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5.6 Los Sintomas Fuera de Transferencia - Indart
5.6 Los Sintomas Fuera de Transferencia - Indart
Un descubrimiento esencial de Freud fue hallar y probar que los síntomas tienen un
sentido. Sobre la base de una argumentación estrictamente freudiana, ese desciframiento
del sentido de los síntomas quedó ligado a la transferencia en cuanto se impuso a Freud que
su eficacia sobre el síntoma dependía de que alcanzase al sujeto en el plano de la verdad.1
Con ese método avanzó en el resto de sus hallazgos, incluida la comprobación de
que el síntoma impone límites al desciframiento transferencial según dos vertientes
diferentes y cuya articulación es compleja. En virtud de la primera, hay en la estructuración
como tal del síntoma una adherencia libidinal, una satisfacción que lo habita, en principio
irreductible a la eficacia transferencial. Es un tema ya muy considerado, tanto en el problema
del fin del análisis, como en el de los límites de la interpretación2. Pero, por otro lado, si en
todos los casos, para Freud, el síntoma supone esa satisfacción, aunque fuese sustitutiva
de otra rechazada, también nos dejó diversas indicaciones sobre el estatuto «natural» del
síntoma como satisfactorio al margen de la transferencia, en otra vertiente, a saber, la de
una ventaja que el síntoma proporciona a nivel de los lazos sociales del sujeto. Su fórmula
insistente es que cada uno está, aun sin saberlo, conforme con su síntoma, como lo señalan
dos de sus nociones presentes desde el inicio hasta el final de su obra: refugio en la
enfermedad, y ganancia primaria y secundaria de la enfermedad. Cada vez que Freud las
emplea es para formular tres cuestiones: a) no debe sorprender que el sujeto halle en su
síntoma refugio y ganancia, más allá de su aspecto displaciente, cuando lo hay, pues desde
el inicio la formación del síntoma ha sido siempre el modo más económico de tramitar una
satisfacción traumática de origen sexual; b) se añade a esa satisfacción la que procura el
síntoma como solución de exigencias sociales, lo que introduce la delicada cuestión de
articular el síntoma con lo que llama «el yo»; y c) exactamente ese refugio y esa ganancia
en dos vertientes, constituyen el mayor obstáculo para el desciframiento transferencial y para
la cura.
En lo que sigue, pondremos de relieve la segunda vertiente en lo que hace al estatuto
del síntoma fuera de transferencia.
1 Sigmund Freud., «Apreciaciones generales sobre el ataque histérico», en Obras Completas, IX,
pág. 209 y n. 5.
2 Sigmund Freud, «Análisis de la fobia de un niño de cinco años», en Obras Completas, X, pág.
93.
3 Ibid., pág. 93.
4 Sigmund Freud, «Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina», en Obras
Completas, XVIII, pág. 152.
5 Véanse; Sigmund Freud, Psicopatología de la vida cotidiana, en Obras Completas, VI, pág.
115; «Presentación autobiográfica», XX, pág. 50; «Más allá del principio del placer», XVni, pág. 12;
«¿Pueden los legos ejercer el análisis?», XX, págs. 207-209.
6 Véase el caso de Eitingon citado en Psicopatología de la vida cotidiana, en Obras Completas,
VI, pág 115. ‘
7 Sigmund Freud, «Más allá del principio del placer», en Obras Completas, XVIII, pág. 13.
hacerse exitosas y populares sus nociones de refugio en la enfermedad y ganancia de la
enfermedad.1
Lo importante es que a partir de ese apoyo generaliza su concepción para «todos los
otros casos»: «... el síntoma es sustentado también por el yo en virtud de que, por una de
sus vertientes, ofrece satisfacción a la tendencia yoica represora. Además, la tramitación del
conflicto mediante la formación del síntoma es el expediente más cómodo y agradable para
el principio del placer ...Y aún hay casos en que el propio médico tiene que admitir que el
desenlace de un conflicto en la neurosis es la solución más inofensiva y la más llevadera
desde el punto de vista social ... si pudo decirse que el neurótico en todos los casos se
refugia en la enfermedad frente a un conflicto, es preciso conceder que muchas veces esa
huida está plenamente justificada, y el médico, habiendo reconocido ese estado de cosas,
se retirará en silencio, lleno de compasión».19
Tanto en el caso Dora como en el texto que comentamos, Freud insiste en ofrecernos
dos ejemplos de síntoma fuera de la transferencia que merecerían ser elevados a
paradigma. En ese camino bastaría hoy llamarlos «insatisfacción familiar» y «desempleo» y
admitir, para lo que no hay nada en contra, que ambos sexos pueden situarse en uno o en
otro, o en ambos. Introduce el primer ejemplo señalando que: «En condiciones corrientes
advertirnos que la escapatoria en la neurosis depara al yo una cierta e interior ganancia de
la enfermedad. Y en muchas situaciones de la vida, a ésta se asocia una ventaja exterior
palpable cuyo valor ha de tasarse en más o en menos». 20 Así nos presenta la mujer
maltratada y explotada por su marido que encuentra una salida transformando el síntoma en
un arma, por razones de las que no son las menores para Freud una cierta cobardía más un
apego sexual al opresor. El hecho es que el síntoma satisface porque permite defenderse,
vengarse, quejarse de la enfermedad y no del matrimonio, encontrar un auxiliar en el médico,
obligar al marido a compadecerla y gastar por ella, permitirle períodos de ausencia de la
casa, etc. «Si esa ganancia de la enfermedad —dice Freud— externa o accidental, es muy
cuantiosa y no puede hallar un sustituto real, desconfíen ustedes de la posibilidad de influir
sobre la neurosis mediante su terapia.»21