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La competencia
1. Criterio territorial
2. Criterio de la materia
Cuando la ley atribuye competencia a un órgano judicial en razón de
la naturaleza jurídica de la materia justiciable, lo hace atendiendo que la
3. Criterio de la cuantía
Razones de efectivo acceso a la jurisdicción como también de rendi-
miento o rentabilidad justifican distribuir las causas por razón de su cuan-
tía. Los asuntos de poco monto deberían ser atendidos por tribunales más
simples —en modo alguno “de segunda”, sino con una infraestructura más
económica— y mediante procedimientos expeditos para así evitar el des-
propósito de que el costo de la prestación del servicio jurisdiccional sea su-
perior al propio valor de la cosa del litigio.
Sin embargo y pese a su bondad, el criterio de la competencia por razón
de la cuantía no existe en muchas de las legislaciones procesales del país,
por más que la ley aparente decir lo contrario. Ocurre que el legislador mu-
chas veces dice atender el monto de la cuestión litigiosa y así atribuye las
causas según su mayor o menor cuantía a los Jueces Civiles y a los Jueces
de Paz, respectivamente. Pero muchas veces el legislador no completa su
obra, porque sucede que el Juzgado de Paz tiene la misma infraestructura y
sigue los mismos procedimientos que el Juzgado Civil. Con lo cual, cuando
eso sucede, no existe verdadera competencia por razón de la cuantía. Las
pequeñas causas no tienen en muchas de las organizaciones judiciales del
país ni un servicio jurisdiccional más sencillo ni un servicio jurisdiccional
más barato.
Por ejemplo; en la ciudad capital de la Provincia de Corrientes, los de-
rechos de las personas vinculados con las pequeñas causas se encuentran
prácticamente en la situación que un Maestro argentino del Derecho Proce-
sal, el doctor Augusto Mario Morello, ya denunció a principios de la década
del 80 del siglo pasado: a la intemperie, sin más defensa que la autodefensa.
Sucede que al existir en la ciudad capitalina un solo juzgado de paz y con
una competencia territorial acotada a algunos muy pocos barrios, la ma-
yoría de los pequeños reclamantes de justicia no cuenta con posibilidades
reales de obtener la tutela judicial efectiva ni el proceso de duración razo-
nable que el bloque de constitucionalidad promete y garantiza. Para sus
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(2) Criterio tenido en cuenta por la Corte Suprema cuando resuelve que, si los dos magis-
trados entre los que se planteó el conflicto de competencia se encuentran en análoga si-
tuación legal para asumir la función tutelar del menor, la elección debe hacerse ponderando
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cuál de ellos se halla en mejores condiciones de alcanzar la protección integral de sus de-
rechos (CSJN, Fallos: 315:752; 322:328; 323:2388; 328:3306).
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los casos, atendiendo a fines de orden público; mientras que en otros, con
miras al interés privado y, en consecuencia, en este último supuesto se les
consiente a las partes que se pongan de acuerdo para renunciarlas, derogar-
las o modificarlas.
Veamos: cuando la ley atribuye a un órgano judicial una cierta catego-
ría de causas en razón de la naturaleza jurídica de ellas (competencia por
razón de la materia), lo hace porque considera que la “especialización” del
tribunal o juez es útil para una idónea administración de la justicia. A su
turno, cuando las normas distribuyen las causas por razón de la cuantía
de ellas (competencia por razón del valor) lo hacen con la finalidad de que
las pequeñas causas, de poco monto, sean atendidas por tribunales más
simples (pero de manera alguna de “segunda”), especialmente organiza-
dos con una mayor economía de personas y de tiempo, que reduce el costo
del proceso a una medida que no aparezca desproporcionada con el valor
de la causa.
A su tiempo, las normas que crean órganos de distintas instancias o gra-
dos a través de los cuales puede pasar un mismo proceso, parten del razona-
miento de que es necesario, antes de que una resolución forme la cosa juz-
gada irrevocable, una serie de sucesivos exámenes y por órgano distinto del
que primeramente sentenció como garantía de eliminación en los posibles
errores del primer juez sentenciante. A su vez, las normas de reparto de las
distintas causas entre los jueces del mismo territorio, grado, materia y cuantía
(competencia en razón del turno) obedecen al propósito de evitar que algu-
nos de ellos aparezcan agobiados de trabajo y ociosos los otros.
Finalmente, la distribución de las causas entre jueces del mismo tipo (es
decir, del mismo grado, materia y cuantía) en función de la sede de aquellos
(competencia territorial), la efectúa la ley atendiendo preferentemente la co-
modidad que representa para los justiciables litigar ante ese tribunal.
Se comprende entones por qué únicamente la competencia territorial es
delegable o prorrogable; en las demás se da la prevalencia del interés pú-
blico. Lo dicho no significa que la competencia por razón del territorio sea
siempre derogable; en realidad el Código Procesal sólo admite el acuerdo
—expreso o tácito— de los justiciables para derogar la competencia territo-
rial en asuntos exclusivamente patrimoniales, de manera que las partes no
pueden ponerse válidamente de acuerdo para someter, v.gr., un proceso por
divorcio ante un juez que no es el del domicilio conyugal.
c) La derogación o prórroga de la competencia territorial puede resultar
de un acuerdo expreso y previo (llamado “pactum de foro prorrogando”) o
tácito de las partes. La prórroga expresa opera mediante un acto escrito, en
el cual los interesados acuerdan su decisión de someterse a la competencia
del juez a quien acuden. La llamada prórroga tácita se verifica durante el
curso del proceso cuando, habiendo el actor promovido la causa ante un
juez territorialmente incompetente, el demandado se abstiene de excepcio-
nar la incompetencia.
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2. La indelegabilidad de la competencia
Ocurre que aun cuando de corriente los actos de las partes, de los demás
sujetos intervinientes y principalmente los del juez se realizan en la sede del
órgano judicial de la causa, también sucede que pueden desplegarse actua-
ciones fuera del recinto del juzgado o tribunal.
1. Concepto (3)
Dado el sistema de gobierno adoptado por la Constitución Nacional, en
la Argentina coexisten dos órdenes judiciales que difieren por su origen y
por su competencia: el federal, que emana del poder del Estado Nacional
(arts. 108 y sigtes. de la Constitución Nacional) y ejerce una competencia
limitada a los casos enunciados en el art. 116 de dicha Ley Fundamental, y el
provincial, que proviene del ejercicio de las respectivas autonomías locales
(arts. 5º, 75 inc. 12 y 121 de la Constitución) y tiene competencia para cono-
cer de todos los asuntos que no se encuentran especialmente atribuidos a la
justicia federal.
La competencia de la justicia federal está definida por el artículo 116
de la Constitución Nacional, que dice: “Corresponde a la Corte Suprema y a
los tribunales inferiores de la Nación, el conocimiento y decisión de todas las
causas que versen sobre puntos regidos por la Constitución y por las leyes de
la Nación, con la reserva hecha en el inc. 12 del art. 75; y por los tratados con
las naciones extranjeras [competencia por la materia]; de las causas concer-
nientes a embajadores, ministros públicos y cónsules extranjeros [competen-
cia por la persona]; de las causas de almirantazgo y jurisdicción marítima
[competencia por la materia]; de los asuntos en que la Nación sea parte; de
las causas que se susciten entre dos o más provincias; entre una provincia y
los vecinos de otras; entre los vecinos de diferentes provincias; y entre una pro-
vincia o sus vecinos contra un Estado o ciudadano extranjero [competencia
por la persona]”.
Por su parte, el art. 117 de la Constitución Nacional precisa que “En estos
casos la Corte Suprema ejercerá su jurisdicción por apelación según las reglas
y excepciones que prescriba el Congreso; pero en todos los asuntos concernien-
tes a embajadores, ministros y cónsules extranjeros, y en los que alguna pro-
vincia fuese parte, la ejercerá originaria y exclusivamente”.
De las normas constitucionales transcriptas se sigue que la materia y las
personas son dos categorías distintas de casos cuyo conocimiento atribuyen
a la justicia federal. En uno y otro supuesto dicha competencia no responde
a un mismo fundamento. En el primero lleva el propósito de afirmar las atri-
buciones del gobierno federal en las causas directa e inmediatamente relacio-
nadas con el derecho federal, mientras que en el segundo procura asegurar
(3) Alsina, Hugo, Tratado teórico práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial, Ed. Ediar,
Bs. As., 1957, t. II; Bidart Campos, Germán, La jurisdicción federal, ED, 18-511 y 757; Díaz,
Clemente, Instituciones de Derecho Procesal, Ed. Abeledo-Perrot, 1971, t. II-B; González Cal-
deron, José Antonio, Derecho Constitucional, Ed. Lajouane y Cia., 1931, t. I; Haro, Ricardo,
La competencia federal, Ed. Depalma, 1989; Imaz y Rey, El recurso extraordinario, 2ª edición,
1961; Linares Quintana, Segundo, Tratado de la Ciencia del Derecho Constitucional, t. IX, p.
406; Palacio, Lino, Derecho Procesal Civil, Ed. Abeledo Perrot, 5ª reimpresión, t. II, ps. 462 y
sigtes.
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2. Caracteres
Los principales y propios caracteres de la competencia federal son los
siguientes:
a) Es limitada, pues el fuero federal no cabe fuera de los casos que le son
expresamente atribuidos por la Constitución Nacional y las leyes dictadas
como consecuencia de ella (5). Por lo tanto, no es susceptible de ampliarse
mediante normas legales ni mucho menos por voluntad de las partes. De
ello se deriva también que:
b) Es de excepción, pues siendo limitada, cuando la causa no es alguna
de aquellas que la Constitución Nacional y las normas reglamentarias del
texto constitucional atribuyen al fuero federal su conocimiento compete a
la jurisdicción local (6). Ello explica que la competencia de la justicia provin-
cial sea denominada común u ordinaria, al abarcar todos los asuntos salvo
aquellos que la Constitución Nacional ha reservado expresamente a la jus-
ticia federal.
Por ser limitada y de excepción la Corte Suprema entiende que;
c) Es de interpretación y aplicación restrictivas (7). De allí que una norma
legal habilita a declarar en cualquier estado de la causa la incompetencia
(4) CSJN, doctrina de Fallos: 314:101; 324:1470; 325:1883; 326:193; 327:5487; 328:3700, entre
otros. Al respecto, David Lascano explica que “La coexistencia del Estado nacional con los es-
tados provinciales, puede originar conflictos entre éstos o éstos y aquél, que deben ser resueltos
por otra justicia que la local, además, correspondiendo a la Nación lo relativo a las relaciones
internacionales, hay conveniencia de que ésta ejerza la función jurisdiccional en los casos en
que deba responder de su ejercicio ante el extranjero […] Al lado de éstas, militan razones de
otro orden que también aconsejan el fuero federal, sobre todo para ventilar cuestiones de inte-
rés general al que se vinculan el honor de la Nación, la seguridad de sus instituciones, el cum-
plimiento de las leyes militares, la solución de problemas imprevistos que el progreso general
crea y que son materia de ‘leyes especiales’, las necesidades de la navegación y del comercio
internacional, el patrimonio fiscal, etc.” (Jurisdicción y Competencia, Ed. Guillermo Kraft, 1941,
p. 336).
(5) Doctrina consagrada desde antiguo por el Más Alto Tribunal, en Fallos: 312:1220 y
313:1218.
(6) CSJN, Fallos: 319:218, 308 y 769; 323: 2590; 324:1173, entre otros.
(7) Por tal motivo, verbigracia, una tan añeja como reiterada doctrina del Alto Tribunal ex-
presa que está a cargo de quien invoca la competencia federal demostrar que se dan los pre-
supuestos necesarios para hacerla surtir (CSJN, Fallos: 310:211; 311:1880 y sus citas; 326:1372).
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federal (Código procesal civil y comercial de la Nación; art. 352, párr. 2°). No
obstante;
d) La competencia federal por razón de la materia es privativa y, en con-
secuencia, excluyente de los órganos judiciales de las provincias. El propósito
perseguido con la atribución al Poder Judicial de la Nación del conocimien-
to y decisión de todas las causas que versen sobre cuestiones especialmente
regidas por el derecho federal determina que la competencia federal ratione
materiae rija cualquiera que fuese la calidad de las personas litigantes, sea
privativa y, por tanto, excluyente de la de los órganos judiciales de las pro-
vincias. Por lo mismo, finalmente;
e) La competencia federal por razón de la materia es en general improrro-
gable (8). Los propios motivos que militan para atribuir el fuero federal por
razón de la materia hacen que esta jurisdicción no pueda ser prorrogada,
alterada ni modificada, salvo muy puntuales excepciones (9). En cambio, el
fuero federal conferido por razón de la distinta nacionalidad o vecindad de
los litigantes o por la circunstancia de ser parte una provincia es prorro-
gable, porque en esos casos se trata del otorgamiento de un privilegio que
puede renunciarse.
(11) CSJN, doctrina de Fallos: 306:368 y 1056; 308:229, 1239 y 2230; 310:156 y 2340; 312:808;
313:826; 315:2300; 328:3705, entre muchos otros.
(12) Ricardo Haro, al destacar la capital importancia que para la competencia material
tiene el hecho de que la pretensión en litigio encuentre apoyatura de modo directo e inmediato
en el plexo jurídico federal señala que esa relación “directa e inmediata” debe ser de tal modo
que la decisión del pleito dependa principal y primordialmente de la interpretación y aplica-
ción de la norma federal.
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(19) CSJN, Fallos: 107:395; 169:323; 194:415; 233:290; 234:767; 236:94; 243:145 y 445; 249:681;
250:774; 251:337; 255:134.
(20) CSJN, Fallos: 209:365; 223:10 y 504; 241:262; 249:719; 265:305; 273:401; 293:545; 294:282;
308:1672; 310:2243; 311:32.
(21) CSJN, Fallos: 194:415; 218:765; 240:94; 246:160.
(22) CSJN, Fallos: 305:72 y 1872; 304:1495; 310:783; 311:1200; 312:195; 317:1121; 318:1783;
324:3696; 326:1233.
(23) CSJN, Fallos: 303:634.
(24) CSJN, Fallos: 308:1673; 311:2178; 313:397; 327:1282.
(25) CSJN, Fallos: 311:2239; 312:2487; 327:3843 y 5476.
(26) CSJN, Fallos: 263:367; 265:346; 289:455; 311:916; 313:514; 315:157.
(27) CSJN, Fallos: 137:23 y 73; 210:380; 217:393, entre otros.
(28) CSJN, Fallos: 312:2176; 313:713.
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causas en que la Nación o un recaudador de sus rentas sea parte. El Alto Tri-
bunal dice al respecto que es misión legítima y propia de la justicia federal
defender y resguardar las instituciones nacionales, y de allí que son de su
competencia los pleitos en los que se puede comprometer la responsabili-
dad del Estado Nacional (CSJN, Fallos: 12:206; 251:498; 273:16; 293:449).
Esta causal comprende al Estado Nacional en cualquiera de sus pode-
res, sea el Ejecutivo, el Legislativo o el Judicial, a sus entes descentraliza-
dos o autárquicos y a las demás entidades estatales de índole nacional (29).
Mas, el fuero federal no surge de la circunstancia que la Nación o alguna
entidad nacional sea parte meramente formal del pleito, si no es también
parte sustancial de él. Sostiene así la Corte que para que corresponda la
competencia federal ratione personae no basta la promoción de una deman-
da contra el Estado Nacional o una de sus dependencias, porque si dicho
justiciable no tiene además legitimación o un interés directo en el pleito y,
de tal manera, la sentencia no le resultaría obligatoria, la actuación de la
justicia federal no se justifica (30).
Asimismo, es de la doctrina de la Corte Suprema que la norma atributiva
de la competencia federal en las causas en que la Nación o uno de sus orga-
nismos son parte, en cuanto tiene fundamento en su condición de tales, no
(29) Verbigracia: la Dirección General Impositiva (CSJN, Fallos: 252:79); el Banco de la Na-
ción Argentina (CSJN, Fallos: 243:52); el Banco Hipotecario Nacional (CSJN, Fallos: 171:38;
191:96); el Banco Central de la República Argentina (CSJN, Fallos: 321:602; 323:455); la Caja Na-
cional de Previsión para Trabajadores del Estado (CSJN, Fallos 303:901); el Consejo Nacional de
Educación (CSJN, Fallos: 134:1010; 135:289); el Consejo Nacional del Menor y la Familia (CSJN,
Fallos: 322:2508); la Dirección Nacional de Vialidad (CSJN, Fallos: 181:326; 185:288; 305:2001);
la Dirección de Parques Nacionales (CSJN, Fallos: 307:1540); el Instituto Nacional de Servicios
Sociales para Jubilados y Pensionados (CSJN, Fallos: 308:150); las Universidades Nacionales
(CSJN, Fallos: 327:5487), etcétera.
(30) Por tal motivo, en Fallos 328:3657 declaró que establecida la falta de legitimación del
Estado Nacional demandado queda sin más desplazada la competencia federal ratione perso-
nae. Y declinó en la jurisdicción provincial la causa, expresando que “el Estado Nacional co-
demandado no es parte en el amparo tendiente a impedir la realización del proyecto de re-
construcción de una ruta provincial y a obtener la declaración de inconstitucionalidad de las
normas locales que declararon sujetos a expropiación los inmuebles afectados a la obra, si se
trata de un proyecto realizado por la provincia de Formosa y ni la circunstancia de que el finan-
ciamiento se solvente con fondos de un Programa del Ministerio de Planificación Federal, ni
la inclusión del préstamo en el presupuesto nacional autoriza a atribuirle legitimación pasiva
para actuar en el proceso” (“Asociación Civil Ayo La Bomba y otro c. Formosa, provincia de y
otro s/ acción de amparo, 11/10/2005).
También en “Catamarca Rioja Refrescos SACIFI c. Fisco Nacional y otro”, 11/10/2005, el Máxi-
mo Tribunal consideró que la mera circunstancia de que la actora hubiese promovido la de-
manda contra el Estado Nacional o una de sus dependencias no justifica la actuación de la jus-
ticia federal si la situación litigiosa es de inocultable naturaleza local y el conflicto de intereses
invocado por la demandante sólo lo mantiene con la comuna codemandada.
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(38) CSJN, Fallos: 17:156; 22:225; 25:312; 27:343; 34:426; 306:539; 307:2272; 308:1027;
310:141; entre otros.
(39) CSJN, Fallos: 307:2272; 310:2131, entre otros.
(40) CSJN, Fallos: 310:2131; 320:2283; 324:1173; 327:6075, entre otros.
(41) CSJN, Fallos: 99:264; 122:240; 134:370; 142:169; 177:161; 178:199; 275:507.
(42) CSJN, Fallos: 51:429; 56:92; 98:253; 103:273; 121: 447; 127:95; 131:63; 133:350; 149:290.
(43) Así lo establece el art. 8 de la ley 48, con el propósito de evitar que a través de cesiones
simuladas se extienda la competencia federal a supuestos no expresamente admitidos (CSJN,
Fallos: 190:517; 191:314).
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d) Extranjería
1. El artículo 116 de la Constitución Nacional atribuye a los estados
extranjeros y a los ciudadanos extranjeros el derecho a que sea la justicia
federal quien conozca y decida sus pleitos con un vecino argentino o con
una provincia argentina. Este derecho o privilegio se denomina “fuero de
extranjería”.
Está perfectamente justificada la atribución de la competencia federal
a favor de los Estados extranjeros. Como advierte Haro, ello es congruente
con nuestro ordenamiento constitucional, por el cual es al gobierno federal
a quien le competen las relaciones de paz, desarrollo y seguridad en sus ma-
nifestaciones de la política internacional asumida (45).
En cambio, no sucede lo mismo con la atribución del fuero federal a fa-
vor de los ciudadanos extranjeros. En su momento, la Corte Suprema dijo
que aquella encontraba fundamento en la necesidad de evitar el peligro de
que la responsabilidad de la Nación pueda resultar comprometida a razón
de actos de jueces locales, provocando reclamación o conflictos internacio-
nales (Fallos: 190:517).
Mas, luego reconoció que “el privilegio del fuero federal por naciona-
lidad de una de las partes no halla razonable fundamento actual, toda vez
que no es susceptible de comprometerse la responsabilidad internacional
de la Nación por actos de jueces locales, ya que compete a la Corte el control
definitivo de las garantías constitucionales en el país a fin de evitar cual-
quier denegación internacional de justicia y prevenir reclamaciones extran-
jeras, tanto más si se considera que el tribunal juzga de la arbitrariedad de
las sentencias definitivas de los tribunales ordinarios” (46).
Por disposición del art. 117 de la Constitución Nacional, en el caso de
que quien litigara con el Estado extranjero o con el ciudadano extranjero
fuera una provincia, la competencia corresponderá originariamente a la
Corte Suprema. En cambio, si la contraparte del Estado extranjero (47) o del
(48) CSJN, Fallos: 1:175, 435 y 451; 3:175; 4:336; 7:69; 10:177; 15:365; 16:112; 18:432; 44:389;
70:33; 107:189; 135:259; 190:517, entre muchos otros.
(49) CSJN, Fallos: 55:135; 90:55; 103:273.
(50) CSJN, Fallos: 134:370; 177:41; 193:342; 247:414; 249:623.
(51) CSJN, in re “Ramirez, Jorge Luis v. Schmith, Martín”, 28/7/2005.
(52) CSJN, Fallos: 307:1728; 134:370; 312:1280; 323:477; 325:2311. Cuando un extranjero de-
manda a un argentino ante los tribunales locales, la jurisdicción se entiende prorrogada sólo
con la demanda (CSJN, Fallos: 5:405; 6:76; 7:69; 9:460 y 544; 10:372 y 394; 15:384; 24:39; 34:49;
46:96 y 123; 62:422; 95:92; 118:12; 128:59; 134:370) y el extranjero que consiente ser demandado
ante los tribunales locales, ha prorrogado la jurisdicción (CSJN, Fallos: 10:496; 31:49).
(53) Verbigracia, son causas civiles que determinan la competencia federal para conocer y
decidir el pleito entre un argentino y un extranjero, una demanda por daños y perjuicios (CSJN,
Fallos: 35:230); de desalojo (CSJN, Fallos: 23:488; 25:495; 27:409; 28:151; 119:63; 138:5; 140:331;
La competencia 89
e.1) Generalidades
De todos los casos susceptibles de tener como parte litigante a una pro-
vincia, el artículo 116 de la Constitución Nacional atribuye la competencia
federal a estos seis:
1. Las causas entre una provincia y sus propios vecinos por cuestiones
directa e inmediatamente fundadas en el derecho federal (caso de compe-
tencia federal por razón de la materia).
2. Las causas entre una provincia y el Estado federal o sus reparticiones
o entidades nacionales (en función de que “la Nación es parte”).
277:327); de reivindicación (CSJN, Fallos: 38:105; 40:349; 143:211); un interdicto (CSJN, Fallos:
25:339; 127:416).
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(59) CSJN, Fallos: 311:879 y 1822; 312:1227 y 1457; 313:144; 314:508; 322:1511 y 2105;
328:3032 y 3687, entre muchos otros.
(60) CSJN, Fallos: 311:1588; 315:448; entre muchos otros.
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(61) Arts. 116 y 117, Constitución Nacional, art. 24 decreto-ley 1285/1958; CSJN, Fallos:
314:240.
(62) Expresado con palabras del más Alto Tribunal: la competencia de la Corte Suprema
prevista en el art. 117 de la Constitución Nacional procede cuando una provincia es parte y la
pretensión deducida se funda directa y exclusivamente en prescripciones constitucionales de
carácter nacional, en tratados con las naciones extranjeras o en leyes nacionales, de tal suerte
que la cuestión federal sea la predominante en la causa (CSJN, Fallos: 323:1716; 324:3972;
326:3351, entre muchos otros).
(63) CSJN, Fallos: 255:256; 258:342; 259:202; 321:343; 267:516, entre muchos otros.
(64) Así, verbigracia, no provocan la competencia originaria de la Corte Suprema, los pro-
cesos por cobro de sueldos o jubilaciones de los empleados regidos por el derecho administra-
tivo que las provincias puedan dictar en el ejercicio de sus poderes reservados (CSJN, Fallos:
146:393; 189:123; 313:92 y 1046), el proceso de desalojo que es una consecuencia de la extin-
ción de la relación entre la provincia y el demandado, en su condición de ex empleado público,
lo que revela que la relación jurídica de que se trata está sometida al derecho local (CSJN, in re
“Tucumán provincia de c. Monasterio Ramón Gerardo y otro”, 21/02/2006).
La competencia 93
(65) CSJN, Fallos: 258:342; 259:202; 262:22; 266:186; 267:516; 270:359; 284:443; 295:543;
269:270; 271:244; 250:217; 253:263; 308:2564; 310:1070; 312:1875; 313:548, 936 y 1217; 317:144 y
221; 315:951 y 1355; 319:241; 320:217; 323:843, etcétera.
(66) CSJN, Fallos: 194:496; 251:429; 294:217.
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(71) CSJN, doctrina de Fallos: 305:441; 308:2054; 311:489 y 2725; 312:389 y 1875; 313:98 y 551;
315:158 y 1232; 323:2875, entre muchos otros.
(72) En ese orden, la Corte Suprema de Justicia de la Nación insistentemente recuerda que,
a fin de resolver cuestiones de competencia, se ha de tener en cuenta, en primer lugar, la ex-
posición de los hechos que la actora efectúa en la demanda y después, sólo en la medida en
que se adecue a ellos, el derecho que invoca como fundamento de su pretensión (CSJN, Fallos:
306:1056; 308:2230; 326:81 y 86; 327:4865; 328:3705).
96 Gladis E. de Midón - Marcelo S. Midón
(73) El Alto Tribunal tiene dicho así que la oportunidad para plantear cuestiones de compe-
tencia reconoce la limitación establecida por expresas disposiciones procesales, pues, sin per-
juicio del carácter de orden público de las normas que la regulan, la misma condición tienen
los preceptos que tienden a lograr la pronta terminación de los procesos (CSJN, Fallos: 307:569;
311:621; 327:5261, etc.).
La competencia 97
1. Conexidad
Dos o más causas son conexas cuando tienen en común dos de sus tres
elementos de identificación (sujetos, objeto y causa).
Por ejemplo, el proceso en el que Cayo demanda a Ticio el cumplimiento
del contrato celebrado entre ambos, y el proceso por el cual Ticio demanda
a Cayo la resolución de aquel contrato son causas conexas porque tienen de
común los sujetos y el objeto mediato; en cambio, el proceso en el que “A” de-
manda a “B” el divorcio por causal de adulterio, y el proceso por el cual “C” de-
manda a “D” por daños causados en un accidente de tránsito no son conexos,
ya que ni sus sujetos (“A” y “B” en uno; “C” y “D” en el otro), ni su objeto (divor-
cio en el uno; indemnización de daños en el otro), ni su causa (el adulterio, en
uno; los daños provocados por culpa, en el otro) son comunes.
Sin perjuicio de que a las distintas y numerosas figuras de la conexión
las veremos cuando tratemos la “acumulación de pretensiones”, se adelante
que la conexidad puede darse:
“A” contra “B”, y el proceso por resolución de contrato deducido por “B” con-
tra “A”).
b) Por subordinación, en cuyo supuesto una de las causas está en un ran-
go inferior o dependiente respecto de la otra, ya sea porque es accesoria al
depender de la principal (por ejemplo, el caso de la pretensión de disolución
y liquidación de la sociedad conyugal, que depende de que prospere el pro-
ceso por divorcio o nulidad de matrimonio), ya sea porque es subsidiaria,
esto es que replantea o propone para el caso de que la pretensión principal
no prospere (como el supuesto de la pretensión de divorcio, hecha valer en
subsidio de la pretensión de nulidad de matrimonio).
Pues bien, mediando conexidad, el legislador ha considerado conve-
niente concentrar ante un mismo juez los procesos que deberían desple-
garse cada uno ante jueces distintos, con el propósito de evitar, en algunos
casos, el peligro de decisiones contradictorias si cada una de las causas co-
nexas fuese decidida por un juez distinto; en otros, a fin de realizar la llama-
da “economía procesal”, evitando el dispendio inútil de múltiples procedi-
mientos cuando esas causas conexas podrán agruparse en un solo proceso
y, finalmente, cuando una de las causas conexas ha sido propuesta antes
que la otra, con el propósito de utilizar el criterio o “conocimiento de causa”
que ya tiene el juez ante quien primeramente acudió.
Así el art. 6º del Código Procesal establece una serie de reglas especiales
que nos marcan un desplazamiento de la competencia por conexidad.
2. Fuero de atracción
En los procesos universales (sucesorios, concursos y quiebras) se pro-
duce un fenómeno jurídico conocido con el nombre de “fuero de atracción”,
que consiste en que todas las acciones patrimoniales que se inicien en con-
tra del causante o difunto, o en contra del concursado o fallido, salvo excep-
ciones especialmente establecidas, deben tramitar ante el juez que entiende
en el proceso universal.
3. Recusación y excusación
Finalmente, la recusación como la excusación de los jueces también
produce, conforme lo vimos al ocuparnos de ellas, un desplazamiento de
la competencia.
1. Concepto
Hay cuestión de competencia cuando se desconoce a un órgano judicial,
sea por alguna de las partes o por otro órgano judicial, la potestad de in-
tervenir en determinado proceso. Las cuestiones de competencia pueden
La competencia 99
2. Modos de dirimirlas
Para plantear la cuestión de competencia, las partes tienen dos vías pro-
cesales: la declinatoria y la inhibitoria.
Claro que elegida una de las dos vías procesales, no podrá en adelante
recurrirse a la otra (art. 7º, apartado 3º). La declinatoria e inhibitoria se ex-
cluyen, pues, recíprocamente.
3. Trámite de la declinatoria
4. Trámite de la inhibitoria
La inhibitoria podrá plantearse hasta el momento de oponer excepcio-
nes, si están establecidas como previas en el proceso de que se trate, o de
contestar la demanda, si aquel trámite previo no se hallara establecido.
Como al usarse ésta se recurre a un juez ante quien no obra ningún an-
tecedente del proceso para el cual se plantea la cuestión de competencia, en
el escrito respectivo debe hacerse una exposición reseñada de los hechos
que se han expresado en la demanda, y de las motivaciones que lleven a
justificar la competencia del juez a quien se le está requiriendo intervenir.
Los restantes pasos de este trámite están claramente diagramados en el
Código Procesal (en los arts. 9º a 12), debiendo recordarse que de plantearse
el conflicto o contienda positiva o negativa de competencia los jueces deben
suspender los procedimientos, salvo los relativos a medidas precautorias o
cualquier diligencia de cuya omisión pudiera resultar perjuicio irreparable.
Ese conflicto de competencia sea positivo, sea negativo, debe ser resuelto
por la Corte Suprema de Justicia cuando él se suscite entre jueces o tribuna-
les del país que no tengan un órgano superior jerárquico común.
5. Apreciación crítica
Dice la escuela procesal de La Plata que aparece cuanto menos inexpli-
cable que al filo de nuestros tiempos debamos abordar el tema de las cues-
tiones de competencia, al menos con el ramaje que lo caracteriza, tan com-
plicado, y absolutamente retardatario. Cuando todo justiciable tiene como
mínimo derecho el de “saber a ciencia cierta” ante cuál juez puede acudir en
búsqueda de tutela jurídica, es trágico que en una época en que las compu-
tadoras podrían dar satisfacción a ese mínimo derecho, en escasísimos se-
gundos, aquél deba soportar esa guisa de las “cuestiones de competencia”,
al calor de los pliegues y repliegues (de largos meses, si no años) de trámi-
tes y baches —a veces suspensión del proceso de por medio— para llegar al
cabo conocer ante qué juez ha de ventilarse su pretensión.
Súmese a la crítica de la autorización legal de dos procedimientos: uno
largo y dispendioso (la inhibitoria) y otros menos largo y menos dispendioso
(la declinatoria).
Esta dualidad de procedimientos no tiene razón de ser y, por otra par-
te, es más seguro que los litigantes interesados en solucionar cuantos antes
sus diferencias elegirán el segundo; en tanto que los que deseen dilatar el
proceso optarán el primero. No es, pues, cuestión de dar muchas vías sino
proporcionar una segura. Lo contrario atenta contra el derecho al efectivo
acceso la jurisdicción.