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Poder Judicial de la Nación

CÁMARA NACIONAL DE APELACIONES DEL TRABAJO -


SALA VIII

Expte. Nº 12317/2016
JUZGADO Nº 58.-
AUTOS: “MENDEZ CASARIEGO FERNANDO C/ SILVER CROSS
AMERICA INC S.A. S/ DESPIDO”

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a los 11 días del mes de


Agosto de 2020, se reúnen en acuerdo los jueces de la
Sala VIII de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo para dictar sentencia
en la causa del epígrafe, y, de acuerdo con el resultado del sorteo realizado,
proceden a votar en el siguiente orden:

LA DOCTORA MARÍA DORA GONZALEZ DIJO:

I.- La sentencia de grado acogió la demanda que procuró el cobro


de diversos créditos de naturaleza laboral.
Contra dicha decisión se alzan en apelación la parte actora y
demandada a mérito de los memoriales obrantes a fs. 163/168 y 173/175 y que
merecieran réplicas conforme las presentaciones de fs. 182/183 y 184/185.
Por su parte, disconformes con la regulaciones de los honorarios
estipulados en grado recurren la perito contadora y la representación letrada de la
parte demandada de acuerdo a los escritos de fs. 163/164 y 173/175 punto 2.3.

II.- Por cuestiones metodológicas analizaré en primer término el recurso


impetrado por la demandada, el cual no tendrá favorable acogida y en esa
inteligencia me explicaré.
a) La apelante cuestiona la valoración fáctica jurídica efectuada por la Sra.
Juez A quo que tuvo por acreditada la naturaleza laboral del vínculo que unió a las
partes en el marco de los arts. 21, 22 y 23 LCT.
Liminarmente, es importante señalar que la cuestión a decidir, sobre
la naturaleza jurídica del vínculo laboral invocada por un profesional –en este
caso, kinesiólogo-, debe ser resuelta en cada oportunidad con un análisis
individual y pormenorizado de cada situación única y particular para concluir,
fundadamente, si se dan o no las notas típicas de un contrato laboral subordinado
o si el profesional ejercía su profesión con total autonomía y prescindencia de
pautas rectoras que imponga la empresa.

Fecha de firma: 11/08/2020


Firmado por: MARIA DORA GONZALEZ, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: VICTOR ARTURO PESINO, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: SANTIAGO DOCAMPO MIÑO, SECRETARIO

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En el sub lite, arriba firme a esta Alzada, que la demandada se dedica a la
prestación de servicios médicos y que posee un establecimiento sanitario, como
así también, que contrató los servicios del actor como “kinesiólogo” para que
atienda a los pacientes que le derivaba y en funciones inherentes al objeto de la
explotación.
Dicho esto, dada la discusión habida entre las partes -que constituye la litis
de autos- corresponde aplicar el art. 23 LCT el cual establece “… El hecho de la
prestación de servicios hace presumir la existencia de un contrato de trabajo…”.
Sin embargo, la norma no consagra dicha presunción de un modo absoluto sino
que reconoce excepciones “cuando por las circunstancias, las relaciones o
causas que lo motiven se demostrase lo contrario” y “en tanto que por las
circunstancias no sea dado calificar de empresario a quien presta el servicio”.
En este orden, toda vez que la quejosa reconoce la prestación de servicios de
Sr. Méndez Casariego pero afirma que se trató de un vínculo de carácter no
laboral y que se trató de una locación de servicios vinculado a otras causas, a la
ella le incumbía el “onus probandi” respecto de la validez del tipo contractual
que invoca en el responde (arts. 23 de la LCT y 377 del CPCCN).
En efecto, la carga de la prueba se invierte, no solo por el mecanismo
normativo del sentido literal de la presunción dispuesta por el mentado art. 23
LCT, sino también por la aplicación al caso del principio de primacía de la
realidad de los hechos por sobre las formas.
Sin embargo, la recurrente no aportó elemento probatorio alguno que
sustente su postura relativa a la autonomía de la prestación, tal como lo concluye
la Sentenciante.
Por el contrario, los testimonios de Porza, Sáenz y De Sancho –quienes
atestiguan a propuesta del actor a fs. 74/76, 78/79 y 80/81- analizados a la luz del
principio la regla de la sana crítica (art. 386 CPCCN), corroboran que el
reclamante estuvo incorporado como kinesiólogo en una empresa ajena (art. 5
LCT), desempeñándose en el establecimiento propiedad de la demandada
(Sanatorio Güemes) y en labores inherentes al objeto social de aquélla (prestación
de servicios médicos) pues atendía a los pacientes que le eran previamente
asignados en los consultorios externos del servicio de kinesiología y en días y
horarios previamente otorgados, estaba sujeto a las órdenes e instrucciones
impartidas por la jefa del servicio y percibía una contraprestación dineraria.
Dichas declaraciones resultan convictivas no sólo por su coherencia y similitud
(cfr. art. 386 CPCCN), sino porque fueron compañeros de trabajo del accionante,

Fecha de firma: 11/08/2020


Firmado por: MARIA DORA GONZALEZ, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: VICTOR ARTURO PESINO, JUEZ DE CAMARA
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sin que exista en la causa elementos de juicio que desvirtúen los citados
testimonios.
Las circunstancias expuestas resultan demostrativas de la subordinación de
los servicios prestados por el actor, los que se llevaron a cabo en un ámbito sujeto
al poder jurídico organizacional y dirección de la empresa, lo que torna
procedente la presunción del art. 23 LCT.
En nada altera las conclusiones arribadas y la naturaleza jurídica laboral de
la relación que medió entre las partes, el hecho que Méndez Casariego emitiera
facturas para poder percibir sus emolumentos como aduce la recurrente en su
memorial (cfr. pericial contable y documental). Sobre esta cuestión, considero
que no interesa la calificación que las partes involucradas le den a la relación, ni
la forma en que llamen a la retribución por el servicio prestado, sino que, lo
relevante es la esencia de la vinculación que, en tanto traduzca una subordinación
jurídica, es decir, una sujeción actual o potencial directivas jerárquica, importa
una relación laboral de carácter dependiente.
En esta ilación, es importante señalar que, la actividad autónoma presenta,
generalmente ciertas características, indicativas de que se cumple la actividad en
interés propio y por cuenta propia. De igual modo, si la persona es convocada a
cumplir un servicio para una empresa o establecimiento en tales condiciones, los
indicios de la autonomía transitan por la auto organización del trabajo, es decir el
propio prestador del servicio es el organizador de su prestación; el desempeño en
tales condiciones, es libre, no sujeto a órdenes o instrucciones; tampoco exhibe un
marcado control de la prestación de servicio, sino el correspondiente a la
medición del resultado buscado. En tales condiciones, podría la persona del
prestador de servicio ser sustituible, por propia necesidad del mismo con una
posición jurídica igualitaria o equivalente entre los sujetos que se vinculan y es el
prestador de servicios quien asume los riegos que implican el cumplimiento de la
actividad y es el mismo quien se hace cargo de los gastos que insume la
prestación. En dichas circunstancias, generalmente los ingresos del prestador del
servicio son por montos notablemente superiores a los que son propios de un
contrato de trabajo. En el sub lite, no se demostró ninguno de los indicios
señalados como particulares de la actividad autónoma y por la que se diferencian

Fecha de firma: 11/08/2020


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Firmado por: VICTOR ARTURO PESINO, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: SANTIAGO DOCAMPO MIÑO, SECRETARIO

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de una prestación de servicio subordinada, en el marco de los arts. 21, 22 y 23
LCT.
Por último, cabe señalar que en la presente causa no resulta de aplicación los
lineamientos del caso “Rica, Carlos Martín c/ Hospital Alemán y otros s/
despido”. Y digo esto porque, en dicho precedente, el Máximo Tribunal revocó
un pronunciamiento de la Sala VII y esta Sala que integro, con voto de la
Suscripta, siguió los lineamientos de la Corte. En lo sustancial, se sostuvo –
teniendo en cuenta las pruebas aportadas- que “… el actor no era un trabajador
ajeno a la organización de la empresa demandada sino que, contrariamente,
tenía un rol activo pues estaba asociado a la misma y, en razón de ello,
participaba de las facultades de organización y dirección que eran atributos
propios de aquella (artículos 64, 65 y 66 de la LCT)… Dichas particularidades
del vínculo que tenía el actor con el Hospital demandado, persuaden acerca de
la dudosa existencia de un vínculo de naturaleza laboral. En efecto, es
infrecuente que un trabajador subordinado tenga participación activa en el
ejercicio de la organización y dirección de la empresa, facultad que –cabe
recordar- nuestro régimen legal reserva “exclusivamente” al empleador
(artículos 64, 65 y 66 aludidos)… la prestación de servicios del actor, como
médico en el Hospital demandado, lo hizo asociándose con otros médicos de la
entidad. En efecto, ingresó en la asociación de médicos de la demandada…
donde los cargos jerárquicos (Jefe de área o especialidad) eran elegidos por el
propio actor junto con los otros colegas, con votación y decisión mayoritaria…
integraba de manera asociativa al Hospital demandado, y no de forma
subordinada, a punto tal que -como se dijo- participaba en la elección de los
otros médicos que iban a integrar el plantel del Hospital y también en la
selección de los Jefes de “área” o “especialidad”; todo lo cual determina que
participaba de la organización y dirección de la empresa, al menos en materia
funcional, lo que excluye su condición de trabajador dependiente… el actor no
sólo participaba de las facultades de dirección y organización de la empresa
sino, además, esas facultades de la empresa se encontraban limitadas respecto
del contrato del propio actor, toda vez que la accionada no estaba facultada
para introducir de manera unilateral cambios en el contrato de aquél. Ello,
sugiere fuertemente la ausencia de un vínculo de naturaleza laboral por cuanto
faltaba el elemento fundamental de la relación laboral que es la “subordinación
técnica”, esto es, el poder del empleador de decidir de forma unilateral la forma
en que se va organizar la empresa y como se van a ejecutar los contratos de

Fecha de firma: 11/08/2020


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trabajo de sus dependientes…”. En la especie, no se verifica ninguna de las
circunstancias apuntadas precedentemente pues ninguna prueba produjo la
demandada que lo acredite.
En definitiva, entiendo que la Sra. Juez A quo ha subsumido adecuadamente
el caso en las normas que lo rigen, como así también, que el actor resulta acreedor
a las indemnizaciones legales dispuestas en grado (cfr. arts. 242 y conc LCT).
Lo demás expresado en el memorial recursivo en este segmento, pese al
esfuerzo argumental de la apelante, trasunta en una mera manifestación de
disconformidad y discrepancia con lo decidido en grado que en una crítica
concreta y razonada de los aspectos de la sentencia que consideran equivocados
(art. 116 L.O.) por lo que deviene improcedente.
Conforme todo lo expuesto, propicio confirmar en este aspecto la decisión
apelada.

b) Tampoco tendrá favorable acogida la queja en torno a la indemnización


prevista en el art. 2º ley 25323.
En el sub lite, el actor intimó al pago de las indemnizaciones derivadas del
distracto y, ante su falta de pago, se vio obligado a iniciar el presente juicio para
poder obtener el cobro de las mismas. En tanto, no encuentro que las
particularidades del caso me permitan alejar de la regla y reducir -o eximir- su
pago conforme lo dispone el segundo párrafo de la norma precitada como
pretende la quejosa.
Por lo dicho, sugiero mantener lo decidido en origen respecto al rubro en
cuestión.

III.- A continuación me referiré al recurso impetrado por la parte actora, el


cual, adelanto que, por mi intermedio, no tendrá favorable acogida.
a) Cuestiona que la Juez A quo estableciera como fecha de extinción del
vínculo la del “despido verbal” acaecido el 17/08/2015 y desestimara las multas
prevista en la ley 24.013 con fundamento en que el distracto ocurrió con
anterioridad a la intimación que cursó en los términos de la normativa citada.
Ahora bien, observo que los argumentos del apelante no sólo no han sido
sometidos a la consideración de la Sentenciante de grado sino que, incluso,

Fecha de firma: 11/08/2020


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contradicen la postura adoptada en el inicio donde se afirmó la existencia de un
despido verbal (fs. 7 vta.) y a la que también aludió en su misiva "… ante el
despido verbal de su parte…” (TCL del 18/08/15) por lo que no pueden ser
examinados en esta etapa (art 277 CPCCN).
Desde esta perspectiva y, siendo que el propio actor manifestó en su
demanda que el 17/08/2015 fue despedido verbalmente por su empleadora, no
cabe otra alternativa que estimar que el distracto se produjo en dicha fecha. En
consecuencia, resulta acertado lo resuelto por la Judicante en lo que atañe a las
multas derivadas de la LNE y debe mantenerse el temperamento adoptado en
grado. Así lo voto.

b) Se agravia porque en la sentencia de grado se rechazaron los rubros que


reclamó en concepto de “tareas no habituales”, “licenciatura universitaria” y
“antigüedad”.
Sobre estos tópicos, coincido con la Sentenciante en cuanto a que el
reclamo no fue correctamente efectuado y que no cumple con lo dispuesto en el
art. 65 L.O.
En efecto, la quejosa no explicó en su demanda cuáles fueron las
remuneraciones abonadas mes a mes y cuáles le habrían correspondido percibir
por realizar “tareas no habituales”, poseer título universitario y “adicional por
antigüedad” y en todos los casos, concretamente a qué períodos se refiere y cómo
arriba al monto global que respecto de los dos primeros adicionales inserta en la
liquidación de fs. 10, todo lo cual viola lo expresamente dispuesto en el art. 65
inc. 3, 4 y 6 de la Ley de Rito.
Cabe recordar que el escrito inicial debe contener los requisitos legales
citados precedentemente y que dicha exigencia no debe entenderse como un
exagerado apego a fórmulas rituales, si se observa que es respecto de esos hechos
que la contraria tiene la carga de reconocerlos o negarlos categóricamente (art.71
L.O.), sobre ellos debe producirse la prueba (art.364 CPCC) y la sentencia sólo
debe considerar los hechos oportunamente alegados por las partes (art.163 inc.3,
4, 5 y 6 del CPCCN).
Lo expuesto me conduce a confirmar el temperamento adoptado en la
instancia anterior y así propicio se resuelva.

IV.- Las regulaciones de honorarios lucen razonables conforme la


importancia, extensión y mérito de las tareas cumplidas y no deberá ser objeto de

Fecha de firma: 11/08/2020


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corrección (arts. 6º, 7º, 19 de la Ley 21.839, art. 38 de la L.O. y art. 13 ley 24.432
y D.L. 16638/57). Así lo propicio.

V.- Por las razones expuestas propongo en este voto: 1) Confirmar la


sentencia apelada en cuanto fue materia de recurso y agravios. 2) Imponer las
costas de Alzada por su orden atento los resultados de los recursos (art. 68
CPCCN). 3) Regular los honorarios de los profesionales que suscribieron los
escritos dirigidos a esta Cámara, en el 30% de lo que les correspondiere por su
actuación en la instancia previa (conf. Art. 30 ley 27423).

EL DOCTOR VICTOR A. PESINO DIJO:

Que, por análogos fundamentos, adhiere al voto que antecede.

Por ello, el TRIBUNAL RESUELVE:


1) Confirmar la sentencia apelada en cuanto fue materia de recurso y
agravios.
2) Imponer las costas de Alzada por su orden.
3) Regular los honorarios de los profesionales que suscribieron los escritos
dirigidos a esta Cámara, en el 30% de lo que les correspondiere por su actuación
en la instancia previa.
Regístrese, notifíquese, cúmplase con lo dispuesto en el artículo 4º
Acordada CSJN 15/13 del 21/05/13 y, oportunamente, devuélvase.
Xfb2020.05.04

MARÍA DORA GONZALEZ VICTOR A. PESINO


JUEZ DE CAMARA JUEZ DE CAMARA

Ante mí:

SANTIAGO DOCAMPO MIÑO


SECRETARIO

Fecha de firma: 11/08/2020


Firmado por: MARIA DORA GONZALEZ, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: VICTOR ARTURO PESINO, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: SANTIAGO DOCAMPO MIÑO, SECRETARIO

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