo de que la República de Moldova y la OSCE estén dispuestas
a facilitar la finalización de este proceso, en el límite de sus respectivas competencias,
dentro del plazo convenido”.330 Se recordaba, además, que había una misión
internacional preparada para ser enviada sindemora a la región encargada de la
evaluación y observación de la retirada y destrucción de las municiones y armamentos
rusos.

El paquete de documentos aprobados fue muy notable: la Carta sobre la Seguridad


Europea, la Declaración de la Cumbre de Estambul, las Declaraciones Interpretativas
al respecto de la anterior, realizadas por diversos Estados, el Documento de Viena de
1999 de las Negociaciones sobre las medidas destinadas a fomentar la seguridad y la
confianza, la Decisión sobre la difusión de armas cortas y armas ligeras, el Acuerdo
de Adaptación del Tratado sobre fuerzas armadas convencionales en Europa, y el
Acta Final de la Conferencia de los Estados Parte en el Tratado sobre Fuerzas
Armadas Convencionales en Europa.

Finalmente, el tiempo transcurrido desde la Declaración de Estambul hasta la


siguiente propuesta realizada por el formato negociador -más de dos años- sin ningún

139

tipo de avances. El compromiso adquirido por Rusia respecto a la retirada de su


contingente militar volvió a quedar en papel mojado.331 En el mes de julio de 2002
en Kiev, los mediadores presentaron un proyecto de documento final. El artículo 1
del documento presentaba a Moldova como un Estado federal, abriendo por vez
primera -con la aceptación de este documento como base de negociación- la solución
del estatuto final de Transnistria a través de una solución federal. El presidente
moldavo, Voronin, fue más allá ofreciendo a las autoridades secesionistas la
posibilidad de ser parte activa en la negociación de un nuevo proyecto constitucional
para Moldova.332 El liderazgo del Partido Comunista Moldavo se reflejó en un mayor
acercamiento a la órbita de Moscú y, por consiguiente, a una intensificación en la
búsqueda de una solución definitiva a los problemas territoriales, no solo en
Transnistria sino también en Gagauzia. Básicamente porque la manifestación de una
mayor afinidad con los líderes rusos de cada momento ha revertido positivamente en
las cuestiones domésticas de Moldova. De hecho, el intervencionismo puramente
militar dejó paso, con el tiempo, al uso de otro tipo de herramientas políticas y
económicas -en especial, al suministro regular de los recursos energéticos de los que
carece Moldova- que eran manejados por Rusia como una evidente medida de
presión.333 Fruto de este giro adoptado por Voronin con relación al problema
secesionista fue la presentación de la propuesta rusa articulada en el Memorándum
Kozak, el 17 de noviembre de 2003.334 Chisinau pasó a negociar directamente con
Putin, aislando a las autoridades de Tiraspol. Este proyecto contemplaba la unidad
territorial de Moldova bajo una estructura federal con una asimetría que facultaba a
ambas entidades territoriales secesionistas -Gagauzia y Transnistria- de una
capacidad de poder en las instituciones y órganos federales que, de facto, les
permitiría tener un poder permanente de bloqueo. Paradójicamente, Voronin barajó
seriamente la posibilidad de adoptar esta transformación constitucional de Moldova
aún a costa de cambiar soberanía territorial por soberanía política.335 Sin embargo,
cuando el acuerdo parecía muy próximo -quizás el que más cerca ha estado de
alcanzar un estatus final para Transnistria en estos 25 años de conflicto sin zanjar- un
cambio en la posición rusa frustró defini-

140

tivamente el mismo.336 Putin pretendía comprometer a Voronin para que aceptase la


presencia de las tropas rusas en la zona hasta 2020, negándose a aceptar la posibilidad
de que fuesen sustituidas por una misión civil -probablemente de la Unión Europea,
a propuesta de Países Bajos- en el momento en el que se alcanzase una solución
política definitiva del conflicto.337 Además, el rechazo del contenido del
Memorándum por parte de la Unión Europea y Estados Unidos y las numerosas
manifestaciones celebradas en Chisinau también contrarias al proyecto terminaron
por obligar a Voronin a aparcarlo definitivamente. La alianza estratégica de Rusia
con el secesionismo de Transnistria boicoteaba, de nuevo, la posibilidad de una
construcción estatal independiente en Moldova y el establecimiento de un genuino
Estado democrático y de derecho.338 La OSCE, en calidad de mediadora, tampoco
estuvo a favor de este proyecto, lo que se tradujo en la reticencia rusa durante
posteriores reuniones negociadoras.

Solo dos meses antes de la presentación del Memorándum, el 12 de septiembre de


2003, la OSCE celebró un seminario con el título Frozen Conflicts in Europe-the
approach of democratic security: The case of Transnistria, realizado por Neil Brennan
-Jefe de la Misión de la OSCE en Moldova-. Las conclusiones y recomendaciones
que se extrajeron en el mismo sobre los elementos indispensables contenidos en
cualquier tipo de acuerdo eran los siguientes:

1. Inmediatez: la solución del problema en Moldova no debe de ser a largo plazo, el


momento es ahora.

2. Aceptable: para todas las partes en conflicto.

3. Armonizado: con la OSCE y bajo los estándares y parámetros democráticos y del


Derecho Internacional.

4. Sostenible: debe de ser compatible con un Estado moldavo.

5. Apoyado: claramente por la comunidad internacional, a favor de la reintegración de


Transnistria y de la reunificación de Moldova.339 El rechazo final al memorándum
Kozak no impidió que unos meses después no se pusiese sobre la mesa un nuevo
proyecto federal para Moldova realizado por los

141

mediadores (Rusia, Ucrania y OSCE) que ya no contemplaba solo las aspiraciones


rusas proyectadas en el anterior texto. En este nuevo texto se definían de forma muy
detallada las competencias específicas y las competencias exclusivas que quedarían
en manos de Transnistria y del gobierno federal.340 No obstante era mucho más
sencillo definirlo sobre un documento que llevarlo a la práctica en las circunstancias
del momento. De hecho se pensaba más, por parte de Rusia, en una transnistrización
de Moldova que en una moldovanización de Transnistria.341 El nuevo fracaso de este
enésimo proyecto provocó un cambio de estrategia de Voronin. Su giro moscovita no
se tradujo en ningún avance, por lo que a partir de este momento buscó la
participación de nuevos actores diplomáticos. Así, recuperó a Rumanía e implicó a
Estados Unidos y la Unión Europea -e calidad de observadores-. Además, la aparición
de la figura política de Viktor Yushchenko en Ucrania, claro opositor a la presencia
rusa en las nuevas repúblicas independientes, presidente de Ucrania entre 2005 y
2010, va a significar la introducción de un nuevo actor protagonista para intentar
alcanzar una solución a un conflicto fronterizo entre ambas repúblicas. Sus propuestas
pasaban por la democratización de la entidad secesionista antes de cumplimentar su
definitivo estatus, objetivo claramente inalcanzable.342 A partir de este momento, el
nuevo formato negociador pasará a ser el de 5+2 (Moldova, Transnistria, Rusia,
Ucrania, OSCE y Unión Europea y Estados Unidos como observadores) y contará
con la colaboración de Ucrania en el control fronterizo de una zona que se había
convertido en u auténtico agujero negro del tráfico de personas, armas, mercancías y
drogas.343 La implicación de la Unión Europea se concretó en la creación de un
Representante Especial para la zona, con un mandato específico del Consejo de la
Unión Europea344 y la puesta en marcha de la misión fronteriza EUBAM mediante el
Memo-rándum de Entendimiento firmado entre la Unión Europea y las dos
Repúblicas cuyo control fronterizo iba a ser realizado.345 Las tareas realizadas durante
estos doce años

142

por la misión han sido fructíferas en el control del tráfico irregular e ilegal de
personas, armamento y bienes de todo tipo y pueden ser consultadas.346 Sin embargo,
la implicación política-diplomática de la Unión Europea en la resolución definitiva
del conflicto siguió siendo, en la práctica, inexistente.347 La celebración de un
referéndum para la independencia durante el año 2006 en la región secesionista de
Transnistria para pasar con posterioridad a formar parte integrante de Rusia -a
semejanza de lo sucedido en 2014 con Crimea, en Ucrania- fue mayoritariamente
apoyado por la población rusa de la región. Sin embargo, Rusia no ha reconocido
hasta la fecha la declaración independentista ni ha mostrado ningún interés por
anexionarse su territorio, por considerarlo más problemático que beneficioso frente
al estatus actual de la zona y su control indirecto de la misma.348 La reacción de
Chisinau se centró en un aumento de la presión económica a la autoproclamada
República del Dniéster, cortocircuitando parte de la economía sumergida y
abiertamente ilegal en muchos casos basada en tráficos de armas y seres humanos,
así como de cualquier tipo de bienes y sustancias.349 La respuesta de Moscú fue
inmediata, presionando a la frágil economía moldava con la aplicación de unas tasas
especiales que encarecían notablemente el precio energético de su suministro cautivo
desde Rusia. Además, el interés por el nuevo formato negociador -donde perdía el
nivel de protagonismo que había tenido hasta ese momento- fue nulo y abandonó
cualquier proyecto de negociación durante varios años.350 De esta manera desvió el
proceso negociador hacia el bilateralismo entre Chisinau y Tiraspol, en un período en
el que Voronin tenía que encarar la carrera electoral para su reelección.

Varias son las conclusiones que se pueden extraer sobre los distintos intentos y
formatos negociadores utilizados desde la independencia de Moldova hasta las
elecciones celebradas en el año 2009:351 1. Las negociaciones con Transnistria en la
búsqueda de una solución global han resultado un completo fracaso.

143
2. El apoyo ruso a cualquier plan de resolución del conflicto ha pasado por otorgar un
poder y una capacidad de decisión a Transnistria completamente desproporcionado.
Un auténtico derecho de veto, asimétrico en cualquier estructura federal.

3. La prioridad de Moscú es el mantenimiento de la presencia militar en la zona.

4. Moldova evita una confrontación directa con Rusia.

5. Occidente de forma global y la Unión Europea, en particular, no han presionado


política ni económicamente a Transnistria ni a Rusia lo suficiente para alcanzar una
solución definitiva porque no están interesados en la zona lo suficiente como para
asumir un desgaste en las relaciones con Rusia. No han valorado las consecuencias
de esta actitud hasta los acontecimientos posteriores en Georgia y Ucrania y la
extensión de la influencia de Moscú en todo el antiguo espacio soviético.352 Rusia no
ha estado dispuesta a cumplir los Acuerdos de Estambul en ningún momento,
esencialmente porque no es compatible con los objetivos planteados en su política
exterior en un ámbito territorial que considera como propio desde el período
soviético.353 La evolución de la política interna moldava pareció conceder una
oportunidad para la resolución del conflicto con el desplazamiento del Partido
Comunista del poder. En las elecciones parlamentarias celebradas el 5 de abril de
2009 la fuerza política encabezada por Voronin volvió a ganar, consiguiendo casi el
50% de los votos. La reacción de los partidos de la oposición fue el no reconocimiento
de los resultados, acusando de fraude al gobierno y solicitando la repetición de los
comicios.354 Apoyados en manifestaciones populares consiguieron, finalmente, la
convocatoria de un nuevo proceso electoral celebrado a finales de julio de ese mismo
año. Pese a volver a ganar las elecciones el Partido Comunista de la república de
Moldova perdió un porcentaje relevante de votos y escaños -descendiendo de 62 a
48, sobre un total de 101- perdiendo la mayoría absoluta y permitiendo la elección de
los candidatos presidenciales y de gobierno de la alianza forjada entre los cuatro
partidos de la oposición. Mihai Ghimpu fue nombrado Presidente y Vlad Filat Primer
Ministro. La Alianza para la Integración Europea -liberal/democrática- evidenciaba
desde su propia denominación su clara orientación occidentalista. Sin embargo, la
República entró en un período de inestabilidad política interna con la celebración de
varios comicios electorales en un corto espacio temporal -dos durante 2009 y uno más
en el mes de noviembre de

144

2010- además de la interinidad de Marian Lupu, desde enero de 2011, como


Presidente de la República representando a la Alianza. Las anteriores presencias
interinas de Ghimpu y Filat en la Presidencia -entre el 11 de septiembre de 2009 y el
2 de enero de 2011 entre ambas- evidenciaron la imposibilidad de reunir mayorías
parlamentarias suficientes para presentar un candidato definitivo y estable.

Esta estabilidad, así como el final de las interinidades, se alcanzó finalmente con
Nicolae Timofti, que sería Presidente de la república de Moldova desde el 23 de
marzo de 2012 hasta el 23 de diciembre de 2016. Candidato de la Alianza, aunque sin
filiación política clara, este miembro de la judicatura rompió casi mil días de bloqueo
institucional gracias al voto de tres tránsfugas parlamentarios del Partido Comunista
de Moldavia. Además, las elecciones parlamentarias celebradas en el mes de
diciembre de 2014 reeditaron la victoria de los partidos europeístas, con lo que
durante la presente década, hasta el nombramiento del actual Presidente -Igor Dodon,
en el cargo desde el 23 de diciembre de 2016- ha estado orientada hacia la Unión
Europea y la búsqueda de socios occidentales -políticos y económico- con lo que las
relaciones con Moscú han impedido la consecución de avances en la resolución del
conflicto de Transnistria. La ambición claramente europeísta de Moldova durante
estos años buscaba un impacto en la población de la región secesionista: la
construcción de un genuino Estado democrático con unas instituciones fuertes,
respetuoso en materia de derechos humanos y con un nivel económico y social
creciente constituiría un poderoso foco de atracción irredentista.

No podemos dejar de señalar el impacto causado en toda la periferia de Rusia y en


los enclaves secesionistas de las distintas repúblicas por la intervención militar rusa
en Georgia durante el mes de agosto de 2008. Para los diversos actores significó un
serio aviso: ninguna república estaba exenta de una intervención militar rusa a gran
escala; los líderes secesionistas tenían una posición muy consolidada siempre que
fuesen activamente pro-rusos; la Unión Europea, Estados Unidos y la OTAN
quedaban seriamente advertidas de la voluntad de Rusia de descongelar conflictos en
su “área de influencia”, especialmente tras la experiencia del modelo kosovar.

Tras la interrupción de las rondas negociadoras en torno a la resolución del conflicto


en el año 2006, con el nuevo formato de 5+2 -UE y Estados Unidos como
observadores- el único intento reseñable de reactivación lo constituyó el denominado
Proceso Meseberg. El encuentro celebrado entre los respectivos líderes de Alemania,
Rusia y Francia -Merkel, Medvedev y Sarkozy- el 22 de octubre de 2010, propiciado
por la primera, pretendía utilizar el conflicto de Transnistria y la búsqueda de una
eventual solución como banderín de enganche para Rusia, en sus relaciones
bilaterales y con la Unión Europea, en la nueva arquitectura de seguridad regional. El
clima favorable para la reactivación de las negociaciones se propiciaría mediante la
creación:

“De un Comité Político y de Política de Seguridad de Rusia y la UE presidido por la


Alta Representante de la PESC -Catherine Ashton- y el ministro de Exteriores

145

-Serguei Lavrov- y también se crearía un mecanismo de coordinación política UE-


Rusia, facilitando el acceso de Rusia al proceso de creación de decisiones de la
UE”.355 La dinámica inicial creó unas positivas perspectivas para conseguir colocar
de nuevo en la agenda internacional y, especialmente en la de Rusia, la resolución del
enquistado conflicto. A pesar de que el coste era considerado por algunos
especialistas como muy elevado al incluir a Rusia en los procedimientos de resolución
de crisis genuinamente europeos -de la UE-. Sin embargo, de nuevo, Moscú no pecó
de ingenuidad y continuó preservando entre sus prioridades el mantenimiento del
estatus de congelación de Transnistria como enclave geoestratégico.356

Hay opiniones sobre la forma en la que se podrían conciliar los intereses divergentes
de los diferentes actores. La propuesta más desarrollada es la que considera que Rusia
y la propia Transnistria aceptarían una eventual reunificación sobre la base de un
Estado “neutralizado”, que evitaría su potencial ingreso en la OTAN pero no así en
la Unión Europea. Sin embargo, no se tienen en cuenta que, en ocasiones, las
aspiraciones e intereses de los líderes de Transnistria -especialmente con el liderazgo
de Smirnov- no son compatibles con los de Moscú.357 La voluntad de resolución de
los conflictos congelados por parte de Rusia -no solo en el caso de Transnistria- está
bastante cuestionada por los hechos. Después de dos décadas y medio de experiencia
en Moldavia, la estrategia rusa pasa por desplegar un buen número de iniciativas para
que, finalmente, nada cambie. La Nomenklatura que controla el poder político y
económico en Transnistria -esencialmente rusa y ucraniana- ha controlado los
procesos de privatización de la industria y de la energía en este enclave de perfiles
netamente soviéticos. Extremadamente dependiente de los subsidios rusos -más que
de la presencia del ejército ruso- esta región se ha convertido, al mismo tiempo, en
una zona con una población mayoritaria y paulatinamente envejecida pero con un
nivel de vida superior al del resto de Moldova. Favorecida por la economía sumergida
y abiertamente delictiva en muchos casos, sería incapaz de sobrevivir muchos años
al margen del “mecenazgo ruso”.358

146

El factor ucraniano que, desde principios de 2014, ha alcanzado el protagonismo entre


los conflictos periféricos de Rusia, ha alterado sustancialmente el nivel de relevancia
de Transnistria entre los conflictos congelados.359 La presencia militar rusa en la
región se ha puesto de nuevo de manifiesto, hasta el punto de que las autoridades de
Chisinau declararon a principios de 2014 la posibilidad de abandono del estatus de
neutralidad internacional -garantizado constitucionalmente- para solicitar eventual-
mente el ingreso en la OTAN de Moldova si les afectaban los acontecimientos que se
estaban sucediendo en Ucrania.

De igual forma, Ucrania pasaba a estar taponada en sus dos fronteras -oriental y
occidental- por la presencia de fuerzas armadas rusas. En el teórico proyecto de
creación de una suerte de Novorossiya (Nueva Rusia anunciada por Putin el 17 de
abril de 2014) por parte de Moscú con territorios pertenecientes a la extinta Unión
Soviética y, en la actualidad, partes integrantes de soberanía territorial de las nuevas
repúblicas independientes, Transnistria sería una zona de evidente interés
geoestratégico. Los Balcanes, el Danubio, el mar Negro y la comunicación por un
corredor terrestre entre esta zona y la Crimea integrada a la Federación Rusa
otorgarían a esta última una posición muy relevante en toda la región.360 Además, los
intereses planteados en Ucrania y Moldova eran muy similares en el momento de la
detonación de la crisis en esta última: en primer término, realizar un intento de
federalización de ambas repúblicas con entidades secesionistas que constituyesen una
potente herramienta de la política exterior rusa para intervenir en estas dos repúblicas
independientes; en segundo lugar, boicotear los inmediatos proyectos de Acuerdos de
Asociación que ambas estaban negociando con la unión Europea, para atraer a ambas
a su proyecto euro-asiático; en tercer lugar, influir decisivamente en la política interna
de ambas, tratando de conseguir en los inmediatos comicios electorales la victoria de
los partidos políticos menos occidentalistas y marcadamente pro-rusos. En caso
contrario, seguiría manteniendo inactivo el proceso negociador 5+2 sobre
Transnistria y, de igual manera, inalterable su presencia militar en la zona.

Los resultados al respecto han sido ambivalentes en ambos procesos: en Chisinau ha


logrado que los antiguos comunistas del Partido Socialista hayan retornado al poder
y cuestionen el mantenimiento del Acuerdo de Asociación finalmente suscrito con la
Unión Europea en 2014; el precio ha sido el ya previsto: la congelación continuada
del conflicto. Sobre las consecuencias respecto a Ucrania, han sido muy similares en
la respuesta de Moscú: ignorar los Acuerdos de Minsk y mantener el conflicto
congelado en los distritos orientales, con Crimea anexionada definitivamente a Rusia.
Es el

147

coste por haber suscrito el Acuerdo de Asociación y por haber desplazado al gobierno
aliado de Yanukovich.361 Desde el ámbito del respeto a la normativa internacional
básica, la intervención reiterada de Rusia en favor de los movimientos secesionistas
contraviene numerosos principios de la Carta de Naciones Unidas, del Acta Final de
Helsinki, de las Convenciones de Ginebra o numerosas resoluciones del Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas. No hay que olvidar el reconocimiento de Rusia a la
integridad territorial de todos los Estados surgidos de la disolución de la Unión
Soviética inmersos en la actualidad en conflictos congelados en las fronteras de
Moscú.

El ejercicio del supuesto derecho de autodeterminación de estos territorios, con la


celebración de sus respectivos referéndums, no ha venido avalado por el Derecho
Internacional no por los respectivos ordenamientos jurídicos internos de los Estados
cuyo territorio es cuestionado. Rusia ha ido modificando su posición al respecto,
reconociendo internacionalmente a Abjasia y Osetia del sur, anexionándose Crimea
y permaneciendo al margen -pero con mayor o menor presencia directa- en
Transnistria y Nagorno-Karabaj, así como en los distritos orientales de Ucrania. La
transferencia de poblaciones, los desplazados y refugiados y el número de víctimas
de este tipo de conflictos demuestra que la denominación de conflictos congelados es
más retórica que real. Además, la manera en la que afectan al desarrollo de los Estados
involucrados y el nivel de injerencia política y económica que supone en su grado de
soberanía cuestiona abiertamente la calidad de su independencia.362

El estatus otorgado por la CSCE/OSCE a las fuerzas armadas rusas como las
protagonistas de los despliegues de operaciones de mantenimiento de paz -que nada
tiene que ver con las autorizadas por Naciones Unidas ni sus mandatos
desempeñados- ha constituido una herramienta esencial en la orientación de Rusia en
el desarrollo de su política exterior hacia su near abroad. La posibilidad de congelar
este tipo de conflictos sin necesidad de una intervención militar abierta -a diferencia
de lo acontecido en Georgia en 2008- sino como una suerte de fuerza de interposición,
se concretó en Transnistria con el XIV Ejército ruso -estacionado allí desde los
tiempos de la Unión Soviética-; en Georgia durante la inicial secesión de Abasia y
Osetia, que propició el ingreso de la misma en la Comunidad de Estados
Independientes; en el conflicto por la soberanía de NagornoKarabaj entre Armenia y
Azerbaiyán; o como durante la guerra civil de Tayikistán.363 El cambio producido
desde Moscú a la hora de gestionar los elementos, los factores, las dinámicas y la
presencia de todo un conjunto de actores internacionales

148

-pasivos o activos- en torno a los procedimientos de congelación de todo el rosario


de conflictos congelados en sus fronteras exteriores siguió el modelo de partida de
Transnistria, tornándose en una primera amenaza para la seguridad internacional.364

Intentos de resolución del conflicto


Propuestas, intereses, posibilidades
El tiempo transcurrido desde la independencia de Moldavia durante el proceso de
desintegración de la Unión Soviética y el inicio -previo a la misma- del secesionismo de
Transnistria han mostrado con claridad, al margen de la evolución de los diferentes actores
implicados y de la propia comunidad internacional, la posición adoptada y mantenida en el
tiempo por los mismos. Los intereses respectivos mostrados no han variado sustancialmente
y ello ha condicionado la falta de flexibilidad demostrada, especialmente por Rusia.

La percepción de las sociedades civiles -no solo en Moldova, también en Ucrania y en


Georgia en torno a la corrupción de la clase política se presenta como un desincentivo de los
procesos de democratización y aproximación a la Unión Europea. La esterilidad de los
esfuerzos de la canciller alemana por situar el conflicto de Transnistria en la agenda de
seguridad de las relaciones UE- Rusia demostró que los formatos de negociación directa no
alcanzaban resultados reseñables y volvieron a dejar a la OSCE como supervisora directa.365
La aceptación de las propuestas realizadas desde la posición rusa -Rusia y Transnistria-
pasaría por la consolidación de un federalismo asimétrico, con capacidad efectiva de veto de
las dos entidades territoriales beneficiadas por un estatuto diferenciado. Un modelo similar,
aunque con diferencias, ha sido el establecido en Bosnia-Herzegovina, con los resultados
conocidos.366 Solo ante esa hipotética aceptación podríamos encontrar una remota
posibilidad de aceptación por parte de Rusia de retirada de sus tropas de la zona y su
sustitución por una fuerza multinacional de mantenimiento de paz bajo mandato de Naciones
Unidas.367

149
El círculo virtuoso mediante el cual una aproximación real a la UE -como potencial candidato
a una eventual y futura adhesión, más allá de todo lo realizado hasta ahora- situación que se
antoja inviable a medio plazo por razones internas de la propia UE, por la posición del actual
líder moldavo Dogon, favorable incluso a la suspensión del Acuerdo de Asociación y por la
posición rusa al respecto -contribuiría a la resolución de la controversia se cierra porque no
hay avances sobre la cuestión que, de igual forma, facilitaría a Moldova un acceso futuro a
la UE. De hecho se ha producido un significativo descenso en el apoyo ciudadano en la
República hacia la colaboración y un potencial ingreso en la Unión Europea, a pesar del
notable incremento de las exportaciones a la Unión -más del doble desde 2014 y la firma del
Acuerdo de Asociación- y del acuerdo sobre el régimen de visados.368 A pesar de los avances
institucionales, el sistema político ha cambiado poco en Moldova -al igual que en las
Repúblicas afectadas por este tipo de conflictos- Los casos de corrupción son continuos,
algunos de máxima relevancia, como el del antiguo Primer Ministro Vlad Filat entre 2009 y
2013 -procesado y encarcelado por un fraude de alrededor de mil millones de dólares-
situación que debilita su posición internacional frente a los principales actores y organismos
internacionales.369 Precisamente en este período, que se concretó en 2014 con la firma de los
Acuerdos de Asociación con Moldova, Georgia y Ucrania -después del Euromaidán y la
pérdida de Kiev, además de la sublevación de los distritos orientales- la élite política de las
respectivas repúblicas pasaban el test de idoneidad democrática, mostrando los avances en la
construcción de unos Estados de derecho fortalecidos, tras más de dos décadas de
independencia.370

La Unión Europea y Moldova


Unas relaciones ambivalentes
Si una frase pudiese resumir, a modo de balance, la evolución de las relaciones bilaterales
entre estos dos actores podríamos decir que se ha pasado de una ignorancia respectiva, a una
privilegiada asociación -que amenaza con cortarse de raíz por parte de la nueva
administración política moldava- presidida por una nula participación diplomática de la
Unión Europea en los intentos de resolución del conflicto de Transnistria.371

150

La falta de firmeza de la Unión Europea en sus actuaciones hacia los secesionismos que
padecen buena parte de sus vecinos orientales ha comprometido su potente imagen como
defensora de los principios esenciales del Derecho Internacional y en materia de derechos
humanos, proyectando un bajo perfil sobre sus potenciales y reales socios y en sus respectivas
poblaciones. Además la falta de firmeza en sus políticas prácticas hacia aquellos regímenes
autoritarios que condena verbalmente traslada la división interna del conjunto de Estados de
la Unión, con intereses divergentes en materia de política exterior. Las particulares relaciones
que mantienen cada uno de ellos con Rusia -en función de su nivel de dependencia-
repercuten directamente en la actitud que dirigen hacia cada uno de los conflictos congelados
y, del mismo modo, impacta en la opinión que las sociedades de cada uno de estos territorios
mantienen sobre la Unión Europea como potencial socio alternativo a Rusia.372 La
Asociación Oriental es un instrumento de relativa reciente creación (2009) insertada en el
marco de la Política Europea de Vecindad, cuyo objetivo esencial -en el momento de su
diseño- pasaba por la oferta de alternativas a los países de Europa Oriental, en sus relaciones
con la Unión Europea, que no pasasen por su adhesión a medio y largo plazo. Asimismo, la
extensión progresiva de sus fronteras orientales ponía al territorio de la Unión Europea en
contacto con los numerosos conflictos -latentes, potenciales o existentes- en la frontera
occidental de la Federación Rusa. En el despliegue de su importante capacidad normativa,
financiera, y desde el punto de vista de evidentes progresos en el ámbito del fortalecimiento
del Estado democrático, el control de la corrupción y la extensión de las garantías en el
respeto de los derechos humanos fundamentales, la Unión Europea ha conseguido avances
evidentes. No obstante:

“La actuación de la Política Europea de Vecindad (PEV) para resolver los conflictos de
dichos países ha sido muy limitada. En efecto, el Kremlin ha suavizado los objetivos de la
PEV. Es decir, con tal de no enfadar a la potencia energética, muchos Estados miembros han
preferido no intervenir de más en Transnistria, Abjasia u Osetia del Sur. En el caso de
Ucrania, el éxito de la PEV es aún muy limitado, su situación actual es aún muy inestable
como para afirmar un éxito de la política en el país. Sin embargo, la UE debe aprender de sus
limitaciones con Moldavia y Georgia para no cometer los mismos errores con Ucrania, tras
la anexión de Crimea a Rusia y la secesión de facto de Donetsk y Lugansk”.373 Las
divergencias surgidas en el proceso de ampliación de las relaciones económicas y políticas
entre la Unión Europea y Moldova entre la evolución de Transnistria y el conjunto de la
república se van haciendo más evidentes, reflejando una dispa-

151

ridad propia de sus diferentes procesos de institucionalización y de las respectivas influencias


y agentes externos. Mientras Moldova trata de alcanzar paulatinamente estándares
democráticos en el funcionamiento de sus instituciones, el cambio de liderazgo político en
Transnistria -Shevchuk por Smirnov- no se ha traducido en una democratización de sus elites
ni en el ejercicio de una soberanía al margen de los dictados de Moscú.374 Además
Transnistria puede ser la gran perdedora de la competencia creada entre Rusia y la Unión
Europea creando una nueva frontera, en este caso comercial, entre el territorio secesionista y
el conjunto de la República de Moldova.375 La pugna por atraer a Moldova -como a Ucrania-
a uno de los dos modelos de integración regional liderados por la Unión Europea y Rusia
tiene un impacto directo en la no resolución del conflicto separatista.376 Las estrategias y los
medios utilizados por ambos actores internacionales son muy diferentes. Desde la perspectiva
de Moscú los incentivos para atender a los llamamientos de las autoridades de Tiraspol,
especialmente tras la anexión de Crimea, de reconocimiento de la independencia de
Transnistria para proceder con posterioridad a integrarla en Rusia -previa petición propia-
son muy limitados. Los llamamientos de la corriente más ultra-nacionalista rusa para
proceder de esta forma son incompatibles con la pérdida del resto de Moldova para la órbita
rusa y de su esfera de influencia. En el momento actual, las autoridades de Chisinau, Moscú
y Tiraspol pueden estar dando por bueno el mantenimiento del actual statu quo como la mejor
opción en un conflicto de tan largo recorrido.
Sin embargo y pese al acuerdo alcanzado entre las autoridades de Tiraspol y Chisinau bajo
el auspicio de la OSCE -el Protocolo de Berlín- en la reunión celebrada los días 2 y 3 de junio
de 2016 tendente a reactivar las negociaciones en el habitual formato 5+2, el objetivo
reflejado en punto tercero del mismo continua pendiente pese a estar reiterándose desde 1992
y el acuerdo de paz que puso fin al conflicto:

“Reiteran su firme determinación de alcanzar un acuerdo integral, pacífico y sostenible del


conflicto del Trans-Dniéster basado en la soberanía y en la integridad territorial de la
república de Moldova dentro de sus fronteras internacionalmente reconocidas, con un
estatuto especial para el Trans-Dniéster que

152

garantice plenamente los derechos humanos, políticos, económicos y sociales de su


población”.377 La falta de peso específico de la OSCE, más allá de su indudable capacidad
para establecer foros y formatos negociadores y en tareas de supervisión, carece del peso
específico que tiene la Unión Europea para poder influir en un proceso negociador que
alcance resultados tangibles. Sin embargo, el hecho de haber realizado acciones directas
tendentes a la resolución del conflicto utilizando múltiples herramientas -diplomacia,
seguridad, comercio, inversiones-finanzas- y con cierta capacidad de influencia en actores
clave en la región -Rusia y Ucrania- no se ha traducido en elevar definitivamente el
protagonismo de la Unión Europea en detrimento de Rusia.378 El despliegue de la Misión
Fronteriza EUBAM -2005- intentaba comprometer en mayor grado a Ucrania como Estado
interesado en la resolución rápida del conflicto. Comprometido en buena parte del proceso a
favor de la integridad territorial de Moldova, Kiev ha intentado durante todos estos años
mantener un inestable equilibrio que, sin hacerle renunciar a sus principios democráticos y
su paulatina aproximación a la Unión Europea, su posición no fuese percibida desde Moscú
como un claro enfrentamiento a su política exterior en su vecindario. Por desgracia, los
acontecimientos posteriores al Euromaidan confirmaron que su conservadora estrategia venía
corroborada por unos temores que, finalmente, se confirmaron.

El Proceso de Meseberg, además de un apoyo a la alternativa política que alcanzó el poder


en Chisinau desde 2009 -abiertamente favorable a la Unión Europea- constituyó un intento
europeo -liderado por la canciller Merkel- de revertir las relaciones con Rusia después de la
guerra en Georgia durante el mes de agosto de 2008. En respuesta a la petición de Medveded
de reconsiderar la arquitectura de seguridad en Europa, Alemania percibió que se abría una
ventana de oportunidad para impulsar algún tipo de solución diplomática al conflicto de
Transnistria que sustituyese en la zona las políticas duras -desde el punto de vista político,
económico y militar- de Rusia. Sin embargo, de manera muy temprana se percibió que no
iban a darse movimientos sustanciales en esa dirección. La Unión Europea, ante este nuevo
fracaso en las expectativas planteadas en 2010, optó por incrementar su presencia en la
región, configurando y protegiendo el desarrollo regional más que buscando una solución
definitiva del conflicto.379 La estabilización progresiva de Moldova, comprometiendo
indirectamente a Transnistria mediante determinados programas -comerciales, educativos-
permitiría ir creando unas redes de confianza, sostenibles en el tiempo, que fuesen percibidas

153
por las poblaciones de ambas entidades territoriales cuya unificación se persigue. Es decir,
entendiendo que la solución llegue como consecuencia de un proceso de largo recorrido que
se construye desde la convergencia de un conjunto de políticas que, de facto, promueva la
reintegración de Moldova en las esferas socio-política. Dado que la experiencia desarrollada
fruto de insistir en una solución estrictamente diplomática ha fracasado estrepitosamente y
no se vislumbran cambios importantes.380 Las experiencias de los proyectos desarrollados
por la Unión Europea del tipo People to People han ofrecido resultados mixtos. Articulado
en torno a unas directrices básicas para establecer medidas de confianza entre poblaciones en
conflicto,381 ha sido muy bien analizado en algunas tesis doctorales,382 concluyendo que la
obtención de resultados, más bien modestos, no permiten sustituir estos procedimientos por
otros más asertivos, aunque sí pueden actuar como elementos complementarios. La
progresiva integración económica acompañada de la cooperación política, así como los
instrumentos de condicionalidad positiva desplegados han funcionado en el tránsito teórico
que debe de darse desde el estatuto de vecino -marcado por la Política Europea de Vecindad-
hasta el de una eventual integración, pasando por la Asociación -ya alcanzado por Moldova-
.

La suspensión temporal de la ayuda financiera de la Unión Europea, como consecuencia del


fraude bancario de 2104, fue complementado por un informe muy crítico del Tribunal de
Cuentas Europeo en diciembre de 2016. Como aspectos positivos, la eliminación de los
visados para los ciudadanos moldavos y la extensión de la zona de libre comercio a
Transnistria -en enero de 2016- son los más reseñables, al igual que la abolición de la elección
parlamentaria del presidente de la República, pasando de nuevo a ser elegido directamente
por los ciudadanos.383 Sin embargo, resulta paradójico que la creciente presencia de la Unión
Europea en Moldova y en el conjunto de la región no haya conseguido transformarse en
capacidad de decisión y poder efectivo.384 Varios factores han motivado esta situación: la
mayoría de las repúblicas del vecindario oriental de la Unión Europea han adoptado

154

sucesiones presidenciales al estilo de Putin, fomentando regímenes semi-autoritarios de larga


duración-a excepción de Moldova-; la emergencia de una comunidad internacional
multipolar ha permitido el establecimiento de relaciones más allá de la Unión Europea y de
Rusia, con actores importantes con lazos en la región, como China y Turquía; el período
convulso atravesado por la Unión Europea -crisis económica y financiera, institucional,
Brexit- ha mostrado una imagen muy deteriorada a sus vecinos orientales, perdiendo brillo y
poder de atracción.

La política del palo y la zanahoria -condicionalidad negativa- resulta un menor incentivo que
políticas más populistas -como la concesión de la exención de visadosel fomento de los
negocios -a través de las Cámaras de Comercio locales- o fortaleciendo los lazos con las
instituciones gubernamentales clave ofrecen resultados más favorables mediante el uso de la
condicionalidad positiva.385 Después de la propuesta de reactivación de las negociaciones
para la resolución del conflicto protagonizadas por el eje franco-alemán se activó un abanico
de medidas que deberían de facilitar indirectamente el clima favorable -medidas de
confianzaEntre las mismas cabe resaltar las siguientes: contactos people to people, usando el
modelo de reconciliación entre Francia y Alemania, con posterioridad al conflicto mundial;
repensar el papel de la sociedad civil en el conflicto incrementando el apoyo local y sectorial;
luchar contra la corrupción, incrementando las capacidades locales para la absorción de los
fondos recibidos por la Unión Europea y otras organizaciones u organismos internacionales;
reintegración vía europeización, utilizando instrumentos como los acuerdos de libre
comercio y la exención de visados; capacitación y fortalecimiento de los policy makers
implicados en el conflicto; incrementando el factor rural y la agricultura como elementos
importantes en la resolución del contencioso y, por último, incrementando la política cultural
como factor de superación del conflicto soslayando crisis, como la de las escuelas, en las que
la política lingüística y la discriminación del moldavo como lengua de instrucción frente al
ruso están muy presentes.386 La perspectiva de un ejemplo como el de Chipre en una eventual
Moldova dentro de la Unión Europea no se presenta como una perspectiva realista. Ni
siquiera en un proceso de europeización satisfactorio de la república, más allá de la
posibilidad de una futura adhesión de Moldova. El fracaso del proceso de Meseberg no
resulta solo una nueva frustración en la búsqueda de una resolución al problema de
Transnistria; el elemento clave es la pérdida de la posibilidad de comprometer a un actor
estratégico, como Rusia, en las cuestiones esenciales que afectan a la seguridad
continental.387

155

Un factor adicional de desestabilización en Moldova es la evolución política del otro


secesionismo territorial en Gagauzia. Los cinco distritos del sur, con capital en Comrat, han
sufrido en varias ocasiones el efecto contagio de los acontecimientos en Transnistria. El
último episodio tuvo lugar en otoño de 2016, como consecuencia de la enésima interpretación
de la ley de 1994 que concedió una amplia autonomía a la región. Finalmente el conato de
conflicto se resolvió con la mediación de la OSCE y la Unión Europea. Sin embargo, el
potencial conflcitivo -sin alcanzar el grado de Transnistria- permite calificar a Gagauzia
como un conflicto semi-congelado.388 Con los cambios de líderes en ambas orillas del
Dniéster -Igor Dodon en Chisinau y Vadim Krasnoselsky en Tiraspol- desde el mes de
diciembre de 2016, siguen sin darse avances sustanciales. Ucrania y Moldova están
realizando acciones concertadas para presionar a Transnistria, tanto económica como
administrativamente -control de fronteras y comercio- que están dañando la economía
secesionista y que repercute negativamente en los efectos que el Protocolo de Berlín
pretendía conseguir. El control aduanero que Ucrania pretende establecer en su frontera con
Transnistria podría traducirse, de facto, en una suerte de reintegración fronteriza de Moldova,
si es capaz de controlar el flujo comercial exportador e importador de Tiraspol, obteniendo
un control completo de su comercio exterior. Las similitudes con respecto al conflicto híbrido
que Rusia mantiene en Ucrania parecen empezar a aplicarse por Ucrania en Transnistria,
como una medida de respuesta ante un conflicto en el que, hasta la fecha, no había tenido un
grado de implicación tan potente. Desde la perspectiva de los think tanks más próximos al
Kremlin las soluciones intentadas y sometidas a un test práctico no parecen haber dado
resultados efectivos: Moldova no está ofreciendo incentivos para la reunificación a
Transnistria; la élite empresarial del grupo Sheriff -holding que representa el porcentaje
mayoritario de la economía de la zona- no es favorable a perder sus privilegios; ni Rusia ni
los actores occidentales -Unión Europea y Estados Unidos- son partidarios de cambios
revolucionarios en el statu quo regional; el modelo de clientelismo político entre Tiraspol y
Rusia se reproduce también entre Chisinau y Occidente; por último, la línea dura adoptada
por Ucrania y Moldova no se traducirá en un acuerdo político definitivo con Transnistria.
Además Rusia mantendrá sus apoyos a los líderes secesionistas y la atención en la región se
centra, desde hace tres años, en el conflicto en Ucrania.389

156

El mencionado conflicto ha afectado directamente a Transnistria a través de varios factores:


Ucrania pasa a estar rodeada de conflictos secesionistas en todas sus fronteras, excepto en el
norte del país; el refuerzo fronterizo de este enclave pasa a tener un interés todavía más
geoestratégico; la alianza de intereses moldavo-ucraniana pude reforzarse debido a un común
problema de desintegración territorial pero, al mismo tiempo, debilita notablemente la
capacidad de apoyo de Ucrania -inmersa en sus propias dificultades- a Moldova, tanto desde
el punto de vista económico-político y militar, como diplomático -Ucrania ha estado siempre
presente en los diferentes formatos negociadores-. El precedente sentado por Rusia con la
anexión de Ucrania ha desmantelado cualquier previsión establecida por la arquitectura de
seguridad regional de la OSCE desde hace más de cuarenta años, incluyendo el
desmantelamiento de la propia Unión Soviética. A partir de aquí, cualquier previsión puede
ser aceptable: acciones militares en Transnistria por parte de Rusia, conflictos híbridos en
Moldova y en Gagauzia, establecimiento de corredores territoriales que unan Crimea con
Transnistria; en definitiva, un elevado grado de desestabilización de Moldova y de amenazas
para su precaria seguridad nacional. El formato negociador 5+2 es un puro instrumento
teórico de la diplomacia, sin ningún efecto práctico desde la intervención rusa en Ucrania.
Por último, y no menos importante, las presiones económicas de Rusia sobre una Moldova
en extremo dependiente están polarizando a la sociedad y a la clase política de la República,
polarizándose progresivamente entre los dos proyectos de integración -el de la Unión
Europea y el liderado por Rusia de la Comunidad Euroasiática.390 La escenificación de la
ruptura en el plano religioso se ha concretado también con la dependencia de la iglesia
ortodoxa moldava del Patriarcado de Moscú. Rusia ha utilizado también el factor religioso
como un instrumento de mantenimiento de su presencia en su extranjero próximo después de
la disolución de la Unión Soviética. En el caso de Moldova, la Iglesia ortodoxa rumana
consiguió restaurar la metrópoli de Besarabia permitiendo su coexistencia con la rusa desde
el mes de diciembre de 1992. Sin embargo, durante diez años las autoridades de Chisinau -
bajo la presión de Rusiamantuvieron sus estructuras fuera de la legalidad provocando que los
representantes de esta metrópoli presentasen una demanda ante el Tribunal Europeo de
Derechos Humanos en 1998. Finalmente la Corte sentenció el 31 de diciembre de 2001 que
Moldova estaba incumpliendo sus obligaciones recogidas en el Convenio Europeo de
Derechos Humanos relativos a la libertad de conciencia, debiendo restaurar la metrópolis de
Besarabia. Hay que destacar, eneste sentido, como:

“Uno de los aliados más importantes de la diplomacia rusa a la hora de apoyar el sentido de
cercanía -en el extranjero cercano- ha sido el Patriarcado de Moscú propagando la solidaridad
de las naciones ortodoxas”.391

157

De hecho el ejemplo de Moldova no es un caso aislado de utilización del factor religioso


como instrumento en materia de política interior y, especialmente, exterior a favor de los
intereses rusos. En Georgia, los autoproclamados como soberanos territorios de Osetia del
Sur y de Abjasia, reconocidos como independientes por Rusia, también se han situado bajo
el patriarcado de Moscú porque consideran que el Patriarcado de Tblisi es un instrumento
nacionalista de Georgia.

En Moldova la evolución en las relaciones religiosas ha estado muy conectada con los
liderazgos comunistas en la República. Así, por ejemplo, en el año 2009 -Voroninasistió al
nombramiento de Kirill como Patriarca de Moscú:

“Mostrando que el Estado moldavo reconocía y apoyaba con fuerza su liderazgo en la Iglesia
moldava, aunque ambas jurisdicciones -rumana y rusa- estén operativas y cuya diferencia se
evidencia en el uso de dos calendarios diferentes -gregoriano y juliano-”.392 La dimensión
humana está muy presente en el conjunto de conflictos aquí analizados, cuestión que -en
muchas ocasiones- no se percibe como un potencial elemento integrador en el momento de
alcanzar compromisos duraderos en la resolución de las controversias planteadas. En esta
línea de análisis las sociedades multiétnicas en las que la convivencia entre las diversas
minorías étnicas condiciona de manera esencial la estabilidad del propio Estado -en contextos
de conflicto- inciden en aquellos mecanismos que garanticen el respeto a los derechos
humanos básicos de cada comunidad y a la igualdad de oportunidades que favorezcan la
reconciliación entre grupos y comunidades enfrentados:

“La mejora de la comunicación y del conocimiento entre las comunidades; la promoción y


aceptación tolerante de la existencia de diversidad de culturas entre vecinos; el compromiso
de las estructuras que salvaguardan los derechos de todos los miembros de la sociedad”.393
La creación de una genuina sociedad civil, especialmente en el territorio de Transnistria, es
una condición indispensable para abordar con seriedad la resolución del contencioso. La
mejora del sistema educativo, de los medios de comunicación -al margen del contenido
ideológico en torno al conflicto- y la paulatina salida del aislacionismo al que tienen sometido
a este territorio los líderes secesionistas pueden favorecer la permeabilidad entre las
comunidades étnicas que conviven -sin demasiados problemas, a excepción de los puramente
político-ideológicos-.394

158

Respecto a los posibles cambios que el acceso de Dodon a la Presidencia de Moldova -líder
del Partido Socialista, ex comunista y proclive a reforzar los lazos estratégicos con Moscú-
puede traer en las relaciones entre Ucrania y Moldova, habrá que esperar a ver si las amenazas
sobre la revisión o incluso la ruptura del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea
finalmente se concreta. La celebración de las elecciones parlamentarias en Moldova en 2018
podrá aclarar el escenario político y la agenda exterior de Chisinau.395 Definitivamente
podemos encontrarnos a las puertas de un nuevo giro geoestratégico de Moldova si, como
anticipan las encuestas, cerca del 60% de la población apoya una integración en la órbita rusa
-vía Comunidad Euroasiática- en detrimento de la desilusionante experiencia con la Unión
Europea. Si el enfrentamiento ante este “antagonismo geopolítico”396 se concreta en un
Parlamento más favorable al nuevo Presidente en los próximos meses y la lucha contra la
corrupción de perfila como uno de los temas prioritarios podemos asistir a una fase larga de
aletargamiento del conflicto de Transnistria.
En esencia, la política exterior de Rusia en el conflicto de Transnistria -como en tantos otros-
ha conseguido mantener, mediante continuas maniobras de distracción, que numerosos
actores y protagonistas presenten propuestas, cambios en los formatos de negociación,
alternativas en los sucesivos planteamientos. Todo, para que nada cambie. El éxito principal
de Moscú reside, precisamente, en el mantenimiento sine die del statu quo inicial conseguido
poco antes de la disolución de la Unión Soviética.397 Su actitud, aparentemente pasiva, solo
se activa cuando ve una oportunidad de mejorar esa situación o cuando las circunstancias
presentan una posibilidad de alterar ese statu quo de forma beneficiosa para sus intereses,
como sucedió en Ucrania a principios de 2014. Lo que permite, en muchos casos, que las
respuestas de los principales actores implicados en las crisis, bien las propias repúblicas
vecinas afectadas por los conflictos o la Unión Europea, presenten un perfil de respuestas
puramente reactivas, manifestando una clara ausencia de políticas preventivas al respecto.398
Presentar a la Unión Europea como el elemento estratégico clave en la resolución del
conflicto de Transnistria y de los otros tantos que jalonan el vecindario común

159

compartido con Rusia puede resultar excesivo.399 Casi tanto como olvidar que, el actor
principal que marca los tiempos y cuyos objetivos están por encima de cualquier propuesta
o ejecución de instrumentos alternativos es Rusia. 400 No obstante hay algunas aportaciones
interesantes en torno a algunas novedades que podrían favorecer el desbloqueo del eterno
punto muerto en el que parecen encontrarse las posiciones antagónicas demostradas en el
diálogo político y en los formatos de negociación diplomática desplegados hasta el momento
actual. En esta línea tenemos:

1. La Unión Europea y Rusia deberían establecer un mecanismo regular de consultas y


de encuentros periódicos en los que este diálogo sea directo, sin el rígido formato que
incluya al resto de los actores.

2. La figura de los Representantes Especiales -figura no existente en el caso de Rusia-


con un mandato negociador preciso podría ser fructífero.

3. Aislar a este conflicto del resto. En el marco negociador directo no es práctico incluir
otros conflictos aunque presenten evidentes similitudes.

4. El diálogo con las autoridades centrales y con las secesionistas por parte de ambos
actores tendría que producirse cuando se hubiesen dado pasos seguros y efectivos a
la hora de elevar una propuesta consensuada por los actores clave: Rusia y Unión
Europea.

5. A partir del alcance de este objetivo -establecimiento de las adecuadas medidas de


confianza- se podría plantear, desde una perspectiva equitativa, la puesta en marcha
de misiones de paz conjuntas con la participación de ambos actores.

6. Solo una vez conseguidas estas premisas podrían intervenir los instrumentos propios
de la actual arquitectura de seguridad regional, con la participación y supervisión de
la OSCE. A la espera de que Rusia no se encuentre al margen del mismo y retorne a
una activa participación bajo el sistema actual o bien otro reformado.

Para lograr articular y llevar a la práctica este tipo de opciones alternativas deben
evitarse errores comunes a las estrategias mantenidas hasta el punto actual por ambos
actores:

1. El interés común por el mantenimiento del statu quo del conflicto: la Unión Europea
buscaba tiempo para que sus instrumentos puestos en marcha en la

160

región comenzasen a obtener resultados; Rusia, porque es su estrategia habitual en


estos conflictos, con el mantenimientos de operativos militares en la zona.

2. El nivel de atención mostrado ha variado en cada conflicto: Transnistria y Osetia del


sur han sido los más interesantes para ambas partes porque pensaban que su
resolución podía ser más fácil de alcanzar, al menos teóricamente.

3. Ninguno de los dos actores ha favorecido la participación de un marco o foro en el


que las partes en conflicto se expresasen en igualdad de condiciones. Han adoptado
una posición partidista apoyando claramente a los secesionistas -Rusia- o a las
autoridades centrales -Unión Europea- lo que ha impedido el establecimiento de
medidas de confianza y, por consiguiente, la obtención de avances sustanciales.

4. En ambos casos han otorgado prioridad al lanzamiento o mantenimiento de sus


respectivas operaciones de paz, es decir, el uso de instrumentos a corto plazo. En este
tipo de resolución de conflictos suelen ser más efectivos instrumentos que trabajen
orientados hacia un diálogo político de largo recorrido.401 En cualquier caso el
enfoque integral que se ha realizado habitualmente a la hora de presentar diversas
alternativas para la solución del conflicto ha soslayado o bien otorgado excesiva
importancia a alguna de las dimensiones que afectan al mismo. A saber:

1. Geopolítica: pese a que este y otros conflictos periféricos tienen una importancia
relevante, tanto para la Unión Europea como para Rusia, la experiencia de dos
décadas y media hace pensar que, desde esta dimensión, la clave y la llave de la
solución está en manos de Rusia.

2. Ideológica: las afinidades en esta cuestión entre las autoridades de Chisinau y las de
Tiraspol podrían favorecer la consecución de acuerdos. También los largos períodos
en los que se ha dado esta coincidencia -en la que Moscú también coincidiría- no han
provocado avances relevantes.

3. Cuestión étnica: el argumento de la afinidad étnica quedó sobrepasado y superado


después de los primeros años de independencia. El fantasma de la reunificación con
Rumanía no pasó de ser un argumento útil para justificar un secesionismo que, en
todo caso, se hubiese producido. Además la clasificación del conflicto en términos
étnicos no se sostiene. Tiene un claro componente político-ideológico.

161

4. Confrontación entre élites: en este sentido, la consolidación de una élite política


genuinamente moldava -independiente de cualquier lazo con Rumaníay la élite
secesionista están enfrentadas por la consolidación de sus intereses políticos pero,
sobre todo, económicos. La consolidación de los respectivos marcos institucionales
dificulta sobremanera la consecución de acuerdos por encima de unos intereses
claramente divergentes.

Así, la denominada estrategia de las 3D (Democratización, Desmilitarización y


Descriminalización) con respecto a Transnistria no ha conseguido apenas objetivos
especialmente resaltables -más allá de algunos avances en la lucha contra la
delincuencia de diverso tipo, fruto de la colaboración entre Ucrania y Moldova-.402
Sin embargo, el principal escollo que puede encontrarse Moldova para recuperar la
integridad territorial perdida en el inicio de su construcción estatal independiente es
el factor temporal. Las autoridades secesionistas de Transnistria llevan un período
prolongado de creación de una identidad étnico-nacional diferenciada de la
moldava403 que otorgue un soporte a la construcción que, de facto, ha realizado de
una estatalidad independiente -aunque apenas reconocida internacionalmente- Su
principal debilidad estriba en la carencia de una economía independiente y de un
seguridad completamente dependiente del apoyo del Kremlin. Es decir, la eventual
independencia de Moldova pasaría por convertirse en un Estado-vasallo o marioneta
de Moscú.404 Hay dos líneas de investigación muy extendidas en los análisis de este
conjunto de conflictos congelados. En primer término, aquellos que los presentan
como movimientos separatistas con líderes títeres. Pero también hay trabajos que
presentan a los mismos con intereses y dinámicas propias, muy ligados a la economía
sumergida, cuando no abiertamente delictiva que se verían favorecidos por el apoyo
ruso que les garantiza la supervivencia. Entre Transnistria y Rusia parecen darse unas
relaciones cliente-patrón muy claras que, en los últimos tiempos se han intensificado,
especial-mente desde el punto de vista económico. Este marco, en pura lógica, no
favorece la resolución del conflicto ya que la política de Moscú hacia el nuevo líder
moldavo -Igor Dodon- es puramente gestual.405

162

No obstante una de las dinámicas más favorables que juegan a favor de una eventual
resolución definitiva del conflicto reside en que, a diferencia de otros contenciosos
en repúblicas vecinas, como entre Armenia y Azerbaiyán por la disputa del control
de Nagorno-Karabaj, no es preciso que se consiga una reconciliación entre
comunidades étnico-nacionales. La convivencia entre las diversas minorías étnicas
ha sido muy aceptable, incluso en el territorio de Transnistria. Más allá de los
problemas agitados por los intereses de los líderes secesionistas la evidencia nos
muestra que la llave de la resolución definitiva del secesionismo la tiene en su mano
Moscú. La competencia actual entre los dos poderosos polos de atracción como la
Unión Europea y la propia Rusia no permiten ser excesivamente optimistas al
respecto.406 En cualquier caso, el argumento principal que instrumentalizaron las
autoridades separatistas en los primeros años de independencia republicana -el
conflicto interétnico y la situación de las minorías eslavas ante una eventual
reunificación con Rumanía- parece en estos momentos completamente
desactivado.407 La supervisión en materia de protección de los derechos humanos
fundamentales debe de realizarse de manera exhaustiva, a la luz de diversos informes
que alertan la relajación que, en esta materia, presentan las autoridades de
Transnistria.408 A diferencia de Rusia, la Unión Europea es un actor político apoyado
en un marco institucional con el que persigue unos objetivos que, no siempre, son tan
comunes como deberían. En frente tiene a un Estado soberano, con un potente
liderazgo político apoyado en un elevado nivel de popularidad y con unos
instrumentos económicos, políticos y militares al servicio de unos objetivos claros y
precisos.409 Los formatos negociadores en los que la Unión Europea puede jugar un
papel relevante son variados y están por explorarse en la actualidad.410

163

Por último, hay autores que apuntan una alternativa ciertamente inquietante para el
futuro de una Moldova que quiere recuperar a Transnistria en su integridad territorial.
La previsión barajada es que, después de lo acontecido en Georgia y en Ucrania con
Osetia del Sur, Abjasia y Crimea respectivamente, Moscú podría reconocer
internacionalmente la independencia del enclave secesionista para, con posterioridad,
integrarlo a su proyecto regional, la Comunidad Euroasiática. Los incentivos de esta
hipotética actuación permitirían a Rusia tener el control directo de un Estado soberano
a través de la pertenencia a una organización en la que, evidentemente, no tiene nada
que ofrecer desde la perspectiva económica.411 Las opciones federalistas para la
resolución final del conflicto separatista siguen sobre la mesa. De hecho los modelos
federales, confederales o de federaciones asimétricas se han planteado durante los
formatos negociadores. En esta línea, la experiencia utilizada en Bosnia-Herzegovina,
no ha sido bien acogida después de la experiencia que ha ofrecido estos más de
veinticinco años en la república Balcánica.412 Aunque parece una hipótesis bastante
improbable es cierto que la crisis abierta en Ucrania por las actuaciones de Rusia ha
abierto un horizonte de incertidumbres413 que

pueden afectar, en diversas direcciones y actuaciones, en el futuro de Moldova y de


Transnistria, incluida la dimensión humana.414 Al respecto, el tiempo dictará la
evolución de los acontecimientos que, a día de hoy, resultan poco predecibles.415

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[236] Véase a modo de introducción en Euractiv, Post-Soviet Frozen Conflicts, 28 de abril


de 2016; disponible en https://www.euractiv.com/section/armenia/linksdossier/post-soviet-
frozen-conflicts/ (Consultada el 25 de julio de 2016)

[237] Véase en torno a este tipo de categoría de conflictos, NILSSON, Marcus y KREUTZ,
Joakim. “Protracted Conflicts: Issues or Dinamics at stake?”, New Routes, vol. 15, nº 4, 2010,
pp. 3-7.
[238] Elementos característicos recogidos en “Protracted Crisis”, Humanitarian Coalition, 6
de junio de 2017; disponible en http://humanitariancoalition.ca/media-
resources/factsheets/protracted-crises (Consul-tada el 29 de julio de 2017)

[239] HALBACH, Uwe. “The Regional Dimension: Georgia and the Southern Caucasus
after the War”, en SCHROEDER, Hans-Henning (ed.) The Caucasus Crisis. International
Perceptions and Policy Implications for Germany and Europe, SWP Research Paper, nº 9,
Berlín: Stinftung Wissenschaft und Politik, p. 22.

[240] ZAGORSKI, Andrei. “Russia and the Shared Neighbourhood”, en LYNCH, Dov (ed.)
“What Russia sees?”, Chaillot Paper, nº 74, París: EU Institute for Security Studies, pp. 61-
78.

[241] Párrafo 41 del mencionado documento; véase


https://www.files.ethz.ch/isn/154909/RusNatSecStrategyto2020.pdf (Consultada el 3 de julio
de 2017)

[242] Véase WALKER, Edward W., Dissolution: Sovereignty and the Breakup of the Soviet
Union, Maryland: Rowman&Littlefield Publishers, 2003.

[243] Véase SIDDI, Marco y GAWEDA, Barbara. Bystander in its Neighbourhood? The
European Union involvement in Protracted Conflicts in the Post-Soviet States, IEP Policy
Papers on Eastern Europe and Central Asia, nº1, 2012.

[244] Es esencial, a pesar de los años transcurridos desde su publicación, el trabajo de


BREMMER, Ian y TARAS, Ray, New States, New Politics: Building the post-Soviet Nations,
Cambridge: Cambridge University Press, 1997.

[245] Véase ARBATOV, Alexei; CHAYES, Abram; HANDLER, Antonia; OLSON, Lara
(eds), Managing Conflict in the Former Soviet Union, Cambridge: MIT Press, 1997.

[246] KOLSTO, Paul, Russians in the Former Soviet Republics, Bloomington: Indiana
University Press, 1995.

[247] AGUILERA DE PRAT, Cesáreo, “Rusia y la CEI: ¿relaciones de política exterior o


interior?”, Affers Internacionals, nº 42/1998, p. 7.

[248] ROUBINSKI, Yuri, Les Eclats de l´Empire ou la Communauté des Etats Indépendants
(CEI), Cahiers de l´IFRI (Institut Français de Relations Internationales) 33, París, 2001.

[249] Aunque se anunció la creación de este contingente de fuerzas armadas -


mayoritariamente rusascomo un sistema coordinado de operaciones de mantenimiento de paz
durante la cumbre de Kiev, no se concretaría hasta la cumbre de Tashkent; véase “Cumbres
y Reuniones de la CEI (1991-1994)”, CIDOB, disponible en
file:///C:/Users/TOSHIBA/Downloads/Crono+CEI+1991-1994%20(1).pdf (Consultado el 3
de abril de 2017)
[250] Véase al respecto ARBATOV, Alexei. “Russia´s Foreign Policy alternatives”,
International Security, nº 18, 1993, pp.5-43.

[251] KANET, Roger E. “The return of imperial Russia”, en SUSSEX, Matthew (ed.),
Conflict in the Former USSR, Cambridge: Cambridge University Press, 2012, p. 19.

[252] LAITIN, David. Identity in formation: The Russian-speaking populations in the near
abroad, New York: Cornell University Press, 1998.

[253] Declaraciones realizadas en el encuentro con la canciller alemana Ángela Merkel


celebrada en Kiev el 1 de febrero de 2015, recogido en “Battle for Ukraine: How the West
lost Putin”, Financial Times, 2 de febrero de 2015; disponible en
https://www.ft.com/content/e3ace220-a252-11e4-9630-00144feab7de?mhq-5j=e1
(Consultada el 5 de mayo de 2017)

[254] Véase al respecto el informe del International Crisis Group, Chechnya: The Inner
Abroad, Europe Report, nº 236, 30 de junio de 2015; disponible en
https://www.ecoi.net/file_upload/1226_1435827871_236-chechnya-the-inner-abroad.pdf
(Consultada el 26 de junio de 2017)

[255] Véanse al respecto los trabajos de ANTONENKO, Oksana, “Russia, Nato and
European Security after Kosovo”, Survival, Vol. 41, 1999/4, pp. 124-144 y ANTONENKO,
Oksana y GIEGERICH, Bastian. “Rebooting NATO-Russia relations”, Survival, Vol. 51,
2009/2 pp. 13-21.

[256] TOAL, Gerard. “Russia´s Kosovo: A critical geopolitics of the august war over South
Ossetia”, Eurassian Geography and Economics, 2009, Vol.50/1, pp. 1-19; disponible en
http://www.colorado.edu/geography/class_homepages/geog_4712_f08/ToalSouthOssetia.p
df (Consultada el 5 de mayo de 2017)

[257] ALLISON, Roy. “Russia Resurgent? Moscow´s campaign to Coerce Georgia to


Peace”, International Affairs, nº 84 (6), pp. 117-145.

[258] Véase BAEV, Pavel. “The Kosovo Precedent and Russian-Georgian Relations”,
Ponars Eurasia Policy Memo nº 5, Oslo: International Peace Research Institute, marzo, 2008;
disponible en http://www.ponarseurasia.org/sites/default/files/policy-memos-
pdf/pepm_005.pdf (Consultada el 29 de julio de 2017)

[259] Véase a modo de ejemplo el último de los mencionados documentos Concepción de la


Política Exterior de la Federación de Rusia (Aprobada por el Presidente Ruso, Vladimir
Putin, el 30 de noviembre de 2016) disponible en
http://www.mid.ru/es/foreign_policy/official_documents/-/asset_publisher/CptICkB-
6BZ29/content/id/2542248 (Consultada el 10 de agosto de 2017)

[260] Ibidem.
[261] Véase WALTER, Christian. “Introduction. Self-Determination and Secession in
International Law-Perspectives and Trends with Particular Focus on the Commonwealth of
Independent States”, en WALTER, Christian (ed.) Self Determination and Secession in
International Law, Oxford: Oxford University Press, 2014, pp. 1-13.

[262] LAURINAVICIUTE, Lina y BIEKSA, Laurynas.”The relevance of remedial secession


in the post-Soviet Frozen Conflicts”, International Comparative Jurisprudence, p. 67.

[263] Shared Vision, Common Action: A Stronger Europe. A Global Strategy for the
European Union´s Foreign andd Security Policy, European Union, junio de 2016; disponible
en http://eeas.europa.eu/archives/ docs/top_stories/pdf/eugs_review_web.pdf (Consultada el
6 de agosto de 2017)

[264] BÁRCENAS, Luís Andrés y LÓPEZ JIMÉNEZ, José Ángel, Los Conflictos
congelados en la antigua Unión Soviética, Conflictos Internacionales Contemporáneos, 2011,
nº 15, Madrid: Ministerio de Defensa, Instituto de Estudios Internacionales y Europeos
Francisco de Vitoria, Universidad Carlos III de Madrid.

[265] ELIADE, Mircea, Los rumanos. Breviario histórico, Bucarest: Meridiane, 1992.

[266] V.V.A.A., Histoire de la Roumanie: des origines á nos jours, París: La Decouverte,
1970.

[267] DELETANT, Dennis, Studies in Romanian History, Bucharest: Editura Enciclopedica,


1991.

[268] CAZACU, Matei, TRIFON, Nicolás, Moldavie ex -soviétique: histire et enjeux actuels,
París: Acratie, 1993, p. 63.

[269] SUGAR, Peter, Southeastern Europe under Ottoman rule, 1354-1804, Washington:
University of Washington, 1977.

[270] PASCU, Stefan, The making of the Romanian unitary national state, Bucarest: Editura
Academiei Republicii Socialiste România, 1988.

[271] DIMA, Nicholas, From Moldavia to Moldova, New York: Boulder, 1991, p. 26.

[272] COWEN, Regina (ed.), Central and Eastern Europe: the challenge of transition,
Oxford: SIPRI-Oxford University Press, 1993, p. 267.

[273] NOVE, Alec, Glasnost in action, London: Unwin Hyman, 1989.

[274] AFANÁSIEV, Iuri, Mi Rusia fatal, Madrid: Anaya-Muchnick, 1994, p. 145.

[275] TATU, Michel, Gorbachev, l´URSS va-t-elle changer?, París: Le Centurion-Le Monde,
1987, p. 138.
[276] SOCOR, Vladimir. “The Moldavian Democratic Movement: structure, program and
initial impact”, Radio Free Europe/Radio Liberty, Report on the USSR, 24 de febrero de
1989, p. 30.

[277] CROWTHER, William. “The Politics of Ethno-national movilization, Nationalism and


Reform in Sovier Moldavia”, The Russian Review, 2/1991, pp. 183-202.

[278] Discurso de Gorbachov en el pleno del Comité Central del PCUS, recogido en el
Federal Broadcast International Service, el 27 de enero de 1987.

[279] Este aspecto ha sido ampliamente estudiado; son recomendables los trabajos de Bohdan
Nahaylo, Ann Sheehy, Hélène Carrère D´Encausse o Gail Lapidus.

[280] Sobre el papel de las minorías étnicas en Moldavía véase LÓPEZ, José Ángel. “Las
relaciones interétnicas en la Moldavia postsoviética: Gagauzia y Transnistria (1990-1994)”,
Cuadernos Constitucionales de la Cátedra Furió Ceriol, nº 28-29, 1999, pp. 23-50.

[281] Véase KING, Charles, The Moldovans: Romania, Russia and the politics of Culture,
Stanford: Stanford University, Hoover Institution Press, 2000.

[282] Véase LARUELLE, Marlène, Russian Nationalism, Foreign Policy and Identity
Debates in Putin´s Russia (Soviet and Post-Soviet Politics and Society, Stuttgart: Ibidem-
Verlag, 2017.

[283] SIPRI Yearbook, 1992, p. 92.

[284] COYLE, James. Russia´s Border Wars and frozen Conflicts, New York: Palgrave
Macmillan, 2017.

[285] Véase ALLISON, Roy; BLUTH, Christoph. Security Dilemmas in Russia and Eurasia,
London: Royal Institute of International Affairs, 1998.

[286] Las amenazas que suponen para la estabilidad y seguridad regional los diferentes
conflictos congelados en la región han sido denunciadas en diversas ocasiones en foros
internacionales y en Naciones Unidas; véase, por ejemplo, el texto de la intervención del
Ministro de Asuntos Exteriores y para la Integración Europea -Andrei Stratan- ante la
Asamblea General de Naciones Unidas en el inicio del 63 Período de Sesiones, celebrado el
28 de septiembre de 2008; disponible en http://www.un.org/ga/63/generaldebate/
moldova.shtml (Consultada el 10 de junio de 2017)

[287] LIEBICH, André. “Minorities in Eastern Europe: obstacles to a reliable count”,


RFE/RL, Research Report, 15 de mayo de 1992, pp. 32-39.

[288] Véase SHEEHY, Ann. “The Estonian law on aliens”, RFE/RL, Research Report, 24 de
septiembre de 1993, pp. 7-11.
[289] Véase SOCOR, Vladimir. “Moldova”, RFE/RL, Research Report, 22 de abril de 1994,
pp. 17-22.

[290] Véase SOCOR, Vladimir. “Moldova defies Soviet Coup, removes vestiges of
communism”, RFE/RL, Report on the USSR, Vol. 3, nº 38, 1991, pp. 13-19.

[291] KOLSTO, Pal; KALASHNIKOVA, Natalya. “The Dniéster conflict: between


irredentism and separatism”, Europe-Asia Studies, Vol. 45, Nº 6, 1993, p. 977.

[292] Según el último censo soviético de 1989, rusos y ucranianos representaban casi el 60%
de la población de la región, frente al 32% de población moldavo-rumana.

[293] Véase WATERS, Trevor. Moldova 1997, Conflict Studies Research Centre, Royal
Military Academy Sandhurst, 1997, p. 6; disponible en
file:///C:/Users/TOSHIBA/Downloads/bsb5-1_waters.pdf (Consultada el 16 de mayo de
2017)

[294] Véase SOCOR, Vladimir. “Creeping putsch in Eastern Moldova”, RFE/RL, Research
Report, 17 de enero de 1992, pp. 8-13.

[295] KATOTKIN, Alexander. “A Breakup”, Moscow News, Nº 34, 1992, p. 5.

[296] Véase SOCOR, Vladimir. “Moldova´s Dniester ulcer”, RFE/RL, Research Report, 1
de enero de 1993, pp. 12-16.

[297] WATERS, Trevor. Op. Cit, pp. 6-7.

[298] Véase al respecto BLAKKISRUD, Helge y KOLSTO, Pal. “From Secessionist


conflicto toward a functioning State: Processes of State -and Nation- Building in
Transnistria”, Post-Soviet Affairs, Vol. 27/2, 2011, pp. 178-210.

[299] Véanse los informes del Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI) de
los años 1993 y 1994; igualmente SOCOR, Vladimir. “Russian forces in Moldova”, RFE/RL,
Research Report, 28 de agosto de 1992, pp. 38-43.

[300] SOCOR, Vladimir. “Russia´s Army in Moldova: there to stay?, RFE/RL, Research
Report, 18 de junio de 1993, p. 49.

[301] SOCOR, Vladimir, Ibidem, p. 49.

[302] Todos los acontecimientos posteriores acaecidos en Transnistria y en el resto de los


conflictos congelados ha avalado esta tesis sostenido por el general Lebed en 1992; véase,
por ejemplo, SÁNCHEZ, Alejandro. “The Frozen Southeast: How the Moldova-Transnistria
has become an European Geo-Security Issue”, The Journal of Slavic Military Studies, Vol.
22/2, 2009, pp. 153-176.
[303] ALEXANDROVA, Olga. “Geostrategic reconstructing in the Former Soviet Union”,
Aussenpolitik, nº 4, 1992, pp. 324-331.

[304] GABANYI, Anneli Ute. “Moldova between Russia, Romania and the Ukraine”,
Aussenpolitik, nº 1, 1993, p. 106.

[305] Entrevista a Petre Roman, Primer Ministro de Rumanía tras la caída de Ceaucescu,
Diario 16, 12 de junio de 1992, p. 16.

[306] Pavel Creanga, ministro de Defensa moldavo, me confirmó personalmente en una


entrevista mantenida con él en Chisinau el 31 de marzo de 1993 el apoyo militar rumano. Las
versiones en los medios de comunicación al respecto fueron divergentes; por ejemplo, “Rusia
acusa a Rumanía de armar a Moldavia”, El País, 1 de junio de 1992, p. 4; “Rumanía
desmiente su intervención en el conflicto del Dniester”, El Mundo, 10 de marzo de 1992, p.
14.

[307] “Ucrania acoge a miles de refugiados huidos del Transdniester moldavo”, ABC, 30 de
junio de 1992, p. 36.

[308] “Rutskói defiende la independencia de los rusos de Moldavia”, El País, 6 de abril de


1992, p. 7.

[309] El Mundo, 8 de marzo de 1992, p. 15.

[310] Véase al respecto, RONCAGLIOLO, Ignacio. “El Principio de no Intervención:


Consagración, Evolución y problemas en el Derecho Internacional actual”, Ius et Praxis, Vol.
21, nº 1, Talca, 2015; disponible en
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(Consultada el 10 de julio de 2017)

[311] DAUBENTON, Annie. “La Moldavie sous la menace étrangère”, Le Monde


Diplomatique, janvier 1993, p. 11.

[312] Véase CROW, Suzanne. “Russian moderates walk a tightrope on Moldova”, RFE/RL,
Research Report, 15 de mayo de 1992, pp. 9-12.

[313] Entrevista a Alexander Rutskói, El Mundo, 29 de julio de 1992, p. 14.

[314] Véase SIPRI Yearbook 1993, Major Armed Conflicts, pp. 100-103.

[315] Los términos del Acuerdo pueden consultarse en CSCE Communication, nº 281, 16 de
septiembre de 1992, pp. 7-10.

[316] Hay un buen número de análisis al respecto. Véanse DE NEVERS, Renée. “Russia´s
strategic renovation”, Adelphi Paper, nº 289, julio de 1994, pp.5-7; FOYE, Stephen.
“Updating Russian civil-military relations”, RFE/RL, Research Report, 19 de diciembre de
1993, pp. 44-50; CROW, Suzanne. “The making of Foreign Policy in Russia under ELTSIN”,
RFE/RL, Research Report, 1993; KING, Charles. “Moldova and new Bessarabian
questions”, World Today, Vol. 49, nº 7, july 1993, pp. 135-139.

[317] SOCOR, Vladimir. “Isolated Moldova being pulled into Russian orbit”, RFE/RL,
Research Report, 17 de diciembre de 1993, pp. 9-16.

[318] The Military Balance, International Institute for Strategic Studies, London, 1994, p.
96.

[319] Véanse, como ejemplo, S/23727 (A/47/125) de 17 de marzo de 1992 y S/23758


(A/47/136) de 26 de marzo de 1992.

[320] El Mundo, 8 de julio de 1992, p. 14.

[321] Véase HUBER, Konrad. “The CSCE and ethnic conflict in the East”, RFE/RL,
Research Report, 30 de julio de 1993, pp. 30-37.

[322] Pueden consultarse ambos documentos en los materiales de la OSCE; disponible en


http://www. osce.org/moldova/41137?download=true (Consultada el 3 de marzo de 2017)

[323] Ibídem, p. 2.

[324] Puede consultarse en la web de la misión, http://www.osce.org/mission-to-moldova


(Consultada el 20 de julio de 2017)

[325] RODKIEWICZ, Witold (Ed.). Transnistrian Conflict after 20 Years, Centre for Eastern
Studies, Institute for Development and Social Iniciatives Viitorul; Varsovia-Chisinau, 2011,
p. 9.

[326] Véase al respecto, LÓPEZ, José Ángel. “Transnistria: Evolución de un modelo de


secesionismo en el seno de la República de Moldova (1995-2000)”, en FLORES, Carlos.
Estudios sobre la Europa Oriental, Valencia: Universitat de Valencia, 2002, pp. 307-329.

[327] El texto completo del mismo se puede consultar en


http://www.osce.org/moldova/42309?down-load=true (Consultada el 27 de julio de 2017)

[328] CRANDALL, Mathew. “Hierarchy in Moldova-Russia Relations: the Transnistrian


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[329] El texto completo de la Declaración de Kiev está disponible en


http://www.osce.org/moldova/42311?download=true (Consultada el 28 de julio de 2017)
[330] Documento de Estambul 1999; disponible en
http://www.osce.org/es/mc/39574?download=true (Consultada el 11 de mayo de 2017), pp.
51-52.

[331] HILL, William. “Making Istambul a reality: Moldova, Russia and withdrawal from
Transdniestria”, Helsinki Monitor, vol. 13, 2002, p. 134.

[332] NEUKIRCH, Claus. “Coming closer to a solution in Moldova?”, Helsinki Monitor,


2003/4; disponible en http://leader.viitorul.org/public/512/en/C.Neukirch-Transd_1.pdf
(Consultada el 29 de junio de 2017)

[333] Véase al respecto, HERD, Graeme P. “Russia´s Trnsdnistria Policy: Means, Ends and
Great Power Trajectories”, en KANET, Roger (Ed.), Russia. Re-emerging Great Power, New
York: Palgrave&McMillan, 2007, pp. 81-107

[334] La versión en inglés del mencionado proyecto está disponible en


http://www.stefanwolff.com/files/ Kozak-Memorandum.pdf (Consultad el 20 de julio de
2017)

[335] Este convulso período, así como el juego de alianzas que propiciaron la posibilidad de
haber refrendado los términos del mencionado Memorándum está muy bien analizado por
HILL, William. Russia, The Near Abroad and the West: Lessons from The Moldova-
Transdniestria Conflict, Baltimore: John Hopkins University Press, 2012.

[336] Véase al respecto, HERD, Graeme P. “Moldova&The Dniester Region, Frozen Present,
Speculative Future?”, Central&Eastern Europe Series 05/07, Surrey: Conflict Studies
Research Center, 2005, pp. 1-18.

[337] La descripción de esta propuesta la realizó HILL, William en el documento OSCE


Conflict Resolution and Peacekeeping, Past and Future, SEC.DAYS/22/13, 22 de septiembre
de 2013; disponible en http:// www.osce.org/secretariat/105354?download=true (Consultada
el 4 de junio de 2017) p. 5.

[338] Véase el estudio comparativo sobre la política exterior rusa en Moldova y Armenia en
DEL MEDICO, Nicola. A Black Knight in the Eastern Neighbourhood? Russia and EU
Democracy Promotion in Armenia and Moldova, EU Diplomacy Papers 7/2014, Bruges:
Collège d´Europe, 2014.

[339] BRENNAN, Neil. Osce Dynamics in the Frozen Conflict in Moldova, 12 de septiembre
de 2003, OSCE, disponible en http://www.osce.org/moldova/20728?download=true
(Consultada el 3 de mayo de 2017), p. 1.

[340] El documento era Proposals and Recommendations of the Mediators from the OSCE,
the Russian Federation, and Ukraine with regards to the Transdniestrian settlement,
CIO.GAL/11/04, 13 de febrero de 2004; disponible en
http://www.osce.org/moldova/23585?download=true (Consultada el 4 de julio de 2017)
[341] Véase al respecto, ROJANSKY, Matthew. Prospects for Unfreezing Moldova´s Frozen
Conflict in Transnistria, Congressional Briefing 14 de junio de 2011, Carnegie Endowment
for international Peace; disponible en
file:///C:/Users/TOSHIBA/Desktop/moldavia/Rojansky_Transnistria_Briefing.pdf (Consul-
tada el 28 de julio de 2017)

[342] CIOBANU, Ceslav. Frozen and Forgotten Conflicts in the Post-Soviet States; Genesis,
Political Economy and Prospects for Solution, United States Institute of Peace, Richmond;
Virginia State University, 2008.

[343] BUTTIN, Félix. “A Human Security Perspective on Transnistria Reassessing the


Situation Within “The Black Hole of Europe”, Revue de la Sécurité Humaine, nº 3, febrero
de 2007; disponible en http://www.
operationspaix.net/DATA/DOCUMENT/5385~v~A_Human_Security_Perspecve_on_Tnsn
istria_Reassessing_the_Situation_Within_the_Black_Hole_of_Europe.pdf (Consultada el
17 de abril de 2017)

[344] El contenido del mismo puede consultarse en L/292/13, DOUE, 8 de noviembre de


2005; disponible en http://eubam.org/wp-
content/uploads/2015/11/20100902094431419855Joint_Action.pdf (Consultada el 17 de
julio de 2017)

[345] El Memorándum y el mandato están disponibles en http://eubam.org/wp-


content/uploads/2015/11/ memorandum_of_understanding_en.pdf (Consultada el 6 de julio
de 2017)

[346] Véase http://eubam.org/what-we-do/ (Consultada el 5 de junio de 2017)

[347] SIEG, Hans Martin. The EU´s role or absancein Frozen Conflicts in Transnistria and
Caucasus, IV German-Nordic-Baltic Forum (27-28 de septiembre de 2012) Helsinki;
disponible en file:///C:/Users/
TOSHIBA/Desktop/moldavia/Sieg_THE_EUs_ROLE_OR_ABSENCE_IN_FROZEN_CO
NFLICTS__ IN_TRANSNISTRIA_AND_CAUCASUS.pdf (Consultada el 24 de junio de
2017)

[348] Véase un análisis interesante sobre los problemas y beneficios de una eventual
absorción de Transnistria por parte de Rusia en NARYSHKIN, Albert. “Wil Transnistria be
Russia´s Crimea 2.0?”, Fort Russ News, 12 de septiembre de 2016; disponible en
http://www.fort-russ.com/2016/09/will-transnistria-be-russias-crimea-20.html (Consultada
el 7 de mayo de 2017)

[349] Véase el informe de situación al respecto de Freedom House; disponible en


https://freedomhouse. org/report/freedom-world/2007/transnistria (Consultada el 3 de julio
de 2017)
[350] POPESCU, Nicu. “The EU in Moldova-Settling Conflicts in the neighbourhood”,
Occasional Paper, nº 60, European Union Institute for Security Studies, 2005.

[351] Un excelente resumen con los diversos planes y propuestas negociadoras en torno a
Transnistria es el realizado por WOLFF, Stephen. A resolvable Frozen Conflict? The
Domestic and International Politics of Self-Determination in Moldova and Transnistria; vol.
26 Issue Brief, ECMI, 2011; disponible en https://lisd.
princeton.edu/sites/lisd/files/wolff_frozenconflict.pdf (Consultada el 18 de julio de 2017)

[352] RODKIEWICZ, Witold. Op. Cit, p. 12.

[353] HILL, William. “Making Istambul a reality: Moldova, Russia and Withdrawal from
Transnistria”, Helsinki Monitor, 2/2002, pp. 129-145.

[354] Véase el amplio Informe de la Misión de Observación Electoral de la OSCE y de la


Oficina para las Instituciones Democráticas y Derechos Humanos al respecto de la
celebración de las elecciones en Moldova; disponible en
http://www.osce.org/odihr/elections/moldova/37568?download=true (Consultada el 29 de
julio de 2017)

[355] SOCOR, Vladimir. “Meseberg Process: Germany Testing EU-Russia Security


Cooperation Potential”, Eurasia Daily Monitor, vol. 7, nº 191, 22 de octubre de 2010;
disponible en https://jamestown.org/ program/meseberg-process-germany-testing-eu-russia-
security-cooperation-potential/ (Consultada el 8 de junio de 2017)

[356] Imprescindible al respecto, MEISTER, Stefan. A New Start for Russian-EU Security
Policy? The Weimar Triangle, Russia´s and the EU´s Eastern Neighbourhood, Berlín:
Stiftung Genshagen, 2011; disponible en http://www.robert-
schuman.eu/en/doc/actualites/genshagener-papiere-2011-7-eng.pdf (Consultada el 28 de
julio de 2017)

[357] Véase, GRUND, Manfred; SIEG, Hans Martin; WESEMANN, Kristin. Transnistria
and the Future SecurityArchitecture in Europe, Kas International Report, 9 de octubre de
2011; disponible en http://www. kas.de/wf/doc/kas_28726-544-2-30.pdf?110908154525
(Consultada el 3 de junio de 2017)

[358] Véase BOBICK, Michael. “Profits of Disorder: images of the Transnistrian Moldovan
Republic”, Global Crime, nº 12/4, pp. 239-265.

[359] En torno a la reseñada incidencia, véase BÜSCHER, Kleemens. “The Transnistria


conflict in light of the crisis over Ukraine”, en FISCHER, Sabine (ed.) Not Frozen! The
Inresolved Conflicts over Transnistria, Abkhazia, South Ossetia and Nagorno-Karabakh in
Light of the Crisis over Ukraine, German Instittute for International and Security Affairs,
Research Paper nº9, Berlin, septiembre de 2016, pp. 25-42.
[360] Véanse respecto a esta cuestión los dos artículos de SOCOR, Vladimir. “Moldova:
Russia´s next target if the West Falters in Ukraine” (Partes I y II), The Jamestown
Foundation, 27 de mayo de 2014; disponibles en https://jamestown.org/program/moldova-
russias-next-target-if-the-west-falters-in-ukraine-part-one/ - external-link-new-window y
https://jamestown.org/program/moldova-russias-next-target-ifthe-west-falters-in-ukraine-
part-two/ (Consultadas el 29 de julio de 2017)

[361] Véase al respecto la entrevista a Vladimmir Socor por parte de Ukrinform el 21 de


febrero de 2017; disponible en https://jamestown.org/media-appearance/vladimir-socor-
interviewed-ukrinform-minsk-process/ (Consultada el 1 de agosto de 2017)

[362] COYLE, James. Russia´s Border Wars and frozen Conflicts, New York: Palgrave
Macmillan, 2017.

[363] Véase ALLISON, Roy; BLUTH, Christoph. Security Dilemmas in Russia and Eurasia,
London: Royal Institute of International Affairs, 1998.

[364] Las amenazas que suponen para la estabilidad y seguridad regional los diferentes
conflictos congelados en la región han sido denunciadas en diversas ocasiones en foros
internacionales y en Naciones Unidas; véase, por ejemplo, el texto de la intervención del
Ministro de Asuntos Exteriores y para la Integración Europea -Andrei Stratan- ante la
Asamblea General de Naciones Unidas en el inicio del 63 Período de Sesiones, celebrado el
28 de septiembre de 2008; disponible en http://www.un.org/ga/63/generaldebate/
moldova.shtml (Consultada el 10 de junio de 2017)

[365] Véase REMLER, Philip.”Negotiation Gone Bad: Russia, Germany, and Crossed
Communications”, Carnegie Europe, 21 de agosto de 2013; disponible en
http://carnegieeurope.eu/2013/08/21/negotiation-gone-bad-russia-germany-and-crossed-
communications-pub-52712 (Consultada el 29 de julio de 2017)

[366] Véase AHMETASEVIC, Nidzara. “Bosnia: Dangerous referéndum ignores real


problems”, Euob-server, 9 de septiembre de 2016; disponible en
https://euobserver.com/beyond-brussels/134976 (Consultada el 8 de mayo de 2017)

[367] Tesis sostenida por WOLFF, Stefan. Guarantee Options for a Settlement of the
Conflicto ver Transnistria, ECMI Working Paper nº 51, noviembre 2011,
Flensburg:European Centre for Minority Issues; disponible en
https://www.files.ethz.ch/isn/140728/working_paper_51.pdf (Consultada el 3 de junio de
2017)

[368] GAUB, Florence y POPESCU, Nicu. The EU Neighbours 1995-2015: Shades of Grey,
Chaillot Paper, nº 136, diciembre de 2015, Institute for Security Studies-European Union, p.
64.
[369] Véase “Moldova´s Jailed Former Prime Minister Ends Hunger Strike after 20 days”,
RFE/RL, 22 de junio de 2016; disponible en https://www.rferl.org/a/moldova-filat-ends-
hunger-strike/27813615.html (Consultada el 5 de agosto de 2017)

[370] TIMUS, Natalia. “A Democratic and European Stern test for Moldovan Political Elite”,
Party Systems&Governments Observatory, University of Notthingam, 23 de marzo de 2015;
disponible en https:// whogoverns.eu/a-democratic-and-european-stern-test-for-moldovan-
political-elite/ (Consultada el 29 de julio de 2017)

[371] SHAPOVALOVA, Natalia; BOONSTRA, Jos. “The European Union: From Ignorance
to a Privileged Partnership with Moldova”, en KOSIENKOWSKI, Marcin (ed.) Moldova.
Arena of International Influences, Plymouth: Lexington Books, 2012, pp. 51-76

[372] Al respecto resulta de interés las conclusiones obtenidas por STRAT, Iona. The
European Union and International Crisis Management: The Frozen Conflicts in the Post-
Soviet Space, tesis doctoral Universidad Cluj-Napoca, 2011; disponible en
file:///C:/Users/TOSHIBA/Desktop/DATOS%20RECUPERADOS/Users/PC/Documents/u
e/Strat_Ioana_En.pdf (Consultada el 28 de julio de 2017)

[373] ARNANZ, Linz. “En busca de coherencia y resultados: La Política Europea de


Vecindad en Moldavia y Georgia”, Comillas Journal of International Relations, nº 3, 2015,
p. 132.

[374] Hay una tesis doctoral muy ilustrativa sobre la evolución diferenciada en este proceso
de transición paralelo entre Moldova y transnistria. Véase CHAMBERLAIN-CREANGA,
Rebecca. Cementing Modernisation: Transnational Market, Language and Labour Tension
in A Post-Soviet Factory in Moldova, The London School of Economics and Political
Science, 2011; disponible en http://etheses.lse.ac.uk/274/1/ Chamberlain-
Creanga_Cementing%20Organisation.pdf (Consultada el 4 de julio de 2017)

[375] Véase al respecto, SIEG, Hans Martin. The EU´s role or absence in “Frozen Conflicts”
in Transnistria and Caucasus, German-Nordic-Baltic Forum; disponible en http://iep-
berlin.de/wp-content/
uploads/2014/08/Sieg_THE_EUs_ROLE_OR_ABSENCE_IN_FROZEN_CONFLICTS__I
N_TRANSNISTRIA_AND_CAUCASUS1.pdf (Consultad el 30 de julio de 2017)

[376] TRIFON, Nicolae. “République de Moldavie en 2013: Entre l´Europe et l´Eurasie,


Diplomatie, nº 64, septiembre-octubre de 2013, pp. 12-16.

[377] “Declaración Ministerial sobre las negociaciones en el formato 5+2 acerca del proceso
de arreglo del conflicto del Trans-Dniéster”, OSCE, Consejo Ministerial, Hamburgo,
MC.DOC/2/16, 9 de diciembre de 2016; disponible en
http://www.osce.org/es/cio/290531?download=true (Consultada el 4 de junio de 2017)

[378] Véase POPESCU, Nicu y LITRA, Leonid. Transnistria: A bottom-up Solution, Policy
Brief, European Council on Foreign Relations, 25 de septiembre de 2012; disponible en
http://www.ecfr.eu/page/-/ ECFR63_TRANSNISTRIA_BRIEF_AW.pdf (Consultada el 17
de julio de 2017)

[379] TUDOROIU, Theodor. “The European Union, Russia, and the future of the
Transnistrian Frozen Conflict”, East European politics and Societies, nº 26/1, 2012, pp. 135-
161.

[380] RASTOLTSEV, Serguéi. Between Cooperation and Confrontation: The


Contradictions in EU-Russia Relations in the Light of Protracted Conflicts Problem
(Transnistria Case), Institute of World Economy and International Relations of the Russian
Academy Sciences, 2015; disponible en file:///C:/Users/TOSHIBA/
Desktop/paper_rastoltsev.pdf (Consultada el 9 de junio de 2017)

[381] People to People Peacebuilding: A Program Guide, United States Agency


Inteernational Development (USAID), 2011; disponible en
https://www.usaid.gov/sites/default/files/documents/1866/CMMP-2PGuidelines2010-01-
19.pdf (Consultada el 30 de julio de 2017)

[382] RODRIGUEZ, María Victoria. La Asociación Oriental como expresión de la Política


Europea de Vecindad: refuerzo de la actuación normativa de la Unión Europea con los
Estados Vecinos de Moldavia y Georgia 2009-2015, Madrid 2016, tesis doctoral defendida
en la Universidad Complutense, no publicada.

[383] Véase Tres vecinos de la Asociación Oriental: Ucrania, Moldavia y Bielorrusia,


Parlamento Europeo; disponible en http://www.europarl.europa.eu/ftu/pdf/es/FTU_6.5.5.pdf
(Consultada el 1 de agosto de 2017)

[384] Véase al respecto POPESCU, Nicu y WILSON, Andrew. Turning Presence into Power:
The EU in its Eastern Neighbourhood, European Council on Foreign Relations, 9 de mayo
de 2011; disponible en http://
www.ecfr.eu/publications/summary/turning_presence_into_power_the_eu_in_its_eastern_n
eighbourhood (Consultada el 2 de agosto de 2011)

[385] Ibídem.

[386] Medidas recogidas en el trabajo de RINNERT, David y PARMENTIER, Florent.


Finding Common Denominators in the Eastern Partnership Region: Towards a Strategic
french-german Cooperation in the Transnistrian Conflict, Chisinau, París, Berlín: Insitut for
Development and Social Initiatives Viitorul, 2013.

[387] Véase MAKARYCHEV, Andrey. “Moldova: A Success Story within the EU Eastern
Partnership?”, Ponars Eurasia, 2 de noviembre de 2012; disponible en
http://www.ponarseurasia.org/article/moldova-success-story-within-eu-eastern-partnership
(Consultada el 26 de junio de 2017)
[388] Véanse al respecto, SOCOR, Vladimir. “Moldovan Sovereignty and Gagauz
Autonomy: A Balance Vulnerable to Moscows Mischief, The Jamestown Foundation, 29 de
julio de 2013; disponible en https:// jamestown.org/program/moldovan-sovereignty-and-
gagauz-autonomy-a-balance-vulnerable-to-moscows-mischief/ (Consultada el 25 de julio de
2017); RINNA, Tony. “Moldova, the UE and Gagauzia Issue”, New Eastern Europe, 14 de
febrero de 2014; disponible en http://neweasterneurope.eu/interviews/1097-moldova-the-eu-
and-the-gagauzia-issue (Consultada el 22 de junio de 2017)

[389] Son las tesis sostenidas por los teóricos que apoyan la línea política exterior de Rusia
en su extranjero próximo; DEVYATKOV, Andrey. “The Transnistrian Conflict: A
Destabilizing Status Quo?-Analysis”, Eurasia Review, Foreign Policy Research Institute, 18
de julio de 2017; disponible en http://www.eurasiareview.com/18072017-the-transnistrian-
conflict-a-destabilizing-status-quo-analysis/ (Consultada el 29 de julio de 2017)

[390] Es la tesis sostenida por CEBOTARI, Svetlana y BUCUCI, Anatolie. “The


Repercussions of Russian and Ucranian Conflict on Security of the Republic of Moldova”,
Journal of Social Sciences, vol. 4, nº2, 2015, pp. 61-65.

[391] CURANOVIC, Alicja. The Religious Factor in Russia´s Foreign Policy, Oxford:
Routledge, 2012, p. 134.

[392] BERGLUND, Janny; LUNDEN, Thomas; STRANDBRINK, Peter (eds.). Crossing


and Crosses: Borders, Education and Religions in Northern Europe, Berlín: Walter de
Gruyter, 2015, p. 19.

[393] JASUTIS, Grazvydas. “Human Security Dimension Across the Frozen Conflicts in the
Post-Soviet Space, East European security research Initiative, agosto de 2016; disponible en
http://eesri.org/wp-content/ uploads/2016/08/2016-08-Human-Security-across-Frozen-
Conflicts-in-Post-Soviet-Space-EESRI-PB-ENG. pdf, p. 2 (Consultada el 30 de julio de
2017)

[394] Véase IVAN, Paul. “Transnistria-Where to?”, European Policy Centre, 13 de marzo de
2014; disponible en
http://www.epc.eu/pub_details.php?cat_id=3&pub_id=4257&year=2014 (Consultada el 30
de julio de 2017)

[395] Véase FISHER, Alexander.” Moldova and Ukraine: Diverging Neighbors”, Foreign
Policy Research Institute, 28 de febrero de 2017; disponible en
https://www.fpri.org/?s=moldova+and+ukraine (Consultada el 13 de julio de 2017)

[396] MILLER, Chris. “What will Moldovan Politics look like in 2017?”, Moldova Monthly,
Foreign Policy Research Insitute, 25 de enero de 2017; disponible en
https://www.fpri.org/article/2017/01/will-moldovan-politics-look-like-2017/ (Consultada el
13 de julio de 2017)
[397] Véase WOLFF, Stefan. The Transnistrian Issue: Moving Beyond the Status-Quo,
European Parlament, Directorate General for External Policies, 2012; disponible en
http://www.europarl.europa.eu/RegData/ etudes/etudes/join/2012/457135/EXPO-
AFET_ET(2012)457135_EN.pdf (Consultada el 3 de julio de 2017)

[398] Por ejemplo, el presente análisis así lo demuestra, POPESCU, Nicu. EU Foreign Policy
and Post-Soviet Conflicts: Stealth Intervention, Oxford: Routledge, 2010.

[399] Tesis sostenida por INAYEH, Alina y PANAINTE, Sergiu. “The EU and Moldova:
How to liberate a Captured State”, The German Marshall Fund of the United States, Bucarest,
16 de junio de 2015; disponible en http://www.gmfus.org/blog/2015/06/16/eu-and-moldova-
how-liberate-captured-state (Consultada el 17 de julio de 2017)

[400] PANAINTE, Sergiu. “Russia´s Conflict Resolution Strategy in Moldova: Building on


the Momentum for the Interests of Greater Russia”, IDSI Viitorul, Chisinau, 2011; disponible
en file:///C:/Users/ TOSHIBA/Desktop/Panainte_eng_1.pdf (Consultada el 1 de agosto de
2017)

[401] KUZMICHEVA, Larisa. Unresolved Conflicts in the Common Neighbourhood: A


Comparative Analysis of EU and Russian Policies, Study Programme on European Security
(SPES), Berlín, 2011; disponible en http://d-nb.info/1009949314/34 (Consultada el 3 de
agosto de 2017)

[402] Las diferentes dimensiones del conflicto y la estrategia fallida de las 3D han sido
analizadas por CIUREA, Cornel. Frozen Conflict in Moldova and Trans-Dniester. Will the
Countries come to an Agreement? And what is the Price of this Agreement?, Conference
material Frozen conflicts: solution perspectives, dynamics and consequences, Centre for
Geopolitical Studies, Vilnius, 2007; disponible en file:///C:/Users/
TOSHIBA/Desktop/frozen%20conflict/[en]konferencijos_medziaga.pdf (Consultada el 3 de
agosto de 2017)

[403] Véase al respecto el interesante y reciente documental realizado por Televisión


Española en el programa informativo En Portada, Las Dos Orillas del Dniéster; disponible
en http://www.rtve.es/alacarta/ videos/en-portada/portada-dos-orillas-del-dniester/4032678/
(Consultada el 5 de agosto de 2017)

[404] BLAKKISRUD, Helge y KOLSTO, Pal., art. Cit, pp. 178-210.

[405] Análisis muy reciente de DEVYATKOV, Andrei. “Russia and Transnistria in a patrón-
client relationship”, LACT (Laboratoru Pentru Analiza Conflictului Transnistrean),
Universidad de Sibiu, 17 de abril de 2017; disponible en
http://www.lact.ro/2017/04/17/andrey-devyatkov-russia-and-transnistria-in-a-patron-client-
relationship/ (consultada el 6 de agosto de 2017)

[406] Véase BEYER, John y WOLFF, Stefan. “Linkage and Leverage effects on Moldova´s
Transnistria Problem”, East European Politics, vol. 32 (3) 2016, pp. 335-354.
[407] Véanse al respecto los trabajos de CEBAN, Ecaterina. “The Role of Political Parties in
Harminization of Interethnic Relations (Case of the Republic of Moldova)” y BENCIC,
Aurora y HODOR, Teodor Ioan. “Transdniestria. Ethnic Conflicto or Geopolitical Interests,
en BRIE, Mircea, HORGA, Ioan y SIPOS, Sorin (eds.) Ethnicity, Confession and
Intercultural Dialogue at The European Union Eastern Border, Debrecen: IERS, 2011; pp.
417-433 y pp. 403-416.

[408] Véase Torture and Ill-Treatment in Moldova, Including Transnistria: Shared Problems,
Evaded Responsability, FIDH-Promo-LEX, Chisinau, 2012. Disponible en
file:///C:/Users/TOSHIBA/Desktop/moldova_transnistria_report.pdf (Consultada el 17 de
julio de 2017)

[409] BOGUTCAIA, Galina. “The European Union as an actor in the shared neighbourhood:
A view from Moldova”, en MILARDOVIC, PAUKOVIC y VIDOVIC (eds.) Globalization
of Politics, Zagreb: CPI, 2008, p. 141.

[410] KARNIEWICZ, Tomasz, PETROVICKA, Marie y WUNSCH, Natasha. The EU and


Conflict resolution in Transnistria, NewSecEU, 2010; disponible en
file:///C:/Users/TOSHIBA/Desktop/ PolSec_20EU%20and%20Transnistria.pdf (Consultada
el 8 de agosto de 2017) También está el análisis realizado por WYANT, Marissa. Stabilizing
de factoConflicts in the Post-Soviet Space: The Role of the European Union in Conflict
Resolution in Moldova; University of South Florida Saint Petersburg, tesis doctoral sin
publicar, 2015; disponible en file:///C:/Users/TOSHIBA/Desktop/Wyant_Thesis_MLA.pdf
(Consultada el 29 de julio de 2017)

[411] CALUS, Kamil. “The Ukranian Crisis: A new Context for a Transnistrian Settlement”,
Turkish Policy Quarterly, invierno 2014, pp. 71-79; disponible en
http://turkishpolicy.com/Files/ArticlePDF/the-ukrainian-crisis-a-new-context-for-a-
transnistrian-settlement-fall-2014-en.pdf (Consultada el 2 de agosto de 2017)

[412] Véase el trabajo de PROTSYK, Oleh. Federalism and Democracy in Moldova,


Flensburg: European Centre forMinority Issues, 2010; disponible en
http://www.europarl.europa.eu/meetdocs/2004_2009/documents/fd/dmd20050621_12/dmd
20050621_12en.pdf (Consultada el 29 de julio de 2017)

[413] A propósito de las actuaciones de Rusia en el conflicto de Transnistria, véase


RASTOLTSEV, Sergey. Between Co-operation and Confrontation: The Contradictions in
EU-Russsia Relations in the light of the Protacted Conflicts Problem (Transnistria Case),
IMEMO, 2010; disponible en file:///C:/Users/TOSHIBA/ Desktop/paper_rastoltsev.pdf
(Consultada el 17 de julio de 2017)

[414] Véase RASTOLTSEV, Sergey. Op.cit; disponible en


file:///C:/Users/TOSHIBA/Desktop/paper_rastoltsev.pdf (Consultada el 10 de agosto de
2017)
[415] Véase al respecto, ISTOMIN, Igor y BOLGOVA, Irina. “Transnistrian Strategy in the
Context of Russian-Ukranian Relations: The Rise and Failure of dual alignment”, Southeast
European and Black Sea Studies, vol. 16 (1), 2016, p. 169-194.

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