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Unidad 1: Perspectiva histórica de la Enfermería pediátrica

Orígenes de la Pediatría en el mundo


Aunque la consideración del desarrollo de esta rama de la medicina limite nuestros
conocimientos a los dos últimos siglos, no podemos ignorar que dicha disciplina se halla
íntimamente enlazada con la evolución de la sociedad y su cultura, con la inserción del lactante
y del infante en el matriarcado, y en el patriarcado, con los grandes sistemas pedagógicos, su
ordenamiento antropológico, su macro y microcosmos, como así su desenvolvimiento en las
teorías médicas prevalentes.
Situar el comienzo del interés científico por el niño en el siglo XVIII nos invita a arraigarnos en
los tiempos históricos ochocentistas para comprender a aquel período de la Ilustración* o del
Iluminismo, que nos remonta al Renacimiento y que compromete todos los aspectos de la
actividad humana y sus reflexiones filosóficas.
Si nos encumbramos hacia los tiempos anteriores al iluminismo observaremos una profunda
ambivalencia. La tasa de nacimientos era significativa –un niño cada año era la regla– y la
mortalidad puerperal manifiestamente alta además de la frecuente orfandad.

A partir de 1650 los óbitos infantiles comienzan a ser más estudiados desde el punto de vista
estadístico. Todavía la Enciclopedie francaise –años centrales del siglo XVII– hace constar en el
artículo Home, que una cuarta parte de los pequeños fallecía antes de cumplir el año; un tercio,
en los primeros dos años y la mitad –por lo menos– hacia fin del tercer año. Perder un hijo
entre los muchos que nacían, era lo habitual.
El aspecto de las íntimas relaciones con el niño –como pasa en la actualidad– dependía de la
posición social. Empero no debemos ignorar que la debilidad corporal y su medio, han
constituido el tema central que ha predominado en la valoración de la edad infantil, acorde
con sus sanadores y las teorías médicas en boga.
Consignemos que la literatura pediátrica trasmitida desde la antigüedad a la Edad Moderna se
orientaba más hacia la prevención que hacia el tratamiento y que, en lo fundamental, nada
variaría con la aparición del Renacimiento.
Entre las obras consagradas a temas pediátricos, se reconocen como enfermedades de los
pequeños a las aftas, los vómitos, la tos, la diarrea, los trastornos del sueño y los terrores
nocturnos, las inflamaciones del ombligo y el flujo de oídos. Se describe a la dentición como
causante de hipertermia, convulsiones y enteritis. Más tarde, se describirán enfermedades
tonsilares –amigdalitis– el asma, las afecciones vesicales, las patologías de la columna
vertebral, la presencia de parasitosis, verrugas y tumores del cuello. Hacia la adolescencia se
detalla el predominio de las fiebres, de las transgresiones alimentarias y las epistaxis.
Sobre este mismo fondo de diferentes entidades, debemos reconocer la prístina contribución
de Jean Jacques Rousseau (1712-1778) quien va a influir no sólo en la educación general, sino
en la actitud de los médicos. El rusonianismo creó la posibilidad de contemplar en la edad
infantil una realidad psicológica bien definida, por su peculiar forma de pensar, sentir, hablar
y actuar, a la vez que refería “… que la infancia sintetiza la beauté naturelle que debía ser
resguardada por la educación y protegida contra la corruptiva influencia de la civilización, a la
cual también pertenece una medicina inadecuada”.
Dentro de aquellas concepciones, el niño se intercalará en la comunidad y se convertirá en el
elemento preferido de la enseñanza racional, al reconocer su poderosa fuerza transformadora.

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En el cenit de la Ilustración, se ofrecen nuevos motivos de la asistencia al niño enfermo, a la
vez que se enriquece la diada combinada de la pedagogía y el cuidado de su salud.
Por entonces vemos fusionarse el interés científico moderno con la aparición de numerosas
obras que tienen como objetivo la comprensión de los pequeños pacientes. He aquí algunos
títulos que exaltarán aquellos principios: “Essay sur l’education medicinale des enfants et sur
leurs maladies” (Brouzet, 1754), “Upon nursing and management of children” (Cadogani,
1748), “Uever die medizinisch –physisiche Ersiehung” (Fleisch, 1803) y otros…
La óptica de esta nueva y copiosa literatura pediátrica nos permite comprender que la filosofía
de vida, la razón de Estado y la medicina ordenan sus enseñanzas y sus prescripciones acordes
con destinatarios bien distintos entre sí. Si bien los autores de casi todas aquellas obras eran
médicos, el ideal de la salud se tornó en un principio cardinal tanto para los médicos como
para los padres y la sociedad, singular fenómeno que señalará el comienzo de la Pediatría
moderna con la higiene social y la medicina popular, iniciando una nueva orientación en el
desenvolvimiento del niño.
Por entonces, Brouzet refería en su “Education medicinale” y divulgaba públicamente que los
médicos carecían de experiencia en lo tocante a las enfermedades de los niños, y que la
educación médica y el tratamiento se hallaban en manos de las ayas, nodrizas y en las madres,
las cuales conocen mil habilidades transmitidas de una generación a otra.
Para Brouzet la erudición acerca de una pediatría propiamente dicha, descansaba en un
combate contra los prejuicios tradicionales. Advirtamos que la médula de su libro procedía de
autores clásicos y de sus contemporáneos que resueltamente aspiraban a la educación del
gran público.
Puntualicemos que uno de los libros señeros sobre las enfermedades infantiles, el “Sunj
Anweisung zur Kenntnis und Curder Kinderkrankheiten” del sueco Rosen von Rossestein, fue
originariamente editado a partir de 1753 como una suerte de los calendarios de la Real
Academia de Ciencias, a fin de que llegara a ese público y no al especializado. Su traductor
alemán –el médico de Gotinga, Murray subrayaba en su prólogo que el libro, aunque dedicado
a los profanos, podría ser de gustosa utilidad para el médico experto.
Destaquemos que las teorías galénicas del siglo XVIII favorecían el profundo interés que
inspiraba el niño, fuere más desde el punto de vista especulativo que por su sentido práctico.
Así la tendencia a ilustrar al público acerca de las nuevas ideas en torno de la niñez en dos
grupos: los que no necesitaban y los que precisaban de la ayuda técnica. La expresión “médico
de niños”, tan frecuente en nuestro lenguaje y en la literatura infantil, adquirió así un carácter
más bien social-asistencial, que propiamente médico.
En 1818, el Dr. Henke documentaba: “… que el máximo daño consistía en la difundida creencia
que en las enfermedades de los niños no pueden consignarse grandes avances, habida cuenta
del resultado negativo de los medicamentos prescriptos”.
Debemos añadir, para enfatizar esta primera fase de la pediatría, el giro sentimental que
predominará en torno del amor hacia el pequeño, y que el infanticidio y la morbimortalidad
comienzan a erigirse en temas conspicuos de la medicina y de la bibliografía dramática, a la
vez que emergerán relevantes y auspiciosos motivos en torno de la política sanitaria, de la
economía y de la demografía.
Comentemos que con el nacimiento de las nuevas ideas, el Estado se sintió obligado a
proteger la vida de los recién nacidos –se fundan maternidades… y se vuelcan importantes
fondos destinados a la educación de los niños pobres abandonados, inválidos y huérfanos.

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El niño pobre y enfermo será considerado el motivo primordial de los afanes pediátricos
de la Ilustración. Ello cristalizará en profundas reformas en los hospicios, orfanatos y en
inclusas, así como en la erección de hospitales para niños.
En 1769, Armstrong fundó en Londres un dispensario para niños humildes, y en 1787
Mastalier creó en Viena un instituto público para niños menesterosos y enfermos. Poco más
tarde, en el París de 1802 de la inclusa de la Maison des Filles, de l’enfant Jesús, nacerá el Hospital
de Niños de la Rue de Sevres.
Especial atención merece el filantropismo austríaco. Promediando 1784, el emperador José
II inauguró el Allgemeines Krankebaus, entre cuyos fines apuntaba a la protección de madres
solteras. También había en aquella institución una inclusa en la cual las madres podían
albergar a sus hijos, recogidos allí, con el propósito de enviarlos prestamente al campo para
ser criados al pecho. Observemos que esta combinación de maternidad, asilo y la atención
y cuidados que requiriera el pequeño constituyó un excelente ejemplo de política sanitaria
y filantrópica-nacional de la época.
Es lícito también reconocer a este respecto, la renovada y sensible atención motivada por los
lactantes, ya que la mala reputación de las amas de leche, el vicioso estilo de vida de las damas
aristocráticas, la catastrófica morbimortalidad y las múltiples elucubraciones negativas acerca
de la lactancia materna como ley natural, acicatearon un circuito de controvertidas
disquisiciones.
Todo ello nos permite deducir que, pese a los afanes e iniciativas plasmadas durante la
Ilustración, todos estos impedimentos neutralizaban el nacimiento de una Pediatría
técnicamente diferenciada y respetada.
Hacia el siglo XIX, la atención y asistencia infantiles se hallaban circunscriptas, aunque los
conocimientos adquiridos por la orientación clínica patológica de la escuela de París, fiel a sus
métodos de trabajo, observara la relación de los cuadros clínicos de la infancia con los
hallazgos anátomo-patológicos. Surgen aquí los escritos de Morgagni con sus estudios
necrópsicos, y el vitalismo de la escuela de Montpellier. La visualización de los órganos
alterados y su consideración estadística, constituirán la base del libro “Traité des maladies des
enfants nouveau-nes et á la mamelle” (1828), de Charles Michel Billard (1800-1832). Empero,
la Pediatría no se ha escindido de la medicina general y las afecciones de los niños son
consideradas como patologías de los adultos, a lo que da un sello propio la peculiaridad
polifacética del mundo infantil.
Sin embargo, a pesar de los progresos anatómicos, el niño continúa siendo para los doctos de
entonces un “jeroglífico de la naturaleza”, donde la fisiología del organismo infantil le hace
decir a Joerg (1808-1878) “… que nuestras concepciones acerca de las enfermedades de los
niños son imperfectas…”
Los primeros nosocomios infantiles se establecerán a partir de 1860 en el marco de las
policlínicas generales y sobre una base privada. Aun cuando se admite un progreso
francamente positivo en la atención de los niños, la Pediatría tan sólo era considerada en los
cuadros académicos. Veamos algunos ejemplos. En Alemania, en 1868, sólo en las
Universidades de Berlín y Wurzburgo se enseñaba Pediatría. En 1894 se creó en la Charité de
Berlin la primera Cátedra Ordinaria de Enfermedades de los niños, regida por Otto Heubner
(1843-1926) a pesar de la oposición de la Facultad con Virchow a su cabeza.

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En el curso 1901-1902 sólo 8 de las 20 universidades alemanas poseían algo semejante a una
clínica pediátrica y a partir de 1918 fue cumplida la proposición de Steffen (1868), al introducir
la Pediatría entre las disciplinas integrantes del examen requerido a los médicos por el Estado.
Paralelamente, hubo un elevado número de revistas y sociedades científicas de carácter
pediátrico, a pesar de que la medicina interna tardó mucho tiempo en reconocer a la Pediatría
como disciplina autónoma, y todavía Alberto Czerni (1863-1941) comentaba año tras año, en
sus lecciones profesorales que “… la Pediatría no es una especialidad, es la medicina interna
del individuo desde el día de su nacimiento hasta la pubertad…”

El Siglo XIX
Como tema de esta nueva pediatría, el niño será objeto de una esmerada y atenta estimación,
y los métodos objetivos y cuantificadores de la investigación, determinarán una consideración
inédita del niño en concordancia con la mentalidad del siglo.
Con todo este progresismo, sin embargo, en Austria, en los Países Bajos y en Francia, el
espectro de un marcado descenso del crecimiento infantil llegará a cifras preocupantes, y las
causas había que inculparlas al crecimiento del proletariado urbano, al hacinamiento de las
viviendas, al rechazo, en ocasiones, de brindar lactancia natural, a la dificultad de conseguir
buenos alimentos para los niños artificialmente alimentados, y a la curva ascendente de las
enfermedades epidémicas e infecciosas.
Con el paso del tiempo, no podemos negar los éxitos logrados merced al entusiasmo y vocación
de eximios profesionales, entre ellos destacarán: Theodor Escherich en Viena –descriptor de la
gastroenteritis tóxica endógena– por ingestión de leches contaminadas; a J. A. Marfán
descubridor de las bacterias anaerobias, causales de las enfermedades del aparato digestivo,
a H. Finkelstein, investigador de las “fiebres alimenticias” y a sus desórdenes nutritivos, a E. A.
Behring y S. Kitasato, investigadores de la toxina diftérica, a O.Medin, quien perseveró en el
carácter epidémico de la poliomielitis, a H. Hirschprung, estudioso del megacolon congénito, a
Trousseau, quien popularizó la traqueotomía en el tratamiento de la difteria laríngea, a A. Binet
y T. Simon, quienes se ocuparon de los test de inteligencia.
El caudal de conocimientos de este siglo nos atiborraría de inimaginables descubrimientos,
pero así se irá creando y consolidando el cuadro científico de la Pediatría a la que se unirán la
Psicología, la Psiquiatría y la Seguridad Social, además de la Pedagogía y la ciencia del
comportamiento. En esta copiosa documentación testimonial, se inscribirán los principios de
asistencia, diagnóstico y tratamiento de los pequeños sufrientes.

En los Estados Unidos


Antes del siglo XX, el diez por ciento de los recién nacidos morían en el primer año de vida. No
debemos olvidar que la mayoría de los partos se realizaban en los domicilios con los riesgos de
las infecciones y los cuidados insuficientes. Los controles del recién nacido lo efectuaban los
obstetras, hasta los comienzos del siglo XIX pero en ese entonces ya comenzaba la pediatría,
aunque todavía como disciplina intrascendente.
A fines de ese siglo se inició el estudio de las enfermedades de los niños. Sin embargo, en 1850
F. Meissner ya señalaba el comienzo de las publicaciones de las afecciones pediátricas.
En Estados Unidos, en 1881 Abraham Jacobi y Samuel Busey dirigían una sección de
enfermedades de los niños en la American Medical Associaton. En 1884, William Watson fundó

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la revista “Archives of Pediatrics” y un tiempo después surgió la “American Pediatric Society”
dirigida por Job Lewis Smith, de New York, 1887.
En la Universidad de Yale, Eli A Ives fue profesor de Enfermedades de los Niños desde 1813
hasta 1852 y también en la Universidad de Pennsylvania Benjamin Rush se ocupó del tema
parcialmente a partir de 1789 y hasta 1813.
En Europa desde fines del siglo XVII fueron los pediatras los que se desempeñaron en el
cuidado de los niños menores de dos años.
En 1908, la pediatría fué reconocida como especialidad en Alemania. En varios Congresos
Internacionales de Medicina, como el de Copenhague (1884), Washington (1887), Berlín
(1890), Roma (1894) y Moscú (1897), la patología pediátrica fue discutida en sesiones
separadas del resto del congreso.
Finalmente, el 28 de Julio de 1910 se fundó en Paris la Asociación Internacional de Pediatría
(IPA) presidida por Henry Hutinel, quien fué a su vez el Presidente del I Congreso Internacional
de Pediatría en esa ciudad en 1912.
En lo referente a los hospitales pediátricos el primero que se inauguró en Europa fue en 1802,
el “Hôpital des enfants malades” que no aceptaba a niños menores de 2 años por la elevada
mortalidad de los lactantes internados.
La mortalidad infantil llegaba al 500 por mil al fin de la edad media y descendió al 200 por mil
a comienzos del siglo pasado; en la actualidad, es del 5 al 6 mil en los países escandinavos y
Holanda y de 4 por mil en Japón.

El surgimiento de la Pediatría en nuestro país


La fundación de la Sociedad Argentina de Pediatría el 20 de Octubre de 1911 fue precedida en
algo más de un año por la Asociación Internacional de Pediatría y seguida a los dos años por la
Sociedad de Pediatría de París, casi veinte años después por la Sociedad de Pediatría de
Estocolmo y treinta años más tarde por las de Madrid y Barcelona.
Pero el desarrollo de la pediatría en nuestra América se remonta a la llegada de los españoles
al continente americano, en 1492, lo que determinó una modificación en el desarrollo de las
ciencias médicas al enfrentarse dos culturas absolutamente desconocidas entre sí.
Es allí donde tiene su origen la pediatría Argentina y Latinoamericana, en la forma como los
aborígenes de la época precolombina actuaban frente a la madre, al niño y a la familia, y que
los primeros conquistadores recogieron, integrándolas a su propio acervo.
Hábitat, costumbres, herboristería, ritos profundamente internalizados a través de los siglos,
fueron trasmitidos de padres a hijos y se conservan todavía entre las pautas culturales de la
medicina popular. La medicina, y muy especialmente la farmacopea, adquirieron otra
dimensión. El hallazgo de nuevas hierbas enriqueció la terapéutica europea, así como se
enriqueció la alimentación aborigen con el aporte del trigo, la cebada y legumbres, que
hicieron los españoles.
En la época colonial, en América del Sur y en el Río de la Plata, los partos se producían
regularmente en el hogar y la puericultura del recién nacido quedaba en manos de las
matronas.

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Mal de los siete días era como se denominaba entonces al tétanos neonatal, que se producía
por el uso difundido de la teleraña para la hemostasia del cordón umbilical, cuando ésta
contenía esporos del Clostridium.
No cabe duda de que la medicina aborigen influyó en gran medida en el tratamiento de
enfermedades y al ir conociéndola, se reconocieron coincidencias con la terapéutica del viejo
continente.
Pero la cultura europea estaba en plena transición y la medicina comenzaba a ser
experimental.

El Hospital de Niños “Pedro de Elizalde”


Casi en el inicio de la creación del Virreinato del Río de la Plata, el Virrey Juan José de Vértiz
abre la Casa de Expósitos de Buenos Aires.
El Dr. Pablo Croce, historiador de “La Casa Cuna de Buenos Aires”, ofrece en su obra un
pormenorizado detalle de las causas y los infortunios sufridos por los niños abandonados a su
suerte en la vía pública, lo que ocasionó, el 7 de agosto de 1779, la apertura de la que fue luego
Casa Cuna.

Testimonios de la Casa Cuna


De los documentos que el Hospital de Niños “Pedro de Elizalde” atesora, reproducimos la
llegada de María Lorenza.

Niños en el jardín de la “Casa de Expósitos” de Buenos Aires.

“Inaugurada la caritativa obra, pronto hubo para ella una primera habitante, todavía no oleada
según se verá. Su partida de bautismo –firmada por el doctor Juan Cayetano Fernández
Agüero– nos ahorrará toda otra explicación: “Primera expósita –María Lorenza– Cuna. El 19
de agosto de 1779, don Santiago Báez, presbítero, puso óleo y crisma a María Lorenza (...)
expósita en el torno de la casa de cuna, como de edad de dos o tres años. Fue padrino don
Francisco Calvete, primer sargento de la asamblea de Infantería, quien dio razón de habérsela

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hallado en dicho torno con papel de que no estaba bautizada y que Inclusa de fue llevada al
señor virrey por no haber aun amas de leche Casa de Expósitos. en dicha casa. Su Excelencia la
devolvió por mano de María Eugenia Linares, mestiza, y hoy mismo será entregada al cuidado
de doña Francisca Franco, que va a hacer de abadesa de dicha casa, como rectora principal.”
Quinquela Martín
El 20 de mayo de 1890 fue abandonado en aquella inclusa, el que sería uno de los más
afamados expósitos. Su nombre: Benito Juan Martín, quien fue retirado cerca de cumplir los 8
años por la señora Justina Molina, esposa del carbonero genovés Manuel Chinchella.
Este niño que sería un genio de la pintura y de la filantropía, bautizado el “pintor de La Boca”
donó los terrenos donde se construyeron la Escuela Primaria, y en sus altos su atelier y
vivienda, además del Jardín de Infantes Nº 6, el Teatro de la Rivera, el Lactario Municipal Nº 4,
el Instituto Odontológico Infantil y la Escuela de Artes Gráficas Nº 31 construcciones todas
ordenadas en el amplio semicírculo que forma la calle Pedro de Mendoza, en la Vuelta de
Rocha. Fundó además la Peña del Tortoni junto a Juan de Dios Filiberto, Alfonsina Storni y
Carlos Gardel.

Nuestro reconocimiento a Juan Madera (1817) y Cosme Argerich (1820) que fueron los
primeros médicos designados oficialmente para atender a los niños asilados en la Casa de
Expósitos.
Otras Casas de Expósitos existieron en Rosario, fundada en 1854 y en Córdoba, en 1884. Benito
Quinquela Martín
Con el tiempo se transformaron en obras médicas con el Dr. Donato Depalma. sociales que
constituyeron la infraestructura de hospitales de niños. El hospital pediátrico más antiguo del
país es la vieja Casa de Expósitos de Buenos Aires, hoy Hospital “Pedro de Elizalde”, de donde
surgieron los dos primeros profesores de pediatría.
Los Hospitales de Niños se crearon más tarde.

El Hospital de Niños “Dr. Ricardo Gutiérrez”


María Josefa del Pino, nieta del virrey Sobremonte presenta a la Sociedad de Beneficencia el 7
de enero de 1867 el proyecto de fundar un hospital de niños en la ciudad de Buenos Aires, idea
que fue aprobada en comisión. En 1871, fallece la señora del Pino, víctima de la fiebre amarilla,
sin ver concretada su obra, pero ésta continúa y el 30 de abril de 1875 se inaugura el Hospital
de Niños “San Luis Gonzaga” en la calle Victoria 1179. En forma transitoria por tres meses el
Dr. Rafael Herrera Vegas fue su primer director. Fue entonces que el Dr. Ricardo Gutiérrez
regresó de Francia, donde se estaba perfeccionando en pediatría becado por el gobierno
argentino y asumió de inmediato la dirección del hospital. Su gestión se extendió durante más
de dos décadas en forma honoraria.
Los Dres. Ignacio Pirovano y Adalberto Ramaugé fueron los primeros médicos y el primer
practicante, José María Ramos Mejía.
Al año siguiente, el Hospital se trasladó a una sede más amplia, en Arenales 1462, y se
incorporaron nuevos médicos: los Dres. E. Holmberg, en Anatomía Patológica; Mariano

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Bejarano, en Ojos; Baldomero Somer, en Dermatología y Juan Pujol, en Otorrinolaringología.
Nueve años más tarde, en 1883, se fundó la Cátedra de Pediatría a cargo del Dr. Manuel
Blancas, catedrático de Pediatría de la Universidad de Buenos Aires con sede en el Hospital de
Clínicas.

Siendo estudiante de medicina, el Dr. Ricardo Gutiérrez se enroló como voluntario para participar en la Guerra del
Paraguay. De 1865 a 1870 estuvo en el frente, lo que constituyó una experiencia en sanidad militar que lo marcó y
fue decisiva para su profesión. Fue condecorado por su desempeño humanitario en la Guerra del Paraguay y en las
batallas de Cepeda y Pavón.
En abril de 1886 el Dr. Ricardo Gutiérrez, en base a estadística de pacientes, solicitó la
construcción de un hospital más amplio. Las Damas de Beneficencia lo aprueban y el 29 de
diciembre de 1896 se inaugura en la calle Gallo, su sede definitiva, hoy Gallo 1330, de Buenos
Aires.
El Dr. Gutiérrez fallece pocos días antes y asume la Dirección del Hospital el Dr. Antonio Arraga.
Por su envergadura este hospital fue orgullo de la Pediatría de Sudamérica. El arquitecto
Christophersen fue premiado en Chicago por esta obra con una medalla de oro.
En 1946 se instituye el nombre de Ricardo Gutiérrez al Hospital de Niños de Buenos Aires
merecido homenaje al hombre considerado padre de ese hospital.
El Dr. Ricardo Gutiérrez nació en Arrecifes en 1839. Médico, poeta, literato y militar fue uno de
los prominentes médicos que tuvo nuestro país. Había en él genialidad y un infinito fondo de
tristeza y ternura.
Difundió la clínica pediátrica y comandó los servicios sanitarios de Tigre y San Fernando
durante las epidemias de fiebre amarilla (1871) y cólera (1867 y 1877). Falleció en 1896 a los
58 años.

El Hospital de Niños de La Plata se fundó en 1894, el mismo año que el de Córdoba; en


Mendoza, en 1895, en Rosario en el 1900 y en Tucumán, en 1903.
La mayoría de estos hospitales eran casonas con viejas salas y estrechos consultorios por lo
que debieron ser trasladados hasta encontrar su ubicación definitiva.
Cuenta hoy el país con numerosos Servicios de Pediatría de distintos niveles de complejidad y
existen más de treinta hospitales pediátricos:
• Ciudad de Buenos Aires: Hospital de Pediatría “Prof. Dr. Juan P. Garrahan” SAMIC,
Hospital General de Niños “Dr. Pedro de Elizalde”, Hospital Materno Infantil Ramón Sardá.
• Buenos Aires: Hospital Interzonal “Sor María Ludovica” (La Plata), Hospital Zonal
Especializado “Dr. Noel Sbarra” (La Plata), Hospital “Dr. Ricardo Gutiérrez”, Hospital Interzonal
Materno Infantil (Mar del Plata), Hospital Municipal de Niños San Justo (San Justo), Instituto
Maternidad Santa Rosa (Florida-Vicente López), Hospital Subzonal Casa del Niño (La Plata),
Hospital Zonal Especializado de Pediatría (Azul), Hospital Materno Infantil “Dr. J. Esquiza”
(González Catán), Hospital de Niños “Luis A. Máspero” (Remedios de Escalada), Hospital
Subzonal Materno Infantil (San Francisco Solano).

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• Catamarca: Hospital Interzonal de Niños “Eva Perón”.
• Chaco: Hospital Pediátrico “Dr. Avellino L. Castelán” (Resistencia).
• Córdoba: Hospital de Niños de Córdoba, Hospital Materno y Neonatológico Nacional
(Alto Alberdi), Maternidad “Hortensia G. De Kowalk” (Río Cuarto), Hospital Infantil Municipal
(Alta Córdoba), Centro Materno Infantil Río Primero (Río Primero), Hospital Municipal General
Cabrera (Córdoba).
• Entre Ríos: Hospital de Niños San Roque (Paraná).
• Corrientes: Hospital de Niños “Juan Pablo II” (Corrientes).
• Mendoza: Hospital de Niños “Humberto Notti”.
• Misiones: Hospital Público Provincial de Pediatría (Posadas).
• Jujuy: Hospital “Dr. Héctor Quintana”.
• Salta: Hospital Materno Infantil.
• Santa Fe: Hospital de Niños “Dr. Orlando Alassia” (Santa Fe), Hospital de Niños
“Víctor J. Vilela” (Rosario).
• Santiago del Estero: Hospital de Niños “Dr. Francisco J. Viano” (La Banda),
Hospital de Niños “Eva Perón” (Santiago Del Estero).
• Tucumán: Hospital del Niño Jesús (Tucumán).

Hospital de Pediatría “Prof. Dr. Juan P. Garrahan”


La inauguración en 1987 del Hospital Nacional de Pediatría “Prof. Dr. Juan P. Garrahan” instaló
en el país una nueva concepción en la atención pediátrica.
Definido como efector de tercer nivel se inscribe en la estrategia de Atención Primaria de la
Salud concentrando la alta complejidad con el propósito de desconcentrar el primer nivel de
atención y elevar la calidad de ambas. La internación por cuidados progresivos en un edificio
diseñado y equipado con tecnología actualizada, organizado también administrativamente
desde nuevos conceptos, con profesionales con dedicación semiexclusiva seleccionados por
concurso, cubriendo todas las áreas de la terapéutica en un desarrollo de complejidad
creciente, concretó, para muchos pediatras un espacio de desarrollo largamente anhelado.

Inauguración del Hospital Nacional de Pediatría “Prof. Dr. Juan P. Garrahan”.

Sanidad Escolar
Cabe destacar que por estos años de afluencia inmigratoria, a principios del siglo XX, la
organización de la educación y la salud infantil dieron lugar a emprendimientos como Salud
Escolar, organismo que el Dr. Donato Depalma rescata del olvido para mostrar cómo se
organizaron los Servicios Médicos Escolares a partir de la Ley de Educación Común 1.420 que

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desde 1884 garantiza la educación primaria –ahora también secundaria– obligatoria, gratuita
y gradual, acorde con los preceptos de la higiene y ratificada en la aplicación de los servicios
médicos. En el artículo 13 quedaban establecidas las prescripciones en torno del aseo, las
vacunaciones y revacunaciones, así como la verificación por los inspectores de higiene escolar
del cumplimiento de dichas normas. Se impulsa la creación de escuelas con espacios al aire
libre para niños débiles o convalescientes, en Parque de los Patricios, Chacabuco, Palermo y
Lezama entre otros predios. Se practican exámenes antropométricos y psicológicos. La
inspección médica se ocupará además del personal docente y administrativo.
El cuerpo médico escolar contó con personalidades notables como Pedro Goyena, Carlos Guido
Spano, Marcos Sastre. A partir de 1911 se dictan conferencias sobre la problemática escolar,
se crea un laboratorio para facilitar el diagnóstico de diversas entidades, se implanta la copa
de leche, se realizan encuestas sobre la alimentación de la población escolar. Se multiplican
los consultorios odontológicos, se propicia la difusión de la atención médica para afecciones
pulmonares y se instalan aparatos de rayos X. Se intensifica, en tanto, la lucha contra la difteria,
la fiebre tifoidea y la poliomielitis. Esta última se propagó hacia 1936 por el norte de la ciudad
de Buenos Aires y zonas vecinas lo que promovió la participación asistencial de las visitadoras
de Higiene quienes desplegaron su atención profiláctica hacia la enseñanza secundaria de las
escuelas normales.
Se multiplican los ciclos de conferencias referidas a patologías contagiosas iniciadas por el
doctor José Penna, insistiéndose en sus cuidados por la frecuente recrudescencia de la
tuberculosis infantil.
En 1948, Sanidad Escolar dispuso el examen y fichaje anual de los alumnos de los
establecimientos oficiales a efectos de determinar las conclusiones médico-odontológica y
psicológica de los educandos, poniendo especial cuidado en la categoría de los sordomudos.
Se dio impulso a la colonia marítima de Mar del Plata para la atención de pacientes con
compromisos tuberculosos y a la promoción de las colonias de llanura que se concretó en
Baradero y se extendió luego a Tandil, Carhué y otras localidades. Se crearon también los
comedores escolares.
Es central el lugar que ocupó Sanidad Escolar tanto en los aspectos bioestadís-
ticos como en la atención de los niños con necesidades especiales. Surge de su tarea la
Educación Especial que comprenderán a discapacitados de la audición, voz y lenguaje, y a
portadores con dificultades visuales. Se fomenta el coro polifónico de no videntes y se crea la
banda sinfónica de ciegos.
La Dirección de Educación Especial mantuvo sólidos lazos con distintas organizaciones como el
Hospital de Niños. En 1987 se creaba el Instituto Nacional Superior del Profesorado en
Educación Especial “Dr. Arturo Illia”. Sin embargo, en la década de los ’90 la Dirección Nacional
de Sanidad (Saavedra 15) dejó de pertenecer, por decreto, al organigrama oficial.

El Instituto Antirrábico
La creación del Instituto Pasteur de Buenos Aires que entre los años 1886 y 1900 dirigió su
fundador, el Dr. Desiderio F. Davel, es otro de los acontecimientos que marcaron una línea en
la historia de la salud en el país. Este joven médico partió a París para especializarse en
Pediatría con el profesor Grancher en el Hôpital des Enfants Malades, en el momento en que
el profesor Luis Pasteur acababa de descubrir la vacuna contra la rabia. Probada en animales,
era firmemente resistida su aplicación en el ser humano.

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Cuando el Dr. José C. Paz, embajador de nuestro país en Francia, convocó a los médicos
argentinos a una reunión proponiéndoles organizar un laboratorio antirrábico en Buenos Aires
donde el ataque de animales rabiosos era común, sólo el más joven aceptó el desafío y fue
aceptado por Pasteur en su Instituto. Pocos meses después un niño pastor atacado por un lobo
fue llevado al Instituto donde lo trataron y comprobaron la eficacia del tratamiento. A bordo
del vapor que lo condujo a Buenos Aires, Davel improvisó un laboratorio donde trasladó el
virus rábico en un conejo inoculado por Pasteur, practicando los pases necesarios en conejos
sanos. Pudo salvar los obstáculos inesperados que dificultaron su acción humanitaria
considerando lo precario del laboratorio y lo prolongado del viaje.
A su llegada, instaló un laboratorio en su domicilio –Solís 236–, donde una placa recuerda hoy
el hecho. Allí aplicó por primera vez la vacuna a dos niños de 13 y 11 años. Davel, Jefe del
Servicio de enfermedades infecciosas desde 1890, fue nombrado en 1900 subdirector de la
Casa de Expósitos. Designado Miembro Titular de la Academia Nacional de Medicina en 1910,
fue promovido a Miembro Honorario en 1922. Sus trabajos publicados sobre tuberculosis,
difteria y fiebre amarilla, entre otros productos de su constante trabajo investigativo, nutrieron
la pediatría argentina.
Las Especialidades Pediátricas Clínicas
“La mejor manera de hacer historia es escribirla” Winston Churchill

Durante nuestra época de practicantes y los primeros años de graduados –evoca el Dr. Gustavo
Berri–, es decir, a mediados del siglo pasado, uno de los problemas básicos en pediatría era la
alimentación del niño en sus primeros meses de vida y mientras la industria se ocupaba de la
búsqueda de la perfecta sustitución de la leche materna, nuestros maestros nos educaban con
interés en el tema.
Es que la diarrea y la desnutrición representaban un grave riesgo de vida en el niño de escasos
meses de edad al que denominábamos lactante y que formaba parte de la primera infancia.
El pediatra neonatólogo comenzaba a asistir al parto y así se creaba una especialidad pediátrica
de un grupo etario perinatológico cuya presencia era insustituible en casos de recién nacidos
de pretérmino.
Con el correr de los años y en otro grupo etario también en una edad crítica, la adolescencia
(entre los 13 y los 18 años), se impulsó otra especialidad, la hebiatría, mientras el pediatra
general era el encargado de la salud del niño entre el período perinatal y el de la adolescencia.
La Pediatría se dividió entonces horizontalmente por edades en perinatal, general y
adolescentes.
Reconociendo que la pediatría es una rama de la medicina, también poco antes de mediados
del siglo pasado, comenzaron su desarrollo nuevas especialidades pediátricas pero referidas a
diferentes sistemas (división vertical). Así se iniciaron la cardiología y la nefrología y, más tarde,
neurología, endocrinología, gastroenterología, enfermedades metabólicas, neumonología,
psiquiatría, crecimiento y desarrollo, etc.
En su etapa inicial, los médicos interesados en estas especialidades requerían de formación
pediátrica a través del practicantado o residencia, seguido de un curso de larga duración en la
especialidad elegida para poder capitalizar la experiencia de especialistas de adultos en el
aparato correspondiente.
Hace aproximadamente tres décadas se crearon las residencias en estas especialidades
pediátricas y se realizan en la actualidad congresos de estas a nivel nacional e internacional.
No cabe duda de que las especialidades pediátricas han experimentado un indiscutible
progreso en los conocimientos y en la tecnología que en ellas se emplean por el interés y

11
dedicación demostrado por los profesionales en la materia. Con sus inquietudes, ellas han
despertado la confianza, contribuyendo así a la mejor relación con el niño y sus padres, quienes
decidieron, en ocasiones, continuar con el control y seguimiento de la afección del paciente
en la edad adulta, a cargo del mismo facultativo.
A medida que aumentó la cantidad de pediatras especializados comenzaron a constituirse las
respectivas sociedades científicas. Igualmente, aun las ultra especialidades generan reuniones
o convenciones: fibrosis quística, diabetes mellitus y otras. De igual manera debemos recordar
la existencia de otros profesionales especialistas en determinadas técnicas no quirúrgicas que
también se emplean en el niño, los que se ocupan de diagnóstico por imágenes, el
endoscopista, el hemodinamista, el foniatra, el genetista, etc. que desempeñan una tarea
importante. Asimismo, lograron notable desarrollo las diferentes especialidades quirúrgicas.

Las Especialidades Quirúrgicas


Desde las más remotas épocas de la historiografía médica, hasta nuestros tiempos –siglo XXI–
la actividad quirúrgica iniciada por los primeros brujos, continuada por los algebristas y
perfeccionada por los médicos contemporáneos, se ha deslizado en rápido progreso en casi
todas las técnicas operatorias, a partir de los decisivos momentos de la evolución del arte de
curar: anestesia, antisepsia, asepsia, hemostasia, cuidados pre y post operatorios, hasta
irrumpir en el campo de la transplantología. No parece desacertado manifestar que, con los
diferentes emprendimientos quirúrgicos, el cirujano aspira a remodelar el orden anatómico,
funcional y estético y permitir al pequeño paciente una vida mejor.
Puntualicemos que la cirugía de posguerra se caracterizó por la creciente tendencia a la
división del trabajo y a la especialización.
Nacieron, a consecuencia de ello, subespecialidades que imbrican los conocimientos y destreza
de varios grupos y así, la cirugía de mano surgió a partir de la Ortopedia y de la Traumatología.
Las quemaduras despertaron el interés, tanto de los cirujanos plásticos, como de los
traumatólogos. La cirugía del corazón y de los grandes vasos tendió a ser realizada por
diferentes expertos.
Convengamos que por la creación de estos grupos, dotados de afamada destreza y experiencia,
el arte quirúrgico que por entonces se realizaba con un solo cirujano, va a ser reemplazado
gradualmente por la cirugía en equipo. Mencionemos que algunos aparatos de la actual
cirugía, tales como las máquinas cardiopulmonares y el riñón artificial suponen el
requerimiento de un equipo técnico especial. También, es oportuno recordar que en las
intervenciones de gran envergadura, como acontece con los accidentes; requieren equipos
que trabajen en forma simultánea.
El pionero de la cirugía infantil fue el doctor Alejandro Posadas, nacido en Saladillo (provincia
de Buenos Aires) el 28 de diciembre de 1870. Cursó la segunda enseñanza en el Colegio del
Salvador, donde descolló por su afición a la lectura y atracción al estudio. Estas condiciones,
su natural retraimiento y la disciplina reinante en el Colegio de los Jesuitas debieron influir
decididamente para crear en él una extraordinaria aptitud para el trabajo constante y
ordenado, característica que él exaltó entre las aristas más salientes de su personalidad.
Con admirables dotes de investigador y siendo practicante interno del Hospital de Clínicas
escribió “Contribución al estudio de la etiología de los tumores. Psorospermiosis infectante
generalizada”, tesis doctoral que lo revela como un observador minucioso a la vez que nos
traduce el estudio experimental en diversos animales.

12
Egresó con diploma de honor y poco después ganó por concurso la medicatura interna del
Hospital de Clínicas. Las mañanas eran dedicadas a la cirugía en la clínica de Enfermedades de
Niños, en ese entonces a cargo del profesor Blancas (Sala VI), influido por las brillantes
operaciones que realizaban Ignacio Pirovano y Alejandro Castro. En 1897 comenzó a asistir a
los niños de Casa Cuna afectados de patologías quirúrgicas. En su primera memoria anual
informó que entre 1897 y 1898 había concretado 150 procedimientos por lesiones traumáticas
menores (heridas, quemaduras, esguinces, luxaciones, fracturas sin desplazamiento) y 445
cirugías. Doscientas cuarenta y una las había realizado con anestesia general con cloroformo y
se incluían entre aquellas intervenciones: hernias, tumores, amputaciones y correcciones de
malformaciones congénitas.
En 1899 visitó los principales centros científicos de Europa. En 1901 y 1902 dictó cursos libres
de cirugía general en la Clínica de Niños y de cirugía de guerra en el Hospital Militar, más
vencido por la enfermedad respiratoria, que apenas le permitía operar, solicitó licencia y se
trasladó a Europa. Llegado a París, la afección recrudeció y el 21 de noviembre de 1902 aquella
vida se extinguió, lejos de los suyos, de sus discípulos y de sus pacientes. Hombre de
laboratorio, publicista fecundo, cirujano de asombrosa habilidad, Posadas fue un maestro
eximio, requerido en consulta por numerosos colegas.
El Dr. Máximo Castro fue un cirujano eximio, maestro en la especialidad que inició junto con
su hermano Alejandro la cirugía en el Hospital de Niños de Buenos Aires. Alejandro, que llevó
a Máximo al Hospital y lo orientó en sus primeras etapas, murió a los 40 años. Máximo Castro
no solamente debe ser recordado como uno de los fundadores de la SAP y como miembro de
su primera Comisión Directiva sino por haberse rodeado de jóvenes y brillantes cirujanos como
Marcelo Viñas, Manuel Ruiz Moreno, Andrés Copello, Carlos Lagos García y Rodolfo Rivarola,
fallecido en 1935 a los 48 años. Fue Rivarola quien proféticamente publicó en 1910 su
novedoso trabajo “El trasplante de órganos experimental y su aplicación en la clínica
quirúrgica”. Rodolfo Rivarola fue Profesor de Fisiología junto con Bernardo Houssay y Horacio
Piñeiro.
En 1924 desaparece Máximo Castro, pero sus discípulos crearon un departamento de cirugía
independiente y pusieron las bases de la especialidad en nuestro país, siendo seguidos por José
E. Rivarola y decenas de brillantes discípulos que más tarde crearon ramas importantes como
la neurocirugía y las cirugías urológica, torácica, cardiovascular, plástica, del quemado y otras.
Esta rama de la cirugía se extendió a la Casa Cuna de Buenos Aires, donde actuaron Alejandro
Posadas y José M. Jorge, fundador y vocal de la primera Comisión Directiva de la SAP. Estos
cirujanos de la Casa Cuna fueron seguidos por Marcelo Gamboa, Raúl Bisbal, Marcos Llambías
y sus numerosos discípulos. El Hospital de Niños de Córdoba también desarrolló su cirugía y
ortopedia del niño con los doctores Luis Allende, Guillermo Allende, Luis Lezama, Ramón
González de Langarica, A. Demo y otros.
No queremos dejar de mencionar a quienes se destacaron en el desarrollo de esta
especialidad. En Cirugía Torácica recordamos a los Dres. Eduardo Acastello y Rodolfo Majluf.
Descollaron en Cirugía del Tubo Digestivo junto al Dr. E. Rivarola, Horacio Aja Espil quien
ejerció la Secretaría General en la SAP, Raúl Korman y José L. Cuervo. Los propulsores de la
Cirugía de las Vías Biliares e Hígado fueron los Dres. Enrique Williams y Guillermo Cuervo.
Renovadores en Cirugía Oncológica, los Dres. Enrique Rivarola, Marcos Llambías, Enrique
Schwartman y la Dra. Angela Cebrián, entre otros. En Cirugía Cardiovascular, el propulsor y jefe
de la Unidad en el Hospital “R. Gutiérrez”, Dr. Eduardo Galíndez, el Dr. Guillermo Kreutzer, Juan
Pablo Laura, Florentino Vargas, Horacio Vogelfang y José Suárez.

13
El Dr. Juan Cruz Derqui fue precursor del desarrollo de la Ortopedia y Traumatología Infantil
como una especialidad médica propia; desarrolló una ejemplar carrera profesional, a lo que
unía gran calidez humana.
Nació en Buenos Aires en 1927, estudió en la Escuela Argentina Modelo y se graduó de médico
en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Discípulo del Dr. José Enrique Rivarola, ingresó como
practicante en el Hospital de Niños, en la Sala 9 de Cirugía Infantil y Ortopedia. Desarrolló allí
una destacada trayectoria y formó a varias generaciones de médicos.
Profesor titular de Ortopedia y Traumatología en la Universidad del Salvador, presidió las
Sociedades Argentinas de Cirugía Infantil y de Ortopedia y Traumatología Infantil, que él fundó.
Creó, además, la Fundación Ortopedia Infantil, a través de la cual becaba a profesionales de
América Latina y del Interior, por lo que fue condecorado por el gobierno de Venezuela. Integró
instituciones internacionales y publicó varios trabajos sobre su especialidad. En 1973 como
director de la revista Archivos Argentinos de Pediatría recibió el premio APTRA (Fundación
Rizzuto) a la mejor revista médica argentina.
A su dedicado ejercicio profesional y su acendrada actuación docente, Derqui sumaba una
inquebrantable vocación de servicio, que canalizó a través de distintas acciones a favor de los
sectores más necesitados. Presidió, así, la Fundación Aguas Argentinas, donde bregó por el
desarrollo de incontables proyectos en barrios carecientes y en hospitales de la comunidad.
Falleció el 5 de julio del 2003.
Reconocido como uno de los pilares más sólidos de la Cirugía Infantil, el Dr. Marcos Llambías
transitó el devenir de la especialidad, a través de una ímproba y tesonera labor. Se desempeñó
en el Hospital “Pedro de Elizalde”, ex Casa Cuna, en la que cursó toda su actividad hasta
alcanzar, en 1970, la Jefatura del Departamento de Cirugía. Miembro de numerosas
organizaciones médicas y cofundador de la Sociedad Argentina de Cirugía Infantil, se lo eligió
para honrar su presidencia en 1965. Mencionemos que desde 1961 había sido designado
Secretario General de la Sociedad Argentina de Pediatría y que integró como tal la Comisión
Directiva que hizo factible la adquisición de nuestra sede. Ponderado en numerosos congresos
y jornadas internacionales, en todos dejó el testimonio de su versación académica y su amor
por la docencia. Falleció el 31 de junio de 1991.
El Dr. Raúl Manuel Eduardo Carrea nació el 26 de enero de 1917 y falleció el 25 de noviembre
de 1978. Con su desaparición la Neurocirugía infantil perdió a uno de sus más conspicuos e
imaginativos creadores.
Durante dos años dirigió el Instituto Nacional de Salud Mental y en 1959 tuvo a su cargo la
cátedra de Neurocirugía dependiente de la Facultad de Medicina.
En 1960 fundó el servicio de Neurocirugía del Hospital de Niños “Ricardo Gutiérrez”. Hacia
1962 fue nombrado director del Centro de Investigaciones Neurológicas del Instituto Di Tella
y en 1976 creó el “Centro de Tomografía Computada”, instituto que hoy lleva su nombre.
Más tarde asumió la presidencia de la Sociedad Internacional de Neurocirugía Pediátrica.
Expresemos, que dentro de sus múltiples facetas fue la Sala XVIII del “Ricardo Gutiérrez” la que
cristalizó todas sus iniciativas y todos sus emprendimientos. La nueva estructura constituyó
uno de los más afortunados logros de la neurocirugía infantil argentina, primer servicio de
Latinoamérica y tercero en el mundo.
Debemos expresar también nuestro agradecimiento para el entonces jefe de Endoscopía, Dr.
Juan Carlos Arauz, que nos enseñó la maniobrabilidad para la extracción de cuerpos extraños
en el viejo Hospital de Niños “Ricardo Gutiérrez” y contribuyó con su sapiencia y humildad,
durante la epidemia de polio, a formar a los primerizos ayudantes en las difíciles prácticas
quirúrgicas.

14
Mejor unidos: pediatra y enfermera especializada

S. Bernárdez Carracedo
Enfermera pediátrica de Atención Primaria CAP Bufalà-Canyet. Badalona. Institut Català de
la Salut.

Pediatr Integral 2014; XVIII(5): 327-331


Vivimos en un mundo que está en constantes cambios, y es difícil responder a todos ellos desde
una perspectiva limitada. Si bien, el contexto local es esencial para entender y diseñar los
servicios, estamos cada vez más conectados globalmente. Esta capacidad de conexión puede
verse en los movimientos de las personas y en los avances de las tecnologías, las finanzas, el
conocimiento y la información. Esto significa que somos más interdependientes en cuanto a
recursos esenciales, y la salud no es excepción. En todas partes, las reglas están cambiando y
muchos de los supuestos que teníamos en el pasado, sencillamente, no se aplican en este
mundo nuevo.
Cada país diseña sus propias soluciones para organizar sus sistemas de salud, y necesita ser
muy consciente de que, para los próximos 20 años, hay un desfase previsible, entre la oferta
y la demanda de los recursos humanos de salud en los países desarrollados.
La consecución del nivel de salud más alto posible en un país depende, en medida importante,
de la disponibilidad de un personal sanitario, en número suficiente, adecuadamente preparado
y distribuido, y capaz de prestar eficientemente servicios de calidad.
La atención a la salud infantil ha experimentado una mejora evidente en las últimas décadas,
como consecuencia, entre otros factores, de: los avances tecnológicos, de la eficacia de los
tratamientos, de la calidad de los cuidados y de las actividades vinculadas con la promoción de
la salud y la prevención de las enfermedades; así como, por la mejora de la situación
socioeconómica en los países desarrollados. El aumento de la inmigración y la multiculturalidad
de nuestras consultas es otro factor que se añade a los anteriormente descritos y que implica
un gran reto para el profesional sanitario en general y para los equipos pediátricos en
particular, en relación a la atención de las nuevas demandas, que requieren de profesionales
altamente cualificados.
El programa de Atención Periódica al Niño Sano, tan cuestionado en la actualidad, pero que
desde este artículo queremos revindicar, es una de las actividades centrales de la Atención
Primaria pediátrica, tiene como objetivo general: contribuir a aumentar el nivel de salud de la
población infantil, disminuir la morbimortalidad y favorecer el desarrollo normal del niño en
sus primeros años de vida. Se fundamenta en los controles de salud periódicos, en las
inmunizaciones y en la educación para la salud, individual, grupal y comunitaria; y debería ser
aplicado conjuntamente por el pediatra y la enfermera pediátrica. A través de los controles de
salud, se pretende promover el crecimiento y desarrollo óptimos del niño en las áreas

15
biológica, psíquica y social, mediante actividades preventivas, detección precoz de problemas
y anomalías, y educación sanitaria.
Cada uno de los controles de salud, se hace coincidir con: las actividades de inmunización,
cambios en la alimentación, valoración del desarrollo psicomotor y edades de mayor riesgo de
accidentes.
La enfermería pediátrica tiene aquí un papel importante: debe hacer, en coordinación con el
pediatra de Atención Primaria, una valoración y seguimiento del niño, comprobando su
evolución desde la visita anterior, reforzando actitudes y hábitos adecuados y corrigiendo
posibles errores.
La existencia de una enfermería pediátrica especializada es una necesidad ineludible para
conseguir estos objetivos.
De todos es sabido que, la especialidad en cualquier práctica incrementa la calidad del servicio
prestado. Esta especialidad y adquisición de conocimientos solo lo puede conseguir la
enfermera de Pediatría por medio de la continuidad en el servicio.
El arte de la enfermería tiene sus raíces, tanto en las ciencias humanas como en las naturales;
de ahí que, destaquemos: el cuidado y la salud, más que la enfermedad.
Una sanidad, basada en los profesionales y orientada al usuario, necesita fomentar la
participación, tanto para unos como para otros, entendiendo “participación” como el modo
de comprender e implicarse en la salud por parte de todos.
La enfermera especialista en enfermería pediátrica es el profesional capacitado para:
proporcionar cuidados de enfermería especializados, consensuados con el profesional de
Pediatría, durante la infancia y adolescencia, en todos los niveles de atención, incluyendo la
promoción de la salud, la prevención de la enfermedad y la asistencia al recién nacido, niño o
adolescente sano o enfermo y su rehabilitación.
El profesional de enfermería debe estar cualificado para: planificar, ejecutar y evaluar
programas de salud relacionados con su especialidad y desarrollar trabajos de investigación y
docencia, para mejorar la calidad de los servicios y colaborar en el progreso de la especialidad.
Si nos ceñimos en exclusiva a la Atención Pediátrica, es necesaria la complicidad de los dos
perfiles profesionales que la configuran. Es una forma de: aunar actuaciones, coordinar
recursos, reforzar mensajes; algo absolutamente necesario para la población que atendemos.
La enfermería pediátrica puede asumir las tareas de educación para la salud, de una manera
mucho más eficaz y puede asumir el seguimiento de multitud de procesos con los controles
correspondientes. En general, puede hacerse cargo de multitud de procesos de los contenidos
de Cartera de Servicios y del Seguimiento de Patologías crónicas o de alta prevalencia. El
profesional de enfermería pediátrica suele estar motivado para aprender y concretar su
aprendizaje, en actuaciones definidas que estimulan su labor y otorgan a su perfil profesional
unos contenidos mucho más satisfactorios y gratificantes. Lamentablemente, esta complicidad
está ausente en muchas consultas de Atención primaria pediátrica, en las que pediatras y
enfermeras trabajan en paralelo, sin contacto fluido, cuando no en confrontación…
Desde el punto de vista de las familias, es obvio que la mayoría de ellas prefiere tener, además
de su pediatra, un profesional de enfermería de referencia, en el que confiar y al que confiarse,
desde un conocimiento mutuo y unas actuaciones comunes.
Por tanto, pensamos que el dúo formado por el pediatra y la enfermería pediátrica no solo
debe existir, sino que debería ser ya, una realidad en todos los ámbitos de Atención Primaria.
Cumple y puede cumplir aún más, si se regula con eficacia, un papel de enorme importancia
en la atención y la salud integral de la población infantil y adolescente, y que todos deberíamos
aunar esfuerzos, para que sus contenidos y responsabilidades se fueran definiendo, perfilando

16
y desarrollando progresivamente, ante el convencimiento de que los problemas de salud y las
necesidades de cuidados que se presentan durante la infancia y adolescencia son muy
diferentes a los que se requieren en la edad adulta. (Decreto 3524/1964, de 22 de Octubre).
La Pediatría actual debe dar una respuesta adecuada a la necesidad de personalizar los
cuidados y su coordinación entre los distintos niveles asistenciales. Este enfoque humanístico
de la especialidad posibilita recuperar los cuidados tradicionales, fomentando: el vínculo
afectivo, la utilización del masaje y el tacto, la lactancia materna, la incorporación de los padres
en el cuidado y tratamiento del recién nacido, niño y adolescente; teniendo presentes los
factores culturales y haciendo especial énfasis en la educación para la salud.
No se trata, por tanto, de mimetizar o repetir el modelo implantado en otros colectivos
profesionales de especialistas, sino de conjugar el papel de estos profesionales que tienen una
formación avanzada, con las necesidades y posibilidades del Sistema Sanitario,
compatibilizando el papel del enfermero especialista con una figura clave, flexible y útil, para
el Sistema Sanitario, como es la del enfermero de cuidados generales.
Si creemos que la promoción de la salud es un modo de conseguir mayor equidad en salud y
el cambio en los hábitos y estilos de vida, así como, de las condiciones sanitarias y ambientales,
debemos contar con los recursos humanos y materiales necesarios para conseguir los objetivos
propuestos.
Invirtiendo en el tándem, pediatra y enfermera pediátrica, podría mejorarse la calidad de la
atención, tras varios trabajos de investigación que lo demuestran. Estudios recientes, refieren
que unas intervenciones de enfermería adecuadas pueden contribuir eficazmente, a la
consecución de los objetivos de desarrollo del milenio y a reducir la carga de las enfermedades.
El fortalecimiento de la Atención Primaria de Salud será esencial para abordar la carga de las
enfermedades crónicas y para llegar a los miembros de la sociedad más vulnerables y
marginalizados, y la Pediatría desempeñará en ello una función esencial (Browne et al 2012).
Para emplear lo mejor posible a las enfermeras en el sistema de salud, deben ser animadas y
apoyadas a desarrollar todo su mayor potencial. Y para ello, pedimos la ayuda y necesitamos
de la colaboración de los pediatras de Atención Primaria.
Se reconoce, cada vez más, que unos trabajadores de salud, en número suficiente y
adecuadamente formado y motivado, son esenciales para la salud de la población mundial. El
acceso equitativo a los necesarios servicios de salud de buena calidad no puede conseguirse
sin un número adecuado de enfermeras preparadas idóneamente. Este es el motivo por el que
el Consejo Internacional de Enfermería (CIE), ha elegido centrarse en el medio vital, que son
los recursos humanos de enfermería. En tanto que el grupo más numeroso de los profesionales
de salud, más cercanos y muchas veces los únicos trabajadores de salud disponibles para la
población, las enfermeras, tienen una gran responsabilidad para mejorar la salud de la
población.
Debemos tener claras las ideas sobre el mejor modo de identificar los recursos humanos que
disponemos, y las oportunidades de emplear este bien escaso para obtener los mejores
resultados. Los fuertes vínculos, actualmente basados en pruebas de investigación, entre unas
cargas de trabajo más ligeras de las enfermeras y unos mejores resultados en los pacientes,
sugieren que se ha conseguido que los recursos humanos de enfermería lleguen a ser una
inversión acertada y, sin embargo, es este todavía, un tema objeto de debate.
Bibliografía
Los asteriscos reflejan el interés del artículo a juicio del autor.
1. Bosch, MJ. El Plan Estratégico de Ordenación de la Atención de Pediatría en la Atención Primaria. Pediatría Catalana
2007; 67(6): 268-71.

17
2. Ley 55/2003 de 16 de Diciembre, del Estatuto Marco del personal de los servicios de salud (EM). Boletín Oficial del
Estado. Núm.301, 17/ Dic/2003.
3. Ley 44/2003 de 21 de noviembre, de Ordenación de los profesionales sanitarios (LOPS). Boletín Oficial del Estado.
Núm. 280, 22/Nov/2003.
4. Real Decreto 450/2005, de 22 de abril, sobre especialidades de Enfermería.
Boletín Oficial del Estado. Núm. 108, 06/Mayo/2005.
5. Orden SA/1730/2010, de 17 de junio, por la que se aprueba y publica el programa formativo de la especialidad de
Enfermería Pediátrica. BOE. Núm. 157, 29/ junio/2010.
6. Ley 16/2003 de 28 de mayo, de Cohesión y calidad del sistema nacional de Salud (LCC). BOE. Núm. 128,
23/mayo/2003.
7. Pedraza A. Aspectos conjuntos profesionales Pediatría/Enfermería. El equipo pediátrico de Atención Primaria:
aspectos formativos y asistenciales. Rev. Pediátrica Atención Primaria. 2011; Suppl (20): 71-80.
8. http://www.rwjf.org/en/about-rwjf/ newsroom/newsroom-content/2013/01/ new-study-shows-improving-
nurseswork-environments-and-staffing-.html.
9. Vaughan L, Slinger T. Crear un entorno de trabajo saludable: perspectiva de un equipo de Recursos de enfermería”.
Nursing Leadership. 2013; 26: 0-77.
10. Wood D. (2013) “Health care Briefings: Creating a Great Nurse Work Environment to Improve the Bottom line”,
Press release, PI Worldwide, posted 18 January 2013. Disponible en: www.piworldwide. com/healthcare-briefings-creatinga-
great-nurse-work-environment-toimprove-the-bottom-line/.

18
Modelos de Atención Sanitaria: Las competencias de la enfermera
comparativa pediátrica
Modelo antiguo La enfermera pediátrica debe estar capacitada
Los cuidados se basan principalmente en visitas. para:
La autonomía profesional impulsa la diversidad. • Establecer una interacción
Los profesionales controlan los cuidados. profesional con el recién nacido, el niño, el
La información es un registro. adolescente y su familia; demostrando habilidades,
La adopción de las decisiones se basa en la formación y conocimientos y actitudes para la relación terapéutica,
en la experiencia. teniendo en cuenta la diversidad cultural, con la
Se busca reducir los costos. finalidad de identificar áreas de cuidado, contribuir a la
adquisición de habilidades de autocuidado, favorecer el
Nuevas normas para los cuidados de salud del bienestar y acompañar en los procesos que conlleven
una pérdida o un cambio de vida.
siglo XXI
• Mantener una comunicación eficaz con: el
Los cuidados se basan en unas relaciones de curación
equipo, con otros profesionales, con instituciones
continuas.
y con grupos sociales; así como, con los diferentes
Los cuidados se dispensan, según las necesidades y los
niveles de atención de los servicios de salud.
valores del paciente.
• Realizar educación para la salud
El conocimiento se comparte y la información fluye
al niño,al adolescente, a la familia y a la
libremente.
comunidad, identificando las necesidades de
La seguridad es una de las propiedades del sistema.
aprendizaje, diseñando, planificando y llevando a cabo
Las necesidades se prevén.
intervenciones para promover, fomentar y mantener
La cooperación entre los profesionales clínicos es una
estilos de vida saludables, prevenir riesgos y lograr el
prioridad.
mayor nivel de autocuidado posible o de cuidado a
otros, en los diversos ámbitos de actuación en calidad
Principios de los cuidados en equipo de asesor-experto.
• Objetivos compartidos: el equipo, incluido el • Basar su práctica clínica en la mejor
paciente y, en su caso, los miembros de la familia u otras evidencia posible, para contribuir a una mejora
personas de apoyo, trabajan para establecer unos objetivos continua en la calidad de los cuidados prestados en el
compartidos que reflejen las prioridades del paciente y de la área de la especialidad.
familia; y que puedan ser claramente articulados, • Valorar de forma integral y
comprendidos y apoyados por todos los miembros del contextualizada al recién nacido, al
mismo. niño, al adolescente y a su familia, detectando cualquier
• Funciones claras: hay expectativas claras anomalía y posibles déficits en sus necesidades,
relacionadas con las funciones, las responsabilidades y las elaborando juicios clínicos profesionales, planificando
tareas de cada uno de los miembros del equipo, que las intervenciones y resolviendo de forma autónoma los
impulsan en grado óptimo, la eficiencia del equipo y, muchas problemas identificados y/o derivando a otro
veces, hacen posible que el equipo aproveche la división del profesional.
trabajo, llegando así a realizar más que la suma de sus partes. • Prestar cuidados integrales al recién
• Confianza mutua: cada uno de los miembros nacido, al niño, al adolescente y a su familia desde
del equipo consigue la confianza de los demás, y se la perspectiva ética y legal, con respeto, tolerancia, sin
establecen así fuertes normas de reciprocidad y mayores enjuiciamientos, con sensibilidad a la diversidad
oportunidades de realizaciones compartidas. cultural, y garantizando el derecho a la intimidad, la
• Comunicación eficaz: el equipo establece confidencialidad, la información, la participación, la
prioridades y perfecciona constantemente sus capacidades autonomía y el consentimiento informado en la toma
de comunicación. Tiene canales coherentes de comunicación de decisiones.
sincera y completa, a los que acceden y que utilizan todos los • Detectar y actuar en situaciones
miembros del equipo en todos los contextos. de sospecha de abuso sexual o maltrato
• Procesos y resultados medibles: el equipo infantil, siguiendo los protocolos de actuación
acuerda y aplica un sistema de información fiable y establecidos para asegurar el bienestar del recién
oportuno, sobre los éxitos y los fracasos, tanto en el nacido, el niño o el adolescente.
funcionamiento del equipo como en la consecución de los • Realizar con habilidad, eficacia y
objetivos de este. eficiencia los diferentes procedimientos:
pruebas diagnósticas y tratamientos derivados de los
diferentes problemas de salud en el recién nacido, el
niño y el adolescente; teniendo en cuenta los distintos
niveles de cuidados, y asegurando una práctica
profesional basada en los principios éticos, legales y de
seguridad clínica.
Continúa.
PEDIATRÍA INTEGRAL

19
ANEXO (cont.)
• Promover los hábitos de vida
saludables, mediante el fomento del
• Demostrar capacidad de anticipación y
autocuidado, la autoestima, la alimentación y la
actuación ante situaciones que puedan poner en
actividad física equilibradas, la seguridad viaria y las
riesgo la vida del recién nacido, el niño y el adolescente.
relaciones sociales.
• Trabajar con el equipo multidisciplinar,
• Aplicar el calendario vacunal
tomando decisiones, actuando en situaciones de urgencia y
según la situación específica de cada niño,
asumiendo la responsabilidad correspondiente.
adoptando las pautas necesarias para su corrección
• Asesorar y fijar pautas para que los padres se
y cumplimiento.
responsabilicen del cuidado de sus hijos.
• Utilizar adecuadamente los
• Promover la prevención de accidentes en los
protocolos y las guías clínicas vigentes para cribar
niños y adolescentes.
la patología, y saber valorar su efectividad y
repercusión en la prestación de las curas.

20
Semiología pediátrica: características del examen físico en la supervisión de salud
del recién nacido hasta la etapa escolar
Dra. Cecilia Perret P.
Interna Carolina Pérez V.

La Supervisión de salud en Pediatría es una oportunidad única que permite acompañar al niño
y su familia en el proceso de crecimiento y desarrollo para promover un óptimo estado de
salud. Consiste en encuentros periódicos con el niño/adolescente y su familia que permiten:
Evaluar el estado integral de salud del niño, su estado nutricional, crecimiento y desarrollo
físico, progresos en su desarrollo psicomotor.
 Detectar precozmente posibles alteraciones.
 Prevenir enfermedad.
 Promover recomendaciones que favorezcan su óptimo estado de salud, tomando
acuerdos con la familia.

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Los encuentros periódicos de la Supervisión de salud favorecen también el desarrollo de un vínculo
de confianza entre la familia, el niño y el equipo a cargo. Cada etapa de la vida tiene sus propias
características y los profesionales de salud acompañan a la familia en este proceso, poniendo mayor
énfasis en las prioridades de cada edad, las preocupaciones del niño y de sus padres, y el motivo de
consulta de cada visita en particular. Como es un proceso continuo, permite que los diferentes temas
11 sean explorados y evaluados en distintos momentos.
Para realizar un buen examen físico es importante lograr la cooperación y confianza del niño. Es
recomendable acercarse con delicadeza, en forma paulatina, con voz calmada, llamándolo por su
nombre y manteniendo contacto visual con él. La observación del niño desde que comienza la
consulta nos da información importante respecto a su estado de salud, de su crecimiento y nutrición,
comportamiento y sociabilidad, y de la interacción padre-hijo. Podemos observar también la
interacción de los padres entre sí, la manera como contienen y consuelan al niño, entre otros.
Después de terminada la anamnesis, el médico debe lavarse bien las manos antes de examinar al
niño. Los padres desvisten a su hijo, lo dejan en ropa interior o pañal, y deben permanecer junto a él
durante el examen. Para reducir el temor en niños pequeños, se recomienda comenzar el examen
físico con el niño en brazos o sentado en la falda de sus padres. Si estando en esta posición, aun
parece temeroso, se recomienda esperar, y continuar hablando con los padres en un tono suave y
tranquilo, así el niño tendrá la posibilidad de observar al examinador un momento más y sentirse
más cómodo y tranquilo. Al momento de examinar, se recomienda explicar al niño con lenguaje
simple y acorde a su edad lo que uno va a hacer y lo que uno espera que él haga para cooperar con
el examen. Es importante también mantener una temperatura ambiental agradable, manos e
instrumental tibio para facilitar una mayor cooperación del niño.
En pediatría, el examen físico debe adaptarse a las características particulares de un niño de una
determinada edad. En el niño pequeño, menor de dos años, es recomendable examinar las áreas
críticas, como el examen pulmonar y cardíaco primero, antes de que el niño llore, dejando para el
final las áreas más molestas o invasivas, como la otoscopía y el examen de la cavidad oral. Más aún
es aconsejable comenzar examinando primero su mano o rodilla, de manera que se sienta más
cómodo y pierda el temor inicial. En la edad preescolar, es útil comenzar a examinar al niño mientras
está jugando. En la atención de salud de niños mayores de 5 años y adolescentes, el examen físico se
realiza en forma similar al examen de un adulto, en forma sistematizada siguiendo una secuencia
ordenada en dirección cefalocaudal. Este esquema ordenado permite realizar el examen físico en
forma más eficiente disminuyendo el riesgo de cometer errores por omisión. Se recomienda siempre
realizar un examen físico completo, con énfasis en las distintas prioridades según la edad del paciente
y de su motivo de consulta.
El examen físico debe realizarse con una actitud de profundo respeto hacia el niño y sus padres,
cuidando su pudor y evitando que el niño se sienta incómodo durante el examen. Es una buena
oportunidad para educar sobre temas relacionados al cuidado del cuerpo y crecimiento del niño.
Por definición, el período de recién nacido corresponde desde el momento del nacimiento a los
primeros 28 días de vida, el período de lactante menor entre 1 a 12 meses de vida, lactante mayor
de 12 a 24 meses, preescolar de 2 a 5 años y escolar de 6 a 10 años.

Prioridades y adaptación del examen para cada periodo

En el período de recién nacido y lactante menor se debe poner especial atención en el crecimiento
ponderal y velocidad de crecimiento del niño. La evaluación de su crecimiento se realiza a través de
medidas antropométricas, como peso, longitud y perímetro craneano, que se miden en forma
periódica y son comparadas con curvas de referencia. Otro punto importante es la vigilancia de los

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hitos del desarrollo psicomotor. El desarrollo psicomotor es un proceso dinámico y continuo, que
expresa el crecimiento y maduración cerebral. Durante el examen físico debemos evaluar los hitos
del desarrollo correspondientes a cada edad.
El primer año de vida es el período de mayor plasticidad neuronal, donde un ambiente de
estimulación e interacción social favorable tienen gran influencia en el adecuado desarrollo del
niño. En el examen del recién nacido se debe descartar la presencia de malformaciones o secuelas
de infecciones prenatales. Es necesario además evaluar cómo el recién nacido se está adaptando al
medioambiente, observar el vínculo madre-hijo y evaluar la técnica de lactancia materna.
En el período de lactante mayor es importante evaluar el crecimiento pondoestatural, se grafican
las medidas antropométricas obtenidas en las curvas de crecimiento. Se evalúan también los hitos
del desarrollo psicomotor correspondientes a la edad, con especial énfasis en lenguaje y
comunicación. Los lactantes mayores son más temerosos y cooperan menos con el examinador que
en la etapa anterior, por lo que se recomienda iniciar el examen con el niño en la falda de los padres
y distraerlo con algún juguete mientras se realiza la auscultación del corazón o pulmón.
En el período preescolar y escolar, los niños en general se enferman con menos frecuencia que en
la etapa de lactante, y la periodicidad de los controles de salud va disminuyendo. Habitualmente
los preescolares acuden a supervisión de salud cada 6 meses y los escolares una vez al año. El
período preescolar y escolar se caracteriza por un crecimiento físico más lento, por el desarrollo de
habilidades personales y sociales que permiten el inicio de la independencia, la consolidación de la
autonomía, de la personalidad, de las habilidades emocionales y sociales. En el examen físico,
además del examen segmentario completo, se debe hacer énfasis en la evaluación de los órganos
de los sentidos, audición y visión, evaluación de la dentición y el sistema musculoesquelético. Los
preescolares con cierta frecuencia aún presentan temor al examinador, se recomienda un
acercamiento amistoso y amigable, adecuarse al niño, llamándolo por su nombre y explicando con
palabras acorde a su edad lo que se le va a hacer. Durante el período escolar, los niños
habitualmente cooperan con el examen físico. Sin embargo, el examen físico debe realizarse
siempre en presencia de sus padres o del cuidador que lo acompaña, respetando sus aprehensiones
y pudor. Se recomienda a esta edad poner especial atención a la aparición de los primeros cambios
puberales. Es importante además evaluar siempre el estado nutricional del niño, la velocidad de
crecimiento y estar atentos a la detección precoz de alguna patología.

Exámen físico general

Desde el primer contacto es importante observar el aspecto general del niño, estado de conciencia,
posición y grado de actividad, facies, color de la piel, patrón respiratorio, voz y llanto, si está activo,
hidratado y atento.
Una adecuada inspección, antes de tocar al niño, nos entregará valiosa información acerca de su
estado nutricional, severidad de la enfermedad, comportamiento y respuesta social, nivel de
higiene y cuidado.
Dentro del examen físico general es importante realizar la antropometría y el control de los signos
vitales.

Antropometría:
Se realizan mediciones seriadas, objetivas y estandarizadas de peso, talla y circunferencia craneana
que permiten realizar una evaluación puntual al momento de la consulta, pero además hacer

23
seguimiento para comparar y evaluar en el tiempo. Las medidas obtenidas se grafican en las curvas
de crecimiento OMS apropiadas para el sexo y la edad.

Peso
Se utiliza una balanza, calibrada en cero. El niño se pesa sin ropa y sin pañal en una balanza para
lactantes, de preferencia análoga (hasta 16 kilos), que suele ser más exacta que las digitales.
Siempre asistido por su madre o padre, el recién nacido o lactante menor se pesa en decúbito
supino y el lactante mayor en posición sentada. Los niños mayores se pesan en una balanza vertical
con los pies en el centro de la plataforma y con ropa interior.

Talla (Longitud y estatura)


En los lactantes se mide la longitud con el niño en decúbito supino mediante un infantómetro. El
vértice de la cabeza del niño debe estar apoyado en un extremo, el tronco y extremidades inferiores
extendidas y ambos pies en flexión de 90° apoyados en el extremo inferior del infantómetro
(FIGURAS 1 Y 2). Los niños mayores de 2 años se miden de pie, descalzos, sobre un piso plano y
horizontal, de espaldas a un estatímetro de idealmente más de 23 cm de ancho. La cabeza erguida,
pies paralelos, con talones, nalgas, hombros y cabeza en contacto con el plano posterior. El tope
superior del estatímetro se baja en ángulo recto hasta tener contacto con el vértice de la cabeza y
se registra la talla en centímetros (FIGURA 3). En caso de que un niño de 2 años no colabore para
ser medido de pie, se mide en decúbito supino mediante un infantómetro.

FIGURA 1. MEDICIÓN DE LONGITUD DE LACTANTE


MENOR EN INFANTÓMETRO

En las tablas 1 y 2 se describen el incremento de peso y talla (longitud y estatura)


esperado según edad.

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TABLA 1: Incremento de peso según edad

EDAD GANANCIA
PESO
0-3 meses 20-30 g/día
3-6 meses 17-18 g/día
6-9 meses 12-13 g/día
12-24 7.5 g/día
meses
Preescolar kg/año niñas;
2.5 kg/año niños
Escolar < 3 kg/año

TABLA 2: Incremento de talla (longitud y estatura) según edad

EDAD INCREMENTO
TALLA
1° año 25 cm/año
2 años 12.5 cm/año
2-3 7 cm/año
años
3-4 8 cm/año
años
4-5 4,5 a 7 cm/año
años
Escolar 5 a 6 cm/año

25
Entrevista clínica y examen físico del adolescente

M.I. Hidalgo Vicario, G. Castellano Barca

“La cosas que debemos aprender para poder hacerlas, son las que se
aprenden haciendo” Aristóteles

INTRODUCCIÓN
La entrevista y el examen físico constituyen una parte fundamental en la atención al
adolescente, ya que va a permitir al profesional recoger información, detectar problemas y
establecer el tipo de relación para el futuro; ha de ajustarse a unas normas ético-legales.
Debido a la escasa frecuentación del adolescente a la consulta, el pediatra debe aprovechar al
máximo esas visitas para ayudar tanto al adolescente como a su familia. Se debe tener
presente que el adolescente no es “un niño grande o un adulto pequeño” sino una persona
con características y necesidades propias y que requiere un enfoque diferente al niño o al
adulto. La información obtenida permitirá una consulta integrada, coherente y ordenada,
además de selectiva y diferenciada por los equipos asistenciales (centro de salud, urgencias,
hospital).
Para atender adolescentes, realizar una adecuada entrevista, exploración y establecer una
buena relación, se necesita: interés –que al médico le gusten los adolescentes y se encuentre
a gusto, ya que estos tienen una sensibilidad exquisita para identificar el rechazo–; tiempo;
conocimientos sobre las características de su desarrollo, sus problemas, sus conductas, sus
riesgos y formas de enfermar; así como experiencia profesional que se adquiere con la
práctica.
En la adolescencia se produce un cambio muy importante en la relación médico-paciente-
padres con respecto a la que se tenía durante la infancia y ello implica varios aspectos a tener
en cuenta:
• Privacidad. Se debe hablar a solas con el adolescente en algún momento de la
entrevista.
• Confidencialidad. La entrevista entre el adolescente y su médico no será comentada
con los padres sin su permiso, a excepción de peligro para su vida, o la de otros, así como el
abuso y el maltrato. Esto es algo que se debe dejar claro al joven desde el inicio de la entrevista.
Si se da alguna de las situaciones comentadas, hablaríamos con él y le ayudaríamos a buscar la
mejor solución. Los adolescentes, en general, desean hablar de diversos temas con sus padres
en un ambiente seguro, y la consulta y el profesional pueden facilitarlo. Confidencialidad no
implica ser cómplice y puede ser esencial en el proceso de diagnóstico y tratamiento.
• Buena interacción. El profesional debe escuchar con interés, respeto y empatía, hacer
de abogado y consejero, nunca de juez. El hecho de escuchar ya es, en sí mismo, terapéutico.
• Tranquilizar al adolescente, ya que con frecuencia está preocupado por los cambios
que experimenta y por sus problemas. El joven está continuamente haciéndose la misma
pregunta ¿soy normal? El profesional debe ayudarle a alcanzar sus objetivos durante este
periodo: independencia de los padres; aceptar los cambios corporales; establecer relaciones
con sus pares y nuevos estilos de vida; así como la identidad sexual, vocacional, moral y del yo.
• Educación para la salud. Explicar al joven los cambios que va a experimentar
inherentes a su desarrollo físico, psicológico y social, utilizando “las guías anticipadas”.

26
• Contar con la familia. Aunque el adolescente sea nuestro principal objetivo, la familia
es muy importante ya que está integrado en ella y además hay que consultarla para conocer
la historia clínica previa, las preocupaciones actuales, entender la dinámica familiar, aliviar el
sentimiento de rechazo o culpabilidad que, a veces, tienen los padres, negociar límites,
contribuir a que surjan cambios dentro de la familia y asegurar el tratamiento y seguimiento.
Igualmente habrá de tenerse en cuenta su “segunda familia” (compañeros, colegio y
comunidad).
El adolescente tiene un papel importante en la entrevista. Si de entrada se le considera como
un problema, la relación de atención será vertical, con el profesional como experto poseedor
del conocimiento y el adolescente sujeto pasivo de la intervención. Se le debe considerar como
una persona estratégica en su propio desarrollo personal, así se favorece una intervención más
horizontal e integral sin dejar de ser asimétrica, ya que el adolescente necesita y busca
profesionales con autoridad que le ayuden y no colegas.
El examen físico es la continuación de la entrevista y una excelente oportunidad para saber
que piensan sobre su cuerpo, sus temores y miedos; en ocasiones, aquí se descubre el
verdadero motivo de la visita.

ENTREVISTA CLÍNICA

Objetivos de la entrevista
Se debe tener presente que, en esta etapa de la vida, la entrevista puede ser la última
oportunidad del médico para asesorar, orientar, diagnosticar, corregir y ayudar al joven antes
de que se incorpore a la vida adulta. Los objetivos de la entrevista se encuentran
interrelacionados entre sí y se exponen a continuación:

1. Identificar el problema real tanto físico, psicológico, emocional, sociocultural y judicial.


Es necesario saber quién identificó el problema (padres, amigos, propio adolescente) y cuáles
son los objetivos del adolescente al acudir a la consulta, cuál es su opinión, y cuál es el
problema que realmente le preocupa: “la agenda oculta”. El paciente puede acudir por un
dolor torácico y lo que realmente le preocupa es una ginecomastia o una asimetría de las
mamas. Puede venir por un dolor abdominal y en realidad temer un embarazo o una posible
infección de transmisión sexual.
2. Establecer una buena relación terapéutica para aseguramos el seguimiento y el
tratamiento. A veces, será necesario implicar a los padres.
3. Valorar el desarrollo madurativo psicosocial del adolescente. Conocer sus capacidades
y factores protectores para afrontar y resolver los problemas, así como su disposición a ello.
4. Valorar si tiene apoyos en su entorno. Se debe analizar cada situación personal y
conocer la dinámica familiar, si tiene amigos, el apoyo de la pareja, etc.
5. Tomar decisiones valorando las más razonables y las preferidas por el joven.
6. Prevenir problemas de salud futura, realizando educación para la salud con un consejo
sociosanitario participativo.

Contenido a recoger en la entrevista


Es preciso realizar una buena historia clínica. Además del motivo de consulta, debemos
abordar todos los aspectos de la vida del adolescente incluyendo los antecedentes familiares
y personales a lo cual nos ayudarán los padres. Aunque cada profesional puede tener su forma

27
personal de entrevistar, se puede recurrir a varios acrónimos, como los citados a continuación,
para recoger la información:
La Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia (SEMA) propone: F.A.V.O.R.E.C.E.R. la
salud.
F-amilia: relación con padres, hermanos, grado de satisfacción. A-migos: relación con amigos,
grado de satisfacción.
V-ida sana: vacunación, alimentación, ejercicio-deporte, sueño.
O-bjetivos: ilusiones, ocio y tiempo libre.
R-eligión: espiritualidad y apoyos del entorno.
E-stima: valoración de su imagen, autoestima, auto concepto, identidad.
C-olegio-universidad-trabajo: relaciones con los profesores, entorno, rendimiento, grado de
satisfacción.
E-stima mental: ansiedad, tristeza, miedos, conducta, sentimientos.
R-iesgos: violencia, accidentes, drogas-medicaciones, sexualidad y nuevas tecnologías.
La Academia Americana de Pediatría: propone HEADSSSSS (Hogar, Educación-trabajo,
Actividades, Drogas, Sexualidad, Sadness-depression-suicide, Safety, Spirituality, Strenghts).

- Técnica de la entrevista
La entrevista se compone de tres partes: el inicio con la presentación o acoplamiento del
profesional con el adolescente, haciéndole sentir cómodo con preguntas informales, incluso
se le puede explicar cómo se va a desarrollar esta y si luego a continuación le vamos a explorar.
La parte central, recopilando y trasmitiendo información de forma estructurada y
determinando los problemas, valorando los factores, situaciones y conductas de riesgo. Y la
parte final tras la exploración con las conclusiones sobre los problemas que se han detectado,
los acuerdos que se han establecido, así como una nueva citación y un plan terapéutico.

Inicio. Presentación
Es importante que el facultativo se presente él mismo a la familia y al adolescente como
“médico del adolescente”. También se presentarán otros profesionales presentes (residentes,
profesionales de enfermería).
Para realizar la primera entrevista se pueden utilizar tres tipos de acercamiento; sea cual sea
el empleado, el adolescente debe de ser la primera fuente de información, la utilización de
uno u otro acercamiento dependerá de la edad del joven, la complejidad y naturaleza de los
problemas, el conocimiento del paciente y la familia, y la situación y personalidad del médico:
• Ante un paciente nuevo y complejo, el médico puede necesitar de entrada obtener
información general de la familia. Se puede explicar al joven el orden de la visita y que
necesitamos unos minutos a solas con los padres para obtener información de “cuando eras
pequeño”, así se permite obtener los antecedentes personales y médicos del joven, su historia
familiar y las preocupaciones de estos últimos. Determinada información, puede hacer que los
padres no se sientan a gusto al tener que contarla delante de los hijos, por ejemplo, si están
preocupados y piensan que el hijo puede tener un cáncer, o que use drogas, o si creen que
tiene relaciones sexuales completas (RSC) y necesita un método anticonceptivo. Obtener esta
información al inicio de la visita será mucho mejor que no al final. Después hay que ver al
adolescente para la historia adicional y realizar el examen físico.
Los adolescentes deben estar presentes en la entrevista desde el momento que hablan con el
médico hasta el final de la visita para que no piensen que el médico divulga información
confidencial a la familia. Las visitas de seguimiento pueden iniciarse con un breve encuentro

28
con los padres solos (si los principales problemas persisten) y cambiar rápidamente a los otros
dos tipos de visitas.
• Con toda la familia y el joven. Esto nos dará información de la dinámica familiar, por
ejemplo, si se le pregunta al joven por qué viene y rápidamente nos contesta la madre. Se le
puede pedir al adolescente que presente a su familia, esto le demuestra que el médico está
interesado sobre todo en él. Después se continuará solo con el joven.
Se debe estar siempre preparado para hacer de abogado del joven ante unos padres críticos.
Hay que destacar sus características positivas y habilidades, ya que los padres se suelen olvidar
al estar agobiados por los problemas del hijo

También se evitará que los jóvenes sean irrespetuosos con los padres.
• Con el adolescente solo. Algunos profesionales prefieren este tipo de visita, ya que
creen que se establece una mejor relación y confianza. Se debe explicar al adolescente que
posteriormente, tras hablar con él, se pedirá información a los padres sobre su pasado. El
adolescente puede estar presente y escuchar lo que se habla. Este tipo de entrevista es para
adolescentes mayores.
Para obtener una completa historia clínica, además de la entrevista, se pueden utilizar
cuestionarios que, en general, favorecen esta, pero nunca deben sustituirla (véase modelo en
los anexos). Tienen ventajas: constituir una actividad para el paciente mientras espera en la
sala, proveer información básica para iniciar la entrevista, ayudar a romper el hielo en los
pacientes tímidos y además le hace ver al adolescente que el médico está interesado en todos
sus problemas, aunque no sean físicos. También tienen limitaciones: son impersonales,
semejan a los test escolares, tendencia de los padres presentes a influir en las respuestas y
algunos jóvenes pueden tener dificultades para entenderlos.
Se aconseja preguntar al joven cómo quiere que le llamemos (algunos prefieren su diminutivo
o no desean dar su verdadero nombre) y si quiere o no que escribamos los datos de la historia
clínica. En este último caso el médico debe recoger y guardar algunos datos que consultará en
sesiones sucesivas antes de atenderle, ya que de otra forma puede olvidar cuestiones
importantes o confundirse, lo que ofrecerá una pobre imagen del interés que había referido
previamente tener en el adolescente.

Interacción determinando los problemas


Dada la necesidad de establecer un sentimiento de confianza con el médico para poder
posteriormente hablar de temas más delicados, el profesional puede iniciar la entrevista
presentándose, preguntando informalmente sobre los amigos, cuáles son sus aficiones, los
deportes que practica, etc. y dejarle hablar. También se puede empezar con preguntas sobre
su salud y revisión de los diferentes sistemas orgánicos. Las entrevistas son más provechosas
si se hacen de forma distendida con una visión positiva y con buen humor.
Se abordará el motivo de consulta, y los problemas que realmente le preocupan que pueden
ser muy diferentes de los planteados por los padres, o incluso del que le ha traído a la consulta
–agenda oculta– ya comentada. En esta parte de la entrevista es necesario:
• Escuchar prestando atención. Se deben considerar seriamente sus comentarios para
hacerle sentir que se le está tratando como un adulto y no como un niño o como un caso
clínico. Se hará de forma privada, sin interrupciones, ya que distancian la relación; a ser posible
frente a frente, sin mesa de separación, puesto que haría de barrera; tampoco se deben tomar
notas, mirar al ordenador u ordenar papeles ya que dará sensación de poco interés, y por

29
último, no se debe olvidar que el joven necesita tiempo para crear buenas relaciones con el
médico antes de hablar de temas delicados.

• Asegurar siempre la confidencialidad al adolescente y a los padres sea el paciente


nuevo o conocido. No se debe temer este compromiso; si el problema es importante, le
explicaremos la conveniencia de decírselo a los padres y le ayudaremos a ello, asumiendo el
médico el papel de abogado a lo que generalmente suelen acceder.
• Observar el aspecto, la mirada, los gestos, signos de ansiedad, cómo es su conducta...
es lo que se llama comunicación no verbal. Investigar siempre las razones tras una acción, por
ejemplo, tras el inicio de RSC en la adolescencia temprana, valorar si detrás de ello hay una
baja autoestima, un abuso sexual, una depresión, un abuso de drogas o problemas familiares.
Se tienen dos ojos y dos oídos para observar y escuchar mucho y solo una boca,
probablemente, para hablar menos.
• Forma de hablar con el adolescente:
– Se debe usar un lenguaje sencillo que él entienda y se sienta a gusto. Evitar utilizar
términos médicos ni jerga juvenil, el joven no espera que lo atienda otro adolescente.
– Evitar la sensación de interrogatorio. Hacer las preguntas sencillas y naturales, en
términos que él pueda entender, deben usarse preguntas abiertas y no cerradas. Ejemplos de
preguntas cerradas: ¿Tomas drogas?, la respuesta será sí/no; ¿Tienes novio?, la respuesta será
sí/no. En cambio una pregunta abierta sería: ¿qué cambiarías en la relación con tu novio?,
háblame de esto, ¿qué te parece?, ¿por qué?, ¿cómo?..., así se facilita la comunicación. Se
empieza con temas menos personales, y se usarán los términos de género neutral hasta que
el adolescente haya expresado sus preferencias, por ejemplo, ¿tienes pareja?, ¿cómo se llama?
– Evitar los silencios prolongados ya que producen inquietud, nerviosismo y tensión en
el adolescente, además de una valoración negativa hacia el entrevistador.
– Evitar utilizar el papel de sustituto del padre, o de otro adolescente. Los jóvenes
necesitan que les aconseje alguien maduro con conocimientos y autoridad. Igualmente se debe
evitar proyectar los sentimientos de nuestra propia adolescencia, aunque el recordar que
fuimos adolescentes nos ayudará a comprenderles.
– Ser neutral, escuchando y aconsejando sin juzgar. Evitar “darles la charla”. Se pueden
entender sus conductas y se les apoyará en los momentos bajos lo cual no quiere decir que las
apoyemos. Dejar que expresen sus ideas, darles información, proporcionar alternativas,
señalar las incongruencias/discrepancias si las hay, y esperar a que él emita sus propias
decisiones y soluciones ¿a ti que te parece?, ¿cómo te sentiste? Ayudarles a mirar sus
problemas desde una nueva perspectiva. En general, los adolescentes desean tomar las
decisiones correctas que reciban la aprobación de las personas que les rodean. Ayudarles a
clarificar y reforzar sus deseos y proyectos vitales, constituye un gran motor para el cambio y
desarrollo personal. Que se den cuenta de sus contradicciones –conductas de riesgo y metas
del futuro– (entrevista motivacional).

– Criticar la actividad, pero nunca al adolescente. Por ejemplo, decirle que el sexo nunca
debe ser forzado, que es mejor esperar hasta estar física y psicológicamente preparado. Que
el alcohol y las drogas son peligrosos, ya que comprometen su juicio y hacen peligrar su
seguridad y su salud. Expresar nuestro interés y preocupación por él, puesto que minimizar sus
preocupaciones sería una forma de alejarle.
– Felicitar por las conductas saludables como realizar una actividad deportiva regular,
no usar drogas, o mantener la abstinencia sexual. El adolescente necesita oír que son

30
elecciones inteligentes, normales y saludables y que muchos otros adolescentes también las
practican.
– Informar al paciente de acuerdo a su estado de desarrollo. No agobiarle con demasiada
información. Inculcar responsabilidad y asertividad. Ellos son los responsables de su propio
cuidado y salud. Apoyar la autoeficacia: creer en que puede lograr el cambio es muy motivador.
Dar esperanzas sin crear falsas expectativas que no podamos cumplir.
– Evitar etiquetar al adolescente con diagnósticos, ya se verá posteriormente.

Final de la visita. Resolución


Tras el examen físico se hará un resumen comentando los hallazgos y el plan a seguir. Se debe
responder a todas las preguntas, preocupaciones y dudas del adolescente. Felicitarle por los
logros y el esfuerzo realizado, y también a los padres por apoyar y guiar al adolescente. En
ocasiones, será preciso solicitar analítica, interconsultas, comprobar el calendario vacunal,
informar de recursos sanitarios y contactar con el colegio.
Se puede invitar a los padres o al acompañante para hablar de su estado de salud si el
adolescente lo desea. Toda la información que se revele a los padres debe haber sido acordada
previamente con el paciente para así mantener la intimidad y confidencialidad; hay que
ponerse de acuerdo prevaleciendo la opinión del médico. Se puede aportar material educativo
sobre las conductas saludables.
El tratamiento se planteará según las características del joven, en ocasiones será necesaria la
colaboración de la familia. Informar de los recursos comunitarios, ayudarles en la transición al
servicio de adultos, sobre todo en pacientes con enfermedades crónicas. Se establecerá una
cita de control, asimismo, hay que dejarles claro que estamos siempre a su disposición para lo
que necesiten, tanto en problemas orgánicos como psicosociales.

- Factores que influyen en la entrevista


Existen una serie de factores que pueden influir en la comunicación entre el médico y el
paciente:

Relativos al adolescente
Los adolescentes tienen unas necesidades de salud integral (aspectos biológicos, psicológicos
y sociales) y en general no son conscientes que la mayor parte de sus problemas están
relacionados con su estilo de vida y que son prevenibles. En los últimos años estos problemas
se han hecho más complejos: problemas escolares, violencia, accidentes, consumo de drogas,
inicio precoz de las relaciones sexuales, malos hábitos nutricionales, trastornos del
comportamiento alimentario, las tecnologías, problemas de salud mental, etc. y a pesar de ello
acuden poco a consultar a los profesionales sanitarios; quizás, lo que ocurre es que nuestro
sistema sanitario no está adaptado a las necesidades de salud de esta población. Existen una
serie de barreras que obstaculizan el acceso de los jóvenes a los servicios sanitarios y pueden
verse en la Tabla I. Cuando el adolescente acude a la consulta médica experimenta una gran
incertidumbre y tiene muchas dudas:
• Respecto al mantenimiento de la confidencialidad por parte del médico. Este es un
principio vital para el joven.
• ¿Entenderá mis problemas?, ¿me podrá ayudar? Debido al pensamiento mágico, los
adolescentes sobrevaloran sus problemas que además los consideran únicos e irrepetibles, y
piensan que difícilmente les podrán ayudar.

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• ¿Descubrirá mis secretos? Los jóvenes piensan que, por la simple exploración física, el
médico conocerá que ha estado implicado en masturbación o que ha tenido relaciones
sexuales...
• ¿Podré acudir sin cita? El adolescente, o no acude al médico o, a veces, sus dudas y
problemas son un grave problema que no admite espera y tienen que acudir ya.
¿Podré acudir con mi amigo/a, novio/a? Cuando los jóvenes plantean ciertas cuestiones, la
compañía de la pareja hace más llevadera la consulta y las acciones derivadas de la misma, por
ejemplo, el uso de anticonceptivos, la joven
• lo cumplirá mejor si su compañero está de acuerdo y lo aprueba.

- Relativos al profesional
Actualmente, sigue siendo muy controvertido quien debe ser el profesional que atienda a los
adolescentes. Dadas las características de la formación del pediatra que está acostumbrado a
tratar individuos en constante crecimiento y desarrollo, a realizar prevención y educación para
la salud, tiene amplios conocimientos médicos, la relación que establece con el paciente desde
la infancia, que progresivamente va cambiando con la edad, entre otras, el pediatra, según
palabras de Vallbona, es el especialista idóneo; aunque bien es cierto que muchos no se
sienten adecuadamente preparados y precisan formación. Muchos pensamos como T. Silber
que la atención del adolescente pertenece a todos aquellos que se interesan por él, siendo
más importante que la titulación el querer hacerlo (la motivación).
La personalidad del médico y su filosofía se considera como lo más importante en el cuidado
médico al adolescente. Se precisa equilibrio y madurez. En la Tabla II pueden verse los
requisitos necesarios. Algunos autores refieren que quizás, previamente,
los profesionales médicos deberían realizar una autorreflexión de su historia personal:
• ¿Me gustan los adolescentes? ¿Quiero verlos?
• ¿Es adecuada mi preparación? ¿Estoy dispuesto a adquirir formación? Muchas veces
lo que ocurre es que el profesional tiene miedo a no hacerlo bien por falta de experiencia, de
preparación, por pobre competencia para dirigir ciertos temas relacionados con la salud
reproductiva, la salud mental o los problemas de drogas. El médico debe actualizar sus
conocimientos en diversas áreas como: endocrinología, ginecología, psiquiatría, psicología,
sociología y aspectos ético-legales.
¿Me gusta el trabajo en equipo? Debido a la complejidad de los problemas de los
adolescentes, su atención precisa, en muchas ocasiones, una intervención multi e
interdisciplinar. Si se deriva el paciente a otro profesional,
• se debe seguir siendo el médico de referencia del joven y coordinar su atención y
tratamiento.
• ¿Cómo soy? ¿Soy autoritario? ¿Seré neutral? Recordar como éramos de jóvenes a los
13, 15, 18 años puede ayudarnos a conectar mejor con los jóvenes. ¿Qué me preocupaba?,
¿cómo era la relación con mi familia? ¿con mis amigos? ¿Cómo fue mi primera cita?, ¿mi
primera experiencia sexual? ¿Mis proyectos de futuro?, etc.
Nunca se debe tratar de imponer nuestra autoridad que es una idea que siempre está
presente en el adolescente cuando va a hablar con el profesional, piensa que los argumentos
médicos van a coartar su libertad.
Se debe ser neutral. En general el entrevistador joven tiende a identificarse con el
adolescente, que por otra parte le considera adulto, y el entrevistador de más edad tiende a
identificarse con los padres. Ninguna de esas dos posturas es adecuada.

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• ¿Tengo tiempo? Las consultas con el adolescente son de más duración que las
pediátricas y están sometidas a cierta improvisación ya que en ocasiones el paciente necesita
ser atendido el mismo día. Debemos dar facilidades y ser flexibles.
• ¿Podré cumplir las directrices necesarias para ayudar al adolescente? Con frecuencia
la pérdida de autoridad de los padres y tutores conduce a una falta de normas y límites en la
educación, lo que dificulta el cumplimiento de las directrices y desalienta al médico.
• ¿Puedo tener problemas legales? La entrevista ha de ajustarse a unas normas ético-
legales y de planteamiento hábil que permitan obtener la información necesaria para orientar
y tratar.
En España, la Ley 41/2002, reguladora de la autonomía del paciente, define la historia clínica
como el “conjunto de documentos que contienen los datos, valoraciones e informaciones de
cualquier índole sobre la situación y evolución clínica de un paciente a lo largo de su proceso
asistencial”. Incluye la identificación de los médicos y otros profesionales que han intervenido
en el proceso. En la Tabla III se expone el contenido mínimo a recoger y a tener presente en la
atención al adolescente.
Determinados temas referentes a anticoncepción y sexualidad pueden plantear problemas con
los padres, y suscitan el temor de verse involucrado en procesos judiciales por cuestiones
legales. Se debe tener presente que, en la actualidad, toda relación sexual en menores de 16
años, aunque haya acuerdo mutuo, se considera abuso sexual y habrá de valorarse la situación.
El menor maduro. En cualquier legislación la protección del menor es de interés primordial y
en España nos remite a la Ley 26/2015 que a su vez incide en la Ley previa 41/2002,
modificando aspectos de esta en lo referente a ensayos clínicos y remitiendo a lo establecido
sobre la mayoría de edad civil y las disposiciones de aplicación. La mencionada Ley 26/2015 de
28 de julio incorpora los criterios de la Circular 1/2012 de la Fiscalía General del Estado en los
conflictos ante transfusiones de sangre, y otras intervenciones médicas sobre menores de
edad en caso de riesgo grave.
Transcribimos de un texto de N. de la Horra Vergara la definición de menor maduro: “... aquel
menor con capacidad intelectual y emocional para comprender el alcance de la intervención
de que se trate. En esta situación se encuentran los menores de 16 y 17 años que no sean
incapaces o estén incapacitados, los menores emancipados y los menores de dieciséis años,
cuando a criterio del facultativo, tengan suficiente madurez para consentir, esto es, que sean
capaces de comprender la naturaleza y las consecuencias de una determinada actuación en el
ámbito de la salud”.
Aclarando aún más el concepto principal, la Fiscalía General del Estado en su Circular 1/2012
dice: “el desarrollo cognitivo y emocional no va ligado de manera uniforme a la edad
biológica”. La edad en sí misma no puede determinar la trascendencia de las opiniones del
niño. El entorno, los estudios, la experiencia y los factores sociales y culturales contribuyen al
desarrollo del niño para formarse una opinión. Por este motivo las opiniones del niño tienen
que evaluarse caso por caso.
Respecto a los menores que han cumplido dieciséis años se considera que han alcanzado la
“mayoría de edad simple” para aceptar o rechazar información, o elegir tratamientos médicos
en las cuestiones sanitarias, y tienen reconocida plena capacidad con excepción si la
intervención/actuación pone en riesgo grave su vida o su salud.
N. de la Horra Vergara indica que por encima de dieciséis años se presume la capacidad con
carácter general y si el medico considera que no la tiene deberá demostrarlo.

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Los menores de dieciséis años deben ser escuchados, aunque se presume que no tienen
capacidad, y para aceptar la decisión del menor –sin la presencia de sus representantes
legales– el médico.

Signos vitales

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Bibliografía:
• Texto: Orígenes de la Pediatría en el mundo y en nuestro país. Artículo: Cien
años Sociedad Argentina de Pediatría por un niño sano, en un mundo mejor.
• Perret P. (2019) “Exámen semiológico del niño y el adolescente” Manual de
pediatría. Escuela de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
• M.I. Hidalgo Vicario, G. Castellano Barca (2020) Entrevista clínica y examen físico
del adolescente
• S. Bernárdez Carracedo (2014) Mejor unidos: pediatra y enfermera especializada
• Hockenberry, M., Wilson. D, Rodgers Ch. Ed. Elsevier (2020) Wong. Enfermería
pediátrica 10° ed.

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