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Información Arturo Díaz Bravo (Derecho Mercantil)

7.5.1 El status de socio Como se sabe, en el mundo del derecho un status es un


conjunto de derechos, obligaciones, deberes y cargas, todos ellos de contenido
jurídico, derivados de la situación o condición especial de una persona física o
moral, pero también de una colectividad e incluso de un país. Se habla, así, del
status de minoría de edad, de casado, de delincuente, de quebrado, de guerra, de
sujeción a proceso, etcétera. Pues bien, el de socio es un verdadero status, ya
que en torno de él existe una trama de derechos, obligaciones, deberes y cargas
propios de su condición de miembro de la sociedad. Calidad tal, como ya se ha
visto, es fácilmente transmisible en la sociedad anónima, mediante el endoso y
entrega de los títulos accionarios, no así en las sociedades de personas, en las
que se precisa de una reforma estatutaria y del consentimiento de los demás
socios.1
Los títulos de las acciones sólo transmisibles mediante el endoso previsto por la
LGTOC. Sin embargo, en cuanto la ley societaria hace frente a la imposibilidad
práctica, por diversas razones, de que se consigne tal endoso, dispone que en tal
supuesto la transmisión se anote en el documento mismo (arts. 130 y 131). Tal es
el caso, por ejemplo, de títulos embargados o adjudicados por herencia: resulta
obvio que aquí la transmisión deberá efectuarse por la autoridad judicial
respectiva. En efecto, como uno de los principales atributos de la sociedad
anónima opera el de que las acciones, en cuanto documentos representativos de
las aportaciones al capital social, cumplen también una función contable y otra
más, de índole jurídica2
No resulta ocioso dejar apuntado que la mayoría de los doctrinarios estima que las
acciones son títulos de crédito. Así, José Gómez Gordoa13 “Las acciones son
títulos de crédito colectivos que se emiten en serie y son nominativos, en los
términos del artículo 111 de la Ley General de Sociedades Mercantiles”. Lo propio
opina el antes citado autor argentino Héctor María García Cuerva: 14 “La acción
es un título-valor o de crédito, siendo al respecto, y a mi juicio la definición de
Vivante la más completa, ya que permi - te identificar las características esenciales
de estos documentos”. Muy a pesar de ello, no es fácil compartir tal postura, pues,
a poco que se examine su real operación, aparece que no se enmarcan dentro del
tradicional concepto vivantiano de los títulos de crédito, que, según es bien sabido,
incluye, como uno de los principales elementos, el consistente en el derecho
literal, que en rigor no opera en las acciones, pues no debe confundirse el valor
nominal de las mismas con el derecho atribuido al accionista, que en verdad poco
tiene que ver con dicho valor literal, por cuanto depende de numerosos factores,
como el resultado anual de la sociedad, el acuerdo de la asamblea, que podría ser
en el sentido de no repartir utilidades, el valor exhibido de la acción y algunos
otros. Por otra parte, como se expresó hace poco, el capital social, y
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consecuentemente el valor nominal de las acciones, configura una mera cifra, que
en modo alguno concuerda con los derechos patrimoniales del socio, pues en la
vida real sólo resultan proporcionados al importe de su aportación. Parece
oportuno, además, recordar que el mencionado precepto legal no expresa que las
acciones sean títulos de crédito, sino, por lo contrario, parece insinuar que no lo
son, al disponer que “… se regirán por las disposiciones relativas a valores
literales, en lo que sea compatible con su naturaleza y no sea modificado por la
presente ley”. La misma postura dubitativa asume Mantilla Molina: 15 “… la
doctrina dominante incluye entre los… títulos de crédito a las acciones. No
obstante debe señalarse que la literalidad, propia de los ‘titulosvalor’, no presenta
en las acciones sus caracteres con toda nitidez, debido a que son títulos
causales…”.3
Pero además, también opera en contra del pretendido carácter cambiario de estos
documentos, la circunstancia de que, en los términos del art. 129 LGSM, la
sociedad emisora sólo puede considerar como dueño de las accio nes a quien
aparezca inscrito como tal en el libro de registro correspon dien te, lo que debilita
grandemente los principios de literalidad y de legitimación característicos de los
títulos de crédito, pues en este caso no son suficientes para hacer valer los
derechos documentales frente a la sociedad emisora4
Por otra parte, también en contra de la indicada postura opera la posibilidad de “…
que la transmisión de las acciones sólo se haga con la autorización del consejo de
administración, el cual podrá negarla siempre que designe un comprador de las
mismas al precio corriente en el mercado” (art. 130, LGSM), lo cual claramente
navega en contra de la libre transmisibilidad de estos documentos, a tal punto que
el accionista puede verse compelido a transmitir sus títulos a una persona
desconocida de él.5
Finalmente, es necesario subrayar la importancia que reviste el que las
sociedades anónimas mantengan un libro de registro de acciones, al que la
práctica mexicana suele no conceder la trascendencia que merece, de lo cual dan
fe las siguientes particularidades:6
• En tal registro deben consignarse el nombre, la nacionalidad y el domicilio del
accionista, así como el número de acciones que le pertenezcan, con indicación de
números, series, clases y demás pormenores; también debe precisarse se trata de
acciones liberadas o pagadoras, en este caso con indicación del monto pagado;
por último, también deberán anotarse las transmisiones de la que sean objeto las
acciones (art. 128). • Lo importante de este registro reside en que: “La sociedad
considerará como dueño de las acciones a quien aparezca inscrito como tal en el

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Ibidem, página 297
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registro… A este afecto, la sociedad deberá inscribir en dicho registro, a petición
de cualquier titular, las transmisiones que se efectúen” (art. 129). Esto último
configura, sin lugar a dudas, un poderoso argumento en contra del pretendido
carácter cambiario de estos títulos, según se expresó con anteridad7

• Cupones. Son también documentos, en este caso invariablemente adheridos a


los títulos de las acciones, y destinados a desprenderse de los mismos, para
entregarse a la sociedad a cambio de dividendos o intereses, en la inteligencia de
que tales dividendos pueden entregarse en acciones, cuando se decida capitalizar
utilidades (art. 127) 8

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