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El factor temporal ha consolidado sus posiciones frente al deterioro sufrido por las repúblicas
de las que, jurídicamente, forman parte integrante. Su consolidación en el tiempo no hubiese
sido posible, en ningún caso, sin el apoyo político, económico y militar de la Federación
Rusa.
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López Jiménez, José Ángel. La política exterior de Rusia: los conflictos congelados y la
construcción de un orden internacional multipolar. Dykinson (Madrid, España), 2017.
la fase estrictamente militar de los conflictos se desarrolló en el inicio de la andadura
independiente de las repúblicas afectadas -entre 1992 y 1994- a excepción de lo acontecido
más recientemente en Ucrania -desde el año 2014-.236 Algunos autores prefieren la
denominación de conflictos prolongados, ofreciendo el matiz diferencial sobre la
congelación en el aspecto de su prolongación en el tiempo, sin haber pasado por ninguna fase
de aparente resolución. Para esta corriente de análisis cabría diferenciar en este sentido entre
lo sucedido en Transnistria y, por ejemplo, la fase de aparente resolución que tienen los
conflictos de Georgia -al margen de la legalidad internacional- o la anexión de Crimea.
Además, la secesión abierta y apoyada por Rusia en los distritos orientales de Ucrania
claramente se correspondería con un conflicto abierto -ni prolongado, ni congelado-. De
hecho 13 de los 243 conflictos que se han desarrollado desde la Segunda Guerra Mundial han
permanecido activos durante más de 32 años, de los que el palestino-israelí sería el
prototipo.237 Si repasamos alguna de las características específicas que presentan este tipo de
conflictos observamos que, alguna de ellas, son compartidas por los conflictos congelados
pero también presentan otras que no lo son. Entre las primeras están fundamentalmente la
duración o longevidad de la situación y la pervivencia de la conflictividad -latente o real-.
Sin embargo no presentan una administración pública ni una gobernanza débil los Estados
afectados por los conflictos congelados, pese a los problemas que generan para la
consolidación de su integridad territorial y su estatalidad independiente. Asimismo no
presentan unos sistemas insostenibles desde el punto de vista de sus niveles de vida -
alimenticio, sanitario, educacional- y la ruptura de las instituciones locales no se produce en
estos Estados; más bien hay un solapamiento de un doble edificio institucional que pretende
ostentar el mismo nivel de independencia en sus actuaciones.238 En sentido estricto cabría
calificar a este tipo de conflictos de manera más precisa como: “Conflictos separatistas no
resueltos en la región post-soviética”.239 Es decir,
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Como veremos posteriormente, los instrumentos utilizados por Rusia en estos conflictos,
especialmente en Transnistria y en Georgia, para conseguir prolongar en el tiempo los
respectivos secesionismos presentaban un objetivo común: sabotear cualquier intento de
aproximación a Occidente y a sus organizaciones internacionales de carácter regional
políticas, económicas y de seguridad (Unión Europea y OTAN) para que, con el paso del
tiempo, se reorientasen hacia Moscú y sus proyectos de integración regional.240
Curiosamente en la Estrategia de Seguridad Nacional 2020 de la Federación Rusa se señalaba
el potencial desestabilizador que como amenazas para los intereses y la seguridad de Rusia
representaba la presencia de este tipo de conflictos armados y su posible escalada en las
regiones fronterizas, así como su conversión en zonas francas para actividades ilegales, como
el tráfico de armas, drogas y terrorismo. Precisamente en lo que se convirtió Transnistria
como consecuencia directa del apoyo a los secesionistas que se financian con este tipo de
actividades.241
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La aproximación rusa hacia toda una región que pasaba a constituir, de forma súbita, su
extranjero próximo fue sufriendo una evolución paulatina. La configuración de una
diplomacia y de una política exterior genuinamente rusa no dejaba, por ello, de presentar
ciertos rasgos netamente soviéticos, como la tendencia al intervencionismo en aquellas
regiones que consideraba específicamente como su área de influencia e interés
geoestratégico. Por no mencionar la población rusa dispersa en estos territorios donde tenía
que pasar su propia transición en la asunción de una nueva ciudadanía.
Las dos formas básicas de intervencionismo, desde el inicio de los conflictos separatistas, fue
mediante el despliegue de fuerzas armadas de interposición -a excepción del enclave de
Nagorno-Karabaj- y como principal actor de todos los formatos negociadores.243 Con
posterioridad se añadirían la ayuda financiera, militar, el apoyo político y, en algunos
ejemplos más recientes, el reconocimiento internacional y su posterior anexión a Rusia
(Abjasia y Osetia en el primer caso y Crimea en el segundo).
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abiertos. Sin el respaldo de Naciones Unidas y con una actuación básicamente unilateral, las
intervenciones en Georgia, Tayikistán, Moldova o Azerbaiyán desde la independencia de
Rusia evidenciaron desde sus inicios un apoyo a los diferentes movimientos secesionistas
que operaban en estas repúblicas con el indisimulado objetivo de crear un espacio de
influencia rusa y un intervencionismo en los distintos procesos de construcción de una
estatalidad independiente, ya marcados por una evidente complejidad y una problemática
multifactorial.245
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año- se concretó el Tratado de Seguridad Colectiva, rechazado por una buena parte de las
repúblicas inmersas en conflictos de soberanía territorial -como Ucrania, Moldova y
Azerbaiyán, además de Georgia que no pertenecía a la CEI- La posibilidad del recurso a la
fuerza contra un Estado miembro, así como la creación de unas fuerzas de interposición de
la CEI acabarían por sancionar la creación de uno de los principales instrumentos de
intervencionismo ruso en los principales conflictos secesionistas.249 Por ello, tras unos meses
iniciales en los que Eltsin y su ministro de Exteriores Kozyrev -auténtico protagonista de los
acuerdos de Alma Atá y Belavezha- buscaron el acomodo de Rusia en la comunidad
internacional y la consideración de legítima sucesora de la Unión Soviética en Naciones
Unidas -en especial en el Consejo de Seguridad- la perspectiva sobre las relaciones con el
antiguo espacio territorial soviético comenzó a adquirir una nueva relevancia. De una forma
especialmente intensa en todas aquellas repúblicas afectadas por conflictos de soberanía.250
Los objetivos planteados en el ámbito de la política exterior rusa para justificar esta presencia
regional rusa eran varios y complementarios entre sí:
“Primero, el deseo de rellenar el vacío de poder resultado del colapso de la Unión Soviética,
asegurando el dominio regional de Rusia; segundo, en un momento de rápido deterioro del
ejército ruso, el liderazgo militar era una forma de imponer unidad sobre los restos de la
colapsada unión; tercero, la necesidad de Rusia de la CEI como una manera de preservar los
lazos de la cooperación inter-republicana, especialmente en la esfera económica; finalmente,
la intervención militar rusa en estos conflictos estaba justificada por el deseo de proteger los
intereses de la población étnica rusa o rusófona en la CEI”.251 Este argumento formará parte
de la retórica intervencionista rusa hasta la actualidad, como justificación de su política
exterior hacia el extranjero próximo y su participación en el conjunto de los conflictos
congelados.252 Las dos guerras desarrolladas durante la década de los 90 en Chechenia fueron
algo más que un problema interno de Rusia. De hecho marcaron la pauta de actuación
diferenciada de Moscú con respecto a los movimientos secesionistas: represión a las
disidencias de algunas repúblicas autónomas -como Chechenia o Daguestán- y apoyo a las
que se producen en las repúblicas vecinas. La posición de Putin con respecto a
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La primera piedra de toque fue Georgia, con la excusa de su eventual petición de adhesión a
la OTAN.257 Por vez primera la pugna por atraer a este conjunto de repúblicas hacia sus
proyectos regionales de integración (Unión Europea, OTAN, CEI, Comunidad Euroasiática)
terminó colisionando y provocó la primera intervención militar rusa a gran escala en el
territorio de otra República, provocando la secesión de facto, de Osetia del Sur y de Abjasia
y, un tiempo después también de iure, al reconocer internacionalmente su independencia
respecto a Georgia.258 A partir de ese momento empezó a imperar la línea dura en el Kremlin
respecto a este tipo de conflictos, reforzando la posición de los respectivos líderes
secesionistas y lanzando un serio aviso a las autoridades centrales de Moldova, Georgia,
Armenia, Azerbaiyán y Ucrania. Pero también a los líderes occidentales sobre el retorno de
Rusia a un orden internacional cada vez más multipolar, en el que debían tenerse en cuenta
las respectivas zonas de influencia.
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“Establecer relaciones de buena vecindad con los Estados limítrofes, contribuir a la supresión
de los focos de tensión existentes y los conflictos de sus territorios, así como la prevención
del surgimiento de tales focos y conflictos”.260 Las menciones y los comentarios concretos
de cada uno de los conflictos aparecen en los puntos del 56 al 59 del mencionado documento.
Además de la resolución diplomática de los conflictos, del fomento de las relaciones
bilaterales con las diferentes repúblicas y de la libertad de las mismas para relacionarse con
otros actores internacionales -pero no menciona otros modelos de integración regional- se
insiste de forma especial en la participación en las instituciones de la Comunidad de Estados
Independientes (CEI) y de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) Los
aspectos más relevantes aparecen respecto a Abjasia y Osetia del Sur, hacia las que Rusia
tiene la prioridad “de consolidar como Estados democráticos y modernos”(Punto 57 del
documento) y sobre Moldova cuya integridad territorial y soberanía respeta, así como su
“neutralidad” (Punto 58).
“Sencillamente porque el mediador tiene una potente influencia en las partes y no respeta el
derecho internacional. En este sentido la situación de los conflictos congelados en el área
post-soviética añade claridad al criterio procesal de las negociaciones. Las negociaciones de
buen fe solo son posibles si las partes en conflicto no están influidas por terceros Estados,
que violan el derecho internacional, incluyendo los principios de no intervención en asuntos
internos de los Estados y la prohibición del uso de la amenaza y de la fuerza”.262 La Unión
Europea, como actor principal regional, está impactada directamente por la política exterior
rusa desplegada en su región fronteriza que, al mismo tiempo,
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Moldova y Transnistria
El proceso que contribuyó a la disolución de la Unión Soviética tuvo un evidente carácter
multifactorial, razonablemente bien analizado durante estos últimos 25 años. Los problemas
que el sistema venía arrastrando salieron a la superficie fruto de una evidente relajación en
el acceso a la información mediante la política de la glásnost. Entre ellos, todo un abanico de
movimientos nacionalistas que estaban en ebullición desde la década de los 80 -algunos
incluso anteriores a este período- y que evidenciaban cómo bajo el mantra de la hermandad
de los pueblos y de la consecución del homo sovieticus existían un conjunto importante de
tensiones étnico-nacionales que, poco tiempo después, se tradujeron en procesos
abiertamente secesionistas e independentistas.
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pecialmente con la griega y la romana, desde el siglo VI a.C. En uno de estos pueblos
indoeuropeos, el dacio, encontraron los actuales moldavos su sustrato étnico-cultural
básico.265 Una de las ramas escindidas del pueblo tracio, los getas, acabaron fusionán-dose
como un único pueblo con los dacios, con una lengua que era una variante dialectal del tracio.
Su ubicación geográfica se correspondía, en líneas generales, con el territorio de la Rumanía
actual. Con independencia de las volatilidades de determinados períodos históricos que les
llevó a extenderse hacia el noroeste -hasta el Danubio medio y Eslovaquia- y hacia el sur -
hasta alcanzar los Balcanes-.266 El proceso de romanización influyó definitivamente en la
configuración del alfabeto latino como propio de la posterior lengua rumana. La incapacidad
para apuntalar las fronteras del Imperio en esta región sometió a la misma a sucesivas oleadas
invasoras desde el siglo III de pueblos “bárbaros” de carácter itinerante (godos, hunos,
gépidas, ávaros) de los cuales únicamente eslavos y húngaros se establecieron
definitivamente en el norte del Danubio. Una segunda oleada de invasiones protagonizada
por pechenégas -pueblos de la estepa- sajones, magiares, tártaros y turcos se fueron
sucediendo desde el siglo IX hasta la gran invasión tártaro-mongol de 1241, período en el
que comenzaron a perfilarse tres principados feudales en la zona (Valaquia, Transilvania y
Moldavia) La adquisición de una relativa autonomía por parte de Moldavia se sitúa por parte
de la mayoría de los historiadores entre los años 1352 y 1359.267 El príncipe Bogdan -creador
del principado de Moldavia- estuvo sometido a la presión de Luís de Anjou-rey de Hungría.
Vecino del gran ducado de Lituania -integrado en Polonia desde 1386- y de Valaquia en el
sur, sería el contacto con este último principado y con la dinastía Basarab lo que daría el
nombre de Besarabia a toda la región:
“Basaraba es un nombre de origen turco que significa padre dominador o liberador; de esta
forma, la dominación valaca se perpetúa con el nombre de Besarabia aludiendo a la región
situada en el norte del Danubio inferior y la Dobroudja. Sin embargo, el espacio comprendido
entre los Cárpatos orientales, el Dniéster y el mar Negro ha sido llamado siempre Moldova-
Moldavia”.268 El período otomano (1420-1812) no permite rigidez cronológica en sus inicios
pero sí en el final, con la firma del tratado de Bucarest y el trasvase de Besarabia a Rusia. La
consideración de principado vasallo fue firme desde la conquista definitiva del sur de
Moldavia por parte de Solimán el Magnífico desde 1538. En 1681 el principado de Moldavia
pasó a administrar la región oriental del Dniéster y el coste económico y social pagado al
Imperio Otomano le permitió disfrutar una semi-independencia política y cultural.269
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La presencia rusa empezó a ser constante en la región desde los tiempos de Pedro el Grande,
con la ocupación de Valaquia, Moldavia y Budjak en 1770. La doble fragmentación de
Moldavia del norte -Bucovina pasó a depender del Imperio de los Habsburgo en 1775- y
Besarabia -la mitad oriental de Moldavia que se integró en el Imperio ruso en 1812 por el
Tratado de Bucarest, terminaron con el dominio turco en la zona. El núcleo central de
Besarabia permaneció en manos rusas hasta la revolución de 1917, a excepción del sur que
retornó a Moldavia en 1856 mediante el tratado de París. La integración de Valaquia y
Moldavia en el reino de Rumanía en 1866 fue completada con la de Transilvania durante la
Primera Guerra Mundial -como pago a su alianza frente a Austria-Hungría.
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Así, asistimos con la llegada de Gorbachov a la Secretaría General del PCUS a la explosiva
simultaneidad de los procesos: crisis económica, irrupción de los diversos movimientos
étnico-nacionales -larvados con anterioridad- descrédito y ausencia de legitimidad del
Partido, tensiones centro-periferia, demandas liberalizadoras (información, cultural, social,
económica) La glasnost -término utilizado ya por Herzen en el siglo XIX- resultó
fundamental al instalar todo un proceso de regeneración crítica y de transparencia
informativa.273 El revisionismo histórico acometido por el régimen había constituido una
herramienta eficaz al servicio y apuntalamiento del mismo; como reconocía Afanásiev, había
convertido a la Historia “en una mentira a su medida, y la sociedad entera había perdido la
noción de verdad y falsedad”.274 En este marco se vieron impulsados el papel de los medios
de comunicación -con tímidas pero paulatinas aperturas, especialmente en los niveles locales
y republicanos- la literatura -con las respectivas lenguas nacionales- el papel del estalinismo
y su sistemático falseamiento de la Historia -la represión sistemática de pueblos y culturas,
así como cualquier atisbo disidente- y la recuperación de una sociedad civil inexistente hasta
la segunda mitad de la década de los 80. En este contexto resultó imprescindible la necesidad
de una Intelligentsia: “que participase activamente en el desarrollo del programa de reformas
explicitándolas entre la emergente sociedad civil”.275
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De hecho, desde el otoño de 1989 la población ruso-parlante en los distritos gagauzes del sur
y en el margen izquierdo del Dniester ya iniciaron las confrontaciones con las autoridades de
Chisinau. Liderados por los OSTK, que eran formaciones de orientación comunista ultra-
ortodoxa y representaban la facción más conservadora del Partico Comunista Moldavo -en
sintonía con el ala homóloga del PCUS- agitaron los koljoses y sovjoses de sus respectivos
territorios. Sus declaraciones secesio-
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nistas fueron inmediatas, en el caso de Transnistria con el apoyo del XIV Ejército ruso y del
nacionalismo ruso pro-soviético moscovita. Nacionalismo que, con otra reformulación, está
muy presente en la estrategia actual de Putin en materia de política exterior en su near
abroad.282
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3.4. Conclusiones sobre el nacionalismo
moldavo
Una aproximación sintética, a modo de conclusión, del fenómeno nacionalista moldavo-
rumano en el proceso de desintegración de la Unión Soviética y la posterior construcción de
una estatalidad independiente nos permite señalar los siguientes elementos característicos:
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propició el retorno de los viejos nomenklaturistas al poder republicano. Abrazando
en esta ocasión una identidad étnico-nacional -también cultural- genuinamente
moldava, independiente de la rumana, hicieron de la consolidación de una estatalidad
independiente su principal estrategia de supervivencia política, toda vez que la
dilución en el Estado rumano hubiera significado también su propia desaparición
como élite política. Lo más significativo fue el soporte argumental utilizado: mientras
que la movilización popular independentista se consiguió con la reclamación de la
identidad étnico-cultural y lingüística de lo moldavo-rumano, la consolidación de la
independencia se sustentó en la diferenciación entre ambos. Es decir, igual que
durante todo el período soviético y, además, en un tiempo récord -menos de tres años-
.
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Unidas. No hay que olvidar el reconocimiento de Rusia a la integridad territorial de todos los
Estados surgidos de la disolución de la Unión Soviética inmersos en la actualidad en
conflictos congelados en las fronteras de Moscú.
El estatus otorgado por la CSCE/OSCE a las fuerzas armadas rusas como las protagonistas
de los despliegues de operaciones de mantenimiento de paz -que nada tiene que ver con las
autorizadas por Naciones Unidas ni sus mandatos desempeñados- ha constituido una
herramienta esencial en la orientación de Rusia en el desarrollo de su política exterior hacia
su near abroad. La posibilidad de congelar este tipo de conflictos sin necesidad de una
intervención militar abierta -a diferencia de lo acontecido en Georgia en 2008- sino como
una suerte de fuerza de interposición, se concretó en Transnistria con el XIV Ejército ruso -
estacionado allí desde los tiempos de la Unión Soviética-; en Georgia durante la inicial
secesión de Abasia y Osetia, que propició el ingreso de la misma en la Comunidad de Estados
Independientes; en el conflicto por la soberanía de Nagorno-Karabaj entre Armenia y
Azerbaiyán; o como durante la guerra civil de Tayikistán.285 El cambio producido desde
Moscú a la hora de gestionar los elementos, los factores, las dinámicas y la presencia de todo
un conjunto de actores internacionales -pasivos o activos- en torno a los procedimientos de
congelación de todo el rosario de conflictos congelados en sus fronteras exteriores siguió el
modelo de partida de Transnistria, tornándose en una primera amenaza para la seguridad
internacional.286
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El 28 de julio de 1990 una resolución del Soviet Supremo de Moldavia adhería a la república
a los principales tratados internacionales en materia de derechos humanos; complementado
el 10 de septiembre de 1991 por el Parlamento moldavo -ya como Estado independiente- con
la ratificación del Acta Final de Helsinki y un buen número de Convenios de Naciones Unidas
en la misma materia.
Los dos aspectos más conflictivos en las relaciones interétnicas fueron la aprobación de las
leyes lingüísticas (31 de agosto de 1989) y la ley de ciudadanía (el 5 de junio de 1991). La
primera enturbió las relaciones con la comunidad rusa por la identificación entre el idioma
moldavo y el rumano y el conocimiento que debería acreditarse del mismo para determinados
empleos en la administración. En cualquier caso ninguna de las previsiones de la ley se llegó
a cumplir puesto que con la Constitución de 1994 se volvió a la denominación del moldavo,
anulando los requisitos previstos en la ley -que eran bastante aceptables para las minorías,
pero que constituyeron uno de los principales argumentos sostenidos por las posiciones
ideológicas de la minoría rusa favorables a la secesión de Transnistria-.
Por lo que se refiere a la ley de ciudadanía era tan flexible que, de hecho, concedía plenos
derechos a la práctica totalidad de los residentes en la República; nada similar a lo acontecido,
por ejemplo, en Estonia donde leyes similares eran abiertamente discriminatorias.288 La
supervisión por parte de diversas organizaciones internacionales en materia de derechos
humanos (Consejo de Europa, CSCE -actual OSCE-), del Departamento de Estado
norteamericano y del British Helsinki Human Rights Group puso de manifiesto el respeto del
nuevo Estado independiente al carácter multiétnico de Moldova, no existiendo intentos de
moldovanización de las otras comunidades étnicas, promoviendo su integración desde el
plano legislativo y el de la convivencia cotidiana.289 Las elecciones al Soviet Supremo de
Moldavia, celebradas entre los meses de febrero y marzo de 1990, escenificaron la división
parlamentaria por criterios étnicos más que por facciones político-ideológicas. Los
movimientos de carácter marcadamente
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Los rasgos diferenciadores entre Transnistria y el resto de Moldavia eran muy evidentes en
el inicio del secesionismo de la mencionada entidad territorial. Un breve resumen alude a los
siguientes elementos: es una zona mucho más rusificada y sovietizada, con mayoría de
población eslava;292 su autodenominación es Pridnestrovye -más allá del Dniéster-; urbano,
industrial, con la parte más importante del complejo militar republicano; con reminiscencias
soviéticas en el sistema cooperativista -sovjoses y koljoses-; símbolos identitarios pro-
soviéticos: himnos, bandera, escudos, moneda, lengua rusa y moldavo en alfabeto cirílico;
favorables al mantenimiento de la Unión Soviética y, con posterioridad, a la unión con Rusia;
a favor de la intentona golpista de agosto de 1991; mantienen estrechos lazos con las fuerzas
armadas rusas allí establecidas, a las que ven como una garantía de protección; y mantienen
un dominio
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ruso de los principales instrumentos en el ejercicio del poder, manifestando una clara
romanofobia.
Por el contrario el resto de Moldavia denomina la región como Transnistria -más allá del
Nistru-; tiene una orientación más occidentalista e, inicialmente, pro-rumana; agrícola, rural,
a favor de una economía de mercado, rumanizada en los símbolos -la propia bandera es igual
a la rumana, el idioma, el alfabeto latino; al principio independentista pro-reunificación y
después abiertamente soberanista; a favor de la disolución de la Unión Soviética y contrarios
al intento golpista; y ven al Ejército ruso instalado en la región como unas fuerzas armadas
de ocupación.293 El detonante final del conflicto separatista se produjo con la declaración de
independencia de Transnistria, el 2 de septiembre de 1991, permaneciendo en la Unión
Soviética, oficializando su ruptura total con la Moldova independiente y eligiendo a su propio
presidente -Igor Smirnov- que se congelaría en el cargo durante 20 años, como el propio
conflicto. La justificación estribaba en el temor hacia una política de rumanización de un
territorio mayoritariamente eslavo, así como a los efectos de una hipotética reunificación con
Rumanía.
Entre los meses de diciembre de 1991 y marzo de 1992 asistimos en los distritos del Dniéster
a un proceso de duplicidad de los órganos estatales oficiales de la república por otros
secesionistas, amparados en la fuerza de los destacamentos paramilitares -entrenados y
apoyados por el XIV Ejército ruso- y en la llegada de cosacos de la región rusa de Rostov
para dar apoyo a los rebeldes del Dniéster en el conflicto bélico que se estaba fraguando.294
El 28 de marzo de 1992, el presidente moldavo Mircea Snegur, ante las agresiones
continuadas por parte de los destacamentos militares secesionistas y la nula respuesta
diplomática de la comunidad internacional para tratar de evitar el conflicto militar, decretó
el estado de emergencia en todo el territorio republicano. El enfrentamiento no se hizo esperar
entre las unidades militares moldavas -en proceso de creación- y los cuerpos de carabinieri,
con las unidades paramilitares de los secesionistas que aglutinaban a unidades militares,
civiles, cosacos y apoyo humano, técnico y material del XIV Ejército ruso que se concentró
en el área d Dubosary y Bendery, considerada por la población moldavo-rumana como la
antigua capital del Principado de Moldavia (Tighina).295 El desigual enfrentamiento en
términos militares -claramente favorable a los secesionistas y sus apoyos- y la precariedad
económica de la recientemente independizada República de Moldova, cuya viabilidad
energética y de materias primas pasaba por Transnistria y Rusia, así como el peligro de
contagio y extensión de las hostilidades a
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los distritos gagauzes del sur, obligaron a Snegur a adoptar un rápido acuerdo sobre el cese
de las hostilidades.296 El 25 de junio de 1992, los jefes de Estado de Moldova, Rumanía,
Rusia y Ucrania se reunieron en Estambul para examinar la situación en la región del Dniéster
y firmaron una declaración conjunta en la que se comprometieron a cumplir los siguientes
puntos:
1. Las partes en conflicto acordaban el cese inmediato de las hostilidades en toda la zona
para, 24 horas después, proceder a la disolución de los grupos armados.
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Si existiese algún tipo de duda sobre la intervención rusa en el conflicto, el vice-
presidente ruso Rutskói anunció el 20 de junio de 1992 que el Ejército ruso había sido
autorizado a intervenir en la zona, lanzando una ofensiva militar contra la ciudad de
Bendery, mientras que el nuevo comandante jefe del XIV Ejército -el general
Lebedacusó a Moldova de Estado fascista, a sus líderes de criminales de guerra,
anunció el reconocimiento de sus tropas a la autoproclamada República del Dniéster
como legal y soberana; abogó por el derecho de secesión de otras zonas de Moldova
y su eventual unificación con el Dniéster y describía a este territorio como parte de
Rusia.300
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3. La postura anti-rusa de los diferentes líderes republicanos podía aislar a Rusia frente
a una eventual alianza de intereses con Ucrania y con las Repúblicas Bálticas.
4. La posición de Rusia en la crisis del Dniéster podría contribuir a afianzar la imagen
de una actitud neo-imperialista en el despliegue de su política exterior hacia las
nuevas repúblicas.311 La paulatina implicación de Rusia en Transnistria reflejaba la
temperatura política interna en Moscú y la intención de sentar un precedente que
sirviese de advertencia para el resto de las crisis latentes en el seno de Rusia y de la
propia CEI.312 Había triunfado finalmente la línea dura mantenida por Rutskói,
propiciando la intervención di-recta y abierta en el Dniéster. La acción militar rusa
fue contundente y definitiva, ya que provocó el cese casi inmediato de las
hostilidades.313 La reacción de la comunidad internacional fue bastante parca: Estados
Unidos consideraba la cuestión en términos más de política interna que exterior -
reminiscencia del tiempo soviético recientemente liquidado- y Naciones Unidas y la
CSCE responderían con cierta lentitud a las peticiones de Moldova y, en menor
medida, de Rumanía, cuyo presidente Iliescu visitó a Snegur en Chisinau.314
133
2. Respeto de los derechos humanos incluyendo los de todas las minorías nacionales.
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Aún más, durante 1993 se unió al contingente del XIV Ejército, el envío de las fuerzas de
pacificación -mayoritariamente rusas-, lo que elevó el número total de soldados rusos en la
zona a cerca de 10.000, fuertemente equipados.318 El papel desempeñado por las diversas
organizaciones internacionales y regionales, así como de la Conferencia para la seguridad y
Cooperación en Europa (CSCE) durante la gestación y el desarrollo del conflicto de
Transnistria merece un breve análisis. El reconocimiento internacional de Moldova, su
ingreso en Naciones Unidas, Consejo de Europa y la propia CSCE no propiciaron un interés
especial por parte de los mismos al estallar el conflicto. Pese a los reiterados llamamientos
de las autoridades políticas moldavas denunciando el comportamiento de Rusia y los intentos
de desmantelamiento del recientemente creado Estado moldavo.
Naciones Unidas consideró por primera vez la cuestión del Dniéster el 17 de marzo de 1992,
abordándolo en sucesivas ocasiones en la Asamblea General y el Consejo de seguridad pero
reduciendo su intervención al plano de las recomendaciones.319
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La CEI creó, a raíz de este conflicto y los de Nagorno-Karabaj y Osetia del Sur una fuerza
de paz para intermediar en los conflictos en el antiguo espacio soviético. Sin embargo, al no
establecer mecanismos diplomáticos de resolución de los mismos en el mismo marco, se
convirtió en una nueva muestra del control ejercido por Rusia de la nueva Comunidad creada
para suceder a la extinta Unión Soviética mediante diversos instrumentos de cooperación
concertada.
El entonces G-7 -el grupo de los siete Estados más industrializados de la comunidad
internacional- exigió a la CEI -que no a Rusia- a buscar una solución pacífica a los conflictos
en territorio de la extinta Unión Soviética, instando a la CSCE y a la cumbre de Helsinki a la
adopción de decisiones que: “refuercen las capacidades de la CSCE en materia de prevención
de conflictos, gestiones de crisis y de solución pacífica de las diferencias”.320 La CSCE, en
su cumbre de Helsinki finalizada el 10 de julio de 1992, fracasó rotunda-mente en su objetivo
de establecer misiones propias en los enclaves conflictivos (Transnistria, Nagorno-Karabaj y
Osetia del sur). Las críticas sobre la nula capacidad de este sistema de seguridad regional -
no sería organización internacional hasta 1995- arrecieron también porque estos conflictos
se sumaban a los que asolaban a la antigua Yugoslavia.321 Sería finalmente una decisión del
Comité Senior de la CSCE del 4 de febrero de 1993, avalada por un informe favorable del
representante de la Presidencia, la que marcó la apertura de la misión que, aún hoy,
permanece abierta en Moldova. El mandato final y el establecimiento definitivo de la misma
-operando en Tiraspol/ Bendery, en Transnistria, con las oficinas centrales en Chisinau- se
publicó el 28 de abril de 1993.322
4. Asesorar a las partes en conflicto del marco de las obligaciones internacionales que
debe observarse, el compromiso con los derechos humanos y los de
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5. Iniciar una presencia visible de la CSCE en la región y establecer contactos con todas
las partes del conflicto, con las autoridades locales y con la población.323 La
conversión de la CSCE en organización internacional -OSCE- y la transformación de
buena parte de su estructura en un conjunto de órganos permanentes, así como la
periódica renovación de los mandatos de la misión establecida en Moldova fueron
transformando sus actividades. En la actualidad se concretan en la prevención y
resolución de conflictos, el control de armamento, los derechos humanos, la
consolidación de los Estados de derecho, el desarrollo y la libertad de los medios de
comunicación, la lucha contra el tráfico de seres humanos y a favor de la igualdad de
género.324 No obstante, su doble objetivo básico que era implementar el acuerdo de
Los diversos procesos negociadores que se han desarrollado durante estas dos
décadas y media -con períodos de suspensión incluidos- han demostrado la nula
intención de Moscú de alcanzar un acuerdo definitivo sobre la situación de
Transnistria en el seno de la integridad territorial de Moldova y, en ningún caso, la
voluntad de retirar sus continentes militares de la zona. Más bien al contrario,
especialmente tras la evolución en estos últimos años con el intervencionismo militar
realizado en Georgia y en Ucrania.
La voluntad de congelar el conflicto de Transnistria ha sido una constante desde la
independencia de Moldova. Los diferentes presidentes de la república -Snegur,
Lucinschi, Voronin, Timofti y Dodon, e incluso los interinos Ghimpu, Filat y Lupu-
con independencia de su ideología y su grado de afinidad con las políticas moscovitas,
han contribuido -por acción u omisión- a otorgar un grado a las autoridades
transnistrianas que evolucionaban de un liderazgo local hacia uno de carácter semi o
para-estatal. A pesar de demostrar desde el inicio de la presidencia de Snegur que el
fantasma de la reunificación era una falacia:
137
138
139
140
141
142
por la misión han sido fructíferas en el control del tráfico irregular e ilegal de
personas, armamento y bienes de todo tipo y pueden ser consultadas.346 Sin embargo,
la implicación política-diplomática de la Unión Europea en la resolución definitiva
del conflicto siguió siendo, en la práctica, inexistente.347 La celebración de un
referéndum para la independencia durante el año 2006 en la región secesionista de
Transnistria para pasar con posterioridad a formar parte integrante de Rusia -a
semejanza de lo sucedido en 2014 con Crimea, en Ucrania- fue mayoritariamente
apoyado por la población rusa de la región. Sin embargo, Rusia no ha reconocido
hasta la fecha la declaración independentista ni ha mostrado ningún interés por
anexionarse su territorio, por considerarlo más problemático que beneficioso frente
al estatus actual de la zona y su control indirecto de la misma.348 La reacción de
Chisinau se centró en un aumento de la presión económica a la autoproclamada
República del Dniéster, cortocircuitando parte de la economía sumergida y
abiertamente ilegal en muchos casos basada en tráficos de armas y seres humanos,
así como de cualquier tipo de bienes y sustancias.349 La respuesta de Moscú fue
inmediata, presionando a la frágil economía moldava con la aplicación de unas tasas
especiales que encarecían notablemente el precio energético de su suministro cautivo
desde Rusia. Además, el interés por el nuevo formato negociador -donde perdía el
nivel de protagonismo que había tenido hasta ese momento- fue nulo y abandonó
cualquier proyecto de negociación durante varios años.350 De esta manera desvió el
proceso negociador hacia el bilateralismo entre Chisinau y Tiraspol, en un período en
el que Voronin tenía que encarar la carrera electoral para su reelección.
Varias son las conclusiones que se pueden extraer sobre los distintos intentos y
formatos negociadores utilizados desde la independencia de Moldova hasta las
elecciones celebradas en el año 2009:351 1. Las negociaciones con Transnistria en la
búsqueda de una solución global han resultado un completo fracaso.
143
2. El apoyo ruso a cualquier plan de resolución del conflicto ha pasado por otorgar un
poder y una capacidad de decisión a Transnistria completamente desproporcionado.
Un auténtico derecho de veto, asimétrico en cualquier estructura federal.
144
Esta estabilidad, así como el final de las interinidades, se alcanzó finalmente con
Nicolae Timofti, que sería Presidente de la república de Moldova desde el 23 de
marzo de 2012 hasta el 23 de diciembre de 2016. Candidato de la Alianza, aunque sin
filiación política clara, este miembro de la judicatura rompió casi mil días de bloqueo
institucional gracias al voto de tres tránsfugas parlamentarios del Partido Comunista
de Moldavia. Además, las elecciones parlamentarias celebradas en el mes de
diciembre de 2014 reeditaron la victoria de los partidos europeístas, con lo que
durante la presente década, hasta el nombramiento del actual Presidente -Igor Dodon,
en el cargo desde el 23 de diciembre de 2016- ha estado orientada hacia la Unión
Europea y la búsqueda de socios occidentales -políticos y económico- con lo que las
relaciones con Moscú han impedido la consecución de avances en la resolución del
conflicto de Transnistria. La ambición claramente europeísta de Moldova durante
estos años buscaba un impacto en la población de la región secesionista: la
construcción de un genuino Estado democrático con unas instituciones fuertes,
respetuoso en materia de derechos humanos y con un nivel económico y social
creciente constituiría un poderoso foco de atracción irredentista.
145
Hay opiniones sobre la forma en la que se podrían conciliar los intereses divergentes
de los diferentes actores. La propuesta más desarrollada es la que considera que Rusia
y la propia Transnistria aceptarían una eventual reunificación sobre la base de un
Estado “neutralizado”, que evitaría su potencial ingreso en la OTAN pero no así en
la Unión Europea. Sin embargo, no se tienen en cuenta que, en ocasiones, las
aspiraciones e intereses de los líderes de Transnistria -especialmente con el liderazgo
de Smirnov- no son compatibles con los de Moscú.357 La voluntad de resolución de
los conflictos congelados por parte de Rusia -no solo en el caso de Transnistria- está
bastante cuestionada por los hechos. Después de dos décadas y medio de experiencia
en Moldavia, la estrategia rusa pasa por desplegar un buen número de iniciativas para
que, finalmente, nada cambie. La Nomenklatura que controla el poder político y
económico en Transnistria -esencialmente rusa y ucraniana- ha controlado los
procesos de privatización de la industria y de la energía en este enclave de perfiles
netamente soviéticos. Extremadamente dependiente de los subsidios rusos -más que
de la presencia del ejército ruso- esta región se ha convertido, al mismo tiempo, en
una zona con una población mayoritaria y paulatinamente envejecida pero con un
nivel de vida superior al del resto de Moldova. Favorecida por la economía sumergida
y abiertamente delictiva en muchos casos, sería incapaz de sobrevivir muchos años
al margen del “mecenazgo ruso”.358
146
De igual forma, Ucrania pasaba a estar taponada en sus dos fronteras -oriental y
occidental- por la presencia de fuerzas armadas rusas. En el teórico proyecto de
creación de una suerte de Novorossiya (Nueva Rusia anunciada por Putin el 17 de
abril de 2014) por parte de Moscú con territorios pertenecientes a la extinta Unión
Soviética y, en la actualidad, partes integrantes de soberanía territorial de las nuevas
repúblicas independientes, Transnistria sería una zona de evidente interés
geoestratégico. Los Balcanes, el Danubio, el mar Negro y la comunicación por un
corredor terrestre entre esta zona y la Crimea integrada a la Federación Rusa
otorgarían a esta última una posición muy relevante en toda la región.360 Además, los
intereses planteados en Ucrania y Moldova eran muy similares en el momento de la
detonación de la crisis en esta última: en primer término, realizar un intento de
federalización de ambas repúblicas con entidades secesionistas que constituyesen una
potente herramienta de la política exterior rusa para intervenir en estas dos repúblicas
independientes; en segundo lugar, boicotear los inmediatos proyectos de Acuerdos de
Asociación que ambas estaban negociando con la unión Europea, para atraer a ambas
a su proyecto euro-asiático; en tercer lugar, influir decisivamente en la política interna
de ambas, tratando de conseguir en los inmediatos comicios electorales la victoria de
los partidos políticos menos occidentalistas y marcadamente pro-rusos. En caso
contrario, seguiría manteniendo inactivo el proceso negociador 5+2 sobre
Transnistria y, de igual manera, inalterable su presencia militar en la zona.
147
coste por haber suscrito el Acuerdo de Asociación y por haber desplazado al gobierno
aliado de Yanukovich.361 Desde el ámbito del respeto a la normativa internacional
básica, la intervención reiterada de Rusia en favor de los movimientos secesionistas
contraviene numerosos principios de la Carta de Naciones Unidas, del Acta Final de
Helsinki, de las Convenciones de Ginebra o numerosas resoluciones del Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas. No hay que olvidar el reconocimiento de Rusia a la
integridad territorial de todos los Estados surgidos de la disolución de la Unión
Soviética inmersos en la actualidad en conflictos congelados en las fronteras de
Moscú.
El estatus otorgado por la CSCE/OSCE a las fuerzas armadas rusas como las
protagonistas de los despliegues de operaciones de mantenimiento de paz -que nada
tiene que ver con las autorizadas por Naciones Unidas ni sus mandatos
desempeñados- ha constituido una herramienta esencial en la orientación de Rusia en
el desarrollo de su política exterior hacia su near abroad. La posibilidad de congelar
este tipo de conflictos sin necesidad de una intervención militar abierta -a diferencia
de lo acontecido en Georgia en 2008- sino como una suerte de fuerza de interposición,
se concretó en Transnistria con el XIV Ejército ruso -estacionado allí desde los
tiempos de la Unión Soviética-; en Georgia durante la inicial secesión de Abasia y
Osetia, que propició el ingreso de la misma en la Comunidad de Estados
Independientes; en el conflicto por la soberanía de NagornoKarabaj entre Armenia y
Azerbaiyán; o como durante la guerra civil de Tayikistán.363 El cambio producido
desde Moscú a la hora de gestionar los elementos, los factores, las dinámicas y la
presencia de todo un conjunto de actores internacionales
148
149
El círculo virtuoso mediante el cual una aproximación real a la UE -como potencial candidato
a una eventual y futura adhesión, más allá de todo lo realizado hasta ahora- situación que se
antoja inviable a medio plazo por razones internas de la propia UE, por la posición del actual
líder moldavo Dogon, favorable incluso a la suspensión del Acuerdo de Asociación y por la
posición rusa al respecto -contribuiría a la resolución de la controversia se cierra porque no
hay avances sobre la cuestión que, de igual forma, facilitaría a Moldova un acceso futuro a
la UE. De hecho se ha producido un significativo descenso en el apoyo ciudadano en la
República hacia la colaboración y un potencial ingreso en la Unión Europea, a pesar del
notable incremento de las exportaciones a la Unión -más del doble desde 2014 y la firma del
Acuerdo de Asociación- y del acuerdo sobre el régimen de visados.368 A pesar de los avances
institucionales, el sistema político ha cambiado poco en Moldova -al igual que en las
Repúblicas afectadas por este tipo de conflictos- Los casos de corrupción son continuos,
algunos de máxima relevancia, como el del antiguo Primer Ministro Vlad Filat entre 2009 y
2013 -procesado y encarcelado por un fraude de alrededor de mil millones de dólares-
situación que debilita su posición internacional frente a los principales actores y organismos
internacionales.369 Precisamente en este período, que se concretó en 2014 con la firma de los
Acuerdos de Asociación con Moldova, Georgia y Ucrania -después del Euromaidán y la
pérdida de Kiev, además de la sublevación de los distritos orientales- la élite política de las
respectivas repúblicas pasaban el test de idoneidad democrática, mostrando los avances en la
construcción de unos Estados de derecho fortalecidos, tras más de dos décadas de
independencia.370
150
La falta de firmeza de la Unión Europea en sus actuaciones hacia los secesionismos que
padecen buena parte de sus vecinos orientales ha comprometido su potente imagen como
defensora de los principios esenciales del Derecho Internacional y en materia de derechos
humanos, proyectando un bajo perfil sobre sus potenciales y reales socios y en sus respectivas
poblaciones. Además la falta de firmeza en sus políticas prácticas hacia aquellos regímenes
autoritarios que condena verbalmente traslada la división interna del conjunto de Estados de
la Unión, con intereses divergentes en materia de política exterior. Las particulares relaciones
que mantienen cada uno de ellos con Rusia -en función de su nivel de dependencia-
repercuten directamente en la actitud que dirigen hacia cada uno de los conflictos congelados
y, del mismo modo, impacta en la opinión que las sociedades de cada uno de estos territorios
mantienen sobre la Unión Europea como potencial socio alternativo a Rusia.372 La
Asociación Oriental es un instrumento de relativa reciente creación (2009) insertada en el
marco de la Política Europea de Vecindad, cuyo objetivo esencial -en el momento de su
diseño- pasaba por la oferta de alternativas a los países de Europa Oriental, en sus relaciones
con la Unión Europea, que no pasasen por su adhesión a medio y largo plazo. Asimismo, la
extensión progresiva de sus fronteras orientales ponía al territorio de la Unión Europea en
contacto con los numerosos conflictos -latentes, potenciales o existentes- en la frontera
occidental de la Federación Rusa. En el despliegue de su importante capacidad normativa,
financiera, y desde el punto de vista de evidentes progresos en el ámbito del fortalecimiento
del Estado democrático, el control de la corrupción y la extensión de las garantías en el
respeto de los derechos humanos fundamentales, la Unión Europea ha conseguido avances
evidentes. No obstante:
“La actuación de la Política Europea de Vecindad (PEV) para resolver los conflictos de
dichos países ha sido muy limitada. En efecto, el Kremlin ha suavizado los objetivos de la
PEV. Es decir, con tal de no enfadar a la potencia energética, muchos Estados miembros han
preferido no intervenir de más en Transnistria, Abjasia u Osetia del Sur. En el caso de
Ucrania, el éxito de la PEV es aún muy limitado, su situación actual es aún muy inestable
como para afirmar un éxito de la política en el país. Sin embargo, la UE debe aprender de sus
limitaciones con Moldavia y Georgia para no cometer los mismos errores con Ucrania, tras
la anexión de Crimea a Rusia y la secesión de facto de Donetsk y Lugansk”.373 Las
divergencias surgidas en el proceso de ampliación de las relaciones económicas y políticas
entre la Unión Europea y Moldova entre la evolución de Transnistria y el conjunto de la
república se van haciendo más evidentes, reflejando una dispa-
151
152
153
por las poblaciones de ambas entidades territoriales cuya unificación se persigue. Es decir,
entendiendo que la solución llegue como consecuencia de un proceso de largo recorrido que
se construye desde la convergencia de un conjunto de políticas que, de facto, promueva la
reintegración de Moldova en las esferas socio-política. Dado que la experiencia desarrollada
fruto de insistir en una solución estrictamente diplomática ha fracasado estrepitosamente y
no se vislumbran cambios importantes.380 Las experiencias de los proyectos desarrollados
por la Unión Europea del tipo People to People han ofrecido resultados mixtos. Articulado
en torno a unas directrices básicas para establecer medidas de confianza entre poblaciones en
conflicto,381 ha sido muy bien analizado en algunas tesis doctorales,382 concluyendo que la
obtención de resultados, más bien modestos, no permiten sustituir estos procedimientos por
otros más asertivos, aunque sí pueden actuar como elementos complementarios. La
progresiva integración económica acompañada de la cooperación política, así como los
instrumentos de condicionalidad positiva desplegados han funcionado en el tránsito teórico
que debe de darse desde el estatuto de vecino -marcado por la Política Europea de Vecindad-
hasta el de una eventual integración, pasando por la Asociación -ya alcanzado por Moldova-
.
154
La política del palo y la zanahoria -condicionalidad negativa- resulta un menor incentivo que
políticas más populistas -como la concesión de la exención de visadosel fomento de los
negocios -a través de las Cámaras de Comercio locales- o fortaleciendo los lazos con las
instituciones gubernamentales clave ofrecen resultados más favorables mediante el uso de la
condicionalidad positiva.385 Después de la propuesta de reactivación de las negociaciones
para la resolución del conflicto protagonizadas por el eje franco-alemán se activó un abanico
de medidas que deberían de facilitar indirectamente el clima favorable -medidas de
confianzaEntre las mismas cabe resaltar las siguientes: contactos people to people, usando el
modelo de reconciliación entre Francia y Alemania, con posterioridad al conflicto mundial;
repensar el papel de la sociedad civil en el conflicto incrementando el apoyo local y sectorial;
luchar contra la corrupción, incrementando las capacidades locales para la absorción de los
fondos recibidos por la Unión Europea y otras organizaciones u organismos internacionales;
reintegración vía europeización, utilizando instrumentos como los acuerdos de libre
comercio y la exención de visados; capacitación y fortalecimiento de los policy makers
implicados en el conflicto; incrementando el factor rural y la agricultura como elementos
importantes en la resolución del contencioso y, por último, incrementando la política cultural
como factor de superación del conflicto soslayando crisis, como la de las escuelas, en las que
la política lingüística y la discriminación del moldavo como lengua de instrucción frente al
ruso están muy presentes.386 La perspectiva de un ejemplo como el de Chipre en una eventual
Moldova dentro de la Unión Europea no se presenta como una perspectiva realista. Ni
siquiera en un proceso de europeización satisfactorio de la república, más allá de la
posibilidad de una futura adhesión de Moldova. El fracaso del proceso de Meseberg no
resulta solo una nueva frustración en la búsqueda de una resolución al problema de
Transnistria; el elemento clave es la pérdida de la posibilidad de comprometer a un actor
estratégico, como Rusia, en las cuestiones esenciales que afectan a la seguridad
continental.387
155
156
“Uno de los aliados más importantes de la diplomacia rusa a la hora de apoyar el sentido de
cercanía -en el extranjero cercano- ha sido el Patriarcado de Moscú propagando la solidaridad
de las naciones ortodoxas”.391
157
En Moldova la evolución en las relaciones religiosas ha estado muy conectada con los
liderazgos comunistas en la República. Así, por ejemplo, en el año 2009 -Voroninasistió al
nombramiento de Kirill como Patriarca de Moscú:
“Mostrando que el Estado moldavo reconocía y apoyaba con fuerza su liderazgo en la Iglesia
moldava, aunque ambas jurisdicciones -rumana y rusa- estén operativas y cuya diferencia se
evidencia en el uso de dos calendarios diferentes -gregoriano y juliano-”.392 La dimensión
humana está muy presente en el conjunto de conflictos aquí analizados, cuestión que -en
muchas ocasiones- no se percibe como un potencial elemento integrador en el momento de
alcanzar compromisos duraderos en la resolución de las controversias planteadas. En esta
línea de análisis las sociedades multiétnicas en las que la convivencia entre las diversas
minorías étnicas condiciona de manera esencial la estabilidad del propio Estado -en contextos
de conflicto- inciden en aquellos mecanismos que garanticen el respeto a los derechos
humanos básicos de cada comunidad y a la igualdad de oportunidades que favorezcan la
reconciliación entre grupos y comunidades enfrentados:
158
Respecto a los posibles cambios que el acceso de Dodon a la Presidencia de Moldova -líder
del Partido Socialista, ex comunista y proclive a reforzar los lazos estratégicos con Moscú-
puede traer en las relaciones entre Ucrania y Moldova, habrá que esperar a ver si las amenazas
sobre la revisión o incluso la ruptura del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea
finalmente se concreta. La celebración de las elecciones parlamentarias en Moldova en 2018
podrá aclarar el escenario político y la agenda exterior de Chisinau.395 Definitivamente
podemos encontrarnos a las puertas de un nuevo giro geoestratégico de Moldova si, como
anticipan las encuestas, cerca del 60% de la población apoya una integración en la órbita rusa
-vía Comunidad Euroasiática- en detrimento de la desilusionante experiencia con la Unión
Europea. Si el enfrentamiento ante este “antagonismo geopolítico”396 se concreta en un
Parlamento más favorable al nuevo Presidente en los próximos meses y la lucha contra la
corrupción de perfila como uno de los temas prioritarios podemos asistir a una fase larga de
aletargamiento del conflicto de Transnistria.
En esencia, la política exterior de Rusia en el conflicto de Transnistria -como en tantos otros-
ha conseguido mantener, mediante continuas maniobras de distracción, que numerosos
actores y protagonistas presenten propuestas, cambios en los formatos de negociación,
alternativas en los sucesivos planteamientos. Todo, para que nada cambie. El éxito principal
de Moscú reside, precisamente, en el mantenimiento sine die del statu quo inicial conseguido
poco antes de la disolución de la Unión Soviética.397 Su actitud, aparentemente pasiva, solo
se activa cuando ve una oportunidad de mejorar esa situación o cuando las circunstancias
presentan una posibilidad de alterar ese statu quo de forma beneficiosa para sus intereses,
como sucedió en Ucrania a principios de 2014. Lo que permite, en muchos casos, que las
respuestas de los principales actores implicados en las crisis, bien las propias repúblicas
vecinas afectadas por los conflictos o la Unión Europea, presenten un perfil de respuestas
puramente reactivas, manifestando una clara ausencia de políticas preventivas al respecto.398
Presentar a la Unión Europea como el elemento estratégico clave en la resolución del
conflicto de Transnistria y de los otros tantos que jalonan el vecindario común
159
compartido con Rusia puede resultar excesivo.399 Casi tanto como olvidar que, el actor
principal que marca los tiempos y cuyos objetivos están por encima de cualquier propuesta
o ejecución de instrumentos alternativos es Rusia. 400 No obstante hay algunas aportaciones
interesantes en torno a algunas novedades que podrían favorecer el desbloqueo del eterno
punto muerto en el que parecen encontrarse las posiciones antagónicas demostradas en el
diálogo político y en los formatos de negociación diplomática desplegados hasta el momento
actual. En esta línea tenemos:
3. Aislar a este conflicto del resto. En el marco negociador directo no es práctico incluir
otros conflictos aunque presenten evidentes similitudes.
4. El diálogo con las autoridades centrales y con las secesionistas por parte de ambos
actores tendría que producirse cuando se hubiesen dado pasos seguros y efectivos a
la hora de elevar una propuesta consensuada por los actores clave: Rusia y Unión
Europea.
6. Solo una vez conseguidas estas premisas podrían intervenir los instrumentos propios
de la actual arquitectura de seguridad regional, con la participación y supervisión de
la OSCE. A la espera de que Rusia no se encuentre al margen del mismo y retorne a
una activa participación bajo el sistema actual o bien otro reformado.
Para lograr articular y llevar a la práctica este tipo de opciones alternativas deben
evitarse errores comunes a las estrategias mantenidas hasta el punto actual por ambos
actores:
1. El interés común por el mantenimiento del statu quo del conflicto: la Unión Europea
buscaba tiempo para que sus instrumentos puestos en marcha en la
160
1. Geopolítica: pese a que este y otros conflictos periféricos tienen una importancia
relevante, tanto para la Unión Europea como para Rusia, la experiencia de dos
décadas y media hace pensar que, desde esta dimensión, la clave y la llave de la
solución está en manos de Rusia.
2. Ideológica: las afinidades en esta cuestión entre las autoridades de Chisinau y las de
Tiraspol podrían favorecer la consecución de acuerdos. También los largos períodos
en los que se ha dado esta coincidencia -en la que Moscú también coincidiría- no han
provocado avances relevantes.
161
162
No obstante una de las dinámicas más favorables que juegan a favor de una eventual
resolución definitiva del conflicto reside en que, a diferencia de otros contenciosos
en repúblicas vecinas, como entre Armenia y Azerbaiyán por la disputa del control
de Nagorno-Karabaj, no es preciso que se consiga una reconciliación entre
comunidades étnico-nacionales. La convivencia entre las diversas minorías étnicas
ha sido muy aceptable, incluso en el territorio de Transnistria. Más allá de los
problemas agitados por los intereses de los líderes secesionistas la evidencia nos
muestra que la llave de la resolución definitiva del secesionismo la tiene en su mano
Moscú. La competencia actual entre los dos poderosos polos de atracción como la
Unión Europea y la propia Rusia no permiten ser excesivamente optimistas al
respecto.406 En cualquier caso, el argumento principal que instrumentalizaron las
autoridades separatistas en los primeros años de independencia republicana -el
conflicto interétnico y la situación de las minorías eslavas ante una eventual
reunificación con Rumanía- parece en estos momentos completamente
desactivado.407 La supervisión en materia de protección de los derechos humanos
fundamentales debe de realizarse de manera exhaustiva, a la luz de diversos informes
que alertan la relajación que, en esta materia, presentan las autoridades de
Transnistria.408 A diferencia de Rusia, la Unión Europea es un actor político apoyado
en un marco institucional con el que persigue unos objetivos que, no siempre, son tan
comunes como deberían. En frente tiene a un Estado soberano, con un potente
liderazgo político apoyado en un elevado nivel de popularidad y con unos
instrumentos económicos, políticos y militares al servicio de unos objetivos claros y
precisos.409 Los formatos negociadores en los que la Unión Europea puede jugar un
papel relevante son variados y están por explorarse en la actualidad.410
163
Por último, hay autores que apuntan una alternativa ciertamente inquietante para el
futuro de una Moldova que quiere recuperar a Transnistria en su integridad territorial.
La previsión barajada es que, después de lo acontecido en Georgia y en Ucrania con
Osetia del Sur, Abjasia y Crimea respectivamente, Moscú podría reconocer
internacionalmente la independencia del enclave secesionista para, con posterioridad,
integrarlo a su proyecto regional, la Comunidad Euroasiática. Los incentivos de esta
hipotética actuación permitirían a Rusia tener el control directo de un Estado soberano
a través de la pertenencia a una organización en la que, evidentemente, no tiene nada
que ofrecer desde la perspectiva económica.411 Las opciones federalistas para la
resolución final del conflicto separatista siguen sobre la mesa. De hecho los modelos
federales, confederales o de federaciones asimétricas se han planteado durante los
formatos negociadores. En esta línea, la experiencia utilizada en Bosnia-Herzegovina,
no ha sido bien acogida después de la experiencia que ha ofrecido estos más de
veinticinco años en la república Balcánica.412 Aunque parece una hipótesis bastante
improbable es cierto que la crisis abierta en Ucrania por las actuaciones de Rusia ha
abierto un horizonte de incertidumbres413 que
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http://www.un.org/ga/63/generaldebate/moldova.shtml
[237] Véase en torno a este tipo de categoría de conflictos, NILSSON, Marcus y KREUTZ,
Joakim. “Protracted Conflicts: Issues or Dinamics at stake?”, New Routes, vol. 15, nº 4, 2010,
pp. 3-7.
[238] Elementos característicos recogidos en “Protracted Crisis”, Humanitarian Coalition, 6
de junio de 2017; disponible en http://humanitariancoalition.ca/media-
resources/factsheets/protracted-crises (Consul-tada el 29 de julio de 2017)
[239] HALBACH, Uwe. “The Regional Dimension: Georgia and the Southern Caucasus
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Perceptions and Policy Implications for Germany and Europe, SWP Research Paper, nº 9,
Berlín: Stinftung Wissenschaft und Politik, p. 22.
[240] ZAGORSKI, Andrei. “Russia and the Shared Neighbourhood”, en LYNCH, Dov (ed.)
“What Russia sees?”, Chaillot Paper, nº 74, París: EU Institute for Security Studies, pp. 61-
78.
[242] Véase WALKER, Edward W., Dissolution: Sovereignty and the Breakup of the Soviet
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[243] Véase SIDDI, Marco y GAWEDA, Barbara. Bystander in its Neighbourhood? The
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[245] Véase ARBATOV, Alexei; CHAYES, Abram; HANDLER, Antonia; OLSON, Lara
(eds), Managing Conflict in the Former Soviet Union, Cambridge: MIT Press, 1997.
[246] KOLSTO, Paul, Russians in the Former Soviet Republics, Bloomington: Indiana
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[248] ROUBINSKI, Yuri, Les Eclats de l´Empire ou la Communauté des Etats Indépendants
(CEI), Cahiers de l´IFRI (Institut Français de Relations Internationales) 33, París, 2001.
[251] KANET, Roger E. “The return of imperial Russia”, en SUSSEX, Matthew (ed.),
Conflict in the Former USSR, Cambridge: Cambridge University Press, 2012, p. 19.
[252] LAITIN, David. Identity in formation: The Russian-speaking populations in the near
abroad, New York: Cornell University Press, 1998.
[254] Véase al respecto el informe del International Crisis Group, Chechnya: The Inner
Abroad, Europe Report, nº 236, 30 de junio de 2015; disponible en
https://www.ecoi.net/file_upload/1226_1435827871_236-chechnya-the-inner-abroad.pdf
(Consultada el 26 de junio de 2017)
[255] Véanse al respecto los trabajos de ANTONENKO, Oksana, “Russia, Nato and
European Security after Kosovo”, Survival, Vol. 41, 1999/4, pp. 124-144 y ANTONENKO,
Oksana y GIEGERICH, Bastian. “Rebooting NATO-Russia relations”, Survival, Vol. 51,
2009/2 pp. 13-21.
[256] TOAL, Gerard. “Russia´s Kosovo: A critical geopolitics of the august war over South
Ossetia”, Eurassian Geography and Economics, 2009, Vol.50/1, pp. 1-19; disponible en
http://www.colorado.edu/geography/class_homepages/geog_4712_f08/ToalSouthOssetia.p
df (Consultada el 5 de mayo de 2017)
[258] Véase BAEV, Pavel. “The Kosovo Precedent and Russian-Georgian Relations”,
Ponars Eurasia Policy Memo nº 5, Oslo: International Peace Research Institute, marzo, 2008;
disponible en http://www.ponarseurasia.org/sites/default/files/policy-memos-
pdf/pepm_005.pdf (Consultada el 29 de julio de 2017)
[260] Ibidem.
[261] Véase WALTER, Christian. “Introduction. Self-Determination and Secession in
International Law-Perspectives and Trends with Particular Focus on the Commonwealth of
Independent States”, en WALTER, Christian (ed.) Self Determination and Secession in
International Law, Oxford: Oxford University Press, 2014, pp. 1-13.
[263] Shared Vision, Common Action: A Stronger Europe. A Global Strategy for the
European Union´s Foreign andd Security Policy, European Union, junio de 2016; disponible
en http://eeas.europa.eu/archives/ docs/top_stories/pdf/eugs_review_web.pdf (Consultada el
6 de agosto de 2017)
[264] BÁRCENAS, Luís Andrés y LÓPEZ JIMÉNEZ, José Ángel, Los Conflictos
congelados en la antigua Unión Soviética, Conflictos Internacionales Contemporáneos, 2011,
nº 15, Madrid: Ministerio de Defensa, Instituto de Estudios Internacionales y Europeos
Francisco de Vitoria, Universidad Carlos III de Madrid.
[265] ELIADE, Mircea, Los rumanos. Breviario histórico, Bucarest: Meridiane, 1992.
[266] V.V.A.A., Histoire de la Roumanie: des origines á nos jours, París: La Decouverte,
1970.
[268] CAZACU, Matei, TRIFON, Nicolás, Moldavie ex -soviétique: histire et enjeux actuels,
París: Acratie, 1993, p. 63.
[269] SUGAR, Peter, Southeastern Europe under Ottoman rule, 1354-1804, Washington:
University of Washington, 1977.
[270] PASCU, Stefan, The making of the Romanian unitary national state, Bucarest: Editura
Academiei Republicii Socialiste România, 1988.
[271] DIMA, Nicholas, From Moldavia to Moldova, New York: Boulder, 1991, p. 26.
[272] COWEN, Regina (ed.), Central and Eastern Europe: the challenge of transition,
Oxford: SIPRI-Oxford University Press, 1993, p. 267.
[275] TATU, Michel, Gorbachev, l´URSS va-t-elle changer?, París: Le Centurion-Le Monde,
1987, p. 138.
[276] SOCOR, Vladimir. “The Moldavian Democratic Movement: structure, program and
initial impact”, Radio Free Europe/Radio Liberty, Report on the USSR, 24 de febrero de
1989, p. 30.
[278] Discurso de Gorbachov en el pleno del Comité Central del PCUS, recogido en el
Federal Broadcast International Service, el 27 de enero de 1987.
[279] Este aspecto ha sido ampliamente estudiado; son recomendables los trabajos de Bohdan
Nahaylo, Ann Sheehy, Hélène Carrère D´Encausse o Gail Lapidus.
[280] Sobre el papel de las minorías étnicas en Moldavía véase LÓPEZ, José Ángel. “Las
relaciones interétnicas en la Moldavia postsoviética: Gagauzia y Transnistria (1990-1994)”,
Cuadernos Constitucionales de la Cátedra Furió Ceriol, nº 28-29, 1999, pp. 23-50.
[281] Véase KING, Charles, The Moldovans: Romania, Russia and the politics of Culture,
Stanford: Stanford University, Hoover Institution Press, 2000.
[282] Véase LARUELLE, Marlène, Russian Nationalism, Foreign Policy and Identity
Debates in Putin´s Russia (Soviet and Post-Soviet Politics and Society, Stuttgart: Ibidem-
Verlag, 2017.
[284] COYLE, James. Russia´s Border Wars and frozen Conflicts, New York: Palgrave
Macmillan, 2017.
[285] Véase ALLISON, Roy; BLUTH, Christoph. Security Dilemmas in Russia and Eurasia,
London: Royal Institute of International Affairs, 1998.
[286] Las amenazas que suponen para la estabilidad y seguridad regional los diferentes
conflictos congelados en la región han sido denunciadas en diversas ocasiones en foros
internacionales y en Naciones Unidas; véase, por ejemplo, el texto de la intervención del
Ministro de Asuntos Exteriores y para la Integración Europea -Andrei Stratan- ante la
Asamblea General de Naciones Unidas en el inicio del 63 Período de Sesiones, celebrado el
28 de septiembre de 2008; disponible en http://www.un.org/ga/63/generaldebate/
moldova.shtml (Consultada el 10 de junio de 2017)
[288] Véase SHEEHY, Ann. “The Estonian law on aliens”, RFE/RL, Research Report, 24 de
septiembre de 1993, pp. 7-11.
[289] Véase SOCOR, Vladimir. “Moldova”, RFE/RL, Research Report, 22 de abril de 1994,
pp. 17-22.
[290] Véase SOCOR, Vladimir. “Moldova defies Soviet Coup, removes vestiges of
communism”, RFE/RL, Report on the USSR, Vol. 3, nº 38, 1991, pp. 13-19.
[292] Según el último censo soviético de 1989, rusos y ucranianos representaban casi el 60%
de la población de la región, frente al 32% de población moldavo-rumana.
[293] Véase WATERS, Trevor. Moldova 1997, Conflict Studies Research Centre, Royal
Military Academy Sandhurst, 1997, p. 6; disponible en
file:///C:/Users/TOSHIBA/Downloads/bsb5-1_waters.pdf (Consultada el 16 de mayo de
2017)
[294] Véase SOCOR, Vladimir. “Creeping putsch in Eastern Moldova”, RFE/RL, Research
Report, 17 de enero de 1992, pp. 8-13.
[296] Véase SOCOR, Vladimir. “Moldova´s Dniester ulcer”, RFE/RL, Research Report, 1
de enero de 1993, pp. 12-16.
[299] Véanse los informes del Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI) de
los años 1993 y 1994; igualmente SOCOR, Vladimir. “Russian forces in Moldova”, RFE/RL,
Research Report, 28 de agosto de 1992, pp. 38-43.
[300] SOCOR, Vladimir. “Russia´s Army in Moldova: there to stay?, RFE/RL, Research
Report, 18 de junio de 1993, p. 49.
[304] GABANYI, Anneli Ute. “Moldova between Russia, Romania and the Ukraine”,
Aussenpolitik, nº 1, 1993, p. 106.
[305] Entrevista a Petre Roman, Primer Ministro de Rumanía tras la caída de Ceaucescu,
Diario 16, 12 de junio de 1992, p. 16.
[307] “Ucrania acoge a miles de refugiados huidos del Transdniester moldavo”, ABC, 30 de
junio de 1992, p. 36.
[312] Véase CROW, Suzanne. “Russian moderates walk a tightrope on Moldova”, RFE/RL,
Research Report, 15 de mayo de 1992, pp. 9-12.
[314] Véase SIPRI Yearbook 1993, Major Armed Conflicts, pp. 100-103.
[315] Los términos del Acuerdo pueden consultarse en CSCE Communication, nº 281, 16 de
septiembre de 1992, pp. 7-10.
[316] Hay un buen número de análisis al respecto. Véanse DE NEVERS, Renée. “Russia´s
strategic renovation”, Adelphi Paper, nº 289, julio de 1994, pp.5-7; FOYE, Stephen.
“Updating Russian civil-military relations”, RFE/RL, Research Report, 19 de diciembre de
1993, pp. 44-50; CROW, Suzanne. “The making of Foreign Policy in Russia under ELTSIN”,
RFE/RL, Research Report, 1993; KING, Charles. “Moldova and new Bessarabian
questions”, World Today, Vol. 49, nº 7, july 1993, pp. 135-139.
[317] SOCOR, Vladimir. “Isolated Moldova being pulled into Russian orbit”, RFE/RL,
Research Report, 17 de diciembre de 1993, pp. 9-16.
[318] The Military Balance, International Institute for Strategic Studies, London, 1994, p.
96.
[321] Véase HUBER, Konrad. “The CSCE and ethnic conflict in the East”, RFE/RL,
Research Report, 30 de julio de 1993, pp. 30-37.
[323] Ibídem, p. 2.
[325] RODKIEWICZ, Witold (Ed.). Transnistrian Conflict after 20 Years, Centre for Eastern
Studies, Institute for Development and Social Iniciatives Viitorul; Varsovia-Chisinau, 2011,
p. 9.
[331] HILL, William. “Making Istambul a reality: Moldova, Russia and withdrawal from
Transdniestria”, Helsinki Monitor, vol. 13, 2002, p. 134.
[333] Véase al respecto, HERD, Graeme P. “Russia´s Trnsdnistria Policy: Means, Ends and
Great Power Trajectories”, en KANET, Roger (Ed.), Russia. Re-emerging Great Power, New
York: Palgrave&McMillan, 2007, pp. 81-107
[335] Este convulso período, así como el juego de alianzas que propiciaron la posibilidad de
haber refrendado los términos del mencionado Memorándum está muy bien analizado por
HILL, William. Russia, The Near Abroad and the West: Lessons from The Moldova-
Transdniestria Conflict, Baltimore: John Hopkins University Press, 2012.
[336] Véase al respecto, HERD, Graeme P. “Moldova&The Dniester Region, Frozen Present,
Speculative Future?”, Central&Eastern Europe Series 05/07, Surrey: Conflict Studies
Research Center, 2005, pp. 1-18.
[338] Véase el estudio comparativo sobre la política exterior rusa en Moldova y Armenia en
DEL MEDICO, Nicola. A Black Knight in the Eastern Neighbourhood? Russia and EU
Democracy Promotion in Armenia and Moldova, EU Diplomacy Papers 7/2014, Bruges:
Collège d´Europe, 2014.
[339] BRENNAN, Neil. Osce Dynamics in the Frozen Conflict in Moldova, 12 de septiembre
de 2003, OSCE, disponible en http://www.osce.org/moldova/20728?download=true
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[340] El documento era Proposals and Recommendations of the Mediators from the OSCE,
the Russian Federation, and Ukraine with regards to the Transdniestrian settlement,
CIO.GAL/11/04, 13 de febrero de 2004; disponible en
http://www.osce.org/moldova/23585?download=true (Consultada el 4 de julio de 2017)
[341] Véase al respecto, ROJANSKY, Matthew. Prospects for Unfreezing Moldova´s Frozen
Conflict in Transnistria, Congressional Briefing 14 de junio de 2011, Carnegie Endowment
for international Peace; disponible en
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tada el 28 de julio de 2017)
[342] CIOBANU, Ceslav. Frozen and Forgotten Conflicts in the Post-Soviet States; Genesis,
Political Economy and Prospects for Solution, United States Institute of Peace, Richmond;
Virginia State University, 2008.
[347] SIEG, Hans Martin. The EU´s role or absancein Frozen Conflicts in Transnistria and
Caucasus, IV German-Nordic-Baltic Forum (27-28 de septiembre de 2012) Helsinki;
disponible en file:///C:/Users/
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NFLICTS__ IN_TRANSNISTRIA_AND_CAUCASUS.pdf (Consultada el 24 de junio de
2017)
[348] Véase un análisis interesante sobre los problemas y beneficios de una eventual
absorción de Transnistria por parte de Rusia en NARYSHKIN, Albert. “Wil Transnistria be
Russia´s Crimea 2.0?”, Fort Russ News, 12 de septiembre de 2016; disponible en
http://www.fort-russ.com/2016/09/will-transnistria-be-russias-crimea-20.html (Consultada
el 7 de mayo de 2017)
[351] Un excelente resumen con los diversos planes y propuestas negociadoras en torno a
Transnistria es el realizado por WOLFF, Stephen. A resolvable Frozen Conflict? The
Domestic and International Politics of Self-Determination in Moldova and Transnistria; vol.
26 Issue Brief, ECMI, 2011; disponible en https://lisd.
princeton.edu/sites/lisd/files/wolff_frozenconflict.pdf (Consultada el 18 de julio de 2017)
[353] HILL, William. “Making Istambul a reality: Moldova, Russia and Withdrawal from
Transnistria”, Helsinki Monitor, 2/2002, pp. 129-145.
[356] Imprescindible al respecto, MEISTER, Stefan. A New Start for Russian-EU Security
Policy? The Weimar Triangle, Russia´s and the EU´s Eastern Neighbourhood, Berlín:
Stiftung Genshagen, 2011; disponible en http://www.robert-
schuman.eu/en/doc/actualites/genshagener-papiere-2011-7-eng.pdf (Consultada el 28 de
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[357] Véase, GRUND, Manfred; SIEG, Hans Martin; WESEMANN, Kristin. Transnistria
and the Future SecurityArchitecture in Europe, Kas International Report, 9 de octubre de
2011; disponible en http://www. kas.de/wf/doc/kas_28726-544-2-30.pdf?110908154525
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[358] Véase BOBICK, Michael. “Profits of Disorder: images of the Transnistrian Moldovan
Republic”, Global Crime, nº 12/4, pp. 239-265.
[362] COYLE, James. Russia´s Border Wars and frozen Conflicts, New York: Palgrave
Macmillan, 2017.
[363] Véase ALLISON, Roy; BLUTH, Christoph. Security Dilemmas in Russia and Eurasia,
London: Royal Institute of International Affairs, 1998.
[364] Las amenazas que suponen para la estabilidad y seguridad regional los diferentes
conflictos congelados en la región han sido denunciadas en diversas ocasiones en foros
internacionales y en Naciones Unidas; véase, por ejemplo, el texto de la intervención del
Ministro de Asuntos Exteriores y para la Integración Europea -Andrei Stratan- ante la
Asamblea General de Naciones Unidas en el inicio del 63 Período de Sesiones, celebrado el
28 de septiembre de 2008; disponible en http://www.un.org/ga/63/generaldebate/
moldova.shtml (Consultada el 10 de junio de 2017)
[365] Véase REMLER, Philip.”Negotiation Gone Bad: Russia, Germany, and Crossed
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http://carnegieeurope.eu/2013/08/21/negotiation-gone-bad-russia-germany-and-crossed-
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[367] Tesis sostenida por WOLFF, Stefan. Guarantee Options for a Settlement of the
Conflicto ver Transnistria, ECMI Working Paper nº 51, noviembre 2011,
Flensburg:European Centre for Minority Issues; disponible en
https://www.files.ethz.ch/isn/140728/working_paper_51.pdf (Consultada el 3 de junio de
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[368] GAUB, Florence y POPESCU, Nicu. The EU Neighbours 1995-2015: Shades of Grey,
Chaillot Paper, nº 136, diciembre de 2015, Institute for Security Studies-European Union, p.
64.
[369] Véase “Moldova´s Jailed Former Prime Minister Ends Hunger Strike after 20 days”,
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[370] TIMUS, Natalia. “A Democratic and European Stern test for Moldovan Political Elite”,
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disponible en https:// whogoverns.eu/a-democratic-and-european-stern-test-for-moldovan-
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[371] SHAPOVALOVA, Natalia; BOONSTRA, Jos. “The European Union: From Ignorance
to a Privileged Partnership with Moldova”, en KOSIENKOWSKI, Marcin (ed.) Moldova.
Arena of International Influences, Plymouth: Lexington Books, 2012, pp. 51-76
[372] Al respecto resulta de interés las conclusiones obtenidas por STRAT, Iona. The
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Soviet Space, tesis doctoral Universidad Cluj-Napoca, 2011; disponible en
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[374] Hay una tesis doctoral muy ilustrativa sobre la evolución diferenciada en este proceso
de transición paralelo entre Moldova y transnistria. Véase CHAMBERLAIN-CREANGA,
Rebecca. Cementing Modernisation: Transnational Market, Language and Labour Tension
in A Post-Soviet Factory in Moldova, The London School of Economics and Political
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[375] Véase al respecto, SIEG, Hans Martin. The EU´s role or absence in “Frozen Conflicts”
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[377] “Declaración Ministerial sobre las negociaciones en el formato 5+2 acerca del proceso
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[378] Véase POPESCU, Nicu y LITRA, Leonid. Transnistria: A bottom-up Solution, Policy
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[379] TUDOROIU, Theodor. “The European Union, Russia, and the future of the
Transnistrian Frozen Conflict”, East European politics and Societies, nº 26/1, 2012, pp. 135-
161.
[384] Véase al respecto POPESCU, Nicu y WILSON, Andrew. Turning Presence into Power:
The EU in its Eastern Neighbourhood, European Council on Foreign Relations, 9 de mayo
de 2011; disponible en http://
www.ecfr.eu/publications/summary/turning_presence_into_power_the_eu_in_its_eastern_n
eighbourhood (Consultada el 2 de agosto de 2011)
[385] Ibídem.
[387] Véase MAKARYCHEV, Andrey. “Moldova: A Success Story within the EU Eastern
Partnership?”, Ponars Eurasia, 2 de noviembre de 2012; disponible en
http://www.ponarseurasia.org/article/moldova-success-story-within-eu-eastern-partnership
(Consultada el 26 de junio de 2017)
[388] Véanse al respecto, SOCOR, Vladimir. “Moldovan Sovereignty and Gagauz
Autonomy: A Balance Vulnerable to Moscows Mischief, The Jamestown Foundation, 29 de
julio de 2013; disponible en https:// jamestown.org/program/moldovan-sovereignty-and-
gagauz-autonomy-a-balance-vulnerable-to-moscows-mischief/ (Consultada el 25 de julio de
2017); RINNA, Tony. “Moldova, the UE and Gagauzia Issue”, New Eastern Europe, 14 de
febrero de 2014; disponible en http://neweasterneurope.eu/interviews/1097-moldova-the-eu-
and-the-gagauzia-issue (Consultada el 22 de junio de 2017)
[389] Son las tesis sostenidas por los teóricos que apoyan la línea política exterior de Rusia
en su extranjero próximo; DEVYATKOV, Andrey. “The Transnistrian Conflict: A
Destabilizing Status Quo?-Analysis”, Eurasia Review, Foreign Policy Research Institute, 18
de julio de 2017; disponible en http://www.eurasiareview.com/18072017-the-transnistrian-
conflict-a-destabilizing-status-quo-analysis/ (Consultada el 29 de julio de 2017)
[391] CURANOVIC, Alicja. The Religious Factor in Russia´s Foreign Policy, Oxford:
Routledge, 2012, p. 134.
[393] JASUTIS, Grazvydas. “Human Security Dimension Across the Frozen Conflicts in the
Post-Soviet Space, East European security research Initiative, agosto de 2016; disponible en
http://eesri.org/wp-content/ uploads/2016/08/2016-08-Human-Security-across-Frozen-
Conflicts-in-Post-Soviet-Space-EESRI-PB-ENG. pdf, p. 2 (Consultada el 30 de julio de
2017)
[394] Véase IVAN, Paul. “Transnistria-Where to?”, European Policy Centre, 13 de marzo de
2014; disponible en
http://www.epc.eu/pub_details.php?cat_id=3&pub_id=4257&year=2014 (Consultada el 30
de julio de 2017)
[395] Véase FISHER, Alexander.” Moldova and Ukraine: Diverging Neighbors”, Foreign
Policy Research Institute, 28 de febrero de 2017; disponible en
https://www.fpri.org/?s=moldova+and+ukraine (Consultada el 13 de julio de 2017)
[396] MILLER, Chris. “What will Moldovan Politics look like in 2017?”, Moldova Monthly,
Foreign Policy Research Insitute, 25 de enero de 2017; disponible en
https://www.fpri.org/article/2017/01/will-moldovan-politics-look-like-2017/ (Consultada el
13 de julio de 2017)
[397] Véase WOLFF, Stefan. The Transnistrian Issue: Moving Beyond the Status-Quo,
European Parlament, Directorate General for External Policies, 2012; disponible en
http://www.europarl.europa.eu/RegData/ etudes/etudes/join/2012/457135/EXPO-
AFET_ET(2012)457135_EN.pdf (Consultada el 3 de julio de 2017)
[398] Por ejemplo, el presente análisis así lo demuestra, POPESCU, Nicu. EU Foreign Policy
and Post-Soviet Conflicts: Stealth Intervention, Oxford: Routledge, 2010.
[399] Tesis sostenida por INAYEH, Alina y PANAINTE, Sergiu. “The EU and Moldova:
How to liberate a Captured State”, The German Marshall Fund of the United States, Bucarest,
16 de junio de 2015; disponible en http://www.gmfus.org/blog/2015/06/16/eu-and-moldova-
how-liberate-captured-state (Consultada el 17 de julio de 2017)
[402] Las diferentes dimensiones del conflicto y la estrategia fallida de las 3D han sido
analizadas por CIUREA, Cornel. Frozen Conflict in Moldova and Trans-Dniester. Will the
Countries come to an Agreement? And what is the Price of this Agreement?, Conference
material Frozen conflicts: solution perspectives, dynamics and consequences, Centre for
Geopolitical Studies, Vilnius, 2007; disponible en file:///C:/Users/
TOSHIBA/Desktop/frozen%20conflict/[en]konferencijos_medziaga.pdf (Consultada el 3 de
agosto de 2017)
[405] Análisis muy reciente de DEVYATKOV, Andrei. “Russia and Transnistria in a patrón-
client relationship”, LACT (Laboratoru Pentru Analiza Conflictului Transnistrean),
Universidad de Sibiu, 17 de abril de 2017; disponible en
http://www.lact.ro/2017/04/17/andrey-devyatkov-russia-and-transnistria-in-a-patron-client-
relationship/ (consultada el 6 de agosto de 2017)
[406] Véase BEYER, John y WOLFF, Stefan. “Linkage and Leverage effects on Moldova´s
Transnistria Problem”, East European Politics, vol. 32 (3) 2016, pp. 335-354.
[407] Véanse al respecto los trabajos de CEBAN, Ecaterina. “The Role of Political Parties in
Harminization of Interethnic Relations (Case of the Republic of Moldova)” y BENCIC,
Aurora y HODOR, Teodor Ioan. “Transdniestria. Ethnic Conflicto or Geopolitical Interests,
en BRIE, Mircea, HORGA, Ioan y SIPOS, Sorin (eds.) Ethnicity, Confession and
Intercultural Dialogue at The European Union Eastern Border, Debrecen: IERS, 2011; pp.
417-433 y pp. 403-416.
[408] Véase Torture and Ill-Treatment in Moldova, Including Transnistria: Shared Problems,
Evaded Responsability, FIDH-Promo-LEX, Chisinau, 2012. Disponible en
file:///C:/Users/TOSHIBA/Desktop/moldova_transnistria_report.pdf (Consultada el 17 de
julio de 2017)
[409] BOGUTCAIA, Galina. “The European Union as an actor in the shared neighbourhood:
A view from Moldova”, en MILARDOVIC, PAUKOVIC y VIDOVIC (eds.) Globalization
of Politics, Zagreb: CPI, 2008, p. 141.
[411] CALUS, Kamil. “The Ukranian Crisis: A new Context for a Transnistrian Settlement”,
Turkish Policy Quarterly, invierno 2014, pp. 71-79; disponible en
http://turkishpolicy.com/Files/ArticlePDF/the-ukrainian-crisis-a-new-context-for-a-
transnistrian-settlement-fall-2014-en.pdf (Consultada el 2 de agosto de 2017)