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¿Cómo dañan las bolsas de plástico nuestro ambiente y la

vida marina?

Un día vas al mercado y regresas a casa con dos, tres o más bolsas de plástico. Esto
parece algo común, pero en realidad representa un grave riesgo para nuestro
planeta.

Me llamo Sanuki y tengo 8 años. Vivo en Melbourne. Mi pregunta es:¿Cómo dañan las
bolsas de plástico nuestro ambiente y la vida marina? — Sanuki, 8 años, Melbourne.
¡Buena pregunta, Sanuki! Las bolsas de plástico dañan los ambientes marinos (y
terrestres) de varias formas. Las tortugas (y otros animales) pueden confundir las
bolsas de plástico con comida. A las tortugas les gusta comer medusas y por eso
creemos que las tortugas se comen las bolsas de plástico porque se parecen a las
medusas. Cuando las tortugas comen plástico, este puede bloquear su sistema
intestinal. Por eso, ya no pueden comer bien y eso puede matarlas. Los plásticos en
sus estómagos también pueden liberar químicos en las tortugas. No sabemos si esto
causa problemas a largo plazo para las tortugas, pero es probable que no sea bueno
para ellas.
Cómo afecta el plástico a los ecosistemas
Las bolsas de plástico también pueden asfixiar a los corales y a otras comunidades en
el fondo del mar. Cuando las bolsas de plástico terminan en nuestros océanos, los
animales (incluyendo las focas, los delfines y las aves marinas) pueden enredarse en
ellas. Un animal con una bolsa de plástico alrededor de su cuello tendrá problemas
para moverse por el agua, atrapar a su presa o alimentarse y escapar de sus
depredadores. En la tierra, las bolsas de plástico se ven feas. Se quedan atrapadas en
los árboles, a lo largo de cercas o terminan como basura en nuestros parques y playas.
Muchas personas no se dan cuenta de que las bolsas de plástico también pueden
causar inundaciones. En Ghana, las bolsas de plástico bloquearon los drenajes de
aguas pluviales durante una gran tormenta. Esto causó una inundación tan grande que
algunas personas murieron.
Se necesita mucha energía y trabajo para fabricar plástico
Las bolsas de plástico también pueden ser dañinas antes de ser usadas. Se necesitan
muchos recursos y energía para crear una bolsa de plástico. Uno de los materiales
clave es el petróleo. Como combustible fósil, el petróleo debe ser extraído del suelo.
¿Queremos usar recursos de combustible fósil para fabricar un producto que solo es
usado una vez (a esto lo llamamos “plástico de un solo uso”)?

El movimiento hacia un mundo libre de plástico. Últimamente, muchas personas


reconocen el efecto de las bolsas de plástico y están trabajando para encontrar
alternativas. Muchos gobiernos locales y estatales han prohibido las bolsas de plástico
en Australia, y eso ayuda a detener el uso de bolsas de plástico de un solo uso.
Entonces, recuérdales a tus padres que traigan bolsas reutilizables de tela cada vez
que vayan de compras. Podrías estar salvando a una tortuga.
2. Cuidando el planeta desde nuestra mesa

¿Sabes de dónde vienen los alimentos que comes todos los días? Los alimentos se producen
de diferentes maneras.
En los anaqueles de algunos supermercados puedes encontrar productos etiquetados
con la palabra “orgánicos”. Otros productos se identifican como productos elaborados
por “pequeños productores”. Las etiquetas no proporcionan más información. Por el
contrario, cuando visitas un mercadillo, el verdulero te ofrece naranjas de Sóller. ¿Qué
productos elegirías?¿Cuáles serán mejores?¿Deberías comparar los precios?,¿revisar
los sellos en las etiquetas?,¿escuchar las recomendaciones del vendedor?
Antes de comprar es recomendable estar informado sobre la huella ecológica de cada
uno de los alimentos que consumimos. La huella ecológica es el daño ambiental que la
producción, transportación y venta de los alimentos provoca. El crecimiento de la
población requiere la producción de grandes cantidades de alimentos. Por esta razón,
la industria ha sobreexplotado las tierras de cultivo. Las sustancias químicas utilizadas
para acelerar la producción contaminan las tierras y el agua necesarias para la
agricultura. Una alternativa para combatir este problema es el cultivo de alimentos
utilizando técnicas ecológicas, que evitan el uso de productos sintéticos como
pesticidas y fertilizantes artificiales.
Los pequeños productores agrícolas y ganaderos en distintas partes del mundo utilizan
cada vez más técnicas amigables con el medio ambiente. Estas técnicas respetan los
ciclos naturales, es decir, cultivan y cosechan alimentos de temporada. También
utilizan fertilizantes naturales. Estos productores se organizan en sociedades
cooperativas para vender sus productos sin intermediarios y repartirse de manera
equitativa las ganancias. Sin embargo, muchos no tienen acceso al mercado y los
consumidores no los conocen. La tecnología puede apoyar a estos productores a
vender los alimentos que producen. El uso de Internet pone en contacto directo al
productor con el consumidor. Hoy se pueden encontrar páginas web y perfiles en redes
sociales donde se anuncian productos orgánicos y provenientes de pequeños
productores. En estos casos, los alimentos llegan del campo a la mesa. En algunos
países, las instituciones públicas promueven y apoyan a las cooperativas amigables
con el ambiente y con compromiso social.
Y tú, ¿qué puedes hacer para apoyar a estos productores amigables con el medio
ambiente? Desde pequeño puedes tomar acciones de consumo responsable y
disminuir tu huella ecológica. Lo más importante es informarte sobre cómo y dónde se
producen los alimentos que consumes. Puedes hacerlo preguntando a los vendedores
o buscando información en los medios que tengas a tu alcance. Otra forma de apoyar
es consumir alimentos de temporada y locales, elige alimentos frescos y de preferencia
no envasados. Asimismo, evitar el desperdicio de alimentos es una forma de preservar
la agricultura ecológica, al permitir alimentar a más personas con menos producción.

Comparte esta información con las personas que se encargan de comprar los
alimentos en tu casa. Recuerda que el consumo responsable es una responsabilidad
de todos.

¿Por qué sería una catástrofe que


desaparecieran las abejas y qué puedes hacer tú
para evitarlo?

¿Sabías que una abeja puede llegar a visitar 2,000 flores en solo un día? Las abejas
trabajan arduamente y sin saberlo, desempeñan un papel importante en nuestras vidas. Es
necesario investigar por qué sus poblaciones están desapareciendo y difundir el mensaje
de cómo protegerlas.
¿Qué tienen en común un pepino, una taza de café y un mango? No mucho, en
apariencia. Sin embargo los tres le deben su existencia a un insecto sin cuyos servicios
tampoco existirían muchos de los alimentos a los que estamos acostumbrados: la
abeja. Sin ellas, tendrías que olvidarte del jugo de naranja en tu desayuno, o del dulce
de arándanos o de fresas para las tostadas, de las almendras, las manzanas, los
mangos, los calabacines, los tomates, los kiwis, las sandías... y otro sinfín de alimentos
que forman parte de la mesa cotidiana. Estos insectos de poco más de un centímetro
de largo han aparecido con gran asiduidad en las noticias en los últimos años. En
primer lugar por el alarmante declive de sus poblaciones, sobre todo en Estados
Unidos y Europa, pero también gracias a una serie de estudios que reivindican sus
servicios a los ecosistemas, entre ellos su habilidad para incrementar el rendimiento de
los cultivos — y por lo tanto, de lo que comemos — en cerca de un 25%. ¿Pero qué
función cumplen en la naturaleza, además de darnos miel?¿Y por qué su hipotética
extinción sería una catástrofe?
Alimentos nutritivos “Las abejas polinizan la mayor parte de las plantas que existen”, le
explica a BBC Mundo Carlos Vergara, doctor en entomología y profesor de la
Universidad de las Américas Puebla, en México. “Todas las plantas que tienen flor
necesitan ser polinizadas para producir semillas y sobrevivir. Y, cerca de las dos
terceras partes de la dieta de los seres humanos provienen de plantas polinizadas”. Es
a través de la polinización que los granos de polen se transfieren de la parte masculina
de la planta a la femenina, o de una planta a otra de la misma especie, dando como
resultado las semillas que forman las frutas y vegetales que consumimos. Es decir,
haciendo a un lado los alimentos básicos como el trigo, el arroz o el maíz que son
polinizados por el viento, todos los otros alimentos ricos en micronutrientes dependen
de las abejas.
“Nuestra dieta sería no sólo muy aburrida, sino también incompleta”, enfatiza Vergara.
En síntesis, sin polinización no corre riesgo la seguridad alimentaria, pero sí peligra la
seguridad nutritiva.

Efecto en cascada
La polinización no sólo es crucial para los alimentos que ingerimos directamente.
También es vital para la reproducción de plantas utilizadas para alimentar al ganado y
otros animales en la cadena alimentaria, y para mantener la diversidad genética de las
plantas con flores. También para las plantas que se utilizan como biocombustibles
(canola y aceite de palma), fibras como el algodón, plantas de usos medicinales y
ecosistemas como los bosques, fundamentales para preservar los recursos hídricos.
“La falta de abejas provocaría un efecto en cascada: si no tenemos semillas no
tendríamos pasto, ni flores, ni frutas, ni animales que se alimentan de frutas. Las abejas
y los demás polinizadores juegan un rol fundamental en la regulación de los
ecosistemas”.
Las poblaciones de abejas han sufrido particularmente en Europa y América del Norte,
por un fenómeno que se conoce como “problema de colapso de colonias”, por el cual
desaparece abruptamente de una colmena una cantidad considerable de abejas
obreras. Se desconoce la causa exacta de este fenómeno pero se cree que se debe
una combinación de factores, que incluyen virus y el uso de pesticidas. No obstante,
hay otras razones que explican la reducción en la diversidad de abejas. La mayor
amenaza, coinciden los expertos, es la pérdida de su hábitat natural, el cambio
climático (que implica un aumento de la temperatura, inundaciones y sequías), y las
malas prácticas agrícolas.
“Aquí la gente fumiga mucho porque tiene miedo a perder la cosecha. No distinguen
entre insectos beneficiosos y aquellos que son perjudiciales”, le dice a BBC Mundo
Rodulfo Ospina-Torres, investigador del Laboratorio de Abejas Silvestres de la
Universidad Nacional de Bogotá, en referencia al uso de pesticidas. “Recién ahora los
cultivadores de maracuyá están descubriendo la importancia de los abejorros, que son
los mejores polinizadores de las pasifloras”, añade. Y es que, sobre todo en América
Latina, donde la industria apícola es mucho menos intensa que en EE.UU. o Europa,
las abejas silvestres cumplen un rol crucial para garantizar las buenas cosechas.
¿Cómo puedo ayudar?
Hay mucho que tú, incluso viviendo en la ciudad, puedes hacer para ayudarlas. Planta
distintas flores en tus macetas o en el jardín (si florecen en distintos momentos del año
mejor) para ofrecerles a las abejas una dieta variada y rica. Si aumenta la diversidad de
abejas en las zonas urbanas, cuando las poblaciones crecen, pueden empezar a
migrar hacia zonas agrícolas”, dice Vergara. “Y en 30 o 50 años, tendríamos un
aumento en la diversidad y abundancia de abejas en el campo”.
No uses químicos e insecticidas, ya que esto puede dañar a las abejas. Esto es
particularmente dañino si lo haces cuando las plantas ya han dado flores, ya que los
químicos entran en contacto con el polen y el néctar y las abejas pueden llevarlo hasta
las colmenas. Deja en el jardín flores silvestres y yuyos: son un buen alimento para las
abejas.
Construye un “hotel para abejas”: puedes comprar o crear con madera una
estructura con agujeros. Esto servirá de nido para las abejas solitarias, que son la gran
mayoría. Conviértete en apicultor: no hace falta vivir en el campo para criar abejas. En
muchas ciudades se practica la apicultura urbana. Búscate una asociación local,
aprende lo necesario y transforma la apicultura en tu hobby.
Piérdeles el miedo: las abejas no quieren atacarte, porque si te clavan el aguijón se
mueren. Solo lo hacen si se sienten amenazadas. Si se te posa una sobre tu cuerpo
mantente en calma y espera que se vayan. No te pares cerca de la entrada de una
colmena o en camino entre las flores y la colmena. Y aprende a diferenciarlas de las
avispas, que sí pueden picar. Deja un plato con agua en el jardín o el patio: puede que
no lo sepas, pero las abejas también tienen sed.

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