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Unidad 10

1. .

Entre las potestades de esas ramas legislativas de asegurar el orden y normal funcionamiento en su propio ambiente es evidente
que el presupuesto indispensable para la concreción de ese objeto está estrechamente conectado al control de la disciplina.

El privilegio reconocido admite un desdoblamiento a la dirección de su ejercicio, sea que su autoridad se materialice intra órgano o
fuera de él.

El primer privilegio que se reservan los cuerpos representativos es para sancionar a los miembros en alguna infracción, facultad que
puede llegar hasta la más severa medida que se verifica con la exclusión del indigno de pertenecer a la corporación legislativa.

En la segunda estamos frente a un supuesto en el que la decisión de alguna de las Cámaras trasciende la órbita interna para
repercutir en terceros que no forman parte del organismo pero que, a juicio del mismo, han producido una lesión

Nadie discute la legitimidad de las determinaciones disciplinarias que pueden adoptarse por las cámaras respecto de sus miembros
y existe una norma constitucional que autoriza tal proceder. No ocurre lo propio cuando se trata de castigar a personas ajenas al
congreso.

Las objeciones hacen pie en la inexistencia de disposición alguna que confiera ese atributo, con lo que con su potencial ejercicio
terminará lesionando el principio constitucional de “nullum crimen nulla poena sine lege”. Queda demostrado el acierto que las
funciones de una asamblea solo pueden ser ejercida cuando los miembros están juntos y reunidos en un cuerpo legislativo, colectivo
y representativo de todo el pueblo, pero singular o separadamente los miembros no tienen poder legislativo ni autoridad alguna. Las
prerrogativas serian enteramente ineficaces para el desempeño de sus funciones, si no tuviera el poder de imponer reglamentos
disciplinarios a sus miembros o de obligar a la obediencia de sus mandatos. Estos poderes son tan esenciales a la autoridad de una
asamblea que difícilmente pueda vivir sin ellos, tienen el derecho de ser considerados como pertenecientes a toda asamblea, son
tan relacionados entre sí, que los últimos son necesariamente el complemento de los primeros.

Observancia de pautas mínimas de respeto y decoro

La pertenencia al cuerpo impone a los legisladores observar ciertas pautas mínimas de respeto y decoro, ya que la ejemplaridad de
sus conductas debe ser presupuesto elemental dado a que integran un poder del Estado.

Cuando ese “deber ser” es desatendido: “cada cámara podrá con 2/3 de votos, corregir a cualquiera de sus miembros por desorden
de conducta en el ejercicio de sus funciones, o removerlo por inhabilidad física o moral sobreviniente a su incorporación, y hasta
excluirle de su seno, pero bastará la mayoría de uno sobre la mitad de los presentes para decidir en las renuncias que
voluntariamente hicieren de sus cargos. (art 66)

Las ventajas de la regulación argentina radican en que nuestra ley fundamental, en primer lugar, contempla el supuesto de
“remoción” no previsto por su similar de EEUU. Causa que autoriza separar del Congreso al integrante por razones ajenas a su
voluntad.

Debe adicionarse que la normativa es más precisa, toda vez que circunscribe la corrección a “desorden de conducta en el ejercicio
de sus funciones”, en tanto la regulación de EEUU, al autorizar la misma sanción es mucho más amplia y abierta en cuanto a los
hechos que pueden fundarla ya que no se halla restringida al ámbito de la función.

Previó al nacimiento de la potestad los diversos supuestos contenidos en la norma son:

CLASE: Unidad 10, facultades disciplinarias de las cámaras. Dentro de las prerrogativas, esto es, las garantías funcionales que
hemos visto, ¿no? Las seguridades que da la Constitución, o que las cámaras se han reconocido colectiva o individualmente con el
fin de asegurar el cumplimiento de su función, están las facultades disciplinarias. Esto es, la posibilidad de las cámaras de ejercer
algún tipo de control y eventualmente aplicar sanciones derivadas de ese control, sea a los legisladores y legisladoras, esto sí está
previsto en la Constitución, en el artículo 66, ahí tenemos las facultades disciplinarias de las cámaras respecto de sus miembros, y
luego, esto sí en base constitucional, como vamos a ver, no hay norma en la Constitución que lo establezca, las cámaras se han
reconocido impugnativas. Esa es, específicamente, la facultad de ejercer control o facultades disciplinarias sobre terceros. Sobre
terceros significa personas que no son legisladores ni legisladoras. Empecemos con la prerrogativa de las facultades disciplinarias
respecto de sus miembros, que está, como dije, expresamente atribuida a las cámaras, es una prerrogativa colectiva, en el artículo
66 de la Constitución. ¿Qué dice el 66? En primer término, cada cámara da su reglamento. Y luego dice, y podrá, con dos tercios
de votos, corregir a cualquiera de sus miembros por desorden de conducta en el ejercicio de sus funciones. Esa es la primera
facultad disciplinaria que vamos a conocer con el nombre de corrección. Luego dice, o removerlo por inhabilidad física o moral
sobreviniente a su incorporación. Esa es la segunda facultad disciplinaria dentro de los poderes disciplinarios. Las cámaras respecto
de sus miembros, la remoción. Por las causas allí enumeradas, inhabilidad física o moral sobreviniente a su incorporación. Eso
quiere decir, siempre después de su incorporación deberían aparecer estas circunstancias. Y finalmente dice la Constitución, y hasta
excluirle de su seno. Con lo cual se distingue corrección, remoción y exclusión. Vamos a ver que no hay causa para la exclusión,
pero se entiende como una especie de grado. Esto es la remoción. En primer lugar, y la exclusión por causas más graves. Y después,
bueno, lo que sigue, bastará la mayoría de unos o de la mitad de los presentes, para decidir en las renuncias que voluntariamente
inciden en sus cargos. Es otra prerrogativa que vamos a ver también al final. La aceptación de renuncia de sus miembros por parte
de las cámaras.
Es la sanción mínima que la CN ha previsto para que las Cámaras apliquen a sus miembros cuando el infractor haya incurrido en
excesos verbales, alusiones irrespetuosas u ofensivas, insultos o interrupciones al orador. La decisión puede consistir en un llamado
de atención al corregido, prohibirle el uso de la palabra durante la sesión, multa y hasta la suspensión del infractor.

Con ese propósito establecen que ningún diputado o senador podrá ser interrumpido mientras tenga el uso de la palabra, a menos
que el presidente lo autorice y preste consentimiento el orador para escuchar una explicación pertinente. Cuando un legislador falta
al orden el presidente por si o a petición de cualquier representante, invitara al representante que hubiere motivado el incidente
explicar o retirar sus palabras.

Si el requerido accediese a la indicación, continua el trámite de la sesión sin másulterioridad. Si se niega o las explicaciones son
insatisfactorias, el presidente lo llamará al orden, consignándose el mismo en el acta respectiva de la sesión que se trate.

En el caso que un diputado o senador sea llamado al orden 2 veces en la misma sesión, si se aparta de el en una tercera, el
presidente propondrá a la Cámara prohibirle el uso de la palabra por el resto de la sesión.

Cuando la gravedad de las faltas lo justifique la Cámara, a indicación del presidente o por moción de cualquiera de sus miembros
decidirá por una votación, sin discusión. Si es o no llegada la oportunidad de usar de la facultad que confiere el art 66 CN. Si es
afirmativa el presidente nombrara una comisión (5 miembros) especial que propondrá la medida que el caso demande.

Alcances de la medida: Suspensión.

La suspensión es la sanción en virtud de la cual el sujeto pasible de ella está impedido de ejercer transitoriamente la función, de
percibir haberes durante un periodo, ni hallarse protegido por las inmunidades que alcanzan a los miembros del cuerpo.

Si alguna duda cupiese en torno a la existencia del atributo, habrá que tener una regla vigente en materia jurídica, a saber: quien
puede lo más, puede lo menos. Si las Cámaras pueden expulsar a un miembro que es lo más, porque razón no podrían suspenderlo
que es lo menos grave.

En los últimos años se verifico eso en 2 casos conocidos, de los diputados CAMBARERI y VARELA CID.

El primero se suscitó en 1988 una comunicación de la presidencia de la Cámara de Diputados puso en conocimiento del cuerpo la
actitud del citado legislador, quien utilizo los servicios de télex de la Cámara para fines políticos vinculados a los hechos militares,
ocasión en que se produjo una asonada que puso en juego el sistema democrático. La Comisión de Asuntos Constitucionales emitió
estos dictámenes:

a) El de mayoría propuso suspenderlo en su calidad de diputado por 3 sesiones efectivas, sin goce de dieta ni beneficio alguno.
(este fue el que se aprobó)

b) El de minoría que sugirió la exclusión.

c) Un tercero, adujo que el ejercicio de los poderes disciplinarios no autorizaba el juzgamiento de un diputado por las conductas que
se le atribuían.

El restante que data de 1995 tuvo su origen en una publicación del diario “La Razón” el cual informó sobre la existencia de una
denuncia de empresarios postales a quienes se les habría requerido dinero por parte de legisladores oficialistas para oponerse a la
privatización del servicio de Correos.

La presidencia del cuerpo encomendó a la Comisión de Negocios Constitucionales la realización de la investigación interna. Las
conclusiones del mini cuerpo que dio por probado que el diputado había solicitado contribuciones al denunciante y se le califico
“equivocado, contrario al decoro y responsabilidad que debió Tener como diputado nacional.... Lesiva para el honor del cuerpo”.

También en principio se presentaron dos dictámenes, el de la mayoría que auspiciaba una suspensión de 45 días a título de
corrección (esta se aprobó) y el restante impulsaba a la exclusión del mismo.

Privación del uso de la palabra.

Que un legislador sea sancionado con la privación del uso de la palabra puede generar algunas dudas que necesitan ser precisadas.

Debe tomarse en su pleno sentido literal. Importa que el representante, durante el tiempo estipulado por el cuerpo, estará impedido
de hablar en la Cámara durante sus sesiones, pero ello no obsta a que pueda hacerlo en comisiones, votar en estas o en el plenario
de la rama legislativa la que pertenece.

La interpretación que compatibiliza suficientemente las facultades disciplinarias de las Cámaras y el derecho de la sociedad a
informarse, es propiciar que aquel legislador inhibido de hablar, consigne por escrito las razones que fundan el sentido de su voto
para que esas manifestaciones se registren en el Diario de Sesiones.

Cuando en los cuerpos legislativos es una práctica que los representantes se nucleen en bloques, la corrección es privar a un
miembro del uso de la palabra, puede aparecer mitigado en sus efectos, toda vez que el cumplimiento de la sanción para el autor
del entuerto no será obstáculo para que otro u otros componentes expliquen el pensamiento del privado. Mas como en derecho no
hay sanciones agradables, el atenuante mencionado no enerva su calidad de pena.

El comportamiento que acarrea sanción, en lo que a la medida que tratamos concierne, es ”el desorden de conducta en el ejercicio
de sus funciones”. La ley fundamental argentina al respecto excluye toda posibilidad que la inconducta de un legislador en su vida
privada o pública pueda servir para que una cámara lo corrija. Lo primero se halla protegido por el art 19 de la CN. Lo segundo no
es alcanzado por el precepto que nos ocupa.

Aplicaciones de la cláusula en el Congreso Argentino.


El anecdotario congresional ha trascendido con sentido didáctico y esclarecer por lo exhaustivo de los estudios realizados por
Schnelli, quien, al comentar el Reglamento de la Cámara Diputados, insertó una diversidad de casos conectados a la vigencia y
aplicación de los preceptos que nos ocupan, en los que el lenguaje parlamentario, las alusiones personales, interrupciones en el
uso de la palabra, faltas de atención, llamados al orden y retiro de la palabra son dignos de ser reflejados.

En la Cámara baja, el presidente llamo “insolente” a un diputado, lo que motivó una cuestión de privilegio (1988); el presidente de
un bloque amenazó con hacerlo salir del recinto si un legislador no retiraba los términos agraviantes (1988); un legislador tildo a otro
de “ñoqui”, agregando que dedicaba su tiempo a participar de programas televisivos en lugar de estar presente en el recinto. El
acusado estaba ausente (1989); insultos entre diputados, se acusó a uno de “haber comprado su banca con un discurso”. Producida
la réplica terminó el incidente sin otras consecuencias (1990) etc.

Clase: Empecemos entonces con los poderes disciplinarios. Quedó claro que las cámaras respecto de sus miembros, esto significa
la Cámara de Diputados respecto de diputados y diputadas. La Cámara de Senadores respecto de senadores y senadoras. Ejerce
estas potestades disciplinarias con el fin de ordenar el debate, con el fin de conservar el decoro del cuerpo y de sus miembros. Es
una forma de cuidar también la institucionalidad desde el punto de vista del orden, del respeto que debe mediar entre los legisladores,
y también con el fin de garantizar el adecuado desarrollo del debate. Entonces es complicado, como vamos a ver ahora, llevar
adelante un debate ordenado. Piense usted que es una asamblea bastante importante, sobre todo la de diputados. Y además que
hay obvias situaciones que pueden provocar un tipo de apasionamiento en la deliberación, con lo cual le incumbe en ambos casos
al presidente o presidenta de la Cámara ordenar el debate. Y para eso es que puede ejercer también el presidente potestades
disciplinarias que luego la Cámara va a terminar de confirmar o de aplicar las sanciones definitivas, como vamos a ver. Entonces,
la primera facultad disciplinaria que prevé el 66 es la corrección. Cuando la Constitución dice corregir a cualquiera de sus miembros
por desorden de conducta en el ejercicio de sus funciones. ¿Qué significa esto? Esta es una de las más leves de las tres sanciones
que prevé la Constitución. Aquí lo que se prevé es una especie de llamada a atención, de apercibimiento. ¿Puede llegar, dice el
profesor Midon? ¿A la suspensión e incluso a la privación de la palabra? Pero en todos los casos es con el fin de cuidar el orden en
el debate. Los reglamentos de las Cámaras prevén cómo se organiza el debate, tanto en las Cámaras como en la Comisión. La
Cámara significa en el plenario, ¿no? Allí es donde es más complicado, porque son más los que pueden hablar y quieren hablar.
Con lo cual hay un tiempo asignado, un orden asignado. Pero bueno, eventualmente, se puede dialogar entre sí los legisladores y
pueden interrumpirse. Cualquier tipo de desborde de estas reglas, de incumplimiento de estas reglas, podría dar lugar al presidente.
Hay que llamar la atención, en primer lugar, al legislador, para que respeto al legislador que está anulo de la palabra, no lo interrumpa
o que cumpla el tiempo. Y, eventualmente, si persiste en el incumplimiento, esto es, si sigue interrumpiendo al diputado, si lo ha
agredido, puede, eventualmente, el presidente privarlo del uso de la palabra en ese momento. También habla el profesor Midon de
la posibilidad de la suspensión, esto significa la posibilidad de suspender, esto es de eventualmente privar un plazo determinado de
su función a un legislador como consecuencia de algún comportamiento inadecuado o que se considere indecoroso, para lo cual
necesariamente para llegar a esa suspensión debería conformarse la comisión que la Cámara de Diputados prevé en un número de
cinco diputados, en el caso de la Cámara de Senadores de tres senadores, con el fin de darle oportunidad de defensa al diputado o
diputada, senador o senadora, y eventualmente después recomendar una sanción que debe adoptar el cuerpo, porque como vino
se exigen todos los casos, dos tercios, que se entienden sobre los miembros presentes, más allá de alguna opinión de Videgaín,
que no tiene sustento en el 66, de que debería computarse dos tercios sobre los presentes para las sanciones menores, dos tercios
sobre el total para las sanciones más graves, será la exclusión y la remoción. Como eso no tiene letra en la Constitución, es una
interpretación, no los compartimos, pero es una opinión de doctrina.

Este dispone separar del mismo al legislador incurso en inhabilidad física o moral sobreviniente a su incorporación.

La causa constitucional que funda la separación ha dado tela para discutir si el vocablo “inhabilidad física o moral” debe entenderse
limitando a:

a) Situaciones de incapacidad física y psíquica.

b) Extenderse hacia supuestos de inconducta ética.

La remoción, antes que una sanción, es un mecanismo para posibilitar que el suplente del legislador impedido pueda acceder a la
banca de este. Tal pensamiento ha sostenido Bidart Campos, Zarini, entre otros.

Hay quienes piensan que la inhabilidad moral a que se refiere la norma puede reflejarse en una vida privada o pública indigna o bien
en un solo acto inmoral aun sin constituir delito, cuya gravedad impida al legislador seguir ostentando el título de representar a sus
conciudadanos.

El debate es inconducente en la medida que la no inclusión de comportamientos morales en este supuesto normativo queda captada
para la hipótesis de “exclusión” contemplados en el artículo. De modo que no hay margen para mantener en la banca a un legislador
moralmente inhábil.

La inhabilidad para funcionar como causal de remoción debe producirse con posterioridad a la incorporación del electo. En punto a
ello, autorizada doctrina justifica que aun en el caso de no ser sobreviviente procede la remoción del legislador que oculto la afección
que le impedía el ejercicio del cargo.

En la praxis política es difícil que una Cámara efectivice la remoción de uno de sus miembros en el supuesto contemplado en el
catálogo constitucional. Cuando el integrante padece de una afección que frustra la posibilidad de continuar desempeñándose en la
función se estila que el cuerpo le conceda una licencia prolongada o intervención partidaria mediante obtiene su renuncia para
permitir que el suplente ocupe su lugar.

Clase: La remoción significa remover, esto es sacar al legislador de la Cámara, esto es privarlo de su función. ¿Por qué puede
suceder la remoción? La Constitución da causa, algo diferente sucede con la exclusión donde no hay causa enumerada en la
Constitución. La causa de la remoción sería la inhabilidad física o moral sobreviniente a su incorporación. ¿Qué significa la
remoción? ¿Qué significa la remoción? ¿Qué sería inhabilidad física o moral? Un impedimento de tipo físico o psíquico que impida
al legislador o la legisladora seguir en el cumplimiento de su función. La remoción puede ser una vía eficaz para poder remover al
legislador que por una cuestión de salud no puede continuar, con el fin de permitir, tampoco puede renunciar, con el fin de permitir
la incorporación del suplente. ¿Qué significa la remoción? Y en el caso de la inhabilidad moral, debería ser algún tipo de conducta
del legislador impropia, impertinente, al punto de justificar su remoción. En ambos casos, esa remoción debe ser resuelta por la
Cámara.

Desafuero: Porque el desafuero, es solamente la suspensión del legislador por el fin de que quede sometido a la justicia. Y,
además, tampoco es necesario desafuéralo para que quede sometido a investigación ni sea procesado, ni incluso para que sea
juzgado. Juzgado, bueno, en contra de la opinión del profesor Midón, que considera que para juzgar hay que desafuérar. Pero en
realidad, la ley de esfuerzo vigente permite que se lo investigue, que se lo procese, que se lo acuse, que se lo juzgue y que se lo
condene. Solamente haría falta desafuérarlo para, como sí ha pasado en este país, y hay ejemplos para todo siempre, para todo
esto malo, digamos, hay ejemplos, cómo ha pasado con el juez Ventos, de la provincia de Mendoza, el juez federal que ha sido
removido de su cargo, destituido por el jurado de enjuiciamiento, como consecuencia de eso ha perdido sus fueros y ya está
detenido.

Inhabilidad Moral: La inhabilidad moral, entonces, significaría un grave, una grave inconducta, eventualmente un delito que
justificase para la Cámara, o que significase para la Cámara una conducta intolerable al punto de excluirlo. En el caso de la
inhabilidad moral, no hay, dice el profesor Midón, mucha relevancia en determinar eventualmente su alcance, esto es, ¿qué sería
la inhabilidad moral y qué lo distinguiría de la exclusión, o de la causal de exclusión? Pues, en definitiva, dice él, o queda
alcanzado por la inhabilidad moral y es removido, o queda alcanzado, si se considera que es más grave la conducta por la
exclusión, en cualquiera de los casos, remoción o exclusión, el efecto va a ser el mismo. El legislador va a quedar privado de su
función. ¿Sí? Va a quedar removido, excluido. Excluido de la Cámara. En ambos casos debe ser sobreviniente, sobreviniente
quiere decir posterior, posterior a qué a su incorporación, con lo cual, si la inhabilidad física o moral es conocida por la Cámara al
momento de la incorporación, y pese a conocerla, igualmente accede a la incorporación, no puede luego ser invocada para ejercer
esta competencia disciplinaria y removerlo o excluirlo, ¿no? ¿No? En el caso de la remoción anterior, posterior, perdón, a su
incorporación. ¿Qué quiere decir inhabilidad física o moral sobreviniente a su incorporación? Que cualquier caso, el impedimento
físico, psíquico, o la inconducta que podamos incluir dentro de la inhabilidad moral, tiene que ser un hecho posterior a la
incorporación. Esto es a la jura del legislador y a la jura del legislador. Se supone que allí ya la Cámara ha admitido su
incorporación, y si conocía el impedimento físico, psíquico, o la inhabilidad eventualmente ética o moral, porque era anterior a su
incorporación, y no la juzgó un impedimento para incorporar a ese legislador, no la puede invocar con posterioridad. Entonces, el
impedimento físico o la inhabilidad moral tiene que ser un hecho posterior a la incorporación del legislador, para que la Cámara
pueda decir, este hecho que surge después de su incorporación, justifica o le da causa a su remoción por cuestión física o por una
inhabilidad de tipo ético. ¿Qué puede pasar, dice el profesor Midón, que eventualmente el legislador oculte esa circunstancia de su
impedimento a la Cámara? En cuyo caso, sí, obviamente, el hecho anterior, pero oculto o desconocido por la Cámara, esto es
encontrado o reconocido con posterioridad, con lo cual allí sí podría pensarse que es sobreviniente el conocimiento de ese hecho,
que antes no había conocimiento de ello, y habilitar igualmente el ejercicio de esta facultad disciplinar. ¿Se entiende? Sí. Y dice la
Constitución. Sí, y en el caso de la remoción, el puesto del... Se cubre con el suplente. Se cubre con el suplente. De hecho, está
pensado para eso, justamente, ¿no? Piensen en un legislador que queda en un estado vegetativo. ¿Qué hacemos? Bueno, para
eso la remoción, la inhabilidad física que le impide ejercer la función, pero también le impide renunciar. La Cámara, entonces,
ejerce esta competencia para removerlo, permitiendo de esa manera la liberación de la banca y la cura del suplente. La
incorporación del suplente.

Es la más grave sanción que el Congreso puede imponer a sus miembros, manifestándose en la expulsión del representante quien
deja de pertenecer al cuerpo.

La constitución no precisa las causas determinantes de tan extrema medida. Sin embargo, como medida semejante comporta
consecuencias gravísimas de orden institucional, al privar a un sector del pueblo de la nación del representante elegido mediante
su voto, ha de entenderse que la exclusión únicamente corresponde en los casos extremos en que, real, efectiva y verdaderamente
la conducta de un miembro haya comprometido gravemente el prestigio y el decoro del cuerpo y, luego de acreditarse debidamente
los hechos y de respetarse ampliamente el derecho de defensa del legislador acusado.

Paradigmáticos casos de exclusión.

La historia política argentina, recuerda la primera aplicación de la norma la experimento el diputado Pedro Ferré en el Congreso
Constituyente de 1853. Ese órgano, tras la sanción de la CN continúo deliberando como Poder Legislativo ordinario. Ferré se había
retirado de las sesiones en disconformidad con el criterio de la mayoría, a raíz de la discusión suscitada por la libre navegabilidad
de los ríos. El Congreso juzgo que esa actitud era agraviante y decidió excluirlo de su seno. Lo llamativo de la discusión suscitada
fue que la determinación de que el diputado en cuestión “sea borrado” se efectivizo con el voto afirmativo de 13 representantes
cuando el total era de 26, y a la sesión del 7 de noviembre de 1853 en que se votó la expulsión asistieron solo 15. El brigadier
correntino represento a la provincia de Catamarca en la reunión de los padres fundadores.

En 1862 los diputados Ocampo y Buenaventura Sarmiento fueron excluidos, por participar de un movimiento revolucionario
producido por la Provincia de Cuyo contra el gobierno nacional. Se respetó en la votación el precepto constitucional.

En 1874 en Cámara de diputados expulso a Gelly y Obes y Francisco de Elizalde. La decisión mereció el apoyo de 53 votos
afirmativos para el primero y 52 para el segundo la rama legislativa tenía 72 miembros

En 1880 la cámara del congreso y el poder ejecutivo se instalaron en Belgrano. Diputados no podía sesionar por falta de quorum ya
que los integrantes que apoyaron el traslado no alcanzaban el número suficiente para adoptar decisiones válidas. La minoría dispuso
la expulsión de la mayoría.

Fue una medida inconstitucional considerada con criterio estrictamente jurídico; pero mirado desde otro punto de vista, contribuyo
en gran parte a salvar las dificultades que se oponían al cumplimiento de un alto designio patriótico, cuál era la federalización de la
ciudad de Bs As.
“Luque Ángel”.

En 1992 la Cámara de diputados expulsó al diputado Luque, juzgando que las declaraciones por él formuladas a un medio eran
indignas de su condición de legislador.

Las investigaciones realizadas por la justicia de la provincia de Catamarca, quien imputo a un hijo dicho legislador su participación
en el crimen que terminó con la vida de una joven. Luque declaró al diario “Clarín” lo siguiente: “si hubiera matado a esa pobre
criatura yo le juro que ese cadáver si lo hubiera matado mi hijo no apareciera nunca más...”

La situación del inculpado se agravó, porque en el plenario del cuerpo, desconoció haber realizado tales declaraciones, para
posteriormente volver sobre sus pasos admitiendo los dichos en una nota presentada a la Comisión la cual se encargó de la
investigación y recomendar la sanción.

“Godoy”.

En el año 2002 en la Cámara baja se dispuso la exclusión de la diputada Hilda Norma Ancarani Godoy. La decisión adoptada tuvo
que ver con la amenaza que la citada legisladora formulara a dos periodistas integrantes de un programa de América noticias que
le realizaron una entrevista, en la cual dijo: “Ustedes dijeron cada cosa, flaco, que habría que agarrar una Itaka y cagarlos a balazos
porque no se merecían otra cosa. Y si tenes un grabador grábalo porque no se merecen otra cosa...”

El hecho antecedente estaba conectado a la investigación realizada por los hombres de la prensa, los cuales indagaban sobre la
suerte de unos aportes del Tesoro Nacional que habría tenido como destino a dos funciones inexistentes, cuya presidencia se
atribuyó a la diputada.

La comisión investigadora de la conducta de la diputada, al aconsejar su exclusión, lo hizo teniendo en cuenta que su inconducta
publica toma mayor dimensión a la luz de los principios a que se comprometió el Estado argentino cuando suscribió compromisos
internacionales destinados a velar por la protección y promoción de los derechos humanos, de alguna manera quien ha sido elegido
para velar por los intereses públicos no actúa de conformidad con este mandato, compromete al propio estado de derecho.

También porque “la libertad de prensa y la publicidad de los actos de gobierno constituyen principios fundamentales del sistema
republicano y por ello, la intimidación de un legislador a quienes velan por su cumplimiento trasciende la esfera de lo privado”

Graves casos impunes. Quema de urnas y el “Diputrucho”.

Desde la restauración del sistema democrático en 1983 hasta la fecha ningún senador fue excluido.

A pesar de que una gravísima inconducta fue examinada en el Senado a comienzos del 2003, no fueron considerados causales de
expulsión los penosos hechos causados en Catamarca que dieron lugar a la suspensión de los comicios para gobernador de ese
distrito. Esos hechos se habían imputado al senador Barrionuevo, que pretendía postularse a la gobernación de Catamarca pese a
no cumplir con los requisitos de los cuatro años de residencia en el distrito. No obstante, el escándalo público que suscitaron las
imágenes que recogían los medios de comunicación social, el impacto simbólico que tuvo el hecho de observar cómo se quemaba
una urna y las opiniones de algunos legisladores de su propio partido, Barrionuevo conservó su banca.

Los requerimientos de suspensión no siempre prosperan, otro caso fluye de la iniciativa promovida por el entonces diputado nacional
Antonio María Fernández(h) cuando 1993 solicitó la exclusión de su par Samid. Al fundar requerimiento punitivo el legislador
cordobés destacó que la sesión celebrada en la Cámara de Diputados en marzo de 1992 el Diputado Samid incurrió en la comisión
de hechos condenados por el cuerpo social de la república, al facilitar el quorum en forma fraudulenta haciendo sentar en la banca
a un tercero.

El bochornoso caso se registró en la reunión donde se trataba y voto la privatización de una empresa estatal, lo que motivó la
formación de una comisión especial la que juzgó que los hechos inmorales que posibilitaron el quorum fraudulento fueron de
exclusiva responsabilidad de Samid. Si bien el cuerpo anuló la engañosa votación, la iniciativa de expulsar al autor de los hechos
no prospero.

Al narrar los pormenores del episodio, Schinelli memora que en 1992 un diputado hizo referencia a versiones indicativas de que
durante la votación en general de un importante proyecto se había sentado en la banca una persona que no era diputado, con el
nombre de Juan Kenan. El presidente manifestó que se realizarían investigaciones y en medio de protestas e incidentes producidos
en las bancas, se dispuso pasar a cuarto intermedio.

La cámara reunida en comisión luego de la sucesión de alternativas aprobó una resolución estableciendo:

a) Dejar sin efecto la votación en general producida en marzo de 1992

b) Condenar el hecho de que un sujeto ajeno a la Cámara se hubiera sentado en una banca.

c) Crear una comisión investigadora de cinco diputados para que se pronunciara sobre el particular.

La comisión concluyó afirmando que “El diputrucho” había estado presente en las bancas, había influido en la votación y había
entrado por influencia del diputado Samid. La cuestión se giró a la Comisión de Asuntos Constitucionales la que elaboró proyectos
de mayoría y minoría que no fueron tratados en el recinto.

Naturaleza de la exclusión.

En la naturaleza de este instituto encontramos en él cierto paralelismo con la institución del juicio político previsto en los arts. 53 59
y 60 de CN.

Expulsar un legislador se sustenta en hechos ventilados a lo largo de un procedimiento cuya naturaleza es esencialmente política.
Nos coloca frente a un mecanismo que no emerge como un verdadero juicio. Al igual que el juicio político, esta especial calidad
ofrece la exclusión para situarnos frente a una “rara avis” simultáneamente, comulga con los caracteres de causa judicial y se sujeta
a las reglas discrecionales propias de lo político.

La afirmación de que la exclusión es fruto de un mecanismo político y para hacer efectiva la responsabilidad política de un legislador,
comporta las siguientes consecuencias:

1. Es un procedimiento en el que se juzgan culpas políticas, a tenor del impacto que en la comunidad produce la severa inconducta
del expulsado.

2. A propósito de ello el sentido común sugiere que, si una cámara conocía de antemano y no obstante lo incorporo al cuerpo, dicho
suceso no podrá invocarse con posterioridad para excluirlo.

3. El de la expulsión no es un juicio penal porque, más que como un instrumento de justicia, se lo sostiene como herramienta que
garantiza el control de la actividad de gobierno de los legisladores.

4. Solo alcanza a diputados y senadores, quienes con arreglo a la constitución son los únicos sujetos pasibles de ser alcanzados
por tal tipo de sanción.

5. Es un mecanismo a través del cual se desea castigar la inconducta de legisladores indignos de permanecer en sus bancas.

6. El legislador acusado conserva el derecho de disponer su extinción pues si renuncia al cargo agota la competencia disciplinaria
del congreso. Puede un órgano legislativo expresar de ese modo a la sociedad el repudio del mismo. El precedente del caso Godoy
así lo demuestra.

7. Es un procedimiento donde los datos de oportunidad y conveniencia definen la existencia y el sentido de los cargos que determinan
si el legislador debe o no ser excluido. Esas razones pueden resultar decisivas para que, aun acreditados los extremos de
culpabilidad investigados (caso Samid) mantenga su banca.

8. Es una decisión que no vincula la justicia ordinaria. Los diputados o senadores pueden expulsar a un miembro por considerar que
el mismo estuvo incurso en delito no necesariamente en el ámbito penal. Puede no prosperar la propuesta y ello no exime al mismo
de responder ante la justicia común quien podrá solicitar su desafuero o juzgarlo al cumplir su mandato.

9. Debe, el procedimiento que tramita ante una solicitud de expulsión sustanciarse en público.

10. Que la exclusión tenga sustancia política no supone que en su trámite prime la arbitrariedad y que la sinrazón sea su fuente.
Debe respetarse el derecho a la defensa del acusado con posibilidad de ser oído, producir pruebas, alegar y recurrir.

Clase: Exclusión, dice finalmente el 66, y hasta excluirle de su seno. ¿Qué quiere decir excluirlo? El mismo efecto que la remoción,
privarlo de su función. Entonces, ¿qué diferencia hay entre remoción y exclusión? Y lo pensamos en términos de graduación y de
valoración de la conducta. La exclusión es como, simbólicamente, una reprensión, un rechazo mayor a la conducta que justifica o
que da causa a la exclusión, esto es, a la remoción del legislador. Por eso, se lo reserva para las causas más graves. ¿Se entiende?
Esto es, cuando la Cámara decide usar la exclusión a un legislador, lo que está haciendo también es, simbólicamente, reprenderlo
de un modo más intenso, valorando que su conducta merece un reproche mayor que el de la remoción. Pero el efecto es el mismo
siempre. Obviamente que también podría usar la exclusión, y no la remoción, para sortear, saltearse, evitar el obstáculo del hecho
que era anterior a la incorporación, esto es, no sobreviviente, y que provoca la necesidad o que reacciona en la Cámara, que la
Cámara reacciona para disponer su exclusión. Entonces, hechos anteriores que, eventualmente, provocan en la Cámara la decisión
de privar de su función a un legislador, que no caen dentro de la remoción porque son anteriores a su incorporación, pueden quedar,
igualmente, alcanzados por la exclusión.

Casos paradigmáticos. Esto es, en los que se ha usado la sanción de exclusión.

Por ejemplo, el diputado Luque. Creo que ya hemos hablado alguna vez, el diputado Luque, por la provincia de Catamarca, es el
padre de aquel señor Luque, que fue condenado por el homicidio de María Soledad Morales. Un hecho trágico y escandaloso en la
provincia de Catamarca por la vinculación de ese homicidio con el poder político de la provincia. El diputado Luque, en una entrevista
al diario Clarín, dijo algo así como, haciendo gala de su total impunidad, que su hijo no era el homicida, porque si hubiera sido el
homicida, el cuerpo nunca hubiera aparecido. Tengo todo el poder, puedo hacer lo que quiero. Como consecuencia de esos dichos,
la Cámara... Incluyó de su función. Entonces, de nuevo, no lo removió, no consideró que había inhabilidad moral, sino que intentó
dar, simbólicamente, una sanción represiva mayor. Usó la exclusión.

Godoy: En el caso del diputado Godoy también fue bastante escandaloso. La diputada, en el marco de una entrevista, el profesor
Midón reproduce las descalificaciones, los improperios, yo lo voy a omitir, pero la diputada Godoy, en definitiva, increpa a un
periodista diciéndole a usted, hay que, A balazos, son unos. Como consecuencia de una investigación que estaban llevando
adelante esos periodistas. Como consecuencia de esos dichos, también la diputada Godoy fue excluida. De nuevo, la Cámara valora
esa conducta como inaceptable y usa entonces su sanción más grave, más grave no por qué. No por el efecto, sino por el efecto
más... La añadidura de lo simbólico de la reprensión.

Y hay dos graves casos impunes, dice el profesor Midón, el caso de la quema de urnas y el diputrucho. La quema de urnas fue un
suceso en el marco del cierre de una campaña electoral en Catamarca, de nuevo, esta vez a cargo del candidato a gobernador de
esa provincia, el señor Barrio Nuevo, que ha sido famoso últimamente de nuevo. El barrio Nuevo era senador y ese hecho quedó
impune, esto no motorizó ningún tipo de reacción por parte de la Cámara. Y el segundo es el caso del diputrucho, llamado así
porque es un señor que parece que era empleado de la Cámara de Diputados al que sentaron en un momento en una sesión para
conseguir el quórum y aprobar de esa manera la privatización de los aeropuertos, si mal no recuerdo. En esos momentos, década
del 90, el quórum se marcaba con la presión que se crecía sobre las bancas, esto es, el diputado o diputada se sentaba sobre la
banca y entonces disparaba al presente en el tablero. Por eso es que, sentando cualquier bulto, ya tenía usted un diputado o diputada
y formaban quórum. Obviamente que para esa maniobra tuvo que haber complicidad entre algún diputado o diputada de ese bloque
que perseguía el quórum, el hecho quedó impune, no fue sancionado. ¿Qué provocó la nulidad? Era el proyecto de ley sancionado
con ese diputado cuando se advirtió que se había acudido a esta maniobra para conseguir el quórum. ¿Cuál es la naturaleza de las
potestades disciplinarias? Y esto es algo que vamos a repetir mayormente cuando hablemos de juicio político. La naturaleza de las
sanciones disciplinarias que ejerce la Cámara, digo esto para aclarar porque es una confusión que siempre sucede. Las potestades
disciplinarias de las Cámaras no son el juicio político que la Constitución regula en el artículo 53, 59, 60 de la Constitución, que es
un procedimiento de responsabilidad política dirigida a las más altas magistraturas del país, en el que la Cámara de Diputados actúa
como acusadora y la Cámara de Senadores como juez. Y el efecto, la sanción más grave, que puede llegar a recaer, es la destitución
y se le puede agregar la inhabilitación por tiempo determinado o perpetuo. Eso no es el artículo 66 en el que se regulan las potestades
disciplinarias de las Cámaras. Cierto es que comparten esta naturaleza de que, en definitiva, son procedimientos donde se va a
juzgar también la responsabilidad política del legislador. Esto es un juicio sobre la ironía de la justicia, y es un juicio sobre la justicia
en su banca, como consecuencia de un hecho que, en el caso de la remoción, como vimos, la Constitución exige que sean hechos
posteriores a la incorporación de los legisladores. Pero por este parentesco, en definitiva, de ser procedimientos destinados a juzgar
la responsabilidad política, en este caso de los legisladores, van a compartir estos puntos con el juicio político. Como también los
van a compartir mayormente con el jury en juiciamiento, que es el procedimiento a través del cual se realiza la responsabilidad
política. Respecto a los magistrados. Inferiores. En primer lugar, se juzgan culpas políticas. Esto quiere decir que lo que vamos a
valorar es una conducta desde la óptica política. No vamos a necesitar una condena penal, significa eso. No vamos a necesitar
tampoco algún tipo de atribución de responsabilidad administrativa. Lo que nos interesa es una valoración de tipo político que hace
la Cámara, tomando o haciendo propio un ideal de la conducta esperable en un legislador. Es un estándar de valoración de la
conducta que debería tener un legislador y que considera intolerable a partir de la conducta contraria impropia o inadecuada que ha
tenido algún legislador. Obviamente que eso no se va a dar cuando estamos hablando de la remoción por inhabilidad física. Y no
juzgamos la responsabilidad política del legislador. Es un hecho oportunito, ajeno obviamente a las posibilidades de al albedrío del
legislador. En ese caso no, pero en el resto, cuando sancionamos por incorrección a un legislador o cuando lo removemos por
inhabilidad moral o cuando lo excluimos, lo que va a juzgar la Cámara es políticamente la inconducta de ese legislador. Eso va a
determinar el resto de los puntos que vamos a ver respecto a su naturaleza. En primer lugar, conocimiento previo del hecho por la
Cámara impide su invocación posterior. Esto es, mire, usted tiene una oportunidad primera para valorar la idoneidad del legislador
que es cuando ejerce su competencia o su prerrogativa de ser juez de las elecciones de derechos y títulos de sus miembros en
cuanto a su validez. Si usted conoce algún tipo de inconducta de ese legislador y lo incorpora, cosa juzgada, esa idoneidad no puede
retomar. Ahora, si incorporó a ese legislador y posteriormente cometió el hecho que va a ser el motivo de la sanción, allí sí puede.
En tercer lugar, no es un juicio penal. Eso significa que no vamos a, de nuevo, acudir a la calificación del Código Penal, a una
conducta que tiene que subsumirse en esa figura, o no vamos a necesitar tampoco una sentencia penal para poder ejercer este tipo
de potestad disciplinaria. Como tampoco sucede esto, como vamos a ver después en el juicio político. Basta con la imputación,
basta siquiera con la denuncia, porque lo que va a hacer la Cámara, insisto, es juzgar políticamente y considerar que ese legislador
sigue siendo digno de permanecer en su función. En cuarto lugar, solamente alcanza diputados y senadores. Y yo le agrego, y la
Cámara de Diputados va a juzgar la disciplina de sus miembros, y la Cámara de Senadores la de sus propios miembros. Aquí no se
necesita ley en el concurso de ambas cámaras. Esos dos tercios de los que hablamos se cuentan por cámaras solas. Cada cámara
es una persona relativa colectiva respecto a su miembro. En quinto lugar, se va a castigar la inconducta de los legisladores, esto
quiere decir los comportamientos que la Cámara valora políticamente como inaceptables. Eso también significa que muchas veces
esa valoración, como es política, puede estar muy distante de la valoración social. Esto es, podemos considerar nosotros que es
intolerable la conducta, y aun así no provocar ningún tipo de reacción en las cámaras, como ha sucedido en esos casos que el
profesor Midón enuncia como impunes el del diputrucho y el de la quema de urnas. La renuncia extingue el proceso, pero la Cámara
puede no aceptarlo. Esto es distinto al juicio político donde la renuncia extingue y no hay forma de que la Cámara se oponga a esa
renuncia y pretenda seguir manteniendo el juicio político. En este caso, la renuncia va a extinguir el proceso, esto significa que no
va a ser necesario acudir a la sanción de remoción o exclusión, pero eventualmente puede la Cámara negarse a aceptarla y
proseguir. Porque la finalidad, de nuevo, si yo estoy imputándole una inconducta a un legislador y la máxima sanción que puede
llegar a cargarle esa inconducta es la exclusión y esta renuncia, bueno, listo, se agotó la finalidad del procedimiento, usted ya adoptó
voluntariamente la máxima sanción que le podíamos haber aplicado. El profesor Midón dice algo así como hay enemigo que huye,
puente de oro, puente de plata, esto es si eventualmente acepta la responsabilidad de esa manera, aligeremos su ida. Oportunidad
y conveniencia, esto van a ser criterios de oportunidad y conveniencia los que van a justificar, los que van a ser tenidos en cuenta,
los que van a ser pesados por los legisladores para eventualmente imponer las sanciones o desestimarlas. No es vinculante para la
justicia, Linaria significa que, supongamos que ha sido una denuncia por un delito lo que provocó la exclusión de un legislador. De
ninguna manera eso significa algún tipo de juzgamiento que luego obligue a un juez a condenar por ese delito a un a un legislador
o a un legislador que ha sido excluido de esta manera de la Cámara. Son órbitas de responsabilidad totalmente distintas. La política,
que es la que la Cámara va a juzgar acá, y la judicial que luego le incumbe juzgar al Poder Judicial. Exige publicidad como están en
juego cargos públicos electos popularmente y en consecuencia está en riesgo también el principio de soberanía popular, el gobierno
representativo, todo esto tiene que hacerse de cara al público. No puede la Cámara aplicar una sanción sin que esta acusación, la
defensa, eventualmente el momento de la votación de la Cámara donde se discuta, la aplicación de esa sanción, no sea una sesión
pública. Exige esto la máxima divulgación para que el pueblo esté enterado del motivo eventualmente de la exclusión o remoción
de ese legislador. Y en décimo lugar, debe respetarse el derecho de defensa. Siempre en todo procedimiento donde se juzgue la
responsabilidad, de cualquier tipo, político, penal, civil, administrativa, en cualquiera de esas órbitas de responsabilidad, tienen que
haber, procedimientos destinados a garantizar que la acusación se formule y permita a partir de allí la defensa por parte del
funcionario o agente que ha sido acusado. Piense en los sumarios administrativos, De los agentes públicos. Bueno, esto es parecido.
En ese caso lo que se va a juzgar es una responsabilidad administrativa. También puede dar lugar posteriormente a una
responsabilidad penal, como sucede aquí. Pero la autoridad administrativa lo que va a hacer es simplemente juzgar la
responsabilidad que le incumbe, que es la administrativa. Acá lo que va a hacer la Cámara es juzgar la responsabilidad política, pero
tiene que escuchar a la persona que ha sido acusada. Va en ello también, no solamente un respeto a la inviolabilidad de los derechos
de defensa de esa persona, sino también es una garantía de tipo institucional, política, para asegurar que no utilicemos estos
mecanismos para burlar la voluntad del pueblo o para excluir a los representantes que el pueblo ha electo.

Exigencias comunes para que estas decisiones disciplinarias sean válidas. Fundamental estas tres.

Lo primero, de lo que estábamos hablando, asegurar el derecho de defensa. Fíjense que los reglamentos de las cámaras prevén la
conformación de esas comisiones en las cuales se va a acusar al diputado o senador según correspondiere, se le va a hacer saber
el hecho que motiva esa acusación, dar un plazo para que ejerza su defensa, luego la defensa se va a tener que valorar, las pruebas
que eventualmente hubiera ofrecido, finalmente esa comisión va a recomendar algún tipo de sanción o el sobre seguimiento, esto
es la liberación de toda culpa de ese legislador y la Cámara tendrá que resolver. Tenemos que dar lo que se llama audiencia, esto
es oportunidad a la persona que es acusada de ser oída. Y esto siempre, incluso en nuestras casas. Antes de aplicar algún tipo de
de sanción a nuestros hijos o hijas, ¿qué hacemos? Lo escuchamos, le damos oportunidad de defensa. De hecho, basiquísimo. En
segundo lugar, reunir mayoría de dos tercios. Una mayoría calificada, como ustedes saben, esta mayoría surge del 66, lo pide
expresamente. Esta es una garantía para evitar los abusos por parte de las cámaras que puedan eventualmente afectar a las
minorías. Piensen ustedes en el interés que puede tener la mayoría de excluir o remover a un legislador importante, de una minoría
importante por su rol dentro de la Cámara, ¿no?

Por sus intervenciones, por su llegada al público, por su popularidad, por lo que fuere. Para evitar ese tipo entonces de jugadas que
desvíen los fines estrictamente disciplinarios que persiguen estas competencias o estas prerrogativas, existe una alta mayoría, que
son dos tercios, que insisto, se calculan sobre los presentes, porque siempre interpretamos que cuando la Constitución quiere sobre
el total, lo dice. Cuando dice solamente dos tercios de sus miembros, estamos a dos o dos tercios, nos inquinamos por interpretar
en el sentido de presentes, ¿sí? Y finalmente, control judicial posterior, esto es algo que ha sido también, obviamente, en principio
negado por, negada la revisión del tipo de sanciones que eran comprendidas dentro de las llamadas cuestiones políticas no
justiciables.

Afortunadamente, esas cuestiones políticas no justiciables, como ya hemos visto, cada vez son menos, tienden a desaparecer. Todo
es justiciable, eso no quiere decir que el juez vaya luego a sustituir la valoración política que hizo la Cámara, no lo puede hacer.
Pero sí tiene que controlar estos puntos. Tiene que controlar que se haya dado derecho de defensa al legislador o legisladora.

Tiene que, puede, como hemos visto, que verificar que se haya cumplido la mayoría prevista por la Constitución, esos aspectos que
son reglados, objetivos, que están en la Constitución, tienen que ser y pueden ser revisados judicialmente. Insisto, la consecuencia
aquí de una revisión judicial no puede ser que el juez diga, no, usted le aplicó exclusión, es muy grave, no veo elementos para eso,
vamos a aplicarle un llamado a atención. Eso no lo puede hacer el juez. Lo que puede decir es, mire, usted violó las reglas, que son
objetivas e imprescindibles para poder ejercer esta prerrogativa, por ejemplo, no alcanzó los dos tercios, anulo la decisión, la dejó
sin efecto, y que el caso vuelva a la Cámara para que eventualmente la Cámara retome el procedimiento y lo haga bien. Pero el
juez nunca puede sustituir la decisión valorativa que es de índole política como es en el caso.

El patrón de los privilegios reconoce su motivación en la necesidad de cubrir a los miembros del parlamento de los arrebatos que
pudiera cometer la corona, esa configuración ensanchó los cauces y ampliando su cobertura allegó protección frente a terceros.

Con el tiempo fue un lugar común que todos los parlamentos y congresos se adjudicaran esta prerrogativa, porque una norma
expresa lo reconoció o porque los usos y costumbres impusieron el atributo de castigar a quienes violen sus privilegios.

El de punir los comportamientos de terceros, como consecuencia de infracciones reales o supuestas, es una de las facultades más
controvertidas en el espectro de los privilegios parlamentarios. Mas allá o más acá de razones y fundamentos para cuestionarla, lo
real es que pesa en la consideración de la sociedad el hecho de que los congresistas puedan autodefenderse a su manera con los
riesgos propios y el fervor de la facción partidaria alojada.

A) Ausencia de ley previa.

Es indiscutible que todas las controversias a ellas vinculadas hallan conexión en dos puntos centrales: Si existe ley que tipifique el
desacato (sea como delito o falta) y en su caso cual es el órgano llamado a juzgar el entuerto.

Ambas no parecen cuestiones menores sobre todo cuando la vigencia del privilegio a dado por sentado que con ley o sin ley una
rama legislativa puede por el hecho de considerarse ultrajada sancionar al ofensor.

En demostración de que la discusión viene de lejos, uno de los padres fundadores de EEUU, Jefferson documentó vacilaciones en
el manual de practica parlamentaria: cuando no hay ley fija, el delito es incierto e indeterminado hasta que se cometa; no se define
ni caracteriza, si no en el acto mismo en que nace; y la sentencia misma no hace la ley para el mismo y cuando ocurra otro semejante
será susceptible de una nueva discusión y acaso de otra resolución.

En nuestro tiempo, interpretamos que una sola rémora de esas que fueron concebidas defectuosamente y se mantienen así, con
espuria descendencia, explica que la humanidad luego de haber superado etapas en la lucha por las libertades pueda volver sobre
sus pasos.

Es notorio que en un lugar donde no encaja semejante atributo es en el art 18. Allí se lee que ningún habitante de la nación puede
ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso. En el catecismo constitucional arrima el bloque de
constitucionalidad con los tratados incorporados en el art 75 inc. 22, no cabe que un habitante pueda se objetó de castigo alguno
por haber realizado un acto permitido por la ley.

Si el ordenamiento autoriza hacer o no hacer, como ocurre con los derechos de las personas asumir alguna de las conductas
permitidas, no hay margen alguno para sostener la legalidad del hecho cuando un órgano legislativo se atribuya punir ese obrar
legítimo.

También entre nosotros todo lo no prohibido está permitido a tenor de la máxima del artículo 19, por la que el espacio de las libertades
no está escrito más allá de su título fundamental y algunas reglamentaciones, conviviendo con otras facultades del hombre con su
mismo incuestionable valor tienen su plena entidad sin desarrollo normativo.

Desde 1853/1860 hemos adoptado vivir un sistema donde la libertad es la regla y la ilicitud debe ser anterior jurídicamente al
proceder que se pene, jamás podrá sostenerse esa actitud de un cámara e incluso hasta su posterior convalidación judicial sea
compatible con el derecho.

Inconsecuencia de las cámaras

Se agrega que la problemática principal de este privilegio radica en que queda liberado al arbitrio de cada cuerpo legislativo evaluar
frente al caso concreto si el proceder de una persona es constitutivo o no de una sanción. Como generalmente ocurre con las
facultades discrecionales, podremos encontrarnos en numerosas ocasiones con que un hecho no afecta sus privilegios; al tiempo
que otra integración del cuerpo o la misma interpreta que análogo comportamiento lo lesiona.
Zavalía narra el caso registrado en 1929 cuando el diputado Moreno fue retado a duelo. Los padrinos del doctor Anchorena, que
habían concurrido a la antesala del congreso, fueron detenidos a indicación de aquel quien, apenas abierta la cesión de ese día,
denunció a la cámara el desacato de que acababa de ser víctima, exhibiendo la carta de desafío y solicitó que se tomaran medidas.

La discusión puso en evidencia la disparidad de criterios de otros debates análogos y solo se armonizaron para votar una resolución.
El miembro informante del despacho de la comisión Doctor Vergara sostuvo que el derecho de castigar no pertenecía a la cámara.
Este despacho se votó, como ya se dice: pero en ninguna ocasión como en esa se puso tan de manifiesto la tendencia a restringir
los derechos del parlamento para defender sus prerrogativas.

La proposición que abroga por la vigencia de este privilegio falla en su base porque se desentiende de la regla de la legalidad. En
nuestro sistema tiene entidad de principio, que posiblemente una de las más señeras conquistas de la civilización que advino con el
constitucionalismo.

B) ¿Cuál es el tribunal llamado a juzgar una ofensa a los llamados privilegios parlamentarios?

Congresos y parlamentos creyeron encontrar en todas las épocas en ellos mismos la seguridad y autosuficiencia necesaria para
preservar intacta la vigencia de sus potestades. Mucho menos si esa determinación estuviera acompañada de expresa disposiciones
los habilitara.

Los cuerpos representativos convertidos en jueces y parte hicieron añicos la enseñanza que sir Edward Coke impartiera en 1610,
en el caso Thomas Bonham, cuando sostuvo que nadie puede ser juez y parte.

Si es fruto del capricho admitir que una corporación, según su gusto, califique como falta el obrar de un ciudadano sin la prexistencia
de norma que la tipifique el circulo de los desatinos cierra cuando luego de admitida la tripartición de funciones asistimos al acto en
el que el poder se arroga competencias propias de otro.

¿alguna razón habrá para que el poder legislativo se crea con derecho a sentenciar hechos que han sido diferido a los jueces?

Sosteniendo el atributo se alega que los justifica la le necesidad de que el hecho agraviante no quede impune, que la pena aplicada
sea ejemplificadora, que la pronta respuesta del órgano escarnecido evitará mayor humillación, que un poder del estado debe estar
en cabeza de su propia defensa ya que así mantiene su decoro y asegura su funcionamiento, etc.

La argumentación expuesta, que no es toda, hace pie exclusivamente en razones de oportunidad y conveniencia, frente a la sinrazón
que representa juzgar y penar hechos que deberían serlo por otro poder, no hay más fundamento que la necesidad misma de que
la víctima de la lesión a su privilegio se convierta en tribunal de justicia.

No es casualidad que la discusión se halla zanjado en el derecho público provincial, donde las mayorías de las constituciones
facultan a sus legislaturas a usar del atributo de repeler ofensas emanadas de terceros.

CLASE: Las facultades disciplinarias respecto de terceros no están reconocidas en la Constitución de las Cámaras. Las Cámaras
se las han atribuido, y de hecho esto parte ya del Parlamento Británico, que se reconoció esta facultad para poder tomar algún tipo
de sanciones, incluso ordenar la prisión de personas que no eran legisladores, obviamente con el fin de proteger las prerrogativas
de las Cámaras, asegurar la libertad de los legisladores, asegurar incluso el funcionamiento de las Cámaras. Nuestras Cámaras
también se han arrogado esta competencia implícitamente, esto quiere decir sin estar expreso, lo han entendido como parte de sus
prerrogativas, porque la han considerado un medio para poder cumplir sus fines, los fines que sí tienen expresa y explícitamente
atribuidos. Hay un gran problema con estas prerrogativas, que es la ausencia de ley, no solamente la ausencia de Constitución, esto
es, no hay norma de la Constitución que atribuya esta prerrogativa a las Cámaras, sino que además las Cámaras lo ejercen en el
aire, esto es, a pura voluntad y sin ningún tipo de ley que regule qué tipo de sanciones las Cámaras podrían tomar respecto de
terceros. Esta es la primera y más importante crítica que le hace el profesor Midón al ejercicio de terceros, que es que no hay una
ley previa, que no hay una ley que regule estas competencias, obviamente que sin ley previa, estamos además violando en este
caso el principio de legalidad que origen en materia penal, como ustedes saben, porque aquí sí vamos a hablar de sanciones, esto
es de privaciones eventualmente de bienes que recaen sobre las personas, o esos terceros afectados o atractados por estas
sanciones disciplinarias, con lo cual hay que cumplir el principio de legalidad, es una garantía fundamental, en este caso las Cámaras
omiten, y además el hecho de que no haya ley previa también obviamente que favorece la inconsecuencia de las Cámaras, esto
quiere decir que las Cámaras pueden decidir en un caso no aplicar sanción, en otro caso aplicar cinco días de prisión, y en otro caso
aplicar un mes de prisión. Nada les impide tomar la decisión que quieran porque no hay norma previa. Este es entonces el gran
déficit que tiene el ejercicio de estas prerrogativas. En segundo lugar, se pregunta el profesor Midón, ¿cuál es el tribunal llamado
juzgado para tomar una ofensa a los llamados privilegios parlamentarios? Como la justificación que se ha dado para el
reconocimiento implícito de estas prerrogativas es la necesidad de proteger las prerrogativas de las Cámaras, de no dejar impunes
las violaciones a sus prerrogativas, y además asegurar una inmediata respuesta a esas violaciones, el profesor Midón dice ¿pero
¿quién tiene que juzgar? ¿Quién está mejor situado institucionalmente? ¿Quién tiene más garantías? ¿Quién está más cerca de la
potestad implícita si la Constitución no lo dice expresamente de juzgar estas violaciones a las prerrogativas? En el Reino Unido, por
ejemplo, lo hemos visto otra vez con la Lex Parlamentari, una de las pocas cuestiones que el Parlamento Británico sigue manteniendo
como una cuestión de juzgamiento exclusivo, con exclusión quiere decir esto al Poder Judicial, es la cuestión referida a los títulos
de sus miembros, a su incorporación, pero las cuestiones referidas a ofensas, a sus privilegios, las ha dejado en manos del Poder
Judicial. Nosotros, en cambio, todavía seguimos discutiendo esto y reconociéndole esta competencia a las Cámaras, como lo
seguimos haciendo, con las limitaciones que vamos a ver ahora, de poder sancionar a terceros, estamos reconociéndole a las
Cámaras del Congreso esta facultad de poder juzgar sus ofensas. Las ofensas que reciben. No sus ofensas, sino las ofensas que
reciben. ¿Se entiende esto? En tercer lugar, el riesgo de acordar prevalencia a una competencia que se dice implícita frente a
derechos que están explícitos. ¿Qué quiere decir esto? En este caso vamos a darle preferencia, vamos incluso a aplicar en contra
de derechos que están expresamente reconocidos, una competencia que no aparece explícita en la Constitución, sino que es un
poder implícito. Este de sancionar a terceros. Esto supone entonces una inversión completa de la regla que marca que, como
ustedes saben, las libertades de las personas son las que no necesitan una ley que las establezca. El principio general de libertad
se cierra en el artículo 19 exigiendo lo contrario. Esto es que las conductas prohibidas deban estar expresamente prohibidas. En
cambio, para las autoridades públicas, para el reconocimiento de una competencia, como hemos visto en la primera unidad, se
requiere siempre la habilitación expresa de la Constitución de la ley o del reglamento. Ningún poder tiene una competencia que no
le reconoce la Constitución, la ley o el reglamento, y eventualmente si tenemos dudas de si la tiene o no la tiene, tenemos que
concluir que no la tiene. En consecuencia, aquí hay una inversión de esas dos reglas y le estamos dando preferencia a lo que es
implícito y es de poder, esto es la sanción a terceros, frente a derechos expresamente reconocidos. La libertad de las personas,
eventualmente sus bienes, el derecho de propiedad, el principio de legalidad, todas las garantías reconocidas expresamente. ¿Se
entiende esto? Con lo cual, estamos señalando una tercera objeción a la constitucionalidad de estas facultades, ¿no? Es decir, mire,
si usted no tiene la competencia y encima se está sobreponiendo a derechos que son expresamente reconocidos, bueno, es todavía
más dudosa la constitucionalidad de esta prerrogativa.

En el Reino Unido es el Poder Judicial. En Argentina todavía le reconocemos a las cámaras la prerrogativa de aplicar sanciones a
terceros. Con lo cual, estamos reconociendo también, eventualmente, que hay una... que se comparten esas facultades de juzgar
las ofensas a los legisladores y a las cámaras. La tiene indudablemente el Poder Judicial porque las cámaras podrían acudir a la
justicia, pero también la tienen las cámaras si es que le reconocemos la prerrogativa de aplicar sanciones al tercero. Porque esto
que estamos viendo y decimos, mire, es una prerrogativa no reconocida por la Constitución. Tiene todos estos déficits. Esto es, no
hay ley, violamos el principio de legalidad, estamos invirtiendo la regla de que el poder no se puede valer de lo implícito, mucho
menos frente a derechos explícitos. Pero pese a todo eso, reconocemos que las cámaras pueden aplicar sanciones a terceros. Hay
que decir que es un tema no solucionado por la Constitución, pero que las cámaras se reconocen, facultades para juzgar las ofensas
que reciben, aplicando sanciones a terceros.

En el derecho hay ciertas pautas básicas que constituyen el soporte de su entendimiento y la correcta aplicación de sus postulados.

Una de esas reglas enseña la potencial controversia entre una norma expresa que consagra derechos y otra implícita respecto de
la cual se predica que emana una competencia estatal, ha de prevalecer siempre la primera. Esa máxima interpretativa está en la
génesis del constitucionalismo; su opuesto es la antítesis del estado de derecho.

En el caso de la prerrogativa se ha invertido con más propiedad, se ha subvertido el orden jurídico al conferirse preeminencia a lo
que se dice de contenido implícito, frente a disposiciones explicitas.

El congreso tiene facultades implícitas porque la regulación del art 75 inc. 32 así lo establece, pero extraer de allí una fuente
autónoma de creación de potestades que no aparecen en la constitución, importa su total desnaturalización.

Al concebir esa norma marco, tuvo el propósito de facultar al congreso a usar de los poderes implícitos como medios para el ejercicio
de los poderes explícitos. No para que los poderes tácitos sean un recipiente de atribuciones fictas.

Cuando de competencia se trata, el campo de acción de los poderes constituidos esta demarcado estrictamente por las facultades
que exclusiva y expresamente son conferidas y acordadas a favor de cada uno de ellos por la norma que los constituye. Las
atribuciones de los poderes constituidos son exclusivamente las expresamente puestas en cabeza de cada uno de esos tres altos
magisterios por la CN pudiendo ellos realizar solamente lo que expresamente le es permitido.

Si la licitud de un poder implícito deviene del hecho que sea expreso su antecedente que es lo principal, nunca su consecuente que
es lo accesorio, puede desbordar el contenido de lo primordial.

Cuando esto pasa aquello que se dice derecho es un mal remedo de esta ciencia, si se prefiere abuso de poder o ambas cosas a
la vez.

A partir de 1983 esos órganos ejercitaron la potestad de sancionar a terceros en dos casos resonantes registrados en forma casi
inmediata al advenimiento de la democracia.

En junio de 1984 se impuso arresto 5 días a contra el almirante Mayorga. La causa tuvo que ver con las declaraciones del marino
quien justificó la asunción de poderes políticos por parte de las fuerzas armadas, interrogándose ¿a qué academia fue un legislador
para recibirse de diputado? Y, descalificó a un diputado que integraba la comisión nacional de desaparición de personas por
tendencia izquierdista.

En agosto del mismo año a raíz de una cuestión de privilegio promovido por el diputado Rodríguez el cuerpo ordenó el arresto por
7 días al sacerdote Cristianvon Wernich. El prelado, había tenido expresiones reproducidas por una revista que dicha rama legislativa
juzgó como ofensas relativas al decoro, funcionamiento e independencia del cuerpo.

Nuestra corte suprema ha tenido disímiles posturas en torno al reconocimiento del privilegio. En una primera época lo admitió in
totum y sin reserva alguna en “Lino de la Torre”. Luego, en “Eliseo Acevedo” dio por sentado que cualquier ofensa a una rama del
congreso a sus miembros, debía ser juzgada por el Poder Judicial. Enel cierre de los pronunciamientos, hasta hoy emitidos, se
inclinó en “Pelaez” por admitir el atributo en forma restringida. Temperamento limitativo que había de ensanchar en “Calvetti”, para
reiterarlo “Soaje Pintos”.

A. Caso “Lino de la Torre”: admisión amplia del privilegio.

En agosto de 1877 la CSJN,al conocer una causa en la que objetaba el uso del privilegio que hizo una cámara al sancionar a un
tercero ajeno al cuerpo, dio luz verde a la prerrogativa que se impugnaba.

El hecho que motivo la sanción de arresto impuesto por diputados tuvo su origen en una publicación realizada por Lino de la Torre
quien, como director de un medio de prensa, difundió pormenores de una sesión secreta de esa rama legislativa. La cámara advirtió
al periodista de que en lo sucesivo se abstuviera de divulgar esas cuestiones, bajo percibimiento que consideraría como desacato
de su autoridad el eventual incumplimiento de dicho mandato, pese a ello el actor volvió a insertar en su diario detalles registrados
en el curso de una segunda sesión secreta.

Formalizado el arresto, el afectado hizo valer un habeas corpus, el cual fue desestimado por el supremo tribunal por los siguientes
motivos.

El primer argumento fue que debía reconocerse tal argumento porque el mismo estaba admitido en las prácticas de los congresos
de EEUU dada la identidad de modelos constitucionales.

En cuanto a la naturaleza de la respuesta legislativa, el alto tribunal circunscribió la competencia de la cámara al supuesto de corregir
faltas y no delitos, cuando adujo que: “la jurisdicción conferida a estos tribunales para reprimir ciertos y determinados caso de
desacatos contra el congreso previsto por la ley, no excluye absolutamente la de las cámaras para corregir cuales quiera otros casos
no previstos”.

Es ajustada como acertada la disidencia del ministro Laspiur quien objeto la decisión de la mayoría, luego de recordar que “no es
bueno que nadie sea juez en propia causa también porque en otros casos el congreso argentino o a reconocido que no tiene facultad
que no tiene facultad para definir y castigar pro si mismo los desacatos contra su autoridad, o preferido desprenderse de ella,
haciendo los delitos procesables ante los tribunales y finalmente porque en la duda debe estarse por los derechos del pueblo como
soberano”

B. Caso “Eliseo Acevedo”: Desconocimiento de la prerrogativa.

En 1885 la corte hizo lugar a un habeas corpus planteado ante ella por Eliseo Acevedo quien había sido arrestado por orden de la
Cámara de Senadores a raíz de un artículo publicado en el diario “El Debate” y que ese órgano juzgo ofensivo para uno de sus
miembros.

En la publicación el afectado afirmo que el senador Zapata tuvo como móvil el de dividirse la prima ofrecida con un alto funcionario
público para la presentación de un proyecto.

En una sentencia la Corte suprema advirtió que al calificar la ley el hecho como desacato y designar la pena con el que debe ser
castigado, entendió, someterlo a jurisdicción de los tribunales ordinarios como todos los demás delitos que ella comprende.

Siendo evidente que una sola de las cámaras no puede reasumir, por acto exclusivamente suyo, una facultad que quedo conferida
al Poder Judicial en virtud de una sanción legislativa a la que concurrieron ambas ramas del congreso y el Poder Ejecutivo.

C. Caso “Sojo”: la Corte no se expide.

En 1877 habría de reeditarse la cuestión de competencia anticipada por una disidencia en el caso Eliseo Acevedo. En esa
oportunidad Sojo recurrió a la directamente a la Corte a través del habeas corpus solicitando amparo frente a la prisión que había
dispuesto la cámara de diputados en relación a su persona.

El periodista público en el periódico “Don Quijote” un dibujo que la cámara baja juzgó como lesivo de sus privilegios y dispuso la
privación de la libertad del mismo hasta la finalización de sus sesiones.

En esa ocasión el tribunal no se expidió sobre la validez de la prisión que motivo el habeas corpus, sino que juzgó que no había
cuestión federal para dar lugar al recurso extraordinario.

D. Caso “Peláez”: admisión restringida del atributo.

En julio de 1992 el diario “Rio Negro” de Neuquén, publico una solicitada firmada, entre otros por Víctor Peláez en su carácter de
dirigente político de la UCR dirigida a los ciudadanos de dicha provincia en la que denunciaba que las “poblaciones de cutral-con y
plaza huincul” se encuentran en periodo de extinción, entre otras cosas por “la traición de los senadores nacionales por Neuquén
votando leyes contrarían los intereses provinciales”.

El contenido de esa solicitada llevo a que el senador nacional Jorge D. Solana planteara una cuestión de privilegios aceptada por la
cámara, quien interpreto que las expresiones vertidas afectan al buen nombre y honor de todo el honorable senado, por lo tanto, se
le aplico arresto domiciliario por 48 horas.

El afectado dedujo una acción de habeas corpus recepcionada en primera instancia y confirmada por la cámara federal. Contra la
determinación de esta última, por haberse interpuesto recurso extraordinario federal se abrió la competencia apelada por la corte.

La corte suprema confirmo judiciable de la materia de debate. En esta ocasión se sienta la tesis que Gelli dio en llamar “regla de
interferencia obstruccionista”, pues para el tribunal: “el poder implícito de las cámaras se encuentra circunscripto (...) a los actos de
aquellos que de un modo inmediato traduzcan una obstrucción o impedimento, sello inconsistente para la existencia de dichos
órganos o para el ejercicio de sus funciones propias.”

De ello infirió el sentenciaste que: el arresto impugnado carece de validez en razón de que la conducta reprochada es ajena al
ámbito de la facultad implícita en la que pretende hallar sustento, los fundamentos de la resolución senatorial no expresan de ninguna
manera cual haya sido el entorpecimiento que irrogaron a las labores del cuerpo las publicaciones realizadas por el actor.

E. Caso “Calvetti”: la Corte ensancha la restricción.

En la sesión del 18 de junio de 1992 celebrada por la legislatura de la provincia de Tucumán, el legislador de este estado Tiburcio
López Guzmán, publico una carta de los lectores en el diario “La Gaceta” misiva que según su autor persiguió el propósito de
“clarificar algunos aspectos de la intensa semana política”.

En respuesta el concejal Pablo Roberto Calvetti difundió en el mismo periódico local otra carta juzgando la actuación política del
citado legislador en la sesión identificada a quien indilgo una actitud de deslealtad para con el gobernador de la provincia Ortega.
Por interpretar que los términos en dicha carta eran lesivos, el diputado individualizado planteo una cuestión de privilegio que al
prosperar determino que la legislatura impusiera al Calvetti la pena de 3 días de arresto y régimen restringido de visitas.

Atacando ese pronunciamiento Calvetti interpuso una acción de habeas corpus, la que al ser juzgada por la corte mereció sentencia
que hizo lugar al amparo, dejando sin efecto la orden de arresto.

En esta oportunidad la corte suprema no solo mantuvo el criterio restrictivo sentado en “Peláez” sino que lo ensancho conectándolo
a supuestos en los que se allá en juego la libertad de expresión.

F. Caso “Soaje Pinto”: ratificación de las restricciones.

La línea jurisprudencial establecida en Calvetti se consolida a mediados de 1996 con la sentencia pronunciada por la corte en autos
“Soaje Pinto José María s/recurso de habeas corpus preventivo”.

El 15 de octubre de 1992 el semanario “Call Money” de la Capital Federal público un artículo titulado “La historia de una Coima”
escrito por su director Guillermo Cherashny, en el que señalaba que el senador nacional Oraldo Britos habría reclamado la suma de
1 millón de dólares para impedir la sanción de la llamada “Ley Antitabaquica”. El senador formulo ante el cuerpo legislativo, una
cuestión de privilegio que concluyo con el senado imponiendo a Cherashny arresto domiciliario por 72 horas en esa circunstancia el
defensor del actor Dr. Soaje Pinto interpuso acción de habeas corpus preventiva. La cual fue confirmada en primera y segunda
instancia contra esa resolución el senado dedujo recurso extraordinario federal y la corte en brevísima sentencia confirmo la recurrida
remitiéndose a los fundamentos del dictamen del procurador general

Evaluación.

Es evidente e inevitable hallar en la materia entre lo sentenciado en Lino de la Torre, Peláez y Calvetti, diferencias garantistas en
favor a lo decidido en estos 2 últimos casos.

Tenemos en claro que lo debido para el ejercicio de esta controvertida potestad, confiriendo competencias a las Cámaras con objeto
de juzgar afecciones a sus privilegios pasa por el dictado de una ley previa que defina los hechos que comportan lesión a las
prerrogativas congresionales, siempre que no se trate de delitos pues para tales casos está prevista la intervención del Poder
Judicial.

La otra alternativa es que las Cámaras abandonen definitivamente la cuestionada facultad.

Mas al no haberse sancionado la normativa y siendo difícil que la empresa se intente en la actualidad, debemos reconocer que no
deja de ser ventajoso, por sus restricciones, para la suerte de los sujetos pasibles de sanción el criterio jurisprudencial hoy vigente.

Clase Las directivas jurisprudenciales de la Corte omito toda la parte evolutiva, digamos, y me quedo con los criterios finales de la
Corte. Entonces, el criterio final de la Corte fue establecido en Peláez en el año 1967, y es la regla de que solamente se reconoce
validez a las sanciones aplicadas a terceros, en la medida en que se destinen, hubieran sido tomadas para garantizar el
funcionamiento del Congreso. Significa esto, que solamente esas acciones de terceros, significa que no son legisladores, que se
muestren eficaces, idóneas, capaces de obstruir el funcionamiento del Congreso, de impedirlo, son aquellas que pueden justificar
la reacción del Congreso imponiéndole sanciones a esas personas. Hemos limitado enormemente lo que puede juzgar, las ofensas
que puede juzgar el Congreso. El Congreso solamente va a poder aplicar sanciones cuando esa sanción vaya dirigida contra aquel
que impidió o intentó impedir el funcionamiento del Congreso. Y obviamente, la finalidad va a ser liberar ese obstáculo, permitir el
funcionamiento. En Peláez la Corte dijo, en caso de ofensas capaces de dañar o imposibilitar el libre ejercicio de sus funciones, el
Senado tiene la facultad implícita de disponer al resto. Ese es el criterio, ese es el estándar, esa es la regla de interpretación del
alcance que tiene esta facultad disciplinaria. Solamente cuando la ofensa, esto es la conducta del tercero, sea capaz de dañar

o imposibilitar el libre ejercicio de la función, el Congreso podrá tener, cada Cámara podrá tener la facultad de disponer a un tipo de
sanción a esa persona. ¿Se entiende? No le vamos a pedir a la Cámara que denuncie penalmente, cierre el Congreso y espere que
el juez ponga al arresto a esa persona que está intentando... No, mire, policía, yo, presidente de la Cámara, le ordeno que desaloje
el recinto, que desaloje el edificio que impida el ingreso de tal persona, que arreste a tal persona que está obstruyendo el
funcionamiento de la Cámara, ¿sí? No, era cuando hablaba de terceros, o sea, una persona X que no sea un legislador, que
obstruya... Tercero quiere decir, lo dije al principio, que no es legislador. En este caso era una publicación periodística, obviamente
que la Corte dijo no hay forma de que una publicación periodística pueda impedir u obstaculizar el funcionamiento del Congreso. En
Vianya, la Corte ratificó este principio, en realidad más que Vianya, es conocido como Calvetti, el caso, enfatizó este criterio de la
conexidad, la relación que tiene que haber entre la ofensa y la obstrucción al funcionamiento del Congreso, para facultar al Congreso
a tomar sanciones, y además desechó toda posibilidad de que a través de estas sanciones a terceros las cámaras afecten la libertad
de expresión o de prensa. Porque, a ver, en la historia de estas prerrogativas, las más de las veces que las cámaras usaron esta
prerrogativa fue frente a ofensas por expresiones o por publicaciones en la prensa. De hecho, acuérdense del famoso caso Soho.
¿Se acuerdan de Soho? Es una especie de Marbury, digamos, para nosotros. Soho es un periodista que hizo una caricatura sobre
un senador. Al senador no le pareció que eso afectaba su prerrogativa. Hizo la petición, el planteo de la cuestión en el Senado y el
Senado ordenó el arresto del señor Soho. El señor Soho planteó un habeas corpus, igual que en los Estados Unidos, en el caso de
Marbury, la ley de habeas corpus permitía que se interponga la instancia originaria de la Corte, y la Corte le dijo mire, yo no tengo
esta competencia originaria en la Constitución, y por ley no se puede ampliar la competencia originaria. Ese tipo de casos son los
principales casos, o la mayor parte de los casos en los que las cámaras aplicaron sanciones, publicaciones en la prensa,
descalificaciones en la prensa. En Calvetti lo que la Corte dice, y esta es una segunda directriz, la primera es, mire, las únicas
ofensas que pueden provocar o que habilitan que el Congreso aplique sanciones a quien no es legislador es cuando van dirigidas a
una ofensa que podría ser capaz de impedir el busca miento o intentar dañar al Congreso de impedir su funcionamiento. La segunda
es, nunca la libertad de expresión o de prensa puede ser afectada. La validez constitucional de una restricción a la libertad personal
depende de manera estricta de la directa actitud de la conducta para obstaculizar o impedir el ejercicio de la función legislativa, de
nuevo una reiteración de Peláez, y no se justifica el ejercicio de las facultades disciplinarias discrecionales de la legislatura si el
sancionado había ejercido su derecho a la libre expresión de sus ideas en un debate sobre comportamientos políticos posterior al
desempeño de la función propiamente legislativa.

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