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Resiliencia

“En medio de toda dificultad, hay una oportunidad”

“No sabes lo fuerte que eres hasta que ser fuerte es la única opción que te queda” (Bob Marley)
Resiliencia:

Es una virtud que consiste en superar y adaptarte a momentos adversos, con la


confianza de que saldrás adelante a pesar de todo. Son muchos los acontecimientos
que pueden afectarte emocionalmente: una ruptura amorosa, dificultades económicas,
proyectos fracasados, entre otros. Todos ellos ponen a prueba tu resiliencia.

La resiliencia es entonces, el proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma,


tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas, como problemas familiares o de
relaciones personales, problemas serios de salud o situaciones estresantes del trabajo
o financieras.

La palabra resiliencia se refiere a la capacidad de sobreponerse a momentos críticos y


adaptarse luego de experimentar alguna situación inusual e inesperada. También indica
volver a la normalidad.

La resiliencia es una aptitud que adoptan algunos individuos que se caracterizan por su
postura ante la superación de una adversidad y de mucho estrés, con el fin de pensar
en un mejor futuro. Muchas veces esta habilidad es desconocida por el individuo y la
descubre únicamente cuando se encuentra en medio de una situación difícil que logra
superar gracias a su postura de lucha y de seguir adelante.

Dimensiones de la resiliencia:

Existen cuatro dimensiones primarias de resiliencia: física, emocional, mental y


espiritual. Para estar completamente resiliente, es importante prestar atención a las
cuatro dimensiones, ya que como nos muestran los círculos sobrepuestos, se afectan
unas a otras.
Algunas personas son naturalmente más resilientes en una dimensión que en otra. Se
considera que tienen más resiliencia emocional aquellas personas que pueden controlar
mejor sus emociones y mantener la calma y compostura bajo presión. Sin embargo, es
importante tomar en cuenta que personas que son más resilientes en una dimensión,
pueden encontrarse bajas en su estado general de resiliencia si permiten que su
energía o batería interna se drene en alguna de las otras dimensiones.

El área en que la mayoría de nosotros tendemos a desperdiciar energía


innecesariamente y agotar nuestras reservas internas es en la dimensión emocional.
Sentimientos como frustración, enojo, resentimiento y ansiedad gastan más energía de
la necesaria. Algunas de las hormonas que se producen bajo situaciones estresantes
permanecen en tu sistema por varias horas y pueden afectar tu habilidad para obtener
un sueño renovador y disminuir tus habilidades para enfocarte.

No solamente son los grandes gastos de energía los que agotan tu energía. Se pierde
aún más energía por la acumulación de sentimientos sutiles como la impaciencia,
tristeza o frustración, que al final del día se convierten en grandes pérdidas de energía.
Puede ser que no observes tan fácilmente estos gastos sutiles de energía en
comparación con cuando tienes una explosión de ira. Una explosión de ira es como
cuando pisamos el acelerador del automóvil al máximo, esta es una manera rápida de
gastar combustible. Las emociones que agotan sutilmente son más bien como dejar las
luces del vehículo encendidas con el motor apagado. Lenta y silenciosamente drenan tu
batería interna.

Tipos de resiliencia:

Resiliencia psicológica:
Tiene que ver con el estado mental de una persona, entre más sólido y fuerte sea, más opciones
de superar problemas tiene un líder.

Resiliencia emocional:
Se refiera a la superación de todos los sentimientos que pueden llegar a afectar la
estabilidad del líder, su bienestar y su toma de decisiones, como los miedos, las
angustias, ansiedades y el estrés, entre otros.

Resiliencia corporal:
Para el experto, un líder debe tener la capacidad de afrontar los problemas con una excelente
capacidad física y, con esto, tener más opciones de trabajar con mayor pundonor.

Resiliencia comunitaria:
Se pone en práctica a través de la solidaridad con las personas más vulnerables y la
posibilidad de contribuir con el desarrollo social.

"Este no es un reto individual, es colectivo. Si algo ha quedado claro con esta crisis es
que la gente que actúa de forma egoísta no tiene futuro, el liderazgo individual es
importante, pero si no se adiciona el colectivo no vamos a superar los desafíos que
tenemos por delante"

Resiliencia ambiental:
La resiliencia ecológica o ambiental es la capacidad que tiene un determinado sistema
para recuperar el equilibrio después de haber sufrido una perturbación. Este concepto
se refiere a la capacidad de restauración de un sistema.

Resiliencia en adolescentes y niños:


El desarrollo de una personalidad resiliente en niños y adolescentes es parte de su
desarrollo emocional y social para lograr la adaptación al entorno de manera saludable.
Cuando se pone en práctica la resiliencia, se logran destacar las fortalezas y
oportunidades de una situación negativa para seguir adelante en el proyecto de vida. El
desarrollo de la resiliencia es esencial para determinar la confianza, optimismo,
autoestima y para creer y desarrollar la capacidad de superación ante las adversidades.

Resiliencia en sistemas tecnológicos:


Capacidad que tiene un sistema de resistir y recuperarse ante desastres y
perturbaciones.

Resiliencia jurídica:
Posibilidad que poseen las personas de recuperar su estado original de libertad,
igualdad e inocencia, después de haber sido sometidas a las acciones de fuerza del
Estado.

Resiliencia en sociología:
Capacidad que tienen los grupos sociales para sobreponerse a resultados adversos,
reconstruyendo sus vínculos internos.

Resiliencia organizacional:
En cuanto a gestión, se refiere a los procesos de cambios y al equilibrio emocional de
los trabajadores para hacer frente a las diversas e inesperadas situaciones laborales.
Ventajas de la resiliencia:
● Mayor autoestima y tendencia a criticarte menos.

● Propensión a una mejor salud física y mental.

● Tendencia a ser más exitoso(a) dentro y fuera de tu profesión.

● Menos probabilidades de sufrir depresión y más facilidades para salir de ella.

● Relaciones más satisfactorias (pareja, amigos, compañeros de trabajo, etc.)

Características de una persona resiliente:


Se denomina como resiliente a aquella persona que, en medio de una situación
particular, es asertiva y convierte el dolor en una virtud como, por ejemplo, el
padecimiento de una enfermedad, la pérdida de un ser querido, la pérdida de cualquier
parte de su cuerpo, quedar en bancarrota, entre otros.
Si eres una persona resiliente, entonces tienes una gran ventaja competitiva para
destacar en el trabajo y la vida. De ser ese el caso, asegúrate de contar con estas
características:
1. Tienes inteligencia emocional, es decir, conoces tus emociones y sabes
manejarlas, pero también puedes identificar y comprender las emociones ajenas.
2. Tu autoconocimiento es muy desarrollado: eres consciente de tus capacidades y
límites; eso te permite plantearte objetivos realistas.
3. Eres tolerante y flexible ante los cambios, pues sabes que muchas veces son
inevitables. Gracias a ello, afrontas los problemas con mayor confianza y
creatividad.
4. Eres optimista y ves a los obstáculos como oportunidades para aprender y crecer
en todo sentido.
5. Te sientes dueño(a) de tu destino, por lo tanto, tienes iniciativa, paciencia y
perseverancia para lograr lo que te propones.
6. Sabes comunicar tus inquietudes para sentirte comprendido y reconfortado, sin
dejar que tu ego interfiera.
7. Buscas rodearte de gente con varias de estas características, puesto que formar
un equipo de personas resilientes es fundamental para cumplir proyectos en
común.

Diez cualidades de una persona resiliente:

Adoptar actitud positiva:


Saber gestionar las emociones es clave para enfrentarse a cualquier obstáculo que se
interponga en el camino. Tal como sugiere la teoría ABC de Ellis -en que «A»
representa los hechos, «B» a los pensamientos y «C» a las emociones- lo que
condiciona cómo nos sentimos (C) no son las cosas que nos pasan (A), sino nuestra
forma de percibirlas (B). Por tanto, tenemos una alta capacidad para determinar cómo
nos sentimos, sólo atendiendo a la manera en que entendemos lo que ocurre.

Ser realista:
Actuar como una persona positiva no implica pasarse de optimista. A veces,
hay situaciones difíciles o situaciones límite que no pueden contemplarse de una
manera naif, pues son dolorosas, y aceptar la dificultad de esos momentos puede servir
para saber actuar en consecuencia. Se trata simplemente de relativizar y tratar de
pensar en las soluciones, y no en los problemas.
Usar el humor:
Puede ser una herramienta muy eficaz para quitarle importancia a las cosas y relajarse
en momentos de tensión. Siempre que sea espontáneo y natural -por tanto, no forzado
o con la intención de hacer reír a toda costa- el humor puede ser un recurso muy
valioso.

Ponerse retos o desafíos:


Aceptar que para todo hay límites no quiere decir que tengamos que estar de acuerdo
con la existencia de éstos. Los desafíos nos ayudan a desplazar lo que creíamos que
eran nuestras barreras un poco más lejos, y a explorar en el camino posibles facultades
hasta entonces desconocidas de nuestra personalidad. Las personas resilientes ven los
problemas como oportunidades para retarse y redescubrirse.

Tener autonomía:
La frustración en muchos casos deriva de la falta de control sobre una situación
concreta. Sentir la impotencia respecto a un asunto que nos importa puede generar
estrés y malestar. Estas personas suelen tener confianza en uno mismo, por creer
en nuestra capacidad de resiliencia para incidir en lo que sucede.

Conocerse a sí mismo:
Reconocer cuáles son las principales fortalezas y habilidades de uno mismo, así como
las debilidades, es clave para identificar qué podemos mejorar, cómo podemos
reconstruirnos de forma que estemos más a gusto. La persona resiliente puede tener
momentos decadentes, pero se levanta a sí misma y fortalece su autoestima en el
esfuerzo. Es muy importante para ello aprender a desaprender y no dar todo por sabido.
Cada día se puede encontrar diversas formas de afrontar una misma cuestión.

Cultivar la empatía:
Saber ponerse en el lugar del otro, hacernos una idea de cómo se puede sentir, también
es un signo de resiliencia. Ser empáticos nos ayuda a separar pensamiento de acción, y
nos acerca humanamente a la persona con la que podemos estar teniendo un
problema. Incluso, quien sabe, quizás esa falta de entendimiento pueda derivar en una
gran amistad futura.

Valorar las amistades:


El apoyo social es fundamental y las personas resilientes lo saben. Para ello, eligen
rodearse de personas positivas, que saquen lo mejor de ellas y con las que se disfrutan
y aprenden, lo que tampoco supone excluir automáticamente a aquellas otras personas
que están pasando por una mala racha o tienen algunos momentos negativos.

Tolerar la incertidumbre:
No solo no podemos controlar todo lo que ocurre, sino que hay situaciones sobre las
que -seguro- jamás podremos incidir, como son las que ni siquiera conocemos. Si no
sabemos qué pasará, lo mejor que podemos hacer es aprender a lidiar con la
incertidumbre y aprender a desarrollar nuestras capacidades cognitivas.

Conciencia de presente:
Muchas de nuestras preocupaciones no pertenecen al ahora, sino a situaciones futuras
-que, en ocasiones, no podemos ni siquiera predecir- o a acontecimientos del pasado,
fruto en muchos casos de la culpa. Las personas resilientes suelen ser personas
con resolver problemas con perspectiva creativa disfrutan de los pequeños detalles del
presente y viven plenamente el aquí y el ahora, una de las formas más sencillas de ser
positivo en el día a día y de saber relativizar los problemas.

Consejos para cultivar la resiliencia en el trabajo y la vida en general:

1. Conoce tus límites: Explora a fondo tus capacidades y así podrás plantearte
metas retadoras, pero al mismo tiempo realistas.
2. Celebra tus triunfos: Será bueno para tu autoestima y para motivarte a ir por
más, sin rendirte ante los reveses que se presenten.
3. Relaciónate: Recuerda que la resiliencia no es innata, necesitas relacionarte
con tus amigos y colegas para recibir feedbacks y vivir experiencias que
fortalezcan tu capacidad para empatizar, conectar, adaptarte y manejar
conflictos.
4. Aprende de los errores y rechazos: Sacar lecciones de errores propios y
ajenos te ayudará a prevenir futuros problemas y ser más optimista ante las
adversidades.

Beneficios de la resiliencia en el trabajo:


Si eres resiliente en tu vida privada, también mostrarás resiliencia en tu vida laboral, por
lo que podrías notar los siguientes beneficios:
1. Mejor control de impulsos negativos en momentos de alta presión,
frustración o conflicto con jefes, compañeros y alumnos.
2. Tu productividad en el trabajo se vería menos afectada por problemas
internos o externos, debido a que muchos de ellos los tomas como desafíos.
3. Al adaptarte y sobreponerte a las dificultades de tu entorno laboral,
desarrollarías la capacidad de prever o anticipar futuros problemas.
4. Si eres líder, serás constante, empático(a) y resolutivo(a) para conseguir
un óptimo ambiente laboral, donde tus equipos o alumnos aprendan y
mejoren cada día.
5. En periodos de desempleo, la resiliencia podría ser un motor para reinventarte,
adquirir nuevas habilidades o evaluar opciones que antes no contemplabas.

Factores que se deben potenciar para trabajar la resiliencia son:

● La autoestima e introspección: se anima al alumno a explorar sus fortalezas.

● La interacción y cooperación: se le enseña a pedir apoyo cuando lo necesita u


ofrecerlo siempre que pueda. Y cuando un alumno ayuda a otro se siente
importante, capaz. Por lo tanto, mejora también su autoestima.
● El control de sus acciones: se conciencia al alumno que para superar una
adversidad y mejorar una situación conflictiva el cambio debe comenzar en uno
mismo.
● Mostrarse positivo ante los problemas nos encamina al éxito.

● La confrontación ante un problema, educando en técnicas para la resolución de


conflictos.

Docentes resilientes para alumnos resilientes:

No tendría sentido educar en la resiliencia si los propios maestros, profesores o


instructores no muestran dichas capacidades. Gran parte de nuestro aprendizaje es por
observación. Por lo tanto, el docente debe convertirse en ese ejemplo de fortaleza y
superación para sus alumnos. En tal sentido, se debe establecer las bases para
promover la resiliencia entre el alumnado a través de programas, actividades, tutorías y
la de instruir en la resiliencia.

Rasgos del maestro resiliente:

● Se muestra asertivo con sus alumnos y seguro de sí mismo cuando surgen


problemas y conflictos en el aula.
● Es paciente y positivo.

● Apoya emocionalmente a sus alumnos: se preocupa por crear un clima en clase


que ofrezca seguridad a todos.
● Fomenta la participación, escucha las opiniones y promueve la actitud
autocrítica.
● Anima a la reflexión e introspección cuando se exponen los contenidos y tareas
en clase.
● Refuerza los logros y guía a los estudiantes para el éxito.

● Cree en el poder del diálogo.

● Promueve las actitudes creativas y artísticas, el ingenio de sus alumnos.

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