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El estudio del cuerpo humano ha sido una preocupación del hombre desde hace
muchos años, Hipócrates (460-435 a.C.), médico griego, estableció una clasificación
de la figura humana con el objetivo de observar la influencia del ambiente sobre las
características físicas del hombre, poniendo énfasis en las diferencias que existen
entre las personas que habitan en climas diferentes. Es así, como comenzaban
algunos planteamientos para relacionar la diversidad y la variabilidad humana con
los factores ambientales.
La somatología es una rama de estudio de la antropología física que se encarga de
investigar el cuerpo humano y las relaciones que éste establece con el ambiente y la
cultura. Para ello, los estudios interdisciplinarios son fundamentales. Hay diferentes
aplicaciones en casos concretos. Por ejemplo, entre las aplicaciones prácticas de la
somatología está la ergonomía, que mide el cuerpo en su dimensión y capacidades
tanto estáticas como dinámicas con el propósito de diseñar espacios de trabajo,
herramientas, equipo de seguridad y de protección personal, para determinados
tipos de trabajo. Para hacer tales propuestas se consideran diversos aspectos
como: edad, sexo, capacidad y límites físicos del cuerpo.
Desde los inicios de su carrera profesional, Faulhaber mostró gran interés por
estudiar las poblaciones indígenas de México, prueba de ello es que en el año 1940
realizó una expedición en la sierra Chinanteca de Oaxaca, de la cual obtuvo datos
antropométricos de la población indígena de este lugar. Posteriormente, Johana
Faulhaber estudió el grupo indígena triques del mismo estado, pero ahora bajo la
asesoría del Doctor Juan Comas. Ya en 1943, desarrolló su tesis de licenciatura
titulada “Algunos aspectos antropológicos de la población de Tepoztlán,
Morelos”,incluyendo a 110 mujeres adultas, en esta investigación tenía como
objetivo determinar el tipo somático de la población nahua del Estado de Morelos,
además de adquirir conocimiento de los somatotipos que presentaban los grupos
indígenas de México por medio de estudios parciales. De este estudio, obtuvo
información valiosa, entre la que podemos destacar que el 70% de las mujeres
presentaron braquicefalia, el 99% hipsicefalia (cabezas altas, vistas lateralmente);
además, encontró que la estatura era baja con un valor promedio de 148.77 cm.
Las investigaciones referidas anteriormente forman parte del gran legado que dejó
Johana Faulhaber en los estudios antropofísicos relacionados con la somatología de
los grupos indígenas de México. Paulatinamente, los estudios somatológicos han
tomado nuevos enfoques, metodologías y tipos de análisis, especialmente en las
últimas décadas, un ejemplo de ello es el proyecto “La cara del mexicano”
desarrollado entre 1993 y 1996, el cual tuvo como objetivo, a través de fotografías,
crear un sistema computarizado para la elaboración de “retratos hablados”, basados
en las características de la morfología facial de la población mexicana.
Para el caso de los adultos, se han propuesto diversas clasificaciones del Índice de
la Masa Corporal (IMC), las cuales se basan principalmente en la asociación entre el
IMC y la mortalidad (OMS, 1995), delimitando la “normalidad”, los “pesos bajos” que
han sido relacionados con mala nutrición por defecto y los “pesos altos”, los cuales
se vinculan, generalmente, con malnutrición por exceso (Berdasco, 2002).
Cuerpo, cultura y adaptación