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La lógica en la

vida cotidiana
PERSONA Y VERDAD
Introducción
La vida cotidiana de cualquier persona es
necesariamente lógica,  nos damos cuenta
de esto cuando no podemos dormir y estar
despiertos al mismo tiempo, o lastimar y
alegrar a alguien a la vez, o incluso admirar y
despreciar una misma cosa en el mismo
sentido. Esto refiere a la lógica de la vida, a su
orden, que se comprende por medio de la
inteligencia. De hecho, la razón humana
siempre procede de acuerdo a cierto
orden. 

Cuando una persona realiza una actividad


laboral, lúdica, deportiva, o de cualquier otra
índole, por su razón ordena la experiencia de
tal manera que la persona responde acorde a
las circunstancias ordenadamente, es
decir: lógicamente. 
Introducción

Así, hablar de comprender


la lógica de la vida es
decir que la vida tiene
orden y que la inteligencia
humana puede
comprenderlo y asimilarlo.
De ahí que para el
conocimiento de la verdad
sea necesario comprender,
en primer lugar, el orden de
las cosas, o bien, su razón.
Introducción
Para conocer este orden, la transmisión
cultural por medio de la educación y
formación es fundamental, pues la
inteligencia humana personal es
siempre y para todo hombre una tabula
rasa,  como resaltaba Aristóteles.

¿Qué quiere decir este término


de tabula rasa? Que la persona, por
medio de su inteligencia, va
comprendiendo el orden del mundo a
través de la percepción sensorial a lo
largo del tiempo, y con ella, la razón
humana va adquiriendo la habilidad de
distinguir toda la experiencia del
mundo. Esta habilidad es a la que se le
llama discurrir racionalmente.  
Introducción

Esta habilidad de discurrir


racionalmente puede ser asumida
por tres distintas actitudes: la del
orden pedagógico,  que tiene
miras a la transmisión de
conocimiento; la del
orden retórico,  con fines
persuasivos para captar la atención,
sentimientos y voluntades; la de
orden lógico,  que pretende ser la
guía de asimilación del orden
natural de las cosas.
Introducción

El correcto reconocimiento del orden


de las cosas nos permite movernos
con certeza en la vida, pues al hacerlo
podemos responder adecuadamente a
las exigencias propias de la vida
personal. Esta pregunta tan común y
profunda: ¿esto que hago es bueno?,
tiene una relación intrínseca con la
lógica, precisamente porque al asimilar
el orden de la vida (que provee la
lógica) se puede responder
adecuadamente a ella en las exigencias
de nuestro comportamiento frente a
ella (cuestiones éticas).
La lógica, las
emociones y la voluntad
Sabemos que a la hora de tomar decisiones, es
indispensable tener y conocer nuestras
“buenas razones” para decidir, pero al parecer
tampoco esto es suficiente, pues la racionalidad
es limitada, se enfrenta a información
inadecuada, a carencia de tiempo y recursos, a
incapacidad por almacenar demasiada
información, entre otras. Y no sólo nos referimos
a los límites propios de la razón, sino también a
otros elementos que conforman al ser humano,
quien está lejos de ser un mar de pura
racionalidad, sino, por el contrario, está inmerso
también en un mundo de valores y emociones.
La lógica, las emociones y la voluntad

Cuando estoy frente a un problema o


situación que implica de mí una
respuesta, la pregunta sobre qué debo
hacer muchas veces tiene una
respuesta sobre lo que siento que es
correcto hacer. De manera que, el
ejercicio de la racionalidad en el
actuar cotidiano, no sólo es saber
pensar bien y  decidir bien, sino
también querer hacerlo bien. De ahí
que sea indispensable abordar el
tema de la voluntad y las emociones, y
su papel crucial en la toma de
decisiones.
La lógica, las emociones y la voluntad

La pregunta sobre cómo puedo tomar las mejores


decisiones abarca un aspecto teórico y uno
práctico. Tal vez, por ejemplo, mi problema sea
cómo llegar a ser un profesionista exitoso. Sé que
la respuesta es, en primer lugar, estudiar una
licenciatura o emprender un negocio, ser
responsable y disciplinado, adquirir ciertas
cualidades de autoestudio, relaciones
interpersonales, entre otros. Pero ¿llevo a cabo
todas estas condiciones? Posiblemente aún no las
hemos agotado, y no porque no las conozcamos,
sino porque muchas veces no tenemos
la voluntad para realizarlas. Por eso, cuando
hablamos de que la toma de decisiones involucra
un aspecto teórico y uno práctico, nos referimos,
en primer lugar, al análisis lógico descrito en los
módulos anteriores, pero también a la fuerza de
voluntad  que alude precisamente al deseo por
realizar lo que nos hemos propuesto. 
La lógica, las emociones y la voluntad

Tener la fuerza de voluntad suficiente


para poder emprender nuestros
proyectos significa tener el deseo y el
ánimo para realizarlo de la forma
correcta, en el momento correcto y
por el tiempo correcto. Y esto es
tarea de la Ética: darnos a conocer
una serie de valores, normas y
cualidades para que mi forma de
actuar sea reflejo de mi pensamiento
racional.
La lógica, las emociones y la voluntad

Una vida ética me ayuda ser capaz de


llevar a cabo lo que me propongo, con
buen ánimo y conociendo mis limitaciones
y condiciones. El hombre ético o virtuoso,
por tanto, es aquel que conoce el bien y hace
bien, pero además, siente agrado por hacer
el bien. Por eso, en la toma de decisiones,
también las emociones tiene un papel crucial,
porque una persona buena no sólo piensa y
actúa con corrección, sino que lo realiza con
cierto placer y buena disposición; contrario a
quien actúe bien por obligación o pesar. Una
vida ética es el puerto de llegada natural para
quien se propone pensar racionalmente.
La lógica, las emociones y la voluntad

Cuando hablamos de tomar decisiones éticas y


racionales, es muy importante conocer no sólo las
opciones que tengo para elegir, sino
también conocerme, conocer mi carácter y
personalidad. Esto me permite responder de manera
adecuada hacia lo que he decidido, además de
estimular la empatía y relación con personalidades
diferentes a la mía. El carácter es la manera de ser de
cada persona, y se forma por la educación que
recibimos de nuestro entorno, particularmente de
nuestros padres, así como el influjo del ambiente en el
que nos desenvolvemos. El carácter es un componente
de la personalidad y se refiere a las actitudes que
aprendemos a lo largo de la vida y que distinguen
nuestras actividades. Se va moldeando como un todo
a partir de las disposiciones genéticas y a través de las
experiencias cotidianas.
La lógica, las emociones y la voluntad

El temperamento es otro componente importante de la personalidad,


que está más arraigado, controla las impresiones que nos produce el
ambiente y las respuestas inmediatas que tenemos ante éste. 

El carácter y el temperamento (que no son definitivos) conforman la


personalidad, la cual se manifiesta de forma particular y diferente en
cada persona. Algunos indicadores de nuestra personalidad pueden
distinguirse en las siguientes situaciones:

Responsabilidad y madurez para afrontar decisiones ajenas, o


situaciones inesperadas.

Orden y organización de las actividades cotidianas, del lugar en el


que me desenvuelvo personal y profesionalmente.

Forma de tratar a las personas, diferencia al tratar con los conocidos


y desconocidos.

Intereses y actividades cuando tengo tiempo libre.

Forma de exigirme a mí mismo, capacidad de adquirir compromisos.


La lógica, las emociones y la voluntad
El temperamento es otro componente importante de la personalidad,
que está más arraigado, controla las impresiones que nos produce el
ambiente y las respuestas inmediatas que tenemos ante éste. 

El carácter y el temperamento (que no son definitivos) conforman la


personalidad, la cual se manifiesta de forma particular y diferente en
cada persona. Algunos indicadores de nuestra personalidad pueden
distinguirse en las siguientes situaciones:

Responsabilidad y madurez para afrontar decisiones ajenas, o


situaciones inesperadas.

Orden y organización de las actividades cotidianas, del lugar en el


que me desenvuelvo personal y profesionalmente.

Forma de tratar a las personas, diferencia al tratar con los conocidos


y desconocidos.

Intereses y actividades cuando tengo tiempo libre.

Forma de exigirme a mí mismo, capacidad de adquirir compromisos.

El conocimiento de la propia personalidad con miras a la mejor toma de


decisiones es una de las claves para fortalecer el autodominio y la
empatía hacia los demás.
La lógica, las emociones y la voluntad
Distinguir la importancia de los factores que influyen
en mi toma de decisiones es indispensable, no sólo
porque nos ayuda a desarrollarnos personalmente como
seres racionales y éticos, sino también porque nos
impulsa a crecer como sociedad. En efecto, la ayuda
que nos provee la lógica no se limita al ámbito individual,
pues los hombres vivimos en sociedad, lo que implica,
además de un evidente incremento de decisiones,
también una diversidad de intereses.

Porque vivimos en sociedad donde nuestras acciones


impactan a los demás, es necesario justifi car y dar razón
de nuestros actos, pues éstos repercuten de alguna
manera en nuestro entorno. De hecho, es debido a la
gran diversidad propia de una sociedad, que
necesitamos aprender a argumentar correctamente. Y
cuando, en medio de dicha diversidad, se encuentran
intereses compartidos, surgen las decisiones colectivas,
las cuales son refl ejo de la inquietud natural humana por
compartir y desarrollarse en una comunidad.
La lógica, las emociones y la voluntad

Las decisiones colectivas suponen que


sus promotores son personas informadas
y éticas, de manera que, el resultado de
tal decisión buscará reflejarse en un bien
para la sociedad. Esta es una de las
principales cualidades que deben tener
las decisiones en conjunto, que propician
la colaboración, el pensamiento racional y
la conducta ética colectiva. Aunque se
manifiestan de muchas maneras, ahora
sólo enunciaremos dos, a saber: 1) las
manifestadas en medios de
comunicación, y 2) las expresadas en
formas de gobierno.
La lógica, las emociones y la voluntad

En cuanto a la primera, sucede con frecuencia y debido


al auge de las nuevas tecnologías y las redes, que más
que decisiones colectivas, hay una manifestación
exacerbada de opiniones colectivas. Esto, desde el punto
de vista de la lógica y de la ética, puede significar más
que un avance, un retroceso, pues implica una serie de
expresiones que buscan ser exteriorizadas, aunque
muchas veces no estén sustentadas en criterios sólidos.

Las opiniones colectivas exhibidas en medios de


comunicación subsisten bajo la proclama de la “libertad
de expresión” y suelen rechazar, paradójicamente, la
censura. Es decir, cualquiera puede expresar su punto de
vista, independientemente de si está correctamente
formulado, si es racional, si es ético, o acaso, si representa
un bien para la comunidad. Es responsabilidad de quien
ha aprendido a argumentar, utilizar las redes sociales
y medios de comunicación para distinguir y evaluar
argumentos ajenos, manifestar aquello que promueva
la crítica constructiva, el crecimiento cualitativo de
todo individuo y sociedad, y sobre todo, de que su
conducta sea coherente con sus opiniones y creencias.
La lógica, las emociones y la voluntad

En cuanto a la segunda, es claro que la forma


de gobierno que tiene que ver con las
decisiones colectivas es la democracia. Las
sociedades democráticas actuales exigen que
sus ciudadanos sean cada vez más partícipes
de las decisiones comunes. Dicha participación
implica que seamos personas informadas,
críticas, capaces de evaluar y discernir entre lo
que más conviene a mi comunidad. De hecho,
el ejercicio democrático es un punto clave en
el que convergen, nuevamente, la
argumentación y la ética, pues para que la
participación colectiva sea beneficiosa, supone
de cada uno la capacidad de identificar
problemas, argumentos, posiciones, así como
proponer lo necesario para promover un mayor
bien común, sacrificando, en ocasiones, ciertos
intereses personales.
La tarea argumentativa tiene, en
la sociedad, una función
ineludible, que llevada a cabo
junto con una vida ética, propicia
la colaboración y el sano
desarrollo de toda comunidad.

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