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CONCEPTO DE LA MAYORIA DE EDAD

El interés por hacer una reflexión sobre el pensamiento teológico de Dietrich Bonhoffer,
demanda tener una idea de los acontecimientos que rodearon sus vivencias, para el momento en
que abordaba su análisis, es decir la época en que remontan sus escrituras, de esta manera poder
entender como este ambiente influyo en sus pensamientos. “Resistencia y Sumisión”, comprende
un compendio de cartas escritas dese la prisión, donde plasma profundas reflexiones, dentro de
las cuales se encuentra, el tema a abordar en este análisis hermenéutico, el cual trata del
“Concepto de la Mayoría de Edad, concepto, que el autor establece para referirse a tener la
madurez y honestidad de reconocer que se ha de vivir en un mundo como si Dios no existiese, es
decir, concientizarse y reconocerlo ante Dios, como consecuencia de un fenómeno que
experimenta la humanidad evolucionada que encamina el mundo hacia su autonomía, sin la
presencia de Dios, en contexto, implica el abandono de creencias y la radicalización de otras
impulsada por la evolución de nuevos pensamientos en un abrumante mundo convulsionado.

Las cartas con contenido teológico, eran dirigidas a su cuñado y amigo Eberhard, con
quien compartía mucha afinidad en sus pensamientos idealistas y religiosos, sus líneas muestran
su profundo interés por desarrollar de manera clara, sencilla y sincera, este tema, cuya intención
es desentrañar aspectos en la religión difíciles de abordar por la mayoría de la gente y que por ser
de significativa importancia se prefiere eludir, para de esa manera, dejar un aporte importante al
futuro de la Iglesia. Es importante acotar que su abrupta ejecución le impidió un mayor
desarrollo del tema, por lo cual de manera anticipada, en unas líneas casi directas, le solicita a
receptor de continuidad de sus ideas.

En su análisis donde se ven explicitas las dimensiones de su fe y su espiritualidad,


enriquecidas con su conocimiento teológico, enfrenta la existencia de la arreligiosidad, y se
contempla en el hecho de que los llamados religiosos solo contemplan la existencia de Dios solo
cuando lo necesitan, solo para su beneficio. Se hace palpable la realidad que desde la aparición
de la modernidad, se había ido construyendo poco a poco, una especie de teoría del mundo donde
prevalecía la desmotivación hacia lo que se conoce como la religión. La autonomía, la ciencia,
que invadía el pensamiento cultural de la época promoviendo conceptos de ateísmo, evolución,
que hacían replantear el mundo tal como se había conocido hacia otro mundo renovado e
independiente.

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Por consiguiente se puede considerar que el siglo XX, hace referencia a una época
filosófica-científica que dan una perspectiva de la necesidad de construir nuevas percepciones
teológicas que respondan a la transformación de ideas anteriormente arraigadas, dicha
transformación fraguada a través de métodos hermenéuticos y dialecticos de las que Bonhoeffer
tomaría su esencia para estructurar su pensamiento, dicho pensamiento inclinado por un
cristianismo arreligioso, en un mundo que se considera en su mayoría de edad, es decir con
capacidad para tomar sus propias decisiones, y ante tal acontecimiento sobresale la propuesta de
aceptar el hecho de que la religión había perdido la fuerza para acceder a la humanidad en su
edad adulta, por lo cual era más viable instaurar un cristianismo pos religioso.

Es indudable que el autor formula con mucha certeza un fenómeno que venía siendo
sentido desde el comienzo de la modernidad y que se acentuó e hiso del dominio público con el
transcurrir del tiempo. El Concepto de Mayoría de Edad de Dietrich Bonhoeffer, se encuentra
basado en el análisis que él llamo “movimiento”, que tendía a la idea del logro de la
emancipación de los seres humanos de la tutela de Dios, es decir, que el hombre como
consecuencia de su evolución científica en todos los ámbitos del desarrollo humano, (político,
social, ético, e inclusive en la parte religiosa) se bastaba así mismo, y que esta corriente
ideológica estaría en termino.

Surgen aquí, algunas interrogantes, que coinciden con las de su amigo Eberhard. ¿Si a
Dios se le está dejando a un lado debido a los cambios sobrevenidos con la evolución de la
humanidad, donde el hombre se siente lo suficientemente capacitado para vivir en su evolución
constante, sería un hecho, en que la fe que sostiene a un ser divino que nos protege y orienta en
el devenir de la existencia humana estaría perdiendo espacio en la tierra?

No cabe duda que en su planteamiento, viene impregnado de cierta inquietud, relativas, no


a su fe, sino a que tal convencimiento no deja espacio al análisis de interrogantes, que ni siquiera
la evolución humana puede dar respuesta, pues son cuestiones que provienen del misterio que
encierra nuestra existencia y que provienen de lo divino, es decir de Dios y como tal, quien puede
dar respuestas, por lo cual, da evidencia de que no es posible la total independencia del creador

En su hermenéutica, critica el hecho de que los estudiosos del tema (historiadores,


protestantes, católicos) al considerar la independencia de la humanidad como un divorcio en la

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creencia de Dios, la hace anticristiana, no obstante, en su observación estima que esta ley
establecida en el despertar de una conciencia ante el poderío de sus facultades propias, ha llegado
a considerar los hechos fatídicos que ocurren es su evolución, como situaciones naturales, es
decir, como males necesarios en la consecución de su transformación. En este contexto fustiga el
esfuerzo Cristiano contra lo que contempla mayoría de edad, para definir la independencia del
mundo, el crecimiento intelectual e ideológico del humano evolucionado pero extremista, hacia
una idea ya superada por éste, y lo determina como egoísta y no arraigadas en la enseñanza de
Jesús.

En esta misma línea Dietrich plantea el tema de la historia de la religión y la mayoría de


edad, donde explicar los escaños del Teología Liberal, al permitirle al mundo pensar en que
debían escoger entre un extremo u otro, cargar con sus propias situaciones o dejárselos a Dios,
aplaude la alternativa de Teólogo Tillich al tratar de interpretar la evolución del mundo de una
manera religiosa, no obstante apunta lo necesario de comprender al mundo pero con la exclusión
de la religión, es decir, si, el mundo necesariamente debe ser analizado y comprendido pero esto
no debe tener afinidad con la concepción de la religión como premisa del mundo. Establece
entonces su posición contraria a la idea de Tillich, donde propone ciertas premisas que apuntan
al concepto mitológico de la existencia de dios, la fe, la resurrección, como una verdad verdadera,
pero esto no presupone que la religión debe imponerse como una cuestión de fe, por lo cual el
hecho de que el mundo pueda considerar su evolución sin excluir la existencia e intervención de
Dios.

Bonhoeffer hace referencia a un mundo que ha evolucionado de tal manera que en su


emancipación ha llegado a su mayoría de edad, lo cual expresa básicamente que la historia en su
ineludible proceso de evolución, que tiene su principio con la aparición de la era tecnológica, y
por si misma se ha convertido en autónoma, es decir, puede valerse por sí misma, sin el
consentimiento de la religión, por lo tanto no se puede evitar que camine libre, sin perder de
vista la existencia de Dios, lo cual no significa que la existencia de dios se encuentra en tela de
juicio, sino que en esa realidad creciente se asienta la teoría que reconoce la inutilidad de Dios
para el proyecto del mundo mayor de edad.

En este contexto ha basado su exegesis en dos temas centrales, la mayoría de edad del
mundo y la inutilidad de la existencia de Dios, planteamientos que lo obligan a plantearse la

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inquietud de cómo predicar la fe, como predicar la palabra de Dios en un mundo tan cambiado
y/o evolucionado, donde solo se invoca a Dios en los momentos de mayor vulneración de la
existencia humana, ante la impotencia e incertidumbre de un hecho incontrolable, que no puede
ser reparado por el mismo, entonces ahí la vulnerabilidad hacen volver al hombre su cara ante la
existencia de un ser omnipotente que todo lo puede remediar si así lo desea, de modo que,
sostiene el autor, que no puede existir un cristianismo que se vale de una religión individualista.

Entonces se debe trabajar en el replanteamiento de una religión, cuyo Dios único y


verdadero sea el centro de la vida humana, donde su protagonismo no sea especulativo ni mucho
menos optativo, porque quien se refiera a él debe hacerlo con el firme convencimiento de que es
el centro, la fuerza, la vida, positividad, es Dios el proveedor de la abundancia, la realidad
viviente, que ha creado y crea el mundo, es él quien posee autonomía, por lo cual todo reposa en
manos de Dios, y en consecuencia no tiene necesidad de intervenir en él de modo visible o
milagroso, puesto que él es el creador, entonces, el establecimiento de un cristianismo religioso,
le otorga la concepción de un Jesucristo especial, es decir con unas condiciones especiales que lo
hacen diferente de manera rotunda del Jesucristo de la religión, pues es él un hombre de lo
humano, debido a que probo en carne propia el sufrimiento humano, y que vive en cada ser
humano manifestando la gracia de lo sagrado.

En este contexto no debe ser casualidad su reconocimiento ante el mundo y que con ello,
se honren su presencia divina siguiendo sus mandamientos, la tarea según Bonhoeffer es llegar a
ser un ser humano, y no simplemente un cristiano, porque sencillamente dios mismo se ha
revelado absolutamente en un ser humano, en Jesús mismo, un hombre para los demás, de tal
manera que una errónea concepción del cristianismo, gestará una desorientación tal en la Iglesia,
que su desaparición será inminente, de modo que la tarea es esencialmente hacer del cristianismo
no una religión, sino una experiencia vital que reconoce en los acontecimientos de la existencia.
El autor exclama que no es una salida para la religión o para quienes la profesan, que ante la
evolución de pensamientos sin espacio para Dios, condenarla, de ninguna manera éste podrá
entenderse como una escapatoria o salida a situaciones de crisis y alejamiento que proponen la
ciencia y el pensamiento de la época, situación presente para ese entonces, en lo preponderante
es la ausencia de dios, que además reconoce la idea equivocada de hacer de la resurrección la
alternativa mágica para escapar de la realidad, a sabiendas que va en contra de lo que realmente

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debe profesar el verdadero cristianismo, que no es otra cosa que pregonar la existencia de Dios
con máxima convicción de que es él insustituible, su tarea es, según el Teólogo impregnar de
Dios toda la realidad.

Se plantea pues, un escenario propicio para el establecimiento del mensaje de Dios, y


para la orientación del hombre hacia el reconocimiento de su realidad superior, y del encuentro
con otros, en la búsqueda de una vida digna y perfecta para todos, tomando en cuenta su
evolución, el reconocimiento de que el hombre ha podido entenderse con todo, menos consigo
mismo, la necesidad para el cristiano de hacer el fundamento de la fe, y la plenitud espiritual,
aunque alude el riesgo de que el estudioso de Dios se concentre en el hecho del tiempo, en su
transcurrir, y también plantea el riesgo a que estos, los estudiosos se resignen a la evolución del
mundo, y que permitan se arraigue la idea de un ser omnipotente solamente les sirva y sea
aclamado para que solucione las miserias y conflictos de la vida.

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