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“Entre á nimas y fantasmas”

ENTRE ÁNIMAS Y FANTASMAS

Iván Vera-Pinto Soto

(2011)

PERSONAJES:

ACTOR
ACTRIZ 1
ACTRIZ 2

(En esta historia, los tres protagonistas se desdoblan en varios personajes; para
ello, usan algunos elementos de vestuario y utilería simbólica. La precaria
escenografía está compuesta de dos ataúdes negros y un piano. La apariencia de
los protagonistas se enmarca dentro una estética gótica. Al comenzar la acción,
todo está oscuro. Se escuchan ruidos extraños. Un cenital ilumina al actor que
representa un hombre de pueblo que mira aterrado al vacío).

HOMBRE: (Grita) ¡Dios mío!... ¡Ese camión perdió el control!... ¡Nos va


chocar!... ¡Noooo!...

(Se escucha el sonido violento del choque de dos camiones. El hombre cae
estrepitosamente al piso. Pausa. Se levanta con dificultad y mira a su alrededor).

HOMBRE: ¡Qué horrible! Este hombre está completamente destrozado… Le


cayó la cabina encima… Y esa muchacha está muy mal herida…

(Transición. Su actitud ahora es serena).

HOMBRE: Aquella noche enfilamos por lo que era el antiguo camino de


Azapa. Nada hacía pensar lo que ocurriría. Yo iba al volante con dos personas
más en la cabina; atrás, entre otros pasajeros, iba una joven que subía al
santuario de Las Peñas para casarse.

(El hombre va hacia un ataúd y extrae una vela y fósforos. Prende la vela y la
posa sobre la tapa del mismo ataúd. Se queda un breve instante en una actitud de
recogimiento. Luego se levanta e inicia el soliloquio).

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“Entre á nimas y fantasmas”

HOMBRE: Cuenta la leyenda que los fantasmas son los espectros de las
personas ya muertas que han dejado asuntos pendientes en el mundo, y por eso
no dan paso hacia el más allá. También dicen que los fantasmas  no suelen
tener idea de que están muertos, pues al momento mismo de darse cuenta cesan
las apariciones y casi todo vuelve a la normalidad.

(Por el foro, en penumbra, se desplaza la actriz 1 que emite una voz lastimera.
Viste con algunos elementos simbólicos de novia. Unas luces cruzan la escena,
dando la sensación de automóviles en la carretera. La actriz 2 representa a una
mujer de pueblo).

LUGAREÑA: Lo que vi en la noche fue a una joven, vestida toda de blanco…


Ahí estaba parada. De repente, apareció un auto y se detuvo para llevarla a
Arica, pero ella no se subió…Después vino otro auto y tampoco se subió…y
después otro… En este último, la novia subió y se fue. Varias personas por
muchos años la han visto. Yo la vi una sola vez no más; me dio miedo y me
entré para mi casa.

(Vuelven a cruzar las luces de los autos. Una contraluz ilumina la espalda de la
novia).

NOVIA: Cuando era niña, me quedaba muchas horas en la noche observando


el manto estrellado que abrigaba mi ancestral valle. De vez en cuando, veía caer
una estrella fugaz y me preguntaba a qué lugar del infinito iría a parar esa
verde estela de polvo. Para mí, era un misterio que aún no tenía explicación. En
esa época, lo único que hacía era atesorarla en mi corazón, porque pensaba que
era el espíritu de alguien que logró dar amor a los suyos. Creo que la vida es
así, como una estrella fugaz. Un efímero resplandor que ilumina la totalidad del
cielo durante una mínima fracción de segundo, y luego el silencio final.

(Se enciende un cenital. El actor representa a un cura y está sentado en una silla.
La actriz 1 se dirige hacia él y se arrodilla. Se escucha el sonido distorsionado de
la “Marcha Nupcial”).

CURA: Hija, ¿por qué vienes a mí?

(La novia huele de manera notoria).

CURA: ¿Qué te pasa hija?

NOVIA: Este confesionario huele a calzón de beata frígida.

CURA: Hija, no digas malas palabras…Vamos, te escucho.

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“Entre á nimas y fantasmas”

NOVIA: Padre, debo revelarle un terrible dolor que tengo aquí en mi corazón.

CURA: Soy todo oídos.

NOVIA: La gente comenta que aparezco en la carretera, y provoco muchos


accidentes y muertes de inocentes. 

CURA: No, hija, la gente está equivocada. Las tragedias carreteras ocurren
porque los conductores son unos imprudentes; andan borrachos; no respetan
las señalizaciones; son unos verdaderos asesinos al volante. Hija, por favor, no
te culpes de los crímenes de otros.

NOVIA: Tal vez la realidad sea como usted dice... Pero, sepa que, a
consecuencia de esas muertes, me han inventado una leyenda horrorosa;
fantasean que soy la siniestra novia de Azapa. Eso me da mucha pena y rabia, a
la vez. Hay, incluso, algunas personas que intentan comunicarse conmigo para
solucionar sus problemas terrenales.

CURA: El querer comunicarse con los muertos es una práctica ocultista. En


realidad es la comunicación directa con el demonio. La Biblia nos dice: “el
hombre o la mujer que evocare espíritus de muertos o se entregare a la
adivinación, ha de morir; serán apedreados; su sangre será sobre ellos”…

NOVIA: Padre, pero hay mucha gente que cree en eso.

CURA: Eso es cuento para tontos y gente inculta. Solamente los individuos con
taras y deficiencias psicológicas, afectados por depresión, histerias o
esquizofrenias, pueden pensar en esas falsas y pretendidas revelaciones que un
muerto habla. 

NOVIA: Padre, debo decirle que no puedo evitar sentir furia contra aquellos
que se aprovechan de mi tragedia y de tantos otros muertos.

CURA: Hay gente de mala fe que a los muertos los convierten en fantasmas
para lucrarse con la credulidad de las personas. Los fantasmas son un recurso
tan viejo como el teatro.

NOVIA: Existe una ralea de personajes que ganan buenos dividendos a costa
nuestra. Entre ellos están: espiritistas, brujos, directores de películas,
productores de televisión…

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“Entre á nimas y fantasmas”

CURA: Eso de brujas y de médium no son temas espirituales. Todos esos


individuos son estafadores que le roban a la gente los pocos dineros que tienen.
Se valen de la crisis que vive el país; crisis también de fe, de cultura, de
principios, de economía, de valores, de trabajo, de todo. Es descabellado ver
algunas personas que, en lugar de ir a psicólogos o a la iglesia, prefieren
acercarse a brujos y médiums, a gentes sin fe.

NOVIA: A mí me parece que todos esos sujetos son unos verdaderos “cafiches”
de la muerte.

CURA: (Alarmado) Hija, no seas grosera en la iglesia.

NOVIA: Perdone, padre… Pero, le confieso que mi ira no es exclusivamente


contra ellos…

CURA: ¿Cómo?

NOVIA: Verá…No sé si sea pecado lo que le voy a decir, pero no lo voy a


ocultar…

CURA: Dime, con toda confianza, ¿qué más te ocurre?

NOVIA: Padre, usted sabe, soy devota de la virgen de Las Peñas; sin embargo,
no puedo admitir que Dios haya sido tan cruel conmigo. Tengo un hondo dolor
y - perdone mi franqueza - tengo un odio enconado contra la decisión del
Señor. ¿Por qué me hizo infeliz?

CURA: Hija, tienes que entender que fue la voluntad de Dios. Tú terminaste tu
labor en la tierra, y el señor te necesitaba más en su reino. No debes sentir
rencor por su decisión.

NOVIA: (Exasperada) ¡No diga eso! ¡Es falso! ¡Dios es cruel! ¡Jamás pensó en
mí y en mi novio! ¡Jamás pensó en el amor!

CURA: (Irritado) ¡Blasfema!... ¡La ira de Dios va caer sobre ti! (Le da una
bofetada en la cara).

NOVIA: ¡Mierda!

(La mujer solloza. Pausa. Se enciende un cenital y canta el bolero “Nuestro


Juramento”, de Julio Jaramillo. La actriz 2 le acompaña en el piano).

No puedo verte triste, porque me mata.

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“Entre á nimas y fantasmas”

Tu carita de pena; mi dulce amor.


Me duele tanto el llanto que tú derramas
que se llena de angustia mi corazón.

Yo sufro lo indecible si tú entristeces.


No quiero que la duda te haga llorar.
Hemos jurado amarnos hasta la muerte
Y si los muertos aman,
después de muertos amarnos más.

Si yo muero primero, es tu promesa,


sobre mi cadáver dejar caer.
Todo el llanto que brote de tu tristeza
y que todos se enteren de tu querer.

Si tú mueres primero, yo te prometo,


escribiré la historia de nuestro amor
con toda el alma llena de sentimiento.

La escribiré con sangre,


con tinta sangre del corazón.

(La luz en resistencia. Al instante, se escucha el sonido estruendoso de un


descarrilamiento de tren. Se enciende un cenital en el área del piano. La actriz 2
luce algún elemento que simbolice a la muerte).

MUERTE: Que te llamen para un accidente ferroviario en el desierto más


infecundo del planeta es un caso especial para mí. Sé que no es muy agradable
ver a las personas desfiguradas entre hierros, pero tenía que estar ahí, porque
esa es mi labor. Presenciar un suceso como ése tiene para mí un sabor
nostálgico.

(Se enciende otro cenital. La actriz 1 representa a una periodista).

PERIODISTA: Fuentes policiales consultadas indicaron que, aparentemente, la


locomotora número 104, con 30 carros planos y bodegas cargadas de salitre, en
el tramo de Montevideo a Estación Central, en una curva muy cerrada y con un
declive muy pronunciado, se le cortaron los frenos adquiriendo una velocidad
endemoniada que provocó el descarrilamiento del tren y el fallecimiento de
todo el personal compuesto por siete personas.

(Se enciende otro cenital sobre el actor que representa al ferroviario y se escucha
una música suave de velorio).

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“Entre á nimas y fantasmas”

FERROVIARIO: Habitualmente, la vida y la muerte se confunden en un solo


silencio de extraña naturaleza. Cuando ya no queda ningún recuerdo, ningún
objeto, ni siquiera las estrellas que te acompañaban en las sombras, en aquel
momento descubres que la arena del desierto invade hasta tu último rincón
para decirnos que todo acabó… No hay miedo más intenso que la propia
existencia sin forma, que el olvido de uno mismo, que la percepción absoluta
nos deje sin nombre y sin espacio… ¿Qué quedará de ese camino recorrido si
talamos los troncos de los árboles, si apartamos la mirada de la belleza, si
ignoramos las ropas que nos han protegido, si lanzamos a la hoguera del tiempo
nuestros viejos sueños?

(Se desplaza y observa su ataúd y las mujeres que están alrededor del mismo).

FERROVIARIO: Es muy extraño ver su propio velorio. Observar cómo la


gente habla de uno cuando ya no existe.

(Las dos actrices representan a mujeres que se encuentran en un velorio. Hablan


con fingida pena).

SEÑORA 1: ¿Qué pasó?

SEÑORA 2: No. Nada. Sólo un imprevisto de última hora… Mi tío murió.

SEÑORA 1: ¡Qué lata!

SEÑORA 2: Sí. Es lamentable... Esta situación no estaba programada.

SEÑORA 1: ¡Resignación!

SEÑORA 2: Algún día lo volveré a ver.

SEÑORA 1: ¡Y era tan bueno!

SEÑORA 2: ¡Era un santo!

FERROVIARIO: (Ríe) Al final no hay muerto malo, aunque en su vida uno


haya sido un cabrón.

SEÑORA 2: ¡No somos nada!

FERROVIARIO: (Ríe) ¿Qué mierda quieren decir? Parece que a esa mujer le
bajó el existencialismo en mi velorio.

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“Entre á nimas y fantasmas”

SEÑORA 1: ¡A todos nos llega el momento, a todos!

FERROVIARIO: (Responde a la mujer) Sí, pues. A todos nos llega la muerte.


¿Acaso te crees el retrato de Dorian Grey?… ¡Qué imbécil!... Pretende ser
profeta.

SEÑORA 2: ¡Ya está con Dios!

SEÑORA 1: ¡Qué Dios lo acoja en su seno!

FERROVIARIO: ¡Sepan ustedes que yo no estoy con Dios ni con el diablo!


Estoy solo en mi cajón.

SEÑORA 2: ¡Pero, es increíble, se está muriendo gente que no se había muerto


nunca!

SEÑORA 1: ¡Al final, no va a quedar ni uno!

SEÑORA 2: ¡Cómo es posible si ayer no más lo vi!...

SEÑORA 1: ¡Yo conocía tanto a don Eulogio!

FERROVIARIO: ¿Así que usted me conocía mucho, no? … A ver, dígame


¿qué equipo de fútbol me gustaba?... ¿Cuál era mi canción predilecta? …¿Cuál
era mi comida favorita?... ¿Cuál fue mi primer “polvo” que tuve en mi vida?...
La verdad que no sabe nada de mí… (Aparte) Metido ahí en el cajón me di
cuenta cuáles eran las personas que realmente me querían en serio. Sin duda,
eran aquellas que podían acercarse al ataúd y tomarme la mano; sonreírme con
una complicidad como si me dijeran “nos veremos pronto”; son los que te
acarician las mejillas frías y te miran en silencio, acomodándote, extrañamente,
el cabello. No son esos que dicen “gracias por venir”, como si el velorio fuera un
espectáculo. Aún recuerdo mi velatorio. ¡Cómo lloraban!...Parecía que a todos
les hubiera dado alergia. Tal vez los culpables de esa reacción fueron esos
horribles gladiolos que había al pie de mi ataúd…Los que debían cumplir con
sus amistades reían, charlaban, hacían chistes y contaban en secreto chismes de
mí... Entre tanto, mis familiares rezaban o no hacían nada.

(La actriz 1 cambia de personaje; ahora es una plañidera. Se arrodilla y golpea el


pecho. Llora de manera histriónica. Paralelamente, la actriz 2, adopta la actitud
de otro personaje. Mujer 1 saca de un ataúd una corona y la coloca en el féretro
del ferroviario. Después trae una jarra con agua y una flor. Extrae de unos de los

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“Entre á nimas y fantasmas”

ataúdes un frasco de desodorante ambiental y rocía el ambiente. Finalmente,


desde un féretro saca un termo y una taza. Sirve café).

PLANIDERA: (Reza) ¡Ruega por nosotros!... ¡Ruega por nosotros!..

Dios te salve María, 


llena eres de gracia 
El Señor es contigo, 
bendita tu eres entre todas las mujeres, 
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María Madre de Dios, 
ruega por nosotros pecadores, 
ahora y en la hora de nuestra muerte, 
Amén.

(Contornea su cuerpo de la misma manera que una mujer poseída por una fuerza
maligna).

FERROVIARIO: (Burlón) ¡Qué miedo!... Esta mujer parece que está poseída
por el demonio (Ríe)… ¡Dios mío! ¡Se le dan vuelta los ojos! Parece ánima en
pena. Estoy seguro que todos los que están en el velorio van a tener pesadillas
esta noche.

MUJER 1: Señora, tómese un cafecito que le va a venir bien…

(Le ofrece un café a la actriz 2 que representa a otra mujer. Se lo bebe de un solo
sorbo y le da una arcada).

FERROVIARIO: ¿Le va a venir bien? ¿Para qué?... para la gastritis. Ese café
que sirven es de calcetines.

SEÑORA 2: Tenemos que decidir qué epitafio le vamos a colocar en su lápida


al querido tío Eulogio.

(Saca de un ataúd unas placas escritas y las lee una por una. El ferroviario
observa con actitud crítica).

SEÑORA 1: A ver qué te parecen estos: “Estoy aquí en contra de mi


voluntad”... “Perdónenme que no me levante”… “Ven, cariñito mío. Aquí está
tu papi”…”Te espero allá en el cielo, corazón”… “Voy y vuelvo”…”No tengo
más que decir”…

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“Entre á nimas y fantasmas”

FERROVIARIO: (Enojado) Son ridículos esos epitafios… Es mejor que diga:


“Murió como nació, amando sus trenes”…

SEÑORA 2: Se me ocurre que al tío Eulogio, le gustaría que escribieran en su


lápida: “Murió como nació, amando sus trenes”… Creo que esa frase está
mejor…

(Una de las mujeres trae una caja grande. Ambas buscan, entre muchas fotos,
una del difunto. Antes de finalizar el diálogo siguiente, colocan la imagen en un
porta retrato sobre el ataúd del ferroviario).

FERROVIARIO: La patética ceremonia de mi funeral continuó con el llanto de


una sobrina menor que estaba ubicada en un rincón del salón. Repentinamente,
a la muchacha le dio un ataque histérico, con hipos, mocos y jadeos, lo que
obligó a algunas vecinas a sacarla del lugar y llevarla a reposar a otro sitio. Ahí
mismo, le dieron para que bebiera “Agua del Carmen” y la consolaron.
Mientras tanto, otras señoras se ocuparon de los parientes más cercanos,
contagiados también por la crisis emocional. El ambiente era lacrimógeno;
parecía un bar de “mala muerte”. De pronto, aparecieron unos primos de
segundo grado que en mi puta vida los había visto, y comenzaron hablar de sus
éxitos en la vida, de sus mujeres y de sus autos… ¿Y el muerto? … La verdad
que en ese momento nadie se acordó de mí… Pasé irremediablemente a un
tercer plano. Me convertí en casi una mera decoración del lugar… Por lo
demás, no tenía ninguna escapatoria, puesto que estaba muerto; así que con
paciencia tuve que soportar toda esa morbosa escena, envuelto, además, en esa
horrorosa mortaja, con esos tules que no sé de dónde salieron y unas tremendas
coronas que equivalían a los egos de quienes las enviaron… Es habitual que al
muerto se le encajona, se le acristala, se le tapa, se le camufla con flores y
olores. La verdad es que a los muertos no nos interesa cómo son nuestros
funerales. Las exequias suntuosas sirven para satisfacer la vanidad de los
vivos…Hasta que llegó el momento de cerrar el cajón. ¡Por fin! –Exclamé
satisfecho– ¡Se terminó el show!... Rápidamente se desenfundaron los pañuelos,
y todos se alejaron para un costado. Por supuesto, igual le tenían algo de miedo
al muerto. A la postre, vinieron unos fortachones que cargaron mi cajón, como
si pesara menos que una bolsa de palomitas. De ahí, derechito me encaminaron
al cementerio…

(Las dos mujeres levantan sin dificultad el ataúd y lo trasladan a otra área).

FERROVIARIO: Y como es habitual, comenzaron los melodramáticos


discursos…

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SEÑORA 1: (Retórica y llorosa)  El dolor nos rompe el corazón, pero las manos
solidarias nos unen. Con las fuerzas de todos unidos, juntemos nuestras voces…

(Se quiebra teatralmente. El hombre le tapa con su mano la boca a la mujer).

FERROVIARIO: ¡Ya, basta!... ¡Para qué lloran tanto!... Al final, la muerte es


algo fácil; la vida es mucho más difícil.

(Prende un cigarro. Lo aspira; bota una bocanada de humo y luego lo apaga en el


piso. Acto seguido, relajado, pronuncia su discurso).
 
 
FERROVIARIO: Amigas, amigos y queridos familiares: Hoy parto a la
eternidad; no tengo otra opción que morir como todos. Mi cuerpo se quedará
en ese cajón para siempre. (Pausa) Exijo un minuto más de vida; me niego a
realizar todo el proceso, pero, dolorosamente, mi pasaje es sólo de ida. ¿Es
posible que me den un segundo para seguir en la locura del existir y realizar las
cosas que se han quedado dormidas en mi tintero? (Pausa) ¡No!... Entiendo…
Ya no se puede reclamar ni tampoco retroceder los minuteros del fatídico reloj.
Sería un acto de cobardía de mi parte…Está bien. ¡No importa! Aunque me
sentía realizado con mi vida y mi trabajo, acepto que la hora de mi partida
llegue de esta manera, avisándome que mi cuerpo quedó aplastado entre los
hierros retorcidos de mi querida locomotora, la “negrita”.
Sepan ustedes que desde chico me gustaron los trenes, pero los de palo, de esos
que echan mucho humo y hacen “chucu chucu”… Qué lindo era verlos
maniobrar en la playa. ¡Qué lindos tiempos!... Ustedes me dirán que soy un
viejo chocho, pero me trae recuerdos hermosos de mi padre, mi abuelo y tantos
amigos. Todos nacieron y murieron ferroviarios.
Sé que en pocos días los gusanos invadirán mi nicho, y luego se introducirán en
mi carne, devorando pies, piernas, pene, testículos, glúteos, brazos, tórax,
labios, lengua, hasta mi próstata cancerosa. Por favor, que nadie me vea así. No
abran jamás la ventanita del ataúd. Me parece bien la foto que eligieron; esa
por lo menos disimula la crueldad de mi rostro.
Qué ningún desgraciado se atreva a traficar con mis órganos. No quiero que ni
siquiera mis hemorroides se lo vayan a vender a un paciente rico y desesperado
por seguir viviendo.
Les agradezco a todos la molestia por venir a despedirme. No quiero que
sufran, especialmente mi compañera. Cómo me gustaría bañarme otra vez con
ella en esa tina de aguas cálidas, y tomar nuestra última copa de vino. Y, por
supuesto, ebrios de alegría, hacer el amor hasta al amanecer.
Por favor, devuelvan este ataúd; es muy caro; quedarán endeudados. Es mejor
que me hagan otro más sencillo con las tablas de la casa de mi perro muerto.

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No quiero misa ni que me santigüe el cura. Nada de formalismos cristianos


para morir. Prefiero que toquen mi tango favorito: Pasional.
Quiero que a mi pareja, cuando dejé de existir, la sepulten al lado mío; así,
podemos seguir haciendo el amor, revolviéndonos en nuestros ataúdes. Será un
encuentro amoroso diferente, con juegos eróticos, necrófilos y vampíricos. No
sé si aceptará; en caso contrario, me masturbaré observando su cuerpo helado
y rígido. Prometo esperarla y no engañarla con ninguna túnica blanca, aunque
se muestre “en pelota” ante mis cuencas vacías. Y cuando esté conmigo, no se
les vaya ocurrir a nadie colocar el cajón de un ningún desgraciado a su lado,
porque se puede enamorar de ella. ¡Celoso hasta la muerte!...

(Ríe y luego se pone serio. Se toma con la mano la lengua y la boca).

FERROVIARIO: Ahora siento que la lengua de la muerte lame mis ínfimos


hilillos de saliva, mezcladas con la oscura sangre que desciende de las
comisuras de mis labios. Al fin llegó la inminente muerte de mi razón…
¿Después de esto habrá libertad?... ¿Veré a Dios?... No lo sé… Eso es un
misterio aún para mí…
A mis amigos y seres queridos sólo me resta decirles algo que creo que es
importante: el tiempo pasa inexorablemente, pero sólo lo hace sobre lo
material, sobre los cuerpos; no dejen que lo sea inexorable dentro de ustedes,
sus corazones y en sus mentes.
Creo es mejor que calle, porque si no dirán que hasta muerto hablé
demasiado… Como dijo Gardel, no les digo adiós, sino hasta siempre, amigas y
amigos…

(Aplaude. Se mete en el ataúd y cierra la tapa. Se escucha el estribillo de la


“Marcha Fúnebre”. Vuelve abrir la tapa, saca su cabeza y sigue su diálogo).

FEROVIARIO: En este momento, escucho el ruido de las herramientas de los


albañiles tapando el nicho; les juro que es para morir en el acto. Ahora mi vida,
o lo que fue mi vida, se extingue en un cerrar de ojos. Mis esfuerzos por ser
alguien en la vida, mis cuarenta años de trabajo en ferrocarriles, mis logros, los
días cuidando a mi familia y todo se enterrarán definitivamente en esa oscura
bóveda. Después vendrán los abrazos de despedida, las promesas de verse más
seguido y las palabras de buena crianza. Mientras tanto, yo me quedo solo.
Trataré de acostumbrarme a mi nueva casa.

(Proyecta su vista hacia el fondo de la escena).

FERROVIARIO: El nicho es realmente feo y muy oscuro. No tiene ninguna


ventana para mirar, aunque sea para el patio; pero no puedo reclamar a nadie.
Ahí deberé permanecer a perpetuidad… (Mira al cielo). Cayó la noche y los

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presentes se retiran presurosos y convencidos que están lejos, muy lejos de lo


que le pasó a este humilde ferroviario.

(La luz en resistencia. Vuelve lentamente la luz. El actor y actriz 2 introducen en


el ataúd el cuerpo de la actriz 1 que representa a la novia. La actriz 2 vuelve a
caracterizar a la muerte y el actor a un viejo. Cierran la tapa del cajón, pero la
novia la abre rápidamente).

NOVIA: Esperen. Antes de irme de este mundo, quiero que sepan algunas
verdades.

MUERTE: Mejor no hables. Todo lo que digas puede ser usado en tu contra.

NOVIA: (Decidida) ¡No! Estoy dispuesta a decirlo todo y sin abogado presente.

MUERTE: Está bien, si tú lo quieres así. Entonces que quedé todo por escrito,
porque las palabras y las promesas de amor se las lleva el río.

VIEJO: (Le corrige) El viento.

MUERTE: Da lo mismo. El río o el viento se llevan siempre todo. Espera.

(Va hacia un ataúd y saca un papel y lápiz. Regresa).

MUERTE: Habla. Tomaré nota de tu declaración.

NOVIA: Quiero denunciar a todos los negociantes de la muerte.

MUERTE: Esa afirmación es muy fuerte. Saldrá en primera plana.

NOVIA: No hagas comentarios. Escribe, no más y luego reviso. No quiero que


después me saquen de contexto…Sigo… Con la muerte todos ganan: la
funeraria, la prensa, la florería, el cementerio y hasta la banda de músicos.

VIEJO: Espera, te faltó mencionar a la iglesia. Ella es la que siempre gana la


mejor parte, porque nunca te regala ni un padrenuestro.

NOVIA: Por favor, no ataques a la iglesia, pues desde que llegaron los
españoles, los sacerdotes siempre han sido los que están en las cabeceras de los
agonizantes.

VIEJO: Era lógico, ya que en esos años la iglesia se quedaba con todos los
bienes de los muertitos… ¡No eran nada de tontos los curitas! …Pero no

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“Entre á nimas y fantasmas”

vayamos tan lejos; en nuestros días, cuando alguien se muere, su familia tiene
que contratar los servicios de una capilla, pagar al cura por su misa, cancelar la
interpretación del coro eclesiástico, hasta pasar su billete para que el alma del
difunto no se vaya al purgatorio.

MUERTE: Yo tengo mil ojos y mil oídos…Y me enteré que un Arzobispado


ofreció un servicio funerario completo que incluía ataúd, velorio, funeral,
cremación, y el resguardo de las cenizas dentro de la parroquia más cercana a
la casa del difunto. Todo por una módica suma, pagada en cómodas cuotas
mensuales ¡Qué gente digo yo! ¡Ni siquiera yo cobro por traérmelo a este
mundo!

NOVIA: Esas son habladurías de la prensa amarilla. No lo creo… Sigo con mi


discurso…Quiero que quedé expresamente establecido en mi declaración que
no deseo peleas en mi familia después que me metan al nicho. No tengo nada
que dejarles, ni siquiera mi vestido de novia.

VIEJO: En eso estoy de acuerdo contigo, porque las “peloteras” por una
herencia rara vez se superan.

MUERTE: Siempre aparecen viejas rencillas entre hermanos, reclamos de


haber sido más o menos querido por la finadita.

VIEJO: Hay quienes se quejan porque se preocuparon más del finado, como un
modo de ponerle precio a la atención que brindaron.

NOVIA: Yo no quiero que eso ocurra, porque yo no tengo que agradecer a


nadie por ninguna atención, ni siquiera al enfermero que me trasladó a la
morgue. Mi muerte fue súbita. Fue una buena muerte. Nada más.

MUERTE: No te preocupes, yo me encargaré personalmente que se cumplan


tus últimos deseos. Y – como tú sabes - a mí nadie me puede discutir.

(Le pasa la hoja escrita y un bolígrafo).

MUERTE: Toma. Firma ahí.

NOVIA: (Trata de leer) No leo bien las letras chicas.

MUERTE: Firma, te digo. Y descansa en paz, de una vez.

(Le toma la mano a la novia y la hace firmar).

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“Entre á nimas y fantasmas”

NOVIA: ¡No me cierren la tapa; sufro de claustrofobia!

MUERTE: ¡Chau!... ¡Sueña conmigo eternamente!

(El viejo mete la cabeza a la novia casi obligada en el ataúd y la Muerte cierra la
tapa).

VIEJO: ¡Uuuf! ¡Por fin!

MUERTE: ¡Qué alivio!... Ahora tendré que arreglar otra habitación en ala
derecha de mi casa.

(El hombre mira con tensión a la Muerte. Habla enojado. La mujer responde con
la misma energía).

VIEJO: Eres muy ladrona te quieres quedar con todo lo de la finada. No te


acuerdas que yo fui el que recogió sus brazos y piernas destrozadas.

MUERTE: No te olvides que yo fui quien recogió sus vísceras y sus sesos.

VIEJO: ¿Y quién mantiene en una botella de alcohol su sexo?... ¡Yo, pues!

MUERTE: Pero, yo lavé con el mejor detergente su vestido ensangrentado.

VIEJO: Yo fui el que reconocí su cuerpo mutilado.

MUERTE: ¿Y quién la va cuidar ahora en el otro lado, ah?

VIEJO: Tú tienes una inmensa casa y yo arriendo, ¿cómo nos vamos a repartir
lo mismo?

MUERTE: ¡Yo no necesito sus bienes! Si quieres te puedes quedar con ellos.

VIEJO: ¡Eres una mala hermana!

MUERTE: ¡Yo no soy la hermana de nadie!

VIEJO: ¡Eres una desgraciada!

MUERTE: ¡No sigas o te llevo de las patas!

VIEJO: ¡Ándate a la mierda! ¡No te tengo miedo!

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MUERTE: Está bien. Esta noche vendré por ti.

(Los personajes se insultan con gestos groseros. La novia abre la tapa de su ataúd.
Se detiene la discusión).

NOVIA: Es increíble, pero la gente al salir del cementerio se pelea por el botín.
Y, a veces, ni siquiera es millonario, como una guerra por un anillo.

(Sigue la pelea del viejo y la muerte. Se dicen palabras ininteligibles. La luz en


resistencia. Luego vuelve lentamente la luz normal. En esta nueva escena se
encuentran sentados frente a la mesa-sarcófago, el actor que interpreta a un
escritor ciego y la novia. La actriz 2 continúa caracterizando el personaje de la
Muerte. Observa y pinta la escena en una tela).

ESCRITOR: ¿Cómo te llamas?

NOVIA: Gloria del Rosario… Me dicen Charito.

(La muchacha se acerca al hombre y huele intensamente su boca).

ESCRITOR: ¿Qué hueles?

NOVIA: Su boca.

ESCRITOR: ¿Qué tiene mi boca?

NOVIA: Huele a muerte.

ESCRITOR: Perdón, sufro de halitosis.

(Saca un frasco de spray pequeño y se rocía la boca).

NOVIA: Disculpe, no me di cuenta que usted es ciego.

ESCRITOR: No veo, pero no soy ciego…

NOVIA: ¡Ah!

(No entiende).

ESCRITOR: Charito, ¿Cómo eres?

NOVIA: Soy joven.

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“Entre á nimas y fantasmas”

ESCRITOR: ¿Edad?

NOVIA: 22 años.

ESCRITOR: ¿Cómo eres?

NOVIA: Ya le dije, señor.

FERROVIARIO: Me refiero a tu físico.

NOVIA: Soy de piel trigueña, cabello ondulado, oscuro…

ESCRITOR: (Interesado) Sigue…

NOVIA: Tengo ojos color aceituna.

ESCRITOR: ¿Aceituna? ¿Qué color es ese?

NOVIA: Negro brillante, como las aceitunas de mi pueblo.

ESCRITOR: Espera. No sigas (Le palpa el rostro) Cabello ondulado, piel suave,
ojos color aceituna. Tienes una belleza natural… ¿Por qué has recurrido a mí?

NOVIA: Para que me ayude…Es algo muy grave.

ESCRITOR: Si estás embarazada, no puedo hacer nada. Yo solamente soy un


escritor.

NOVIA: Por eso mismo…Vea…Iré directo al grano…Quiero que escriba otra


historia de mi muerte.

ESCRITOR: No entiendo.

NOVIA: Le explico: Los lugareños dicen que soy un fantasma que aparezco en
la carretera en busca de mi novio, y que mi espíritu no descansará hasta estar
junto a él. Y –añaden - que si alguien siente mi presencia puede ocurrirle algo
muy grave.

ESCRITOR: Cuando joven, pensaba que creer en fantasmas era una


superstición que se alimentaba de la necesidad de vida eterna, y sublimaba una
muerte inaceptable y aborrecible…No obstante, por mis posteriores estudios de
literatura, descubrí que esa creencia es muy antigua; por ejemplo, los griegos

16
“Entre á nimas y fantasmas”

creían que los que morían violentamente, o los que no habían sido enterrados
debidamente, podían volver a la tierra.

MUERTE: Perdonen que me entrometa, pero debo decir que el cuerpo tiene
energía, mucha energía. Einstein, un amigo muy loco que tengo, me decía que
la energía se transporta.

ESCRITOR: Eso es cierto. Hoy en día, en el nuevo estado que habito, puedo
comprender que cuando morimos nuestra energía puede tomar dos rumbos:
quedarse en nuestro cuerpo o salir a otras dimensiones.

NOVIA: Según mi religión, el espíritu se va al cielo cuando obramos bien o al


infierno cuando somos pecadores.

MUERTE: (Sonríe) El único mundo que es real es el mío: el de la muerte; los


otros son meras creencias del hombre.

ESCRITOR: Muchas culturas antiguas pensaban que la muerte no era más


que un momento de transición entre el estado material y el otro estado
posterior, que es estrictamente espiritual y mucho más inmaterial e invisible
para el ojo humano. Igualmente, se tenía en cuenta que el ser humano podía
cambiar de estado, pero que jamás moriría su conciencia.

NOVIA: ¿Es posible que me encuentre en otro estado?

ESCRITOR: Por lo que me cuentas, creo que sí. Eres una energía invisible.
Según los especialistas en estos temas, la energía adopta diferente nombres,
aunque siempre se refiere a la misma esencia espiritual: “Espíritu Santo”,
“Alma”, “Soplo Divino”, “Divina Presencia”, “Chi”, “Ki” o “Prahna”. Puede
desaparecer la materia, pero la energía siempre continuará con su existencia
más allá del soporte físico que ocupó en la vida terrenal.

NOVIA: (Sin comprender) ¿Soy acaso una energía invisible?

ESCRITOR: Charito, te reitero, antes la razón me decía: No existen los


espectros. Esa es una invención del cine y la literatura. Me repetía: No hay
prueba de eso; los videos que hay son un fraude y si vivieran tendrían que
someterse a las leyes físicas del universo. Pensaba que eran simplemente mitos
y bonitos cuentos para niños, como Santa Claus...

NOVIA: ¿Y usted en la anterior vida vio fantasmas?

17
“Entre á nimas y fantasmas”

ESCRITOR: Bueno…Sí…Cuando comencé a perder la vista, mi cerebro no


estaba recibiendo todas las imágenes que antes percibía, y, a veces, veía nuevas
imágenes fantásticas o antiguas imágenes almacenadas en mi cabeza y las
experimentaba como si fueran reales.

NOVIA: No me refiero a esos fantasmas de su vista, sino sobre los cuales habla
la gente.

ESCRITOR: Te explico: De acuerdo a estudios parasicológicos, en muchos


casos, la conciencia de una persona fallecida puede buscar la forma de
permanecer en este mundo material, y así concretar lo que aún tiene por
hacer. Quizás, porque tiene la necesidad de descargarse de algo que no puede
llevarse, pues tiene la sensación o la seguridad de que no le es propio. Según
esta teoría, el mal llamado fantasma es la conciencia que no se ha elevado
todavía, y no ha salido totalmente de este mundo, permaneciendo tal como si
estuviera “entre dos mundos”; es decir el mundo de los espíritus y el mundo
terrenal.

NOVIA: ¿Eso quiere decir que soy un espíritu que está entre dos mundos?

ESCRITOR: Creo que se dan todas las características de esa tipología.

NOVIA: Bueno, si es así, no quiero que la gente me vea como un fantasma que
hace daño. No soy una sombra blanquecina que flota en el aire y que aparece
en las noches de luna, haciendo ruidos con su voz. Es horrible que me
recuerden de esa manera tan tétrica y burda.

ESCRITOR: Comprendo. Pero, ¿qué puedo hacer yo?

NOVIA: Usted como escritor puede estimular la imaginación de los lectores


para que piensen que finalmente encontré a mi amado y vivo feliz, igual que en
los cuentos de hadas.

ESCRITOR: Eso es imposible…

NOVIA: (Se exaspera) ¡Entienda!...No soporto más está desdicha. La gente me


ve por todas partes: en un sendero de España, en la Avenida Kennedy de
Santiago, en una calle desierta de la Paz, Bolivia, o en algún recodo de la
carretera hacia el Valle de Azapa. Claro, me han puesto diferentes nombres.
Por favor, señor, quiero descansar en paz. ¡Ayúdeme!...

18
“Entre á nimas y fantasmas”

ESCRITOR: Comprende, por favor…Las creencias son pensamientos


arraigados en la mente de las personas con una gran fuerza, y gobiernan sus
valores y la forma de ver el mundo.

NOVIA: Sí, pero, los escritores pueden influir en las mentes. Usted puede
utilizar la fuerza de su arte para transformar la manera de pensar de la gente.

ESCRITOR: No se puede transformar las creencias con argumentos lógicos ni


fábulas, sino con demostraciones prácticas que reemplacen esas creencias por
otras más beneficiosas.

NOVIA: (Disgustada) Señor escritor, usted habla muy bonito, pero no me


ayuda en nada... ¿Sabe una cosa?

ESCRITOR: ¿Qué?

NOVIA: ¿Por qué no reconoce que le falta la fuerza mágica de un escritor


talentoso?

ESCRITOR: Es mejor que te hagas asesorar por otro especialista. Yo no puedo


ayudarte. Lo siento.

NOVIA: Yo lo siento mucho más… En todo caso, le dejo mi tarjeta por si


cambia de opinión. No tengo duda; algún día nos encontraremos en la
carretera, señor escritor.

ESCRITOR: Eso no va ser posible. Recuerda que no veo y también estoy


muerto.

(Le deja una tarjeta. La luz en resistencia. Vuelve la luz. Ahora el actor representa
a un joven insano. Imita el sonido de una locomotora).

JOVEN: ¡Uuuuuuuuuuuuu!... ¡Tuuuuuu!

(Con su voz imita el silbato de un tren. Ríe y habla a un personaje imaginario. Se


siente un tren real que se acerca).

JOVEN: ¡Tío, tío! ¡Ahí viene el tren! Lo voy a parar. Tío, me voy a tirar sobre
la línea y no me van a atropellar, porque soy “el máquina”.

(Ríe y se estira en el piso. Se siente el sonido de un tren que frena fuertemente).

JOVEN: Viste, tío, hice parar al tren.

19
“Entre á nimas y fantasmas”

(Vuelve a reír. Saca de su ropa una locomotora de juguete y muñeco que


representa a un hombre vestido de maquinista de tren).

JOVEN: Tío, no te enojes. Tú sabes que me gusta jugar a los trenes. Yo soy de
la estación de “La Puntilla” y los trenes son mis amigos.

(Vuelve a repetir los sonidos del tren).

JOVEN: Todos los tíos maquinistas me conocen. Ellos se ríen de mis locuras…

(Le habla al muñeco).

JOVEN: Tío, ¿estás enojado conmigo? …Tío, ¿me quieres?… ¡Sí! Sé que me
quieres… Tío, no estés tan callado. ¿Cuéntame, por qué te gustaron los trenes?

(Manipula el muñeco e imita la voz del ferroviario).

FERROVIARIO: No sé exactamente por qué motivo en mí nació ese amor por


los trenes. Pero un día sentí una atracción muy grande y me propuse ser un
maquinista

JOVEN: Eso quiero ser yo también.

FERROVIARIO: En 1914, cuando tenía 30 años de edad, entré a trabajar a la


Empresa de Ferrocarril Salitrero. El primer día me convertí en un
“carruncho”.

JOVEN: ¿Carruncho?

FERROVIARIO: Sí, un obrero que pone rieles y durmientes. Le llamaban


durmientes, porque sobre esta madera descansan los trenes; éstas eran
cargadas al hombro por varios obreros y se les ponía unos clavos inmensos a
fuerza de machos. Después me mandaron a limpiar las máquinas con guaipe y
diluyente. Así estuve seis meses.

JOVEN: ¿Y cómo llegaste a ser maquinista, tío?

FERROVIARIO: Espera hombre, no te apures. Después me pusieron a


trabajar como fogonero o ayudante del maquinista. Mi trabajo consistía en
echar carbón, revisar en la sala de maquinas cómo estaba el aceite, el
combustible y el agua.

20
“Entre á nimas y fantasmas”

JOVEN: ¿Y tu máquina hacía “chucu-chucu”?

(Juega con la locomotora de juguete).

FERROVIARIO: Sí, mi máquina hacía “chucu-chucu”. (Ríe) Yo me sentía


orgulloso de ser un "tiznado"…

JOVEN: ¿Qué es un tiznado, tío?

FERROVIARIO: Un tiznado era un ferroviario que andaba lleno de manchas


de carbón.

JOVEN: (Alegre) ¡Quiero ser un tiznado, tío!

FERROVIARIO: Entonces te pintaré la cara con carbón.

(Saca del bolsillo de su pantalón un pedazo de carbón y se pinta la cara. Ríe muy
feliz).

JOVEN: ¡Soy un tiznado!... ¡Soy un tiznado!...

FERROVIARIO: Te cuento que muchas veces estos viejitos se quedaban con


los carbones sobrantes y los vendían o regalaban en casas, restaurantes y hasta
prostíbulos. La plata que sacaban les servía para comprar una Pilsen o una
garrafa de vino.

JOVEN: Tío, convídame una Pilsen, tengo sed.

FERROVIARIO: No, tú no puedes tomar… Bueno, déjame terminar el cuento.

JOVEN: Sigue, tío.

FERROVIARIO: Después de algunos años de trabajo y estudios, me


ascendieron a maquinista.

JOVEN: Tío, yo también quiero ser maquinista y manejar la locomotora así


como tú.

(Imita sonidos de tren. Después detiene el tren)...

JOVEN: ¡Tío, tío! Se me echó a perder la locomotora.

FERROVIARIO: Espera, te la voy arreglar.

21
“Entre á nimas y fantasmas”

(El muñeco hace algunos movimientos para arreglar el tren).

FERROVIARIO: Si quieres ser maquinista, tienes que saber todo de la


“negrita”

JOVEN: ¿La negrita?

FERROVIARIO: Sí, pues, a la máquina hay que tratarla como mujer… ¡Ah!...
Y cuando conduzcas a la “negrita”, tienes que tener siempre mucho cuidado.
No olvides que la vía debe estar despejada.

JOVEN. Sí, tío. Tío, mira… hay gente que está cruzando la vía.

(Sigue jugando con el tren).

FERROVIARIO: ¡Toca la bocina!

(El muchacho hace el sonido de una bocina).

JOVEN: ¡Tuuuuuuuu!

FERROVIARIO: ¡Aprieta la palanca! ¡Aprieta el freno!

JOVEN: ¿Cuál, tío?... ¡Chuta!... ¡Oh!.. Tío, atropellé a un montón de gente.

(La locomotora se descarrila. El joven imita gritos de dolor de gentes. Se asusta).

FERROVIARIO: (Alarmado) Muchacho, tremenda embarrada que hiciste. Vez


que es difícil ser maquinista.

(Joven solloza).

FERROVIARIO: Querido “Máquina”, tranquilo, por favor… En este trabajo


siempre hay accidentes. Muchos de mis compañeros murieron en el tren,
especialmente los palanqueros que trabajaban soltando los carros.

JOVEN: Tío, ¿usted atropelló a gente, así como yo?

FERROVIARIO: Sí. Tuve varios accidentes. Fueron terribles. Cuando me


ocurrieron, no podía dormir muchas noches… Me sentía por largo tiempo con
un sentimiento de culpa, sin ánimo para trabajar y muy nervioso…Los
maquinistas vivimos con la muerte.

22
“Entre á nimas y fantasmas”

(El joven vuelve a tomar la locomotora y la hace andar).

JOVEN: ¡Tío, mire!... Mi tren camina derechito por la línea. Nada lo para…
¡Corre veloz!

FERROVIARIO: Sí. Es un gusano de luz, que arroja chispas y una inmensa


columna de humo.

(Imita sonidos de tren. Acelera los movimientos).

JOVEN: ¡Vamos trencito, corre rápido, como un rayo!… ¡Corre!... Trencito...


Sigue, tenemos que llegar a la estación… ¡Cuidado!... Trencito no vayas a
chocar… ¡Para!... ¡Trencito no puedo dejarte trencito!... ¡Nunca!... Estoy
contigo hasta la muerte… Si tú mueres; también muero… ¡Noooo!... ¡Dios,
santo!... ¡Ayayay!...

(La locomotora choca con un obstáculo y el joven cae con su juguete. Gritos de
dolor. Finalmente, se levanta con dificultad. Observa triste al muñeco caído en un
rincón. El actor representa a los dos personajes, sin la participación del muñeco).

FERROVIARIO: A las 8 horas y 3 minutos, la neblina cubrió la máquina


misteriosamente; después, se escucharon desgarradores gritos de sus
tripulantes que desesperadamente golpeaban sus herramientas sobre los
hierros para ahuyentar los malos espíritus, pero todo fue en vano; la muerte se
había tragado a la “negrita”…

JOVEN: Tío, dime, ¿querías tanto a tu “negrita” para qué te mataras con
ella?... Yo deseaba que nunca te murieras… Lo poco que me queda de ti es un
abrazo de despedida… Me gustaría que volvieras a tu vieja estación, aunque
sea por un momento... Tío, te quiero mucho…

(Lloriquea como un niño. Breve silencio. Finalmente, se sienta en el piso y sigue


jugando con su locomotora. La luz en resistencia. Se vuelve a dar la luz y la actriz
2 interpreta a una psiquiatra. La actriz 1 actúa como novia).

PSIQUIATRA: Estimada Charito… ¡Qué gusto verte!... ¿Cómo estás?...

NOVIA: (Seca) Mal.

PSIQUIATRA: Por favor, recuéstate en el diván.

(La novia se recuesta en la mesa-sarcófago. Comienza a oler profundamente).

23
“Entre á nimas y fantasmas”

PSIQUIATRA: ¿Qué hueles?

NOVIA: Este diván huele a sexo…

PSIQUIATRA: ¡Aah! Sí... Acabo de hacer el amor con un paciente. Es parte de


una terapia…Tú eres mujer y me entiendes; tanto tiempo sin pareja…

NOVIA: No me interesa su terapia erótica…Doctora, quiero que me ayude a


resolver mi problema…

PSIQUIATRA: Toma.

(Le pasa un frasco de medicamento).

NOVIA: No. Le agradezco. Los medicamentos me estriñen y sufro de


hemorroides.

PSIQUIATRA: Entonces, puedo aplicarte shocks eléctricos…

NOVIA: No. Gracias. Me pondrán los pelos en punta, como si estuviera


saliendo fuego de mi cabeza.

PSIQUIATRA: Desde luego. No es adecuado para tu look de lugareña nortina.

NOVIA: Doctora, ya le he comentado en otras sesiones que tengo una terrible


frustración…

PSIQUIATRA: ¿Por no haberte casado antes de morir?

NOVIA: Doctora, recuerde que ese tema, aunque con sufrimiento, ya lo


superé.

PSIQUIATRA: Disculpa, lo había olvidado. Es mi estrés laboral.

NOVIA: Lo que me provoca mucho dolor es que la gente piense que soy la
causante de las muertes de inocentes.

PSIQUIATRA: Entonces, tendré que aplicar otra terapia: la regresión.

NOVIA: ¿Qué es eso?

24
“Entre á nimas y fantasmas”

PSIQUIATRA: Te lo explicaré en palabras sencillas para que me entiendas.


Una regresión es conocer el pasado del paciente para mejorar su futuro. Es
comprender al sujeto en su modo de actuar y buscar su estabilidad.

NOVIA: No entiendo.

PSIQUIATRA: Charito, con esta técnica vamos a volver al mismo momento en


que te ocurrió el trauma. Tú misma vas a descubrir la verdad y te explicarás
por qué la gente inventó tu leyenda.

NOVIA: ¿Es posible regresar al pasado de mi vida?

PSIQUIATRA: Indudable…Ahora relájate y mira fijamente este objeto


hipnótico. Respira profundo por la nariz; aguante el aire y exhala lentamente
por tu boca… Una segunda vez, respira más profundo, detén el aire y suéltalo
por la boca… así... despacio…Descansa…Cierra tus ojos y descansa.

(Coloca cerca de los ojos de la novia un pequeño fémur que está sostenido por
una cadenita. Lo mueve como un péndulo, con un suave vaivén. Se escucha una
música de relajación. La novia cierra los ojos y al poco momento queda en
trances).

PSIQUIATRA: Vamos a regresar en el tiempo y vas a recordar tu niñez…


¿Qué vez?

NOVIA: Me veo caminando en un poblado artesanal pequeño y hermoso. Hay


artesanías, esculturas de piedra, madera y metales. Son reproducciones
arqueológicas, ocarinas y cerámicas.

PSIQUIATRA: ¿Qué edad tienes?

NOVIA: 18 años.

PSIQUIATRA: ¿Qué más vez?

NOVIA: Veo el cerro “Sombrero”. Hay muchos geoglifos. También observo


muchas casas de madera, apoyadas en grandes piedras; están encaramadas en
el lado de una colina. Ahí está mi casa. También distingo a mi familia; mis
padres están felices y yo canto el bolero “El Juramento”.

PSIQUIATRA: Bien. Sigue describiéndome lo que aparece en tu caminar.

25
“Entre á nimas y fantasmas”

NOVIA: Estoy rezando en una capilla…Ahora, entra al santuario una


procesión con la imagen de la Virgen del Rosario de Las Peñas. Hay una
multitud de gente que reza con devoción… Unos enamorados se besan a
escondidas… La gente habla; dice que la virgen crece cada año un centímetro,
y que al principio era del tamaño de una paloma.

PSIQUIATRA: Dime, ¿hay algo en esos años que te impida desarrollar todas
tus cualidades y alcanzar tu felicidad?

NOVIA: Un camión.

PSIQUIATRA: ¿Un camión?

NOVIA: Sí.

PSIQUIATRA: Está bien. Ya me explicarás lo del camión… Ahora dime, ¿qué


año es?

NOVIA: 1956; octubre, para ser más precisa.

PSIQUIATRA: Muy bien. Fíjate bien, ¿cómo estás vestida?

NOVIA: De falda oscura y una blusa floreada… Llevo puesto un chaleco de


lana de alpaca.

PSIQUIATRA: ¿Qué más llevas?

NOVIA: Una maleta.

PSIQUIATRA: Recuerdas, ¿qué llevas en la maleta?

NOVIA: Me parece un vestido de novia.

PIANISTA: ¿Por qué llevas ese vestido?

NOVIA: Me voy a casar en el Santuario Nuestra Señora del Rosario de las


Peñas.

PSIQUIATRA: ¿Cómo te sientes en ese momento?

NOVIA: Feliz… Me espera mi novio.

PSIQUIATRA: ¿Qué edad tienes ahora?

26
“Entre á nimas y fantasmas”

NOVIA: 22 años.

PSIQUIATRA: Bueno…Ahora vamos a ver el origen de tu leyenda…Volvamos


al camión… ¿Subes a él?

NOVIA. Sí.

PSIQUIATRA: ¿A dónde te diriges?

NOVIA: A Livilcar, en el Valle de Azapa para casarme.

PSIQUIATRA: Bien… ¿Qué hora es?

NOVIA: Es de madrugada.

PSIQUIATRA: ¿Qué más ves?

NOVIA: El camino está muy oscuro… Estoy sentada sobre un tablón, en la


parte trasera del camión…Ahora estamos descendiendo por un difícil sendero,
entre piedras, riachuelos y quebradas.

PSIQUIATRA: ¿Qué pasa en ti en ese momento?

NOVIA: Me siento muy ansiosa. Quiero llegar luego para encontrarme con mi
novio y resolver los últimos detalles de la boda.

PSIQUIATRA: Bien…Ahora, vas a ir al momento cuando ocurre el suceso que


te está afectando tu psiquis y que te ha dejado suspendida entre la vida y la
muerte…Un, dos y tres…Llegas al instante de la tragedia… ¿Qué ves?

NOVIA: Un camión militar se nos viene encima… ¡Nos va chocar!… (Grita)


¡Noooo! …Siento que mi cuerpo sale disparado por los aires y caigo sobre unas
rocas. Mi cabeza recibe un fuerte impacto y se destroza. (Grita) ¡Aaaay!...En un
segundo pasa una película por mi mente; veo a mi familia, mi novio, la boda, a
todos… Ahora reina la oscuridad. No recuerdo nada más…

(Se altera; llora y su cuerpo se retuerce).

PSIQUIATRA: Calma, contrólate... Charito, cuando moriste, tu espíritu hizo


un viaje a otra dimensión. No estabas vestida de novia…Debes comprender que
lo que la gente habla es una historia inventada. No es lo que exactamente

27
“Entre á nimas y fantasmas”

sucedió. Y para que la gente no vuelva a repetir que aún estás en tu tierra,
debes extinguirte de sus mentes…

NOVIA: ¿Cómo?

PSIQUIATRA: Haciendo una acción beneficiosa….

NOVIA: No comprendo.

PSIQUIATRA: Tú eres para la gente – como dicen los Aymaras – una


condenada.

NOVIA: ¿Condenada?

PSIQUIATRA: Tu muerte trágica te convirtió – de acuerdo a las creencias de


tu pueblo –en un ser maligno. Te repito, si haces algo beneficioso puedes
transformarte para esa gente en una animita que te venerarán por siempre…
Bien, voy a contar hasta tres y diré la palabra esmeralda, y estarás totalmente
afuera. Vamos…Un, dos y tres… ¡Esmeralda!

(La luz en resistencia. Vuelve la luz. La actriz 1 y el actor representan a ancianos.


Ambos están arrodillados; prenden velas y colocan flores alrededor de los
ataúdes. Rezan silenciosamente y se persignan. La actriz 2 interpreta la Muerte.
Se escuchan ladridos de perros cercanos).

ANCIANA: Charito, sé que tienes una nueva vida. No sé si sufres o eres feliz en
el otro mundo, pero, sé que vives.

MUERTE: (Canta).
Caminante no hagas ruido,
baja el tono de tu voz
que Charito no se ha ido,
solamente se ha dormido
en los brazos del Señor.

(Se da luz del cenital al hombre).

ANCIANO: Milagroso Eulogio, tú eres el único que puedes comunicarme con


Dios. Sé que el Todopoderoso está muy cerca de ti.

MUERTE: (Canta).
Caminante no hagas ruido,
baja el tono de tu voz

28
“Entre á nimas y fantasmas”

que Eulogio no se ha ido


solamente se ha dormido
en los brazos del Señor.

(Se da la luz del cenital a la mujer).

ANCIANA: Charito, vengo a ti, a rezarte por primera vez. Sé que estas flores
no se secarán ni las velas se apagarán, mientras la justicia no castigue a los
culpables... Tú me entiendes…

(Se da la luz del cenital al hombre).

ANCIANO: Eulogio, tengo fe en tus poderes y sé que escuchas mis plegarias.


Por eso, te prendo esta velita para que cumplas con mis ruegos.

(Se da la luz del cenital a la mujer).

NOVIA: Charito, mi hija estaba embarazada cuando la tomaron detenida. La


mataron y la hicieron desaparecer, quién sabe dónde. Lo único que te pido es
que me guíes hacia su cuerpo para darle cristiana sepultura.

(Se da la luz del cenital al hombre).

ANCIANO: Eulogio, recurro a ti, porque siento que sólo tú das sentido a mi
vida, y también a mi cercana muerte… Eres la reafirmación que mi vida no
depende del diagnóstico de un médico que me declara incurable. Sé que tú
puedes provocar el milagro de sanarme y liberarme del dolor.

(Se da la luz del cenital a la mujer).

ANCIANA: No descansaré en mi vida hasta que pueda tocar con mis manos lo
que queda de mi niña... La perdí muchos años y aún nadie ha podido decirme
acerca de su paradero… Mientras tanto sus asesinos viven tranquilos con sus
hijos y nietos… Charito, esos hombres visten uniformes, igual que aquellos que
te cegaron la vida.

(Luz en resistencia. Vuelve la luz. La actriz 2 interpreta en piano una alegre


Murga. El actor y la actriz 1 sacan rápidamente de algún sitio unas máscaras
grandes, tipo cabezones, que se colocan en sus cabezas, con expresiones de
muerte. Se oscurece el escenario y la única luz que existe es la que proviene de la
lámpara con velas que está sostenida desde el techo. Esta escena es lúdica y
festiva).

29
“Entre á nimas y fantasmas”

ACTOR:
Quiero cantarte, amiga,
muerte incomprendida.
Tú que llevas polvo
en tus venas encendidas.

ACTRIZ 1:
Tú que abres caminos,
los caminos del misterio.
Nos regalas vida,
y ahora me siento dueño. 

ACTOR:
Madre generosa
estás siempre presente.
Qué sería de mí,
condenado a vivir por siempre.
ACTRIZ 1:
No me dejes solo
como un árbol sin raíces,
porque sería inútil
vivir sin hojas ni frutos felices.
AMBOS:
Pero ¿por qué nos llevaste?
¿por qué a nosotros?
Tuvo que haber un motivo.
Tuvo que haber una razón
¿Qué?
(Pausa. Esperan respuesta)
¡Ah!
Por nuestros pecados.
¿Cuáles son?
¿Qué hicimos?
¿Cuál fue el error?
Si amar con tanta entrega es un pecado
Si no puedes ver a un hombre apasionado
Te diremos una sola cosa
¡Llévanos, llévanos, llévanos, llévanos!
Pero nunca te ha dolido este costado
(Se toman con sus manos el corazón)
¡Llévanos, llévanos, Llévanos, llévanos!
¡No!
Mejor llévate al flojo y al explotador.

30
“Entre á nimas y fantasmas”

Que no trabajan ni saben de amor


¡Llévalos, llévalos, llévalos, llévalos!
.

(La luz en resistencia. La música se mantiene por un momento. Se vuelve a dar la


luz. Se encuentran la actriz 1 y el actor frente a una laguna virtual. La actriz 1
representa, a la vez, a una anciana, a su hija. El actor adopta la actitud del
ferroviario. La Muerte interpreta en piano “Claro de Luna”, de Ludwig van
Beethoven. La luz es tenue y de color azul. La actriz 1 ingresa a la acequia. Un
cenital la ilumina sólo a ella).

HIJA: (Huele) Madre, aquí todo huele a podredumbre, a estiércol, a sangre


coagulada, y a vísceras descompuestas. Escucho gritos e insultos; uno de los
tipos me levanta el antifaz. Yo estoy desnuda y atada. Me acerca el pene,
mientras los demás me amenazan: “te vamos a pasar uno por uno, hija de
puta”. Ahora golpean mi vientre de cuatro meses de embarazo, con sus puños
enguantados…Yo prefiero una violación; la sentiría como algo más humano y
comprensible que la tortura.

(Su cuerpo se retuerce como si recibiera una descarga eléctrica en todo su cuerpo
y cae desmayada. Se escucha en off una risa burlona. La actriz estirada en el piso
habla con una voz irreconocible).

HIJA: ¿Una risa?… ¡No!... Es una mueca para dar miedo de dolor o de rabia.
No es risa…Prefiero morir, antes que vivir con este cuerpo, porque los perros
aprendieron a asesinar y las perras a vengar…

(El cenital alumbra únicamente al ferroviario).

FERROVIARIO: (Furioso) ¡Cabro de porquería! …¡Te he dicho mil veces que


no hagas huevadas!… ¿Qué es lo quieres? …¿Qué me echen de ferrocarriles?...
¡Maldita sea!... Esa estúpida manía que tienes de tirarte a la línea del tren…
Uno de estos días va pasar la máquina por encima de tu cuerpo, y ahí vas a
quedar hecho una mierda… ¡Esta es la herencia que me dejó mi hermana!…He
tenido que criarte, alimentarte y además aguantar todas tus locuras…

(El cenital ilumina a la madre).

ANCIANA: Hija, al despertar en aquella madrugada por los ruidos de los


camiones y las presurosas botas militares, vi, por última vez, tu silueta
reluciente en el umbral de nuestro hogar. Lucías bella e indefensa como el
primer día de vida… Tus jóvenes labios se encresparon con una mueca de
dolor… No lloraste… No suplicaste…Acallaste los gritos de tus raptores con el

31
“Entre á nimas y fantasmas”

intenso fulgor de tus ojos... Aún resuenan en mis oídos tus palabras: Madre te
amo… Luego apagaste tus ojos y congelaste tu sonrisa infantil... Tu imagen se
la llevó el viento helado que penetró como si fuera una lanza traidora en mi
corazón… ¡Cómo siento tu ausencia! ¡Cómo me invade el invierno! ¡Cómo el
mundo parece tan vacío y sombrío!… ¡Cómo me faltas, y cómo te añoro!
¡Cómo en las sombra y en la luz te recuerdo y gimo!

(La mujer hace un movimiento con sus brazos, como si levantara desde las aguas
a una persona. Una luz fuerte ilumina a la mujer. Su rostro resplandece de
alegría).

ANCIANA: Hija, en este momento percibo que la brisa juega con mis cabellos;
pienso que es el cariño de tu manos en ellos…Por fin, llegan a acuerdo todas
las potencias infernales y celestiales, y te devuelven a tu colmena de sueños y
amor.

(Cambio de luz. La mujer sale del lago y se dirige hacia un ataúd que aún
permanece con la vela encendida; se arrodilla y reza brevemente. Termina la
música de piano. Luego, se levanta y adopta las actitudes de tres mujeres
distintas).

DEVOTA 1: Charito, animita milagrosa; mil gracias por el favor concedido…


De ningún modo olvidaré tu bondad. Mientras tenga vida, vendré todos los
viernes a prenderte una velita.

(Saca de sus vestimentas una foto que deposita a los pies del ataúd).

DEVOTA 2: Charito, mi santita…Aquí te dejo un regalito. Es la imagen de la


Virgen del Carmen; a través de sus ojos siempre te veré a ti.

DEVOTA 3: (Lee una carta) ¡Hola, Charito! Aquí estoy con mi esposo y dos de
mis 11 nietos. Ellos - hace meses - que no vienen a verte, porque estaban
viviendo en otra ciudad. Te traigo agua; nos es mucha, pero alcanza para regar
las plantas. Ayúdame Charito, A conservar mi trabajo, y yo siempre vendré a
visitarte hasta el día que Dios me recoja y deje esta vida.
 
(El actor ingresa a la laguna. Imágenes fantasmales surgen en el entorno).

FERROVIARIO: Cuando me ocurrió la desgracia, sentí que mi cuerpo explotó


en millones de partículas incandescentes y una energía tan fuerte como mi
locomotora se remontó libremente por unas vías oxidadas, hacia una montaña
pintarrajeada de colores verde, amarillo, azul y rojo… Miré hacia adelante y,
justo enfrente, en lo negro, se iluminó un rostro de una mujer soñada. La

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“Entre á nimas y fantasmas”

imagen fue momentánea; tras los ruidos ensordecedores de hierros que se


retorcían, empecé a separarme de ella…

(Aparece al frente del hombre, la pianista que extiende sus manos para abrazarlo,
pero no lo alcanza. La imagen de la mujer se diluye, como un fantasma).

FERROVIARIO: Al instante, en un túnel iluminado por una luz


resplandeciente, observé a todos a quienes quería... También te divisé a ti,
sobrino; más exaltado que nunca. Estabas con tu trencito reluciente, flotando
en la “camanchaca”… Rápidamente, te vi escondido como un ratoncito en las
bodegas de los trenes muertos y vacíos… Después, acompañabas a mis viejos
compañeros a jugar dominó eternamente…Al rato, te distinguí en la vieja casa
de humos y pitazos, de carbones y penurias… (Sonríe). Le tirabas el pelo al
mundo. Te reías de las viejas costumbres y revolucionabas el orden de toda la
vecindad… (Transición). Sobrino, si en tu mundo puedes escucharme, quiero
decirte que me perdones por lo rudo que fui contigo.
        
(En el fondo del escenario, se ve una sombra resplandeciente de un muchacho
que juega con un tren de juguete).

FERROVIARIO: (Sonríe) Veo que aún esperas que regrese en mi “negrita”…


Abre los ojos… Despierta de tu sueño eterno…Aquí estoy nublado por el humo
de mi vieja locomotora…He vuelto… ¡Acércate!… Aquí está tu tío…No tengas
miedo…No te voy a regañar… Vine para entregarte un regalo. Sé que te va a
gustar…

(Se saca el sombrero de maquinista y lo deja caer suavemente a las aguas).

FERROVIARIO: Toma, este sombrero de ferroviario es mi humilde equipaje


de amor jamás olvidado…Regresé, también, para decirte algo importante que
nunca me atreví a expresarte… (Pausa) ¡Te quiero!... ¡Sí!... ¡Te quiero!

(El hombre sale del agua y adopta la actitud del joven insano. Se coloca la gorra y
saca de su ropa el tren de juguete).

JOVEN: Tío, tú eras bueno, pero un poco cascarrabias…Igual, te quise


mucho…

(Da un beso a un personaje imaginario).

JOVEN: Tío, donde te encuentres, quiero darte las gracias. Me gusta mucho
este sombrero de maquinista que me regalaste. (Contento) Ahora, me siento
maquinista… (Orgulloso) ¡Soy maquinista!...Tío, voy recorrer el mundo con tu

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“Entre á nimas y fantasmas”

“negrita”… Llevaré en tu tren a todos los niños, los viejos, las mujeres, los
enfermos, y a los muchachos como yo…Todas las estaciones volverán a llenarse
de gente: con sus canastas y maletas repletas de cosas lindas.

(Ríe gozoso. Vuelve a desdoblar personajes).

FERROVIARIO: ¿Listo para partir?

JOVEN: Sí, tío.

FERROVIARIO: ¡Échale más carbón a la negrita!

(Se siente el sonido de un tren que va a partir. El mismo actor realiza movimientos
imaginarios de echar carbón a la locomotora).

FERROVIARIO: ¡Déjala que respire!

(Se escucha el sonido del vapor que sale de máquina).

FERROVIARIO: ¡Dale un pitazo!

(Se escucha sonar el pito del tren).

FERROVIARIO: ¡Aguarda!

JOVEN: Todo bien, tío... La línea está despejada…

FERROVIARIO: ¡Avanti, negrita!

JOVEN: ¡Avanti!

FERROVIARIO: Seremos dos “tiznados” locos y libres, dispuestos a


conquistar el desierto... ¡Avanti!... ¡Avanti!...

(Se escucha la locomotora partir de la estación. Los personajes están dichosos. La


luz en resistencia. Transición. Se escucha en off un ruido ensordecedor e
indescriptible. Gritos llenan el espacio. El escenario se ilumina con una luz
etérea. La actriz 1 y el actor yacen en el suelo. Una luz incandescente ilumina
momentáneamente a los dos cuerpos. Se levantan y observan confundidos el
espacio. La actriz 2 se aproxima hacia el piano y toma dos copas de arcilla que
están sobre el instrumento musical. Les invita a beber a los dos personajes. Beben
calmadamente e ingresan a un estado de trance. La actriz 2, mientras desarrolla
su texto, danza por el espacio con movimientos sutiles).

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“Entre á nimas y fantasmas”

ACTRIZ 2: Beban Ayahuasca, la soga del alma que nos lleva al mundo de los
espíritus. Saboreen y develen el misterio de la vida y de la muerte. Sueñen
despiertos y aprendan a conocer su nueva dimensión, no con el cerebro sino con
el corazón… (Voz de ritual) ¡Oh Madre Ayahuasca!, espíritu de todos los
espíritus; te ruego que les muestres a estos seres el camino de ida y el de vuelta;
el camino de la tierra al cielo y el del cielo a la tierra; lo que esté abajo, ponlo
arriba; lo que crean que está adentro vuélvelo afuera; lo que piensen que es
importante, haz que lo desestimen y aquello por lo que no dan nada, lo vuelvan
sagrado… ¡Ayahuasca!... ¡Ayahuasca! …Llévalos a volar al infinito.

(La actriz 1 se coloca sobre su cabeza la toca de novia y el hombre el gorro de


ferroviario. Se desplazan en círculos lentos por el tablado. Debe dar la sensación
que ambos flotan en el aire. Se escucha una música de frecuencia muy baja.
Vuelve a surgir el efecto de luz incandescente que cruza sorpresivamente los
cuerpos).

ACTOR: El agua se evapora de mí; todo se hace quebradizo; debo oler mal. Mi
piel se va apretando sobre mis huesos; debo tener un aspecto tétrico. Nunca
adelgace tan rápido; el pantalón me queda flojo ya; me resigno y cedo al olvido.
Las uñas y el pelo siguen creciendo. Me pregunto ¿cuál será el punto exacto
donde termina la vida y comienza la muerte?1

ACTRIZ 1: La muerte nos acaba de alcanzar y nuestros cuerpos se agotan de


vida. Este es el instante crucial en donde nuestra existencia llega a su fin, es el
que tratamos de capturar en su huída. La luz de la vida nos atraviesa y nos deja
inertes. Estamos en un lugar eterno, etéreo y volátil.

ACTOR: Volvemos a un espacio incierto; casi onírico. El cuerpo flota


ingrávido en el vacío. Puede ser un lugar previo a la vida, o podemos estar en
un lugar donde desaparecemos al fin; un lugar casi cósmico.

(Un cenital proyecta una luz roja; es un mar de sangre relumbrante que invade
lentamente todo el escenario. Dos cordeles invisibles caen del techo; los dos
actores se sostienen de ellos y son tirados hacia cielo. Apagón repentino. Silencio
total).
.

TELON

1
Arturo Accio – “Poesías Negras”

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“Entre á nimas y fantasmas”

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