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INFORME V I

LA IDEA DE
ESPAÑA EN LA
RECONQUISTA
FUNDACIÓN DISENSO
C/ Antonio Maura 20, 1º dcha.
28014, Madrid
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INFORME VI La idea de España en la Reconquista

INDICE
1.- INTRODUCCIÓN 4

2.- LA “PÉRDIDA DE ESPAÑA” 5

3.- LA RECONQUISTA. SINGULARIDAD DE UN CONCEPTO HISTORIOGRÁFICO 11

4.- LA RECONQUISTA EN LA HISTORIA DE ESPAÑA 20

5.- REFERENCIA SOBRE LAS FUENTES CITADAS 26

6.- SUGERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 26

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La idea de España en la Reconquista INFORME VI

1. INTRODUCCIÓN
El hecho central de la Edad Media profundamente alteradas, así como
española, hasta el punto de identifi- una crisis cultural que arrinconó las
carse plenamente ambas nociones, instituciones y los contenidos de la
fue la Reconquista. El hundimiento tradición latina y cristiana.
del reino visigodo, vertiginoso y com-
pleto como consecuencia de la inva- Implicó, en suma, la quiebra de
sión musulmana del año 711, no fue la unidad política que, trabajosamen-
necesariamente resultado de que sus te consolidada, era efectiva en el si-
estructuras políticas fuesen frágiles. glo VII bajo la monarquía visigótica,
La misma suerte habían corrido el aunque frágil en zonas remotas y mal
imperio sasánida en Persia o el exar- comunicadas del norte peninsular, y
también minada por la lucha de fac-
ciones en disputa por el poder, tan en-
frentadas como para apelar al auxilio
Implicó, en suma, la quiebra de huestes del otro lado del Estrecho
de la unidad política que, para imponerse a sus rivales. Quiebra

trabajosamente consolidada, no ya entre una España arabizada,


Al-Andalus, e, inicialmente, unos pe-
era efectiva en el siglo VII queños reductos de afirmación cris-
bajo la monarquía visigótica tiana y resistencia desperdigados por
las zonas montañosas del norte pe-
ninsular, sino entre las entidades po-
cado bizantino del norte de África. En líticas que de ellos surgirían y vásta-
todo caso, supuso no sólo el colapso gos todos de la tradición latina, goda
de un sistema institucional de poder, y cristiana. La Reconquista cabe ver-
de un régimen jurídico sólo margi- la, así, como un largo proceso de uni-
nalmente preservado en adelante ficación alentado por la memoria de
entre los grupos de población mo- un pasado de unidad política y homo-
zárabes, sino también de un aparato geneidad cultural y confesional, y la
eclesiástico precariamente sosteni- voluntad de recobrarlo. Sería absurdo
do en una arbitraria tolerancia y fre- querer ignorar o desdeñar su alcance
cuentemente atropellado, de todo un en la formación de la identidad nacio-
sistema social cuyas bases se vieron nal española.

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INFORME VI La idea de España en la Reconquista

El rey Don Rodrigo arengando a sus tropas en la batalla de Guadalete. Por Bernardo Blanco Pérez.

LA “PÉRDIDA DE ESPAÑA”
Una de las razones de la rápida ocu- Pero en ese principio general las
pación del territorio peninsular por condiciones concretas pactadas
los musulmanes, además de la su- fueron muy variables, y en muchos
perior eficacia militar de sus fuer- casos ventajosas para los rendidos,
zas o de la facilidad que para sus que podían conservar parte de sus
movimientos supuso la vieja red de bienes. La otra fórmula respondía a
calzadas romanas, pudo estar en la las características de un tratado de
diversidad de fórmulas con que se paz, mediante el cual los vencidos
materializó. En esencia, se produje- podían mantener autoridades pro-
ron dos situaciones: la capitulación pias y cierta autonomía. Fue éste
tras resistencia armada, que supo- el caso del conde Teodomiro, que
nía quedar a merced del vencedor continuó varios años al frente del
sufriendo los vencidos la pérdida distrito que gobernaba, entre las
de sus bienes muebles y raíces y, provincias de Alicante y Murcia. O
frecuentemente, de su libertad, re- del conde Casius en el valle me-
ducidos a esclavitud o servidumbre. dio del Ebro, a caballo de la Rioja,

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La idea de España en la Reconquista INFORME VI

de los ejércitos cristianos que pro-


tegían o forzaban su marcha, y en
El objetivo era el botín y la cuyos reinos eran muy necesarios
destrucción de los templos: repobladores que ocupasen y ex-
“No quedó iglesia que no plotasen los territorios que se iban
fuese quemada, ni campana ganando.

que no fuese rota”


Pero indudablemente, desde
el momento mismo de la invasión,
y ante su brutalidad, hubo despla-
Navarra meridional y occidente de zamientos de población hacia el
Zaragoza, quien incluso se islamizó norte. El objetivo primero de los re-
y como muladí o converso encabe- cién llegados era el botín, y proce-
zó una poderosa dinastía, los Banu dieron sistemáticamente al saqueo
Qasi, que gobernó la región du- de monasterios, villas y ciudades,
rante dos siglos con autonomía de y también a la destrucción de la
Córdoba y en tratos con los reinos mayoría de los templos. “No quedó
cristianos, pretendiendo incluso iglesia que no fuese quemada, ni
ser reconocidos como “tercer rey campana que no fuese rota”, dice
de España”. un historiador musulmán ya tardío,
pero bien documentado, al-Maqqa-
Es igualmente difícil cuantifi- rí (Kitab Nafh al-tib), mientras una
car cuántos fueron los hispano-go- crónica cristiana (la de Alfonso III
dos que, por el contrario, trataron en la versión llamada Rotense, c.
de eludir el domino de los invaso- 900) daba cuenta de haber sido
res y huyeron ante su avance o des- todo “destruido y abrasado por el
pués, refugiándose en comarcas fuego” (delete et ignibus concrema-
poco accesibles de los Pirineos y te). La relación cristiana más próxi-
la Divisoria Cántabro-Astúrica, ni ma a los hechos, la conocida como
cuántos perecieron al intentarlo. Continuatio Hispana o Crónica Mo-
Hubo, por otro lado, durante siglos zárabe, redactada menos de medio
un flujo más o menos denso de mo- siglo después de la conquista (c.
zárabes meridionales que se des- 754) parece reflejar testimonios di-
plazaban al norte, frecuentemente rectos de lo ocurrido en la capital
con ocasión de alguna incursión del reino godo y en otros lugares

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INFORME VI La idea de España en la Reconquista

como Zaragoza, despoblados por el reflejo de un trauma que perpetuó


hambre y las violencias del invasor: el recuerdo colectivo de la angustia
“arroja al fuego abrasador ciuda- y el sufrimiento de la generación
des hermosas, condena a morir en que lo vivió, y a lo largo de los si-
la cruz a los eminentes y pudientes, glos de pugna con el Islam se re-
despedaza a cuchilladas a jóvenes produjo muchas veces con la toma
y lactantes”. Casi quinientos años de ciudades que pasaban alterna-
más tarde, hacia 1240, el navarro tivamente de manos. Las “aceifas”,
Ximénez de Rada, arzobispo de una las célebres expediciones militares
recuperada Toledo y autor de una de los musulmanes que sufrieron
bien informada crónica (De Rebus los reinos cristianos empleando
Hispaniae) describe lo mismo en la táctica de saqueo y tierra que-
similares términos: en medio del mada, revivieron durante años y
llanto de sus hijos, sometidos a la años, a escala local si se quiere,
crueldad de los africanos, “no que- similar trance de devastación. Un
dó en toda España ciudad metro- documento de Sant Cugat del Va-
politana que no fuese incendiada o llés, de mediados del siglo XII, en
arrasada”.

No sólo las relaciones histó-


ricas se hicieron eco de aquel cli-
ma de pánico y desolación; la épica
o los poemas de clerecía también
lo recogieron, facilitando así una
difusión mayor. El Poema de Fer-
nán González, de hacia 1250, hacía
memoria de cómo “Muchas coytas
pasaron nuestros anteçesores //
Muchos malos espantos y muchos
malos sabores”, con tan expresa
identificación de quienes lo su-
frieron como antepasados. Cabría
interpretar que, promediando el
siglo XIII, aquello era un tópico li-
Poema de Fernán González.
terario, pero si lo fue, era también

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La idea de España en la Reconquista INFORME VI

Moros de Andalucía jugando al ajedrez.

pleno empuje almohade, describe todo cuanto suponía una forma de


con laconismo el panorama tras vida acostumbrada y consuetudi-
la razzia musulmana allí sufrida: naria, se interpretó como una ca-
castillos demolidos, despoblación, tástrofe colectiva. El mismo autor
templos devastados, la tierra con- de la Crónica Mozárabe, en su de-
vertida en yermo (“destructa caste- solación, equiparó lo ocurrido con
lla, depopulate vile, dirute eclessie, la caída de Troya, de Jerusalén o
terra ad heremum redacta”). de Roma, y el mismo sentimiento
se puede advertir en otros textos y
La de comienzos del siglo VIII testimonios. Pero la pérdida que se
fue, en suma, violencia que se lle- lamenta no es la de ninguna ciudad
vó muchas vidas, arruinó poblacio- concreta, Toledo, Zaragoza, Mérida
nes, empobreció de forma general, o cualquier otra, sino la de España
desarticuló el orden social, y acabó como tal, es decir, de una colectivi-
con las élites sociales y culturales, dad que se reconoce a sí misma, es
o las mermó drásticamente, ade- reconocida por otras, y cuenta con
más de colapsar toda la estructura normas de organización y gobier-
política. Junto al terror y el sufri- no propias. Entidad colectiva que
miento de la población, aquello, la pudo cobrar más concreta concien-
desaparición por la fuerza y a ma- cia de sí en razón, precisamente, de
nos de un invasor extraño de casi aquella asolación.

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INFORME VI La idea de España en la Reconquista

Ya en los primeros textos cro-


nísticos conservados que dan cuen-
ta de aquellos hechos se habla de “la
La pérdida que se lamenta
pérdida o destrucción de España”,
no es la de ninguna ciudad
idea que se halla también en otros concreta, Toledo, Zaragoza,
de diferente género. El ya citado Mérida o cualquier otra, sino
Poema de Fernán González lo hace la de España como tal
en estrofas como éstas: “Espanna
la gentyl fue luego destruida // eran
sennores della gente descreída (…)
// Lloravan los cristianos las noches como definitiva o irreversible, sino
y los días”. La invasión musulmana que de distintas formas se expresa
se rememoró, pues, entre los cristia- la confianza en su recuperación, y
nos, en lo que las fuentes permiten en especial mediante la interven-
apreciar, como un episodio de des- ción armada que destruya, expulse
trucción y pérdida, como una des- o bien someta a los usurpadores o
graciada calamidad que habría pri- sus descendientes.
vado de algo colectivamente suyo
a quienes padecieron aquellas cir- Desde la primera mitad del
cunstancias y a sus descendientes. siglo VIII y hasta finales del XV los
reinos cristianos mantuvieron una
Los contextos no permiten perseverante, aunque no continua,
suponer que en todos los casos la actividad bélica frente a los dife-
pérdida que se lamenta se refiera rentes poderes musulmanes de la
a lo mismo: en unos pueden ser la Península. La continuidad ininte-
monarquía visigoda, en otros la co- rrumpida no pudo nunca existir por
munidad hispano-cristiana, con sus los muchos avatares que condicio-
componentes hispano-latino e his- naron aquellas campañas, que no
pano-godo, o tan sólo el territorio, o sólo fueron ofensivas por parte de
el conjunto de todo ello. Con carác- los cristianos, sino, especialmente
ter general, sin embargo, lo designa- durante el siglo X, defensivas, con
do es el territorio junto a una forma pérdida de control de territorios
de civilización, la hispano-cristiana, previamente ganados; por las repe-
en él asentada. Y con igual carácter tidas, hasta cuatro veces, llegadas
general no se supone esa pérdida de nuevas y más belicosas oleadas

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La idea de España en la Reconquista INFORME VI

conquistadoras desde África; por de los reyes de Navarra, del Prínci-


escasez de recursos, incluido los pe de Viana, atribuye a Sancho el
humanos, y, sobre todo, por riva- Fuerte, futuro héroe de Las Navas
lidades y luchas entre los reinos de Tolosa, “non embargante que no
cristianos. tobiese frontera de moros para pe-
lear con eillos”, haber querido com-
El avance hacia el sur se prar al rey de Aragón una serie lu-
efectuó en diferentes fases que, gares “por tener frontera de moros
en el caso de Castilla, culminaron para guerrear con eillos”. Nada de
hacia mediados del siglo XIV con todo lo cual excluye, sin embargo,
la toma de Algeciras por Alfonso en la práctica, relaciones de distin-
XI, para entrar después durante un to orden (comercial, cultural, hasta
siglo en una guerra de frontera de ocasionales alianzas militares) con
pequeños avances hasta culminar los poderes musulmanes de la Pe-
en la campaña de Granada (1482- nínsula, si bien lo reseñable resulte
1491) y la toma de la capital nazarí. la continuidad en el propósito de
A lo largo de tan extenso periodo combatir y desplazar lo que esos
las distintas fuentes muestran la poderes representaban.
vigencia de una idea dominante,
común a todos los reinos cristia-
nos peninsulares: la lucha contra
los moros como primer cometido
y responsabilidad colectivos y es-
pecialmente de los monarcas, cuyo
elogio o merecimiento se vincula
en crónicas e historias a su dedica-
ción a esa tarea, al empeño puesto
en ello y no tanto a los éxitos alcan-
zados. Basten un par de ejemplos
entre decenas de los posibles: la
crónica de los reyes de Aragón dice
ensalzando a Alfonso el Batallador:
“non fue rey en Espanna que tanto
ganasse de moros (…) ni tanto mal
Caravana de peregrinos en Maqamat al-Hariri Schefer.
les fizies”. Por su parte, la Crónica

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INFORME VI La idea de España en la Reconquista

LA RECONQUISTA. SINGULARIDAD DE
UN CONCEPTO HISTORIOGRÁFICO
La continuidad en la identificación
del enemigo y el propósito último
al combatirle, aunque pudiera enti-
La versión convencional
biarse en determinados momentos,
de una resistencia
nunca se perdió, pues, a lo largo antimusulmana astur
siglos. A ese periodo y lo que en él acaudillada por el godo
se llevó a cabo lo conocería la his- Pelayo sería simple invención
toriografía española (y portuguesa)
como Reconquista. No se trata sólo
de una segmentación temporal do-
tada de entidad propia, sino tam- Por ello, la versión convencio-
bién de un concepto, y ni en uno ni nal de una resistencia antimusul-
en otro sentido es una noción sim- mana astur acaudillada por el godo
ple. No obstante, su uso ha sido con- Pelayo sería simple invención; los
vencional y exento de controversia montañeses se enfrentaron a los in-
hasta hace no muchos años. En el vasores islámicos del mismo modo
decenio de 1960 dos especialistas, que lo habían hecho con romanos y
Marcelo Vigil y Abilio Barbero, pu- visigodos: para mantener la indem-
blicaron una serie de estudios en nidad de su hábitat. Habría sido una
los que sometían a revisión varias dinámica expansiva propia de estas
de las interpretaciones vigentes so- poblaciones, del todo ajenas a las
bre la transición del mundo antiguo motivaciones religiosas y políticas
al medieval en España. Recurriendo supuestas en las primeras expresio-
a fuentes arqueológicas y textuales nes de resistencia al Islam, lo que
diversas, mantuvieron la inexisten- habría impulsado tras la resistencia
cia entre las poblaciones del norte el crecimiento de la sociedad alto-
peninsular de efectiva romaniza- medieval astur y luego leonesa, sin
ción y cristianización, con muy larga conexión cultural e institucional con
persistencia de estructuras tribales la monarquía visigótica; sólo más
arcaicas y resistencia constante a tarde se habría creado la fabulación
la presencia tanto romana como vi- del caudillaje visigótico a lo que no
sigoda en sus áreas. pasó de ser una revuelta autóctona.

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La idea de España en la Reconquista INFORME VI

La rendición de Granada, por Francisco Pradilla y Ortiz.

Este supuesto implica in- Las tesis de Vigil y Barbero,


fravalorar la raigambre local de muy bien trabajadas, tuvieron am-
autoridades dependientes de To- plia difusión al ser incorporadas
ledo antes de la invasión, la pre- a manuales de mucha circulación
sencia de los muchos rasgos que en el decenio de 1970, mientras no
extraídos del aparato institucio- la tuvieron tanta, fuera del círculo
nal y ceremonial de la monarquía de los especialistas, las reservas
visigótica se transpusieron en que se les hicieron. Estuvieron, por
la rudimentaria corte astur y sus otro lado, apoyadas en enfoques
hijuelas monásticas, así como la propios del materialismo histó-
amplitud de la emigración que rico y contribuyeron a extender
hizo posible aquella restauración otra tesis, también opuesta a una
y el pensamiento que la alentó. El teoría consolidada sobre la Alta
otro, la supuesta integridad ar- Edad Media española: lo relativo,
caica de las poblaciones del nor- particular y tardío en ella, con ex-
te peninsular para que pudiesen cepción de los condados catalanes
considerarse terra ignota, ha sido bajo influencia franca, de estruc-
rebatido con sólidas razones ar- turas feudales propiamente di-
queológicas y filológicas por es- chas. Las formulaciones más tos-
tudios posteriores. cas de esta interpretación hacen

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INFORME VI La idea de España en la Reconquista

de la Reconquista un mero proceso su asentamiento en comarcas in-


de depredación por una clase feu- seguras. La congruencia del para-
dal entregada a la apropiación te- digma ortodoxo choca, pues, con
rritorial de Al-Ándalus por la fuerza las evidencias sobre las condi-
para establecer grandes dominios ciones derivadas de la expansión
nobiliarios; en ese contexto, la idea reconquistadora.
de reconquista sería una mera su-
perestructura de orden ideológico Otro tipo de reservas a la in-
para escudar un puro acto de rapi- terpretación tradicional de la Re-
ña y la hegemonía feudal. conquista aduce que se trató de
una idea introducida tardíamente,
A este respecto sólo cabe de- de origen francés y, como la de cru-
cir aquí que tales interpretaciones zada, una adaptación de la noción
adolecen de llamativo esquema- musulmana de guerra santa. Rafael
tismo y simplificación, impuesta Altamira, quien usó, sin embargo,
por su propio paradigma teórico, constantemente Reconquista tan-
respecto a las condiciones de los to como periodo histórico como en
repartimientos tras las conquistas cuanto concepto, apuntó que ha-
del valle del Tajo y de Andalucía. En bría sido acuñado en el ambiente
todo caso, el núcleo de la cuestión francés del reinado de Alfonso VI,
radica en que la explicación de la y en especial por los cluniacenses
debilidad del feudalismo en la ma- que tan favorecidos fueron por
yor parte de la España medieval se aquel monarca, habiendo, así, los
vincula con la dimensión militar de monjes impulsado a los reyes a
la Reconquista, que dio a los mo- luchar más activamente. Sería, en
narcas españoles una fortaleza suma, una idea francesa surgida en
que otros no tuvieron frente a los el siglo XI. No obstante, la eviden-
intereses nobiliarios, y en que los cia documental sobre su vigencia
repobladores de las zonas conquis- en el entorno de la monarquía astur
tadas, al norte del Tajo especial- dos centurias antes es inequívoca.
mente, pudieron eludir (no siempre Objeciones de otro orden apuntan
y no todos por igual) muchos de a la impracticabilidad de juzgar
los rigores y cargas económicas y como unidad, “a una cosa que dura
extraeconómicas del régimen de ochocientos años”, según diría
servidumbre como incentivo para Ortega -nunca afortunado en sus

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La idea de España en la Reconquista INFORME VI

Batalla de las Navas de Tolosa, por Francisco van Halen.

opiniones históricas-; pero ni es el “franquismo”, o dentro de él el na-


único fenómeno histórico multise- cionalcatolicismo. Se sostiene que
cular, ni se niega que la Reconquis- se trata de un concepto lastrado
ta, como hecho, sobre todo, y como desde su raíz por prejuicios ideoló-
concepto fuese inmutable en todas gicos inmediatos, mixtificador, y no
sus vertientes a lo largo del tiempo. sólo prescindible sino rechazable.

Un capítulo particular en las Los argumentos con los que


invectivas sobre la noción de Re- se sostiene estos puntos de vista
conquista, y generalmente muy resultan extremadamente ende-
sesgado ideológicamente, mantie- bles; pero vale la pena considerar-
ne que, por una parte, se trata de los. Por una parte, el supuesto peso
un término de introducción recien- demostrativo de su impropiedad
te, urdido para responder a la nece- y hasta falsedad por el hecho de
sidad de afianzar el nacionalismo que el término “reconquista” sea
español al asentarse el Estado libe- inexistente en el léxico de la histo-
ral, pero también (y eso en la mis- riografía medieval y del Antiguo ré-
ma argumentación), pieza principal gimen, datándose su introducción
en el complejo ideológico de lo que en el siglo XIX. Una suerte de espe-
sin demasiada concreción se llama jismo ontológico en virtud del cual

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INFORME VI La idea de España en la Reconquista

el nombre hace la cosa, y sin nom-


bre la cosa no existe. Pero no sería
la primera categoría historiográfica
acuñada a posteriori del fenómeno
del que quiere dar cuenta; habien-
do, además otros motivos para des-
estimar esa suposición.

No es fácil, en efecto, admi-


tir que resulte determinante lo in-
usitado de ese concreto lexema
– reconquista/r- en la terminología
medieval cuando su significación
conceptual está recogida por otros
varios del mismo campo semánti-
co, y análogo, cuando no idéntico,
contenido para indicar la reversión
del antiguo solar. Por ejemplo, “re-
cobraremos lo que nuestros ante-
pasados perdieron [nuestra tierra]”
(Crónica de Enrique IV, de Enríquez
del Castillo, c.1480); “Reyes (…) que
estas Españas recobraron”, (Die-
Batalla del Puig por Marzal de Sas (1410-20).
go de Valera, Epístolas, 1482). En
las crónicas en romance el térmi-
no más reiterado para denotar la reconquistador en los reinos cris-
ocupación por la fuerza militar de tianos, volcados sólo en una cruda
castillos, ciudades, tierras, etc. qui- expansión territorial), o que exclu-
zá sea “conquerir”, pero ese verbo ya el sentido de “recuperar”.
no restringe su significado, con
exclusión de otros, a “ganar” o “ha- Que no implica tal restric-
cerse con” algo que previamente ción se aprecia en cómo se usa
no se hubiese poseído (reflejando igualmente para dar cuenta de las
así, según se pretende, la inexis- innumerables ocasiones en que,
tencia de un programa o aliento habiendo tenido que evacuar una

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La idea de España en la Reconquista INFORME VI

proceso más amplio y sostenido de


recuperación, perceptible en expre-
La semasiología y los siones como “liberationem patriae
contextos pueden dar a adhuc sperans” [aún esperanzado
entender que lo ganado, con la libertad de la patria]; “con-
ocupado, tomado, etc. es tra Arabes peragendo fines patriae

algo recuperado ampliavit” [acosando a los árabes


ensanchó los límites de la patria];
con Fernando III, “fuit Hispania res-
tituta”. (Todas las citas en De Rebus
plaza o ciudad poco antes expug- Hispaniae de Ximénez de Rada).
nada, se vuelve a ocupar -conque- Este último participio, restituta (de
rir- en una nueva campaña. En las restituere) y el también usado res-
crónicas latinas, por su lado, se taurata (de restaurare), ambos con
halla “conquisitare”, “acquirere”, igual sentido de restablecer, rein-
“capere”, etc. Pero es expresión re- tegrar, resulta de interés por ser,
currente, especialmente en las más quizá, el término más común en
antiguas, “reparo” (sobre todo su textos bajomedievales y de la Edad
participio pasado, reparatus), cuyo Moderna junto a “recuperación”: se
significado es “adquirir de nuevo”, puede ver, por ejemplo, en Alonso
“restablecer”, “retomar”; sinóni- de Cartagena, hacia 1442 (“patrie
mo de reconquistar. En suma, nada nostre […] recuperacionem”); en Pé-
concluyente puede derivarse del rez de Guzmán, 1450, (“restituyén-
léxico cuando la semasiología y los dola [España] a los cristianos”); o,
contextos pueden dar a entender por no multiplicar citas, en Saave-
que lo ganado, ocupado, tomado, dra Fajardo, 1646, (“la recuperación
etc. es algo recuperado. de España”; “recobrada después de
ochocientos años de guerras conti-
De todos modos, ese elenco nuas”). En los siglos XVII y XVIII la
de expresiones aparece con refe- expresión usual, hasta en la litera-
rencia a un lugar concreto (ciudad, tura de cordel, fue “Restauración”,
plaza, etc.) que suponen una con- en frecuente concatenación con
quista específica y singular (“esta “pérdida”, y fue igualmente acep-
conquista”, “conquista nueva”), ción que pudiera decirse técnica,
que no objeta a su inclusión en un para designar todo el periodo de

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INFORME VI La idea de España en la Reconquista

lucha con los islamitas hasta su


expulsión, y como tal se encuen-
tra, por ejemplo, en historiadores
como Martínez Marina, 1806: “si-
glos de la restauración”, o Masdeu,
1807: “época memorable de nuestra
restauración”.

Pero, además, la pretensión


de que “Reconquista” haya sido in- Caballería y peones luchando en una zona boscosa en una miniatura de
vención terminológica de los dece- las Cantigas de Santa María del rey Alfonso X el Sabio (1252-1284).

nios centrales del siglo XIX, e insó-


lita antes, es errónea, hallándose su De ninguna manera, pues, el térmi-
uso bien establecido en la segunda no y lo que designaba eran novedad
mitad del XVIII. Así, por ejemplo, en cuando a mediados de siglo se pu-
Cadalso ([Pelayo] “emprendió la re- blicaron las historias que lo utili-
conquista de España”, 1767; Astu- zaban corrientemente, como la de
rias “produjo la reconquista de toda Modesto Lafuente, ni nada abona la
España”, 1774/1789); Jovellanos suposición de que quienes las escri-
(“reconquistar un reino envilecido bieron se valieran de él para patroci-
bajo el yugo de los árabes”, 1785); nar el asentamiento de una nación,
Llorente (“ocho siglos que duró la de cuya existencia y continuidad
reconquista”, 1797). En el período histórica no albergaban duda, por
de la guerra de la Independencia el cierto, ni fomentar un sentimiento
empleo del término es general y fre- nacional en el que no veían tibieza.
cuentísimo. Varios de los informan-
tes de la “Consulta al país”, 1809 lo Aunque, según quienes aban-
emplean (“reconquistar la Península deran esta tesis, se habría tratado de
y librarla de la opresión mahometa- un mito forjado por liberales, su uti-
na”; “la invasión de los árabes mudó lización política sistemática habría
la España en la Reconquista”). En los tenido lugar bajo el régimen del ge-
oradores de las Cortes fue recurren- neral Franco, donde se habría hecho
te, haciendo el parangón con la gue- un uso apabullante de él. No es sólo
rra de entonces frente a Napoleón, e la paradoja de que mitos supuesta-
igualmente en diversos publicistas. mente liberales pasen sin solución

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La idea de España en la Reconquista INFORME VI

Alfonso VIII de Castilla y Leonor de Plantagenet entregan en 1174 el castillo de Uclés al Maestre
de la Orden de Santiago Pedro Fernández de Fuentecalada.

de continuidad al arsenal retórico parece que pasase de ocasional y


de un régimen de signo tan opuesto ceñida al momento bélico, sin dife-
(cosas así pueden ocurrir, pero no en rencias de fondo, en tanto que recur-
los términos simplones que en este so tropológico, con la evocación de
caso se presumen), sino que no hay la Guerra de la Independencia como
evidencias de esa sobrexplotación paralelismo en el bando republicano.
de la idea de Reconquista bajo el
franquismo. El asunto no tiene trata- La exaltación de la Reconquis-
miento en los textos escolares y pro- ta y de Covadonga como su momento
gramas de Historia diferente al que inicial formaba parte, sin embargo,
ya era común desde la Restauración, del repertorio doctrinal y simbólico
ni en discursos o proclamas tiene de fuerzas políticas que contribu-
relevancia mayor que otros hechos yeron a la construcción de aquel ré-
de la historia de España, ni aun en el gimen mucho antes de que naciera.
periodo de la Guerra Civil o inmedia- En efecto, el Carlismo y el Integris-
tamente después, sin que se trasluz- mo tuvieron en la Reconquista uno
can contenidos políticos concretos. de sus signos distintivos. Fueron
La equiparación del conflicto, desde varios los periódicos carlistas que
la perspectiva del bando sublevado, llevaron ese título, tanto en el siglo
con la etapa histórica medieval no XIX como en el XX, y uno de los más

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INFORME VI La idea de España en la Reconquista

importantes, editado en Madrid en


los años del Sexenio democrático, La simbología asociada a la
incluía en su portada una expresa
Reconquista constituyeron
evocación de Pelayo como defensor
de la fe católica, siendo esa dimen-
tópicos del discurso político
sión, la religiosa, la que se subraya- de la derecha confesional
ba en el ámbito del tradicionalismo. mucho antes del franquismo
También la CEDA, en los años
de la República, y en su práctica po- medida adecuada teniendo en cuen-
lítica de buscar referentes históri- ta que Claudio Sánchez-Albornoz,
cos con los que entroncar su acción uno de los más autorizados estudio-
política, recurrió a los orígenes con- sos de la Reconquista y su influencia
vencionales de la Reconquista, cele- en la realidad histórica española y
brando uno de sus actos de masas en que sostuvo siempre la trascenden-
Covadonga, que los partidos y sindi- cia de ese fenómeno, fue un político
catos revolucionarios asturianos, los liberal y con el tiempo presidente
mismos que poco después desenca- del gobierno republicano en el exilio,
denaron un levantamiento armado completamente ajeno, por tanto, a
contra el régimen de 1931, trataron aquellos postulados ideológicos.
de impedir por todos los medios, in-
cluidos estragos terroristas. En esa
concentración casi resultaría inevi-
table la invocación por alguno de los
oradores a “una nueva reconquista”.
Así pues, la simbología asociada a
la Reconquista, y la noción misma
como tal, constituyeron tópicos del
discurso político de la derecha con-
fesional mucho antes del franquis-
mo, y vinculados preferentemente a
la dimensión religiosa de sus postu-
lados, abundando en la victoria del
cristianismo. Una circunstancia cuya
Jaime I de Aragón, Cantigas de Santa María.
dimensión real puede calibrarse en

19
La idea de España en la Reconquista INFORME VI

LA RECONQUISTA EN LA
HISTORIA DE ESPAÑA
Resulta incuestionable que la no- ejerció un papel preponderante al
ción de Reconquista, de la recupe- trazar una comunidad única, enrai-
ración territorial de la totalidad del zada en un origen compartido, en-
suelo peninsular para reestablecer tre los distintos y frecuentemente
un orden religioso y social presi- enfrentados reinos cristianos. Por
dido por el cristianismo, acabando encima de sus rivalidades e intere-
con el dominio del Islam conside- ses dinásticos estaba en todos la
rado como usurpador, recorre con condición de herederos de quienes
una sólida tradición de discurso la fueron en el pasado despojados de
historiografía medieval española modo injusto y violento, y se sen-
y el pensamiento que en ella sub- tían llamados a revertir los efectos
yace. Su interés deriva de su peso de aquella quiebra del orden per-
para delimitar un marco etno-iden- dido. La idea jugaba, por tanto, al
titario preciso como elemento de menos en dos dimensiones: creaba
un proceso de proto-nacionaliza-
ción. En tales procesos viene a re-
sultar determinarte la construcción
simbólica de una alteridad, de la di-
ferenciación del propio grupo me-
diante una identidad notoriamente
diferenciada (o percibida como tal).

En la España medieval ese


factor correspondió de forma par-
ticular a la idea de Reconquista.
Esta idea podía proyectarse en va-
rias dimensiones, por ejemplo, la
propiamente religiosa pero mul-
tiforme en sí misma, o durante un
tiempo la política e institucional
con el restauracionismo del siste-
Don Pelayo, rey de Asturias.
ma monárquico godo. En todo caso

20
INFORME VI La idea de España en la Reconquista

identidad porque diferenciaba un


opuesto indubitable, y, al tiempo,
La condición mítica no
unía en un programa histórico, se-
cular, de restauración a las genera-
implica necesariamente
ciones de cada momento y a éstas
falsedad de los hechos a los
con las precedentes desde el reino que responde pero tampoco
godo perdido. Un gran medievalis- su absoluta exactitud
ta español, Ramón de Abadal, acu-
ñó el concepto de mito-motor que
puede entenderse como el comple-
jo de estructuras de legitimación como la muerte de cientos de miles
e identificación que sustentan los de enemigos o las intervenciones
elementos simbólicos mediante los milagrosas, por citar dos de los más
cuales un grupo, o mejor sus miem- evidentes, no tuvieron lugar. Dicho
bros, se hacen o sienten partícipes de otro modo, no se trata de perse-
de una misma suerte, trenza entre guir el desiderátum del positivismo
ellos lazos emocionales de asocia- rankeano de “qué ocurrió realmen-
ción y adhesión. La idea de Recon- te” (su “wie es eigentlich gewesen”),
quista resultó ser, históricamente, sino de establecer si esa idea exis-
un mito-motor de especial eficacia. tió, cómo se formó, qué efectos tuvo
en las sociedades de la Edad Media
La condición mítica no implica española, y, si se quiere, cuáles ha-
necesariamente falsedad de los he- yan podido ser sus usos políticos
chos a los que responde, o que esos posteriores.
hechos hayan sido deliberadamente
desfigurados; pero tampoco, lógica- Las dificultades para ello son
mente, su absoluta exactitud. En la múltiples, la cronológica para em-
indagación sobre la Reconquista no pezar. Ya Menéndez Pelayo apuntó
es de tanto interés precisar si cada sus reservas respecto a que en los
uno de los episodios que la cons- primeros momentos de la resisten-
tituyen como proceso histórico de cia a la ocupación islámica hubiera
varios siglos se ajusta o no a lo que ánimo reconquistador. Las fuentes
se pueda asentar como cierto, por- son posteriores a aquellos episodios
que es evidente que muchos de los iniciales del siglo VIII y muy impreci-
detalles que las crónicas trasmiten, sas, pero nada hace pensar que, en

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La idea de España en la Reconquista INFORME VI

Los Reyes Católicos, Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla.

contra de lo que la tradición simplifi- el Libro de Ezequiel, cuya angustia


cadora estableció, Pelayo y quienes por la cautividad de Israel en Babilo-
con él sobrevivían pudiesen tener nia transpone a la de los cristianos
proyecto alguno de reconquistar. expulsados de la mayor parte de su
Cien años más tarde, en cambio, los tierra con similar sentido expiatorio,
cronistas del reino astur sí registran e introduce análogas predicciones
la idea, acuñada probablemente por consoladoras sobre la derrota (aquí
el irredentismo de clérigos mozára- convertida en victoria) de Gog, el
bes y el legitimismo restauracionis- belicoso enemigo de Dios, al que el
ta visigótico implantado en la corte. cronista identifica, sin embargo, no
Desde entonces los textos la reco- con los musulmanes sino con los
gerán durante siglos; cabe verlo en godos, al pronosticar que tras ciento
algunos ejemplos: setenta años de servidumbre podrá
Gog, es decir los godos, someter a
La crónica Profética es cono- sus invasores y restaurar su reino,
cida por su interpolación en otra, correspondiendo al monarca astur
la llamada Albeldense, y con más reinante ser señor de toda España
propiedad Epítome Ovetense. Am- según lo vaticinado (“in omni Spanie
bas debieron de redactarse en los predicetur regnaturus”).
primeros años del decenio de 880,
quizá incluso algo antes. Se trata de Lo preciso del cómputo tem-
un texto impregnado del profetismo poral anunciado suponía que ha-
bíblico e inspirado en particular por cia el 884 tendría que producirse

22
INFORME VI La idea de España en la Reconquista

esa liberación, pero como suele ser textos de todo el periodo medieval
común en las profecías fallidas, con análogo sentido.
sucesivas versiones de la cróni-
ca dejaron abierto el tiempo de su Así, en contraste con la expre-
cumplimiento mas sin modificar su sión tosca del latín altomedieval, los
fondo: los cristianos-godos vence- escritores más pulidos del Trescien-
rán a los agarenos y recuperarán el tos y el Cuatrocientos expresaron la
que fuera su reino. Se trata, pues, misma idea. Por ejemplo, en el Libro
de una temprana manifestación de de los Estados, Don Juan Manuel,
la ambición y la esperanza de re- hacia 1330, da razón del prologado
conquista. No muy posterior a las guerrear contra los musulmanes,
citadas, de los años de transición pues: “se apoderaron de muchas tie-
al siglo X, es la llamada crónica Ro- rras […] et tiénenlas hoy día, de las
tense o de Alfonso III. Se incluye en que eran de cristianos […] et por esto
ella una minuciosa descripción de ha guerra entre los cristianos y los
batalla de Covadonga plagada de moros, et habrá fasta que hayan co-
elementos legendarios y fantás- brado los cristianos las tierras que
ticos. Entre ellos un apóstrofe de los moros les tienen forzadas”. Hacia
Pelayo a uno de los witizanos cola- finales del siglo siguiente, Enríquez
boracionistas en el que expresa su
fe en que, con ayuda de Cristo, el
lugar del encuentro sea el comienzo
de la salvación de España y restau-
ración del pueblo godo y su ejército
(“sit Spanie salus et gotorum gentis
exercitu reparatus”). Naturalmente
ese parlamento, recurso propio de
la historiografía clásica, no resulta
ni por asomo verosímil, pero lo rele-
vante es cómo hacia el año 900 que-
da atestiguada la fijación de propó-
sito restauracionista. Lejos de ser
circunstancial y efímero ese ideario
sedimentó y, de forma más o menos
Libro de los estados.
explícita y elaborada, se halla en

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La idea de España en la Reconquista INFORME VI

Hay, pues, en estos testimo-


nios separados por siglos, un mis-
La Reconquista como factor mo ideario reconquistador, la misma
esencial de la historia de asunción de una obligación colectiva
España en los siglos medios transmitida en el tiempo. Pese a las
se mantuvo en historiadores y diferencias que entre unos y otros

tratadistas posteriores. momentos se pueden señalar, habría


una semejanza entre ellos, la pre-
sencia de un poder musulmán ocu-
pando mayor o menor extensión te-
del Castillo pone en boca de En- rritorial de la Península, de modo que
rique IV, en su crónica del reinado, la finalidad reconquistadora estaba
la misma idea: “Peleamos contra aún inacabada. Pero como queda di-
los moros que usurpan nuestra tie- cho antes, la visión de la Reconquis-
rra, tomada por gran traición […] nos ta como factor esencial de la historia
mueve justa causa […] recobraremos de España en los siglos medios se
lo que nuestros antepasados perdie- mantuvo en historiadores y trata-
ron”. Y uno de los grandes humanis- distas posteriores. O, en palabras de
tas españoles, Alfonso de Cartage- Saavedra Fajardo, fue propio de los
na, vástago de influyente familia de reyes cristianos españoles (y es evi-
conversos, lamentando la pasividad dente que también de sus súbditos)
combativa de sus contemporáneos “haber tenido ocupadas sus armas
escribía hacia 1442 que ante “nues- muchos siglos en sacudir el pesado
tros enemigos los árabes”, “ocupan- yugo de los africanos, estimando en
tes de nuestro país [...] nos acucia la más desarraigar de España la secta
preocupación de expulsarlos, tanto mahometana”.
para exaltación de la fe como para
recuperar nuestra patria que vio- Esa continuidad en la lucha
lentamente dominan”. (“Arabes […] contra el enemigo islámico, inspi-
hostibus nostris [...] fines nostros rada por una misma finalidad y tan
occupantibus, nos quibis expulsio- sostenida en el tiempo, por más
nis eorum tum propter exaltacionem que no faltaran etapas o fases de
fidei tum propter patrie nostre quam discontinuidad o suspensión, es un
violenter tenent, recuperacionem fenómeno singular en la historia eu-
cura precipua imminet”). ropea. Ninguna de las expansiones

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INFORME VI La idea de España en la Reconquista

Guerreros cristianos y musulmanes. Batalla del libro de Cantigas.

cristianas al Este o al Norte del con- riesgo, las penalidades (y también


tinente durante la Edad Media ad- las ganancias) de la guerra. En la me-
mite parangón con la continuidad dida en que quepa admitir que exis-
bélica que se mantuvo en España ten psicologías colectivas, aunque
rechazando una invasión siglos des- lo que sin duda existen son axiolo-
pués de haberse producido. Eso su- gías y comportamientos colectivos,
puso un estado de guerra, si no per- hay que coincidir con Sánchez Al-
manente sí continuado; la presencia bornoz en su argumentada tesis de
de la guerra como realidad habitual que la Reconquista fue clave en esa
con continuidad y en una dimensión psicología. Como lo fue en la crista-
superior a la de cualquier otra región lización de instituciones y valores, y
de Europa. Sin duda eso tuvo que ac- por eso hay que pensar con él que la
tuar en la formación de los estilos de Reconquista fue determinante en la
vida, en la escala de valores socia- historia de España.
les, en la hechura de las mentalida-
des, en la concepción de la existen-
cia misma, en la contextura de un
tipo humano. No es sólo la presencia Hay que coincidir con
abrumadora de guerreros y guerras Sánchez Albornoz en su
en la literatura medieval española,
argumentada tesis de que la
en especial en la épica y el roman-
cero. Es su huella en la idiosincrasia
Reconquista fue determinante
colectiva de muchas generaciones
en la historia de España
moldeada en la familiaridad del

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La idea de España en la Reconquista INFORME VI

REFERENCIA SOBRE LAS FUENTES CITADAS


La cita de al-Maqqari procede de la BAE, LXX. Las Epístolas de Valera, se
traducción recogida por Claudio Sán- citan por la versión de la BAE, CXVI. El
chez Albornoz, La España Musulmana, Duodenarium, de Alfonso de Cartage-
1974, tomo I. La Crónica mozárabe se na se cita por la edición de Fernández
cita por la edición de Mommsen, Mo- Gallardo y Jiménez Calvente, 2015.
numenta Germaniae Historica, Croni- Generaciones y semblanzas, de Fernán
ca minora, II. El Epítome Ovetense (o Pérez de Guzmán cita por la edición
Crónica Albeldense), la Crónica Profé- de Domínguez Bordona, 1979. Libro
tica, y la Rotense se citan por la edi- de los estados, de Don Juan Manuel
ción de Gómez Moreno, BRAH, 1932. se cita por la versión de la BAE, LI. Co-
De Rebus Hispaniae, de Ximénez de rona gótica, castellana y austriaca, de
Rada se cita por la edición de Viuda Saavedra Fajardo se cita por la edición
de Ibarra, 1793. El Poema de Fernán de González Palencia, 1946. Ensayo
González se cita por versión de la BAE, histórico-crítico sobre la legislación y
LVII. La Crónica de los reyes de Aragón, principales cuerpos legales de los rei-
Liber Regum, se cita por la edición de nos de León y Castilla, de Francisco
Serrano y Sanz, BRAH, 1919-1921. La Martínez Marina se cita por la versión
Crónica de los reyes de Navarra se de la BAE, CXCIV. Historia critica de Es-
cita por la edición de Yanguas, 1846. paña y de la civilización española, de
La Crónica de Enrique IV, de Enríquez Juan Francisco Masdeu, se cita por el
del Castillo se cita por la versión de la manuscrito del tomo XXI, BNE.

SUGERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Claudio Sánchez Albornoz dedicó de España en la Edad Media, Madrid,
múltiples trabajos a la cuestión de la Instituto de Estudios Políticos, 1954
Reconquista y su influencia en la his- (última edición 1997). En especial ca-
toria de España. Una aproximación de pítulo VI.
carácter general puede verse en Es- Un excelente resumen en Ma-
paña, un enigma histórico, Buenos Ai- nuel González-Jiménez, “¿Reconquis-
res, Sudamericana 1971. En especial ta? Un estado de la cuestión”. En Eloy
capítulo XII. Benito Ruano (coord.) Tópicos y reali-
Sobre la idea de Reconquista, dades de la Edad Media, Real Acade-
José Antonio Maravall, El concepto mia de la Historia, 2000; págs. 155-178.

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