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Título: La Constitución Nacional prohíbe la dolarización


Autor: Manili, Pablo Luis
Publicado en: LA LEY 30/05/2023, 1
Cita: TR LALEY AR/DOC/1210/2023
Sumario: I. Introducción.— II. La competencia sobre la moneda en la Constitución.— III. La naturaleza jurídica
y el rol de la moneda.— IV. Nuestra opinión.— V. El derecho de la integración y una (eventual) moneda
regional.— VI. A modo de conclusión.
(*)

I. Introducción
Se han levantado algunas voces recientemente que proponen dolarizar la economía como una pretendida
solución a la inflación que aqueja a la economía argentina desde hace tiempo y a los sobresaltos respecto del
valor de las monedas extranjeras. Este es uno más de los temas que, de tiempo en tiempo, se proponen
livianamente al debate público sin reparar en que la normativa constitucional vigente los prohíbe.
Todos los temas relacionados con la cosa pública están regulados expresa o implícitamente en la
Constitución Nacional. En el caso de la moneda nacional, lo está en forma expresa y hay varias normas
dedicadas a ella, que analizaremos en este trabajo.
II. La competencia sobre la moneda en la Constitución
La Constitución establece expresamente que la emisión de moneda, la fijación y defensa de su valor son
competencias del Congreso, tal como surge de las siguientes normas:
a) Corresponde al Congreso "Establecer y reglamentar un banco federal con facultad de emitir moneda, así
como otros bancos nacionales" (art. 75 inc. 6). En concordancia con esa norma, la Carta Orgánica del BCRA
[ley 24.144 de 1992, con sus modificaciones (1)] establece en su art. 30: "El Banco es el encargado exclusivo de
la emisión de billetes y monedas de la Nación Argentina y ningún otro órgano del gobierno nacional, ni los
gobiernos provinciales, ni las municipalidades, bancos u otras autoridades cualesquiera, podrán emitir billetes ni
monedas metálicas ni otros instrumentos que fuesen susceptibles de circular como moneda. Se entenderá que
son susceptibles de circular como moneda, cualesquiera fueran las condiciones y características de los
instrumentos, cuando: i) El emisor imponga o induzca en forma directa o indirecta, su aceptación forzosa para la
cancelación de cualquier tipo de obligación; o ii) Se emitan por valores nominales inferiores o iguales a 10
veces el valor del billete de moneda nacional de máxima nominación que se encuentre en circulación". Aquí se
abre otra discusión, relativa a quién controla al Banco Central, si el Congreso o el Ejecutivo, pero ese análisis
escapa al objeto de este artículo, y lo hemos realizado en otro trabajo, al cual nos remitimos (2).
b) También corresponde al Congreso "Hacer sellar moneda, fijar su valor y el de las extranjeras..." (art. 75
inc. 11). Esta norma está inspirada en el art. I, Sección octava, inc. 5 de la Constitución de los EE.UU.; que
establece la competencia del Congreso "Para acuñar monedas y determinar su valor, así como el de la moneda
extranjera". En el fallo "Mc Culloch vs. Maryland" (3), de 1819, la Corte Suprema de ese país interpretó que la
creación de la Reserva Federal era una facultad implícita del Congreso para poder ejercer la facultad de emitir
moneda y fijar su valor. El objetivo de la inclusión de esa norma en la Constitución argentina fue el de unificar
la circulación de las monedas que existían en 1853 y hacer desaparecer las diferencias que existían entre las
provincias, tanto entre monedas como entre pesas y medidas (4). Así lo decidió la Corte en el fallo "Caffarena"
(5) de 1871, donde soslayó los derechos adquiridos de una de las partes para asegurar la unificación de la
moneda circulante en el país (6). El objetivo de unificar la circulación de la moneda era tan importante para la
Corte, que relativizó el derecho de propiedad para lograrlo.
c) El Congreso debe dictar leyes "sobre falsificación de la moneda corriente" (art. 75 inc. 12). La norma está
inspirada en el inc. 6 de la norma norteamericana recién citada, que faculta al Congreso para: "proveer lo
necesario al castigo de quienes falsifiquen los títulos y la moneda corriente de los Estados Unidos".
d) En la llamada "cláusula del desarrollo", agregada en la reforma de 1994, se ordena al Congreso "Proveer
lo conducente al desarrollo humano, al progreso económico con justicia social, a la productividad de la
economía nacional, a la generación de empleo, a la formación profesional de los trabajadores, a la defensa del
valor de la moneda..." (art. 75 inc. 19, énfasis agregado).
e) A su vez, la Constitución establece que los entes federados no pueden acuñar moneda (art.126 CN),
porque es una competencia delegada en el gobierno federal.
El motivo de la inclusión de esas normas fue la anarquía que existía en la circulación de diversas monedas
en el momento en que se sancionó la Constitución Nacional, en 1853: los doblones españoles, los cóndores

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chilenos (7), los soles peruanos, las águilas estadounidenses y el papel moneda emitido por el Banco de la
Provincia de Buenos Aires (8) y por varias provincias (cuartos, melgarejos y chirolas).
En los tiempos en que se sancionó la Constitución, la referencia para la fijación de los precios eran los
metales preciosos (oro y plata). La onza de oro y el peso de plata eran habitualmente las unidades de valor en las
que se convenían los precios, que luego se pagaban en dinero corriente, esto es, monedas metálicas de distintas
denominaciones, o en papel moneda convertible o de curso forzoso a una cierta tasa de conversión. En esa
conversión, las diversas monedas corrientes sufrían una pérdida o merma equivalente a la diferencia entre su
valor declarado y su valor de mercado, que dependía de la confianza que esas monedas le merecían al público.
III. La naturaleza jurídica y el rol de la moneda
En el siglo XVI Jean Bodin afirmaba que acuñar moneda configuraba un atributo de la soberanía del Estado,
"una de las señales de suprema autoridad" (9).
La existencia de una moneda de cambio es imprescindible para la economía. Se ha dicho que la moneda "es
la sangre vital de la economía; es el medio para todas las transacciones" (10). No existe y no se concibe otra
forma de hacer transacciones de bienes y servicios que no sea a través de asignarles un valor expresado en una
moneda.
En línea con la idea de Bodin, la Corte Suprema argentina sostuvo, ya desde el siglo XIX y lo mantuvo hasta
nuestros días (11), que la facultad de acuñar moneda es uno de los "atributos generales de soberanía" del Estado
(12). Y con relación al Banco Central el máximo tribunal expresó: "El conjunto de normas que otorga facultades
al Banco Central en materia cambiaria y que complementa e integra la regulación de la actividad financiera que
se desarrolla en el país convierte a esta entidad autárquica en el eje del sistema financiero, concediéndole
atribuciones exclusivas e indelegables en lo que se refiere a política monetaria y crediticia..." (13) (énfasis
agregados).
En el mismo sentido se expidió la doctrina nacional. Joaquín V. González (14) agregaba que esa facultad
"afecta la vida económica de todo el país y, en nuestro texto, sirve de base a las reglas que establecen la
protección al comercio nacional y extranjero". De Vedia también relacionaba la moneda con la soberanía (15).
La moneda es uno de los elementos constitutivos del Estado (16). No se concibe un Estado sin moneda, aunque
algunos puedan usar la moneda de otro país (si su Constitución lo permite), en cuyo caso no se puede afirmar
que esos países no tengan moneda, sino que usan una extranjera como moneda nacional.
González Calderón (17), en cambio, sostenía que "no puede interpretarse como que el valor de la moneda sea
arbitrariamente fijado por el Congreso. La moneda es una mercancía y como tal tiene, o no, un valor por sus
cualidades intrínsecas. Este valor, pues, no depende del mero capricho del legislador al poner sobre ella el sello
de la soberanía, sino del poder adquisitivo y cancelatorio que tenga por su propia virtud. Lo que hace la ley al
señalar la moneda es garantizar bajo la fe del Estado que ella lo representa efectivamente en el mercado de los
cambios y transacciones comerciales". En el mismo sentido se ha sostenido que "el "valor" de la moneda no es
algo que pueda ser arbitrario y discrecionalmente establecido como un "precio político" por el Congreso. El
"valor" de la moneda nacional dependerá de su aptitud o utilidad en el desempeño de sus funciones
intermediarias en las transacciones económicas" (18).
En las citas transcriptas subyace el eterno debate entre las distintas ideologías económicas de cada
intérprete:
- Quienes son partidarios de un liberalismo económico a ultranza (hoy llamados "libertarios") dirán que es
solo una mercancía y que el "dios" mercado es el que fija su valor.
- Quienes son partidarios del estatismo sostendrán que el Estado debe tener el control absoluto de la
moneda, sin importar las tendencias del mercado, como sostuvo las Corte en "Pacheco Santamarina" (19), de
1953: "El valor de la moneda... se funda en la autoridad del Estado... y no está a merced de las convenciones
concertadas entre los particulares. Con arreglo al actual pensamiento argentino, la moneda no puede tener otra
expresión que no sea la asociada al concepto revolucionario como de servicio público, dirigida al bienestar del
hombre, a quien sirve. Como tal, se asimila al concepto moneda expresión política".
- Pero de acuerdo con la Constitución, la moneda es uno de los atributos fundamentales del Estado y es el
Congreso, teniendo en cuenta la situación del mercado, que fija el valor de la moneda. En este punto, el
constituyente de 1853 se apartó de las ideas liberales de Alberdi y adoptó las propuestas más intervencionistas
de Mariano Fragueiro (20); y el constituyente reformador acentuó esa intervención estatal cuando dispuso que
corresponde al Congreso proveer lo necesario para la "defensa del valor de la moneda" (art. 75 inciso 19, CN).
Nos guste o no nos guste, eso es lo que manda la Constitución, que no es ni libertaria ni estatista.
En 2004 la Corte sostuvo: "Cada Estado dicta sus leyes económicas y monetarias, ya que la soberanía
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monetaria comprende la facultad de regular legalmente la circulación del dinero en todo su territorio y,
especialmente, la de dictar disposiciones relativas a la obligatoriedad de la aceptación, a la exclusión de ciertos
signos monetarios y, especialmente, a la emisión y recogida del dinero del Estado; así, la atribución de curso
legal a las monedas o a los billetes y su valor constituye sin duda acto de soberanía, y consecuentemente
pertenece al derecho público y entra en la esfera del orden público" (21) (énfasis agregados).
IV. Nuestra opinión
Entendemos que de la normativa constitucional transcripta y de las opiniones jurisprudenciales y
doctrinarias citadas se desprenden claramente varias enseñanzas con relación a las competencias del Congreso:
a) debe controlar la moneda, en el sentido de ordenar su emisión, fijar y defender su valor (es decir, que es el
Congreso y no el mercado el que fija su valor); b) no puede delegar las atribuciones que la Constitución le
confiere en relación con la moneda en otro poder del Estado argentino (es decir, que es el Congreso y no el
Ejecutivo el que la controla); y c) mucho menos puede renunciar esa competencia en favor de autoridades de un
país extranjero (es decir, que es el Congreso y no una autoridad extranjera el que la controla). Analizaremos
cada una de esas tres afirmaciones:
IV.1. Control de la moneda: Es el Congreso y no el mercado
La Constitución formula una clara asignación de competencias en favor del Congreso para que este controle
la moneda. No hay otra forma razonable de interpretar la norma constitucional cuando expresamente se le
ordena: emitir, fijar su valor y defenderlo; e incluso (como si faltara algo) le asigna además la función de fijar el
valor de las extranjeras. Si bien la realidad del mercado puede condicionar el ejercicio de esa competencia, en
modo alguno puede ser renunciada por el Congreso en favor del mercado. En otras palabras: el Congreso se
encontrará limitado por la realidad económica del mercado al momento de "fijar" el valor de la moneda, no
pudiendo hacerlo arbitraria o irrazonablemente, sino teniendo en cuenta las variables macroeconómicas
nacionales e internacionales. No hay nada extraño ni rebuscado en lo que estamos afirmando, pues es lo mismo
que ocurre, por ejemplo, con la fijación de los derechos de importación y exportación (inciso 1 del art. 75): el
Congreso ejerce una competencia en la cual debe tener en cuenta las realidades del mercado, máxime en la
actualidad, en que, a diferencia de lo que acontecía en 1853, el mundo está integrado y la economía es un
fenómeno global y no local. El Congreso debe tomar nota de la realidad del comercio internacional para la
fijación de esos derechos aduaneros, pero a nadie en su sano juicio se le ocurriría proponer que puede delegar
esa función en el mercado o en un Estado extranjero. El hecho de que el mercado influya en la toma de ciertas
decisiones no implica que se adueñe de ellas ni que ese sujeto ficticio sea su titular: sigue siendo el Congreso el
que regula el mercado y no a la inversa, y tampoco se desplaza su competencia con relación a la moneda hacia
este. Esa interpretación se ve reforzada por dos normas:
(i) El art. 42 CN, en su segunda parte, se refiere al mercado de bienes y servicios y establece que "Las
autoridades proveerán a... la defensa de la competencia contra toda forma de distorsión de los mercados, al
control de los monopolios naturales y legales, al de la calidad y eficiencia de los servicios públicos...". Ello
implica que la Constitución obliga a la regulación del mercado para proteger a los usuarios y consumidores y
para evitar monopolios y oligopolios. Los convencionales constituyentes de 1994 parecerían haberse inspirado
en la frase del excanciller alemán (22) que sostenía, desde la ideología socialdemócrata, "Tanto mercado como
sea posible y tanto Estado como sea necesario".
(ii) Además, la defensa del valor de la moneda a la que alude el inciso 19 transcripto, según el constituyente,
no es un mero mandato retórico, sino que está concebida como un medio para lograr un fin, que es el desarrollo
humano, que es el protagonista de esa norma.
IV.2. Indelegabilidad: Es el Congreso y no el Poder Ejecutivo
La fijación del valor de una moneda, al igual que el control de la mayor o menor emisión monetaria, son las
herramientas principales de la política monetaria de un país y tienen enorme influencia en la política económica
en general. Es por ello que la Constitución asigna esas competencias al Congreso y no al Ejecutivo. Ello se
debe, a nuestro entender, a cuatro razones: (i) la representatividad federal del Congreso (el pueblo de la Nación
en el caso de la Cámara de Diputados y las provincias en el caso del Senado); (ii) la representatividad política
del Congreso (por los juegos de mayorías y minorías partidarias que se dan en él, dado que una Cámara puede
estar controlada por el oficialismo y otra por la oposición, o las dos por el oficialismo, o las dos por la
oposición); (iii) el mayor consenso democrático con que cuentan sus decisiones, en virtud de lo expuesto en los
dos puntos anteriores; y (iv) la renovación parcial de las cámaras, que generalmente (aunque en la realidad no
siempre sea así) garantiza la fijación de políticas con plazos más extendidos que los del Ejecutivo que, en la
mayoría de los casos, están acotados al mandato del presidente de turno.
En 1875 el Congreso había delegado en el Ejecutivo la fijación del valor de la moneda local con relación a
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las extranjeras y ello fue avalado por la Corte (23). Si bien ese tipo de delegaciones se reiteraron a lo largo de la
historia argentina, entendemos que ello es inconstitucional, más aún desde la reforma de 1994, que reglamentó
estrictamente la delegación legislativa. Las competencias del Congreso en materia de moneda, es decir: la
emisión, la fijación de su valor (inciso 11) y su defensa (inciso 19) no son susceptibles de ser delegadas por el
Congreso en el Poder Ejecutivo, por los siguientes motivos: (i) La delegación de funciones legislativas solo
procede "en materias determinadas de administración o de emergencia pública" (art. 76 CN) y las referidas
competencias no son actos de "administración", sino de disposición de bienes y activos del Estado. Ello así,
porque, cada vez que el gobierno emite moneda, la utiliza para pagar sus gastos; y al hacerlo, está disponiendo
de un activo. (ii) Tampoco puede argumentarse la existencia de una emergencia en forma permanente, dado que
esta es de interpretación restringida y según la jurisprudencia de la Corte, en el fallo "Colegio Público de
Abogados de la Capital Federal" (24) de 2008, cuando se invoca la emergencia como fuente de una competencia,
"quien invoque tales disposiciones en su favor deberá al mismo tiempo justificar su validez, o sea, demostrar
que se hallan dentro de alguno de los supuestos excepcionales en que el Ejecutivo está constitucionalmente
habilitado". (iii) Además, según sostiene Dalla Vía (25), las competencias del Congreso con relación a la moneda
afectan al comercio, al mercado y pueden afectar el derecho de propiedad de los particulares. Por lo tanto si está
en juego el derecho de propiedad, no cabe la delegación legislativa, por analogía con lo resuelto por la Corte en
"Selcro" (26): allí sostuvo que los elementos constitutivos de los tributos no pueden ser objeto de delegación en
el Ejecutivo.
Tampoco es delegable la facultad del Congreso contenida en el inciso 12 de dictar leyes "sobre falsificación
de la moneda corriente" por dos motivos: (i) porque la punición de un delito no puede ser considerada una
cuestión de emergencia ni de administración; y (ii) porque es una competencia en materia penal y, como el art.
99 inc. 3 CN prohíbe dictar decretos de necesidad y urgencia en esa materia, también debe reputarse prohibida
para la delegación legislativa (27).
Lo que sí puede hacer el Congreso, a nuestro criterio, es delegar el control de la moneda en el Banco
Central, porque la propia Constitución lo autoriza expresamente en su art. 75 inc. 6, transcripto más arriba. Pero,
obviamente, para que esa delegación sea válida, esa entidad debe estar controlada por el Congreso y no por el
Ejecutivo (28), de lo contrario se produciría una triangulación y, por vía indirecta, el órgano decisor final sería el
Ejecutivo y no el Congreso.
IV.3. La inconstitucionalidad de la llamada "dolarización" de la economía. Es el Congreso y no un órgano
de otro país
De lo expresado en el párrafo anterior se sigue claramente que si el constituyente decidió que los destinos de
la moneda estén regidos por el órgano más representativo de los que ejercen el poder del Estado (tanto desde el
punto de vista federal como del político-partidario) y el que fija las políticas de Estado a largo plazo, no podría
este renunciar a esa competencia en favor de las autoridades de otro país. Utilizamos el término "renunciar",
porque ni siquiera podemos hablar de "delegar", dado que quien delega una función o tarea se reserva la
supervisión y el control de lo que hace el beneficiario de la delegación, pero ello no sería posible en este caso. Y
menos aún se podría resignar la atribución que le confiere el inc. 19 del art. 75 CN, de "defender" su valor, dado
que sería imposible defenderlo si es fijado por una autoridad extranjera. A ello se suma —como argumento
proveniente de la ciencia política pero que influye en el derecho constitucional— lo expresado más arriba en
cuanto a que la moneda es un atributo de la soberanía del Estado.
Si se dolarizara la economía, reemplazando a la moneda argentina por el dólar estadounidense, se produciría
una renuncia a esa competencia del Congreso y una asignación de ella a la Reserva Federal de los Estados
Unidos, es decir, a un órgano de un gobierno extranjero, y por lo tanto sería claramente inconstitucional.
En sentido similar se expiden Bidart Campos (29), Pérez Hualde (30) y Dalla Vía (31); el segundo de esos
autores va aún más allá y sostiene que ello implicaría una renuncia del Estado a manejar su propia política
económica.
Si se diera ese supuesto, en primer lugar, nuestro país dejaría de tener moneda propia; y en segundo lugar, el
valor de la moneda de curso legal que la reemplazaría sería fijado por las autoridades de otro país y no podría
ser "defendido" por el Congreso. Incluso, en ese caso, el Congreso no podría dictar leyes sobre falsificación de
una moneda que no es nacional, ni tampoco el Poder Judicial federal sería competente para juzgar una eventual
falsificación de esa moneda, lo cual violaría el art. 75 inc. 12 CN. La Corte se había expedido sobre este tema en
los albores de la organización nacional: (i) "La ley penal nacional solo castiga la falsificación de moneda de
curso legal en la República" (32) y años más tarde agregó que "La falsificación de moneda, que no tiene curso
legal en la República, es justiciable ante los tribunales de provincia". (ii) "La boliviana, no ha tenido curso legal
en la República, sino que su curso ha sido simplemente tolerado; y los tribunales nacionales, no pueden conocer

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en los casos de falsificación de ella... Para que la justicia federal pueda ejercer jurisdicción en los casos de
falsificación de moneda, es necesario que tenga esta curso legal en la República" (33).
IV.4. Fijar el valor de las monedas extranjeras no permite dolarizar
Resta analizar si la atribución del Congreso de fijar el valor de las monedas extranjeras (art. 75 inciso 11
CN) implica, o no, una autorización tácita para que este disponga una dolarización de la economía. Ello merece
las siguientes reflexiones:
I. Como es sabido, hasta 1881, en que se sancionó la ley 1130, circulaban en la Argentina varias monedas
extranjeras, algunas de las cuales tenían curso legal, lo cual fue prohibido por esa ley (34), que a su vez creó el
primer signo monetario nacional (35). Pero circulaban monedas extranjeras, porque no había moneda nacional,
es decir, porque, en el marco de la compleja construcción de la institucionalidad en la Argentina (que empezó en
1853 y apenas culminó en 1916 con la primera elección democrática de un gobierno), el Congreso aún no había
ejercido la competencia que esa norma le confiere para emitir moneda, por lo cual mucho menos podía ejercer la
función de fijar su valor. Es decir que el argumento de que alguna vez, en los comienzos de la vida
constitucional argentina, hubo circulación legal de monedas extranjeras no sirve como argumento para justificar
que toda la economía argentina se rija por una única moneda extranjera. Muchas normas de la Constitución
empezaron a regir años después de su sanción y ello no habilita a sostener que en la actualidad se pueda utilizar
esa mora en la implementación de la Constitución como una excusa para hacer lo contrario de lo que ella
establece (por ejemplo: la Corte Suprema, pese al mandato constitucional, se instaló en 1863, es decir, diez años
después de la sanción de la Constitución y el voto popular apenas fue legítimamente emitido en 1912 con la
llamada "Ley Sáenz Peña").
II. En segundo lugar consideramos que la competencia para fijar el valor de una moneda extranjera solo
puede ser interpretada como limitada a fijar su valor en el territorio de la Argentina y fijarlo con relación a la
moneda nacional. Lo primero, porque el Congreso no puede legislar extraterritorialmente ni decirle a otro país
cuánto vale su moneda; y lo segundo, porque la única forma de fijar el valor de una mercancía (y la moneda
extranjera claramente lo es) es hacerlo en relación con una unidad de medida y esa unidad de medida no puede
ser otra que una moneda nacional. Es decir que el Congreso puede fijar el valor de monedas extranjeras con esas
dos limitaciones: ese valor solo regirá en el país y será fijado con relación a la moneda nacional. Es decir que la
competencia para fijar el valor de la moneda extranjera justamente presupone la existencia de una moneda
nacional.
III. De ello se desprende que, si la Constitución permite que el Congreso pueda fijar el valor de una moneda
extranjera, también puede tolerar la circulación de esas monedas y asignarles valor cancelatorio, es decir
considerarlas de curso legal (36). Porque es obvio que si no tolerara esa circulación, no podría ejercer la
competencia de fijar su valor; y, a su vez, si esa circulación no fuera de curso legal, no tendría sentido fijarle un
valor.
Lo expuesto implica que el Congreso sí podría tolerar la circulación de dólares (u otra moneda extranjera) y
considerarlos de curso legal, siempre y cuando exista también una moneda nacional que esa autoridad controle.
Así lo hacía la Ley de Convertibilidad (Nº23.928) que rigió entre 1991 y 2002 (37), que fijó el valor del dólar en
diez mil australes (suma que luego pasó a ser un peso) y consideraba a las obligaciones en moneda extranjera
como de dar sumas de dinero y no de dar cantidades de cosas (38), con lo cual le reconocía poder cancelatorio al
dólar (39).
Podemos admitir la constitucionalidad formal de esa ley, porque en definitiva implicaba una forma de fijar
el valor de una moneda extranjera y de reconocerle curso legal, pero debemos observar el siguiente defecto
sustancial de la norma: si bien en apariencia el Congreso había "fijado" ese valor, no se había reservado para sí
ninguna competencia al respecto (más allá de una eventual derogación de la ley), dado que el valor del peso
estaba anclado al valor del dólar, con el cual era convertible. Ello implicaba que todo cambio de valor de esa
moneda extranjera, sea por efecto de las fuerzas del mercado internacional o por decisiones su autoridad
emisora, generaba automáticamente un cambio de valor de la moneda argentina. En otras palabras, el Congreso
había perdido el manejo de la moneda al día siguiente de promulgada esa Ley, es decir, que el valor que el
Congreso había fijado quedó, inmediatamente después de sancionada, sujeto a decisiones del mercado
internacional (que no puede regular) o de órganos extranjeros (sobre los que no puede incidir). De hecho,
durante la década de vigencia de esa Ley, el dólar varió notoriamente su valor con relación a otras monedas y lo
mismo le ocurrió al peso argentino. Frente a ello, la única competencia que se había reservado el Congreso era
la de derogar la Ley para evitar que la moneda argentina sea arrastrada junto con los vaivenes del dólar.
IV. Empero, de lo expuesto en el punto anterior no se desprende que el Congreso pueda considerar al dólar
como única moneda de curso legal, porque ello implicaría renunciar a emitir moneda y a fijar su valor, y además

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no tendría forma de fijar el valor de la moneda extranjera, porque perdería la posibilidad de tomar como
referencia de precio a la moneda nacional. Tampoco podría defender el valor de la moneda nacional, porque esta
no existiría. Una cosa es tolerar la circulación de una moneda extranjera y reconocerle efecto cancelatorio,
conviviendo con una moneda nacional controlada por el Congreso, y otra muy distinta es que esa sea la única
moneda circulante.
V. El derecho de la integración y una (eventual) moneda regional
Antes de concluir es necesario aclarar que si bien la Constitución prohíbe la dolarización de la economía,
muy distinto sería el caso de la creación de una moneda regional en el marco de un organismo de integración
comunitaria. Como es sabido, la Unión Europea instauró el euro en 2002 y los Estados que la componen y que,
además, aceptaron ingresar a la "zona euro", reemplazaron su moneda nacional por esa moneda regional (40). Si
ocurriera algo similar en el caso del Mercosur, no se estaría renunciando a una competencia para asignarla a un
Estado extranjero, sino que se estaría delegando una competencia en un órgano internacional y la Argentina
debería tener participación en ese órgano y podría ejercer algún tipo de control o de influencia sobre él. El art.
75 inc. 24 autoriza expresamente, con requisitos de forma (mayorías agravadas) y de fondo, esa atribución de
competencias, dado que faculta al Congreso a: "Aprobar tratados de integración que deleguen competencias y
jurisdicción a organizaciones supraestatales en condiciones de reciprocidad e igualdad, y que respeten el orden
democrático y los derechos humanos. Las normas dictadas en su consecuencia tienen jerarquía superior a las
leyes..." (énfasis agregado). Esa norma contiene:
a) Una autorización expresa a delegar competencias y funciones jurisdiccionales a órganos supranacionales.
Si el constituyente no hizo ninguna salvedad respecto de la moneda, se aplica el principio de ubi lex non
distinguit, nec nos distinguere debemus, por lo cual la moneda debe considerarse incluida en la posibilidad de
delegar.
b) La obligación de cumplir con arduos requisitos de forma y de fondo para la aprobación (y posterior
ratificación) de estos tratados. Los requisitos de fondo son la reciprocidad, la igualdad y el respeto a los
derechos humanos; y los de forma son las mayorías agravadas exigidas y la doble lectura en algunos casos.
c) La asignación de jerarquía superior a las leyes a las decisiones de esos órganos.
De ello se desprende fácilmente que si el constituyente se tomó el trabajo de establecer esas previsiones y
resguardos, es porque previó que, a futuro, se puedan delegar importantes competencias estatales, incluidas las
del Congreso con relación a la moneda.
En síntesis, debemos distinguir claramente la dolarización de la economía, que implica la renuncia de una
competencia en favor de un Estado extranjero, de la delegación de esa competencia a un órgano supraestatal de
integración, reservándose la Argentina la facultad de incidir en las decisiones de ese órgano. Lo primero es
inconstitucional, mientras que lo segundo está permitido expresamente en la Constitución.
VI. A modo de conclusión
La Constitución contiene normas de las cuales se desprende claramente que la dolarización de la economía
sería inconstitucional, porque le privaría al Congreso la posibilidad de ejercer las competencias que la Carta
Magna le asigna. Pese a eso, desde algunos sectores se viene proponiendo esa medida como una especie de
"salvavidas" de la economía nacional. No es la primera vez que se postulan medidas palmariamente
inconstitucionales [por ejemplo: instaurar la pena de muerte para el secuestro extorsivo seguido de muerte (41), o
utilizar las fuerzas armadas para tareas de seguridad interior (42)]. Esas propuestas, al estar prohibidas por la
Constitución nacional, exhiben, o bien la falta de formación constitucional de nuestra clase dirigente o bien el
desprecio por las normas vigentes.
(A) Doctor y posdoctor en Derecho. Profesor titular de derecho constitucional en grado y posgrado de la
Facultad de Derecho (UBA). Subdirector de la Carrera de Especialización en derecho Constitucional de esa
Facultad.
(1) Ley 24.144, sancionada el 23/9/92, dec. 1860 del 13/10/92, dec. 1887 del 15/10/92, dec. 290 del 27/02/95,
ley 24.485, sancionada el 05/04/95, dec. 538 del 12/04/95, dec. 1373 del 24/11/99, ley 25.299, dec. 439 del
17/04/01, dec. 1311 del 22/10/01, dec. 1523 del 23/11/01, dec. 1526 del 27/11/01, ley 25.562, sancionada el
23/01/02, dec. 248 del 06/02/02, dec. 401 del 28/02/02, ley 25.780, sancionada el 27/08/03, dec. 738 del
05/09/03, ley 26.422, sancionada el 05/11/08, ley 26.739, sancionada el 22/03/12.
(2) Puede verse nuestro artículo "El régimen constitucional del Banco Central", en LA LEY del 10 de mayo de
2021.
(3) 17 US. 316.
(4) GONZÁLEZ, Joaquín V., "Manual de Derecho Constitucional", Estrada, Buenos Aires, 1983, p. 420.

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(5) Fallos 10:427.


(6) Puede verse nuestro análisis de ese fallo en MANILI, Pablo L., "Tratado de Derecho Constitucional
Argentino y Comparado", Ed. La Ley, Buenos Aires, 2021, t. II, p. 379 y en nuestro libro "Evolución de la
Jurisprudencia de la Corte Suprema (1863-2017)", Astrea, Buenos Aires, 2017, p. 37.
(7) En 1883 la Corte los reconoció como moneda de curso legal (Fallos: 25:248).
(8) Conf. CARNOTA, Walter, "Moneda y Constitución" en Sabsay Daniel A. (director) y Manili, Pablo L.
(coordinador), Constitución de la Nación Argentina y normas complementarias. Análisis doctrinal y
Jurisprudencial, Hammurabi, Buenos Aires, 2010, t. III, p. 510.
(9) Citado por CARNOTA, W., ob. cit. y por DALLA VÍA, Alberto R., "El Régimen Constitucional de la
Moneda", en Boletín Informativo de la Asociación Argentina de Derecho Constitucional, Buenos Aires, Año
XV, nº 160, agosto 1999, p. 10.
(10) Conf. ROTHBARD, Murray N., "Moneda, Libre y Controlada", Centro de Estudios sobre la Libertad,
Buenos Aires, 1962, p. 147, citado por CARNOTA, W., ob. cit.
(11) Por ejemplo, en Fallos 225:135.
(12) Fallos 52:413 (1893).
(13) Fallos 310:203.
(14) GONZÁLEZ, J. V., "Manual de Derecho Constitucional", ob. cit., p. 420.
(15) DE VEDIA, Agustín, "Constitución Argentina", Coni Hnos., Buenos Aires, 1907, p. 258.
(16) DALLA VÍA, Alberto R., "Derecho Constitucional Económico", cit. y en "El régimen constitucional de la
moneda", cit.
(17) GONZÁLEZ CALDERÓN, Juan A., "Curso de Derecho Constitucional", Depalma, Buenos Aires, 1979, 6ª
ed. revisada por Miqueo Ferrero, Ernesto, p. 425. Seguramente el gran jurista citado se inspiró en el fallo del
juez de primera instancia transcripto en Fallos 52:423 (de 1893) especialmente ps. 416 y 420, donde se sostiene
exactamente la misma idea.
(18) BUSCAGLIA, Adolfo E., "La moneda y las uniones monetarias en la Constitución Nacional", Separata de
la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas (disertación de ese académico al incorporarse a la
Academia, el 22 de noviembre del 2000), p. 37.
(19) Fallos 225:135.
(20) DALLA VÍA, Alberto R., "Los aportes de Mariano Fragueiro y Pedro de Ángelis a la Constitución
histórica", en JA, 2003-II, del 30 de abril de 2003.
(21) Voto de la Dra. Elena I. Highton de Nolasco en "Bustos, Alberto Roque y otros c/ E.N. y otros s/ amparo",
Fallos 327:4495.
(22) Frahm, Herbert Ernst Karl, más conocido como Willy Brandt (1913-1992), canciller de Alemania
Occidental entre 1969 y 1974.
(23) Fallos 22:450.
(24) Fallos 331:2406.
(25) DALLA VÍA, A., Derecho Constitucional Económico, ob. cit.
(26) Fallos 326:4251.
(27) Según se desprende del fallo "Selcro" recién citado que, si bien se refiere a la materia tributaria, sus
razonamientos son extensibles a las demás materias referidas en el art. 99 inc. 3 CN.
(28) Nos hemos ocupado de ese tema en nuestro Tratado de Derecho Constitucional Argentino y Comparado,
La Ley, Buenos Aires, 2021, t. V, p. 349 y ss.
(29) BIDART CAMPOS, Germán J., "Tratado Elemental de Derecho Constitucional Argentino", Ediar, Buenos
Aires, t. II-B, edición 2002-2004, p. 51.
(30) PÉREZ HUALDE, Alejandro, "Constitución y Economía", Depalma, Buenos Aires, 2000, p. 28 y DALLA
VÍA, A., "El régimen constitucional de la moneda", ob. cit.
(31) DALLA VÍA, A., "El régimen constitucional de la moneda", en Boletín Informativo..., cit., p. 10.
(32) Fallos 3:261 (1866).
(33) Fallos 2:261 (1865).
(34) Art. 7: "Queda prohibida la circulación legal de toda moneda extranjera de oro, desde que se hayan
acuñado ocho millones de pesos en moneda de oro de la Nación, y la circulación legal de toda moneda
extranjera de plata, desde que se hayan acuñado cuatro millones de plata".
(35) Hubo un intento previo, en 1875, con la ley que creó el "peso fuerte", pero no se llevó a la práctica (De
Vedia, A., "Constitución Argentina", cit., p. 259).
(36) Existe una diferencia entre curso legal y curso forzoso, que la Corte explicó así: "Si bien a primera vista,
ello implicó dar curso legal a la moneda extranjera, por lo menos al dólar estadounidense, ello no es así. No
existió curso legal en el sentido de la irrecusabilidad, pues así surge del art. 617 Código Civil, que se refiere a
moneda que no sea de curso legal en la República, aun cuando luego indica que la obligación debe considerarse

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como de dar sumas de dinero... Que a diferencia del curso legal, el curso forzoso no significa la obligatoriedad
de recibir o irrecusabilidad de la moneda, sino esta calidad de curso legal aplicada al papel moneda
inconvertible. Mediante el curso forzoso, el instituto de emisión queda dispensado de reembolsar los billetes a la
vista. En tanto la ley 23.928 declaraba la convertibilidad del austral con el dólar de los Estados Unidos... a partir
del 11 de abril de 1991, le quitó el curso forzoso a nuestra moneda" (Voto de la Dra. Elena I. Highton de
Nolasco en "Bustos, Alberto Roque y otros c/ E.N. y otros s/ amparo", Fallos 327:4495).
(37) La ley 25.445 de 2001 modificó el art. 1º de esa ley: "El peso será convertible para la venta, a una relación
de un peso ($ 1) por el promedio simple de un dólar de los Estados Unidos de América (u$s 1) y un euro de la
Unión Europea (E 1), en las condiciones establecidas por la presente ley. A estos efectos se tomará la cotización
de tipo vendedor de euros en dólares estadounidenses en el mercado de Londres". Ambas fueron derogadas por
la ley 25.561 de 2002.
(38) Para ello reformó el art. 617 del Código Civil entonces vigente.
(39) El art. 765 del Código Civil y Comercial que entró en vigor en agosto de 2015 establece lo contrario: "Si
por el acto por el que se ha constituido la obligación, se estipuló dar moneda que no sea de curso legal en la
República, la obligación debe considerarse como de dar cantidades de cosas y el deudor puede liberarse dando
el equivalente en moneda de curso legal" (puede verse el análisis de esa norma en nuestro artículo
"Inconstitucionalidad de la Pesificación dispuesta por el Proyecto de Código Civil y Comercial" en La Ley,
2012-E, 1375).
(40) Algunos países, como Francia, debieron reformar su Constitución para poder delegar las competencias
monetarias en los órganos comunitarios.
(41) Lo hizo, en la década de '90, el expresidente Menem y ello viola el art. 4 del Pacto de San José de Costa
Rica, que tiene jerarquía constitucional en nuestro país.
(42) Lo hizo, en 2018, el expresidente Macri. Puede verse nuestro artículo "Las Fuerzas Armadas y la Seguridad
Interior" en LA LEY, 2018-D, 1116, donde demostramos que ello es inconstitucional e ilegal.

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