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Podemos decir que los tiempos que corren están caracterizados por la búsqueda de un mayor desarrollo del cerebro humano a la luz de los conocimientos de
diferentes disciplinas.
Es así como la neurociencia, la educación y la psicología se han unido para hacer valiosos aportes y juntas dar origen a la neuroeducación, una disciplina que
busca explicar cómo a través del funcionamiento del cerebro, se pueden generar nuevas estrategias de enseñanza que fomenten el aprendizaje.
Para Forés (2019), la neuroeducación “Es una dinámica de aprendizaje basado en neurociencias, cuyo propósito es aplicar todo lo que se sabe acerca de cómo el
cerebro aprende y qué cosas estimulan el desarrollo cerebral al ámbito escolar.” (p. 4).
Estamos ante una visión de la educación que se nutre y articula con otras disciplinas como la Neurociencia, Psicología, Didáctica, Psicopedagogía, Filosofía y por
supuesto la propia educación, lo que lleva al aprovechamiento de los progresos que los investigadores y expertos de estas áreas hacen para comprender el
proceso de aprendizaje y los factores externos e internos que lo influyen. Podríamos calificarla como una nueva línea de pensamiento y acción, que tiene como
principal objetivo acercar a los agentes educativos a los conocimientos relacionados con el cerebro y el aprendizaje, a través de la generación de nuevas
experiencias de aprendizaje que permitan crear un entorno de enseñanza-aprendizaje más significativo. De allí, la importancia de buscar estilos alternativos de
enseñanza para que el proceso de enseñanza-aprendizaje sea lo más eficiente y efectivo posible.
Aun cuando los cambios más radicales en la estructura y conectividad del cerebro se producen en la infancia y la adolescencia, este puede cambiar con
elementos como la experiencia y las relaciones interpersonales los cuales influyen directamente en la formación de nuevas conexiones en nuestro cerebro. Su
desarrollo puede indicar cambios en la disposición a responder a estímulos ambientales, incluyendo los que ofrece la educación formal, de allí la previsible
importancia de esta, como mediadora del desarrollo cerebral a lo largo de nuestras vidas.
El aprendizaje cooperativo es una forma de trabajo en los ambientes de aprendizaje que resulta adecuada para proporcionar experiencias que motiven la curiosidad
y el interés por aprender o resolver una actividad.
Si tomamos en cuenta que somos seres sociales por naturaleza, como docentes debemos tener la capacidad (y la responsabilidad) de ofrecer a nuestros
estudiantes experiencias que le permitan aprender haciendo dentro de un ambiente colaborativo que le permita a cada uno individuo reforzar las conexiones
neuronales.
De acuerdo con investigaciones recientes, sugieren que el aprendizaje previo y el desarrollo de expectativas pueden condicionar la conducta social. Poseemos
capacidades innatas para la cooperación. Desde muy pequeñas, las personas somos seres sociales, perceptivos a las necesidades de los otros y capaces de
reaccionar ante sus dificultades, necesitamos de los demás para aprender (Jordá, Úbeda y Valiente, 2016).
Es decir, que la educación es clave en nuestro desarrollo colaborativo, si logramos potenciar esas capacidades a lo largo de la vida, los beneficios tanto
individuales como colectivos, pueden ser inconmensurables. El aprender a vivir juntos es uno de los cuatro pilares de la educación del siglo XXI y esto quiere decir
que, gracias al aprendizaje colaborativo, se promueven nuevas experiencias de aprendizaje que permiten generan aprendizajes significativos.
Según Johnson, Johnson y Holubec (1994) el aprendizaje cooperativo es el realizado en pequeños grupos, heterogéneos en su capacidad y rendimiento, en el que
asegurando la interacción y participación activa de todos sus integrantes aprenden hasta donde sus capacidades le permiten, así como a trabajar en equipo.
El trabajo colaborativo no es un recurso que puede ser usado intermitentemente. No se trata de que esporádicamente se desarrollen este tipo de grupos, no es un
recurso temporal, se busca que los equipos de trabajo en el proceso de enseñanza aprendizaje sean permanentes, fundamentalmente para aprender juntos, a
pesar de la heterogeneidad de sus miembros. Dentro de estos grupos cada uno enseña y ayuda al resto, mientras que aprende de los aportes de los demás,
traduciéndose en un mayor rendimiento y productividad generando relaciones interpersonales más solidarias. El trabajo cooperativo se ha mantenido y mejorado a
través del tiempo frente a otras propuestas pedagógicas, y continúa implementándose en cualquier escuela que quiere obtener buenos resultados y se considera
innovadora (Johnson y Johnson, 2009).
Es en este sentido que la neurociencia nos ha permitido identificar que definitivamente aprendemos gracias a las interacciones sociales y con el contexto que
tenemos como parte de nuestra naturaleza.
Las estructuras colaborativas en el proceso de aprendizaje llámese trabajo en equipo, colaborativo o cooperativo suponen, por tanto, poner en colectivo
conocimientos, materiales e ideas, para así construir un saber común. En el trabajo colaborativo no basta perseguir un objetivo común, también cuenta cómo deben
comportarse para su consecución, aportando beneficios en competencias afectivas y conductuales mejorando sus competencias, capacidades y habilidades
sociales.
En este contexto, la responsabilidad del docente es promover el espacio adecuado y cónsono para la construcción del conocimiento. Esto implica la organización
de la enseñanza y el uso de estrategias ajustadas para crear nuevos espacios de interacción, dentro de los aspectos que el docente debe considerar para que las
estructuras colaborativas resulten eficientes se encuentran, entre las más resaltante: la manera en que son conformados los grupos, proveer al grupo de metas y
objetivos claros , vigilar las relaciones entre los miembros del grupo, dar a los miembros del grupo distintos roles y responsabilidades , acompañamiento cuando el
grupo no es capaz de avanzar, comprobar si sus miembros están aprendiendo y reforzar positivamente el trabajo y evolución del grupo.
Si bien hace ya varios años que en las instituciones educativas se promueve el trabajo en equipo como una forma de organizar asignaciones y evaluaciones de los
estudiantes, no se alcanza un real trabajo colaborativo si no se logra que éstos aparte de los contenidos académicos, puedan desarrollar la alteridad, la tolerancia,
el pensamiento reflexivo, la formación de juicios y la identificación de valores para la convivencia. En este sentido, es necesario poder hacer que los individuos
sean conscientes de que en el trabajo colaborativo está bien defender ideas, está bien discernir de otros puntos de vista, pero también está bien reconocer las
opiniones, ideas y puntos de vista de los demás, y que en ese compartir constante de ideas y experiencias, y construcción se generan también aprendizajes.
Como se ha mencionado en líneas anteriores las estructuras cooperativas y colaborativas favorecen el proceso de aprendizaje de los estudiantes e incrementan el
avance de las habilidades sociales necesarias en la sociedad actual. En este contexto, es de especial interés el aporte que las herramientas tecnológicas hacen al
logro de este objetivo, tanto así, que se convirtió en la nueva tendencia educativa. Estas han acrecentado las posibilidades de interacción entre profesores y
alumnos y entre compañeros, borrando los límites espaciales y temporales que hasta ahora pudieron haber obstaculizado la comunicación.
Existe gran cantidad de herramientas tecnológicas para apoyar el trabajo colaborativo, blogs, el internet, páginas web, wikis, plataformas educativas,
videoconferencias, chats, foros, podcasts, Youtube, Facebook, Twitter, Myspace, entre otros. Debemos tener claro que estas son solo un medio para contribuir a
que este funcione. Su uso exige una definición de las actividades y del uso de tales herramientas para la generación de entornos de aprendizaje, es decir, cómo se
implementarán pedagógicamente todas las facilidades que ofrece la tecnología.
Esta visión innovadora de generar el aprendizaje, exige un cambio en el papel del docente que debe convertirse en el coordinador/ orientador del accionar que los
alumnos han de seguir para impulsar su forma de adquirir conocimiento, necesitando los docentes el desarrollo de competencias digitales. Por otra parte, es
necesario dotar a las instituciones educativas del equipamiento y la estructura tecnológica acorde, aunque esto sólo no es suficiente, para ponerlas a tono con las
necesidades y demandas de la sociedad actual, ya que comunicarse o compartir información con muchas personas a la vez debe estar al servicio de la generación
de conocimientos a partir de la interactividad y generar competencias para potenciar el auto aprendizaje.
Nuestro entorno ha cambiado radicalmente la forma en que nos comunicamos y la educación no escapa de ello. La revolución que ha significado la Web y la
difusión de diversos tipos de redes sociales y comunidades virtuales ha traído como consecuencia que la información sea cada vez más accesible, las noticias,
novedades eventos, entre otros, incluyendo la posibilidad de compartir y crear nuevo contenido.
La Web 2.0 o Web social representan una tendencia en internet que promueve un ciberespacio más interactivo, donde los usuarios tienen un papel activo que le
permite generar contenidos o formar parte de comunidades virtuales. Como docentes, no debemos descartar este tipo de herramientas o nuevas tendencias. Como
ya bien hemos mencionado en los módulos anteriores, el mundo está evolucionando y no podemos hacer caso omiso a esto, por el contario, debemos saber
aprovechar y adaptarnos. Entonces, lo importante es saber cómo aprovechar todo lo que nos ofrecen los nuevos entornos para aplicarlos en nuestros contextos
educativos, como herramientas colaborativas y para promover proyectos innovadores que permitan despertar el interés en los estudiantes en buscar nuevas
formas de aprender.
Llamada también inteligencia colectiva, la Web 2.0 tiene como principio fundamental que la información puede ser usada por todos, lo que impulsa la coautoría y el
intercambio de contenidos, proporcionando nuevos medios de expresión creativa y maneras de pensar. Hasta ahora la mayoría de las instituciones educativas han
estado “fuera” de este contexto, pero imperiosamente deben apropiarse de estos nuevos elementos.
Ahora bien, cuando hablamos del rol del estudiante, se hace necesario que el estudiante, al igual que los docentes, tengan competencias en el manejo adecuado
de la tecnología y redes sociales como fuente de interacción. Esto no solo está asociado al saber manipular la herramienta o el sistema en sí (como ingresar, como
avanzar, como cargar recursos, etc.) sino se trata también del uso adecuado que le damos a esas redes en la web, por ejemplo, el saber cómo interactuar en ellas,
sin ser ofensivo, el saber cómo se debe investigar o como compartir información. Incluso, los estudiantes deberán ir reconociendo cuál método les es más
práctico o de preferencia para su aprendizaje. Esto permite que los estudiantes puedan contribuir con su propio aprendizaje, una vez que identifique cual o cuales
estrategias facilitan lo que quiere aprender. Puede trabajar colaborativamente en un wiki, participando en un chat, utilizando foros, exponiendo sus opiniones en
entradas de bases de datos o subiendo contenidos a la plataforma.
En este sentido, podemos decir que las herramientas de la web 2.0 se convierten en estrategias de aprendizaje, definidas como modos que ayuden “a adquirir
información e integrarla al conocimiento ya existente” (Donolo, Chiecher y Rinuado 2004, p. 11), ayudando a mejorar el desempeño académico de los estudiantes al
cumplir ya que actúan como medios para generar un aprendizaje significativo, propiciando, además, la creación de comunidades de aprendizaje.
A la par de su potencial como impulsor de nuevos aprendizajes, sino se utilizan adecuadamente, las herramientas web pueden generar experiencias poco
favorecedoras para el aprendizaje ya que actúan como elemento distractor o como una herramienta de poco aporte significativo por la cantidad de información de
baja calidad.
Al plantearnos el uso de las redes sociales en el proceso de enseñanza aprendizaje, es ineludible tratar el papel que cumplen los docentes en toda esta
transformación educativa, dado que toda la magnitud que se quiera de conocimiento se encuentra en la Red. Su rol sufre un viraje al convertirse en participe y
mediador del proceso de generación de conocimientos junto con los estudiantes, centrando parte de su acción de enseñanza en la organización y comprensión del
material informativo. De acuerdo con esto su esfuerzo estará centrado en guiar el proceso de enseñanza aprendizaje ayudando al estudiante a desarrollar
capacidades y competencias utilizando nuevos esquemas de enseñanza, que lleven a una mayor autonomía y autosuficiencia para aprender.
Finalmente, podemos concluir que la tecnología facilita el aprendizaje colaborativo y promueve espacios de intercambio de información que impulsan la
cooperación, su atracción y enraizamiento en los estudiantes son una gran posibilidad pedagógica. En este sentido, lo importante es saber cómo usar dicha
tecnología a favor de la educación.
“El intelecto, el carácter y la destreza tienen su base psicológica en la estructura y las actividades de
las neuronas y los órganos accesorios que componen el sistema nervioso”.
La aparición de la Neuroeducación y otros paradigmas asociados a las Neurociencias, representa un cambio cultural en cuanto a entender como nuestro cuerpo en
su totalidad y no sólo el cerebro, forman parte de un sistema de aprendizaje organizado y complejo, integrado a un contexto social y natural. Es entonces, esencial
que los agentes que intervienen en el proceso educativo, conozcan e identifiquen las bondades de este conjunto de ciencias, que persiguen robustecer la acción
de los distintos actores educativos, especialmente estudiantes y docentes. En ese sentido, Renate Nummela Caine y Geoffrey Caine (s.f) aportan 12 principios de
carácter neurocientífico (biológico y social) que resumen los hallazgos en Neuroeducación:
1 El Aprendizaje es fisiológico;
9 Hay dos aproximaciones a la memoria: archivar hechos aislados, y construyendo memoria semántica o experiencial;
Es importante destacar en este punto, que el aprendizaje se ve determinado por la genética, por lo adquirido durante la formación y el desarrollo. Así mismo, influye
en este sistema, la manera como se da la interacción con nuestra familia, amigos y la sociedad. El resultado de estas interacciones genera el carácter diferencial
en cada individuo. Durante todas sus experiencias, incluyendo la experiencia escolar, el individuo, va formando su carácter, va estructurando un sistema de
creencias, pensamientos y valores que le permiten desenvolverse en el mundo y en el contexto en el cual se encuentra. Ante este panorama, uno de los encargos
de los agentes educativos es promover espacios y experiencias que potencien y sumen direccionalidad al aprender, que incluyen factores sociales, curriculares,
económicos, relacionales, familiares, alimenticios, entre otros.
Existe evidencia que muestra cómo las conexiones neuronales que permanecen inactivas, desaparecen; esto tiene serias implicaciones para la enseñanza y el
aprendizaje. Si la educación no consigue activar y desarrollar experiencias de aprendizaje potentes y desafiadoras que mantengan activas las conexiones
neuronales, la niñez y adolescencia en las instituciones educativas, perderán estas potencialidades como producto de una educación que no proporciona
experiencias problematizadoras y retadoras; de esta forma la educación pudiera transformarse en un fenómeno que aporta más limitaciones que fortalecimiento a
sus capacidades humanas.
Existen implicaciones, neuroeducativamente hablando, importantes y de gran valor para seguir enriqueciendo el proceso de aprendizaje. Derivadas de la
neurociencia, abren el camino para mejorar la educación, hacerla más empática y en ese camino transformar la sociedad. A continuación, algunos de ellos.
Plasticidad Cerebral
–
La plasticidad cerebral permite a los individuos adaptarse a nuevos entornos durante los procesos de aprendizaje. Esto implica la capacidad que tenemos como individuos de
reestructurar nuestro pensamiento predeterminado, para construir uno nuevo, de acuerdo al contexto o a una necesidad en particular como método de natural de supervivencia.
Esta propiedad posibilita el aprendizaje a lo largo de la vida y nos indica que siempre podemos esperar el avance de nuestros estudiantes, especialmente de aquellos con
dificultades para aprender. Mostrarles que sus cerebros tienen la capacidad de generar nuevas neuronas y seguir aprendiendo o que la inteligencia es resultan elementos
motivadores y potentes, que promueven la seguridad y el protagonismo en su proceso de aprendizaje. Todo este conocimiento del cerebro humano y de cómo aprende deja atrás
prácticas como etiquetar a los estudiantes e incide positivamente en su autoconcepto, uno de los factores más importantes en el aprendizaje.
Emociones
–
Diferentes estudios que se han hecho del cerebro han revelado que las regiones cerebrales se activan ante las diferentes emociones.
Es así que la actividad cerebral del alumno es mínima cuando se convierte en un receptor pasivo de la información, pero aumenta considerablemente cuando participa activamente
en el proceso de aprendizaje.
Por lo tanto, es necesario que dentro de las aulas como docentes generemos un clima emocional de forma positiva, donde se sientas motivados, trabajen en equipo, donde los
errores no sean asumidos como derrotas sino como parte del aprendizaje.
Atención
–
La atención es un recurso limitado. Difícilmente un niño o adolescente puede mantenerla. Está comprobado que las prácticas influyen en los circuitos neuronales que promueven
el desarrollo intelectual del niño, por lo tanto, promover la práctica, ejercicios desde el hacer, es decir, el “aprender haciendo”, ayudarán a que el estudiante preste mayor atención o
sea más consiente, lo cual generará un aprendizaje más significativo.
Memoria
–
Memoria y aprendizaje son dos procesos que van de la mano, existe una memoria implícita relacionada con los hábitos, que requiere la práctica continua (aprendizaje de las
reglas ortográficas , por ejemplo) esto no significa que los estudiantes tengan que repetir una y otra vez los mismos contenidos , lo cual a la larga resulta desmotivador; esta
memoria nos permite consolidar lo aprendido, y una memoria explícita que está asociada a datos, hechos o sucesos autobiográficos, que va acompañada de una orientación más
asociativa (reflexiva). Ahora bien, conocer la existencia de los diferentes tipos de memoria, permitirá aplicar los recursos más adecuados en cada caso.
Ejercicio físico
–
La actividad física tiene una incidencia positiva sobre el cerebro. Según Gómez-Pinilla y Hillman, (2013) al realizar ejercicio físico se segrega la molécula BDNF (Factor Neurotrófico
derivado del Cerebro) que está asociada a los procesos de plasticidad sináptica, neurogénesis o vascularidad cerebral. Esto sugiere la importancia del tiempo dedicado a la
actividad física en las instituciones educativas.
“En el mundo de la educación infantil el ejercicio físico tiene una correlación positiva con la memoria y el aprendizaje, con la atención, con las funciones ejecutivas (…)” (Alonso, J,
2017, p. 2).
Así mismo se ven beneficiados el tiempo de reacción, el lenguaje, la velocidad de procesamiento de la información, las habilidades motoras, la capacidad verbal y visuoespacial y
los resultados académicos. Así mismo, señala este autor que existe evidencia “en personas de diferentes edades de que la actividad física ejercita también el cerebro y se han
detectado aumentos de volumen en diferentes áreas cerebrales relacionadas con el ejercicio y el deporte.” (Alonso, J. 2017 p. 2)
Juego
–
Podríamos decir que el juego es una actividad propia de los niños, es lo que los emociona, los motiva, les da placer, incluso es utilizado por sus maestros, padres o representantes
como parte de una recompensa. Cuando como docentes queremos utilizar el juego como parte de una estrategia motivadora para el aprendizaje, debemos ser cuidadosos en que
estos se correspondan a los objetivos de aprendizaje que queremos alcanzar. El juego tiene como principales ventajas, el activar el sistema de recompensa y el poder obtener un
feedback de forma inmediata. Hoy en día en los diferentes niveles educativos, desde el inicial hasta el organizacional (formal y no formal), el juego aplicado al aprendizaje
(gamificación o ludificación) se ha convertido en una tendencia.
Creatividad
–
Ser creativo, ¿nace o se hace? Podríamos decir, que hay personas más creativas que otras, pero son muchos los autores que afirman que la creatividad se puede desarrollar y
aprender. Ser creativos hoy corresponde a una de las habilidades necesarias para la sociedad de hoy en día, por lo tanto, debemos generar ambientes que le permitan a los
estudiantes ser creativos y crear estrategias que le permitan descubrir su talento creativo.
Cooperación
–
Como seres humanos que somos y dada la naturaleza social de nuestro cerebro, parece natural y necesario fomentar la cooperación en el aula, el trabajo cooperativo en contra del
competitivo, favorece las buenas relaciones entre los compañeros e incide positivamente en el rendimiento académico, favoreciendo así mismo la adquisición de confianza y su
sentido de pertenecía al grupo.
Al tratar de definir Comunidad de Aprendizaje (“Learning Community”) encontramos en la revisión realizada, que su uso tiene significados diversos de lo cual se
desprenden políticas, programas y proyectos tambien diversos.
García, N (2002) considera la comunidad de aprendizaje como un modelo de formación “abierto, participativo y flexible” (p. 1).
Una Comunidad de Aprendizaje es una comunidad humana organizada que construye y se involucra en un proyecto educativo y cultural propio,
para educarse a sí misma, a sus niños, jóvenes y adultos, en el marco de un esfuerzo endógeno, cooperativo y solidario (p.1).
De acuerdo con los conceptos señalados pudiéramos concluir que una Comunidad de Aprendizaje se trata de una propuesta educativa vinculada al desarrollo de
un espacio local y comunitario, con un alto contenido de solidaridad, que promueve la transformación social y cultural, dada su búsqueda de que los actores
involucrados se conviertan en agentes educativos y no meros usuarios de un servicio. Su construcción supone revisar aspectos como la vinculación y articulación
actual escuela-comunidad, escuela-familia, educación formal /no formal, escuela – instituciones/organizaciones que hacen vida en el territorio. De allí que erigir
una comunidad de aprendizaje implica la construcción de planes educativos territorializados que promuevan, identifiquen y analicen estrategias educativas que
contribuyan a disminuir las desigualdades sociales y mejorar los resultados educativos.
A la par de lo señalado, existen elementos definitorios de lo que es una comunidad de aprendizaje, los mismos son señalados por Rosa Torres (2001) en su artículo
Repensando lo Educativo desde el Desarrollo Local y desde el Aprendizaje, se las mostramos en el siguiente gráfico.
Esta misma autora, sistematiza algunas premisas básicas para el desarrollo y funcionamiento exitosos de las Comunidades de Aprendizaje, a saber:
El sistema escolar no es el único sistema educativo, la familia y los medios de comunicación también lo son.
Lo importante es el aprendizaje más que la educación en sí misma, para ser tal, debe ser significativo para quien aprende.
El aprendizaje se genera desde diferentes espacios (la familia, el contexto) y con diferentes estrategias (la observación, la lectura, la reflexión).
Cada comunidad de aprendizaje adquiere y desarrolla sus propios mecanismos y redes de enseñanza y aprendizaje, usando canales formales e informales.
Cada uno de los integrantes de la comunidad es considerado una persona con potencial para enseñar y aprender.
Existe un lazo entre escuela y comunidad de aprendizaje, es vital para afianzar ese vínculo la sinergia de esfuerzos
Las comunidades de aprendizaje son experiencias inter generacionales, la educación de niñas y niños, jóvenes y adultos se necesitan y complementan
mutuamente.
La cooperación y la solidaridad son normas y recursos para asegurar los conocimientos, habilidades, valores y actitudes que deben caracterizar una comunidad
de aprendizaje.
Contemplar la necesidad de dar respuestas acordes a cada realidad específica, respetando la diversidad.
Los aprendizajes son responsabilidad conjunta de la sociedad a través de sus instituciones y de cada persona en particular. (Torres, R. s.f)
Las Comunidades de Aprendizaje son proyectos de relevancia en los procesos de transformación social, su principal virtud es que parte del dialogo como punto
central del proceso, bien gestionado se puede lograr una mejor atención y relaciones profesor – alumno y de estos con el resto de los actores comunitarios.
Por último, maneja una concepción del conocimiento como algo dinámico, alcanzarlo supone una comprensión propia de la materia estudiada, como proceso
activo y colaborativo contribuye a contrarrestar la pasividad que muestran los estudiantes ante otras propuestas educativas.
El siguiente cuadro de Torres, R, (2001) muestra una comparación entre una comunidad escolar cualquiera y una Comunidad de Aprendizaje puede servir para
aclarar algunos de los aspectos desarrollados anteriormente.
Educación escolar
Educación escolar y extra-escolar
Educación formal
Educación formal, no-formal e informal
Los agentes escolares como agentes de cambio Los agentes educativos como agentes de cambio
Visión fragmentada del sistema escolar (por niveles educativos) Visión sistémica y unificada del sistema escolar (desde Infantil hasta
la universidad)
Planes institucionales
Planes y alianzas interinstitucionales
Innovaciones aisladas
Redes de innovaciones
Administraciones educativas
Administraciones educativas, otras administraciones y sociedad civil
C O NT I NU E
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4.2.1 Neurodidáctica
Jesús Guillen.
Asociado al concepto de Neuroeducación aparece el de Neurodidactica, que persigue también optimizar el proceso de enseñanza a partir del desarrollo del cerebro,
su aporte fundamental a la educación se puede resumir en la frase “para aprender hay que emocionarse”. Considera esta disciplina que un modelo pedagógico
centrado en el estudiante como receptor pasivo no logra motivar ni concentrar toda su atención en una tarea. Experimentos realizados dan cuenta de que al adquirir
nueva información el cerebro procesa los datos desde el hemisferio derecho, relacionado más con las imágenes y la creatividad, por lo que considera que las
palabras tienen poca influencia cuando se quieren enseñar nuevos contenidos.
Hace hincapié esta disciplina en la importancia del desarrollo de las nuevas estrategias y tecnologías en el campo educativo con base en como el cerebro aprende
y que elementos estimulan su desarrollo, teniendo su base en la emoción, la atención y la curiosidad incorporando el uso del juego en los ambientes de aprendizaje
(gamificación), estos elementos permitirán al docente adaptar su estilo de enseñanza.
Otro aporte en el campo de las neurociencias corresponde a la neuroarquitectura que orienta sus aportes a conocer y explicar cómo el entorno modifica la química
cerebral y por lo tanto el comportamiento, las emociones y los pensamientos. Se considera al espacio puede guiar el aprendizaje.
En nuestro cerebro existen neuronas específicas que identifican la situación en un entorno particular y, junto a estas, otras que nos permiten crear
una imagen mental de los alrededores…. Los patrones de organización de algunas de estas neuronas pueden verse influenciados por la forma del
espacio externo. Y si el contexto en el que nos desenvolvemos tiene una incidencia en la esfera neuronal, también parece tenerlo en el nivel
cognitivo, emocional o conductual (Guille, 2017, p. 2).
A continuación, algunos de los factores que pueden afectar estos procesos y sus efectos negativos sobre el aprendizaje.
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Fuente: Guillen, J. (2017). El tercer profesor: espacios que guían el aprendizaje. Recuperado de: https://bit.ly/2Oyddml
Fuente: Guillen, J. (2017). El tercer profesor: espacios que guían el aprendizaje. Recuperado de: https://bit.ly/2Oyddml
Fuente: Guillen, J. (2017). El tercer profesor: espacios que guían el aprendizaje. Recuperado de: https://bit.ly/2Oyddml
La escuela debe cubrir las necesidades educativas y sociales del estudiantado, según Nair (2016) una institución educativa bien diseñada debe cumplir con cuatro
criterios esenciales: Ser acogedora, eso condiciona el comportamiento de los estudiantes; ser versátil para poder atender las variadas necesidades de los
estudiantes; proveer variados espacios educativos y crear climas emocionales positivos necesarios para el aprendizaje. La escuela debe garantizar la integración
natural de las distintas disciplinas que hacen vida en sus espacios donde la vinculación con el entorno, la cooperación y la alteridad sean sus principales
componentes. Se trata de poner el ambiente en consonancia con la forma como aprende nuestro cerebro.
En este sentido, Boscán (2011) muestra en su investigación modelo didáctico basado en las neurociencias para la enseñanza de las Ciencias Naturales tres
modalidades de estrategias neurodidácticas: operativas, metodológicas y socioemocionales diseñadas para optimizar el aprendizaje, su aplicación dependerá del
contexto, estilo y ritmo de aprendizaje de los estudiantes. A continuación, las señalamos.
Estrategias operativas: Estilos creativos de enseñanza en función del interés del alumno y del contexto
Organizadores Previos: Conceptos y proposiciones que sirve de puente entre los nuevos conocimientos y los conceptos e ideas previas sobre el
tema que traen los estudiantes
Mayéutica: Intencionalmente hacer preguntas a los estudiantes, para promover el intercambio y la discusión entre ellos
Uso de Mapas Mentales: Herramienta para representar a través de palabras, dibujos y frases ligadas entre sí, la información sobre un tema o
concepto clave. Importante para memorizar y generar conocimiento.
Mapas Conceptuales: Se usa para presentar en forma gráfica la síntesis de un tema en particular. Su objetivo es relacionar conceptos generando
proposiciones unidas por palabras de enlace.
TIC: El uso de las tecnologías sirve para establecer una conexión remota entre docentes y estudiantes. Se puede crear, diseñar y compartir
recursos a través de las redes sociales y otros medios o aplicaciones.
Neurógrafos: Son obras visuales que se trazan con la figura de una neurona, estableciendo conexiones sinápticas.
Tutoría de iguales: El trabajo en parejas contribuye a fortalecer el compromiso con el aprendizaje, el trabajo cooperativo y la empatía.
Relajación y Sensibilización: Buscan que el estudiante este relajado y alerta a través de la creación de un clima emocional positivo para el
aprendizaje.
Retroalimentación: Estrategia de reforzamiento del aprendizaje, forjando productos y sentimientos de logro, tomando en cuenta lo positivo y
limitante del proceso, afianzando nexos afectivos y cognitivos.
Reflexivas: Busca la toma de conciencia del aprendizaje, la memoria y de cómo se transfiere el conocimiento a una situación determinada o
contexto.
Finalmente, como se ha señalado en párrafos anteriores la Neurociencia revela, a través del estudio del cerebro, que solo puede ser realmente aprendido lo que
llama nuestra atención y nos genera emoción. Díaz (2017) resume lo que denomina estrategias desde la Neuroeducación, descritas en forma de orientaciones a
tener presentes en los ambientes y situaciones de aprendizaje, las cuales mostramos a continuación:
1 Comenzar la clase con algo provocador, sea una frase, un dibujo, un pensamiento o con algo que resulte chocante.
2 Presentar un problema cotidiano que lleve a despertar al alumno al principio de las clases: “Al venir hoy a clase he visto en el parque una fila de árboles todos
pintados de azul, ¿a qué creen ustedes que puede deberse ese fenómeno? ¿Qué intención tiene quien lo ha hecho?
3 Crear una atmósfera de diálogo por parte de los alumnos en la que estos se vean relajados y a gusto y no cuestionados sobre si sus preguntas son tontas o sin
ningún interés.
4 Dar el tiempo suficiente para que algún alumno desarrolle un argumento y se vea con ello motivado a encontrar la solución ante los demás problemas que plantea.
5 En un seminario y sobre un tema concreto no preguntar sobre un problema, sino incentivar al estudiante a que sea él quien plantee el problema de forma
espontánea. Ello estimula su propia querencia, autoestima y motivación personal.
6 Introducir durante el desarrollo de la clase elementos que impliquen incongruencia, contradicción, novedad, sorpresa, complejidad, desconcierto e incertidumbre.
7 Que los grados del punto anterior sean los adecuados sin provocar ansiedad en los alumnos.
8 En los seminarios o clases prácticas procurar la participación activa del estudiante y su exploración personal.
9 Reforzar el mérito y el aplauso ante una buena pregunta o resolución de un determinado problema.
10 Modular pero no dirigir la búsqueda de una respuesta por parte de alumno y menos proporcionar la resolución del problema. (Díaz, 2017. Recuperado de
https://bit.ly/33Q8Mqn)
El proceso de socialización del hombre se inicia luego del sedentarismo, etapa caracterizada por la lucha por la supervivencia, para formar grupos permanentes en
zonas donde podían vivir en condiciones climáticas apropiadas y obtener alimentos. Es a partir de esta realidad que tiene su origen el denominado cerebro social,
gracias al cual podemos aprender del entorno y controlar nuestros comportamientos sociales, surge para cubrir la necesidad del ser humano de vivir y competir con
otros para satisfacer sus necesidades de alimento y sexo, garantizando así, su sobrevivencia. El cerebro social ayuda a percibir las emociones de los demás
mirando lo que el otro está sintiendo expresado en sus ojos, cara y cuerpo, éste cerebro se activa en todo espacio de interacción con los otros.
Hablar de Cerebro Social es equivalente a hablar de cognición social. Es la forma como procesa nuestro cerebro información sobre otros seres humanos,
reafirmando que el ser humano es por excelencia un ser social. El cerebro social incluye “zonas” tales como el “giro fusiforme”, que nos sirve para reconocer y
archivar las fisonomías (rostros); el sistema de neuronas espejos, las cuales están asociadas a la capacidad de relacionarnos, ser empáticos e imitativos, otra
zona es la Red Neuronal por Defecto que se activa cuando no estamos pensando en nada y las Neuronas Von Ecónomo relacionadas con la toma de decisiones y
la detección de conflictos sociales.
Desde que nacemos, son las condiciones y estímulos presentes en el entorno los que forman la identidad y el conocimiento de las otras personas; de allí que, todo
aprendizaje está influido por las relaciones sociales que estas tienen. El individuo debe ser concebido siempre como parte integrante de un sistema social más
amplio, esto comienza aún antes del nacimiento. La voz de la madre y su ritmo cardíaco son identificados por el infante, así como el desarrollo del lenguaje
dependerá de escuchar hablar a los demás (Salas 2003).
Para la educación es muy importante conocer cómo estamos constituidos, en especial nuestro cerebro, para poder manejar el conocimiento, las emociones y la
relación con los demás, al igual que conocer ciertas características del cerebro que deben ser consideradas para posibilitar la organización de procesos de
enseñanza aprendizaje coherentes con la forma en que aprende el cerebro.
Según Valdizán (2008), las siguientes son funciones cognitivas básicas resultantes del vínculo dinámico entre las distintas estructuras cerebrales con el entorno.
A continuación, sus principales características.
Para finalizar, podemos advertir que estos principios constituyen máximas, que si se consideran y aplican tendrán como resultado un cambio profundo sobre la
educación, entendida como aprendizaje basado en el cerebro.
Margalef y Arenas (2006) señalan que “El cambio siempre implica una alteración, una transformación de un objeto, de una realidad, de una práctica o de una
situación educativa (...) Mas adelante aclaran que “en el caso de la innovación educativa... el cambio es la causa y el fin de una innovación, es decir, se innova
para generar cambios.” (pag.15)
Para innovar es necesario estar conscientes de que el mundo ha evolucionado, por lo tanto, es necesario hacer un cambio en la manera en la que hemos venido
actuando, en la forma en la que hemos venido haciendo las cosas, es decir, implica hacer un cambio en el sistema de creencias con el que ya venimos; incluso
muchas veces será necesario desaprender, para poder aprender, generar nuevos conceptos y nuevas ideas, buscando de esta forma reconstituir y cambiar lo
establecido para favorecer su mejora.
Este concepto asociado al de Ecosistema, muestra como desde la interacción de sus componentes, se generan procesos con el fin de introducir cambios para
mejorar el aprendizaje/ formación. Alcanzar tal integración es vincular en torno al hecho educativo, personas, infraestructura, normas, tecnologías, contenidos,
servicios, territorio, medios de comunicación y cualquier recurso que sea necesario en el contexto formativo, De acuerdo con Tessier (citado en Choque, 2009), “…
El ecosistema educativo se fundamenta en el paradigma ecológico integrado por un medio de vida que implica a organismos vivos y objetos que se influencian
entre ellos… donde cada elemento es a la vez origen y objeto de influencia por vía de reciprocidad…” se constituyen en un marco para la búsqueda y desarrollo de
soluciones en las que el proceso enseñanza /aprendizaje son el centro del problema.
La evaluación de un ecosistema de innovación busca valorar y analizar los resultados de la innovación y especialmente el grado de consolidación del cambio para
poder ir avanzando y determinar si es o no una innovación, ya sea una experiencia de aula (buenas prácticas de innovación) o las que están financiadas a través de
proyectos. Para lograrlo es importante diseñar un plan de evaluación donde se concreten las técnicas, los métodos y los instrumentos necesarios, luego recoger
los datos, analizarlos e interpretarlos para difundir los resultados. A continuación, cuatro características a considerar en la evaluación que nos permitirán reconocer
si el cambio realizado es o no una innovación. Fidalgo (2015):
Otras características a considerar, en función de objetivos no relacionados directamente con el aprendizaje, son la creación de nuevos conocimientos, la inclusión
o creación de artefactos tecnológicos, nuevos procesos surgidos durante la experiencia, alineación institucional y viabilidad económica.
Como se refiere en líneas anteriores, la meta principal de la evaluación del ecosistema de innovación educativo debería orientarse a proporcionar información a los
involucrados acerca del funcionamiento del mismo y contribuir a mejorar los procesos y resultados educativos. Al pensar en su evaluación debemos considerar
aspectos que direccionen positivamente la valoración que se pretende hacer del mismo, tales como:
La pertinencia del objetivo a alcanzar, el cual debería estar ligado al logro de los fines de la innovación educativa.
Los métodos e instrumentos para la investigación tienen que ser adecuados para suministrar la información que se requiere acerca del impacto que la innovación
tiene en los aspectos que pretende mejorar o cambiar.
Estimar si la información que se busca suministrará el conocimiento demandado para la toma de decisiones acertadas y la mejora de las instituciones educativas
y su relación con el entorno social.
La evaluación es consustancial a toda actividad educativa. Siempre debe servir para apoyar la mejora de los programas educativos, cuyo fin último es responder a
los intereses de los estudiantes y la sociedad, a la vez que permite analizar la actuación y funcionamiento de los distintos factores o actores del sistema,
proponiendo las medidas necesarias para atender a la singularidad y a las necesidades del alumnado, según sea el entorno en el que se desarrolla. Las
evaluaciones sirven para conocer el estado en el que se encuentra lo evaluado e informar sobre modos de decisión y mejora.
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C O NT I NU E
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Referencias
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