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La naturaleza humana-Resumen

Sámano Castro Santiago Ingeniería Industrial

Al plantearnos la pregunta cuál es la esencia del hombre (Que es lo que comparten


todas las personas) podemos desarrollar varias perspectivas y cuestionamientos al
respecto, esto ya que es un tema que puede generar diversas dificultades a la hora de
estudiarlo.

Lo primero que debemos analizar es aquello que todos compartimos como personas,
una de las formas de verlo es a partir de la teología natural, que nos habla de una
tendencia de desarrollarnos como personas, crecer y perfeccionarnos. Esta teoría nos
habla de nuestra capacidad como humanos de vivir en un desarrollo constante de
orden y bien común, esto como algo intrínseco de todas las personas, nacimos para
alcanzar la perfección.

El desarrollo y crecimiento nos dirige a todos a alcanzar un fin, esté siendo perfeccionar
al máximo nuestras capacidades, en especial las superiores como la inteligencia y
voluntad. La inteligencia busca el conocimiento de la realidad. Cuando lo logra, alcanza
la verdad, que es el bien propio de la inteligencia: abrirse a lo real. Y de este modo,
querer lo verdaderamente bueno es ejercer la voluntad perfeccionándola.

Este “fin” no se refiere a un objetivo que alcancemos en un punto específico de la vida,


no es algo cronológico, más bien hace referencia al hecho de que como humanos
nacemos desde un inicio con esa capacidad y anhelo para desarrollarnos y alcanzar un
bien. Es decir, por naturaleza se posee desde el principio el fin que a la vez estructura
la tensión de esa búsqueda en qué consiste nuestra existencia. Considerando esto,
cambiamos la pregunta de ¿qué es el hombre? a ¿eres capaz de llegar a ser aquello a
lo que, desde el inicio de tu existir, estás llamado?. El hombre sólo es él mismo cuando
va más allá de lo que es, pero que se le presenta como la única posibilidad, el
negarnos a esto sería renuncia a nuestro propósito como seres humanos.

El alcanzar el fin de el crecimiento y perfección es una tarea que requiere de voluntad


propia, es una tarea del hombre para sí mismo, y depende de él si lo consigue o
fracasa.
Por un lado, el bien y la verdad sólo se pueden alcanzar libremente. Nadie que no
quiera puede llegar a ellos a base de forzarle. Al final, la decisión de respetar el bien de
otros depende no tanto de los argumentos racionales que se nos den, como de la
propia decisión de respetar. El alcanzar nuestro crecimiento no es algo que tengamos
asegurado, es algo que se puede alcanzar o no se alcanza, sin importar el hecho de
que sea nuestro anhelo y responsabilidad.

El modo en que alcanzamos la verdad y el bien no es algo que conozcamos con


certeza, es nuestra voluntad y libertad de decisión la que nos lo proporciona.
Entendemos por felicidad y perfección parte de nuestro fin, pero cómo lograrlos de
forma particular no es parte de lo que conocemos. Contamos con una forma natural de
orientar nuestras decisiones, normas que nos hablan del bien y mal, a esto le llamamos
“moral”. Una de las normas de la naturaleza humana habla de hacer el bien y evitar el
mal. Esto implica hacer nuestro mejor bien, evitando lo que nos daña: hacer el bien y
evitar el mal es una invitación positiva a que cada uno haga de sí mismo el mejor de los
proyectos posibles.

La Ética estudia las normas morales que dirigen nuestro crecimiento, y cuáles son en
concreto esas normas o leyes. Estas normas se cumplen cuando la voluntad de la
persona lo permite , no son leyes necesariamente estrictas. Sin ética no hay desarrollo
humano de la persona, ni armonía del alma. La naturaleza humana se realiza y
perfecciona mediante decisiones libres, que nos hacen mejores porque desarrollan
nuestras capacidades. El hombre, o es ético, o no es hombre.

El hombre tiene la capacidad de adquirir hábitos positivos y de actuar éticamente,


depende de la voluntad y deseo propio de alcanzar la perfección y el desarrollo del
intelecto.

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