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Hace unas semanas me crucé con un grupo de personas cuya
organización no me cae del todo bien, básicamente porque creo que se
aprovechan de la confianza de la gente para mantener su negocio. Son
esos que se creen ecologistas salvaballenas y andan quemando campos
de transgénicos como si éstos fueran brujas de la edad media. Me
acerqué para ver por dónde venía la mano esta vez.
Pero, ¿qué pasa con la comida? Sale de algún lado, muchachos, y ese
algo también es la naturaleza. Hoy, alimentar a la población es una de
las causas de mayor degradación ambiental, quizá mayor que el
resto de las industrias.
El Sol, ese brillante de arriba que los antiguos adoraban como si fuese
un Dios, genera energía gracias a las reacciones termonucleares que
ocurren en su interior. Esta energía viaja por el espacio y llega a nuestro
planeta de diversas maneras, siendo una de ellas lo que llamamos luz.
La energía lumínica es captada por los cloroplastos de las plantas y,
mediante el fascinante proceso de fotosíntesis —que requiere también
de dióxido de carbono y agua— producen glucosa. Así, los vegetales
conforman el primer escalón de la cadena trófica. Los del siguiente
escalón (esos que se comen a los vegetales) van a aprovechar sólo el
10% de la energía contenida en ese vegetal. El resto se pierde como
calor, luego el calor movimiento, luego gota de sudor que se hizo vapor
y luego viento; y así sucesivamente. Ese es el flujo de energía de la
vida. Y este proceso constituye la base de nuestro problema.
LA CONFUSIÓN DEL
VEGANISMO
Por
OEA
1226
LA CONFUSIÓN DEL VEGANISMO
Uno de los grandes problemas ambientales es que las verdades se
mueven reptando lentamente por la selva mientras que las mentiras
vuelan rápido por cielo despejado. Otro de los problemas es que desde
las buenas intenciones se pueden tomar malas decisiones.
Claudio Bertonatti
Por eso dedico este artículo a quienes dejaron de alimentarse con carne
por compasión o solidaridad con los animales. No lo dirijo, entonces, a
quienes evitan su consumo por motivos nutricionales, filosóficos o
religiosos. Tampoco resultará apto para fanáticos, fundamentalistas o
para quienes no dudan de sus creencias u opiniones. No pretendo herir a
nadie.
Vegetariano u omnívoro
Aclaro que fui vegetariano. En mi adolescencia creía que era una forma
de evitar el sufrimiento y la muerte de los animales. Después de un par
de años volví a ser omnívoro. Les explicaré los motivos, advirtiendo que
no pretendo convertir a nadie a ninguna filosofía o estilo de vida. Solo
busco arrimar información, impresiones y experiencias para ayudar a
quienes quieran revisar sus decisiones alimenticias con implicancias
ambientales.
La confusión empírica
Bertonatti sostiene la idea de que los veganos están confundidos porque creen
que al no consumir productos de la explotación animal ya no provocan la muerte
de otros animales, cuando en realidad sí lo hacen en tanto que la agricultura
también conlleva causar la muerte de animales. Así pues, no habría diferencia
esencial entre comer animales y abstenernos de hacerlo de hacerlo. Esta tesis de
Bertonatti evidencia una profunda confusión a varios niveles, como trataré de
explicar a continuación.
A mi modo de ver, nadie debería opinar sobre veganismo sin informarse antes
sobre lo que es el veganismo, en lugar de suponerlo o juzgar meramente de
oídas, porque entonces es probable que lo confunda con otra cosa distinta. El
veganismo es un fenómeno relativamente reciente en nuestra cultura y su
confusión con otras ideas diferentes con las que pudiera tener algún parecido es
casi habitual.
Declara Bertonatti que pretende dirigirse a las personas que creen que sólo por no
comer carne ya no estarían causando la muerte a otros animales.
Lo siento, pero no sé quienes son esas personas. No conozco a nadie que crea que
por el solo hecho de no comer carne, o de no participar en la explotación animal,
eso suponga que dejen de morir animales por su causa. Quien deja de comer
animales lo que pretende es que otros animales dejen ser asesinados y explotados
para que nosotros los usemos como comida o como recursos en general. De
hecho, en cualquier página vegana se reconoce que asumiendo el veganismo no
evitamos todo el daño que causamos, por supuesto, pero sí que evitamos ese
daño en concreto.
Bertonatti llega a decir nada menos que "si la humanidad se hiciera vegana para
la naturaleza sería una tragedia." Pero ¿hay algo de cierto en esta atrevida
afirmación? Bueno, para refutar esa declaración no me basaré en meras
especulaciones y experiencias personales, como hace Bertonatti, sino que
consultaré los informes medioambientales de autoridades académicas. Veamos lo
que nos dicen algunas de ellas.
«El estudio también reveló que las dietas vegetarianas, por contraste, generan un
equivalente de 8,4 libras de dióxido de carbono (3,7kg), menos de la mitad.
Asimismo, las dietas veganas reducen aun más las emisiones, a 6,4 libras (2,8kg).
Esto supone que la huella de carbono se reduce aproximadamente en un 60% con
respecto a las dietas carnívoras.»
De acuerdo con el Institute of Social Ecology, la forma más eficaz de
evitar la destrucción del medio ambiente es eliminar la explotación
animal:
Esto coincide con lo que publica la Fundación Universia sobre los efectos que
tendría el veganismo en sustitución de la explotación animal:
«Las explotaciones ganaderas de más de 1.300 millones de animales se
desarrollan en el 24% del territorio mundial, destruyendo miles de hectáreas de
bosque tropical en América para incrementar el número de pastizales. Este
proceso está llevando a la extinción a numerosas especies de seres vivos.
Asimismo, esta constante explotación destruye la fertilidad del suelo, evitando
que estas tierras puedan utilizarse para plantar vegetales y cereales.»
«Los resultados sugieren que las dietas basadas en frutas, verduras y legumbres
constituiría una opción más sostenible para el planeta. Si fueran adoptadas a
escala global reducirían las emisiones de gases de efecto invernadero de origen
agrícola, la deforestación y la extinción de especies que viven en estos entornos
naturales. Además, ayudarían a prevenir todo tipo de enfermedades crónicas no
contagiosas relacionadas con la dieta.»
Yo he citado fuentes objetivas que no tienen relación alguna con la defensa del
veganismo. Todas ellas, y cualquier otra similar que consultemos, coinciden en
que eliminar la explotación animal es una medida positiva para el medio
ambiente y que adoptar una alimentación vegana bien planificada no es sólo una
opción viable sino incluso beneficiosa para nuestra salud personal.
Con todo esto sólo quería dejar constancia que las afirmaciones empíricas de
Claudio Bertonatti en contra del veganismo son manifiestamente falsas y no
tienen relación alguna con la realidad. Mi razón para rechazar sus argumentos no
se debe sólo a que intente atacar el veganismo. Si alguien intentara defender el
veganismo alegando falsedades o falacias no dudaría en denunciarlo y
rechazarlo de igual modo. El conflicto en este asunto es incluso más profundo
que la oposición entre veganismo y explotación animal. Se trata de un conflicto
entre la verdad y la mentira.
La confusión moral
Cuando se realizan estimaciones sobre cuáles opciones son más respetuosas con
el medio ambiente —y por tanto con todos los animales que dependemos del
medio ambiente para vivir— dentro de esas opciones no se incluye la esclavitud
humana. Supongamos: ¿y si la opción más ecológica de todas fuera utilizar a
seres humanos como esclavos en lugar de usar máquinas y trabajadores libres?
¿Haría esto que la esclavitud humana fuera aceptable?
Alegar que como no podemos evitar dañar o matar a otros animales para poder
vivir entonces no hay problema moral en explotarlos resulta un argumento
absurdo. Bajo ese mismo criterio, estaría justificado practicar el canibalismo. ¿Si
al vivir no podemos evitar causar algún tipo de daño a otros humanos, aunque sea
indirecto o accidental, qué importa usarlos para comida? Claro, el prejuicio
especista de Bertonatti no le ha dejado ver esta obvia consecuencia que conlleva
asumir su criterio.
Si el hecho de que no podamos evitar causar algún daño al vivir justificara que
comamos animales entonces, por el mismo criterio, también justificaría que
comiéramos seres humanos —que también están hechos de carne y sus hembras
producen leche. La especie no hace ninguna diferencia. La especie no es una
característica ni es una entidad; es un concepto que construimos intelectualmente
en base a determinadas semejanzas genéticas entre individuos.
No obstante, nada de esto tiene que ver con el hecho de que matemos animales
para evitar que se coman nuestros cultivos. Si fueran seres humanos los que
invadieran nuestras plantaciones agrícolas para comerse la comida de la que
dependemos para vivir, estaría justificado que tomáramos medidas similares para
evitar que lo hicieran. Se trata de un caso de autodefensa. Aquí hay un conflicto
de intereses. Pero la explotación animal no es el resultado de un conflicto de
intereses; es la opresión de un grupo sobre otro, motivada por el beneficio e
incluso a menudo simplemente por la inercia de la tradición y las costumbres.
¿Si no pudiéramos vivir sin matar a otros humanos que nos atacaran, o que
atacaran nuestros cultivos que necesitamos para sobrevivir, acaso esto justificaría
que levantáramos granjas y mataderos para poder criar y comer a seres humanos?
«La mejor excusa que tenemos para infligir sufrimiento y muerte a 56 mil
millones de animales es que saben bien. Decimos que está mal causar
sufrimiento innecesario a los animales, pero al mismo tiempo lo estamos
causando sistemáticamente.»
Y si su intención era difamar el veganismo, como así parece, creo que el efecto
que ha conseguido, de acuerdo a lo que he estado leyendo los foros, ha resultado
ser justo el contrario, puesto que ha permitido generar un debate que nos ha dado
la oportunidad de replicar a prejuicios y confusiones sobre el veganismo.
SER VEGGIE
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30/09/14.
https://www.revistaanfibia.com/ser-veggie/