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2614 FALLOS DE LA CORTE SUPREMA

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Tribunal de origen: Superior Tribunal de Justicia de Río Negro.


Tribunales que intervinieron con anterioridad: Cámara 1ra. de San Carlos de Ba-
riloche, Provincia de Río Negro.

ANDRES MANUEL LAGO CASTRO c/ COOPERATIVA NUEVA


SALVIA LIMITADA y Otros

COOPERATIVAS.
Corresponde dejar sin efecto la sentencia que consideró que el actor debió ser
ponderado trabajador dependiente de la sociedad cooperativa en los términos del
art. 27 de la Ley de Contrato de Trabajo si surge con nitidez que tales asertos no
pudieron ser sostenidos válidamente con prescindencia de todo examen concer-
niente al sentido y esencia del tipo societario al que se adecuan las cooperativas
de trabajo y al régimen legal establecido por la ley 20.337, y además no debió
pasar por alto las normas que expidió el INAC, como el art. 1º de la resolución
183/92, que tuvo como objeto reafirmar que el vínculo jurídico entre el asociado y
la cooperativa de trabajo es de naturaleza asociativa y está exento, por lo tanto,
de toda connotación de dependencia y la resolución 360/75, que determinó las
excepciones al principio de mutualidad rigurosa en las cooperativas de trabajo.

COOPERATIVAS.
Corresponde dejar sin efecto la sentencia que ponderó al actor como trabajador
dependiente de una sociedad cooperativa en los términos del art. 27 de la Ley de
Contrato de Trabajo, condenando a la demandada al pago de rubros salariales y
reparatorios derivados de la extinción del contrato, si con respecto a las notas de
subordinación técnica, económica y jurídica propias del vínculo dependiente que
el a quo entendió necesario verificar para la procedencia del reclamo, soslayó dar
los fundamentos por los que entendió acreditadas las primeras dos notas men-
cionadas y respecto de la tercera, se limitó a escoger un solo elemento de prueba
que, asimismo, no evaluó dentro del preciso contexto litigioso.

Dictamen de la Procuración General

Suprema Corte:
–I–
Los jueces de la Sala X de la Cámara Nacional de Apelaciones del
Trabajo (v. fs. 513/17) revocaron la decisión de primera instancia que
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había rechazado la demanda por entender que, en el supuesto, mediaba


una relación de tipo asociativo y, por lo tanto, extraña a las disposicio-
nes de la Ley de Contrato de Trabajo (cf. fs. 489/492). Para así decidir,
sostuvieron que el actor se desempeñaba a favor de la demandada
en el buque “El Coco”, como jefe de máquinas, en forma personal y
con sujeción a las directivas que se le impartían; por lo que debió ser
ponderado trabajador dependiente de la sociedad cooperativa en los
términos del artículo 27 de la Ley de Contrato de Trabajo. Respaldaron
la decisión con doctrina que citaron, condenando a la demandada al
pago de rubros salariales y reparatorios derivados de la extinción del
contrato (arts. 123, 156, 232 y 245 de la LCT), agravados por la circuns-
tancia de que el trabajador había sido postulante a un cargo gremial
–ley Nº 23.551– y por los preceptos del artículo 16 de la ley Nº 25.561,
y a la entrega del certificado del artículo 80 de la LCT.

Contra dicha decisión, la accionada dedujo recurso extraordinario (v.


fs. 554/566), que fue contestado (v. fs. 572/575) y denegado a fojas 579,
dando lugar a la presente queja (fs. 82/108 del cuaderno respectivo).

– II –

En síntesis, la quejosa afirma en el recurso extraordinario que la


sentencia es arbitraria por cuanto se aparta del derecho aplicable y
de los hechos probados del caso, reconociéndole al actor la calidad de
dependiente de una cooperativa de trabajo en ausencia del supuesto
de simulación o fraude legislado en la ley respectiva y pretiriendo que
se trata, la demandada, de la continuadora de una fallida, conforma-
da por ex-trabajadores de ella. Hace hincapié en diferentes elementos
probatorios obrantes en el expediente, al tiempo que aduce atacadas
normas constitucionales que, no obstante, se abstiene de mencionar
(fs. 566, párrafo 4º), sin perjuicio de sus referencias previas a la garan-
tía del debido proceso (cfr. por ej., fs. 557 vta. y 558).

– III –

Ante todo, y situados con estrictez en el contexto del artículo 15


de la ley Nº 48, procede anotar que en el remedio no se ha hecho refe-
rencia a la violación de norma alguna de la Constitución Nacional que
por la presente vía se pretenda reparar, salvo una tangencial al citar
un antecedente, cuando se acepta que no se introdujo oportunamente
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el caso federal (fs. 559 y vta.), y la genérica referencia al debido proce-


so ya aludida, extremo al que se suma que el escrito sólo contiene la
aserción de una determinada solución jurídica meramente discrepante
con la defendida por el a quo. El defecto señalado, no es susceptible
de reparación en la ulterior presentación directa (cfse. Fallos: 305:853
y sus citas), como se intentó tardíamente a fojas 107, punto V.2 del
cuaderno respectivo.

Sin perjuicio de lo expuesto, cabe destacar que son cuestiones aje-


nas a la vía –por su naturaleza de hecho y prueba y derecho común
y procesal– las que se suscitan entre empleados y empleadores y que
atañen a derechos emanados de la relación laboral (v. Fallos: 323:2552;
324:2169; 325:2794; entre otros); así como –por regla– lo referido a la
calidad de dependiente atribuida a los socios de las cooperativas de
trabajo (Fallos: 326:4397; 329:3855, etc.).

En el supuesto, colocada en el plano de la excepcional doctrina sobre


sentencias arbitrarias (cf. Fallos: 326:3939, entre otros), la que –como
se sabe– resulta incompatible con razones no federales que, allende
su grado de acierto, bastan para fundar lo resuelto (Fallos: 308:986,
etc.), la quejosa cuestiona centralmente la valoración probatoria y el
alcance conferido por la Sala Laboral, en el caso, a las disposiciones
del artículo 27 de la LCT.

El a quo, sin desconocer lo alegado por la accionada en punto a la


calidad de socio-cooperativo del reclamante, sobre la que se detuvo el
inferior con énfasis en las constancias de ingreso, sociales, peritaje y
testimonios (fs. 489/492), concluyó –a partir de la presunción del artícu-
lo 25 LCT, citas de doctrina y prueba producida en el expediente– que
se verificó en el vínculo estudiado un costado dependiente, alcanzado
por las reglas del artículo 27 del precepto citado.

Frente a ello, no advierto acreditada con la nitidez que es debida


dada la –insisto– excepcional doctrina a la que se acude, que la con-
clusión de la juzgadora se aparte manifiestamente de las constancias
de la causa y el derecho aplicable, atendiendo a que –en palabras de
V.E.– aquella no autoriza a sustituir a los jueces en la decisión de pun-
tos que les son privativos, aunque resulte opinable la solución a que se
arribe (Fallos: 310:2023; 323:629; 325:918; entre otros), toda vez que
no es apta para cubrir las simples discrepancias de las partes sobre
temas no federales (Fallos: 329:1787).
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La conclusión contraria, a mi juicio, desatiende los alcances de lo


argüido por las partes y las ponderaciones no federales razonablemente
admisibles en torno a las cuales los jueces erigieron su sentencia, en
el ámbito de su jurisdicción excluyente (En análogo sentido, cf. S.C.
C. Nº 467, L. XLII; Cabrera, Walter c/ Coop. de Trabajo José de San
Martín”, dictamen del 28.12.06; y S.C. B Nº 855, L. XLI; “Bensusan,
Alberto c/ Antonio Luquín S.A.C.I.F.I.A.”, dictamen del 20.2.07, con
fallo concordante del 27 de noviembre del corriente año).

– IV –

Por lo expresado, estimo que corresponde desestimar la presenta-


ción directa deducida por la demandada. Buenos Aires, 14 de diciembre
de 2007. Marta A. Beiró de Gonçalvez.

FALLO DE LA CORTE SUPREMA

Buenos Aires, 24 de noviembre de 2009.

Vistos los autos: “Recurso de hecho deducido por la demandada


en la causa Lago Castro, Andrés Manuel c/ Cooperativa Nueva Salvia
Limitada y otros”, para decidir sobre su procedencia.

Considerando:

1º) Que en la presente causa, el actor, Andrés M. Lago Castro, de-


mandó el pago de indemnizaciones por despido, entre otros rubros de
índole laboral, con base en que estuvo vinculado con la demandada,
Cooperativa de Trabajo Nueva Salvia Limitada, mediante un contrato
de trabajo. La jueza de primera instancia acogió favorablemente las
defensas de esta última, fundadas en que entre las partes medió un
nexo asociativo ajeno al régimen pretendido por el actor. En lo que in-
teresa, la juzgadora entendió que de las constancias de la causa surgía
que la demandada había cumplido con su objeto que, según el estatuto
aprobado por el Instituto Nacional de Acción Cooperativa (INAC) para
1999, consistió en asumir por su propia cuenta, valiéndose del trabajo
personal de sus asociados, las actividades inherentes a la industria
extractiva de canto rodado, pedregullo y afines de las canteras exis-
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tentes a lo largo del río Uruguay en la Provincia de Entre Ríos, así


como las actividades de transporte y comercialización de dichos mate-
riales, fomentando el espíritu de solidaridad y ayuda mutua entre los
asociados, cumpliendo con el fin de crear una conciencia cooperativa.
Después de evaluar las pruebas documental, informativa, testifical y
pericial contable, sostuvo que el actor, en 2001, se había incorporado
a la demandada como socio cooperativo a instancias de otro asociado
–que declaró en el pleito–; que su aporte social fue su trabajo personal,
y que percibió anticipos de retornos por utilidades anuales. Entendió,
al respecto, que la subordinación que caracteriza al contrato de trabajo
no era asimilable a la obligación del socio de una cooperativa ya que,
en este último supuesto, el cumplimiento de tareas constituía, preci-
samente, el uso que los socios hacen de la estructura jurídica común.
También afirmó, una vez descartada la utilización fraudulenta de la
figura legal, que la demandada fue el fruto del esfuerzo mancomuna-
do de un grupo de trabajadores que, ante la posibilidad de perder su
fuente de trabajo, decidieron unirse para continuar con la explotación
de la empresa empleadora quebrada. Puntualizó, por un lado, que los
integrantes de la Cooperativa fueron retribuidos mediante la división
de las ganancias obtenidas, con la consecuente asunción del riesgo, por
lo que no les cabía la clasificación de trabajadores dependientes y, por
el otro, que la sujeción del actor a órdenes, invocada en la demanda
y mencionada por uno de los testigos (G. Jaciura), no modificaba sus
conclusiones ya que era evidente que debía existir un cierto ordena-
miento interno a fin de que la Cooperativa cumpliera cabalmente con
el trabajo y las finalidades económicas de la empresa común. Agregó,
a mayor abundamiento, que las resoluciones 182/91 del INAC y 784/91
de la Administración Nacional de la Seguridad Social, establecieron
que no existe relación laboral entre la cooperativa y sus socios, a los
que se considera trabajadores autónomos.

La Sala X de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, a


su turno, revocó la antedicha sentencia y, por ende, hizo lugar a los
reclamos indemnizatorios, salariales, vacacionales y de entrega de los
certificados previstos en el art. 80 de la Ley de Contrato de Trabajo
(LCT), con fundamento en que el actor revistió el carácter de “socio –
empleado” previsto en el art. 27 de este último cuerpo legal. Afirmó el a
quo, en síntesis, que “para atribuir a los integrantes de una cooperativa
de trabajo carácter de trabajadores subordinados a la sociedad, debe
exigirse la prueba que, al margen de la relación societaria, los mismos
revistan tal calidad en los hechos”. Empero, también sostuvo, por un
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lado, que “la existencia o inexistencia de dependencia proviene siempre


de la forma de la relación entre las partes, de los hechos ocurridos, de la
manera que se desenvuelva la actividad y luego analizando el dato de
la realidad concluir si se presentan las notas de subordinación jurídica,
técnica y económica propias de aquella relación”. Y, por el otro, que la
ley 16.593 no se limitó a admitir la compatibilidad entre la calidad de
socio y la de empleado, “sino que determinó imperativamente la calidad
de empleado del socio cuando se dieren ciertas circunstancias que son
las que repite el art. 27 de la L.C.T.”, no existiendo norma jurídica que
lleve a no aplicar este último precepto a las cooperativas de trabajo.
Contra ello, la demandada interpuso el recurso extraordinario cuya
denegación motiva la presente queja.

2º) Que si bien los agravios remiten al examen de aspectos de he-


cho, prueba y derecho común, materia propia de los jueces de la causa
y ajena –como regla y por su naturaleza– a la instancia del art.  14
de la ley 48, ello no es óbice para admitir, como ocurre en el sub exa-
mine, que asiste razón a la recurrente al cuestionar la sentencia por
su dogmatismo, por la falta de respuesta a los planteos conducentes
formulados por su parte, y por la valoración parcializada del material
jurídico y probatorio de entidad suficiente para influir en la solución
final de la litis. Esto es así, por diversas razones, y más allá de que,
como se sigue de la motivación reseñada, el fallo no se ha atenido a
criterios del todo compatibles entre sí.

3º) Que en cuanto a la determinación imperativa de la calidad de


empleado del socio de una cooperativa de trabajo y a la inexistencia
de norma que torne inaplicable el citado art. 27, predicadas por el juz-
gador, surge con nitidez que tales asertos no pudieron ser sostenidos
válidamente con prescindencia de todo examen concerniente al sen-
tido y esencia del tipo societario al que se adecuan las cooperativas
de trabajo y al régimen legal establecido por la ley 20.337. En efecto,
ninguna consideración han merecido los caracteres y concepto de es-
tas entidades, “fundadas en el esfuerzo propio y la ayuda mutua para
organizar y prestar servicios” (ley cit., art. 2º); sus particulares formas
de constitución; las condiciones de ingreso y los derechos de los “aso-
ciados”, así como las modalidades de retiro y, sobre todo, de exclusión
de éstos (ídem, arts. 23 y 62); la formación del capital; las cuotas socia-
les; los caracteres de los bienes aportables; el régimen de gobierno, de
administración y de representación del ente, y la fiscalización pública
a la que éste se encuentra sometido. Otro tanto cabe decir acerca de
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lo atinente a los “actos cooperativos” (ídem, art. 4º), a los principios


democráticos y de igualdad entre los asociados (p.ej., ídem, art. 2.3) y,
muy especialmente, a que el grueso de los llamados “excedentes repar-
tibles”, en una cooperativa de trabajo, está destinado a ser distribuido
en “concepto de retorno” entre los asociados en proporción al trabajo
efectivamente prestado por cada uno de éstos (ídem, art. 42.5.b).

De igual modo, el sentenciante no debió pasar por alto las normas


que, en ejercicio de sus facultades reglamentarias, expidió el INAC,
como lo son, v.gr., el art. 1º de la resolución 183/92 (7-4-1992), que tuvo
como objeto “[r]eafirmar que el vínculo jurídico entre el asociado y la
cooperativa de trabajo es de naturaleza asociativa y está exento, por
lo tanto, de toda connotación de dependencia, encuadrado en el de-
recho laboral”, y la resolución 360/75 (20-5-1975), que determinó las
excepciones al principio de “mutualidad rigurosa” en las cooperativas
de trabajo, autorizando a que éstas pudieran utilizar servicios de per-
sonal en relación de dependencia sólo en los supuestos que enuncia.
Ambas resoluciones, por lo demás, fueron expresamente declaradas
vigentes por el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social
(INAES) –continuador a la postre del INAC (decreto 721/2000)– me-
diante la resolución 1810/2007 (14-8-2007). Súmase a ello, tal como fue
señalado por el Tribunal en “Cooperativa de Trabajo de Transporte La
Unión Limitada c/ Dirección General Impositiva” (Fallos: 326:4397),
la resolución 784/92 (27-7-1992) de la Administración Nacional de la
Seguridad Social, que declaró “como norma de alcance general [...] que
los asociados a las cooperativas de trabajo no revisten la calidad de
dependientes de las mismas, debiendo considerárselos como trabaja-
dores autónomos” (art. 1º).

Incluso es de relevancia el decreto 2015/1994 que, a la vista de la


proliferación de asociaciones que, aprovechando la estructura formal
de las cooperativas de trabajo, violentan tanto “el fin de ayuda mutua
y esfuerzo propio, principios rectores de su naturaleza”, cuanto un “tipo
asociativo basado en valores trascendentes de solidaridad”, dispuso que
el INAC no autorizará el funcionamiento de cooperativas de trabajo
que, para el cumplimiento de su objeto social, prevean la contratación
de los servicios cooperativos por terceras personas utilizando la fuerza
de trabajo de sus asociados. Cuadra añadir que, con arreglo a las cita-
das resoluciones 183/92 y 784/92 y al decreto 2015/1994, la Dirección
General Impositiva dictó la resolución general DGI Nº 4328/1997: “[l]
os asociados a cooperativas de trabajo legalmente constituidas, autori-
zadas para funcionar por el Instituto Nacional de Acción Cooperativa,
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deberán ingresar sus aportes con destino al Régimen Nacional de la


Seguridad Social como trabajadores autónomos [...]” (art. 1º).

La especificidad de las cooperativas, a su vez, tampoco ha sido ajena


a la Organización Internacional del Trabajo según lo pone de manifiesto,
amén de su Constitución (art. 12.3) y de la Recomendación Nº 127 –de
1966–, la más reciente Recomendación Nº 193 sobre la promoción de
aquéllas, de 2002, que entiende como tales a “una asociación autónoma
de personas unidas voluntariamente para satisfacer sus necesidades
y aspiraciones económicas, sociales y culturales en común a través de
una empresa de propiedad conjunta, y de gestión democrática” (art. 2º).
Añade, asimismo, como elementos de identidad de los entes en juego,
“los valores cooperativos de autoayuda, responsabilidad personal,
democracia, igualdad, equidad y solidaridad, y una ética fundada en
la honestidad, transparencia, responsabilidad social e interés por los
demás”, y “los principios cooperativos elaborados por el movimiento
cooperativo internacional”, Declaración sobre la Identidad Cooperativa
adoptada por la Asamblea General de la Alianza Cooperativa Interna-
cional, en 1995: “adhesión voluntaria y abierta; gestión democrática por
parte de los socios; participación económica de los socios; autonomía e
independencia; educación, formación e información; cooperación entre
cooperativas, e interés por la comunidad” (art. 3º y Anexo). Adviértese,
en este sentido, que en la discusión general desarrollada durante el
proceso de elaboración de la Recomendación Nº 193, el miembro gu-
bernamental de la Argentina presentó una subenmienda para incluir
una referencia al “fraude laboral”, que era un problema frecuente en
algunas cooperativas de trabajo. Con ello, “refería a la situación en la
que los empleadores utilizaban cooperativas de trabajo para reducir
costes laborales mediante la no aplicación de las normas del trabajo
existentes. Esta posibilidad se producía por el hecho de que las coope-
rativas de trabajo tuviesen dos tipos de trabajadores: los socios traba-
jadores, a los que no se aplicaba la legislación laboral existente, y los
trabajadores contratados, a los que sí se aplicaba. El problema surgía
cuando las cooperativas de trabajo dejaban de ser verdaderas coope-
rativas” (Conferencia Internacional del Trabajo, Actas provisionales,
Octogésima novena reunión, Ginebra, 2001, 18, párr. 120). A su turno,
esta postura del gobierno, para lo que interesa en el sub discussio, se
corresponde con la respuesta que también dio aquél durante dicho
proceso, en cuanto señaló, respecto de los alcances de la ley 24.557 de
riesgos del trabajo y atento a la universalidad subjetiva de cobertura
que postula, que “los trabajadores de las cooperativas están contem-
plados en el ámbito de aplicación de la ley, específicamente en el ar-
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tículo 2, apartado 2, inciso c, donde se dispone que el Poder Ejecutivo


Nacional podrá incluir en el ámbito de la ley de riesgos del trabajo a
los trabajadores vinculados por relaciones no laborales” (Conferencia
Internacional del Trabajo, 90ª. reunión, 2002, Promoción de las coope-
rativas, Informe IV (2 A), OIT, Ginebra, 2002, p. 4).

En esta línea de ideas, corresponde recordar que la Corte, en “Cuc-


cioletti c. Cooperativa de Trabajo ‘12 de enero’ Ltda. ‘Codel’”, sostuvo, en
términos vinculados con la ley 11.388 (de sociedades cooperativas) pero
reiterables a la luz de la ley 20.337, que “si se mantiene el sistema de
contratar trabajadores no socios, las cooperativas de trabajo dejarían
de llenar el fin de su creación, pues no cabe duda que la esencia de las
mismas radica en la exclusiva labor de sus asociados, salvo casos en
que se justifique la excepción” (Fallos: 275:243, 247, 249), acotando el
juez Risolía, que esas asociaciones “se originan en el propósito de evi-
tar la ilegítima explotación del trabajo manual o intelectual del hom-
bre. Su objetivo no es favorecer sino suprimir, en lo posible, el trabajo
asalariado, para sustituirlo por el trabajo en común, mediante una
aportación libre y solidaria del trabajo de todos (técnicos, empleados
y obreros), que contribuyen de tal manera a la obtención de beneficios
puros, en los que participan exclusivamente los que conjugan sus ap-
titudes y realizaciones, volcándolas a favor de la entidad. No se con-
cibe, pues, la cooperativa de trabajo como una sociedad cerrada que
instituya privilegios o reconozca discriminaciones de cualquier tipo.
No se la concibe tampoco guiada por un primordial espíritu de lucro,
consagrada a la acumulación de capitales e intereses o gobernada por
núcleos excluyentes, al modo de una empresa comercial que loca sin
restricciones el trabajo de los individuos, allegándolos en relación de
dependencia” (p. 248).

Más todavía; para la conceptualización de las cooperativas de tra-


bajo es imprescindible situar a éstas, así como a la acción cooperativa
en general, en el marco de las “políticas de estado” que han dado lugar
al establecimiento de los ya mencionados INAC e INAES, sin dejar de
contar el Instituto Nacional de Acción Cooperativa y Mutual (INACyM
–decreto 420/1996). Dicho marco entiende, después de enunciar que “el
sector de la economía social, cimentado en los principios de solidari-
dad, ayuda mutual y equidad social, ha alcanzado un notable nivel de
crecimiento que exige la presencia de un organismo del sector público
cuya misión primordial sea la de contribuir a su desarrollo”, que dicha
economía social “tiene como pilares fundamentales la acción de las
cooperativas” (decreto 721/2000 cit, considerandos primero, segundo
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y sexto). Ello originó, inter alia, el establecimiento y la creación de un


fondo destinado a la promoción tanto de la educación cooperativa en
todos los niveles de enseñanza primaria, secundaria y terciaria, cuan-
to de la creación y desarrollo de cooperativas en todos los ciclos del
quehacer económico, producción primaria y fabril, comercial, de ser-
vicios, vivienda, trabajo y consumo (ley 23.427; asimismo: ley 25.791,
y decreto 1171/2003, que declara “de alto interés la enseñanza teórico
práctica, en los establecimientos educativos oficiales y privados, de los
principios del cooperativismo y del mutualismo”).

La cuestión, por cierto, se proyecta sobre el proceso de integración


del Mercosur, si se atiende a que el Grupo Mercado Común, con base
en la “conveniencia de establecer un Foro destinado al análisis y al de-
sarrollo de las cooperativas en el ámbito” comunitario, creó la “Reunión
Especializada de Cooperativas”, la cual, integrada por “representantes
gubernamentales de los cuatro Estados Partes”, tiene como finalidad
“analizar y desarrollar proyectos en esta área, especialmente en lo re-
ferente a la armonización de aspectos legislativos; la complementación
de actividades productivas y/o de servicios; la armonización de políticas
públicas del Sector Cooperativo, y la promoción de la libertad de cir-
culación e instalación de las cooperativas en la región” (MERCOSUR/
GMC/RES. 35/01). Esta medida, a su vez, exhibe como antecedente la
Recomendación Nº  5/99 del Foro Consultivo Económico y Social del
Mercosur al Grupo Mercado Común (R/FCES/XIII R. PLEN./REC. 5/99,
del 9-12-1999). A su turno, en el marco de la XXX Reunión del Con-
sejo del Mercado Común del Mercosur, los presidentes de los Estados
Partes, al paso de reconocer “la relevancia de las cooperativas y demás
empresas y organizaciones de la economía social, cuya promoción con-
sagra la Recomendación 193 de la OIT”, y “a los efectos de coadyuvar
al desarrollo cooperativo”, manifestaron “su compromiso de promover
la internalización de la mencionada Recomendación en los respectivos
ordenamientos jurídicos nacionales” (Comunicado de los presidentes de
los Estados Partes del Mercosur, Córdoba, 20/21-7-2006, punto 42).

Es misión del intérprete, en suma, no atenerse sin más a la litera-


lidad de los vocablos legales, sino rescatar el sentido jurídico profun-
do de éstos, pues por encima de lo que parecen decir debe indagarse
lo que dicen jurídicamente. Para ello, es regla de hermenéutica dar
pleno efecto a la intención del legislador, computando la totalidad de
sus preceptos de manera que armonicen con el ordenamiento jurídico
restante (Fallos: 329:872, 875, entre muchos otros).
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332

4º) Que desde otro punto de vista, esto es, el de las notas de subor-
dinación técnica, económica y jurídica propias del vínculo dependiente
que el a quo entendió necesario verificar para la procedencia del recla-
mo, se suman a lo expuesto en el considerando anterior, las siguientes
circunstancias. En efecto, puesta en esa perspectiva, la sala soslayó
dar los fundamentos por los que entendió acreditadas las primeras dos
notas mencionadas. Y, respecto de la tercera, se limitó a escoger un
solo elemento de prueba que, asimismo, no evaluó dentro del preciso
contexto litigioso: si bien es cierto que el testigo G. Jaciura dijo que
era él “quien le impartía las órdenes de trabajo” al actor, no se sigue
válidamente de ello una subordinación de la índole indicada a menos
que se descarte que dichas órdenes fueron consecuencia de los actos
de gobierno y de organización de los que no puede prescindir incluso
un ente autogestionado.

5º) Que una situación análoga a la anterior se presenta en cuanto


la decisión, no obstante partir de la base de que el actor integró la de-
mandada como asociado y de que ésta era una cooperativa de trabajo
genuina, tampoco dio cuenta de cuáles eran los hechos o actos demos-
trativos de que, “al margen de la relación societaria”, el primero tam-
bién se había vinculado con la segunda como trabajador en relación
de dependencia.

6º) Que, finalmente, no es menos notorio que la sentencia apelada,


aun cuando decidió atenerse a los datos de la realidad, no ha prestado
ninguna atención a que la demandada fue constituida originariamente
por los empleados de Salvia S.A. ante la quiebra de ésta. En tal sentido,
entre otras pruebas concordantes, el síndico designado por el juez del
concurso al declarar como testigo, expresó que “la cooperativa estaba a
cargo del manejo de la empresa del cuidado de los activos como empresa
en marcha para mantener las fuentes de trabajo y la conservación de
los activos de la mi[s]ma, ya que administraciones judiciales anteriores
no habían dado resultados satisfactorios interpretándose en el juzga-
do que iba a estar mejor resguardada la actividad y los activos de la
empresa por quienes trabajaban hace muchos años ahora agrupados
en cooperativa [...] Que la actitud de los cooperativistas frente al juz-
gado de la quiebr[a] fue de cooperación total, la devoción que tenían
por la empresa, la antigüedad de cada uno de ellos, [fue] lo que inclinó
el criterio del juzgado a considerar que era más conveniente que la
fallida quedara en manos de la cooperativa como empresa en marcha
y continuidad de la empresa”. El juzgado comercial, agregó el síndico,
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“resolvió mantener la empresa en marcha o declarar la continuidad de


la empresa a efectos por otra parte de mantener la fuente de trabajo
de sesenta familias, incluidas las viviendas del personal de la planta
Entre Ríos que se encontraba en el predio de la planta”.

7º) Que, en breve, las pretericiones de las que se ha hecho mérito


han comprometido la garantía de defensa en juicio de los derechos
enunciada en el art. 18 de la Constitución Nacional, según conocida
doctrina de esta Corte, lo cual determina que el fallo apelado resulte
descalificable como acto judicial, sin que ello suponga abrir juicio sobre
el resultado definitivo de la causa.

Por ello, y oída la señora Procuradora Fiscal, se hace lugar a la


queja y al recurso extraordinario, y se deja sin efecto la sentencia ape-
lada con los alcances indicados, con costas (art. 68 del Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación). Hágase saber, reintégrese el depósito
(fs. 1), agréguese la queja al principal y, oportunamente, devuélvase a
fin de que, por quien corresponda, se dicte un nuevo pronunciamiento
con arreglo al presente.

Ricardo Luis Lorenzetti — Elena I. Highton de Nolasco — Carlos


S. Fayt — Enrique Santiago Petracchi — Juan Carlos M aqueda — E.
R aúl Zaffaroni.

Recurso de hecho deducido por Cooperativa de Trabajo Nueva Salvia Limitada,


demandada en autos, representada por los Dres. Hugo Orlando Allois, Jeróni-
mo Alcaraz y Oscar Roberto Piscane, con el patrocinio letrado de la Dra. Isabel
Lopreiato.
Tribunal de origen: Sala X de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo.
Tribunal que intervino con anterioridad: Juzgado Nacional de Primera Instancia
del Trabajo Nº 80.

AARON LALO c/ YPF S.A.

RECURSO DE QUEJA: Trámite.

Si bien el pago de las sumas determinadas en la sentencia con posterioridad a


la interposición de la queja y sin reserva de continuar su tramitación, importa
renuncia o desistimiento tácito del recurso por incompatibilidad manifiesta entre

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