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Capítulo IV

La competencia

Sumario: I. Concepto y fundamento de la competencia. — II. Criterios


de competencia: 1. Criterio territorial. 2. Criterio de la materia. 3. Criterio
de la cuantía. 4. Criterio del grado. 5. Criterio por razón de la persona justi-
ciable. 6. Criterio por razón del turno. — III. Caracteres de la competencia:
1. La improrrogabilidad, como regla. 2. La indelegabilidad de la competen-
cia. — IV. Competencia federal: 1. Concepto. 2. Caracteres. 3. Competencia
por razón de la materia. Causas que versen sobre cuestiones especialmente
regidas por el Derecho Federal. 4. Competencia federal por razón de las
personas. a) Causas concernientes a embajadores, ministros públicos y cón-
sules extranjeros. b) Causas en las que la Nación sea parte. c) Distinta vecin-
dad de las partes. d) Extranjería. e) Las causas en que es parte una provin-
cia: e.1) Generalidades; e.2) Causas entre provincias; e.3) Causas entre una
provincia y el Estado o repartición autárquica federal; e.4) Causas suscitadas
entre una provincia y un Estado extranjero. — V. Oportunidades en que se
determina la competencia. — VI. Excepciones a las reglas de competencia:
1. Conexidad. 2. Fuero de atracción. 3. Recusación y excusación. — VII. Cues-
tiones de competencia: 1. Concepto. 2. Modos de dirimirlas. 3. Trámite de la
declinatoria. 4. Trámite de la inhibitoria. 5. Apreciación crítica.

I. Concepto y fundamento de la competencia

En la dogmática se habla de la unidad de la jurisdicción, como función


que debe estar total y exclusivamente a cargo del Poder Judicial. Pero son
muchos los jueces. En nuestro país conviven el Poder Judicial de la Nación
y el Poder Judicial de cada provincia y el de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, cada uno de ellos a su vez integrado por muchísimos jueces y tribu-
nales. Y entre todos se distribuyen las causas que son sometidas a la función
jurisdiccional en la vasta extensión del territorio argentino.
Surge de este modo la noción de competencia. Para distribuir entre una
pluralidad de órganos judiciales los asuntos que se llevan a los estrados de
la justicia, y permitir al mismo tiempo que los justiciables conozcan de an-
temano a su Juez Natural, están las normas atributivas de la competencia. Si
hubiera un solo juez no tendría sentido hablar de competencia.
Puede decirse entonces que la competencia es el poder que la Consti-
tución, la ley, los reglamentos o las acordadas atribuyen a cada tribunal o
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juez para ejercer la función jurisdiccional en determinados asuntos, causas


o conflictos.

La competencia guarda así con la función jurisdiccional una relación


de la parte al todo. Función jurisdiccional y competencia se superpondrían
si existiera un solo y único juez o tribunal, pero desde el momento en que
hubo necesidad de más de un juez las causas sometidas a la función juris-
diccional se distribuyen entre los distintos órganos del Poder Judicial. Así,
cada tribunal o juez ejerce la función jurisdiccional con todos sus poderes,
empero exclusivamente en las causas de su competencia. En definitiva,
como bien conceptuó Rosemberg, la competencia es el círculo de negocios
de un juez o tribunal. De manera que habrá incompetencia si un órgano
jurisdiccional traspasa su círculo de negocios y penetra en el de otro órgano
judicial.

II. Criterios de competencia

La distribución del ejercicio jurisdiccional entre el Poder Judicial de la


Nación y el Poder Judicial de las provincias y de la Ciudad Autónoma de Bue-
nos Aires viene dada por la Constitución Nacional, encarnada dentro del
esquema organizativo del Estado. Y cuando las leyes distribuyen las causas
entre los distintos órganos de cada Poder Judicial, muchas veces lo hacen
tomando en consideración determinadas circunstancias, conocidas con
el nombre de “criterios de competencia”. Los criterios más usuales son los
siguientes:

1. Criterio territorial

Cuando el legislador atribuye a un órgano judicial competencia por ra-


zón del territorio o demarcación judicial a la que pertenece su sede, lo hace
atendiendo la menor dificultad que representa para los justiciables el litigar
ante el juez más próximo a sus domicilios, o a donde está situada la cosa
litigiosa, o a donde es más fácil acceder a las fuentes de prueba.

En el régimen del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, la


competencia territorial está sujeta a las siguientes reglas:

1. En los procesos en que se ejercitan acciones reales sobre bienes in-


muebles, en las posesorias, interdictos, de restricción y límites del dominio,
medianería, declarativa de la prescripción adquisitiva, mensura y deslin-
de, y división de condominio, será juez competente el del lugar donde está
situada la cosa litigiosa. Si éstas fueran varias, o una sola pero situada en
distintas circunscripciones judiciales, el del lugar de cualquiera de ellas o
de alguna de sus partes, con tal que allí mismo tenga su domicilio el de-
mandado. No concurriendo ambas circunstancias, juez competente será el
del lugar en que se halle cualquiera de aquéllas, a elección del actor (art. 5°,
inc. 1°).
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2. En los procesos en que se ejercitan acciones reales sobre bienes mue-


bles, es competente el juez del lugar en que aquéllos se encuentren o el del
domicilio del demandado, a elección del actor. Si la acción versa sobre bie-
nes muebles e inmuebles conjuntamente, juez competente es el del lugar
donde estuvieren situados esos últimos (art. 5°, inc. 2°).

En los procesos en que se ejercitan acciones personales, es juez com-


petente el del lugar convenido expresa o tácitamente para el cumplimiento
de la obligación, y, en su defecto, a elección del actor, el del domicilio del
demandado o el del lugar del contrato, siempre que el demandado se halle
en él, aunque sea accidentalmente, en el momento de la notificación. El que
no tuviese domicilio fijo podrá ser demandado en el lugar en que se halle o
en el de su última residencia (art. 5°, inc. 3°).

En las demandas colectivas por afectación del derecho del consumo


contra las personas que operan comercialmente por medio de sucursales
y establecimientos ubicados en diferentes lugares del país, es juez compe-
tente el de cualquiera de esas jurisdicciones siempre y cuando alguno de los
contratos tipo con relación a los cuales se produce la afectación homogé-
nea a todo el grupo de usuarios se hubiera perfeccionado allí (doctrina de la
CSJN, causa Competencia NG 945.XLVII, “Unión de Usuarios y Consumido-
res c. Banco Provincia de Neuquén S.A. s/ Ordinario”, 5/7/2012, disponible
en www.csjn.gov.ar).

3. En los procesos en que se ejercitan acciones personales derivadas de


delitos o cuasidelitos, es competente el juez del lugar del hecho o del domi-
cilio del demandado, a elección del actor (art. 5°, inc. 4°).

4. En los procesos en que se ejercitan acciones personales, sean varios


los demandados y se traten de obligaciones indivisibles o solidarias, el do-
micilio de cualquiera de ellos, a elección del actor (art. 5°, inc. 5°).

5. En los procesos por rendición de cuentas, es competente el juez del


lugar donde éstas deban presentarse, y no estando determinado, el del do-
micilio de la administración o el del lugar en que se hubiere administrado el
principal de los bienes, a elección del actor. Para la demanda por aprobación
de cuentas rige la misma regla, pero si no estuviere especificado el lugar
donde éstas deban presentarse, podrá ser competente también el juez del
domicilio del acreedor de las cuentas, a elección del actor (art. 5°, inc. 6°).

6. En los procesos fiscales por cobro de impuestos, tasas o multas, salvo


disposición en contrario es juez competente el del lugar del bien o actividad
gravados o sometidos a inspección, inscripción o fiscalización, el lugar en
que deban pagarse o el del domicilio del deudor, a elección del actor. La co-
nexidad no modifica esta regla (art. 5°, inc. 7°)

7. En los procesos de nulidad de matrimonio o de divorcio, es competen-


te el juez del último domicilio conyugal, entendido como tal el que tenían
los esposos al tiempo de su separación (art. 5°, inc. 8°, 1ª parte).
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8. En los pedidos de segunda copia o de rectificación de errores de escri-


turas públicas, es competente el juez del lugar donde se otorgaron o proto-
colizaron (art. 5°, inc. 9°).
9. En la protocolización de testamentos, es competente el juez del lugar
donde debe iniciarse la sucesión (art. 5°, inc. 10).
10. En los procesos derivados de relaciones societarias, es competente el
juez del lugar del domicilio social inscripto. Si la sociedad no requiere ins-
cripción, el juez del lugar del domicilio fijado en el contrato; en su defecto
o tratándose de sociedad irregular o de hecho, el del lugar de la sede social
(art. 5°, inc. 11).
11. En los procesos llamados voluntarios, es competente el juez del do-
micilio de la persona en cuyo interés se promuevan, salvo el proceso suce-
sorio o disposición en contrario (art. 5°, inc. 12).
12. En los procesos de declaración de incapacidad por demencia o sor-
domudez, y en los derivados de los supuestos previstos en el art. 152 bis del
Código Civil, es juez competente el del domicilio del presunto incapaz o
inhabilitado; en su defecto, el de su residencia. En los de rehabilitación, es
competente el juez que declaró la interdicción (art. 5°, inc. 8°, 2° párrafo).
13. Con arreglo al Código Civil argentino, en los procesos sucesorios la
competencia territorial corresponde al juez del último domicilio del cau-
sante (art. 3284), aunque exista un único heredero (art. 3285).
14. La armonización debida de las instituciones procesales con la Con-
vención de los Derechos del Niño condujo a la CSJN a una doctrina muy
clara: en los procesos donde intervienen como parte niños, niñas o adoles-
centes —de alimentos, pérdida o suspensión de la patria potestad, investi-
gación o impugnación de la paternidad o maternidad, custodias, cuidado
personal y regulación de visitas, permisos para salir del país, etc.— la com-
petencia territorial corresponde al juez del lugar ellos residen de un modo
estable, vale decir, donde viven efectivamente. El Más Alto Tribunal prioriza
para definir al juez territorialmente competente a la inmediación, de ma-
nera de facilitar el contacto directo y permanente del juez con los menores,
en la inteligencia de que sólo de ese modo se reasegura que las medidas o
decisiones que se adopten judicialmente sean efectivamente contemplati-
vas de su interés superior (1) . Por lo mismo, la pauta de la residencia debe
contemplarse con una visión actual, en función de la última.

2. Criterio de la materia
Cuando la ley atribuye competencia a un órgano judicial en razón de
la naturaleza jurídica de la materia justiciable, lo hace atendiendo que la

(1) Fallos: 323:2021; 324:9008; 332:238, entre otros muchos.


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especialización del juez constituye un factor de indudable gravitación para


asegurar la eficacia de la administración de justicia.
Este criterio dividió en su origen el conocimiento de las causas en dos
grandes tipos: la de los jueces civiles y penales. Con el devenir del tiempo,
se fueron formando dentro de esos dos tipos iniciales, subtipos, para contar
con tribunales cada vez más especializados. Así, por ejemplo, en nuestro
país sucesivas leyes de las provincias crearon para el ámbito del respecti-
vo Poder Judicial juzgados o tribunales laborales;juzgados en lo comercial;
juzgados de menores; juzgados de familia; juzgados en lo contencioso admi-
nistrativo; juzgados de ejecución; juzgados de ejecución tributaria; juzga-
dos para concursos y quiebras; juzgados de responsabilidad penal juvenil;
juzgados en lo correccional; y juzgados de garantías del joven. Otro países
ya cuentan, inclusive, con tribunales especializados en violencia doméstica
(por ejemplo, Uruguay).

3. Criterio de la cuantía
Razones de efectivo acceso a la jurisdicción como también de rendi-
miento o rentabilidad justifican distribuir las causas por razón de su cuan-
tía. Los asuntos de poco monto deberían ser atendidos por tribunales más
simples —en modo alguno “de segunda”, sino con una infraestructura más
económica— y mediante procedimientos expeditos para así evitar el des-
propósito de que el costo de la prestación del servicio jurisdiccional sea su-
perior al propio valor de la cosa del litigio.
Sin embargo y pese a su bondad, el criterio de la competencia por razón
de la cuantía no existe en muchas de las legislaciones procesales del país,
por más que la ley aparente decir lo contrario. Ocurre que el legislador mu-
chas veces dice atender el monto de la cuestión litigiosa y así atribuye las
causas según su mayor o menor cuantía a los Jueces Civiles y a los Jueces
de Paz, respectivamente. Pero muchas veces el legislador no completa su
obra, porque sucede que el Juzgado de Paz tiene la misma infraestructura y
sigue los mismos procedimientos que el Juzgado Civil. Con lo cual, cuando
eso sucede, no existe verdadera competencia por razón de la cuantía. Las
pequeñas causas no tienen en muchas de las organizaciones judiciales del
país ni un servicio jurisdiccional más sencillo ni un servicio jurisdiccional
más barato.
Por ejemplo; en la ciudad capital de la Provincia de Corrientes, los de-
rechos de las personas vinculados con las pequeñas causas se encuentran
prácticamente en la situación que un Maestro argentino del Derecho Proce-
sal, el doctor Augusto Mario Morello, ya denunció a principios de la década
del 80 del siglo pasado: a la intemperie, sin más defensa que la autodefensa.
Sucede que al existir en la ciudad capitalina un solo juzgado de paz y con
una competencia territorial acotada a algunos muy pocos barrios, la ma-
yoría de los pequeños reclamantes de justicia no cuenta con posibilidades
reales de obtener la tutela judicial efectiva ni el proceso de duración razo-
nable que el bloque de constitucionalidad promete y garantiza. Para sus
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pequeñas causas, consistentes no solamente en asuntos cuantitavamente


menores sino también los que versan sobre cuestiones de vecindad, y que
involucran asimismo a nuestros pequeños e irritativos conflictos de todos
los días como consumidores y usuarios, actúan los Juzgados Civiles de 1ra.
Instancia y con el procedimiento de los procesos sumarísimos. De suerte
que los conflictos menores —del consumo y de la convivencia— que requie-
ren de una atención judicial diversificada, en la cual se privilegie la solución
rápida, sencilla y de reducidos costos, que resguarde la paz, valor subordi-
nante para esas demandas de la gente, se siguen atendiendo por órganos y
las estructuras de los procesos plenarios. Ante esa realidad disonante, dos
profesores titulares de las cátedras de Derecho Procesal Civil de la Facultad
de Derecho de la UNNE —la coautora de este Manual y el doctor Juan Carlos
Vallejos— han elaborado un Anteproyecto para la creación, organización y
procedimiento de los Tribunales de las Pequeñas, que se encuentra elevado
para la consideración del Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de
Corrientes.

4. Criterio del grado


El constituyente, y en su caso el legislador, pueden optar por atribuir a
un órgano judicial el conocimiento originario y exclusivo de ciertas causas
—excluidas las penales, respecto de las cuales el Pacto de San José de Costa
Rica consagra como una de las garantías del debido proceso a la doble ins-
tancia (art. 8.2)— o bien por grados, es decir, en sucesivas instancias.
De común en la Argentina se optó por ese último sistema, reservándose
como excepción, para muy puntuales conflictos, la competencia originaria
y exclusiva de un tribunal. De esta manera, en el ámbito de la jurisdicción
federal el art. 117 de la Constitución Nacional prevé de modo taxativo los
únicos asuntos cuyo conocimiento originario y exclusivo atribuye a la Corte
Suprema de Justicia de la Nación.
Ampliamos sobre este tema en el Capítulo VI, al ocuparnos de los siste-
mas de instancia única o de instancia plural.

5. Criterio por razón de la persona justiciable


Como la Constitución Nacional nos promete ser todos iguales ante la ley,
determinadas desigualdades personales en quién es el justiciable son teni-
das en cuenta por los legisladores en el reparto de la función jurisdiccional.
Bajo estas ideas surgen los Juzgados de Menores, los Juzgados de Garantías
del Joven, los Juzgados de Responsabilidad Penal Juvenil, especialmente
instituidos para conocer asuntos concernientes a esos justiciables y que de-
mandan en el juez una mentalidad especial (2).

(2) Criterio tenido en cuenta por la Corte Suprema cuando resuelve que, si los dos magis-
trados entre los que se planteó el conflicto de competencia se encuentran en análoga si-
tuación legal para asumir la función tutelar del menor, la elección debe hacerse ponderando
La competencia 73

6. Criterio por razón del turno


A veces, resulta que un solo juez o tribunal es el competente en razón
del lugar, de la materia, del grado y de la persona para conocer del asunto.
Sucede con los casos de competencia originaria y exclusiva de un órgano
judicial.
Pero lo que ocurre la mayoría de las veces es que sobre un mismo asunto
concurren la competencia por razón del territorio, de la materia y del grado
de varios jueces. Así, por ejemplo, para los conflictos del fuero de familia
suscitados en la ciudad de Corrientes, dos serían, por la materia, grado y
territorio, los jueces competentes para conocerlos.
En tales condiciones, es evidente que se necesitan normas para distri-
buir los asuntos entre los varios jueces de competencia concurrente por la
materia, el territorio y el grado, evitando que uno o algunos de ellos se vean
agobiados de trabajo mientras que los otros de la mismísima competencia
permanezcan en el ocio.
Surge así la competencia por razón del turno, que distribuye las causas
en base a criterios diversos.
A saber:
a) Por períodos temporales (durante un tiempo determinado el juzgado
recibe todas las causas que se presenten) o;
b) Por cupos (un juzgado recibe un determinado número de causas y
cuando completa la cantidad estipulada se pasa al juzgado siguiente) o;
c) Por sorteo (se sortean cada uno de los procesos que se presentan, asig-
nándoles un juzgado. La bolilla salida no vuelve a entrar hasta tanto no se
hayan agotado todas las del bolillero).

III. Caracteres de la competencia

Son caracteres de la competencia: a) la improrrogabilidad, como regla y;


b) la indelegabilidad.

1. La improrrogabilidad, como regla


a) Prorrogar significa modificar mediante un acuerdo expreso o tácito
de las partes la competencia establecida por la ley.
b) Por regla general, ello no es permitido. Mas este principio admite al-
gunas excepciones. Sucede que las normas de distribución de las causas
entre los distintos tribunales o jueces del país se dictan, en la mayoría de

cuál de ellos se halla en mejores condiciones de alcanzar la protección integral de sus de-
rechos (CSJN, Fallos: 315:752; 322:328; 323:2388; 328:3306).
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los casos, atendiendo a fines de orden público; mientras que en otros, con
miras al interés privado y, en consecuencia, en este último supuesto se les
consiente a las partes que se pongan de acuerdo para renunciarlas, derogar-
las o modificarlas.
Veamos: cuando la ley atribuye a un órgano judicial una cierta catego-
ría de causas en razón de la naturaleza jurídica de ellas (competencia por
razón de la materia), lo hace porque considera que la “especialización” del
tribunal o juez es útil para una idónea administración de la justicia. A su
turno, cuando las normas distribuyen las causas por razón de la cuantía
de ellas (competencia por razón del valor) lo hacen con la finalidad de que
las pequeñas causas, de poco monto, sean atendidas por tribunales más
simples (pero de manera alguna de “segunda”), especialmente organiza-
dos con una mayor economía de personas y de tiempo, que reduce el costo
del proceso a una medida que no aparezca desproporcionada con el valor
de la causa.
A su tiempo, las normas que crean órganos de distintas instancias o gra-
dos a través de los cuales puede pasar un mismo proceso, parten del razona-
miento de que es necesario, antes de que una resolución forme la cosa juz-
gada irrevocable, una serie de sucesivos exámenes y por órgano distinto del
que primeramente sentenció como garantía de eliminación en los posibles
errores del primer juez sentenciante. A su vez, las normas de reparto de las
distintas causas entre los jueces del mismo territorio, grado, materia y cuantía
(competencia en razón del turno) obedecen al propósito de evitar que algu-
nos de ellos aparezcan agobiados de trabajo y ociosos los otros.
Finalmente, la distribución de las causas entre jueces del mismo tipo (es
decir, del mismo grado, materia y cuantía) en función de la sede de aquellos
(competencia territorial), la efectúa la ley atendiendo preferentemente la co-
modidad que representa para los justiciables litigar ante ese tribunal.
Se comprende entones por qué únicamente la competencia territorial es
delegable o prorrogable; en las demás se da la prevalencia del interés pú-
blico. Lo dicho no significa que la competencia por razón del territorio sea
siempre derogable; en realidad el Código Procesal sólo admite el acuerdo
—expreso o tácito— de los justiciables para derogar la competencia territo-
rial en asuntos exclusivamente patrimoniales, de manera que las partes no
pueden ponerse válidamente de acuerdo para someter, v.gr., un proceso por
divorcio ante un juez que no es el del domicilio conyugal.
c) La derogación o prórroga de la competencia territorial puede resultar
de un acuerdo expreso y previo (llamado “pactum de foro prorrogando”) o
tácito de las partes. La prórroga expresa opera mediante un acto escrito, en
el cual los interesados acuerdan su decisión de someterse a la competencia
del juez a quien acuden. La llamada prórroga tácita se verifica durante el
curso del proceso cuando, habiendo el actor promovido la causa ante un
juez territorialmente incompetente, el demandado se abstiene de excepcio-
nar la incompetencia.
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d) No debe confundirse prórroga de la competencia con desplazamiento


de la competencia. Prórroga es el cambio de competencia por voluntad de las
partes (por supuesto que permitida por la ley); desplazamiento es el cambio
sobreviviente de competencia por imperio de la ley. El desplazamiento de
la competencia se puede producir por: a) conexidad; b) fuero de atracción, y
c) recusación o excusación.

2. La indelegabilidad de la competencia

Mientras que la prórroga de la competencia es un acto que correspon-


de a las partes, la delegación está relacionada con el magistrado que debe
intervenir.

Así, del mismo modo que en el proceso no es admisible la prórroga de la


competencia (salvo la territorial en asuntos exclusivamente patrimoniales),
tampoco es permitida la delegación de la competencia de un juez a otro,
ni de los tribunales superiores a los inferiores. Cada juez tiene la totalidad
de la jurisdicción dentro del marco de causas predeterminadas por la ley
(competencia), de manera que sólo el legislador, o las partes cuando la ley
autoriza la prórroga, son quienes pueden modificar la competencia atribui-
da; nunca el juez, ni para sí, ni para otros. La competencia, pues, es siempre
indelegable.

Ahora bien; delegación no es sinónimo de “encomienda” o “comisión”.


A diferencia de la delegación, la encomienda o comisión no transfiere la
competencia, sino que significa requerir la colaboración de otro juez para
la práctica de un acto procesal determinado, tal la práctica de una prueba,
de una notificación o de diligencias para el cumplimiento de una medi-
da cautelar, que debe surtirse fuera del territorio de la sede del juez de la
causa.

Ocurre que aun cuando de corriente los actos de las partes, de los demás
sujetos intervinientes y principalmente los del juez se realizan en la sede del
órgano judicial de la causa, también sucede que pueden desplegarse actua-
ciones fuera del recinto del juzgado o tribunal.

Ocurre así, por ejemplo, que en el domicilio de las partes y terceros se


practican determinadas notificaciones; en el sitio en que está ubicada la cosa
a examinar tiene lugar como regla el reconocimiento judicial; en la residencia
de la persona física que se encuentra imposibilitada de concurrir a la sede
del tribunal puede recibirse la prueba de confesión y testimonial. De manera
que si el lugar donde deben efectuarse diligencias procesales se encuentra
fuera del territorio del juez de la causa, y dentro entonces del de otro órgano
judicial sea argentino o extranjero, aquél deberá requerir la colaboración
de este último para el cumplimiento de esas determinadas actividades, ya
que todos los magistrados tienen jurisdicción empero imperio solamente
dentro del respectivo ámbito territorial.
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IV. Competencia federal

1. Concepto (3)
Dado el sistema de gobierno adoptado por la Constitución Nacional, en
la Argentina coexisten dos órdenes judiciales que difieren por su origen y
por su competencia: el federal, que emana del poder del Estado Nacional
(arts. 108 y sigtes. de la Constitución Nacional) y ejerce una competencia
limitada a los casos enunciados en el art. 116 de dicha Ley Fundamental, y el
provincial, que proviene del ejercicio de las respectivas autonomías locales
(arts. 5º, 75 inc. 12 y 121 de la Constitución) y tiene competencia para cono-
cer de todos los asuntos que no se encuentran especialmente atribuidos a la
justicia federal.
La competencia de la justicia federal está definida por el artículo 116
de la Constitución Nacional, que dice: “Corresponde a la Corte Suprema y a
los tribunales inferiores de la Nación, el conocimiento y decisión de todas las
causas que versen sobre puntos regidos por la Constitución y por las leyes de
la Nación, con la reserva hecha en el inc. 12 del art. 75; y por los tratados con
las naciones extranjeras [competencia por la materia]; de las causas concer-
nientes a embajadores, ministros públicos y cónsules extranjeros [competen-
cia por la persona]; de las causas de almirantazgo y jurisdicción marítima
[competencia por la materia]; de los asuntos en que la Nación sea parte; de
las causas que se susciten entre dos o más provincias; entre una provincia y
los vecinos de otras; entre los vecinos de diferentes provincias; y entre una pro-
vincia o sus vecinos contra un Estado o ciudadano extranjero [competencia
por la persona]”.
Por su parte, el art. 117 de la Constitución Nacional precisa que “En estos
casos la Corte Suprema ejercerá su jurisdicción por apelación según las reglas
y excepciones que prescriba el Congreso; pero en todos los asuntos concernien-
tes a embajadores, ministros y cónsules extranjeros, y en los que alguna pro-
vincia fuese parte, la ejercerá originaria y exclusivamente”.
De las normas constitucionales transcriptas se sigue que la materia y las
personas son dos categorías distintas de casos cuyo conocimiento atribuyen
a la justicia federal. En uno y otro supuesto dicha competencia no responde
a un mismo fundamento. En el primero lleva el propósito de afirmar las atri-
buciones del gobierno federal en las causas directa e inmediatamente relacio-
nadas con el derecho federal, mientras que en el segundo procura asegurar

(3) Alsina, Hugo, Tratado teórico práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial, Ed. Ediar,
Bs. As., 1957, t. II; Bidart Campos, Germán, La jurisdicción federal, ED, 18-511 y 757; Díaz,
Clemente, Instituciones de Derecho Procesal, Ed. Abeledo-Perrot, 1971, t. II-B; González Cal-
deron, José Antonio, Derecho Constitucional, Ed. Lajouane y Cia., 1931, t. I; Haro, Ricardo,
La competencia federal, Ed. Depalma, 1989; Imaz y Rey, El recurso extraordinario, 2ª edición,
1961; Linares Quintana, Segundo, Tratado de la Ciencia del Derecho Constitucional, t. IX, p.
406; Palacio, Lino, Derecho Procesal Civil, Ed. Abeledo Perrot, 5ª reimpresión, t. II, ps. 462 y
sigtes.
La competencia 77

—entre otros aspectos— la imparcialidad de la decisión judicial, la armonía


nacional, y las buenas relaciones con los países extranjeros (4).
Conceptuamos entonces a la competencia federal como la aptitud reco-
nocida a los órganos que integran el Poder Judicial de la Nación para ejer-
cer sus funciones en los casos específicamente determinados por el texto
constitucional.

2. Caracteres
Los principales y propios caracteres de la competencia federal son los
siguientes:
a) Es limitada, pues el fuero federal no cabe fuera de los casos que le son
expresamente atribuidos por la Constitución Nacional y las leyes dictadas
como consecuencia de ella (5). Por lo tanto, no es susceptible de ampliarse
mediante normas legales ni mucho menos por voluntad de las partes. De
ello se deriva también que:
b) Es de excepción, pues siendo limitada, cuando la causa no es alguna
de aquellas que la Constitución Nacional y las normas reglamentarias del
texto constitucional atribuyen al fuero federal su conocimiento compete a
la jurisdicción local (6). Ello explica que la competencia de la justicia provin-
cial sea denominada común u ordinaria, al abarcar todos los asuntos salvo
aquellos que la Constitución Nacional ha reservado expresamente a la jus-
ticia federal.
Por ser limitada y de excepción la Corte Suprema entiende que;
c) Es de interpretación y aplicación restrictivas (7). De allí que una norma
legal habilita a declarar en cualquier estado de la causa la incompetencia

(4) CSJN, doctrina de Fallos: 314:101; 324:1470; 325:1883; 326:193; 327:5487; 328:3700, entre
otros. Al respecto, David Lascano explica que “La coexistencia del Estado nacional con los es-
tados provinciales, puede originar conflictos entre éstos o éstos y aquél, que deben ser resueltos
por otra justicia que la local, además, correspondiendo a la Nación lo relativo a las relaciones
internacionales, hay conveniencia de que ésta ejerza la función jurisdiccional en los casos en
que deba responder de su ejercicio ante el extranjero […] Al lado de éstas, militan razones de
otro orden que también aconsejan el fuero federal, sobre todo para ventilar cuestiones de inte-
rés general al que se vinculan el honor de la Nación, la seguridad de sus instituciones, el cum-
plimiento de las leyes militares, la solución de problemas imprevistos que el progreso general
crea y que son materia de ‘leyes especiales’, las necesidades de la navegación y del comercio
internacional, el patrimonio fiscal, etc.” (Jurisdicción y Competencia, Ed. Guillermo Kraft, 1941,
p. 336).
(5) Doctrina consagrada desde antiguo por el Más Alto Tribunal, en Fallos: 312:1220 y
313:1218.
(6) CSJN, Fallos: 319:218, 308 y 769; 323: 2590; 324:1173, entre otros.
(7) Por tal motivo, verbigracia, una tan añeja como reiterada doctrina del Alto Tribunal ex-
presa que está a cargo de quien invoca la competencia federal demostrar que se dan los pre-
supuestos necesarios para hacerla surtir (CSJN, Fallos: 310:211; 311:1880 y sus citas; 326:1372).
78 Gladis E. de Midón - Marcelo S. Midón

federal (Código procesal civil y comercial de la Nación; art. 352, párr. 2°). No
obstante;
d) La competencia federal por razón de la materia es privativa y, en con-
secuencia, excluyente de los órganos judiciales de las provincias. El propósito
perseguido con la atribución al Poder Judicial de la Nación del conocimien-
to y decisión de todas las causas que versen sobre cuestiones especialmente
regidas por el derecho federal determina que la competencia federal ratione
materiae rija cualquiera que fuese la calidad de las personas litigantes, sea
privativa y, por tanto, excluyente de la de los órganos judiciales de las pro-
vincias. Por lo mismo, finalmente;
e) La competencia federal por razón de la materia es en general improrro-
gable (8). Los propios motivos que militan para atribuir el fuero federal por
razón de la materia hacen que esta jurisdicción no pueda ser prorrogada,
alterada ni modificada, salvo muy puntuales excepciones (9). En cambio, el
fuero federal conferido por razón de la distinta nacionalidad o vecindad de
los litigantes o por la circunstancia de ser parte una provincia es prorro-
gable, porque en esos casos se trata del otorgamiento de un privilegio que
puede renunciarse.

3. Competencia por razón de la materia. Causas que versen


sobre cuestiones especialmente regidas por el Derecho Federal
Volviendo sobre el fundamento de la competencia federal en razón de
la materia, la doctrina constitucional explica que la interpretación y apli-
cación del Derecho Federal le corresponde al Poder Judicial de la Nación,
como principal custodio de la supremacía de aquél, expuesta en el art. 31 de
la Constitución Nacional.
De allí surge claramente la necesidad de un Poder Judicial Nacional,
que interprete en forma definitiva y excluyente el Derecho Federal, ya que,
de otra manera, sería dejar en manos de los poderes judiciales provinciales
la interpretación y alcance de la estructura que da base y fundamento al
Estado federal (10).
Tienen naturaleza y carácter de Derecho Federal la Constitución Nacio-
nal, los tratados internacionales y las leyes dictadas por el Congreso Nacio-
nal sobre materias que no son del derecho común. El derecho común está
integrado por los códigos de fondo y sus leyes complementarias. Y el dere-
cho local por las Constituciones y demás normas infraconstitucionales lo-
cales que las provincias y las municipalidades dictan en el ejercicio de su
poder no delegado de darse sus propias instituciones y de regirse por ellas.

(8) CSJN, Fallos: 95:297; 100:229; 132:230; 324:798; 326:1481.


(9) CSJN, Fallos: 36:394; 99:383; 1/9:161; 152:344.
(10) Ekmekdjian, Miguel Ángel, Tratado de Derecho Constitucional, Ed. Depalma, Bue-
nos Aires, 1999, t. V, p. 430.
La competencia 79

Y así, el art. 16 de la Constitución Nacional y el art. 2° inc. 1° de la ley 48


atribuyen al Poder Judicial la competencia privativa para conocer de todas
las causas especialmente regidas por la Constitución Nacional, por los tra-
tados celebrados con las naciones extranjeras, y por las leyes del Congreso
que no sean del derecho común.
Ahora. Para precisar la competencia federal ratione materiae es de capi-
tal importancia retener dos cosas. La primera, que a los fines de determinar
la competencia lo que corresponde tener en cuenta, en primer lugar, es la
exposición de los hechos efectuada en la demanda, y después, y sólo en la
medida que se adecue a dichos hechos, el derecho invocado por el deman-
dante como fundamento de su pretensión (11). La segunda, que la compe-
tencia federal por razón de la materia se encuentra condicionada a que los
hechos invocados como causa de la demanda se encuentren “especialmen-
te” regidos, en forma directa e inmediata, por alguna norma de naturaleza
federal (12).
Entonces. Una demanda en la que como fundamento de la pretensión
el actor invoque la Constitución Nacional, o un tratado, o una ley federal
no es necesariamente, por esa sola invocación, un caso del fuero federal.
Porque si ese derecho invocado nada tiene que ver con los hechos expuestos
como causa de demandar, o si guarda relación con esos factos pero no de
forma directa e inmediata, de manera que para la correcta decisión de esa
pretensión bastara con interpretar y aplicar normas de derecho común o de
derecho local, la competencia federal por razón de la materia no procede.
Para que el fuero federal ratione materiae surja es necesario que la decisión
del caso, de acuerdo con los hechos expuestos en la demanda, exija precisar
la inteligencia y aplicación de una norma de naturaleza federal.
Verbigracia, por aplicación de la regla examinada la Corte Suprema ha
resuelto, entre otros casos, que si para decidir una causa es menester deter-
minar si las sustancias que producen las emanaciones tóxicas detectadas
contienen elementos que puedan considerarse “residuos peligrosos” en los
términos del anexo II de la ley 24.051, y si ellos podrían afectar a las perso-
nas o al medio ambiente más allá de los límites de la provincia donde son
generados (art. 1° de la misma norma), la causa compete a la justicia federal
(CSJN, in re “Octavio A. Sequeria”, 13/5/2003).
Y que en cambio, no es de la competencia federal la demanda de daños
y perjuicios por la falta de servicios que el actor afirma habrían incurrido
funcionarios de la Municipalidad de la ciudad de Villa Carlos Paz durante
el trámite previo al otorgamiento de una concesión de uso sobre bienes del

(11) CSJN, doctrina de Fallos: 306:368 y 1056; 308:229, 1239 y 2230; 310:156 y 2340; 312:808;
313:826; 315:2300; 328:3705, entre muchos otros.
(12) Ricardo Haro, al destacar la capital importancia que para la competencia material
tiene el hecho de que la pretensión en litigio encuentre apoyatura de modo directo e inmediato
en el plexo jurídico federal señala que esa relación “directa e inmediata” debe ser de tal modo
que la decisión del pleito dependa principal y primordialmente de la interpretación y aplica-
ción de la norma federal.
80 Gladis E. de Midón - Marcelo S. Midón

dominio público, pues el juez deberá examinar y revisar actos administra-


tivos y, por lo tanto, interpretar y aplicar normas de derecho público local
(Fallos: 326:1003).

4. Competencia federal por razón de las personas


Por motivos varios, la calidad de las personas que intervienen como
parte en el proceso es un factor que puede determinar la competencia fe-
deral. Se trata de una competencia ratione personae, es decir, en razón de
la persona.
El art. 116 de la Constitución Nacional y su legislación reglamentaria (le-
yes 27, 48, 1893, 4055, decreto-ley 1285/1958 y ley 24.121) asignan competen-
cia federal para el conocimiento de las siguientes causas:
a) Las concernientes a embajadores, ministros públicos y cónsules
extranjeros;
b) En las que la Nación es parte;
c) Entre dos o más provincias;
d) Entre una provincia y los vecinos de otra;
e) Entre vecinos de diferentes provincias;
f) Entre una provincia y un Estado o ciudadano extranjero; y
g) Entre vecino de una provincia y un Estado o ciudadano extranjero.
De acuerdo con el texto del art. 117 de la Constitución Nacional, de las
causas señaladas, las individualizadas en los puntos a), c), d) y f) pertenecen
a la competencia originaria y exclusiva de la Corte Suprema.
Como la competencia federal ratione personae constituye un derecho
o una suerte de privilegio a favor de la persona aforada y, como tal, renun-
ciable (13), es regla su prorrogabilidad sea de modo expreso o tácito (14). Salvo,
claro está, que junto a la ratione personae el litigio sea también de la com-
petencia federal ratione materiae, pues los motivos de orden público cons-
titucional que fundamenta a esta última impone su primacía por sobre la
voluntad expresa o tácita de los justiciables.

a) Causas concernientes a embajadores, ministros públicos y


cónsules extranjeros
Según los arts. 116 y 117 de la Constitución Nacional, compete a la justi-
cia federal mediante la jurisdicción originaria y exclusiva de la Corte Supre-

(13) CSJN, Fallos: 95:355; 98:103; 109:393; 202:323; 261:303; 267:441.


(14) CSJN, Fallos: 242:494; 255:341; 261:303; 267:441; 294:62; 310:1930; 315:1355.
La competencia 81

ma los asuntos concernientes a embajadores, ministros públicos y cónsules


extranjeros.
Dice el art. 24 del decreto-ley 1285/58 que “Son causas concernientes a
embajadores o ministros plenipotenciarios extranjeros, las que les afecten
directamente por debatirse en ellas derechos que les asisten o porque com-
prometen su responsabilidad, así como las que en la misma forma afecten a
las personas de su familia, o al personal de la embajada o legación que tenga
carácter diplomático” y que “son causas concernientes a cónsules extran-
jeros las seguidas por hechos o actos cumplidos en el ejercicio de sus fun-
ciones propias, siempre que en ellas se cuestione su responsabilidad civil o
criminal”.
Explica la Corte Suprema de Justicia de la Nación que la competencia
establecida por la Constitución Nacional en lo que respecta a estos aforados,
responde a la necesidad de preservar el respeto y la mutua consideración
entre los Estados, dado la importancia y delicadeza de las relaciones y el
trato con las potencias extranjeras, lo cual aconseja asegurar a sus repre-
sentantes diplomáticos las máximas garantías que, con arreglo a la práctica
uniforme de las naciones, cabe reconocérseles en la medida en que ello con-
tribuye para el más efectivo cumplimiento de sus funciones (15).
Es claro que la Corte Suprema como tribunal superior de la justicia na-
cional participa de la naturaleza limitada y estricta que caracteriza a la ju-
risdicción federal. Así, es de su doctrina que:
1. Con arreglo a lo dispuesto por el art. 24, inc. 1° del decreto-ley 1285/1958
el privilegio de jurisdicción establecido por el art. 117 de la Constitución Na-
cional sólo comprende a los embajadores o ministros plenipotenciarios, a
las personas de su familia y al personal de la embajada “que tenga carácter
diplomático” (CSJN, Fallos: 241:43). No alcanza por tanto a quien ha cesado
como diplomático en el país (16); al personal que no reviste aquel carácter (17),
ni a los familiares del personal que lo tenga (18).
2. Asimismo, la sola acreditación del status diplomático es insuficiente
para que surja la competencia originaria de la Corte Suprema en las causas
concernientes a embajadores o ministros diplomáticos extranjeros, pues
ésta únicamente procede en los procesos en que ellos son parte, vale decir,
en las causas civiles en que actúan como actores o demandados y en las

(15) CSJN, Fallos: 310:567; 315:157; 322:1809 y 327:5476; entre otros.


(16) CSJN, Fallos: 211:552; 212:279; 216:66; 223:302; 227:34; 229:619; 233:229; 235:969;
257:244; 268:322; 306:104; 308:2130; 311:2343, aún cuando siga siéndolo en otro Estado (CSJN;
Fallos: 301:685).
(17) Por tanto, las causas en que están afectados derechos o comprometida la responsa-
bilidad de los empleados administrativos de una Embajada quedan al margen de la com-
petencia originaria de la Corte Suprema (CSJN, Fallos: 293:225, LA LEY, 156-891, sum. 469).
Del mismo modo que las causas concernientes al personal de servicio de una Embajada
(CSJN, Fallos: 286:25; 287:202).
(18) CSJN, Fallos: 244:124.
82 Gladis E. de Midón - Marcelo S. Midón

causas penales en que se los procesa, intervienen como parte querellante o


resultan damnificados por la comisión de un delito que afecte sus privile-
gios o inmunidades (19).
3. El conocimiento de la Corte Suprema en las causas concernientes a
diplomáticos extranjeros requiere que su jurisdicción sea expresamente
aceptada por los gobiernos respectivos. En consecuencia, el tribunal no
puede conocer originariamente si el gobierno extranjero no presta la con-
formidad requerida por el art. 24, inc. 1°, decreto-ley 1285/1958 (20).
4. La competencia atribuida a la Corte Suprema respecto de las causas
concernientes a los diplomáticos extranjeros es prorrogable a favor de los
jueces de la Nación (21).
5. Y no revisten calidad de aforados en los términos de los arts. 116 y 117
de la Constitución Nacional los Estados extranjeros (22) ni los gobiernos ex-
tranjeros (23), así como tampoco las representaciones diplomáticas extranje-
ras son aforadas ante la Corte Suprema (24), salvo cuando el hecho haya afec-
tado el desempeño de las actividades de la legación (25).
En relación de la competencia federal respecto de los cónsules, vicecón-
sules y agentes consulares, con arreglo de lo dispuesto por el art. 24, inc. 1°,
decreto-ley 1285/1958 la originaria de la Corte Suprema sólo corresponde
en causas concernientes a los cónsules extranjeros seguidas por hechos o
actos cumplidos en el ejercicio de sus funciones propias y siempre que en
ellas se cuestione su responsabilidad civil o criminal (26). Razón por la cual
las causas que versen sobre los negocios particulares de los cónsules (27) y
todas las causas relativas a los vicecónsules y agentes consulares (28) perte-
necen a la competencia de los tribunales federales inferiores.

b) Causas en las que la Nación sea parte


Los arts. 116 de la Constitución Nacional, 2, inc. 2° de la ley 48 y 111,
inc. 5° de la ley 1893 establecen la competencia federal para todas aquellas

(19) CSJN, Fallos: 107:395; 169:323; 194:415; 233:290; 234:767; 236:94; 243:145 y 445; 249:681;
250:774; 251:337; 255:134.
(20) CSJN, Fallos: 209:365; 223:10 y 504; 241:262; 249:719; 265:305; 273:401; 293:545; 294:282;
308:1672; 310:2243; 311:32.
(21) CSJN, Fallos: 194:415; 218:765; 240:94; 246:160.
(22) CSJN, Fallos: 305:72 y 1872; 304:1495; 310:783; 311:1200; 312:195; 317:1121; 318:1783;
324:3696; 326:1233.
(23) CSJN, Fallos: 303:634.
(24) CSJN, Fallos: 308:1673; 311:2178; 313:397; 327:1282.
(25) CSJN, Fallos: 311:2239; 312:2487; 327:3843 y 5476.
(26) CSJN, Fallos: 263:367; 265:346; 289:455; 311:916; 313:514; 315:157.
(27) CSJN, Fallos: 137:23 y 73; 210:380; 217:393, entre otros.
(28) CSJN, Fallos: 312:2176; 313:713.
La competencia 83

causas en que la Nación o un recaudador de sus rentas sea parte. El Alto Tri-
bunal dice al respecto que es misión legítima y propia de la justicia federal
defender y resguardar las instituciones nacionales, y de allí que son de su
competencia los pleitos en los que se puede comprometer la responsabili-
dad del Estado Nacional (CSJN, Fallos: 12:206; 251:498; 273:16; 293:449).
Esta causal comprende al Estado Nacional en cualquiera de sus pode-
res, sea el Ejecutivo, el Legislativo o el Judicial, a sus entes descentraliza-
dos o autárquicos y a las demás entidades estatales de índole nacional (29).
Mas, el fuero federal no surge de la circunstancia que la Nación o alguna
entidad nacional sea parte meramente formal del pleito, si no es también
parte sustancial de él. Sostiene así la Corte que para que corresponda la
competencia federal ratione personae no basta la promoción de una deman-
da contra el Estado Nacional o una de sus dependencias, porque si dicho
justiciable no tiene además legitimación o un interés directo en el pleito y,
de tal manera, la sentencia no le resultaría obligatoria, la actuación de la
justicia federal no se justifica (30).
Asimismo, es de la doctrina de la Corte Suprema que la norma atributiva
de la competencia federal en las causas en que la Nación o uno de sus orga-
nismos son parte, en cuanto tiene fundamento en su condición de tales, no

(29) Verbigracia: la Dirección General Impositiva (CSJN, Fallos: 252:79); el Banco de la Na-
ción Argentina (CSJN, Fallos: 243:52); el Banco Hipotecario Nacional (CSJN, Fallos: 171:38;
191:96); el Banco Central de la República Argentina (CSJN, Fallos: 321:602; 323:455); la Caja Na-
cional de Previsión para Trabajadores del Estado (CSJN, Fallos 303:901); el Consejo Nacional de
Educación (CSJN, Fallos: 134:1010; 135:289); el Consejo Nacional del Menor y la Familia (CSJN,
Fallos: 322:2508); la Dirección Nacional de Vialidad (CSJN, Fallos: 181:326; 185:288; 305:2001);
la Dirección de Parques Nacionales (CSJN, Fallos: 307:1540); el Instituto Nacional de Servicios
Sociales para Jubilados y Pensionados (CSJN, Fallos: 308:150); las Universidades Nacionales
(CSJN, Fallos: 327:5487), etcétera.
(30) Por tal motivo, en Fallos 328:3657 declaró que establecida la falta de legitimación del
Estado Nacional demandado queda sin más desplazada la competencia federal ratione perso-
nae. Y declinó en la jurisdicción provincial la causa, expresando que “el Estado Nacional co-
demandado no es parte en el amparo tendiente a impedir la realización del proyecto de re-
construcción de una ruta provincial y a obtener la declaración de inconstitucionalidad de las
normas locales que declararon sujetos a expropiación los inmuebles afectados a la obra, si se
trata de un proyecto realizado por la provincia de Formosa y ni la circunstancia de que el finan-
ciamiento se solvente con fondos de un Programa del Ministerio de Planificación Federal, ni
la inclusión del préstamo en el presupuesto nacional autoriza a atribuirle legitimación pasiva
para actuar en el proceso” (“Asociación Civil Ayo La Bomba y otro c. Formosa, provincia de y
otro s/ acción de amparo, 11/10/2005).
También en “Catamarca Rioja Refrescos SACIFI c. Fisco Nacional y otro”, 11/10/2005, el Máxi-
mo Tribunal consideró que la mera circunstancia de que la actora hubiese promovido la de-
manda contra el Estado Nacional o una de sus dependencias no justifica la actuación de la jus-
ticia federal si la situación litigiosa es de inocultable naturaleza local y el conflicto de intereses
invocado por la demandante sólo lo mantiene con la comuna codemandada.
84 Gladis E. de Midón - Marcelo S. Midón

es inexcusable y puede ser prorrogada por sus titulares a favor de la jurisdic-


ción provincial (31).
Sostiene que tal prórroga puede ser expresa o bien tácita, configurán-
dose este último supuesto cuando no se plantea la declinatoria dentro del
plazo prevenido para ello (CSJN, Fallos: 294:62) o cuando se opone una ex-
cepción que importa reconocer la jurisdicción local (CSJN, Fallos: 62:422). Y
que los particulares carecen de interés jurídico para invocar la jurisdicción
federal ratione personae cuando la Nación o una de sus entidades la ha re-
nunciado demandando por ante la justicia provincial, desde que se trata de
un privilegio que sólo a estos últimos justiciables concierne (CSJN, Fallos:
249:248; 286:203; 291:538; 296:31, entre muchos otros).

c) Distinta vecindad de las partes


1. Según lo dispuesto por los arts. 116 y 117 de la Constitución Nacional
y 2, inc. 2° de la ley 48, compete a los jueces federales con asiento en las pro-
vincias el conocimiento de las causas civiles en que sean partes un vecino
de la provincia en que se suscite el pleito y un vecino de otra.
Dice la Corte que la atribución de la competencia federal por razón de la
diversa vecindad de las partes evita que un vecino se vea obligado a litigar
en la provincia y con los jueces de la contraparte (CSJN, Fallos: 317:927) y
que por tanto persigue asegurar una justicia libre de toda sospecha de par-
cialidad (CSJN, Fallos: 5:444; 318:2457; 319:744; 324:1470).
Los autores pensamos en cambio, de manera casi unánime, que la atri-
bución de la competencia federal por razón del “fuero de vecindad” carece
de sentido, pues el fundamento de la norma o sea un posible favoritismo del
juez provincial para con la parte que se domicilia en el lugar donde él ejerce
sus funciones, no responde a la realidad de las cosas de nuestro país y es por
tanto erróneo (32).
2. Para que surja la competencia federal por distinta vecindad de las
partes es necesario que concurran los siguientes requisitos:
a) En primer lugar, es menester que se trate de una “causa civil” (art. 2°,
inc. 2°, ley 48). La Corte Suprema dice que debe entenderse por “causa ci-
vil” a los fines de la competencia no sólo las demandas que tienen por cau-

(31) CSJN, Fallos: 286:203; 291:538; 294:62, entre otros.


(32) La doctrina procesal y constitucional advierte, en efecto, que la atribución de compe-
tencia por razón de la distinta vecindad de las partes importó un error de los constituyentes de
1853 y de 1860, así como su mantenimiento hasta nuestros días obedece a una incomprensible
omisión del Congreso Constituyente de 1994, toda vez que en la República Argentina no existía
por ese entonces, ni existió posteriormente, el odio entre provincias que sí fue realidad en los
Estados Unidos y determinó el establecimiento de aquel fuero en la constitución norteamerica-
na (Palacio, Lino, Derecho Procesal Civil, ob. cit., t. II, p. 465; Haro, Ricardo, La competencia
federal, Ed. Lexis Nexis, 2ª edición actualizada, p. 258, obra donde puede leerse con provecho la
opinión expresada sobre este punto por Velez Sarsfield en la Convención de 1860).
La competencia 85

sa un contrato sino todas aquellas por las que se discutan relaciones de


derecho privado (CSJN, Fallos: 187:202). Tales, por ejemplo, la demanda
de daños y perjuicios entre un vecino de Mendoza y una Compañía de Se-
guros de la Capital Federal (33); la demanda por reivindicación promovida
por un vecino de la provincia de Buenos Aires contra la municipalidad de
Capital (34), o el proceso ejecutivo entre vecinos de la Capital y Mendoza (35).
Por lo tanto, no satisfacen este recaudo los procesos penales, los con-
tenciosos administrativos, y todos aquellos en los que la materia del pleito
es de derecho público provincial (36). En estas causas, que no son “civiles”, la
prerrogativa al fuero federal por razón de la distinta vecindad de las partes
no rige.
b) También es menester que ambos litigantes, tanto el actor como el
demandado, sean ciudadanos argentinos (37). Explica la Corte que cuando
la Constitución Nacional ha dicho que corresponde al fuero federal el co-
nocimiento y decisión de todas las causas “entre vecinos de diferentes pro-
vincias” ha querido referirse a los argentinos y no a los extranjeros, por lo
que es indispensable que tanto el actor como el demandado sean argentinos
(CSJN, Fallos: 103:324; 135:431, entre otros).
De allí que la competencia federal por razón de distinta vecindad no
puede ser invocada, aunque los litigantes estén domiciliados en diferentes
provincias de nuestro país, si ambos o alguno de ellos es extranjero. El ex-
tranjero demandado por un ciudadano argentino puede invocar la compe-
tencia federal, pero no por razón de la distinta vecindad de las partes, sino
por la regla de atribución de competencia federal por razón de la extranjería
—a la cual nos referiremos en el próximo parágrafo—.
c) Para tener carácter de “vecino” a los fines de la competencia federal,
es necesaria la residencia real y continua de al menos dos años con carác-
ter permanente o “ánimo de permanecer”. La vecindad se establece por el
domicilio real de las personas (CSJN, Fallos: 52:382) y por ello no basta con
ser propietario de un bien raíz en una provincia para ser vecino de ella a los
efectos del fuero federal (CSJN, Fallos: 118:236; 120:116).
En cuanto al carácter de “vecino” de las personas jurídicas o de existen-
cia ideal, cabe distinguir:
• La persona jurídica de derecho público (v.gr. una municipalidad) es
“vecina” de la provincia donde tiene su asiento y ejerce sus potestades.

(33) CSJN, Fallos: 154:33.


(34) CSJN, Fallos: 40:360.
(35) CSJN, Fallos: 122:138.
(36) CSJN, Fallos: 311:2351; 316:1740; 322:2444; 326:1591, entre otros.
(37) (36) CSJN, Fallos: 1:451; 67:384; 70:33; 103:273; 121:198; 124:137 y 327; 125:155 y 302;
135:431; 166:281; 181:85 y 465; 186:330.
86 Gladis E. de Midón - Marcelo S. Midón

• La sociedad anónima, a los efectos del fuero, es “vecina” de la pro-


vincia donde aparece “haciendo negocios” (art. 9°, ley 48) (38) o cumpliendo
“actividad industrial” (39). Por lo tanto, si el proceso se entabla entre una so-
ciedad anónima y el vecino de una provincia donde aquélla tiene su cen-
tro de negocios o cumple actividad industrial, no hay distinta vecindad y el
asunto por ende compete a la justicia ordinaria.
Y si el conflicto tiene por causa la relación de un vecino de una provin-
cia con la sucursal de una sociedad anónima, y dicha sucursal cuenta con
arraigo suficiente derivado de su establecimiento y con actividad constan-
te en aquella misma provincia, tampoco surge el fuero federal por distinta
vecindad, cualquiera fuese el domicilio estatutario de la sociedad anóni-
ma. Señala al respecto la Corte, que una sociedad anónima, ejerciendo su
actividad en una provincia, se halla en las mismas condiciones normales
en que puede encontrarse un vecino de la misma provincia, ya que la ac-
tuación constante en una localidad, el conocimiento de las circunstancias
personales y especiales del lugar, la ponderación de intereses próximos en
debate, son elementos de juicio que conforman el arraigo suficiente de una
sociedad en determinada provincia y que tornan inútil su amparo ante el
fuero federal (40).
• Las sociedades colectivas y las sociedad de responsabilidad limita-
da siguen la vecindad de sus miembros. Así las cosas, para que la justicia
federal pueda conocer por razón de la “distinta vecindad” la causa civil en
que es parte una sociedad colectiva o una sociedad de responsabilidad li-
mitada para nada interesa el domicilio fijado en el contrato social, sino que
es menester que todos los componentes de la sociedad sean argentinos y
vecinos de distintas provincias que la de la parte contraria (41).
3. Como el fundamento de la competencia federal por razón de la dis-
tinta vecindad —aunque erróneo— reside en el posible favoritismo del juez
provincial para la parte que se domicilia en el lugar donde aquél ejerce sus
funciones, no es admisible que la competencia federal sea invocada por
quien fue demandado en jurisdicción provincial pero ante juez de la pro-
vincia de la cual es vecino (42).
4. El último requisito de la competencia federal por razón de “distinta
vecindad” consiste en que el derecho discutido pertenezca originariamen-
te, y no por cesión o mandato, a quien lo hace valer en el proceso (43).

(38) CSJN, Fallos: 17:156; 22:225; 25:312; 27:343; 34:426; 306:539; 307:2272; 308:1027;
310:141; entre otros.
(39) CSJN, Fallos: 307:2272; 310:2131, entre otros.
(40) CSJN, Fallos: 310:2131; 320:2283; 324:1173; 327:6075, entre otros.
(41) CSJN, Fallos: 99:264; 122:240; 134:370; 142:169; 177:161; 178:199; 275:507.
(42) CSJN, Fallos: 51:429; 56:92; 98:253; 103:273; 121: 447; 127:95; 131:63; 133:350; 149:290.
(43) Así lo establece el art. 8 de la ley 48, con el propósito de evitar que a través de cesiones
simuladas se extienda la competencia federal a supuestos no expresamente admitidos (CSJN,
Fallos: 190:517; 191:314).
La competencia 87

5. La competencia federal por razón de las personas es válidamente re-


nunciable por el justiciable a favor de quien ha sido establecida. Por ende,
la competencia federal por razón de la distinta vecindad es prorrogable (44).

d) Extranjería
1. El artículo 116 de la Constitución Nacional atribuye a los estados
extranjeros y a los ciudadanos extranjeros el derecho a que sea la justicia
federal quien conozca y decida sus pleitos con un vecino argentino o con
una provincia argentina. Este derecho o privilegio se denomina “fuero de
extranjería”.
Está perfectamente justificada la atribución de la competencia federal
a favor de los Estados extranjeros. Como advierte Haro, ello es congruente
con nuestro ordenamiento constitucional, por el cual es al gobierno federal
a quien le competen las relaciones de paz, desarrollo y seguridad en sus ma-
nifestaciones de la política internacional asumida (45).
En cambio, no sucede lo mismo con la atribución del fuero federal a fa-
vor de los ciudadanos extranjeros. En su momento, la Corte Suprema dijo
que aquella encontraba fundamento en la necesidad de evitar el peligro de
que la responsabilidad de la Nación pueda resultar comprometida a razón
de actos de jueces locales, provocando reclamación o conflictos internacio-
nales (Fallos: 190:517).
Mas, luego reconoció que “el privilegio del fuero federal por naciona-
lidad de una de las partes no halla razonable fundamento actual, toda vez
que no es susceptible de comprometerse la responsabilidad internacional
de la Nación por actos de jueces locales, ya que compete a la Corte el control
definitivo de las garantías constitucionales en el país a fin de evitar cual-
quier denegación internacional de justicia y prevenir reclamaciones extran-
jeras, tanto más si se considera que el tribunal juzga de la arbitrariedad de
las sentencias definitivas de los tribunales ordinarios” (46).
Por disposición del art. 117 de la Constitución Nacional, en el caso de
que quien litigara con el Estado extranjero o con el ciudadano extranjero
fuera una provincia, la competencia corresponderá originariamente a la
Corte Suprema. En cambio, si la contraparte del Estado extranjero (47) o del

(44) CSJN, Fallos: 242:494; 255:341; 261:303; 267:441.


(45) Haro, Ricardo, La competencia federal, ob. cit., ps. 281, 282 y 329.
(46) CSJN, Fallos: 304:1877; 305:70.
(47) Confesamos que nuestro intelecto no alcanza a comprender el porqué aun en el
litigio con la Nación o con un ciudadano argentino la Constitución Nacional ofrece a los em-
bajadores u otros ministros diplomáticos extranjeros competencia originaria de la Corte, pri-
vilegio que no confiere en cambio cuando quien litiga contra la Nación o contra un ciuda-
dano argentino es el propio Estado extranjero.
88 Gladis E. de Midón - Marcelo S. Midón

ciudadano extranjero fuese la Nación o un ciudadano argentino, la compe-


tencia corresponderá a los juzgados federales.
2. Si la propia Corte Suprema de Justicia de la Nación expresa que el
fuero federal a favor de los ciudadanos extranjeros “carece de fundamento
actual”, congruo que restrictísimo es el criterio con el que interpreta las nor-
mas atributivas de ese fuero de extranjería:
a) La justicia federal es incompetente cuando se trata del conflicto de un
extranjero contra otro extranjero (48), salvo —claro está— que el fuero resul-
te en razón de la materia.
b) El fuero federal no puede ser invocado por el ciudadano argentino
que es demandado por un extranjero ante los jueces locales (49), pues ello
sólo importa la renuncia a un beneficio y la consiguiente prórroga de la
competencia a favor de dichos jueces (50).
c) Si los codemandados a quienes se atribuyen nacionalidad extranje-
ra no ha tomado intervención en el proceso, no se dan las condiciones que
pueden hacer surgir la jurisdicción federal (51).
d) El fuero federal en razón de la distinta nacionalidad de las partes está
establecido ratione personae, como un privilegio en exclusivo beneficio del
extranjero, y por tal puede ser declinado y su renuncia debe admitirse en
todos los supuestos en que ella sea explícita o resulte de una prórroga tácita
de la jurisdicción (52).
e) De acuerdo con lo preceptuado por el art. 8° de la ley 48, para que sur-
ja el fuero federal por razón de la extranjería el derecho que se discute en el
proceso debe pertenecer originariamente al ciudadano extranjero, y no por
cesión o mandato.
f) Conforme lo establece el art. 2º inc. 2º de la ley 48, para que la causa
que se suscita entre un ciudadano argentino y un extranjero competa a la
justicia federal, aquélla debe revestir carácter civil. El concepto de “causa
civil” es el mismo que hemos dado al ocuparnos de la competencia federal
por razón de distinta vecindad (53).

(48) CSJN, Fallos: 1:175, 435 y 451; 3:175; 4:336; 7:69; 10:177; 15:365; 16:112; 18:432; 44:389;
70:33; 107:189; 135:259; 190:517, entre muchos otros.
(49) CSJN, Fallos: 55:135; 90:55; 103:273.
(50) CSJN, Fallos: 134:370; 177:41; 193:342; 247:414; 249:623.
(51) CSJN, in re “Ramirez, Jorge Luis v. Schmith, Martín”, 28/7/2005.
(52) CSJN, Fallos: 307:1728; 134:370; 312:1280; 323:477; 325:2311. Cuando un extranjero de-
manda a un argentino ante los tribunales locales, la jurisdicción se entiende prorrogada sólo
con la demanda (CSJN, Fallos: 5:405; 6:76; 7:69; 9:460 y 544; 10:372 y 394; 15:384; 24:39; 34:49;
46:96 y 123; 62:422; 95:92; 118:12; 128:59; 134:370) y el extranjero que consiente ser demandado
ante los tribunales locales, ha prorrogado la jurisdicción (CSJN, Fallos: 10:496; 31:49).
(53) Verbigracia, son causas civiles que determinan la competencia federal para conocer y
decidir el pleito entre un argentino y un extranjero, una demanda por daños y perjuicios (CSJN,
Fallos: 35:230); de desalojo (CSJN, Fallos: 23:488; 25:495; 27:409; 28:151; 119:63; 138:5; 140:331;
La competencia 89

g) El art. 10 de la ley 48 dice: “En las sociedades colectivas, y en general


en todos los casos en que dos o más personas asignables pretendan ejercer
una acción solidaria, o sean demandadas por una obligación solidaria, para
que caigan bajo la jurisdicción nacional se entenderá a la nacionalidad o
vecindad de todos los miembros de la sociedad o comunidad, de tal modo
que será preciso que cada uno de ellos individualmente tenga el derecho
de demandar o pueda ser demandado ante los Tribunales Nacionales, con
arreglo a lo dispuesto en el inc. 2° del art. 2º”.
Dicha norma es extensiva a toda clase de sociedades que no sean anó-
nimas. De allí que si la parte es una sociedad, salvo que sea anónima, todos
sus integrantes deben tener nacionalidad extrajera para que surja el fuero
federal por extranjería.
Por otra parte la norma contempla el supuesto de un litisconsorcio ne-
cesario. Y de acuerdo con ella, para que un supuesto de litisconsorcio nece-
sario —activo, pasivo o mixto— dé lugar a la competencia federal por razón
de la extranjería, todos los litisconsortes han de ser extranjeros.
3. Cada Estado tiene la soberana potestad para constituirse, organizarse
y funcionar como entidad independiente de las demás que integran la co-
munidad internacional. Es inherente a ello la denominada inmunidad de
jurisdicción, que significa que un Estado no puede ser sometido a la juris-
dicción de los Tribunales de otro salvo su previa y expresa conformidad.
En consecuencia, para que la justicia federal pueda conocer y decidir
la causa en que es parte un estado extranjero resulta menester que el go-
bierno extranjero renuncie a su privilegio de inmunidad de jurisdicción. De
allí que el art. 24 del decreto-ley 1285/1958 disponga que no se dará curso
a la demanda contra un Estado extranjero sin requerir previamente de su
representante diplomático la conformidad de aquel país para ser sometido
a juicio.

e) Las causas en que es parte una provincia

e.1) Generalidades
De todos los casos susceptibles de tener como parte litigante a una pro-
vincia, el artículo 116 de la Constitución Nacional atribuye la competencia
federal a estos seis:
1. Las causas entre una provincia y sus propios vecinos por cuestiones
directa e inmediatamente fundadas en el derecho federal (caso de compe-
tencia federal por razón de la materia).
2. Las causas entre una provincia y el Estado federal o sus reparticiones
o entidades nacionales (en función de que “la Nación es parte”).

277:327); de reivindicación (CSJN, Fallos: 38:105; 40:349; 143:211); un interdicto (CSJN, Fallos:
25:339; 127:416).
90 Gladis E. de Midón - Marcelo S. Midón

3. Las causas entre una provincia y otra provincia.


4. Las causas entre una provincia y el vecino de otra provincia.
5. Las causas entre una provincia y un ciudadano extranjero.
6. Las causas entre una provincia y un Estado extranjero.
Como el artículo 117 de la Constitución Nacional prescribe que la Cor-
te Suprema conocerá en instancia originaria y exclusiva los asuntos de la
competencia federal en “los que alguna provincia fuera parte”, el Máximo
Tribunal interpreta que esas seis categorías de casos son de su competencia
originaria y exclusiva.
Reconoce no obstante, que las provincias pueden prorrogar esa com-
petencia originaria a favor de los tribunales inferiores (o sea, a favor de los
juzgados federales) cuando le está atribuida ratione personae (54) (es decir,
como una prerrogativa otorgada a la provincia, en razón de su calidad de
tal), pero no en cambio cuando la materia del pleito del que es parte una
provincia es de naturaleza federal. Respecto de este último tipo de asun-
tos no admite prórroga, subrayando que su competencia originaria puede
y debe ser declarada en cualquier tipo y estado del proceso, so pena de nu-
lidad de las actuaciones que se lleven adelante ante el juez incompetente (55).
Precisa el Máximo Tribunal que su competencia originaria, por ser de
raigambre constitucional, es taxativa e insusceptible por tanto de extender-
se a otros casos no previstos en el art. 117 de la Constitución Nacional (56).
Sobre tales bases, sostiene que son requisitos necesarios para que surta la
competencia atribuida por la Constitución Nacional en razón de la persona:
a) Por de pronto, la parte ha de ser una provincia. De tal manera, verbi-
gracia, una demanda promovida por un particular contra el Gobierno de la
ciudad de Buenos Aires no habilita la competencia prevista en el art. 117 de
la Constitución Nacional (57), pues demandante ni demandado son un esta-
do provincial. Tampoco si el demandado ha sido el Instituto de Obra Social
de la Provincia de Entre Ríos, que goza de personalidad jurídica suficiente
para adquirir derechos y contraer obligaciones y, como tal, no se identifica
con el estado provincial (Fallos: 328:3326).
b) La provincia debe ser parte en el pleito no sólo en el sentido nominal,
sino también sustancial, pues lo contrario importaría dejar librado al resor-
te de los litigantes la determinación originaria de la Corte (58).

(54) CSJN, Fallos: 315:2157; 321:2170; 328:3364.


(55) CSJN, Fallos: 269:439; 280:377; 322:3044; 328:3671.
(56) CSJN, Fallos: 312:640; 318:1361; 322:813; 328:3364, 3691, 3797, entre muchos otros.
(57) CSJN, Fallos: 322:2856; 327:4768, entre otros.
(58) CSJN, Fallos: 323:2982; 328:3032, 3364, 3687, 3691 y 3814.
La competencia 91

Para satisfacer tal recaudo, es preciso que la provincia participe tanto


en forma nominal —ya sea como actora, demandada o tercero— como sus-
tancialmente en el pleito, o sea, que posea legitimación o tenga en el liti-
gio un interés directo, derivado de que la sentencia que se dicte le resultará
obligatoria (59).
Verbigracia, con aplicación de ello, la Corte reputó ajeno a su compe-
tencia el amparo que una enferma terminal y carente de obra social había
promovido contra el Poder Ejecutivo Nacional y la Provincia de Buenos Ai-
res a fin de obtener un medicamento. Nominalmente un estado provincial
era parte demandada, pero no sustancialmente, ya que la Corte advirtió que
en la demanda la actora había afirmado que efectuó los trámites para que el
medicamento le fuese entregado ante los ministerios de Salud y de Desarro-
llo Social de la Nación y que en cambio no hizo lo mismo respecto del estado
local, de lo que derivó entonces que en el caso no medió incumplimiento
alguno por parte de la provincia de Buenos Aires que justifique atribuirle
legitimación pasiva (CSJN, Fallos: 327:5590).
En Fallos: 326:608 (entre muchos otros precedentes) también declaró la
incompetencia federal por ausencia del requisito que nos ocupa.
En este caso, un vecino de la provincia de Buenos Aires había promovi-
do demanda contra la empresa Transportes Metropolitanos General Roca
S.A. a fin de obtener una indemnización por los daños y perjuicios deri-
vados de la lesión que sufrió en su cabeza mientras viajaba en un tren a
cargo de la demandada, cuando éste salía de la estación Berazategui, de-
bido al impacto de un proyectil que le fue arrojado. La demandada solicitó
la citación como tercero de la Provincia de Buenos Aires, con fundamento
en el poder de policía de seguridad que ésta tiene en la jurisdicción donde
ocurrió el hecho dañoso, y con posterioridad el actor amplió la demanda
contra ese Estado local. La Provincia de Buenos Aires opuso excepción de
incompetencia, plantando que el asunto competía a la justicia federal y
mediante la jurisdicción originaria de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación. El más Alto Tribunal desestimó la declinatoria sosteniendo que la
Provincia de Buenos Aires era tan sólo parte nominal en el pleito. Dijo que
en tanto el actor amplió su demanda contra el estado provincial con la sola
invocación genérica del poder de policía de seguridad, ello no resultaba
suficiente para atribuir a tal demandado la responsabilidad por un evento
en el cual ninguno de sus órganos o dependientes tuvo participación, por
lo que la Provincia de Buenos Aries no tiene un interés directo en el pleito y
en consecuencia no era parte sustancial en la litis.
c) Cuando se trata de conflictos de una provincia con su propio vecino,
o con un vecino de otra provincia, o con un extranjero es necesario además,
que la materia sobre la cual versa el pleito sea de carácter federal (60), o de

(59) CSJN, Fallos: 311:879 y 1822; 312:1227 y 1457; 313:144; 314:508; 322:1511 y 2105;
328:3032 y 3687, entre muchos otros.
(60) CSJN, Fallos: 311:1588; 315:448; entre muchos otros.
92 Gladis E. de Midón - Marcelo S. Midón

naturaleza civil, pero en este último caso es esencial la distinta vecindad de


la otra parte (61).
Salvo que sean “causa federal”, los litigios de las provincias con sus pro-
pios vecinos incumben a las jurisdicciones locales. “Causa federal” a los fi-
nes de la competencia es aquella en la que —quien quiera fuese la contra-
parte de la provincia, o sea, aún sus propios vecinos— la materia del litigio
se funda principal y directamente en norma federal.
Por ejemplo, el amparo promovido contra la Provincia de Tucumán con
el objeto de que se recomponga el medio ambiente alterado por el derrame
de residuos y afluentes cloacales que afectan a los ríos de dicha provincia
y que desembocan en el dique de Termas de Río Hondo, Pcia. de Santiago
del Estero, surte —cualquiera fuese la calidad del legitimado demandan-
te— la competencia originaria de la Corte Suprema. La cuestión debatida
es federal (toda vez que se relaciona con el daño a recursos ambientales in-
terjurisdiccionales), y siendo parte una provincia, ésta tiene el atributo de la
competencia originaria de la Corte Suprema. Concurriendo ambas circuns-
tancias, provincia como parte + causa de materia federal, la competencia
originaria de la Corte Suprema de Justicia de la Nación surge sin más (62).
En la otra hipótesis, cuando la contraparte de la provincia es un extran-
jero o un argentino con domicilio en otra provincia, no es necesario que la
materia del pleito sea federal. Basta con que sea “causa civil” (63).
“Causa civil” a los efectos de la competencia originaria de la Corte es el
litigio regido exclusivamente por normas de derecho privado. Por lo cual
una “causa civil” debe entenderse como opuesta a las penales (CSJN, Fa-
llos: 323:1525; 324:3477) y a aquellas que se vinculan con el derecho público
local (64).
Tratándose de una causa civil aquella en la que la provincia es parte, la
competencia originaria de la Corte, conferida por el art. 117 de la Constitu-
ción Nacional y reglamentada por el art. 24, inc. 1° del decreto-ley 1285/52,

(61) Arts. 116 y 117, Constitución Nacional, art. 24 decreto-ley 1285/1958; CSJN, Fallos:
314:240.
(62) Expresado con palabras del más Alto Tribunal: la competencia de la Corte Suprema
prevista en el art. 117 de la Constitución Nacional procede cuando una provincia es parte y la
pretensión deducida se funda directa y exclusivamente en prescripciones constitucionales de
carácter nacional, en tratados con las naciones extranjeras o en leyes nacionales, de tal suerte
que la cuestión federal sea la predominante en la causa (CSJN, Fallos: 323:1716; 324:3972;
326:3351, entre muchos otros).
(63) CSJN, Fallos: 255:256; 258:342; 259:202; 321:343; 267:516, entre muchos otros.
(64) Así, verbigracia, no provocan la competencia originaria de la Corte Suprema, los pro-
cesos por cobro de sueldos o jubilaciones de los empleados regidos por el derecho administra-
tivo que las provincias puedan dictar en el ejercicio de sus poderes reservados (CSJN, Fallos:
146:393; 189:123; 313:92 y 1046), el proceso de desalojo que es una consecuencia de la extin-
ción de la relación entre la provincia y el demandado, en su condición de ex empleado público,
lo que revela que la relación jurídica de que se trata está sometida al derecho local (CSJN, in re
“Tucumán provincia de c. Monasterio Ramón Gerardo y otro”, 21/02/2006).
La competencia 93

surge si, a la naturaleza civil de la materia en debate, se une la distinta


vecindad o extranjería de la contraria. En definitiva, causa civil suscitada
entre una provincia y los vecinos de otra (65), o entre una provincia y un ciu-
dadano extranjero (66). No procediendo en cambio competencia originaria
de la Corte cuando en la causa civil se hallan enfrentados una provincia
con sus propios vecinos (CSJN, Fallos: 325:2960).
De acuerdo con lo dispuesto en el art. 24, inc. I del decreto ley 1885/1958,
se consideran vecinos a los efectos de la competencia originaria de la Corte
Suprema:
• Las personas físicas domiciliadas en el país desde dos o más años
antes de la iniciación de la demanda, cualquiera sea su nacionalidad.
Esta norma coincide en lo sustancial con la del art. 11 de la ley 48, por lo
que es aplicable también a aquella la doctrina expuesta supra, IV. 3.
• Las personas jurídicas de derecho público del país.
• Las demás personas jurídicas constituidas y domiciliadas en el país.
A las sociedades anónimas es aplicable el art. 9° de la ley 48, por las que son
reputadas vecinas de la provincia en que se hallen establecidas, cualquiera
sea la nacionalidad de sus socios.
• Las sociedades y asociaciones sin personería jurídica, cuando la to-
talidad de sus miembros se halle en la situación prevista en el apartado a)
(es decir, cada uno de sus miembros domiciliado en el país desde dos o más
años antes de la iniciación de la demanda).
d) Por último, para la admisibilidad de la competencia originaria de la
Corte en las causas civiles suscitadas entre una provincia y algún vecino
de otro o entre una provincia y un extranjero, también son aplicables los
requisitos de la pertinencia original, y no por cesión o mandato, del derecho
invocado como fundamento de la pretensión, y la necesidad de computar la
nacionalidad o distinta vecindad de todos los integrantes de la sociedad y de
todos los actores o demandados en el supuesto de litisconsorcio necesario
(reglas vistas supra, en los casos de distinta vecindad y extranjería).

e.2) Causas entre provincias


Basta el conflicto de dos o más provincias para que la contienda judicial
que entre ellas se origine competa en instancia originaria a la Corte Supre-
ma de Justicia de la Nación. No es ya necesario que se trate de “causa civil”
o de “causa federal”, pues con sólo haber una demanda con concreta con-
troversia se precisa de la solución de un tribunal del Estado Nacional quien,

(65) CSJN, Fallos: 258:342; 259:202; 262:22; 266:186; 267:516; 270:359; 284:443; 295:543;
269:270; 271:244; 250:217; 253:263; 308:2564; 310:1070; 312:1875; 313:548, 936 y 1217; 317:144 y
221; 315:951 y 1355; 319:241; 320:217; 323:843, etcétera.
(66) CSJN, Fallos: 194:496; 251:429; 294:217.
94 Gladis E. de Midón - Marcelo S. Midón

como bien dice Lascano, es un tercero respecto de aquellas, a la par que el


más indicado para pacificarlas y mantener la unión nacional (67).
Que sea la Corte Suprema el tribunal llamado por el art. 117 de la Cons-
titución Nacional a dirimir los conflictos interprovinciales es congruente
con lo dispuesto por el art. 127 de la Ley Fundamental (68). Amén que se trata
de una atribución plenamente justificada, en tanto difícilmente otro juez o
tribunal del país estaría en condiciones de cumplir el cometido.
Los conflictos que puedan suscitarse entre las provincias por cuestiones
de límites constituye la única excepción a la competencia que estamos exa-
minado, ya que el art. 75, inc. 15 de la CN atribuye esa cuestión al Congreso
de la Nación, a quien corresponde todo lo referido a fijar, modificar o corre-
gir los límites interprovinciales. Debe advertirse no obstante, que la Corte
se entiende competente en el supuesto que la controversia gire acerca de
límites ya establecidos (69).

e.3) Causas entre una provincia y el Estado o repartición


autárquica federal
También los litigios entre una provincia y el Estado federal (Nación) o
sus reparticiones autárquicas son de la competencia originaria de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación. Una tan añeja como reiterada doctrina
del Alto Tribunal así lo declara (70), sosteniendo que ello es así toda vez que
si una provincia con facultad para litigar ante su instancia (art. 117, Consti-
tución Nacional) demanda al Estado Nacional, con derecho al fuero federal

(67) Lascano, David, ob. cit., ps. 375/376.


(68) Que prescribe: “Ninguna provincia puede declarar ni hacer la guerra a otra provincia.
Sus quejas deben ser sometidas a la Corte Suprema de Justicia y dirimidas por ella. Sus hosti-
lidades de hecho son actos de guerra civil, calificados de sedición o asonada, que el gobierno
federal debe sofocar y reprimir conforme a la ley”.
(69) CSJN, Fallos: 98:107, en efecto, ha expresado lo siguiente: “Que si bien el inciso 14 del
artículo 67 de la Constitución Nacional ha conferido al Congreso la facultad de fijar los límites
de las Provincias, tal disposición no puede considerarse excluyente, como lo pretende la Pro-
vincia de Córdoba, de la jurisdicción que a esta Corte confieren en términos generales los ar-
tículos 100, 101 y 109 de la misma Constitución, para entender en cuestiones suscitadas entre
provincias, sobre la tierra que pretendan poseer o que se encuentra dentro de sus respectivos
límites, siempre que la resolución que haya de dictarse no implique forzosamente la determi-
nación de los límites referidos, o la modificación de los determinados por el Congreso, porque
entendiendo de otra manera las disposiciones constitucionales recordadas, la intervención del
Congreso no se circunscribiría al acto definitivo a que se refiere el inciso 14 del artículo 67, y
podría estar produciéndose siempre que surgiere un conflicto interprovincial sobre posesión o
dominio de tierras fronterizas, lo cual sería contrario a los propósitos de las otras normas cons-
titucionales citadas y a la jurisprudencia establecida por esta Corte en numerosos casos”.
(70) Tesis no compartida por Germán Bidart Campos, para quien ese tipo de conflictos in-
gresa al ámbito federal en razón de que “la Nación es parte”, pero no a la jurisdicción originaria
de la Corte pues, según opinión de nuestro constitucionalista, la coordinación de los arts. 116 y
117 lleva a sostener que cuando este segundo enfoca la competencia originaria y exclusiva de la
Corte cuando una provincia es parte claramente remite a las cuatro únicas causas en que, por
serlo, el art. 116 confiere jurisdicción federal (Tratado…, ob. cit., t. II, ps. 436).
La competencia 95

(art. 116, Constitución Nacional), la única forma de satisfacer ambas pre-


rrogativas jurisdiccionales es sustanciando el proceso ante los estrados del
más Alto Tribunal (71).
Recuérdese, no obstante, que la Corte Suprema condiciona su compe-
tencia originaria a que la contraparte del Estado Nacional o repartición
autárquica nacional sea una provincia. Con arreglo a ello, por ejemplo, ha
resuelto que la ejecución fiscal iniciada por el Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires contra el Estado Nacional no le compete en instancia de ori-
gen, por que el asunto no concierne a embajadores, ministros y cónsules
extranjeros y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tampoco es una provin-
cia argentina, según lo dispuesto por el art. 129 y la Cláusula Transitoria
Séptima de la Constitución Nacional (CSJN, Fallos: 237:5254).
Lo mismo, si la pretensión dirigida contra el Estado Nacional es de los
municipios provinciales, ya sea que se caracterice a éstos como entes autár-
quicos o autónomos, no resultan identificables con las provincias respecti-
vas a los fines de la competencia originaria (CSJN, in re “Srancifia c. Fisco
Nacional y otros”, 21/3/2006).

e.4) Causas suscitadas entre una provincia y un Estado extranjero


La competencia originaria de la Corte en este tipo de conflictos está
otorgada exclusivamente por razón de las personas, cualquiera fuese enton-
ces la naturaleza de las cuestiones que sean materia del pleito. Recordamos
no obstante, que el Estado extranjero goza de inmunidad de jurisdicción (al
que referimos supra, al ocuparnos de la “extranjería”), y de allí que el art. 24
del decreto-ley 1285/1958 disponga que no se dará curso a la demanda con-
tra un Estado extranjero sin requerir previamente a su representante diplo-
mático la conformidad de su país para ser sometido a juicio.

V. Oportunidades en que se determina la competencia

1. Conviene advertir antes que nada que la competencia se determina


en cada caso, de conformidad con las normas vigentes en oportunidad de la
demanda y con los hechos expuestos o afirmados en aquélla (72). En conse-
cuencia, debe siempre prescindirse de las normas que estaban vigentes en
oportunidad de constituirse la relación jurídica o de producirse los hechos
que configuran la causa de la pretensión, como, asimismo, de los hechos
que conforman la defensa del demandado.

(71) CSJN, doctrina de Fallos: 305:441; 308:2054; 311:489 y 2725; 312:389 y 1875; 313:98 y 551;
315:158 y 1232; 323:2875, entre muchos otros.
(72) En ese orden, la Corte Suprema de Justicia de la Nación insistentemente recuerda que,
a fin de resolver cuestiones de competencia, se ha de tener en cuenta, en primer lugar, la ex-
posición de los hechos que la actora efectúa en la demanda y después, sólo en la medida en
que se adecue a ellos, el derecho que invoca como fundamento de su pretensión (CSJN, Fallos:
306:1056; 308:2230; 326:81 y 86; 327:4865; 328:3705).
96 Gladis E. de Midón - Marcelo S. Midón

Fácil es comprender a qué graves riesgos se encontraría expuesto el de-


mandante si el juez, para resolver sobre su competencia o incompetencia,
pudiera considerar los hechos expuestos por el demandado. La elección del
juez “competente” para entender su demanda el justiciable debe necesa-
riamente realizarla en el momento en que está por presentarla, y para ello
tomará como base los indicios de competencia entonces existentes, ya que
humanamente no le es posible prever cuáles serán los hechos en que su con-
traparte asentará su defensa.
Si para saber cuál es el juez competente hubiera de tomarse en consi-
deración los elementos de hecho introducidos por el demandado al defen-
derse, se encontraría el actor expuesto al grave daño de tener que aguardar
ese momento para poder saber si el proceso ha sido bien o mal instaurado.
Los jueces, por otra parte, en el momento inicial de la contienda no pueden
anticipar cuál de las dos versiones fácticas introducidas por las partes es la
verdadera, de manera que parece lógico que se atengan a los hechos que se
invocan al demandar.
2. De acuerdo con el régimen del Código Procesal, el órgano judicial
cuenta con dos oportunidades para examinar sobre su competencia y pro-
nunciarse al respecto. La primera de oficio, la segunda a pedido de parte (73).
La primera coincide con la providencia que se dicta con motivo de la
presentación de la demanda. En efecto, presentada la demanda y antes de
sustanciarla, el juez debe examinar su propia competencia para conocer de
ella, y esto oficiosamente, es decir, sin necesidad de que lo inciten a dicho
fin (art. 4º, Código Procesal).
Precisamente, a fin de hacer posible un examen minucioso de la compe-
tencia, el Código otorga potestad al juez para que mande al actor expresar lo
necesario, cuando de la demanda no resulta claramente si la causa es o no
de la competencia del tribunal. Si de la exposición de los hechos en el escrito
inicial (demanda) y, eventualmente, su aclaratorio, resulta que la cuestión
no es de la competencia del tribunal ante el cual la demanda se presentó,
el juez debe inhibirse de oficio (salvo que se trate de asunto exclusivamen-
te patrimonial y la incompetencia fuese en razón del territorio, ya que en
tal supuesto la prórroga está autorizada) mediante una resolución en la que
fundamentará la declaración de incompetencia y ordenará la remisión del
expediente al juez tenido por competente.
Cuando, por el contrario, en la providencia que se dicta con motivo de la
demanda el magistrado ordena sustanciarla, implícitamente éste ha recono-
cido su competencia; reconocimiento tácito que no lo obliga porque puede
pronunciarse luego expresamente sobre ella, pero ya a pedido de parte.

(73) El Alto Tribunal tiene dicho así que la oportunidad para plantear cuestiones de compe-
tencia reconoce la limitación establecida por expresas disposiciones procesales, pues, sin per-
juicio del carácter de orden público de las normas que la regulan, la misma condición tienen
los preceptos que tienden a lograr la pronta terminación de los procesos (CSJN, Fallos: 307:569;
311:621; 327:5261, etc.).
La competencia 97

La segunda oportunidad acordada por la ley corresponde al momento


en que el juez debe resolver la excepción de incompetencia o el pedido de
inhibitoria.
Pasada esa segunda oportunidad, las partes no podrán argüir la incom-
petencia, ni tampoco ésta podrá ser declarada de oficio. Sólo se exceptúa de
esta regla la “incompetencia” de la justicia federal, que podrá ser declara-
da por la Corte Suprema cuando interviniera en instancia originaria, y por
los jueces federales con asiento en las provincias, en cualquier estado del
proceso (art. 352, apart. 2º); excepción que se justifica en razón del carácter
limitado que reviste la competencia federal.

VI. Excepciones a las reglas de competencia

La ley admite que en ciertos casos, un juez que sería originariamente


incompetente conforme a las reglas generales para el reparto de las causas
judiciales, adquiera, por motivos especificados en la disposición legal, com-
petencia para conocer en uno o más procesos.
Esta situación de cambio de la competencia por imperio legal, cuando
la competencia que originariamente correspondería a un juez pasa a otro
no por la voluntad de ambas partes (pues en este supuesto hay prórroga de
la competencia), sino porque la ley ordena, se denomina desplazamiento
de la competencia. Los motivos o causales que provocan el desplazamien-
to de la competencia son: a) la conexidad; b) fuero de atracción, y c) la recu-
sación o excusación.

1. Conexidad
Dos o más causas son conexas cuando tienen en común dos de sus tres
elementos de identificación (sujetos, objeto y causa).
Por ejemplo, el proceso en el que Cayo demanda a Ticio el cumplimiento
del contrato celebrado entre ambos, y el proceso por el cual Ticio demanda
a Cayo la resolución de aquel contrato son causas conexas porque tienen de
común los sujetos y el objeto mediato; en cambio, el proceso en el que “A” de-
manda a “B” el divorcio por causal de adulterio, y el proceso por el cual “C” de-
manda a “D” por daños causados en un accidente de tránsito no son conexos,
ya que ni sus sujetos (“A” y “B” en uno; “C” y “D” en el otro), ni su objeto (divor-
cio en el uno; indemnización de daños en el otro), ni su causa (el adulterio, en
uno; los daños provocados por culpa, en el otro) son comunes.
Sin perjuicio de que a las distintas y numerosas figuras de la conexión
las veremos cuando tratemos la “acumulación de pretensiones”, se adelante
que la conexidad puede darse:

a) Por coordinación, cuando las causas conexas observan el mismo ran-


go (por ejemplo: el proceso por cumplimiento de contrato promovido por
98 Gladis E. de Midón - Marcelo S. Midón

“A” contra “B”, y el proceso por resolución de contrato deducido por “B” con-
tra “A”).
b) Por subordinación, en cuyo supuesto una de las causas está en un ran-
go inferior o dependiente respecto de la otra, ya sea porque es accesoria al
depender de la principal (por ejemplo, el caso de la pretensión de disolución
y liquidación de la sociedad conyugal, que depende de que prospere el pro-
ceso por divorcio o nulidad de matrimonio), ya sea porque es subsidiaria,
esto es que replantea o propone para el caso de que la pretensión principal
no prospere (como el supuesto de la pretensión de divorcio, hecha valer en
subsidio de la pretensión de nulidad de matrimonio).
Pues bien, mediando conexidad, el legislador ha considerado conve-
niente concentrar ante un mismo juez los procesos que deberían desple-
garse cada uno ante jueces distintos, con el propósito de evitar, en algunos
casos, el peligro de decisiones contradictorias si cada una de las causas co-
nexas fuese decidida por un juez distinto; en otros, a fin de realizar la llama-
da “economía procesal”, evitando el dispendio inútil de múltiples procedi-
mientos cuando esas causas conexas podrán agruparse en un solo proceso
y, finalmente, cuando una de las causas conexas ha sido propuesta antes
que la otra, con el propósito de utilizar el criterio o “conocimiento de causa”
que ya tiene el juez ante quien primeramente acudió.
Así el art. 6º del Código Procesal establece una serie de reglas especiales
que nos marcan un desplazamiento de la competencia por conexidad.

2. Fuero de atracción
En los procesos universales (sucesorios, concursos y quiebras) se pro-
duce un fenómeno jurídico conocido con el nombre de “fuero de atracción”,
que consiste en que todas las acciones patrimoniales que se inicien en con-
tra del causante o difunto, o en contra del concursado o fallido, salvo excep-
ciones especialmente establecidas, deben tramitar ante el juez que entiende
en el proceso universal.

3. Recusación y excusación
Finalmente, la recusación como la excusación de los jueces también
produce, conforme lo vimos al ocuparnos de ellas, un desplazamiento de
la competencia.

VII. Cuestiones de competencia

1. Concepto
Hay cuestión de competencia cuando se desconoce a un órgano judicial,
sea por alguna de las partes o por otro órgano judicial, la potestad de in-
tervenir en determinado proceso. Las cuestiones de competencia pueden
La competencia 99

suscitarse, entonces, a iniciativa de cualquiera de las partes (mediante el


uso de las vías procesales que, denominadas declinatoria e inhibitoria, ana-
lizaremos luego), o en virtud de una decisión dictada por un órgano judicial.
Las cuestiones de competencia, en ambos supuestos, pueden o no en-
gendrar conflictos o contiendas de competencia, situación esta que se pro-
duce cuando dos jueces entienden que son competentes para conocer en
determinada causa (contienda o conflicto positivo de competencia), o
cuando dos jueces entienden que no son competentes para conocer en de-
terminada causa (contienda o conflicto negativo de competencia).

2. Modos de dirimirlas

Para plantear la cuestión de competencia, las partes tienen dos vías pro-
cesales: la declinatoria y la inhibitoria.

Mediante la declinatoria se pide por el demandado al mismo juez de la


causa que expida un pronunciamiento negativo acerca de su competencia
y, por lo tanto, que se abstenga de seguir interviniendo en el proceso. Por la
inhibitoria, en cambio, el demandado se presenta no ante el juez que está
conociendo en el proceso, sino ante quien aquél considera que es el com-
petente, pidiéndole que así lo declare, y que, tras esa declaración, libre una
comunicación al magistrado que está conociendo en el proceso a fin de que
se abstenga de continuar haciéndolo.

Como regla, sólo pueden las partes plantear la cuestión de competencia


por vía de declinatoria (es decir, por la excepción dilatoria de incompeten-
cia); la excepción a esta regla está dada para las que se susciten entre jueces
de distintos departamentos judiciales (como ocurre, verbigracia, con los
jueces que, respectivamente, tienen su sede en la ciudad de Corrientes y en
la ciudad de Resistencia), en cuyo caso las partes pueden utilizar una u otra
vía, es decir, la declinatoria o la inhibitoria (art. 7º, Código Procesal).

Claro que elegida una de las dos vías procesales, no podrá en adelante
recurrirse a la otra (art. 7º, apartado 3º). La declinatoria e inhibitoria se ex-
cluyen, pues, recíprocamente.

Es obvio que las cuestiones de competencia deben plantearse en pro-


cesos que se encuentran en trámite, siendo por lo tanto inadmisibles si
ellos ya han concluido. Debe repararse, asimismo, que la cuestión de com-
petencia sólo podrá plantearse (sea vía declinatoria, sea vía inhibitoria)
antes de haberse consentido la competencia que se reclama.

3. Trámite de la declinatoria

El Código Procesal establece que la declinatoria se tramitará como las


demás excepciones previas, de manera que el procedimiento relativo a ella
será analizado en ocasión de ocuparnos de éstas.
100 Gladis E. de Midón - Marcelo S. Midón

4. Trámite de la inhibitoria
La inhibitoria podrá plantearse hasta el momento de oponer excepcio-
nes, si están establecidas como previas en el proceso de que se trate, o de
contestar la demanda, si aquel trámite previo no se hallara establecido.
Como al usarse ésta se recurre a un juez ante quien no obra ningún an-
tecedente del proceso para el cual se plantea la cuestión de competencia, en
el escrito respectivo debe hacerse una exposición reseñada de los hechos
que se han expresado en la demanda, y de las motivaciones que lleven a
justificar la competencia del juez a quien se le está requiriendo intervenir.
Los restantes pasos de este trámite están claramente diagramados en el
Código Procesal (en los arts. 9º a 12), debiendo recordarse que de plantearse
el conflicto o contienda positiva o negativa de competencia los jueces deben
suspender los procedimientos, salvo los relativos a medidas precautorias o
cualquier diligencia de cuya omisión pudiera resultar perjuicio irreparable.
Ese conflicto de competencia sea positivo, sea negativo, debe ser resuelto
por la Corte Suprema de Justicia cuando él se suscite entre jueces o tribuna-
les del país que no tengan un órgano superior jerárquico común.

5. Apreciación crítica
Dice la escuela procesal de La Plata que aparece cuanto menos inexpli-
cable que al filo de nuestros tiempos debamos abordar el tema de las cues-
tiones de competencia, al menos con el ramaje que lo caracteriza, tan com-
plicado, y absolutamente retardatario. Cuando todo justiciable tiene como
mínimo derecho el de “saber a ciencia cierta” ante cuál juez puede acudir en
búsqueda de tutela jurídica, es trágico que en una época en que las compu-
tadoras podrían dar satisfacción a ese mínimo derecho, en escasísimos se-
gundos, aquél deba soportar esa guisa de las “cuestiones de competencia”,
al calor de los pliegues y repliegues (de largos meses, si no años) de trámi-
tes y baches —a veces suspensión del proceso de por medio— para llegar al
cabo conocer ante qué juez ha de ventilarse su pretensión.
Súmese a la crítica de la autorización legal de dos procedimientos: uno
largo y dispendioso (la inhibitoria) y otros menos largo y menos dispendioso
(la declinatoria).
Esta dualidad de procedimientos no tiene razón de ser y, por otra par-
te, es más seguro que los litigantes interesados en solucionar cuantos antes
sus diferencias elegirán el segundo; en tanto que los que deseen dilatar el
proceso optarán el primero. No es, pues, cuestión de dar muchas vías sino
proporcionar una segura. Lo contrario atenta contra el derecho al efectivo
acceso la jurisdicción.

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