Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La realidad humana puede ser analizada e interpretada según dos distintos modelos
teóricos: el modelo cultural y el modelo social. Se trata de puntos de vista sobre una
misma realidad, donde cada uno abarca y reconstruye lo mismo que el otro, aunque bajo
supuestos, esquemas y consecuencias distintas. El “modelo cultural” concibe al hombre
como un ser dotado de ciertas capacidades para resolver sus problemas concretos y
desarrollar
desarro llar sus posibilidad
posibilidades
es perceptivas,
perceptivas, prácticas y cognoscitiv
cognoscitivas.
as. Contra
Contra esta visión,
visión,
básicamente positiva, el “modelo social” insiste en los elementos negativos del ser
natural del hombre y piensa más bien las capacidades humanas como artificiales, como
medios de organización y encauzamiento de la vida inmediata. Mientras que para el
primer modelo el punto de partida son los problemas que la realidad y la experiencia
plantean al hombre, para el segundo son los problemas que plantean las relaciones entre
los hombre
hombres, s, tanto
tanto interin
interindiv
dividu
iduale
aless como
como interg
intergrup
rupale
ales.
s. De acuerd
acuerdo o con el primer
primer
modelo podemos entender la invención de la tecnología, la ciencia y las artes; de
acuerdo con el segundo, la invención de la religión, el derecho y la política.
Quepa avanzar que no se trata de una oposición material entre las realidades que
ambas perspectivas
perspectivas refieren,
refieren, esto es, entre la realidad
realidad cultural y la realidad
realidad social como
tales; se trata de una oposición entre las maneras en que se concibe cada tipo de realidad
a partir de la otra. Para el modelo cultural; la sociedad no es más que el contexto de la
acción cultural; para el modelo social la cultura es sólo un medio de integración y
confirmación social. He aquí la alternativa: bien somos seres culturales, creadores de
cultur
cul tura,
a, bien
bien somos
somos seres
seres sociale
sociales,
s, conviv
convivencencial
iales
es o gregar
gregarios
ios:: el constru
constructo
ctorr o el
sacerdote, el científico o el político, el artista o el administrador.
Ahoraa bien
Ahor bien,, el mode
modelolo so
socia
ciall ha do
domi
mina
nado
do en la hi histo
storia
ria de
dell pe
pens
nsam
amien
iento
to
occidental
occide ntal moderno,
moderno, específicamente
específicamente bajo dos modalidades
modalidades:: una, la estrategia
estrategia político-
político-
estatal, que en sus diversas variantes históricas e ideológicas (desde el liberalismo hasta
los sistemas totalitarios) ha consistido en la subordinación de la actividad cultural a los
imperativos del poder y la ideología; y otra, la estrategia epistemológica, que bajo la
égida de los modelos de las ciencias naturales ha introdu
introducido
cido y justificado un punto de
vista exterior y abstracto de la creación cultural. La perspectiva “epistemológica”, el
intento de ver la realidad cultural como “objeto” de un conocimiento científico, desde
sus variantes más empiristas hasta las más racionalistas,
racionalistas, no es otra cosa, en una última
instancia, que el privilegio del punto de vista del espectador sobre el del creador. Aun
las teorías más dialécticas y críticas que reconocen que la acción humana es inseparable
de una actividad simbólica se preocupan específicamente por explicar la manera en que
se da el acto de comprensión de un sentido, sus condiciones y requisitos y dejan en
segundo plano y como algo derivado el momento de la creación de sentido, esto es, el
momento propiamente genético y subjetivo de la acción cultural.
no obstante,sociales
estructuras encuentre cada vez
orgánicas másformas
como momentos de crisis
positivas y fracaso.para
y necesarias La confianza en las
el mejoramiento
y perfeccionamiento de la vida social se encuentra actualmente en total decadencia.
Igualmente,
Igualm ente, desde hace varios años asistimos en las discusiones
discusiones filosóficas a una crisis
generalizada de las concepciones positivistas y cientificistas.
En ge
gene
neral
ral,, el “mod
“model elo
o soci
social
al”” qu
quee no
noss pr
prom
omet
etía
ía a la ve
vezz un méto
método
do de
ex
expl
plica
icaci
ción
ón y ununaa estrat
estrateg
egia
ia de resol
resoluc
ució
ión
n y trans
transfo
form
rmac
ació
ión
n de lalass reali
realida
dade
dess
económicas, políticas, morales y culturales está llegando a su término. El punto de vista
“objetivo” del hecho como la “efectividad” del sistema o de cualquier otro concepto
colectivo sustantivizado muestran sus contradicciones y limitaciones. Es hora pues de
volverr al “modelo cultural”,
volve cultural”, de redefini
redefinirlo
rlo y afinarlo para ensayar
ensayar desde él una nueva
perspectiva de explicación y de acción, un nuevo y a la vez milenario punto de vista
sobre la realidad humana: el punto de vista del hombre como creador, como formador y
transformador.
Por otra parte, cada vez resulta más evidente que toda transformación práctica de
la vida humana social, política, económica, pronto muestra sus límites si no se ubica en
el ho
horiz
rizon
onte
te de ununaa tr
tran
ansfo
sform
rmac
ació
ión
n cultural, esto
sto es, en el horizrizonte de una
transformación integral y fundamental que atañe a los sentidos y a los valores de la
vida, a los motivos y a los fines de la existencia, a las formas concretas en las que los
seres humanos hacemos y rehacemos cotidianamente nuestro ser: en la contingencia de
nuestra
nue strass biogra
biografías
fías y nuestra
nuestrass experi
experienc
encias
ias comuni
comunitari
tarias,
as, en la imprev
imprevisi
isibil
bilida
idad
d de
nuestros gustos, apreciaciones, pasiones, en la incertidumbre de nuestros proyectos,
propósitos e ideales.
Para el pensamiento crítico contemporáneo “la realidad cultural” –el mundo del
2. El concepto de cultura
Nuestra tarea
tar ea fundamental consiste así en repensar el concepto de cultura en su sentido
máss ge
má gene
nera
rall y es
esen
enci
cial,
al, esto
esto es, en su sesent
ntid
ido
o filosófico
filosófico.. Po
Pode
demo
moss empe
empezazarr po
porr
puntualizar algunas de las acepciones más conocidas del término cultura: a) la noción
más amplia: todo lo que es producto de la actividad humana, todo aquello que el hombre
agrega a la naturaleza; b) en sentido más propio de la antropología: los sistemas de
representaciones colectivas que caracterizan a una sociedad humana en particular –lo
cultural se identifica con la dimensión simbólica de la existencia social (lenguaje, mito
y religión) en oposición
oposición a la dimensión práctico-mate
práctico-material-;
rial-; c) en tercer lugar, el sentido
sentido
más clásico: las formas consideradas superiores de la actividad humana (especialmente
el arte); d) finalmente, la noción común: un conjunto vago y general de saberes (el ser
“culto”).
Una acepción más, que incluye a las anteriores, considera a la cultura desde el
punto de vista del proceso y la define como la capacidad creadora y autocreadora del
hombre. Las cuatro acepciones indicadas se refieren a la cultura como un resultado o un
he
hech
cho.
o. Son
Son dedefi
fini
nici
cion
ones
es qu
quee fu
func
ncio
iona
nan
n co
como
mo pupunt
ntos
os de papart
rtid
idaa pa
para
ra or
orien
ienta
tarr la
explicación de ciertos fenómenos. Pero tales definiciones requieren de justificación. No
podemos responder verdaderamente a la pregunta: ¿qué es la cultural? Sin responder
también a una pregunta más profunda, más filosófica: ¿por qué existe la cultura?, ¿cuál
es su necesidad?
Tal es, para nosotros, el aspecto esencial y último del concepto de cultura: el proceso,
genérico e individual a la vez, de autoconstitución y autoformación del hombre; el
proceso a través del cual la especie humana en su conjunto y a cada individuo en
particular hacen su ser, dividen lo que son y están siendo. Más concretamente, es el
proceso por el cual ambas dimensiones –el ser genérico y el ser individual del hombre-
se constituyen, interactúen y se rebasan mutuamente. Esto significa que el proceso de
au
auto
toco
cons
nsti
titu
tuci
ción
ón de
dell ho
homb
mbrere no es un unív
ívoc
oco:
o: no es un meca mecani
nismo
smo obobje
jeti
tivo
vo qu
quee
determinaría y definiría las existencias individuales, sin otra opción que la repetición; ni
tampoc
tam pocoo es una polvar
polvareda
eda de experie
experienci
ncias
as subjet
subjetiva
ivass irredu
irreductib
ctibles,
les, incapa
incapaces
ces de
producir y referirse a algo común. La cultura es tanto resultado como acción,
objetiv
objetivida
idadd como
como subjet
subjetivi
ividad
dad,, realida
realidad
d colecti
colectiva
va como
como experie
experienci
nciaa person
personal.
al. La
dialéctica es plena y perfecta: nada es la cultura sin la vivencia subjetiva que la captura,
actualiza y la vivifica; pero nada es la experiencia individual sin las realidades y los
sentidos culturales a los que se refiere y consagra. Nada es la cultura sin el individuo,
nada el individuo sin la cultura.
Sostener que la cultura es la manera que tiene el hombre para resolver los
problemas y las necesidades que su supuesto ser natural le plantea es quedarse en una
concepción instrumental, contingente e incompleta; es considerar a la cultura como
simple medio. Por el contrario, considerar a la cultura como fin significa que ello no es
solame
solamente
nte invenc
invención
ión sino autoin
autoinven
venció
ción:
n: crea
crea las solucio
soluciones
nes para
para proble
problemas
mas que
1
Para Gadamer, la Formación o Bildung, “pasa a ser algo muy estrechamente vinculado al concepto de la
cultura, y designa en primer lugar el modo específicamente humano de dar forma a las disposiciones y
capacidades naturales del hombre”. Hans-Georg Gadamer, Verdad y método. Fundamentos de una
hemenéutica filosófica, Salamanca,
Salamanca, Sígueme, 1988, p. 40. Incluso, para este filósofo, “lo convierte en
ciencias a las ciencias del espíritu se comprende mejor desde la tradición del concepto de formación que
desde la idea de método de la ciencia moderna” (p. 47). Todo lo cual nos remite a la concepción clásica
de la cultura que no ha dejado de subsistir en los tiempos modernos y que es la idea de un proceso de
“educación”, de formación concreta e integral de la personalidad en todos sus niveles (aspecto subjetivo),
antes que la posesión especializada y precisa de un conjunto de saberes o conocimientos generales
(aspecto objetivo).
también crea. El hombre inventa para autoinventarse, para ser algo nuevo y distinto, y
no sólo para mantener una ser ya dado.
La mism
mismaa rereal
alid
idad
ad biol
biológ
ógic
icaa del
del homb
hombrere ad
adqu
quie
iere
re ot
otro
ro se
sent
ntid
ido
o y ot otra
rass
posibilidades: ya no es sólo el resultado de la evolución natural sino, todavía más, de la
evolución cultural: del proceso histórico, práctico, técnico, moral, cognoscitivo, a través
del cual el ser humano ha buscado en todo momento y en todas las instancias darse un
ser, formarse una naturaleza. Según Clifford Geertz, las investigaciones recientes en
antropología han permitido descartar “la perspectiva secuencial de las relaciones entre
la física y el desarrollo cultural del hombre en beneficio de la idea de una superposición
interactiva”2 La cultura no es algo que venga a agregarse a una realidad biológica ya
establecida, definitiva y única; “por lo menos formas elementales de actividad cultural o
protocultural (simple fabricación
fabricac ión de herramientas, caza, etc.) parecen haberse registrado
re gistrado
entre algunos de los australopitecus, y esto indica que hubo un traslado o superposición
de un millón de años 3entre el comienzo de la cultura y la aparición del hombre tal como
lo co
cono
nocecemo
moss ho
hoy”
y” . Rasg
Rasgos
os biol
biológógic
icos
os cacarac
racte
terís
rísti
tico
coss de
dell ho
homb
mbre
re mode
modernrno
o –
especialmente relativos al tamaño del cerebro- no se alcanzaron antes del surgimiento
de la cult
cultur
ura,
a, por
por lo que que re
resu
sult
ltaa equi
equivo
voca
cada
da totoda
da co conc
ncep
epci
ción
ón de
dete
term
rmin
inis
ista
ta y
reduc
red ucci
cion
onist
istaa de co
cort
rtee “n
“nat
atur
ural
alis
ista”
ta”.. In
Inclu
cluso
so re
resu
sult
ltaa in
inad
adec
ecua
uada
da to
toda
da la vivisi
sión
ón
“escatológica”, analítica, de la realidad humana: el hombre no es un compuesto de
naturaleza y cultura, de biología y espíritu, es una realidad única e integral aunque
compleja y múltiple. En general, las características propias de la humanidad del hombre
–la sensibilidad, la sexualidad, la conducta ética, el pensamiento- no son “hechos
natura
naturales”
les”,, consecu
consecuenc
encias
ias de la estruct
estructura
ura biológ
biológica;
ica; nada
nada serían
serían sin un contex
contextoto
propiamente cultural, es decir, sin un “sentido” que yo no es unívoco y prístino. El
hombre es producto de su propia praxis, “efecto” de una realidad que él ha hecho y
continuamente hace y rehace.
Ahora bien, que no hay “naturaleza humana” no quiere decir que no haya un
medio,
med io, un contex
contexto
to o unas
unas ciertas
ciertas condic
condicion
iones
es específ
específica
icas;
s; no quiere
quiere decir
decir que el
hombre sea absoluta indeterminación, puro “no ser”, y que su tarea de autoconstitución
sea un proceso meramente personal y espiritual, no problemático. Precisamente porque
el hombre no posee una esencia, una naturaleza, se encuentra comprometido de tal
manera con la contingencia
contingencia del mundo
mundo que sólo en el proceso
proceso concreto y específico de
su existencia puede llegar a ser “algo”. El hombre no se forma a sí mismo sin tener a la
ve
vezz qu
quee form
formar
ar (t
(tran
ransfo
sform
rmar)
ar) el medi
medioo en el ququee ap
apar
arece
ece.. Sólo
Sólo pu
pued
edee da
darse
rse un
unaa
“naturaleza” porque transfigura toda naturaleza previa; sólo puede construirse un ser
empe
em peza
zand
ndo
o por
por reco
recons
nstr
trui
uirr las
las cond
condic
icio
ione
ness de su se ser.
r. La ac
acci
ción
ón hu
huma
mana
na es
está
tá
comprometida con la inercia y la opacidad del mundo, nunca es un proceso simple y
cerrado en sí mismo. Por esto, no es sólo un acto voluntario, individual y mental; es
también, necesariamente, un proceso social, práctico y corporal.
2
Clifford Geertz,
Geertz, La interpretación de las culturas, Barcelona,
Barcelona, Ed. Gedisa, 1987, p. 53
3
Id., p. 53.
La autoformación del hombre no está determinada u conducida por algo previo,
pero no opera en el vacío, no es, como supone la concepción espiritualista de la realidad
humana, una iniciación absoluta. Que la naturaleza está siempre medida, “interpretada”
por la cultura, no implica que ahora lo absoluto sea la cultura, que ella ocupe el lugar
primario, sustancial y jerarquizante que ocupaba el “orden natural”. Nada ganaríamos
con sustituir un orden por otro. Pasar al plano de la cultura es pasar a una concepción
relativista del orden (y del desorden), es pasar a la dimensión del “azar como necesidad”
y del artificio como destino.
Tall es la para
Ta parado
doja
ja,, el mist
mister
erio
io y la pr
prod
oduc
ucti
tivi
vida
dad
d de la cu
cult
ltur
ura:
a: el
ella
la es
es,,
simul
simultá
táne
neam
amen
ente
te y sin de
defec
fecto
to,, ge
gené
néri
rica
ca e in
indi
divi
vidu
dual:
al: lo más
más un
univ
iver
ersal
sal y lo másmás
singular. Es el universal que sólo alcanza en lo singular y es singular Como punto de
emer
em erge
genc
ncia
ia de lo ununiv
iver
ersal
sal.. El “ser
“ser pa
para
ra sí mism
mismo”o” dedell ho
homb
mbre
re ún
únic
icam
amen
ente
te es
conquistable cuando el individuo se concibe en sí mismo no como “parte” numérica de
la especie sino como lugar de autocomprensión y autorrealización de la especie; el
hombre “es un ser y en su conocer” 4. Por esto, cultura
cultura es, estrictamente,
estrictamente, aquel proceso
proceso
que puede predicarse tanto de una colectividad, del género en su totalidad, como de una
individualidad. Esto significa también que la cultura es tanto un sistema, una realidad
existente, una estructura o una memoria, como una tarea práctica y hasta una pasión, un
proceso de “autoperfeccionamiento”. La cultura es educación social y aprendizaje
individual, proceso colectivo y vocación personal.
4
Kart Marx, Manuscritos económico-filosóficos
económico-filosóficos de 1844, citado por Marshall Sahlins, Cultura y razón
práctica, Barcelona,
Barcelona, Ed. Gedisa, 1988, p. 132.
sino como son en relación a un sujeto; y a la vez, no respecto a un sujeto formal y puro
(kantiano) sino a un sujeto vivo y activo, tal y como se muestra a sí mismo y a los otros
en su ser cotidiano. En el plano fenomenológico no hay materia sin espíritu y al revés
plano filosófico no hay fenomenología sin teoría de la cultura (de la mediación materia-
espíritu) y al revés: sólo la actitud fenomenológica, en su sentido más amplio –como
descripción de las codas tal como se aparecen en una experiencia concreta y viva-,
permite captar la potencia del mundo cultural, su particularidad y multiplicidad, su
vitalidad.
Por esto
Por esto,, tant
tanto
o el ma
mateteria
riali
lism
smo
o co
como
mo el espiri
espiritu
tual
alism
ismo
o (en sus
sus didive
versa
rsass
versiones) resultan ineficaces para comprender el fenómeno cultural. Ambas posiciones
sólo son posibles en la medida que operan abstractamente: según un concepto abstracto
de materia que no es desconocida y que sólo “entiende” el teórico; o según la noción de
un espíritu abstracto que nada produce y nada transforma. 6 De lo que se trata es de
comprender el movimiento, el intercambio entre la materia y el espíritu que es la
realidad y el sentido de cultura.
Las ex
Las expl
plic
icaci
acion
ones
es mate
materia
riali
list
stas
as de la cu
cult
ltur
uraa pi
pierd
erden
en de vi
vist
staa el ca
carác
rácte
terr
inventivo de la acción; la cultura es solamente un medio para resolver problemas que ya
estaban planteados y de los que sólo por mala suerte la naturaleza no nos facilitó las
soluciones. El materialismo es siempre y desprecia los alcances más altos e intensos de
la actividad humana. Su criterio es el utilitarismo, una noción siempre dogmática y
elemental de “utilidad” (y de “funcionalidad”): ya el utilitarismo individual (lo que
conviene a los individuos) ya el utilitarismo social (lo que conviene a la Sociedad) .7
5
Las dos líneas principales del pensamiento fenomenológico contemporáne
contemporáneo, o, la que proviene de Husserl
y la que se desarrolla a partir del segundo Wittgenstein, conducen por distintos caminos –descripción
ontológica y descripción analítica- a un replanteamiento de las relaciones del sujeto con su mundo
concreto que es un mundo que es un mundo de “sentido”, lingüístico-vital y ya no “natural”. A través de
la realidad del lenguaje toda la experiencia cultural del hombre adquiere un carácter “trascendental”,
constitutivo y constituyente. Para una reflexión sobre las convergencias ocultas entre las dos principales
(y contrarias) corrientes filosóficas contemporáneas,
contemporáneas, el neopositivismo y la fenomenología, cf. Karl-Otto
Apel, La transformación de la filosofía, Madrid, Taurus, 1985.
6
El espíritu es un sustancia, una coda; como afirma Merleau-P
Merleau-Ponty:
onty: “el espíritu es nada o es una
transformación
transformac ión real y no ideal del hombre” ( La estructura del comportamiento, Buenos Aires, Hechette,
1957, p. 254).
7
Es una “cualidad decisiva da la cultura –en cuanto confiere a cada modo de vista las propiedades que lo
caracterizan- no el hecho de que esa cultura deba ajustarse a restricciones materiales,
materiales, sino que lo haga de
acuerdo con un esquema simbólico definido, que nunca es el único posible. De ahí que la cultura sea lo
que constituye la utilidad”. Marschall Sahlins , Cultura y razón práctica. Contra el utilitarismo en la
Ahora bien, el error no estriba en remitirse a un criterio de “utilidad”, sino en dar
por establecido lo que él significa. Al utilitarismo acrítico de las concepciones
materia
mat erialist
listas
as no se trata
trata de oponer
oponerle
le un criteri
criterioo espiri
espiritua
tualist
listaa de “inuti
“inutilid
lidad”
ad”,, de
grat
gratui
uida
dad,
d, sino
sino un
unaa co
conc
ncep
epci
ción
ón acacti
tiva
va,, co
conc
ncret
retaa y mult
multív
ívoc
ocaa de la ututil
ilid
idad
ad,, un
pragmatismo integral: lo que sirve, es lo que me sirve, pero lo que me sirve no sólo
para sostener y mantener mi ser sino para desarrollarlo y ampliarlo, para mejorarlo,
transformarlo y superarlo.
Sólo po
Sólo pode
demo
moss tene
tenerr un
unaa co
comp
mpre
rens
nsió
ión
n ad
adec
ecua
uada
da de la cr
creac
eació
ión
n cucult
ltur
ural
al si
afirmamos al mismo tiempo la necesidad a la que responde y la libertad que instaura. Es
por la acción cultural que estas dos dimensiones se encuentran mediadas y relativizadas
relativizadas,,
ya no son lo mismo de lo que eran separadas: la necesidad no es un fatalismo, un
determinismo, sino un impulso, una presión, un problema; la libertad, por su parte, no es
un acto
acto grat
gratui
uito
to y efíme
efímero
ro,, inmo
inmoti
tiva
vado
do y dedesc
scon
onte
text
xtua
uado
do,, es ununaa bú
búsq
sque
ueda
da un
unaa
experimentación. No se cierra, por esto, en el resultado alcanzado: la obra creada se
vuelve
vue lve capaz
capaz entonc
entonces
es de instau
instaurar
rar un mundo
mundo de prosecu
prosecucio
ciones
nes y recreaci
recreacione
ones:
s: un
mundo cultural, un horizonte de sentido, que, sin embargo, nunca llega a constituirse en
un
unaa esfera
esfera “o
“obj
bjet
etiva
iva”,
”, “en sí” en un unaa estru
estruct
ctur
uraa qu
quee ex
exter
terio
iorr y mecá
mecáninicam
camen
ente
te
determinara a los sujetos y sus acciones concretas. El “mundo” cultural, en cuanto no
esta hecho más que e ciertos trazos, marcas o señales, no arriba propiamente a la
existencia sin la acción de los sujetos concretos que retoman por su cuenta esos “datos”,
los reutilizan y reviven. Por esto, la prosecución es un movimiento simultáneo de
retrospección y prospección, un volver atrás y un ir más allá; una renovación crítica, un
ejercicio de libertad. Al retomar una obra cultural no solamente la hacemos existir sino
que, aún más, agregamos algo al ser que ya era y heredamos a los que nos sobrevendrán
un sentido más intenso, más complejo y más amplio.
La cucult
ltur
uraa no es só
sólo
lo la relac
relació
ión
n mater
materia-
ia-esp
espír
írit
itu,
u, sino
sino la revers
reversib
ibil
ilid
idad
ad
permanente, el desarrollo continuo, la relativización general. La cultura no es –y por
ende ninguna cultura
cultura en particular- una “solución”, una “respuesta”. Ella es un mundo,
mundo,
pero abierto; una solución, pero provisional.
Ahor
Ah oraa bien
bien,, no hay
hay una
una dial
dialéc
écti
tica
ca sino
sino much
muchas
as;; di
dive
vers
rsas
as mane
manera
rass de
problematizar y multiplicidad de respuestas. La cultura es un proceso particular y plural.
Como señala Clifford Geertz: “somos animales incompletos o inconclusos que nos
completamos o terminamos por obra de la cultura, y por obra de la cultura en general
sino por formas en alto grado particulares de ella: la forma dobuana y la forma javanesa,
la forma hopo y la forma italiana, la forma de las clases superiores y la de las clases
inferiores, la forma académica y la comercial”. 9 Si no hay naturaleza humana previa a la
cultura, entonces la existencia de una diversidad de formas culturales implica que la
diversidad es constitutiva de la “esencia” humana y que el “Hombre” –la unidad en sí
de la especie humana bajo ciertos rasgos básicos y universales- no existe.
9
Clifford Geertz, op. Cit., p. 55.