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Introducción
La restricción del crecimiento intrauterino se define como una falla del feto de obtener
el potencial genético de crecimiento. Actualmente se diagnostica basado en el PFE
igual o menor del percentil 10, sin embargo, el parámetro óptimo para determinar el
crecimiento de un feto, de acuerdo a las condiciones o factores que potencialmente
pueden afectar su desarrollo, es la comparación del peso fetal estimado con
estándares de peso detal para condiciones similares a ese embarazo (curvas
personalizadas de peso fetal). Esta definición carece de sensibilidad, sin embargo,
identifica los embarazos con alto riesgo de resultados perinatales adversos. Por lo
tanto, la detección de fetos pequeños es importante, ya que representa oportunidades
para la prevención de muerte fetal intrauterina, lesión nerviosa perinatal y distress fetal
intraparto severo, así como se ha demostrado que los recién nacidos con restricción del
crecimiento intrauterino tienen impacto en la calidad de vida durante su adultez.
El crecimiento fetal depende de una serie de interacciones ante la placenta, el feto y el
medio ambiente que les rodea, los cuales pueden propiciar un crecimiento óptimo, o un
feto con crecimiento subóptimo. Una de las causas de crecimiento subóptimo es la
alteración en la implantación placentaria, cuyo desenlace es la hipoxia intrauterina.
Se considera un feto pequeño para la edad gestacional es que tiene un PFE
inferior al percentil 10 y mayor del percentil 3 con flujometría Doppler dentro de la
normalidad.
Se define RCIU como la presencia de un PFE inferior al percentil 3, o la presencia
de PFE inferior al percentil 10 con alteración de flujo cerebro-umbilical o de las
arterias uterinas.
La etiología de la restricción del crecimiento intrauterino puede ser clasificado como de
causa materna, fetal o placentaria. Aunque la fisiopatología de todas estas
condiciones difiere entre ellas, todas ellas tienen un desenlace final: perfusión útero-
placentaria y nutrición fetal subóptima.
Factores de riesgo:
Los factores de riesgo en la historia clínica son antecedente de RCIU en embarazo
previos, historia de pérdida reproductiva, en especial en segundo y tercer trimestre,
enfermedad crónica que cause potencial daño vascular como diabetes, hipertensión
crónica, lupus eritematoso sistémico u otras mesenquimopatías, trombofilias, consumo
de tabaco y otras drogas, desarrollo de algunas infecciones maternas en especial
citomegalovirus, toxoplasma y rubeola, pobre ganancia de peso durante el embarazo,
hemoglobinopatías, embarazo múltiple, aneuploidías (T13 o T18 presentan 50% de
RCIU).
Etiología:
Causas maternas:
Edad menor de 16 años y mayor de 35, vivir en altura, nivel socioeconómico
bajo, consumo de tabaco, talla materna baja (los genes maternos influyen en el
peso al nacer más que los genes paternos pero ambos tienen un efecto),
nulípara o multíparas; trastornos hipertensivos, se presentan hasta en un 30-
40% de los embarazos complicados con RCIU, se ha asociado con un aumento
hasta de 4 veces el riesgo de obtener fetos pequeños para la edad gestacional;
trastornos autoinmunes, principalmente aquellos en los que hay compromiso
vascular como el síndrome de anticuerpos antifosfolípidos (24%) y el lupus
eritematoso sistémico; trombofilias, la más estudiada ha sido el polimorfismo
relacionado con el Factor V de Leiden; estilo de vida, el consumo de sustancias
psico-activas, el consumo de cigarrillo, alcohol y cocaína; trastornos del ánimo,
se ha estudiado la asociación entre depresión materna y RCIU concluyendo a
favor del aumento del riesgo de RCIU; fármacos, están incluidos los
medicamentos antineoplásicos, anticonvulsivantes (fenitoína),
beta bloqueadores. Estas drogas por lo tanto tienen una capacidad de
enmascarar un nivel peligrosamente bajo de glucosa en sangre, lo que, a la
larga empobrece su seguridad y utilidad en pacientes diabéticos y
esteroides (corticoides); desnutrición, dependiendo de la severidad de la
deprivación de nutrientes en la madre y del trimestre en que se presente serán
los resultados sobre el crecimiento fetal.
La presencia de RVS baja y RVP elevada, DAP y FOP asegura que la mayor parte de
la sangre oxigenada se dirija al corazón y al cerebro del feto.
Fisiopatología
La fisiopatología de la RCIU más aceptada en la actualidad es la vasoconstricción
crónica de los stem villi terciarios debida a la invasión trofoblástica inadecuada de las
arterias espirales maternas.
Insuficiencia placentaria:
La restricción del crecimiento fetal que fue relacionada con la placenta surge
principalmente debido a la remodelación deficiente de las arterias espirales uterinas
que irrigan la placenta durante el embarazo temprano. Si la invasión principal del
trofoblasto confinado a la porción decidual del miometrio, la espiral materna y las
arterias radiales no sufre la transformación fisiológica en vasos de baja resistencia, la
autorregulación placentaria se vuelve deficiente. Infartos maternos del suelo
placentario, la obliteración de las vellosidades fetales y la fibrosis aumentan cada una
resistencia al flujo sanguíneo placentario, produciendo desajuste de la perfusión
placentaria mateterno-fetal que disminuye el área de intercambio efectivo.
Con la progresiva oclusión vascular, la resistencia al flujo feto placentario esta
aumentado en todo el lecho vascular y eventualmente se reduce la masa placentaria
metabólicamente activa. Si los mecanismos adaptativos permiten la supervivencia fetal
continua, restricción del crecimiento de inicio temprano se desarrollan con sus
manifestaciones.
La placentación deficiente, el evento iniciador central, ocurre temprano y tiene dos
etapas. La primera etapa es el resultado del fracaso del proceso fisiológico normal al
comienzo del embarazo, donde el trofoblasto endo-vascular invade la vasculatura
materna y reemplaza el músculo liso normalmente presente en las arteriolas espirales
con un material de matriz no contráctil. El resultado de este evento es un conducto
vascular de alto flujo y baja resistencia que perfunde el espacio intervelloso, esto se
refleja en una disminución de la resistencia de la arteria uterina. La segunda etapa es la
respuesta materna a placentación anormal, que inicialmente es adaptativa, y las
características clave de esta segunda fase son las endoteliales sistémicas, disfunción y
un desequilibrio de los factores vasoactivos circulantes, resultando en RCIU o en
preeclampsia.
En las fases iniciales de esta situación patológica, el feto se adapta disminuyendo su
velocidad de crecimiento, modificando sus patrones de conducta y capturando de
manera más eficiente el oxígeno. Si la situación se mantiene, el feto entra en una fase
de hipoxemia que se puede prolongar durante semanas. Por debajo de cierto umbral
de saturación de oxígeno se activan una serie de quimiorreceptores que ponen en
marcha todo un conjunto de cambios hemodinámicos que tienen como principal función
preservar el aporte de oxígeno a los órganos nobles, es la llamada centralización.
- La vasodilatación cerebral o “brain sparing”, que es el que ocurre a nivel del SNC
y el que ha recibido mayor atención, el cual lo valoramos al realizar ultrasonido
Doppler de la arteria cerebral media.
- El oligohidramnios que se observa en los fetos con insuficiencia placentaria se
considera otra de las manifestaciones de la centralización, por redistribución de
flujos y ahorrando líquidos.
- La redistribución cardiaca donde el corazón fetal se encuentra en una situación
que no es fisiológica ya que el ventrículo izquierdo irriga un territorio de baja
resistencia, el cerebro, mientras que el derecho irriga un territorio de
progresivamente alta resistencia, la placenta.
Arteria umbilical
Las alteraciones a nivel de la arteria umbilical son secundarias a los procesos de
vasoconstricción crónica que ocurren en los stem villi terciarios. El flujo a nivel de la
arteria umbilical presenta una resistencia creciente a lo largo del proceso de deterioro
fetal, por lo que en estadios avanzados de insuficiencia placentaria se puede observar
una progresión a la ausencia e incluso reversión del flujo durante la diástole. Hasta un
80% de los fetos presentan flujo ausente dos semanas antes de la alteración de las
pruebas agudas, por lo que este signo Doppler debe entenderse como un estadio
avanzado dentro de la secuencia de deterioro del flujo umbilical.
Un 40% de los fetos con signos de acidosis presentan flujo reverso. El flujo reverso
aparece de media una semana antes de la alteración de los marcadores agudos, por lo
que podría considerarse como un marcador subagudo. Aunque la asociación entre flujo
reverso con acidosis y mal resultado perinatal está ampliamente descrita (con
sensibilidades y especificidades cercanas al 60%) gran parte de esta asociación se
explica por la alteración concomitante de los marcadores agudos y por la prematuridad
extrema. No obstante, la conducta expectante en casos de flujo reverso y ausencia de
marcadores agudos de deterioro fetal es controvertida.
Las alteraciones a nivel de la ACM reflejan lo que antes hemos definido como
vasodilatación cerebral o brain sparing. El aumento del diámetro vascular reduce la
impedancia y condiciona un aumento de las velocidades diastólicas, con la reducción
de los índices de pulsatilidad de las arterias cerebrales. El seguimiento del Doppler de
la ACM durante el proceso de deterioro fetal demuestra que este parámetro se altera
de manera progresiva sin observarse ningún punto de inflexión.
Un 80% de los fetos presentan vasodilatación cerebral dos semanas antes de la
alteración de los marcadores agudos.
Observaciones preliminares que describían una pérdida de vasodilatación en etapas
finales del deterioro fetal no se han observado en las series más recientes. Por lo que,
una vez alterado este parámetro, su evaluación longitudinal no parece aportar ningún
valor añadido en el seguimiento antenatal. Es objeto de debate e investigación si la
vasodilatación cerebral es únicamente un mecanismo adaptativo del feto sin
repercusiones posteriores en su desarrollo psicomotor. Existen resultados
controvertidos, pero parece observarse que los fetos que han presentado este signo
presentan un resultado psicomotor subóptimo.
Líquido amniótico
Marcadores agudos
El ductus venoso (DV) presenta una afectación progresiva con lo que nos permite
utilizar la presencia del aumento de pulsatilidad, la ausencia o la reversión del flujo
durante la contracción atrial como criterios de anormalidad del DV en función de la
edad gestacional, utilizando las alteraciones más severas en las edades gestacionales
más extremas.
A pesar de que el RCTG deja de ser reactivo ya en fases muy iniciales del proceso de
deterioro de los fetos con RCIU, la pérdida de la variabilidad a corto plazo ocurre sólo
unos días antes de la descompensación fetal, coincidiendo con la alteración de los
flujos venosos, sugiriendo que refleja los cambios más agudos en el estado fetal que
ocurren al final del proceso de deterioro.
Perfil biofísico (PBF)
Seguimiento:
En los casos en los que no existan signos de insuficiencia placentaria con índice
cerebro placentario (ICP) y arterias uterinas normales en el control del primer trimestre,
los controles se realizarán cada dos semanas usando el ICP como herramienta de
control. Si se tiene IP anormal de arterias uterinas en el primer trimestre o ICP alterado,
el control se realizará cada semana. De tener un IP de la arteria cerebral media por
debajo del percentil 5, signo de vasodilatación cerebral, el control se debe realizar cada
3 o 4 días y se debe añadir al control en estos casos el ductus venoso, que permitirá
predecir la aparición de acidosis.
Tratamiento:
El eje central del manejo de la RCIU consistirá en valorar en qué momento el
término del embarazo aporta un beneficio mayor que la prematurez.
Criterios de hospitalización:
Indicación de finalización y la preeclampsia con datos de severidad. Se
realizará maduración pulmonar sólo si se cumplen criterios de finalización
y su edad gestacional es superior a 26 semanas (26-34.6 semanas).
Uso de corticoides para maduración pulmonar en RCIU III entre 24 y 34 semanas con
riesgo elevado de parto en las próximas 48 hs y en todos los RCIU IV al momento del
diagnóstico.